HOYO DE LA SERNA, POBLADO Y NECRÓPOLIS DE LOS INICIOS DE LA SEGUNDA EDAD DEL HIERRO EN LA MESETA DE OCAÑA. Congreso Audema

June 9, 2017 | Autor: Catalina Urquijo | Categoría: Iron Age Iberian Peninsula (Archaeology), Arqueología, Iron Age, Incineration, Edad Del Hierro, Necropolis
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Descripción

Editores científicos: Jorge Morín de Pablos Dionisio Urbina Martínez Diseño y Maquetación: Carmen Elisa Narro Sánchez. Esperanza de Coig-O’Donnell Magro Edición: Auditores de Energía y Medio Ambiente S.A. Avenida de Alfonso XIII, 72. 28016, MADRID www.audema.com

1ª edición: Septiembre 2012. ISBN: 84-616-0349-4 Depósito Legal: M-29884-2012 Impreso en España - Printed in Spain.

Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni todo ni en parte, ni registrada, transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, por fotocopia, o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de Auditores de Energía y Medio Ambiente S.A.

ÍNDICE APERTURA •

El Primer Milenio en la Meseta Central. Jorge Morín y Dionisio Urbina

PRIMERA EDAD DEL HIERRO. VOL. 1 CONTEXTOS •

Bronce Final - en el Tajo superior . Rosa Barroso



Las Primeras Necrópolis de incineración en tierras de Madrid. María Concepción Blasco, José Chamón y Joaquín Barrio



El final de Cogotas I y los inicios de la Edad del Hierro en el Centro de la Península Ibérica (1200- 800 a.C.) Alfredo Mederos

NUEVOS YACIMIENTOS •

El Yacimiento de Las Camas (Villaverde, Madrid) Longhouses en la Meseta Central. Ernesto Agustí, Jorge Morín, Dionisio Urbina, Francisco José López, Primitivo J. Sanabria, Germán López, Mario López, José Manuel Illán, José Yravedra Sainz de los Terreros e Ignacio Montero



La Cuesta, Torrejón de Velasco (Madrid): un hábitat singular en la Primera Edad del Hierro. Primitivo J. Sanabria



El Yacimiento de Las Lunas, Yuncler (Toledo): una ciudad de cabañas. Dionisio Urbina



Las cabañas de la I Edad del Hierro del yacimiento de Dehesa de Ahín (Toledo). Juan Manuel Rojas Rodriguez Malo y Antonio J. Gómez Laguna



Palomar de Pintado, Villafranca de los Caballeros (Toledo): territorialización y sociedades del primer hierro en la Mancha toledana. Jesús Carrobles

LA CULTURA MATERIAL •

La cerámica de transición del Bronce al Hierro y del Hierro Antiguo en el Área de Madrid y Norte de Toledo (850/800- 500/400 a.C.) Juan Francisco Blanco



Metalurgia en la meseta sur: síntesis sobre el primer milenio ac. Ignacio Montero Ruiz y Martina Renzi



Conjuntos líticos de la Edad del Hierro en la Meseta Central. Germán López



Industria lítica del yacimiento de Las Camas”(Villaverde, Madrid) Germán López



Un brazalete de marfil del yacimiento de Las Camas (Villaverde, Madrid) Thomas X. Schuhmacher



Grafitos fenicios en el centro peninsular Luis Alberto Ruiz Cabrero

SEGUNDA EDAD DEL HIERRO. VOL. 2 CONTEXTOS •

Los yacimientos celtibéricos del Alto Tajo y Alto Jalón: el I Milenio a.C. en la Meseta Oriental. María Luisa Cerdeño



Plaza de Moros y los recintos amurallados carpetanos. Dionisio Urbina



El final de la Edad del Hierro: el hábitat fortificado del Cerro de la Gavia Jorge Morín, Dionisio Urbina, Francisco José López, Marta Escolà, Amalia Pérez- Juarez, Ernesto Agustí y Rafael Barroso

NUEVOS YACIMIENTOS •

Hoyo de la Serna, poblado y necrópolis de los inicios de la II Edad del Hierro en la meseta de Ocaña. Dionisio Urbina y Catalina Urquijo



Cerro Colorado, una necrópolis de los primeros poblados de la II Edad del Hierro. Dionisio Urbina y Catalina Urquijo



La Guirnalda: un yacimiento de la Edad del Hierro en la provincia de Guadalajara Ernesto Agustí, Dionisio Urbina, Jorge Morín, Ruth Villaverde, Antxoka Martínez, Enrique Navarro, Rui de Almeida, Francisco J. López y Laura Benito

LA CULTURA MATERIAL •

Imágenes de la Segunda Edad del Hierro en el Centro Peninsular. Dionisio Urbina y Catalina Urquijo



Estudio de material cerámico en el yacimiento del Cerro de la Gavia, Villa de Vallecas (Madrid). Jorge Morín y Dionisio Urbina



Conjunto cerámico de una estructura doméstica de la II Edad del Hierro en el yacimiento de la Guirnalda (Quer, Guadalajara). Sandra Azcárraga, Jorge Morín y Dionisio Urbina



Estudio de la industria lítica en el yacimiento del Cerro de la Gavia, Villa de Vallecas (Madrid) Jorge Morín y Dionisio Urbina

TÉCNICAS APLICADAS •

Zoorarqueología. La fauna en la Primera Edad del Hierro. José Yravedra Sainz de los Terreros



Paleoambientes y dinámica antrópica en la Meseta Sur (Madrid) durante la I y II Edad del Hierro. José Antonio López y Sebastián Pérez

Estudio arqueobotánico de Las Camas (Villaverde, Madrid): un ejemplo de interdisciplinariedad para el conocimiento del paisaje vegetal y los usos de las plantas en la Meseta durante el 1er Milenio a.C. Ethell Allùe, D. Cabanes, I. Expósito, I. Euba, A. Rodríguez, M. Casa y F. Burjachs •

INTERPRETACIÓN, DIVULGACIÓN Y DIFUSIÓN •

De la arqueología al Patrimonio arqueológico: cuestiones a debate. Isabel Baquedano



Ética frente a los medios. Destruir y conservar con criterio. El yacimiento de Cerrocuquillo como ejemplo (Villanueva de la Sagra- Toledo). Montserrat Cruz, Alicia Torija e Isabel Baquedano



Museos Arqueológicos del siglo XXI. El Museo Arqueológico de la Comunidad de Madrid y la difusión de la Edad del Hierro. Antonio F. Dávila



La utopía del acondicionamiento del Cerro de la Gavia. Un viaje al pasado desde el paisaje postmoderno. Jorge Morín y Esperanza de Coig O’Donell



Modelización en 3D como método de investigación y conocimiento de las arquitecturas de la Edad del Hierro. Francisco J. López

HOYO DE LA SERNA, POBLADO Y NECRÓPOLIS DE LOS INICIOS DE LA SEGUNDA EDAD DEL HIERRO EN LA MESETA DE OCAÑA.

Dionisio Urbina y Catalina Urquijo

Segundo Simposio Audema EL PRIMER MILENIO A.C. EN LA MESETA CENTRAL De la longhouse al oppidum

Madrid

2009

ISBN:

Recibido: 01-12-2008 Aceptado: 15-12-2008

HOYO DE LA SERNA, POBLADO Y NECRÓPOLIS DE LOS INICIOS DE LA SEGUNDA EDAD DEL HIERRO EN LA MESETA DE OCAÑA TÍTULO EN INGLÉS

D. Urbina y C. Urquijo

PALABRAS CLAVE: Segunda Edad del Hierro. Hoyo de la Serna. Mesa de Ocaña, incineración, poblado necrópolis. KEYS WORDS: Second Iron Age, Hoyo de la Serna, Ocaña Plateau, incineration, Settlement, necropolis.

RESUMEN:

En la actuación arqueológica motivada por las obras de construcción de la A-40 en el tramo de Villarrubia de Santiago, se descubrieron unas tumbas en el yacimiento de la Edad del Hierro de Hoyo de la Serna. Al interés intrínseco de estos hallazgos hay que añadir el hecho de que pertenecen a un hábitat sobre el que se realizaron unos sondeos hace años, de modo que podemos contrastar los hallazgos de la necrópolis y del poblado, algo poco usual en yacimientos de la Edad del Hierro en el centro de la Península Ibérica. ABSTRACT

In the archaeological excavation motivated by the construction of the A-40 Higway in Villarrubia de Santiago section, there were discovered some tombs in the Iron Age settlement of Hoyo de la Serna. To the intrinsic interest of these finds we must add the fact that they belong to a habitat where partial research was done some years ago, so that we can contrast the finds of the necropolis with the ones from the town, as it is something unusual in the settlements of the Iron Age in the center of the Iberian Peninsula.

HOYO DE LA SERNA, POBLADO Y NECRÓPOLIS DE LOS INICIOS DE LA SEGUNDA EDAD DEL HIERRO EN LA MESETA DE OCAÑA Dionisio Urbina Catalina Urquijo

INTRODUCCIÓN La necrópolis de Hoyo de la Serna ha sido descubierta en el año de 2008 con motivo de los estudios de afección al Patrimonio propiciados por la construcción de la Autovía A-40 en el tramo Villarrubia de Santiago-Noblejas: La obra civil ha sido ejecutada por la empresa Ferrovial y las actuaciones arqueológicas por Audema S.A.

TUMBA Nº 1 El enterramiento nº 1 estaba formado por una gran urna que contenía los huesos cremados, un cuenco que hacía las veces de tapadera, y 6 pequeñas vasijas de ajuar. La urna está fabricada a mano, de perfil ovoide con base alargada remata en omphalos y superficie parduzca alisada, ha perdido el tercio superior, por lo que no es posible conocer la forma

La necrópolis se sitúa al Oeste de la ubicación propuesta para el poblado, en el cual se realizó una pequeña excavación arqueológica hace 15 años (Urbina et al., 2001). (Fig. 1)

del borde. A pesar de que tiene unas características poco

A pesar de que se han localizado muy pocas tumbas éstas poseen gran interés, en primer lugar por el hecho de marcar el lugar de ubicación del cementerio con respecto al poblado, en este caso apenas a unos escasos 300m de lo que podemos suponer el borde Oeste del lugar de habitación. En segundo por las propias evidencias de las tumbas, cuyos materiales vienen a confirmar las cronologías propuestas para este yacimiento (Urbina, 2000, 2001, 2007a, 2007b; Urbina et al., 2001).

y Barrio, 2001-2; Blasco et al., 2007), la tumba 1 y 17 de

Tan sólo se hallaron 4 enterramientos de incineración y uno de inhumación. Como en muchos otros lugares, las urnas estaban destruidas por los arados en su parte superior

de la urna, por lo que si los hubo han podido desaparecer.

y las tapaderas desechas no han sobrevivido. (Fig. 2)

acabado al de la urna, hacía las veces de tapadera. (Fig. 3.)

resaltadas, se hallan ejemplares similares en otras necrópolis como la urna de la tumba VIII de Arroyo Butarque (Blasco Arroyo Culebro (Penedo et al., 2001), o la sepultura IV de El Navazo (Galán, 1980). Aparte de los huesos no se localizaron restos de ajuar dentro de la urna, aunque como decimos, falta el tercio superior y se ha podido comprobar en algunos de los enterramientos intactos de la vecina necrópolis de Cerro Colorado, que los elementos de ajuar como f íbulas u otros adornos eran depositados sobre los huesos en la parte alta Un cuenco abierto de borde apuntado con base rehundida y pie indicado, también fabricado a mano y de similar

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Fig 1. Fotograf ía SIGPAC con la ubicación del poblado y la necrópolis.

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Fig 2. Paisaje del poblado y la necrópolis.

Fig 3. Tumba 1 in situ. Tapadera desplazada junto a la urna.

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En torno a la urna se había practicado un hoyo de unos 50x40cm y unos 50cm de profundidad, en donde se hallaron

que englobó hace años P. Mena dentro de la Forma Ic4 del Hierro I de las necrópolis conquenses (1985). Al menos en dos de ellos se ha conservado un agujero en el ala,

los restos de 6 recipientes de acompañamiento, consistentes en cuatro cuenquitos, una botellita y los restos de una Tres de los cuencos son similares entre sí y a su vez

al tiempo que sólo uno de ellos presenta pie realzado, mientras que el otro carecía de base, ya que el contorno es totalmente semiesférico, lo cual podría indicarnos que tal

presentan estrechas similitudes con los hallados en la tumba V de Arroyo Butarque (Blasco et al., 2007) o los de la tumba 1 de Las Madrigueras (Almagro, 1965 y 1969:tabla

vez se disponían uno sobre otro atados por la perforación, disponiéndose arriba el cuenco sin base y sobre el suelo el de pie realzado (tal y como sugerimos en fig. 5). El otro de

IV nos 15-19). Se trata de cuencos de acabado bruñido de

los cuencos grises presenta una base rehundida. El cuarto cuenco es de forma similar aunque con superficies algo más gruesas y menos bruñidas, con un ala menos ancha,

bandeja o soporte horizontal.

color grisáceo oscuro y sepia, con cuerpo semiesférico de pie o base rehundida y borde de amplia ala ancha horizontal

Fig 4. Materiales del enterramiento nº 1.

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de acabado rojizo y con restos de algún engobe o pintura de color negruzco.

ellas un pie redondo de 3,8cm de diámetro. Pudiera tratarse

Estos cuencos o platos hondos son frecuentes en los repertorios del Primer Hierro, estando presentes en los momentos de la llegada de los primeros productos a torno.

con cuatro pies en los extremos. Está realizado a mano y el

El quinto vaso es una botellita a mano de poco más de 10cm de alto y 5 de diámetro con cuerpo ovoide y largo cuello cilíndrico rematado en borde redondeado vuelto con ala. En el cuerpo conserva 4 series de 3 trazos verticales incisos cada una.

apreciar como la incineración no se ha producido de manera

Finalmente, se hallaron unos fragmentos de lo que parece una bandeja o soporte. Se conserva una superficie plana de 0,8cm de grosor, con esquinas redondeadas y bajo una de

petrosas. Debido al lógico mal estado de conservación al

de una especie de soporte rectangular de unos 15x25cm acabado es oxidante. (Fig. 4) Por lo que respecta al contenido de la urna, se puede uniforme sino que las temperaturas oscilaron entre los 350º y los 600º. Llama la atención que los restos pertenecen a 2 individuos distintos, lo que es manifiesto por la presencia de fragmentos de 4 ramas mandibulares, así como de 4 masas tratarse de una incineración, no pueden individualizarse los restos ni asignarles edad ni sexo1. (Fig. 5)

Fig 5. Tumba 1, urna y vasijas de acompañamiento. Dibujos de E. Navarro.

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TUMBAS Nº 2, 3 Y 4

INHUMACIÓN

De los otros enterramientos sólo se conserva la mitad inferior de las vasijas. La tumba 2 está formada por dos vasijas a torno; la urna presenta base umbilicada y parece corresponder a una vasija bicónica con pintura a base de banda y líneas paralelas en negro. La tapadera corresponde a un vaso de tendencia globular con base plana y pie que tal vez estuvo también decorado con líneas en negro.

Por lo que respecta a la inhumación, a pesar de ser poco frecuentes contamos con algunos ejemplos asilados

La tumba 3 está formada por sendos vasos a mano de base plana (tal vez una urna y un vaso troncóconico), pero sólo se conservan pequeñas porciones de los mismos para poder afirmarlo. (Fig. 6)

y 35 de ancho, por 1,45m de largo; el hoyo, por tanto, se adaptaba perfectamente al cuerpo. Esta tumba se dispone a escasa distancia de la incineración nº 1, por lo que no

como el de la cercana necrópolis de Las Esperillas (García Carrillo y Encinas, 1987). En Hoyo de la Serna, unas piedras cubrían la tumba que era un simple hoyo en el suelo con la cabecera ligeramente marcada al ser más ancha y menos profunda que los pies. Apenas tenía 30cm de profundidad

parece existir un deseo expreso de separar ambos tipos de enterramientos. (Fig. 9)

Finalmente, de la tumba 4 sólo contamos con la mitad inferior de una urna globular con base umbilicada característica de momentos algo más avanzados, que parece confirmase en la decoración conservada, ya que se trata del típico jaspeado con un engobe naranja y pintura negro vinoso muy oscuro.

El individuo se encuentra muy fragmentado y en mal estado de conservación. Se trata de un subadulto, a tenor de los dientes que se conservan. Las raíces de los 2 terceros molares inferiores no están formadas y la del único segundo molar superior no está cerrada. Todo ello sugiere una edad de muerte de unos 12 años, con un margen de error de 30 meses. Junto a los restos óseos han aparecido varios fragmentos minerales, algunos de ellos con aspecto de haber sido quemados2.

Por lo que respecta a los restos óseos sólo se ha podido corroborar que la temperatura de cremación osciló entre los 350º y 600º, sin que pueda establecerse parámetros como sexo o edad. (Fig. 7 y 8)

Fig 6.nTumbas 2, 3 y 4 in situ.

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No son extrañas las inhumaciones en otras necrópolis de incineración como ocurre en la cercana de Esperillas, pero no es posible establecer asociaciones entre la inhumación y la edad del individuo, ya que en Esperillas los inhumados son adultos, mientras que hallamos incineraciones de niños, por ejemplo en Cerro Colorado, muy próxima también a Hoyo de la Serna. Fig 7. Materiales de las tumbas 2, 3 y 4.

Tal vez la edad del inhumado haya que relacionarla con

de la Segundad Edad del Hierro en la comarca, ya que son escasas las intervenciones sobre hábitats de este período.

los derechos a ser enterrado con los ritos propios de los adultos. Del mismo modo que los enterramientos de recién

El poblado se dispone en la margen izquierda de la cabecera de un arroyo, sobre unas suaves lomas que pronto se elevan sobre el cauce del agua que forma un barranco (Figs. 1 y 2). En el recodo que delimitaría el yacimiento por el Norte, ya con una treintena de metros de desnivel, se sitúa el manantial llamado de ”La Hontanilla” (Urbina, 2000:83). Probablemente la extensión del yacimiento sea sensiblemente más pequeña de lo que muestran los restos en superficie, los cuales se extienden por unas 7-8 Has de terreno, ya que la mayoría de esta extensión de halla cultivada y los años nos han enseñado los grandes estragos que los arados realizan sobre los yacimientos en esta región y cómo pueden extender los restos arqueológicos una vez rotos por las cuchillas.

nacidos o niños muy pequeños se continúan realizando bajo los suelos de las casas, los niños que aún no han llegado a la edad adulta pudieran ser enterrados en la necrópolis pero no incinerados, sino inhumados. (Fig. 10)

POBLADO Los nuevos datos aportados por las tumbas descritas, hay que sumarlos a los hallazgos realizados trece años antes en el poblado contiguo (Urbina et al. 2001). Estos hallazgos se debieron a la intervención llevada a cabo con motivo del soterramiento de una línea de teléfono, de modo que la actuación se ciñó en su mayor parte a una zanja de apenas

A lo largo de la zanja excavada se fueron descubriendo diversos materiales, como piedras calizas, ya desplazadas de sus lugares originales, fragmentos aislados de adobes

60-80cm de ancho. Aún así, todavía hoy son un exponente casi aislado de la cultura material de los primeros poblados

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Fig 8. Tumbas 2, 3 y 4. Dibujos de E. Navarro.

Fig 9. Tumba 5. Inhumación.

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Fig 10. Restos óseos de las distintas tumbas.

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Presenta un bordillo o reborde de arcilla de unos 10cm de ancho y unos pocos cm de grosor (muy similar al hogar cuadrado VIIIB1 de El Oral (Abad y Sala, 1993:292)). La capa de arcilla quemada estaba lisa y limpia. Bajo esta primera capa se conservaban una especie de surquitos que debieron constituir el frente de una capa anterior. Aunque estaban muy deteriorados, nos inclinamos a pensar que se trataba de las improntas de un material vegetal, como el de una estera o algo similar, que responde a la costumbre bien documentada etnográficamente de tapar cada verano el hogar a fin de preservarlo para la estación siguiente. Son numerosos los ejemplos de improntas vegetales sobre hogares de la Segunda Edad del Hierro; cabe citar por ejemplo el hogar IIIK9 de El Oral (Abad y Salas, 1993:fig. 152), o los magníficos ejemplares de Lattes, como el hogar FY1109 (Lebeaupin, 1994:41). Bajo la capa de barro quemado existía una superficie formada por tejuelos de cerámica, en su mayor parte galbos de una tinaja de engobe jaspeado negruzco con decoración geométrica pintada en rojo, que ha sido posible reconstruir (fig. 12, parte superior). (Fig. 11)

y barro quemado, manchas grises de restos orgánicos y cenizas y, fundamentalmente restos de cerámica. Sin duda se trata de restos de estancias sobre las que lo fragmentario de la excavación no permite establecer más precisiones. Destacamos que en la parte Oeste del poblado, la más cercana a la necrópolis, se descubrieron varios fragmentos de tinajas a mano, reductoras, una de ellas de gran tamaño, de casi 40cm de diámetro y probablemente de una altura en torno a 1m. Posee bajo el cuello una serie de estampillas en forma de aspa de 7 brazos. Como en otros lugares los restos cerámicos se hallan mezclados con piedras calizas y manchas grises de acúmulos orgánicos. Tal vez se trate de la parte de alguna vivienda dedicada al almacenaje o bien existiera en este punto alguna estancia específica dedicada a este fin. En el alto de la loma que supone la parte central del poblado, en el denominado Tramo 8, se descubrió un hogar de forma rectangular de más de 1,5m de largo, con las esquinas redondeadas. La primera capa de arcilla quemada estaba casi perdida, conservándose tan sólo la característica coloración rojiza entre los fragmentos

Por toda la superficie excavada se hallaron evidentes efectos de fuego, junto con numerosos fragmentos de cerámica, una fusayola y un pequeño resto amorfo de hierro. Hacia el Norte del hogar, a unos 80cm del mismo, se extendía una gran mancha ovoide de más de 2 m. de diámetro (UE2), con una potencia de hasta 20cm, formada enteramente por restos cerámicos muy calcinados, cenizas, materia orgánica y barro quemado, hasta conformar una muestra gris polvorienta y suelta. Entre las cerámicas se recogieron varios guijarros de tamaños variables, muy redondeados y con superficies pulidas. Más al Este se halló in situ parte de un recipiente fabricado a mano reventado por el desprendimiento de las paredes de la estructura (fig. 11, centro izq., y fig. 15 inf. Izq.).

cerámicos (fig. 11). Este hogar estaba formado por varias capas de fragmentos de cerámicas en su mayoría fabricadas a mano. En la base se documentaron algunos fragmentos de piedras calizas y una fusayola con trazos punteados que forman un motivo geométrico.

ESTRUCTURA HABITACIONAL DEL TRAMO 5 Algo más al Oeste, aun en la parte más alta de la suave loma, se ensanchó un tramo de 5x5m ya que en el trazado de la zanja se disponía un hogar cuyo contesto era necesario documentar. Los hallazgos corresponden a los restos de una estancia muy afectada por el fuego, en donde

MATERIALES ARQUEOLÓGICOS. CERÁMICAS

fue posible reconocer un pequeño tramo de una de las paredes formado por una doble hilada de piedras calizas junto a las cuales se disponían caídos varios fragmentos de adobes calcinados por el fuego (Fig. 11, dcha.). El zócalo de

A pesar de lo exiguo del espacio excavado, los restos materiales, concretamente los restos cerámicos son muy abundantes, probablemente debido al panorama general de incendio y abandono precipitado que parece observarse en todo el tramo sondeado del yacimiento. En total se recogieron más de 2.000 fragmentos cerámicos que corresponden aproximadamente a 192 vasijas, en armonía con los porcentajes entre galbos, bordes y bases que es de 86,8%, 9,8% y 3,4%, respectivamente. Si las proporciones

calizas tiene un ancho de unos 40cm y los adobes presentan medidas de 36x36cm con grosores de 7-8cm, y conservan parte del revoco que los cubría. Paralelo al trozo de zócalo, a 1m del mismo en dirección Este, se descubrió un hogar parcialmente roto, de forma rectangular, de aproximadamente 1,3x1,5-1,8m, tamaño similar al del citado anteriormente, aunque en este caso se conservaban todas sus capas (fig. 11, inf. Izq.).

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Fig 11. Planta del Tramo (izq.) con detalles de los adobes quemados y el hogar. Del hogar del T8.

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entre galbos, bordes y bases son representativas, tenemos que a cada fragmento de borde le corresponden 9 de galbo y a cada uno de base 3 de borde y 25 de galbo. Con la salvedad de fragmentos de bases que pueden ser clasificados como galbos y así disminuir las proporciones de las bases, perece que se trata en su mayoría de vasijas grandes, y con bocas más anchas que los fondos, confirmando la preponderancia de grandes tinajas o tinajillas de boca abierta. De ellos un 78% son a torno y el 22% a mano. Por lo que respecta a las vasijas a torno, el 80% de los fragmentos tienen algún tipo de decoración, en su mayoría a base de pintura (o engobe) jaspeada que representa el 87% de la muestra, mientras que las pintadas con motivos geométricos apenas alcanzan el 13%. Entre las cerámicas pintadas abundan las engobadas con casi el 90% si exceptuamos el T8 donde apenas aparecen. Los engobes jaspeados se combinan, como los rojos, con motivos geométricos: bandas, líneas, 1/2 círculos, 1/4 círculos y melenas, (tan sólo se constatan en el T8 unos fragmentos con reticulado). Los motivos se disponen en asociaciones que podemos denominar secundarias. Se trata de: líneas sobre engobe rojo, semicírculos separados por bandas, melenas con 1/4 círculos a ambos lados, melenas separadas por sucesión de líneas y bandas, otros elementos como reticulado o círculos completos se encuentran en fragmentos que no permiten su reconstrucción por lo que no sabemos si van asociados a otros motivos o no. (Fig. 12)

Existen vasijas parcialmente quemadas que presentan una amplia banda de engobe rojo (presumiblemente la parte inferior de un tinaja) junto al jaspeado en tonos siena, a la que pertenecen otros fragmentos donde el jaspeado se conserva negro y el engobe rojo, violeta, mientras que la pasta naranja se torna igualmente violeta oscuro. Especialmente significativos dentro de este conjunto son los fragmentos quemados del depósito (2) del T5. Se pudieron reconstruir 3 tinajas pintadas, una con engobe jaspeado, melenas y tres series 1/4 de círculos a cada lado, otra con engobe rojo y bandas con semicírculos y la tercera de similares características pero con engobe naranjacrema oscuro (fig.12 y fig. 14). Pertenecen al grupo I, tipo 2, subtipo 2.2 de Mata-Bonet (1992) de cronologías predominantemente de los siglos VI al IV a.C. También se halló un caliciforme de engobe rojo con líneas negras (fig. 12 y 14) y un conjunto de cerámicas a mano en la parte Noreste del T5, reventadas in situ, dentro del cual destaca un gran cuenco de 28 cm de altura y 44 cm de diámetro en el borde). (Fig. 13) Las formas pintadas más comunes halladas en el poblado de Hoyo de la Serna son las tinajas con pico de ánade y hombro sin marcar. Pertenecen al grupo I, tipo 2, subtipo 2.2 de Mata-Bonet (1992) de cronologías predominantemente de los siglos VI al IV a.C. Estos recipientes de gran tamaño con series de decoraciones geométricas en las que se combinan las bandas o líneas son frisos de círculos concéntricos, semicírculos o cuartos de círculo, están presentes en los momentos más antiguos de las fases de la cultura ibérica, que en el Centro de la Península denominamos Hierro II. Por ejemplo, tinajillas con decoración geométrica se hallan en los niveles más antiguos del Cerro de los Encaños, en Villar del Horno, Cuenca (Gómez Ruiz, 1986:Fig. 25, p. 319) o en las tumbas más antiguas con cerámicas a toro de la también conquense necrópolis de Las Madrigueras (Almagro Gorbea, 1969:Tabla VII, nº 1). En Hoyo de la Serna ya hemos comentado la tinaja cuyos restos formaban parte de la base del hogar del T5, con series de semicírculos y cuartos de círculo, sobre lo que quiso ser en principio un engobe anaranjado o rojizo pero que aquí se transforma en un engobe jaspeado (fig.12 sup. y fig. 14 sup. izq.), los restos de la Tinaja 1 de engobe rojo con líneas, punteados, trazos verticales y series de cuartos de círculo, del T5 (Fig. 12 centro dcha. y fig. 16 inf. izq.), los diversos fragmentos de bordes del T2 (Fig. 15 inf. dcha.) y los restos de la Vasija 1 del T8, con bordes planos salientes decorados con líneas y galbos donde alternan las bandas con las líneas, las melenas, los círculos concéntricos y los trazos verticales y

Como ya indicamos en su día (Urbina et al. 2001) existe una clara tendencia de los engobes jaspeados a marcar bandas con la propia brocha, no sabemos si por efecto de la mala calidad de los pigmentos o las brochas con las que se aplican (o de ambos a la vez), en un claro intento de imitar los productos de engobe rojo con motivos geométricos en negro, los conocidos en el Mediterráneo oriental como Black on red, de los que existen ejemplares de excelente calidad en el T5 del yacimiento, como la tinajilla con series de simicírculos (fig. 13 inf. dcha.), las tinajas medio quemadas con engobe y bandas (fig. 12 centro dcha.) o el caliciforme con líneas sobre el engobe (fig. 12 centro), que habría que considerar como productos importados. Pero tal vez el engobe o pintura jaspeado se aplicaba intencionadamente a fin de conseguir un doble efecto, el de dotar a la vasija con una sola operación de engobe y decoración geométrica. Así la Tinaja II del T5 (fig. 12 sup.) que se reconstruyó de los fragmentos aparecidos en el hogar, presenta una serie de melenas asociadas cuartos de círculo en la mitad superior, de suaves tonos rojos que apenas son visibles sobre el jaspeado a bandas de color siena tostada que recubre ¾ de la pieza.

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Fig 12. Tinajas pintadas, tinajillas, caliciformes y cuencos de diversos tramos del poblado.

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Fig 13. Cerámicas representativas del poblado: pintadas con decoración geométrica, cuencos grises, fragmentos de barniz negro ático y con decoración a peine.

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horizontales (Fig. 16 inf. dcha.), y especialmente los restos

de la necrópolis de Palomar de Pintado ya en la Mancha

de la tinajilla con bandas y líneas horizontales y series de

toledana (Pereira, et al. 2003:Fig. 4, p. 161).

melenas en hombro y cuerpo (Fig. 12 centro izq. y fig 14

Otros ejemplares pintados destacados son los fragmentos

inf. izq.), que podría encuadrarse dentro de los tipos E13

aparecidos en el T2, tales como un cuenco o escudilla de engobe anaranjado con tres líneas en rojo vinoso al interior

de Penya Negra II (González Prats, 1983) (Fig. 14)

(fig. 14 sup. Dcha.). Podría encuadrarse dentro de la Clase A, Grupo III, tipo 8, Subtipo 1 de Mata-Bonet (1992). Otro sólo conserva la mitad superior consistente en un cuerpo

La tinajilla bitroncocónica del T0 corresponde a la Clase A, grupo II Tipo2, Subtipo 2, 4 de Mata-Bonet (1992); de 33cm Altura y 23cm de diámetro, con perfil en

(Fig. 12 centro izq. y fig. 14 centro Dcha.) en un cuerpo semiesférico con amplia ala vuelta, decorado a base de

S, sin hombro, ni asas, cuello indicado, base en omphalos y borde pico de ánade. Presentaba 7 pares de agujeros para

engobe rojizo jaspeado, con tendencia a marcar líneas. Un tercero presenta el borde vuelo de ala estrecha con carena en la parte alta del cuerpo y pie anillado ligeramente vuelto

lañas. Estas tinajillas bitroncocónicas son muy comunes en los repertorios del mundo ibérico, así encontramos ejemplares muy similares en yacimientos como el murciano

hacia afuera. La decoración es a base de engobe anaranjado (Fig. 12 inf. izq. y fig. 14 sup. Dcha.).

de Los Molinicos (Lillo, 1993:49, nº 4) o los levantinos de El Oral, Los Villares (Mata, 1991), o las necrópolis de la provincia de Albacete (Blánquez, 1990), sin olvidarnos de

Estos dos últimos tipos se podrían asignar a la Clase B5 de Peña Negra (González Prats, 1983), con ejemplares

yacimientos más cercanos como la urna de la tumba 62

Fig 14. Vasijas mejor conservadas del poblado. Dibujos de C. Urquijo y D. Urbina.

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morfológicamente similares en cerámicas grises de ese mismo yacimiento, como las sector V (González Prats,

los vasos del enterramiento 45 de la cercana necrópolis de

1986:Fig. 63, nº 3579 y 3427), como asimismo en cerámicas grises los encontramos en el más cercano yacimiento conquense del Cerro de los Encaños (Gómez, 1986: Fig.

y Encinas, 1990:318-320), aunque los motivos de estos

17). Ejemplares pintados como los de Hoyo de la Serna se hallan en la necrópolis también conquense de Las

las atribuciones cronológicas de las cerámicas a peine no

Madrigueras (Almagro, 1969:tabla IX, nº 5 y tabla X nº 5, y tabla IX nº 8, respectivamente), que P. Mena englobó en la Forma III variantes d2 y b2 (1985.114), respectivamente.

aparición de este tipo de cerámicas se produce en pleno

En el Cerro de las Nieves en Pedro Muñoz, se halla otro plato similar al último comentado (Fernández, 1988:368

bícromas, en lugares como el avulense de los Castillejos

nº 12), así como en el poblado de El Cerrón de Illescas (Valiente, 1994:Fig. 43).

en los primeros momentos del HII, en niveles del siglo

Las cerámicas grises representan el 4,3% del total de las producciones a torno. Los platos grises con bordes engrosados al interior del T5 (fig. 11 arriba dcha. y fig.

(Delibes, et. al. 1995:68-69). Esa es precisamente la fecha

15 arriba dcha.) tienen paralelos asimismo en todos los contextos antiguos del HII, del Levante y Andalucía o el Sur de la Meseta Sur. Tanto en la Peña Negra, como en Cerro Macareno, Medellín, Montemolín o Sisapo, (Mancebo, et. al. 1992), se les asignan cronologías del VI a.C. Aparecen igualmente en yacimientos cercanos como la necrópolis de Las Esperillas (Urbina, 2000, lám VIII, 14, 15 y 19), o el poblado conquense de Villar del Horno Gómez Ruiz, 1986:Fig. 17 y 19), aunque en la Meseta nunca se les ha asignado una cronología anterior al V a.C. p. ej. en Pedro Muñoz (Fernández, 1988:Fig. 3 nos 2-3) o Fuente el Saz del Jarama (Blasco, Alonso, 1985).

si bien en la parte suroccidental de la Meseta la etapa de

Las Esperillas, en Santa Cruz de la Zarza (García Carrillo cuatro recipientes son singularmente complejos dentro de los propios repertorios de este tipo de cerámicas. Aunque están exentes de polémica, hoy parece aceptarse que la horizonte del HI en la Meseta Norte, donde se encuentran asociadas con las especies a mano pintadas postcocción, de Sanchorreja (González-Tablas, 1989), y su pervivencia VI/V a.C. de Coca o de La Mota III, en Medina del Campo que se asigna a los conjuntos funerarios decorados a peine de la necrópolis de Las Esperillas (García, Encinas, 1990), florecimiento se correspondería con los siglos IV y III a.C. (Álvarez-Sanchís, 2003:198-99). Aunque se hallaron algunos bordes de tinajillas a mano con acabados negros alisados, fue en el T1 donde se localizaron dos fragmentos de ejemplares de grandes dimensiones. Uno de ellos de 21cm de diámetro y el otro de 38cm. Ambos bordes son subtriangulares con faja estrecha en el cuello. La tinaja de mayor tamaño debió alcanzar cas 1m de altura, con una capacidad superior a los 80 litros. Presenta 11 estampillas en la parte superior del hombro, donde éste se une al cuello. Son circulares con estrellas de 7

Por lo que respecta a la cerámica a mano, ya comentamos las altas proporciones que se documentan en el T8, aunque

radios, del tipo BII de Ruiz y Nocete (1981). Las estampillas

los ejemplares más completos se hallan entre las vasijas reventadas in situ por el desplome de las paredes en el T5 (Fig. 15 inf. izq.). Entre ellas se halla un gran recipiente con

siendo abundantes en yacimientos toledanos como el Cerrón

pie indicado y otro cuenco más pequeño. Del T2 procede una escudilla de cuerpo ovoide (tal vez semiesférico) con borde recto y superficie alisada en la que sobresale un

a mano y a torno (Ibidem:Fig. 16, 17 y 18). Si bien las

pequeño mamelón sin incisión, con claros paralelos entre los repertorios a mano del Hierro I. (Fig. 15)

al tiempo que se hallan también dobles frisos de estampillas

Debemos señalar también la presencia de un fragmento con decoración a peine en el T8. Este tipo de cerámicas

Cerrón de Illescas se pueden encuadrar dentro de la plena

abundantes en la Meseta Norte, son muy escasas al Sur del Tajo. Apareció un fragmento de cuenco de perfil ovoide en el yacimiento madrileño de Cerro Redondo,

larga pervivencia y evolución de las estampillas sobre tinajas

Fuente el Saz del Jarama (Blasco y Alonso, 1985:Fig. 61) datado en el siglo V a.C. al hallarse en el nivel inferior a

en Vallecas, Madrid que, desde el siglo IV, perviven hasta al

un fragmento de cerámica ática de la primera mitad del IV a.C. (Ibidem:45 y 81). De cronología más antigua serían

En el nivel superficial del T5 se hallaron tres fragmentos

estarán presentes durante el periodo pleno del Hierro II, de Illescas tanto en recipientes a torno pintados (Valiente, 1994:Fig. 33 y 50, entre otras) como en grandes recipientes estampillas de estas tinajas no coinciden con las de Hoyo de la Serna, presentando formas más variadas y evolucionadas y espacios triangulares estampillados. Los ejemplares de El IIª Edad del Hierro, en torno al siglo IV a.C. evidenciando la o grandes recipientes de almacenamiento. Evolución que podemos rastrear en los ejemplares del Cerro de la Gavia, menos el siglo II a.C. (Quero et al. 2005:184-185). de barniz negro ático de los cuales uno pertenece al

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Fig 15. Vasijas a mano, tinajas, tinajillas jaspeadas, cuencos grises, ática decorada a peine y fusayola. Dibujos de C. Urquijo y D. Urbina.

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arranque de un asa y los otros dos a un pequeño cuenco que sólo conserva la parte baja del pie y el arranque del cuerpo,

enterramientos excavados, corroboran la tendencia hacia una cronología más alta propuesta en su día para el

en el se dispone un círculo impreso a ruedecilla con los restos de dos palmetas en su interior, que conformaría una serie de 6-7 palmetas. Se englobaría dentro de la forma

yacimiento. Como indicábamos al principio, los vasitos de acompañamiento de la T1 de Hoyo de la Serna tienen estrechos paralelos con los de la TV de Arroyo Butarque (Blasco et al., 2007) o los de la T1 de Las Madrigueras (Almagro Gorbea, 1965 y 1969). En ambos casos estos

21 de Lamblogia, de los llamados small bowl: later and light (Sparkes y Talcott, 1970) que se consideran típicos

vasos se asocian a esos momentos de transición del HI al HII, para los que las pocas fechas radiocarbónicas que

del IV a. C., aunque presentan numerosas pervivencias. Son muy comunes sobre todo en necrópolis levantinas y también en poblados como los del nivel IV de Los Villares

poseemos al presente (Blasco, et al. 2007)3, cabe situar a caballo entre los siglos VII y VI a.C. No obstante, será

(Mata, 1991:35-36), Se documenta un cuenco similar en la necrópolis conquense de Las Madrigueras (Almagro,

necesario contar con nuevos datos y una batería de fechas de C14 mucho más abundante, para establecer con mayor seguridad la cronología absoluta de este momento.

1969:tabla V, nº 4), que P. Mena encuadró dentro de la Forma IV del Hierro II en su variante 1 (1985:115). Otros fragmentos de yacimientos cercanos son aquellos de Cerro Redondo de Fuente el Saz del Jarama (Blasco y Alonso,

De todos modos, los datos que aportan los hallazgos de la necrópolis de Hoyo de la Serna no vienen sino a confirmar todas las hipótesis que hemos planteado en trabajos anteriores. De un lado, establecimos hace años

1985) y los poblados de Yeles Cuadrado, 1973:lám. IV.1) y El Cerrón de Illescas (Valiente, 1994:Fig. 23). (Fig. 16)

la existencia de dos sistemas de asentamiento durante la Segunda Edad del Hierro en la Mesa de Ocaña, uno de ellos caracterizado por los recintos amurallados, y otro con cronología más antigua en el que los asentamientos se ubicaban en los lugares que significaban en el paisaje el óptimo de aprovechamiento de recursos con total desprecio de las cualidades defensivas (Urbina 2000). Este momento correspondería con el inicio de la IIª

CONCLUSIÓN Ya hace años, cuando publicamos los resultados de los sondeos realizados en el poblado de Hoyo de la Serna (Urbina, et al. 2001), hacíamos hincapié en la relevancia de ciertas producciones cerámicas que apuntaban a un momento de los inicios de la IIª Edad del Hierro, momento de transición entre las denominadas etapas del HI/HII, escasamente conocido en la comarca sobre todo en lo que se refiere a los lugares de hábitat. Mencionábamos allí también que los datos cronológicos de producciones como las tinajas pintadas Peña Negra II, los cuencos grises

Edad del Hierro que hacemos coincidir con la llegada y popularización de las cerámicas a torno. No obstante, tenemos ya suficientes indicios para afirmar que esta etapa arranca desde tradiciones de la fase anterior del Hierro I, o al menos, cuando aún aparecen en los yacimientos producciones cerámicas que se consideran típicas de ese

de labio reentrante, y fragmentos como el del cuenco a mano con decoración a peine, eran susceptibles de elevar

momento anterior. Buena prueba de ello lo constituyen los materiales más antiguos de necrópolis como las cercanas de Las Esperillas, Madrigueras o Palomar de Pintado (véase comunicación en el volumen anterior), a las que podríamos añadir también la de Haza del Arca, en Uclés, Cuenca (Lorrio, 2007).

sensiblemente las cronologías manejadas hasta entonces para la llegada del torno al Centro de la Península Ibérica. Salvo los datos de C14 de yacimientos como Villar del Horno, que se atrevían a proponer fechas del siglo VI a.C. para los primeros productos a torno, los demás autores eran

Los datos de necrópolis como la de Arroyo Butarque,

por lo general cautos, y a pesar de contar con evidencias como las producciones a mano del Cerro de las Nieves de

con materiales casi exclusivamente a mano, o la de Arroyo Culebro donde no hay productos a torno, y los nuevos descubrimientos de yacimientos anteriores como Las Camas o Las Lunas (Véanse sendas comunicaciones en el volumen anterior), nos permiten conocer mejor

Pedro Muñoz, de claras influencias de los Campos de Urnas y emparentados con otras de contextos del HI, se prefería el siglo V a.C. para situar el momento de llegada de estas cerámicas (Fernández, 1988), como entonces indicaban

los procesos de estos cambios. Al parecer, en la Cuenca media del Tajo, desde el cambio de Milenio se afirma

otros autores (p. ej. Blasco y Alonso, 1985).

una arquitectura a base de cabañas sustentados por postes, no exenta de gran complejidad y capaz de erigir

Los datos que aporta la reciente intervención en la necrópolis de Hoyo de la Serna, aun a pesar de los escasos

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Fig 16. Conjuntos cerámicos del poblado. Dibujos de C. Urquijo y D. Urbina.

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construcciones de gran tamaño (Urbina et al. 2008) posterior a los horizontes de “fondos de cabaña” o

NOTAS AL PIE

campos de hoyos que caracterizan a la etapa anterior de Cogotas I. En este momento las producciones cerámicas conjugan elementos locales con otros que se consideran

1

El estudio antropológico ha sido realizado por Excavaciones antropológicas Beresit, a cargo de C. Espinosa, M. Paniagua y R. Rico.

2

propios de los campos de urnas o de horizontes como Soto de Medinilla. Independientemente de que llamemos

Ver nota anterior.

3 Las muestras tomadas en Hoyo de la Serna no han podido aportar datos válidos ya que los restos óseos carecían de la suficiente cantidad de colágeno, según informe de los Laboratorios Beta.

Hierro I o Bronce Final a este período, parece claro que transcurridos uno o dos siglos los patrones de asentamiento sufren profundas transformaciones. El panorama de estos nuevos asentamientos está dominado por estancias o casas cuadradas fabricadas con zócalos de piedra y paredes de

BIBLIOGRAFÍA

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