\"Hoy hay que hablar de ell@s\"

Hoy hay que hablar de ell@s María José Lazcano Vázquez Mellado Cuando emigra el joven, emigra la esperanza. Cuando emigra la mujer, emigra la vida. Cuando emigra la familia, emigra el tejido social. Cuando emigra el indígena, emigra la historia. Cuando emigran los niños, emigran las raíces de la ternura humana. Padre Pedro Pantoja

No hay nada como la enseñanza que se da a través del contacto con el/ la otra; nada sustituye ni se compara a escuchar de “viva voz” la lucha y los sueños de quien los trae a cuestas, con los pies cansados, desde la frontera. Nada más de oírles, parte de uno se convierte en migrante; parte de uno espera volver a saber de todas y todos ellos cuando se van a seguir su camino hacia los Estados Unidos o hacia cualquier otro destino que les ofrezca trabajo, seguridad y tranquilidad. Uno camina con todos ellos, aunque sea nada más con el corazón, porque ve que se lucha es genuina, que su realidad les duele y se les escapa de las manos. Algunos no saben bien qué es lo que buscan, cómo es que van a “pasar” o quién les va a recibir…Sólo saben que no pueden seguir en donde están porque es doloroso, peligroso y frustrante vivir en un país sin oportunidades, un país que no te permite tener sueños… Ni a ti ni a tus siguientes generaciones. Tal vez las personas migrantes se dan cuenta de su dignidad mucho antes que cualquiera; pues saben que, al ser personas con dignidad, no pueden vivir en un lugar que los lleva poco a poco a la muerte, a la vida en la calle, a trabajar para subsistir. Tal vez, las personas migrantes, son “la dignidad” que camina, porque saben que ningún papel les da más o menos dignidad; aunque muchos les quieran afirmar lo contrario. La dignidad del migrante emana de su esperanza, de su fortaleza y de su capacidad de agradecimiento con la vida. Todas y todos ellos agradecen mucho y todo el tiempo: agradecen la escucha, la comida, la compañía, la amistad, el espacio de convivencia. Agradecer es hermanarse; tener capacidad de agradecer es tener capacidad de amar y es, solamente así, como las fronteras se desdibujan ante nuestros ojos. Caminemos pues, todos y todas hacia tierras más fértiles; tierras que cultiven la comprensión, la hermandad y reconozcan la lucha que se trae a cuestas…Porque uno muchas veces no elije las dificultades que le tocó vivir pero siempre puede elegir reconocer al otro como todo lo que es; no por fracciones ni bajo condicionantes: “Nosotros no cruzamos las fronteras, las fronteras nos cruzaron a nosotros”