Historias de la furibunda y moribunda literatura

July 4, 2017 | Autor: Miguel Gallego | Categoría: ROBERTO BOLAÑO, Enrique Vila Matas, Novela Española Actual, Antonio Orejudo
Share Embed


Descripción

Historias de la furibunda y moribunda literatura

Miguel Gallego Roca

(Publicado en la revista digital Dylarama, abril de 2011)







Saber despedirse



Saber despedirse es un arte, utilizar los gestos y las palabras
adecuadas pueden ser la garantía de un alegre reencuentro. Hay quien se
despide con todos los símbolos y estandartes saludando desde esta orilla y
deseando buen viaje a quien se adentra en el desierto. Adiós, adiós, fuimos
tan felices juntos que echarte de menos será recordar los buenos momentos.
Hay quien nunca se despide del todo y confía en las cartas, en la
escritura, en los papeles guardados en cajones o en archivos del disco
duro. Hay también quien se despide con un sonoro beso en la boca y acepta
que todo era nada y nada era todo.

La despedida de la literatura es ya un topos literario de este siglo
XXI estúpido y desorientado como un adolescente. A Saul Bellow le resultaba
muy doloroso tener que dejar a Ravelstein en manos de la muerte, pero ya se
sabe: ni la literatura ha existido siempre ni existirá para siempre.
Federico el Grande era muy poco diplomático con los soldados que no tenían
muy claro entrar en batalla: "¡Perrros! ¿Acaso queréis vivir para siempre?"
Así que poco a poco nos vamos despidiendo de todo, también de las formas
literarias. Nadie echa de menos el drama neoclásico, bueno, casi nadie, sin
embargo despedirse de él fue causa de polémicas, insultos, motines, hasta
el gobierno tuvo que intervenir. Total para nada: se impuso el
romanticismo. Despedirse del humanismo ya es otra cosa, y eso que nos vamos
despidiendo hace ya décadas sin tantos altercados, pero las heridas son más
profundas, tan profundas que a veces las confundimos con nosotros mismos.

Justo en los primeros años del siglo XXI John Gray enunció los
presupuestos fundamentales de su filosofía política: el antihumanismo,
mezcla de crítica radical al neoliberalismo y defensa de la condición
animal de la humanidad. Para Gray somos animales que no buscan realizar
valores sino saciar necesidades. Y me pregunto ¿es la literatura una
necesidad? Claro que no. Lo que sí es una necesidad es contar historias por
la noche, alrededor del fuego. La literatura es un valor y de los valores
nos vamos despidiendo. A la novela le gusta mucho despedirse de la
literatura, está en su genética cervantina. Quiero hablar aquí, brevemente,
de tres novelas recientes en español que se despiden a su manera de la
literatura, que contienen personajes que son final de especie: el último
editor literario y los últimos profesores de literatura, es decir
personajes que se parecen demasiado a un ensayo de Piglia, cosa nada rara,
porque la literatura de nuestro tiempo es lo más parecido a un ensayo de
Piglia.



ADIOS A LA LITERATURA

Dublinesca, como toda la obra de Vila-Matas, es la manifestación de
un fanatismo desmesurado por la literatura, melodrama, tragedia y necesaria
comedia de un editor obsesionado por encontrar un joven autor genial. Ese
ya célebre funeral por las cumbres de la Galaxia Gutenberg, que sigue la
pauta del funeral por Paddy Dignam del sexto capítulo del Ulises de Joyce,
va avanzando en la novela con búsquedas en Google y audiciones de Billie
Holiday, Tom Waits o el leit motiv de Green Fields of France, una atmósfera
de niebla y mito, que favorece la reaparición del autor literario, de Vilem
Vok, y de ese joven genio de las letras, pues ya se sabe que "siempre
aparece alguien que no te esperas para nada". Esta reaparición del autor
que podemos entender como una superación de toda la teoría literaria del
siglo XX (Vila-Matas publicó casi al mismo tiempo el pequeño volumen Perder
teorías) es una despedida ritual, como ritual es el canibalismo de algunos
salvajes, el fin es apoderarse del poder del enemigo. El funeral por la
Galaxia Gutenberg se convierte en saludo a un nuevo de tipo de autor y un
nuevo tipo de lector con talento. Asistimos a un funeral y a un bautizo. El
caso es que en la novela de Vila-Matas lo que nace es algo que ya
conocíamos, es una vuelta, un reencuentro. Nos despedimos como Dios manda y
sabremos reencontrarnos. Riba, el editor retirado que protagoniza su
novela, es consciente de que en todas las épocas es característico de la
imaginación encontrarse siempre al final de una época, es decir, que la
imaginación es apocalíptica. Además, dice Riba, "Lo importante no es que se
vaya a pique la brillante era de la imprenta. Lo verdaderamente grave es
que me voy a pique yo." Pero siempre aparece alguien, incluso en los
funerales, alguien con una gabardina que nos recuerda que en las novelas de
Vila-Matas la literatura no se acaba con el yo.

Un momento de descanso es una triste y divertidísima despedida de la
literatura, de la literatura como asunto académico. Aquí no hay funeral
sino inauguración de curso académico, en el tiempo en que las humanidades
se han convertido en saberes de saldo y sus oficiantes son impostores,
consciente o inconscientemente educados en la tradición franquista del
menosprecio de la cultura. Pero además la nueva novela de Antonio Orejudo
es una alegre reivindicación de la capacidad de fabular más allá de la
literatura. Los indicios conspiratorios, las obsesiones paranoides, las
interpretaciones delirantes construyen un marco de novela de novelas que
adapta al sainete académico español el mundo alucinante y alucinado de la
genial Ruido de fondo de Don Delillo (esta noche tengo que acordarme de mi
dosis de Dylarama). Los teóricos de la literatura se ha convertido en
productores de pelis porno (era de esperar) y los profesores de literatura
miran al vacío. Un momento de descanso se despide de la literatura como
asunto académico, alegremente, consciente de que en el fondo lo que la
literatura ha querido siempre es hacerse visible, como la imaginación.
Sensata despedida de lo moribundo con beso en la boca y promesa de
felicidad y descanso. La burbuja de los estudios literarios algún día tenía
que explotar.

Bolaño, que se despidió del todo, no se despidió de la furibunda y
moribunda literatura. Ni siquiera de la publicación. Su última novela,
fragmentaria y fractal, es, en lo fundamental, la historia de Amalfitano,
profesor de literatura que a los cincuenta años descubre la homosexualidad,
antes de acabar en Santa Teresa poniendo libros al fresco. Es decir,
descubre la poesía y el amor por un cierto Padilla de dudosos gustos
literarios y vanguardistas que escribe una novela titulada El dios de los
homosexuales. Por estas peligrosas relaciones tendrá que abandonar
Barcelona con su hija adolescente, que está empezando a dejar de leer (esta
si que se está despidiendo de la literatura), e instalarse en Santa Teresa,
lugar poco recomendable para nadie que no sea lector de Bolaño. Allí se
convierte en lector "a destiempo" de las novelas de Arcimboldi. En Los
sinsabores del verdadero policía Bolaño no se despide de la literatura, al
contrario, a la vejez viruelas, el cansado Amalfitano recuerda que de
adolescente "hubiera querido ser judío, bolchevique, negro, homosexual,
drogadicto y medio loco, y manco para más remate, pero sólo fui profesor de
literatura". Siempre nos quedará Amalfitano que, casi rezando, agradece
haber podido leer miles de libros: "Menos mal que he conocido a los Poetas
y que he leído las Novelas… Menos mal que aún puedo leer, se decía entre
escéptico y esperanzado".

Tres novelas para despedirse. Hasta pronto.
Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.