Historias de braceros: olvido y abandono en el norte de México

July 21, 2017 | Autor: L. Herrera Robles | Categoría: Migraciones Internacionales, Migración, Frontera
Share Embed


Descripción

GUARAGUAO Revista de Cultura Latinoamericana

CECAL Centro de Estudios y Cooperación para América Latina

GUARAGUAO Revista de Cultura Latinoamericana Dirección: Mario Campaña Subdirección: Daniel Gamper y Francisco Marín Coordinación: Mireia Mateo Consejo Editor: Carolina Hernández Terrazas, Mónica Gozalbo Felip, Francesco Zatta, Ramiro Matas y Martín Guerra Muente. Consejo Asesor: Constantino Bértolo, Esperanza Bielsa, Susana Carro Ripalda, Antonio Cillóniz, Wilfrido Corral, Américo Ferrari, David Frisby, Bridget Fowler, Mike Gonzalez, Román Gubern, Jesús Martín Barbero, Carlos Monsiváis ✝, Julio Ortega, Ulrich Oslender, Rossana Reguillo, Humberto Robles, José Sanchis Sinisterra, Vivian Schelling, Andy Smith, Meri Torras, Fernando Valls. Corrección: Mónica Gozalbo Felip © De la fotografía de cubierta e interiores: Alfonso Caraveo, Archivo Colef. GUARAGUAO es una publicación del Centro de Estudios y Cooperación para América Latina (cecal) Dirección: Pisuerga, 2, 1º 3ª, Barcelona, 08028. España. Página web: http://www.revistaguaraguao.org Depósito legal: B-45.842-1996 ISSN: 1137-2354 Revista indexada en: LATINDEX- Sistema Regional de Información en Línea para Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal. HAPI - Hispanic American Periodicals Index, UCLA - EE.UU. HLAS - Library of Congress Handbook of Latin American Studies Online, Washington - EE.UU. ISOC - Bases de datos Bibliográficas del CSIC – Consejo Superior de Investigación Científica, Madrid – España. GUARAGUAO es miembro de JSTOR, el archivo académico interdisciplinar, en formato digital e impreso, de ITHAKA. GUARAGUAO es miembro de la Asociación de Revistas Culturales de España (arce)

Versión digital de la revista: http://revistasculturales.publidisa.com Maquetación: Carolina Hernández Terrazas Impresión: xxxxxx «El cecal, a los efectos previstos en el artículo 32.1, párrafo segundo del vigente trlpi, se opone expresamente a que cualquiera de las páginas de Guaraguao. Revista de Cultura Latinoamericana, o parte de ellas, sean utilizadas para la realización de revistas de prensa. Cualquier acto de explotación (reproducción, distribución, comunicación pública, puesta a disposición, etc.) de la totalidad o parte de las páginas de Guaraguao. Revista de Cultura Latinoamericana, precisará de la oportuna autorización, que será concedia por cedro.» «Esta revista ha recibido una ayuda de la Dirección General de Libro, Archivos y Bibliotecas del Ministerio de Cultura para su difusión en bibliotecas, centros culturales y universidades de España, para la totalidad de los números del año».

Índice

Editorial

5

Ensayo

7

La frontera norte de México: ¿regreso al pasado? Carlos González Herrera Reflexiones sobre la frontera y el American Southwest Jorge Balderas Mujeres, espacio público y (re)significación cultural en Ciudad Juárez Rosalba Robles Ortega Historias de braceros: olvido y abandono en el norte de México Luis Alfonso Herrera Robles La responsabilidad del Estado en las muertes del campo algodonero. A propósito de la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos Laura Cappuccio Una atrofia limítrofe (Notas en Ciudad Juárez) Daniel Gamper Poderes de la perversión y estética de lo abyecto en el arte latinoamericano Martín Guerra Muente Recuperación Los poemas de Nezahualcóyotl

9 29

39 51

65 74

87

107 109

Creación El capital, fragmentos Jorge Aulicino Arte

157 159

167

El puente colgante sobre el río Bravo. Bordeando el cine de frontera 169 Mónica Gozalbo Felip Libros Canon City, de Josu Landa, por Wilfrido H. Corral De Pigafetta a Borges. Ensayos sobre América Latina, de Humberto E. Robles, por Ángela Elena Comunidades negras y espacio en el pacífico colombiano. Hacia un giro geográfico en el estudio de los movimientos sociales, de Ulrich Oslender, por Vladimir Montoya Arango El síndrome de Falcón, de Leonardo Valencia, por Pablo Brescia El don de la vida, de Fernando Vallejo, por Francisco Marín El Tercer Reich, de Roberto Bolaño, por Elena Santos «Aquí, ninfas del sur, venid ligeras». Voces poéticas virreinales, de Raquel Chan-Rodríguez (ed.), por Oswaldo Estrada Cierta dureza en la sintaxis, de Jorge Aulicino, por Javier Adúriz El libro del Sol y otros poemas, de Josemári Recalde Rojas por Victoria Guerrero Peirano

183 185 189 193 196 200 203 207 210 213

Editorial

Por primera vez, y sin que sirva de precedente, Guaraguao dedica un número especial a un asunto de actualidad. Desde hace varios años, los medios de comunicación de todo el mundo dirigen periódicamente su atención a Ciudad Juárez, «la ciudad más violenta del mundo», apostrofan. La muerte violenta, decía Hobbes, es el peor mal y no se deben ahorrar medios para evitarla. Cuando la vida es insegura, frágil, tenue, los hombres pierden la cabeza y el miedo domina la acción. Pero cuando es el otro el atemorizado, cuando la frontera nos separa de los muertos y de los asesinos, entonces sentimos la tranquilidad y el relajo de saber que, una vez más, no nos ha tocado a nosotros y que podemos respirar, confortados en la paz y el silencio de las armas. Se mire como se mire, lo que está claro es que sólo si se detiene el ruido podemos reflexionar y alcanzar alguna claridad sobre las causas y las consecuencias de la muerte violenta de docenas de personas cada día. Una vez más, Guaraguao ofrece un espacio para esta indagación, un marco para que la polifonía inarmónica y dispar de los expertos que se devanan los sesos sea atendida. La frontera no siempre ha estado ahí y sobre sus derivas escriben Carlos González Herrera y Jorge Balderas en los ensayos inaugurales del número. Pero la frontera no es sólo política o jurídica, sino también imaginaria, interior, genérica, como viene a decirnos Rosalba Robles, reputada estudiosa de la construcción pública de lo femenino que prosigue las valientes y rigurosísimas investigaciones de otra académica juarense, Julia Monárrez.

GUARAGUAO 

La clave económica no puede ser obviada en toda explicación que no desee incurrir en el wishful thinking de los ideales, de ahí que el ensayo de Luis Alfonso Herrera Robles merezca una especial atención, recordándonos a los trabajadores anónimos que cada domingo pasean su indignada frustración, su frustrada dignidad, para escarnio de políticos a ambos bandos que olvidan las cicatrices de la historia. La ley, reclama Daniel Gamper en su ensayo, puede ser un recurso, la herramienta. Y así lo confirma también la jurista Laura Cappuccio en su incisivo comentario a la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que condenó al Estado de México por desidia y menosprecio a las víctimas y familiares del feminicidio sexual sistémico, como lo llama la ya mencionada Julia Monárrez. Dos artículos completan nuestra sección de ensayos: una radical y rigurosa lectura de Martín Guerra, de algunas de las más audaces propuestas estéticas de Hispanoamérica en las últimas décadas; y, una rápida panorámica del cine de la frontera mexicano-estadounidense, de Mónica Gozalbo, que apunta las vías de salida en las que se encuentran empeñados los artistas visuales más independientes del norte de México. Nuestro número recupera esta vez la «poesía completa» del rey Nezahualcóyotl, los poemas que no ofrecen dudas acerca de su pertenencia al sabio de Texcoco. En el México antiguo la poesía había alcanzado cotas muy altas, como corresponde a una gran civilización, una de las más desarrolladas de la humanidad, tal como el lector podrá comprobar en los poemas que publicamos. En la sección de creación, la poesía mantiene su lugar, esta vez en la palabra del argentino Jorge Aulicino, acaso el hereu o primer legatario de los grandes poetas desaparecidos en las últimas décadas, como Joaquín Gianuzzi y Héctor Viel Temperley. Nuestra acostumbrada sección de crítica de libros ofrece una muestra del trabajo de los críticos de la cultura hispanoamericana sobre algunas importantes novedades editoriales. Daniel Gamper y Luis Alfonso Herrera Robles

Ensayo

Historias de braceros: olvido y abandono en el norte de México

Luis Alfonso Herrera Robles1 Presentación

E

stamos a más de 46 años de que los gobiernos de Estados Unidos y México dieran por concluidos los acuerdos binacionales que originaron el Programa Braceros (1942-1964), el mismo que contemplaba como objetivo principal el permitir a trabajadores agrícolas mexicanos internarse temporalmente en los Estados Unidos para trabajar en el campo. En el ínterin de 22 años, más de 5 millones de jornaleros agrícolas mexicanos dejaron sus mejores años de juventud en los campos estadounidenses sembrando y cosechando para la población americana. Esos jóvenes braceros de los años de 1940 a 1960 hoy tienen entre los 75 a los 90 años, y siguen luchando por la reivindicación de sus derechos y por reconstruir una memoria histórica que parece empeñada en olvidarlos. Estos jornaleros, que provenían de todos los rincones del México profundo, se emplearon bajo las ordenes de compañías norteamericanas creadas ex profeso para la explotación de una mano de obra barata y cualificada, que en medio de la Segunda Guerra Mundial, sirvió como proveedora low cost a las líneas de abastecimiento en el frente, además de garantizar al gobierno norteamericano la continuidad de su sistema alimenticio y la manutención de las miles y miles de familias que se habían quedado sin esposos e hijos con los que trabajar el campo. Todo ello en un contexto histórico en el que el varón se asumía como el proveedor del patrimonio familiar y desde una lógica patriarcal en la que prima la figura del jefe de familia. Compañías como la Bowman Growers Assn., la Lee Country Farmers Association, la Keiser Growers Association, la Arkansas Growers Association del estado de Arkansas, la Mayfield Farm Labor Association, la Dawson County Cotton Growers Association, la Farmers Gin Company,

GUARAGUAO ∙ año 14, nº. 34, 2010 - págs. 51-63

GUARAGUAO 52

la Frontier Farm Association, la Farm Growers Association, la Howard County Farm, la F.H. Vahlising Inc., El Paso Valley Cotton Association, la Producers Gin Association, la Farmer and Ranchers Labor Association, o la Bolynda Cooperative Labor Association en el estado de Texas, la Brine Stock Growers Association, la Progressive Growers Association y la Glaser Crandell Co. Coop. Grows Association del estado de Michigan, y las San Joaquin Farm Producer Association, Citrus Gro. Inc., Ventura Company Farm establecidas en California, entre muchas otras asociaciones y compañías que se fundaron en los estados de Nuevo México, Winsconsin, Indiana y todo el resto de los Estados Unidos, se dedicaron a emplear a estos braceros mexicanos que harían mucho más provechosas sus tierras. Estos braceros, que recibían un pago de 25 centavos por jornada, suponían una carga mínima ya que nos se les daba mayor servicio y asistencia que un alojamiento modesto y una comida pagada con el trabajo mismo del jornalero. Los centros de recepción tanto del lado mexicano como el americano se saturaban con largas colas de personas que querían acogerse al Programa Braceros porque veían en él el cumplimiento del sueño americano. Centros de captación como el Bracero Center en Eagle Pass, el Bracero Reception Center en El Paso, Texas, el Hidalgo Reception Center también en Texas, además de El Centro en California y Río Vista, se convirtieron en los lugares de mayor tránsito de trabajadores agrícolas rumbo a casi todos los estados de la Unión Americana. El bracero, llamado así por su actividad principal de trabajar en la cosecha con sus brazos, se adaptó a las dinámicas y vida cotidiana de la sociedad anglo que los veía con recelo y como un peligro para su población blanca y protestante. Demos un breve repaso a este fenómeno histórico impulsado desde los gobiernos de ambos países y a lo que implicó para millones de vidas que cruzaron la frontera a lo largo de más de dos décadas. El Programa Bracero (1942-1964) Durante la recesión de 1929, y posteriormente con la Segunda Guerra Mundial en que Estados Unidos participaba, México había jugado un rol importante en la economía estadounidense como válvula de escape, con una participación a manera de complemento o reserva más que como una relación entre dos naciones iguales con autonomía y solvencia económicas

Luis Alfonso Herrera • Historias de braceros: olvido y abandono en el norte de México 53

propias. En el caso concreto de la guerra y la postguerra de los años cuarenta, cuando gran parte de la mano de obra masculina estadounidense en edad activa laboral, tanto como reproductiva, fue movilizada por el gobierno para la defensa de su soberanía y del esquema democrático occidental, la desocupada mano de obra mexicana se hizo cargo de solventar las carencias habidas al otro lado de la frontera. La coyuntura bélica trajo como consecuencia la caída de la producción de los campos estadounidenses, en tanto otras ramas de la economía nacional se vieron igualmente afectadas. Con todo ello surgió la necesidad de buscar alternativas que dieran al gobierno de los Estados Unidos una posible solución al problema que representaba la falta de mano de obra y sostener así una economía que dedicaba una gran cantidad de sus recursos a la industria bélica y de la guerra misma. De ese modo, la década de los años cuarenta se caracterizó por el cruce de miles de mexicanos a los campos agrícolas al otro lado del río Bravo. En 1942 se estableció el Programa Bracero, lo que trajo consigo una gran movilidad espacial de braceros (legales e ilegales) que propició el crecimiento acelerado de las actividades fronterizas. Entre ellas el comercio y los servicios. La dependencia aumentó y con esto las nuevas formas de intervención en la economía mexicana por parte del capital norteamericano. El dominio extranjero se desplaza de la inversión indirecta (los préstamos) a la inversión directa, la transferencia tecnológica y, más recientemente, a la Industria Maquiladora de Exportación. Es por eso que en un contexto de guerra por un lado y desempleo acompañado de una muy baja calidad de vida por el otro, surgieron programas gubernamentales de índole bilateral para darle salida a los problemas de manera conjunta. La economía norteamericana requirió tanto de esta mano de obra agrícola –barata y trabajadora– que, decidió en 1951 aprobar una ley pública (la llamada Ley 78), en la que se establece el Acuerdo Internacional sobre Trabajadores Migratorios conocido anteriormente como Programa Bracero. Con este nuevo acuerdo el gobierno norteamericano, más que el mexicano, intentó controlar la inmigración2 de trabajadores agrícolas por medio de contrataciones temporales dentro de su territorio. Se crearon centros de recepción donde se desparasitaba y desinfectaba a los braceros mexicanos. Era la época de la eugenesia que Estados Unidos había inventado como control sanitario desde finales del siglo xix y que a principios del siglo xx se radicalizaba en un racismo científico.

GUARAGUAO 54

Todos los braceros se sometieron a las vejaciones que las autoridades de sanidad locales y federales habían prescrito para el trabajador mexicano. Toda la década de 1950, la agricultura y sus precios mantuvieron un ritmo de crecimiento, hasta que, a principios de los sesenta, la actividad agropecuaria de los Estados Unidos sufrió un grave descenso que trajo consigo la caída del campo, y como consecuencia, que muchos braceros mexicanos quedaran desocupados. A México arribaron en éxodo miles de trabajadores deportados –entre jornaleros y piscadores– por el Departamento de Inmigración de Estados Unidos. La mayoría de los mexicanos deportados en los años sesenta nunca regresaron a sus lugares de origen, estableciendo sus familias en las localidades a lo largo de la frontera. Es así que en esta década, con la crisis agrícola en la región del sur de Estados Unidos y el norte de México, y el poco impulso de la actividad turística causada por el fin de la guerra, la frontera empieza a generar una alta tasa de desempleo. El Valle de Juárez se vio tocado por la crisis del país vecino y a principios de 1964, se produce la cancelación unilateral del Programa Bracero, lo cual tiene como consecuencia inmediata el generar miles de desocupados que a su vez son nuevos deportados. La siguiente tabla nos muestra de manera aproximada la cantidad de personas que cruzaban cada año la frontera mexicana para trabajar.

Luis Alfonso Herrera • Historias de braceros: olvido y abandono en el norte de México 55

Tabla 1 Migrantes mexicanos a los Estados Unidos de 1942-1965 Año

Inmigrantes admitidos legalmente

Braceros

Migrantes ilegales aprehendidos

1942

2.182

4.203

ND

1943

3.958

52.098

8.189

1944

6.399

62.170

26.689

1945

6.455

49.454

63.602

1946

6.805

32.043

91.456

1947

7.775

19.632

182.986

1948

8.730

35.345

179.385

1949

7.977

107.000

278.538

1950

6.841

67.500

485.215

1951

6.372

192.200

500.000

1952

9.600

197.100

543.538

1953

18.454

201.380

865.318

1954

37.456

309.033

1.075.168

1955

50.772

398.650

243.608

1956

65.047

445.167

72.442

1957

49.154

436.049

44.451

1958

26.712

432.857

37.242

1959

23.061

437.643

30.196

1960

32.084

315.846

96.651

1961

41.632

291.420

29.817

1962

55.921

194.978

30.272

1963

55.253

186.865

39.124

1964

32.967

177.736

43.844

1965

37.969

20.236

55.340

Tomado de Mónica Verea Campos. Entre México y Estados Unidos: Los indocumentados. México, Ediciones El Caballito, 1982, pp. 164-165.

GUARAGUAO 56

Olvido y abandono del bracero mexicano Durante poco más de dos décadas, al bracero mexicano se le retenía sistemáticamente el 10% de su paga (nos resistimos a enunciarlo como salario, ya que no incluía las prestaciones que por ley el resto de trabajadores estadounidenses recibían); adicional a esta retención, se le hacía otro descuento del cual salía también su manutención y alojamiento. Es decir, se le descontaba alrededor de 1,50 dólares de su pago semanal o quincenal. Este descuento se mantuvo casi sin modificación alguna entre 1940 y 1960. La promesa era la devolución, una vez repatriado a México, del 10% de retención para que dispusieran de un capital inicial para reinsertarse a la sociedad rural de donde provenían. Uno de los requisitos que la Secretaría de Gobernación del Estado mexicano impuso a los jornaleros consistía en que estos no poseyeran propiedad agrícola alguna. Se dejaba de ser susceptible a la bracereada si se tenía tierra que sembrar. Pero en un país como México donde la acumulación de la tierra estaba en manos de unos cuantos terratenientes, ese requisito no representó ningún impedimento para millones de campesinos que requerían de los dólares americanos para su subsistencia familiar. Estados como Michoacán, Tabasco, Oaxaca, en el sur de México, o de la zona centro del país como el Distrito Federal (sus áreas rurales), Puebla, Morelos, Guanajuato, entre otros estados norteños y fronterizos como Chihuahua, Durango, Tamaulipas, Baja California Norte y Sonora, sangraron a su población joven para dar abasto a la demanda de las compañías y asociaciones agrícolas en Estados Unidos, quienes gestionaban ante sus autoridades federales la presencia y prolongación del Programa Braceros más allá de la Segunda Guerra Mundial. La permanencia de los braceros en los campos americanos permitió que sus productos agrícolas bajaran de costo en los mercados internacionales y prácticamente no enfrentaran competencia alguna. La economía del otro lado del río Bravo se benefició de esta coyuntura político-económica donde el boom de sus productos no solo financió la guerra finalizada en 1945, sino que solventó sus incursiones en otros lados del Atlántico y el Pacífico convirtiéndola en la nueva hegemonía mundial, una vez desplazada Inglaterra como motor del sistema mundo moderno. En lo que toca al lado mexicano, las repercusiones fueron devastadoras: millones de sus jóvenes agricultores habían abandonado el país para

Luis Alfonso Herrera • Historias de braceros: olvido y abandono en el norte de México 57

incorporarse a los campos agrícolas de los Estados Unidos, el campo sufrió un despoblamiento que nunca más recuperó, ya que al Programa Braceros le siguió el Programa de Industrialización Fronteriza que instaló cientos de factorías en la frontera norte de México, reteniendo a los jornaleros recientemente repatriados, así, sus familias, o se incorporaron a la frontera con sus esposos o hijos, o sufrieron las consecuencias de quedarse sin hombres en un mundo regido por la figura masculina. También, a nivel macroeconómico, la agricultura mexicana resintió esta ausencia de manos para levantar la cosecha. A ello se le pueden sumar los fenómenos de desintegración familiar y abandono de hijos e hijas que en la orfandad sufrieron de manera directa el Programa Braceros.

Otros miles, optaron por cruzar a los Estados Unidos de manera ilegal y reinstalarse ya fuera en el campo o el sector del los servicios, en tareas que el trabajador americano rechazaba por completo. Sería importante mencionar aquí que el gobierno mexicano, en un intento de dar vida a la frontera y a su turismo, creó en 1961 el Programa Nacional Fronterizo (pronaf) y una década después (1971) el llamado programa «artículos gancho». Estos programas surgen con la intención de dar vida a un turismo tocado por la reciente partida

GUARAGUAO 58

de soldados destacados en Fort Bliss de El Paso, Texas, que de una u otra manera eran fuente de ingresos para el turismo u algunos otros servicios. Hoy día, más de 100.000 ex braceros reclaman la retribución del 10% retenido por los viejos patrones norteamericanos. En un intento de acallar sus voces, el gobierno de Estados Unidos pagó al gobierno mexicano una cantidad cercana a los 700 millones de dólares para la indemnización de quienes lograron probar su estancia en los campos norteamericanos. Pero una década después de que Estados Unidos diera esa enorme cantidad de dinero, el gobierno de México aún no ha realizado el pago, dejando a los afectados en un abandono total, pensando en una población que ha envejecido y en su mayoría no cuenta con los derechos sociales que le den acceso a la salud y la vivienda, y a una vida digna. En el caso de Chihuahua, desde donde se escribe este artículo, más de 20.000 ex braceros registrados en un padrón elaborado por el propio gobierno de México están a la espera de su reivindicación histórica, y sólo 8.000 –incluidos en una lista más restringida– recibieron 4.000 de lo que debieran ser un total de 38,000 pesos mexicanos por persona, cifra acordada por las autoridades y las organizaciones nacionales de ex braceros. La injusticia y corrupción del gobierno mexicano, además de su sistemática política de abandono como parte de una política pública, pone a este grupos de adultos mayores en una situación de precariedad extrema, en un momento donde se enfrenta una crisis económica que lacera a los más desprotegidos, mientras los funcionarios públicos, legisladores y miembros de la clase política atrincherados en los partidos políticos, hacen uso indiscriminado de los recursos públicos para beneficio personal o financiar sus campañas políticas. La impunidad que corroe al sistema político mexicano y a su clase política ha mermado cualquier oportunidad de reivindicar la memoria histórica y colectiva de estos grupos sociales que en su momento significaron una parte importante de la economía nacional, al enviar desde el otro lado del río Bravo millones de divisas a sus familiares y que, a su regreso, se incorporaron al sector productivo de la frontera norte para darle impulso a un Estado de partido autoritario que alguna vez se preocupó por modernizar sin democratizar. Podemos mencionar algunos casos de braceros que fallecieron sin ver remunerado su esfuerzo y sacrificio de años de trabajo, de horas enteras que de sol a sol se emplearon con afán en levantar de la tierra los productos que terminarían en la boca de la población norteamericana y que les permitían

Luis Alfonso Herrera • Historias de braceros: olvido y abandono en el norte de México 59

mantener sus niveles de vida, propios de una sociedad de abundancia a costa de otros. Fueron millones los jornaleros agrícolas mexicanos a los que una vez que dejaron de ser necesarios se les repatrió, trasladándolos como ganado en los vagones del tren que atraviesa aún hoy día la línea fronteriza, principalmente en Tijuana y Ciudad Juárez. Miles de historias de braceros se guardan en los recuerdos de una memoria que aún no ha sido recuperada como parte de un pasado nacional. Como la amarga prueba de que la Revolución Mexicana la ganaron los mismos de siempre, si no, por qué migrar. Se trata de personas como José María Zapata Muñoz, originario de Zacatecas, quien acudió por una carta de recomendación del presidente municipal de Nieves, Zacatecas, para poder migrar a los Estados Unidos, y que una vez del otro lado recibía un pago semanal de 2 a 2,5 dólares por cada libra de algodón que piscaba. En promedio por semana entre 17 a 22 dólares de pago con su respectiva deducción para manutención y retención del 10% para su ahorro. Zapata Muñoz sabemos que cruzó por Eagle Pass y se registró en el Bracero Reception Center en Texas. Firmó un contrato, el cual establecía un pago de 50 centavos por hora, un 22 de noviembre de 1952. Personas como Felipe Moreno Zamorano, originario de Fresnillo, Zacatecas, trabajó en Calexico, California, en el desaje de lechuga allá por el año de 1956. Y además recibió del U.S. Department of Labor una mención honorífica por su dedicación al trabajo que textualmente decía: «El gobierno de los Estados Unidos de América presta esta mención honorífica en apreciación de la contribución prestada al aumento de la producción de alimento y fibra necesarios para el esfuerzo de defensa de la nación». Moreno Zamorano al igual que Zapata Muñoz, murieron sin ser retribuidos.

GUARAGUAO 60

También conocemos casos de braceros que cobraron a destajo y no por hora. Es el caso de José Concepción Saucedo Estupinan, originario de Colonia González en Sombrerete, Zacatecas, que firmó contrato en octubre de 1957, siendo su empleador Dawson County Growers Assn., pagándole a destajo 1,55 dólares por CWT for pulling. Firmó contratos de tres meses de duración a renovar cuantas veces el patrón lo viera pertinente y útil, en el Reception Bracero Center en El Centro, California. Por esos lares, la pisca era de tomate, recuerdan los compañeros aún vivos que se reúnen cada domingo en una de las plazas de Ciudad Juárez, Chihuahua. Otros, como Ángel Alvardo Castañeda, originario de Río Grande, Zacatecas, trabajaron como obreros en la construcción del ferrocarril en 1944, el ferrocarril llamado hasta hoy día Southern Pacific Co. de San Francisco, California. Tenemos constancia de que entre 1942 y 1944, la gran mayoría de los braceros mexicanos, fueron enviados como obreros a la construcción del ferrocarril y solo después de los primeros años de iniciado el Programa Braceros, fueron canalizados exclusivamente a los campos agrícolas. Sus historias son la asignatura pendiente en un intento de recuperar el pasado como parte de un presente que aparece como inexplicable debido a la ignorancia de una historia olvidada a ambos lados de la frontera. Parte de ese pasado lo conocemos gracias a un archivo ubicado en el Centro de los Trabajadores Agrícolas Fronterizos de El Paso, Texas, que según palabras de su director general, Carlos Marentes, posee una de las mayores bases de datos de los Estados Unidos y México. En este archivo se encuentran fotografías, telegramas, money orders, recibos de pago, contratos, micas (pasaportes temporales), correspondencias, instructivos manuales para braceros y otros documentos que nos dan una idea aproximada de la vida cotidiana de estos jornaleros agrícolas en los campos y centros de recepción. Damos cuenta de su vida en las barracas donde se alojaban por cientos y convivían con mexicanos de todos los estados del país.

Luis Alfonso Herrera • Historias de braceros: olvido y abandono en el norte de México 61

Pero también tenemos a cientos de miles de estos ex braceros que aún se reúnen cada domingo en las distintas plazas del país, manifestándose de manera permanente hasta que sus demandas sean resueltas, los entrevistamos y charlamos con ellos de la vida en los campos norteamericanos, del encuentro con otra cultura tan distinta, que pone al latino y católico frente al angloprotestante, con dos formas de asimilar la vida, el trabajo, la muerte y la cultura. Nos cuentan sus historias, comparten sus memorias, esas memorias de braceros que tenemos la obligación de recuperar día con día. Y como dice uno de sus líderes del lado mexicano, el profesor Manuel Robles, morirán «entre aplazamientos, cancelaciones, promesas incumplidas, papeleo, burocratismo, corrupción e indiferencia». Notas 1. Licenciado en Sociología por la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, México, maestría en Ciencias Sociales por la UACJ, y candidato a doctor en Ciencia Política y de la Administración por la Universidad Autónoma de Barcelona, España, realizó cursos de doctorado en Ciencias Sociales en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima, Perú, además es miembro fundador del Colegio de Sociólogas y Sociólogos de Ciudad

GUARAGUAO 62

Juárez A.C., ex coordinador de la academia de Estudios Culturales y autor del libro El desgobierno de la ciudad y la política de abandono. Miradas desde la frontera norte de México y coautor de Correspondencias. Cartas, figuras y personajes: una respuesta a la modernidad. Ha sido investigador visitante en el Instituto de Estudios Internacionales e Interculturales de la Universidad Autónoma de Barcelona y en el Departamento de Investigación Operativa de la Universidad de Valencia. Actualmente es profesor-investigador en el Departamento de Ciencias Sociales de la uacj, director-investigador del programa de Estudios Internacionales e Interculturales de El Colegio de Chihuahua y colaborador del Centro de los Trabajadores Agrícolas Fronterizos de El Paso, Texas. 2. Para una historia completa de las políticas migratorias de los Estados Unidos léase de Carlos González Herrera. La frontera que vino del norte, Taurus, México, 2008.

Bibliografía Aziz Nassif, Alberto y Alba Vega, Carlos (Coordinadores): Desarrollo y política en la frontera norte, México: Centro de Investigaciones y Estudios en Antropología Social-Universidad Autónoma de Ciudad Juárez-Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, 2000. Flores Simental, Raúl, Gutiérrez Roa, Efrén y Vázquez Reyes, Oscar: Crónica en el desierto. Ciudad Juárez de 1659 a 1970, México: Junta Municipal de Aguas y Saneamiento de Juárez, 1998. González Herrera, Carlos: “La política chihuahuense en los años veinte: El gobierno de Ignacio C. Enríquez 1920-1923”, en la revista NOESIS nº. 5, julio-diciembre, México, 1990, pp. 90-113. __ La frontera que vino del norte, México, Taurus-colech, 2008. González de la Vara, Martín: Breve historia de Ciudad Juárez y su región, México: New Mexico State University-Universidad Autónoma de Ciudad JuárezColegio de la Frontera Norte-Ediciones y Gráficos Eón, 2002. Herrera Robles, Luis Alfonso: La clase política en Chihuahua: 1920-1924, el periodo de Ignacio C. Enríquez, México: Tesis de maestría, Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, México, 2004. __ El desgobierno de la ciudad y la política de abandono. Miradas desde la frontera norte de México, México: Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, 2007. Herrera Robles, Luis Alfonso y Fernández Chico, Juan Manuel: Correspondencias. Cartas, figuras y personajes: Una respuesta a la modernidad, México: Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, 2007.

Luis Alfonso Herrera • Historias de braceros: olvido y abandono en el norte de México 63

Herrera Robles, Luis Alfonso y Pineda Jaimes, Servando: «Alternancia y violencia. La seguridad pública en Ciudad Juárez, 1992-2004», en La seguridad pública local, inseguridad, delincuencia y participación ciudadana en Ciudad Juárez, José Alfredo Zavaleta (coordinador), México: Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología-Universidad Autónoma de Ciudad Juárez y Gobierno Municipal, 2007, pp. 85-126. Herrera Robles, Luis Alfonso y Pineda Jaimes, Servando: «Ciudad Juárez: Las sociedades de riesgo en la frontera norte de México», en la revista FERMENTUM, Mérida, Venezuela, Año 17, nº. 49, mayo-agosto de 2007, pp. 419-433. Molano, Alfredo: Espaldas mojadas. Historias de maquilas, coyotes y aduanas, Colombia: Áncora Editores-Panamericana Editorial, 2005. Verea Campos, Mónica: Entre México y Estados Unidos: Los indocumentados, México: Ediciones El Caballito, 1982.

Fotos: Proporcionadas por el Archivo del Centro de Trabajadores Agrícolas Fronterizos de El Paso, Texas.

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.