Historia y Actualidad de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro

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Historia y Actualidad de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro VI JORNADAS INTERNACIONALES DEL CENTRO DE ESTUDIOS DE LA ORDEN DEL SANTO SEPULCRO

Dr. Luis Valero de Bernabé y Martín de Eugenio, Marqués de Casa Real, Caballero de Gran Cruz

La Devoción por el Santo Sepulcro La devoción por el Santo Sepulcro ha sido la razón de ser de nuestra Orden a lo largo de los siglos. La reliquia más preciada de la cristiandad, esa tumba vacía que unas horas guardó el cuerpo martirizado de Nuestro Señor, tras su descendimiento de la cruz, y fue testigo de su gloriosa Resurrección. Durante tres siglos el cristianismo fue perseguido por los césares romanos, durante los que ésta devoción fue mantenida por los escasos cristianos que ocultamente vivían en Jerusalén, hasta que en el año 313 Santa Elena madre del emperador Constantino “El Magno”, instaurador el Cristianismo en el Imperio Romano como su religión oficial, llevada por su devoción al Santo Sepulcro viajo a Jerusalén en busca de su ubicación, que le sería descubierta por un piadoso judío llamado Quirino. A fin de honrarlo mandó se levantara un templo suntuoso, en honor de la Gloriosa Resurrección de Jesucristo, construido alrededor de la piedra del Gólgota y del sepulcro de Cristo. Seguidamente estableció allí un cabildo de Canónigos, llamados así por el “canon” o regla por el que Santa Elena había organizado la subsistencia y deberes de aquellos religiosos. Éstos estaban ayudados por varios hermanos seglares para custodia y conservación del Santo Sepulcro, a los que dio por insignia una cruz formada por las cinco cruces rojas en recuerdo de las cinco llagas de Nuestro Señor.1 Se inicia así la Orden Canonical del Santo Sepulcro. Durante siglos los Canónigos Sepulcristas rezaron ante el Santo Sepulcro bajo la protección del imperio, primero romano y después el bizantino. En el año 614 la ciudad fue conquistada por los persas que apresaron al patriarca Sofronio, arrasaron la ciudad y destruyeron el templo llevándose la Santa Cruz. Años después el emperador Heraclio logró vencerlos en el año 629, recuperando la sagrada reliquia y reconstruyendo el templo, en el que los 1

MANUSCRITO DE EUSEBIO. “Vita Constantini”, Libro III. Tomado del Volumen 72-D, folio 6º de los Manuscritos del Archivo de la Orden del Santo Sepulcro en la basílica de San Francisco de Madrid.

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canónigos sepulcristas volvieron a asentarse bajo el patriarca Sofronio, aunque para volver a definitivamente poco después vencido por los musulmanes que se adueñaron de ella en el año 636. Si bien las nuevas autoridades islámicas permitieron que se continuara con el culto cristiano y los canónigos sepulcristas pudieron reanudar sus oraciones en el interior del templo del Santo Sepulcro. Su vida pasaría por todo tipo de vicisitudes sujetos a los brotes de fundamentalismo que de tiempo en tiempo sacudían a los ocupantes islámicos. En el año 1009 el Cisma de Oriente con la separación de las Iglesias les convertiría en cismáticos y la llegada de los seldyucidas arreció la represión contra los cristianos, provocando la convocatoria en el Concilio de Clermont Ferrand de la I Cruzada en el año 1095, por el Papa Urbano II. El llamamiento pontificio serviría para unir un importante contingente de caballeros, procedentes de toda la cristiandad occidental, en una empresa en la que se mezclaban el fervor religioso, con el ansia de aventuras y el deseo de labrarse un porvenir. Supuso una orden de movilización general para todos los guerreros de Europa, logrando que miles de ellos tomaran al Papa como su señor natural y se aprestaran a marchar a Palestina como auténticos cruzados de la Iglesia. La llegada de los cruzados a Oriente Medio desbordó las previsiones de los bizantinos, pues desde las primeras acciones bélicas se demostró que, en lugar de conformarse de ser unos simples auxiliares del ejército bizantino, los líderes cruzados deseaban construirse unos estados a cuenta de las tierras arrebatadas al Islam. La población autóctona, tanto musulmana como cristiana de rito ortodoxo, miró con gran recelo esa avalancha de guerreros extranjeros, a los que genéricamente denominaron como los “francos”, en lugar de cruzados como éstos a si mismo se llamaban. La guerra se complicó, ya no eran cristianos contra musulmanes, sino europeos contra orientales, su vez subdivididos en musulmanes, chiítas y sunnitas, y ortodoxos. Es por ello que el ejército bizantino apenas cooperó a la acción, llegando a pactar incluso con las autoridades musulmanas, y los cristianos orientales siguieron residiendo en las ciudades bajo dominio musulmán. Tras la recuperación de Jerusalén por los cruzados, en el año 1099, Godofredo de Bouillón expulsó a los canónigos ortodoxos que habían sobrevivido, acusándolos de cismáticos2, y los substituyó por canónigos latinos fieles a Roma. Godofredo de Bouillón no creó con este acto orden canonical alguna, ésta ya existía previamente a la llegada de los cruzados. Era un guerrero se contentó con un simple cambio de clérigos de obediencia al Patriarca Ortodoxo por clérigos de obediencia al Patriarca 2

Cuando los cruzados llegaron en 1099, el Patriarca ortodoxo Simón, temeroso por haber colaborado con los musulmanes huyó a Chipre, dejando vacante la sede de Jerusalén. En consecuencia, los cruzados instalaron a uno de sus prelados, Arnulfo, como el primer Patriarca Latino de Jerusalén.

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Latino. En aquella época todas las catedrales y colegiatas europeas tenían su propio capítulo de canónigos el templo del Santo Sepulcro, como lo denominaron cambiándole el nombre de templo de la Gloriosa Resurrección, con el que los cristianos orientales le llamaban, no podía ser menos. Lo significativo del acto es que no conformándose con un simple cambio de canónigos, siguiendo el espíritu guerrero de la época les añadió un grupo de caballeros que pasaron a constituir así una fratia sepulcrista. Ambos elementos, el religioso y el militar se fundieron en la práctica constituyendo una orden que en las crónicas de la época aparece bajo la común denominación de Defensores del santo Sepulcro3; pues no solo con plegarias se protegía el tempo del Santo Sepulcro, y a la vez chocaba con los cánones religiosos el que los clérigos empuñaran las armas, convirtiéndose en unos sacristanes armados, pues aunque fuera justa y lícita la guerra contra los infieles que habían ocupado Tierra Santa se prohibía absolutamente a los clérigos, bajo pena de excomunión matar a otro hombre con las armas. Siquiera fuera un musulmán y se actuara en legítima defensa.4 Durante cuatro siglos coexistirán juntos canónigos y caballeros, los unos encargados de mantener el culto divino y los otros de defender con sus armas el templo del Santo Sepulcro y por extensión las murallas de la Jerusalén cristiana. Según se establecía en los Asisses de 1099, antiguos Estatutos de la Orden Sepulcrista redactados en tiempos de Godofredo de Bouillon, se distinguía entre los Miles o guerreros que habían abrazado la milicia sepulcrista para luchas contra el infiel y que gozaban así de los privilegios concedidos (art. VI y ss.) y los Presbíteros o canónigos encargados de celebrar los oficios divinos (art, XIV y ss.). Se abre así un primer periodo heroico durante el cual los caballeros sepulcristas, armados ante el Santo Sepulcro y signados con la cruz quíntuple de gules, al servicio del Patriarca Latino de Jerusalén, actuaran guardia noble que vela con sus armas noche y día el santo Sepulcro. Protegen las murallas de Jerusalén y acompañan a sus reyes en todas sus batallas, custodiando la Sagrada Cruz. Hasta que en 1.187 se pierde Jerusalén que ha de ser abandonada tanto por los canónigos como por los caballeros sepulcristas. Unos y otros quedan sin un cometido fijo como no sea redoblar en sus esfuerzos para reconquistar la Ciudad Santa. Sueño imposible ante la potencia del musulmán ocupante5, debiéndose contentar 3

TYR, Guillaume de, “Historia Rerum Transmarinum”, lib. X, Cap. XIII - Cartulaire du Saint-Sepulcre, nº 98, folio 193. Archivo de la Orden del Santo Sepulcro. Basílica de San Francisco, Madrid. 4 GARCÍA FITZ, Francisco: “La Edad Media: Guerra e Ideología, justificaciones religiosas y jurídicas”, Silez Ediciones, Madrid, 2003 5 Dos años más tarde el rey Guido decidió conquistar la importante ciudad marítima de Acre, a fin de convertirla en la nueva capital de lo que quedaba del Reino Latino de Jerusalén, proeza que consiguió al frente de cuatrocientos caballeros, en su mayoría pertenecientes a la milicia sepulcrista, y siete mil infantes. Su audacia lo logró tomar la ciudad, convirtiéndose los sitiadores en sitiados a su vez por el

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con la toma de Ptolemaida, rebautizada como San Juan de Acre y en donde permanecerían los caballeros sepulcristas durante un siglo más, participando en la defensa de la ciudad, hasta que 1291 se perdió definitivamente.6 El Patriarca Latino falleció en el asedio7 y la sede patriarcal se trasladó entonces a Chipre y en 1372 a Roma, residiendo en la basílica de San Lorenzo, si bien los que se nombraron a partir de entones sería solo a título honorífico, Patriarca in sede transmarinus. En el ínterin los franciscanos se habían establecido en Jerusalén, cubriendo así el vacío dejado por los canónigos sepulcristas, tras las conversaciones mantenidas en 1229 por San Francisco de Asís con el sultán El Kamel en Damieta. El sultán, maravillado ante la entereza del santo, permitió que se establecieran en Jerusalén un grupo de franciscanos y que pudieran reiniciarse las peregrinaciones, aunque en grupos reducidos y desarmados, los cuales tenían que pagar un peaje para poder entrar en la ciudad. Lo que no habían conseguido por la fuerza los ejércitos europeos de las cruzadas, lo lograría la mansedumbre de los franciscanos. Éstos pronto se extendieron y llegaron a fundar doce conventos8. Si bien todos ellos tras la caída del Reino latino, con la pérdida de San Juan de Acre en 1291, fueron devastados por los musulmanes y los franciscanos degollados. Hubieron de refugiarse en Chipre, aunque años más tarde lograron regresar a Jerusalén en 1.322 reanudando los santos oficios en el Santo Sepulcro9. Su actuación se vio facilitada cuando los reyes de Nápoles, Roberto de Anjou y Sancha de Mallorca, compraron en el año 1323 al sultán los derechos de propiedad perpetua del templo del Santo Sepulcro por la exorbitante cifra de diecisiete millones en monedas de oro. Enviando así mimo donativos a los franciscanos para reconstruir el templo y un hospital de peregrinos. Por aquellas mismas fechas el rey aragonés Jaime II (1267/1327), también Rey de Sicilia, Córcega y Cerdeña, en su papel de rey cristiano se interesó por los Santos Lugares, envió embajadas a los

ejército de Saladino. Situación que se continuaría por dos años más hasta que en 1191 recibieron el auxilio de los ejércitos anglo franceses de la III Cruzada y se logró la rendición de la guarnición musulmana. Allí permanecerían los caballeros sepulcristas durante un siglo más, participando en la defensa de la ciudad, hasta el 18 de Mayo de 1291 en que fue tomada por el Sultán Kalil Ascraf 6 PASINI-FRASSONI, Conde, “Histoire de l’Ordre du Saint-Sepulcre de Jérusalem”, págs. 849 y ss.. College Heraldique, Roma, 1871. 7 El último Patriarca Latino de Jerusalén y Gran Maestre de la Orden del Santo Sepulcro fue Fray Nicolás de Anapis (1289/1291), el cual hacía el número 48. Falleció ahogado en el puerto de San Juan de Acre, el 18 de mayo de 1291, cuando se apoderaron de esta ciudad los sarracenos, perdiéndose así el último baluarte cristiano en Tierra Santa. 8 Constituyeron la llamada Provincia Franciscana de Tierra Santa y fundaron conventos en Acre, Antioquia, Sidón, Trípoli, Tiro, Jerusalén, Jafa, Damieta, Nicosía, Limasol, Famagusta y Pafos. 9 VALERO DE BERNABE y otros: Historia de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén, Madrid, Lugartenencia de Castilla y león, 2001

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turcos y logró que el sultán le entregara la sagrada reliquia del Santo Cáliz, conservado hoy en día en la catedral de Valencia.10 Todo ello reforzaría la labor de los franciscanos en Tierra Santa, cuyo Custodio fue encargado por el papa Clemente VI, mediante la Bula Gratias Agimus (Demos Gracias), de asumir las funciones del ausente Patriarca Latino y con ello la función de investir caballeros sepulcristas, lo que permitió reanudar los cruzamientos de caballeros que realizarían hasta el año 184711. El Custodio sería también el que ejercería como Gran Maestre de la Orden del Santo Sepulcro hasta que en 1496 el Papa Alejandro VI asumió en Gran Maestrazgo. Tras de su cruzamiento los nuevos caballeros sepulcristas elegían entre refugiarse el alguna de las ciudades en poder aún de los cristianos o retornar a sus lugares de origen en Europa, llevando con ellos la obligación de velar por que no se perdiera el ideal de cruzada. Sin embargo, las circunstancias del destierro hicieron que la Orden Sepulcrista hubiera perdido prácticamente su brazo militar, pues si bien seguían cruzándose caballeros entre los peregrinos que llegaban al Santo Sepulcro, éstos al regresar a sus hogares europeos carecían de un mando único que los aglutinara. Ya no había Reyes de Jerusalén en cuyos ejércitos militaran como antaño, ni Patriarcas Latinos que fueran sus Grandes Priores. Así los caballeros sepulcristas quedaron acéfalos, carentes de una organización común, como en aquellos tiempos tenían las otras grandes ordenes de templarios, sanjuanistas y teutónicos. Los Caballeros sepulcristas errantes por Europa formaban una gran confraternidad centrada sobre siete Lenguas con sede cada una en un Gran Priorato, prácticamente autónomos unos de otros: el de Calatayud12 (Zaragoza), en Aragón cuya influencia se extendía sobre toda la Corona Aragonesa; Santa María de Palacio (Logroño), en Castilla, cuya influencia se extendía además sobre Portugal y Navarra; San Lucas en Perusa (Umbría), cuya influencia se extendía por toda Italia; Saint-Samsons 10

HINOJOSA MONTALBO, José: Jaime II y el esplendor de la Corona de Aragón, San Sebastián, Editorial Nerea 2006, p. 148 11 Contamos con múltiples testimonios del cruzamiento de numerosos caballeros de la Orden ante el Santo Sepulcro entre 1238 y 1496 de las más ilustres familias europeas, como Juan de Heusden en 1279, noble flamenco; Gossin Cabilau, noble flamenco, en 1309; en 1244 Godefroid de Dive, noble francés; en 1295 el Conde Jean X d’Arkel11; en 1325 Roberto de Namur, a los que cabría añadir una larga lista de caballeros, condes y príncipes, procedentes de todas las partes del mundo cristiano, que recibían así la más preciada recompensa que un caballero cristiano podía esperar tras los peligros y privaciones sufridos en su arriesgada peregrinación 12 Es el más antigua templo sepulcrista de España y el único en toda Europa que desde el siglo XII hasta la fecha ha estado la advocación del Santo Sepulcro. Fue erigido en el año 1141 por Giraldo, canónico del capítulo jerosolimitano tras la concordia del Reino de Aragón. Giraldo fue su primer Prior hasta que en 1157 eligió a su sucesor. El Prior de Calatayud era el Superior de la Oren en Aragón, Valencia, Cataluña y Baleares, pero no ejercía autoridad sobre los de Castilla que tenían un Prior aparte. Se libró de la anexión a la Orden de San Juan por Bula de León XIII 29 de Octubre de 1513 .

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(Orleáns), en Francia; Warwick, en Inglaterra, desde donde extendían su influencia por Escocia y Gales; San Pelayo de Denkendor, en Baviera, Alemania; y Miechow en Cracovia, en Polonia. Entre todos reunían una considerable riqueza pues de ellos dependían otros prioratos y sus posesiones se extendían a más de dos mil casas de la orden situadas por toda Europa, lo que despertaría la avaricia de los sanjuanistas. Si bien el Gran Prior de Perusa intentaría ejercer como Maestre General de toda la Orden frente al rechazo de los demás Grandes Prioratos, lo que le impulsaría años después a disponer de sus bienes para sufragar su proyecto de Cruzada. En dicho año 1489, el Papa Inocencio VIII ilusionado con la idea de preparar una gran cruzada contra el Islam, dirigida por D’Aubuson Gran Maestre de la Orden de San Juan decidió contribuir a la misma incorporando a los Sepulcristas con todos sus bienes a la Orden de San Juan de Rodas, a fin de reforzar a ésta para preparar una nueva Cruzada que nunca se llegaría a realizar. Mediante la Bula “Cum solerti meditatione”, de fecha 28 de Marzo de 1489; lo que provocaría la protesta de los reyes de España y Francia, así como del emperador Maximiliano. Sin embargo, solo prosperaría la acción del rey Fernando II “El Católico”, que obtuvo en un primer lugar que la bula no se aplicara en sus reinos, Salvándose así los caballeros aragoneses que, reagrupados en el gran priorato de Calatayud, hasta que años más tarde el Papa León XIII por Bula de 29 de Octubre de 1513 anuló dicha Bula y anexionó los Caballeros Sepulcristas a la Santa Sede, ratificando así su doble carácter de Orden ecuestre y pontificia. El pontífice se declaró el mismo y sus sucesores Gran Maestre de ella, y dio facultad al Guardián del Santo Sepulcro, como Vicario Apostólico en Tierra Santa que era, para conferir en exclusiva la Orden a los peregrinos de Tierra Santa que diesen una ofrenda al efecto y jurasen que eran de noble linaje13, se ratificaba así la antigua relación existente entre la Custodia Franciscana y la Orden Sepulcrista y se rompía la antigua vinculación entre la orden canonical14 y la orden caballeresca. En esta fase se observa que los caballeros sepulcristas mantienen un estricto espíritu nobiliario y su control es disputado por la Santa Sede 15 y 13

HERMANT, Jean, “Historia de la Orden Militar de Caballeros de Nuestro Señor Jesucristo”, 1698, reproducido en el tomo 72-E del Archivo de la Orden, folio 47 dorso. 14 Solo tres grandes prioratos sobrevivirían: Calatayud, Miechow y Orleáns, en los demás no fue posible lograr que sus antiguos bienes fueran devueltos por los hospitalarios en aquellos territorios en que los habían usurpado como Castilla, Portugal e Italia. 15 El pontífice Alejandro VI se declaró Gran Maestre de la misma para sí y sus sucesores, y concedió la facultad al Guardián del Santo Sepulcro, como Vicario Apostólico en Tierra Santa, de conferir la Orden a los peregrinos llegados a Jerusalén que diesen una ofrenda al efecto y jurasen que eran de noble linaje. 15 Diversos autores insisten en la exigencia de nobleza a los nuevos caballeros bajo solemne juramento de que lo eran en sus países de origen y tenían bienes suficientes para vivir de acuerdo con su condición, sin tener que recurrir al comercio. Además debían estar dispuestos a defender la religión cristiana e incluso

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por los reyes de las dos más importantes monarquías europeas, España 16 y Francia, que quieren ejercer su maestrazgo. Hasta que en el año 1746 la Santa Sede decide la polémica atribuyéndose en exclusiva el control de la Orden de Caballeros del Santísimo Sepulcro de Jerusalén por Breve de Benedicto XIV, “In Supremo Militantes Ecclesiae”, de 7 de enero de 1746, potenciando los Cruzamientos del Custodio de Tierra Santa17. Se ha conservado el Libro de Oro de la Sagrada Orden Militar Jerosolimitana del Santo Sepulcro en el que, redactado en latín y cronológicamente por mes y año, se recogen los nombres, condición y procedencia de los caballeros de dicha Orden creados por los Guardianes del Santo Sepulcro, Custodios de Tierra Santa, de la Orden de Menores de San Francisco, desde el año 1561 á 1848, recientemente publicado en facsímil. La Restauración del Patriarcado Latino de Jerusalén Durante la primera mitad del siglo XIX, la situación del Imperio Otomano se fue deteriorando cada vez más, mostrando la debilidad de sus instituciones para mantener unidos los amplios territorios que lo formaban; los cuales se extendían desde el Irak hasta el norte de África, incluyendo los Balcanes. El otrora poderoso imperio había perdido la fuerza que antaño había atemorizado Europa e invadido sus tierras. Si bien ya nadie en Europa pensaba en una nueva Cruzada, la invasión napoleónica de Egipto en 1798 había demostrado la debilidad de su ejército para oponerse a una fuerza europea modernamente armada. Los antaño temibles jenízaros que habían rechazado toda idea de modernizar su armamento, tras ser vencidos en múltiples batallas, fueron disueltos en 1826 por el propio Sultán temeroso que le arrebataran el poder. El nuevo ejército otomano mal armado y peor adiestrado era incapaz de dominar los movimientos separatistas que por doquier surgían. A las convulsiones internas provocadas por el fermento nacionalista se unía la presión de las apetencias colonialistas de las potencias europeas que trataban de repartirse sus ricos territorios. Mientras que su organización arcaica y medieval era incapaz de competir con Europa cada vez más morir por ella en guerra contra los infieles, perseverando siempre en defender la idea de organizar una nueva Cruzada para rescatar los Santos Lugares. 16 26 de marzo de 1558 en la Iglesia Colegial de Santa Catalina de la ciudad flamenca de Hoschtraten (Cambray), acordaron por unanimidad elegir como Gran Maestre al rey Felipe II de las Españas, que administraba ya las órdenes de caballería españolas y que se había distinguido siempre por su devoción y ayuda a los Santos Lugares. Al ser comunicada la decisión al rey Felipe II, éste la acogió con gran jubilo, y la aceptó como sucesor de los antiguos Reyes Latinos de Jerusalén para sí y para su hijo y sucesor el príncipe Don Carlos, aunque condicionada a la ratificación final de la Santa Sede. Seguidamente el Notario Público levantó nota de la aceptación real, realizada en presencia de ilustres testigos. 17 Breve de 7 de enero de 1746

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industrializada y potente. En la que el espíritu de cruzada había sido substituido por el de colonialismo y las potencias europeas enviaron a sus cónsules a Estambul, capital del imperio, para que amparados por los cañones de sus buques de guerra se fueran injiriendo en la vida política del imperio y presionando al sultán Murad II que abatido falleció en 1939. En dicho año subió al trono otomano su hijo el joven sultán Abdulmecit (1839/1861), quien deseando modernizar su país inició una serie de reformas internas o Tanzimat por las que todos sus súbditos, independientemente de su religión, tenían los mismos derechos civiles y plena libertad religiosa. En aquellos tiempos Palestina formaba parte aún de dicho imperio y el nuevo espíritu de tolerancia otomana facilitaría las peregrinaciones a Tierra Santa. En donde acogiéndose al amparo de los cónsules europeos podían llegar a Jerusalén, sin correr los riesgos de antaño. El cónsul francés se convirtió en protector de los peregrinos católicos, al igual que el inglés de los protestantes y el rudo de los ortodoxos. Lo que incrementaría enormemente el número de peregrinos cristianos y con ello facilitaría la conversión de muchos árabes palestinos al cristianismo. Aunque las potencias europeas estaban regidas por gobiernos profundamente laicos, la cristianización del territorio se veía como un medio idóneo para incrementar su influencia en el mismo con las miras puestas en arrebatárselo a los otomanos. En el año 1841 Inglaterra y Prusia firmaron un acuerdo a fin de nombrar un obispo protestante que facilita la implantación de las iglesias reformadas. Éste supo atraerse también a ortodoxos y hebreos, apoyándolos en su nacionalismo anti islámico, más rechazó toda relación con la Custodia Franciscana, como representantes del Pontificado que eran. Los franciscanos, desde hacía seis siglos los únicos religiosos cristianos admitidos en Palestina, se encontraron con una competencia que los desbordaba. Incluso otras órdenes religiosas católicas que, al amparo del nuevo espíritu de tolerancia habían establecido casas de acogida de peregrinos católicos en Jerusalén tuvieron roces con los franciscanos. Incluso entre la población local cristiana surgieran vocaciones para ser sacerdotes católicos y servir a su pueblo, pero sin necesariamente tener la vocación para pertenecer a la Orden Franciscana. De esta forma la antigua situación que prácticamente reservaba el cuidado de todo lo relacionado con la sanación del alma a los franciscanos y sometía a todos a la jurisdicción del custodio ya no tenía razón de ser. No existía ya ningún motivo por el cual los católicos de Palestina no pudieran ser gobernados por una jerarquía episcopal, al igual que habían hecho los protestantes. En el año 1842 comenzaron unas largas y difíciles conversaciones entre el Cardenal Franzoni, Prefecto de Propaganda Fide, 8

el General de los Franciscanos, Giussepe de Alexandria, y el Gobierno francés, protector del catolicismo en Oriente, sobre la conveniencia de nombrar un Vicario Apostólico en Tierra Santa. Si bien tanto los franciscanos como Francia, temiendo provocar el recelo de Inglaterra, se oponían al nombramiento y resultaría bastante difícil el convencerlos. Hasta que cinco años más tarde el Papa Pío IX, decidió firmar un Concordato con el Imperio Otomano y cambiar el patriarcado latino honorífico que se encontraba en Roma por una sede real ubicada nuevamente en Jerusalén. Mediante el Breve « Nulla Celebrior18», de 23 de julio de 1847, restableció la Silla Patriarcal del Rito Latino con categoría de arzobispado y con obligación de residencia en dicha ciudad, siendo asistido por cuatro obispos. Se clasificó como Patriarcado mayor por su origen apostólico y su jurisdicción se extendió a todos los católicos de rito residentes en los territorios de Palestina, Trasjordania y Chipre, con una extensión de unos 56.000 kms cuadrados. En dicha archidiócesis vivían entonces unos 5.900 católicos de rito latino, más otros mil católicos de rito oriental, cifra demasiado exigua para proporcionar los medios económicos necesarios para cubrir las necesidades de la nueva archidiócesis, máxime que muchos de ellos vivían en la pobreza; A diferencia de lo que sucedía en las demás diócesis, en las que las donaciones de sus propios fieles subvenían a las necesidades a las necesidades de éstas. Era pues preciso encontrar una fuente externa de financiación, pues la difícil situación por la que atravesaba en aquellos tiempos la Iglesia Católica en Europa impedía que ésta mantuviera al Patriarcado Latino. Fue preconizado Monseñor Giuseppe Valerga, de gran experiencia en la zona, como el 49 Patriarca Latino de Jerusalén, en el Consistorio del 4 de octubre de 1847 y el 10 de octubre de 1847 se le concedió además el Gran Maestrazgo de la Orden del Santo Sepulcro -“Magnis Ordinis Sancti Sepulcri Magister”19. Se le ordenó que ocupara su residencia en la Ciudad Santa y arribó a su patriarcado el 16 de enero de 1848. Ese mismo día previamente se ordenó Caballero del Santo Sepulcro, ya que quiso ser “el último en ingresar en la gloriosa lista de caballeros de la Orden nombrados por los custodios de Tierra Santa”, tomando posesión de su Sede Patriarcal dos días más tarde. Y asumiendo por tanto la facultad de ser el Patriarca Latino quien en adelante cruzaría a los nuevos caballeros, ya que a fin de evitar las controversias de jurisdicción que pudieran surgir entre el Patriarcado y la Custodia Franciscana, un mes antes, el 10 de diciembre de 1847, la Sagrada Congregación de Propagación de la Fe había aprobado la Instrucción por la que se regirían las relaciones entre el 18

Comenzaba el Breve diciendo: “Ninguna ciudad del mundo podría igualar a Jerusalén en su culto religioso….” 19 ODRIZOLA Y GRIMAUD, Carlos de, “El Libro de Oro de la Sagrada Orden Militar Jerosolimitana del Santo Sepulcro”, Zaragoza, 1900, pág. 50 y 64. Archivo O.C.S.S.J. C.N.C.L. Nº 32.

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Patriarca latino y los Guardianes del Santo Sepulcro, concediéndole a éste con carácter privativo el nombramiento de nuevos caballeros. El nuevo patriarca se encontró con muy graves problemas, todos le miraban como a un intruso. De una parte encontraba la inquina de las Iglesias Reformadas y del Patriarcado Ortodoxo de Jerusalén que veía al recién nombrado Obispo Católico como un peligroso competidor. De otra parte, el rechazo de los franciscanos que se veían privados de las funciones que desde 1342 les había concedido Clemente VI. Era preciso llegar a un entendimiento religioso entre las diversas iglesias cristianas asentadas en Jerusalén: Católicas: Latina, Melquita, Maronita, Siria, Armenia y Caldea; Ortodoxas: Ortodoxa Griega, Armenia, Copta, Siria y Etíope; Reformadas: Anglicanos, Presbiterianos y Luteranos. Desde el primer momento el patriarca latino se encontró con la inquina y fuerte oposición del Custodio Franciscano y del Patriarca Ortodoxo, enemigo acérrimo éste último del Pontificado. Monseñor Valerga fue tildado de intentar rehacer el Reino de los Cruzados europeos y se le negó incluso el acceso al templo del Santo Sepulcro para ejercer los oficios divinos. En consecuencia Monseñor Valerga tuvo que construir una concatedral para poder celebrar misa diariamente en la misma. Si bien en dicho templo desde el siglo XIV, bajo dominación musulmana, habían sido autorizados los franciscanos como únicos religiosos para ejercer en el mismo. Tras la caída del Imperio Bizantino en 1453, los sultanes para cohesionar su nuevo imperio necesitaron contar con la rica experiencia administrativa de la iglesia bizantina. El hecho que el entonces Patriarca de Constantinopla fuera acérrimo enemigo de la unión con Roma, le permitió alcanzar una amplia tolerancia religiosa dentro del imperio otomano y alcanzar la primacía absoluta sobre todas las comunidades cristianas, establecidas en el mismo cualquiera que fuera su rito o confesión, incluidos los franciscanos a los que trató de tutelar. Las sucesivas guerras que los sultanes tuvieron contra Europa, en los siglos siguientes le permitieron hacer pasar a los latinos como intrusos y hostiles al Sultán. El resultado fue que el clero ortodoxo logró el predominio en los Santos Lugares, haciéndose con el control de los templos cristianos. Tras innumerables forcejeos entre ambas confesiones, en el año 1753 lograría un Firman del sultán Mustafá III por el que se establecía una coparticipación en el control del Templo del Santo Sepulcro entre las diferentes confesiones cristianas y en la que los ortodoxos resultaban claramente beneficiados al ser súbditos de la Sublime Puerta. Se inicia así la llamada Cuestión de los Santos Lugares, en un complicado equilibrio de reparto del culto cuyo statu quo se ha conservado hasta nuestros días.

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La Reforma de la Orden Sepulcrista Con la refundación del Patriarcado Latino de Jerusalén la Orden Sepulcrista tenía ya un jefe directo que pudiera ocuparse de ella, un protector inmediato bajo la autoridad de la Santa Sede. Más la Orden tenía que reformar sus Estatutos, a fin de adaptarse a los nuevos tiempos. Firmada la paz con el Imperio Otomano, tras siglos de enfrentamiento, ya no hacía falta pensar en nuevas cruzadas que realizar. Había que borrar las antiguas connotaciones bélicas de sus caballeros, sin que perdieran con ello su antiguo carácter de custodios del Santo Sepulcro. Debían constituir una milicia sin espadas, pero no por ello menos activa, como baluarte de una Iglesia que a finales del siglo XIX se veía acosada por múltiples enemigos que había arrebatado al Pontífice romano todo su poder temporal. La Iglesia Católica necesitaba contar con una milicia cristiana que protegiera a su representante en Tierra Santa, El Patriarca Latino. Al igual que antaño sus antecesores en la sede habían contado con la protección de los caballeros sepulcristas que armados con todas sus armas velaban noche y día defendiendo el sagrado Templo de la Gloriosa Resurrección en tiempos de Godofredo de Bouillón. Si bien no se trataba de rodearse de una guardia pretoriana que lo defendiera, sino de procurarse unos valiosos colaboradores que, desde sus lugares de origen, mantuvieran viva la necesidad de mantener la presencia católica en Tierra Santa y le procuraran los recursos necesarios para cubrir sus múltiples necesidades económicas. Más para ello la Orden Sepulcrista había de reformar sus estatutos adaptándolos a los nuevos tiempos y asignarlos como misión el sostenimiento del Patriarcado. Lo que se efectuaría por las Letras Apostólicas “Cum multa” de Pío IX, de 22 de enero de 1.868, abriéndose así un nuevo periodo en la historia de la Orden del que analizaremos varios aspectos de gran importancia. 1.- Reconocimiento de la antigüedad de la Orden de Caballería No se trata de la fundación de una orden caballeros del Santo Sepulcro, como algunos mal informados pretenden, sino que expresamente en las Letras Apostólicas se reconoce la antigüedad de su origen (art. 4º). Además en todo momento se refiere a caballeros, laicos y clérigos, y en ningún momento hace mención alguna a la orden canonical, suprimidos los canónigos sepulcristas en el siglo XV por Inocencio VIII20. Destaca el Pontífice que le consta por documentos fidedignos que ya desde el siglo XV el Custodio Franciscano de Tierra Santa21, nombraba caballeros de la 20

Mediante la Bula “Cum solerti meditatione”, de fecha 28 de Marzo de 1489 Tras la Bula de Alejandro VI de 1596 que se atribuyó para si el Maestrazgo de la Orden y concedió al Custodio Franciscano la facultad de nombrar nuevos caballeros 21

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misma (art. 5º) y que ya en dichas fechas tenían sus propias leyes y estatutos que fueron renovados por Benedicto XIV en 174622. (art. 5º) . 2.- Potestad exclusiva del Patriarca Latino de Jerusalén Se le atribuía en exclusiva la potestad que antes había gozado el Custodio Franciscano de elegir y nombrar caballeros (art.21º), aunque no se exigía que dicha competencia tuviera que ejercerse necesariamente en Jerusalén. Lo que habría grandes posibilidades a la expansión de la Orden, pues aunque las peregrinaciones se habían incrementado considerablemente, por la desaparición del grave riesgo que antaño el viaje suponía para los peregrinos, el viaje seguía siendo muy costoso. Había que incrementar el número de caballeros sepulcristas y la única forma de potenciar los cruzamientos de nuevos caballeros, era que no tenían que ser necesariamente realizados, como hasta la fecha, en la propia Jerusalén. El Patriarcado podía delegar su función de cruzar nuevos caballeros mediante procurador, a fin de poder realizarlos en sus lugares de origen. Los caballeros en lugar de ser todos del mismo grado, como sucedía desde su origen, por motivos de dignidad se agruparan en tres categorías: Grandes Cruces, Comendadores y Caballeros (art. 8º), a las que posteriormente se añadiría la de Comendador Gran Oficial. A los caballeros pronto se unieron las damas, creadas por el Papa León XIII, Jefe Soberano de la Orden, con sus Letras Apostólicas “Venerabilis Frater Vincentius”, en forma de Breve el 3 de agosto de 1888. La potestad de aceptar los candidatos y posteriormente investirlos caballeros o damas de la Orden, bien personalmente en Jerusalén o bien en sus lugares de origen por delegación suya, fue prerrogativa del Patriarca Latino que en los primeros cien años dieron un gran impulso a la Orden y lograron el ingreso de más de 8.500 damas y caballeros. Lograron su reconocimiento en los principales estados occidentales, en los que establecieron bailías en las que se agrupaban y dirigían los respectivos caballeros. En el año 1949 la sede de la Orden fue transferida a Roma, estableciéndose en el Palacio de la Rovere, y mediante el Breve Quam Romani Pontífices de Pío XII, Su Santidad quedó constituido en Jefe Supremo de la Orden23. 3.- Pérdida del carácter de Cruzados Desde que en el siglo XIV se reanudaron los cruzamientos por el Custodio Franciscano, los nuevos caballeros asumían entre otros el 22

Breve de Benedicto XIV, “In Supremo Militantes Ecclesiae” de 1746 RUIZ-MORENO, Isidoro: Un Siglo de Cruzamientos Celebrados por el Patriarca Latino de Jerusalén (1847-1947), ANNALES VIII, Roma 2003,pp.98-99 23

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compromiso de mantener vivo el espíritu de cruzada y en el caso de convocarse una nueva cruzada para la recuperación de los Santos Lugares inscribirse en ella o bien pagar a un hombre de armas para que lo substituyera, si la edad o la enfermedad le impidieran luchar personalmente. Así transcurrieron cuatro siglos de constante guerra entre la cristiandad y el islám, en la que se reafirmaron las pretensiones sepulcristas de recuperar algún día los Santo Lugares. Si bien el Papa Benedicto XIV, por su Breve In Supremo Militantes Eccesiae de 7 de enero de 1746, al aprobar los estatutos para el gobierno de Tierra Santa, corroborando la prerrogativa del Custodio Franciscano de armas caballeros y darles el hábito de la Orden del Santo Sepulcro, declara que su deseo es que no se derrama más sangre por la posesión de los Santo Lugares y por ello ya no se ha de seguir exigiendo a los nuevos caballeros el compromiso de cruzada.24 En consecuencia, en la actualidad el Patriarcado Latino se esfuerza por recordar, a las autoridades hebreas y musulmanas de Palestina, que el cristianismo no está vinculado a occidente, ni a ninguna geografía, cultura, ni grupo etnico, sino que es transnacional, transétnico y transcultural. Jesús vino a salvar la mundo entero y la Iglesdia católica tiene está al servicio del munod entero. El desafío para los cristiano, donde quiera que estén, pero en especial en Oriente Medio, consiste en que no deben aferrase a una indentidad occidental. Claro ejemplo de ello lo encontramos en que los últimos patriarcas no son occidentales sino oriundos de Tierra Santa. Restauración de la Orden en España Al conocerse en España la noticia de la restauración del Patriarcado Latino de Jerusalén se produjo una general satisfacción. En España siempre se había mantenido una gran devoción por el Santo Sepulcro y durante muchos siglos fue la nación que más contribuyó a la conservación de los Santos Lugares y en la que fue más intensa la devoción por Tierra Santa, especialmente desde que recayó en el Rey de España el título de Rey de Jerusalén, siempre se había considerado a la Orden Sepulcrista como algo propio. La noticia de la restauración del Patriarcado Latino, y del reconocimiento de la suprema dignidad de éste como Gran Maestre de la Orden, fue recibida en España con inmensa alegría, pues los Caballeros Sepulcristas habían dejado de estar huérfanos, lo que incitaría a muchas personas a peregrinar a la Ciudad Santa y hacer allí sus votos de caballero ante el Santo Sepulcro, incrementándose notablemente los cruzamientos de españoles en Jerusalén.

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QUARESMIo, P., Terrae Sanctae Elucidatio, Venecia 1882, pp. 802/806

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Las adversas circunstancias políticas por la que atravesaba el reino, tras la Revolución de 1868 y el destronamiento de Isabel II, demoraron unos años la reorganización del Capítulo de Caballeros Sepulcristas, hasta que en la Junta General convocada el 27 de mayo de 1874, se publicó un Escalafón con todos los Caballeros españoles de la Orden y se nombró una Comisión, para que procediera a la redacción de un Reglamento interior, por cuyas disposiciones hubiera de regirse la Orden en España. Finalizados los trabajos de esta Comisión el nuevo Gran Maestre de la Orden, Monseñor Luis de Piavi, aprobó los Establecimientos del Capítulo de Caballeros de la Ínclita Orden Militar del Santo Sepulcro en España, por Letra patente de 6 de abril de 1892, en la que se reconocía la existencia de un Capítulo General para toda España y se permitía la creación de Capítulos Regionales limitados a una cierta área geográfica. Al siguiente año 1893 se publicaba el II Escalafón de la Orden en España, indicándose en la cabecera del mismo que correspondía a la Lengua de España (Antiguas de Aragón y Castilla), recogiéndose a continuación, según orden de antigüedad de su toma de hábito, a todos los Caballeros residentes en España, con su domicilio habitual. Aparecía el nombre de 226 Caballeros y, por primera vez, el de tres Damas Nobles. El más antiguo se había cruzado en 1856 y el más moderno en el mes de octubre de 1893. Existía un Capítulo General de la Orden Sepulcrista en España radicado en Madrid y se crearon cuatro Capítulos Regionales, en Barcelona (1892), Manila (1894), La Habana (1894) y Valencia (1906)25. El 22 de diciembre de 1906 a petición de los Capítulos españoles el rey Don Alfonso XIII, como Rey de Jerusalén, se dignó aceptar el título de Gran Bailío Protector de la Orden en España, y presidir, en tal concepto, los Capítulos que la Orden celebrara, delegando su representación cuando no pudiera hacerlo personalmente,- como en otro tiempo lo hizo el gran monarca Felipe II26, previa la autorización del Patriarca de Jerusalén -, al mismo tiempo que se aprobó por éste una modificación de los estatutos generales declarando “Nobles” a los Capítulos españoles, y que se reconociera que para ingresar en ambos era preciso presentar pruebas de nobleza de sangre, al modo de las Órdenes Militares españolas. En 1925 fue nombrado Protector de la Orden el Infante Don Alfonso de Borbón, por delegación regia, en el Capítulo Conjunto de los tres capítulos españoles celebrado en San Francisco el Grande (Madrid), el día 26 de enero de 1925, 25

El 27 de noviembre de 1906 los caballeros profesos residentes en el Antiguo Reino promovieron la constitución de un Capítulo en Valencia, cuya sede radicaría en la Iglesia de San Bartolomé y San Miguel, erigida en Colegiata Honoraria del Santo Sepulcro el 15 de mayo de 1909. Cuyo Reglamento fue aprobado por el Patriarca Latino de Jerusalén el 18 de agosto de 1911. En el Anuario emitido en 1920 aparecen censados once caballeros y tres damas. Lamentablemente sus miembros serán masacrados por las hordas rojas durante la represión marxista de 1936. 26 Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores, Papeles de La Orden del Santo Sepulcro, Madrid.

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en presencia del Patriarca de Jerusalén, Monseñor Barlasina, con asistencia de toda la Real Familia.27 En el año 1871 se estableció el Brazo de Damas de la Orden, aunque la primera Dama española no ingresaría hasta el año 1907 (Doña Ana Fourrat y Vallier-Lapeyra), desde entonces ingresaron en los Capítulos españoles doce Damas hasta el año 1935, incluyendo a S.M. la Reina Doña Victoria Eugenia. Durante la represión marxista de 1936 gran número de caballeros y damas sepulcristas españoles cayeron víctimas del odio anticristiano, tanto es así que al llegar la paz en 1939 no quedó ninguno superviviente en el Capítulo de Valencia que sería suprimido como tal por el Gran Maestrazgo. Las graves circunstancias que atravesaba Europa durante la II Guerra Mundial hicieron que hasta 1.944 no se autorizaran nuevos cruzamientos. En el período 1944/2010 ingresaron en la Lugartenencia de España Oriental, antiguo Capitulo Noble de Aragón y Cataluña, 544 personas: 37 Eclesiásticos, 1 Canonesa, 116 Damas y 390 Caballeros; y en la Lugartenencia de España Occidental 586 personas: 40 Eclesiásticos, 106 Damas y 440 Caballeros.

Actualidad de la Orden Nuestra Orden y la Orden de San Juan o de Malta son las dos únicas órdenes de caballería que reconoce la Secretaría de Estado Vaticano. Ambas están regidas por un Cardenal Gran Maestre y ambas desempeñan una importante función asistencial. Aunque en el caso de la nuestra ésta se refiere exclusivamente a la ayuda a Tierra Santa. La antigua vinculación existente entre las órdenes de caballería constituidas en tiempo de las cruzadas con los Santos Lugares, se continúa hoy en día en nuestra orden con el glorioso cometido de custodios del Santo Sepulcro. Esta relación se articulo en dos direcciones, una espiritual y otra asistencial. A) Desde el punto de vista espiritual se regula en nuestros estatutos que la Orden tiene por objeto 1) Robustecer la práctica de la vida cristiana en sus miembros, con absoluta fidelidad al Sumo Pontífice y según las enseñanzas de la Iglesia28, realizándose el ejercicio de la misma en sus respectivas parroquias diocesanas. 27

Establecimientos y Constitución de la Ínclita Orden Militar del Santo Sepulcro, Madrid 1934, pág. 160. Archivo O.C.S.S.J., Capítulo Noble de Castilla y León. 28 Estatuto de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro, art. 2, 1

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2) Sostener los derechos de la Iglesia Católica en Tierra Santa29, ya que su renuncia significaría para toda la cristiandad perder dos mil años de historia y testimonio de la fe de los descendientes directos de quines escucharon las palabras de Jesús y creyeron en él. Su abandono significaría perder las raíces de nuestra fe y los orígenes de la civilización occidental.30 3) Fomentar en la cristiandad la devoción por los Santos Lugares31 B) Desde el punto de vista asistencial la Orden debe sostener y ayudar a las instituciones de la Iglesia Católica en Tierra Santa.32 1) La orden sepulcrista se ocupa de sufragar las necesidades materiales del Patriarcado Latino de Jerusalén, así como de la construcción y mantenimiento de los lugares de culto y edificios para fines sociales, caritativos y de beneficencia (hospicios, orfanatos, hospitales, centros asistenciales…), así como la ayuda a los cristianos menos privilegiados. 2) Mantiene una red de escuelas de educación, infantil, primaria, secundaria, técnica y de talleres de formación artesanal e industrial, en los que se educan más de 20.000 alumnos bajo el espíritu de ecumenismo y tolerancia, para que los alumnos de diferentes religiones aprendan a convivir juntos. 3) Todas las aportaciones efectuadas por los caballeros y damas de la Orden, así como los donativos recibidos, se dedican en exclusiva al cumplimiento de su misión. Ningún miembro de la misma cobra por su trabajo o dedicación, incluso la gestión de la Orden en Roma, se financia con recursos propios para que todas las contribuciones de los Caballeros y Damas en todo el mundo pueda ser asignado para cubrir las necesidades de Tierra Santa. Organización de la Orden La Orden es una persona jurídica de derecho canónico33, como una organización pública internacional y universal. Goza de personalidad vaticana34, con su sede legal en el Estado Vaticano.

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Estatuto de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro, art. 2, 4 Palabras del Lugarteniente General Conde Borromeo, Anales, VIII, 2003. pp.. 24/25 31 Estatuto de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro, art. 2, 3 32 Estatuto de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro, art. 2, 3 33 Según las Cartas Apostólicas de S. S. Pío XII de 14.09.1949, y de S.S. Juan XIII de 8.12.1962 34 Según Rescripto de S.S. Juan Pablo II de 1.02.1996 30

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Es una organización jerárquica de voluntarios cristianos, cuyo jefe supremo es el Soberano Pontífice que ha delegado en un Cardenal Gran Maestre. El cual para su gobierno se encuentra asistido por el Patriarca Latino de Jerusalén, como Gran Prior, y por un Prelado Asesor. Le ayudan los miembros del Gran Magisterio, integrado por el Lugarteniente General, el Gobernador General, los Vice-Gobernadores Generales, el Canciller, el Maestro de Ceremonias y por otros miembros de la Orden elegidos por él en número no superior a doce. Además tiene como órgano consultivo a la Consulta formada por todos los Lugartenientes que se reúne en Roma al menos cada cuatro años. Hoy en día la Orden se encuentra extendida por todo el mundo, organizada en Lugartenencias, cuyos Lugartenientes, designados por el Gran Maestre con el asesoramiento del Magisterio, son responsables, en sus jurisdicciones, para el logro de los objetivos principales de la Orden. Según datos al 31 de diciembre de 2014, existen 56 Lugartenencias y 2 Delegaciones Magistrales, en las que se agrupan más de 28.000 miembros, que aportan anualmente unos 14 millones de dólares, lo que supone una media de 500 dólares por caballero, si bien hay lugartenencias más ricas que superan esta media. Respecto a sus miembros más de la mitad residen en las Lugartenencias de América del Norte, principalmente EE.UU., así como en menor proporción en México y Canadá. Otro 25% reside en las Lugartenencias Italianas y el resto en Francia, España, Alemania, Inglaterra.. etc. - Europa: Está presente en 22 países con 27 lugartenencias: 1 Alemania, 1 Austria, 1 Bélgica, 1 Croacia, 1 Escocia, 1 Eslovenia, 2 España, 1 Finlandia, 1 Francia, 1 Gibraltar, 1 Holanda, 1 Hungria, 1 Inglaterra y Gales, 1 Irlanda, 5 Italia, 1 Luxemburgo, 1 Malta, 1 Monaco, 1 Polonia, 1 Portugal, 1 Rusia, 1 Suiza. - América: Presente en 7 países con 22 lugartenencias: 1 Argentina, 4 Brasil, 5 Canada, 1 Colombia, 9 Estados Unidos, 1 Mexico, 1 Puerto Rico. - Asia: Presente en 5 países, con 9 lugartenencias: 5 Australia, 1 Filipinas, 1 India, 1 Sudafrica, 1 Taiwan.

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