Historia de Zafra del padre Matamoros 1828

July 14, 2017 | Autor: J. Rubio Masa | Categoría: History, Historia, Historia Regional y Local, Extremadura, Zafra
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Descripción

Publicaciones del CENTRO DE ESTUDIOS DEL ESTADO DE FERIA y del MUSEO SANTA CLARA DE ZAFRA Cuadernos de Çafra, I, 2003. Cuadernos de Çafra, II, 2004. Cuadernos de Çafra, III, 2005. El Castillo del Castellar, de Antonio Salazar Fernández, 2005 (edición facsímil). Cuadernos de Çafra, IV, 2006. Zafra y los demás pueblos del Ducado de Feria celebrados por Enrique Cock (siglo XVI), de Juan García Gutiérrez, 2006 (reedición). 125 años de Zafra como ciudad (1882-2007). Cuadernos de Çafra, V, 2007. Memoria del Curso Escolar 1928-1929. Instituto de Zafra. Edición facsímil, 2007. Ferias y Mercados en España y América. A propósito de la 550 Feria de San Miguel de Zafra, 2007. Cuadernos de Çafra, VI, 2008. Demostración jurídica a favor del Abad de la Insigne Colegial de Zafra en un pleito con el Obispado de Badajoz (1714-1717) Edición facsímil con introducción de José María Moreno González y Juan Carlos Rubio Masa Cuadernos de Çafra, VII, 2009

Historia de Zafra por el reverendo padre fray Antonio Matamoros del Orden de Santo Domingo 1828

Historia de Zafra por el reverendo padre fray Antonio Matamoros del Orden de Santo Domingo 1828

Edición, introducción y notas de José María Lama Hernández y Juan Carlos Rubio Masa

CENTRO DE ESTUDIOS DEL ESTADO DE FERIA MUSEO DE SANTA CLARA DE ZAFRA 2008

Editan: CENTRO DE ESTUDIOS DEL ESTADO DE FERIA MUSEO DE SANTA CLARA DE ZAFRA © José María Lama Hernández y Juan Carlos Rubio Masa Depósito legal: BA-428-09 ISBN: 978-84-613-3119-2 Impresión: IMPRENTA RAYEGO, S.L. Santa Brígida, 1 - 06330 ZAFRA

ZAFRA … Es tan abundante esta villa, y con tan grande plaça de todo en abundancia de mercaderes, plateros, y los demás oficios que la nombran Sevilla la Chica. Méndez Silva, 1675

… Es de mucho comercio, y tan rica, y abundante, que la llaman Sevilla la Chica. Murillo Velarde, 1752

… Es de los pueblos más ricos de España por el mucho comercio que de todos géneros hay allí, especialmente con Sevilla; y suelen llamar a este pueblo en aquella tierra Sevilla la Chica. Vegas, 1795

Introducción A la búsqueda de un manuscrito La primera mención a la obra que el lector tiene entre sus manos apareció en el libro Glorias de Zafra, de Manuel Vivas Tabero (1901: 6). En la relación de «Obras consultadas» de la monumental crónica del cura Vivas, la décima referencia bibliográfica era: Historia de Zafra, por Fr. Antonio Matamoros. Ms de mi propiedad. Zafra, 1828.

Desde la primera lectura de ese libro y durante años fue una incógnita para nosotros la identidad de ese fraile y el contenido del manuscrito que Vivas Tabero, para demérito del carácter inaugural en la historiografía zafrense que su propia obra tenía, insertaba entre la bibliografía consultada con el título de Historia de Zafra y con una fecha de edición setenta y tres años anterior a sus Glorias. Durante mucho tiempo fueron infructuosas las pesquisas que realizamos para encontrar ese manuscrito. No había referencias a él en ninguno de los restantes libros de historia local sobre Zafra. Ni en El Castillo del Castellar de Antonio Salazar, editado en 1955, ni en los más de treinta libros publicados por el cronista oficial Francisco Croche de Acuña desde 1972 a nuestros días. Nadie lo conocía y en ningún otro sitio era mencionado. Hasta que, en 1997, al leer la obra La construcción de la antropología social extremeña de Javier Marcos Arévalo (1995: 250), reparamos en una mención al manuscrito de Matamoros: En las monografías locales, concebidas las más de las veces desde la ciencia histórica, “abundan” los “materiales etnográficos”, o más bien relativos a la cultura tradicional. El abordaje de la historia con un tratamiento tradicional, unilineal, tiene una holgada representación en Extremadura, una larga trayectoria que se remonta, si se quieren buscar remotos orígenes, a los siglos XVI, XVII y XVIII. Mayor proximidad tanto temática como cronológica ofrecen en cambio, la Historia descriptiva de Cáceres (1819), la Historia de Zafra (1828), el Epítome Histórico y la Historia de Fregenal (1843 y 1844), el Opúsculo de la historia de Badajoz (1844), los Apuntes para la Historia General de Plasencia (1851)…

En nota al pie, Marcos Arévalo daba más datos de la obra citada (que era un manuscrito, que estaba datado en 1828, y que el autor era fray A. Matamoros), aunque ninguno de ellos añadía nada a la referencia bibliográfica hecha por Vivas. Pero unas pági9

nas más adelante, en la 281, se reproducía la portada de la obra: Historia de Zafra por el Reverendo Padre Fr. Antonio Matamoros, del Orden de Santo Domingo (Es copia tomada de otra que me ha facilitado el Sr. García de Vinuesa, administrador del Excmo. Sr. Duque de Medinaceli). Estaba claro que Marcos Arévalo no se había limitado a tomar la referencia de Vivas sino que había podido consultar el manuscrito, ya que reproducía su portada. Gracias a otros datos facilitados en el mismo libro supimos que era uno de los documentos del archivo privado de Matías Martínez Pereda, nieto de Matías Ramón Martínez, el insigne folklorista extremeño natural de Burguillos del Cerro. Martínez Pereda era médico y destacado político socialista de Badajoz. Había sido diputado de la Asamblea de Extremadura en las tres primeras legislaturas y senador de 1993 a 1995. Alejado ya de la vida pública, nuestro contacto con él lo establecimos a través de Francisco Macías, por entonces alcalde de Zafra y diputado autonómico. Martínez Pereda nos remitió a Javier Marcos Arévalo, que conservaba temporalmente su archivo, para conseguir una copia del manuscrito del padre Matamoros. Un día de septiembre del año 1997 visitamos a Marcos Arévalo en su casa de Badajoz y nos enseñó los fondos que tenía en depósito procedentes del archivo de Martínez Pereda y que originariamente habían pertenecido a Matías Ramón Martínez. Escrito en un antiguo cuaderno escolar estaba el texto de Matamoros. En un primer vistazo parecía una copia de finales del siglo XIX y no estaba completa, ya que se apreciaba la falta de varias hojas. Conseguimos una fotocopia y pudimos hacer un estudio más detenido del ejemplar. El texto era una copia realizada por Matías Ramón Martínez a finales del siglo XIX de otra facilitada por García de Vinuesa, contador del Duque de Medinaceli. Estaba escrito de su propia mano por el escritor burguillano en un cuaderno de hojas rayadas de 21.2 cm por 15.5 cm. (tamaño cuartilla) que constaba de 30 hojas o 60 páginas, más portada y contraportada. El cuaderno estaba cosido en el centro en tres puntos, de tal manera que cada hoja era una parte de un folio doblado, hasta los quince que además de las tapas formaban el conjunto. Al cuaderno le faltaban cuatro hojas, esto es, ocho páginas (un 16%) de las cuarenta y ocho que formaban el cuerpo del escrito. Eran tres cortes, distribuidos a lo largo del texto, de una hoja, dos hojas y una hoja, respectivamente. En la portada del cuaderno aparecía el título Apuntes sobre Zafra. Seguía una hoja en blanco que en el dorso tenía escrito el número 357 (posiblemente el número de orden que, entre sus manuscritos y libros, le dio Matías Ramón Martínez). A continuación y en el dorso de la siguiente hoja aparecía el verdadero título del texto (Historia de Zafra por el Reverendo Padre Fr. Antonio Matamoros, del Orden de Santo Domingo). Finalmente, y antes del cuerpo del texto, se insertaba en el dorso de una nueva hoja una reproducción coloreada a lápiz del escudo de Zafra. A partir, pues, de la cuarta hoja, y hasta la 28, se extendía el texto escrito en ambas caras de cada hoja, con los tres cortes mencionados. Las últimas dos hojas estaban en blanco. 10

Al no haber aparecido completo, el descubrimiento del manuscrito nos dejó una sensación agridulce. Decidimos no publicarlo hasta lograr un ejemplar íntegro. Pasaron años sin que surgiera ninguna pista sobre dónde podríamos encontrar los pasajes perdidos del texto. Hasta que en junio de 2002 el Ayuntamiento de Zafra a través del Archivo Histórico Municipal organizó una muestra dedicada a Manuel Vivas Tabero con motivo del centenario de Glorias de Zafra. Varios de los documentos expuestos en la muestra habían sido facilitados por José Carlos Muñoz Barrero. Entre ellos un fragmento de una copia del manuscrito de Matamoros. Escrita también a mano, la grafía indicaba que se trataba de una copia distinta a la de Matías Ramón Martínez. Eran sólo nueve folios que comprendían la parte final del manuscrito y que incluían el texto que no aparecía en el tercer corte de la copia conocida. Además, tras el cuerpo del texto, había una pieza que no figuraba en la copia de Martínez Pereda. Se trataba de la carta de remisión que acompañaba al texto para su envío a la Capitanía General de Extremadura, así como del escrito original de ésta. Porque y esta era la principal aportación de esta segunda copia el manuscrito de Matamoros no era más que la respuesta ordenada a un formulario remitido por el capitán general de Extremadura, José San Juan, el 11 de julio de 1827, cumplimentado por el dominico fray Antonio Matamoros el 14 de julio de 1828. El manuscrito seguía incompleto, pero las pérdidas se habían reducido a tres de las cuatro hojas inicialmente desaparecidas, apenas un 12% del texto original. Además disponíamos ya tanto de la carta de remisión como de la primera a la que daba respuesta, permitiendo de esta forma definir el texto como un informe que respondía desde Zafra a un cuestionario que no conocíamos enviado por la primera autoridad militar de la región. Aún debían pasar unos años hasta la resolución completa de las pesquisas que desde 1997 habíamos emprendido. A principios de 2009 y gracias a ese incomparable auxilio de la investigación histórica que es hoy Internet, dimos finalmente con el manuscrito completo. Una búsqueda, más depurada que otras anteriores, en Google Libros nos llevó a localizarlo en el catálogo Manuscritos sobre Antigüedades de la Real Academia de la Historia, de Juan Manuel Abascal y Rosario Cebrián (2005:346). La referencia completa era la siguiente: (9-8207) Matamoros, Antonio, Historia de Zafra. Por el Reverendo Padre Fr. Antonio Matamoros, del Orden de Santo Domingo [siglo XIX]. Ms. (a bolígrafo), un vol. en 4º. 55 p. numeradas a lápiz. fol 1-28. 21*15 encuadernado en rústica. En p. 1 escudo coloreado. Coleccion Ferrari R.50 En portada se lee: propiedad de Isidoro García de Vinuesa.

A principios de febrero de 2009, gracias al buen hacer del departamento de Publicaciones y Reproducciones de la Real Academia de la Historia, disponíamos de una copia digitalizada, y por fin completa, del manuscrito de Matamoros. Efectivamente es un librito tamaño cuartilla, encuadernado, y con 28 hojas escritas por ambas caras, salvo la última que está escrita sólo por el anverso. En total son 55 páginas además de la porta11

da. En la parte interior de ésta aparece un ex libris con el nombre de «Aledo» y, distribuidos en varias páginas a lo largo del libro, sellos con la anotación «Real Academia de la Historia. Fondo Ángel Ferrari». Precisamente estos detalles nos permiten reconstruir en parte la historia del manuscrito. El Fondo Ángel Ferrari es el segundo legado de importancia de la biblioteca de la Real Academia de la Historia. Se trata de 30.000 volúmenes procedentes de la biblioteca particular del académico y catedrático de Historia Medieval Ángel Ferrari Núñez (1906-1986). ¿Cómo llegó a sus manos el manuscrito de Matamoros? Sin duda a través de su suegro, el también académico, Ignacio Herrero de Collantes (1881-1961), marqués de Aledo y presidente del Banco Herrero, al que pertenece el ex libris que aparece en la copia de la Real Academia de la Historia. Ferrari estaba casado con María Teresa Herrero y Garralda, hija de Ignacio Herrero y marquesa de Aledo a la muerte de su padre. Heredó una parte de la biblioteca de su suegro y, como relata Gonzalo Anes (2006: XIII-XIV) en la introducción de la reedición de la obra de Ferrari Fernando el Católico en Baltasar Gracián, continuó su colección de obras locales. A esa colección debió pertenecer la Historia de Zafra. Aficionado a la fotografía y a los viajes, el marqués de Aledo había sido diputado en las Cortes desde 1914 a 1923, militando en las filas del partido conservador afín a Eduardo Dato y, tras el asesinato de éste, a José Sánchez Guerra. Esta filiación política quizá sea la que explique que acabara en sus manos Ex libris del manuscrito de Matamoros el manuscrito de Matamoros. Lo decimos porque Isidoro García de Vinuesa, cuya firma original aparece al frente del manuscrito proclamando su propiedad, era un destacado miembro del partido conservador en Zafra. Fue alcalde por ese partido desde el mes de marzo de 1899 al mismo mes de 1901.2 Descendiente de comerciantes cameranos, era un hombre acaudalado tanto por su propia familia como por la de su suegro, Miguel Sainz, principal comprador de bienes desamortizados de Zafra a mediados del siglo XIX. Era hijo de Luciano García de Vinuesa (1822-1890), administrador del duque de Medinaceli. Aunque desconocemos cuando nació, sabemos que murió en agosto de 1930 y en Madrid, donde ejercía de concejal. No debe pasarse por alto la identidad ideológica entre García de Vinuesa y el marqués de Aledo al explicar por qué acabó en la biblioteca de este último un manuscrito que era propiedad de aquél. Aunque no tenemos certeza, nuestra hipótesis es que es 12

muy probable que se tratara de un regalo de un correligionario a uno de sus jefes políticos. Isidoro, viviendo ya en Madrid y con cierta posición política, trabaría relación con el marqués y conocedor de su interés por las historias locales le regalaría el manuscrito. Pero la firma de Isidoro García de Vinuesa en el manuscrito de Aledo-Ferrari nos remite a la copia Martínez Pereda, en cuya primera página se decía: es copia tomada de otra que me ha facilitado el Sr. García de Vinuesa, administrador del Excmo. Duque de Medinaceli. Puede referirse a Isidoro, que fue administrador del duque de Medinaceli o quizás se trate de otro García de Vinuesa, Luciano, su padre, que también fue administrador del duque hasta enero de 1890 y al que sucedió su hijo. Si las vinculaciones políticas explican que el manuscrito, heredado por su hijo Isidoro, acabara en manos del marqués de Aledo, los vínculos de paisanaje entre los García de Vinuesa y Matías Ramón Martínez, explican el origen de la copia Martínez Pereda-Marcos Arévalo. Y es que tanto los García de Vinuesa de Zafra como los Martínez Martínez de Burguillos del Cerro eran originarios de Montenegro de Cameros. Matías Ramón Martínez Martínez (1855-1904) era hijo y nieto de cameranos de ese pueblo de Soria y fue coetáneo de Luciano e Isidoro García de Vinuesa. Teniendo en cuenta el comportamiento endógeno de los cameranos no es extraño que los originarios de Montenegro mantuvieran relaciones aunque vivieran en pueblos distintos. Los García de Vinuesa facilitarían la copia del manuscrito de Matamoros al polígrafo burguillano, sabedores de su interés por estos temas. Es indudable que el manuscrito de la Historia de Zafra de Matamoros que conserva la Real Academia de la Historia, en un origen propiedad de los García de Vinuesa, es el que sirve de referencia para la copia de Matías Ramón Martínez. A su vez, el manuscrito de los Garcia de Vinuesa es copia de otro que sería el original salido de la mano de Matamoros. La expresión «hay una rúbrica» que se repite en dos ocasiones, al final del texto y al final de la carta de remisión, indica que se estaba copiando de otro escrito donde sí aparecían las firmas originales. Lo que desconocemos es la fecha de estas copias. La del cuaderno de Matías Ramón Martínez hubo de hacerse antes de 1904, fecha en que muere el folclorista. Y bastante anterior a ésta debe ser la que conserva la Real Academia de la Historia. Por las trazas, es muy posible que sea de las mismas fechas, 1828, en que fue escrito el original de fray Antonio Matamoros. Una «historia» de Zafra que no fue concebida como tal La Historia de Zafra del padre Matamoros no es realmente una «historia», entendida como un texto unitario que narre de forma ordenada los hechos principales sucedidos en la villa desde su fundación. Inicialmente no fue más que la respuesta a un cuestionario solicitado, como hemos referido, por la capitanía general de Extremadura. El padre Matamoros—un dominico del convento de la Mina que debía contar con alguna fama de erudición en el pueblo— contestó advirtiendo de que como en los blancos del impreso no cabía muchas veces la contestación prescindí de él, pareciéndome lo menos inconveniente. Esta necesidad de contestar aparte del impreso y la supresión, en la res13

Plano de la villa a mediados del siglo XIX.

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puesta, del enunciado de la pregunta, es la que dotó al escrito de un carácter unitario. Luego, posiblemente cuando se hizo la primera copia, al texto se le añadió el título de Historia de Zafra y eso acabó por fraguar su apariencia unitaria. Pero, a pesar de todo, el informe de fray Antonio Matamoros no tuvo la consideración de obra de historia ni siquiera para el primero que la citó, Manuel Vivas Tabero, que, en la página 16 de Glorias de Zafra, afirma: La falta de una historia de Zafra se ha hecho siempre notar por los hijos de este pueblo, y el libro que hoy publico viene a llenar este vacío. Tampoco, anteriormente, Matías Ramón Martínez le dio ese rango al manuscrito de Matamoros. En el cuaderno donde lo copió, y antes de la portada donde se proclama el pretencioso título de Historia de Zafra, el escritor de Burguillos del Cerro situó un título propio, significativo de la menor consideración que le merecía el texto: Apuntes sobre Zafra. De todas formas, aunque sea un informe elaborado como respuesta a una consulta, no cabe duda que el escrito de Matamoros nos ha llegado como un manuscrito exento, con título propio y formas de pequeño libro. De ahí que consideremos oportuno publicarlo separadamente como aquí hacemos. La estructura del texto En 1827 las diputaciones provinciales, nacidas tras la Constitución de 1812, ya habían sido de nuevo suprimidas. Como correspondía al absolutismo monárquico de Fernando VII, el poder militar volvía a asumir en las provincias todas las funciones propias del poder civil. Por eso no extraña la iniciativa de José San Juan, capitán general de Extremadura, que posiblemente obedeciera a algún proyecto de recopilación de datos de ámbito nacional. Según los indicios, la consulta fue general a otros pueblos extremeños de cierta entidad. En la carta que adjunta el impreso, el capitán general dice a su destinatario que si además puede ampliar las noticias en el todo o en parte algún otro pueblo espero lo verificaría por separado; y si los conocimientos que adornan a V. pudieran facilitar la descripción de la Provincia o de algunos de sus partidos, ya en la parte geográfica ya en la histórica, en la estadística, económica, etc. sería un servicio doblemente apreciable.

Además, conocemos otra de las respuestas dadas a la consulta del general San Juan. Se trata de la de Cáceres, publicada en 1874 con el título Cáceres en 1828.3. La incluye Vicente Barrantes en el Aparato bibliográfico para la Historia de Extremadura (1999: I, 419) donde atribuye la paternidad del interrogatorio del general San Juan a Mariano Lizasos, secretario de la Capitanía general de Extremadura (1999: I, 215): El Sr. Lizasos, que desempeñó la plaza de oficial primero, y luego la de secretario de la Capitanía general de Badajoz, desde 1823 a 1832, prestando con su ilustrada tolerancia grandes servicios a los hombres liberales, ardorosamente perseguidos, por la autoridad militar de aquella época, era persona estimable e instruida. Según sus amigos cuentan, había reunido una excelente colección de documentos para escribir la historia general de Extremadura; pero dudamos

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que llegase a realizar este propósito. Debióse valer para ello de su posición oficial, pues no dudo en atribuirle un interrogatorio dirigido por la autoridad superior de Badajoz a la de Cáceres, y cuya contestación ha producido un librejo histórico sobre esta última villa, impreso modernamente…

Barrantes afirma que Lizasos utilizó los interrogatorios para componer una Colección de Documentos para la Historia de Extremadura que tenía, según parece, formada. No aclara la relación entre esa Colección y los Apuntes topográficos e históricos de la ciudad de Badajoz escritos por Lizasos y ampliados por Mariano de Castro Pérez, ex-auditor de guerra de la Capitanía General de Extremadura, a los que el insigne bibliófilo dedica uno de los artículos de su Aparato Bibliográfico. Bastante más extensa que la respuesta de Matamoros, la de Cáceres reproduce al principio la circular del general San Juan, escrita exactamente en los mismos términos que la de Zafra y enviada tres días después, el 14 de julio de 1828. Además de Barrantes en el siglo XIX, recientemente el historiador Enrique Cerrillo Martín de Cáceres (2007: 20) ha estudiado esta obra y la define como una encuesta en que realiza [la Capitanía General de Extremadura] una batería de preguntas de tono similar a las de López (de carácter geográfico e histórico) y la de la Audiencia, (con más énfasis en lo relativo a lo institucio4 nal). Al comienzo del libro se da cuenta de su origen y en los márgenes se transcriben las preguntas del cuestionario a las que se iba contestando en el texto. Gracias a eso conocemos los enunciados de las cuestiones planteadas en la consulta de la Capitanía General, y 5 sabemos la «estructura oculta» del texto de Matamoros. Se trata de alrededor de un centenar de cuestiones bastante desordenadas. Sólo con dificultad pueden advertirse algunos grupos de preguntas. Primero hay una serie de carácter general. Desde el nombre del pueblo, el clima, la situación geográfica, el escudo de armas, hasta el número de habitantes. Después, se interroga sobre distintos edificios y establecimientos: parroquias, ermitas, santuarios, hospitales, hospicios, casas de corrección, cárceles, escuelas, fondas, pósitos, posadas, molinos, obras notables de arquitectura, acueductos, administración de rentas, administración de lotería, camposantos… Hay, a continuación, unas cuantas cuestiones relacionadas con la naturaleza (ríos, pesca, fuentes y arroyos, puentes…), las comunicaciones e industria (estado de los caminos, la industria, los inventos introducidos), y la agricultura, ganadería y minería (productos, jardinería, descripción del terreno, plantas, arbolado, insectos útiles, frutos, prados, ramos de ganadería, caza, minas, baños y aguas minerales…). Siguen tres ítems sobre historia (hombres ilustres, monumentos y sucesos notables). Y el cuestionario se cierra con cuestiones demográficas (fallecidos, nacidos y matrimonios en el último quinquenio) y de precios de frutos y comestibles desde treinta años atrás. Como apunta Enrique Cerrillo, la mayoría de las cuestiones son «de tipo actualístico»: estadístico, geográfico, agrícola, económico, urbanístico, social… Las preguntas de evidente contenido histórico son apenas tres, y otras tantas que se refieren también indirectamente a esos temas, pero la largueza a que obliga la contestación a este tipo de cues16

tiones hace que en los textos de respuesta el componente histórico parezca mayor. En el caso del manuscrito de Matamoros, de las 55 páginas que tiene, la mitad tienen contenido histórico, a pesar de ser apenas tres, de un centenar, las preguntas de este cariz. Si dudábamos de asignarle el rango de historia al escrito de Matamoros por la falta de carácter unitario, tampoco su contenido es enteramente histórico. Aunque es evidente que, ciento ochenta y un años después de haber sido escrito, todo lo que refiere es histórico, la mitad de sus páginas tienen un objetivo descriptivo, “actualista”, de lo que era la Zafra de los tiempos en que fue escrita, 1828. Por tanto, no iba tan desencaminado Matías Ramón Martínez cuando prefirió titularlo Apuntes sobre Zafra. El contenido del texto Fray Antonio de Matamoros llevó a cabo el encargo de la Capitanía General recurriendo a dos tipos de fuentes. Para la parte descriptiva sobre la situación de Zafra en 1828 se guió de sus propias impresiones y conocimientos como vecino de la villa, así como de la opinión y el criterio de otras personas indeterminadas. Así se plasma en el texto cuando dice «he oído» para explicar cómo ha conseguido una información, o cuando alude a personas concretas como informantes: «en el año 12 me aseguró un alemán del ejército francés…», «también me afirma un caballero cuya amistad me honra» o «precios medios tasados por peritos». En la parte histórica del texto, las fuentes son tradicionales, archivísticas e historiográficas. A las primeras se refiere, por ejemplo, al hablar de la plaza Chica: «tradicionalmente se dice que fue el asiento de las primeras moradas de la población». A fuentes de tipo archivístico recurre al utilizar la coletilla «memorias y documentos existen en los archivos» o al hacer uso de los padrones de población del archivo de la Parroquia. Finalmente, el padre Matamoros citó también libros de historia para documentar su escrito. Lo declara de manera inconcreta cuando afirma «dicen los historiadores», «contestan los historiadores» o «es lo más verosímil con algunos historiadores». El único título que identifica es la Historia General de España, que en esa época era por antonoma6 sia la escrita por el padre Juan de Mariana, aunque ahora veremos que eso no quiere decir necesariamente que la utilizara. Y es que la principal fuente, aunque no declarada y bastante furtiva, de la parte histórica del manuscrito del padre Matamoros es el Diccionario geográfico-estadístico de 7 España y Portugal de Sebastián Miñano, publicado en ocho volúmenes de 1826 a 1829. A lo largo del texto de Matamoros hay numerosos fragmentos extraídos del libro de Miñano. Como no es cuestión de dedicar esta introducción a realizar un cotejo pormenorizado entre ambos textos, valgan tres ejemplos para fundamentar lo que decimos: Dice Miñano: La fundaron los celtas 580 años antes de la venida de Cristo, y la llamaron Segeda; amplióla Julio César y la dio el nombre de Restituta Julia. Dominada despues por los godos, le impuso el de Zafra la autoridad de uno de los tres capitanes principales que invadieron

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nuestra península, llamada con aquel nombre; bien que otros quieren fuesen los moros los que asi la llamaron con relacion á Zafra, que es en su lengua el mas de Junio en que se celebra, como se dirá luego, una de sus principales ferias: fue reconquistada de los árabes y repoblada de cristianos por el santo rey don Fernando, en el año de 1240. Dice Matamoros: La llamó así de su propio nombre, uno de los tres primeros Capitanes godos que invadieron la Península en el siglo V. de la Era Cristiana. Es lo más verosímil con algunos historiadores. Es del Señorío de los Duques de Feria, actualmente incorporado al de MedinaCoeli. Los Celtas de la Lusitania, sus fundadores, la llamaron Sejeda, 580 años antes de la humana redención, y bajo la dominación de los Romanos se llamó Restituta Julia. Dice Miñano: Delante de dicho palacio hay una gran plazuela á que dan entrada 3 grandes puertas, siendo singular la que llaman del Acebuche, cuyos pilares son de una sola pieza de cerca de 7 varas de altura. Dice Matamoros: Delante tiene una plazuela casi cuadrada, de 80 varas de longitud; a la que se entra por tres puertas, de las que una, de dos que son Occidentales, gusta mucho por su elegancia, por la finura de su piedra y por lo especial de sus pilastras, que siendo de una sola pieza, inclusa la base, calzan sus seis varas y media cada una. Dice Miñano: En la sierra del Castellar tiene aguas excelentes, con especialidad la de la fuente que llaman de las Aguzaderas, de la cual se hace mérito en la Historia general de España. Dice Matamoros: No tiene ríos Zafra, pero sí muchas aguas puras y excelentes; especializándose la de Aguzaderas. De esta se hace mérito en la Historia General de España.

En la carta de remisión del texto, Matamoros le dice al capitán general de Extremadura: me atrevo a dirigirle la adjunta respuesta, aun después de cumplido el año en que me honró con la pregunta porque sé que no he podido evacuarla antes, ni empezarla hasta en los dos últimos meses. Efectivamente, el general San Juan le había mandado el formulario el 11 de julio de 1827 y el fraile no le contestó hasta el 14 de julio de 1828. El décimo volumen de la obra de Miñano, en el que por el orden alfabético seguido aparecía la z de Zafra, salió en el primer semestre de 1828. Habida cuenta de las resonancias del libro de Miñano en su texto, ¿estuvo esperando Matamoros a que saliera a la calle el décimo volumen del Diccionario geográfico-estadístico para, una vez consultado, enviar la respuesta a la Capitanía General? Es muy probable. Pero no fue el libro de Miñano el único que le sirvió de generosa fuente al padre Matamoros. También utilizó en varias ocasiones la Chrónica de la Santa Provincia de San Miguel de fray Joseph Santa Cruz (1671). Y tomó préstamos excesivos del informe sobre Badajoz redactado a mediados del siglo XVIII por Ascensio de Morales (1754: 304-306) que, a su vez, ya debía más de lo debido a los escritos de Ambrosio de Morales de finales del siglo XVI. De la fidelidad de Matamoros a este autor dan fe, entre otros, los siguientes fragmentos: Dice Ascensio de Morales: Por los años de 1012, dice Ambrosio de Morales que el rey moro de Córdoba Hisén recuperó su reino habiendo vencido en una batalla sangrienta en que perecieron muchos cristianos, y entre ellos tres obispos, al tirano Zulema, el cual derrotado huyó hasta Zafra, en cuya fortaleza añade Esteban de Garibay tenía gran suma de riquezas. Siguiéronle sus enemigos, y reconociéndose poco seguro se escapó como pudo. Y aquéllos, escalado el casti-

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llo y pasada a cuchillo la guarnición, volvieron a Córdoba victoriosos, aunque sin lo principal que deseaban, que era Zulema. Dice Matamoros: En este [el castillo del Castellar] se entró con sus riquezas Zulema, usurpador del reino de Córdoba, huyendo de Hisen, su rey, que lo había derrotado en una sangrienta batalla por los años 1012. Pero, estrechado mucho Zulema, y temiendo su muerte, se fugó del castillo, abandonando sus tesoros, de los que se apoderó Hisen por asalto, degollando la guarnición y regresándose a Córdoba. Dice Ascensio de Morales: En el año de 1240 la conquistó el Santo Rey Don Fernando a los sarracenos, y habiéndola repoblado de cristianos la señaló por aldea de Badajoz. Dice Matamoros: El rey don Fernando conquistó a Zafra de los moros en 1240; la repobló de cristianos, y se la adjudicó a Badajoz. Dice Ascensio de Morales: … el Cardenal Don Pedro González de Mendoza; Fernando de Zafra, señor de Castril, secretario de los Reyes Católicos, del señor Don Enrique 4º y de la señora reina Doña Juana, del Consejo de Guerra, y uno de los que arreglaron el Zacatín de Granada... Dice Matamoros: 2º. El Excelentísimo Cardenal Don Pedro González de Mendoza. 3º. Fernando de Zafra. Señor del Castril, Secretario de los señores Reyes Católicos, del Consejo de la Guerra; y fue uno de los que arreglaron la contribución zacatín de Granada.

El carácter del texto El estilo de la Historia de Zafra del padre Matamoros acusa, desde el punto de vista formal, su origen como respuesta a un formulario. Aunque hay un indudable interés del autor por engarzar lo más posible las contestaciones, el texto es fragmentario y sólo en algunos pasajes como aquellos en los que aborda la historia de Zafra supera la escritura sincopada de quien responde a un cuestionario. Todo el escrito tiene un tono bastante neutro, pero en ocasiones se deslizan juicios de valor, elogios, críticas y opiniones personales. Así, y en una relación casi exhaustiva de los elogios, sobre el patio del alcázar de los Duques dice que, según parecer de muchos, en la Corte misma apenas habrá que le iguale; sobre la apariencia externa de la iglesia de Santa Marina, que ofrece una perspectiva tan majestuosa y sólida, que detiene gustosamente las atentas miradas del curioso que sabe distinguir; sobre la Colegiata, que la buena arquitectura presenta un ejemplar del acierto de sus reglas, en el edificio de la Iglesia Colegial, y sobre la Casa Grande, que se celebra con razón. Además de estas valoraciones positivas acerca de la arquitectura histórica de Zafra, el autor estima también alguna obra más moderna. Es singular la alabanza que dedica, como obra civil, a un parapeto construido en 1792 que había resuelto el problema generado por las inundaciones que entraban por la puerta Nueva y asolaban el pueblo. Mayor es el número de los lamentos. Y es que el texto está escrito en unos años en los que la impresión de decadencia era muy notable entre los españoles. También Zafra parece que había disfrutado de mejores épocas. Los comentarios críticos y las lamentaciones son numerosos. Habla del estado decadente de la ganadería, de que las tenerías

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no son hoy sombra de lo que fueron pocos años hace. Afirma que la necesidad precisa á los habitantes de Zafra a dedicarse a los oficios mecánicos y de que el número de los menestrales es excesivo, y a penas come. Y concluye comentando que Zafra, este cuerpo, en todos sentidos, está reducido a medias carnes. Aunque perviven los efectos de la guerra contra los franceses y las luchas civiles entre absolutistas y liberales, el padre Matamoros sin negar la importancia de esos hechos no exime de culpa a sus convecinos: Mis compatricios han cambiado de ideas; ¿qué talismán los habrá transformado? O no tienen dinero, o lo guardan. Aun nos tienen asustados las funestas catástrofes que alternativamente hemos sufrido.

Es significativa del tono pesimista del texto la expresión con la que cierra, ya al final del manuscrito, una referencia al estado de las escuelas de la población. Practicando ese lugar común, repetido siglo tras siglo, por el que una generación se lamenta sobre la educación de las siguientes, dice: Si esto no se remedia, habrá en lo sucesivo una multitud de muchachos con todos los resabios de la falta de educación, y de hombres que no sepan persignarse ni cómo se llama la A. ¡Cuántos males!

Como religioso, el padre Matamoros enfatiza a lo largo del texto las realizaciones vinculadas a la religión (la Cofradía de la Caridad es uno de sus más útiles establecimientos) y censura cualquier indicio de merma del poder de ésta: Se ve en Zafra una costumbre digna de nota, y no sé si la llame verdadero abuso. Sube al Presbiterio su Ayuntamiento el Jueves Santo, a comulgar, con espada en cinta. El único pasaje del texto de Matamoros en el que, más allá de elogios o lamentaciones puntuales, cambia radicalmente el tono neutro general es cuando discute las noticias históricas sobre la supuesta refundación de la Zafra céltica en época romana bajo el nombre de Restituta Julia. Apela a la tolerancia de su destinatario como Vuestra Excelencia me lo permite, no temo exponer mis ideas, y aventurar mi opinión en este punto; por lo mismo de parecerme en algún modo fundada, y de no ser conforme a lo que he leído

y hace uso de un procedimiento peculiar me valdré del estilo socrático, por más compendioso

para, mediante interrogaciones retóricas, ¿Pues estaba destruida? ¿Se había arruinado, de puro viejo, un pueblo que contaba de creación 600 años no cumplidos? ¿Qué terremoto la arruinó? ¿Qué batalla la desoló? ¿El modo de pelear de entonces, asolaba las poblaciones? Si fue tan adicta a algún partido que mereciese del adverso la conducta de exterminio, ¿cuáles fueron estos partidos? ¿Cuál decretó su extinción?

cuestionar la reedificación de Zafra por Octaviano, y discurrir contra la Historia, que Zafra trocó su primitivo nombre Segeda en el de Restituta Julia, no por Octaviano Augusto, sino por Julio Cesar

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Características de la edición No es esta la edición de un manuscrito de valor filológico. Por tanto, la transcripción que ofrecemos, si bien al pie de la letra, actualiza la ortografía, corrige alguna falta de este tipo, normaliza la puntuación y elimina las abreviaturas. El objetivo ha sido facilitar la comprensión del texto por el lector de hoy. Por otro lado, la reproducción en esta edición del manuscrito original permite también una lectura alternativa en su apariencia original. En notas marginales al texto hemos incorporado los ítems del formulario de la Capitanía General según la noticia que de ellos aparece en el libro Cáceres en 1828. Para evitar una sobrecarga excesiva de notas en cada página, hemos preferido trasladar al final del texto otro tipo de notas: las que, con ánimo explicativo o crítico, hacemos a las informaciones de Matamoros. Agradecimientos Como siempre ocurre hay varias personas sin cuya colaboración la edición de este libro no hubiera sido posible. En primer lugar, Matías Martínez Pereda y Javier Marcos Arévalo que, gracias a la mediación de Francisco Macías, nos allanaron el acceso al archivo de Matías Ramón Martínez y el primer contacto con una de las copias del manuscrito del padre Matamoros. También nuestro agradecimiento a José Carlos Muñoz Barrero, que nos facilitó otro fragmento del documento. El departamento de Publicaciones y Reproducciones de la Real Academia de la Historia nos envió la copia digital del manuscrito y Enrique Cerrillo Martín de Cáceres puso en nuestras manos la de Cáceres en 1828. José María Moreno, responsable del Archivo Histórico Municipal de Zafra, es siempre parte indispensable en cualquiera de las investigaciones que tienen como fuente ese centro modelo de la investigación histórica en Extremadura. También en ésta, José María ha colaborado con nosotros consiguiendo datos y cuidando finalmente, bajo el patrocinio último del Ayuntamiento de Zafra y de Imprenta Rayego (a quienes va dirigido también nuestro agradecimiento), la edición de esta obra que rescata un trozo del más remoto pasado historiográfico de Zafra.

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Historia de Zafra por el reverendo padre fray Antonio Matamoros del Orden de Santo Domingo. Propiedad de Isidoro García de Vinuesa (rúbrica)

Nombre del pueblo y su origen. Si es de señorío, realengo, secular o eclesiástico, abadengo o mixto y si pertenece al territorio de las órdenes. Su nombre antiguo, si se conoce, y su origen. Su situación topográfica.

Zafra: La llamó así de su propio nombre, uno de los tres primeros capitanes godos que invadieron la península en el siglo V de la era cristiana. Es lo más verosímil con algunos histo8 riadores. Es del señorío de los Duques de Feria, actualmente incorporado al de Medina-Coeli. Los celtas de la Lusitania, sus fundadores, la llamaron Sejeda, 580 años antes de la humana redención, y bajo la dominación de los romanos se llamó Resti9 tuta Julia. Está situada en un valle alto, con suave declinación de levante a poniente entre las dos sierras de Los Santos y del Castellar, distantes entre sí como media legua: rodeada de un terreno agradablemente montuoso, y a los 42 y medio grados de altura polar.

Descripción de su clima, si es templado o cálido. Si tiene voto en Cortes Armas del pueblo. Partido a que corresponde. Obispado. Distancia a la cabeza de partido. Distancia a Badajoz. Autoridades que tiene en lo militar. En lo civil. En lo eclesiástico. En rentas.

Su clima, por consiguiente, es naturalmente templado; su atmósfera, clara; y su cielo alegre. No tiene voto en Cortes. Sus armas son un escudo partido, y sobre campo dorado un castillo sobre peñas, y una jarra azul con azucenas blancas. Son las fi10 guradas en el anverso. Corresponde al partido de Llerena. Es del obispado de Badajoz. Dista doce leguas de esta ciudad, y siete de aquella. Tiene un comandante de armas eventual en el oficial a quien corresponde; alcalde mayor, que es también juez de policía por subdelegación nata; un administrador de rentas; y son sus autoridades eclesiásticas: el presidente del cabildo Colegial, como que lo rige; los curas, respectivamente a su ministerio; y un fiscal, destinado por el obispo, para celar sus derechos y observar la conducta de los eclesiásticos. 23

Partidos de que depende. En lo militar. En lo civil. En lo político y en lo gubernativo. En rentas. En policía. Número de vecinos. Número de habitantes con distinción de sexos. Número de casas y si son de buena arquitectura. Fuentes, paseos y obras de ornato. Su descripción

Depende Zafra en lo militar, de Badajoz; en lo civil, de Cáceres; en lo político y gubernativo, de Badajoz; en rentas, de Llerena; y en policía, de Jerez de los Caballeros. Tiene Zafra 1.264 vecinos; y en ellos, habitantes 5.636; 2.696 varones y 2.940 hembras; en 1.050 casas, muchas de ellas, decentes, elevadas y de arquitectura regular. Tiene cuatro fuentes, cuatro pilares y dos alamedas. La una reúne 21 álamos solamente; pero la otra (que forma un parque cerrado, de 154 varas de longitud y 29 de latitud, con muro y asiento de piedra hasta poco más de la mitad) consta de 84 árboles de varias especies, distribuidos en cuatro líneas, resul11 tando cinco calles.

Número de parroquias. Sus nombres.

Tiene Iglesia Colegiata, erigida en el año 1609 por bula de Paulo V, con Abad mitrado, canónigos y racioneros. Son sus patronos los Duques de Medina-Coeli; y hace de única Parroquia, bajo el título de Santa María de la Candelaria.

Estado regular, con el número de individuos, el de conventos, provincias de su orden y distinción de sexos.

Tiene nueve conventos, que son: la Encarnación y Mina, dominicos de la Provincia de Andalucía; San Benito, observantes de la de San Miguel infra Tagum; y San Onofre, descalzos alcantarinos de la Provincia de San Gabriel; los que actualmente constan de 25 sacerdotes, siete legos, ocho novicios y 12 seis donados. Los seis restantes son de monjas: Santa Catalina de Sena y Regina-Coeli, dominicas de la provincia de Anda13 lucía; Santa Clara, Santa Marina y Cruz de Cristo, franciscanas de dicha provincia de San Miguel infra Tagum;14 y últimamente Santa Teresa de Jesús, carmelitas descalzas de la juris15 dicción del Ordinario. Entre todos componen 54 religiosas de coro, 20 legas y 4 novicias.

Ermitas y santuarios con sus nombres y si están en poblado o despoblado. Sus rentas.

Dentro de la villa hay cuatro ermitas: San José, la Cari16 dad, la Aurora y el Amparo; y fuera, Ntra. Sra. de Belén. Todas se sostienen a expensas de la devoción.17

Hospitales y número de enfermos que se admiten. Sus rentas

Los hospitales son tres: Santiago, que es fundación de los Duques de Feria, puede admitir cómodamente ocho enfermos.18 San Miguel, fundado por Doña María Cecilia Rodríguez de 19 Arenzana, para la curación de pobres galicados (actual patrono es el Teniente Coronel Don Martín de Sesma Fernández de Córdoba) recibía anualmente de veinte a veintitrés: mas en el día está paralizado por hallarse en la casa de consolidación, su capital de 336.957 reales.20 Ídem de San Ildefonso, funda24

Hospicios y números de individuos. Sus rentas. Casas de corrección y número de individuos existentes. Cárceles, si son seguras, su estado actual y número de presos que pueden contener. Escuelas de primeras letras de ambos sexos y número de individuos que concurren. Fondas y sus nombres. Cafés. Pósitos y su estado

do por el presbítero Don Antonio López de Segura, destinado pa21 ra pobres convalecientes. Santiago parece está bien congruado; las rentas del de San Miguel suben a 14.800 reales, aunque hoy están reducidas a 10.500; y las de San Ildefonso son de 400 ducados solamente. No tiene Hospicio ni casas de corrección. La única cárcel que tiene, no puede decirse segura, ni es capaz de más de una docena de presos.22 Hay cinco escuelas de niños; y en la actualidad concurrirán hasta 200. De niñas hay cuatro: y de estas serán como 23 150. No tiene fondas ni cafés. Pósitos, uno solo, que en lo material está ruinoso e inservible; y su formal consiste en un fondo de alguna consideración que obra en crédito contra la Real Hacienda y Banco de San Carlos; y además en solar 600 fanegas de trigo presentemente, que se distribuyen a labradores.

Posadas y casas públicas.

Se cuentan hasta ocho posadas; pero solo dos suministran un regular alojamiento.

Molinos. Su clase y situación.

En una pequeña rivera, que corre a su Poniente, tiene esta 24 villa 20 molinos harineros y doce de aceite, tres de ellos con dos vigas.

Otros establecimientos públicos, ya sean del gobierno, ya de corporaciones, ya de fundaciones o particulares.

La Cofradía de la Caridad es uno de sus más útiles establecimientos. La Casa de Feria, el Padre Melchor de Molina, Antón Perulero y otros amigos de la humanidad, fundaron y dotaron con buenas rentas este asilo del necesitado, en el que este encuentra médico, sangrador, botica y entierro (como todo pobre de solemnidad que muere, aunque sea forastero); la viuda se va socorrida con pan; y la doncella (que anualmente se nombran ocho) con su dotecito de 30 ducados, que percibe luego 25 que toma estado. También son píos establecimientos que tienen las cofradías de la Aurora, de la Misericordia, de S. Diego, de S. José y de la Tercera Orden de S. Francisco; pero sin especial fundador, ni rentas propiamente dichas; pues, en suma, pueden reputarse por un compromiso voluntario de muchos, que se contribuyen para enterrarse con una regular decencia y cierto número de sufragios.

Estado eclesiástico. Clase y número de individuos que lo componen.

Se compone el Estado eclesiástico de Zafra de un Cabildo Colegial y de la Hermandad de S. Pedro. Esta consta de 24 sacerdotes, de un subdiácono y de cinco tonsurados; y aquel (que 25

por su reglamento debe constar de un abad, de tres dignidades, de doce Canónigos, de ocho Racioneros y de ocho Capellanes de coro) solo tiene actualmente tres canónigos, tres racioneros y cinco capellanes; y además el competente número de ministros. Total de individuos del Estado: 35 sacerdotes, un subdiácono y cinco tonsurados.26 Profesores de ciencias y artes que existen en el pueblo con ejercicio o sin él.

Tiene Zafra cuatro Profesores de Leyes, uno de Latinidad, dos de Primeras Letras, tres de Medicina, dos de Cirugía, tres de Farmacia, un Ebanista, cuatro Plateros, un Tallista, tres Arquitectos, y, de las tres últimas clases, algunos oficiales so27 bresalientes.

Obras notables de arquitectura, demás artes y ciencias que hay en el pueblo, en sus iglesias, o casas particulares.

Son sus obras notables: de arquitectura, el Alcázar, Casafuerte, o sea Palacio, como hoy se llama, habitación de los antiguos Duques de Feria; perteneciente en el día a los de MedinaCoeli. El edificio principal, gótico en el modo de su construcción, alcanzará como 65 varas en cuadro perfecto, y 16 de elevación; y lo adornan bizarramente nueve torreones, sobresalientes al muro, altos de 25 a 30 varas, y de 6 a 12 en su diámetro; de los que, tres dan frente a cada uno de los tres costados, y cuatro al de la fachada; por entallados su única puerta principal, que mira al Occidente. Sobre ella se lee que mandó hacer la obra D. Lorenzo Suarez de Figueroa, hijo del Maestre D. Gómez, y que se comenzó el año de 1437.28 Delante tiene una pla29 zuela casi cuadrada, de 80 varas de longitud; a la que se en30 tra por tres puertas, de las que una, de dos que son Occidentales, gusta mucho por su elegancia, por la finura de su piedra y por lo especial de sus pilastras, que siendo de una sola pieza, inclusa la base, calzan sus seis varas y media cada una. Esta puerta hermosa se llama del Acebuche, por uno que de tiempo 31 inmemorial existe sobre su cúpula. En la casa se ven espaciosos salones y particulares techumbres y pavimentos; pero brilla entre todo su patio central, de 18 varas en perfecto cuadro, del orden jónico y corintio, todo desde el suelo hasta las tejas, de alabastro blanco, tan bello y vistoso por su simetría y unión en arcos, pilares, cornisas, barandillas y adorno, que, según pare32 cer de muchos, en la Corte misma apenas habrá que le iguale. Es digno también de elogiarse el exterior de la grande iglesia del Convento de Santa Marina, y de la larga galería que la une con el mismo alcázar; obra de Doña Juana Dormer, primera Duquesa de Feria. El dicho exterior (elevado todo de ladrillo visible y piedra encajonada, con trece balcones y once grandes 26

ventanas de reja, que hace costado meridional a la plazuela del Alcázar, y que se construyó por los años 1606) ofrece una perspectiva tan majestuosa y sólida, que detiene gustosamente las atentas miradas del curioso que sabe distinguir.33 La buena arquitectura presenta un ejemplar del acierto de sus reglas, en el edificio de la iglesia Colegial, erigida por los años de 1590;34 pero su puerta principal hacia poniente,35 la bó36 veda de la sacristía vieja, y el arco tendido que sostiene el órgano, son singulares; y la escalera de la torre, que llaman el caracol, por guardar su forma espiral, es ciertamente ingeniosa a to37 das luces. Últimamente, la Casa Grande, como la dicen comúnmente, se celebra con razón. Tiene dilatadas salas, y dos claustros, alto y bajo, con 56 altas y robustas columnas de mármol, y cuatro más de igual dimensión, que decoran la fachada:38 se admira toda la obra ajustada con exactitud a los cánones de la ar39 quitectura moderna. Estado de sus calles y sus formas.

Zafra tiene calles anchas, angostas, regulares, rectas y torcidas, como pueblo antiguo: no pueden llamarse desaseadas; su suelo no es lucido, y su piso lo hacen algo incómodo la desigualdad y defectos del empedrado.40

Acueductos, si los hay.

El único acueducto que viene al Pilar Grande, que llaman del Duque, consta de solo diez arcos: no merece atención.41

Estado de policía urbana.

La policía urbana se halla en un pié regular: siempre puede mejorarse.

Plazas y plazuelas. Con sus nombres y sus formas.

Dos plazas tiene esta villa. La del Rey es un cuadrilongo imperfecto de 94 varas de longitud y 35 de latitud en la parte occidental, teniendo hasta 35 de latitud oriental: pero 27 elevadas casas que la forman, con 41 balcones, 86 ventanas y los soportales que la rodean del todo, la hacen todavía cómoda, vistosa y agradable. Es punto de concurrencia, pues está como en el centro de la villa.43

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La segunda plaza, llamada Chica, es también un cuadrilongo de 43 v. de longitud y 25 de latitud. Tiene soportales, menos en la parte occidental, que en ella se encuentran las casas 44 de Ayuntamiento y la cárcel. Tradicionalmente se dice que fue el asiento de las primeras moradas de la población.45 27

Tiene además una plazuela a que da nombre un Pilar Redondo existente en su medio: es un triángulo, cuya línea mayor no pasa de 72 varas.46 Muros o cercas y puertas o entradas que tiene el pueblo.

Zafra antigua (distinguiendo así del barrio que tiene a Levante, llamado de San Benito; y del que tiene al Sur llamado de los Mártires; con otra parte de población sita al Poniente bajo el nombre de Campo del Rosario y Campo de Marín, con cuatro calles más, contiguas a ellos) queda reducida a una figura 47 semioval, entre cuyos extremos, de noroeste a sureste, media la distancia de 700 varas, poco más o menos, y la de 360 en su 48 grueso de levante a occidente. Esta, pues, Zafra antigua estuvo murada,49 y de ello restan algunos restos de piedra y mezcla real, de como siete varas de altura y dos y media de espesor.50 51 52 53 Sus puertas fueron siete: del Cubo, Maestranza, de Los Santos,54 Nueva,55 de Palacio,56 de Sevilla57 y de Jerez.58 Todas permanecen, menos la segunda y cuarta, y por ellas y por seis calles más, se entra actualmente a la villa detallada, que, en lo demás, es cerrada siempre, pues aunque a propósito han sido derribados sus muros, la han vuelto a cerrar las casas que los han 59 sustituidos, ocupando su terreno.

Vientos que reinan y en qué tiempos.

Los vientos levante y sur son los más constantes en la primavera y estío: en el otoño é invierno el sur y noroeste.

Enfermedades más comunes.

¿Cuáles son las enfermedades más comunes? Varían los doctores. Los médicos bruselistas dicen que las inflamaciones gástricas; y los hipocráticos y galenistas dicen que las hemiple60 jias, tabardillos, tercianas y dolores de costado.

Ferias y épocas de su concesión. Si se celebran, en qué tiempo, qué comercio se hace en ella, con qué puntos, qué pueblos son los concurrentes y si es o no numerosa.

Tres ferias celebra Zafra en el año y cada una dura ocho días.

Mercados, épocas de su concesión y días de su celebración y qué géneros se benefician.

La llamada de Disantos empieza el día 2 de Febrero: Feria de contratantes que a se avistan a liquidar cuentas, a solventar, y a sacar de nuevo. La de San Juan que empieza el 24 de junio, es más concurrida, pero muy inferior a la de san Miguel, que principia el 29 de septiembre. Esta es verdaderamente numerosa, y de las grandes de España. Sevilla, Toledo, Córdoba, Barcelona, y aún de reinos extranjeros contribuyen a surtirla con abundancia de géneros, así de lujo como de necesidad; y muchos pueblos de la provincia la llenan de ganado vacuno, cabrío, lanar, asnal, cerdoso, mular, y caballar. Las datas de sus concesiones son del todo inaveriguables aquí, después que 28

en la guerra de la Independencia perdió el ayuntamiento su ar61 chivo. Administración de Rentas. Si es principal o subalterna. Administración de lotería.

Campo Santos, si existen. Su ubicación, su distancia del pueblo y su estado. A dónde se entierran los cadáveres. Ríos que riegan el término. Su origen, su curso y dónde desaguan, distancia de estos ríos al pueblo. Pesca que se halla en ellos. Si hay abundancia de agua en el pueblo y si todas son potables. Campos que fertilizan los ríos con su riego. Dónde se toman sus aguas al efecto y si se hace además otros usos de ellas. Fuentes y arroyos que hay en el término. Puentes que existen. Sus arcos, su estado y época de su construcción Portazgos que hay establecidos. Barcas establecidas en los ríos y si son particulares. Puntos que ocupan las Barcas. Comunicaciones que facilitan. Canales abiertos o proyectados. Donde se toman origen, donde desaguan, qué campos fertilizan y su distancias al pueblo. Caminos que atraviesan el término. Comunicaciones para que sirven. Cuál es su estado. Si todos son transitables para carruajes, o si pueden serlo por los puntos que ocupan. Fábricas de manufactura o artefactos. Clases de ellas, sus productos, en los ramos

No tiene mercados; pero sí administración de rentas, subalterna a la de Llerena, y también administración de correos, subalterna a Badajoz; y de lotería subalterna al mismo. No hay casas de posta ni en la villa ni en el término. Hasta ahora no hay en Zafra más que un camposanto, que siempre lo ha sido y que sirve provisionalmente en la actualidad; se halla contiguo a la iglesia Colegial. Por consiguiente dentro del pueblo, pero jamás se han conocido efectos perniciosos a la salud pública. En el dicho cementerio se entierran todos los cadáveres (menos los de las religiosas que se mueran en 62 sus respectivos claustros) demarcando al clero su sitio. No tiene ríos Zafra, pero sí muchas aguas puras y excelentes; especializándose la de Aguzaderas. De esta se hace mérito en la Historia General de España. Existen fuentes en el término de la villa. La citada de Aguzaderas, la Sangría, la Blanca, y la de Belén, todas minerales 63 y medicinales. De arroyos no hay más que una pequeña rivera occidental ya mencionada. Ella recoge las vertientes del pueblo y las emplea en sus molinos. Sobre ella están los únicos puentes del término, de Belén y de Zafra; este de tres arcos, y aquel de dos; pero ambos son firmes, están reparados, y son de construcción moderna. No tiene Zafra portazgos, ni barcas establecidas, ni cana64 les; y solo el arrecife que va de Badajoz a Sevilla, es el camino que atraviesa su término, a media legua de ella, y por el norte: Los demás (que todos son ordinarios) son meras comunicaciones a los pueblos de la comarca; y de ellos, cuatro son absolutamente intransitables para ruedas; pero todos pudieran hacerse buenos a mas ó menos costo. Las muchas piedras son los únicos obstáculos. Tiene la villa 14 fábricas de curtidos, un molino de cera, tres de chocolate y cuatro alfarerías.65 El cuánto preciso de sus producciones no lo alcanzo; pero es en el día escaso, según mis conjeturas, fundadas en que aquí se vende mucha cera labrada de otros pueblos; en que se trabaja mucho chocolate en piedras de particulares, y en que las tenerías no son hoy sombra de lo que fueron pocos años hace. En ellas se ocupan respectivamen29

que comprende, qué número de trabajadores sostiene cada una, de dónde importan las materias para sus trabajos y a dónde tienen salida los géneros de las fábricas.

te, uno, dos, y tres hombres, tan limitado es su ejercicio. El azúcar y el cacao lo importan de Sevilla, los cueros vacunos proceden de Lisboa, como antes de la revolución de las Américas se traían de Buenos Aires: pero las pieles de macho, carnero y cabra son del país. Sus efectos se consumen en la villa y pueblos circunferentes. El cordobán, siempre celebrado por su especial cualidad, se despacha también a Sevilla, aunque solo en una cuarta parte de lo que otras veces.

Ramos de industria de los habitantes y tráfico a que se dedican y en qué número

La necesidad precisa a los habitantes de Zafra a dedicarse a los oficios mecánicos de zapatería, sastrería, barbería, albañilería, carpintería, herrería, cerrajería y latonería; pues siendo demasiadamente corto su término, sobran muchos brazos a la agricultura. Por tanto, el número de los menestrales es excesi66 vo, y a penas come.

Inventos útiles introducidos y cuándo.

No tengo noticia se haya consolidado aquí algún invento de utilidad que merezca referirse

Productos agrícolas.

Calculando por un quinquenio los productos agrícolas del término de Zafra, podrán montar en cada año los totales siguientes De vino: ................................................380 arrobas De aceite:............................................3480 arrobas De trigo: .............................................6000 fanegas De cebada: .............................................6000 ídem De avena: ...............................................1200 ídem De garbanzos: ...........................................500 ídem De habas: .................................................500 ídem Centeno, Mijo, Espelta, Maíz, Cáñamo y Lino, no existen. Los frijones se siembran solo en las huertas; por lo que incluyéndolos con las frutas, con las hortalizas, y con todo lo demás que las huertas producen, puede computarse el líquido anual de todas las 72 huertas que existen en el término en 24 o 26.000 reales.

Estado del ramo de jardinería.

No hay ramo de jardinería. El terreno, sobre corto (como demuestra el detalle de la extensión de sus direcciones y de sus confines) no llega, ni con mucho, a ser feraz en ninguno de sus puntos: la causa es su poco suelo. Donde es muy fértil, supone el dispendioso abono con que se beneficia. Los sitios Zamorino y Madre del Agua, son los que acuden mejor. 30

Descripción de su terreno y cuáles son los más fértiles, con distinción de regadío, secano, erial: número de fanegas o yugadas de cada clase, de olivar, viña, etc. y sus precios medios.

El terreno, pues, de Zafra comprende 8.974 fanegas, con inclusión de 104 de regadío y 76 de secano, que están en las sobredichas huertas: lo explico con toda distinción de sitios y clases, y con la expresión de sus precios medios respectivos, tasados por peritos, del siguiente modo:

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Plantas que más prosperan en la jurisdicción. Cuáles se cultivan con perfección. Arbolados que circundan el pueblo o las heredades. Plantas útiles para las artes, como la rubia, yerba pastel, la gualda, el azafrán, la ramilla, el zumaque, etc. si se cultivan o se producen: si se hace cosecha y en qué cantidad.

Las plantas que más prosperan en el terreno son el olivo y el álamo negro. El olivo se atiende con particularidad. Los arbolados que circundan al pueblo son los frutales de las huertas, algunos álamos que hay en ellas y los olivos, a más o menos distancia. Las heredades se cercan de piedra. Se cultiva el zumaque. Mas su cosecha anual no excede regularmente de 1200 arrobas. La rubia se produce en uno u otro sitio; en más la gualda, pero no se recolectan. Son las únicas plantas indígenas que conozco útiles a las artes.

A dónde tienen salida o se consumen estos productos agrícolas

Como los productos agrícolas que esta villa recoge en su término están tan lejos de cubrir su necesario, todos se consumen en ella.

Insectos útiles en la economía rural y doméstica como las abejas, el gusano de la seda y la grana quermes, en qué término y número existen. Sus productos y a dónde tienen salida.

De insectos útiles no hay otros que las abejas: mas no pasan de 250 los corchos asentados en el término. Sus productos, que rendirán como 3.500 t. quedan en el pueblo.

Frutos que importa el pueblo para su consumo; de dónde vienen y en qué numero, con separación de clases

Cuatro villas inmediatas vienen diariamente a Zafra a 67 vender su pan. El vino lo importa de los pueblos de alrededor, como Villafranca y Fuente del Maestre: el combustible le viene de la Calera, Santa Ana, Burguillos, Feria y otras partes; y, generalmente, de otros efectos menos necesarios, como miel, castañas, naranjas, leche, queso, uvas, etc., etc., la surte el vendedor forastero. No tiene Zafra prados artificiales; y prados naturales, donde pastan los ganados, no tiene otros que los baldíos y las dehesas del Castellar; todo es poquísimo verdaderamente.

Ramos de ganadería. Castas cruzadas, si las hay y sus productos en asnos, mulas y machos.

Por consiguiente, no puede abrigar grandes rebaños, ni muchos animales herbívoros. Tiene, poco más ó menos:

Extracción que se hace de estos productos y a dónde, o si se consumen en el pueblo.

Todo lo edible de este ramo de ganadería se consume en la villa, como que necesita mucho más; y si algo se vende, es en las Ferias.

250 cabezas ganado vacuno de hierro 1800 de ovejas, 200 de cabrío, 400 de cerdos, 180 de caballos y yeguas, 140 de mulas y machos. No hay castas cruzadas.

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Productos de lana en arroba.

La lana que se corta del ganado del término, llegará como a 290 arrobas.

Montes y cordilleras que existen y cuáles son las más notables.

No hay en él montes, pues la desigualdad de su superficie no es para tanto: pero desde la citada sierra del Castellar, inmediata y a poniente de la villa (cuya cima de sur a noroeste, está como murada de piedras unidas, escarpadas y altas, que las que lo son más, no bajarán de 40 varas) parte una cordillera de sierras que se extienden por más de cinco leguas hacia Noroeste. Las únicas encinas que tenía este pueblo en la Dehesa del Rincón, acabaron hasta las raíces en la invasión francesa; pero ya van reproduciéndose muy bien. Estas, algunos álamos, los frutales y los olivos (que generalmente son buenos) componen todo el arbolado de Zafra.

Estado de sus arbolados y clases de que se compone.

Si abundan de caza y de qué clase. Si es abundante o no el número de animales dañosos. Qué medios se usan para la destrucción de estos y si están o no en planta.

Como su terreno, sobre escaso, es abierto y sin matorrales, apenas se encuentra en él algún que otro conejo, liebre o perdiz. Está muy distante de abundar en caza, ni por la misma razón puede abundar en animales dañinos: si se halla algún lobo, ha venido de otros términos, y la escopeta lo extermina.68

Minas descubiertas o conocidas sus clases y su número. Minas beneficiadas: desde cuándo, y por quién; su número, su calidad, sus productos y otros naturales si hay en la jurisdicción. Baños y aguas minerales o termales descubiertas sus clases: si hay análisis, su número, su estado, su situación y la distancia.

Minas descubiertas no las tiene; pero en el año 12 me aseguró un alemán del ejército francés, que se encierran de plata69 y azogue en la mencionada sierra del Castellar. También me afirma un caballero cuya amistad me honra, que se descubrió azogue en el sitio que ocupa el hogar de una casa que fue suya. He oído que se halla una mina de oro en la Dehesa Nueva; de mármol manchado se encuentra en el punto que hoy llaman San Francisco el Viejo como a 200 pasos de la población.70

Baños y aguas minerales o termales descubiertas sus clases: si hay análisis, su número, su estado, su situación y la distancia. Encomiendas y sus poseedores. Despoblados o ruinas y su origen

Tampoco tiene baños termales; pero pasó a distancia de un cuarto de legua largo, en el declive occidental de la tantas veces enunciada sierra del Castellar, se halla la citada fuente de Aguzaderas, y al norte de esta en el declive opuesto de la sierra, se halla también la predicha de la Sangría, cuyas aguas de una y otra, son minerales ventajosamente, mas no se han hecho 71 análisis de ellas. Están experimentadas ser muy medicinales. No tiene encomiendas. En la falda oriental del Castellar (he leído llamarse así por algunos castillos que contenía en tiempos antiguos) se distingue un orden de cimientos, que, formando calles, parecen indicios de que allí está algún despoblado. Lo mismo clama la mucha piedra suelta que se esparramada y hecha montones; 33

sin embargo no hay más que estas conjeturas. También sobre la misma sierra se conservan los vestigios de una fortaleza (la misma de que trataré después en los sucesos notables) que existía a lo menos por los años 1504, pues en este tenía alcaide. Consta de una lápida sepulcral que está en la Iglesia de éste mi convento de la Mina.72 Existencia de cortijos y casas de campo, su número y distancia del pueblo.

A distancia de dos leguas cortas, tiene Zafra un barrio llamado La Lapa (le cae al noroeste) compuesto como de setenta casas; y otras tantas se le cuentan entre huertas y olivares. La 73 más apartada está una legua.

Confines de la jurisdicción o término del pueblo. A cuánto se extiende en todas las direcciones.

El término de Zafra confina por el Norte con la villa Fuente del Maestre, por el este con la de Los Santos, por el Sureste con la de la Puebla de Sancho Pérez, por el Sur y Oeste con la de Alconera, y por el Noroeste con la de Feria. Se extiende el término: en su dirección hacia el Norte media legua larga; hacia el Este y Sureste, un cuarto de legua; hacia el oeste media legua larga; y hacia el Noroeste dos leguas.

Pueblos que limitan en jurisdicción y distancia a cada uno de estos pueblos en lenguas castellanas. Pueblos que hay en el camino o en sus inmediaciones hasta la cabeza del partido y si se saben sus distancias.

Nacimiento de hombres ilustres en virtud, santidad, ciencias o artes; las épocas en que florecieron sus nombres y hechos más notables.

Limita su jurisdicción: la Fuente del Maestre, Los Santos, Puebla de Sancho Pérez, Alconera y Feria. De Zafra a Fuente del Maestre hay dos leguas castellanas; a los Santos media, idem a la Puebla de Sancho Pérez, a la Alconera una y tres a Feria. Desde Zafra a Llerena (ésta es la cabeza de partido) se va por Usagre, y hay cuatro leguas; de Usagre a Villagarcía, una, y de aquí dos a Llerena. También se va: desde Zafra a Bienvenida, cuatro leguas; y de esta a Llerena, tres. Entre los muchos hombres que en los 18 primeros siglos de su fundación, ennoblecieron a este su país natal, cuya celebridad, hazañas, y merecidos honores nos arrebató el tiempo, y sin detenerme a individualizar a los magníficos señores Condes, y después Excelentísimos Duques de Feria, acreedores sin disputa al catálogo de los hombres más ilustres por sus remarcables servicios, por su esplendor, y por su piedad acreditada en las fundaciones con que decoraron a Zafra su patria, de los conventos de La Lapa, de Santa Clara, de San Francisco, y de Santa Marina; del hospital de Santiago, y de la cofradía de la Caridad, como también en la del convento de Santo Domingo del Campo, al término de la Alconera, podremos afrontar la nota 34

de algunos, que han dado honor a su madre Zafra, y cuya me74 moria se conserva. Son los siguientes: 1º. Garcialaso, caballero del hábito de Santiago y militar muy esforzado en tiempo del rey don Enrique IV, hijo segundo de don Lorenzo, primer Conde de Feria. Algunos lo han tenido por el famoso Garcilaso de la Vega, seducidos por la conformidad del nombre, y por la circunstancia de haberse verificado su muerte en la Vega de Granada, pero es otro sin duda. Su elogio está vertido en los siguientes versos del epitafio que se lee en su sepulcro sito en el convento de clarisas de esta villa, en un arco al lado del evangelio en el altar mayor.75 Egregius miles, claris que parentibus ortus, Ismaliditarum terror, curtos patriaeque Garcias iacet hic Laso cognomine dictus. Ante suum Regem percussus namque sagitta Corruit expirans in guture vulnere fixo At mori nil nocuit; nam vivit fama perennis. 2º. El Excelentísimo Cardenal Don Pedro González de 76 Mendoza. 3º. Fernando de Zafra. Señor del Castril, Secretario de los señores Reyes Católicos, del Consejo de la Guerra; y fue uno de los que arreglaron la contribución zacatín de Granada.77 4º Pedro de Valencia, cronista del rey don Felipe III, ciertamente muy erudito.78 5º. El Padre Juan Maldonado, jesuita insigne.

79

6º. Don Melchor de Valencia, hijo del citado don Pedro. 80 Fue Consejero de Castilla. 7º. El Licenciado Alonso Ramírez de Prado, del Consejo de Castilla, y el apologista más enérgico sobre el derecho del se81 ñor Felipe II a la corona de Portugal. 8º. Don Lorenzo Ramírez de Prado, hijo del antecedente (como también los dos que se siguen) del Consejo colateral de Nápoles, embajador del Rey Cristianísimo, sujeto muy estimado por su mucha erudición.82 9º. Don fray Marcos Ramírez de Prado, del Orden de san Francisco, obispo de Mechoacam, arzobispo electo de Méjico, y 35

fundador de la capilla del Sacramento, en la casa noviciado 83 de la Compañía de Jesus en Madrid. 10º. Don Alonso Ramírez de Prado, del Consejo y Cáma84 ra de Indias. 11º. Don Garcia de Silva, gobernador que fue de Bada85 joz, y embajador a Persia. 12. Don Gómez de Figueroa, obispo de Cádiz y electo de Segovia.86 13º.- El Presbítero Melchor de Molina antes alumno del Orden de Predicadores, Cofundador de la referida cofradía de la Caridad, sujeto virtuoso, que mereció se le estampase el epíteto de venerable, sobre la piedra de su sepulcro, existente en la capilla que él mismo fundó en este mi convento de la Mina, don87 de está depositado. Murió en el año 1587. 14º. ¿Y no parece también digno de insertarse en esta serie don Gaspar de Flores, por la gloriosa circunstancia de ser padre de Santa Rosa de Lima, y oriunda esta de Zafra con tanta proximidad?88 Pues en nuestros tiempos han florecido igualmente, e ilustrado a su patria Zafra, no desmereciendo se haga de su respectivo mérito mención honorífica. 15. Don Cristóbal de Mesa, cuyas poesías se miran con grande estimación entre los genios sublimes.89 16. Don Vicente Garcia de la Huerta, célebre por su Raquel y otras obras poéticas que ha publicado la estampa.90 17º. Don Tomás Ugarte, comandante general del Mar del Sur y jefe de escuadra.91 18º. Don Antonio Reyrruad, que desempeñó con mucho crédito la cátedra de Leyes en Salamanca.92 19º. El Presbítero don Francisco Javier Romero, que regentó con aplauso la cátedra de Filosofía en la misma Univer93 sidad. 20º. Don Genaro García, allí también catedrático, y autor de la obra de Matemáticas que corre celebrada y con general aceptación.94 36

21. Juan Almira, el hijo, pintor excelente, como demuestran sus obras, y admirado en Londres especialmente para el sombreado. Murió en año de .95 22. Y últimamente, el excelentísimo señor don Francisco Javier Venegas, marqués de la Reunión de Nueva España, Teniente general de los Reales Ejércitos, Virrey que fue de Méjico, y Capitán General del Reino de Galicia, y actualmente Consejero de Estado; condecorado con las grandes cruces de Isabel la 96 Católica, de Carlos III, etc. etc. Monumentos, su antigüedad e inscripciones que se conservan, su estado y sitio que ocupan

Siento vivamente que mi patria no conserve ningún monumento o inscripción antigua, datando hasta hoy su fundación con 2.408 años; pero no los conserva. Solamente presenta una estatua consular romana, de piedra blanca de alabastro, que quizás permanece por haberla aplicado a hacer esquina a un muro del patio del convento de Santa Clara, frente a la puerta reglar. Si no estuviera descabezada, debería tener dos varas y media de altura, con exclusión de la base. ¿Sería esta estatua de Julio César? Me lo conjeturo. Vulgarmente la llaman doña Maria Moya. ¿Serviría al antiguo juego o fiesta de las mayas? No hay apoyo suficiente para discurrirlo, pero quizás esto le dio este nombre vulgar. Y también dicen que es su cabeza, una que se ve enclavada en una pared alta del mismo patio; pero es vulgaridad sin duda, porque así la piedra como el cincel son muy distintos.97

Sucesos notables en la historia civil, política, religiosa o el gobierno, variaciones o vicisitudes del pueblo, sean de tiempos antiguos o modernos, y que se conserven bien por tradición y bien por documentos escritos o monumentos que recuerden su memoria.

Segeda, hoy Zafra, nombrada así por sus fundadores; los celtas de la Lusitania, 580 años antes de la venida del Hijo de Dios a redimir el mundo, mudó este su nombre primitivo en el de Restituta Julia, bajo la dominación de los Romanos. Como Vuestra Excelencia me lo permite, no temo exponer mis ideas, y aventurar mi opinión en este punto; por lo mismo de parecerme en algún modo fundada, y de no ser conforme a lo que he leído. 98 Me valdré del estilo socrático, por más compendioso. Dicen los historiadores que Octaviano Augusto reedificó a Zafra. ¿Pues estaba destruida? ¿Se había arruinado, de puro viejo, un pueblo que contaba de creación 600 años no cumplidos? ¿Qué terremoto la arruinó? ¿Qué batalla la desoló? ¿El modo de pelear de entonces, asolaba las poblaciones? Si fue tan adicta a algún partido que mereciese del adverso la conducta de exterminio, ¿cuáles fueron estos partidos? ¿Cuál decretó su extinción? Si estaba desolada, ¿en qué consistió la ree37

dificación de Octaviano? ¿qué vestigios existen, ó existieron, de su reedificación? Ninguno; ni a nada de cuanto pregunto contestan los historiadores. Es, pues, arbitraria, si no me engaño, la supuesta reedificación octaviana, e inconcluyente al motivo que alegan, para decir que Octaviano mudó el nombre a Segeda en el de Restituta Julia. Mas, si tiene lugar la fundada conjetura donde faltan monumentos o decisivas razones, me parece verosímil que este nombre se lo dio el mismo pueblo que la habitaba, a fin de lisonjear al vencedor Julio Cesar contra el partido de los Pompeyanos. Pudiendo seguir ejemplo de otros que hicieron lo mismo, como Évora, que se puso Liberalitas Julia; Calahorra, que se llamó Julia; Andújar, Forum Julium; Mértola, Julia Mirtilis; Santarem, Julium Praesidium; y Lisboa, Felicitas Julia. Todos estos pueblos se mudaron sus nombres por respeto al César ¿No pudo haberlo hecho Zafra con el suyo? ¿Y no parece que es esto mismo lo que dice la palabra Restituta en su propio y genuino significado? Enhorabuena que diga reedificada en sentido metafórico; pero el natural es restituida o devuelta; como si dijera: devuelta o restituida a Julio. Esto pudo suceder; habiendo estado poseída de la facción de Pompeyo; reedificarse, no; puesto que no estuvo destruida. Por tanto, discurro, contra la Historia, que Zafra trocó su primitivo nombre Segeda en el de Restituta Julia, no por Octaviano Augusto, sino por Julio Cesar.99 Retuvo este nombre hasta que, ocupada por los godos, la llamó Zafra, del suyo propio, uno de los tres primeros capitanes de aquella nación, el cuál conserva. Dominada por los sarracenos, establecieron en ella una feria que se piensa ser la misma que todavía se celebra en el mes de junio; y erigieron un fuerte o castillo sobre la inmediata sierra del Poniente. En este se entró con sus riquezas Zulema, usurpador del reino de Córdoba, huyendo de Hisen, su rey, que lo había derrotado en una sangrienta batalla por los años 1012. Pero, estrechado mucho Zulema, y temiendo su muerte, se fugó del castillo, abandonando sus tesoros, de los que se apoderó Hisen por asalto, degollando la guarnición y regresándose a Córdoba. Se evidencia que fue el dicho el castillo de este suceso (y no el que se llama palacio a levante de la población) por la inscripción que este último presenta sobre su puerta, por la que consta que su obra empezó en el 100 año 1437. 38

El rey don Fernando conquistó a Zafra de los moros en 1240; la repobló de cristianos, y se la adjudicó a Badajoz, quien la obtuvo hasta que el rey don Enrique III la vendió a don Gómez Suarez de Figueroa, hijo del Maestre don Lorenzo, por despacho dado en Alcalá de Henares a 28 de febrero de 1394. Desde entonces pertenece al Estado de Feria, propio en el día de los Excelentísimo Señores Duques de Medinaceli. La amuralló después bajo la forma y dimensiones anotadas en el lugar correspondiente y por los años de 1428 el citado don Gómez contratando con sus vecinos le acarrearen la piedra con condición de relevarlos del feudo de una guardia a su casa, con que estaban pensionados. Por los años mismos de 1428 abriendo los cimientos del convento de Santa Clara se halló una imagen de la Virgen Nuestra Señora, de piedra blanca trasparente, enterrada quizás desde la invasión sarracena y con ella este letrero “Santa 101 María del Valle ora pro nobis”. Se colocó en el Altar ma102 yor; y prueban que la Señora acogió bajo las alas de su protección al convento, los dos casos siguientes: La realidad del primero estriba sobre el testimonio de don Pedro Suarez de Figueroa. Afirmó pues este Conde de Feria que asomado a una ventana de su palacio, en una tempestad furiosa de truenos, en que cayeron algunas centellas con daño de muchos edificios y personas, vio un espantoso globo que amenazaba desplomarse sobre el convento de Santa Clara, y que al mismo tiempo apareció en el aire una mano que dando un golpe al globo ardiente, lo rechazó y arrojó a las piedras del Castellar, donde se desvaneció. Sin duda hace alusión a este suceso una piedra puesta (inversamente por inadvertencia) sobre el muro occidental del dicho Convento, tocante al citado Castellar, que dice con caracteres góticos “Santa María del Valle oró por 103 Santa Clara”. La verdad del segundo caso se apoya sobre la referencia de doña Sancha, religiosa muy espiritual, comunicada de unas a otras desde entonces hasta el presente. Dice pues esta tradición, que sufriendo la Extremadura una epidemia cruel vio la citada religiosa dos ángeles despidiendo saetas a los habitantes de la villa, y que aproximándose el mortal estrago al convento de Santa Clara salió al encuentro Nuestra Señora del Valle a cu104 ya augusta presencia se retiraron los ángeles perencientes dejando ilesos a los individuos de la protegida Comunidad. 39

¿Hubo ilusión o fanatismo en estas ocasiones? Pudo haberlo; pero, ¿lo hubo? Yo sé que en las personas deponentes no concurren las exquisitas circunstancias que obligan a la razón a prestar firme aserto al testimonio de uno solo; pero, sobre que mi destino no es hacer la crítica de estos sucesos ni de anotar los de esta clase, con tal que sean tradicionales, yo no encuentro inconveniente en asentir y dar por ciertos los predichos.105 Mas, si atendiendo a su trascendental importancia en la religión, deseamos hechos más auténticos, Zafra los presenta también de esta manera; pues llegando a ella, y a este mi convento de la Mina (procedente de la América, según la tradición y la expresión de un dístico que de tiempo inmemorial se lee en sus estampas) la sagrada imagen de un crucifijo, obra especialísima del arte, y que adoramos bajo la advocación misteriosa del Santísimo Cristo del Rosario, se sirvió el Señor de manifestar desde luego y tan magníficamente su omnipotencia y bondad por medio de ella, que, arrebatando los respetos, la devoción y la confianza de todos, ha sido siempre, y es incontestablemente hasta el día (en que se cuentan 216 años de colocación) la verdadera ciudad de refugio y el oráculo de esta villa, ante cuyas aras a todas horas vienen a postrarse sus habitantes, y a cumplir sus votos los pueblos comarcanos. Jesucristo, por su divina imagen del Rosario, ha dado vista a los ciegos, pies a los cojos, salud a los enfermos, y a los muertos vida. Más breve: Ha obrado en Zafra (como en la Judea y Galilea, durante su vida mortal) innumerables prodigios, públicos, examinados y autentizados; cuyas memorias y documentos existen en los archivos.106 Vuestra Excelencia me exige sucesos religiosos, y me ha parecido que los citados obtienen un lugar principal. Mudemos de objeto. Se ve en Zafra una costumbre digna de nota, y no sé si la llame verdadero abuso. Sube al presbiterio su Ayuntamiento el Jueves Santo, a comulgar, con espada en cinta. Se introdujo de este modo: Como por los años 1750 era Teniente Gobernador don Francisco Venegas y Saavedra, padre del mencionado Excelentísimo Señor don Francisco Javier, pasó, como privilegiado, por ser caballero de hábito de Santiago, a comulgar con espada; sin reflexión hicieron otro tanto todos los concejales; callaron griegos y troyanos, y ha prevalecido el hecho. Impróbolo 40

y quiso remediarlo, año de 1814, el actual Ilustrísimo diocesano, el señor don Mateo Delgado y Moreno; pero el Ayuntamiento consiguió una Real Orden de nuestro amado rey y señor don Fernando VII (que Dios guarde) por la que gusta Su Majestad que el señor obispo no los inquiete, sin interceptarles el recurso 107 de poder exhibirles los documentos de posesión. Así se están. Por medio de la villa atraviesa un bosque o husillo cubierto, por el que pasa a la rivera, que es occidental, toda el agua que baja de la sierra de los Santos, que está a levante. Juntándose en tiempo de lluvias mucha más que la que podía recibir su marco, se rebasaba hasta llenar un gran bajo, y echarse por la puerta Nueva, inundando calles y casas, y causando estragos considerables. En el año de 1761 tiró la inundación, entre otros perjuicios, con 66 varas del cerco del convento de Santa 108 Catalina. Era, pues, indispensable un baluarte que defendiese al pueblo de estos peligros; y se verificó su construcción en el año de 1792. Frente a la muralla oriental, que en esta parte se conserva íntegra, se levantó un buen muro de 112 varas de largo y cinco cuartas de espesor; y rellenando el espacio medio, resultó un terraplén de 25 y más varas de ancho, y parapeto de dos varas de altura, mirando a levante. La villa ha quedado a cubierto con esta obra, digna, en mi concepto, de designarse entre las más útiles de las civiles. Es cuanto me ha ocurrido sobre 109 el punto. Número de muertos en el quinquenio por años, con distinción de sexos y expresión de enfermedades extraordinarias si las ha habido y medios empleados con ellas.

Sin intervención de enfermedades extraordinarias, han muerto en Zafra en el último quinquenio 728 personas. Con separación de años lo demuestra el Plan Años de

Hombres

Párvulos

Mujeres

Párvulos

1823

43

24

28

21

1824

42

18

42

17

1825

35

33

40

36

1826

53

50

39

35

1827

52

40

49

31

225

165

198

140

41

Número de nacidos en la misma época, con las mismas distinciones.

El número de nacidos, en dicha época, ha sido de 1.390. Plan

Años de

Número de matrimonios celebrados en el mismo quinquenio con distinción de años.

Varones

Hembras

1823

130

126

1824

151

138

1825

141

136

1826

144

141

1827

142

141

708

682

Y el número de matrimonios celebrados en el mismo quinquenio es de 255, de este modo: Plan

Años de

1823

57

1824

75

1825

53

1826

45

1827

25 255

Número de habitantes según los padrones.

No se conservan los padrones de los años 99, 8 y 14; por tanto no puede apurarse el número preciso de los habitantes de Zafra en aquellas épocas. No obstante, calculo que hasta el año 1808 tocaría la población en 1.500 vecinos; y que ya en el 14 no pasaría de 1.380. Guerras, mortandad de la juventud, emigraciones y disminución de matrimonios son causas naturales de una rebaja que ha ido aumentándose sensiblemente hasta el día. Zafra, este cuerpo, en todos sentidos está reducido 110 a medias carnes.

Precios de los frutos y comestibles especialmente los de primera necesidad y de los ganados y lana en los quinquenios de 1800 a 1804, 1808 a 1812, 1814 a 1818 y 1822 a 1826, con la debida separación de años en épocas medias de ellos; sino en el todo en la parte posible.

Así es que, desde el dicho año de 1808 en que se levantaba la casa que se caía y se edificaban otras, se han asolado más de 100 casas, y se habrán levantado como una docena. No me ocurre ninguna que se haya edificado de nuevo. Mis compatricios han cambiado de ideas; ¿qué talismán los habrá transformado? O no tienen dinero, o lo guardan. Aun nos tienen asustados las funestas catástrofes que alternativamente hemos sufrido.

42

Los precios medios que, en los años de los quinquenios de 1800 a 4, de 1808 a 12, de 1814 a 18, y de 1822 a 26, tuvieron los frutos y géneros de primera necesidad que se especifican, son los que demuestra el: Estado Años Trigo Habs. Cebada

Garbs. Carnero Vaca Aceite Cerdo

1800 57 f. 1 54 2 84 3 58 4 200

44 47 40 40 120

27 f. 40 40 32 100

80 f. 75 90 140 270

85 90 90 100 110

600 640 575 520 700

60 a. 50 35 48 60

40 a. 55 44 53 52

1808 69 9 75 10 53 11 240 12 400

40 55 50 120 100

20 25 30 100 100

70 80 110 320 480

65 60 70 70 80

600 700 800 750 1000

60 48 60 76 60

42 50 36 50 67

1814 15 16 17 18

60 68 50 50 56

50 40 40 48 40

30 36 25 40 30

120 100 80 80 90

70 135 107 90 96

1600 1300 765 700 700

76 80 100 90 55

76 56 46 40 65

1822 23 24 25 26

44 47 50 75 42

17 18 32 24 40

26 15 20 24 26

45 50 40 78 80

44 40 44 48 54

560 520 480 480 480

40 40 46 46 40

29 32 32 45 32

Desde el año 1800 hasta el día ninguna de las tierras de Zafra se ha perdido; no consiente la limitada extensión de su término se vuelvan eriales. Se han roto, sí, las de las Dehesa Nueva, que monta 1.200 fanegas como está dicho. La ganadería de este pueblo casi no merece mención: su número ha sido siempre cortísimo, pues lo estrecho del país y su clase, ni da lugar a que se tengan muchas cabezas, ni a que se prosperen. Después de esto, los franceses casi las remataron. Por tanto, se halla este ramo en el estado decadente que noté arriba. Zafra depende de Badajoz para los sorteos de milicias, y dista de Cáceres 22 leguas, de Madrid, 64.

43

Notas adiccionales cuyas llamadas se hacen con esta (*), bajo los puntos a que corresponden. 1ª Posteriormente a lo que apunté sobre las escuelas, se han reducido a dos las de los niños, y a una solamente las de las niñas; pues las demás se han cerrado por no estar examinados los maestros. Resultan de aquí muchos perjuicios: ni los padres pueden sufragar el alto estipendio de los maestros examinados, ni estos quieren recibir tantos discípulos, ni se adelantaría nada si los recibieran; pues los más se instruirían mal y tarde. Si esto no se remedia, habrá en lo sucesivo una multitud de muchachos con todos los resabios de la falta de educación, y de hombres que no sepan persignarse ni cómo se llama la A. ¡Cuantos males! 2ª Entre los especiales artefactos deben colocarse: el retablo mayor de la Colegiata; el de la capilla de Nuestra Señora de la Valvanera, en la misma; y el mayor también de la ermita de san José. Son de talla dorada, majestuosos, y tan arreglados, complicados y variados en su adorno, que muy bien acreditan el gusto, las grandiosas ideas y la pericia no común de sus artífices. 3ª Algunos suponen a Zafra cercada con muros mucho más antiguos que los que le puso la Casa de Feria, a principios de la segunda cuarta parte del siglo XV, mas ninguno señala dónde estuvieron, ni por dónde fueron. Yo no les encuentro el rastro más leve. 4ª Los cadáveres de las religiosas se sepultan en sus respectivos claustros, en virtud del privilegio real; que parece todo origen de la respetuosa representación que dirigieron a Su Majestad (año de 1816) los conventos de esta villa. Zafra y julio 14 de 1828 Besa la Mano a Vuestra Excelencia (B.L.M. a V.E.) Fray Antonio Matamoros (Hay una rúbrica) 44

Carta de remisión Confiado en la bondad de V.E. me atrevo a dirigirle la adjunta respuesta, aun después de cumplido el año en que me honró con la pregunta porque sé que no he podido evacuarla antes, ni empezarla hasta en los dos últimos meses. Como en los blancos del impreso no cabía muchas veces la contestación prescindí de él, pareciéndome lo menos inconveniente. No tengo motivo para presumirme haya llenado las ideas de V.E. pero no para afirmar, que estimulado de mis deseos de complacerlos he hecho cuanto a estado a mi alcance. Dios guarde a V.E. m. años. Zafra y Julio, 14 de 1828. Fray Antonio Matamoros Hay una rúbrica Excmo. Señor. Capitán General de Extremadura. Capitanía General de Extremadura. Acompaño a V. el adjunto impreso a fin de que se sirva evacuar el encargo que en él le hago, si al verificarlo pudiese V. ampliar las noticias en el todo o en parte algún otro pueblo espero lo verificaría por separado; y si los conocimientos que adornan a V. pudieran facilitar la descripción de la Provincia o de algunos de sus partidos, ya en la parte geográfica ya en la histórica, en la estadística, económica, etc sería un servicio doblemente apreciable. Dios guarde a V. m. años Badajoz 11 de julio de 1827 José San Juan R. P. Fr. Antonio Matamoros de Orden de Sto. Domingo. Zafra

45

Notas 1

Por la misma fecha en la que advertíamos esa mención a Matamoros, Juan García Gutiérrez publicaba un artículo sobre el epitafio en el convento de Santa Clara del noble zafrense García Lasso de la Vega (1996: 63-65). En él agradecía a Javier Marcos Arévalo que le hubiera facilitado una copia del manuscrito Historia de Zafra del padre Matamoros. 2

Un indicio del interés por la historia de García de Vinuesa es el hecho de que el ayuntamiento de Zafra de 1900 que él presidía contribuyó con 2.000 ptas., pagaderas en cuatro anualidades, a la edición del libro Glorias de Zafra, de Vivas Tabero. 3

Marzo y Torres, 1828.

4

«Copia de las contestaciones dadas al interrogatorio que dirigió el excelentísimo Sr. Capitán General de esta provincia D. José de San Juan, dadas con fecha 24 de marzo de 1828, firmadas de los señores D. Jacinto Marzo y Torres, Corregidor de esta villa, el Sr. Don Francisco Martín Colmenar, presbítero, vicario eclesiástico y cura de la iglesia de Santiago; D. Luis Antonio Chamizo, presbítero, cura ecónomo de la iglesia de Santa María; D. Blas Gómez Durán, presbítero, cura de la iglesia de San Juan; D. Pedro Chaves Flores, presbítero, cura de la iglesia de San Mateo; D. Alonso García Cepeda, presbítero secularizado, capellán del Monasterio de Jesús; D. Pedro de la Riva Álava; D. Vicente Sánchez García; Hijosdalgo, y el Sr. D. Antonio de Arce, marqués del Reino; a quienes se les dirigió un ejemplar de interrogatorio a cada uno, y se contestó en unión por todos en la forma siguiente» (Marzo y Torres, 1828: 5). 5

No se puede asegurar con precisión cuántos ítems tenía el cuestionario original. Es posible que en el libro Cáceres en 1828 se agrupen, con el objeto de facilitar la respuesta, algunas cuestiones que originariamente estaban desagregadas. 6

El jesuita Juan de Mariana (1536-1624) publicó en castellano la Historia General de España en 1601, tras varias ediciones en latín, la primera de las cuales fue de 1592. Hasta el siglo XIX fue la principal obra de referencia histórica de España. 7

Editado en Madrid, en la imprenta de Pierart-Peralta. 47

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Aunque, como hemos señalado en la Introducción, esta referencia es casi cita literal del Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal de Sebastián Miñano, el origen de la hipótesis que hace provenir el nombre de Zafra de un capitán godo está en la obra del cronista Ambrosio de Morales. Éste en su Cronica general de España, continuación de la Florián de Ocampo, dice: «Cuando estos godos salieron de su tierra, como Juan Magno refiere, traían por sus tres Capitanes principales, a Fridigerno, Baltheo y Zafra, y deste nombre godo podrían algunos pensar que les quedó el suyo a los tres lugares que en España agora lo tienen, en Extremadura, en la Mancha, y junto a Molina». 9

Sobre la fundación de villas y ciudades se escribieron desde el siglo XVI al XVIII obras literarias, como las de Ambrosio de Morales o Rodrigo Caro, que otorgaban orígenes míticos a las poblaciones de renombre en la época. Para entender la obra del padre Matamoros y su insistencia en lo mismo para Zafra, a pesar de las evidencias en contra que el propio autor advierte, no está de más sugerir, ahora, aunque volveremos sobre el asunto más adelante, que desde el punto de vista de la historiografía actual debemos desechar un origen romano, visigodo o musulmán al actual casco urbano de Zafra por carecer de base arqueológica o documental para ello. Lo que no se contradice con que en el término municipal de la ciudad se hayan encontrado restos de esas épocas o incluso más antiguas. 10

Las armas concejiles en principio solo presentaban el búcaro de azucenas alusivo a la Virgen de la Candelaria, en cuya festividad (2 de febrero) la tradición sitúa la conquista del castillo de Çafra, o de El Castellar, por Fernando III el Santo durante la campaña de 1240-1241. Y así se indica en la Primera Crónica General mandada escribir por Alfonso X, que cita Salazar (1955: 40-50). Una de las piezas armeras más antiguas es la que se expone en el Museo Santa Clara, procedente del desaparecido castillo de El Castellar; otras piezas del siglo XV pueden verse en la fachada de la antigua Audiencia, en la plaza Chica, en los pilares del Duque y de San Benito y en la torre del homenaje del Alcázar condal. Desconocemos el momento en que se decide partir el campo del escudo e introducir el castillo en el cuartel siniestro: la descripción más antigua, que conocemos, de estas armas es de 1675 (Cfr. Méndez Silva: 63v) y el ejemplar más antiguo que conocemos es el que aparece en este manuscrito. 11

Cuando escribe Matamoros, en 1828, aún existían dos alamedas en Zafra. La principal es la que acabaría originando el actual parque de la Paz, en el campo de Sevilla. Pero con anterioridad a esa existía una Alameda Vieja, paralela al lienzo de muralla que surgía a la derecha de la salida de la Puerta de los Santos y hasta la calle Ancha. Posiblemente ocupara el espacio alargado de forma triangular que actualmente se abre delante de la casa de la familia González Lafont (Vid. Peláez, 1996: 153-155). 12

Ninguno de los conventos de frailes citados se mantiene en la actualidad. El de San Onofre es un campo de ruinas; del de San Benito solo se conserva una torre conocida como de San Francisco y lo que fue su enfermería en la calle Ancha. Tan solo la iglesia del convento de la Encarnación y Mina sigue abierta al culto, pero es conocida como del Cristo del Rosario. 48

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De los conventos de dominicas solo subsistió, hasta hace unos pocos años, el de Santa Catalina. Dilapidado su patrimonio mueble, hoy, vacío, peligra su magnífico edificio mudéjar de seguir abandonado. El de Regina Coeli estaba situado en el actual Casino de Zafra, advirtiéndose los espacios eclesiales en parte de la cafetería. 14

El de Santa Clara es el único convento de antigua fundación que subsiste en Zafra. Los otros conventos de clarisas desaparecieron tras la aplicación de la Ley de Desamortización de 1836 o de Mendizábal. De Santa Marina se conserva solo su iglesia, convertida en Centro Cultural de Caja Badajoz. El de la Cruz de Cristo es hoy el Ayuntamiento de la ciudad. 15

El de carmelitas de Santa Teresa, conocido como convento del Barrio, cerró su puerta hace pocos años para especular con su solar. Su patrimonio artístico mueble fue sacado ilegalmente, como el de Santa Catalina, de nuestra región. Mientras, su iglesia dieciochesca, vacía y cerrada, aguarda destino; la huerta es ya asiento de nuevos bloques de viviendas. 16

De las tres ermitas marianas citadas, tan solo se conserva la primera. Todas estaban dispuestas sobre puertas de la muralla: la de la Virgen de la Caridad, situada sobre el Arco de Jerez, es más conocida hoy por la imagen del Cristo de la Humildad y Paciencia que en ella se venera. La capilla de la Aurora, que se elevaba sobre el angosto y largo cañón de la puerta de Sevilla, era una edificación del siglo XV, profundamente modificada y ampliada en el XVII y demolida en 1890; su imagen titular está expuesta actualmente en el Museo de Santa Clara. Y la capilla de la Virgen de la Concepción y del Amparo, que lo estaba sobre la puerta de Los Santos, fue edificada en 1676 y demolida exactamente doscientos años después (Vid. Rubio Masa, 2001: 35-37). 17

Sorprende que el autor no cite la ermita de San Román: una vieja capilla situada al norte del núcleo urbano, señalada en 1461 en el testamento del primer Conde de Feria y, hoy, incluida en el cementerio municipal. Quizá entonces no tuviese culto o estuviese en ruinas como señala Madoz (1850: XVI 446). 18

El Hospital de la Salutación o de Santiago fue fundado por Lorenzo II Suárez y su esposa María Manuel, los que serían primeros condes de Feria, probablemente hacia 1438. Y lo hicieron en la casa que había sido residencia señorial en Zafra antes de la construcción del alcázar, pues así se especifica en la carta de constitución de mayorazgo datada en 1446. El edificio que lo alberga es obra de finales del siglo XV y principios del XVI (Para más información sobre el hospital puede consultarse Sánchez Gómez-Coronado, 1987; Rubio Masa, 2001: 67-70 y Rodríguez Mateos, 2003: 442-448). 19

El Hospital de San Miguel es una fundación mucho más antigua de lo que señala el autor y vinculada a la Casa de Feria. En su testamento, datado en 1480, la segunda condesa Constanza Osorio expresaba su voluntad de reedificar el establecimiento hospitalario, que al parecer su esposo había decidido cambiar a un emplazamiento más cercano a la iglesia y a las plazas (Vid. Rubio Masa, 2001: 70-74). 49

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Es en el siglo XVIII cuando dos importantes legados testamentarios añadieron a la función asistencial primigenia del hospital, la curación de enfermos de sífilis, el mal gálico o galicano que se decía en la época. Al importante legado de don Nicolás Rodríguez de Arenzana, otorgado en 1746, se sumó, en 1778, el copioso de su hermana doña Cecilia; de ahí que el patronato del hospital, tras la previsible autorización ducal pasase a sus descendientes. Durante un tiempo, el establecimiento cumplió con satisfacción la misión descrita, dadas las suficientes rentas con que había sido dotado, pero las diversas desamortizaciones acabaron con ellas. Así, nuestro autor se hace eco de su declive, en el que insiste Madoz (1850, XVI: 445), al reseñar que «no cumple el patrono con su objeto, por ser cortas las rentas con que se halla dotado» (Rubio Masa, 2001: 70-74 y Rodríguez Mateos, 2003: 448-454). 21

Sobre sus casas de morada, el clérigo Alonso (y no Antonio) López de Segura fundó el hospital de San Ildefonso. Las obras del hospital, dirigidas por el arquitecto Francisco de Montiel, se llevaron a cabo en la última década del siglo XVI y en la primera del XVII (Vid. Rubio Masa, 2001: 288 y Rodríguez Mateos, 2003: 448-454). 22

La falta de seguridad y el mal estado de la cárcel pública, sita en los bajos de la Audiencia de la plaza Chica, debía ser endémica. Ya en 1792 estaba en un estado tan ruinoso que «amenazaba acabar con la vida de los reos que no conseguían escapar», por lo que se iniciaron obras de reforma (Cfr. Moreno, 2003: 33). 23

Fray Antonio Matamoros añadió al final de su escrito una nota en la que corregía esta información sobre las escuelas. A mediados de 1828 cerraron tres de las escuelas de niños y otras tres de las de niñas «por no estar examinados los maestros». 24

En la Rivera de Zafra, el segundo duque de Feria mandó levantar una presa, a comienzos del siglo XVII, en la que se colocaron molinos que buscaba abastecer a una población que se preveía aumentase en poco tiempo, tras las mejoras socioeconómicas que los duques tenían programadas para convertir a Zafra en una villa ducal. La presa construida, que es una de las más antiguas de la región, formaba un embalse conocido como la Albuera (sic) de Zafra: en él se sofrenaban las aguas que, provenientes de los campos de Alconera y de las vertientes del Castellar, discurrían por la rivera, con la finalidad de encauzarlas a través de pozos cuyo caudal movía los molinos harineros instalados en el propio muro de contención (Rubio Masa, 2001: 261). Entre el siglo XVIII y el primer cuarto del XIX, los molinos de la Rivera zafrense se agrupaban en dos espacios diferenciados: uno, la Rivera de Arriba, comprendía los molinos Cubo Alto, Doña Cecilia, Belén, Infante, Dorado, Romero, Enciso, San Román, Carrasco, Piedra Hendida, Grillo y Arenzana. El otro, la Rivera de Abajo, lo componían otros doce molinos: Centenillo, Beatas, Carmelitas, Cerón, Velasco, Amaya, La Casa, Liaño, Retuerta, Charco o Playón del Infierno, La Albuera y don Pedro Avecilla. Los más productivos eran estos últimos (Cfr. Moreno, 2005b: s/p). 50

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La Cofradía de la Caridad, una de las instituciones benéficas más interesantes del pasado de la ciudad, tuvo su sede primera en el hospital de San Miguel y se trasladó al de Santiago, en la década de los setenta del siglo XVI. Ocupaba los espacios dispuestos sobre la crujía este del patio, en donde se ve un blasón con una cruz y las hojas de higuera de los Figueroa. En sus orígenes estuvo la magnificencia de la Casa de Feria, que deseaba dar amparo a los indigentes de su señorío, y varios legados testamentarios entre el que se encuentran los del venerable Melchor de Molina, sepultado en la capilla del Evangelio de la antigua iglesia del convento de la Encarnación y Mina, o el del embajador en Persia, Silva y Figueroa. Pero del también citado Antón Perulero, un indiano del Perú, carecemos de noticias (Vid. Moreno, 2005a: pp. 58-59). 26

En 1798, treinta años antes, el Abad mitrado respondía, al interrogatorio de Tomás López, que la Colegial «se compone de un abad mitrado, con uso de pontificales y jurisdicción, en primera instancia, en los individuos de dicha colegial, de 4 dignidades, 12 canónigos, 8 racioneros, 8 capellanes de coro beneficiado y de varios ministros para el servicio del altar y coro y capilla de música» (López, 1991: 485). 27

En 1791, con ocasión del Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura se decía: «Hay seis abogados, escribanos cinco, cuatro procuradores y un promotor fiscal; de los escribanos, dos hay que son notarios de los reinos y todos lo son reales…»; «hay cuatro médicos, tres cirujanos y cinco boticarios…». 28

En 1437, Lorenzo II Suárez de Figueroa, aún Señor de Feria, inició las obras de construcción del alcázar, con el propósito de completar la defensa urbana y disponer de una nueva residencia señorial en la villa. Las obras duraron seis años, concluyéndose en 1443 como se indica en el tablero epigráfico situado en la torre del Homenaje. El alcázar adoptó tanto en planta como en alzado la regularidad característica de los castillos señoriales del siglo XV (Rubio Masa, 2001: 44-51). 29

La fachada principal intramuros del alcázar se abría a un amplio espacio que en la documentación de los siglos XVII y XVIII se denomina plaza o plazuela de Palacio. Su origen como espacio cerrado es medieval, y bien pudo ser concebido como albacara; pero, a partir de la segunda mitad del siglo XVI, adquiere un nuevo sentido como escenario de fiestas, juegos de cañas, justas, torneos, corridas de toros… En el siglo XIX, este espacio era conocido como «plaza de Armas del palacio», aunque su función no fuese tal; y así aparece denominada en la documentación, que refiere cómo su espacio se convirtió en una plaza pública en 1853, tras proceder al derribo del muro que la separaba de la calle Gobernador, merced a un acuerdo entre el duque y el ayuntamiento (Rubio Masa, 2001: 134-135). 30

De las tres puertas solo se conservan dos: la más antigua, aunque muy remodelada, es la puerta de Palacio y la otra es la del Acebuche. La desaparecida, conocida como puerta de San Antonio, estaba unida a esta última a través de un largo muro que seguía la calle Gobernador y cerraba, a sus espaldas, la plazuela. Se abría justo al lado de la casa de los 51

Mendoza de la Rocha y frente del cañón, que han heredado su nombre, bajo la casapalacio del Marqués de Solanda. 31

La puerta del Acebuche era la principal de palacio desde 1609 en que se concluyera la construcción del pasadizo que unía el palacio con la iglesia del convento de Santa Marina. La portada, que prestaban al palacio ducal un cierto sabor urbano, responde a un diseño de clara inspiración serliana. Su hueco arquitrabado, que arranca de la misma esquina de la galería, simula llevar sobre el dintel un arco adintelado con dovelas resaltadas. Se enmarca con pilastras y retropilastras toscanas con sillares resaltados o almohadillados alternantes, sobre las que apea un entablamento con triglifos. Encima, un frontón partido, que a lo mejor acogió un escudo de la casa ducal, y bolas herrerianas sobre netos, de las que solo se conserva una embebida en la cadena de sillería del ángulo del edificio (Rubio Masa, 2001: 136-137). 32

En torno a 1600, en tiempos ya del segundo duque Lorenzo IV Suárez de Figueroa y Córdoba, el vetusto alcázar condal fue sometido a una profunda remodelación para convertirlo en un palacio adecuado a las necesidades y gustos de la nobleza de la época de los primeros Austrias. Los cambios serán profundos, aunque se tuvo especial interés en mantener los viejos signos externos defensivos, y la heráldica e inscripciones del edificio primitivo, con el deseo de dejar clara la antigüedad del linaje de los Feria. Las obras consistieron en la edificación, en el centro del núcleo interior del alcázar, de un patio de mármol blanco de líneas clasicistas en sustitución de las primitivas crujías. Pero la idea básica fue obtener espacios polifuncionales abiertos a él, y conseguidos a costa de las antiguas zonas de servicio, que ahora pasan a ocupar dos alas de nueva construcción adosadas a ambos lados de la puerta principal del alcázar. Se edificaron también dos galerías abiertas, que rompieron con el hermetismo primitivo y permitían asomarse a un nuevo jardín, que vendría a complementar a la vieja Huerta Honda como escenario de fiestas y juegos a imitación de la corte. Las obras fueron encomendadas a Francisco de Montiel, Maestro Mayor de las obras ducales (Rubio Masa, 2001: 111-124). 33

En la primavera de 1605 se iniciaron las obras de una segunda fase de remodelación del viejo alcázar, que ya estaban acabadas en 1609. Una extraordinaria rapidez para la magnitud de lo que se construyó: un pasadizo o galería de nueva planta, que arrancaba del ángulo suroeste del palacio ducal para alcanzar la vecina iglesia conventual de Santa Marina, que se reconstruyó simultáneamente y a la que abraza su ábside y crucero por el norte. Las obras corrieron a cargo de maestros alarifes madrileños y de canteros extremeños, que siguieron las directrices de la primera duquesa (Rubio Masa, 2001: 124154). 34

La fecha que da Matamoros se referirá más a la conclusión de las obras, ya que la iglesia se comenzó a construir en torno a 1527, consagrándose en 1546, si bien sin terminar, pues las obras de la nave y de la torre se prolongaron hasta finales del siglo y, aún, hubo de esperar al siglo XIX para ver concluida esta última. La iglesia, de proporciones catedralicias, está edificada en líneas góticas, una sola nave, crucero de cortas alas y ábsi52

de ochavado, como era tradición eclesiástica en el siglo XVI (Cfr. Rubio Masa, 2001: 155-173). 35

En su Viage de España, el neoclásico Antonio Ponz (1784: VIII 186), solo se refiere a la iglesia como que es «espaciosa» ya que no es de su gusto; pero de la puerta de poniente, por su diseño clasicista, anota que «tiene buena fachada con columnas de mármol, dóricas en el primer cuerpo, y jónicas en el segundo». La portada se concertaba, a finales de 1700, con el cantero portugués Pedro Ferreira que habría de ejecutarla en el plazo de un año, con mármol blanco «de Burguillos, Alconera, Puebla y de Los Santos». Las imágenes de la Virgen, San Pedro y San Pablo seguramente son obra del escultor Cristóbal Jiménez Morgado que aparece como fiador en el contrato de la obra (Tejada, 1987: s/p). 36

Aún subsiste en el lado septentrional de la cabecera, pegada al ochavo de la iglesia, la que fuese su primera sacristía. Se accede a ella a través de una pequeña puerta practicada en uno de los muros de la capilla colateral del evangelio. Está dividida en dos plantas y una cámara en ambas: la baja, cubierta con una bóveda de crucería estrellada, cumplía funciones propias de sacristía, en sus paredes hay anchas hornacinas y repisas de obra que los celebrantes utilizarían para revestirse, mientras que la cámara alta, en la que aún puede verse una chimenea se usaría para hacer hostias (Rubio Masa, 2001: 163). 37

Creemos que Matamoros exagera al señalar la singularidad del arco rebajado que sostiene el órgano dieciochesco de la iglesia, pero no en el diseño de la escalera de caracol de la torre, que es del tipo llamado de San Gil, por apoyar sobre bóveda helicoidal, y ojo central (Vid. Rubio Masa, 2001: 166-169). 38

El mercader Hernán López Ramírez cuando decide levantar la, más tarde, llamada Casa Grande, para domicilio y sede de sus negocios, no pudo elegir solar más adecuado: la vecindad del Palacio Ducal y la cercanía de los conventos de Santa Marina y Santa Clara y de la Puerta de Sevilla dotaban al espacio urbano en el que se eleva de una categoría difícil de mejorar. Además, el edificio, cuyas obras comienzan en la década de 1590 y concluyen en 1601, tiene el empaque clasicista oportuno para dar la imagen de prestancia, solidez y modernidad que la actividad mercantil demandaba (Rubio Masa, 2001: 287288). 39

Desde antiguo la Casa Grande llamó la atención de propios y viajeros, sin duda, lo que buscaba el mercader. Ya en pleno siglo XVII era conocida por el pueblo como «casas grandes», y así nos lo advierte una partición que por herencia de ella se hizo en 1612. Y así mismo interesó, y no podía ser menos, a Antonio Ponz (1784: 186), quien señala que la casa «hace raya en materia de arquitectura entre las de Extremadura». Y como entonces era su propietario Ignacio Daza Maldonado y Ponz lo refleja, la casa ha venido conociéndose en las guías de viajes por sus apellidos. 40

En la obra de Miñano (1828: X 58) se escribe al respecto: «Sus calles denominadas de las Frisas, de los Cerrageros [sic] de los Tinajeros, del Mercado del Trigo, y aun de los Pasteleros, y sus fuentes de los Herreros, de los Caldereros, de los Zapateros, de los Teja53

res indican un pueblo activo e industrioso, que mereció llamarse en la época de su prosperidad Sevilla la Chica». 41

El acueducto sustentaba la cañería que unía el pilar con el manantío llamado Madre del Agua. De pequeñas dimensiones, era una construcción pobre de pizarra, ladrillo y cal que fue destruida en 1948, cuando se desplaza el pilar a su ubicación actual en la plaza de dulce Chacón. Pilar y acueducto aparecen en el lienzo Vista de la Feria de San Miguel de José Antonio Álvarez (1847). El traslado y la demolición buscaban alejar la concentración de ganado, que acudía a las ferias, para ampliar el espacio de atracciones festivas. La urbanización posterior de esa área ha dado lugar a la plaza de los Escudos. 42

Aunque siempre fue conocida entre el pueblo como plaza Grande, en los últimos siglos fue denominada de otras maneras: por plaza del Rey se conocía cuando escribe nuestro autor, después fue denominada plaza de la Constitución e, incluso, de José Antonio Primo de Rivera (Croche, 1982: 43). 43

La plaza Grande, originalmente, era solar de la iglesia medieval de la Candelaria y de su cementerio. A mediados del siglo XV, el desarrollo mercantil propició la construcción de soportales en los bordes del camposanto, para favorecer las transacciones comerciales. Entre 1555 y 1564, al derribarse la iglesia, nació la plaza como nuevo espacio abierto unido tangencialmente a la vieja plaza pública a través de un relativamente angosto paso. Pero, la disimétrica morfología y cierta imposición eclesiástica propició una solución urbanística ingeniosa cuyo resultado fue el dimorfismo y la regularización de los espacios que hoy vemos (Rubio Masa, 2001: 40-43; y 2007: 721-736). 44

La plaza Chica era la plaza pública, en cuyo lado oeste tenía su asiento la Audiencia concejil, y en cuyas gradas se pregonaban los decretos y normas de convivencia locales. Era, también, la plaza del mercado, en la que se celebraban todas las semanas desde 1380, al menos, en que fueron autorizados; por lo que allí estaba el cuarto o pieza del almotacén, oficial público o «fiel de las medidas y pesos», y la llamada vara de Zafra, grabada en un bloque de mármol para la comprobación de medidas de longitud. Su aspecto actual deriva de las reformas señaladas en la nota anterior, ejecutadas en la segunda mitad del siglo XVI (Rubio Masa, 2001: 40-43; y 2007: 721-736). 45

Por la morfología menor e irregular de las manzanas del entorno de la plaza Chica, respecto del resto del conjunto urbano intramuros, puede constatarse que esta sería la zona correspondiente a la aldea del siglo XIV, que fue encerrada por la cerca urbana. Pero, no es cierto que la plaza fuese zoco de una hipotética población islámica asentada en el lugar; y no hay constancia ni documental ni arqueológica de que en ella se hallasen unas supuestas ventas, llamadas de Asafrae, hasta el siglo XIII, ni que sus fachadas estuvieran cubiertas de azulejos árabes, hasta el siglo XVI, como refiere Vivas Tabero (1901: 4849) y repiten sus seguidores (Vid. al respecto Rubio Masa, 2007: 721-736). 46

La plazuela se muestra como un ensanchamiento de la calle que unía las puertas de Los Santos y de Jerez. Y surge por el necesario retranqueo de la manzana norte para permitir 54

el drenaje natural de las avenidas de agua que, en épocas de lluvia, entraban por la puerta de Los Santos, procedentes de cotas más altas, y atravesaban la villa a través de la llamada calle del Agua, nombre por el que aún en los siglos XVII y XVIII era conocida también la calle de Santa Catalina, actual de San José (Rubio Masa, 2001: 40). Desde antiguo hubo en su centro un pilar de brocal redondo, que le dio nombre y fue sustituido el pasado siglo por una fuente poligonal con copa, obra de los Sabán, familia de marmolistas granadinos establecida en nuestra ciudad a raíz de su fábrica. 47

Suponemos que Matamoros quería decir figura casi oval, pues es un óvalo irregular el que adopta la villa tras ser amurallada. Una forma característica «que recuerda con bastante aproximación la estructura de un caparazón de tortuga» adoptada en la Baja Extremadura por todas las poblaciones con cerca medieval (González Rodríguez, 1993: 123-124). 48

A pesar de la irregularidad observable en el plano de la Zafra intramuros, puede rastrearse un plan urbano preestablecido basado en una evidente simetría axial. El enorme solar cercado aparece dividido por dos ejes perpendiculares, en sentidos Norte-Sur y Oeste-Este, que tenían como extremos las cuatro puertas que en el siglo XV se abrían en la muralla. De los cuatro sectores o cuarteles, llenos con una treintena de manzanas cuadrangulares de gran tamaño, se diferencia el noroeste por su morfología menor e irregular al corresponderse su espacio con la aldea del siglo XIV (Vid. Rubio Masa, 2001: 37-40). 49

La cimentación de la muralla se inició en 1426 y las obras se prolongaron, al menos, hasta 1449, como se indica en el tablero epigráfico que conmemoraba la edificación de la puerta de Sevilla. La muralla, aunque era un elemento defensivo en caso de guerra y la de Zafra está vinculada a la inseguridad que se vive por las banderías nobiliarias del siglo XV, nacía con un afán de protección de las actividades artesano-mercantiles y la fiscalización señorial, a través de sus puertas, de los intercambios entre la villa y el campo circundante (Rubio Masa, 2001: 33-37). Una imagen de su estado a mediados del siglo XVII encontramos en el grabado que de la villa hizo Israel Silvestre, y que se expone en el Museo de Santa Clara. 50

De la muralla urbana de Zafra solo subsisten algunos trozos en la zona norte o del baluarte del Cubo, junto a la puerta de Jerez y en la ronda de la Maestranza. Su derribo, que ya se inició en el siglo XVI para proveer de solares de casas a la villa (Rubio Masa, 2007: 730), adquirió cierta dimensión a finales del siglo XVIII y durante el XIX (Vid. Peláez, 1996: 153-155). 51

Cuatro puertas se trazaron en la muralla al tiempo de su construcción: la de Badajoz al norte, la de Sevilla al sur, al oeste la de Jerez y al este la de Los Santos; a las que habría que sumar la servidera del Alcázar condal. Durante los siglos XVI y XVII fueron abriéndose otras para facilitar la comunicación extramuros. De la demolición sistemática de las mismas, iniciada a finales del siglo XIX, se salvaron las de Badajoz y arco del Cubo, la de Jerez y la de Palacio (Vid. Peláez, 1996: 153-155; Toro, 1997: 901-912). 55

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Como la puerta de Badajoz había perdido su función fiscal, en el siglo XVIII se abrió al lado un arco, llamado del Cubo, para facilitar el tránsito en la zona norte del recinto, que en esta época había adquirido cierto dinamismo al asentarse en la zona algunos miembros de la oligarquía local. Un documento de 1774 señala que «antiguamente era la entrada al pueblo por dicho cuvo, y la justicia, para evitar los perjuicios que ocasionavan sus ocultas entradas, dispuso condenar y tapiar las puertas y abrir un arco muy capaz y descubierto en el lienzo de la muralla» (Rubio Masa, 2001: 36). 53

En el pasado, una maestranza era una escuela en la que se enseñaba equitación y manejo de armas; después, vino a designar también las cuadras equinas y los talleres en los que se fabricaban o recomponían piezas artilleras, carros y otros útiles bélicos. La Maestranza de Zafra estaba situada en las traseras del hospital de San Miguel y tenía su acceso en el tramo de la Ronda entre las actuales calles de San José y Navas. Para su servicio se abrió una puerta en la muralla, que debía estar situada en el paso hoy privatizado que se advierte en el plano de Coello de mediados del siglo XIX. 54

La puerta, que daba entrada al camino que venía de Los Santos de Maimona y de Mérida, nos es conocida a través del grabado de Silvestre: arco de medio punto flanqueado por dos cubos. Pero en 1676 fue muy transformada al construirse encima la capilla de la Concepción y del Amparo (Rubio Masa, 2001: 37). En 1876 fue demolida completamente en aras del progreso (Vid. Peláez, 1993: III 553-562). 55

Por el apelativo popular de Nueva fueron conociéndose las puertas que se fueron abriendo en la muralla desde el siglo XVI. En el siglo XIX, es decir en el momento que escribe el padre Matamoros, la puerta Nueva era la situada al final de las calles de Frisas y del Beaterio, hoy de Huelva y Cerrajeros, respectivamente. Un documento recogido por Toro Fernández (1994: 102) refiere que la puerta estaba arruinada en 1826. 56

La puerta de Palacio era sólo servidera del alcázar y no del núcleo urbano como ha sido señalado por diferentes autores, incluido el padre Matamoros como vemos. 57

Delante de la puerta de Sevilla se extendía una amplia y soleada explanada de propiedad señorial, que se empleó para las ferias ganaderas. En ella confluían los caminos de La Puebla de Sancho Pérez, que conducía a Sevilla, el de Usagre y Llerena y el de Medina de las Torres y Fregenal. De lo que fue la puerta apenas si resta un machón de sillería, pero conocemos su aspecto a mediados del Seiscientos, por el citado grabado de Israel Silvestre, y en 1847 por el también citado lienzo de José Antonio Álvarez. Si primero la puerta se abría dentro de un torreón prismático, coronado de almenas y con cubierta a cuatro aguas; después, sobre el arco, se ve un balcón y se remata con un frontón triangular, producto de las reformas realizas en 1732 para ampliar la capilla que, desde antiguo, existía encima del cañón de la puerta. La puerta medieval debía ser más sencilla, es posible que en el frente estuviesen empotrada una lápida, hoy en el zaguán del Parador de Turismo, en la que se indica el año de 1449 como el de su fábrica, y la imagen de la Virgen de la Aurora, a juzgar por su envés (Rubio Masa, 2001: 35-37). 56

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La puerta de Jerez permitía el acceso intramuros a los caminos que provenían del oeste, es decir, los de Jerez de los Caballeros y de Salvatierra de los Barros. Cuando se construyó, el paso, bajo arcos apuntados, estaba flanqueado por dos torres semicilíndricas y en la fachada se ostentaban blasones heráldicos de la Casa de Feria a los lados de un jarrón de azucenas. Pero en el siglo XVII esta estructura fue muy alterada para disponer encima de puerta y torres una capilla dedicada a la Virgen de la Caridad. En la fachada se dispusieron a los lados del balcón las imágenes de san Crispín y san Crispiniano, patronos de curtidores y zapateros. 59

Un acuerdo municipal de 1588 reflejaba ya la insuficiencia de casas intramuros que tenía la villa, frente al progresivo crecimiento de su vecindario. Y, como ya no había terrenos libres, se dispusieron, con autorización ducal, a proveer solares de casa arrimados a la muralla u ocupando el muro y la ronda. 60

Sorprende que el padre Matamoros cite escuelas médicas de la época para justificar su respuesta y aún más que, junto a las clásicas hipocrática y galénica, mencione a los seguidores del médico francés Joseph Víctor Broussais (1772-1838), los que llama bruselistas, que creían que las enfermedades eran consecuencia de una inflamación del aparato digestivo y solo se remediaban con la sangría. A una pregunta similar, Joseph Martínez de Torres, abad de la Colegiata, respondía en el Interrogatorio de Tomás López (1991: 487) lo siguiente: «las enfermedades que comúnmente se padecen son tercianas, tabardillos, erisipelas, dolores de costado y constipaciones y su curativas son las regulares, según la facultad médica, sin que se observe particular método, que como más ventajoso al de otras partes deba publicarse». 61

La Feria de San Juan es la más antigua, ya que fue concesión de Enrique III en 1395. La de San Miguel fue autorizada por Juan II en 1453. 62

Aún faltarían algunos años hasta que, en 1834 y debido a la elevada mortalidad del cólera morbo que asoló Zafra, se comenzaran a inhumar cadáveres en el actual cementerio de San Román. Es significativo que el padre Matamoros aclare que «jamás se han conocido efectos perniciosos para la salud pública» a pesar de que por entonces aún se enterraran a los muertos en el centro de la villa. Diego Peral (1993: 168-169) nos informa que desde 1813 hubo una fuerte controversia entre el Ayuntamiento y la Iglesia sobre este asunto, que demoró más de dos decenios su resolución. 63

Matamoros únicamente destaca cuatro de las fuentes del término, cuando hasta treinta y nueve se señalan en la lista realizada por los «Peritos Labradores» en 1843, sin contar las nueve que sitúan en casco urbano (Cfr. González Sánchez, 2005: s/p). El agua de la fuente de Aguzaderas, situada en la sierra del Castellar, es «muy exquisita» según Vivas Tabero (1901: 86). La Sangría era un «manantío de agua medicinal, muy apreciada», situada en la cañada del mismo nombre a poniente de la sierra de la Almarrana. Situada en la sierra de las Milaneras, de la fuente Blanca manaba «agua mineral ferruginosa» (Rubio, 1853: 491), de un color que «tira a cobre», al decir del cura Vivas; que conside57

raba a la fuente de la ermita de Belén como de «agua muy rica y abundante». Todas eran de uso público y mantenidas con fondos municipales. 64

Arrecife o arezife «es calçada o camino empedrado» (Vid. Covarrubias, 1611).

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Treinta y seis años antes, el abad de Zafra, Joseph de Torres informaba acerca de las fábricas de la villa con las siguientes palabras: «Que ai 12 fábricas de curtidos, 2 de guantes especiales, que encierra un par de los regulares en la cáscara de una nuez, 12 molinos de aceite, dos fábricas de sombreros y otras de alfarerías, cola, lienzos y otros artefactos…» (Vid. López, 1991: 486). 66

Lo que después fue síntoma de progreso, entonces se entendía como expresión de penuria. En los albores de la revolución industrial, la agricultura se continuaba considerando como la principal fuente de riqueza. Cuando el término municipal era escaso y no podían ser muchos los que se dedicaran al cultivo de la tierra, sólo quedaba lamentarse y ser menestral, esto es, tener un oficio «mecánico». Pero, en el caso de Zafra, se hizo de la necesidad virtud, y ese tipo de oficios acabó configurando una sociedad más moderna que la agrícola de sus contornos. 67

Desde antiguo, los panaderos de Los Santos de Maimona «lugar que está muy cerquita de Çafra la del duque de Feria, y es bien conocido por su famoso pan», se acercaban para venderlo (Vid. Morales, 1575: 98). 68

La escasez de lobos debía ser desde unos decenios atrás ya que un siglo antes se hablaba de la Dehesa Nueva como «abrigo de lobos y otros animales nocivos». Así lo recoge Francisco Gragera (2001: 31) del libro de actas del Ayuntamiento de Zafra de 1719. 69

«En el término de la Villa de Zafra, del mismo partido, entre los dos caminos que van a esta Villa desde la de Feria, en la loma de la Alameda, junto a una peña hacia el levante, hay un mineral de plata, para cuyo beneficio se concedió facultad a Don Juan de Carranza y Compañía en virtud de Real Cédula expedida en 27 de julio de 1625» (Cfr. Gallardo, 1808: 88-89). 70

En el interrogatorio de Tomás López (1991: 487) a una pregunta similar se responde: «ai canteras de pizarras azules capaces de pulimento, otras de guijarros, otras de alabastro en la Lapa, y están abandonadas las minas de plomo en el sitio de la dehesa del Puncos, las del Boquerón junto a Guadájira y otra de plata en la dehesa Nueva y el Castellar abunda de piedras de yerro». 71

La fuente de Aguzaderas es clasificada como marcial o vitriólica por el doctor Tissot (1776: 589) en su tratado sobre enfermedades del campesinado. En el Interrogatorio de López (1991: 487) se califican las aguas de la fuente como delgadas, es decir, que tienen en disolución una pequeña cantidad de sales. «Que ai en término de esta villa muchas fuentes de aguas dulces, unas gruesas y abundantes, y otras delgadas y más escasas, y entre las delgadas se cuenta la célebre de Aguzaderas distante como tres quartos de legua del pueblo, a las espaldas de la sierra del Castelar, hacia la Albuera, cuya salubridad y 58

beneficio para uso común es bien ponderada del Doctor Gil Lir-n y del Tisa [sic] traducido, y la experiencia lo comprueba». 72

La existencia de un primitivo poblamiento y un castillo en la cima de El Castellar está acreditada desde las investigaciones del anterior cronista oficial de Zafra, Antonio Salazar. En 1955 publicó el libro El Castillo del Castellar (Datos para la historia de Zafra) en el que afirmaba que la fortaleza situada sobre las piedras de este risco era el de Sajra de Abú Hassan, denominado el pitón en las fuentes musulmanas. 73

La Lapa se segregó de Zafra, y pasó a ser un municipio independiente, el 24 de octubre de 1842. 74

La relación de «hombres ilustres» de Matamoros está extraída en gran parte de la de Ascensio de Morales (1754). Ésta la integran once personajes que Matamoros repite casi en el mismo orden y con significativas coincidencias en la descripción. Salvo el añadido de García Lasso no citado por Morales y con el que Matamoros abre su lista los once ilustres de uno son los primeros once ilustres del otro. Quizá porque fuera copiada de la de Morales, los mismos once personajes aparecen en la contestación que Julián Romero y Moya hace desde Zafra en 1791 al Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura. 75

García Lasso nació en Zafra aproximadamente en el año 1422 y murió en Granada el 21 de septiembre de 1455 al atravesarle la garganta una flecha enemiga. La transcripción correcta de la lápida de Santa Clara la ofrece Juan García Gutiérrez (1996: 63-65), así como una «traducción rítmica» del texto: Egregius miles clarisque parentibus ortus, Ismaelitarum terror custos patriaeque, Garcias iacet hic Lasso cognomine dictus, Ante suum regem percussus namque sagitta Corruit expirans in gutture vulnere fixo. At mors nil nocuit nam vivit fama perennis El egregio soldado nacido de padres ilustres, El terror de los moros y defensor de la patria, Aquí yace García Lasso de apellido llamado; Pues herido por una saeta cayó ante su rey Y expiró por la herida que se abrió en su garganta. No lo dañó la muerte, pues vive su fama perenne. 76

El Cardenal Mendoza era quinto hijo de Iñigo López de Mendoza, primer marqués de Santillana y de Catalina Suárez de Figueroa, hermana del primer conde de Feria. Pero no era natural de Zafra como se sugiere, sino que nació en Guadalajara en 1428 (De Salazar, 1625: 61-64); si bien la bibliografía habla de que se crió en nuestra ciudad, en casa de sus abuelos maternos (Vid. e.g. Villalba, 1999: 9). 59

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Hernando de Zafra nació en Zafra, según Vivas Tabero en 1450 (1901: 438), y murió en Granada el 17 de agosto de 1507. Fue un hombre hecho a sí mismo, elevado desde un origen humilde hasta una de las más altas responsabilidades del reino. Había sido funcionario de la corte del rey Enrique IV y escribano mayor de rentas del obispado de Badajoz, pero aproximadamente desde 1485 comenzó a ejercer como secretario real ya al servicio de los Reyes Católicos. Protagonizó las negociaciones para la rendición de Granada y tuvo parte importante en la reorganización de la ciudad tras su conquista. Las numerosas mercedes y prebendas recibidas de los reyes le convirtieron en un hombre de enorme poder y fortuna personal (Pérez Boyero, 1993-1994: 175-207). 78

Nacido en Zafra en 1555 y muerto en Madrid en 1620, Pedro de Valencia es quizá el más insigne zafrense de la historia. Hombre de leyes, teólogo, humanista, erudito, cronista del rey Felipe III… Sólo publicó una obra en vida (Academica sive de iudicio erga verum ex ipsis primis fontibus), aunque dejó una importante producción de textos bíblicos, religiosos, literarios, sociales y económicos. 79

Juan Maldonado (1534-1584) es reconocido como uno de los principales exégetas del siglo XVI. Jesuita, fue profesor de filosofía y teología en París, donde descolló por la claridad y pedagogía de sus disertaciones y por sus conocimientos bíblicos (es autor de unos renombrados Comentarios a los Evangelios). La mayoría de los autores lo consideran nacido en Casas de Reina, aunque son significativas las frases que le dedica Francisco de Quevedo: «blasón inmortal de la nobleza de Zafra, honra de España, admiración del mundo, hijo de la sagrada religión de la Compañía de Jesús» (Vid. Jauralde Pou, 1999: 60). 80

A Pedro de Valencia le sobrevivieron cinco hijos, y el primogénito fue Melchor de Valencia, catedrático de leyes de la Universidad de Salamanca, que llegó a ser Oidor de la Chancillería de Granada y probablemente heredero, a través de su padre y de su madre, de la biblioteca y demás enseres de Benito Arias Montano. 81

Alonso Ramírez de Prado (Zafra, 1549-1608) era hijo de Alvar Sánchez de Prado, mercader zafrense, y de Isabel Ramírez, natural de Segura de León. Reputado jurista al servicio de los reyes Felipe II y Felipe III, al primero de los cuales ayudó como dice Matamoros en su defensa de la corona portuguesa. Fue fiscal del Consejo de Hacienda, consejero del rey y miembro del Consejo de Castilla. Partidario del duque de Lerma, después perdió su apoyo y fue acusado y detenido en diciembre de 1606 por enriquecimiento ilícito a costa de las arcas reales. Dos años después murió en la cárcel. Góngorá le dedicó dos sonetos, al primero de los cuales corresponde este cuarteto: En una fortaleça preso queda Quien no tuvo templanza, y desplumado Cual la corneja morirá enjaulado Infamando sus plumas la almoneda. 60

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Uno de los hijos de Alonso fue Lorenzo Ramírez de Prado, nacido en Zafra en 1583 y cuyo padrino de bautismo fue Pedro de Valencia. En 1607 y 1608, recién licenciado en Leyes por la Universidad de Salamanca, defendió como jurista a su padre. El proceso y muerte de éste supuso un baldón para la familia, pero a pesar de eso Lorenzo logró ascender en la corte y fue miembro del Consejo Real de Nápoles, del Real y Supremo de Castilla, de la Real Hacienda, del Consejo de Indias, así como embajador especial ante el rey Luis XIII de Francia en 1628. Pero su actividad principal no fue pública sino intelectual, formando a lo largo de su vida una de las mejores bibliotecas de la España del siglo XVII, y escribiendo numerosas obras, entre las que destaca Consejo y Consejero de Príncipes (1617). Murió en 1658. 83

Marcos Ramírez de Prado, otro de los hijos de Alonso, no era natural de Zafra, sino de Madrid, donde nació en 1592. Estudió Artes y Teología en Salamanca y profesó en la orden franciscana. Fue obispo de Chiapas, de Michaocan y Metropolitano de México. 84

Alonso Ramírez de Prado, hijo, también nació en Madrid, en 1589. Fue sacerdote y jurista, Oidor de la Audiencia de Sevilla y de la Chancillería de Granada, así como miembro del Consejo Supremo de Indias. Escribió varias obras de mérito. Lope de Vega le dedicó, a él y a su hermano Lorenzo, unos versos laudatorios: …Dos ínclitos varones, Dos Prados, dos hermanos, dos Catones: A cuya integridad, genio y doctrina Rendir laureles pueden: Su gloria antigua ceden Lengua Griega y Latina, Que Don Lorenzo, y Don Alonso exceden Sus plumas celebradas De las canas del tiempo respetadas. 85

García de Silva y Figueroa no nació en Zafra en 1550 como se viene afirmando, sino en Medina de las Torres y en 1548. Murió en alta mar en 1624. Fue diplomático, así como corregidor y justicia mayor de varias ciudades, como Jaén, Badajoz, Toro... Su principal misión le fue encomendada en 1614 por el rey Felipe III: la embajada a Persia. De este viaje escribió unos Comentarios con importantes informaciones históricas (Cfr. Moreno, 2005a: 35-50). 86

Gómez de Figueroa era hijo de Gómez Suárez de Figueroa y de María de Orellana, nieto de García de Toledo y bisnieto del segundo conde de Feria, Gómez Suárez de Figueroa. Rector de la Universidad de Salamanca, fue nombrado en 1602 obispo de Cádiz y en 1611 obispo de Segovia, aunque no llegó a tomar posesión de este último cargo ya que murió el 13 de junio de 1612. Vivas Tabero, erróneamente, dice que nació en 1425 y que murió en 1485. 61

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Melchor Sepúlveda de Molina, clérigo de la orden de San Agustín, pertenecía a una de las más encumbradas familias de Zafra, la de los Sepúlveda y Jaramillo. Fundó en el convento de la Encarnación y Mina una capilla lateral, que fue el primitivo lugar de devoción del Cristo del Rosario. Se equivoca Matamoros al decir que murió en 1587 ya que según la sepultura que está en el suelo de la citada capilla, el año de su muerte fue 1578. Y también parece que está errado al creerle fundador de la Cofradía de la Caridad, creada en 1520 (Vid. Croche, 2006: 37-46), fue más bien uno de sus grandes benefactores. 88

Nacida en 1586 en Lima, Rosa de Lima era hija de Gaspar Flores, un arcabucero de la guardia del virrey, que había vivido en Puerto Rico y que era natural de Baños de Montemayor, y de María de Oliva y Herrera, criolla nacida en Lima. Los padres de María, y abuelos de la santa, eran Francisco de Oliva e Isabel Herrera, ésta última natural de Zafra, según una anotación en el margen de un manuscrito sobre la ascendencia familiar escrito por Bartolomé Martín Flores, primo de Rosa de Lima (Vid. Ángel Peña, Santa Rosa de Lima, la alegría de Dios). No yerra, pues, Matamoros al vincular a la santa con Zafra, aunque lo haga confusamente. 89

Cristóbal de Mesa (Zafra, 1561-Madrid, 1633), poeta, fue autor de algunas obras celebradas en su tiempo, como Las Navas de Tolosa, La Restauración de España, El Patrón de España… 90

García de la Huerta (Zafra, 1734-Madrid, 1787). Poeta y dramaturgo del neoclasicismo español. Su principal obra es Raquel, estrenada en 1778 y que trata de los amores del rey Alfonso VIII con una judía toledana. 91

Tomás Ugarte y Liaño (Zafra, 1754-Montevideo, 1804). Marino. Jefe de Escuadra destinado en América del Sur. Durante su estancia en Lima como primer comandante del Apostadero del Callao colaboró con el geógrafo Alexander von Humboldt en sus investigaciones. 92

Según Vivas Tabero, Antonio Reyrruad del Merín nació en Zafra a principios del siglo XVIII, pero debió de ser más tarde ya que en 1803 aparece como asesor del gobernador de Salamanca. En las «Respuestas Generales» de Zafra al Catastro de Ensenada figura un librero llamado Matheo Antonio Reyrruard, que podría ser familiar del catedrático. 93

Francisco Javier Romero nació en Zafra en 1758. Sacerdote y catedrático de Filosofía de la Universidad de Salamanca, acabó su vida como canónigo doctoral de la catedral de Toro. 94

Se refiere a Juan Justo García (1752-1830), aunque confunde el nombre. Presbítero, catedrático de Matemáticas de la Universidad de Salamanca y diputado liberal en 18201821, el zafrense García fue el creador del Colegio de Filosofía de Salamanca y está considerado el primer matemático universitario moderno de España. Sorprende que Matamoros lo mencione, teniendo en cuenta la afiliación liberal del insigne matemático. 62

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El pintor Juan Almira hijo lo mismo que su padre son, por ahora, una incógnita para nosotros. Miñano en su lista lo ignora y Vivas Tabero (1901: 446) da tan solo unas pinceladas biográficas sueltas, que poco nos ayudan; es más, da la impresión de haberse visto forzado por la lista de Matamoros a referir algo del mismo. Si ya en el dominico se advierte que habla de oídas, hasta deja en blanco la fecha de su fallecimiento; en el párrafo que le dedica Vivas solo leemos frases laudatorias de tintes huecos. No obstante, creemos que debió ser familiar, quizá hijo, del pintor Francisco Armida que firma en 1761 un lienzo de la Virgen del Rosario, que guarda la ermita de la Puebla de Sancho Pérez, y otro en 1776, intitulado Verdadero Retrato de Nuestra Señora del Valle, que se expone en el Museo Santa Clara de nuestra ciudad (Rubio Masa, 2006a: 96-97). Y nos surge la pregunta: ¿tendrá algo que ver nuestro Armida con Juan de Hermida, un pintor neoclásico sevillano que destacó por sus cuadros de temática costumbrista? 96

El militar zafrense Francisco Javier Venegas de Saavedra (1754-1838) fue gobernador de Cádiz durante unos meses desde noviembre de 1809 a julio de 1810 y encabezó a los firmantes de la famosa respuesta dada a los franceses por los defensores gaditanos: «La ciudad de Cádiz, fiel a los principios que ha jurado, no reconoce otro Rey que el Señor Don Fernando VII». Venegas acabaría ocupando un tiempo después la principal responsabilidad política que un natural de Zafra haya ejercido en toda la historia: virrey de Nueva España, máxima autoridad colonial del actual México, donde tuvo que sofocar la insurgencia independentista del cura Hidalgo. El ya general Venegas recibiría del rey al regresar de América el título de Marqués de la Reunión de Nueva España y, en 1818, sería nombrado Gobernador y Capitán General de Galicia. 97

La primera referencia escrita sobre esta estatua, conocida entre el pueblo como doña María Moya o de Moya, es de finales del siglo XVIII (Cfr. Ponz, 1784: 187-188). Situada en el compás conventual, era una figura de togado descabezada, de 1,75 m. de alto, esculpida en mármol. Se trata de una pieza de calidad entre las que se esculpían en serie, para después encajar la cabeza-retrato, los antebrazos y las manos del personaje al que estuviese dedicada. Seguramente proceda de algún yacimiento de la comarca, lo mismo que otras piezas reutilizadas en nuestra ciudad, desde el siglo XV. José María Moreno (2001: 31) nos informa que fue vendida en 1942 a Fernando Calzadilla Maestre, que era alcalde en esa época de Badajoz y aficionado al coleccionismo de piezas arqueológicas. A su muerte, la mayor parte de su importante colección pasó al Museo Arqueológico Provincial; pero nuestra María Moya quedó en manos particulares y, hoy, se exhibe a la entrada de una casa de campo cercana a Badajoz, en la carretera de Sagradas (Vid. Piédrola, 1996: s/p). De la cabeza referida carecemos de referencias, ni siquiera tenemos seguridad de que tal existiese: no se hacen eco ni Ponz, ni Vivas Tabero por utilizar dos extremos del arco cronológico; solo el padre Matamoros y, antes de él, el abad de la Colegiata (López, 1991: 487) se refieren a ella, como empotrada en una pared. 98

Ya hemos comentado en la Introducción el contraste que supone este párrafo en el conjunto del texto del padre Matamoros. El tono afectado de nuestro autor destaca más aún 63

por el escaso interés de la controversia elegida para practicar el estilo socrático: si Zafra cambió el supuesto nombre de Segeda por el supuesto nombre de Restituta Julia debido a Octaviano o a Julio César. 99

La existencia de un poblamiento urbano en Zafra en época romana y, más aún, los orígenes celtas de esa improbable ciudad, constituyen una de las teorías más arraigadas y menos fundamentadas de la historiografía tradicional zafrense. Segeda, Ugultuniacum, Restituta Julia, Contributa Julia… son algunos de los nombres con que los cronistas antiguos y alguno reciente han pretendido bautizar a esa primitiva Zafra. El cronista Antonio Salazar dedicó buena parte de su actividad historiográfica a refutar estas pretensiones. A pesar de que han aparecido numerosos restos de época celta y romana en el entorno de Zafra, ninguno de ellos vienen a sustentar la teoría de la ciudad y sólo a apuntar la existencia de un poblamiento disperso. 100

Buena parte de las noticias sobre la Zafra musulmana parte de cronistas antiguos como Ambrosio de Morales. Y no queda claro en las crónicas de éstos, si lo que relatan se refiere a la Zafra de Extremadura, y a su castillo de El Castellar, o al castillo de Zafra junto a Molina de Aragón. De hecho, en la bibliografía acerca de este último baluarte se atribuyen a él algunas de las referencias históricas que otros, entre ellos Matamoros, adscriben a nuestra Zafra. 101

La leyenda de la invención de la imagen de la Virgen del Valle con un letrero al abrir los cimientos del convento de clarisas es antigua. Ya la recoge Santa Cruz (1670: 521) y es repetida en diferentes documentos y pinturas del siglo XVIII. Mas lo cierto es que es una donación al convento de Elvira Laso de Mendoza, primera Señora de Feria (Vid. e.g. Rodríguez Liáñez, 1996: 123-146). La imagen de la Virgen con el Niño, esculpida en alabastro en la tercera o cuarta décadas del siglo XV, responde a la tipología de las Bellas Vírgenes, surgida en el último cuarto del siglo XIV en el arte centroeuropeo, pero pronto difundida por toda Europa como expresión escultórica del Gótico Internacional, un arte refinado, exquisito y cortesano, cuya producción alcanza los años centrales del XV (Rubio Masa, 2006a: 90-94). 102

La escultura del Virgen del Valle presidió la portada de la iglesia conventual hasta 1678; entonces, un milagro atribuido a la imagen movió a las monjas a trasladarla al interior y colocarla en el retablo mayor, primero al ático y, después, a la hornacina en que actualmente se ve. Un documento del archivo conventual, Noticias de las tres traslaciones que ha tenido la santísima y milagrosa imagen de Nuestra Señora del Valle, nos relata esos cambios (Vid. Rubio Masa, 2006a: 94-101). 103

La lápida de mármol que alude Matamoros, aún puede verse invertida en lo alto del torreón de la esquina suroeste del convento. Este letrero, en el que tan solo pone SANTA MARÍA DEL VALLE, es el que la tradición señala, aunque le falte la jaculatoria, apareció con la imagen de la Virgen al abrir los cimientos del convento. Matamoros, como vemos, lo considera recordatorio del milagro mariano del que es testigo el cuarto Conde de Feria, si bien el texto que alude difiere aún más. 64

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Matamoros o el escribiente de su manuscrito, leyeron mal la palabra percucientes, que se utiliza en la crónica para calificar a los ángeles que hieren o golpean, que copian como perencientes, y por eso así aparece en nuestra transcripción. 105

Como indicamos en la Introducción, una de las fuentes de Matamoros es la Crónica de fray Joseph de Santa Cruz, publicada en 1670. Precisamente, los dos milagros citados, el del conde don Pedro y el de la religiosa doña Sancha, están copiados casi literalmente, de la página 526 de dicha obra. 106

Sobre el Cristo del Rosario se ha escrito mucho. Como imagen de gran devoción en Zafra, las leyendas han enredado su historia. Un loable intento de clarificación fue la publicación por Salazar Fernández de cuatro artículos en Zafra y su Feria entre 1962 y 1965, que unificados se reeditaron en 2006. Quería el autor en ellos desmontar la historia relatada por Vivas Tabero (1901: 201-202) y las leyendas orales que circulaban en torno a la imagen. Y plantear que el venerable Melchor de Molina habría encargado la imagen para su capilla funeraria, a un maestro portugués entre 1575 y 1580. Hoy sabemos que Salazar tenía razón en el vínculo entre el Cristo y Molina, pues en el testamento que redacta en 1573 hace referencia al mismo; pero yerra en cuanto a la cronología y al autor. La imagen del Cristo del Rosario es más antigua aún. Un análisis comparativo con la imagen del Crucificado del retablo mayor de la concatedral de Cáceres, obra documentada de Roque de Balduque y Guillén Ferrant y fechada entre 1547 y 1551, arroja unas similitudes tales que fuerzan su adjudicación a esos maestros; preferiblemente al primero, a quien la crítica actual considera el escultor del conjunto cacereño. De ser así, el Cristo del Rosario debería ser anterior a 1561 en que fallece Balduque. 107

Hace alusión Matamoros a una significativa controversia entre el ayuntamiento de Zafra y el cabildo de la Colegiata, expresiva de un enfrentamiento de poderes que anunciaba los nuevos siglos. El conflicto a cuenta de ir a comulgar los ediles con espada ceñida se resolvió durante unos años en 1783 con una real orden que daba la razón al municipio. Mateo Delgado, obispo de Badajoz, volvió a reabrirlo prohibiendo en 1813 que acudieran así los regidores. Pero el rey Fernando VII, en 1818, acabó por darle la razón a la Corporación Municipal. Por el comentario de Matamoros se advierte que, aún en 1828, seguía siendo costumbre comulgar el alcalde y concejales con la espada ceñida; y lo seguía siendo cuando Madoz publica su obra (1850: XVI 446). Años después la costumbre decayó, pero la espada como cuenta Croche de Acuña fue sustituida por la vara de mando, con la que aún hoy asiste el alcalde a las ceremonias de la Semana Santa. 108

Empotrada en la pared del actual Mercado de Abastos, junto al convento de Santa Catalina, hay una lápida en la que se lee: «EL DÍA 10 DE SEPTIEMBRE DE 1761 SE ANEGÓ ESTE CONVENTO Y LLEGÓ EL AGUA HASTA AQUÍ Y SE LLEVÓ 66 VARAS DE PARED DE LA CERCA». Esta inundación, sin embargo, no fue la primera que sufrió la ciudad y el convento, tenemos referencias de otras inundaciones sufridas en la década de 1590 y en 1624; esta última, llamó tanto la atención que se dio cuenta de 65

ella en un aviso publicado en Sevilla el mismo año y titulado Espantoso huracán que vino sobre la Villa de Zafra, que fue servido Dios Nuestro Señor, sucedisse por nuestros grandes pecados, para que sea escarmiento a tantas maldades… El motivo de las avenidas hay que buscarlo en la ubicación del convento en la parte más baja de la villa. Allí confluían las aguas que, procedentes de la Sierra de los Santos, discurrían por las calles buscando su natural drenaje, pero en su camino se topaban con los muros conventuales, que actuaban de presa, y provocaban la inundación no solo del convento sino de una parte importante de la villa. 109

Las reiteradas inundaciones que sufría la villa provocaban tantas calamidades, que para contrarrestarlas en 1792 el Ayuntamiento programará una serie de obras públicas que eviten el problema. Según Madoz (1850: XVI 445) lo que se levanta ese año es «un acueducto de más de dos metros de altura, que, recibiendo las aguas del «Conejal», las conduce subterráneamente hasta las afueras de la población». En un documento de la Contaduría ducal, se anota que la obra para drenar el agua, que se embalsaba en el cercado del Conejal, consintió en canalizarla a través de un «boquerón», un agujero grande que existía en la muralla de la zona oeste, la de la Huerta Honda (Vid. Moreno, 2003: 32-33). 110

Los datos demográficos que aporta Matamoros hay que ponerlos en relación con los conocidos por otras fuentes y en otras épocas, que trazan la incompleta evolución del número de vecinos y habitantes de Zafra desde el siglo XVI: 1.160 vecinos (Censo de Castilla, 1591); 1.400 vecinos (Catastro de Ensenada, 1753); 5.351 habitantes (Censo de Floridablanca, 1787); 1.800 vecinos (Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura, 1791); 1.700 vecinos (Extremadura por López, 1792)…

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REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA (9-8207) Matamoros, Antonio, Historia de Zafra. Por el Reverendo Padre Fr. Antonio Matamoros, del Orden de Santo Domingo [siglo XIX]. Ms. (a bolígrafo), un vol. en 4º. 55 p. numeradas a lápiz. fol 1-28. 21*15 encuadernado en rústica. En p. 1 escudo coloreado. Coleccion Ferrari R.50 En portada se lee: propiedad de Isidoro García de Vinuesa.

Este libro se acabó de imprimir el 16 de junio de 2009, un año después de que nos dejara Manuel Peláez.

CENTRO DE ESTUDIOS ESTADO DE FERIA

MUSEO SANTA CLARA ZAFRA

Excmo. Ayto. de Zafra

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