Historia de un lugar: un caso de diálogo y negociación en Los Antiguos, Santa Cruz, Patagonia Argentina (2014)

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Descripción

Este texto condensa una serie de trabajos de Arqueología Pública, en los que se dan a conocer diversas experiencias que articulan relatos sobre pasados y presentes donde confluyen conocimientos provenientes de esta disciplina científica y de otros actores y campos sociales. La arqueología de las últimas décadas en Latinoamérica, ha generado un cambio sustancial a partir del cual es posible pensar en un abordaje multivocal, que en esta contribución se vislumbra como la voz de los que en muchos casos, han sido meros espectadores en la construcción de su propia historia y de su patrimonio. El volumen se organiza a partir de dos temáticas generales: el modo de producción del conocimiento arqueológico; y la práctica de la arqueología colaborativa, sus relaciones con las comunidades y con el uso político del pasado. Quienes integramos este libro, esperamos poder brindar una aproximación a las nuevas problemáticas que está transitando la arqueología, y abrir nuevas vías de reflexión acerca de la reinvención de la arqueología multivocal en Sudamérica que intenta establecer colaboraciones más allá de la academia.

MULTIVOCALIDAD Y ACTIVACIONES PATRIMONIALES EN ARQUEOLOGÍA

MULTIVOCALIDAD Y ACTIVACIONES PATRIMONIALES EN ARQUEOLOGÍA: PERSPECTIVAS DESDE SUDAMÉRICA

MULTIVOCALIDAD Y ACTIVACIONES PATRIMONIALES EN ARQUEOLOGÍA: PERSPECTIVAS DESDE SUDAMÉRICA MARÍA CLARA RIVOLTA MÓNICA MONTENEGRO LUCIO MENEZES FERREIRA JAVIER NASTRI (EDITORES)

MULTIVOCALIDAD

Y ACTIVACIONES PATRIMONIALES EN ARQUEOLOGÍA: PERSPECTIVAS DESDE SUDAMÉRICA MARÍA CLARA RIVOLTA / MÓNICA MONTENEGRO LÚCIO MENEZES FERREIRA / JAVIER NASTRI (Editores)

Rivolta, María Clara Multivocalidad y activaciones patrimoniales en arqueología : perspectivas desde Sudamérica / María Clara Rivolta; Mónica Montenegro; Lúcio Menezes Ferreira. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Fundación de Historia Natural Félix de Azara, 2014. 398 p. : il. ; 24x17 cm. ISBN 978-987-3781-08-7 1. Arqueología. I. Rivolta, María Clara II. Montenegro, Mónica III. Título CDD 930.1

Arte de tapa: ADV Group Diseño y cuidado de la edición: Rosanna Caramella de Gamarra Adaptación de diseño e incorporación de últimas correcciones: Jerónimo Arislur ©2014, Fundación de Historia Natural Félix de Azara. Hidalgo 775, Buenos Aires. 54-11-4905-1100 int. 1210 Esta publicación ha contado con el apoyo de la red de investigadores TRAMA3 (Programa CYTED, Área Ciencia y Sociedad). ISBN: 978-987-3781-08-7 978-950-623-084-5 Hecho el depósito legal Impreso en la Argentina Todos los derechos reservados.

EVALUADORES DE LOS CAPÍTULOS Dra. Florencia Ávila (Universidad de Buenos Aires) Lic. Mirta Bonnin (Universidad Nacional de Córdoba) Dr. Juan Ernesto Calderón (Universidad Nacional de Cuyo) Dra. Gabriela Chaparro (CONICET - Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires) Dr. Jorge Eremites de Oliveira (Universidad Federal de Pelotas) Dr. Facundo Gómez Romero (Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires) Mag. Iosvany Hernández Mora (Oficina del Historiador de Camagüey) Dra. Diana Mazanti (Universidad de Mar del Plata) Dr. Lino Meneses Pacheco (Universidad de Los Andes) Dr. Daniel Olivera (CONICET - Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano) Dra. María Cecilia Páez (CONICET- Universidad Nacional de La Plata) Dra. Andrea Pegoraro ( Museo Etnográfico J.B. Ambrosetti, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires) Dra. Virginia Pineau (Universidad de Buenos Aires) Dra. Adriana Schmidt Dias (Universidade Federal do Rio Grande do Sul) Dra. Paola Ramundo (CONICET - Museo Etnográfico J.B. Ambrosetti, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires) Dra. Mariela Eva Rodríguez (CONICET - Universidad de Buenos Aires) Dr. Rogerio Rosa (Universidade Federal de Pelotas) Dr. Guillermo Wilde (CONICET - Universidad Nacional de General San Martín)

Multivocalidad y activaciones patrimoniales en Arqueología  |

ÍNDICE

Prólogo Daniel Olivera......................................................................... 11 Arqueología, multivocalidad y activación patrimonial en Sudamérica. «No somos ventrílocuos» Lúcio Menezes Ferreira / Mónica Montenegro / María Clara Rivolta Javier Nastri.................................................................................. 15

PARTE I MODO DE PRODUCCIÓN DEL CONOCIMIENTO ARQUEOLÓGICO Multivocalidad, años después Cristóbal Gnecco......................................................................... 35 Interculturalidad epistémica y acción política en la arqueología poscolonial Alejandro F. Haber....................................................................... 47 El subalternismo en el marco de la teoría arqueológica: hacia un posible diálogo entre matrices teóricas Gustavo Verdesio......................................................................... 67 Arqueología y multivocalidad en la encrucijada. Aportes críticos desde Sudamérica Rafael Pedro Curtoni / Adriana M. Paredes Mosquera............. 89 7

|   Rivolta / Montenegro / Menezes Ferreira / Nastri

Storytelling, Big fish y arqueología: repensando el caso de la Antártida Andrés Zarankin / Maria Ximena Senatore ............................ 111 El pasado en el presente de los Asurini do Xingu: narrativas arqueológicas y narrativas indígenas Fabíola Andréa Silva.................................................................. 131 Más allá del patrimonio Wilhelm Londoño...................................................................... 155 Las cosas están vivas: relaciones entre cultura material, comunidades y legislación arqueológica Lúcio Menezes Ferreira............................................................ 169

PARTE II ARQUEOLOGÍA COLABORATIVA LAS COMUNIDADES Y LOS USOS DEL PASADO Inclusión en la arqueología pública brasileña: apuntes sobre prácticas colaborativas Pedro Paulo Funari / Aline Vieira de Carvalho........................ 193 Arqueología y multivocalidad histórica. El pasado reciente en construcción en Uruguay Octavio Nadal / José M. López Mazz....................................... 217 Estado, patrimonio cultural y comunidades indígenas: Machu Picchu y la historia de un diálogo asimétrico Henry Tantaleán / Miguel Aguilar Díaz................................... 229 Investigadores, habitantes y restos arqueológicos Javier Nastri................................................................................ 257 A dança dos poderes e as comunidades em presença na construção dos patrimônios e do fazer arqueológico Adriana Fraga da Silva............................................................... 287 8

Cobra, cadeia e assombração. O passado outro nas narrativas garimpeiras sobre os sitios arqueológicos Loredana Ribeiro....................................................................... 303 Por uma bricolage do passado: patrimônio arqueológico, artesanato e comunidades locais na Vila de Joanes, Ilha do Marajó, Amazônia Marcia Bezerra........................................................................... 327 Historia de un lugar: un caso de diálogo y negociación en Los Antiguos, Santa Cruz, Patagonia argentina Guillermo Luis Mengoni Goñalons / María José Figuerero Torres / Mercedes Rocco / Celina San Martín................................................. 349 Comunidad-academia. un diálogo de saberes para la apropiación social del patrimonio cultural. El caso de «El Salado de Consotá», Pereira, Colombia Martha Cecilia Cano Echeverri / Carolina Saldarriaga Ramírez / Carlos Eduardo López Castaño........................................................... 365 LOS AUTORES............................................................................ 385

HISTORIA DE UN LUGAR: UN CASO DE DIÁLOGO Y NEGOCIACIÓN EN LOS ANTIGUOS, SANTA CRUZ, PATAGONIA ARGENTINA Guillermo Luis Mengoni Goñalons María José Figuerero Torres Mercedes Rocco Celina San Martín

A modo de introducción La práctica profesional cotidiana nos enfrenta con situaciones en las que debemos interactuar con otros actores sociales que mantienen vínculos con lugares a los que los científicos asignamos importancia y relevancia arqueológica. Durante el releva­miento de una localidad con arte rupestre en nuestra área de investigación de Los Antiguos-Monte Zeballos-Paso Roballos, Santa Cruz (Argentina), hallamos que un sector del mismo espacio era usado como santuario religioso de la Virgen María, instalación que parcialmente afectó a las pinturas indígenas y ponía potencialmente en riesgo su preservación. Estas situaciones de tensión demandaron activar mecanismos de diálogo y negociación, posibilitando intercambiar información, conocimientos y vivencias acerca del valor y significado que estos lugares y su materialidad poseen. Esto permitió encarar la reparación de las paredes, revi­ta­lizar el valor cultural e histórico de las pictografías indígenas y mantener el carácter del santuario religioso. 349

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«Está bueno… para cuidar y aprender un poco, nunca está de más»: Marco conceptual El objetivo de esta presentación es problematizar la historia de un lugar en particular y la trama social en la que se encuentra inserto. Veremos cómo diferentes actores sociales se han apropiado y dado uso a dicho lugar en distintos momentos del pasado, y cómo, actualmente, sigue siendo utilizado para distintos propósitos, o es percibido por diferentes agentes, activos o pasivos, con quienes hemos interactuado en nuestra práctica en el terreno. Nuestro acercamiento a esa problemática involucra no solo conocer los cambios en la configuración de dicho lugar, sino también su diferente valor y significado social. No solo se trata de conocer su historia de uso, o establecer su carácter por la presencia y asociación de determinados objetos materiales (en este caso, representaciones rupestres) sino, además, captar el posicionamiento que han tenido respecto de esos objetos diferentes actores sociales, tales como quiénes realizaron las pinturas, quiénes las conocen, quiénes las estudian, quiénes las vandalizan, quiénes las ignoran, quiénes las aprecian, quiénes las protegen. El lugar del que hablaremos es parte integral de un proceso en el que interactuaron, bajo distintas circunstancias y contingencias, objetos y personas a lo largo del tiempo. Esta interacción quedó plasmada materialmente en la realización de diversas actividades, que incluyeron tareas de manufactura y/o mantenimiento de instrumental, la ejecución de representaciones plásticas, el desarrollo y uso de instalaciones de diferente índole (e.g., de carácter religioso y/o espiritual) y la labor específica de documentación y relevamiento arqueológico. Conceptualmente, todo lugar y sus objetos asociados cambian de significado en relación con las personas (o grupos) con que estuvieron conectados (Gosden y Marshall 2010). La diversidad de tareas y actividades desarrolladas en un lugar específico (sean de producción, uso, mantenimiento o reclamación) tienen una dimensión adicional dada por el sentido que adquieren estas prácticas en su matriz social e histórica. Los cambios en el sentido que se le da a un lugar están acompañados de acciones concretas que lo modifican, transforman, alteran, obliteran, preservan y conservan. Por eso este trabajo está orientado a reconstruir la historia de vida de un determinado lugar mediante el desarrollo de un acercamiento biográfico (e.g., Holtorf 1999; Saunders 1999) que busca reflexionar acerca 350

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del pasado y presente material de dicho lugar y la manera en que la gente se conectó con ese espacio (Gosden y Marshall 2010). Esto implica conceptualizar los cambios verificados en las relaciones entre el lugar, los objetos y la gente, pero vistas en el contexto social e histórico en el que esas interacciones se produjeron (Kopytoff 1986). Más aún, el enfoque involucra reflexionar acerca de cómo el lugar y los objetos que se le asocian fueron cambiando de carácter y acumulando significado a través del tiempo a partir de esas relaciones que se renuevan en forma permanente. Este proceso no es lineal ya que un objeto —mueble o inmueble— configura su biografía a medida que transcurre el tiempo sustancial (vivido), no el cronológico o medido (Bradley 1991). A su vez, se enriquece y diversifica a partir de la experiencia de vida (Gilchrist 2000) de las personas, o grupos, que han estado in-volucradas en su historia (Gillings y Pollard 1999). Los conceptos de nacimiento, vida y muerte pueden tomarse como metáfora de los procesos de producción, uso, mantenimiento y abandono que son los indicadores (Joy 2009) que habitualmente consideramos para reconstruir la historia de formación de los lugares ocupados por la gente. La gente también actúa e interviene creando, modificando, transformando dicho espacio a partir de la relación que establece con el lugar y los otros actores o partes interesadas. A estos se suman los procesos naturales que contribuyen a la preservación, alteración, obliteración y destrucción de los objetos que integran el lugar. «Para mí… que ahí tenían la vista de los guanacos…»: Relato de un hallazgo y caracterización de un lugar El relato que sigue no apunta a realizar una crónica de todos los eventos ocurridos, sino tan solo a narrar una experiencia de campo que nos llevó a interactuar en diferentes circunstancias con otros actores sociales locales como parte del proceso de releva­miento, monitoreo y conservación del lugar, tareas que están asumidas bajo nuestra responsabilidad. Esto nos hizo reflexionar acerca de los pasos a seguir y a concretar acciones negociadas y parti­cipativas que no estaban previstas, dado que muchas situaciones vividas fueron inesperadas o imposibles de prever. Cabe hacer hincapié en lo cambiante y dinámico de las situaciones a las que nuestra práctica tuvo que acomodarse, aunque siempre estuviera en nuestra agenda atender los intereses e inquietudes de quienes forman parte de la comunidad local. 351

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En el año 2005 se inició una etapa de estudios intensivos de documentación y relevamiento arqueológico en el área de investigación de Los Antiguos, Monte Zeballos y Paso Roballos, que hoy continúa, y se han propuesto diversos objetivos de investigación y aplicados1. Estas tareas están enmarcadas en un proyecto cuyo propósito es reconstruir la historia de la ocupación indígena de un área cordillerana del N.O. de Santa Cruz, Argentina. Actualmente nuestras actividades en el campo están mayormente dirigidas a la caracterización del paisaje cultural (Fairclough 1999) en una escala micro regional. Esto ha involucrado establecer el carácter e integridad de sitios arqueológicos a fin de contar con información de base que posibilitará realizar una evaluación de su estado de preservación y, a la vez, plantear la instrumentación de acciones tendientes a su conservación en el largo plazo. El principio que guía nuestro planteo fue que no se puede proteger aquello que no se conoce, lo que demandó un diseño que considerara desarrollar una metodología de trabajo orientada hacia la caracterización del paisaje y monitoreo de las localidades arqueológicas (Fairclough 2006). Resulta integral a la propuesta conocer el valor y significado asignado a través del tiempo a los objetos y lugares arqueológicos en sus diferentes contextos sociales. Conocer no solo involucra saber acerca de la historia de ocupación de un lugar, sino también estar posicionado en la trama social en la que dicho espacio se encuentra inserto, lo que requiere ser sensibles a las diferentes maneras en que la gente (nosotros incluidos) se relaciona con el entorno y su materialidad. Los conceptos de valor y significado han sido considerados medulares dentro del programa de trabajo dado que han servido para tomar posición como profesionales e interactuar con otros actores sociales que tienen interés general por el pasado material de la región. Por valoración entendemos la importancia

  Estas tareas integran la planificación de un proyecto de investigación financiado por diferentes organismos (UBA, ANPCYT, CONICET) que cuenta con el permiso de la Dirección de Patrimonio de Santa Cruz. Además de los autores de este artículo, integran el equipo de trabajo: Victoria D. Horwitz (†Docente-Investigadora) y M. Victoria Fernández (Becaria Postdoctoral) del Instituto de Arqueología (FFyL-UBA). Colaboran también: Robert Mc Culloch (University of Stirling), Andrew Hein (University of Edinburgh); Liliana San Martino (INTA), Fernando Manavella (INTA), Marina Basalo (Turismo). 1

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que se le da a un paisaje, lugar u objeto más allá de las cualidades que cada componente pueda tener de manera aislada (Clark et al. 2004). Generalmente, un mismo paisaje, lugar u objeto puede poseer di­ferentes valores: científico, cultural, histórico, estético, simbólico, educativo, recreacional, entre otros (AHC 2001). Todo depende de dónde se ponga el acento y desde dónde se pondere su relevancia. La significación es la manera en que las cualidades especiales y únicas de un paisaje, lugar u objeto son percibidas y des­criptas, adquiriendo así sentido (Byrne et al. 2003). Esto permite articular bajo el concepto de materialidad no solo a los objetos y lugares sino también a las relaciones sociales que estos disparan (Meskel 2005). En lo que sigue haremos una caracterización del lugar al que nos referiremos, su historia y una reconstrucción de algunas situaciones que se han generado desde su hallazgo, relevamiento y monitoreo. Los conceptos que orientan el relato son su materialidad, temporalidad, espacialidad y la trama social en la que está inserto. «Cada uno deja su marca…»: Algo de su materialidad, espacialidad y temporalidad En la actualidad el lugar es referido localmente con un nombre propio que no aparece en la cartografía oficial2. Se trata de un gran afloramiento rocoso que se levanta cercano a la actual Ruta Provincial 41 que une Los Antiguos con Paso Roballos, próximo a la confluencia de los ríos Zeballos y Jeinemeni. Al pie del paredón hay un rellano con varios desniveles que fue ocupado en el pasado y sigue siendo utilizado hoy en día, tal como veremos más adelante. Para acceder al cerro desde la llanura hay que subir una pendiente bastante empinada lo que demanda cierto esfuerzo que tiene su recompensa cuando se llega al pie del paredón. Al ascender se gana visibilidad de la pared del cerro y cuando se alcanza el rellano se accede a una vista muy amplia del paisaje circun-

  Los trabajos se cumplen enmarcados bajo una cláusula de confiden­cialidad, tal como lo establece el acta acuerdo que firman el investigador responsable y la Secretaría de Estado de Cultura de la Provincia conforme a la ley provincial 3137, actualmente vigente. Atentos a ello, hemos omitido referencias que permitan la identificación precisa del lugar. 2

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dante. Cabe mencionar que el cerro puede ser divisado desde una larga distancia, desde ambos lados del valle. Esto le imprime características singulares dado que en un mismo lugar confluyen varios atributos: visualización desde la lejanía, amplia cuenca visual, superficie de rellano y paredes que son atractivas y aptas para realizar instalaciones de diferente índole, espacios que permanecen siempre a la sombra y paredes que están expuestas al sol a diferentes horas del día lo que condiciona la visibilidad y perceptibilidad en el lugar, entre otras características. Sobre la cara oeste del cerro, al pie del paredón, hay varias paredes, reparos y oquedades que han ofrecido el soporte para la realización de representaciones gráficas e instalaciones. Estas se ubican en cinco sectores que poseen diferentes características físicas y visuales. En general, su distribución guía la manera en cómo se ha conceptualizado el espacio en sus aspectos formales y visuales, tanto en el pasado como en el presente. Por un lado, hay representaciones de animales y otros elementos pintados sobre diferentes planos que se orientan en distintas direcciones. Por sus características técnicas y estilísticas co­rresponderían a representaciones realizadas por artistas indígenas que ocuparon el lugar, en un tiempo aún no establecido crono­lógicamente pero cuya presencia fue persistente en el área (e.g., Mengoni Goñalons et al. 2013). En ese sentido, constituyen un testimonio de la presencia de indígenas en el lugar, el que se suma a otros tipos de evidencia, como el material lítico depositado en algunos sectores del talud del cerro. Estas representaciones amplían y se complementan con las otras manifestaciones de semejante carácter documentadas en otros sitios cercanos del valle del Jeinemeni-Zeballos. Este lugar habría integrado el territorio de grupos que se movían por el valle y mesetas vecinas, conformando una red de lugares interconectada por vías de circulación y puntos de parada. Varias de las pictografías no pueden verse a simple vista con solo enfrentar las paredes. Esto se debe a que algunas se ubican sobre superficies verticales (expuestas u ocultas y otras sobre planos oblicuos a horizontales que se visualizan desde abajo. A veces requieren posicionarse relativamente cercanos a la pared, o dirigir la mirada hacia arriba cuando se ubican en saledizos, o agacharse y girar la cabeza hacia arriba cuando están en la cara superior de oquedades. Su disposición y organización son criterios que están siendo empleados para analizar e interpretar los códigos espaciales de estas representaciones (e.g., Troncoso et al. 2011). Tal como se ha planteado en este relato, lo visual adquiere singular relevancia dado que puede analizarse en diferentes niveles y escalas. 354

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Aparecen elementos figurativos como guanacos y negativos de manos. Además, hay un piche pintado que reviste un carácter excepcional por la actitud en la que se lo ilustra y por ser un animal infrecuente en el arte rupestre de Patagonia. Los colores utilizados son el rojo en diferentes tonalidades, blanco y negro. Hay otras figuras que son más difíciles de categorizar y que lucen como manchas amorfas de pintura (¿impactos?) o elementos no terminados (e.g., cuerpos sin patas). Algunos elementos se dan asociados como motivos compuestos, conformando escenas. En algunos casos se dan concentradas en un mismo panel posibilitando establecer la asociación entre varios elementos y/o motivos por su contigüidad espacial dentro de cada sector de la pared, reparo u oquedad. Hay yuxtaposición y superposición de diseños y estilos diferentes en los mismos sectores, lo que sugiere redundancia del uso de un mismo panel para la confección de algunas de las representaciones. Otras se dan de manera aislada y sin conexión física o visual con las demás representaciones. Es probable que esto se asocie con diferentes fases de ejecución, diacronía entre las representaciones y una historia de vida de las pinturas que trasciende su momento original de ejecución. De esta manera el lugar fue marcado en diferentes sectores que no se conectan físicamente de forma directa y que, en varios casos, no se intervisibilizan. Esto da la posibilidad a futuro de avanzar con el análisis e interpretación de estas pictografías estableciendo qué relaciones narrativas podrían darse entre las distintas representaciones en el contexto del espacio que ocupan y la manera en que fueron configurados los conjuntos de elementos y motivos. La ejecución de estas pinturas y las otras actividades desarrolladas en el lugar (e.g., confección de artefactos líticos que se encuentran sobre la superficie del talud) implican un punto de inflexión en la historia del lugar, dado que marcan un primer momento de apropiación de ese espacio, materializado en la evidencia antes descripta. Ese momento se concatena con otros posteriores en que el lugar fue vuelto a utilizar para realizar otro tipo de representaciones e instalaciones en algunos sectores del sitio, por lo que el contexto material y espacial del lugar se vio modificado y transformado, resignificándose en su totalidad. En uno de estos espacios discretos que se corresponde con un nicho en el que hay pintados guanacos y negativos de dígitos, gente del lugar instaló hace unos pocos años un santuario de la Virgen María, centrado en la figura de dicho personaje religioso. La idea fue montar un altar, aprovechando la 355

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existencia de una superficie horizontal en la base del nicho que semeja una cavidad en forma de gruta en miniatura. La instalación también involucró la modificación de la pared dado que se pintó el fondo del nicho con pintura sintética de color blanco y se realizó un enmarcado del espacio con pintura flúo de color verde. Ese santuario nació y es usado para dejar ofrendas y/o cumplir con promesas en gratitud de pedidos que se han visto satisfechos por parte de quienes son sus devotos. A la figura original de la Virgen y a un retablo pequeño, luego se les sumó otra nueva Virgen más, un San Cayetano y más recientemente, un Gauchito Gil (Fig. 1). Además, se colocaron velas, macetas, flores artificiales, guirnaldas, una carpeta de puntillas y botellas de agua que se han ido agregando, quitando y reubicando en diferentes momentos. Al Gauchito se asociaron banderines rojos con los nombres de los miembros de la familia que colocó al San Cayetano. Adicionalmente, se realizaron grafitis en años distintos y en dos sectores diferentes del paredón, aunque en ambos casos fue en proximidad de algunas pinturas indígenas. Los grafitis se corresponden con las iniciales o los nombres de las personas, o familias, que son sus autores y que visitaron el lugar con aparente diferente propósito. Uno de los grafitis se hizo raspando la pared con algún objeto punzante y los otros con un marcador indeleble. Atentos a que los grafitis constituyen una amenaza potencial por su tendencia a la proliferación y por ser altamente obtrusivos, tomamos la decisión de intervenir de inmediato para mitigar posibles daños directos a las pinturas indígenas preexistentes. Estas alteraciones puntuales de la integridad de la pared llevaron a la necesidad de encarar su reparación y restauración3. En el primer caso, reparamos la pared fácilmente ya que el raspado que generó el grafiti fue muy superficial y sencillo de remover con un cepillo blando y agua desmineralizada. En el segundo caso, se probó la misma técnica que en el anterior, ya que es de bajo impacto, pero no se obtuvo el resultado esperado. Por lo que se optó por quitar el grafiti mediante la remoción de las capas más superficiales de la roca (arenisca) que

  Estas tareas se realizaron siguiendo el protocolo recomendado por Mark et al. (2009). Se contó, además, con el asesoramiento de la colega María Isabel Hernández Llosas del Instituto de Arqueología, Facultad de Filosofía y Letras, UBA. 3

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Figura 1. Santuario de la Virgen María (2011): nuevas ofrendas y grafitis próximos a las pinturas indígenas. (Foto: M. J. Figuerero)

estaban pintadas con marcador indeleble. Esto fue realizado mediante el raspado suave de la pared con una pequeña esteca metálica y su posterior limpieza con hisopos, cepillo blando y agua destilada a fin de emparejar su fisonomía. En este último caso se acordó realizar la intervención con el consenso de sus autores, quienes afirmaron desconocer la existencia de las pinturas. Todo este trabajo fue documentado fotográ­ficamente y, hoy en día, no es posible distinguir nada especial en el espacio donde originalmente se realizaron los grafitis ni identificar las huellas de la reparación a simple vista (Fig. 2). Cabe aclarar que no hubo necesidad de reparar ni restaurar las pinturas indígenas. Nuestra intervención no solo contribuyó a la reparación de algunos sectores de la pared sino también a gestionar la reubicación de ciertos elementos materiales (imágenes, banderines y arreglos florales) que ponían potencialmente en riesgo la preservación de las pinturas. Así, el sentido del espacio como santuario se mantuvo sin alterar, dado que la Virgen María original, la otra figura de la Vir­gen y el San Cayetano como acompañantes persisten aún en el lugar. La reubicación del Gauchito Gil y los banderines fue realizada voluntariamente por la familia que había colocado su figura junto a la Virgen María. Ellos también quitaron de manera espontánea algunos arreglos florales para que no fuesen tan llamativos. Nosotros quitamos algunas botellas con agua y despejamos discretamente (a nuestro entender) la instalación (Fig. 2). Si bien nuestras acciones estuvieron dirigidas a minimizar la amenaza que representa la dinámica del santuario con respecto a las pinturas que se ubican en su en357

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Figura 2. Santuario de la Virgen María (2011): después de la reparación de las paredes y reubicación de algunas ofrendas. (Foto: M. J. Figuerero)

torno, quedamos involucrados en la disposición espacial y materialidad de la instalación como otros usuarios que agregan, quitan o reubican objetos en ese espacio acotado emplazado en el contexto del referido santuario. Hoy, analizando las fotos digitales que hemos tomado en años sucesivos, estamos seguros de que la pintura reciente del santuario obliteró algunas pinturas indígenas (Fig. 1). Estas se asocian con otras que en ese mismo sector del paredón están aún hoy visibles: representaciones de guanacos y dígitos de negativos4. También otros procesos han afectado la preservación de las pinturas. Durante el relevamiento se diagnosticó la presencia de exfolia­ciones del sustrato rocoso y la formación de acreciones por precipitación mineral que están siendo monitoreadas y analizadas para su eventual intervención. En los años de vida del santuario, la instalación ha tenido modificaciones, agregados e intervenciones que lo han ido transformando en un espacio donde se yuxtaponen y articulan varias creencias. Quienes montaron originalmente al santuario desconocían la existencia de las pinturas indígenas. Esto surge de las charlas y entrevistas realizadas durante estos años con quienes sabemos están conectados con el lugar de diferente manera y por distintos motivos.

  Estos últimos son remanentes de elementos (¿manos?) afectados por la exfoliación natural de la arenisca que conforma el cerro. 4

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«Mirá, ahí se nota reclaro…»: Algunas reflexiones y una agenda compartida Cabe reflexionar sobre el sitio y su entorno, poniendo en perspectiva la historia de vida de ese lugar y el contexto social y cultural en el que actualmente se enmarca. En el ámbito rural y urbano de la región no se percibe al paisaje como escenario de la vida cotidiana de otros grupos que no sean los colonos, representados por los emprendimientos agropecuarios que se instalaron en el valle y datan de las primeras décadas del siglo XX. Hay una clara falta de perspectiva histórica en la percepción del paisaje que considere a los indígenas como pobladores originales de esas tierras. Tampoco hay referencias a su protagonismo en momentos previos a la incorporación de la región al estado-nación a fines del siglo XIX. Esta visión responde a lo que surge del discurso oficial que sostiene que no había indígenas en la zona con posterioridad a la Conquista del Desierto. El pueblo de Los Antiguos posee diferentes formas de rememorar la presencia indígena: en los nombres de las calles (e.g., I Keu Kenk, Picadero, Cachureo), en la estatua de El Indio, en las fotos de indígenas que decoran los pasillos de la Municipalidad, en un mural en la calle. Todas estas referencias a los indígenas están ancladas en una visión arqueologizada de los Pueblos Originarios de la actual provincia. En el discurso oficial los indígenas no están presentes sino todo lo contrario: lo único que queda de ellos son sus «restos materiales». Esta visión se ve acentuada por la falta de comunidades o agrupaciones indígenas en la zona y porque no hay quienes públicamente se autoadscriban como pobladores originarios. En tal sentido, el discurso oficial se contrapone con algunas narrativas de viajeros o exploradores que recorrieron la región a fines del siglo XIX (e.g., Llwyd Ap Iwan) o la memoria de viejos pobladores, tal como surge de las charlas y entrevistas realizadas durante estos años en el ámbito privado dentro del marco de nuestro proyecto (e.g., San Martín 2011). La práctica arqueológica se mueve pendularmente entre dos modelos que demarcan los extremos de la relación que mantienen los arqueólogos, en su condición de científicos (expertos profesionales), y aquellas personas (locales) que no son especialistas formados académicamente en dicha temática pero a quienes les interesa (o no) el pasado de la región y/o el conocimiento que genera nuestro trabajo. Uno es el modelo centrado en el rol del custodio (stewardship model), basado en principios éticos como los sustentados por la 359

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Society for American Archaeology (SAA), entre otras asociaciones profesionales. El otro es el modelo basado en la pluralidad de actores sociales (community based model) en el que el valor de los objetos y los lugares arqueológicos no descansa en su carácter material exclusivamente sino en el conocimiento y los saberes que se les asocian, y el posicionamiento que asumen quienes se consideran ligados a ellos por lazos culturales, sean ances­trales, míticos, o de otra naturaleza (Hollowell y Nicholas 2009). Es común que los arqueólogos asuman el rol de custodios y que muchos se apoyen en el protagonismo que nos otorgan los marcos legales (léase leyes de patrimonio cultural, en general) que en muchos casos centran el valor de los objetos y lugares en su relevancia científica. Son pocos los casos en que se escuchan otras voces, sean de los Pueblos Originarios o no. Esto no solo otorga legitimidad a nuestra práctica (permiso oficial mediante) sino también nos empodera como voz autorizada para conocer, comprender, reconstruir y transmitir la importancia y trascendencia que potencialmente puede tener la materialidad del pasado. Creemos que la situación mundial de nuestra disciplina ha cambiado y que hoy en día asumir esta tarea no solo implica una responsabilidad como potenciales «custodios» sino, por el contrario, nos coloca como mediadores entre los agentes, instituciones o personas que reclaman derechos sobre los objetos y lugares donde se materializa el pasado, y sobre los conocimientos y saberes socialmente adquiridos acerca de esa materialidad. Este posicionamiento demanda encarar una investigación responsable que respete la diversidad de miradas sobre el pasado y asuma un compromiso por trabajar en colaboración para y con la comunidad cuando las circunstancias y el contexto social lo habilitan. Un punto adicional a considerar es si nuestra práctica orientada hacia la preservación y conservación de estos lugares de relevancia arqueológica entra en conflicto con otros intereses que pueden asociarse a iniciativas como la descripta más arriba, o cualquier otro emprendimiento que ponga en riesgo la perdurabilidad del lugar en el futuro5. Los intereses científicos y los resultados que esperamos obtener de nuestras investigaciones son permanentemente autoreferentes, cuando en realidad nuestra práctica no se da aislada sino integrada a una trama social mayor en la que la gente que no es arqueóloga ocupa un papel de trascendencia, cada uno en su rol, como observador pasivo o participante activo. Cabe preguntarse y reflexionar acerca de quiénes son, 360

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entonces, los destinatarios de nuestro trabajo y quiénes los beneficiarios del conocimiento que generamos con nuestra investigación que en la gran mayoría de los casos se realizan con fondos públicos. En el caso que presentamos, el conocimiento ganado con respecto a las pinturas indígenas posicionó a las personas, que hasta ese momento desconocían su existencia, de forma diferente. El lugar adquirió otro significado y las pinturas recuperaron su valor cultural en tanto posibilitó conectarlas con sus autores originarios, lo que permite instalar en el presente una presencia que estaba relegada exclusivamente al pasado, sin continuidad histórica. También, a través de nuestra práctica se pudo reconocer la importancia de las vivencias de quienes ya conocían el lugar donde estaban las pinturas pero guardaban el secreto como una forma de protegerlas. Esta experiencia pone de relieve lo contingente de nuestro accionar que está expuesta a la resolución de situaciones que involucran tomar en consideración los intereses e inquietudes de otros actores sociales en simultáneo con nuestro trabajo específico. Hoy en día el lugar al que nos hemos referido tiene significado como santuario religioso y, además, contiene pictografías cuyo valor y significación es reinterpretada a partir del posicionamiento de aquellas personas que son devotos de la Virgen allí instalada y que ahora también reconocen las pinturas. Esto posibilitó reubicar al Gauchito Gil a través de un proceso que fue negociado y participativo. Ese marco sirvió para empo­derar a los participantes, estimuló el intercambio de experiencias, percepciones e ideas: todos aprendimos algo nuevo, conocimos algo desconocido, acordamos en cuidar en colaboración algo que es de valor y significado para el lugar. También, posibilitó que las pinturas indígenas recuperaran vigencia como testimonio material que puede aportar elementos para reconstruir un tramo de la historia negado y revitalizar ciertos conceptos como el de histo­ri­cidad y diversidad cultural.

  Varios trabajos recientes tratan el tema de la valoración de sitios arqueológicos desde diferentes ópticas que no se contraponen necesariamente, dado que enfatizan diferentes aspectos conceptuales, tales como la reutilización o resignificación de sitios arqueológicos en relación con su conservación o con la construcción social del patrimonio (e.g., Bellelli 2012; Caracotche 2007; Casanova 2012; Ladrón de Guevara González y Elizaga Coulombié 2009; Salatino y Artigas 2011). 5

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Esta situación sirvió para el desarrollo de instancias partici­pativas que permitieron demarcar intereses, responsabilidades y compromisos, tendientes a clarificar nuestro rol y aporte al conocimiento de la historia local, y a definir los alcances de nuestra intervención en un contexto social y cultural donde prima una visión de la historia indígena anclada en el pasado, totalmente desconectada del presente. Estar atentos al dinamismo pasado y presente que se asocia a este lugar en particular (o a cualquier otro) es condición necesaria para comprender los cambios y perspectivas que se vinculan con la configuración del paisaje cultural en el largo plazo. La resigni­fi­cación y revalorización permanente no solo tienen impacto sobre la preservación y conservación del lugar sino también sobre su interpretación y reinterpretación, la que debe acomodarse a estos cambios y visiones diferentes de lo que, aparentemente, es una misma y única realidad histórica, pero que en el fondo no es tal, sino todo lo contrario.

Agradecimientos A las familias Méndez, Acuña, y Cienfuegos de Los Antiguos por su ayuda y preocupación compartida por cuidar y conservar el lugar. A la comunidad de Los Antiguos, a sus diferentes actores e instituciones

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Caracotche, S. (2007). «La interpretación del patrimonio arqueológico». En La interpretación del patrimonio en la Argentina, C. Fernández Balboa (Comp.), 87-94. Buenos Aires: APN. Casanova, P. (2012). «Primeros reconocimientos sobre el estado de conservación de pinturas rupestres en el sector del Alto Loa, región de Antofagasta, Chile. Boletín del Museo Chileno de Arte Precolombino 16(1):47-66. Santiago de Chile. Clark, J., J. Darlington y G. Fairclough (2004). Using historic landscape characterization. English Heritage & Lancashire County Council. Fairclough, G. (1999). «Protecting time and space: understanding historic landscape for conservation in England». En The archaeology and anthropology of landscape: shaping your landscape, P. J. Ucko y R. Layton (Eds.), pp. 121-136. London: Taylor & Francis. Fairclough, G. J. (2006). «Large scale, long duration and broad perceptions: scale issues in historic landscape characterization». En Confronting scale in archaeology, G. Lock y B.L. Molyneaux (Eds.), pp. 203-215. New York: Springer. Gilchrist, R. (2000). «Archaeological biographies: realizing human lifecycles courses and histories». World Archaeology 31 (3):325-328. London: Taylor & Francis. Gillings, Mark y J. Pollard (1999). «Non-portable stone artefacts and contexts of meaning: The tale of Grey Wether». World Archaeology 31 (2):179-193. London: Taylor & Francis. Gosden, C. y G. Lock (1998). «Prehistoric histories». World Archaeology 30 (1):212. London: Taylor & Francis. Hollowell, J. y G. Nicholas (2009). «Using ethnographic methods to articulate community-based conceptions of cultural heritage management». Public Archaeology: Archaeological Ethnographies 8(2-3):141-160. Leeds: Maney & Sons. Holtorf, C. J. (1998). «The life-histories of megaliths in Mecklenburg-Vorpommern (Germany)». World Archaeology 30 (1):23-38. London: Taylor & Francis. Joy, J. (2009). «Reinvigorating object biography: reproducing the drama of object lives». World Archaeology 41 (4):540-556.London: Taylor & Francis. Kopytoff, I. (1986). «The cultural biography of things: commoditization as process». En The social life of things: commodities in cultural perspective, A. Appadurai (Ed.) pp. 64-91. Cambridge: Cambridge University Press. 363

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