Herramientas para el análisis de conflictos socio ambientales. El caso del Páramo Santurbán, Departamentos de Santander y Santander Norte, Colombia

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Herramientas para el análisis de conflictos socio ambientales. El caso del Páramo Santurbán, Departamentos de Santander y Santander Norte, Colombia* Juan Enrique Egaña González Escuela de Ingeniería Comercial, Universidad de Valparaíso, Chile Abstract Entre las características que distinguen a los conflictos socio ambientales se deben considerar: la urgencia por resolverlos o terminarlos dado los costos involucrados en ellos, la preocupación a que estos escalen a niveles que los hagan difícil de manejar, y las consecuencias ambientales imposibles de dimensionar. No obstante, se advierte escasa atención en analizar las causas que los generan, lo que a su vez produce que las soluciones obedezcan más a una tradición de cómo hacer las cosas y en otras a un mero voluntarismo que está muy lejos de satisfacer los intereses de los actores involucrados. El análisis de conflictos socio ambientales se convierte en una instancia fundamental para la adecuada gestión de los mismos. Este trabajo aborda el análisis de un conflicto socio ambiental paradigmático. Para dar cuenta de este objetivo se propone una metodología de análisis de conflictos socio ambientales, considerando los aportes que han hecho diversos especialistas en la materia. Palabras clave: Conflictos socio ambientales, análisis, Colombia Autor correspondiente: Juan Enrique Egaña González [email protected] Artículo presentado en la Conferencia Anual COES 2015 “Conflictos urbanos y territoriales: ¿desafiando la cohesión social?” Santiago, Chile, 17-20 Noviembre 2015 www.coes.cl

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Se agradece la colaboración que prestaron en la realización de este trabajo los alumnos del curso Análisis y Resolución de Conflictos para un Entorno Global de La Salle Summer Academy 2015, Bogotá, Colombia, como así mismo al ayudante de investigación Diego Manzo de la Escuela de Ingeniería Comercial de la Universidad de Valparaíso, Chile.

 

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1. El Concepto de Conflicto en una acepción amplia

Establecer una definición de conflicto es una tarea sumamente compleja, pues tal como lo indica Redorta (2004), reconocer el conflicto en términos generales posiblemente producirá un consenso importante, pero cuando el concepto es puesto en función de una situación particular a analizar, entonces se llena de matices según la posición que se tenga frente a él.

Si se restringe a un ámbito específico como el conflicto desde su dimensión socio ambiental, la variedad de acepciones también es significativa, más aun si se considerara a este tipo de conflictos como global, sistémico y complejo (Martínez, 2012). Es esa complejidad la que hace de suyo difícil el análisis, solamente basta considerar la multiplicidad de intereses y actores involucrados para reconocer esta dificultad.

El estudio de los conflictos socio ambientales no debe ser considerado como una cuestión estrictamente académica o puesta en función exclusivamente de la defensa del medioambiente, también se debe considerar que este tipo de conflictos tienden a ser resueltos de manera poco eficiente para los principales actores involucrados pues no solo se trata del daño al entorno, ya sea por la vía de la contaminación de recursos vitales o la modificación de los modos de vida de las comunidades, también están los efectos políticos para las autoridades gubernamentales, los costos elevados en los que incurren las empresas en las obras de prospección que no siempre terminan en la explotación de recursos, o la reducción de divisas para el país en su conjunto (Bedoya, 2015), es decir se trata de configuraciones de juegos de suma cero.  

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Para establecer una metodología adecuada que permita el análisis de conflictos socio ambientales es necesario situarse en los distintos enfoques que existen en relación al mismo como fenómeno social. El politólogo Vicenc Fisas (1987), ha sistematizado las principales escuelas y teorías que permiten reconocer el conflicto desde variadas vertientes y que por cierto no la agotan. Dada su propia naturaleza, el esfuerzo por clasificar conflictos una vez puestos en la realidad, muestra vínculos, interacciones y relaciones, que hacen que el conflicto nunca se pueda acotar del todo aun cuando si puede suministrar orientaciones que sean útiles para su posterior abordaje.

Al respecto es posible distinguir tres cuerpos teóricos con cualidades particulares: el primero considera las teorías denominadas biológicas o etológicas (Lorenz, 1966) las que se centran en condiciones que son consustanciales del ser humano y que lo predisponen para el conflicto social en situaciones que podrían amenazar su subsistencia; un segundo enfoque es el estructuralista, el que considera desde las teorías realistas del conflicto, con amplio uso en las relaciones internacionales, enfoques marxistas, sistémicos, hasta la relación con la violencia y la paz (pax) como mera ausencia de conflicto (Galtung,1969). El elemento central de este enfoque es que el conflicto es el resultado de los procesos de sociabilización del sujeto, colocándolos dentro de un contexto que suele ser asumido como objetivo, ya sea por la pertenencia a una clase social, condición económica o por el estatus que posee dentro de un grupo; finalmente el enfoque psicosocial entiende la cuestión del conflicto desde una mirada subjetiva, en la que el conflicto se expresa a través de las percepciones (Burton, 1987),

 

disonancia cognitiva (Festinger, 1957), o los juegos

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(Schelling, 1960) entre otros, adquiriendo en este caso una gran relevancia la vivencia de los actores en conflicto y la construcción de sus historias de vida en relación a los otros.

La complejidad del conflicto socio ambiental, radicaría entonces en que no puede ser abordado desde un enfoque o teoría en particular, sino mas bien debe ser comprendido bajo todas las miradas del conflicto, tanto en las condiciones objetivas o estructurales en las que este se dan, desde su dimensión económica, como en las percepciones, expresiones y comportamientos de los actores involucrados ya sean comunidades, empresas, gobierno y grupos de interés.

2. El Conflicto Socio ambiental

Como lo han indicado diversos autores (Sabatini y Sepúlveda, 1997; Martínez, 2012; Del Viso, 2012), el conflicto socio ambiental está directamente relacionado con la expansión de la globalización como fenómeno social, económico y político. La lógica global impulsa la búsqueda de recursos en todo el planeta, lo que produce que la protección natural que poseían ciertos hábitats por su inaccesibilidad se ha quebrado gracias al uso intensivo de tecnología y la alta rentabilidad que generan los negocios asociados al uso de recursos naturales en economías altamente dependientes del uso de energías fósiles y minerales para su desarrollo económico.

 

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Otra singularidad de los conflictos socio ambientales es que el tratamiento de sus efectos con posterioridad a su ocurrencia, independientemente del compromiso de las partes, hace difícil poder reparar efectivamente el daño provocado, tanto para el ambiente como para las comunidades involucradas. Como lo indica Del Viso desde la perspectiva de los derechos humanos, se deben considerar varios elementos para la reparación del daño causado: restitución, indemnización, rehabilitación, medidas de satisfacción y garantías de no repetición. Si bien aquellas dimensiones que permiten la evitación de futuros conflictos es posible, en cuanto a la restitución por los daños causados, el mismo reloj ambiental se encargará que en muchos casos esto tome décadas, siglos o quizás nunca se pueda regresar a la situación inicial.

Para Caravedo (2015) los conflictos socio ambientales serán:

Aquellos donde hay actores sociales que perciben la incompatibilidad de objetivos en el acceso, uso, aprovechamiento y manejo de recursos naturales, estando en juego su cantidad y calidad, tanto para las generaciones presentes como para las futuras. Son conflictos que no solo tienen consecuencias circunstanciales para las partes, sino que por su naturaleza tienen impactos ecosistémicos en el territorio en el que ocurren (p.3).

3. El estudio de los conflictos socio ambientales

 

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La conflictología (Vinyamata, 1999) es considerada un área de estudios multidisciplinaria de reciente data, en la que confluyen áreas del conocimiento tan diversas como las ciencias políticas, el derecho, las relaciones internacionales, la economía o la psicología, entre otras. En sus objetivos considera la observación, comprensión e intervención en procesos conflictivos de cualquier tipo, sin pretender imponer soluciones externas a los participantes, y procurando que sean las mismas partes las que puedan abordarlos de manera adecuada. El análisis de conflictos, en ese sentido, opera como una forma de conocer las raíces que los generan y con ello, ya sea prevenir la ocurrencia de conflictos similares y/o también reconocer ciertas continuidades que permitan ya sea su regulación, resolución o transformación, avanzando desde lógicas de la confrontación a la colaboración.

Las aplicaciones de la conflictología han permitido intervenir en conflictos de larga data y con raíces socioculturales muy profundas, reduciendo los niveles de enfrentamiento y violencia (Fisas, 2004), existiendo un amplio campo sobre el cual la conflictología puede actuar.

En este sentido se hace necesario analizar conflictos que presentan características particulares y que en la realidad de Latinoamérica urgen resolver por su proliferación y consecuencias en variados ámbitos, como lo son los de tipo socio ambiental. Para ello se propone una metodología en la que se integran aportes de especialistas como Paul Wehr (2002), Johan Galtung (2003), Josep Redorta (2008) y Dora Fried (2008), quienes han dedicado gran parte de su trayectoria profesional al estudio de los conflictos sociales.

 

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4. Análisis de Conflictos: El Caso del Paramo de Santurbán, Santander, Colombia

A. Antecedentes. El Paramo de Santurbán

El páramo es un tipo de ecosistema ubicado entre los 2.500 y 5.000 metros de altura. Se caracterizan por poseer un clima intertropical con abundante variedad y cantidad de especies vivas. Colombia posee el 49% de los páramos existentes en el mundo, y más del 70% del agua que se consume en el país proviene de estos ecosistemas (Cortés-Duque, y Sarmiento-Pinzón, 2013).

El Páramo de Santurbán (Imagen Nº1) está ubicado en la zona conocida como Cordillera Oriental de Colombia, y abarca los departamentos Norte de Santander, en el que se encuentra el 72% de su superficie, y el de Santander que ocupa el 28% restante, ambos departamentos consideran treinta y tres municipios y tres corporaciones autónomas según la administración territorial del país. En la zona del Páramo se estima que viven 77.000 personas, pero los beneficiarios directos de sus recursos serían más de 1.700.000 de personas. En la actualidad el recurso del Páramo más utilizado por la población son sus aportes hídricos que abastece a los dos departamentos, a la ciudad de Bucaramanga y a la termoeléctrica de Termotasajero.

En cuanto a sus características geográficas este posee una extensión de 142.610 hectáreas encontrándose a una altura que varía entre los 2.800 y 4.400 metros. En su ecosistema

 

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habitan 293 variedades de especies de fauna, 457 variedades de plantas, 26 lagunas, 42 especies de aves y 39 especies de mamíferos (Ministerios de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, 2014).

El caso del Santurbán en Colombia es considerado un conflicto socio ambiental de gran envergadura, no solo por la importancia ambiental de la zona, sino también porque constituye una fuente de trabajo e identidad cultural para las personas que habitan y dependen de los recursos que posee este ecosistema.

Imagen Nº1. Páramo de Santurbán, en el contexto nacional y departamental

Fuente: Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Gobierno República de Colombia, 2014  

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B. Historia del Conflicto

Uno de los rasgos de los conflictos socio ambientales en América Latina es su larga extensión en el tiempo, basta considerar que una de las motivaciones de la conquista y colonización europea fue precisamente la explotación y aprovechamiento de sus abundantes recursos naturales. Esta intervención no solo tuvo efectos en el medio ambiente, sino que además generó una cultura económica que se mantiene hasta el día de hoy, siendo la exportación de commodities la base del crecimiento económico de Colombia y de la mayor parte de los países de Latinoamérica.

El conflicto en Santurbán no esta ajeno a esta práctica y en ello radica su problemática hasta el día de hoy, pues se trata de una zona rica en recursos naturales cada vez más escasos y valorados. Ante ello surgen una serie de preguntas que se han vuelto urgentes de responder: ¿la extracción de recursos es compensada adecuadamente?, ¿es posible proteger recursos altamente valorados para países que aun presentan graves problemas de pobreza e inequidad?, ¿existen otros modos de explotación que reduzcan los impactos ambientales de los mismos?.

Para responder a estas inquietudes en primer termino se debe apreciar que se está en presencia de un conflicto que tiene raíces antiguas y profundas, y que se extiende hasta el presente sin claridad sobre cómo será su evolución futura.

 

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Cronología del Conflicto

Periodo prehispánico y colonial: Durante este periodo el Páramo de Santurbán es una zona de extracción de oro de las comunidades indígenas de la zona, esta se realiza particularmente en los ríos tributarios del Páramo. Posteriormente serán los habitantes de las áreas pobladas de Vetas y California las que explotarán el oro y la plata, atrayendo a habitantes de otras zonas del país, generando una “fiebre” que queda revelada hasta en la toponimia de las localidades que circundan el Páramo.

1897: La Empresa Francia Gold and Silver Limited obtiene el permiso de explotación libre de impuestos en el Páramo durante el gobierno del Presidente Rafael Núñez. Los permisos se obtienen a cambio del pago de una cantidad fija de dinero. Estudios históricos realizados recientemente, evidenciarán que se cancelaron cantidades ínfimas para la época por la adquisición de estos recursos (Virviescas , 2012).

1994: La Empresa Greystar Resources Ltd. Una empresa multinacional canadiense en la cual participan entre otros accionistas la Corporación Financiera Internacional, vinculada con el Banco Mundial y JP Morgan, adquiere los derechos mineros sobre más de 30.000 hectáreas en la zona del Páramo, iniciando sus trabajos en un área aproximada de 1.000 hectáreas en el llamado Proyecto de Angostura. Las prospecciones dieron por resultado la posibilidad de extraer 16 toneladas de oro y 72 de plata por un lapso de 16 años,

 

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constituyéndose en una de las mayores reservas de estos metales en Sudamérica (Molano, 2010).

Aun cuando el proyecto cuenta con un apoyo significativo en la población de la zona no solo por el impacto en el empleo, sino que además por las obras que realizan las empresas en mejoramientos de infraestructura, construcción de centros de salud y servicios públicos, expertos ambientalistas llaman la atención por el posible derramamiento en altas cantidades de arsénico lo que afectaría las fuentes hídricas del Páramo.

1997: Como resultado del proceso de expansión de Greystar Resourses Ltd. esta se fusiona con Churchill Resources Ltd. ampliando las posibilidades de prospección en el Páramo.

1998 – 2002: Es secuestrado el contratista de Greystar Eduard Leonard, hecho atribuido a las FARC. Uno de los directivos de la empresa ofrece canjearse por el secuestrado y pagar 100.000 pesos por la liberación, lo que no es aceptado bajo los parámetros de la legislación colombiana dado que avala la comisión de secuestros con beneficios económicos para los captores. Además el secuestro y posterior pago coincide con las negociaciones que realizaba en ese momento el gobierno del Presidente Andrés Pastrana con los líderes de las FARC (Unidad de Estudios El Tiempo, 1998). Como consecuencia de estas operaciones y la inestabilidad política, la empresa decide suspender sus operaciones en la zona.

 

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2002: Se promulga el artículo C-339 del Consejo de Estado, el que junto con la Ley Nº99 de 1993, favorecen la conservación de espacios de interés colectivo. Sin embargo las normas son ambiguas en cuanto a la protección del medio ambiente y las reparaciones en caso de daños producidos por personas naturales o jurídicas (Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina, 2011).

2003: Durante el gobierno del Presidente Álvaro Uribe, se despliegan en la zona operaciones militares con el propósito de expulsar a las FARC y al Ejército de Liberación Nacional, ELN. Se desata una ola de rumores que indicaron que estas actividades se habrían realizado con financiamiento de Greystar. Esta acción permitió la reanudación de las operaciones mineras en el Páramo extrayendo alrededor de 16 toneladas de oro a cielo abierto en la zona colindante con las reservas de agua de Santurbán.

2007: Se divulga un estudio solicitado por el Gobierno de Colombia al Instituto Alexander Von Humboldt para la delimitación del Páramo de Santurbán. Contrariando las normas que existen para el reconocimiento de límites con precisión geográfica y recursos existentes, el estudio que debía ser realizado en una escala de 1:25.000 se hizo a escala 1:100.000, lo que no permitió definir las áreas susceptibles de protección ambiental, ni las delimitaciones correspondientes (Equipo de Revista La Semana , 2013).  

Con la entrega del informe se comienzan a presentar nuevos proyectos de inversión y exploración los que involucraban explotaciones por 16 millones de toneladas en la región.

 

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Se hacen evidentes las incongruencias entre las normas existentes y las operaciones extractivas: el Artículo nº 34 del Código de Minas que entre otras cosas establece la prohibición de la actividad minera en los ecosistemas delimitados por la autoridad, es interpretada por las empresas interesadas no limitando el que estas puedan actuar (Equipo El Espectador, 2013).

2010: Greystar recibe sanciones por el mal manejo ambiental en sus proyectos en el Páramo.

2011: Se realizan protestas en la ciudad de Bucaramanga, la más importante del Santander, motivadas por el temor a que se produzca contaminación química de los recursos hídricos que alimentan a los Departamentos. Las movilizaciones hacen que Greystar modifique sus proyectos de explotación y su razón social, cambiando su nombre a Eco Oro y reduciendo a menos de un tercio su expectativa de extracción de oro del Páramo. Adicionalmente se promulga la Ley Nº 1.450 que prohíbe explícitamente la explotación de recursos de los páramos y de otros ecosistemas considerados de valor ambiental.

Pese a las nuevas indicaciones no existe certeza de que la empresa abandonará sus actividades aduciendo a que sus proyectos se basaban en los informes del 2007 y no se precisaba en ellos la ubicación exacta de los páramos (Equipo El Espectador, 2012).

 

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2012: El Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible reconoce que no ha sido posible delimitar el Páramo debido a que los organismos encargados de dicha tarea, como la Corporación Autónoma Regional para la Meseta de Bucaramanga, no generó la información necesaria y que tampoco se ha podido constatar en terreno que Eco Oro esté produciendo contaminación en la zona.

2013: La Agencia Nacional de Minería presenta la Resolución 000593, en la que se determina como proyectos de “interés nacional”, entre otros, los realizados por Eco Oro debido a la relevancia que tienen para el desarrollo económico del país. De este modo la empresa queda habilitada para realizar las explotaciones conforme a las normas emanadas de la autoridad (Agencia Nacional de Minería, 2013). Esto nuevamente desencadena el malestar de organizaciones ambientales de los departamentos involucrados (Equipo del Espectador , 2013).

2014: Eco Oro declara que los límites del Páramo de Santurbán han sido establecidos y conforme a ello es que se realizarán las operaciones, se considera además estrechar relaciones con los grupos de interés involucrados y mejorar la protección del medioambiente (Vélez, 2014).

En tanto la Asociación Colombiana de Minería, ACM, como el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible establecen que los permisos otorgados con anterioridad a las leyes de protección ambiental podrán desarrollarse según lo establecido en su oportunidad, lo que

 

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permitirá la generación de más de 1.500 plazas de trabajo en las tareas de prospección y superando los 7.000 puestos en la etapa de explotación.

En opinión de expertos ambientales, con estas medidas gana la explotación minera por sobre el cuidado ambiental pues la delimitación favorece la explotación por sobre la protección de los recursos naturales (Lozano, 2014).

2015: No obstante las criticas, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible anuncia que se delimitarán 25 páramos colombianos, situación que debería quedar definida el año 2016. Para esto se basarán en el estudio que realizó a partir del 2013 el Instituto Geográfico Agustín Codazzi sobre 1,2 millones de hectáreas de páramo con una escala de 1:25.000, la que es considerada técnicamente adecuada para hacer un catastro de los recursos existentes y de los límites correspondientes que se deberán considerar (El Tiempo , 2015).

Pese a ello, la incertidumbre y las dudas persisten tanto entre las empresas que pretenden hacer inversiones, como en sectores de la sociedad civil que han perdido la confianza en un proceso que ha sido sumamente engorroso, lleno de errores y sin información clara.

C. Contexto del Conflicto

El contexto del conflicto permite establecer cuáles son factores económicos, políticos, sociales, internacionales, entre otros, que explican la relevancia del conflicto, y cuáles son

 

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las razones por las que los actores se confrontan. En el caso de los conflictos socio ambientales, se reconoce un choque de intereses en los que hay que considerar aquellos que están por la preservación de los recursos y razones micro y macro económicas. Entre las razones conservacionistas se deben considerar, tanto condiciones económicas, como lo es la valoración futura de los recursos, como por razones ecológicas, en el sentido de reconocer que la preservación permite mantener el equilibrio ambiental y por ende permitir que se sigan cumpliendo los ciclos naturales de vida. En el caso de las razones micro económicas, se incluyen los intereses de los beneficiados por los proyectos de explotación, ya sean las empresas mineras, como los trabajadores y la dinamización económica que se genera en el área gracias a la explotación y al aumento de la mano de obra. Finalmente entre las razones macro económicas, está el interés del Estado, generalmente definido a través de su estrategia de desarrollo, que incentiva el aprovechamiento de los recursos naturales del país, las exportaciones, la inversión extranjera y con ello contribuir al desarrollo en un sentido convencional, como lo es el cobro de impuestos, royalties, generación de puestos de trabajo, construcción de infraestructura, etc. como resultado de los proyectos.

El que se generen este tipo de conflictos, y más aun que puedan escalar incluso llegando a episodios de violencia es una constante en los países en desarrollo. Un estudio realizado por Fisas (2004) recopiló los conflictos armados irregulares más importantes de los últimos cincuenta años en el mundo. De veinte y tres conflictos analizados, siete de ellos, el 30%, tiene vinculaciones con aspectos ambientales (ver cuadro Nº 1), y entre estos casos se encuentran los conflictos en Colombia.

 

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Cuadro Nº 1. Conflictos armados de larga duración asociados con cuestiones socio ambientales Conflictos Armados Argelia Colombia Indonesia Irak Liberia República Democrática del Congo Sudán

Causales Control político y económico (recursos naturales) de los militares frente a la oposición islámica, enfrentamientos religiosos Exclusión política histórica, injusticia social, control de recursos naturales y degradación de la guerra por el narcotráfico Autonomía versus independencia y control de recursos naturales Militarismo iraquí versus estrategia antiterrorista norteamericana, control de recursos naturales y del poder político Control de recursos naturales y enfrentamiento étnicos Control del poder político, dificultades para la alternancia del poder y control de recursos naturales Autonomía versus independencia, diferencias religiosas, control de recursos energéticos

Fuente: Adaptado de Fisas, V. (2004) Procesos de paz y negociación en conflictos armados. Barcelona: Paidos

D. Actores

Lo que define a los actores en un conflicto es por el grado de poder que estos poseen ya sea entendiéndolo como capacidad de imponer para un fin (Weber, 1922), como en la capacidad de ponerse de acuerdo entre distintas partes y por ende resolverlos (Arendt, 1958). En cuanto a estos últimos, el poder de resolución se encuentra en los actores principales, y la capacidad de influir en su resolución es atributo de los actores secundarios.

 

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A esa primera condición se debe agregar su especificad en cada caso, así se pueden reconocer mediadores, activistas, reguladores, observadores, entre otros.

En el caso de los conflictos socio ambientales se tiende a dar la paradoja, alentados por actores con intereses particulares, una suerte de relación de “buenos” y “malos”: los primeros serían aquellos que luchan por la preservación del medio ambiente, organizaciones no gubernamentales - tanto nacionales como internacionales - comunidades afectadas y la academia; por otra parte están los “malos”, aquellos que por su ambición no trepidan en destrozar y acabar con los recursos con tal de obtener egoístas utilidades para sus intereses privados. No pocas veces se suman a este sector los gobiernos de los países, quienes en aras de un desarrollo poco sustentable negocian y/o muchas veces aceptan presiones ilegales de parte de las empresas para facilitar los permisos de explotación. Para el caso colombiano, un rol ideológicamente ambiguo lo tendrían los grupos revolucionarias/terroristas, en cuanto pueden ser asociados con la causa de defensa del pueblo y sus recursos o bien pactando con el “mal”, aprovechando estos conflictos para su propio proselitismo político y práctica violenta.

Las investigaciones sobre conflictividad plantean que una de las formas de eliminar los estereotipos, más cuando en ellos hay un fuerte componente sociocultural es a través del diálogo, en una primera instancia a través de procesos de facilitación, conciliación o mediación como un primer paso en la construcción de confianza entre las partes

 

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(Schnitman, 2008) para luego dar lugar a instancias de negociación directa una vez que se ha reconocido la existencia de un conflicto y de intereses legítimos para cada actor.

En el caso de Santurbán, este diálogo ha sido infructuoso fundamentalmente por dos razones. La primera causal está referida a las diferencias que existen en cuanto a las leyes vigentes y su interpretación. Para Eco Oro, su actividad está amparada en normas definidas con anterioridad a la explotación de los recursos, por lo que no cabe según las convenciones del derecho, aplicar las leyes de manera retroactiva, en tanto para las comunidades y organizaciones no gubernamentales, el Estado ha tenido una conducta conscientemente ambigua y la mayor evidencia de esto serían las incongruencias que existen entre las distintas resoluciones que han emitido en los últimos veinte años, que se caracterizarían por la falta de precisión y la coherencia entre ellas.

La segunda cuestión es si las medidas de reparación declaradas por la empresa efectivamente cumplen esa función, por cuanto la contaminación sobre los recursos hídricos que son fundamentales para la subsistencia del ecosistema de los departamentos no puede ser subsanada por el aumento del empleo, la dinamización comercial de la región o por las mejoras en la infraestructura.

E. Procesos de Conflicto Al analizar conflictos se debe tener en consideración que no se está estudiando una cuestión estática o que cumple con un patrón predeterminado, los conflictos son en esencia

 

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impredecibles y dialécticos, y si bien los investigadores buscan patrones o experiencias que contribuyan a la resolución de conflictos, cada situación es particular y única. Solamente aquellos conflictos que se dan dentro de un ámbito determinado, relativamente controlado y que presentan condiciones estacionales podrían entregar algunas señales de su conducción en el tiempo. Con todo, la experiencia medioambiental, tal como sucede en la identificación de los actores, presenta ciertos comportamientos que auguran un aumento en la intensidad del conflicto, en su caso contrario una desescalada, pasando por periodos de estabilidad (Gráfico Nº 1). Gráfico Nº 1. Escalamiento del Conflicto Socio Ambiental

Intensidad

Escalada del Conflicto

 

100   90   80   70   60   50   40   30   20   10   0  

Proceso  

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Fuente: Elaboración propia a partir de Zorrilla, C. (2009) Protegiendo a su comunidad, Global Response.

En el conflicto del Páramo Santurbán, el proceso ha tomado décadas y se han dado durante toda su historia situaciones propias de los conflictos ambientales: desde los primeros movimientos locales que establecieron sus dudas frente al proyecto, particularmente en relación a los riesgos de contaminación; las alianzas con otros municipios que tenían las mismas aprehensiones; la intervención de nuevos actores que cuestionaron la validez de las leyes que protegían el medio ambiente; y la postura que han adoptado frente al conflicto, los medios de comunicación colombianos que frecuentemente “actualizan” la situación del conflicto y que han sido un importante insumo para el análisis del caso.

No obstante la larga duración del conflicto, aun sería posible prever nuevos escenarios, que podrían estar asociados con la internacionalización del conflicto, recurriendo a tribunales internacionales y una radicalización de los habitantes de las regiones si es que se advierten y comprueban fehacientemente daños irreparables al ecosistema del Páramo.

F. Regulación Potencial del conflicto

El resultado de los conflictos socio ambientales en América Latina no ha sido muy halagüeño, pues como se indicó anteriormente se tiende a dar un juego de suma cero, en el que todos los actores involucrados sufren altos costos y un gran desgaste durante el

 

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conflicto. Para las comunidades si los proyectos se ejecutan generan impactos en el medio ambiente de menor o mayor grado, pero sin duda modifican el ecosistema en el que se encuentran insertos los proyectos. Las compensaciones no satisfacen del todo a los afectados y en muchos casos son percibidos como una forma de soborno (Hernando y Razmilic, 2015). Si los proyectos no se ejecutan, entonces se culpa al Estado por no hacerse cargo de las necesidades de la población y el retiro de los proyectos de explotación es percibido como un empeoramiento de las condiciones de vida. Para las empresas la ejecución del proyecto, si bien permite cumplir con sus objetivos, implica un daño para su imagen como empresas poco comprometidas con el medio ambiente, y aun cuando realicen una importante inversión en acciones de mitigación, compensaciones o responsabilidad social empresarial, son consideradas empresas obsoletas y poco innovadoras: el cambio de Greystar a Eco Oro, evidentemente es un intento por mostrar empatía con las preocupaciones de la comunidad. Por último para el gobierno, la concreción de un proyecto de explotación, sobretodo si ha existido una proliferación de actores y una alta mediatización del conflicto es percibida como una transacción en que lo público termina dominado por el interés privado, y por ende descuidando sus obligaciones estatales, pero si el proyecto no se implementa, entonces el Estado es percibido como populista, generando inseguridad jurídica y no respetando los principios del libre mercado global.

Frente este panorama, la cuestión es, ¿hay solución?, ¿necesariamente estos son conflictos de suma cero?

 

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La literatura en la materia reconoce que se trata de conflictos difíciles de resolver, pero no obstante ciertas acciones llevadas a cabo por los actores pueden que los efectos negativos se puedan reducir en una parte significativa.

Para Sabatini (1990) es fundamental que la resolución considere instancias de mediación y negociación entre las partes directamente involucradas, con la presencia de representantes del poder central. Estos acuerdos deben incluir, de ser el caso, reducción de los daños, reparación y compensaciones que tengan beneficios en el largo plazo, por ejemplo la implementación de planes de salud orientados a las poblaciones afectadas. En el Páramo de Santurbán, estas medidas serían susceptibles de ser consideradas, en el entendido que existan las instancias necesarias para medir los daños eventualmente ocasionados, oportunidad en la que tendrían que pronunciarse tanto entidades nacionales como internacionales especializadas.

A partir de la experiencia europea, concretamente de Alemania, Siedentop (2010), reconoce que si bien las poblaciones aceptan las compensaciones cuando estas tienen beneficios en el largo plazo, hay una tendencia al rechazo en las organizaciones defensoras del medio ambiente, pues lo perciben como una transacción al margen de la ética, en la que se paga por el daño hecho. Por ello es necesario que sea la autoridad central quien tenga el liderazgo en el manejo del conflicto y los proyectos locales deben someterse a la planificación que hace el Estado desde el nivel central.

 

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En una posición diametralmente opuesta, Olsen (2014) plantea a partir de la experiencia de Dinamarca,

que son los actores locales quienes tienen la iniciativa en cuanto a los

proyectos que se desarrollan en su área, aun cuando esto pueda tener el riesgo de que se produzcan desequilibrios en cuanto al desarrollo de proyectos de inversión en distintas regiones del país.

Por último, Hernando y Razmilic, quienes estudiaron la experiencias anteriores, para el caso de Chile, consideran que cuando se trata de conflictos con un impacto relativamente bajo en el entorno de los proyectos, la opción de compensaciones monetarias individuales puede ser una forma de tratar estos conflictos en la medida que estén bien diseñadas y sean ad hoc al proyecto, pero cuando el efecto es de mayor escala, entonces las compensaciones deberían ir destinadas a mejorar la infraestructura, garantizar puestos de trabajo y promover actividades que permitan el desarrollo de la industria local. En cualquier caso la participación de la comunidad es fundamental.

En lo que todos los autores concuerdan y que explica en parte por qué el conflicto en el Páramo de Santurbán ha sido de difícil resolución, es que los proyectos de explotación deben ser parte de una mirada de Estado, con un fuerte sentido estratégico en el largo plazo, y con aprobaciones rápidas, expeditas y eficientes para cada proyecto específico.

 

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Consideraciones finales y observaciones para el análisis de conflictos socio ambientales

Es posible a partir del caso de Santurbán hacer algunas observaciones que pueden ser consideradas en el análisis de otros conflictos socio ambientales, dejando establecido, como ya se indicó la singularidad de cada caso. En ese sentido, se llama la atención sobre lo siguiente:

Existe una gran dificultad en identificar con precisión la función que cumplen las leyes ambientales que rigen tanto la protección del medio ambiente, particularmente los ecosistemas más frágiles, como los ámbitos de acción que tienen las empresas interesadas en invertir y explotar los recursos existentes. Como se mencionó anteriormente, la existencia de leyes no debe obedecer a intereses coyunturales, sino que debería ser coherente con el modelo de desarrollo y con las decisiones que se adopten como política de Estado.

Las empresas buscan compensar a las comunidades utilizando variadas herramientas, desde aquellas de corto plazo como es la entrega directa de dinero a los actores perjudicados o dañados por la explotación, hasta formas orientadas al largo plazo como lo es la construcción de infraestructura, o de generación de condiciones para superar los problemas sociales de las zonas afectadas.

 

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La relación entre el gobierno y las empresas debe ser precisada y en ello los organismos técnicos del Estado cumplen un rol fundamental, pues es necesario objetivar, a través de indicadores y estudios especializados que permitan establecer en términos cualitativos la real condición de los ecosistemas.

Se debe delimitar los ámbitos de acción de las autoridades, tanto desde el nivel central como del local, entre ambos niveles debería existir un proceso político de comunicación y retroalimentación constante, de modo que las políticas del país no afecten las condiciones locales, pero también es necesario que las regiones conozcan los planes del gobierno y la función que cada departamento cumple en el desarrollo del país, asegurando que este desarrollo sea equilibrado entre las distintas zonas que conforman la nación.

Los centros de estudios, investigación y universidades, deben ser parte de los procesos de planificación, implementación y evaluación de los proyectos de intervención. La academia no puede limitarse solamente al estudio abstracto de los problemas sino que deben ser utilizadas sus competencias para mejorar los proyectos en curso y venideros.

Las autoridades deben realizar exámenes exhaustivos de los intereses y actores involucrados en las explotaciones, generando instancias de diálogo en los que cada parte puede representar sus posiciones y sean considerados según sus cualidades en la gestión de los proyectos.

 

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