Heracles y las vestiduras: ascenso y decadencia del héroe

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Descripción

Heracles y las vestiduras: ascenso y decadencia del héroe.


Agustina Ledesma
Universidad Nacional de La Plata


Introducción

Cuenta el mito que Heracles fue obligado por su primo Euristeo a
realizar doce trabajos, en los que debía acometer las hazañas más
difíciles, incluso para un hijo de Zeus. Sin embargo, Heracles parte
solamente acompañado por su escudero, Yolao, y logra salir victorioso de
cada uno de ellos. El primero de esos trabajos fue matar al león de Nemea,
animal que no podía ser eliminado con ningún tipo de armas, y que Heracles
mata con sus propias manos. Pero, como bien se sabe, "el material mítico es
objeto de modificaciones que responden a variables culturales e ideológicas
que, a su vez, van cambiando" (Obrist, 2011:176) y, por esta razón, debe
ser rastreado y recompuesto a partir de diferentes fuentes.
En este trabajo, nos proponemos hacer un análisis de esta parte del
mito de Heracles a lo largo de los textos griegos antiguos, con el fin de
analizar qué elementos de la historia fueron variando según épocas y
géneros, y cuáles se mantuvieron inalterados. Nuestra intención es
focalizarnos, particularmente, en la piel del león como vestidura y trofeo
ya que marcaría el inicio de la carrera heroica de Heracles. Pero, a la
vez, tomar el tema de la vestidura como eje para contrastar esta primera
instancia con la de su decadencia: la muerte a través del paño envenenado
enviado por Deyanira. De este modo, el análisis se centrará no solo en la
contraposición de los diferentes géneros literarios y sus modos de trabajar
con el material mítico, sino también en el contraste entre dos momentos de
la vida del héroe que funcionarían a modo de espejo, reflejando un lado
positivo y otro invertido o negativo.





Desarrollo

La fuente más antigua que pudimos rastrear se remite a la Teogonía de
Hesíodo, fechada entre el siglo VIII y VII a.c. En los versos 326 y
siguientes, se comenta el origen del león de Nemea, de quien se dice que es
hijo de Quimera y Orto pero criado por Hera, quien lo puso en los montes de
Nemea. Se lo califica como "calamidad para los hombres" (πῆμ᾽ ἀνθρώποις) y,
finalmente, se dice que "lo mató el vigor del fornido Heracles". Pero no
hay ningún desarrollo del enfrentamiento ni referencias al hecho de que
Heracles le quita la piel para, luego, utilizarla como vestidura.
Más adelante, ya en el período clásico, Baquílides y Sófocles van a
utilizar la pelea de Heracles y el león con diversos fines, sobre todo
ligados al tipo de literatura que escribe cada uno (el epinicio como himno
que glorifica a un atleta y la tragedia como la búsqueda de la expurgación
de las pasiones a partir de la compasión y el miedo). Así, la idea del
héroe exitoso, de destreza sobrehumana será contrastada con el momento de
su muerte, alejado de la valentía que lo caracterizaba, en manos de una
mujer, postrado y agonizando.
El mito de Heracles aparece, principalmente, en el ditirambo 16 de
Baquílides, donde se narra, al igual que en Traquinias de Sófocles, lo que
serán los momentos finales del héroe cuando una Deyanira llena de celos, al
enterarse de que Heracles mandará a su hogar a su nueva esposa, trama el
plan que llevará al héroe a la muerte. Luego de un proemio mal conservado,
el poema narra muy brevemente el saqueo de Ecalia, el plan de Deyanira y el
uso del filtro de Neso. Pero la historia del león de Nemea aparecerá,
aunque de modo fragmentario, en los epinicios 5, 9 y 13.
En los epinicios 9 y 13 la mención de Heracles refiere al primero de
sus trabajos: la matanza del león de Nemea. Pero, si bien en estos poemas
no se desarrolla el mito, y la información brindada es similar a la de la
Teogonía, es importante señalar que la descripción del héroe está
relacionada con el éxito y la victoria. Así, en el epinicio 9 vuelve a
hacer referencia a la crianza del león por parte de Hera y a la matanza del
mismo como el primero de los trabajos de Heracles. En el epinicio 13
desarrolla un poco más el primero de los trabajos de Heracles, centrándose
sobre todo en el hecho de que las armas no pueden matar al león. Esta
empresa que Heracles lleva a cabo, entonces, es vista como una competencia
de destreza física, antecedente de los famosos juegos de Nemea donde se lo
conmemora.
El epinicio 5, por el contrario, nos muestra la otra cara del héroe.
Heracles está ahora en el Hades en busca de concretar el último de sus
trabajos: sacar al perro Cerbero de allí. Y, si bien se encuentra en lo más
alto de su carrera heroica (ya derrotó al león y salió victorioso de diez
hazañas similares), en este poema puede leerse, a modo de ironía trágica,
una anticipación del terrible destino que le aguarda al héroe, ya que hacia
el final del poema aparece la mención de Deyanira. Además, es allí donde
Meleagro, el héroe matador del jabalí de Calidón, le cuenta de su propia
muerte: luego de que él matara a los hermanos de su madre, ella, Altea,
saca el leño funesto (aquel que los hados habían vaticinado como el
causante de su muerte), y lo quema entre lágrimas. Heracles llora al
escuchar esta historia, compadeciendo el destino del héroe, porque
comprende que la gloria y la felicidad no es completa incluso para el más
grande de los héroes, ya que este también puede ser derrotado. Así, la
ironía trágica (el juego entre lo que un personaje dice y lo que el lector
o la audiencia sabe) aparece en ese llanto de Heracles, ya que el destino
de Meleagro, la muerte a manos de una mujer, será lo que también lo
aguarda a él.
Siguiendo las ideas de Nelli, "la figura de Heracles parece tener un
tratamiento dual en Baquílides" (2006: 81): un aspecto positivo,
relacionado con la victoria, y uno negativo, haciendo referencia a la
derrota. De este modo,


...esta doble concepción del proceso que implica vencer en una
competencia, cualquier tipo de competencia de que se trate, y los
peligros que esto conlleva para el ganador, se encuentran en el corazón
del epinicio como género poético. (Nelli, 2006: 82).




Pero esto mismo, no solo aparece en los epinicios sino que es una idea
que está en el centro mismo de la tragedia sofoclea. Si bien la obra
Traquinias no se centra en los trabajos de Heracles sino en sus últimos
momentos con vida[1], estos aparecen nombrados en un momento clave: cuando
el héroe agoniza en una camilla, vestido con la túnica que le obsequió
Deyanira y siendo consumido por el veneno que le quema la piel. En este
fragmento de la tragedia, se contrapone el esplendor del héroe, ese
Heracles que tenía una fuerza sobrehumana, que podía matar con sus propias
manos a un león invencible, frente al sufrimiento y la debilidad de su
estado actual (Traquinias 1089-1094):


¡Oh manos, manos! ¡Oh espalda y pecho, oh queridos brazos! Vosotros
fuisteis los que sometisteis en una ocasión por la fuerza al habitante
de Nemea, al león, azote de los pastores, animal inabordable y feroz…


Sin embargo, en la tragedia "...el héroe tiene que sufrir tanto como,
o más que, cualquier simple ser humano. Sólo se distingue del común de los
mortales por la magnitud de su caída y el viraje que experimenta su
destino" (de Romilly, 1997: 176). Así, "Sófocles conserva del mito un
desastre debido a un error y el final más horroroso de todos. Éste es
representativo del hombre y no del héroe." (1997: 176)
De este modo, tanto en Baquílides como en Sófocles está presente la
idea de la inestabilidad del éxito y la felicidad humanas. Heracles, siendo
hijo de Zeus, habiendo salido victorioso de las hazañas más difíciles, ha
caído en desgracia y no frente a un temible monstruo o al filo del bronce o
el acero. A Heracles lo matado su propia mujer, sin utilizar ningún tipo de
armas.
Encontramos, entonces, un primer punto de contacto entre la tragedia
sofoclea y los fragmentos del mito de la matanza del león de Nemea
conservados en Baquílides, ya que ambas muertes –la del león y la del héroe-
son llevadas acabo sin utilizar armas blancas. Dice Heracles (Traquinias,
1056-1064)

Tengo el cuerpo entero destrozado, prendido en este lazo
indescriptible. Y esto ni la lanza en la llanura, ni el ejército de los
Gigantes nacido de la tierra, ni la violencia de las Fieras, ni la
Hélade, ni la tierra extrajera, ni región alguna a la que yo llegué
para liberar, me lo hicieron nunca. Mientras que esta mujer, siendo
hembra y sin tener, por tanto, naturaleza de un hombre, sola, me ha
aniquilado sin la espada.


En su trabajo "El mito de Heracles en Baquílides. Su relevancia para
el análisis de Traquinias de Sófocles", María Florencia Nelli se detiene en
la cuestión de género en lo que respecta al modo en el que hombres y
mujeres matan a sus oponentes:


Tanto en Baquílides como en Sófocles hay una oposición fundamental
entre la manera en que una mujer y un hombre producen la muerte. Los
hombres matan mediante lucha directa, utilizando armas, particularmente
una espada, con violencia y en contacto directo con sus oponentes. Por
el contrario, las mujeres, al parecer, matan sin utilizar armas
masculinas, y sin estar en contacto directo con sus "oponentes" (2006:
91)




Frente a esta afirmación estamos de acuerdo en parte, ya que, si bien
lo analizado hasta el momento sobre las mujeres confirma esta afirmación
(tanto Deyanira como Altea utilizan objetos superficialmente inofensivos y
ninguna se enfrenta directamente a sus víctimas), respecto a los hombres
tenemos el antecedente de Heracles. En el epinicio 13 de Baquílides
aparece, por primera vez en la tradición conservada sobre el mito de
Heracles, la referencia a que el león de Nemea no puede ser muerto con
espadas o dagas: "¡Qué pesada mano el retoño de Perseo lanza sobre el
cuello del salvaje león, con toda clase de ardides! Pues el brillante
bronce domador de mortales se niega a entrar en su cuerpo inaccesible, y el
puñal se dobló sin penetrar." (Epin. 13, 201-202)
El héroe tampoco hace uso de las armas para matar y, si bien el
contacto con su oponente es indispensable y marcaría el lado "masculino" de
la matanza, podemos afirmar que el momento del ascenso heroico y el de su
decadencia tienen un primer punto de contacto: si Heracles mata sin armas,
también morirá sin ellas.
Pero la relación entre estos dos momentos determinantes en la vida del
héroe toma su verdadera dimensión frente al idilio XXV[2] del poeta
alejandrino Teócrito, ya que tenemos, en boca del propio Heracles, el
relato del enfrentamiento con el león de Nemea. En este idilio se lo ubica
a Heracles dirigiéndose a los establos de Augías, de lo que se deduce que
va a realizar su quinto trabajo bajo la orden de Euristeo (ya que nada se
dice al respecto). Este es el marco del idilio, el cual está compuesto por
tres poemas más breves. Así, el texto no narrará la limpieza de los
establos sino que lo mostrará a Heracles en diferentes momentos, como en
pequeños cuadros estáticos: interactuando con perros y toros o hablando con
diferentes personajes, y todo bajo la unidad temática de la piel del león
que el héroe porta.
El primer poema breve se titula "Heracles y el campesino". Aquí, el
campesino informa al héroe de la llegada de Augías y de su hijo Fileo a
inspeccionar sus posesiones en el campo. Pero lo interesante de este
episodio es cómo el campesino detiene su atención en la ropa de Heracles:
"comenzó a guiarle, mas en su mente iba cavilando mucho, viendo la piel de
león y la maza que llevaba en la mano, sobre la procedencia del
extranjero." (Idilio XXV, 62-64). Claramente, Heracles no es un hombre más
y el campesino lo sabe: "...a fe mía que no procedes de padres villanos ni
a villanos te pareces, tanto sobresale tu magnífico porte. Como tú son, sin
duda, los hijos de los inmortales que entre mortales andan" (39-42).
El segundo poema, "La inspección", describe la vuelta de las vacas,
caballos y ovejas a los establos y cómo Augías los observa, inspeccionando
el trabajo de los pastores. Heracles y Fileo lo acompañan en su labor y es
aquí cuando el héroe es atacado por el toro Faetonte. Este lo ataca al ver
la piel del león que Heracles lleva puesta. Pero la fuerza del héroe es
superior y puede detenerlo solo con sus manos: "Éste, pues, al ver la seca
piel del torvo león, embistió presto a Heracles, que estaba siempre en
guardia, e intentó golpearle el costado con su testa y su pesada frente"
(142-145). Este episodio muestra a un Heracles capaz, nuevamente, de vencer
a un enorme animal solo con la fuerza de sus brazos. En este idilio habría,
siguiendo las ideas de Brioso Sánchez, una especie de contrapeso entre lo
pastoril o bucólico y lo épico que se profundizará sobre todo en la tercera
y última parte.
Aquí Heracles narra, específicamente, el episodio del león de Nemea.
Es Fileo quien le pregunta por la historia ya que "la piel de esa fiera que
cubre tus costados bien pregona alguna grande hazaña de tus manos" (176-
178). Ante la pregunta de quién puso al león en esas tierras, Heracles
responde que "ninguno podría decirlo con certeza. Suponemos sólo que algún
inmortal, irritado con los descendientes de Foroneo por los sacrificios,
les envío tal azote." (197-201). Los argivos, entonces, nada saben de lo
que la tradición, desde Hesíodo a Baquílides, ha dicho respecto del rol de
Hera en este hecho, aunque sí suponen la intervención divina. Pero es el
mismo Heracles el que desestima la discusión. Lo verdaderamente importante
es la historia de la hazaña en sí: cómo el león asolaba los pueblos vecinos
y cómo Heracles se deshizo de él a pedido de Euristeo.
En la descripción de Teócrito, Heracles insiste en varias
oportunidades en que la piel del león era impenetrable al hierro, a las
piedras y a la madera (en concordancia con lo analizado en el epinicio 13
de Baquílides: δαμασίμβροτος (...) διὰ σώματος), y dice: "lo alcancé con un
dardo cerca del flanco izquierdo sin nada conseguir, que la flecha no
penetró en su carne, aunque era aguda, sino que de rebote fue a caer sobre
la verde hierba." (229-232).
Finalmente, Heracles explica cómo le sacó la piel y se la colocó
sobre el cuerpo a modo de capa protectora: "Algún inmortal me inspiró en
aquel trance la idea de cortar la piel con las mismas garras del león. Con
ellas lo desollé en seguida, y la puse sobre mi cuerpo como protección en
las tajantes batallas de la guerra." (275-280).
De este modo, encontramos que el tema de las vestiduras de Heracles
toma cierta fuerza a partir del período clásico, permitiéndonos realizar un
trabajo comparativo de dos momentos diferentes en la vida del héroe: el
primer momento de mayor gloria y fama y su decadencia o muerte.
Si en Teócrito la piel del león funciona como una valla de defensa
(ἕρκος), a la vez que es la que genera una imagen de fuerza y gloria que
hace que diferentes personajes lo emparenten con los dioses o que los
animales lo ataquen, en Sófocles la visión cambia y las vestiduras de
Heracles son las encargadas de su caída trágica y de su destrucción. Sin la
piel del león, Heracles pareciera ser vulnerable y son otros los vestidos
que cumplen la función de ponerlo en evidencia.

Conclusión


En este trabajo hemos intentando realizar un análisis de los textos
griegos que retoman el fragmento del mito de Heracles en el que este se
enfrenta al león de Nemea. Con un fin comparativo, hemos reparado, sobre
todo, en los dos momentos más importantes de la vida del héroe: el inicio
de su trayectoria heroica durante su vida adulta y la decadencia o muerte.
Podemos decir que estos funcionan a modo de espejo ya que los elementos que
marcan el punto inicial de la gloria del héroe se repiten, quizás un tanto
distorsionados, en el final. Si Heracles mata al león sin utilizar armas
blancas, a él lo matarán sin utilizarlas tampoco. Y si el héroe utiliza la
piel del león como ἕρκος y como signo de grandeza y de fuerza sobrehumana,
el paño con el que morirá refleja su opuesto: la muerte, la debilidad, la
parte humana de Heracles.

Esta dualidad se emparenta, en muchos casos, con el tipo de texto que
recoge el fragmento del mito. El epinicio muestra la grandeza del atleta
(con excepción del 13), la tragedia su caída, su dolor y su sufrimiento y
el poema bucólico lo ubica en un ambiente pastoril, rodeado de animales y
campesinos.
Así, desde la Teogonía de Hesíodo, pasando por Baquílides y Sófocles,
hasta los Idilios de Teócrito, los textos muestran cómo la figura de
Heracles cautivó a los griegos antiguos a lo largo de los siglos ya que en
él se podía ver claramente el contraste entre la grandeza heroica y las
limitaciones humanas.





Referencias bibliográficas


- Baquílides. Epinicios, Suplementos de estudios clásicos 6, 1967.
- Brioso Sánchez, Máximo. Bucólicos griegos, Madrid, Editorial Akal
Clásica, 1986.
- de Romilly, Jaqueline. ¿Por qué Grecia?, Madrid, Editorial Debate,
1997.
- García Teijeiro, Manuel y Molinos Tejada, María Rosa. Bucólicos
Griegos, Madrid, Editorial Gredos, 1986.
- García Gual, Carlos. Introducción a la mitología griega, Madrid,
Alianza Editorial, 1995.
- Grimal, Pierre. Diccionario de mitología griega y romana, Buenos
Aires, Paidós, 2006.
- Hesíodo. Teogonía, Barcelona, Biblioteca Gredos, 2006.
- Jebb, Richard C. Bacchylides. The poems and fragments, Hildesheim,
Georg Olms Verlag, 1967.
- Nelli, María Florencia. "El mito de Heracles en Baquílides. Su
relevancia para el análisis de Traquinias de Sófocles", Synthesis 13,
2006, 79-93.
- Obrist, Katia. "Deyanira, asesina de Heracles: un estudio de la
coagulación mítica en Traquinias a partir del epinicio 5 y el
ditirambo 16 de Baquílides", Veleia 28, 2011, 175-190.
http://www.ehu.eus/ojs/index.php/Veleia/article/view/6307/8081
- Sófocles. Tragedias, Barcelona, Biblioteca Gredos, 2006.




-----------------------
[1] El tema de la tragedia de Sófocles y del ditirambo 16 de Baquílides es
el mismo, como dijimos anteriormente, y no se sabe a ciencia cierta si uno
fue la fuente del otro o si ambos se inspiraron en una fuente anterior no
conservada. La diferencia recae en que, al ser tan breve, en el relato del
ditirambo no se ve contrastado, como sí sucede en la tragedia, los dos
momentos opuestos en la vida del héroe.
[2] Es necesario aclarar que, como dice Brioso Sánchez, la atribución del
idilio XXV a Teócrito ha sido discutida largamente. Muchos especialistas
han marcado diferencias respecto a otros poemas del poeta, pero también
similitudes. Así, la crítica se divide entre quienes se inclinan por la
autenticidad de la autoría de Teócrito y los que no.
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