Hegel y los fundamentos antropológicos del republicanismo: entre la desnaturalización de la voluntad y el desencantamiento del mundo

June 14, 2017 | Autor: Juan José Padial | Categoría: Hegel, Hegel's Philosophy of Right, Historia de la Filosofía Moderna, Republicanismo
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Montserrat Herrero (ed.) G.W.F. Hegel: Contemporary Readings The Presence of Hegel's Philosophy

in the Current Philosophical Debates

OLMS

EUROPAEA MEMORIA Studien und Texte zur Geschichte der europiiischen Ideen Begründet und herausgegeben von / Directeurs-Fondateurs Jean Ecole, Robert Theis Herausgegeben von I Directeurs Jean-Christophe Goddard, Wolfgang H. Schrader f, Günter Zóller Reihe I: Studien Band 86

Montserrat Herrero (ed.)

G.W.F. Hegel: Contemporary Readings

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2011

GEORGOLMS VERLAG HILDESHEIM . ZÜRICH. NEW YORK

MONTSERRAT HERRERO (ED.) G.W.F. Hegel: Contemporary Readings The Presence of Hegel's philosophy in the Current Philosophical Debates

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20Lt GEORGOLMS VERLAG HILDESHEM. zÚnrcg. NEw YORK

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Das Werk ist urheberrechdich geschützt. Jede Verwertung auBerhalb der engen Grelzen des Urheberechtsgesetzes ist ohne Zustimmung des Verlages unzuliissig. Das gilt insbesondere fi¡r Vervielfálügungen, Übersetzungen, Mikroverfilmungen und die Einspeicherung und Verarbeitung in elektronischcn Systemen.

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rso 9706 Gedruckt auf sáurefreiem und alterungsbest?indigem Papier. Herstellung: KM-Druck, 64823 GroB-Umstadt O Copyright by Georg Olms Verlag AG, Hildesheim 201 1 www.olms-de

Alle Rechte vorbehal¡en ISSN 1613-7388 ISBN 978-3-487-14548-8

CONTENTS

Forewotd.........

-... -.......

-

Hegels poürische Philosophie heute. Henning

O

ttmanfi ..............................

19

Muerte, deseo e insuficie ncia de Iz ru26n,

RafaelAluira.....

..............................31

Hegels Anfrage an das Evoluúonsparadigma. Cün/her Piiltner..

37

El desafío de la reflexió¡ hegeliana. Una oportunidad para prosegrit la filosofía. Igtado Falgteras

47

La filosofía como genealogra. Mont¡etrat Herrero......,,, Actualidad de Hegel para ia estética contemporánea. J acinto Naera de Rosale¡................

Pensare conuo: Hegel e Atendt.

CraSa

Tagliauia

.......................... j,1,7

Hegel y ios fundamentos anttopoiógicos del republicanismo: entre la desnaturalización de la voluntad y el desencantamieoto del mundo. J*an loté

Padial.

............................139

Name Index....

About the Authors

.................... 153

............

Hegel y los fundamentos antropológicos del republicanismo: entre la desnaturalización de la voluntad y el desencantamiento del mundo

Juanlosé Padíal

Entre 1,794 y 1795 Hegel redacta algunos fragmentos, tentativos y aparentemente deslavazados, pues atienden a muchas y diversas cuesúones: la reügiosidad griega, el cristianismo primitivo, Ia metafísica postulativa kaotiana, la distinción público-privado, y ia que hay entre idea e ideal. Estos eflsayos seráfl elabotados en otros ttabajos de 1a misma época como "La positividad de la religión cristiana", o el primer texto de Hegel que irá a la imprenta, la edición comentadá de unas "cartas confidenciales sobre las antiguas relaciones de derecho público entre el país de Vaud y la ciudad de Berna". Se han datado alrededor de 1796 unos nuevos fragmefltos sobre historia y política. En ellos Hegel sigue ensayando. Aparece pues un Hegel muy ioven, entre los 24 y los 26 años, en plena efervescencia intelectual. La actualidad de estos escriros, y por extensión 1a de los demás escritos poüticos de Hegel, parece indiscutible desde que Habermas enla década de tos 80 escribiese su contribución a 1a que bien podría pasar por una paautio Dirpatatae en pleno sigJo XX: el libro titulado Moralitát und Siulicbkeif. F,n aquellas páginas Habermas volvía a insistir sobre las objeciones de Hegel a I(ant, ta1 y como (i.) se configuraron por pdmeta vez en el Naturrechtsaaftat4 y (ii.) estallaron en la acusación ala Fenomenología de/ espíritu pot 1a que se hacía tesponsable del Tertor revolucionatio a los desvaíos de la ley del coruzóo; esro es: al único criterio disponible pot una voluntad autónoma y formal para establecer su pureza interna. El interés de Habermas, claro está, no es meramente historiográfico, sino que se enfrenta z Ia aporia con que Hegel, cual Esfinge, sale al paso de las modemas teorías de fundamentación áel Detecho. En lo esencial, Habermas sintetiza tal invectiva así: "Los snjetos qu'e yTgan moraknente sólo pueden normalmente achtar co¡forme a su propio juicio t¡as haberse convertido en sujetos capaces de actuar moral¡¡ente por vía de socialización en contextos de vida ética"2.

El híato entre el juicio moral y la

actuación moral ha de set salvado por un mu¡do de la vida en el que se sinteticen pasivamente ({usserl) agentes cuyo et/tot les capacite para tal tipo de actuación. E,sto quiere decir que para Hegel, a difetencia de Kant, \a nzón no es práctica inmedi¿tamente, sino a ttavés de la S'ittlichkeit, d.el mundo de la üda, o de una cultura fundamentada en un humanismo cívico, como

I Habermas, J., "N{oraütát und Sitdichkeit. Treffen Hegels Einwánde gegen Kant auch auf die Diskursethik zu? " en Kohlmam, W. (coñp.), Moralitdt snd Siulicbkeit, S*u1kamp, Francfort, 1986. 2 Habermas, J., "En qué consiste la ¡acionai.idad de una forma de vida,', en Habermas, Esoito¡ ¡obre noralidadl etitidad,Paidós/ICE-UAB, Barcelona-Buenos Ai¡es-México, 1991, 76.

Hege I: C o n te np orary Rtadi ngs

1.40

el de las antig¡,ias repúblicas

giegas. Bien consciente es Habermas de 1o concluyentes de tales cíticas hegelianas a Kant. Y pot el1o se pregunta si "¿afectao las objeciones de Hegel a Kant también alz éúca del discurso?" Al igual que Edipo, sabe que si no resuelve el enigma, la Esfinge lo matará. Que Hegei venga a ser la consumación de la modemidad y Habermas la continuación de aquel impulso ilusttado, comporta que Hegei consuma ia Modernidad en tanto cancela sus pretensiones -AaJhebmg-, y esto viene pat^t efl el final de una historia, aquelia de ^ la que Habermas, dos siglos más tarde, se sienre legítimo hetedeto -la Ilustración-, y que está en e1 centro de nuestros actuales debates. Hegel era bien consciente de la extraordinaria impotancia de la cuestión debatida, pues su enfrentamiento con la filosofía ptácicz de Kant formaba parte de una posición teórica de más amplio alcance. En ella ia f,losofía kantiana apatecía como una posición más entre 1as modernas teotías fundamentadoras del derecho, A la postte, se trataba de un enfrentamiento con la visión liberal del agente tacional, con su indiüdualismo, y pretensión de autonomía. "E1 überalismo --esctibió- es el ptoblema con el que 7a nzón btega hoy día, y que habrá de resolvet en el fututo"3. Ante todo se trat¿ de un problema teórico, porque lo que está en juego es comprendet 1a racionalidad de las formas de vidaa que hemos suscitado o que podemos suscitar. Si Hegei comparte algo con e1 romanticismo es el intento de ofrecer una terzrpi^ las escisiones de1 hombre moderno, que é1 vivió con suma ^ intensidad. E1 proceso de modernización se puede cafacteitzat como un ptoceso de desencantamiento del mundo, esto es de progtesiva ncio¡altzació¡ de la cuitwa en detrimento de los vínculos intersubietivos pterreflexivos, y, por tanto, basados en la imaginación, propios de sociedades menos complejas. En paiabras de Hegel, 1o que unía a las diversas polis y tribus griegas "eran la fe genetal de un pueblo, basada en 1a tradición y l^ f^rrt^sí^"s. EI sentirniento de pertenencia a 1a comunidad, y la identificación con el bien de la tepública, era en estas sociedades inmediato. El surgimiento de mediaciones racionales disolvió estos víncu1os. Y esto diferencia la irtacionalidad de las instituciones antiguas y 1as modetnas. Aquellas vinculaban inmediata y prerreflexivament . Éstas se fundamentan reflexivaménte, por 1o que la identificación del agente con sus fines está mediada por discutsos teflexivos legitimadores. Así lo comenta Hegel: "Por el contrado, Ias crueldades de la Inqüsición, la intole¡ancia de todo tipo, no es cosa de la tantasía, tradición santificada por su antigüedad, sino que se pretende basada en derechos su ), legrtimidad demostrada racionalmente con argumefitos eternamente viejos y eternamente nuevos"6.

No es que los

antiguos gnegos y romanos no tuvieran costumbres bastante ittacionales, crueles y vergonzosas. No se trata de que su sistema de valoración de i

Hegel, G. \X/. F.,lYerke, wllttárdige Auqabe dwcb einet Vereir uot Frctdex det I/ereuigfcn,Betlín, 1840, vol,

\aIII, 54i. a

Habermas, Euritot -95.

sobre

naralidadl elicidad, Paíd6s/ICE-UAB, Barcelona-Bueaos Aires-México, 1991,

67

s Hegel, "Fragmentos Repubiicanos" en Hegel, G. §1. F., E¡¡rito¡ Económica, Méúco, 19'78. 43. Cit.: "Fragmentos Republicanos". 6Ibidem

tle Juentad,

Foodo de Culrura

Hegell

los Jandamentas

antropológicos de/ republiuni¡m0

1,41

la conducta y su depósito de símbolos sagrados fuese perfecto. Lo que subral,a Hegel es que al fundarse en la fantasía

"la aboLición de estas costumb¡es no fue obra de ra raz6n -{omo rampoco su introducción había sido obra del vicio o de la mala voruntad-, sino casualidad -basada en ci¡cunstancias f".*;; vergier'za -meta alrmación de i¡racionales arcículos de fe y acciones ilhumanas',7.

Bastó para su deslegitimación que la autoconciencia que tenía tales certezas tuviese experiencias de tal calibre que le permitiesen -al avergonzarse o atepentirse* advertir la verdad de tales certezas. En cambio mostrar ia ilegitimidad de ptácticas e instituciones que se pretenden fundadas en ra nzón es algá mucho más difícil, dada la universalidad y fundamento jutídico der que presumei, y por el gue o!!Sa1 Fn cualquier caso la rehabilitación del ..prbli.*i.-o ,.rágoo .. imposible, dado el proceso de cteciente rucionalización -desencantamientl que

tomó en su día Occidente. petfección poliúca alcanzada en las repúbücas griegas y romana se .había . !^ ^"lry perdido necesariamente dada la histoda de Europa desde*la ül¿^ a.t imperio h¿sta la configuración del humanismo comerciar. Er contraste de los regíÁenes absolutistas con aquellas repúblicas ideales no podía set más fue"tte. Su desmotonamiento merced a la Revolución Francesa pudo entusiasmar en los inicios, mas el advenimiento del rerror dejó "al descublerto toda la vileza de los tobespietristas"s. Tampoco parecía que el liberaüsmo inglés ofteciese un ejemplo de orden social libre que generase auténtico humanismolÍvico, pues el ,tomismo social de su base agudtzal:z la identificación de übertad e independencia, y por 1o tanto la desvrnculación entre los sujetos, y su incapacidad p"o ..,pr.r^, .r, qr. esté en juego ei bien de la comunidad y de los otroi, y no tan sólo l, competen.ia reglada por unfair plajt. El balance no eta sino la soledad, ya de la auroconciencia desgraciada y nostá§ica del único orden sociai libre conocido: las antiguas repúblicai; ya de li autoconciencia überal, satisfecha pero conectada socialmente, arites que nada por medio de transacciones económicas, que por definición son prirr^áas, y .-ro conectivos intersubjetivos, sumamente débiles. Lo que se adüerte en las mtdernas sociedades, y que apenas aparece, quizá únicamenté a título de anticipación en 1as antiguas repúblicas es la autoconciencia de la individualidad. co^nciencia que alcanzaría su cénít en la Declaración de los Derechos del Hombre. Desde su proclamación la extensión de los derechos subjetivos ha sido imparable: se comienza a proteger jurídicamente la individualidad mediante el suftagiá universal, el secreto de voto y de correspondencia, la inviolabüdad del áomicilio, la protección de la bue¡a lama fre¡te a la invasión de la privacidad por los medios de comunicación entonces nacientes, etc.e. El ámbito de la eticidad airora tiene que ver con la ciudad moderna. 7

Ibidem

r an Schelling, Berna, Nochebuena de

'1794, en Hegel, G. §ü. F., Etcritot de Jauntud, FCE, MéxicoMadrid, 2003, 52. e Cti. Corbin, 4., "Ent¡e bastidores', en Ariés, ph., Duby, G., (coords.) Hi$oia de la úda piuada,-Ía*.us, Madrid, 1989, vol. IV.,421-23.

Hegel: C ontenporary Readings

142

,'creado¡a de übertad, dispensadora de nuevos placefes, Ia ciudad, que en tzntas ocasiofies es una cruel madrastra, fáscina, a despecho de las diatribas de los morahstas. Paradóitcamente, engendra a la vez las multitudes y los individuos solitarios. Genera a la vez fuPtufa coo 1o anterior y advenimiento de lo nuevo"lo.

Parece tazo¡able que a Hegel le urgiese la fundación de un nuevo fepublicanismo civrco p^t^ el mundo modefno, iusto 12 pfeocupzción que moviliza t" a los comunitaristas frente a ios [betalesll. La historia de esta ".iorL.t coflüovetsia se retroüae, como es natural a Maquiavelo y Rousseau' Peto las objeciones de Hegei a Kant y a1 detecho n tur^! f^cion lista, son especialmente iluminadoras en nuestfo contexto, porque aPufltan ante todo a1 elemento fácional, reflexivo, con el que se han configurado fiuestfas sociedades y Estados. Maquiavelo al entender ei válor como uitttí, y Rousseau a1 mostff la inalienabilidad de la sobefaflía popu.laf, subrayaron los elementos emotivos que debían pfoPiciaf fixevas fotmas de-republicanismo. La tarea más difíci1 quedaba pof fe^lt¿^l:,la dilucidación de contextos sociales de üda érica en el mundo modetno en los que el agente teflgz el ttansfondo vital necesario p^ta s^lvaf e1 hiato efLtfe sus iucios y su actuación mofal. Esto es lo que Hegel pensaba cuando esctibía que el liberalismo eta el tesolver en el futuro. En el ptesente de Hegel, los probiema ^.ont.rto, que la nzón habda de éran nacionales. Sobre nuestro futuro parece que Hegel ptesentía los contextos supfanacionales que necesitan nuestras sociedades muiUcultutales, y fluestros ptobl.rn6 medioambientales, económicos, políticos e incluso de salud púbüca, como puso de relieve 1a reciente pandemiz de gipe A, Ia cdsis de las hipotecas sabpime, o el terror de A1-Qaeda. una mirada a nuestra actualidad y a nuestfos debates teóricos Pztece mostfaf que se ha cumplido el oráculo hegeliaoo sobre ei liberalismo: sigue siendo fluestlo problema. Pero al igual que él entonces, nosotros seguimos sin solución iatisfactoria. La relación entfe mofatdad y eticidad atañe a muchos de 1os debates teóficos actuales, como los que enfrentan al republicanismo y el libetaüsmo. Sobre esta cuestión se hán pfonunciado tardomodefnos como Habetmas, liberales como o Sandel; republicanos Rawls, comunitaristas como Taylor, Maclntyte, W ^Izet como Hannah Arendt o, entre nuestros comparriotas, Fetnando Inciarte o Alejandro Ilano. No exagera Hegel la knportancia histórica de 1a cuestión, si se

tiene en cuenta que este debate filosófico es e1 tlasunto teflexivo de acontecimientos históricos de tepercusión innegable. En tiempos de Hege1, el Tertor tevolucionado y el finiquitamiento de las monarquías absolutas, el advenimiento de Napoieón y Ia forja, del Estado Constitucional. En nuesros días

e1

convivencia en sociedades multiculturales. Ayer y hoy, ia distinción gtiega entte Io público y io privado, y eL

debate sobre 1os Derechos Humanos

y l^

papel de la razón en relación con el poder.

'o

11

Ibidem, 422.

Oldfield, A., Citilex:hip and Conruati\:

1990.

CiL,ic

Brpl/btiarziyz atd the Modetu [I''arl/, Routldege, Londres,

H ege /1t bs ;t'a n da n e n to s an trop o lógi c o s de I

rep u b li run i s n o

143

En cualquier caso, subtayar e1 elemento t¿cional de las mediaciones necesarias desde sus primerísimos en el mundo cofltemporáfleo fircla tatea que Hegel afrontó escritos:

nuevlm:nte han recibido derechos' por lo "Só1o en los úitimos uempos, en Ios que los hombres

ha come¡zado una brrrgu.sás, los de la propiedad y- la -segwidad de la misma' pasiva ya no se ex rnde- tanto a las nueva manifestación de Ia acción h'á"nt; y la obediencia el hombre no tiene derechos' [como] ofensas privadas como a aquellas ¡elaciones en las cuales '-.didas en general' de las esferas de la importancia' de en asuntos

,r,*o, d.r..ho, gr.rrus,

de gobierno

constitución y de la administración"i2'

la historia euroPea' La Hegel advierte 1o decisivo de una forma de vida (Geisf¡en libefales y francesa, marca rechmáción de derechos subjerivos en ]as fevoluciones Hegel denominatá urla nueva etapa e¡ la comprensión de la übertad, a 1a que correlatos iibetad subjetivar3. Años áás tarde, Hegel detetminará como sus e1 ascenso de 1a burguesía culturales la reforma lutetana en el ámbitá teügioso, ámbito económico y industrial y el advenlmiento de una sociedad melcantil en el de übertad subietiva ttae consigo' según Hegel' una 1urídico. úas h exigencia manifestación inédita de la acción humana' una La nueva manifestación de la acción es solidafia, según Hege1, cofi p^f^ burguesía rc.cl^m ba concepción inédita de los derechos' La naciente y pujante como las .irro ir;.rr.r" más que a las cuestiones que afecta;efl a la administración' constitucionales' o con e1 obligaciones fiscales, las que tuviesen q" t""o" deberes de tales obügaciones recofte de sus derechos en estados de excepción' Ell ámbito los demás' pasivas, e1 tipo de obligaciones que habitualmente teflemos para corl al mín.imo El concepto de ;-d' .""rit"f." sus'detechos Pasivos, se reduce corelaciona á"r..ho pasi.ro, por eiemplo el qoá cottetponde a los niños' y que se va a ser etc'' .on t^ oitig^.iár, a. tá. nárlto. át proporcionatles sustento' vivienda' qt" ahora se debe ai Estado' y que ha de ,.rÁpt*^í"pot el de obligación -g,,do p^'i-'^, que atente' siquiera sea mínimamente contra los velar por no i.,te*eni. en

en 1a nacientes detechos a.tlvo's del hombre, proclamados solemnemente y de1 ciudadano' Se trata de Declaración revolucionaria de los derechos dei hombte que quizá se o., pro...o, el de la toma de conciencia de 1a ptopia indiüdualidad' pero qu€ llegar¿ a iniciase en el Renacimiento en ciudades to-o B*l^' o Gantela' de la cárir-.a:'a fotográltca su apogeo en fenómenos del siglo XIX como^la invención sobte uoa tumba y- r^' lLo.r^,ización del ,.átn, tl ePitafio personalizado -at los ptocesos. policiales de individual, la extensíón de1 tegistro ti'a y petsonal' identiflcación, la populatizzción dá diario íntimo y de la correspondencia adultos los de o o las confidencias intetiores de las niñas Pará con sus muñecas' 12

Hegel, "Fragmentos republicanos", 3, 45'

de Ia en Heget 1 Adomo, Sectetatlado de Publicaciones presente .l capitulo III "La libenad subietiva Universidad de Sevilla, Sevilla, 2006. iéase especi^iménte 13

Cfr. Aymericlr, L, L.a l;bema )i)ri,r,

en la objetividad".

del ¡í tti¡no, Biblioteca Nueva, Ivfadrid,-2002, la cfr. choza, )., Artr@ología Fiktófca. Lzt repreretúaciotei -t""cepto persona" y V "El suieto mode¡no' Modelo de capítulos IV "La elaboración o..á.r,iJJtf

monotógico y modelo dialógico".

Hege

1,44

l: C o n te np orary

Rea di ngs

pafa con sus mascotasl5. En estos cambios socioculturales Hegel advierte una posibilidad para el gran campo de lz acción. Pero lo posible no es 1o necesado, y pot 1o tarrto., esa posibilidad le es inherente un peligro, el de Ia transformación de1 iiodrdrtro en mero consumidor, y el de la comunidad o república, en el escenario en que se citan, apatecen y desapatecen, únicamente divetsos estilos de vida O con otras palabras, él énfasis en Ia individuaüdad y la autonomía es tal, que 1a ¡acionatdad puede de,af de predicarse fespecto de 1os fines, y consistir en un m€fo cálculo tespeito a los medios, fespecto de 1o que Hobbes denominó la comodidad. F,sta es la amer\ z del überal,ismo. Lo que está en juego es la racionalidad de acciones e instituciones, de lo subjetivó y de lo suscitado pot la subjetividad, los ámbitos culturales, no sólo el jutídico. Ta1 tacionalidad no es sólo instrumental, como señaló el mismo Habermas. La transformación de las Ciencias Sociales en Ingenierías Sociales pata la consecución de seguddad, salud y bienestat económico, es propi2 de1 padre del libetaüsmo, Thomas Hobbes. Pero, si ela "el interés supremo -tecuérdese la ciencia suprem a de l^ Í?-eptibliz Pl^tónica- est¡iba en- el amor en un vida, el embillecimiento de la misma, y la comodidad, entonces la mo¡al se ttansfor'ra sistema de la astucia"16.

De aquí que la racionalidad que compete a 1o público no sea la de ios attefactos, 1a que rige la poíeis, sino 1a de la una forma peculiar de praxis, y por el1o, 11 19t-^ legal se puede distinguir de su iegitimación. A la ciudadanía le compete delibe¡at ,Jb.. firr.r, no sólo iobre medios, "ahora, cuando después de siglos la humanidad vuelve a seÍ c p^z de [regirse por] idea5"tr. Pot consiguiente cabe la desobediencia civil. Así se altera el campo de 1as obligaciones pasivas. El nuevo republicaaismo no encuentfa fazofles para practiczr su ciudadanía tan sólo en las obligaciones de solidaridad en las gtandes catástrofes, sus motivos no son meramente sentimentales, sino como gustaba decit a Hegel, "ideas". Además su relación pata con el Estado se modi{ita. Como señaló Inciarte, "mediante el recurso a 1a distinción de legaüdad y legitimidad, la teoria de la desobediencia ciü1 propia del radicalismo aut;Limitado se didge contra las leyes, también contta las leyes fundamentales que definen los detechos humanos (civiles, polÍticos, del hombre) y, pot lo tanto, contra 10 que hayan decidido las asambleas corrstituyentes' A la vez i.rt..rt^ po. ese camino integrat las minorías -que en e1 auténtico republicanismo sóIo pueden existit en ca[dad de metecos- en un sistema republicano más amplio qre el .on..bido por Rousseau".18 Desde esta perspectiva se adviette que el ptoblema no atañe tan solo a 1a filosofía política, sino que hunde sus ráíces en 1a antopología filosófica. Que 1a tacionalidad se predique tan sólo de las acciones individuales o se extienda a los terrenos del espíritu obietivo, he ahi la cuesdón, porque de ella depende que la bondad se predique exclusivamente de la buena Cfr. Cotbin, A., "El secreto del individuo" en Ariés, Ph., Duby, G., (coords.) Hi:toia Taurus, Madtid, 1989, vol. IV.,425 508. 15

16

de

k

uida

piruda,

Hegel, "Fragmentos Republicanos", 1, 40.

17

Ibidem. 18Inciarte,F., L)beralis»o1 nprblianiwo. EntEos

de

f lotofía política,Euns4Pamplona,

2001, 57 58'

Hegel y los fandanentos anhopológios de/ repablirunisno

1,45

voluntad, como afirmaba Kant, o se extienda a institucio¡es y ámbitos cultutales, en definitiva a la historia, como sugitió Hegel en su gran inuoducción a las l-¿cciones fibsofía d¿ k bistoia aniuersal. Pata Hegel el problema tenía 1os tintes de una auténtica batal7a, y así se aptecia en e1 énfasis cítico de algunos de sus primeros escritos, y que fueron titulados "Fragmentos republicanos". Quizá esa inquina contta el libetalismo fuese la más definitoria de las animadversiones de Hegel. Esta enemistad con e1 übetalismo y e1 empirismo que le es anejo, se proiongaría desde estas obtas primerizas, hasta el ú1timo de sus escritos, que vetsó sobre e1 Refonztbill'ng\és. Esta potfía y Pertinancia revela que, pata Hegel, aquí no está en iuego una meta cuestión de ptedilecciones políticas, sino algo mucho más profundo y que es relevante t^fito Par^ el conjunto

de

de su sistema filosófico, como para lo que podría considetarse su anttopología filosófica en particular. "La oposición de Hegel

a.l empirismo inglés

hdica la más importante y persistente de

sus

aversiones. El modo hegeliano de arreglar cuentas con el empirismo es la clave de la maduración del idealismo absoluto"le.

Si se ha definido Ia mónada leibniziana --es decir 1a subietividad- como urr microcosmos, también es cierto que el mundo suscitado pot ia acción humana -la cultura y 1a historia en la que se encuentra situado- rcfleja 1a conciencia que de sí tiene el agente: su reiación con su naturaleza (impuisos y tendencias), su vinculación intersubjetiva con los otros, el alcance de su actividad poiética, y el papel de su libertad en "ei gran ámbito de Ia acción"2'. Estos serán los temas que se anuncian en los "Fragmentos Republicanos" y que constituyen no sólo el planteamiento del problema que se meditará largamente en esctitos postetiores, sino también la vía para su resolución, esto es, retrottaer 1as cuestiones de fundamentación del Derecho a sus condiciones de posibüdad anttopológicas. Aigo así como una profundización en e1 estilo trascendentai kantiano. José María Ripalda ha adietivado, con mucha precisión, estos fragmentos como repubücanos. Quizá podría haber enfattzado el criticismo con que Hegel abotda la vivencia del ctistianismo en 1os tiempos subsiguientes al tétmino de la república ton:' n y 1a optesión impedal. Peto justamente ios ha caüficado de tepublicanos, porque el énfasis ctítico que se aprecia en ellos patece derivat directamente de la lectura de Rousseau. Lt ardficiahdad de1 amoar propre, pot la que el hombre atiende más que a su autoconsevación (amoar de so), al juicio de los otros, trarisforma este amor en miedo, en dominio de los ottos y dependencia de 1a opinión y dictamen aienos. Pata Hegel, igual que para e1 Rousseau del Segando Dbcarso, esto tiene como correlato polÍtico 1a distinción entte tepublica y monarquía, pues "en una repúbüca se vive para una idea, en 1as mooatquías siempre pata el individuo"21. Si io distintivo de la idea es su universalidad, lo ptopio de los dictámenes y opiniones

re Polo,

L.,

Hegel

empirismo".

1

el postbegetianismo, Eunsa, Pamplona, 19c)9, 2? ed.,

20

Hegel, "Fragmentos republicanos", 3, 42-43.

?r

lbidem, 4, 47.

"El proyecto de superar el

146

Hege l: C an te mp orary

fu ading:

monárquicos radica en que "su idea es i¡rdividu a7, un iása1"22. Vivir bajo el impetio de un individuo aieno, y tegitse por un ideal implica y^ p^r Hegel, ya para Rousseau, üür ausente de sí, alienado, no regido desde sí, por lo que las formas modernas de gobierno se acercan para sendos pensadotes peligtosamente a la tuanía. rrSolamente

un pueblo en estado avanzado de corrupción, de profunda debilidad moral, eta c ?az de convertir la obediencia ciega a los caprichos malvados de homb¡es abyectos en máxima máral para sí. unicamente el largo tiempo [de la opresión], el olvido total de un estado mejor puede llevar a un pueblo hasta este extfemo"23.

E,stos iuicios sobre la monarquía parecen en extremo radicales, propios de exaltados. Por ello quizá convenga retrotraerse a los orígenes de la reflexión occidental sobte ia política. Como aclaró Inciarte: "Una tepública, lo que los gtiegos llamaban vfla plliteia, no es, en principio, más que una comuaidad poiítica bien gobernada. Bien gobernada signitica aquí dos cosas: plmero, g,re en ella el bien común prima sobre el bien privado, lo cual a su vez significa -y esto es lo segonáo- que el gobernante no gobierna en su propio provecho sino en el de la com,nidad. eue el gobernante sea u¡o o unos pocos o todos es, en cambio, secundario. Según esto, una monarquía puede ser no menos republicana que una aristocracia o una democ¡acia. Lo que no puede darse es que una tiranía o una oligocracia sean repubücanas"2a.

Bien puede decirse que Hegel apela a la ilustre rradición del republicanismo antiguo. En los ftagmentos se referirá pot ejemplo a Catón o Cleómenes. pero aIa distancia en que se situa Hegel se difumina la distinción entre monarquía y t1ranlz'. Y esto ya no es antiguo, sino modetno, pues 1a distinción hegeliana entre idea e ideal viene a ser solidaria de la que hay entre autodeterminación y hetetodeterminación. Subyace l^ visión del sí mismo humano como indeterminado. Pero tal visión de^qrrrí 1a sustancialidad y subjetividad humanas, 1a una como indetermi nada, la otra como capacidad intrínseca de determinación, es heredera de la visión caftesiana de las sustancias. Lo que distingue la res cogitans de la exfen¡a iene a ser que la na1)ra,Ieza es contemplada como un mecanismo, y por taflto necesita de un impulso que la ponga en marcha. Es pura pasividad, extensión y sucesividad, y tanto la configuración de sus piezas, como el funcionamiento del artefacto vienen de fuera. EI mundo, la. nafuraleza,lo que hay de sustancial en el ser humano está desencantado, carece de actividad ptopia, intrínseca. Cuando la determinación le llega a1 hombre desde otro individuo, desde fuera, entonces el hombre no se comporta sino mecánicamente, y la actividad de gobiemo se asimila a la ingerieria social. La relación entre el monarca y el súbdito es la que hay entte quien determina, y lo que es determinado desde fuera. El súbdito no eitá consigo mismo al cumplir la orden que dimana del monarca, y por eso no es libre. No hay entre los dos una relación de adecuación, sino que la marca de esta relació¡ extrínseca es la exüañeza y por consiguiente la lucha y el dominio. "Estar consigo mismo en el otro" será la formuia que Hegel empleará en su madurez para teferirie

22

Ibidem. Ibidem, 1, 39. 2a Inciarte, F., Rcpubliatisnol kberulisno, 15. 23

Hegel1 ks fandanentos antropalógitos del republicanismo

1,47

a la libertad. Aquí aparece en su pdmeta formulación, una vetsión en negativo. se tráta como he dicho de una relación que es cottelativa de la que se da e.rtr! hombr. y mundo, si la acción y sólo la acción tie¡e c,oácter tráscendentar. como ha señalado lJano, "el mundo es, a su vez, el ámbito de lo construible por el sujeto, cuyo ser übre _rn este plano_ consiste en disponer libremente de la ¡atwaleza, liberándose de sus exigencias y prJriorr." inmediatas. Para libe¡a¡se a sí mismo, el hombre somete a la natu¡aleza, que ya"no es -."Á" ai.. "i propio I(aulbach- una naturaleza teleológicamente libre, si¡o una natutaleza encadenada,'25.

Hegel, a1 igual que Rousseau, está aceptando los presupuestos del derecho natural racionalista. cassiret sostuvo la tesis del ptofundo inluio roussonjano no sólo en Kant, sino en Hegel. Peto lo que aquí aparece es la autoridad de Duns Scoto sobre todo el panotama modetno, pues ya Heger, ya ia tradición de De¡echo Natural a la que se opondrá: la inauguada por Hobbes, comparten el presupuesto de la nzón como única instancia detetminante de suyo en el sér humaná. Peto que la nzón sea una instancia determinante no significa tan sólo que las acciones sean imputables ai sujeto. El concepto de autodeterminación viené a set .ona rudicaltzación de la übertad por ia que el sujeto toma posesión de sí mismo, una disposición de sí, de 1a ptopia realidad. Hobbes había iostenido que ia realidad social debía ser construida, y esto impüca no sólo que el Estado sea ,n artificio por el que los hombres salen del estado de natLttareza y íundan el estado civil, sino lo que es más, que todo lo humano en e1 estado civil es un artificio. para Hobbes "El Fstado

es desde luego una pe$ona artificial, pero como ha contribuido a la generación de los hombres que lo integran, les confie¡e también a ellos su propia '¡atwal,eza'. po-¡ eso también el médico, el juez y el guarda de tráfico son persoras artificiale:"26.

No

es de exüañat que Hobbes defina al ser humano por su poder, pot su señorío, y no por su inteligencia o su carácter político. "Cuando se habla de bienes y posesiones se Ie llama propietario (Owtte), en Laún Dat inu y en griego §zb¡ cuando se habla de acciones se le llama Autor'i27. Bienes y posesiones, el dominio, gar t\tizan la comodidad hobbesiana, tan criticada por Hegel en estos Fragnentos Repablicanos. y es que las tradiciooales virtudes republicanas -el coraje, Ia magnanimidad, la piedad y la inmoralidad por las acciones- son atacadas frontalmenre por la propieáad y su condición ultima de posibiJidad: la paz y no la guerta. Es así como el cálculo y la razón instrumental son entronizados pot la filosofía política de los orígenes de la modernidad2s. pero al hacerlo, lo político, la po/iieia: "el argumento racional y Ia acción cooperativa"2g cede su puesto a lo socia130, que se puede comprender como una déspolitización o 2s

Llano,

A,

"Natu¡alismo y ley racionatural" en Garcia de Leáttz,I., (edit.) De flobi¡ i?ri¡ ¡ihrí/¡,

Encuentro, Madrid ,2009, 571-5j2. 26

Choza,1., Antropologia fkfl$¡a. l_at represeúaciarut dtl ¡í ni¡n0.134. Th., I-¿uiatáx, X.fr, 124 or: 256 esp. Citado por Choza, 1., Artra?ol,gía potitiua. l ttt repretentaciones del ú ni¡na,133. Rahe, P. A., kpttbln¡ Arcient aad fulodem: Cla¡¡ica/ Rerblicazitn ard th¿ Ameicat¡ Rtwlttion, :8, 9fr Universiry of North Carolha Press, Chapel Ht1l, 1992,331. 2? Hobbes,

2e

ro

lbtdem,276. Ibidem.

148

HWL

Contem?ardry fuadings

privatización del espacio antedormente ocupado. Así es como, creo, se puede entender e1 ftagmento n" 1 de Hegel y el cdticismo con que habla del proceso de privalzación. El poder de 1a voluntad, y 1a indifetencia de la natutaleza en Hobbes viene a ser tan enorme, que a partir del siglo X\IIII comienza a aP^recet un tipo de arquitectura emancipada de la tradición: el neoclasicismo, en ciudades en las que no cabe inspitatse en construcciorles antiguas. El mundo es un enorme decotado y 1a vida una latga tepresentación31. Tal emancipación tendrá su coÍrelato en la soledad y completa autonomía de 1a moraüdad kantiana. Hasta ia tedacción de la Filotofa del Deruho, Hegel no logrará encofltÍar el modo en que la ptóspera burguesía puede reconquistff de nuevo el estatuto de ciudadano. Y esto vendrá pot la comprensión hegeliana de la sociedad ciül. Aquellas grandes, aunque sobrias, virtudes republicanas le permiten a Hegei rectificar la postulación kantiana de armonía entre moralidad y felicidad. Se sire pata ello del Über die Mt;glichkeit einer Fotw der Pbilosophie iiberhaupf, del iovencísimo Schell-ing y de la comprensión no peyotativa del suicidio de dos gtandes republicanos: Catón el Joven y Cleómenes. El coraje y la magnanimidad con que el republicano mira 1a muette y desprecia 1a fe[cidad sensible, equivale para Hegel, en muchos casos, a una renuncia, no sólo a la comodidad (Hobbes), sino también a cualquiet derecho subjetivo sobre la feücidad (I{ant). La lucha de Cetón coritra César, ejemplifica la comprensión tepubücana de la libettad cott\o t'¡0 dominio. César crwza el Rubicón por ambición. Estaba en iuego un segundo consulado (ese es ei significado oculto del liegué, vi y vencí, pues al llegar más allá, r,enció al Senado y al pueblo de los romanos). Al hacerlo ptovocó que e1 Senado lo declzrata formalmente enemigo dei Estado, y consigr'rientemente Catón y Escipión se levantaron efl arrnas contta César, que va acaparando podet, ya en 1as Gaüas, ya en Roma, ya en Egipto. Tan só1o cuando su ejército ha sido derrotado en Tapso, Catón se suicida. Realiza aquella sentencia suya contra César: "Es menestet contener a este hombte o morir hontosamente contendiendo por la libertad"Plutarco compara en el tomo VI de sus Vidas paralelas el valor, capacidad de mando y muerte de Agis, Cleómenes, Tibedo y Gayo Graco. Ftuto de este cotejo alaba a Cleómenes que "con 1as más loable resolución se quitó Ia vidt"32. Para Hegel se quitaron la vida al ser suprimida la Constitución de su patria, les fue imposible reu¡arse a la vida privada. Su alma habia abarcado una idea; y ahora que se les hizo imposible trabajar por ella, su alma, expulsada del gran ámbito de la acción, suspiraba por libra¡se de Ias ataduras corporales y regresar al mundo de las ideas infiaitas"33.

"A Catón, Cleómefles y otros que

Hegel está subrayando aquí el eiemento racional, el del alma que abarca una idea, y no sigue meramente a un individuo (Césat es el caso paradigmático), a un ideal penonificado. Tal seguimiento equivale a no estar consigo mismo, a ser dominado. Pero esto no en un sentido liberal, como del que reclama pata sí independencia y libertad subjetiva. El liberal vendúa a contentarse con la mera no 3r Cfr. Castan, N., "Lo púbüco y lo particular" en A¡iés, Ph., Dlrby, G., (cootds.) Hirtoia de la úda piuada,Tawus, Madrid, 1989, vol. III.,439. 32 Plutarco, Vidat paralelaq\1,3.

ll

Hegel, "Fragmentos Republicaoos", 3, 42-43.

Hegel1 ks fundanentos anfropoló¿icot del rePu b l¡ cdtx¡sml

1,49

intromisión del Estado en 1os derechos y negocios juídicos. La actaación de Catón el Joven pone de reüeve que la obligación por 1a que se levantó en afinas rlo era pasiva, como ia del que acepta resignado una orden. Pero no interferencia no es 1o mismo que no dominación. Só1o se puede comprendet la historia de Catón frente a Césm como e1 poder detetmi¡ante de la voluntad general, 1a del Senado y el pueblo de los tomanos. Lo que comparece aquí es 1a salvaguatda del coniunto de instituciones que capacitaban a 1os romanos no sólo paru jtzgar moralmente, sino también p^t^ r moralmente. Pero esta idea pot 1a que los grandes republicanos ^ctlr entregaron su ptopia vida, no es algo dilucidado mediante l¡ razón especulativa. "Es sólo \a razón práctica la que puede fundar la fe en un Dios"34. Como ptáctica, Ia razót media ente la conciencia reflexiva, especulativa, y la conciencia vital, que instala al hombre inmediatamente en el mundo, su síntesis pasiva, su visión del mundo, sa elhos y su depósito de símbolos sagrados, de acuerdo con los cuales vtlota Ia realidad de forma inmediata. De aquí attanca la rectificación hegeliana a la metafísica postulativa kantiana. Como ha señalado María del Carmen Paredes: "el fin último y la inmortalidad estaban conectados al ca¡ácte¡ supremo de la patria, que viene a a la idea de un Dios trascendente, En virtud de la ¡eferencia intrínseca de los indiüduos a la totalidad de Ia vida social, que es lo perdurable con relación a la du¡ación de la existencia sensible de cada sujeto individual, puede llegar a realiza¡se el fin último de los hombres"l5. sustituir

Así el republicanismo antiguo tenía como condición de posibilidad

1a

identificación de1 individuo con r.rna univetsalidad que no era dada reflexivamente, sino cultutalmente. Esta vinculación de 1a voluntad particular con la genetal, es 1o que atiae Ia atención de Hegei. Es pot ello que habla respecto del repubücanismo del seguimiento de una idea, de algo genetal, universalizable, comunicable, común. En el Senado estaban depositados el conjunto de valores (Etbó:, Sittlichkeil en que creía el pueblo, y por cuyo valot pata la conciencia, ias leyes, por severas que fueran no eran coercitivas, no dominaban. Y no domin¿ban, significa que poseían validez intetsubjetiva. No eran individuales, sino ideas comunicables, cuyo coffelato eran aquellas instituciones de las que dependía su sociaüzación. En cuanto guiada por aquel ethós,1a morahdad no era abstracta, sino concreta. Ese setá el núcleo de la críúca de Hegel a Kant, como recordaba Habermas. Y aquí, en los Frdglrefitzs Republicanot aparece ya in nace. "La raz6n por'e como fin último del mundo al supremo bien, moralidad, y, en proporción a éstos, bienaventuranza; pero, ¿es que ella misma se pone este hn último? La razón exige la realización del mismo; es decir, lo exige de otro ser, por lo menos no del hombre, no de la causalidad de la nzóa, mientras que ésta se ve limitada por Ia sensibilidad"l6.

aroma fichteano de la ultima sentencia es innegable. Lt cnttca al déficit práctico de la moralidad kantiana hunde sus raíces en Fichte y e1 tomanticismo. La subjetividad ttascendental kantiana, con su arenencia al objeto de expedencia, se encuentra determinada extrínsecamente por el orden de lo dado, el de 1o físico. Y

El

la Hegel, "Fragmentos Repubiicanos", 2, 41. 15 Paredes, M" del C., Géresit del concepto de uetdad er e/jot'en Hrgrl, Universidad de Salamanca, Salamanca, 1981 36

,79.

Hegel "Fragmentos Repubücanos", 2, 42.

Hege /: C on te mp orary

150

Bt a dings

esto tierie sus consecuencias en e1 otden moral, donde se exige un tipo de comportámiento por completo desvinculado del orden fisico. El sujeto que se autodetermina en el orden motal puede encontrar tal autodeterminación imposible fsicamente. Las cosas exteffias no se adecuan en modo alguno a su voluntad, por 1o

que se encuefltra en la altemativa del cinismo o del heroísmo. "¿Qué sentido puede tener el deber de no matat pata un soldado en medio de una batalla? Pero, si se puede no matar, diffcilmente se puede decir que no debamos hacedo. La ética se convierte en consecuencia en una ética de actinrdes, en la que al fi¡ral un capo de la Mafia, un Corleone, fácilmente conserva su sentido moral de la vida y termina dando lecciones sobre Io que se debe o

no

no

se debe"37.

La metafísica postulativa kantiana viene a ser una metafísica de la finitud, de la faclcidtd de 1o que las cosas son, y de lo que el hombre puede. Ante 1o tefractario de Ia nztualeza para la übertad, Kant postula Ia necesidad de la bienaventutanza fututa. Apatece así la soberanía motal de la persona como debditada, como clausurándose cabe sí frente a un mundo y una realidad física que nada sabe de ella. Fichte en cambio se decidirá por la transformación de \a naturaleza en libertad. Los románticos, y con ellos, los jovencísimos Hólderün, SchelLing y Hegel le seguirán con sus luchas "por un arte que transfigure a1 mundo en belleza y santifique la pasión, por una comunidad Iibte por la que va§a la pena vivir y morir"38. Es así como se profundiza en la consideración trascendental de 1a acción iniciada pot I(ant, Ia sobetanía de ese yo emergente a 1o largo de la modernidad. De aquí que Hegei considere, siguiendo a un jovencísimo Schelling aún muy fichteano en sus piaflteamientos, que 1a ley moral exige 1a producción de la libertad en la rafisr .eza, la superación de1 No-Yo. La 1ey es "representación en un sentido práctico, determinación inmediata del Yo, que está contenido en la reptesentación por el Yo absoluto (y superación del No-Yo presente en la representación en la medida en que el No-Yo está en la misma en su forma determinante)"3e.

El problema es claro. Según Fichte el yo puto se diferencia del yo empírico porque este uitimo puede contradecirse. Pero ta1 contradicción implica que está detetminado por 1o externo. Su supuesta libertad tafl sólo 1o era de elección, de atbitrio, no una fuerza creadora. La idea opetativa en la conducta de los antiguos repubücanos, impüca un sentido de 1a autodetenninación productivo de libertad, superador del orden físico. "übre albedrío: ¿será un determinarse a la obediencia o desobediencia frente a la ley por medio de una actividad autó¡oma absoluta, a actos cont¡adicto¡iamente opuestos? ¿O será que Ia libertad no es sino la superac.ión del [poder] determinante del No-Yo @ichte llama a Io anterio¡ libertad arbitraria), un determinarse hacia la satisfacción o la no-satisfacción de una exigencia de Ia facultad apetitiva? (también el perro)"+0,

Hay que comptender pues, qué signifique la idea que guía al republicano, al tomántico, a1 idealista. Y la clave la da Fichte. Tal idea no es algo meramente reflexivo, sino ante todo un concepto práctico, 1o que el No-Yo debe ser, y en 17 38

Hernández-Pach eco, l., Lzt

Dtlthey,\$l.,

Hegel 1 el

co acienci a m a áa tica, T ectos, Madrid, 1 995, idtaliwa, FCE, México, 1944, 20.

le Hegel, "Fragmentos Republicanos", 2, 41. Hegel, "Fragmentos republ.icanos", 3, C., 41.

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5 1.

H ege I1

virtud

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fii n dan en f os an frop o lógi c a s de /

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151

la lucha, e1 esfuerzo y el ttabajo del Yo. Se produce asi u¡a tadicahzación de la ruzón púcrtca. "La perfecta adecuación del homb¡e consigo mismo, y -para que el pueda adecuarse consigo de1 cual puede comprenderse

mismo- la adecuación de todas las cosas fuera de él con sus necesarios conceptos prácticos de ellas -los conceptos que determinan como ellas debe¡ ser- es la más alta meta del homb¡e. Esta

adecuación es, recurriendo a la termioología de la filosofía crítica, 1o que I(ant denomina el bie:¡ suptemo. El cual no tiene dos partes, sino que es totalmerite simple: es la p/cru aduuar:iór de trna uencia racional contigo mi¡ma. En dac\ó¡ a u¡a ese¡cia racional dependiente de las cosas externas a sí misma, ese bien supremo se puede considerar de doble manera: como adecuación de la voluntad con la idea de una voluntad eter¡ámente váltda, o bier ruora/, y como adecuación de las cosas externas con nuestra voluntad, o felicidad. Por tanto, es ta¡ poco cierto que el homb¡e se determi¡e al bien moral por su deseo de felicidad, que más bien el concepto mismo de feücidad y el deseo de ella, oo surgen sino de la ¡aturaleza moral del hombre. No es que sea bueno 1o que hace feJiz, sino que sólo hace feliz Io que es bueao"a1.

Frente a I(ant, Hegel a:rg¡tttá la necesidad de contextos éticos que permitan salvar el hiato entre 1a determi¡ación racional y ia detetminación de la voluntad. Ser libre no es una cuestión de moralidad abstracta, sino de moralidad y eticidad. La r^z6n fio es práctica inmediatamente, sino que exige ufla articulación entre los elementos reflexivos, impulsir.,os y valorativos. La nzón sólo se hace práctica en la conflueflciá entre reflexión intelectiva (raio), y reflexividad oiglnana, el modo en que el suieto está dado inmediatamente a sí mismo. Y esta inmed iatez es inseparable de los afectos y valotes que 1o han constituido pasivamenre. Pero este ethós no es legítimo por el mero hecho de estar históricamente dado. Lo que a partir de l{ant resulta innegable es la soberanía de la nzón. Pot ello Hegel habla del papel de ias ideas. Y por ello 1o decisivo estribará en que la forma de vida -ethó:, Sittlicbkeit, inciuso No-Yo, sea racional. Pot eso, la libertad para Hegel no se defme en términos que dicen relación exclusiva pará con el intelecto. Esta sería la posición kandana. La posición hegeüana, como recuerda Habermas, se asimila a "un nodo rcf/rxiw de tradición que ligue con fuerza la ¡enovación de tradiciones a la disponibiüdad la críica y ala capacidad de i¡novación de los individuos"az.

a

Pero, como e1 mismo Habermas recuerda unas líneas más adelante, en esto estribaron los cambios socioculflrrales en que consistió 1a modernidad, la emergencia de la libertad subietiva. Lo que acontece es que el peso de 10 ptereflexivo en los mundos de 1a vida ha disminuido. Y en ello radica la pétdida y la nostalgia frente a Gtecia. "La fluidificación de las imágeoes sustanciales del mundo va acompañada de una generalización y universaüzación de las normas morales y juridicas y de una progresiva individuación de los sujetos socializados. Pues bien, justo éstas son las tendencias por las que Emile Durkheim y George He¡bet Mead ven definida la mode¡nización de las sociedades occidentales, y por las que también Max Weber y Talcott Pa¡sons ven determinado el racionalismo occidental"a3.

a1

Fichte,J. G., Úber üe Buinnarg du Gelehrten,I, 3, en Lauth, R.,Jakob, H., J. G. Ficbte Guaaataatgabe Balteirber Akadenie der lVitsenuba/te4 Ftommann, Stuttga¡t-Bad Cannstatt, 1966,31 ss. a2 Habermas, J., Escitot tobre noralidadl eticidad,89. a3 Ibidem, 89-90. der

1,52

H ege I:

C onte mp orag, Re a dings

Esta confluencia entre la tacio¡altzació¡ y los mundos de la vida es ei teffeno en el que Hegel buscaba solventar el ptoblema que el übetalismo plantearía a un fututo que es nuestfo Pfesente.

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