Hay un goce suyo del cual nada sabe ella misma... Diálogo con Johannes De Silentio

July 5, 2017 | Autor: V. Carrozzi Reyes | Categoría: Fenomenología, Psicoanálisis, Mística
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Descripción

Hay un goce suyo del cual nada sabe ella misma, a no ser que lo siente Carta a Johannes De Silentio Valentina Carrozzi Agosto de 2015 A Miguel González Vallejo, con gratitud

Johannes de Silentio… Entro en diálogo contigo. Aunque te advierto que no estamos solos. EL LECTOR nos lee, como leen los que sospechan que algo nos traemos entre manos los que nos confesamos en Dios. Johannes, no te llamaré Sǿren porque tú mismo no lo has querido y respeto tu voluntad. Te das un heterónimo con el deseo de ocultarte a los ojos de aquellos que comprenden la filosofía como sistema, rinden culto a la razón con vocación de omnisciencia y viven en el supuesto de que hay un modo privilegiado de acceso a la verdad. Te des-cubres o en-cubres de poeta refinado para decírnoslo: "El presente autor de ningún modo es un filósofo; es poetice et eleganter, un escritor aficionado, que no escribe sistemas ni promesas de sistema; no ha caído en el exceso de sistema ni se ha consagrado al sistema. Para él, escribir es un lujo; y tanto más gana en evidencia y en placer cuanto menos compradores y lectores tienen sus producciones [...] El autor prevé su suerte: pasará completamente inadvertido."1 No pasaste inadvertido, Johannes, y lo sabías antes de tomar la mortaja de Sǿren. Yo, Valentina, escribo en otro tiempo que el tuyo, en otra lengua que el danés, desde mi femineidad a tu virilidad, en un pequeño país del sur de América que pese a su independencia política, sigue siendo colonizado ideológica y económicamente, como entonces. Como tú, De Silentio, creo en el Dios de Jesucristo, y lo confieso, como tú lo confiesas, con temor y temblor. Y, aunque no lo creas, estudié filosofía en una universidad, que de católica apenas tiene el nombre, pero es universidad y yo mujer. Para que veas que algunas cosas sí cambian. Cómo te reirás a gritos, maestro de la ironía... Y sí, también es parte de tu herencia el valor que le damos hoy a esa perspicacia encubierta en la máscara de liviandad que te era tan querida. Te la agradezco.

KIERKAGAARD, S.; Temor y temblor, en Kierkegaard. Biblioteca de grandes pensadores, Gredos, Madrid, 2010, p. 581. 1

Te escribo con el nombre inscrito en mi acta de nacimiento. No necesito heterónimos. Los hombres y mujeres de este occidente mío ya no necesitamos esconder nuestra identidad para ensayar otra manera de salir al encuentro de la verdad. Tú sí, habitante de ese siglo de luces opacándolo todo. Y te doy las gracias también por ésto, pues probablemente hoy no temo a la hoguera o el exilio, en gran parte gracias a tu esfuerzo por gritar el valor de la existencia abierta a la comprensión de su propia finitud, más allá o más acá de todos los sexos, las condiciones sociales o las culturas... Es absurdo este diálogo. Estás muerto y los muertos no escuchan ni leen, y, por más que quisiera, sé que mi tacto no podrá exorcizar la nada doblegando ese cuerpo tuyo deseante de Regina. Pero bueno, queda al menos el rastro de tu pasión inscrita en el sudario de tus libros, o quedará, todavía, mientras haya exégetas de la existencia que la quieran exhumar. Dio sus frutos tu esfuerzo por articular poéticamente la razón, De Silentio, para hacerle frente a la opacidad de lo Universal incapaz de rescatar lo íntimo de nuestra existencia abierta a sí misma, tantos frutos. Hoy prima la diferencia, ¿Sabes? Hoy tu poética y su temple se inhieren en otras racionalidades: La racionalidad científica, la instrumental, la mítica, la estética, la ética, la psicoanalítica. Qué paradoja. Liberación del yugo y pérdida de nuestro norte ocurriendo en simultáneo. Perdimos la VERDAD mayúscula en mayúsculo errar. Hoy, con mucho, nos sentimos satisfechos si simplemente podemos darle a nuestro decir cierta coherencia y validez, o al menos, cierto temple... Ya "los cuatro puntos cardinales son tres: el Sur y el Norte"2 -como diría un poeta-, que no es lo mismo que habitar en LA VERDAD, es cierto, pero algo es algo… Y no es resignación, no te adelantes, ni desesperación, sólo angustia. Si este ejercicio no fuera un mero acto literario, si estuvieras aquí, Johannes de Silentio, reconocerías tu cuota de responsabilidad en esta errancia. Hubo uno, en 1882, que afiló la navaja de su voz para inscribir hasta las últimas consecuencias la gramática de la angustia. "¿No vamos errando como a través de una nada infinita? ¿No notamos el hálito del espacio vacío? ¿No hace más frío? ¿No viene continuamente la noche, y más y más noche? ¿No es necesario encender faroles por la mañana? ¿No oímos todavía nada del ruido de los enterradores que están enterrando a Dios? ¿No olemos todavía la nada de la pudrición divina? ¡También los dioses se pudren! ¡Dios ha muerto! ¡Dios seguirá muerto! ¡Y nosotros lo hemos matado! [...] Este acontecimiento enorme está todavía viniendo y de camino, y no ha llegado aún a oídos de los hombres. El relámpago y el trueno necesitan tiempo, la luz de las estrellas necesita tiempo, las hazañas necesitan tiempo, también después de hechas, para ser vistas y oídas. " 3 HUIDOBRO, V.; Altazor o el viaje en paracaídas. Poema en VII cantos, Prefacio, Compañía Ibero Americana de publicaciones S.A., Buenos Aires, 1933, p.11. 3 NIETZSCHE, F.; De la gaya ciencia, §125, Edaf, Madrid, 2002, p. 210. 2

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Sí, tú, y también EL LECTOR, ¡Todos! lo hemos matado y seguimos matando. Ha muerto y sigue muriendo en nuestras manos. Ya no hay qué nos reúna. Calla, Johannes... Calla... Todo lo que digas se volverá en mi contra detrás de los anteojos de EL LECTOR. Calla. Simulemos que EL LECTOR no está ahí, que solos tú y yo, aquí, dialogamos desde nuestra absurda inmanencia abierta a sí misma confesándose ligada a Dios, admirados y envidiosos de ese caballero de la fe que fue Abraham, el que sí habló con Él, cuando Dios todavía caminaba delante del pueblo (Mn 10, 33). Eres ingenuo, De Silentio. La verdad, no sé si tú, el autor de carne y hueso, era ingenuo, pero sí lo que queda de ti en tu obra. He leído atentamente tu Elogio a Abraham4 y ahora me quedo rumiando tu Expectoración previa. En ella continuas enalteciendo al patriarca, lo que cambia, a mi parecer, es el temple, tu temple, De Silentio. No puedes negar que tal como no es inocente darnos un pseudónimo, no es neutra esta simbólica expectoración. Desde mi acostumbrada desconfianza, pensé que era un problema del maldito traductor. Pero no, en el original tu escrito se propone como un sacar del pecho un absceso, como un dejar salir la pus o el moco atascados. No puedo verte así. Quisiera consolarte. ¿Qué tienes? ¿Cuál es tu dolor? No me vengas con eso de que te duele tu subjetividad escondida en Lo General, la teoría no duele... Bueno, a veces duele, pero no a ti. Dime, por favor, qué resguarda tu silencio, De Silentio. Creo que el tuyo, como el mío, es el dolor del silencio de Dios ¿De qué están hechas tus secreciones, Johannes de Silentio? Te confiesas creyendo ser, al menos, un héroe trágico y no un caballero de la fe, porque "el héroe trágico necesita y reclama lágrimas, ¿Quién, por ejemplo, puede conservar secos los ojos y no llorar con él cuando contempla admirado la proeza de Agamenón? En cambio, ¿quién será el insensato que se atreva a derramar una sola lágrima por Abraham?"5. He llorado por tu renuncia a Regina, cobarde, y otros han llorado por eso que me pasó, lo que no tenía que ocurrirme, pero me pasó a mí, inocente ¡Qué injusto! Sí, la rabia, el miedo, la desolación, el odio, el hambre de venganza se los entregué a Dios, como tú le entregaste tu amor por Regina. Pero Dios lo permitió. Dios permite que sufran sus hijos. Y Dios sigue aquí. A nuestro lado. Anunciándose en su ausencia y su presencia, de vez en cuando la una, de vez en cuando la otra... Y no podemos olvidar que ha venido porque está metido en lo más íntimo de nuestro ser, y nada puedo contra Él. Hace unos años escribí mi apostasía, ¿Sabes? Quiero el tacto y la fruición del espejo de Narciso 4Cfr. 5

KIERKEGAARD, S., op. cit., pp. 591-600 Ibidem, p. 647.

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sin la fractura del miedo y el dolor de los silicios Deja que hoy te traicione en la insurrección horrible ¡Maldita tu mansedumbre y tu amor en lo invisible!6 Pero fue y sigue siendo inútil. Yo quiero matar a Dios, pero Dios viene. Él está más allá del bien y del mal, más allá del horror de su omnipotencia y omnipresencia impotentes para cambiar el curso de nuestra historia. Está y no interviene. O no quiere intervenir. Se queda como compañero mudo. Los demás nos lloran y nos admiran porque saben que seguimos creyendo que el sentido de "Dios es amor" es el mismo que "pase lo que pase Dios es bueno". Y queremos parecernos a Él, andar por todos lados anunciando la justicia, el perdón y el amor. Ay, Johannes, estamos del lado de acá, del lado del deseo de Dios, pero dentro de los muros protegidos de la ley de los hombres. Podemos perderlo todo porque leemos el amor de Dios como precepto moral, y podemos perderlo todo, sí, pero mientras sintamos que actuamos conforme a su dictamen. Simplemente callas a Regina como callo yo a mi niña perdida. Tenemos la esperanza de que Dios nos devuelva a nuestras Reginas. Pero Regina ha muerto y nunca fue tuya. Tú estás muerto. No tuvimos la experiencia de Abraham de recuperar en esta vida a Isaac. Se la diste y no te la devolvió. No. No seamos hipócritas. Sequémonos las lágrimas de muertos, que no volverán, que ya no volvieron los que amamos y perdimos para siempre. Lo nuestro -tuyo y mío- no es todavía fe. Lo nuestro es, según tus palabras, el movimiento de la resignación infinita que no es todavía fe, sino la antesala de la fe, la necesaria afirmación previa de una subjetividad o conciencia de finitud dispuesta a perderlo todo, dispuesta a dejar caer lo que nos sostiene en el mundo compartido. Lo estético y lo ético son suspendidos en la epojé de la resignación. De lo estético y de lo ético no esperamos nada porque ya perdimos todo, salvo la esperanza. En la resignación se vuelven insignificantes el mundo, su coherencia, los otros... Esperamos en esta vida escuchar, ver, tocar a Dios... ¡Dios Santo, Dios Vivo, Dios Muerto! Pertenecemos al ejército de los resignados, porque no tenemos la experiencia inmediata del diálogo con Dios, como la tía Mengana, como María, como Pedro, Fulana y Zutano. No menciones la palabra. Viene EL LECTOR a decirnos que lo espiritual es una categoría caída en el olvido, un significante vacío, que nada reúne en torno suyo. CARROZZI, V., Apostasía. En Educación: Apertura al misterio... La medida del medir [Tesis Doctoral], Universidad Bolivariana, Santiago, 2012, p.168 ; Disponible en https://www.academia.edu/3554007/Tesis_Doctoral_Educaci%C3%B3n._Apertura_al_Misterio_La_medida_del_medir _ 6

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Y tú insistes, Johannes. Te esfuerzas por hacerte escuchar desde la tumba. “No basta con saber”7. Así como en el mundo de lo ético y lo estético, en el mundo del espíritu “solamente el trabajador consigue su alimento”8, “pero, el que quiera trabajar, ése engendrará a su propio padre”, "no se padece el insomnio pensando en él. Como no se vive lo que Abraham sabiendo su historia"9. Se dice de Abraham que sacrificó “lo mejor” y tú, De Silentio, te preguntas qué es lo mejor... Dices que no se puede saber lo que significa Isaac para Abraham mientras no se experimente la angustia y el riesgo de perder la razón. Asesinar a nuestro hijo nos enfrenta a al ajusticiamiento o al manicomio. “Asesinato o sacrificio”: En esta contradicción emerge la angustia10. Lo sé. Es algo que no entra en el discurso, que se resiste al discurso. Y lo que no se puede decir se vomita… Expectare es esperar que ocurra algo, estar en la antesala de algo. Si fueras tú, si fuera yo, le diríamos a quien va a dar el salto que todavía es “libre para volverse atrás. Libre para arrepentirse del posible error de sentirse llamado” 11. Pero ¿De verdad lo piensas? ¿Somos libres de volver atrás? Una vez que sentimos que algo es de Dios, no podemos volver atrás. “Hegel no está nada claro consigo mismo”12, dices, como si tú lo estuvieras. Pero, bueno, metes a Hegel en la conversa, al menos reconoces que es más difícil comprender a Abraham que a Hegel. Pero, Johannes, la paradoja no está en la teoría hegeliana, sino en la vida desplegada de un hombre de carne y hueso, el héroe trágico y ése otro, el patriarca de la fe. Nuestros pensamientos no son capaces de entrar en esa paradoja. La paradoja no es teórica, es existencial, se experimenta la insoportable nimiedad de la vida en la vida. Deja un rato al Hegel del Sistema y trae al del Reconocimiento. Yo me siento reconocida por Dios. Y tú asientes: “Estoy convencido de que Dios es amor13”, dices, ¡Pero cómo no, si “la fe encierra la certeza de que Dios siempre cuida de las cosas más insignificantes”14. Al coraje de la fe no se le iguala a ninguno. La fe es el movimiento del absurdo, hacia el absurdo. Qué envidia. Abraham puede. Abraham nos enrostra su verdad más profunda: “En la temporalidad Él y yo podemos hablar juntos”15. En su temporalidad todo se ha perdido y a su vez todo se ha ganado, resignación a perderlo todo con la esperanza absurda de recuperarlo todo, hic et nunc, in hoc tempore, en esta finitud. Dios puede resucitar a mi hijo muerto, aquí y ahora, lo mate o no lo mate, Dios puede darle sentido a mi vida aquí y ahora. Lo espero Ibidem, p.604. Idem. 9 Idem. 10 Ibidem, p. 607 11 Ibidem, p. 609 12 Ibidem, p. 611. 13 Ibidem, p. 612 14 idem. 15 idem. 7 8

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todo. Abraham sabe que no hay nada que saber. Porque en la fe no hay cálculo, es imposible el cálculo de lo imposible. Recuerdo los versos de un otro Juan que no alcanzaste a conocer, Johannes:

Debajo del manzano allí conmigo fuiste desposada Allí te di la mano, Y fuiste reparada Allí donde tu madre fuera violada16 Es absurdo. No podemos razonablemente esperar la reparación allí, en el mismo lugar, in illo tempore, hoc loco, hic et nunc, del mismo modo, pero nuestra tripas dicen que sí. Que podemos hacer lo que hizo Abraham. Pero, ¡Por favor! Sospechemos de nosotros mismos. Dime, dime la verdad, ¿Qué tanto hizo Abraham? Me advertirás que la fe es un hacer, un ponerse en movimiento, una acto vital. Pero sabes que así se define cualquier acto humano. Me pongo en movimiento cuando voy al baño, es vital. No te enojes. No quiero trivializarlo. Tal vez podemos pensar Abraham y la tía Mengana sostuvieron la posibilidad de la salvación cuando ya todo estaba perdido, que sostuvieron la posibilidad como posibilidad, y esperaron, aunque fuera absurdo, para esta vida. Sí ellos, los verdaderos creyentes, los padres y madres de la fe, esperan para esta vida, no para la eternidad, y en esta vida se hizo posible lo imposible de sus deseos más queridos. Johannes de Silentio ensayas pasar del signo al significado del signo… La tuya es una hermenéutica de la esperanza. El significado está inscrito en el signo. Pero, ¿Qué signos? Cualquier signo. Son tantas las posibilidades del deseo. ¿Cómo saber qué es lo más amado en cada uno de nosotros? Sólo cada cual sabe qué es lo que no puede dejar caer en la insignificancia o la muerte... Soltar, dejar morir, sacrificar aquello que más amo, ¿Qué significa para cada cual? No interesa. Lo más preciado, el objeto del deseo más profundo, puedo dejarlo caer porque soy yo misma objeto de deseo de Él. Él me ama. Él me busca. Él viene a mi encuentro. Él... Y yo sé que Él es amor. ¿Qué importa mi hijo, mi tierra, la humanidad entera cuando Él, que es AMOR MAYÚSCULO, me habla, me llama, me busca? ¿Cómo sé que es Dios quien me llama? Tengo que decidir en este o en otro sentido. No puedo optar los dos. Si sacrifico aquello que más amo, cometo un crimen o una locura ante 16

DE LA CRUZ, J.; Cántico espiritual, XXIII, Red ediciones, Barcelona, 2015, p.14.

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los otros. Si no lo hago, ¿Puedo al menos sostener la angustia de no elegir a Dios como posibilidad de mi ser antes que a ésta u otra posibilidad cualquiera? De un lado la camisa de once varas o la cárcel, de este otro, la recuperación de todo en Él... Decirlo es locura, absurdo, mejor callar y sostener la angustia, la resignación y la esperanza. Ou mathein ti dein alla pathein. Angustia, resignación y esperanza son aperturas silenciosas. Experiencias que solo tienen lugar en la carne, encarnadas. Es la experiencia de la fe y no el concepto de experiencia y de fe los que buscamos contigo, De Silentio. ¿Fides quaerens intellectum? No, fides quia absurdum. ¿Quod in verba latet in pathos patet? Otra vez ironizo contigo. Es la paradoja. Si conociéramos al Caballero de la fe nos sorprendería descubrirlo en su insignificancia "todo su aspecto es el de un recaudador de contribuciones"17 ¿No lucimos así? No encontramos ningún signo – Ni yo en ti, De Silentio, ni tú en mí, ni en la tía Mengana, ni en EL LECTOR- que traicione "la irreductibilidad de la infinitud con lo finito 18". Abraham se comprende a sí mismo como testigo de la VOZ de la Infinitud mayúscula. Y qué, nada que hacer. Así también nos sentimos tú y yo, y tal vez la tía Mengana, quien no teme hacer el ridículo confesando a Dios en los tiempos de la ausencia de Dios. Porque en Dios cada posibilidad de nuestra existencia contingente es rescatada de la nada. Sin Dios, sólo puedo experimentar la desesperación de lo estético, vagando de un objeto de deseo a otro, y, precisamente porque el deseo de lo finito es él mismo finito, desespero, me desespero, porque justo cuando alcanzo el goce inmediatamente lo pierdo. Voy vagando, identificándome con los objetos de mi deseo, todos contingentes como yo, como tú. Cuando logro alcanzar lo ético me vuelvo, como tú, repetición, resignación en la reiteración compulsiva del deber que salva mi contingencia de su obsolescencia. Quiero no desear más que el deber. Ocultamiento de mi subjetividad en la objetividad de lo ético. Siento repugnancia de mí misma y envidia de Abraham. Somos idiotas, De Silentio, dando el salto al amor. Es el salto desde la sintaxis de lo general, esa generalidad que denota un Momento de una Razón y Espíritu Absolutos, al pathos de la angustia, la resignación y el amor de un hombre o mujer concretos, contingentes, insignificantes e inconmensurables en su finitud. Y no podemos dar cuenta de éste salto, ni discernir si somos locos o asesinos. Tenemos que decidirlo cada cual en su inmanencia, a solas. En mi caso, De Silentio, no puedo saltar definitivamente en ninguna dirección. Mi entendimiento dice "No hay Dios" y mis vísceras gritan "Hay Dios". Cada vez que quiero decidir en la dirección del ateísmo me siento expósita. Y cada vez que otros, 17 18

KIERKEGAARD, S., op. cit., p. 618. Idem.

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como EL LECTOR, me interpelan a no tragarme los mitos o ensueños evasivos de mi pueblo adormecido e irresponsable, me lleno de ira, ¡Ira! Porque, haga lo que haga, vivo en Él, y negarlo es negarme a mí misma. Me encuentro en cada momento hablándole, buscándolo, preguntándole, reclamándole, agradeciéndole. Sí, mi fe está mediatizada. Encuentro a Dios en todo y todo, como ausencia o presencia, insistiendo en el pathos de mi carne entumecida, pero no lo encuentro a Él de carne y hueso. Él no existe. A menos que la existencia pueda ser pensada sin el cuerpo. La existencia es carne que sabe que morirá, tiempo encarnado, carne deseante que no puede trascender la declinación de su reloj biológico. Eppur si muove, así, sin metáforas, si muove. Él se mueve en mí, como lo más íntimo o familiar, insistiendo en mí, haciéndose presente una, otra, y otra vez, como el delirio en el delirante, como síntoma, σύμπτωμα, indicio de que algo está sucediendo o va a suceder. Él es el primero y el último, o si quieres, es LO/LA/ELLO que unifica sentido y sinsentido en su Presencia inefable. Ay, Johannes, déjame hablarte de otro muerto que, como tú, descubrió que es en el pathos y no en la ratio donde nos descubrimos auténticamente. Esta presencia de Dios en mí y en todo, que raya en lo animista, podría ser descrita casi con idénticas palabras como se describe la experiencia de lo ominoso. Sigmund Freud, creador del psicoanálisis, en 1914 se preguntaba: "¿Cómo es posible que lo familiar devenga ominoso, terrorífico, y en qué condiciones ocurre?"19 Para Freud, "es como si todo cuanto hoy nos parece 'ominoso' cumpliera la condición de tocar estos restos de actividad anímica e incitar su exteriorización"20. Y yo no quiero creer que estoy loca. Aunque diga alguno que "el ser del hombre no sólo no puede ser comprendido sin la locura, sino que no sería el ser del hombre si no llevase en él la locura como límite de la libertad"21. No quiero, porque además, quiero que todos VIVAN en ÉL. Mas, -me objetará Freud- "Quien comparte el delirio, naturalmente, nunca lo discierne como tal" 22. Pero yo -majadera- le devolveré una cuota de su propia pócima con las palabras de otro que lo leyó: "La leyenda de Edipo, en la que el sentido griego de la sinrazón trágica está representado tan horriblemente, le sirvió a ese gran poeta judío que era Freud como emblema de la perspicacia racional y de la redención mediante la curación."23

FREUD, S., Lo ominoso (1914), en Sigmund Freud Obras Completas, tomo 17, Amorrortu, Buenos Aires, 2012, p. 220. 20 Ibidem, p. 240. 21 LACAN, J., Discurso de clausura de las Jornadas sobre la psicosis en el niño (1967), en https://es.scribd.com/doc/212743658/Jacques-Lacan-Discurso-de-Clausura [consultado el 12 de agosto de 2015] 22 FREUD, S., El malestar en la cultura, en Sigmund Freud Obras Completas, tomo 21, Amorrortu, Buenos Aires, 2012, p.81. 23 STEINER, G. La muerte de la tragedia, Fondo de Cultura Económica, México, p.22 [El destacado es mío] 19

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Mítica, poética o metafísica (metapsicológica), he aquí la confesión de su propio mito inaugural, muy querido Singmund: "Ser completamente sincero consigo mismo es un buen ejercicio. Un solo pensamiento de validez universal me ha sido dado. También en mí he hallado el enamoramiento de la madre y los celos hacia el padre, y ahora lo considero un suceso universal de la niñez temprana [...] Si esto es así, uno comprende el cautivador poder de Edipo rey, que desafía todas las objeciones que el intelecto eleva contra la premisa del oráculo, y comprende por qué el posterior drama de destino debía fracasar miserablemente… la poderosa influencia de Edipo Rey se vuelve inteligible [...] el mito griego explota una compulsión de cuya existencia todo el mundo reconoce haber sentido en sí mismo los indicios".24 También usted, señor Freud, delira una totalidad. Se descubre a sí mismo en una escena original en la que todos se descubren. Y su deseo no es suyo, es para todos. Como el mío ¡Para todos! Entonces, vuelvo al ataque, a mi fe buscando inteligibilidad. De la mano de la fenomenología y de la mano del psicoanálisis, puedo preguntar con Paul Ricoeur -Que no te importe quién es, Johannes, mira que también está muerto- "¿Acaso no apuntan ambos hacia lo mismo, es decir, hacia la constitución del sujeto como un ser de deseo, en un auténtico discurso intersubjetivo?"25. Aunque hay diferencias: "Lo que el psicoanálisis capta en principio como distorsión de un sentido elemental adherido al deseo, la fenomenología de la religión lo capta en principio como manifestación de un fondo, o, para presentar el término de una vez, con la salvedad de discutir más adelante su tenor y validez, como la revelación de lo sagrado26. Vamos despacio, nos jugamos el todo o nada ahora, y seguimos bajo el escrutinio de EL LECTOR. Te gustaba hablar de fe y religión, Johannes, yo prefiero hablar de mística y apertura al Misterio. Déjame traer otro de mis balbuceos poetizados: Cae una y otra vez en mi ceguera Como explosión invisible y tremenda Caleidoscopio de dócil señorío Tu voz Vendaval térreo de fuego humedecido Aquí En el alfabeto del oriente en Cruz y Medialuna Allá En la lengua abierta por las cuatro residencias de la Ñuke Papai Esa voz tuya FREUD, Carta 71, En Obras Completas (OC), tomo 1, Amorrortu, Buenos Aires, 2012, p. 307. [El destacado es mío]. 25 RICOEUR, P., Freud: Una interpretación de la cultura, Siglo XXI, México, 1990, p. 340. 26 Ibidem, p. 11.[El destacado es mío] 24

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Que se asoma retoñando Desmedida Metafísica y deforme En los espirales atolondrados de mi conciencia insuficiente Estrellada en el tabaco humeante Como vuelo de Peuco anunciando el Evangelio En todas y ninguna de mis casualidades Lloviendo padrenuestros sobre las alturas tutelares del Wiracocha Una y otra vez Esa voz tuya, Señor En mi latencia Médula de pálpito terror y esperanza Que no termina de desertar del agnóstico credo Ni perdona sus infiernos Desplomándose como sin tregua Gigantesca En la abertura hembra de mis entrañas insaciables Indicio atestiguado de signo impenetrable Tu voz27 No he sido del todo honesta contigo, Johannes, ni con EL LECTOR. Odio la mise en scène de lo religioso. Como todo dispositivo fáctico, el dispositivo religioso -sea cristiano, islámico, judaico, hinduista, budista, shintoísta, o cualesquier otro- está al servicio, no de Dios y su Misterio, sino de unos pocos ocupados en la acumulación del poder y la hegemonía del saber. El dispositivo en tanto tal "tiene siempre una función estratégica concreta"28: El sometimiento. Mírame, Johannes, soy católica, triste, felizmente y patéticamente católica, y en mi religión no hay mujeres sacerdotisas, la única mujer ejemplar es la que conserva el himen vaginal intacto, la que amamanta a todos por igual, la que no desea, la que, sumisa, se consagra a la satisfacción de voluntad del otro. No me hagas hablar. Porque, con todo, me he sometido a los dictámenes "morales" del magisterio católico tantos años. Ah, ¡“Ironía del dispositivo: Nos hace creer que en ello reside nuestra ‘liberación.’”29! No soy religiosa, sino mística. O, si quieres, vivo místicamente. Yo puedo decir que "Hay un goce de ella, de esa ella que no existe y nada significa. Hay un goce suyo del cual nada sabe ella misma, a no ser que lo siente: eso sí lo sabe. Lo sabe desde luego, cuando ocurre. No les ocurre a todas."30 No, no es histeria, Johannes, o no es sólo histeria. Actúo en conformidad con el deseo que me

CARROZZI, V., Vox abscondita. En op. cit, p. 171. AGAMBEN, G., Che cos'è un dispositivo?, Nottetempo, Roma, 2006, p.7. [La traducción es mía]. 29 FOUCAULT, M., Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber, Siglo XXI, México, 2007, p.194. 30 LACAN, J.; El seminario de Jacques Lacan. Libro 20. Aún. 1972-1973, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 90. 27 28

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habita31, y "el deseo es sucesión de lenguaje articulado, aun cuando no sea articulable" 32. En la mística hay una reflexión, una meditación, que no un saber ni una ratio. No sé del Misterio y estoy ligada a Él, nada sé de Lo Sagrado, nada del Dios de Jesucristo, ni de Tao, ni de la Ñuke Papai, sólo sé que lo siento. Y sé que no es del todo histeria porque -perdona lo burdo de mi criterio de verificación- este amor se expresa incluso en el torturador, el violador y el sacrílego, incluso en este pedazo de mierda que soy yo misma... Es amor de desasimiento. Un amor que no sabe del amor de aquel Narciso que no se da cuenta de que morirá cuando por fin se conozca. Es un amor de abundancia imposible, un amor de lo impensado. Míranos, Johannes. Era imposible y han venido el perdón, la paz, vienen una y otra vez la esperanza y la transformación ex nihilo, pese a mi histeria, pese a tu obsesión. Para ti y para mí da lo mismo que Abraham haya recuperado a Isaac. Da lo mismo, escúchame, porque cada cosa brilla en su posibilidad de ser, de cara a la muerte, con la muerte, pese a la muerte, por la muerte. Y no me mal entiendas. A la mierda la inmortalidad. A otro perro con esos huesos de cielo prometido. No me interesan. Sólo la contemplación del ser, del hecho de ser, de haber sido, ella, tú, todos los que fueron y los que todavía no son, y las cosas, "la cosa"... ¡Sucede que hay ser! Podemos bendecir el trauma de todas las infancias, podemos llorar a gritos todas las hijas perdidas, consolar todas las muertes, perdonar a todos los torturadores y cantar al universo entero antes de morir, porque lo hemos visto, y aunque no sabemos nada, sentimos que esta esperanza, este consuelo, son imposibles junto a esta angustia de muerte y, no obstante, coexisten, insisten, para que ya nada se vuelva trivial. No hay cómo zanjar la cuestión ¿Hija de Dios o simplemente loca? Busco y busco en mi filogénesis y mi ontogénesis, y sí, sólo encuentro metáforas, la de la escena original y la de la escena mística, escenas sin fundamento, sin historia, fantaseadas, alucinadas, noveladas, prehistóricas, metafísicas al fin... Y constituyentes a posteriori de ésta que soy, de este que cada uno es. Es un absurdo saltar a la fe, como es un absurdo saltar a cualquier metafísica de la escena originaria o inconciente del sí mismo o la totalidad. Como tú, Johannes, como EL LECTOR, como Sigmund, como la tía Mengana, todos sabemos que no hay cómo saber, que la metafísica es imposible y, no obstante, nuestro deseo es metafísico, mítico o místico, t o t a l i z a n t e, y este deseo se reitera en nuestra carne y puede ser pensado, por eso mismo, porque tiene lugar en este único escenario que es nuestra historia -entre la nada del nacimiento y la nada de la muerte- y nos permite tener la experiencia del principio y fundamento, aunque no haya principio y fundamento . Sí, Cfr. LACAN, J. Seminario 7. La ética del psicoanálisis. Paidos, Buenos Aires, 1991, p. 370. LACAN, J., Discurso a los católicos, en El triunfo de la religión. Precedido de Discurso a los católicos, Paidós, Buenos Aires, 2005, p.43. 31 32

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"Todo mythos conlleva un logos latente que pide ser exhibido. Por eso no hay símbolo sin un principio de interpretación; donde un hombre sueña, profetiza o poetiza, otro se alza para interpretar; la interpretación pertenece orgánicamente al pensamiento simbólico y a su doble sentido"33 Ya termino, Johannes, reconociendo a gritos que ¡“El mapa no es el territorio”!34 y, no obstante, necesitamos de los mapas que nos hagan inteligible el territorio. Bendigo la pasión que nos permite sostener el deseo de inscripción e inteligibilidad, para poner lo que no hay, para dejar huellas, aunque no haya tinta que resista la obsolescencia. Bendigo mil veces esta pasión que nos permite desplegar el único juego en el que está en juego la comprensión de nuestro propio ser en su relación con la totalidad de lo que hay. Tuya, Valentina

RICOEUR, P., op cit., p. 20. KORZYBSKI, A., Science and Sanity, Science Press, Nueva York, 1941. Citado por G. BATESON en Pasos hacia una ecología de la mente, Lohlé-Lumen, Buenos Aires, 1998, p.133. 33 34

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