¡Hay un fusilado que vive! Rodolfo J. Walsh y el Nuevo periodismo

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Descripción

¡Hay un fusilado que vive! Rodolfo J. Walsh y el Nuevo periodismo Cristina Molino Redondo 7 de Febrero de 2013 |

Operación Masacre es el prólogo de la tragedia que vendrá después. Aramburu y Rojas serán el prólogo de Videla y Massera. Rodolfo Walsh se convertirá de testigo en protagonista. Será asesinado a balazos, como sus personajes de José León Suárez. OSVALDO BAYER

En un café cualquiera, Rodolfo J. Walsh toma mate y un ajedrez se despliega sobre la mesa. Se colocan la torre hermética, el ligero caballo, la armada reina, el rey postrero, el oblicuo alfil y los peones agresores. Walsh desliza su mano para iniciar la primera maniobra de su bélica jugada, sin saber que, como dijo Borges, “la mano señalada del jugador gobierna su destino, que un rigor adamantino sujeta su albedrío y su jornada” 1. En ese instante, los oídos del escritor y periodista reciben la sentencia que cambiará el transcurso de su vida: ¡Hay un fusilado que vive! Rodolfo Walsh se transforma entonces en el Sherlock Holmes argentino, en el Marlowe de la gabardina, y su vida pasa a ser una auténtica novela policíaca. Desconoce “qué es lo que consigue atraerle en esa historia difusa, lejana, erizada de improbabilidades”, pero camufla su identidad y se traslada a un rancho alejado en el Tigre. Desde allí, inicia la investigación que dará lugar a su obra Operación Masacre (1957), sobre los trágicos sucesos acontecidos durante la noche del 9 de junio de 1956 en los basurales de José León Suárez, Argentina: Como en las novelas policiales que ha leído o escrito, piensa que una historia así, con un muerto que habla, se la van a pelear en las redacciones, piensa que está corriendo una carrera contra el tiempo, que en cualquier momento un diario grande va a mandar una docena de reporteros y fotógrafos como en las películas. [R.J. Walsh, Operación Masacre]

Nada hubo de eso. Ni fotógrafos, ni avalancha de reporteros,… nada; sólo un desnudo tablero de ajedrez dispuesto para reconstruir una batalla en un ambiente de tensión y

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nerviosismo materializados en el silencio y la desconfianza. Sensaciones magistralmente plasmadas en Operación Masacre: novela a medio camino entre el reportaje periodístico (y testimonial) y la prosa literaria. En este sentido, la obra de Walsh es un peldaño más de la escalera que nueve años más tarde conduce al nacimiento del New Journalism o también denominado periodismo literario, cuyo máximo exponente sea seguramente A sangre fría, de Truman Capote, otro Philip Marlowe con gabardina. Así, y si se aceptan las generalidades, tanto el periodismo como la literatura, en esencia, poseen el mismo fin intrínseco: narrar una historia. El periodismo se encarga de comunicar, de dar voz a unos hechos reales y llevarlos a ojos de un amplio público, evitando los silencios y comprometiéndose con la historia para que otros puedan conocerla y, luego, opinar, juzgar o enfrentarse a ella; mientras que la literatura —aunque requiere, en parte, de esa misma condición— no ha de relatar única y exclusivamente los hechos acontecidos. Si bien es cierto que goza de la fuerza de quebrantar los límites entre realidad y ficción, también crea personajes que quedarán por siempre en la memoria del buen lector, labrando un fuerte poder de evocación, de conservación y de lucha contra el olvido. Y esto, en última instancia, la acerca indudablemente al periodismo. De este modo, Operación Masacre constituye el cauteloso reportaje e investigación policial que da voz a unos hechos acallados: los fusilamientos de José León Suárez durante el gobierno de facto de la autodenominada “Revolución Libertadora“. Y aunque la historia del levantamiento es corta, pues “entre el comienzo de las operaciones y la reducción definitiva del último foco revolucionario transcurren menos de doce horas”, en ese devenir temporal, la voz de la Radio del Estado —a modo de apuntador teatral— convierte la música en el sonido premonitorio de lo que acontecerá: Son apenas las 23.30. En ese preciso momento, Radio del Estado, la voz oficial de la Nación, deja de transmitir música de Ravel y comienza a pasar el disco 6489/94 de Igor Stravinsky. [R.J. Walsh, Operación Masacre]

Toda la trama se condensa, asimismo, en una perfecta analogía al compás del boxeo más salvaje, “un combate corto y violento, que desde la segunda vuelta queda prácticamente definido. En total dura unos diez minutos. Al promediar el tercer round el campeón 2

derriba a Loayzo por toda la cuneta”. Plástica correlación que anticipa el jaque mate que demolerá a cada personaje de esta historia revolucionaria: “Unos minutos más, y cada uno se habría ido a casa. Entonces no habría ocurrido nada. Unos minutos más. En este caso, todo girará alrededor de unos minutos más”. Pero finalizada la retransmisión del combate, todos los allí reunidos, y pese a que “la palabra revolución no ha sido todavía pronunciada”, son sorprendidos, al tiempo que la Radio del Estado, “por espacio de veintiún minutos propala una selección de música ligera. Es el primer indicio oficial de que algo serio ocurre en el país.” Uno a uno serán conducidos como mercancía al furgón que los trasladará al ring de un bosque alejado, donde cada golpe será una bala lanzada a quemarropa y sólo quedará el eco de las escopetas sonando en el vacío. Los fusilamientos han tenido lugar a las 00:00h del 9 de junio de 1956, sin tener en cuenta que si bien aún no rige la ley marcial —que como toda ley debe ser promulgada y anunciada públicamente antes de entrar en vigencia— ya ha sido aplicada a cada uno de los personajes de esta trama revolucionaria: “y se aplicará luego a hombres capturados antes de su imperio, y sin que exista –como existió, en Avellaneda– la excusa de haberles sorprendido con las armas en la mano.” Las piezas del ajedrez se amontonan derribadas en el tablero y una mano las recoge una a una dejando tan solo el testimonio de una historia silenciada que logra traspasar fronteras gracias a la pluma de un periodista y escritor: Rodolfo Walsh, implicado con la realidad y la verdad. Un hombre comprometido socialmente, que si hubiese tenido a su alcance las herramientas digitales de publicación actuales, no hubiese terminado en extraña desaparición y, por consiguiente, muerte. Una crónica verídica que resultará “cosa de reírse, a doce años de distancia, porque se pueden revisar las colecciones de los diarios, y esta historia no existió ni existe.”

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Borges, Jorge Luis., “Ajedrez”, Poesía Completa, Destino, Barcelona, 2009.

En línea: http://amediavoz.com/borges.htm#AJEDREZ Bayer, Osvaldo; Prólogo a Operación Masacre, Ediciones la Flor, Argentina, 1972. Borges, Jorge Luis; “Ajedrez”, Poesía Completa, Destino, Barcelona, 2009. Walsh, Rodolfo J; Operación Masacre, Ediciones la Flor, Argentina, 1972.

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