HAY QUE CONTENER LA EXPANSIÓN DEL FASCISMO (II

Share Embed


Descripción

HAY QUE CONTENER LA EXPANSIÓN DEL FASCISMO (II)
Las memorias de Maisky deberían ser de lectura obligada para los estudiosos
de las relaciones internacionales, en particular las de los años treinta y
cuarenta del pasado siglo. También para los que quieran aprender algunas
técnicas diplomáticas que no suelen alumbrarse en libros convencionales. En
ellas aparecen, por lo demás, las interioridades, vistas eso sí por un
observador exterior, de una de las políticas, la de apaciguamiento de los
dictadores fascistas, que mayores controversias ha despertado, y sigue
despertando, en la historiografía. Maisky no pretendió escribir historia.
Simplemente pretendió escribir un diario y lo hizo, como era lógico, con
cautela y las debidas alabanzas a Stalin. Cuando cayó en desgracia, los
diarios no podían ser, en principio, una prueba automática de su presunta
deslealtad.

Con todo, el lector no debe llamarse a engaño. Maisky escribió como un
diplomático soviético creyente. Defendió a ultranza el sistema soviético y,
como buen marxista, anticipó su triunfo, prácticamente casi irremediable,
para el siglo XXI. Eso sí, sin que necesariamente ello supusiera el colapso
total del capitalismo. También creyó que este disponía de mecanismos que
favorecerían su adaptación a circunstancias cambiantes.
Por ello, cuando tuvo que explicar a sus interlocutores británicos, y en
especial a Eden, con el que siempre tuvo una buena amistad, que la política
soviética hacia la guerra de España no se orientaba por conseguir el
triunfo de un sistema para-soviético en la península y que, desde luego,
una revolución comunista no estaba a la vuelta de la esquina, no traicionó
ni a sus creencias ni a la orientación que entonces seguía el Kremlin.
Lo que estaba en juego en España era la posibilidad de establecer un muro
de contención contra la expansión fascista. A decir verdad, la necesidad de
este muro se había hecho sentir mucho antes. El profesor Gorodetsky, gran
editor y comentarista de los diarios, señala que en sus actuaciones en
Londres, el embajador siguió la pauta que marcaba Litvinov, comisario de
Relaciones Exteriores. Litvinov había detectado el peligro fascista desde
1931 pero le costó más de un año convencer a Stalin de que la subida de
Hitler al poder en 1933 hacía que, en último término, una guerra europea
resultase inevitable. La primera manifestación del giro autorizado por
Stalin tuvo lugar en diciembre del mismo año, cuando Litvinov empezó a
abogar por la conclusión de un pacto regional de defensa mutua dentro del
marco de la Sociedad de Naciones. Encontró un alma gemela en el entonces
secretario de Estado permanente en el Foreign Office, sir Robert
Vansittart, jefe del servicio diplomático de SM.
Ambos, señala Gorodetsky, compartían la creencia en que las relaciones
personales desempeñaban un papel señero en la diplomacia de la épca. De
Vansittart aprendió Maisky la importancia de hacer filtraciones orientadas
con el fin de ejercer presión. Pronto dominó a la perfección tal arte y lo
aplicó tanto hacia los eventuales receptores británicos como hacia su
propio Ministerio y, en particular, hacia Stalin.
Ideas que él tenía y que sabía que compartían algunos de sus interlocutores
británicos (Vansittart, Eden, Churchill, etc.) las pergeñó en sus despachos
y telegramas como si hubiesen procedido de estos últimos. Su objetivo no
era engañar a sus superiores sino convencerlos de la necesidad de practicar
adaptaciones tácticas, singulares, en momentos determinados para mantener
firme la estrategia de contención del fascismo. Incluso, en la segunda
guerra mundial, cuando estaba en albis de lo que deseaban Stalin y su nuevo
comisario de Relaciones Exteriores, Molotov. Nunca abandonó la idea de que,
en la pugna contra el fascismo, los intereses británicos y soviéticos
coincidían en lo esencial. Gorodetsky ha hecho un señalado favor a sus
lectores al comparar los diarios, los despachos y las ideas que circulaban
en la capital soviética.
Aunque Maisky llegó a Londres el 27 de octubre de 1932 los diarios empiezan
en julio de 1934. El 16 de noviembre ya anotó que todo lo que estaba
ocurriendo en Alemania apuntaba hacia una guerra europea, la quisiera
Hitler o no. El Tercer Reich se había convertido en el foco de mayor
peligro en Europa. Toda su labor se dirigió, desde entonces, a despejar el
camino para un posible pacto británico-soviético. No lo logró hasta los
años de la segunda guerra mundial.
Maisky siempre creyó que la élite británica, con su acusado pragmatismo,
terminaría comprendiendo que, más allá de las discrepancias ideológicas,
los hechos, tozudos, hablarían un lenguaje contundente. Lo hicieron, pero
demasiado tarde. Y, desde luego, cuando España había dejado de ser un
irritante para la política de apaciguamiento.
El embajador soviético fue siempre muy crítico de Chamberlain. También de
sus antecesores, Ramsay MacDonald y Stanley Baldwin. Cuando la guerra civil
no era ni siquiera una vaga posibilidad en el horizonte, ya señaló el 10 de
febrero de 1935 que la política de ambos estadistas había estribado en
decir a Hitler: déjanos en paz a nosotros y a los franceses y haz lo que
quieras en la Europa del Este. El problema, para los soviéticos, es que la
Europa del Este se encontraba pegada a sus fronteras. Desde entonces las
medidas hitlerianas más importantes apuntaron, para Maisky, en solo una
dirección: la guerra.
La diferencia con sus anfitriones radicó siempre en que estos, como Eden
llegó a admitir ante Litvinov, que los británicos no se creyeron del todo
el carácter esencialmente agresivo de la política nazi. Gorodetsky no
escatima críticas a los mandarines del Foreign Office que recomendaban, en
aquellos años anteriores a la guerra civil española, la necesidad de hacer
concesiones al Tercer Reich. El fallo británico no fue solo de los
políticos. También lo fue de los "expertos". Quien esto escribe salvaría,
sin embargo, a un diplomático que no aparece en las páginas de Maisky.
Quizá no lo trató o tal vez se encuentre en la versión completa de los
diarios.
No era, desde luego, un desconocido y los soviéticos tuvieron que tener
muchos contactos con él, siquiera a un nivel inferior al del embajador. Fue
el director general del Departamento de la Europa del Norte, un eminente
sovietólogo hoy completamente olvidado. Se llamaba Laurence Collier. En
plena guerra civil española alertó a sus colegas y superiores que en la
Península la URSS estaba dando una batalla contra el peligro fascista y que
no entraba en su política entonces buscar un asentamiento en España.
Naturalmente, no le hicieron el menor caso (tampoco a Vansittart a quien
Chamberlain terminó enviándolo a un retiro dorado a principios de 1938). Se
conservan, no obstante, apuntes de alguno de los colegas fascistizado de
Collier que, con esa suavidad característica de la prosa diplomática
interna de la época, se hacía preguntas acerca de sus lealtades. ¿No se
trataría de un "infiltrado" del Labour Party? Ni que decir tiene que,
cuando estalló la guerra europea el destino de Collier no fue de los más
rutilantes. Embajador ante el Gobierno noruego en Londres en el segundo
conflicto mundia y después. Casi diez años. Había cometido el pecado mortal
de tener razón.
Por lo demás, Maisky no tardó en exponerse a otra de las convenciones de la
época, en particular cuando sir Samuel Hoare (más conocido como posterior
embajador de SM en la España vacilante de la segunda guerra mundial) fue
ministro de Exteriores. Le rodeó de tantas melosidades que había que
ponerse en guardia necesariamente porque el mensaje iba a ser, con toda
seguridad, desalentador. Pero Maisky, el 6 de noviembre de 1935, no se dejó
engañar. Si la Unión Soviética se oponía a la agresión italiana en Abisinia
era porque quería dar una advertencia a posibles sucesores en el futuro.
Italia no era un agresor muy serio pero en Europa había otros que sí lo
eran...
Bajo este signo la guerra civil y la intensificación del apaciguamiento
fueron los dos obstáculos en los que Maisky tuvo que poner a prueba su
habilidad, tenacidad y correosidad, cualidades que nunca vienen mal a un
diplomático en tiempos difíciles.
Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.