Hagase su voluntad

July 5, 2017 | Autor: Marco Amedeo | Categoría: Philosophy, Schopenhauer, Pessimism, Voluntad, Rappresentazione
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Descripción

1. Introducción

En esto comentario voy a explicar de manera exhaustiva lo que el autor
plantea en su obra principal, para conseguir un desarrollo bastante amplio
sobre los criterios basilares de su planteamiento filosófico; es decir: la
voluntad y la representación. Su obra se estructura a través de un esquema
lo cual divide al sajo en cuatros libros diferentes, en los cuales (1) en
el primero se habla del mundo como representación; (2) en el segundo se
desarrolla el mundo como voluntad; (3) en el tercero se vuelva a hablar del
mundo como representación; (4) y en el cuarto se explica otra ves lo que
entiende por mundo como voluntad. No se trata de una repetición, en cuanto
el autor trabaja sobre esta obra cuasi toda su vida, obteniendo en final
tres ediciones diferentes, la ultima de las cual comprende los dos primeros
libros citados arriba que tienen contenidos mas viejos (osea juveniles), y
los ultimo dos libros escritos posteriormente. Es decir: el tercero y el
cuarto libro contienen otras consideraciones sobre el mundo como voluntad y
el mundo como representación, en el sentido de completar su planteamiento
filosófico.
Nosotros nos concentramos sobre la parte mas significativa de su
pensamiento, planteado entre los dos primeros libros de su obra.

2. El mundo como representación – Die Welt ist meine Vorstellung

"El mundo es mi representación". Con esas palabra el autor empieza su obra,
poniendo en cima de todo la primera verdad desde la cual no se puede
prescindir; se trata de una verdad que tiene valor en relación con cada ser
viviente y capaz de conocimiento – aunque solo el ser humano puede intender
esta relación y traducirla por medio de su conocimiento reflexivo, o sea
abstracto; desde el momento en en cual él emplea esto conocimiento, ya está
haciendo un razonamiento de tipo filosófico. En esto momento se da cuenta
del echo fundamental de la realidad que él no conoce ni el sol ni la
tierra, sino solamente un ojo con el cual mira el sol y una mano con la
cual siente la tierra[1]; se da cuenta que el mundo circunstante existe
solo como representación , es decir, solo en conexión con otro, en conexión
con aquel que recibe la representación, el cual en ultima análisis es el
hombre mismo. Entonces si tenemos una verdad que puede ser expresada a
priori, por cierto es esta: la percepción de la representación del mundo,
en cuanto se trata de la forma de cada experiencia posible e imaginable, y
que es mucho mas general que el concepto de espacio, tiempo y causalidad.

2a. Gnoseologìa

Toda la corriente filosófica del idealismo empezaba desde el echo que no se
puede deducir la cosa en si misma a partir del fenómeno, en virtud de la
ley de causalidad la cual es una ley del principio de razón, o sea
subjetiva. De tal manera se pensaba a dos tipos de realidad, o sea aquella
del noumeno por una parte, y aquella del fenómeno por otra.
Podemos decir que en el fenómeno de la filosofía idealista puso el
espíritu, mientras Schopenhauer hizo el camino inverso. Volvió a Kant, y
desde allí alcanzó una innovación, o sea el planteamiento de la voluntad de
vivir (Wille zum Leben).; eso fenómeno de la voluntad de vivir según su
punto de vista era como la esencia del mundo entero.
Sin embargo la representación es fundada por el noumeno, por la Voluntad de
vivir, y esta ultima es conocible inmediatamente en nuestra conciencia.
Kant pensaba que el a priori de la experiencia son el espacio, el tiempo y
la causalidad, los cuales constituyen el principium individuationis, o sea
aquello que en la experiencia divide los objetos. Schopenhauer dice que el
a priori de la experiencia es la representación, como unidad de sujeto y
objeto. Como tal esa está también antes de espacio, tiempo y causalidad,
los cuales son dentro la representación misma. La representación acaba de
ser la forma universal de cada experiencia posible.
Antes se pensaba que, con las capacidades intelectivas necesarias, se
podría conocer todo. Desde Kant lo que se puede conocer es solo lo que está
bajo del principio de razón, lo cual divide todo conocimiento en espacio,
tiempo y causalidad. En sentido practico, para hacer un ejemplo, podemos
decir que el conocimiento es la forma que la agua (o sea la realidad) toma
cuando está dentro de una botella (o sea la mente humana). Schopenhauer
dice que hasta Kant toda la filosofía ha sido una larga escolástica, en la
cual se creía que la ley de causalidad, que gobierna los fenómenos, y el
principio de razón, que los explican, fueron leyes absolutas, aeterna
veritates. También se admitía el poder de la razón sobre la filosofía.
Luego se ha descubierto que el principio de razón no está antes de todas
las cosa, y los objetos no son una consecuencia de eso.
Desde Kant el conocimiento es limitado a las formas a priori, subjetivas,
de la intuición. Todo lo que falta es "la cosa en si", el noumeno. Y en
frente del noumeno Kant había sido incapaz de proseguir y explicarlo de
alguna manera. Schopenhauer sale con una solución: el autoconciencia. El
filosofo de Danzica dice: de el noumeno o voluntad de vivir nosotros
tenemos un conocimiento inmediato en nuestra autoconciencia. En realidad
también esta conciencia del noumeno o voluntad de vivir es mediata; es
mediada por la forma intuitiva del tiempo, entonces es siempre conocimiento
fenoménico.
De tal manera, sin embargo, Schopenhauer había abierto una porta importante
sobre el concepto de noumeno, o sea había encontrado una segunda fuente de
conocimiento, un conocimiento directo (de los efectos) de la Voluntad, la
cual integra y completa el conocimiento indirecto, mediato por la mente, de
la representación.
Las consecuencia de la llegada de esta voluntad de vivir en la filosofía es
que antes se pensaba que la cosa suprema fuera la razón, e cada filosofía
empezaba por la razón: esto pasaba hasta los filósofos idealistas, por los
cuales la razón era el órgano del sobrasensible, y en particular hasta
Hegel, que hace una apoteosis de la razón, poniendo la identidad entre real
y racional. Desde Schopenhauer cada filosofía empieza por el irracional; el
demostré, de hecho, que el intelecto no tiene autonomía, y es un siervo de
la voluntad: interpretando las motivaciones, eso nos dice lo que tenemos
que hacer de necesario para vivir. "La motivazione è solo la causalità
vista dall'interno, e l'atto di volontà conseguente a un motivo è
altrettanto necessario del movimento di un corpo conseguente a una causa,
come per esempio il rotolare di una palla in seguito a un colpo ricevuto".
Otra conquista filosófica que Schopenhauer hizo es el método ascendente,
analítico, en el cual se sube desde la experiencia y la conciencia de la
voluntad hasta la voluntad como la única cosa metafísica; totalmente en
contrasto con el método descendente de los panteístas, que empiezan por el
théos desconocido para explicar cada otra cosa conocida. También afirma que
solo proceder desde la causa al efecto, come se hace en los experimentos,
es seguro, y no proceder desde el efecto a la causa. Esto ultimo, de hecho,
fue fuente de muchísimos errores y supersticiones (se sacrificaban vidas
humanas o animales en frente de los dioses, porque eran causas de la lluvia
o de la hambre, de la buena o mala agricultura, de las enfermedades, ecc.)
Schopenhauer divide ciencia y filosofía definitivamente. Las ciencias
contribuyen a las experiencias que están a la base de la filosofía, sino no
pueden alcanzar el misterio de las fuerzas naturales. Estas todas son
manifestaciones de la voluntad, las cuales la ciencia las percibe de manera
varia. Las ciencia tienen relaciones con la experiencia, sino no puede
superarla; solo la especulación puede. La física, de hecho, no puede ser la
metafísica, con la cual se puede indagar el mundo en su misma esencia – y
no solo en superficie haciendo cálculos. El mundo de la experiencia no se
explica por si misma; tenemos que superarla y pero no perder el contacto
con esa; es decir, mejor es proceder siempre basándose sobre esa.
Schopenhauer puede ser considerado el filosofo de la experiencia. Mucho mas
que Kant, porque ha dicho que tenemos que basarnos sobre la experiencia, la
cual también, ha dicho también, es un dato que tenemos que tener en
cuenta. Lo importante no es hacerlo desde el sujeto o desde el objeto,
come siempre hubiera sido hasta Kant, sino desde la representación, la cual
en si misma contiene sujeto y objeto, y desde la voluntad.
Hablando de efectos: el conocimiento de los objetos es un conocimiento de
los efectos y relaciones recíprocos, no de esencias. Los objetos no son
otro que efectos y en ellos se quitan las relaciones reciprocas entre
ellos. La acción de ellos como intuición es la única y sola realidad.
Es importante considerar lo que está antes de la filosofía de Schopenhauer.
Todo su planteamiento filosófico nace por medio de lo que ha causado la
filosofía critica de Kant – y su continuadores alemán – aunque se puede
encontrar citas de Hume y de la todavía desconocida filosofía oriental.
Schopenhauer escribió una obrita fundamental[2] ante de esta, en la cual
elaboraba la filosofía kantiana hasta considerar superfluas sus categorias;
en ultima análisis, Schopenhauer sostenía que todas las categorías se
podían reducir a la sola causalidad (unida a las formas de espacio y
tiempo). Toda la gnoseologia planteada en El mundo como voluntad y
representación retoma los conceptos de fenómeno y noumeno kantianos; pero
por Kant la relación entra fenómeno y noumeno es adecuada, en cuanto el
fenómeno en ultima análisis seria el modo de conocer realmente el noumeno;
por Schopenhauer, por lo contrario, la relación es totalmente inadecuada,
en cuanto el fenómeno es pura apariencia. De echo, la voluntad que
determina el mundo no quiere otra cosa que realizarse, en cualquier forma
posible; una manera es también a través del hombre, o sea una entidad
superior que permite formas de realizaciones superiores. La capacidad de
conocimiento del hombre le permite de moverse a través de eso, sino la
voluntad quiere que él puede moverse mas: desde el punto de vista de la
voluntad misma, no es importante que el hombre tenga acceso al
conocimiento; esto es importante solo en cuanto permite una mejor
realización de la voluntad.
Entonces, los fenómenos no tienen ningún valor en si mismos, sino solo en
relación el hombre como medio de la voluntad. Desde el punto de vista de
Schopenhauer el fenómeno es mera apariencia, es el velo de Maya,[3]
mientras el noumeno verdadera realidad bajo de eso. Nosotros tenemos un
conocimiento del mundo fenoménico como representación, el cual se supone
que sea formado por un sujeto representante y un objeto representado.
Pues el sujeto conoce a través de las formas a piori del conocimiento, las
cuales comprometen su visión verdadera de la realidad, se puede concluir
que la vida es sueño.[4]

Otro merito importante de Schopenhauer es la transformación de la
contraposición del alma y cuerpo en contraposición de subjetivo y objetivo.
El hombre cuando piensa a si mismo según su percepción interna, cuando se
siente sujeto sin espacio y tiempo, se piensa como alma. Cuando se piensa
como ser objetivo, como representación de algo de externo, serrado en
espacio y tiempo, se piensa como cuerpo, o sea como algo contrapuesto al
concepto de alma.
Falta la cuestión de pesimismo. Se trata de algo que tiene una base muy
poderosa, no obstante la que se piensa sobre su sistema filosófico. Entre
toda la multitud de malos de la vida y del mundo, Schopenhauer subraya
sobretodo dos, que son inevitables, universales y de toda la humanidad: el
destino nuestro y de todos los seres de devenir viejos, con enfermedad, y
en final morir, y además la estructura piramidal de los seres, la cual
supone una guerra donde se mata otros seres vivientes para comer y
sobrevivir, en ultima análisis, matando nuestro mismos hermanos.
Desde esto punto de vista el filosofo alemán tiene razón. Sin embargo el
pesimismo de Schopenhauer es demasiado profundo y inagotable. Es criticable
desde muchos puntos de vista, como por ejemplo cuando dice que la alegría
no es otro que liberarse del mal y da la necesidad o una satisfacción de
ese ultimo. Es decir, yo creo que es suficiente objetar que ya el ejercicio
de los órganos vitales te da placer – como reconoce Schopenhauer mismo – el
cual por cierto sintió mucho placer utilizando su cerebro para conseguir su
planteamientos filosófico. Goethe decía que hay dos felicidades en la vida,
o sea inspirar y espirar. El deseo mismo puede dar placer y satisfacción, y
no displacer, en especial modo cuando se puede imaginar las consecuencias
de un resultado positivo. Hay también placeres completamente gratuitos,
como por ejemplo el olor de los flores, la contemplación de una obra de
arte, y mucho mas cosas. Platon dice que lo placeres gratuitos son aquellos
de los olores y aquellos del espíritu.
Lo que pasa es que Schopenhauer piensa la vida como una falta de muerte, el
andar como aquello de un muerto, la alegría como aburrimiento alejado, y
sobre todo la muerte misma como sentido ultimo de la vida, y no como su
condición y necesidad. En ese sentido Schopenhauer es demasiado pesimista;
y me parece que el filosofo hace – sin darse cuenta – un poco de dialéctica
hegeliana. También la renuncia de la voluntad de vivir no puede ser que
otro acto de la voluntad, la elección de otra manera de vivir nuestra
vida.[5]
La verdadera solución del pesimismo de Schopenhauer, en el único sentido en
el cual puede ser solucionado, la había encontrada Nietzsche, el cual se
contrapone a su maestro diciendo: renunciar no a la voluntad de vivir, sino
al egoísmo, al calculo y al titanismo que son a la base del pesimismo de
Schopenhauer ("la vida es una mala cuestión"). Amar la vida de manera
desinteresada, como se fuimos un hijo leal que non juzga la madre y no pide
nada en cambio, un hijo que se alegra y sufre, porque así es hecho, es vida
dentro de la vida, y vive fiel a si mismo y en relación con esa. Es una
manera mas noble y justa.
El poeta escritor Adelbert von Chamisso, no por supuesto muy divertido como
hombre, cuando encontré Schopenhauer en Berlin aconsejó a él de contentarse
no del negro, sino por lo meno de un gris.[6]

3. El mundo como voluntad – Die Welt ist meine Wille

Entonces, come hemos dicho, el mundo se divide en representación y
voluntad. Si el sujeto que quiere conocer mira fuera de si mismo, no ve
otras cosa que el mundo como representación, y su conocimiento es real
hasta el aspecto fenoménico; de hecho hay también un camino para llegar al
conocimiento del mundo en si mismo, para alcanzar el aspecto noumenico del
ser (que seria lo mismo que cortar el citado velo de Maya): mirar dentro de
nosotros mismos, porque se supone que el noumeno de las cosas objetivas non
se puede alcanzar, sino el sujeto en si en realidad es también un noumeno.
El hombre, mirando a si mismo, puede llegar a conocer realmente el noumeno.
El análisis del cuerpo humano es todo lo que realmente necesitamos para
llegar al concepto de noumeno, pues el cuerpo es manifestación fenoménica
del mundo como representación, sino también una manifestación, y
objetivación de otra realidad: la voluntad. El mundo como representación
tiene el principio en el yo pienso, y como voluntad en el yo quiero.

3a. Caracteres y objetivación de la voluntad.

La voluntad es presente en todo el mundo, en grados de conciencia
diferentes, hasta el ultimo hombre en el cual es autoconciencia. La
voluntad que está en todo el resto es inconsciencia, pura energía, única (y
no está bajo de las categorías de espacio y tiempo, por el hecho de ser
noumeno), eterna, encausada, sin una finalidad. La voluntad en primer lugar
se objetiva en las ideas, o sea aquellas cosas que toma de ejemplo para
determinarse en las cosas; entre ideas y fenómenos hay la ley de la
naturaleza, y detrás de esta una fuerza irracional, la cual no quiere otra
cosa que afirmarse in cualquier manera en el mundo.
El conocimiento del mundo entonces es como un velo que nos separa de la
realidad, de modo que no podemos alcanzar su verdadera esencia. Lo que pasa
es que tenemos que cortar ese velo de Maya, de lo cual habla la sabiduría
india; disolver esta imagine, cuasi como fuese de un sueño, o sea lo que
nuestra mente nos presenta como el nuestro mundo, y penetrar en el corazón
mismo de la realidad. Pero como hacer esto? Schopenhauer dice que cuando yo
me pregunto qué son yo, sobre mi mismo puedo tener conocimiento, o sea una
sabiduría "sintética a priori", que se deriva es decir de la síntesis de
los datos sensibles, relativos a mi corporeidad, con las formas a priori de
mi pensamiento. A nivel del conocimiento, entonces, yo soy mi cuerpo. A
aquel nivel, sin embargo, el conocimiento que tengo de mi mismo no es otro
que una imagine, representación similar a lo que hay fuera de mi. Veo mi
mismo de manera objetiva, como un "objeto" entre otro objetos que
constituye mi mundo representativo. El velo de Maya, que me oculta la
verdad, de esta manera oculta también la esencia profunda de mi mismo. Yo
puedo verme lejano de mi mismo, como si fuese externo, en el mismo modo en
el cual me aparece leja la realidad externa. Hay una diferencia entre mi
mismo como sujeto de conocimiento, y mi mismo como objeto conocido.

De hecho, el conocimiento que tengo de mi mismo es totalmente igual a
aquello que tiene otra persona de mi. Entonces, son verdaderamente yo lo
que conozco, o a lo mejor soy algo mas y de diferente, que no resulta de la
"representación" que yo, al mismo nivel de otra persona, tengo de mi mismo?
Por esta pregunta hay una respuesta dada por la análisis del "cuerpo". Mi
cuerpo es el medio el cual me pone en relación con el mundo, a través de la
sensibilidad; de hecho el mundo se muestra en frente de mi a través de mi
sensibilidad, la cual me da todos aquellos "datos sensibles" sobre eso que,
una vez ordenados en mi pensamiento me permiten de construir la
"representación" de la realidad. En final yo se que mi cuerpo non puede ser
solo un puro "objeto", no es extraño a mi mismo, sino es la realidad en la
cual yo estoy radicado, a través la cual yo soy un individuo, y que yo
puede "conocer desde el punto de vista interno". Yo se que el yo
cognoscente y el yo conocido son la misma cosa. Entonces la unidad de mi yo
con mi cuerpo – la unidad que yo percibo con experiencia inmediata –
constituye aquel hilo de Arianna que me permite de conocer mi misma
esencia; pues mi cuerpo viviente se mueve, actúa, y cada su movimiento es
expresión de voluntad, yo soy voluntad: la voluntad es aquel que me
caracteriza esencialmente.


Pero él mismo tiene sus raíces en aquel mundo, se encuentra en él como
individuo; es decir, su conocimiento [...] está mediado por un cuerpo cuyas
afecciones, según se mostró, constituyen para el entendimiento el punto de
partida de la intuición de aquel mundo. Para el puro sujeto cognoscente ese
cuerpo es en cuanto tal una representación como cualquier otra, un objeto
entre objetos: sus movimientos y acciones no le son conocidos de forma
distinta a como lo son los cambios de todos los demás objetos intuitivos
[...] Mas las cosas no son así: antes bien, al sujeto del conocimiento que
se manifiesta como individuo le es dada la palabra del enigma: y esa
palabra reza voluntad. Esto, y solo esto, le ofrece la clave de su propio
fenómeno, le revela el significado, le muestra el mecanismo interno de su
ser, de su obrar, de sus movimientos. Al sujeto del conocimiento, que por
su identidad con el cuerpo aparece como individuo, ese cuerpo le es dado de
dos formas completamente distintas: una vez como representación en la
intuición del entendimiento, como objeto entre objetos y sometido a las
leyes de estos; pero a la vez, de una forma totalmente diferente, a saber,
como lo inmediatamente conocido para cada cual y designado por la palabra
voluntad. Todo verdadero acto de su voluntad es también inmediata e
indefectiblemente un movimiento de su cuerpo: no puede querer realmente el
acto sin percibir al mismo tiempo su aparición como movimiento del cuerpo.
El acto de voluntad y la acción del cuerpo no son dos estados distintos
conocidos objetivamente y vinculados por el nexo de la causalidad [...]
sino que son una y la misma cosa, solo que dada de dos formas totalmente
diferentes: de un lado, de forma totalmente inmediata y, de otro, en la
intuición para el entendimiento. La acción del cuerpo no es más que el acto
de voluntad objetivado, es decir, introducido en la intuición. [...] la
voluntad es el conocimiento a priori del cuerpo, y el cuerpo el
conocimiento a posteriori de la voluntad. Las decisiones de la voluntad
referentes al futuro son simples reflexiones de la razón acerca de lo que
un día se querrá y no actos de voluntad propiamente dichos: solo la
ejecución marca la decisión, que hasta entonces sigue siendo una mera
intención variable y no existe más que en la razón, in abstracto. Solamente
en la reflexión difieren el querer y el obrar: en la realidad son una misma
cosa. Todo acto de voluntad inmediato, verdadero y auténtico es enseguida e
inmediatamente un manifiesto acto del cuerpo: y, en correspondencia con
ello, toda acción sobre el cuerpo es enseguida e inmediatamente una acción
sobre la voluntad: en cuanto tal se llama dolor cuando es contraria a la
voluntad, y bienestar, placer, cuando es acorde a ella.[7]


Entonces yo se, por conocimiento inmediato, de ser un cuerpo que sufre por
el deseo y se alegra por la satisfacción; yo se que cada movimiento del
cuerpo es explicación de la voluntad. Si ora estoy leyendo los movimientos
del universo entero a través de esta base de conocimiento, puedo deducir
que ellos también son expresión de la voluntad, de la voluntad de vivir; y
que esta representa no solo mi esencia, sino aquella de la entera realidad
natural.


Pero la palabra voluntad, que como una fórmula mágica nos ha de hacer
patente la esencia íntima de todas las cosas en la naturaleza, no designa
en absoluto una magnitud desconocida, un quid alcanzado mediante
razonamientos, sino algo inmediatamente conocido, tan conocido que sabemos
y entendemos mejor qué es la voluntad que cualquier otra cosa de la clase
que sea. - Hasta ahora se ha subsumido el concepto voluntad bajo el
concepto fuerza: yo, en cambio, hago exactamente lo contrario y pretendo
considerar todas las fuerzas de la naturaleza como voluntad.[8]


Visto así, el mundo que yo me represento como conjunto de fenómenos, me
parece en su noumeno como voluntad. Todas las cosas, que me represento como
"individuadas" por el espacio y el tiempo, son expresión múltiple de una
única esencia, eterna, a-temporal, indivisible, que es la voluntad.

[…] ella misma es una: pero no como lo es un objeto, cuya unidad se conoce
solamente en oposición a la posible pluralidad; ni tampoco como lo es un
concepto, que ha surgido únicamente por abstracción de la pluralidad: sino
que es una como aquello que se encuentra fuera del espacio y el tiempo, del
principium individuationis, es decir, de la posibilidad de la pluralidad.
Solo cuando todo eso nos llegue a resultar totalmente claro a través de la
siguiente consideración de los fenómenos y las distintas manifestaciones de
la voluntad, entenderemos plenamente el sentido de la doctrina kantiana de
que el tiempo, el espacio y la causalidad no convienen a la cosa en sí sino
que son meras formas del conocer.[9]


Ella entonces es la misma in todos los seres del universo; y en cada uno de
estos es toda si misma. La diferencia entre varios tipos de entes naturales
está en el grado de su objetivacion:


No hay, por ejemplo, una parte más pequeña de ella en la piedra y otra
mayor en el hombre: porque la relación entre parte y todo pertenece
exclusivamente al espacio y deja de tener sentido en cuanto nos apartamos
de esa forma de la intuición; pero también el más y el menos afectan
únicamente al fenómeno, es decir, a la visibilidad o la objetivación: de
ella hay un grado superior en la planta que en la piedra, y mayor en el
animal que en la planta: incluso su irrupción en la visibilidad, su
objetivación, posee grados tan infinitos como los que hay entre el
crepúsculo más débil y la más clara luz del sol, entre el tono más intenso
y el eco más ligero.[10]


Su potencia es la misma en cada ser como in toda naturaleza; ella no cambia
al variar del numero de su objetivaciones; entonces no crece ni se agota,
ni multiplica ni se reduce.

Se revela de forma tan completa y en tanta medida en un roble como en
millones: el número de estos, su multiplicación en el espacio y el tiempo,
no tiene significado alguno en relación con ella sino solo en referencia a
la pluralidad de individuos que conocen en el espacio y el tiempo, y se
multiplican y dispersan en ellos; mas la pluralidad de estos también afecta
a su vez solamente a su fenómeno y no a ella misma[11]


Ella, que no tiene ninguna causa, es la única verdadera causa de todo el
"bien" y el "mal" que pasa en el universo; cada acción, "buena" o "mala"
que sea considerada, tiene siempre una única y sola causa indiferente a el
"bien" y el "mal". Esta voluntad, esencia del individuo como del mundo
entero, que se manifiesta a nivel de las fuerzas de la naturaleza (físicas,
químicas, biológicas, ecc..) como en la acción cociente del hombre, es una
fuerza ciega, infinita, sin razón, sin causa y sin ley. El modo de
distribuirse entre los varios orden de la naturaleza es, claro, racional;
el ordenamiento racional se puede encontrar claramente por el hecho que, a
partir da los ordenes inferiores, las manifestaciones de la voluntad
aspiran a la forma humana, en la cual esa se da "cociente". Pero en cada
ente de la naturaleza ella se muestra "irracional"; es tal su
irracionalidad que esa parece, en frente de un cuidado observador, en lucha
con si misma.

Cada grado de la objetivación de la voluntad disputa a los demás la
materia, el espacio y el tiempo. Continuamente la materia persistente
tiene que cambiar de forma cuando, al hilo de la causalidad, fenómenos
mecánicos, físicos, químicos y orgánicos, ávidos de manifestarse, se
arrebatan unos a otros la materia, porque cada uno quiere revelar su idea.
A través de toda la naturaleza se puede seguir esa lucha, e incluso no
consiste más que en ella: ει γαρ µη ην το νεικος εν τοις πραγµασιν, 'εν 'αν
ην απαντα, ως φεσιν Εµπεδοκλης[12] (nam si non inesset in rebus contentio,
unum omnia essent, ut ait Empedocles. Aristóteles, Metaph. B., 5): pero esa
lucha no es sino la revelación de la esencial escisión de la voluntad
respecto de sí misma. Esa lucha universal se hace visible con la máxima
claridad en el mundo animal, que se alimenta del vegetal y en el que a su
vez cada animal se convierte en presa y alimento de otro, es decir, la
materia en la que se presentaba su idea ha de retirarse para que se
presente otra, ya que cada animal no puede conservar su existencia más que
mediante la constante supresión de la ajena; de modo que la voluntad de
vivir se consume a sí misma y es su propio alimento en diversas formas,
hasta que al final el género humano, al imponerse sobre todos los demás,
considera la naturaleza como un producto para su propio uso; si bien, como
veremos en el libro cuarto, ese género revela en sí mismo con la más atroz
claridad aquella lucha, aquella autoescisión de la voluntad, y se produce
el homo homini lupus[13].[14]


Cual es el fin por el cual la voluntad pone en el universo tan dolores y
sufrimientos? Ninguno. Ella no tiene otra fin que afirmar si misma; y por
esto es imposible de satisfacer, porque una improbable satisfacción seria
una negación y una anulación en si misma.

Ante todo, quisiera que recordáramos aquí la consideración con que
concluimos el segundo libro, motivada por la cuestión del objetivo y
finalidad de la voluntad: en lugar de su respuesta, se nos hacía patente
cómo la voluntad en todos los grados de su fenómeno, desde el inferior al
supremo, carece totalmente de un objetivo y fin último; siempre ansía
porque el ansia es su única esencia, a la que ningún objetivo logrado pone
fin y que por lo tanto no es susceptible de ninguna satisfacción finita
sino que solamente puede ser reprimida, aunque en sí es infinita.[15]

Bibliografía





SAFRANSKI, Rüdiger, Schopenhauer and the wild year of pholosophy, 1990,
First Harward University Press.

SCHOPENHAUER, Arthur, El mundo como voluntad y representacion, (traducción,
introducción y notas de Pilar López de Santa María). Disponible en:
h**p://darienbrito.files.wordpress.com/2012/05/el-mundo-como-voluntad-y-
representacic3b3n.pdf [consultado el 16 de diciembre de 2013]




Indice





"1. Introducción "página 2 "
"2. El mundo como representación "página 2 "
"2a. Gnoseologia "página 3 "
"3. El mundo como voluntad "página 7 "
"3a. Caracteres y objetivacion de la "página 7 "
"voluntad "página 12 "
"Bibliografía " "
























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[1] Schopenhauer Arthur, El mundo como voluntad y representación, §1,
parr. 3
[2] Schopenhauer Arthur, Sobre la cuádruple raíz del principio de razón
suficiente, 1813; se trata de la tesis de doctorado con la cual el filosofo
alemán se laureó en la universidad de Jena.
[3] Cf. Schopenhauer Arthur, El mundo como voluntad y representación, §3
[4] Cf. Schopenhauer Arthur, El mundo como voluntad y representación, §5
[5] Ya lo había dicho en su sajo "Schopenhauer e Leopardi" Francesco De
Sanctis, publicado en el 1858 en forma de dialogo filosófico.
[6] Cf. Rüdiger Safranski, Schopenhauer and the wild year of pholosophy,
pag. 277
[7] Schopenhauer Arthur, El mundo como voluntad y representación, §18,
parr. 120
[8] Schopenhauer Arthur, El mundo como voluntad y representación, §22,
parr. 133
[9] Schopenhauer Arthur, El mundo como voluntad y representación, §23,
parr. 134
[10] Schopenhauer Arthur, El mundo como voluntad y representación, §25,
parr. 152
[11] Schopenhauer Arthur, El mundo como voluntad y representación, §25,
parr. 153
[12] «Pues si no estuviera la lucha en las cosas, todo seria uno, como
dice Empédocles». Metafísica B, 4, lOOOb1.
[13] «El hombre es un lobo para el hombre». Plauto, Asinaria, 11, 495.
[14] Schopenhauer Arthur, El mundo como voluntad y representación, §27,
parr. 175
[15] Schopenhauer Arthur, El mundo como voluntad y representación, §56,
parr. 364

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