HACIA UNA ECLESIOLOGÍA PERTINENTE PARA LA IGLESIA DE DIOS

HACIA  UNA  ECLESIOLOGIA  PERTINENTE  PARA  LA  IGLESIA  DE  DIOS   Enoe  Cortazar  M.  

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HACIA UNA ECLESIOLOGIA PERTINENTE PARA LA IGLESIA DE DIOS Una perspectiva bíblica y comtemporanea de hacer iglesia

Por Enoe Cortazar May

 

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Indice Introducción……………………………………………………………………….3 1. Una nueva forma de hacer iglesia …………………………………………….3 2. El camino de la Iglesia……………………………………..…………….……7 2.1.La Iglesia y la interaccion entre el mundo y reino………..……………….8 2.2. Hacia una Eclesiologia encarnacional….………………………………..12 2.3. El modelo central de la proclamacion de la Iglesia…….………………...13 3. La pertinencia de la Iglesia……………………………………………………21 4. Modelos Eclesiológicos…..……………………………………………………24 5. Estructuras flexibles…………………………………………………………...28 6. Cambios de paradigma en el Liderazgo de la Iglesia de Dios…………………31 Conclusion………………..……………………………………………………….35 Bibliografia..…………..……………………………………………………...……37

 

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Introducción “…solo la iglesia cautiva de su Señor es verdaderamente libre y está abierta y ágil para responder a las exigencias, necesidades y esperanzas siempre nuevas de la humanidad” Hans Kun El presente trabajo es un analisis eclesiologico sobre la pertinencia de la Iglesia en relacion con el mundo y el reino. Se propone un dialogo constante que se debe mantenar entre las Escrituras, la presencia de la Iglesia en el mundo y el reino de Dios. Bajo esa hermeneutica, la iglesia debe buscar realizarse y desarrollar un modelo de iglesia que haga justicia al reino de Dios y al mundo. Sin esta realidad no pordriamos ser pertienente como iglesia. Asi que en la busqueda de esa dialogo, buscamos un camino, que toque la realidad de las necesidades de la gente en el contexto que la iglesia vive. Solo en ese dialogo se puede dasarrollar una pastoral pertinente par anuestra iglesia.

1. El desafio de la Iglesia Latinoamericana La iglesia Latinoamericana esta viviendo tiempos cruciales en estos momentos de la historia, los grandes cambios sociales, morales, políticos y tecnológicos, le han dado un giro de 180 grados a la forma de vida de la gente de hoy. Todos estos cambios son desafios para la iglesia en su forma de hacer misión. La Iglesia de hoy necesita reinventarse así misma por medio de la Palabra y el Espíritu en su contexto. Con urgencia necesita retomar en primer lugar la Palabra de Dios como fuente de guia, pero por otro lado necesita entender su realidad en la que se encuentra inmersa y con la ayuda del Espíritu encontrar dirección para ser una iglesia pertinente que cumpla con la mision de Dios en el mundo. Lo que debe quedar claro para liderazgo latinoamericano, es que la sociedad en general está en medio de cambios culturales acelerados, estos cambios están trascendiendo cada aspecto de la vida de cada ser humano en este planeta, de tal manera que influye nuestros

 

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pensamientos teológicos, actitudes y nuestra forma de vivir. No hay nada seguro, lo único seguro es el cambio constante que vive el mundo. Estos cambios son complejos, impredecibles y globales. “La vida en este turbulento y complejo planeta ya no es lineal ni es una secuencia en que una cosa lleva lógicamente a otra. Es espontanea, contradictoria, inesperada y ambigua (Benis, 200 p.20). Por lo tanto nuestros paradigmas para alcanzar esta generación para Cristo deben estar en constantes cambios en cuanto a su forma pero no en su esencia. Definitivamente que la manera de hacer iglesia hoy, no tiene que ver con la manera de hacer iglesia hace veinte años, los modelos de iglesia de antaño fueron útiles en su tiempo, pero hoy no nos sirven para alcanzar las generaciones emergentes. “La iglesia más grande en cada país es la iglesia que no se congrega” (Norberto S. 2010). Esto se ha convertido en un gran desafío para la iglesia de Cristo en América Latina y el mundo, por lo que se debe buscar las formas, los caminos, para encontrar nuevos modelos para alcanzar a las nuevas generaciones que están sin Cristo. La pregunta forzada aquí es: ¿Cómo alcanzar estas generaciones orales? ¿Cómo hacer una iglesia que sea bíblica y al mismo tiempo contemporánea? Lo cierto es que antes estos cambios vertiginosos que sufre la sociedad, la iglesia se puede encontrar marginada, porque en lugar de encarnarse para comunicar eficazmente el evangelio en términos que sean comprensible y entender la realidad de las nuevas generaciones, ha estado resistiéndose a los cambios y no solo eso si no que consciente o inconscientemente esta intentando hacer su propia cultura e insertar a las comunidades en

 

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su propia burbuja religiosa. El resultado de esta mentalidad es un fallo rotundo a la misión de la iglesia. Ante esta realidad la iglesia necesita discernir las señales de los tiempos para enfrentar los desafíos de la presente generación. La iglesia para ser relevante, necesita ir a los lugares donde las gentes se encuentran y buscar la forma de comunicarse en términos que sean comprensibles para esta nueva generación. Esto significa que la iglesia para comunicar el evangelio debe encarnarse en la comunidad y desde esa realidad aplicar los principios rectores del evangelio de Jesucristo. Aquí no estamos hablando de dejar de ser cristiano y abandonar la doctrina. Estamos hablando de seguir siendo relevante como iglesia, viviendo la Palabra tal como es, pero de manera sabia y pertinente. El apóstol Pablo reconoció que Dios lo había puesto para luz a los gentiles, afín de que sea para salvación hasta lo último de la tierra (Hch.13:47). Esto implicaba un entendimiento claro de la cultura de los pueblos a los que él serviría. Estaba consciente de su misión y de la responsabilidad ante los pueblos no evangelizado, estaba consciente que no los podía alcanzar de la misma manera que alcanzó a los judíos, necesitaba otra forma de predicar el mismo evangelio de Cristo, pero haciéndolo relevante en la cultura del anfitrión. “Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar al mayor número. Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la Ley (aunque yo no esté sujeto a la Ley) como sujeto a la Ley, para ganar a los que están sujetos a la Ley; a los que están sin Ley, como si yo estuviera sin Ley (aunque yo no estoy sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los que están sin Ley. Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos. Y esto hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de él (1Cor. 9:19-23).

 

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Las palabras del apóstol Pablo deben calar la vida y misión de la iglesia como los diferentes ministerios que hay en ella. ¿Hasta que grado estamos dispuestos a renunciar a nuestra propios derechos y libertad por el bien de los demás? En verdad si no hay un entendimiento claro de la cultura y una entrega al servicio genuino del evangelio no será posible sacrificar ciertas convicciones que se han arraigado en la cultura evangélica. Sin embargo Pablo es un ejemplo de lo que Dios puede hacer cuando hay alguien que tiene una comprensión clara del evangelio. Dejemos de ser lo que no debemos ser y seamos la iglesia que Cristo quiere que sea, “dejemos que la iglesia sea iglesia” y no pretendamos hacer la iglesia “ a nuestra imagen y semejanza”. No estamos hablando de otra iglesia, sino de la Iglesia de Jesucristo, siendo en esencia la misma, pero en su forma adaptada pertinentemente a los tiempos y a las necesidades, sirviéndose de los mismos recursos del reino. Los desafíos para la iglesia de hoy en América Latina, tienen que ver con las diferentes formas de presentar el evangelio de Jesucristo a las diferentes comunidades, así como atender las necesidades que apremian a nuestras comunidades y a una serie de conflictos que vive la sociedad, tales como pobreza, migración, trata de personas, narco trafico, secuestro, corrupción, etc..

La iglesia no existe para atender sus propias necesidades

interna, sino que existe para servir a otros, solo así justificara su existencia.

 

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2. El camino de la iglesia “…y sobre esta roca edificare mi iglesia ; y las puertas del hades no prevalecerán contra ella”.(Mt16:18).

En estos últimos años se esta abordando el estudio de la iglesia como un tema urgente y de gran relevancia. Pastores, escritores, maestros, teólogos, líderes eclesiásticos, cristianos en general, están preocupados por el rumbo de la iglesia y los desafíos que ella esta enfrentando. Con justa razón lo están, los cambios de paradigma en el mundo están desafiando a la iglesia a repensar su fe y reflexionar su misión en el mundo a la luz de las Escritura y el contexto en la que esta inmersa. Esta será una tarea continua de reflexión, de hecho el teologizar y filosofar es una tarea permanente. Si no se hace, sería un atentado a petrificar la Iglesia y confinarla a la periferia y al estancamiento. Así que la iglesia debe hacer una reflexión seria de su función en el mundo, solo así ella podrá decidir cual camino tomar en su peregrinación hacia el cumplimiento de su misión. La iglesia necesita conocer el camino que va a transitar en el mundo y encontrar formas correctas para interactuar de manera significativa para la transformación del mismo y el establecimiento del reino de Dios. Para esto es necesario que la iglesia reflexione su teología y bajo la guianza del Espíritu Santo comience a transitar por nuevos caminos, explore nuevas formas de hacer iglesia en el mundo hoy. Parafraseando las palabras de Emilio Castro, la iglesia Latinoamericana tiene el compromiso y el deber de hacer teología dentro del contexto e incorporar para la teología cristiana el lenguaje auténticamente Latinoamericano. Esto con el objetivo de que la sociedad sea afectada desde una perspectiva cristiana, pero con el espíritu latinoamericano (Emilio Castro, 1975, p.28).

 

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2.1.La Iglesia y su interacción entre el mundo y el reino. No hay ninguna duda que la Iglesia vive una tensión entre el mundo y reino. Pero estas dos realidades son las que le dan sentido de misión a la Iglesia “la Iglesia no se puede entender en sí y por sí misma porque esta al servicio de dos realidades que la trascienden: mundo y reino(Boff, p.14). La iglesia no sería Iglesia, sino estuviera inmersa en estas dos realidades presentes. De allí la necesidad de interpretar su actuar a la luz de estas dos verdades “Mundo y reino vienen a ser los pilares en la que se asienta todo el edificio de la iglesia”(Boff, 1984, p.14). Sin embargo el reino incluye a los dos y ambos están inmerso en el reino. En los evangelios, el reino fue el tema de Jesús en todas sus parábolas, enseñanzas y predicaciones; fue tema de su agenda ministerial. Jesús mencionó el reino de Dios como irrumpiendo en el kosmo por medio de la predicación. Él mismo era la manifestación de ese reino. El “reino de Dios”(malkuth) “es el gobierno universal de Dios, su soberanía sobre toda la tierra”(1990, p.23). En la literatura salmódica se hace referencia a reino como Señorío(Salmos 103:19; 145:11,13). Definiendo en forma precisa podríamos decir que el reino no esta confinado a un lugar, si no a una soberanía o jurisdicción. Ahora vista desde una hermenéutica Cristo-céntrica el reino de Dios es la obra reconciliadora de Dios en Cristo, tal como la presenta el Nuevo Testamento y que tendrá su establecimiento definitivo cuando Cristo regrese a la tierra. En esta línea de pensamiento Boff dice que el reino “…es el fin bueno de toda la totalidad de la creación en Dios, al fin totalmente liberada de toda imperfección y penetrada por lo divino…consuma la salvación en su estado último” (1982). El Apóstol Pablo se refirió a esto cuando dijo: “Luego vendrá el fin; cuando haya

 

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entregado el reino al Dios y Padre, cuando haya abatido todo dominio y toda autoridad y poder”(1Cor15:24). El reino es tan celestial como terrenal, tan humano como divino, tan presente como escatológico. El reino de Dios se acerca con Jesucristo, él es la personificación del reino (Mt.3:2;4:17;12:28;Mr.1:15; Jn16:11) porque Jesús ha comenzado a vencer el pecado, la enfermedad y la muerte, íntimamente ligados entre si y con la derrota original, que puso al género humano bajo la esclavitud de Satanás. El reino y la vida eterna se han acercado, están ya entre nosotros (Lc.17:21, 1Juan 3:14). Por lo tanto el reino de Dios es una realidad que lo abarca todo; mundo–iglesia y tiene proporciones cósmicas, cumple tiempo y eternidad (Verkuy, p.73). Entonces el reino de Dios “…es más bien, una expresión del gobierno final de Dios en toda la creación, el mismo que, en anticipación del fin, se ha hecho presente en la persona y obra de Jesucristo”(Renan S. p.10, 2009). Hacer una hermenéutica correcta y una teología correcta del reino permitirá a la Iglesia cumplir eficazmente su misión en la tierra y además evangelizar al mundo con la buena nueva de reconciliación de todas las cosas, visibles e invisibles, presentes y futuras, terrenales y celestiales(Roldan, 2010,p.22). La Iglesia surge de abajo, mientras que el Reino de Dios irrumpe desde arriba. Ambos “…son realidades íntimamente vinculadas de modo que cada uno remite a la otra”(Roldan,p.23). Queda claro que la Iglesia no es el reino, ni el reino la Iglesia, sin embargo ambos están relacionados. La iglesia se nutre de los valores del reino y esta al servicio de él para cumplir su misión en el mundo. Nace por la acción de Dios en el mundo para unirse a la Missio Dei. La iglesia justificará su existencia en el mundo “…en la medida

 

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cumpla su función crítica y constructiva de iluminar a la sociedad en su marcha hacia el cumplimiento de su determinación en el reino de Dios”(Pannenberg, 1974, p.12). La iglesia es el sector en el que se encuentran dos círculos REINO  DE  DIOS  

tangenciales que mutuamente se invaden. El círculo inferior es el mundo, sujeto a condenación (1Juan 5:19). La iglesia va

EKKLESIA       KOSMOS    

emergiendo, por el don de la fe en el kosmo. La iglesia en la fuerza del Espíritu a acogido el reino de manera explicita por medio de Jesucristo. Ella celebra la presencia de Cristo en el mundo como una expresión del reino.

Se podría decir que la misión de la iglesia es la misión del reino de Dios. La iglesia ha sido liberada, sacada de las tinieblas a la luz admirable(1Pe.2:9), para ser señal del reino inconmovible de Dios. Alberto Roldan dice: “… que la Iglesia no tienen una misión que le sea propia, sino que Dios en su soberanía y amor, comparte su misión a la iglesia para que ella participe en su movimiento( P.21). La iglesia no establece el Reino mesiánico sino que “lo anuncia y lo anticipa por medio de su fidelidad a los valores del reino presente” (Núñez, p.239). Si bien es cierto que el mundo esta marcado por el pecado, es hostil a la causa del reino(Juan 8:23; 14:17-22; 15:18, 19; 17:9; 18:36), sus valores esta arraigados en un sistema contaminado y decadente por lo que no puede responder a Dios por sí mismo. Sin embargo el mundo es el escenario donde la iglesia como instrumento de Dios busca la realización del reino. Dios busca establecer su reino por medio de su iglesia, que es su instrumento de concreción explicita. Podemos decir que “el mundo es el lugar de la

 

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realización histórica del reino”(Boff, p.14). En este sentido debemos decir que la iglesia esta ligada al mundo, no en un sentido moral, pero en un sentido de responsabilidad misional. Es llamada por Dios para ser agente de transformación en todas las facetas del ser humano(Mt.5:13-16). Como identidad representativa de Dios y agente de dirección, es responsable de su actuar y de la administración de la justicia. La iglesia en este sentido es un conducto de luz, de provisión divina para el mundo. Concebir a la

iglesia más aproximada al mundo en sus valores se volvería secular,

humanista y por consecuencia más pecaminosa que santa. En este sentido la Iglesia es una aliada de los sistemas y estructuras políticas que no le sirve a los intereses del reino de Dios, sino al mismo estado. “Este modelo de iglesia esta excesivamente comprometido con los poderes seculares como para poder asumir normalmente una actitud critica frente a las opresiones que afligen al pueblo”(p.19). Por otro lado debemos de aclarar que la iglesia no es igual al reino. Decir que la iglesia es igual al reino no solo es una confusión teológica, sino abstracción de la imagen de la iglesia, que solo la haría insensible, espiritualista, ajena a la realidad del mundo. Cuando la Iglesia se confunde con el reino se enajena del mundo, corre el peligro de institucionalizarse y petrificarse. Sería una línea trazada de manera paralela que no tocaría a fondo la necesidad del mundo. Se debe decir también que una iglesia ensimismada, se vuelve triunfalista y autosuficiente(p.15), enajenándose de la realidad e ignorando su función mesiánica. Es necesario entonces una correcta articulación entre reino, iglesia y mundo, para desarrollar una eclesiología correcta. “La sanidad eclesiológica reside en la correcta relación entre reino, mundo y iglesia”(Boff, p.15). Debemos decir que la iglesia

 

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esta ligada al mundo, no en un sentido moral, pero en un sentido de responsabilidad misional. Es llamada por Dios para ser agente de transformación en todas las facetas del ser humano(Mt.5:13-16). Como identidad representativa de Dios y agente de dirección, es responsable de su actuar y de la administración de la justicia. La iglesia en este sentido es un conducto de luz, de provisión divina para el mundo. 2.2. Hacia una eclesiología encarnacional

El único camino de exaltación de Cristo fue la cruz, de igual manera el único camino de la realización de la iglesia es el camino de la cruz. El camino del sacrificio, es el camino de la realización de la iglesia ¿Qué pasaría si la iglesia viviera como una comunidad del reino, actuado en los recursos que Dios le ha provisto? La iglesia del reino de Cristo es aquella que se encarna, se identifica con la gente, asume un compromiso para transformar el mundo. Es aquella que está dispuesta a tomar la cruz y dar vida. La iglesia será iglesia cuando sea realizada en la cruz sacrificándose por el mundo, y de frutos para Dios. Ella tiene un recurso sobrenatural para el ejercicio de la tarea (Espíritu Santo y la palabra) y esta es su promesa y su grantia de que no fallará para cumplir su misión. 2.3. El modelo central de la proclamacion de la Iglesia. Sin duda alguna que la misión de la Iglesia surge del acontecimiento salvífico de Cristo. De allí la Iglesia obtiene sus recursos, su visión y su plan para la ejecución de su misión. “La encarnación, muerte, resurrección, ascensión son los acontecimientos centrales de la historia de la salvación”(Guder, 2000, p.27). La iglesia tiene que predicar el mensaje (kerygma) de Jesucristo en su máxima expresión. Cuando Jesus vino a la tierra tuvo un proceso en el cumplimiento de su mision en la tierra. Jesus vino y se encarnó, pero su

 

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encarnación implicaba identificacion con el humano en su maxima expresion, pero no se quedo solo con identificarse con el dolor humano, sino que fue más allá llegando hasta la muerte de cruz para garantizar la redencion de la humanidad y la reconciliacion de todas las cosas(Ef.2:16; Col.1:20). Pero

su mision no estaba terminada en la muerte por la

humanidad, sino que su resurreccion era la garantia de vida para la humanidad y es através de la resurrecion que tenemos una esperanza viva(1Pe.1:3). El ultimo acontecimiento es la ascencion de Jesus, con el cual nos garatizaba su poder sobrenatural para el cumplimiento eficaz de la Gran Comisión(Mt28:18-20). Sin duda alguna que la encarnación es el método cristológico en la que Dios ha estado obrando en la historia de la salvación. La Iglesia debe su origen a la encarnación de Cristo. Gracias al “Emanuel” Dios con nosotros, es que la Iglesia surge como la expresión de amor de Dios para el mundo. En los evangelios sinóptico encontramos como el Logos levanta su tienda para tener contacto con el hombre dentro de su propia cultura. Ahora el “Emanuel” camina con ellos en sus propias calles, trabaja en la carpintería, asiste a la sinagoga, vive una vida itinerante sin hogar fijo, tiene contacto con los enfermos y vive la cotidianidad de un hombre común y corriente. La encarnación de Cristo sin duda alguna es el mejor modelo para una eclesiología pertinente hoy. Mateo nos relata la forma en la que podemos participar en la misión de Dios. Es una historia sin precedente en la que Dios mismo se revela de manera concreta y visible. Cristo nace en una ciudad que tiene nombre, en una familia con apellido, en una comunidad totalmente identificada. No es un extraterrestre que viene del espacio sideral, de otra

 

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galaxia lejana, sino uno que pertenece a un pueblo concreto. “Dios mismo que ha decidido intervenir en la humanidad en forma personal, visible y palpable. El es Emmanuel, Dios con nosotros” (Padilla, 2006, p. 185). El nombre Emmanuel no es que fuera a tener éste como nombre propio (como “Jesús”), sino que vendría a ser reconocido en este carácter, como Dios manifestado en la carne, desde entonces y para siempre.   “He aquí, la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarán su nombre Emanuel, que traducido quiere decir: Dios con nosotros” (Mt 1:23). Emanuel o immanuel que se puede traducir “con nosotros esta Dios”. Ahora Dios viviendo en la misma situación histórica del hombre, con las mismas necesidades humanas. La misión de la iglesia no podía definirse de otra manera, si no únicamente a la manera de Dios. ¡Qué hermosa lección que ha dejado Cristo a su Iglesia! Ahora el Dios que siempre ha hablado desde la cuna humana “…ha designado a la Iglesia como el instrumento para la manifestación de Jesucristo en medio de los hombres” (Padilla 1982, p. 103). Ahora ella es portadora de la gracia de Dios y la que debe asumir con responsabilidad su prioridad principal en la manifestación del reino de Dios aquí y ahora. Con este acto, Jesús se acerca a toda persona marginada, pues él fue un marginado de la sociedad. “…”se acerca a los enfermos, a las prostitutas y a los pecadores rechazados con base moral, a lo cobradores de impuestos excluidos por razones religiosas y políticas” (David Bosch, 2000, p. 45). El levantó su casa en nuestra tierra no solo para identificarse, si no para empoderar a los pobres y darles una razón para vivir. Emmanuel es el nombre que propiamente convenía al hijo de Dios en su encarnación; porque venía a merecer, y dar a su pueblo la salud eterna.

 

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Veamos las circunstancias en que el hijo de Dios se insertó en este mundo inferior y miremos que lecciones, la iglesia puede aprender. Cuando Jesucristo nació, las condiciones sociales, políticas y religiosas de sus tiempos estaban en una fuerte tensión. En esa situación histórica encontramos pobreza, marginación, desamparo. Dios no nos habló desde las alturas celestiales el evangelio, sino que descendió del cielo a la tierra a morar para hablarnos el mismo lenguaje. Lloró con su pueblo, comió, durmió y se vistió igual. Se mezcló con el populacho de la misma comunidad corriendo el riesgo de contraer la lepra. Dios no encontró otra forma más cercana de traernos el mensaje del reino, sino enviando a su propio hijo a nuestra casa. En ese tono de amor nos trajo esperanza, vida y promesa de vida eterna. El motor de esta acción es su amor hacia todo el mundo (Jn 3:16). La iglesia como el cuerpo de Jesucristo no puede tener otra misión sino la misma que tuvo aquel que es la cabeza. Su misión es estar cerca del pobre y marginado de nuestra sociedad. Debe tener contacto con las personas y ciudades, debe hacer una correcta correlación entre la Palabra y la realidad, entre el texto y el contexto. Para esto es necesario que ella se inserte en la realidad de las gentes y la Palabra sea dado en los términos comprensibles de la propia cultura. Si queremos desarrollar una pastoral contextual, integral es necesario que nos despojemos de nuestro ropaje cultural, de nuestras doctrinas humanas y religiosas y adoptemos el papel que Cristo asumió con nosotros; estar de lado de las gentes. Estar con ellos, sufrir con ellos, reír con ellos y desde su propia realidad histórica llevarles el mensaje de amor y de redención. La iglesia debe rescatar estos principios de la encarnación, que le han dado el sentido a la misión de Dios desde sus origenes. A la luz de esta nueva

 

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orientacion, es necesario que la iglesia deje de ser cautiva de ella misma y sea mas cautiva de Dios, Hans Kun decía “…sólo la iglesia cautiva de su Señor es verdaderamente libre y esta abierta y agil para responder a las exigencias, necesidades y esperanzas, siempre nuevas de la humanidad”(Kun, 1968, p.14). Sin duda alguna que la encarnación de Cristo es la expresión máximo del amor de Dios y de su opción de nacer, crecer, andar, sufrir, reír, y vivir entre los humanos. Juan dice: “Y el verbo se hizo carne…”, es decir; Jesús se hizo carne, y no hombre: primeramente, para distinguir más claramente las dos naturalezas en Jesucristo; en segundo lugar, para mostrarnos la bondad y caridad inmensa de Dios, que se dignó tomar la porción más vil y abatida que hay en el hombre; y últimamente, para proporcionar la medicina a la cualidad de la enfermedad. Esta es la mejor noticia que hayamos oído en la historia, ahora Dios viviendo entre nosotros. Se vistió de nuestra naturaleza para sanar por esta media aquella porción del hombre que el pecado de Adán había viciado y corrompido. Se hizo carne, no mudando su ser, ni convirtiendo el Verbo en carne, sino tomando la naturaleza humana, y uniéndola con la divina; de tal manera, que esta naturaleza humana subsiste en la persona del Verbo, de donde resulta que es una sola la persona del Hombre Dios, permaneciendo entera y perfecta la esencia y las propiedades de una y otra naturaleza. Se hizo carne, implica el deseo propio y voluntario de Dios de enviarse a sí mismo al mundo y tomar la forma humana, de adaptarse a vivir entre nosotros, sólo por puro amor a sus creaturas. Roderick Davis dijo en una ocasión que el amor es la raíz de las misiones y si

 

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el amor de Dios es para el mundo, entonces lo es para cualquier persona en cualquier lugar, es decir es para toda la gente de todo lugar (1986). La expresión juanina “…y habitó entre nosotros, lleno de gracia…”(Jn1:14), es decir, vino hacer su tienda de campaña entre nosotros para curarnos de nuestros pecados, y colmarnos de sus dones. “…lleno de gracia y de verdad…”, para disipar nuestras tinieblas, instruyéndonos en su santa ley, e inspirándonos las reglas puras de su Evangelio. Juan acentúa que el Verbo preexistente ha asumido plenamente la existencia humana, para hacerse igual a los seres humanos, ser perfeccionado en aflicciones y manifestarles la gloria de Dios (Fil 2.9-11; He 2.10, 11,14). En Jesucristo (Jn 1.17), el Dios invisible se hace visible (Col 1.15). En otros términos, Jesús es el Verbo de Dios quien representa a Dios ante nosotros y a nosotros ante Dios. Pero ahora, unido a nuestra naturaleza, desde ahora en adelante él es personalmente consciente de todo lo que es estrictamente humano, como lo es también de todo lo que es propiamente divino; y nuestra naturaleza en su persona es redimida, avivada, ennoblecida y transfigurada. Y habitó entre nosotros—“tabernáculo”, o “plantó su carpa”; palabra peculiar a Juan, quien la usa cuatro veces, siempre en el sentido de una morada permanente. Porque siempre unido a nuestra “carne”, él entró a este tabernáculo “para no salir más”. La alusión es a aquel Tabernáculo, donde moraba la Shekinah o se manifestaba “la Gloria de Jehová”, y con referencia a la residencia permanente de Dios entre su pueblo. Esto es puesto fuera de toda duda por lo que sigue inmediatamente: “Y vimos su gloria”. En su persona toda aquella Gracia y Verdad, que habían estado en él en la eternidad, tomaron posesión permanente de la carne humana, y la llenaron. “...y vimos su gloria...” no

 

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por el ojo del sentido, el cual vio en él sólo al “carpintero”. Su gloria era “discernida espiritualmente” la gloria de gracia, amor, ternura, sabiduría, pureza, espiritualidad excelentes; de majestad y mansedumbre, riqueza y pobreza, poder y debilidad, encontrándose en contraste único de su género; siempre atrayendo y a veces encantando a los “niños” que le seguían y lo abandonaron todo por él. “…Gloria como del unigénito del Padre…”, no semejante, sino “como la que pertenece al unigénito”, tal como convenía o era idónea al unigénito del Padre [Crisóstomo en Lucke, Calvino, etc.]( Jamiesson Fausset Brown ). Por su presencia divina Cristo siempre estuvo en el mundo, pero, ahora que iba a llegar el cumplimiento del tiempo, Él fue, de otra manera, Dios manifestado en la carne. Obsérvese, no obstante, los rayos de su gloria divina que perforaron este velo de carne marchitado por el pecado, cobra vida y esperanza ante su presencia. Aunque vino en la forma de siervo, en cuanto a las circunstancias externas, respecto de la gracia su forma fue la del Hijo de Dios cuya gloria divina se revela en la santidad de su doctrina y en sus milagros. Fue lleno de gracia, completamente aceptable a su Padre, por tanto, apto para interceder por nosotros; y lleno de verdad, plenamente consciente de las cosas que iba a revelar (Mattew Henry, 1989, p. 849). Según esta descripción y el análisis efectuado, “la misión de Jesús tenía por objeto restaurar la relación de Dios con el hombre, y esto se hizo efectivo en la encarnación del hijo de Dios, quien vino a vivir con su pueblo” (Alberto Guerrero en Padilla, 200, p. 257). Ahora la misión es también del hijo y que la obra del hijo también era del Padre. Así mismo como el Padre envió al Hijo, también el hijo envía a su Iglesia. “Como tú me enviaste al

 

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mundo, yo también los he enviado al mundo” (Jn 17:18). Aquí encontramos una fuerte correlación de responsabilidades entre Jesús y la misión de la iglesia que le seguirá en el futuro. Ahora la Iglesia es la representante de Cristo en la tierra y la única comisionada por Dios para llevar el nombre de Dios a todo el mundo. René Padilla lo expresa diciendo: “La misión de la iglesia es una extensión de la misión de Jesús” (Valdir R. steuernagel, 1991, p. 33). Debe manifestar su Shalom a los desamparados, debe abrazar al huérfano, a la viuda y a todos los marginados de nuestra sociedad. Como cuerpo de Cristo debe encarnarse en una realidad concreta como sierva de la misión de Dios. Dicha Misión lleva a la iglesia a una inmersión en la necesidad humana con todas sus implicaciones, teniendo un reconocimiento claro que la necesidad fundamental es de naturaleza espiritual. Si Jesús se puso nuestra propia piel, la Iglesia debe hacer lo mismo. La motivación interna que impulsa sus pies y su cuerpo es la compasión. Es decir venir a padecer con las gentes y así tomar su lugar el lugar que le corresponde. Esto es posible con la ayuda y el poder del Espíritu Santo quien domina la vida de la Iglesia. Siguiendo la misma nota de la encarnación el apóstol Pablo hablan de la gracia de Dios a los corintios y les recuerda diciendo: “Porque conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico, sin embargo por amor a vosotros se hizo pobre, para que vosotros por medio de su pobreza llegarais a ser ricos”( 2Co. 8:9). Pablo les dice que los mejores argumentos del servicio cristianos y la generosidad se extraen de la gracia y del amor de Cristo, quien nos capacita para hacer su obra.

 

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El Señor aunque era rico, alusión a la preexistencia divina de Cristo, en contraste con lo pobre que se hizo al hacerse hombre. Dicho de otra manera; siendo Dios, igual en poder y gloria con el Padre, no sólo se hizo hombre por nosotros; también se hizo pobre. “Al fin, se despojó a sí mismos, como si se vaciara, para rescatar las almas de ellos por su sacrificio en la cruz. ¡Bendito Señor, de qué riquezas te rebajaste, por nosotros, a qué pobrezas! ¡Y a qué riquezas nos elevaste por medio de tu pobreza!” (Mattew Henry, 1989, p. 974). En respuesta a su amor no nos queda otra alternativa que estar agradecidos con él y nuestra dicha es estar totalmente a sus órdenes, siendo obedientes al llamado glorioso que Jesús nos ha dejado. “Somos llamados a ser cosas buenas, pero más que todos somos llamados a ser la voluntad de Dios (Engen, 2009). La misión comenzó en una situación histórica y concreta, no en un templo de cuatro paredes. Sin menoscabar la importancia del templo donde nos congregamos, pero para muchos se ha convertido en el refugio y el centro de predicación. Ya no son las calles, los barrios, las aldeas o colonias donde están los perdidos. Necesitamos salir con Jesús “…fuera del campamento llevando su vituperio” (He13:13). Si en verdad queremos hacer iglesia al estilo de Jesús debemos salir hacia la periferia, al barrio donde están los parias de esta sociedad. Si la misión comenzó allí porque tenemos que cambiarla de lugar. Por lo tanto hagamos misión donde ésta comienza, siguiendo el ejemplo de Cristo. El ejemplo de nuestro Señor Jesucristo es puesto ante nosotros. “Debemos parecernos a Él en su vida, si deseamos el beneficio de su muerte” (Henry 1986).

 

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3. La pertinencia cultural de la iglesia La pregunta que gira alrededor de este tema es ¿Cómo la iglesia llegará a ser pertinente en las diferentes culturas? Se ha estado diciendo que el único método presentado en la biblia como modelo de una verdadera misión contextual es la encarnación. Este ha sido y será un tema de reflexión cristológica continua para la vida y misión de la Iglesia en América Latina durante las siguientes décadas. Porque dondequiera que esté la iglesia allí habrá misión. Catalina de padilla dice que iglesia y misión son dos lados de una misma moneda y los dos lado son inseparable (Padilla, 1998, p.408). Por eso si hablamos de la iglesia, tenemos que hablar de misión, de allí que la encarnación de la iglesia es el modelo de la iglesia para llevar a cabo la misión. La verdadera contextualización del evangelio será posible cuando la iglesia se encarne en cada cultura y se identifique con el pueblo. Esto es compartir vida con la gente rica, pobre, marginada. En este caminar se interactúa con las personas y es cuando se conocen sus angustias, sus preocupaciones, sus temores, su alegría. Partiendo de este marco de referencia es que podemos trasmitir el evangelio en forma genuina. Carlos Van Engen dice que “…cada vez que una cultura es evangelizada, ellos leerán la biblia y conocerán a Dios de otra manera” (2009). Es decir cuando es predicado en su propio lenguaje, cultura, ellos lo entenderán en sus propios términos y no en el nuestro. Esta es la riqueza de la encarnación como modelo de la Missio Dei y lo que hace que el evangelio sea relevante. Sin duda alguna que el evangelio de Jesucristo debe ser predicado en todo tiempo por todos los medios, a todas las personas, en todas las culturas. La mayoría de los

 

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cristianos están convencidos de esta verdad. Sin embargo se pasa por alto que para que el mensaje del evangelio sea relevante en esas culturas debe ser interpretado en sus propios términos culturales. Se debe entender que las culturas está condicionado por patrones de pensamientos, sistemas de valores, interés y formas de aprendizajes, por lo cual el evangelio no trascenderá sino se hace una interpretación correcta de la cultura. Esto se convierte en limitantes a la hora de trasmitir el evangelio a los que no conocen a Cristo y que están inmersos en otras culturas. La historia nos dice que cuando se trata de predicar el evangelio a otras culturas, este lleva todo un ropaje cultural que muchas veces choca con la cultura a la que se va evangelizar. Esto se convierte en un obstáculo para que las diferentes culturas conozcan a Jesucristo en su propia cultura. A veces esto es imposible por nuestra tradición y las formas como nos trajeron el evangelio, pero si queremos entregar este evangelio tal como se nos entregó debemos ser cuidadosos a la hora de entregar el mensaje. Es claro que inconscientemente algunas veces el regalo que entregamos lo llevamos envuelto con nuestro ropaje cultural, “…pues tenemos este tesoros en vasos de barro” (2Cor 4:7), pero significa que antes de llevarlo hay que procurar encarnarse en la cultura para que el mensaje sea más autóctono, más concreto para ellos, cuando les hablamos en su propio contexto. Esto tampoco significa que vamos hacer una mezcla de un sincretismo de elementos paganos y cristiano. Precisamente nuestro conflicto radica en entender y saber interpretar las diferentes culturas y encontrar las formas adecuadas para que el evangelio no solamente sea predicado sino entendido por las gentes que viven en esas culturas y se

 

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conviertan a Cristo. Para que esto ocurra se requiere encarnación sin sincretismos y sin extranjerismo religioso. Definitivamente se tiene que entender que el hombre es un ser cultural y que Dios desea comunicarse con él en términos culturales. El evangelio viene a afirmar aspecto de la cultura, de lo contrario se haría irrelevante. Por eso, Dios habló en varios idiomas y los escritores bíblicos eran de diferentes culturas, para afirmar la diversidad y la trascendencia de la misma Palabra. Esto no es nada nuevo para Dios y no le debería de ser para quienes están familiarizados con la historia de la salvación. El Dios trascendente se hizo inmanente por medio de la encarnación de su hijo. Se vistió del ropaje humano para identificarse con las necesidades de este mundo caído. W.W. Conl y dice que la cultura es el don más valioso que Dios le ha dado a los pueblos (1994). ¿Entonces porque cerrarse a la diversidad cultural? ¿Por qué no trabajar para encontrar el leguaje y el instrumento adecuado para llevar el evangelio a todas las personas? La misión de Dios, no es una misión sectaria, o particularista, es universal, por la que se tiene que predicar en todas las culturas por todos los medios posibles. El evangelista Mateo al inicio del capítulo uno esboza los pasos de una coreografía divina al establecer que Jesús, por la encarnación, en su propia herencia sanguínea se conecta con todos los grupos raciales escandalosos del medio oriente. Esa es la razón por la que en la Genealogía aparecen cuatro mujeres extranjeras; Rahab, Rut, Tamar, Betsabé, destruyendo así las barreras raciales en todas sus formas. Jesús no solo derramó su sangre por el mundo, sino que heredó sangre de todo el mundo; la sangre del cananeo, el moabita, el hitita y el judío fue derramada en la cruz por los pecados del mundo. En otras palabras, Jesús fue

 

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mestizo y con sus cruces de razas, fue el salvador del mundo. No hay excusa para que la iglesia se escurra por otro camino, su única misión es continuar el mis camino de Jesús y establecer su reino a toda creatura, en todas las etnias, culturas. 4. Modelos Eclesiológicos para el siglo XX1 Siempre cuando se habla de modelo, se piensa en algo ya fabricado, diseñado para resolver un problema o una necesidad, pareciera como una ecuación matemática precisa, diseñada para dar solución a un problema, a la que hay que seguir paso a paso, letra a letra. Lo cierto es, que en el campo eclesiológico esto no puede ser, porque la iglesia vive inmersa en diferentes contextos, en diferentes realidades, en un lugar concreto, determinado por su cultura. Todo hace de la iglesia un mosaico de posibilidades a las que hay que entender y propiciar, para el enriquecimiento del reino. Si bien es cierto que en un sentido especial, la iglesia es considerada como una posesión divina, iglesia de Dios” o “las iglesias de Cristo” pues esta ligada a Cristo, quien es su Cabeza y se debe a Él(1Cor.1:2), lo cual la hace diferente a las instituciones terrenales, pero no por esa deja de ser humana. Su interpretación debe ser a la luz de estas dos realidades, por lo que definir un modelo de iglesia no será tarea fácil, ya que esta puede tomar diferentes matices. Algunos piensan que un modelo que en cierto lugar ha resuelto una necesidad, también puede ser aplicado a todos los contexto, lo cual es falso. Esto podría pasar cuando se intenta buscar un modelo eclesiológico que en un contexto dio resultados positivos, pero este mismo modelo no puede ser aplicado a todas las realidades. El peligro de este es ideal, es

 

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caer en la imitación de un modelo y por ende la deformación de la misma iglesia, por lo que cada una de ella debe resolver las necesidades, en función de su propia realidad, sin pasar por alto el marco de referencia. Se debe decir que la iglesia es una sola, pero al mismo tiempo tienen su diversidad. Es como una cara de la misma moneda, capaz de tomar otro matiz en su forma, aunque no en su esencia. Tal como lo presenta Jesús, y Pablo, la Iglesia es una, solo hay un cuerpo, una esposa que dan unidad, sin embargo aunque es una en esencia, tiene diferentes formas y depende del contextos(Ef.4.4-6). Lo cierto es como lo expresa Dulles que la unidad del cuerpo de Cristo, sin duda, deja lugar para una multiplicidad de congregaciones locales que, de acuerdo con el Nuevo Testamento, se las puede dar el nombre de “iglesias” (p.63). Inclusive, Jesús no centró a la iglesia en un lugar determinado, ni en un estilo, si que dijo, que donde se invoque su nombre, allí estaría él y por lo tanto su Iglesia(Mt.18:20). Esta expresión nos acerca a ver la iglesia como un comunidad católica, diversificada en diferentes contexto y en diferentes realidades pero viviendo los valores del reino. El resultado es que la Iglesia puede existir y puede adaptarse a las diferentes culturas y desde esa realidad bajo la guianza del Espíritu y la Palabra debe encontrar su acción pertinente. Esto hace de la iglesia que se a más inclusiva, mas concreta, mas visible, mas misionera y presente en toda la realidad humana. Transitando mas adentro en el bosque, podríamos preguntarnos ¿a que nos referimos cuando hablamos de modelo? ¿cuáles son los criterios que se deben usar para desarrollar un modelo de iglesia? si la iglesia es un “misterio” ¿cómo debe ser el acercamiento teológico?

 

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Quizás las preguntas no tengan todas las respuestas, pero se intenta encontrar algunas pistas que la biblia nos da, como fuente de verdad. La iglesia vive en diferentes realidades concretas, por lo que no será posible definir un solo modelo sino diversos modelos de iglesias que hagan justicia a su propia realidad. Definitivamente que esto no será tarea fácil, pero que es, si no el único camino, unas de las vías necesarias que tenemos que tomar para encontrar la pertinencia de la iglesia. A través de la historia, la iglesia ha tomado su propia forma en razón de su imagen y de lo que considera ser. El problema para la iglesia es quedar cautiva de su propia imagen, por lo que es necesaria integrar metáforas bíblicas e imágenes sacadas de la realidad que se integren y ayuden a nuestra comprensión y nos acerque a tener una visión clara de lo que debe ser la iglesia hoy. Dulles señala lo siguiente: Cuando una imagen es empleada de un modo reflexivo y crítico para profundizar en el entendimiento teórico de una realidad pasa a ser lo que hoy es llamado un «modelo». Algunos modelos son llamados también imágenes, aquellos que pueden ser realmente imaginados. Otros modelos son de naturaleza meramente abstracta y por lo tanto no son imágenes. Entre los primeros se puede incluir el templo, el vino, el rebaño... en el último se pueden incluir nociones tales como institución, sociedad, comunidad...(Dulles. p.10).

La tesis de Thomas Khun es que un paradigma puede ser visto como un modelo, pero dicho modelo es incompatible con el modelo que se sustituye(Ricardo Rafael, 2004. P.47). Esto puede ser peligroso sino se entienden el propósito, ya que no se trata entonces solo de sustituir un modelo por una simple razón, sino que un modelo tiene que justificar su existencia, si es viable y pertinente. Si los paradigmas son soluciones concretas para una determinada época, tal como lo afirmaba Khun, entonces “un modelo tiene cierta vigencia y  

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debe ser aceptado si es tenido en cuenta por un número grande de datos bíblicos y de la tradición y está de acuerdo con lo que la historia y la experiencia nos dicen sobre la vida cristiana”(Dulles, p.11). Si todos los modelos por muy excelente que sean tienen cierta debilidad puesto que no son absoluto, entonces, pienso que se debe buscar aquellas imágenes bíblicas, imágenes de la tradición, de la iglesia a través de la historia, imágenes de nuestros contextos y complementarlos para desarrollar una eclesiología mas integral. Al hacer una integración de ciertos modelos existente, es importante que estos hallan demostrado su validez y sustentabilidad tanto bíblicas, teológicas y contextuales. Un modelo pasa a ser un objeto de confianza cuando puede justificar su existencia y es capaz de resolver un determinado numero de problemas(p.13), pero ese modelo no es permanente, sino que es temporal, entre tanto es funcional y satisface la necesidad del contexto. Lo importante es ser siempre pertinente aunque este conlleve una tensión entre un paradigma nuevo y otro nuevo. Emilio Castro dice: “Que dos temores persiguen a los teólogos. El primero es el temor de no ser fieles a las exigencias del mundo hoy, de ser irrelevante, de estar fuera de foco…El otro temor es ocuparse de los problemas del mundo, los cristianos se olviden de su vocación esencial de proclamar el evangelio.” (Emilio Castro, 1985, p.35).

Atinadamente esta es una verdadera realidad en la que vive la iglesia constantemente y no por eso debe rehuí a su responsabilidad. Ambas cosas son importantes y definitivamente que la iglesia debe encontrar su relevancia en cada época de la historia sin olvidarse de su vocación esencial. Si el campo de acción del evangelio es el encuentro entre la palabra de

 

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Dios y los seres humanos que viven en una situación concreta, este debe tomar en cuenta toda su realidad presente para ser pertinente. 5. Estructuras flexibles. Si los modelos de iglesia serán diferentes en función de su contexto, entonces sus estructuras tendrán que ser flexibles, adaptables Es decir que tendrá diferentes formas en función de su contexto, entonces deberá tener estructuras que sean flexibles y validas. Esta flexibilidad deberá estar en función de su servicio al reino, por lo que deberá ser más abarcadora, más inclusiva y pertinentemente bíblica. Los elementos institucionales de la Iglesia deben justificarse en último término por su capacidad de expresar o de robustecer la Iglesia en cuanto comunidad de vida, testimonio y servicio, una comunidad que reconcilia y que une a los hombres en la gracia de Cristo. Definitivamente que la iglesia es tanto institución como comunidad. La comunidad invariable y necesariamente asume una forma institucional; la institución sólo existe como la expresión concreta de la comunión de personas(Charles. V. Engen). En realidad son dos aspectos de una sola realidad. Por eso es posible hablar de la iglesia como organismo y la iglesia como institución al mismo tiempo. Se trata de dos aspectos bien diferentes de la iglesia, considerada como un cuerpo visible. La estructura es inevitable, pero que no todas las estructuras son igualmente validas o apropiadas para la iglesia. Esto dependerá de su contexto, por lo que será necesario tener estructuras mas adecuadas, mas flexibles a tono con el tiempo. Esto permitirá que tenga un mayor alcance estratégico para las nuevas generaciones.

 

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La estructura no es la iglesia, como tampoco el odre es el vino. Pero el odres o la estructura están en función de la realidad que vive la iglesia y siempre al servicio del vino. La estructura esta al servicio del reino y de la iglesia y no viceversa. Sin embargo, la estructura es necesaria para que la iglesia viva y sirva en el tiempo y el espacio. La estructura de la iglesia no es en si misma mala o indeseable, la cuestión es que clase de estructura sirve mejor a la iglesia en su vida y testimonio. La estructura de la iglesia debe ser bíblicamente valida, compatible con la naturaleza y forma del evangelio y de la iglesia. La estructura debe ayudar a la iglesia a ser iglesia. Debe ser viable culturalmente, debe ser flexible temporalmente. La iglesia es tanto un organismo como una organización, es un organismo por cuanto tienen vida, tienen movimiento y por lo tanto

es dinámica. Pero también la iglesia es una

estructura que necesita una base y una forma visible para funcionar adecuadamente. IGLESIA ORGANISMO Comunidad de creyentes, dotada de carisma

ORGANIZACIÓN. Agencia divina para la conversión,

que posibilita el ministerio. Medio de adquiere forma institucional. Medio para el crecimiento(Ef.4:13)

perfeccionamiento de los santos.

Si bien es cierto que ambas cosas son necesaria para mantenerse, también es cierto que en la vida eclesiástica muchas veces nos cargamos más a lo institucional y adquirimos una estructura rígida. Es necesario que revisemos desde nuestro contexto la forma en la que  

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hacemos iglesias y la forma que toman las estructuras. Esto es importante porque cada estructura define el papel que ejercen los líderes con respecto a la iglesia local. La flexibilidad de la iglesia va a permitir que ella tome la forma cultural, de acuerdo a la necesidad, siempre y cuando ésta permita que el reino de Dios sea establecido en cada comunidad. Las diferente forma de la iglesia estará sujeto al tiempo, al contexto, siempre buscando que la misión de la iglesia sea encarnacional. Desde esta perspectiva decimos que la iglesia deberá tener diferentes formas estructurales y dependerá de su propia realidad. Esto permitirá que la iglesia tome la forma autóctona de los pueblo y por lo tanto sea mas diversa e inclusiva. Todo esto con el objetivo de hacer justicia al reino de Cristo y a cada contexto. Si la iglesia es tanto humana como divina, entonces debe ser las dos cosas al mismo tiempo. Cuando el énfasis se carga de un extremo a otro, entonces pierde su misión. No existe un modelo perfecto de estructura, ya que cada uno tienen elementos positivos y negativos para la pertinencia de la iglesia. Lo importante que tenemos que discutir es que la iglesia no se quede una isla en medio del mar. Necesitamos encontrar las formas concreta de la iglesia en cada realidad, de tal manera que mantenga su interacción con el mundo en un sentido misionológico. Necesitamos desarrollar una eclesiología que haga justicia a la misión de Dios, un eclesiología dinámica que dirija los propósito de la iglesia como cuerpo. Para esto requiere entonces de una estructura que sea valida y dirigida a alcanzar el mundo.

 

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6. Cambios de paradigma en el liderazgo de la Iglesia. Un modelo es un paradigma, un patrón ¿por hacemos las cosas que hacemos? Nosotros debemos cuestionar nuestros paradigmas. El libro de hebreos esta lleno de una galerías de hombres y mujeres que rompieron con sus propios paradigmas, ellos fueron pioneros de paradigma(He.11). Ellos requirieron de fe, determinación para hacer lo que tenían que hacer en el momento apropiado y en lugar apropiado. Seguro estamos que las nuevas ideas rompen las costumbres, provocan un cambio en el estatus, siempre nadie esta de acuerdo, siempre se resisten ¿por qué la resistencia al cambio? ¿qué es lo que impide aceptar nuevas ideas? Los paradigmas son series de reglas que tienen que ver con dos cosas: establecer limites y explican como resolver problemas. Los paradigmas actúan como filtros y estos están basados en nuestras experiencias. Con los años de experiencia formamos convicciones que son fáciles de cambiar porque nos traen cierta comodidad. Lo paradigmas son reglas que yo tengo, son mis costumbres que no permiten ver el futuro, son nuestros propios paradigmas viejos que pueden obstaculizar e impedir soluciones creativas y además obstruyen la visión. No es que sean malos, en verdad nuestros paradigmas son los lentes que hemos fabricados para ver la vida, sin embargo son peligrosos cuando pensamos que la vida siempre es así como la vemos. Veamos un ejemplo: “En los años 60 los productos hechos en Japón se decían que eran: Barato, Basura, Mala calidad, Copia, Poca tecnología, Juguetes imitación, sin embargo en este año 2014 diríamos que los productos hechos en Japón son caro, excelente calidad, innovación”. Este es un cambio de paradigma. Otro ejemplo seria la historia siguiente: una señora va en su auto y se encuentra a otra persona en su auto en el otro carril y le dijo ¡cerdo! El sacó la cabeza y le dijo ¡vaca! Cruzo el camino y en la curva se estrelló con ato de cerdos y chocó, su paradigma fue su error.

 

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La regla del retorno dice que cuando un paradigma cambia, todo el mundo vuelve a cero. El éxito pasado de una persona, empresa, no necesariamente garantiza el éxito permanente, en realidad eso es nada cuando hay un cambio de paradigma. No importa cuan bueno fue su paradigma en el pasado pero si no cambia no sirve a las nuevas generaciones. Los relojes hechos en suiza en 1968 eran lo mejor del mundo en fabricación de reloj pero lo perdieron porque no quisieron cambiar de paradigma y después volvieron a cero. Todo por estar cegado en su viejo paradigma y los Japoneses con su nuevo paradigma colocaron al mundo en la era digital. Diez años después del 90 % de sus ventas, bajó al 16 %, el reloj suizo de cuarzo fue inventado por los suizos pero su viejo paradigma hizo que su empresa fracasara y despidieran a 50 mil trabajadores. Esto mismo le puede ocurrir a cualquier empresa y organizaciones. Ni los mejores relojes pudieron detener el tiempo, si las reglas cambian, cambia todo. Los paradigmas afectan nuestros juicios, uno ve lo que espera ver y no es lo correcto. Veamos algunas lecciones de los paradigmas

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Los paradigmas son comunes, tienen que ver con lo personal, social y lo espiritual.

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Lo encontramos en todos los aspectos de la vida. Los paradigmas son útiles, pero hay paradigmas que pueden convertirse en parálisis paradigmática, una enfermedad mortal para toda institución.

 

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La gente que crea nuevos paradigmas mayormente son foráneos, son nuevos, no tienen nada que perder.

•

Todos los adeptos que principian con un nuevo paradigma son pioneros de paradigmas. Normalmente son gente que tienen fe, valentía, confianza.

•

Aunque el futuro nos parezca imponente, vasto, no lo es siempre, hay una puerta que nos conduce hacia el futuro y del otro lado existen las oportunidades.

Lo que es imposible hoy en día puede ser la norma del mañana. Antiguamente los hombres miraban el fuego y era como mirar el futuro. La única manera de salirnos de los paradigmas viejos es siendo pionero. Debemos recordar que cada cambio genera nuevos cambios. Todos los que principian con un nuevo paradigma son pioneros de paradigmas. Normalmente son gente que tienen fe, valentía y confianza. Un pionero es aquel que responde, siempre llevan la delantera. Ellos enfrentan los riesgos. En el mundo se dice que tienen intuición, pero en la iglesia decimos que son guiados por el Espíritu de Dios a tomar decisiones. El pionero sabe que su idea es acertada, fue su decisión en función de lo que percibió y no la suerte. A diferencia del pionero, el colono es el que llega tarde, es el que camina donde haya camino. El pregunta ¿Hay algún peligro? ¿ya puedo llegar allá? Ellos piden datos y muchos datos, ellos hacen inversión a bajos riesgos. Esperan el mapa completo, esperan que todo esté bien. A veces la iglesia se ha convertido en el paraíso de los colonos. En los últimos 20 años la iglesia ha estado viviendo una crisis paradigmática en la forma de hacer iglesia, esta crisis se debe a los cambios que ha sufrido la sociedad en sus diferentes

 

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ángulos como son: la pobreza, la política, la culturales, la relativización de los valores, los temas ecológicos y la educación. Ante estos cambios necesitamos desarrollar un nuevo estilo de liderazgo que fortalezca la misión de la iglesia. Nuestro estilo de liderazgo debe estar fincado en la Palabra de Dios como la fuente de verdad, pero también debe estar a tono con los cambios de nuestro mundo hoy. Es necesario dejar los miedos paradigmáticos y correr con paciencia la carrera que tenemos por delante(he.12:1). Debemos recordar que al igual que los profetas somos centinelas de las acciones redentoras de Dios en nuestro mundo y en especial en nuestro México(Is.21:11,12). Necesitamos definir la misión de Dios desde la optica de Dios y no desde nuestra esquina, hay que buscar otro angulo y no definirla desde donde estamos parado.

 

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Conclusión Mi propuesta es que la iglesia de hoy, ya no debe estar pensando un solo modelo de iglesia, sino en diferentes modelos de iglesias diversificado en todo el continente. Para muchos esto puede sonar controversial por nuestros paradigmas anclado en un solo modelo, pero que son los nuevos caminos que la iglesia tendrá que tomar para su pertinencia, no hay nada terminado, sin embargo debemos continuar el análisis y la reflexión. Hoy debemos tener la capacidad de ser inclusivos en los diferentes estilos y formas que tome la iglesia. Así encontraremos un mosaico de iglesias que tomarán diferentes matices o diferentes formas, pero que en su esencia será la misma. Esto no tienen nada que ver con doctrina o confesiones de fe, sino con estilo. Esto implicará un entendimiento muy claro de parte de los líderes. Cada iglesia en cada región no será siempre la misma en todos los lugares, ya que esta en juego su contexto, su necesidad y su estilo de liderazgo. El resultado será multiplicación de iglesia, sanidad ministerial y por ende un crecimiento exponencial en todas sus direcciones. A la luz de lo anterior, nuestros estilos de liderazgos deben tener un nuevo entendimiento, tendrán que ser más transversales, mas inclusivos, mas dialogales con la gente, deben de ser sin duda alguna, espirituales y acompañado de amor. Es necesario que aprendamos nuevas habilidades, tales como aprender a escuchar, desarrollar estilo de liderazgo mas dirigidos al bien común. Es tiempo de dejar el poder y ejercer autoridad. El poder es una capacidad, la autoridad es un arte que se aprende, el poder forza, la autoridad tienen que ver con lo que tu eres como persona, tienen que ver con tu carácter, el poder desgasta las relaciones. El poder se ejerce cuando ya se perdió la autoridad o nunca se tuvo. J.Hunter dijo: “La autoridad

 

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siempre se funda en el servicio, o en el sacrificio por aquellos que dirigimos, y que a su vez consiste en la identificación y satisfacción de sus legitimas necesidades”(87) Es necesario que el liderazgo se concentre mas en fortalecer la relaciones que en la tarea, esto no quiere decir descuidar la tarea, al contrario la tarea se desarrolla con más eficacia cuando las relaciones se fomentan.

Si fortalecemos las relaciones entonces

no nos

encontraremos con rebeldía, con falta de calidad en el ministerio, bajo nivel de compromiso y desconfianza. Es necesario dejar de un lado la hermenéutica de la sospecha entre el liderazgo e invertir mas tiempo en las relaciones. Construyamos y fomentemos las buenas relaciones y llevemos adelante el reino de Jesucristo.

 

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HACIA  UNA  ECLESIOLOGIA  PERTINENTE  PARA  LA  IGLESIA  DE  DIOS   Enoe  Cortazar  M.  

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