Hacia una definición de espacio público

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Descripción

(Publicado en: Ernesto Licona Valencia (coord.) Espacio y Espacio Público. Contibuciones para su estudio, ed. BUAP, México, 2014, pp.9-38 ISBN:978-607-487-698-7)

HACIA UNA DEFINICIÓN DE ESPACIO Ernesto Licona Valencia1

“la naturaleza que interviene en la existencia de las sociedades humanas para condicionarla no es una naturaleza virgen, independientemente de todo contacto humano; se trata de una naturaleza ya profundamente “trabajada”, profundamente modificada y transformada por el hombre”(Febvre,1970: 387-398)

  Introducción El objetivo de este texto es contribuir a una definición antropológica de espacio sustentado en la revisión de varios autores pioneros y plantear algunas proposiciones conceptuales para su estudio. Recientemente dentro de las ciencias sociales el espacio se ha convertido en un objeto de estudio rejuvenecido por los nuevos procesos sociales y espaciales que la globalización ha ocasionado. El surgimiento del ciberespacio, los mall o los no-lugares (Auge, 1992) han generado vínculos espaciales e identidades que no conocíamos hasta hace poco tiempo. Los procesos de reconfiguración espacial de las ciudades ocasionado por las migraciones de personas del tercer mundo a las grandes capitales del mundo (Hannerz, 1998); los desplazamientos forzosos de poblaciones enteras en países latinoamericanos debido a situaciones de conflicto social (Blair, 2006; Riaño, 2006); la reconfiguración de las relaciones rurales–urbanas (Larralde, 2011), etc. han producido nuevas espacialidades y con ello el surgimientos de nuevos sujetos con prácticas espacializantes novedosas, que es necesario estudiar.                                                                                                                           1 Doctor en ciencias antropológicas por la UAM-I, profesor de tiempo completo en el Colegio de Antropología Social de la BUAP.

El estudio de las recientes espacialidades reclama repensar al espacio desde una perspectiva antropológica, venciendo primeramente la concepción objetivista del mismo, superando la visión de simple escenario de la práctica social; seguidamente introduciendo la importancia de la dimensión cultural del espacio, es decir, el espacio como construcción social en donde los sujetos con sus prácticas, significados, lenguajes, etc. edifican modos de vida espacializados en relación con la objetividad histórica del espacio.

Retomo autores que considero pertinentes para el estudio del espacio desde una perspectiva antropológica y sobre todo nociones que nos permiten desarrollar un concepto abierto y complejo de espacio que privilegia el habitar sobre el habitat. Los conceptos de espacio vivido (Lefebvre), espacio construido (Castells), espacio relacional (Bourdieu), espacio practicado (De Certeau) y espacio estructura (Santos), son contribuciones centrales a la discusión del espacio. Sin agotar el pensamiento social sobre el tema, a continuación explico estos aportes básicos, los cuales hay que complementar con autores más contemporáneos pero que pretendo sirva para introducirse al estudio del espacio.

Concluyo enumerando algunas proposiciones conceptuales para

contribuir a la definición antropológica del espacio.

Espacio vivido Las contribuciones más significativas de Henri Lefebvre son a partir de los años sesenta del siglo XX. En textos ya clásicos como El derecho a la ciudad (1968); De lo rural a lo urbano (1973); La ciudad y lo urbano (1971; El pensamiento marxista y la ciudad (1973); Espacio y política (1976) se pueden encontrar ideas sobre la ciudad, lo urbano, vida cotidiana, democracia y el espacio.

El espacio en Lefebvre tiene diversas connotaciones para la antropología urbana, llama la atención su noción de espacio vivido. Para él, el espacio jamás es neutro ni puro, se encuentra en estrecha relación con la práctica social y sociedad global. Dice, el espacio vivido es un aspecto importante y, quizás, esencial para el conocimiento de la realidad urbana (Lefebvre,1976:30). Sobre el espacio se proyecta una sociedad, una totalidad social, su cultura, instituciones, valores, sus superestructuras, incluyendo la base económica y las relaciones sociale 2 . A                                                                                                                           2

Conferencia en el centro des Prospectives, 29 de octubre de 1962, (en Lefebvre, 1976b: 139).

diferencia del espacio como noción epistemológica o filosófica, el espacio vivido es a la vez histórico y cotidiano, porque es producto de cierta historia, de un pasado general o particularizado

y

de

diversas

actividades

como

las

agrícolas,

artesanales

o

industriales(Lefebvre,1976:30). Como marxista, afirmó que el espacio urbano actual es consecuencia del capitalismo y de la división del trabajo; es el punto de reunión de los objetos producidos, es la objetivación de lo social y, consecuentemente de lo mental y sorprendentemente se puede leer entre líneas una sugerencia etnográfica porque afirma que su conocimiento sólo es posible a través de la descripción empírica(Lefebvre,1976:30). Dice que la entrevista, aunque es necesaria, no basta: “La descripción minuciosa es importante: de los hogares, de los bienes muebles e inmuebles, de los vestidos, rostros y comportamientos. Sólo la confrontación entre los datos sensibles, tal como el sociólogo percibe e intenta captar como conjunto, por una parte, y los lugares, tiempos y cosas percibidos por los interesados por otra, permiten el conocimiento”3.

Espacio, cotidianidad y producción capitalista de las relaciones sociales es la tríada fundamental para entender lo urbano en el pensamiento de Henri Lefebvre. Porque la problemática urbana es vida cotidiana, es utilización del espacio y reproducción de las relaciones capitalistas en el. Para Lefebvre el espacio en la sociedad capitalista es un instrumento para reproducir las relaciones de producción de la sociedad, donde se concretan distintas formas de propiedad y estructuras de clases, en este sentido, la urbanización aparece como un elemento novedoso de la producción capitalista. Si el espacio es un medio donde se reproduce la sociedad capitalista, es al mismo tiempo lugar de disputas políticas. Así espacio político es otro concepto importante en la obra de Lefebvre. El espacio se convierte en instrumento político, que es intencionalmente manipulado por el poder. Se convierte en un medio para el control social, vinculado a la reproducción de la fuerza de trabajo y de la reproducción social.

En este autor, a pesar del determinismo de las relaciones capitalistas sobre la estructuración del espacio, sus conceptos de habitar y apropiación profundizan el de espacio vivido, que para la antropología urbana es muy productivo. Dice que existe un vínculo entre edificar, habitar,

                                                                                                                          3

Revista “Architecture, Forme, Fonction”, 1938, (en Lefebvre, 1976b, 147)

pensar (hablar), el habitar es poético4. El habitar es un hecho antropológico, vivir aquí o allá, fijarse al suelo o desprenderse de él, arraigarse o desarraigarse, partir, ir a otra parte, etc. son hechos inherentes al ser humano, el hombre desde que existe socialmente ha tenido una habitación. Tanto la habitación como el habitar han cambiado a lo largo de la historia. “El habitar ha cambiado en función de estas totalidades que constituyen la cultura, la civilización, la sociedad a escala global: las relaciones y modos de producción, las estructuras y superestructuras” (Lefebvre, 1976: 154-155).

El habitar está constituido primeramente por objetos, por productos de la actividad práctica, conforman un conjunto, existen objetivamente pero significando; los objetos que constituyen el habitar envuelven y significan las relaciones sociales(Lefebvre, 1976: 156).

Las modalidades del habitar se expresan en el lenguaje, enuncia la manera de vivir. El lenguaje florece entremezclado en todas las actividades cotidianas (económicas, políticas, lúdicas, recordar, etc.) que son sistemas de signos que sirven al habitar (Lefebvre, 1976: 156). “Los sistemas parciales de objetos, de actos, de signos (cosas y palabras) son obras del hombre social. Quienes comen, beben, juegan y habitan son los individuos miembros de una sociedad, insertados en su praxis, prendidos en una globalidad. Los individuos y los grupos constituyen un vínculo activo e ininterrumpido entre el conjunto social por una parte y los sistemas parciales por otra; sirviendo el lenguaje a todos ellos como medio, intermediario y entorno a la vez”(Lefebvre, 1976: 157).

El habitar se expresa objetivamente en un conjunto de obras, de productos, de cosas que constituyen un sistema parcial: la casa, la ciudad o la aglomeración. (Lefebvre, 1976: 158-159). Cada una de estas obras (sistemas parciales) forman parte de un conjunto mayor que ejerce influencia sobre ellas, no se encuentran ajenas unas con otras, hay correspondencia múltiple pero nunca unívoca. Los sistemas parciales evoluciona diferencialmente según va modificándose la sociedad, indica: “Los acontecimientos que modifican o revolucionan la sociedad actúan diferencialmente sobre los objetos y sobre la lengua, sobre los diversos                                                                                                                           4 “Introducción al estudio del habitar de pabellón”, publicado por primera vez en Nicole Haumont, M.-G. Raymons, Henri Raymond, L´habitat pavillonaire, éditions du CRU, París, 1967 (Lefebvre, 1976b: 152)

sistemas parciales. Determinadas causas materiales, determinadas razones formales (ideológicas), pueden transformar este u otro sistema parcial, este u otro grupo de objetos o de palabras, más o menos de prisa, actuando más sobre los objetos o sobre las palabras”(Lefebvre, 1970: 158-159). El habitar no puede considerarse globalmente, incluso si hay que estudiarlo como sistema parcial, al igual que el lenguaje, comprende niveles. “La casa, se inserta, se articula, en niveles más amplios. Es esencial, y sin embargo subordinado. Para aprehenderlo, hay también aquí que extraer y abstraer un sistema parcial, elemento y nivel de sistemas más amplios, pero a su vez parciales, abiertos, nunca completos, nunca cerrados”(Lefebvre, 1970: 159).

Como se nota, el concepto de habitar en Lefebvre es completo, complejo y abierto. Habitar es un modo de vida, producto de la sociedad, constituido por objetos, por lenguajes y por niveles, que al igual que alimentarse o jugar, se instituye como un sistema abierto, nunca cerrado.

Al concepto de habitar asocia el de apropiación. Declara:

La acción

de los grupos humanos sobre el medio material y natural tiene dos

modalidades, dos atributos: la dominación y la apropiación. Deberían ir juntas, pero a menudo se separan. La dominación sobre la Naturaleza material, resultado de operaciones técnicas, arrasa esta Naturaleza permitiendo a las sociedades sustituirla por sus productos. La apropiación no arrasa, sino que transforma la Naturaleza –el cuerpo y la vida biológica, el tiempo y el espacio dados- en bienes humanos. La apropiación es la meta, el sentido, la finalidad de la vida social. Sin la apropiación, la dominación técnica sobre la Naturaleza tiende a lo absurdo, a medida que crece. Sin la apropiación, puede haber crecimiento económico y técnico, pero el desarrollo social propiamente dicho se mantiene nulo (Lefebvre, 1976: 164-165).

La apropiación es un hecho social que no hay que confundir con las formas, las funciones, las estructuras de la sociedad. Es un aspecto de la práctica social (praxis) que se traduce en un lenguaje. La apropiación es dialéctica porque es conflictiva, compleja y cambiante (Lefebvre, 1970: 165). Al igual que el habitar la apropiación se expresa en niveles, tanto en lo individual como en el social; tanto en una dimensión utópica como ideológica (Lefebvre, 1970: 167-169).

En un texto que lleva por nombre Necesidades profundas, necesidades nuevas de la civilización urbana5 dice que la ciudad se vive en esos tres planos, en la ciudad hay calles vivas y calles muertas, en las primeras se ha logrado una apropiación del tiempo y el espacio por parte de los usuarios. Posteriormente se encuentra el siguiente nivel, el imaginario que se despliega en las ciudades, que evoca un pasado histórico, relatos, figuras, un mundo imaginado y por último, está la ideología que corona un modo de existencia social (Lefebvre, 1976: 189-190). De esta manera, considero que el espacio en Lefebvre es tanto producto de la sociedad que lo produce y tanto de los elementos culturales de las personas que lo habitan; el espacio es la objetivación de lo social como de lo cultural.

Espacio construido

Manuel Castells es un sociólogo muy importante para el pensamiento social de la segunda mitad del siglo XX. En los años sesenta sintetizó desde la teoría marxista la sociología urbana existente hasta ese momento. Afirmó que en la compleja relación entre naturaleza y el hombre ambos elementos se modelan a través de un proceso dialéctico mediante el cual el hombre se transforma y transforma su medio ambiente (Castells, 1974: 141), dice que es una simpleza figurarse el espacio como una página en blanco sobre la que se inscribe la acción de los grupos(Castells, 1974: 141). Señala: “el espacio es un producto material en relación con otros elementos materiales, entre ellos los hombres, los cuales contraen determinadas relaciones sociales , que dan al espacio (y a los otros elementos de la combinación) una forma, una función, una significación social”(Castells, 1974: 141). El espacio no es solamente escenario de las prácticas sociales o área geográfica en donde se despliega la sociedad; sino un constructo concreto de cada momento histórico en el cual una sociedad se especifica (Castells,1974: 141). Por lo que para Castells no hay teoría del espacio al margen de una teoría social(Castells, 1974: 141), para este autor es necesario una teoría de la estructura social para comprender las formas sociales que adquiere el espacio.

En este sentido, al igual que Lefebvre, el espacio sólo es posible explicarlo a través de las relaciones sociales que estructuran a la sociedad en general. El espacio urbano es expresión del                                                                                                                           5

Conferencia en Lurs (Provenza), 1966. Jornadas de estudio sobre los parques regionales. (Lefebvre, 1976b:188).

sistema de relaciones capitalistas en su ámbito económico, político e ideológico. “En consecuencia, analizar el espacio en tanto que expresión de la estructura social equivale a estudiar su elaboración por los elementos del sistema económico, del sistema político y del sistema ideológico, así como por sus combinaciones y las prácticas sociales que derivan de ello” (Castells, 1974: 154); el espacio puede comprenderse a partir de la articulación de varios modos de producción (Castells, 1974: 153). Si bien puede encontrarse cierto determinismo estructural en las aseveraciones anteriores, para este autor existe una suerte de dialéctica constructiva entre el espacio, prácticas sociales y modo de producción. Apunta: ”una sociología del espacio no puede ser más que el análisis de determinadas prácticas sociales dadas sobre cierto espacio, y por lo tanto, sobre una coyuntura histórica” (Castells, 1974: 485), entonces hablar de una época determinada, por ejemplo, la etapa posrevolucionaria, no es solamente una referencia cronológica “sino un estado determinado de las formaciones sociales” (Castells, 1974: 485), un constructo histórico, ya lo decía, que es una relación intrínsecamente condicionante entre el espacio, sociedad y tiempo. “Así pues, desde el punto de vista social, no hay espacio (magnitud física pero entidad abstracta en cuanto práctica), sino un espacio-tiempo históricamente definido, un espacio construido, trabajado, practicado por las relaciones sociales”(Castells,1974:485). El espacio al igual que el tiempo es una coyuntura, articulación de prácticas históricas concretas (Castells, 1974: 486). Se pregunta entonces, ¿No existe una determinación espacial de lo social? Para responder esta interrogante, Manuel Castells plantea un problema central que está latente en las teorías sociales que estudian el espacio y la ciudad: la relación entre habitat y habitar (Castells, 1974: 118). Se pregunta nuevamente: ¿Hay una relación entre el marco ecológico y el sistema cultural? ¿existe una vinculación directa entre un tipo de hábitat y los modos específicos de comportamiento? ¿Un determinado tipo de relaciones sociales como ayuda mutua, relaciones amistosas, participación en eventos religiosos, solidaridades de grupo se manifiestan exclusivamente en una unidad específica como el barrio, vecindad, unidad habitacional? ¿Es el espacio condicionante del comportamiento cultural? (Castells,1974: 118119).

Ante estas preguntas Castells plantea varias problemáticas, que para la discusión sobre modos de vida en la ciudad resalto dos planteamiento muy útiles. En primer lugar, dice que es necesario privilegiar la práctica de habitar más que la ecología del hábitat. Niega al espacio como “marco”, ya lo decía anteriormente, y lo incorpora como elemento de la práctica social, los barrios se les construye, se localizan los procesos que llevan a la estructuración o a la desestructuración de los grupos sociales en su habitar. Es

contundente, el espacio no determina el comportamiento social, pero si existe una relación compleja entre hábitat y habitar. Es una relación social entre las características sociales del habitante y el contenido simbólico y funcional de la vivienda (Castells,1974: 124-128). El segundo planteamiento lo expresa con las preguntas: ¿Hay producción de medios residenciales específicos a partir de los valores de los grupos sociales? (Castells, 1974: 134), ¿La cultura puede condicionar un espacio particular?. Para responderla Manuel Castells asevera que la relación no es mecánica porque “la producción de medios residenciales no son la simple proyección de los valores de cada grupo”(Castells, 1974: 136); “porque el espacio residencial no es una página en blanco donde los valores sociales vinieran a dejar su huella. Está, por un lado, históricamente constituido; por otro, articulado al conjunto de la estructura social, y no solamente a la instancia ideológica”(Castells, 1974: 136). La vinculación entre espacio y valores es ante todo una relación social específica que, como sugiere Castells, es la que hay que revelar (Castells,1974: 134-137). Dice: “La relación entre habitat y habitar pasa por una ligazón compleja entre las características sociales específicas del habitante y el contenido simbólico y funcional de la vivienda, lo que aleja toda tentativa de explicar una subcultura por una forma de habitat”(Castells, 1974: 130). No se trata de inclinarse sobre el “marco” o lo “cultural” ya que se encuentran indisolublemente articulados en la práctica histórica (Castells, 1974: 486). En suma, este autor apunta cuestiones fundamentales para la Antropología Urbana, al señalar la importancia de la relación espacio-cultura. Sin duda, problemática que la antropología ha abordado etnográficamente y menos teóricamente. Manuel Castells, en su obra magistral La Cuestión Urbana, publicada en francés en 1972 plantea lo señalado y aquí definido como espacio construido, parte de la estructura social para explicar el espacio, sugiere y afirma la importancia de la práctica social de los grupos en la estructuración del espacio urbano, cuestión importante para la definición antropológica del espacio. Espacio relacional

Pierre Bourdieu es quizá el sociológo más influyente de la segunda mitad del siglo XX, al igual que Émile Durkheim lo fue para la primera mitad del mismo siglo. Revitalizo el estructuralismo y el marxismo e introdujo un conjunto de conceptos (habitus, campo, capital simbólico, etc.) que siguen siendo utilizados en diversas ciencias sociales, incluyendo la Antropología. De su extensa obra, destaca, desde mi punto de vista, el libro La distinción. Criterios y bases sociales del gusto, publicado por primera vez en 1979 como ejemplo de investigación de campo con entrevistas a profundidad, encuestas y observación etnográfica; además de lo ya conocido por la

discusión teórica que

desarrolla sobre la diferencia y la constitución de las distinciones entre los grupos sociales. Se etiqueto asi mismo como contructivist structuralism ó structuralismo constructivist , pensando que existen estructuras objetivas independientes de la conciencia y voluntad de los agentes que coaccionan sus prácticas y representaciones (Bourdieu, 2007; 127) y por constructivismo, dice: “quiero decir que hay una génesis social de una parte de los esquemas de percepción, de pensamiento y de acción que son constitutivos de lo que llamo habitus, y por otra parte estructura, y en particular de lo que llamo campos y grupos, especialmente de lo que llaman generalmente las clases sociales”( Bourdieu, 2007; 127). Su obra, como él lo manifiesta, tiende a superar la dicotomía entre estructura y representaciones y las presenta en una relación dialéctica por lo que propone primero superar la visión sustancialista de la realidad que no reconoce otra realidad sino aquella que ofrece la experiencia ordinaria y sugiere entender el mundo social como un espacio relacional, lo real no con sustancia sino con relaciones (Bourdieu, 2007; 129), así se lee en La Distinción, un pensamiento relacional. De su ilimitada producción teórica resalto, para los fines de este texto, el concepto de espacio social. El espacio social es ante todo agentes y grupo de agentes que se definen por sus posiciones relativas en el espacio(Bourdieu, 1990: 282). Dice este autor, que cada grupo ocupa una posición en el espacio social, “cada uno de ellos está acantonado en una posición o una clase precisa de posiciones vecinas”(Bourdieu, 1990; 282), por lo que se puede describir al espacio social como un campo de fuerzas (Bourdieu, 1990; 282). De esta manera, el espacio social es “un conjunto de relaciones de fuerzas objetivas que se

imponen a todos los que entran en ese campo y que son irreductibles a las intenciones de los agentes individuales o incluso a las interacciones directas entre los agentes” (Bourdieu, 1990; 282); el espacio es un campo social relacional. El espacio social o campo en el pensamiento de Bourdieu, no es un espacio geográfico es un campo de fuerzas, pluridimensional de posiciones, diferenciación, desigualdades y constitución de distinciones en donde los agentes construyen representaciones del mundo social. Los agentes se distribuyen y se posicionan en el espacio-campo según el volumen y composición de capital (Bourdieu, 1990; 283) que poseen y exhiben, ya sea capital económico, cultural, social y simbólico, por lo que para Bourdieu la posición de los agentes no se determina únicamente por sus condiciones materiales, sino tambien por las diferentes especies de capital o poder que despliegan en el espacio-campo. Afirma: Las diferencias primarias, aquellas que distinguen las grandes clases de condiciones de existencia, encuentran su principio en el volumen global del capital como conjunto de recursos y poderes efectivamente utilizables, capital económico, capital cultural, y también capital social: las diferentes clases (y fracciones de clase) se distribuyen así desde las que están mejor provistas simultáneamente de capital económico y de capital cultural hasta las que están más desprovistas en estos dos aspectos. Los miembros de profesiones liberales que tienen altos ingresos y elevadas titulaciones, que muy a menudo son originarios de la clase dominante (profesiones liberales o cuadros superiores), que reciben mucho y consumen mucho, tanto en bienes materiales como en bienes culturales, se contraponen casi en todos los aspectos a los empleados de oficina, con pocas titulaciones, frecuentemente originarios de las clases populares y medias, que reciben poco, gastan poco y dedican una parte importante de su tiempo al cuidado de su coche y al bricolage , y aún más rotundamente, a los obreros cualificados o especializados y sobre todo al peonaje y a los asalariados agrícolas, con ingresos más escasos, desprovistos de titulaciones escolares y originarios en su casi totalidad a las clases populares( Bourdieu, 2002; 113).

De tal manera que en el espacio-campo, existe una composición procesual de capitales para apuntalar las posiciones; despligue de capitales que estructuran las diferencias entre los grupos y entre las fracciones de estos. Sostiene Bourdieu: “la posición de un agente determinado en el espacio social puede definirse entonces por la posición que ocupa en los diferentes campos, es decir, en la distribución de los poderes que actúan en cada uno de ellos; estos poderes son ante todo el capital económico- en sus diversas especies-, el capital cultural y el social, así como el capital simbólico, conmúnmente llamado prestigio, reputación, renombre, etcétera que es la forma percibida y reconocida como legitima de estas diferentes especies de capital”(Bourdieu, 1990; 283). Constantemente existe movimiento de prácticas y bienes asociadas a determinadas posiciones. Por ejemplo, dice Bourdieu una práctica inicalmente noble puede ser abandonada

por los nobles y puede ser adoptada por las otras clases o una práctica popular puede ser retomada por los nobles: “así fue en Francia con el box, que los aristócratas de fines del siglo XIX practicaban felizmente”(Bourdieu, 1997; 28). Entonces la posición está unida a un sinnumero de bienes y prácticas (deportivas, escolares, diversión, trabajo, cuadros, títulos académicos,acordeón, barcos, etc.) que son los capitales interrelacionados que configuran el gran complejo de las posiciones que estucturan las diferencias en el espacio social. “Esta idea de diferencia, de separación, está en la base de la noción misma de espacio, conjunto de posiciones distintas y coexistentes, exteriores las unas de las otras, definidas las unas en relación con las otras, por relaciones de proximidad, de vecindad, o de alejamiento y también por relaciones de orden como debajo, encima y entre…”(Bourdieu, 1997; 30). Posiciones de los grupos estructurados por los dos principios de diferenciación, que en sociedades como Estados Unidos y Japòn,

dice son muy eficientes: el capital económico y el capital

cultural(Bourdieu, 1997, 30). De hecho el libro sobre La Distinción está dedicado al despliegue de capitales por los grupos y fracciones de clase de la Francia de los años setenta del siglo XX. Entonces tanto el volumen, tipos y trayectoria de los mismos en el tiempo determinan la estructura del espacio social(Bourdieu, 1990; 284). Habría que subrayar que el espacio social es un “campo de batallas”, un área de relaciones de poder por lo que es una arena de lucha de poderes y por el poder dentro del espacio social y por consiguiente dentro de los campos que componen al mismo. Otro rasgo interesante que señala Bourdieu para caracterizar el espacio y la diferencia social está en las disposiciones (habitus) y por ello en las “tomas de posición” de los agentes, porque si bien los habitus estructuran posiciones esto no significa que las clases “están dadas en la realidad social” sino que están por hacer, se movilizan por lo que el espacio de las posiciones se tranmuta en espacio de la tomas de posiciones por intermedio del espacio de las disposiciones (Bourdieu; 1997; 32). Si bien las diferencias están estructuradas por las posiciones también se sustentan por la diferencia de las disposiciones. “Al igual que las posiciones de las que ellos son el producto, los habitus

están diferenciados; pero también son diferenciantes. Distintos,

distinguidos, ellos son también operadores de distinción: ponen en juego principios de diferenciación diferentes o utilizan de modo particular los principios de diferenciación comunes” (Bourdieu, 1997; 33). Entonces los habitus son mecanismos de diferenciación y estructuradores de posiciones:

Estructuras estructuradas, principios generadores de prácticas distintas y distintivas –lo que el obrero come y sobre todo su manera de comerlo, el deporte que práctica y su manera de practicarlo, sus opiniones políticas y su manera de expresarlas difieren sistemáticamente del consumo o de las actividades correspondientes del industrial-, estructuras estructuradas, los habitus son también estructuras estructurantes, esquemas clasificatorios, principios de clasificación, principios de visión y de división, de gustos, diferentes. Producen diferencias diferentes, operan distinciones entre lo que es bueno y lo es es malo, entre lo que está bien y lo que está mal, entre lo que es distinguido y lo que es vulgar, etc. Así por ejemplo, el mismo comportamiento o el mismo bien puede parecer distinguido a uno, pretensioso a otro, vulgar a un tercero. (Bourdieu, 1990: 33-34)

Las clases intentan modificar sus posición en las clasificaciones objetivas (Bourdieu; 1990: 287) , opina: “No se pasa de la clase sobre el papel a la clase real más que al precio de un trabajo político de movilización: la clase movilizada es una función y un producto de la lucha de los enclasamientos, lucha propiamente simbólica, que se articula con el sentido del mundo social, con la manera de construirlo en la percepción y en la realidad, y con los principios de visión y de división que deben serle aplicados, es decir, con la existencia misma de las clases” (Bourdieu, 1990; 37). Por eso para Bourdieu las clases no existen, sino “lo que existe es un espacio social, un espacio de diferencias en el cual las clases existen de algún modo en estado virtual, no como algo dado, sino como algo a hacerse” (Bourdieu, 1990; 38), por lo que la sociedad es un proceso continuo de diferenciación. En toda sociedad existen y persisten las diferencias, a pesar que algunas se presentan como homogeneas las clases por la posición que ocupan y por los capitales que poseen y movilizan, dirigen “tomas de posición” para conservar o transformar el espacio social (Bourdieu, 1990; 38), por lo que la sociedad en Bourdieu, se puede también entender como un conjunto de campos sociales en permanente conflicto. Finalmente , para cerrar esta revisión que no significa agotar la teoría de espacio social en Bourdieu, subraya la importancia de las representaciones sociales sobre el mundo social, dado que la realidad social está compuesta tanto de rasgos objetivos como de percepciones (Bourdieu, 2007; 131). La sociología, dice, debe incluir una sociología de las construcciones de las visiones del mundo que contribuyen también a la construcción de ese mundo (Bourdieu, 2007; 132). Cada agente posee una visión del mundo, una perspectiva , puntos de vista que en función de su posición en el espacio social, los agentes construyen sobre ese mundo (Bourdieu, 2007; 132). En el espacio social existen puntos de vista diferentes e incluso antagónicos porque

las posiciones son diversas pero no estáticas ya que cada agente realiza una captación activa del mundo persistentemente ; sin embargo los puntos de vista operan bajo “coacciones estructurales …por las disposiciones de los agentes, sus habitus, es decir, las estructuras mentales a través de las cuales aprehenden el mundo social, son en lo esencial el producto de las interacciones de las estructuras del mundo social” (Bourdieu, 2007; 134). Entonces tanto las posiciones como las representaciones responden a las disposiciones, a las diferencias entre estas que son al mismo tiempo estructuras socialmente estructuradas, porque tienen una génesis social (Bourdieu, 2007; 134). En suma, las representaciones de los agentes son diferentes por su posición y por sus habitus que son a la vez un sistema de esquemas de producción de prácticas y un sistema de esquemas de apreciación de las prácticas, que expresan la posición de los agentes y que se utilizan para las clasificaciones (Bourdieu, 2007; 134), por lo que para Bourdieu el mundo social es un sistema simbólico, que está organizado según la lógica de la diferencia, de la distancia diferencial (Bourdieu, 2007; 134). Es por ello que el espacio social funciona como un espacio simbólico, un espacio de estilos de vida y de grupos de status diferenciados (Bourdieu, 2007; 134). También el espacio social se caracteriza por las constantes luchas simbólicas, tanto en el plano objetivo como en el subjetivo, lucha en torno a las condiciones reales de existencia como contra las clasificaciones (Bourdieu, 2007; 135). Espacio practicado La obra de Michel De Certeau es amplia, trata varios temas como historiador, filosófo, teólogo,

antropólogo y semiótico. Aquí interesa su teoría sobre las prácticas culturales-

cotidianas (leer, caminar, habitar, cocinar) y en especial las prácticas espaciales. Recurrimos a una de sus obras más influyentes La invención de lo cotidiano y particularmente a la tercera parte del libro llamada prácticas del espacio. Debido al objetivo de este texto sólo esclarecemos su definición de espacio y el concepto de prácticas cotidianas, no sin mencionar la oposición mapa-recorrido. La vida intelectual de Michel de Certeau, que también fue jesuita, estuvo definida por tres momentos. El primero, por sus reflexiones sobre la emancipación , invención e imaginación de la vida cotidiana contemporánea a partir de los acontecimientos del mayo francés de 1968 y que fueron publicados en la revista Estudes, que lo posicionaron como intelectual reconocido dentro de los movimientos de izquierda. El segundo, como relator en 1972 del coloquio

internacional de Arc-et-Senans donde debió prepararse para la reunión de Helsinki entre Ministerios de la Comunidad para definir una política europea de cultura(Giard,XVII; 1996) y que como producto publicó un texto denominado La culture au pluriel (1974) en donde prefigura su teoría sobre las prácticas culturales, antecedente del proyecto del libro L’inventiom du quotidient I. Arts de faire, que será uno de sus textos más célebres e influyentes en los estudios urbanos y otras disciplinas sociales. Y el tercer momento es el contrato de investigación que firmó con el Centre National de la Recherche Scientifiquel del gobierno de Francia entre los años 1974-1977 que concluyó y presentó junto con otros investigadores los resultados en los libros que conocemos en lengua castellana como La invención de lo cotidiano 1. Artes de hacer y La invención de lo cotidiano 2. Habitar, cocinar en donde se lee su teoría de las prácticas cotidianas. En los libros antes mencionados, este autor se interesa por las operaciones de los usuarios, supuestamente condenados a la pasividad y disciplina (De Certeau, 1996; XLI); llama su atención las prácticas o “modos de hacer” de los individuos sumergidos en los sistemas dominantes, se pregunta sobre lo que produce el consumidor cultural durante esas horas viendo televisión. Dice: “Este trabajo tiene pues el objetivo explicitar las combinatorias operativas que componen también (no es algo exclusivo) una “cultura”, y exhumar los modelos de acción característicos de los usuarios de quienes se oculta, bajo el sustantivo púdico de consumidores, la condición de dominados (lo que no quiere decir pasivos o dóciles). Lo cotidiano se inventa con mil maneras de cazar furtivamente”(De Certeau, 1996: XLII). Los consumidores del supermercado, los caminantes del espacio urbano, los lectores de literatura, los televidentes, etc. son usuarios, por ejemplo, de sistemas de producción mercantil, que fabrican algo y también producen una poiética; ante la producción racionalizada oponen otra producción que es astuta, “se encuentra dispersa pero se insinúa en todas partes, silenciosa y casi invisible, pues no se señala con productos propios sino en las maneras de emplear los productos impuestos por el orden económico dominante” (De Certeau, 1996: XLIII). Otro rasgo interesante de la teoria de las prácticas culturales en De Certeau es su cuestionamiento a Michel Foucault sobre la omnipresencia de las instituciones de poder en los sujetos. Dice:

En Vigilar y Castigar , Michel Foucault sustituye el análisis de los sistemas que ejercen el poder (es decir, las instituciones localizables, expansionistas, represivas y legales) con el análisis de los “dispositivos” que han “vampirizado” las instituciones y reorganizado en secreto el funcionamiento del poder: procedimientos técnicos “minusculos” que, al jugar con los detalles, han redistibuido el espacio para hacerlo el operador de una “vigilancia” generalizada. Problemática muy nueva. Sin embargo, una vez más esta “microfísica del poder” privilegia el aparato productor (de la “disciplina”), aun si, en “la educación”, descubre el sistema de una “represión” y si muestra cómo, entre bastidores, tecnologías mudas determinan o provocan el cortocircuito de las escenificaciones institucionales. Si es cierto que por todos lados se extiende y se precisa la cuadrícula de la “vigilancia”, resulta tanto más urgente señalar cómo una sociedad entera no se reduce a ella; qué procedimientos populares (también “minúsculos” y cotidianos) juegan con los mecanismos de la disciplina y sólo se conforman para cambiarlos; en fin, qué “maneras de hacer” forman la contrapartida, del lado de los consumidores (o ¿dominados?), de los procedimientos mudos que organizan el orden sociopolítico. (De Certeau, 1996: XLIV)

Estas “maneras de hacer” constituyen las mil prácticas a través de las cuales los usuarios se reapropian del espacio organizado por los técnicos de la producción sociocultural (de Certeau, 1996: XLIV). Son operaciones cuasi microbianas que proliferan en el interior de las estructuras tecnocráticas, modifican su funcionamiento mediante infinidad de “tácticas” por lo que se trata ahora, dice De Certeau, es “exhumar las formas subrepticias que adquiere la creatividad dispersa, táctica y artesanal de grupos o individuos atrapados en lo sucesivo dentro de las redes de la “vigilancia. Estos procedimientos y ardides de los consumidores componen, finalmente, el ambiente de antidisciplina”(De Certeau; 1996: XLV). El concepto de táctica es muy inportante en la obra de Michel de Certeau porque ahí delinea su teoría sobre la resistencia que se oponen al poder y disciplina por las prácticas culturales-cotidianas. Dice: son “maneras de hacer”, éxitos del “debil” contra el más fuerte, artes de poner en práctica jugarretas, astucias de “cazadores”, movilidades maniobreras, simulaciones polimorfas, hallazgos jubilosos, poéticos y guerreros (De Certeau, 1996: L), que se llevan a cabo dentro y con de los sistemas dominantes que identifica como “estrategia”. Hasta aquí he subrayado algunos aspectos que considero importantes sobre la teoría de las prácticas culturales-cotidianas en Michel De Certeau. Una de las prácticas que analiza son las prácticas del espacio, que son las que interesan aquí porque en su definición aparece su concepto de espacio. Pienso que Michel de Certeau habla más de las prácticas del espacio que del espacio, no obstante en su argumentación, éste se define por aquellas. De Certeau afirma que dentro del espacio planificado, geométrico y del urbanista, se desarrollan algunas prácticas “ajenas”, la de los practicantes o caminantes. Prácticas que remiten a una forma específica de operaciones, “maneras de hacer”, a “otra espacialidad”(De Certeau, 1996: 108). Recurre a la

teoría de la enucniación para explicar las prácticas de los caminantes sobre la ciudad y que denomina enunciación peatonal. Hace una comparación con el acto de habla y afirma que el acto de caminar es al sistema urbano lo que hablar es a la lengua (De Certeau, 1996:110). Para este autor la función enunciativa implica tres funciones o características: primero, hay una apropiación del sistema topográfico por el caminante, del mismo modo que un hablante se apropia y asume la lengua; segundo, se manifiesta una realización espacial del lugar, del mismo modo que el habla es una realización sonora de la lengua; tercero, implica relaciones entre posiciones diferenciadas, del mismo modo que al hablar se pone en juego contratos entre hablantes (De Certeau, 1996: 110). Así, andar, caminar en su primera definición es un espacio de enunciación. Para este autor, la enunciación peatonal presenta tres momentos, de las cuales resalto el carácter discontinuo de las prácticas peatonales. Afirma De Certeau, “si es cierto que un orden espacial organiza un conjunto de posibilidades (por ejemplo, mediante un sitio donde se puede circular) y de prohibiciones (por ejemplo, a consecuencia del muro que impide avanzar), el caminante actualiza alguna de ellas”(De Certeau,1996: 110). El caminante transforma en otra cosa cada significante espacial. El usuario toma fragmentos del sistema espacial dominante para actualizarlos en secreto (por ejemplo, crear atajos y rodeos), así crea una discontinuidad que al seleccionar elementos del espacio-lengua, al desplazarlos por la apropiación que hace de ellos se vislumbra la construcción de una retórica del andar (De Certeau, 1996: 111). La retórica del andar implica y combina estilos y usos. Tanto el estilo como el uso apuntan a una “manera de hacer” (de hablar, de caminar, de apropiación); pero uno como tratamiento singular de lo simbólico (estilo), el otro como elemento de un código(uso). Se cruzan para formar un estilo de uso, una manera de ser y una manera de hacer (De Certeau, 1996: 112). Para complementar su argumentación sobre las prácticas y el espacio, Michel De Certeau distingue entre lugar y espacio, al igual que contrapone mirones-paseantes y mapas-recorridos. Dice: Un lugar es el orden (cualquiera que sea) según el cual los elemntos se distribuyen de coexistencia. Ahí pues se excluye la posibilidad para que dos cosas se encuentren en el mismo sitio. Ahí impera la ley de lo “propio”: los elementos considerados están al lado de otros, cada uno situado en un sitio “propio” y distinto que cada uno define. Un lugar es pues una configuración instantánea de posiciones. Implica una indicación de estabilidad.

Hay espacio en cuanto que se toman en consideración los vectores de dirección, las cantidades de velocidad y la variable del tiempo. El espacio es un cruzamiento de movilidades. Está de alguna manera animado por el conjunto de movimientos que ahí se despliegan. Espacio es el efecto producido por las operaciones que lo orientan, lo circunstancian, lo temporalizan y lo llevan a funcionar como una unidad polivalente de programas conflictuales o de proximidades contractuales. El espacio es al lugar lo que se vuelve la palabra al ser articulada, es decir cuando queda atrapado en la ambigüedad de una realización, transformado en un término pertinente de múltiples convenciones, planteado como el acto de un presente (o de un tiempo), y modificado por las transformaciones debidas a contigüidades sucesivas. A diferencia del lugar, carece pues de la univocidad y de la estabilidad de un sitio “propio”(De Certeau, 1996: 129)

De esta forma, la calle geométricamente definida por el urbanismo se transforma en espacio por la intervención de los caminantes, el espacio es un lugar practicado (De Certeau, 1996: 129). Nos recuerda que Merleau-Ponty diferenciaba entre espacio “geométrico” y espacio “antropológico”, por lo que escribe que: “esta distinción era signo de una problemática diferente, que buscaba separar de la univocidad “geométrica” la experiencia de un “afuera” dado bajo la forma del espacio y para el cual “el espacio es existencial” y “la existencia es espacial”…desde este punto de vista, “hay tantos espacios como experiencias espaciales distintas”(De Certeau, 1996: 130). Prosiguiendo con la oposición entre lugar y espacio, las prácticas espaciales remiten a relatos, a dos posibilidades de ellos: a un estar ahí, a un sistema lugar, como aquel muerto que funda un lugar en forma de tumba y otros son operaciones que especifican “espacios” mediante las acciones de sujetos históricos. Los relatos efectúan pues un trabajo que, incesantemente, transforma los lugares en espacios o los espacios en lugares (De Certeau, 1996: 130). Prosiguiendo con esta argumentación afirma que las descripciones de los lugares y los relatos sobre las calles constituyen dos corpus distintivos que llama mapa y recorrido. El primero como cartografía de lugares y el segundo como acto de enunciación. El primero como bien ver (es el conocimiento de un orden de los lugares) y el segundo como bien ir (son las acciones espacializantes). El primero como un “cuadro” de presencias y el segundo como organización de movimientos; como itinerario (una serie discursiva de operaciones) y un asentamiento totalizador de observaciones (mapa), es decir entre dos lenguajes simbólicos y antropológicos del espacio. Dos polos de la experiencia, que al parecer se pasa de uno a otro.(De Certeau, 1996: 132-132). En suma, la obra de De Certeau pone enfásis en las apropiaciones del espacio para su definición.

Espacio estructura Esta primera revisión sobre el concepto de espacio no es completa sin mencionar al geográfo más destacado de América Latina y reconocido internacionalmente: Miltón Santos (19262001). Nació en Brasil, obtuvo su doctorado en Geografía (1958) por la Universidad Francesa de Estrasburgo, fue exiliado político y despues de su regreso se integró como funcionario público. Desde muy joven se interesó por las causas sociales de ahí su preocupación por desarrollar una geografía fértil para la sociedad y por una geografía cimentada desde los países del tercer mundo. Así también dicto docencia en varias universidades del mundo y en 1979 se integra a la Universidad Federal de Río de Janeiro. Su obra es muy extensa y se destaca por su interés por refrescar la geografía tradicional, por incorporarla dentro de las ciencias sociales, utilizar las teorías sociales para conformar una teoría geográfica de la sociedad en el que el concepto de espacio será clave en su preocupación(Zusman, 2002: 206). Quizá tres de sus libros más influyentes por sus contribuciones teóricas y críticas a la geografía tradicional son Por una geografía nueva (1978), Espacio y Método (1985) y Metamorfosis del espacio habitado (1988) de los cuales recogemos algunos de sus planteamientos sobre el espacio. Miltón Santos expresa varios conceptos de espacio, retomo solamente aquí su concepto más estructural: el espacio es un hecho social. Sustentado en el pensamiento de Emile Durkheim afirma que el espacio es una cosa, existe fuera del individuo y se impone tanto al individuo como a la sociedad, es una realidad objetiva, es resultado histórico que se impone a los individuos por lo que es un objeto social como cualquier otro y que solo a través de su producción se llega a su conocimiento. El espacio no es un cuadro neutro, vacio, inmenso en que la vida se puede producir (Santos, 1990: 143), dice: El espacio es un hecho social en el sentido que es un hecho histórico, en la medida en que lo reconocemos como un elemento de un conjunto y realiza así una doble función que le asegura, efectivamente, la condición de hecho histórico: de un lado, se define el conjunto; es a la vez productor y producto determinado; un revelador que permite ser descifrado por los mismos que revela; y al mismo tiempo, cuando adquiere un significado auténtico, atribuye un sentido a otras cosas. El espacio es un hecho social, un factor social y una instancia social” (Santos, 1990; 146).

Juzga las posturas teóricas que miran al espacio como un mero reflejo de la sociedad o telón de fondo sobre el que los hechos sociales se inscriben negando su estructura dotada de autonomía (Santos, 1990: 142). El espacio como instancia social es una estructura como cualquier otra (base

económica, orden político jurídico, superestructuras ideológicas) que es subordinadasubordinante, por lo que no es solamente expresión de la sociedad sino también ejerce influencia sobre los procesos sociales; así el espacio es una estructura social que tiene el atributo de condicionar a otras estructuras sociales (Santos, 1990:161). El espacio contiene y está contenido por las demás instancias, del mismo modo que cada una de ellas lo contiene y es por ellas contenida. La economía está en el espacio, así como el espacio está en la economía (Santos, 1986: 3). Por lo que la estructura espacial es una combinación localizada de una estructura demográfica, de producción, de renta, de consumo, de clases y de un conjunto específico de técnicas productivas y organizativas utilizadas por aquellas estructuras y que definen las relaciones entre los recursos presentes. De esta manera el espacio resulta de la interacción de todas esas estructuras (Santos, 1986: 11). Los rasgos de autonomía relativa e imperativo de la estructura espacial, remite a considerar la instancia espacial y otras instancias sociales en un sistema relacional de mutua filiación por lo que la estructura económica no es la dominante. Sin negar la existencia de una estructura dictadora que articula a todas las instancias en un todo, el geográfo brasileño prefiere hablar del “carácter de dominación en última instancia de la estructura social”(Santos,1990: 163). Otro rasgo relevante que Miltón Santos atribuye al espacio es su dinamismo, la estructura espacial no es pasiva sino activa, colabora en la reproducción de las relaciones sociales por lo que el espacio es una dimensión activa en el devenir de las sociedades (Santos, 1990: 165). Comenta que cuando las formas espaciales se ligan a momentos específicos de los modos de producción, estas son reavivadas, se metamorfosean a otras formas o incluso se les puede sustituir por otras, pero siempre habrá algo que se resiste al cambio por lo que el espacio nunca es un producto terminado, fijo o congelado para siempre, pero uno de sus elementos está afianzado en el suelo.

Con ello también subrayamos el enfoque histórico del geógrafo

barasileño que entiende a la estructura espacial como un pasado que está en el presente (Santos, 1990: 166-167). Explica que “el espacio se define como un conjunto de formas representativas de las relaciones sociales del pasado y del presente, y por una estructura representada por las relaciones sociales que ocurren ante nuestros ojos y que se manifiestan por medio de los procesos y las funciones” (Santos, 1990: 138) por lo que el espacio está en permanente reajuste bajo la influencia de la realidad económica y social, que al mismo tiempo

ejerce su influencia sobre dicha realidad; las localizaciones antiguas condicionan a las nuevas localizaciones (Santos, 1990: 153), el espacio es un campo de fuerzas cuyo movimiento es desigual (Santos, 1990: 138). Escribe: Manuel Castells (1973, pág. 167) habla de la “Persistencia de las formas espaciales ecológicas, suscitadas por las estructuras sociales anteriores”. Donde Castells utiliza “formas ecológicas”, preferimos utilizar una palabra del vocabulario geomorfológico, la expresión rugosidades. La ecología trabaja con formas durables o efímeras, naturales y sociales, es decir, introducidas por el hombre. Las rugosidades son el espacio construido, el tiempo histórico que se transforma en el paisaje, incorporado al espacio. Las rugosidades nos ofrecen, incluso sin una traducción inmediata, los restos de una división del trabajo internacional, manifiesta localmente por las combinaciones particulares del capital, las técnicas y el trabajo utilizadas (Santos, 1990: 154).

La categoría de tiempo espacial complementa a la de rugosidad, porque dice que el espacio se caracteriza, entre otras cosas, por la diferencia de edad entre sus elementos(casas, caminos, calles, barrios, etc.) que lo forman. Cada elemento aparece con una fecha de instalación diferente, por eso cada lugar se distingue por una datación diferente de sus variables constitutivas, presencia simultánea de variables o superposición de elementos dan como resultado que la combinación de cada lugar sea única, es decir, rugosidades específicas (Santos, 1990: 226). Miltón Santos manifiesta: El lugar es, por lo tanto, el resultado de acciones multilaterales que se realizan en tiempos desiguales sobre cada uno y en todos los puntos de la superficie terrestre. Ésta es la base de una teoría que si desea explicar las localizaciones específicas deberá tener en cuenta las acciones del presente y del pasado, locales y extralocales. El lugar asegura así la unidad de lo continuo y lo discontinuo, lo que a la vez posibilita su evolución y también le asegura una estructura concreta inconfundible. En un punto determinado del tiempo, las variables del espacio son asincrónicas desde un punto de vista genético, es decir, teniendo en cuenta las diferencias de edad que las caracterizan en el polo del sistema y en otros puntos periféricos del espacio. Mientras tanto, las variables funcionan sincrónicamente en cada lugar. Todas trabajan en el conjunto, gracias a las relaciones de orden funcional que mantienen. Cada lugar es, en cada momento, un sistema espacial, cualquiera que sea la edad de sus elementos y el orden con que se instalarán. Aun siendo total, el espacio también es puntual. Dentro de cada sistema histórico las variables evolucionan asincrónicamente; pero el sistema geográfico cambia de forma sincrónica.

Un sistema espacial es sustituido por otro que recrea su coherencia interna, igual que cada variable aislada mantiene una velocidad de cambio propia. Así, la sincronía y la asincronía no son de hecho opuestas, sino complementarias, en el contexto espacio-temporal, porque las variables son exactamente las mismas (Santos, 1990: 227).

Sirva lo anterior como introducción al pensamiento espacial de Miltón santos y como invitación a leer su obra y demás postulados sobre el espacio que para el geográfo brasileño los eventos son al mismo tiempo espaciales y temporales. Por lo que el espacio social no se puede explicar sin el tiempo social (Santos,1990: 222) Consideraciones finales La definición antropológica de espacio pasa necesariamente por preguntarse sobre la relación espacio-cultura y/o espacio-sociedad. Esta preocupación ha sido muy antigua en las ciencias sociales, muy pronto la sociología, la geografía y la antropología afirmaron que no hay sociedad sin espacio. Sin embargo, esta constatación generó varias interrogantes como la de la influencia del espacio sobre la organización social y universos simbólicos de los grupos humanos. Prontamente se abandonó el determinismo espacial para plantear una compleja relación entre espacio y cultura6, se insistió sobre las recíprocas determinaciónes y se enunciaron varios conceptos, que de una u otra manera, daban respuestas a la relación planteada, así nacieron definiciones de espacio como las mencionadas líneas arriba que superaron muy pronto el determinismo espacial y privilegiaron la acción física y simbólica de los sujetos en relación dialéctica con la objetividad del espacio. El estudio de la dimensión cultural del espacio, clave para su definición antropológica, requiere de ciertas preposiciones de tomar en cuenta, las cuales sintetizamos a continuación con base a lo reseñado anteriormente: El espacio es estructura El espacio pertenece a un contexto más amplio, a la estructura que define a toda la sociedad por lo que el espacio no está aislado, se define por las interrelaciones que establece con otras                                                                                                                           6 Por ejemplo, Boas afirmó: “los factores físicos no determinan de una manera absoluta, los detalles de la cultura”(citado por Lienhardt, 1966: 64).

estructuras sociales. En este sentido, el espacio es una estructura más como lo menciona Santos, tan importante y determinante como la del poder o la economía, en donde se objetiva lo social como lo cultural por lo que es estructura y acontecimiento, diacrónico y sincrónico. En el espacio se refleja y se re-configura la estructura de la sociedad y la dimensión sociocultural de manera dinámica, así el espacio se actualiza diariamente y necesariamente es de naturaleza procesual, por lo que la estructura espacial no está dada para siempre. Entonces el espacio es estructura porque determina y es determinada. El espacio es histórico Manuel Castells y Miltón Santos son los autores que más exponen la idea de que el espacio es una construcción históricamente determinada. El espacio tiene un pasado, se construyó en un momento dado y algunos de sus elementos continúan insertos en el presente, a pesar de provenir de otros tiempos (Santos); por lo que el espacio presenta tanto continuidades como rupturas que marcan un antes y un después en las estructuras espaciales. Afirmar que el espacio es producto de cada momento histórico, significa que las estructuras espaciales y sus correspondientes prácticas sociales se articulan a la estructura social dominante, definiendo una coyuntura que es un momento espacio-temporal, un espacio construido (Castells). Los conceptos de rugosidad y el de tiempo espacial de Miltón Santos, específican también el proceso de cómo en el espacio se combinan elementos espaciales de diferentes edades para constituir lugares únicos, rugosidades específicas. Entonces, el espacio es histórico por su datación precisa y condensación social que alberga. El espacio es relacional En el conjunto de los autores reseñados se manifiesta la idea de que el espacio se estudia a partir de las prácticas sociales que los actores desarrollan en un espacio y tiempo historicamente determinado. El espacio es necesariamente un sistema actoral de interelaciones que multiplicidad de actores permanentemente activan, desactivan, reactualizan o crean. Bourdieu, es el autor que más insiste en la dimensión relacional del espacio al señalar la existencia de agentes que se definen por sus posiciones en el espacio social según el volumen y composición de capital (económico, cultural, social y simbólico) que poseen y exhiben contituyendo visiones del mundo; así el espacio es un campo de fuerzas. La práctica social define los modos de habitar que es un modo de vida (Lefebvre) y las prácticas espaciales o

“modos de hacer” se constituyen como las tácticas de reapropiación del espacio organizado, por lo que para De Certeau el espacio es ante todo un lugar practicado. Entonces el espacio es relacional por lo que los actores sociales hacen, por los vínculos que establecen con otros actores y por lo que piensan en el espacio. El espacio es construcción simbólica Necesariamente las prácticas sociales conllevan procesos de simbolización del espacio, ya que el espacio no es sólo físico, también es representado. Las prácticas sociales viabilizan la construcción de un variado conjunto de significaciones. Las significaciones son fabricaciones del lenguaje que describen e interpretan el espacio, dice Lefebvre que el habitar se expresa en el lenguaje. Significaciones que proceden de determinados grupos de edad o de clase social que experimentan los espacios en tiempos específicos, por lo que cada agente construye una visión del mundo, una perspectiva, puntos de vista (Bourdieu) que armados con signos y símbolos especifican estilos de vida. Entonces, el espacio es construcción simbólica porque no solamente es practicado sino también es representado. Una primera aproximación a la definición de espacio es entenderlo como una estructura que es apropiada social, cultural y políticamente por actores sociales que con intereses particulares coexisten y se reproducen organizativa y conflictivamente en contextos y temporalidades específicas.

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