Hacia una antropología comprometida ¿Con quién?

June 23, 2017 | Autor: A. Grillo García | Categoría: Political Theory, Antropología
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Descripción

Hacia una antropología comprometida ¿Con quién? María Alejandra Grillo García1 RESUMEN El propósito de este escrito es rastrear el concepto de investigador ciudadano que trae a colación Myriam Jimeno a Colombia, para reflexionar sobre la labor de la antropología en nuestro contexto, retomando algunas propuestas que se presentaron en los setenta y ochenta sobre el deber ser de la antropología. Quiero mostrar, que la propuesta sobre el estilo que retoma Myriam Jimeno de Roberto Cardoso de Oliveira, para crear el concepto de investigador ciudadano, es una propuesta que se puede combinar en su estructura esencial con otras propuestas de diferentes autores latinoamericanos, como: Compromiso social de Bonfil Batalla (México), sentimiento político de Raúl Romero (Perú), antropología apócrifa de Mauricio Caviedes (Colombia), antropología propia de Jaime Arocha (Colombia), Antropologías del sur de Esteban Krotz (México) y grupos que surgieron en aquella época, como: los solidarios y colaboradores y la antropología del debate, entre otras iniciativas. Parto de la base de que todas estas propuestas tienen algo en común y pretendo desarrollar en este escrito, qué es lo que tienen en común, y cómo el concepto de investigador ciudadano combinado con estas propuestas, pueden aglutinar un deber ser de la antropología, que creo que deberíamos retomar y reajustar a nuestra época. Palabras clave: Investigador Ciudadano, Deber ser de la Antropología, Antropología desde Latinoamérica.

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Antropóloga y Abogada de la Pontificia Universidad Javeriana.

ABSTRACT The purpose of this paper is to trace the concept of citizen researcher raises Myriam Jimeno to Colombia, to reflect on the work of anthropology in our context, revisiting some proposals submitted in the seventies and eighties on the duty being of the anthropology. I want to show, that the proposal on the style that takes Myriam Jimeno Roberto Cardoso de Oliveira, to create the concept of citizen investigator, is a proposal that can be combined in its essential structure with other proposals from different Latin American authors, such as: Social Commitment Bonfil Batalla (Mexico), political sentiment of Raul Romero (Peru), Mauricio Caviedes apocryphal anthropology (Colombia), own anthropology Jaime Arocha (Colombia), Anthropologies south of Esteban Krotz (Mexico) and groups that emerged at that time such as: solidarity and collaborators and anthropology of the debate, among other initiatives. I assume that all of these proposals have in common and I intend to develop in this paper, what they have in common, and how the concept of citizen researcher combined with these proposals can be together a duty of anthropology, which I think we should revisit and readjust our time. Key words: Researcher Citizen, Must be of Anthropology, Anthropology from Latin America.

“¿Qué pasa cuando el Otro no está en una isla lejana, una selva impenetrable o algún desierto calcinante, sino dentro del propio país, literalmente a la vuelta de la esquina o incluso dentro del propio antropólogo?” Carlos Iván Degregori “La labor del intelectual se enfrenta a la tarea de comprender mejor los amarres de las relaciones de poder que imposibilitan o pueden potenciar las prácticas políticas de los sectores subalternizados.” Antonio Gramsci

Inicio este artículo con la preocupación de Mafalda: los investigadores se están yendo al extranjero, no solo desplazándose en términos físicos sino también intelectuales. La exhortación de Gramsci sobre la labor del intelectual, me permite iniciar una reflexión sobre la antropología y los antropólogos que me rodean -incluyéndome-, no solo en términos del presente sino acudiendo al pasado para entender los fenómenos actuales. El propósito de este escrito es rastrear el concepto de investigador ciudadano que trae a colación Myriam Jimeno a Colombia, para reflexionar sobre la labor de la antropología en nuestro contexto, retomando algunas propuestas que se presentaron en los setenta y ochenta sobre el deber ser de la antropología. Quiero mostrar, que la propuesta sobre el estilo que retoma Myriam Jimeno de Roberto Cardoso de Oliveira, para crear el concepto de investigador ciudadano, es una propuesta que se puede combinar en su estructura esencial con otras propuestas de diferentes autores latinoamericanos, como: Compromiso social de

Bonfil Batalla (México), sentimiento político de Raúl Romero (Perú), antropología apócrifa de Mauricio Caviedes (Colombia), antropología propia de Jaime Arocha (Colombia), Antropologías del sur de Esteban Krotz (México) y grupos que surgieron en aquella época, como: los solidarios y colaboradores y la antropología del debate, entre otras iniciativas. Parto de la base de que todas estas propuestas tienen algo en común y pretendo desarrollar en este escrito, qué es lo que tienen en común, y cómo el concepto de investigador ciudadano combinado con estas propuestas, pueden aglutinar un deber ser, que creo que deberíamos retomar y reajustar a nuestra época. Para esto dividiré el escrito en cuatro partes: En la primera parte, haré una contextualización y conceptualización, del concepto de investigador ciudadano de Myriam Jimeno. En un segundo momento, acudiré a los relatos sobre la historia de la antropología en nuestro país en la época de los setenta y ochenta para rastrear las propuestas y militancias que se dieron. En tercer lugar, haré una reflexión sobre la antropología hoy con ayuda de entrevistas que realicé a Myriam Jimeno y Mauricio Caviedes, antropólogos colombianos reconocidos. Y para finalizar, unas reflexiones y una propuesta de deber ser de la antropología hoy en nuestro país. I.

INVESTIGADOR CIUDADANO

En uno de los primeros escritos de Myriam Jimeno2, donde se menciona el concepto de investigador ciudadano (Jimeno 2000), se hace un recuento de la posición de Cardoso de Oliveira con base a la siguiente pregunta ¿Antropología Latinoamericana, propia o trasplante de las antropologías originarias?, esta alusión de Jimeno a Cardoso de Oliveira, nos muestra los inicios de la construcción del concepto investigador ciudadano. 2

Myriam Jimeno es profesora titular del Departamento de Antropología e investigadora del Centro de Estudios Sociales CES de la Universidad Nacional de Colombia, en Bogotá, Colombia. Fue directora del Instituto Colombiano de Antropología e Historia ICANH en dos ocasiones (1988-1990 y 1992-1993). Se formó como antropóloga en la Universidad de Los Andes en Bogotá y obtuvo el doctorado en antropología de la Universidad de Brasilia, en Brasil. Ha recibido las Medallas al Mérito Universitario y Academia Integral Meritoria de la Universidad Nacional de Colombia (1997 y 2006) y en el 2003 fue reconocida con la mención especial por el Capítulo de Antropología de la Asociación de Egresados de la Universidad de Los Andes en Bogotá, Colombia. Tomado de: http://www.myriamjimeno.com/?page_id=2 el 15 de Octubre de 2014.

Para Cardoso de Oliveira, la noción de estilo es determinante para entender la condición actual de la antropología latinoamericana, el autor define estilo como “una individualización o especificidad de la disciplina cuando ésta se singulariza en otros espacios (diferentes a los metropolitanos)” Parte de la idea según la cual, la antropología latinoamericana se empezó a producir desde las preocupaciones de sus propios espacios, contextos y especificidades. Este vuelco de la preocupación, no solo por el estudio de las etnias en sí, sino por los entornos sociopolíticos hizo que, según Cardoso de Oliveira, se creara “un nuevo sujeto epistemológico”3 que ya no es construido desde los investigadores metropolitanos, ni desde los conceptos Noratlánticos, sino desde dentro, desde la antropología y antropólogos latinoamericanos con un estilo propio. Es en este punto, en el cual se empieza a rastrear la imposibilidad de separar la producción académica del compromiso político, compromiso de las antropologías latinoamericanas, que para en análisis realizado por Cardoso de Oliveira en los años 80´s, estaba totalmente ligado e inicia con el indigenismo pero no a cualquier tipo de indigenismo, sino uno que llama: Indigenismo alternativo

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éste pregona un compromiso del antropólogo

latinoamericano con las realidades de las comunidades indígenas que estudia, y que hacen parte de su misma realidad, acudiendo a su contexto socio-cultural.

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“El que ese Otro no sea transoceánico, plantea Cardoso de Oliveira, conduce a la creación de un nuevo sujeto epistemológico que puede considerarse una característica peculiar de la antropología latinoamericana. Lo peculiar de ese sujeto cognoscitivo es que no es un extranjero miembro de una sociedad colonizada el que se constituye como sujeto de conocimiento; por el contrario, el Otro forma parte de la nación en formación del propio antropólogo. Es por ello que la política está embutida en la reflexión de los antropólogos, pese a que no la realicen ni la expresen como práctica política. La realización de la profesión es al mismo tiempo la realización de la ciudadanía del investigador y de su compromiso, explícito o no, con la construcción de nación.” (Jimeno 2004: 9) 4 “Para Cardoso, la mejor expresión de esta perspectiva, desde el punto de vista ético y cognitivo, es la preocupación por las poblaciones indígenas y las minorías étnicas abarcadas por las fronteras nacionales del antropólogo. El nuevo papel del antropólogo implicó que en la práctica de la profesión y en su reflexión, incorporó una práctica política, aunque no necesariamente lo hizo en su comportamiento. Esto no significa banalizar la disciplina mediante el activismo político, sino que la realización de la profesión es al tiempo la realización de la ciudadanía. La antropología tiene, además un compromiso ético, no siempre explícito, con la construcción nacional. (Jimeno 2000:160) “Compromiso del antropólogo con las realidades nacionales en contraste con la pretensión de universalidad de las antropologías periféricas…cambios de perspectiva más amplios realizados al interior de las antropologías “periféricas”.” (Jimeno 2000: 161)

A partir de la reflexión que retoma Jimeno de Cardoso de Oliveira, la autora menciona que hay un cambio de conceptos/paradigmas que repercuten en la manera en la que percibimos la realidad, en dónde el antropólogo latinoamericano ve distinta esa realidad que un antropólogo metropolitano y por lo tanto, cataloga el concepto de investigador ciudadano como un estilo propio que se construyó desde Latinoamérica. 5 Ésta conciencia social modificó el estilo de la producción antropológica latinoamericana. Sin embargo, se pone de presente que esta propuesta se enmarca dentro de un escenario en tensión en la cual existieron varias vertientes sobre lo que es el compromiso social y político de nuestra profesión. Para esto, recurre a un recuento histórico, de la configuración de dicho compromiso ciudadano, en nuestro país.



De las primeras décadas hasta finales de los 60´s, se hacía una antropología de emergencia”6



En la época de la consolidación de la antropología como disciplina universitaria, se evidenció una influencia del marxismo, de la teoría de la dependencia y el neocolonialismo. Aquí hay una ruptura generacional con la anterior antropología, a la cual se le criticó fuertemente su enfoque e intensión.



En los 60´s y 70´s “se hizo hegemónica la idea de compromiso social del científico con la construcción de una sociedad nacional sin desigualdades sociales y la imperiosas necesidad de su postura crítica frente al orden establecido. Militancia radical, activismo. Sospecha de la antropología de emergencia.” (Jimeno 2000: 176) El logro de esta antropología, para la autora fue: “haber logrado sensibilizar la conciencia pública hacia la diversidad étnica y cultural como posible fundamento de nacionalidad” (Jimeno 2000:176)



En el 2000, el derrumbamiento de las certezas ideológicas radicales, y la desesperanza que trajo los ideales fallidos, ha cambiado la noción a una despolitización de la práctica antropológica. 5

“Justamente el fuerte vínculo interactivo entre los estudiosos y la realidad estudiada, la imposibilidad de mirar con indiferencia a quienes se estudia como una intencionada opción ideológica es lo que Cardoso propone como marca del estilo de la antropología latinoamericana. Esta orientación global transciende la decisión individual y proviene de un sustrato cultural amplio, que asigna un determinado papel de compromiso social a los intelectuales de la ciencias sociales y constituye para ellos un horizonte común de acción.” (Jimeno 2000:171) 6 Es decir, que se estudiaban las comunidades indígenas por el hecho de que podían desaparecer. Era una antropología por el conocimiento en sí.



¿La antropología hoy? (más adelante hablaré de esto) Al hacer este recorrido histórico, la intensión de Jimeno, es mostrar como el compromiso político y ético de los antropólogos ha tenido rupturas, transformaciones y épocas de “radicalismos”. Pero su argumentación termina diciendo que “Cada generación, a su manera, no ha renunciado a la más radical de las utopías: la igualdad social.” Es muy interesante esta posición, pues según este argumento todas las épocas de nuestra disciplina en Colombia han estado comprometidas con un ideal común: el de la igualdad social. Sin embargo, creo que es preciso matizar un poco este ideal de percepción sobre lo ha sido y hecho la antropología a lo largo de los años que tiene de existencia en Colombia (esto lo desarrollaré más adelante). Ahora bien, es necesario concretar el concepto de investigador ciudadano propuesto por Myriam Jimeno. Para la autora, los antropólogos latinoamericanos tenemos una doble condición: por un lado somos investigadores, y por otro lado, compartimos la ciudadanía con los sujetos de estudio, lo que “nos lleva a una interpelación permanente entre nuestro quehacer como conocedores y nuestro papel como ciudadanos…las condiciones sociales de la producción intelectual son distintas y eso lleva a establecer vínculos diferenciales con los sujetos de estudio” (Jimeno 2007: 2) El hecho de compartir la ciudadanía, de estar bajo un mismo contexto sociocultural que los sujetos de estudio, de investigar, escribir y analizar en el mismo país contiene unas implicaciones que hacen que los antropólogos latinoamericanos vean y les afecte la realidad de una manera distinta y perciban las problemáticas que estudian como sus “propios” problemas, o por lo menos como situaciones que pueden llegar a afectarlos. Jimeno plantea que esta doble condición propone un reto para la antropología latinoamericana, y que hay una modificación de la relación con los sujetos de estudio7 en tanto que hay una mayor sensibilidad para abordar 7

“Ser sujeto conocedor y conciudadano es una característica y un reto permanente para la antropología latinoamericana que modifica su relación con los sujetos del conocimiento, tiñe de manera peculiar el punto de vista y la conciencia de los practicantes de la antropología y los coloca permanentemente de cara a las disyuntivas complejas de la construcción de nación, estado nacional y sociedad civil en sus países.” (Jimeno 2000:172) “La presencia o la irrupción como sujetos políticos de Otros dentro del mismo espacio social del investigador colorea la práctica teórica y la práctica social del investigador. Propuse denominar a

los problemas de investigación. En conclusión, hay una estrecha relación para Jimeno, entre el ejercicio de investigación y el ejercicio de ciudadanía (en la medida de que haya una conciencia ciudadana). En este sentido la autora nos estaría presentando la idea (que en nuestro tiempo se tiende a desligar) de que no es posible aislar el ejercicio académico del ejercicio político.8 Habiendo mostrado el desarrollo del concepto de investigador ciudadano, creo importante hacer una reflexión a partir de la entrevista que le hice a Myriam Jimeno. Al formularle la siguiente pregunta: ¿De dónde surge tu interés por retomar el concepto de investigador ciudadano de Roberto Cardoso de Oliveira? ¿En qué contexto surge éste interés? Ella me respondió lo siguiente: A partir de la reflexión de Roberto, pero también de conocer esto que el mismo Roberto me contaba el mismo transcurso empírico del desarrollo de la antropología en América Latina en relación particular con los pueblos indígenas; es lo que me hace a mí proponer un concepto donde yo hablo de investigador ciudadano, eso no es de Roberto, ese concepto lo creé yo. Lo que yo hago es conectar la noción de estilo que él propone con la idea de que en el centro del estilo está una relación particular del investigador con su contexto, y que esa relación es porque tiene una preocupación como ciudadano, primera idea. Segunda idea, que esa preocupación como ciudadano se expresa en un intento permanente y en un malestar permanente de cómo contribuir a solucionar problemas de su contexto social (Jimeno, 2014).

este investigador como el investigador ciudadano para subrayar la estrecha relación que se establece en los países latinoamericanos entre el ejercicio del investigador y el ejercicio de ciudadanía” (Jimeno 2004:7) 8 “Hemos retomado esta idea fructífera para resaltar que el trabajo de ese antropólogo gira alrededor del interés permanente por la propio sociedad nacional y su conformación, por las condiciones sociales de quienes estudia y por la repercusión de sus conceptos. Realiza, pues, su trabajo a la luz de la conciencia social de que es al mismo tiempo ciudadano e investigador dentro de su propia sociedad nacional. Esa conciencia ciudadana, este percibirse como investigador-ciudadano, enmarca sus relaciones y producciones. (Jimeno 2011: 27)

A pesar de que mi interés no es rastrear la “originalidad” del concepto, incluso ni si quiera su nombre, si no lo que propone. Es necesario resaltar que la influencia que tuvo, Cardoso de Oliveira en Myriam Jimeno, fue absolutamente determinante para que ella hablara de la investigación ciudadana. La autora hace énfasis en que este concepto es de su creación, sin embargo, la noción de estilo que propone Cardoso de Oliveira en su estructura esencial es la misma propuesta de investigación ciudadana de Jimeno, aunque no use ese nombre como tal, lo esencial del concepto se reproduce. Veo este acto como un afán de legitimación y originalidad sobre la producción intelectual de parte de Myriam Jimeno, aunque reconozco que en el desarrollo de dicho concepto la autora incluye otras perspectivas, quizás auténticas, la forma en la que ella se representa a sí misma es como creadora originaria de dicha propuesta. Esto es interesante ya que me da la oportunidad de hacer una distinción del origen del concepto que estoy rastreando, y los discursos de los intelectuales, en dos niveles: por un lado, las narrativas de Jimeno sobre su creación intelectual y propuesta política, es decir la representación de sí misma y por otro lado, la lectura desde “afuera” que yo hago del concepto al contrastarlo con los distintos discursos y propuestas de otros autores, como Cardoso de Oliveira y Esteban Krotz.

Después de haber desarrollado a grandes rasgos el concepto de investigador ciudadano, creo importante volver a la pregunta inicial: ¿Antropología Latinoamericana, propia o trasplante de las antropologías originarias? El concepto de investigador ciudadano, no es tan solo un concepto, es como dijo Cardoso de Oliveira un nuevo estilo creado desde el sur y para el sur, ubicándolo en la geopolítica del conocimiento. Es inevitable que el desarrollo de Jimeno y de otros autores, nos interpele como investigadores ciudadanos, pues esto impulsa a que los abordajes que se hacen desde América Latina sean críticos, reflexivos y hechos en contexto9, haciendo la salvedad que por el simple hecho de ser latinoamericanos no implica que tengamos ese sentimiento. 9

“Argumento en este artículo que la condición histórica de co-ciudadanía entre el antropólogo y sus sujetos de estudio en países como los latinoamericanos impulsa la creación de enfoques cuya peculiaridad es un abordaje crítico de la producción de conocimiento antropológico. Ello es así porque la construcción del construcción de conocimiento antropológico se realiza en condiciones donde el Otro es parte constitutiva y problemática del sí mismo…” (Jimeno 2004:2)

En otros escritos, Jimeno hace una alusión a otro concepto clave para entender la propuesta del investigador ciudadano en Latinoamérica; el concepto al que acude es el de naciocentrismo, el cual retoma de la noción de naciocentrismo de los conceptos sociales de Norbert Elias10, y lo rearticula con la realidad latinoamericana. Dicho concepto lo retoma, pues para Jimeno “la condición de conformación nacional de los Estados latinoamericanos impregna el surgimiento y el desarrollo de las antropologías latinoamericanas y en sentido amplio es el gran telón de fondo frente al cual dialogan en la región los antropólogos y los Otros.” En este sentido, el argumento de Jimeno está orientado a afirmar que la producción antropológica latinoamericana ha sido naciocéntrica, haciendo un alto énfasis en que el aporte del investigador ciudadano está encaminado a la construcción de nación que es el contexto en el cual se da el diálogo con el Otro, al preguntarse por sí mismo, dentro de unas “mismas” condiciones contextuales. 11 Y a su vez, es naciocéntrica “en el sentido de privilegiar en su práctica la lucha por la valoración, la visibilidad y la participación en la nación colombiana de sectores sociales tales como los indígenas, los negros y la población de menores recursos” (Jimeno 2007: 2) Un ejemplo que trae Jimeno de esta unión entre el ejercicio de la antropología como investigador ciudadano naciocéntrico, es el de los antropólogos que apoyaron a los movimientos sociales en 1991 en Colombia, para la redefinición y obtención de derechos para sectores marginados de la sociedad, y la producción de nuevas conceptualizaciones simbólicas Para finalizar este apartado, creo importante ver cómo en el trabajo de Myriam Jimeno se ve ese ejercicio de ciudadanía de la que ella habla, y cómo se puede aterrizar a la antropología, desde una propuesta concreta. En uno de sus últimos trabajos, Jimeno acompañó un proceso de memoria con una comunidad desplazada en el Naya, llamada hoy Kitek Kiwe. Haciendo reflexiones sobre este acompañamiento, la autora hace un llamado al 10

Naciocentrismo para Norbert Elias es la orientación intelectual que está centrada en la nación. “Antropología y americanismo son programas culturales imbricados el uno en el otro…lo que importa es el carácter eminentemente dialógico de ese proyecto cultural, pues al dialogar consigo misma Latinoamérica se interroga sobre el Otro y allí hace explícito su discurso.” (Jimeno 2004:18)

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uso de la etnografía como ejercicio de ciudadanía por parte de los antropólogos, en el complejo contexto colombiano, en dónde la “la etnografía no sólo es un instrumento de conocimiento sino también un enfoque. Un enfoque que bien puede enmarcar las preocupaciones por conocer el punto de vista subalterno y una herramienta para ir más allá del registro textual, hasta una modalidad de acción conjunta” (Jimeno 2011:42). En conclusión, para Jimeno el investigador ciudadano “no es tan sólo el que tiene una inquietud ética por la relación con sus sujetos de investigación y la soluciona con su “colaboración”. Su inquietud es más amplia, es ético-política; tiene que ver con cómo se concibe la nación, quién habla, quién calla y qué dice, qué derechos tiene y cuáles le son negados. (Jimeno 2011: 42). II.

¿Qué pasaba en los 70`s y 80`s en Colombia con la antropología?

Partiendo de la historia de la antropología en Colombia, creo que la época de los 70´s y 80´s fue determinante para entender la ruptura que esta generación tuvo con los primeros antropólogos, en términos de la falta del compromiso político de los mismos, y en la propuesta de un deber ser de la antropología. Es importante tener en mente también, el contexto latinoamericano donde las revoluciones, en especial la cubana y la china, el marxismo, la teoría de la dependencia fueron grandes influencias para la consolidación de movimientos estudiantiles, políticos y guerrilleros. Es así cómo esta época es catalogada como la época de la antropología militante, que tenía como utopía llegar a la igualdad en América Latina. Los antropólogos en su mayoría eran militantes de movimientos sociales, éstos criticaban y denunciaban las relaciones de poder existentes, querían transformar esas relaciones que explotaban a determinados grupos sociales, querían cambios estructurales de la sociedad, y denunciaban el carácter colonialista de la antropología que se venía haciendo.12 En esta época, cuenta Jimeno, la 12

En una entrevista que Jimeno y Arias le hacen a François Correa, dice “Esta fue una época de resurgimiento de los movimientos sociales, alentados por las revoluciones cubana y china, y los procesos de descolonización en África y Asia…A las movilizaciones antiimperialistas y la vinculación del movimiento estudiantil y profesoral con los movimientos cívicos y populares,…en los setentas se radicalizó el análisis del lugar de las escuelas como aparato ideológico de Estado y reproductoras del capitalismo” (Jimeno 2011:33)

vocación social impregnaba la formación disciplinaria, era casi como un “llamado religioso”. Había una preocupación sentida por la realidad del país, dónde se puede enmarcar la existencia en su manifestación mas radical de compromiso ciudadano. Y es a partir de este escenario en el que surgen iniciativas muy novedosas para su época, en la que los estudiantes y profesionales ejercieron lo que Jimeno llama una investigación ciudadana. Quisiera en este punto, recordar que la intensión de este escrito es hallar puntos de encuentro entre las diferentes propuestas, y no hacer una delimitación rigurosa de los conceptos y prácticas. Otra de las pretensiones de los antropólogos de esta época, era transformar la relación sujeto-objeto de estudio, y esa transformación se da con el acompañamiento de los académicos a los movimientos sociales, en especial a los indígenas, en una relación de solidaridad y colaboración. Caviedes (2002) resalta que el movimiento indígena había transformado a la antropología, y al mismo tiempo la antropología al movimiento, esto en una relación con los sujetos de estudio desde una doble perspectiva: como militantes y académicos, que reflejaba un práctica comprometida con las comunidades. El compromiso político de los solidarios y los colaboradores estaba encaminado a “La reconstrucción de una sociedad nacional que superase la desigualdad social…” En donde se conocía como parte de la lucha, pero conocer no como producción de conocimiento sino como interacción entre movimientos y actores sociales. Muy en la línea de Vasco, que hacía parte del movimiento solidario, para él no tenía sentido describir una cultura por describirla si se permitía la desaparición y la explotación de los hombres que la había creado. La tarea del antropólogo debe ser, fundamentalmente, la de actuar junto con los sectores explotados de la sociedad, entre ellos los grupos indígenas, para romper su condición de explotados. Su labor debe orientarse a ayudar a esos sectores a conocer su situación para que tengan éxito en su lucha contra ella. (Vasco 1971:6) Este tipo de antropología que se hizo en es esa época, Caviedes la llamó antropología

apócrifa “Es decir, una antropología sin autor conocido, pues se construye colectivamente, con la intensión de transformar la realidad de las sociedades que interactúan por medio de ella en la construcción de conocimiento.” (Caviedes 2007:34) Pero, esta forma de hacer investigación no surgió de la nada, hubo una gran influencia del sociólogo Orlando Fals Borda con su propuesta metodológica: Investigación, acción y participación. Esto nos muestra una gran tendencia en esta época de una investigación ciudadana, de la realización de ésta en su máxima expresión, del deber ser plasmado en el ser.13 Por otro lado, pero unido a la misma lucha, nos cuenta Jaime Arocha que en esta misma época surgió otro tipo de antropología a la que él llama Antropología del debate, sobre la cual existe muy pocos datos escritos, pues precisamente “su instrumento fundamental de propagación fue la tradición oral” ésta surge por un desencanto con la antropología que se venía haciendo, con una pretensión de elaborar una ciencia que respondiera a los intereses de las clases populares y no a las dominantes, todo esto influenciado por la lucha del pueblo vietnamita, la revolución china, etc. En 1976, Horacio Calle, uno de sus propulsores, le concedió a Luis Wiesner una entrevista. De ella se deduce que la búsqueda era la de una antropología colombiana. Su meta: estudiar la realidad para transformarla. Su ética: compromiso con los grupos de base. Su esperanza: abandonar la torre académica de marfil (Arocha 1978:272). Esta antropología no le interesaba el mundo académico, y muchos antropólogos ni siquiera terminaron sus estudios y se fueron a militar con los movimientos sociales. Esta actitud de no producción académica, otras iniciativas con los mismos ideales la criticaron, pues pensaban que plasmar en escritos todo lo que pasaba y se hacía, también 13

“Los antropólogos colombianos, formados en “pregrados” hicieron trabajos acerca de sujetos diferentes, pues mientras los “metropolitanos” buscaban a los indios prístinos, ellos se acercaron a los indígenas golpeados por la colonización mestiza y la explotación económica- en especial por la extracción del caucho-, para lo cual la antropología no había desarrollado herramientas conceptuales apropiadas. Los antropólogos en Colombia rechazaron conceptos como el de “aculturación” y acudieron a una perspectiva histórica, influida por una inspiración marxista, aun cuando improvisada ( Pineda Camacho 2005)” (Caviedes 2007:43)

podía ser una fuente de reivindicación, transformación y podía haber un mayor impacto. Sin embargo, desde mi perspectiva todas estas iniciativas (y muchas más que por espacio no describo),

tenían en común la misma utopía y el mismo deber ser, influenciado

fuertemente por el marxismo, el de cambiar el mundo, el de superar la explotación del hombre por el hombre. Ahora bien, quisiera mostrar en armonía con Cardoso de Oliveira, que este tipo de antropologías latinoamericanas, fue un estilo propio, no sólo de Colombia, en otros países se estaba pensando en la misma utopía. Por eso traigo a colación algunas de esas propuestas, que en su espina dorsal tenían el mismo proyecto político-académico: Bonfil Batalla, desde México propone el Compromiso social: Por compromiso entiendo aquí la decisión de que el conocimiento adquirido esté al servicio de la liberación del hombre…Las mil maneras de enajenación del hombre son nuestro reto y definen nuestro compromiso…para ello se debe contar con el análisis crítico que la antropología puede hacer de la realidad sociocultural. Tal es su compromiso (Bonfil Batalla 1983:164). Desde Perú, Raúl Romero a partir de una pregunta que le hace un antropólogo norteamericano:“¿Por qué ustedes, los peruanos, siempre están estudiando otros peruanos? Responde: por el Sentimiento político: …llegué a la conclusión de que yo estudiaba a otros peruano no sólo por un fatalismo del destino, sino porque había optado conscientemente por ello…sino como lealtad a un proyecto colectivo de un grupo de personas congregadas alrededor de un pueblo, una región o una nación… con la esperanza de contribuir a la realización de transformaciones sociales y culturales (Romero 2008:74). Y desde México, Esteban Krotz propone el concepto de antropologías del sur, que asume

explícitamente esta ubicación, no como geográfica sino como geopolítica. En las reflexiones que hace el autor, pone de presente que la práctica de las antropologías en el sur tiene como característica que los investigadores y los estudiados pertenecen al mismo país, y son “afectados (aunque no necesariamente de la misma manera) por decisiones políticas y económicas emanadas de las instituciones públicas en cuya configuración y legitimación ambos toman parte, crea un vínculo entre intereses profesionales e intereses sociales y político muy diferente que el que puede darse en caso de un investigador visitante con respecto al grupo social que estudia durante un tiempo” (Krotz 1993:6. Creo que la reflexión que hace Krotz, también actúa como influencia para la construcción del concepto de investigador ciudadano de Myriam Jimeno.14 Finalmente, con estos ejemplos lo que he querido mostrar es una propuesta conjunta (sin dejar a un lado que cada autor, cada época y cada concepto tiene su elaboración contextual, y quizás algunos tengan diferencias), es una línea de pensamiento y una aproximación que se une en varios puntos:



Construcción colectiva del conocimiento, entre el investigador ciudadano y el sujeto de estudio, que requiere romper la relación sujeto-objeto, en donde uno conoce y otro es conocido.



Transformación de la sociedad, superación de la desigualdad y las relaciones de poder que explotan al ser humano.



Compromiso político y producción académica están ligados.

III.

Antropología hoy: entrevistas Myriam Jimeno y Mauricio Caviedes (Ver anexos)

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“Si entendemos política no en el sentido pervertido…sino en su sentido sustantivo, dirigida al bien de la ciudadanía, entonces hablar de relación entre antropología y política significa hablar de una determinada relación entre las actividades de las comunidades antropológicas y el conjunto de los ciudadanos. O sea, hablamos de la dimensión ética de la creación y difusión de conocimientos antropológicos. Así por ejemplo los antropólogos del sur se relacionan de manera especial, distinta a la de sus colegas del Norte, con las diferencias culturales y esto en buena medida porque las estudian casi siempre en sus propios países” (Krotz 1998:38).

Una de las razones por las cuales le hice entrevista a Mauricio Caviedes, profesor de antropología de la Universidad Javeriana, fue porque en su artículo de “Antropología apócrifa y movimiento indígena. Algunas dudas sobre el saber propio de la antropología hecha en Colombia” el autor hace una propuesta similar a la que traigo en este escrito, pero además le hace una crítica a Myriam Jimeno: Difiero de la perspectiva demasiado optimista de Myriam Jimeno…contrario a los que sostiene Jimeno, en la actualidad sí existe un alejamiento de las propuestas de colaboración/solidaridad o investigación acción participativa. Cada vez más, el trabajo de campo y la reflexión teórica responden a orientaciones dictadas por las academias estadounidenses y europeas (Caviedes 2007: 44). Esta crítica inicia la discusión que quiero plasmar en este apartado, y es ¿qué pasa con la antropología hoy? Para Myriam Jimeno, como ya anoté anteriormente “Cada generación, a su manera, no ha renunciado a la más radical de las utopías: la igualdad social”. Y Caviedes, opuesto a esta posición, nos expone que hoy hay una disminución considerable de una antropología que “milite” por esa igualdad social, por una antropología del sur. Para él más bien los antropólogos latinoamericanos estamos haciendo una antropología desde el sur, es decir, simplemente ubicados geográficamente en el territorio, pero no hay un compromiso político como el que se evidenciaba en los 70´s y 80´s, más bien los antropólogos repiten lo que las academias metropolitanas dictan15. En la entrevista realizada a Caviedes, me dice que él cree que Jimeno piensa que todas las generaciones de antropólogos han tenido esa utopía porque ella es la que ha continuado durante toda su carrera con esa utopía, además de haberse formado en un contexto donde la antropología realmente tenía un compromiso político con ese ideal. Pero hoy, para él, hay pocos antropólogos. Su posición radica en que no hay un deber ser y un ser de la 15

“¿Cuántos cursos dictan nuestro programas de pregrado o posgrado sobre la investigación acción participación, la única metodología de trabajo en ciencias sociales originada en Colombia, que se extendió durante cierta época en otros países de Latinoamérica?... ¿estudiamos en nuestras academias las genealogías de nuestro propio pensamiento?”(Caviedes 2007: 48)

antropología: Eso del deber ser de la antropología, eso discútanlo con Eduardo Restrepo, para mí la antropología es una cosa. Hay una gente que puede decir que es antropólogo, pero eso no quiere decir que estén haciendo antropología en verdad…Para mí, la antropología es un nombre que yo le doy a ciertas cosas -¿Cuáles son esas cosas? Capacidad de compartir una experiencia que no es la suya, eso quiere decir que uno es capaz de salirse de lo que mi experiencia en mi sociedad, en la que nací, me enseñó que era la verdad, y yo poder dejar eso de lado así sea solo por un momento. Si lo hago voy a entender cómo vive esa gente y porque esa gente vive así, aún cuando después de esa experiencia yo no me quede viviendo con esa gente, ni me vuelva como esa gente, ni crea que esa es la mejor forma de vivir…creo que no todo el mundo es capaz de hacer eso, pero yo creo que la antropología es un mundo en el cual uno se entrena para poder hacer eso y poder tener esa experiencia. -Entonces, según eso ¿sólo aquél que se permita vivir esa experiencia, y que la utilice para entender y luego cambiar las cosas, es antropólogo, por lo tanto hay muy pocos antropólogos? Sí, hay muy pocos (Caviedes 2014). Entonces, Caviedes se para en una posición en la hoy la antropología es poco comprometida con esos sectores explotados, y poco comprometida con el proyecto de realmente intentar entender la realidad de esos Otros que nos rodean. Además de la anterior propuesta de Caviedes, él cree que el rumbo de la antropología debe ser volver a lo que llamó antropología apócrifa, construir el conocimiento conjuntamente, y aportar para el cambio:

Esa antropología apócrifa solo puede ocurrir en un contexto en el que la antropología sirve para hacer cosas, como la investigación solidaria, como investigación acción participativa… Una de las condiciones que requiere este tipo de antropología, es romper la relación epistémica. Que en el proceso de conocer yo rompa la relación de unos que conocen y otros que son conocidos, necesito romperla, porque si no la rompo no todo el mundo puede participar del proceso de conocimiento, entonces unos conocerían y otros no…También requiere, que haya una identidad entre los que conocen y los que son conocidos, tienen que sentirse parte de lo mismo, de que están construyendo lo mismo, y como eso ocurre en un contexto político, la identidad tiene que ser política… Para que exista esa antropología apócrifa, es decir un tipo de gente que conoce en conjunto, tiene que existir una pregunta, si existe una pregunta es porque existe un problema, si existe un problema y todos tienen el mismo interés de resolver ese problema, es porque todos comparten ese problema (Caviedes 2014). Para mí, es claro que en la propuesta de Caviedes, hay una cercanía esencial en los que nos propone Jimeno sobre el investigador ciudadano. Entonces, para Mauricio solo hay una antropología, y debe ser ésta que nos describe, por lo tanto su reflexión me lleva a pensar que hoy en día pocos son los que se comprometen a la construcción de conocimiento conjunto con las comunidades, y esto demuestra un coyuntura desoladora y desesperanzada. Nina S. de Friedemann (1987) haciendo un análisis de los periodos de la antropología, llegaba al último en esa época 1987, y ya auguraba lo que creo que hoy sigue pasando, nuestra generación la precede una generación que es escepticista pues después de ese auge de militancia política y utopías, se cayeron los ideales con lo que terminó pasando en la realidad colombiana, como los asesinatos de quienes defendían esas ideas, el cierre de universidades, la persecución ideológica, la censura, etc. Refugiándose, aquellas nuevas generaciones, como menciona Friedemann en la academia, volviéndose una generación ecléctica y “apolítica” poco comprometida con las problemáticas sociales, y concentrada en una recuperación tan solo académica.

Ahora bien, quiero empezar a relatar mi encuentro con Myriam Jimeno con la pregunta inicial de este ensayo antropología comprometida ¿con quién?: La respuesta siempre es la misma, son con los sectores que se entienden como excluidos, o como oprimidos o como explotados (Jimeno 2014). Esta respuesta es clave para entender la posición que nos viene a narrar a continuación Jimeno. La autora propone una visión contraria a la que Mauricio nos propone, en términos del escenario actual de la antropología, y si él la llamó a ella optimista, ella lo llama a él pesimista. Myriam Jimeno, sostiene que esa preocupación ciudadana que caracteriza el estilo de la investigación en Latinoamérica, es una preocupación que se ha mantenido en todas las épocas, especialmente después de los 60´s que tiene una inserción crítica del marxismo. Ella se mantiene en la idea de que constantemente los antropólogos nos estamos interrogando por la realidad social, y para ella eso es una interrogación ciudadana, que no es propia de la antropología sino que se convierte en un horizonte de comprensión del investigador. En esta medida, a la respuesta de Mauricio sobre que Jimeno veía la realidad actual de manera optimista, pues ella perteneció a esa generación militante, Jimeno responde: Por su puesto que yo soy de esa generación, que tenía esa preocupación al margen. Pero cuando yo oigo a los antropólogos contemporáneos, ¿qué es lo primero que uno le oye? La preocupación por la comunidad. Entonces, mi argumento es que Mauricio está confundiendo dos cosas: el auge de la antropología crítica marxista, de ese tipo de antropología crítica que tienen un auge muy grande entre 1970 y 1990, Mauricio confunde ese auge con lo que yo llamo investigador ciudadano, por que para mí el investigador ciudadano no es simplemente el auge de los 70´s 80´s y 90´s, por hacer antropología comprometida; mi argumento va más allá de eso, la antropología comprometida con el pueblo, marxista, que quiere la revolución es una de las manifestaciones del investigador ciudadano, para mí la preocupación de ese investigador que se preocupa por su entorno está absolutamente viva en la medida

en que un sector muy importante de la antropología cuando practica…muy rápidamente incorpora a su investigación la acción política. Lo que quiero decir, es que más allá de la Universidad Nacional, yo vuelvo a encontrar esa misma preocupación en todos, siempre: y ¿cómo vamos a hacer? y ¿qué hacemos frente a la violencia? y ¿qué hacemos frente a la corrupción?… Pero entonces, yo en eso creo que Mauricio está confundiendo dos cosas, un momento digamos específico de una gran antropología militante. Pero eso no es a lo que yo llamo investigador ciudadano, yo llamo a eso un sello de estilo más grande (Jimeno, 2014). La respuesta de Jimeno, es clara en tanto ubica el quehacer de la antropología en un escenario de preocupación ético-política por la realidad social, que es constante en todas las generaciones de antropólogos ya que esto es el estilo de antropología en Colombia y Latinoamérica. Entonces, a la pregunta por el deber ser de la antropología, ella responde que esto de investigación ciudadana no solo es el deber ser de la antropología, sino que de hecho, es el ser de la misma. Que toda la antropología se compromete, obviamente que no, sin embargo es su sello de estilo, porque eso de alguna manera infunde toda la práctica social… hay algunos que no siguen estas preocupaciones, podría llamarse esto como un tipo de traición al investigador comprometido, probablemente sí. Sin embargo, es absolutamente consciente, “bueno este es mi trabajo…” pero al mismo tiempo entra en una serie de polémicas y contradicciones…lo ve uno todo el tiempo (Jimeno, 2014). Esto nos plantea entonces, una ruptura con el planteamiento de Mauricio; para Jimeno, aquellos que no realizan ese deber ser de la antropología, no quiere decir que no sean antropólogos, sino que están traicionando la posición de investigadores ciudadanos, sin embargo, aquellos que traicionan, son conscientes de esa traición, es decir que su disciplina les permite saber que lo que hacen no se encuentra dentro del deber ser, ni dentro del ser de la antropología, y eso los lleva a una interpelación.

IV. Reflexión final Quise profundizar en el concepto de investigador ciudadano, porque éste me incitó a reflexionar sobre la antropología que yo quiero hacer y la que estoy haciendo, empezando por las ideas que leo y reproduzco; es decir, me invitó a repensarme y observar críticamente la realidad de mi disciplina y el contexto de mi país. ¿Realmente nos sentimos comprometidos con un proyecto político? ¿Cuál es el sentido de pensar la realidad en la que estamos, sino aportamos nada para el cambio? Estas preguntas quiero hacérselas a mi generación, pues muy de la mano a la conclusión de Caviedes y de Friedemann, creo que somos una generación desesperanzada, ecléctica, quizás con un compromiso pero que es difuso, tal vez muchas veces contradictorio. Tal vez Jimeno sea optimista, o Caviedes pesimista; el punto realmente importante acá es dar cuenta que esa preocupación de la que nos habla Jimeno es latente, creo que de eso no hay duda. Sin embargo, es preciso resaltar que nuestra generación a pesar de tener esas preocupaciones, la mayoría de las veces sólo se quedan en eso, objetivando el escenario desesperanzador que nos menciona Caviedes. Por tanto, creo que pararse en un actitud radical de un lado u otro, muchas veces invisibiliza matices de las realidades en las que nos encontramos y no nos deja aproximarnos a lo que realmente sucede. Estoy segura, de que algunos de nuestros compañeros que ya son antropólogos continúan con ese ideal: el de la lucha por una igualdad. Pero muchos otros, se han comprometido con sectores que siguen explotando a los sujetos, y tal vez por la poca oferta laboral o por la ambición de dinero, han dejado a un lado aquella ideas transformadoras de las injusticias de la realidad colombiana. Y quiero terminar trayendo a colación una propuesta que creo que está en absoluta concordancia con las otras iniciativas expuestas a lo largo de este escrito, pero además agrega algo a la utopía, es la de Epistemologías del Sur expuesta por Boaventura de Sousa Santos.

Entiendo por epistemologías del Sur la búsqueda de conocimientos y de criterios de validez de conocimiento que otorguen visibilidad y credibilidad a las prácticas cognitivas de las clases, de los pueblos y de los grupos sociales que han sido históricamente victimizados, explotados y oprimidos, por el colonialismo y capitalismo globales. (Santos 2009:12) Esta propuesta entiende el Sur, no como un espacio geográfico sino como una metáfora de sufrimiento humano causada por el colonialismo y el capitalismo, es el Sur global, el Sur antiimperial, es una ubicación geopolítica. Creo que esta propuesta reúne la utopía descrita aquí, pero a su vez también hace un llamado a unir fuerzas entre los oprimidos del mundo que están ubicados en ese sur geopolítico, es un lucha directa que parte de la base de que las condiciones de explotación de los sujetos no solo se dan en Latino América, también en otros lados del mundo, incluso en el Norte también hay sures. Estar ubicados desde una epistemología del sur, que parte de que no es una epistemología, si no muchas,16 implica reflexionar sobre la realidad para hacer un diagnóstico crítico de lo que nos rodea, y tiene como elemento constitutivo, según Santos, la posibilidad de reconstruir, formular y legitimar alternativas para una sociedad más justa y libre. Partir de las Epistemologías del Sur es partir desde otras historias que no son necesariamente las de occidente, además, dialogar con otras epistemologías para aunar fuerzas. Las Epistemologías del Sur son el instrumento que nosotros consideramos más eficaz contra la guerra, porque si no ampliamos la conversación con la humanidad, la alternativa es la guerra. Solo, desde esta pluralidad de historias, nace la posibilidad de una utopía. (Santos 2009: 20) Esta propuesta también exhorta al trabajo con la gente, a construir conocimiento conjunto, en donde la teoría aprenda con la práctica y al final, lleve a escenarios de emancipación 16

“No hay peor injusticia que esa, porque es la injusticia entre conocimientos. Es la idea de que existe un solo conocimiento válido, producido como perfecto conocimiento en gran medida en el Norte global, que llamamos ciencia moderna. No es que la ciencia moderna sea en principio errónea. Lo que es errado, o criticado por las Epistemologías de Sur, es este reclamo de exclusividad y rigor. Desde nuestro punto de vista este contexto tiene en su base un problema epistemológico, de conocimiento, y es por ello que es necesario empezar por las Epistemologías del Sur.” (Santos 2009: 16)

“pero camina realmente, como decía el subcomandante Marcos, con los que van mas despacio; no con los que van adelante, sino con los que van atrás. Y esto es difícil, porque es otro tipo de trabajo que no se puede permitir el lujo de quedarse en la torre de marfil…el intelectual está en el terreno que trabaja con los movimientos” (Santos 2009:22) Creo que la coyuntura actual, en medio de sus limitaciones, permite luchar por esos ideales que se tenían en los 70´s, creo que hoy, teniendo en cuenta esa triste historia de matanza a quienes pensaban distinto, se han abierto puertas para pensar diferente a los grupos dominantes y a aquellos que persiguen un ideal con el que explotan y marginan a los sujetos (esto sin dejar de lado que igual siguen habiendo dificultades) pero siento que es posible, no solo que es posible, sino que es un deber ético-político de la antropología y los antropólogos, comprometerse con los sectores latinoamericanos, colombianos y los de los otros sures que se encuentran en condiciones de marginalidad, desequilibrio de fuerzas, pobreza y discriminación. Hay que virar nuestra mirada hacia nuestro propio contexto, no solo en términos sociales y políticos, sino también académicos, creo que hay que continuar con la utopía, pero no solo de los países de los que somos ciudadanos, aunque por condiciones económicas, sociales y quizás geográficas sea más fácil trabajar aquí, pero la lucha debe ser conjunta con todos los Sures.

Ella está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos más. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine nunca la voy a alcanzar.



¿Para qué sirve la utopía? Sirve para eso: para caminar. Utopía, Eduardo Galeano.



BIBLIOGRAFÍA

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ENTREVISTAS

Caviedes, Mauricio. 9 de Octubre 2014. Universidad Javeriana. Jimeno, Myriam. 21 de Octubre 2014. Universidad Nacional.



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