Hacia un \"existencialismo poético\": existencia auténtica en la Kehre heideggeriana

June 14, 2017 | Autor: Santiago Bellocq | Categoría: Philosophy Of Language, Poetics, Martin Heidegger, Jean Paul Sartre, Humanism, Existentialism
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Descripción

Hacia un “existencialismo poético” Existencia auténtica en la Kehre heideggeriana

Santiago Bellocq UNSAM

Introducción

Habitualmente, suele considerarse a Heidegger como el "padre" del existencialismo contemporáneo (en línea con aquél otro gran padre, Kierkegaard); incluso, según el propio Sartre, Heidegger pertenecería a ese grupo de pensadores alineados a una suerte de escuela, el "existencialismo ateo", tan en boga durante la segunda mitad del siglo XX. Tal aseveración a dado pie no sólo a grandes malentendidos, sino también a grandes respuestas y posiciones filosóficas, inclusive del mismo Heidegger. La corriente existencialista surge como tal como pensamiento radical de postguerra, donde en un mundo acabado y, patentemente, condenado al fracaso y a la destrucción total, es necesaria la pregunta por un sentido dentro del mismo absurdo que se vivía; es, como dice Camus, la pregunta por la posibilidad de una "lógica" hasta la muerte dentro del absurdo, las condiciones para un ethos auténtico y más humano: básicamente, el llamado a vivir una existencia auténtica. Es así como la cuestión de la existencia y el sentido se ve profundamente enraizada en las posiciones sobre qué es lo humano, y cómo puede abogarse mejor por él. Es, básicamente, una pregunta por el humanismo, y su correlativa defensa. La idea misma de "humanismo" surge en realidad hacia el siglo XIX; lo que aconteció en el período clásico o en el Renacimiento remite sobre todo a la experiencia de la paidéia griega y a la centralidad esencial del hombre culto respecto de las cosas (y de los hombre in-cultos). Como señala Heidegger en su Carta sobre el humanismo, la humanitas pertenece al homo humanus en tanto opuesto al homo barbarus, quien "incorpora" en las diversas escuelas la paidéia griega resultando en un ser culturado y formado. En el Renacimiento se re-actualiza esta idea, oponiéndose a la oscuridad del hombre gótico. Por otra parte, el humanismo que se da en el pensamiento cristiano responde a la delimitación definitoria del hombre en tanto 1

creatura de Dios, y sobre todo en tanto este Dios se hubo mostrado también como humano, siendo así culmen y modelo de todo tipo de humanidad pasada, presente, o futura. Marx y Sartre, por otra parte, no recurren a un retorno a lo antiguo o la paidéia para alcanzar la realización del ideal de humanidad. En ellos, según Heidegger, humanismo implica el “esfuerzo por que el hombre se torne libre para su humanidad y encuentre en ella su libertad”1, lo que indica de base que el humanismo variará en relación al concepto de “hombre” y “libertad” que se tenga. Así, Heidegger señala su tesis central respecto de en qué han devenido los diversos humanismos, diciendo que “todo humanismo se basa en una metafísica, excepto cuando se convierte él mismo en el fundamento de tal metafísica”.2 Este postulado será el eje que, tras su crítica deconstructiva, articulará toda la Carta sobre el humanismo. La metafísica, que comienza propiamente con la filosofía platónico-aristotélica, es básicamente la historia del olvido del ser, en tanto se lo ha pensado como ente. Esta visión estatizante y ciertamente reductora es la base de prácticamente todas las filosofías actuales, que no conocen ni preguntar por el sentido del ser, sino que simplemente presuponen sus cosmovisiones. Así, de los griegos hasta Hegel (incluso hasta Nietzsche, en cuanto su culmen y torsión), la metafísica a entificado al ser; no obstante, Heidegger señala que si ha acontecido el olvido y abandono del ser, es porque el ser mismo de algún modo nos ha abandonado, en tanto se ha sustraído, ocultándose tras formas históricas que han ensamblado la historia de la filosofía: el ser como Idea, como Creación, como Voluntad (llegando a la Voluntad de poder como su máxima expresión). Esta voluntad de voluntad es la que está detrás de la técnica actual, en tanto

“maquinación” (Machenschaft), que mediante el

aseguramiento y el cálculo provoca que lo ente sea dis-puesto, im-puesto, com-puesto, explotado por el hombre (aún cuando en realidad es el hombre quien termina siendo explotado por la técnica). Esta última etapa de la metafísica es nombrada por Heidegger como Ge-Stell, y no se sabe cuando podrá terminar. Es en este contexto que la pregunta por el humanismo es una pregunta metafísica, que no pone al hombre en relación con el ser en tanto no pregunta por la verdad del ser; incluso, hasta “impide esa pregunta” por su misma raíz metafísica. 1

Heidegger, M., “Carta sobre el „humanismo‟” en Hitos, trad. de Cortés, H. y Leyte, A., Madrid, Alianza Editorial, 2001, pág. 265 2 Ibíd. 2

Antiguamente, la metafísica clásico-medieval fundaba el concepto de hombre; a partir de la modernidad, es el hombre en tanto sujeto el que determina la metafísica. En ambos casos, se ha olvidado el ser. Heidegger dirá, como punto de partida, que “la necesidad y la forma propia de la pregunta por la verdad del ser 3, olvidada en la metafísica por causa de la misma metafísica, sólo puede salir a la luz cuando en pleno medio del dominio de la metafísica se plantea la pregunta „¿qué es metafísica?‟”. 4 Es decir, sin posibilidad de salirse de la metafísica, puede hacerse una “torsión” (Überwindung, entendiéndose como Verwindung, “re-signar”, “remisión”) mediante el preguntar por “lo digno de ser pensado”, profundizando abismalmente en la misma metafísica para alcanzar así un pensamiento más esencial y origianl respecto del ser y la esencia del hombre. De lo que se trata, entonces, es de pensar la humanitas desde un ámbito más originario del que lo hace la metafísica actual. Ese ha sido, fundamentalmente, el esfuerzo de Heidegger, quien ha realizado en sí mismo y en sus escritos un “viraje” (Kehre) en tanto una torsión de sus mismas categorías anteriores para pensar más a fondo aquello más digno de ser pensando: el ser. Es desde el ser y sólo en relación con él que se puede plantear la pregunta por el hombre y, con ello, la pregunta por una existencia auténtica, motivo principal de todos los diversos “existencialismos”. El siguiente trabajo busca seguir los diversos caminos que traza Heidegger, principalmente en su Carta sobre el humanismo, como en otros textos anteriores y posteriores, para ver de qué manera su propio pensamiento ha “virado” dando lugar a una filosofía de la existencia y del hombre desde el pensamiento y el poetizar esencial, que permitan pensar un “existencialismo” y un “humanismo” más auténticos y profundos en tanto remitidos, en el lenguaje, y mediante un habitar poético, al acontecimiento de relación con el ser.

De la Sorge al Schonen

La Carta sobre el humanismo es, en verdad, un texto tan rico como inicialmente demasiado gratuito5, en tanto es producto de una doble falta de lectura, 3

“Verdad del ser”, esto es, lo Ereignis, la relación acontecial entre Dasein y ser. Ibíd. 5 Independientemente de ser también respuesta a una carta a Baufret. 4

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tanto de Sartre como de Heidegger. Sartre es sin dudas un pensador altamente crítico y original, tan meticuloso como pasional; la increíble síntesis que dio lugar a El ser y la nada es resultado de un estudio muy elaborado sobre Husserl, Hegel, y sobre todo Heidegger. La mitad del libro puede corresponderse sin grandes problemas con los puntos fundamentales de Ser y Tiempo, en tanto elabora una filosofía de la existencia basado en la facticidad y la responsabilidad del propio proyecto existencial, aunque ciertamente con un estilo más fiel a la fenomenología husserliana que lo que mantuvo Heidegger. No obstante, a pesar de ser un texto impresionantemente completo, Sartre adolece de lecturas de textos posteriores de Heidegger; además de Ser y Tiempo6, ha leído con certeza ¿Qué es metafísica? y, muchos años después, De la esencia de la verdad (que toma para un texto suyo publicado póstumamente, Verdad y existencia); así, maneja bien lo que se ha llamado el “primer Heidegger”, pero no ha ahondado en los textos de la Kehre. Es por ello que Heidegger puede sostener que su pensamiento entero, reflejado en frases como “la existencia precede a la esencia”, “queda detenido, junto con la metafísica, en el olvido de la verdad del ser”7, ya que la inversión de una frase metafísica sigue siendo una frase metafísica en tanto no ha pensado a fondo el sentido del ser. No obstante, es cierto que, probablemente, Heidegger jamás haya leído (o al menos, leído completo) El ser y la nada; en ningún momento de su Carta deja entrever referencias a ese texto, dedicándose exclusivamente a la conferencia de Sartre El existencialismo es un humanismo, pronunciada en 1945 a modo de disertación libre (no había preparado ningún texto para leer, sino que se explayó en el momento) para un público no naturalizado con el lenguaje filosófico, por lo que los argumentos y expresiones utilizados se justificarían por ese contexto. Si ambos autores se hubieran detenido a leer la totalidad de sus obras, sus puntos de encuentro hubieran sido mayores, o al menos hubieran dado lugar a un diálogo mucho mas fructífero del que se dio, incluso desde esa falencia inicial. De cualquier manera, independientemente de esta carencia, la Carta de Heidegger ha resultado ser un texto clave en su pensamiento, profundamente rico; también adopta un estilo más parecido al de su etapa fenomenológica, lo que resulta una oportunidad muy clarificante respecto de muchas de las ideas propias de su reflexión sobre la verdad del ser. En lo que respecta a la idea de humanismo y de existencia, hay que ver primero cómo ésta 6

En adelante “SuZ” 4

estaba planteada en SuZ y qué “viraje” a sufrido. Recordemos antes que nada que SuZ es, como dice en el prólogo, “el desarrollo concreto de la pregunta que interroga por el sentido del término „ser´” 8; hay desde el principio una intención hermenéutica que, como desarrollará más adelante, sólo podrá ser abordada desde el previo análisis existenciario del ser-ahí (Dasein). No voy a desarrollar la totalidad de perspectivas que aparecen en SuZ, sino que tendré en cuenta aquello que mejor nos puede ayudar para pensar lo que Heidegger propone como “existencia auténtica”, quid de todos los existencialismos. En diferencia con la postulación de Sartre tal como aparece en El existencialismo, Heidegger sostiene que “la esencia del „ser-ahí‟ está en su existencia” 9; el Dasein “es en cada caso su posibilidad”, y como posible es que puede “elegirse” a sí mismo, en tanto asunción de su facticidad y su angustia en su proyecto, y así ganarse (o, mejor, “apropiarse” por y para sí mismo”).10 Así, “los dos modos de ser de la „propiedad‟ y la „impropiedad‟ (...) tienen su fundamento en que todo „ser-ahí‟ se caracteriza por el „ser, en cada caso, mío‟”11. El Dasein es existencia fáctica: en tanto que comprender o poder-ser, es posibilidad, pero sólo podrá serla auténticamente en la anticipación constante de su posibilidad última, la muerte. Como explica Pöggeler, “el ser-ahí es siempre entero, en tanto siempre anticipa nuevamente la muerte. Es auténtico en tanto en su resolución sigue el llamado de la conciencia. La cura [souci, Sorge] es, en su ser auténtico, resolución anticipante (...). En la anticipación resuelta de la muerte, el serahí vuelve de su ser-adveniente a su ser-sido, de suerte que él es, de manera auténtica, lo que siempre él ya era.” 12. La facticidad implica un estar ya “yecto” en el mundo; como dice Heidegger, “el ser-ahí es inmediatamente siempre ya „caído‟ „de‟ sí mismo en cuanto „poder ser sí mismo‟ propiamente y „caído‟ „en‟ el „mundo‟”.13 Es en este “torbellino” provocado por el “uno“, el público estado de interpretado, el extrañamiento, el derrumbamiento, etc., donde se da la cotidianeidad de la existencia concreta de cada Dasein. Esta 7

Ibíd., pág. 270 Heidegger, M., El ser y el tiempo, trad. de Gaos, J., Buenos Aires, FCE, 2014, pág. 10. 9 Ibíd., pág. 54 10 Más adelante veremos en qué manera este “apropiarse” está o no presente en el acontecimiento(a)propiación. 11 Ibíd., pág. 55 12 Pöggeler, O., La pensée de Martin Heidegger, trad. de Simon, M., Paris, Aubier-Montaigne Ed., 1967, pág. 82. La traducción del francés es mía. 13 El ser y el tiempo, op. cit. pág. 195 8

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existencia (en la articulación de existenciariedad, facticidad, ser-caído) toma el nombre de “cura” (Sorge). Ella implica que el Dasein es un ente que se anticipa en un proyecto, arrojado al mundo, perdido “cabe-los-entes” de su ocupación. A la vez, la Sorge tiene su origen en el tiempo: “el tiempo es originalmente como temporación de la temporalidad que hace posible la constitución de la estructura de la cura”. 14 Así entonces, puede establecerse una correlación inseparable entre existenciacura-tiempo: el Dasein es Sorge del ser en general, y debe sostener y soportar la patencia del ser en la comprensión del ser sobre el fundamento del tiempo, en tanto proyecto-yecto. Ahora bien, en perspectiva, el ser-en-el-mundo en tanto es ocupaciónpreocupación-cuidado-cura desliza un matiz ciertamente complejo y conflictivo, en tanto implica un esfuerzo y una actividad angustiante en la que se nos juega nada menos que la existencia que es “en cada caso mía”. La Sorge articula y totaliza el mundo del Dasein y su relación con los entes intramundanos, en los que a veces éste se ve caído: “es cierto que en nuestros quehaceres nos parece como si solo estuviéramos ligados a este o aquel ente, como si anduviésemos perdidos en este o aquel ámbito de lo ente. Pero por dislocada que nos pueda parecer la realidad cotidiana, en cualquier caso sigue manteniendo a lo ente, aunque sólo sea en la sombra, en una unidad del „todo‟. Incluso y precisamente cuando no estamos ocupados propiamente con las cosas o con nosotros mismos (...).”15

La cura en SuZ denota entonces un tinte que oscila entre lo melancólico y lo inhóspito del mundo y la existencia, y por ello la angustia es el Stimmung fundamental de la existencia auténtica-apropiada. Ahora bien, en los escritos posteriores y en el pensamiento del mismo Heidegger ha operado aquél “viraje” en el que la pregunta por el sentido del ser se transforma en pregunta por la verdad del ser. La relación que el hombre establece con el ser adquiere otras particularidades, que sin perder cierta conflictividad dan una sensación mayor de “pertenencia”, cercanía, a la tierra del ser, como puede verse en su Carta. El Dasein, que en SuZ podía mantener ciertos vestigios de kantismo reelaborado, sufre un descentramiento en tanto se acentúa el ser “ahí” del ser (Da-sein); la Sorge, incluso, se mantiene pero ya pensada 14 15

Ibíd., pág. 358 Heidegger, M., ¿Qué es metafísica?, trad. de Cortés, H. y Leyte, A., Madrid, Alianza Editorial, 6

como “soportar” el ser sobre sí: “en cuanto ex-sistente, el hombre soporta el ser-aquí, en la medida en que toma a su „cuidado‟ [Sorge] el aquí en cuanto claro del ser”.16 Soportar extáticamente es equivalente a asumir el cuidado del ser. Es notable que “Da-sein” ya no remite exclusivamente al hombre en tanto relacionado con el ser, si no que implica ahora el “entre” de hombre y ser (de hecho, a lo largo de la carta, y también en sus escritos posteriores, Heidegger hablará sin problema del “hombre”, siempre entendiéndolo como arrojado al ahí (Da) del Ereignis que da ser y tiempo). El hombre, pues, y contra toda pretensión del proyecto metafísico del Ge-Stell, no es definido como “señor”/explotador de lo ente, sino como “pastor del ser”.17 Según Heidegger, en esta nueva situación el hombre no “pierde” nada en su dignidad (como algunos críticos le han atribuido), si no que por el contrario gana la mayor apropiación de sí y del ser, gana su plena autenticidad: “gana la esencial pobreza del pastor, cuya dignidad consiste en ser llamado por el propio ser para la guarda [schonen] de su verdad”. 18 Así, en tanto “pastor” del ser, el hombre es quien su Sorge debe ser un schonen, es decir un cuidar, resguardar, albergar en la cercanía de la intimidad propia al mundo mismo para que algo brote/acontezca. El matiz es claramente más amigable y suave comparado con el curarse de un mundo en el que uno está caído entre las múltiples posibilidades que tientan a la impropiedad de la existencia fáctica. La existencia es definida ahora como “el morar ex-stático en la proximidad del ser. Es la guarda, el cuidado del ser”. 19 Sorge y schonen se funden ahora en una nueva perspectiva, que tiene su base en el “morar” “cercanos” al ser. Este morar, que es un “habitar”, será la clave que articulará la propuesta de “existencia auténtica” en los textos de la Kehre.

Habitando la “casa del ser”

La autenticidad, en tanto apropiación del ser-[ahí], no tiene un cariz de tipo moral o antropológico, sino que implica “la relación „extática‟ del ser humano con la

2012, pág. 23 16 Carta sobre el humanismo, op. cit. pág. 270 17 Ibíd., pág. 281 18 Ibíd. 19 Ibíd. 7

verdad del ser”20. Esta verdad del ser es el claro donde se encuentra abismado lo Ereignis, concepto altamente complejo y oscuro, que implica el carácter acontecial y relativo (al Dasein) del ser y del tiempo. Heidegger muestra cómo en el término está incluido el eignen, que puede pensarse como apropiación, expropiación, transpropiación. Lo Ereignis es tanto un acontecimiento (y en ese sentido connota una eventualidad gratuita) como una “propiación” (donde ser y Dasein se reapropian mutuamente). Es en el “entre” del Ereignis donde el Dasein está arrojado extáticamente y donde encuentra su esencia y morada, algo totalmente olvidado por el imperio del Gestell. “El propio ser es la relación, en cuanto él es el que mantiene junto a sí a la ex-sistencia en su esencia existencial, es decir, extática, y la recoge junto a sí como el lugar de la verdad del ser en medio de lo ente”21; el ser es entonces lo más cercano al hombre, y por esa total cercanía es que muchas veces le pasa desapercibido poniendo su total atención en lo siguiente más próximo, que es el ente. Ahora bien, Heidegger postula que esa cercanía “se presenta como el propio lenguaje”. Advierte contra el uso corriente de este término, que suele presentarse al sujeto como mera forma (fonética o escrita) con un contenido (significado); incluso denuncia la decadencia actual del lenguaje bajo el señorío de la metafísica de la subjetividad, reducido a ser un mero instrumento medible y manipulable por la lógica y la gramática. Esta devastación implica a la vez una amenaza a la esencia del hombre, quien debe por el contrario “protegerlo” ya que es en él donde acontece el ser. El lenguaje es “la casa del ser, que ha acontecido y ha sido establecida por el ser mismo (...). Al habitarla el hombre ex-siste, desde el momento en que, guardando la verdad del ser, pertenece a ella”. 22 Es por esto que debe pensarse la esencia del lenguaje en su correspondencia con el ser, en tanto esa misma correspondencia es la morada donde habita propiamente el hombre y donde se juega su existencia, sea ésta propia o impropia. De esta manera, el espacio semántico donde el mundo se revela está diagramado y estructurado por el lenguaje, ya que el ser mismo, en tanto es comprendido por el Dasein (como pensaría Gadamer), es lenguaje. Lo Ereignis, por fundar y acontecer en el lenguaje, puede pensarse como un “acontecimiento(de)transpropiación” 23 de 20

Ibíd., pág. 274 Ibíd., pág. 273 22 Ibíd., pág. 274 23 La separación de los dos polos fundamentales de lo Ereignis por el “de” entre comillas busca 21

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sentido, donde hombre y ser se apropian mutuamente a sí en ese “ahí” descentrado y abismal; por eso es que la ex-sistencia es un arrojarse a ese abismo, y cuyo guardar la verdad del ser en tanto a/ex-propiación es la clave determinante para guardar la misma propiedad de su existencia, es decir, su autenticidad. El hombre será más auténtico en tanto habite el lenguaje, apropiándose en/con/por él del sentido 24 (o los sentidos) de la verdad del ser, es decir, lo Ereignis. Así, el lenguaje reina siempre en nosotros, y lacanianamente podríamos aseverar que “somos hablados por el lenguaje”, en tanto en él resuena el ser que hila nuestra existencia total: “abriéndose en el claro, el ser llega al lenguaje. Está siempre en camino hacia él. Y eso que adviene es lo que el pensar ex-sistente lleva al lenguaje en su decir”.25 Según Heidegger, y considerando la desviación que sufre el pensamiento de tipo metafísico, "lo único que importa es que la verdad del ser llegue al lenguaje y que el pensar alcance dicho lenguaje". 26 Esto supone una dificultad esencial, en tanto nuestro pensar no puede deshacerse de toda su carga metafísica; sin embargo, en tanto se de existencialmente esta apropiación auténtica de lo Ereignis en el lenguaje, es posible acceder a un pensar esencial, que profundiza en ese abismo sin fondo. ¿Es posible ese tipo de pensamiento? ¿Cómo puede experimentarse tal tipo de relación auténtica con el lenguaje, en tanto permanece apresado y oprimido por las rígidas leyes de la gramática metafísica? ¿Bajo qué modalidades puede acontecer una "existencia comprometida", como gusta decir a Sartre, en tanto pertenezca a la apropiación de ser y tiempo dados por la verdad del ser en el lenguaje? Heidegger en su Carta nos da la respuesta: "Liberar al lenguaje de la gramática para ganar un orden esencial más originario es algo reservado al pensar y al poetizar". 27 Hay que rastrear entonces en qué sentido la verdadera existencia auténtica, tal como venimos planteando, acontece plenamente en los pensadores y poetas esenciales en tanto guardianes de la casa del ser.

reproducir (salvando por analogía las gigantescas diferencias) el movimiento con que Sartre piensa la intencionalidad de la conciencia, cuyo objeto le es correlativo “a priori” y que a la vez implica una reapropiación de ambos términos entre sí. 24 "(...) sólo a partir del 'sentido', es decir, solo a partir de la verdad del ser, se podrá entender cómo es el ser. El ser le abre su claro al hombre en el proyecto extático. Pero este proyecto no crea el ser." en Carta sobre el 'humanismo', op. cit. pág. 277 25 Ibíd., pág. 295 26 Ibíd., pág. 282 9

Habitar, pensar, poetizar

En la primera página de la Carta, Heidegger señala que el lenguaje es la casa del ser, y que en esa morada habita "el hombre"; además, indica que "los pensadores y poetas son los guardianes de esa morada". 28 Hay que desglosar aquí varios puntos para pensar mejor qué relación se da en el habitar como morar con el pensar y el poetizar, y qué aspectos “éticos” posee esta relación. Heidegger deconstruye el clásico relato de Heráclito y su sentencia “éthos ánthropw dáimon”, que suele traducirse por “su carácter es para el hombre su demonio”. Señala que esta traducción piensa en términos modernos, no desde el pensamiento esencial griego. Para los griegos, éthos significa “estancia, lugar donde se mora”; es decir, donde acontece la esencia de cada existencia. Esta morada es construida mediante el pensar (y el poetizar), que “como conjunción del ser, conjuga destinalmente la esencia del hombre en su morar en la verdad del ser” 29, morar que no es sino la concepción “re-tornada” del ser-en-el-mundo. La construcción de la casa del ser, dada en el pensamiento y la poesía esenciales, no remiten a una “técnica” calculada y “racional”; tampoco implican una praxis o una teoría separadas: son ambos una póiesis, una puesta-en-obra de la verdad del ser, y en ese sentido guardan una semejanza con la obra del artista. “Sólo a un proyecto poético y pensante se le revela un tal ser”30, como se daba inicialmente en el pensamiento de Heráclito y Parménides, por lo que hay una conexión primigenia y una importancia fundamental para los hombres entre pensamiento y poesía; su pensar “todavía es poético, lo que significa en este caso que es [verdaderamente, podríamos agregar] filosófico y no científico. Pero (...) en este pensamiento poetizante el pensar es prioritario”.31 Ahora bien, si bien su origen (y su fin) son lo mismo (pero no lo igual), deben poseer modalidades esenciales diferentes si quieren darse auténticamente: “El poetizar y el pensar sólo se encontrarán en lo mismo si permanecen de un modo decidido en el

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Ibíd., pág. 260 Ibíd., pág. 259 29 Ibíd., pág. 292 30 Heidegger, M., Introducción a la metafísica, trad. de Ackermann Pilári, A., Barcelona, Ed. Gedisa, 2003, pág. 138 31 Ibíd., pág. 134 28

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carácter diverso de su esencia”. 32 ¿De qué manera ambos contribuyen a la construcción del lenguaje y a la apropiación del ser? El pensar esencial es “l’engagement par l’Être pour l’Être”, por y para el ser: “el pensar es del ser en la medida en que, como [Ereignis] del ser, pertenece al ser, está a la escucha del ser”.33 Porque es apropiado por el ser, es que lo “dice” de una manera auténtica y profunda: “el pensar sólo lleva al lenguaje la palabra inexpresada del ser”.34 Esta “palabra inexpresada“, como lo oscuro y sustractor de lo Ereignis, guarda en sí la abismal potencialidad de futuras donaciones de ser y sentidos; esto que “desiste” en el ser es lo que Heidegger llama la “nada”, que sólo puede ser pensada en este pensamiento esencial en tanto éste piensa el ser en su diferencia. Ser y nada se encuentran en litigio, en un pólemos originario: sin embargo, como dice en su Introducción a la metafísica, “sólo esta lucha édeixe, muestra”.35 Este pólemos se traslada al mismo pensador en tanto reúne en el Lógos lo acontecido, e incluso es posible pensar esta lucha como algo atribuible a toda existencia en pugna por su propiedad: “Ser-humano significa: asumir la conjunción, la percepción conjuntadora del ser del ente, el saber que pone-en-obra a la aparición; y, de ese modo, significa administrar lo descubierto y preservarlo del encubrimiento y el ocultamiento”. 36 Este desocultamiento (a veces conflictivo) de la verdad del ser queda guardado, protegido en la memoria de un pueblo histórico gracias a los pensadores, y así “por cuanto el lenguaje que ha sido llevado de este modo a la plenitud de su esencia es histórico, el ser queda preservado en la memoria. Pensando, la ex-sistencia habita la casa del ser”.37 Una vez más Heidegger nos ayuda así a pensar la conexión entre existenciapensamiento-lenguaje. Este existir humano, ya vimos, es pensado como un morar, y en ese sentido es una ética en sentido griego, no en su forma metafísica en tanto disciplina divorciada del pensamiento del ser. Por ello, “el pensar que pregunta por la verdad del ser y al hacerlo determina la estancia esencial del hombre a partir del ser y

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Heidegger, M., “...Poéticamente habita el hombre...” en Conferencias y Artículos, trad. de Barjau, E., Barcelona, Ediciones del Serbal, 2001, versión digital separada, pág. 5 33 Carta sobre el ‘humanismo’, op. cit. pág. 261 34 Ibíd., pág. 295 35 Introducción a la metafísica, op. cit. pág. 134 36 Ibíd., pág. 159 37 Carta sobre el ‘humanismo’, op. cit. pág. 295 11

con la mira en el ser no es ética ni ontología”. 38 Nuevamente, Heidegger nos recuerda que la apropiación original de la esencia de la humanitas y de la existencia auténtica sólo se dará mediante la apropiación del ser en un pensamiento hundido en lo Ereignis. Este pensar escapa a las clasificaciones que podría hacer un marxista sobre si es teórico o práctico, ya que acontece antes de esta distinción; en tanto arrojado por el ser “a la guarda de su verdad”, piensa el ser y no tiene efecto “práctico” alguno; sin embargo, realiza la mayor de las obras, la construcción de la morada propia del hombre en su pensar el ser, trazando “tenues surcos en el lenguaje“. Ése es su actuar/hacer, su póiesis, que tiene la característica de ser plenamente libre ya que “le deja ser al ser”. Así, en tanto pensamiento de un Dasein apropiado, el ser llega al lenguaje como lo siempre adveniente, en tanto él también ex-siste (“pensando, la existencia habita la casa del ser”); es así una de las dos modalidades en que se puede llevar una existencia auténtica y comprometida con la verdad del ser. El ser histórico 39, acontecial, ya ha llegado (y podrá seguir llegando) al lenguaje en el decir de estos pensadores, cuyo “único asunto” es llevar al lenguaje el advenimiento del ser que “permanece”, y así espera al hombre; por eso es que los pensadores esenciales dicen lo Mismo, que no es decir cosas iguales; es la mismidad que implica la diferencia, la mismidad que también dicen a su modo los poetas. Sin embargo, habría que agregar: ¿acaso Heidegger no hace suyos los versos de Hölderlin de que “lo que permanecen lo fundan los poetas”? ¿En qué sentido este ser que “permanece” y que reclama el pensar de los pensadores no es el mismo del fundado por los poetas? ¿No hay acaso en el habitar un permanecer que les es común a ambos? Desde luego que lo que permanece es lo fundado en un "proyecto poético-pensante". Sin embargo, hay que ver que dimensión aporta la figura del poeta y la poesía misma para la resolución de la autenticidad existencial y una originaria apropiación de la humanitas. Los poetas son también ellos "guardianes" de la morada del ser, es decir del lenguaje. Ahora bien, parece que hay algo en el rol poético que puede ser pensable para todos los hombres, independientemente de que algunos posean aquella "profesión" artística. "El ser del hombre se funda en el habla" 40, y a él se le ha donado 38

Ibíd., pág. 292 Es el ser mismo quien se dona esencial e históricamente en el pensar. Sin embargo, cabe el problema de concebir que el ser, en tanto sustraído y abandonado, se haya presentado al pensar como mero ente. 40 Heidegger, M., "Hölderlin y la esencia de la poesía" en Arte y poesía, trad. de Ramos, S., Buenos Aires, FCE, 1992, pág. 134 39

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el lenguaje como el más inocente y a la vez más peligroso de los bienes. Heidegger, al preguntarse por quién es el hombre, se responde que es "aquel que debe mostrar lo que es"41, y esto implica la manifestación de su propia existencia. Agrega que esta expresión del ser del hombre y su auténtica realización acontece por la libertad de la decisión que lo introduce en una aspiración más elevada, que es ser histórico en tanto patentiza (pastorea, podríamos decir) el ser de los entes, y para que esto sea posible es que se le ha dado el lenguaje. "El habla es su propiedad", y con esto no debemos pensar que es un instrumento ganado o adquirido a la zaga, sino que le pertenece esencialmente; incluso, profundizando con relación a lo visto, la propiedad de la existencia (su autenticidad) se da fundamentalmente en el habla. Ahora bien, en este devenir, "el lenguaje, en tanto conversión del ser en palabra, se hizo poesía. La lengua es la proto-poesía en la que un pueblo poetiza el ser".42 La palabra esencial de la poesía "nombra por primera vez al ente por lo que es y así es conocido como ente" 43, abre el mundo: es “la instauración del ser con la palabra”. Esta instauración no es una creación calculada o derivada de algo ente, sino que es una libre donación que es a la vez proyección mundanal insertada en el Dasein. Cuando en la poesía los dioses son nombrados originalmente, cuando llega a la palabra la esencia de las cosas, “la existencia del hombre adquiere una relación firme y se establece en una razón de ser”.44 Los poetas escuchan las palabras de la divinidad, agarran con su mano el “rayo” (justamente una de las imágenes poéticas del Ereignis), captan los sentidos donados, y los ofrecen al pueblo: “es un „proyectado fuera‟, fuera en aquel entre, entre los dioses y los hombres. Pero sólo en este entre y por primera vez se decide quién es el hombre y dónde se asienta su existencia”. 45 Así, la imagen del poeta encarna todas las propiedades del Dasein que es proyecto-yecto, arrojado al “entre” del mundo que es el mismo Ereignis, cabe los entes, cuidándolos/guardándolos, y en ese sentido funda lo permanente. Y sin embargo, “poéticamente habita el hombre...”: esto es, todos los hombres y siempre, no sólo los que se dedican al ejercicio del arte poético. Heidegger responde sobre la cuestión de la presunta incompatibilidad entre habitar y poetizar, diciendo que de hecho el habitar descansa en el poetizar. También advierte contra las 41

Ibíd., pág. 130 Introducción a la metafísica, op. cit. pág. 156 43 Hölderlin y la esencia de la poesía, op. cit. pág. 137 44 Ibíd., pág. 138 42

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concepciones corrientes del habitar, que denotan un mero “alojarse en”; no es tanto una forma de comportamiento, sino lo definitorio de la existencia humana vista desde un ámbito originario. “Poetizar es dejar habitar” 46, y en tanto dejar habitar, es un construir. Aparece aquí nuevamente la remisión al lenguaje, “señor del hombre”, quien es el que propiamente “habla”, notificándonos además sobre la esencia del habitar, del poetizar y del construir. Escuchar la exhortación del lenguaje es lo propio del elemento poético, y su decir será más libre en tanto escuche abierto a la donación gratuita de lo Ereignis. El habitar del hombre, siguiendo a Hölderlin, lo “llena de méritos” en tanto “cuida [schonen] las cosas que crecen de la tierra y abriga lo que ha crecido para él” 47; este cuidar y abrigar son un modo del construir auténtico, que no se da en irrealidades fantasiosas sino que se da asentado en la tierra, en tanto patria del hombre. Ahora bien, como habíamos visto anteriormente, el hombre-poeta está arrojado en el “entre” de divinos y mortales, cielo y tierra: esa dimensión intermedia es el campo semánticoexistencial del Geviert (“cuarteto, cuadratura”), cuyo no-centro es lo Ereignis. En ese espacio descentrado y arremolinado es que el hombre mide esas relaciones, que son también las suyas propias en tanto son su habitar; sólo así él es capaz de ser en la medida de su esencia. Este medir-poético es de crucial importancia, ya que “sólo esta medida saca la medida de la esencia del hombre” 48, es decir, funda su humanitas. Esta medida consiste en “la manera como el dios que permanece desconocido es revelado en tanto que tal por medio del cielo” 49, es decir en tanto que se sustrae y oculta pero a la vez manifestándose (como “por señas”, podríamos agregar); no es nada fijo o determinado, sino que se encuentra dinamizado por el mismo juego de mostración/sustracción propio del ser-diferente dado por lo Ereignis. La medida del hombre es el abismo. Así, el habitar acontece auténticamente en tanto el poetizar ereignet como toma-de-medida que promueve el construir original, fundado en el lenguaje. Heidegger denuncia sin embargo la actual impoeticidad de la existencia, en tanto estamos emplazados (Gestellen) en un exceso de medida impropia que se traduce en cálculo y disponibilidad autoritaria sobre los entes. “El poetizar es la capacidad 45

Ibíd., pág. 146 “...Poéticamente habita el hombre...”, op. cit. pág. 3 47 Ibíd., pág. 4 48 Ibíd., pág. 8 46

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fundamental del habitar humano [= existencia]. Pero el hombre únicamente es capaz de poetizar según la medida en la que su esencia está apropiada a aquello que por sí mismo tiene poder sobre el hombre y que por esto necesita y pone en uso su esencia. Según la medida de esta apropiación, el poetizar es propio o impropio”.50 De esta manera, a pesar de sus diferencias, los pensadores y poetas esenciales, en tanto figuras del Dasein auténtico, son los que poetizan en tanto miden el “entre” del mundo articulado como Geviert, ganando así su esencia-existente proyectada y yecta, construyendo su morada (que es la “casa del ser”, el lenguaje), apropiándose del ser y el tiempo que da lo Ereignis. La Sorge, devenida en schonen, se resuelve en este mismo morar poético. En ambos casos, esa esencia ganada, esta existencia auténtica/apropiada, puede pensarse como una existencia poética, cuya póiesis es nada menos que la actividad decisiva para vivir de un modo más originariamente humano.

Consideraciones finales para pensar un “viraje” dentro del existencialismo

A lo largo de este trabajo, creo haber mostrado que las acusaciones hacia Heidegger de ser anti-humanista por un lado, o ser parte de una escolástica filosófica determinada por otro, son altamente infundadas. Probablemente nunca un “existencialismo” o un “humanismo” metafísicos hayan alcanzado la profundidad con que Heidegger ha pensado la existencia y la esencia de lo humano. 51 Un humanismo metafísico, en tanto permanece cerrado a la verdad del ser, no puede alcanzar una experiencia más profunda de lo que el hombre originariamente es; sólo desde la pregunta por el ser y su relación con el hombre es que puede devolverse al humanismo su antigua dignidad. Lo que importa verdaderamente es la existencia del hombre (en tanto es su esencia), ya que importa desde el propio ser en cuanto es él quien hace acontecer al hombre como ex-sistente, guardián de su propia verdad. Heidegger dice que si se quiere conservar la palabra “humanismo” (con todas las 49

Ibíd. Ibíd., pág. 11. El subrayado es mío. 51 “Como se habla contra el „humanismo‟ [metafísico], se teme una defensa de lo in-humano y la glorificación de la brutalidad bárbara. Pues, en efecto, ¿qué más „lógico‟ que a quien niega el humanismo sólo le quede la afirmación de la inhumanidad?” en Carta sobre el ‘humanismo’, op. cit. pág. 284 50

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dificultades que ello supondría debido a su carga histórica y metafísica actual), se deberá tomar en cuenta entonces que “la esencia del hombre es esencial para la verdad del ser”.52 No hacerlo sería atentar contra el reconocimiento de la auténtica dignidad del hombre: “en este sentido, el pensamiento de Ser y Tiempo [y de todos estos textos de Heidegger] está contra el humanismo. Pero esta oposición no significa que semejante pensar choque contra lo humano y favorezca a lo inhumano, que defienda la inhumanidad y rebaje la dignidad del hombre. Sencillamente, piensa contra el humanismo porque éste no pone la humanitas del hombre a suficiente altura”,53 en tanto lo piensa como “sujeto”, “conciencia”, etc. Lo que el existencialismo de Sartre tiene interés en demostrar es “el enlace de carácter absoluto del compromiso libre, por el cual cada hombre se realiza al realizar un tipo de humanidad”54; pero esto es un plano donde “solamente hay hombres”. Heidegger, por el contrario, promueve un compromiso existencial con la verdad del ser, en un plano donde “principalmente hay Ser”, lo cual no significa dar vuelta la cara a los hombres sino entender que el hombre está absolutamente implicado en la relación con el ser, en tanto ambos se transpropian mutuamente en lo Ereignis. Comprometerse con lo Ereignis es comprometerse con la construcción del lenguaje, comprometerse con llevar a la palabra la verdad que manifiesta la auténtica esencia del hombre humano, comprometerse con la medición poética que establece la dimensión del habitar auténtico, comprometerse al punto de apropiarse de la existencia “en cada caso mía”; si esto no es un existencialismo pleno y originario, entonces sus variantes metafísicas son verdaderamente modas. La existencia auténtica/apropiada, eje de las luchas y promociones existencialistas, puede ser pensada como existencia poética en su doble modalidad esencial; el pensar y el poetizar, cumbres hermanas y distantes a la vez. Como señala Rebok, “nombrando lo sagrado, el poeta “poetiza el ser”, pero no lo piensa, no lo interroga ni lo honra como ser. Con todo, comparte con el pensar inicial el ámbito de la de-cisión histórica. Así coefectúa con el pensar el salto y asume el riesgo del lanzamiento a partir del cual es posible un primer abrirse paso en el ámbito de la historia del ser. El pensar, a su vez, no puede sustituir la donante fundación poética, sí

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Ibíd., pág. 283 Ibíd., pág. 272 54 Sartre, J.-P., El existencialismo es un humanismo, Buenos Aires, Ediciones del 80, 1992, pág. 34 53

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puede aportarle claridad (Helle)”.55 Toda existencia que se quiera apropiada deberá encarnarse en alguna de estas dos figuras, que confluyen en el habitar poético. Lo que desemboca así en un proyecto poético-pensante sobre la verdad del ser, no es otra cosa mas que un nuevo “existencialismo”, poético, auténtico, abismal.

Bibliografía consultada

-Carpio, A., Principios de filosofía: una introducción a su problemática, Buenos Aires, Glauco, 2004 -Heidegger, M., “Carta sobre el „humanismo‟” en Hitos, trad. de Cortés, H. y Leyte, A., Madrid, Alianza Editorial, 2001 -Heidegger, M., El ser y el tiempo, trad. de Gaos, J., Buenos Aires, FCE, 2014 -Heidegger, M., ¿Qué es metafísica?, trad. de Cortés, H. y Leyte, A., Madrid, Alianza Editorial, 2012 -Heidegger, M., Introducción a la metafísica, trad. de Ackermann Pilári, A., Barcelona, Ed. Gedisa, 2003 -Heidegger, M., “...Poéticamente habita el hombre...” en Conferencias y Artículos, trad. de Barjau, E., Barcelona, Ediciones del Serbal, 2001, versión digital separada -Heidegger, M., "Hölderlin y la esencia de la poesía" en Arte y poesía, trad. de Ramos, S., Buenos Aires, FCE, 1992 -Pöggeler, O., La pensée de Martin Heidegger, trad. de Simon, M., Paris, Aubier-Montaigne Ed., 1967 -Rebok, M. G.,“Hölderlin y Heidegger, un retorno de la disposición hacia lo sagrado: poesía y pensamiento”, versión digital -Rebok, M. G., "Redescubriendo lo sagrado con Hölderlin y Heidegger", versión digital -Sartre, J.-P., El existencialismo es un humanismo, Buenos Aires, Ediciones del 80, 1992

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Rebok, M. G.,“Hölderlin y Heidegger, un retorno de la disposición hacia lo sagrado: poesía y pensamiento”, versión digital, pág. 8-9 17

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