HACIA DÓNDE VA LA EDUCACIÓN? La última semana de noviembre, muy emocionado asistí a la ceremonia de graduación de bachiller de mi hija de un colegio cuya filosofía de vida rompe los esquemas tradicionales de la educación en Colombia. Ella estaba radiante. Sus compañeros también se encontraban en un estado que fue imposible siquiera pensar en que lo cambiarían. Fotos, risas y sonrisas, festejos, besos, lágrimas y toda clase de emociones desbordantes de estudiantes, padres, familiares, amigos, profesores y directivos fueron la nota predominante. No era para menos. Llegaban a su fin más de doce años de verla crecer, de acompañarla a sus eventos sociales, académicos, deportivos y culturales que marcaron su vida durante esos años, de secar sus lágrimas cuando le iba mal en alguna materia, o perdía algún examen, de complacerle cuantas ocurrencias tuvo para poder ir a fiestas y a conciertos infantiles y luego juveniles, de permitirle quedarse a dormir en casa de sus amigas en una piyamada y de muchas otras experiencias que de momento se me escapan. Ver culminada esta etapa me llenó de una nostalgia terrible. Imposible dejar escapar algunas lágrimas por saber que no tengo a una niña sino que estoy frente a una mujer que toma decisiones, que sabe lo que quiere y que es consciente de su papel frente a sí misma, a su familia y hacia esta sociedad que la vio crecer. Pero más allá de saber que se graduó junto con muchísimos jóvenes en todo el país, debo hacer una profunda reflexión sobre una realidad que en muy pocas palabras pero muy bien documentada y contundente arrojó a los asistentes a la ceremonia el director del colegio: La crisis del sistema educativo en Colombia. De acuerdo con sus palabras, nuestros bachilleres no se parecen en nada a quienes pasamos por este mismo proceso hace por lo menos veinte años. Nuestros hijos bachilleres, no saben escribir, no saben redactar, no manejan el idioma. La literatura ojalá venga toda en video. No leen. No conocen la literatura universal. No conducen un debate sobre un tema cualquiera. No investigan. No trasnochan estudiando pero sí rumbeando. Nosotros los padres ya no estamos con ellos porque si no trabajamos no comemos. Amén de las falencias. A su disposición y como compensación a su soledad a la que irremediablemente los hemos enviado, dejamos el internet, el chat, el dvd, el iphone, el celular y otros adelantos de última generación para que estén a la moda y no se aburran. No podemos decir que somos culpables ni que somos impasibles ante tremenda debacle. Es el sistema. El sistema educativo colombiano, no tiene identidad. Es un modelo educativo tan pobremente elaborado y dirigido que los ejecutores (los profesores) no saben a qué atenerse en cuanto a la forma como deben calificar los conocimientos impartidos. No existe continuidad en los programas básicos. Cambios frecuentes en las formas de evaluación, recuperaciones, logros, ya nadie pierde el año y una cadena por demás muy larga de fallas no permiten manejar un modelo que brinde resultados verdaderamente enriquecedores. Toneladas de información que jamás se utilizará, es lo que se inculca. Pero, porqué? En dónde está la responsabilidad del estado colombiano frente a su compromiso constitucional de educación básica primaria gratuita para todos los niños? El Estado se desentendió de su tremenda responsabilidad. Se la delegó a la empresa privada y ésta, como toda industria “produce” bachilleres con inversiones mínimas. El Estado, por
razones económicas solamente está en los sitios más alejados y en los estratos bajos, sencillamente porque para los empresarios de la educación no es rentable montar colegios en las veredas o en las comunas o sectores marginales de la población. Qué ha pasado con la educación técnica? Porqué desaparecieron o perdieron protagonismo esos colegios que impartían desde el sexto año los conocimientos básicos para formar técnicos y futuros ingenieros o administradores o agrónomos o hasta artistas? Dentro de las posibles opciones de mejoramiento está la de un motivador colombiano que vemos por la televisión nacional cuya propuesta educativa, a mi modo de ver será revolucionaria para el país. Plantea un modelo que se enfoca en formar desde los primeros años a los futuros profesionales y recoge con muy buen criterio las enseñanzas de la educación técnica. Disminuye el tiempo dedicado a materias relevantes pero improductivas y se concentra en enseñar y fijar en los niños las bases de las carreras técnicas, tal como lo hacen países como Alemania, Francia, Japón y otros países no menos adelantados. Excelente alternativa.
Carlos Alberto Vargas S.
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