Habitar la Tierra en la Cuaternidad de Heidegger.

May 19, 2017 | Autor: Elvis Castro | Categoría: Geography, Martin Heidegger, Filosofía, Antropología, Habitar, Vivienda
Share Embed


Descripción



Habitar la Tierra en la Cuaternidad de Heidegger.

Introducción.
En la conferencia realizada por Martin Heidegger en 1951que lleva por título "Construir, habitar y pensar" se hace un señalamiento en el cual es adecuado detenerse. El planteamiento de la Cuaternidad en la cual los seres humanos, como mortales ocupan un lugar en la Tierra y no en el Cielo, donde habitan los divinos, puede ser empleado para dar explicación a algunas prácticas observadas en la vida que se desarrolla en la tierra.
El habitar y el construir poseen dentro de sí como actividades desarrolladas por los humanos ciertas reservas determinadas por el papel ocupado dentro de la jerarquía de la Cuaternidad. Cuando esta Cuaternidad separa el espacio de la Tierra del Cielo y la otorga a los humanos también otorga a ellos la facultad de configurarla.

Habitar, memoria y familiaridad.

Desde la postura de Heidegger, "ser hombre significa: estar en la tierra como mortal, significa: habitar" (Heidegger: 1951), esta proposición lleva consigo la idea de que una de los principales objetivos que ha de perseguir el ser humano durante su experiencia en la tierra es el habitar. Pero ¿qué es habitar concretamente? Continuando con las referencias directas a Heidegger, el habitar es la forma en que los humanos vivimos en la Tierra, asumiendo nuestro lugar dentro de la jerarquía de la Cuaternidad, habitar es también cuidar, salvar nuestro lugar, la Tierra. Sin embargo "salvar la tierra no es adueñarse de la tierra, no es hacerla nuestro súbdito, de donde sólo un paso lleva a la explotación sin límites" (Ibid.).
Es necesario detenerme un momento para evitar profundizar de más en la conferencia -sólo para darle continuidad a la idea central de este ensayo- y plantear de una vez por todas el concepto que él aborda casi indirectamente pero que será el eje principal de este trabajo: el habitar y el espacio de la vivienda.
A pesar de que Heidegger no repara de manera directa en las conductas que los seres humanos adoptamos en nuestras moradas y que precisamente tienen su origen en el habitar, sí nombra algunas actitudes de los humanos en la Tierra, como el salvar (cuidar). Finalmente los seres humanos no nos encontramos habitando sobre la superficie virgen del suelo, esta tierra la hemos fraccionado y modificado de tal forma que nuestra vida se ha separado ampliamente de la vida en un estado natural. La tierra ha sido divida en continentes, a su vez en países que a su vez han sido divididos en provincias, comarcas, municipios, barrios, calles, etcétera. A pesar de tener diferentes nacionalidades, status sociales, etcétera, la mayoría de las personas en el mundo poseemos una vivienda. A pesar de la fragmentación de la Tierra, la Cuaternidad no se ha corrompido, ya que sin importar las nacionalidades hay valores, como los cristianos, que nos describen como hermanos a todos los seres humanos, esta idea nos mantiene dentro de la Cuaternidad. En Rusia y en Ecuador el Cielo sigue estando arriba.
Por lo tanto cuando construimos nuestras viviendas, no pretendemos apartarnos de la Tierra, sino que las construimos a la par. Decimos "mi casa es tu casa". Cabe entonces cuestionar la real inquietud de la actualidad respecto al cuidado del medio, si es que consideramos necesario conservar a las especies simplemente porque somos generosos o porque el desgaste de la vida en la Tierra conlleva el desgaste de nuestra propia vida. Al cuidar la Tierra nos protegemos como especie y como parte de la Cuaternidad.
La traducción desde el alemán de wohnen, remitiéndonos al título original de la conferencia de Heiddeger, se puede traducir al castellano como habitar tanto como morar, en esta lengua también existe una diferencia considerable entre el significado de habitar o morar (wohnen) y el vivir (leben). Cassigoli retoma esta preocupación por la morada (wohnung) y menciona que "sin ella el hombre sería un ser disperso" (Cassigoli: 2010, 24), sin la morada mantendríamos nuestra residencia en la Tierra, pero sin una porción de ella destinada a cada grupo o familia en específico. La antropóloga desarrolla una diferenciación entre tres términos que es pertinente revisar en nuestra discusión.

"La representa la familia, el microcosmos donde se expresa el patrimonio, la herencia y la edificación; la , concierne al recogimiento y lo íntimo, al dominio de la familiaridad y la hospitalidad. El -por su parte- simboliza la unión entre la vocación gregaria y la práctica doméstica, cultural. Reproduce los valores del arcaísmo y revalora alegóricamente el don de congregarse, de habitar. […] Por último, el expresa la representación que hacemos de un lugar desde el cual podemos trazar una biografía cotidiana y expandir nuestra socialidad y civilidad."(Ibid. 25)

Estamos entrando ahora al punto principal de este ensayo, el habitar, la morada, lo íntimo y lo familiar. "Habitar es vivir humanamente", escribió Gianini (1965, 175). Decir que habitar es una facultad propia de los seres humanos es una afirmación un poco atrevida pero que se puede sostener. ¿Cuál es la diferencia entre el vivir de los animales, las plantas y los humanos? Podría argumentarse en contra que los animales, las plantas y demás organismos vivos poseen ciertas relaciones casi afectivas con el medio en el que se desarrollan, cierta territorialidad (Haesbaert: 2004, 45), sin embargo puede estarse confundiendo la necesidad de ciertas características en el medio para que se desarrolle la vida de ciertos organismos con los vínculos afectivos de los que está lleno el concepto de habitar. Los seres humanos también requerimos de ciertos elementos en el medio para desarrollar nuestra vida, mismos que podemos imitar en algunas regiones donde el clima la complicaría, como los astronautas que llevan dentro de las naves suministros de alimentos y oxígeno que no se encuentran en el espacio exterior. Los zoológicos emplean el mismo sistema para la vida animal. En ambos casos, el astronauta en la nave espacial y los animales en el zoológico, la vida se desarrolla con una comodidad no tan plena como en el hábitat natural. Sin embargo, todas estas condiciones en el medio son necesarias sólo para el vivir. Vivir en el sentido de poder cumplir ciclos fisiológicos.
La película dirigida por Peter Weir en 1998 que lleva por título "The Truman Show" nos muestra cómo una persona puede habitar incluso lugares creados artificialmente, como la vida del oso panda se puede desarrollar en un zoológico mexicano. Basta con nombrar una sola característica en ambos géneros de vida para marcar una diferencia importante, la memoria.
Se han publicado diversos artículos científicos en los que se presentan los resultados que algún grupo de expertos en neurología animal obtuvo al estudiar la memoria en diversos animales, entre los que destacan algunos hechos a delfines de los que apenas se ha podido comprobar que poseen recuerdos con una antigüedad máxima de veinte años.
Dejando de lado por un momento el sentido biológico de la memoria encontramos en ella la razón de diversas actitudes presentes en los seres humanos. La memoria crea vínculos afectivos. La morada está llena de lugares que tienen un significado referido directamente a los recuerdos. La memoria levanta monumentos, desarrolla literatura y chismografía, crea movimientos políticos y sociales, modela políticas económicas. Cuando despertamos después de la primera noche en nuevo departamento, abrimos los ojos y reconocemos los objetos alrededor, llevamos a cabo procesos mentales que nos familiarizan con el lugar en el que estamos, recordamos que días antes aplicamos la pintura que ahora determina el color de los muros, colocamos los muebles en ciertos sitios y dejamos una ventana abierta.
La memoria es una herramienta para desarrollar la familiaridad de la que habla Cassigoli. Nuestra morada, la Tierra está llena de recuerdos, nuestra morada particular, la casa, también. Los lugares que no habitamos se determinan en muchos casos por los malos recuerdos que poseemos de ellos o incluso por la ausencia de ellos.



Jerarquizando la morada.

En cuanto al construir, Heidegger señala que hay una relación horizontal, dialéctica, entre el construir y el habitar, es decir, construir y habitar no poseen una relación de medio-fin, sino que al construir también habitamos. Es cierto que la familiaridad y la intimidad también construyen. Los anuncios de las tiendas de materiales para la construcción se anuncian apelando a la necesidad de construir para estar a gusto en el hogar. Las viviendas se construyen para ofrecer al residente una comodidad que no encontrará en otro lugar, al elaborar los planos de una vivienda las arquitectos consideran también la hospitalidad que tendrá la casa para recibir a personas ajenas.
La intimidad de nuestras habitaciones es también un factor a considerar al construir nuestros hogares. Construimos las habitaciones en la planta alta de nuestras viviendas, creando una separación entre el espacio de la calle y la habitación. Cuando observamos que una persona rebaza ciertos límites arbitrariamente decimos que "se metió hasta la cocina", sin importar el ámbito el que se observe este comportamiento y que muchas veces no implica una vivienda. El habitar y la intimidad de la que habla Cassigoli se representa en la vivienda con pautas que marcan ciertas niveles a los que una persona ajena a nuestra casa puede penetrar. Hay personas a las que permitimos acostarse en nuestra cama y otras a las que atendemos desde la puerta de la casa, esto se constituye a partir de la familiaridad que tenemos con estas personas. Calonge señala que la recámara matrimonial "apunta a lo más íntimo de lo íntimo, al espacio sumamente clausurado de la vivienda donde tiene lugar el reforzamiento de la identidad" (2013, 72), sin mencionar a la recámara matrimonial como un lugar erotizado.
Así también se constituye el espacio fuera de la vivienda, el espacio de la comunidad, de la Tierra. Los destinos turísticos como las ciudades con playas marcan pautas para recibir a los turistas. En el puerto de Acapulco los locales y los turistas conviven con relativa armonía mientras se mantengan en las playas o en las plazas comerciales y para el entretenimiento, sin embargo para los turistas el acceso a las zonas habitaciones populares del puerto de Acapulco mantiene algunas reservas, ya sea por los índices de inseguridad como por la mirada del residente del puerto. La vida cotidiana de los habitantes del puerto de Acapulco, el hacer las compras para el día a día, asistir a la escuela, asistir a la iglesia y hasta las actividades ilícitas comprenden la intimidad de la comunidad y el turista no tiene nada que mirar más allá de la playa. Lo mismo sucede con las embarcaciones que navegan libremente por aguas internacionales pero que al ingresar a la delimitación marítima de un Estado son interceptados para acreditarse como visitantes con una situación jurídica regular.
Los espacios destinados para recibir a los turistas en Acapulco, como en la gran mayoría de los puertos de México, reciben un financiamiento mayor al que reciben las zonas populares, destinado al mantenimiento del mobiliario urbano y la seguridad. Cuando recibimos visitas en nuestro hogar ordenamos, cuidamos, la entrada y la sala de estar. Dar mantenimiento a los lugares es construir.
La intimidad define las pautas de penetrabilidad de la morada (la casa y la comunidad), esa intimidad está llena de tabúes que en algunos casos obligan a definir espacios destinados para ciertas actividades, lo que Foucault llama heterotopías. (Foucault: 1967) ¿Qué pautas entonces definen el espacio público?
Giglia habla del espacio público en las zonas populares de México como un espacio abierto, generalmente autónomo y en el que las legislaciones son meras formalidades que no determinan las prácticas. Existen ciertas prácticas ilegales que se llevan a cabo a plena luz del día en lugares abiertos, tanto el tianguis, el acaparamiento de los lugares de estacionamiento, como las carpas que albergan fiestas privadas colocadas en la vía pública son aceptadas por los residentes de una comunidad, se desarrollan en lugares íntimos de las comunidades (Giglia: 2012). El Centro Histórico de la Ciudad de México es un lugar abierto al público en general, las actividades turísticas que en él se desarrollan lo identifican como un lugar público, lugar que se encuentra expuesto a la vista de cualquiera. Es por esto que la observación de la ley de cultura cívica se hace más estricta. Continuamente circulan en internet vídeos en los que un grupo de policías retira a algún vendedor ambulante de lugares como el Zócalo o la explanada del Palacio de Bellas Artes, muy diferente a lo que ocurre en zonas periféricas, íntimas, las plazas públicas de Iztapalapa o Milpa Alta de la misma Ciudad de México. Nuestro lugar en la Cuaternidad nos hace cómplices en ciertas ocasiones en que lo conveniente es cuidarnos entre nosotros, que somos parte de la Tierra, sobreponer nuestra intimidad.




Asumiendo nuestro rol en la Cuaternidad.

Desde el "Padre Nuestro que estás en el cielo" hasta las tramas de mundos fantásticos en los que los seres que no tienen habilidades extraordinarias o superiores son considerados como "simples mundanos" encontramos muchos rastros de la aceptación que hemos hecho de nuestro papel como los seres que cuidan la Tierra.
Zaratustra es quizá un intento de romper esta jerarquía y otorgar al hombre una condición superior. Zaratustra elimina el lugar de Dios dentro de la jerarquía y dentro de Mundo. Nietzsche apenas planteó una propuesta que no se ha realizado, "su suelo es todavía bastante rico, pero un día será pobre y estéril" dice Zaratustra.
Nuestra permanencia dentro de la Cuaternidad ha dado lugar a cierto comportamiento de sumisión. "Los mortales habitan en la medida en que esperan a los divinos como divinos". La libertad de la que Erich Fromm realizó diversos ensayos es imposible dentro de esta idea de la Cuaternidad, dado que no somos en el mundo seres libres sino seres con una tarea determinada, cuidar la Tierra. Más allá de los vínculos no hemos roto con nuestro origen biológico (Fromm: 1947), no hemos roto los vínculos con lo divino, precisamente de eso se trata el aceptar nuestro lugar en la jerarquía. "Incluso cuando los mortales «entran en sí mismos» no abandonan la pertenencia a la Cuaternidad. Cuando nosotros -como se dice- meditamos sobre nosotros mismos, vamos hacia nosotros volviendo de las cosas, sin abandonar la residencia cabe las cosas." (Heidegger: 1951).
Habitamos reconociendo nuestro papel de mortales, nuestras moradas expresan espacialmente esta relación. Construimos en los lugares centrales de nuestras comunidades iglesias que creamos para limitar nuestra propia conducta. Podríamos escapar de la observación de los divinos o tal vez alejarnos, sin embargo construimos templos que volvemos los lugares principales de nuestras ciudades. Desde la Biblia católica se hace referencia a la necesidad de lugares destinados para el culto a Dios. "Así dice el SEÑOR: El cielo es mi trono y la tierra el estrado de mis pies. ¿Dónde, pues, está la casa que podríais edificarme? ¿Dónde está el lugar de mi reposo?" (Isaías 66:1)
"Incluso cuando los mortales «entran en sí mismos» no abandonan la pertenencia a la Cuaternidad. Cuando nosotros -como se dice- meditamos sobre nosotros mismos, vamos hacia nosotros volviendo de las cosas, sin abandonar la residencia cabe las cosas." (Heidegger: 1951).
Acerca de la fragmentación a la que me he referido anteriormente, Hobbes escribió:


"Pero allí donde Dios mismo, por revelación sobrenatural, instituye una religión, se estableció para sí un mismo reino privativo, y dio leyes no solamente para la conducta de los hombre respecto a Él, sino para lo de uno respecto a otro. Por esta razón en el reino de Dios la política y las leyes civiles son una parte de la religión, y por ello no tiene lugar alguno la distinción de dominio temporal y espiritual. Ciertamente es Dios el rey de toda la Tierra, pero aun así puede ser, también, rey de una nación particular y elegida. En ellos no hay incongruencia, como no la hay tampoco en que quien tiene el mando de todo un ejército, tenga, a la vez, el de un regimiento o hueste particular suya. Dios es rey de toda la tierra por su poder, pero de su pueblo escogido es rey en virtud de un pacto." (Hobbes: 1651)

Desde esta perspectiva se puede poner una vez más al centro de la discusión el papel la fragmentación de la misma Tierra en diferentes naciones. Hemos dicho que nuestro rol no puede verse modificado de ninguna forma a pesar de que la Tierra ha sido divida y que cada miembro que la compone aparentemente posee una cierta autodeterminación, sin embargo los valores morales y el sentido de sumisión ante la jerarquía ha permanecido. Siempre reconocemos nuestro papel como seres mortales.


Conclusiones.

Cuando Heidegger propone la Cuaternidad no simplemente se refiere a la tarea de los mortales en la tierra, sino que detrás de esta idea hay cuestiones teológicas. Es cierto que los seres humanos no actuamos como los verdaderos poseedores de la Tierra sino que siempre hay reservas en el comportamiento, pautas generadas para que nuestra conducta se alinee respecto a principios más allá de lo jurídico y político.
Este orden de conducta modela nuestras actividades cotidianas, entre ellas, el construir y el habitar. Cuando habitamos definimos distintamente los lugares de acuerdo a un orden de penetrabilidad que es determinado por las conductas que se observan en los lugares íntimos y privados.
El habitar y el construir mantienen siempre una relación dialéctica y que al mismo tiempo es influenciada por nuestro papel dentro de la jerarquía de lo divino y lo mortal. Mantenemos un culto a lo divino y eso se refleja en las construcciones de nuestras moradas y ciudades enteras. Se cree a pesar de la jerarquía a la que nos hemos referido durante todo este ensayo, en la que los mortales ocupamos la Tierra y no el Cielo, que Dios sí está presente en la Tierra. La habitación es el lugar más distante de la entrada a la casa y a la vez más alejado de la misma iglesia y de la mirada de Dios, ahí se desarrolla la intimidad. El papel de mortales lo hemos desarrollado continuamente y sin reparar en ello, pero ha determinado muchas de nuestras prácticas.



Bibliografía en orden de aparición.

-Heidegger, M. (1994) "Construir, habitar, pensar" en: Martin Heidegger: Conferencias y artículos, Ediciones del Serbal, España.
-Cassigoli, R. (2010). "Morada y memoria: Antropología y poética del habitar humano". Universidad Nacional Autónoma de México. México.
-Giannini, H. (1965). "Reflexiones acerca de la convivencia humana". Universidad de Chile. Santiago.
-Haesbaert , R. (2004). "O mito da desterritorialização: do "fim dos territórios" à multiterritorialidade". [Consultado en línea el 29 de marzo de 2017] Disponible en: http://www.seer-adventista.com.br/ojs/index.php/formadores/article/viewFile/455/419
-Calonge R, F. (2013). "Los sentidos de la ciudad: sobre cómo mujeres y hombres ordenan sus espacios vitales". Universidad Autónoma de Guadalajara. Guadalajara.
-Foucault, M. (1967) "Des espaces autres" (Conférence au Cercle d'études architecturales, 14 mars 1967), en: Dits et écrits (1984), T IV, «Des espaces autres », no 360, p. 752-762, Gallimard, Nrf, Paris, 1994.**
-Giglia, A. (2012). "El habitar y la cultura: perspectivas teóricas y de investigación". Anthropos. México.
-Fromm, E. (1947), "The fear of freedom". Traducción de Gino Germani. Paidós (2006). México.
-Isaías 66:1. La Biblia de las Américas.
-Hobbes, T. (1651). "Leviathan or the Matter, Form and Power of a Commonwealth Ecclesiastical and Civil" Traducción de Manuel Sanchez Sarto. Fondo de Cultura Económica. México.



2


Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.