HABITANDOLA FRONTERA: Muestra de poesía escrita por mujeres latinoamericanas

July 26, 2017 | Autor: Y. Espinosa Miñoso | Categoría: Poesía latinoamericana, Teoría Literaria Feminista, Literatura Y Feminismo
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Descripción

HABITANDO LA FRONTERA Muestra de poesía escrita por mujeres latinoamericanas

Diseño de la carátula: Cristina Lancellotti Editora: Violeta Barrientos Silva Fotografías: Cristina Lancellotti, Violeta Barrientos Silva

©en la frontera, Buenos Aires – Lima, 2008 Printed in Argentina Impreso en Argentina

HABITANDO LA FRONTERA Muestra de poesía escrita por mujeres latinoamericanas

Soledad Abril Tania Agüero Laura Arnés Andrea Cabel Lila Calderón Rocio Cerón Roxana Crisólogo Paloma Gonzáles Silvia Lesa Yolanda Pantin Gabriela Robledo Ana Luisa Soriano Violeta Barrientos Silva (editora) Prólogo de Yuderkys Espinosa Miñoso

en la frontera Lima-Buenos Aires, 2008

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Habitando la frontera

Presentación Tradicionalmente, las fronteras reales tratan de dibujarnos, de fijarnos en una identidad, en un límite personal o colectivo, convirtiéndose así al mismo tiempo en el punto de partida de un desafío transgresor que puede impulsarnos a obtener una «redistribución geopolítica» del saber, del poder, del acceder a que una voz no hegemónica sea oída. La frontera implica para muchas naciones como las latinoamericanas, exclusión, desplazamiento, migración y exilio pero también su respuesta: pueblos que explayan sus caudales humanos invadiendo la metrópolis, alterando la ortodoxia de su hegemonía, produciendo la hibridez y replanteando los márgenes y el centro: pedir agua / debe ser igual en todos los idiomas / desde todas las manos (Crisólogo). Las fronteras han marcado la contención pero también pueden ser desbordadas. Parecieran significar detención pero pueden ser también movimiento. La superación de ellas genera subjetividades que se crean a sí mismas escapando del emplazamiento primigenio que se les había otorgado o impuesto: el lugar perfecto para una fugitiva es una ciudad de paso (Gonzáles) arriesgándose a abandonar el territorio de una identidad nacional, sexual o de género: dos mujeres caminan por la calle /…/ unidas en puente infinito, transparente como cielo transgredido (Cabel), un desarraigo que ha marcado la historia de las mujeres sin héroes públicos, sin lugares de reconocimiento visibles, sin referentes que refuercen una autoestima, tan sólo referentes como límite y censura a su subjetividad. La no pertenencia, el desarraigo, se convierte en un potencial para escapar así de la alienación, del conformarse con reproducir un simbólico desbordando entonces los lugares a los que se nos tiene predestinadas. A cada sujeto se le opone una frontera mucho más cercana y cotidiana de la que cree, dice Gloria Anzaldúa. La frontera 7

está donde «dos o más culturas limiten una con otra, donde gente de distintas razas ocupen el mismo territorio, donde las clases baja, más baja, media y alta se toquen, donde el espacio entre dos individuos se reduzca en la intimidad». Y es a cada cual de sobrepasar ese frente o afrenta, sacudiéndose de su status determinado, desafiando el temor de asomarse a los bordes, a la fisura o rendija del cambio : Acerquémonos a este resquicio / peligroso, / ombligo del mundo o de la nada (Soriano). Resignificar la frontera y habitar en ella sin hacerse parte de ningún territorio oficialmente reconocido, es convertirla en un espacio de mestizaje, de intersticio, de nuevo territorio o «tercer espacio» no por ello armonioso y de feliz conciliación de ambos lados, sino de dificultosa búsqueda y tránsito: Nuestro forcejeo cotidiano, cuando/ Arrojamos la materia misma/ De la que estamos hechos…/ Voy al centro del país peyorativo, /Voy sorteando los obstáculos (Calderón). Habitar la frontera o nepantla1 «ese terreno incierto que uno cruza al mudarse de un lugar a otro, al cambiar de clase, raza o condición sexual, al pasar de una identidad a otra nueva» es habitar un trance o transgresión, como el híbrido o ser monstruoso de las crónicas de un nuevo mundo, dígase hoy mestiza, lesbiana, migrante, cuerpo transexual, extranjera a fin de cuentas a todo territorio, como un «otro» sin semejante entre dos esencias a las que empuja fuera de los contornos cerrados que conservan su pureza. Implica transitar la inestabilidad, la fragmentación subjetiva, la inauguración y no la repetición, el riesgo al que se entrega quien decide reinventarse, recrearse haciéndose artífice de sí mismo/a: Y entonces el escalofrío, la dama que vive en la obsesión: entre el exilio y el desacato. La poeta. (Gonzáles). Este volumen tuvo su origen en una convocatoria lanzada a escritoras latinoamericanas por esta editorial en octubre de

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Nepantla: palabra nahuatl que significa «el lugar en el medio» y que Gloria Anzaldúa toma como definición de la frontera no sólo geográfica o racial sino también de género y sexual.

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2007. Si el tema de nuestra convocatoria –las «formas de habitar la frontera»- hizo un énfasis en la alteridad no por ello al hacer la selección de textos, pretendimos restringir la obra artística a su contexto2 o a su contenido, privándosela de valoración estética o de apreciación de su elaboración simbólica, práctica común de la crítica literaria desde el surgimiento de identidades diversas en la lucha por el canon artístico. No fue nuestro interés hacer un estudio concreto y realista antropológico o sociológico relacionados a las fronteras culturales, corporales o sexuales. Fuimos en busca de trabajo y elaboración poética. Agradecemos por ello, la intervención de las escritoras peruanas y argentinas que contribuyeron a la selección de textos, a las poetas publicadas y a todas las participantes de la convocatoria cuyos trabajos no llegaron a ser parte de esta selección, pero que sí forman parte de un interés colectivo en la producción de una propuesta artística y al mismo tiempo política. De levante estaremos hacia otra casa (orilla) donde seremos/ guarida de nuevas palabras de un campo fértil de una piedra/ que funda al consuelo y las zarzas tejidas de sangre/ dice el poema de Rocío Cerón que citamos para dar inicio a este esfuerzo fundacional en procura de alcanzar otras orillas y generar nuevas palabras sin fronteras.

Lima, mayo de 2008 Violeta Barrientos Silva

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A decir de Nelly Richard, el lugar de producción, el sitio enunciativo, la particularidad histórico-social.

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Prólogo La editora de este primer número de poesía de nuestra editorial me ha encomendado la imposible tarea de intentar, una vez más, explicar y convencer a los rectores de los cánones de la «buena literatura» de la necesidad de una convocatoria como ésta, exclusiva para poetas mujeres. A criterio de nuestros más flamantes y autorizados críticos de la literatura hacer una convocatoria así no sería más que operar bajo los mismos criterios de exclusión y diferenciación que tanto hemos criticado, y por demás, reproducir abismos innecesarios. Debería empezar confesando que esta crítica ya se me hace molesta y la discusión inagotable, por lo que ante la imposibilidad de llegar a consensos, recurro a la misma estrategia que asumo ante estos ámbitos de indecidibilidad: hacer del oído sordo y seguir el propio criterio sin creer en la necesidad perentoria de convencer a todo el mundo de las opciones tomadas. Sin embargo, gracias a mi espíritu poco ortodoxo, que me impide el abandono del lugar de exposición mayúscula al que creo debe adscribir cualquier política, siempre vuelvo sobre esos puntos de conflicto y trato de vérmelas con la paradoja de la coexistencia de mi convicción y la de quienes la enfrentan. Esto a propósito de las confrontaciones que generalmente provoca el tema que nos ocupa: ¿Qué sentido tiene en un tiempo en que resentimos de la política de reivindicación de identidad, mantener espacios restringidos para una comunidad específica de «las mujeres»? ¿Cuál sería la validez y los fines de tal restricción? ¿Si como ya nos hemos cansado de repetir, la operación de diferenciación es ya parte del mecanismo mismo por medio del cual opera la subordinación, qué sentido tendría repetir esta operación demarcativa para una política que intenta liberar al sujeto y sustraerlo de los efectos de la subordinación? Y aún más: en medio de la denuncia de los sustratos constructivistas de la diferencia sexual, la pregunta de rigor consistirá en cuáles son los 11

límites que estaría expresando la categoría «mujeres poetas» y cuáles serían las exclusiones de género que ella actualiza, no ya tanto en una preocupación por los poetas («varones») que ella dejaría fuera -como sería la preocupación de nuestros venerables rectores de la literatura- sino en una preocupación actualizada por las mujeres que prefiguradamente se estarían dejando fuera en el uso de la categoría «mujeres» de esta convocatoria, como sería la sospecha lanzada por nuestrxs bien posicionadxs guardianxs de la democracia de género. Pues bien, sin pretensión alguna de agotar un tema inagotable permítaseme, una vez más, volver sobre algunos de estos puntos en la intención al menos de excusar una muestra como la que en esta ocasión presentamos, que de seguro será apenas el inicio de muchas otras, como es nuestro deseo desde la editorial en la frontera. Parto reconociendo ante ustedes que hay mucho de razón en sus críticas como hay mucho de razón en nuestra apuesta. Digamos que a pesar de la acción -o de la decisión que tomamos en el aquí y en el ahora- no por ello dejo de ser habitada por la paradoja de saber la razón que me habilita y sus mayúsculos riesgos. Me debato entre la certeza de un admitir en términos teóricos las trampas de la diferenciación de cualquier tipo (ya que lo único que permite es la recreación de los sistemas dicotómicos que sirven al dominio) y la certeza política de que son necesarios espacios que autoricen y reafirmen las producciones c reativas de «los c uerpos» y «las identidades» no hegemónicas. Permítanme explicar.   Cuando aquí uso el término »reafirmación», digo: reafirmación de las producciones de… y no -recalco- reafirmación de… identidad. Habría que tener cuidado de no sacrificar la obra que se interpone entre la acción (política) de autorizar y reafirmar y el sujeto que la produce. No hay pues -vale decirlo- ninguna pretensión de nuestra parte de reafirmación o celebración de los cuerpos o las identidades que producen, no al menos en la manera en que comúnmente ha sido planteado en experiencias anteriores y actuales fruto de las políticas identidad, en donde se parte de la presunción de que hay diferencias insoslayables entre 12

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los cuerpos en posición de inequidad y sus productos, y los cuerpos hegemónicos y sus productos. Si estoy de acuerdo en que efectivamente existe una correspondencia entre experiencia y producción creativa quiero sostener -queremos sostener desde esta editorial- que esta relación es sustantiva a cada sujeto y obra particular y no aplicable a categorías de diferencia artificialmente construidas por los regímenes de producción de sujeto. Si como creemos, los sistemas de opresión que colocan a los sujetos en espacios desiguales de poder lo hacen mediante la distribución de los cuerpos en conjuntos fácilmente reconocibles de pertenencia gracias a sistemas artificialmente construidos de diferenciación, no hay pues esencia ontológica alguna que anteceda la conformación del conjunto y que sea reconocible en aquello que produce, tipo «productos de la especie x» en alusión a una marca de origen. Pero queremos avanzar todavía un paso más allá sosteniendo que tampoco podríamos sustentar tal marca original de producción debido a la bien trillada y admitida «experiencia compartida de opresión», que existe sí, sin lugar a dudas, al interior del conjunto artificialmente construido pero que puede llevarnos a la falsa ilusión de una producción creativa irremediablemente (de)limitada por su origen. Ante ello queremos afirmar y sostener otro de los pilares que sostiene nuestras convicciones artísticas y políticas: nuestra creencia en la potencia particular y única de cada sujeto, la capacidad de agencia de la que no es posible sustraerle. Y es así que no podemos sino afirmar la capacidad infinita del hacer y de creación que habita en cada ser sobre la tierra, que lo afirma más allá de cualquier condición desfavorable para su hacerse y despleglarse, y gracias a la cual existe el impulso vital nunca erradicado y al fin base de toda rebelión contra los intentos de enajenación y ostracismo al que históricamente han sido sometidos las subjetividades producidas dentro de esos conjuntos no hegemónicos y artificialmente construidos: mujeres, afrodescendientes, proletarios, lesbianas, trans, travestis… y todas y cada uno de los seres abyectos.

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Es en ese sentido que no creemos que todas «las mujeres» tengan algo que decir parecido entre sí y diferente a los «varones», ni que haya una producción particular de las artistas mujeres, o las artistas lesbianas, o las artistas latinoamericanas. Creemos sí que hay vivencias materiales de subordinación compartidas, pero de ahí a pensar que eso se transfiere de una forma particular a las obras del conjunto es no tener idea alguna sobre el proceso creativo o al menos, sería volver a la vieja concepción estructuralista mediante la cual somos pura y llanamente lo que nos hicieron, y nuestro hac er es pura reproduc c ión. Asumiéndonos hijas de la crítica a esa visión determinista de la historia y del sujeto, así como de los intentos por superarla, entendemos que en el conjunto artificialmente constituido cada unx de sus habitantes conserva aún toda la potencialidad que puede llevarle a su radical singularización, a la asunción de un compromiso radical con su propia agencia. Y creemos que es en este acto de autonomía y separación radical en donde surge la obra artística cómo máxima expresión. Y es así pues que la vivencia común de una identidad -de eso que llamamos «experiencia de una particular forma de opresión»- puede venir a constituir, en todo caso, algo así como parte de la materia prima con la que la/el artista construirá su obra, pero no la obra misma -so pena de caer en ese lugar a toda costa evitable del arte panfletario, dogmático, reproductor de lugares comunes, que ha dado muy mala fama a la capacidad creativa y liberadora de nuestros movimientos. Cómo esa «materia prima» se trasmuta en obra es otra cosa, porque no soy -no somos- solamente experiencia de subordinación o lo que es lo mismo decir: experiencia de alguna identidad, sino que somos lo que nos hacemos o lo que hacemos con ella, y nuestra producción -escrita, hablada, plasmada en imágenes y sonidos, quiero decir nuestra producción creativa- tiene algo que ver con la manera en que hemos vivido pero también con los sentidos nuevos que autónomamente le otorgamos a esas vivencias. Por eso no creo -creemos- en algo como «literatura de mujeres» o arte de mujeres. Si desde esta editorial apostamos a circular, legitimar y priorizar la obra escrita por mujeres latinoamericanas no es en el sentido de sostener un tipo de 14

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literatura o creación de género, ni mucho menos una literatura particularista y atada a convencionalismos territoriales. Se trata más bien de una apuesta por habilitar la voz a esos «ciertos cuerpos» signados como pertenecientes al conjunto de las mujeres y a esa «comunidad imaginaria» contenida históricamente en «lo latinoamericano», a los que sistemáticamente le han intentado despojar de su capacidad de creación. No hay pues pretensión alguna de reafirmar estos cuerpos como «tipos de cuerpos», ni su obra como «obra particular». Habilitada su voz, presupongo -y más aún- me empeño en su desarticulación, en el estallido de la multiplicidad inaudita de sentidos, experiencias y escrituras tantas como autoras posibles. Por último, no quiero pasar por alto una impugnación más que puede venir a esta convocatoria ¿Cuáles son las escritoras que pueden sentirse convocadas por ella? ¿Hay algún criterio de inclusión-exclusión tácito que deba explicitarse? ¿Desde qué tradición de sentido debe ser leída nuestra invocación a «poetas mujeres»? ¿Cuáles son «esas» mujeres poetas que interpelamos? Partiré desde lo más obvio: por supuesto hay restricciones en esta convocatoria, las mujeres convocadas no son «cualquier mujer», digamos que no es su sentido de pertenencia de género lo que primará en primer lugar para la selección de la muestra. Nuestro llamado es pues sobre todas las cosas a poetas, poetas que contingentemente han sido demarcadas en el conjunto de «mujeres» y en el conjunto «Latinoamérica», pero que a los fines de esta convocatoria son sobre todas las cosas «poetas». Con poetas queremos decir que tienen a bien ejercer el oficio de la escritura del género poesía. Para este fin, para no caer en el error en el que tienden a caer las políticas de paridad, nos regiremos bajo los criterios amplios y no menos conflictivos, cómo no, de la «buena literatura». Con ello queremos decir que la obra seleccionada no lo será por criterio alguno que no sea el de ser considerada «buena obra», con toda la carga poco objetiva y muy canónica que ello conlleva. En segundo lugar, admitimos por supuesto, que este criterio de inclusión-exclusión basado en la calidad de la obra, no 15

dirime aún los criterios de delimitación de la sujeta poeta que hemos invocado con nuestro llamado. A esta altura debemos explicitar criterios de inclusión aparentemente extraños al ámbito de la creación artística -y digo sólo aparente- puesto que ya ha sido desmontado el ardid mediante el cual se han presentado los regímenes de valoración de la obra literararia como descontaminados de las dicotomías de poder y operando por fuera de lo político; estos criterios de inclusiónexclusión provienen pues, de un campo político como el feminismo. He aquí que admitimos responsablemente que nuestro hacer asume la tradición feminista de interpelación a «las mujeres» como su sujeto, sujeto no natural sino político. Y aquí entonces, permítasenos aclarar -y con ello establecemos una ruptura con parte de esta misma tradición que nos contiene- que si al decir «mujeres» asumimos la carga de significación heredada de la tradición feminista en el sentido que antes hemos descrito -con el perdón por la simplicidad- como un conjunto artificialmente construido con el objetivo de ejercer una particular forma de opresión, si así lo asumimos, al mismo tiempo, sin embargo, queremos cuidarnos de caer en la trampa en que ha caído mucha de la política de la identidad al confundir la definición de un sujeto político con una práctica policial de vigilancia que pretendió fijar externamente lo que son los límites subjetivos de la interpelación. Si hay efectivamente una intención delimitativa de la posición del sujeto al llamar a «mujeres», «poetas», «latinoamericanas» -una intención que por demás no es menor- no habría que olvidar, sin embargo que este llamado lanzado al espacio social necesita de alguien que lo recoja y que lo responda, asumiéndolo para sí desde su singularidad. Ese alguien, como sujeto no pasivo que es al responder, no sólo responde, también se arriesga identificándose con el llamado y encarnándolo. Sería un error seguir viendo a quien acoge el llamado como aquel(la) que simplemente es definidx por éste a secas. La interpelación necesita de alguien que se sienta interpelado. Así, quien acepta un llamado no lo acepta pasivamente, nunca es solamente definido por él; en el acto de la acogida ya hay una (auto)definición del sujeto.

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No considerar esta (auto)definición, esta autoinclusión como parte del proceso de la interpelación ha costado caro al feminismo, y no sólo a éste. Y es allí en donde queremos dejar sentada una ruptura. Nuestra convocatoria a poetas mujeres latinoamericanas asume los límites políticos y únicamente políticos, de su llamado; más allá de esta intención política inicial no pretendemos ni nos interesa definir los límites y los criterios subjetivos por medio de los cuales «alguien» se siente interpelado, incluido-excluido. Es así pues que no será una de nuestras tareas velar por una «correcta» lectura de la sujeta de nuestra convocatoria. Quizás porque simplemente no hay una lectura (ni sujeta) correcta o incorrecta aquí: ese «quien» que hemos definido, más que un «quien» identitario es un «quien» determinado por el lugar que ocupa en la estructura, es para decirlo en términos de hegemonía, una posición de sujeto. Nuestro llamado necesita de un «quien» que así se vea interpelado, de un «quien» que lo encarne. Será una relación entre nuestra intención de incluir y la intención de (auto)inclusión de la recepción. Entonces, las mujeres de esta convocatoria serán las que así se sientan ocupando ese lugar de poetas mujeres latinoamericanas. Si entonces nos preguntaran – ¿qué tienen, pues, de común estas poetas mujeres? Decir –¿todo? – dependerá de la relevancia que le demos a la experiencia común de haber habitado el mundo desde su reclusión en el género que le asignaron. Decir – ¿nada? – dependerá de que pongamos en sospecha la afirmación de que hayan mirado y miren el mundo desde la misma ventana. ¿Es esto cierto? ¿Acaso vieron lo mismo por haber visto el mundo desde el mismo lugar? ¿Vieron desde el mismo lugar? ¿O acaso dentro del mismo habitáculo había distintas ventanas-espacios ocupables (atravesados por otros conjuntos y subconjuntos de significación: mujer-blanca-burguesa, mujer-afrodescendientetrabajadora, lesbiana-india-mujer) desde los cuales mirar? ¿O acaso, en honor a esa infrenable capacidad de agencia, podemos suponer que ellas –»ellas»- arañaron las paredes y se construyeron sus propios lugares de mirada? ¿Qué tienen en común, pues, estas poetas mujeres latinoamericanas? ¿Qué las hace objeto de nuestra llamada particular, de nues17

tra convocatoria? Nada, nada que no sea su contingente posicionamiento en la estructura de significación y opresión; nada que no aluda a sus condiciones materiales de existencia; nada, que no sea un profundo acto político de contribuir al esperado, deseado, iniciado hace siglos ya, éxodo de las cárceles del género, de la clase, de la raza, del régimen heterosexual… ¿Qué tienen, pues, en común estas poetas mujeres? Nada, prefiero decir nada, prefiero creer que nada, apelando así a su potencialidad única, irreconciliable, infinita. Todo…nada, pues ellas espero, al igual que yo- prefieren la aventura del autoexilio…y eso -tendrán razón, me dirán, me diré- ya es algo…. Yuderkys Espinosa Miñoso Buenos Aires, abril de 2008

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La poesía

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Ladera norte Rocío Cerón El universo de los muros del salitre que corroe su presencia los cascajos de un orden ahora colapsado la grieta donde se mira un presente incierto: se ha de estar listo para domesticar el miedo sujetarlo a la nuca encontrar en sus silencios la posibilidad de estancia

El metal vulnerable se desgarra en sus entrañas La sangre no mana suavemente

repta se propaga asciende al rostro como marca

Todo intento de curación es equívoco y un hombre en fuga -canto- se aferra a cualquier cosa: herida: testimonio para que el olvido no seduzca a la memoria

Perros deambulan erran deambulan hombres sin ropa ni alma con que cubrirse jirones de hombres y mujeres caminan con las órbitas vacías prendidos a las luces las que prometen día luces en los anuncios luces en los edificios evacuados luces que atraviesan los aires luces toda la noche luces luces de fuego y artillería

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/ quiero del cuerpo tuyo un gesto un espacio de asueto no un arma balanceando sobre el pecho su filo para cambiar la historia / quiero de ti una mirada que acontezca sin cautiverio sin esa oscuridad que es un rasguño en la retina / quiero un cuerpo no los restos de una huida para existir: una presencia vestida de ceniza y polvo / quiero que emerjas al primer día al tercero que emerjas por segundos que emerjas en tanto callen las baterías aéreas: quiero que nuestros nombres se graben en la tierra /

¿Contra quién va este golpe infectado de fe? Lloverá fuego de los cielos y el piso ardiendo resquebrajará al mundo:

De levante estaremos hacia otra casa (orilla) donde seremos guarida de nuevas palabras de un campo fértil de una piedra que funda al consuelo y las zarzas tejidas de sangre:

bajo el otoño será apenas visible el verdugo.

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Soledad Abril

Aprender tu cuerpo dibujar tu cartografía visceral saberte entera. Degustar tu alma palpar tu corazón desde el arroyo de tus lágrimas. Quererte toda conmigo en mí.

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[lejanas] Andrea Cabel García

¡sé plural, como el universo! Fernando Pessoa dos mujeres caminan por la calle. sugiriendo efecto mariposa, terremoto y oleaje inmenso, se ven los trajes y se distinguen parecidas. se reconocen fácilmente entrelazadas, como instancia plural, y recordando el evangelio del padre rojo mudo blanco sordo amarillo /amarilllo/, se toman de la mano, y lo dejan todo, despegando. dejando atrás la selva en naturaleza muerta, y se sienten todas, todas lejanas, unidas en puente infinito, transparente como cielo trasgredido, como ese mismo cielo de alas y como nuevo poder de poseidón-mariposa, que cuenta el infarto dolor desfigurado de la cara parto tuya, mía -de ambasmientras ellas, cobijadas pronto, en su cielo nuevo de alas convexas, se cuentan, a escondidas del padre, los cabellos y se destruyen las llagas lamidas, se destruyen cada trozo que vivo late y ascienden al cuarto piso 25

a la noche oscura de la mariposa empinada, en donde las escaleras infinitas se convertían en las manos nudosas de las madres que las buscaban a lo lejos como ratas en infantes esferas espartanas que buscaban descolgar al sol, y obligarlo a confesar, obligarlo a contar la historia de la rosa en el cabello mío, que ahora impura, yace en el tuyo, haciendo del mundo, un jardín a oscuras.

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[cinco y cuarenta i cinco]

...no tengo límites mi piel es una puerta abierta y mi cerebro una casa vacía...                                                 J. E Eielson 

mi cuerpo es una racha de olvidos, una noche desnuda en un llano embutido de alas blancas y negras.   mis espaldas como campo de libertad y guerra, se hacen almohada, córnea mojada. y tú, placenta baldía, pista de despegue, te haces osada monja que a neptuno seduce, que a mar se lanza y ama noche trigo, noche pan, noche trigo, como pan.   sustento de pulso pulso y cuerpo, como teléfono rojo en aurícula de cera. cuerpo, veneno que niega besos. que niega olvidando el trazo indecible de ambas carnes que se juntan y se alejan como en una guerra fría enmarcada en gestos en contornos de colores, en naufraga huella hueca.

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Fotografía: Bordes, Violeta Barrientos

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Desplazamiento Lila Calderón Me desplazo a la segunda fotografía pero dudo por lo caótica/ Se adelanta/ Retrocede/ Se esconden me interrogan y no sé qué contestar/ y en esa magnífica confusión llego a preguntarme si es falso/ que sea verdadero o verdadero que sea falso/ Las imágenes envejecen y los muertos eluden el encuadre/ Las fotografías tienen su propia religión y viven en otro templo/ El pasado y el futuro de una cinta de video es circular/ qué hay más atrás el principio o el final/ Pero más atrás es el pasado y por lo tanto el principio/ y yo prefiero cerrar los ojos y preguntarme qué hago aquí adelante/ Delante de todos mis recuerdos y detrás de las palabras/ pero presente mirando a todos estos grandes y odiosos mitos/ Señores faranduleros directores de países mariscales en jefe/ contralores generales políticos jugadores de la historia/ y luego pienso verdaderamente en lo falso que parece todo lo que es cuestión de tiempo/ y de finales o principios/ mientras intento no oír la sirena de la ambulancia que anuncia a la Muerte/ No estoy en un barco/ Estoy en el centro de Santiago sentada en el escaño de un ilusorio paseo peatonal/ mientras dejo pasar el tiempo frente al local de revelado urgente/ Sólo hace falta una hora para saber si existieron/ Si todos ellos estaban entre los que pasaron de largo/ ejercitándose en no ser robados en no oír a las sirenas/ En no saber cuál es el principio cuál es la meta qué es un final/ Se cumplen los horarios y comienza la canción de las cortinas metálicas/ La policía refuerza los puntos luminosos los candados crujen/ Un vagabundo que aflora desde las alcantarillas se sacude la nada y se velan con él las fotografías y las visiones/ Dónde ir/ Es posible señores volver al principio volver al final ser simultáneos/ Ser y no ser con libertad de acción/ hacerle zancadillas a los reflejos del pasado/ a las proyecciones del futuro a la vida al paso/ a los gritos preparados/ al vino rojo que cae desde el barco en donde cantan las sirenas y bailan los náufragos/ bajo la luz crepuscular/ de un verano que siempre sonríe entre el rock y el shock/ porque puede ser el último verano de las fotografías 31

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G. Laura Arnés contame un cuento mamá, uno distinto. de esos que no fueron. de esos de antes de ser. cuando las palabras no eran cárceles, cuando la ley no era ley sino relato. contame un cuento, mamá. de esos de cuando te levantaba la pollera y me escondía entre tus piernas, de cuando abrazaba tu cintura con manos pegoteadas. Esos húmedos, contame mamá. cuentos lúbricos que te llevan a dar vuelta las páginas con el dedo mojado en saliva. un cuento sin sílabas, mamá. un beso. contámelo. esos que te ayudan a morir, mamá. a vivir quise decir. desencriptame mamá. contame un cuento en los que las formas se pierdan, de esos que cuando pestañeas se deshacen. jeroglíficos sin traducción, posibilidades. mamá, quiero un cuento de esos donde la piel no es un límite. es lengua. contame un cuento con tu cuerpo, mamá. en tu cuerpo. dale cuerpo, mamá. cuerpo

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La rendija Ana Luisa Soriano Se abrió una rendija en el aire, se rasgó con el estruendo de una mariposa al batir sus alas. Acerquémonos a este resquicio peligroso, ombligo del mundo o de la nada: Transparencia sobre Transparencia. Entonces, el vértigo estalla y viene al encuentro el porqué con su forma bastonada, galopando sobre corceles blancos y corceles negros. Algo que se parece al silencio.

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Fotografía: Sin título, Cristina Lancellotti

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Tarde azul (fragmento) Roxana Crisólogo

una extranjera viajando en tren a Moscú no hay a quien hacerle el habla pero de rato en rato viene el controlador de boletos a controlar mi nerviosismo y me siento acompañada he llenado de tos el compartimiento el aire circular de los agujeros con diminutas ventanas el maletero vivo de cosas no soy una vendedora más ni sé de excursiones Lonely Planet al centro de la tierra me disculpo odio las montañas no tengo por qué explicar un origen demasiado arraigado en mis ojos este excesivo sueño que el desierto ha dejado como un tapiz de ahogadas voces en mi lengua hasta que respirar se hace en viajes cada vez más cortos el tiempo que me tomo en voltear la página 39

y encontrarme de golpe con el informe del tiempo al fondo dos turcos se juegan la suerte o a mí y una nigeriana da de comer a su hijo de un fruto pequeño que llamaré pecho verde que te quiero verde repito asumo esta opción la soledad ojos profundamente negros y manos cuidadosamente blancas toda una lista de enfermedades tropicales que de pronto asoman el rostro en un inglés impronunciable que ya no me importa seguir y es un motivo más para el silencio pero ahora los turcos se lo juegan todo y me toca ser el cuerpo o esa parte mía que también llamarán pecho un cruce atolondrado de formas y empiezo a entenderlo todo acumulando voces como dialectos afines al tacto mientras agua sale de la boca no como una palabra y se convierte en una pregunta de los ojos que también el cuerpo describe pedir agua 40

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debe ser igual en todos los idiomas desde todas las manos me aferro a lo que el cielo arrastra para mantenerme despierta para seguir el verde para no interrumpir el recorrido e inimaginado vacío verde del Báltico verde postal el invierno es la ausencia del todo me dicen y ya soy parte de esta línea que como un iceberg se desvanece en la nada que dejará el tren dejamos atrás una estación yo el desentendimiento y este horizonte cuidadosamente labrado el destino final de todas sus promesas

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Scarlett (OPEN 24 HOURS)

Tania Agüero Autopistas sin sentido acompañan esta noche tus más perdidos pensamientos. Se cierne un cálido sopor dentro del auto los vidrios polarizados agolpan tu pecho te preguntas si a esa hora tardía ya estará bailando descalza para ti. Al llegar te encuentras en la entrada con los vigilantes una marejada de cosas pasan por tu cabeza las paredes negras se iluminan de luces liliáceas. Escoges un buen lugar donde puedas depositar tus billetes de a dólar estiras tus piernas en la silla te acomodas sin sopesar sientes que su perfume se va acercando sus manos abrazan tu cuerpo lánguido te dan la bienvenida. Cuando baila sus ojos te subyugan cómo evitar mirarla esos cabellos largos pelirrojos te transportan hasta su cama. La barra está llena de borrachos los pasillos de bebedores de cuerpos sus instintos huelen a vapor errante allí dejan sus entrañas. Al fin ella te besa la frente sin pensar en lo inútil del tiempo ni en lo efímero de los cuerpos. 43

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Mecedora Ojalá yo alcanzase, Afrodita de diadema de oro, este golpe de suerte. Safo

El porche de tu casa siempre está concurrido tu mamá quiere servirme el té yo quiero que se vaya para la cocina. Frente a nosotras hay unas macetas de colores sin discordias las arreglo siempre que me lo pides. Tu hermanita me trae un pedazo de pastel de chocolate apenas se va yo te lo doy en la boca no pronunciamos palabra ¿para qué? Esta ceremonia la venimos realizando hace tanto un ir y venir en mi moto un ir y venir de tu madre del porche a la cocina y tus sonrisas que se pierden entre mis ojos tal vez mañana en la tarde pueda tener un poco más de suerte tal vez si la luna me es propicia.

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Crónica de una ciudad de paso Paloma Gonzáles Paredes I Cargaba una maleta. En el aeropuerto un policía preguntó de dónde era; quise reírme, si yo supiera eso sería otra persona, no estaría aquí. Sin darme cuenta, lo que dije fue eso: «De aquí». Luego pensé que el lugar perfecto para una fugitiva es una ciudad de paso.

II Me subí al tren rojo tres días cada semana. Pero el viaje, el descubrimiento, era cualquier cosa vista, lo que escuchaba, lo que no se decía. Conocí a una mujer a quien había imaginado; como todas las versiones reales, fue distinta. Su imaginación, sin embargo, siguió pareciéndome magistral. Y su contradicción, por supuesto. Vino un hombre que era humo, o más bien, la melodía inaudible que mueve las bocanadas. Después la traducción, la incomodidad deseada en persona. Todo con ella fue duda, toda ella y la flecha que envolvía su pierna un irresistible misterio. A la cuarta semana una mujer que –aunque su doctorado intentaba impedirlo— yo miraba niña lejos de casa, la nostalgia en los ojos, la educación y el porte de quien se reconoce destacada. Y entonces el escalofrío, la dama que vive en la obsesión: entre el exilio y el desacato. La poeta.

III Di paseos inmorales de diversos tipos, marché por bares, calles tapizadas de lentejuelas, mi lengua se deslizó sobre un cuerpo que es ciudad. Y cuando lo besé, no fue sólo a él: besé la frontera de un cuerpo, la frontera geográfica, la frontera de lo real, la frontera de lo adecuado. Crucé. 47

Reviví a mi padre. A los que mató mi padre. Una multitud. Dentro mío. Cada día resultaba más placentero verme al espejo: con el tiempo crecía la certeza de que yo estaba perdida. Hallé amigos, pocos pero suficientes. Viví en el techo de la libertad que no me pertenecía y por lo mismo me sentí tranquila, en casa. Escribí todas las noches con la ansiedad de un adicto, reí como cínica, lloré con el desconsuelo que todos sabemos y muy pocos abrazamos. Por primera vez no quise olvidar e inventarme otra vida. Ahora lo que escribía revelaba sin decir y yo miraba claro que no había nada a lo que asirse, pero no importaba. No importa. Seguí a Kerouac: I accepted loss forever.

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Fotografía: Sin título, Cristina Lancellotti

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El hueso pélvico Yolanda Pantin I Yo venía a través de la ciudad Desde mi casa al centro, Al otro extremo de aquel valle, Cuando se me urgieron respuestas Para nuestra inconsistencia. De ninguna parte me sobrevino una frase Que llegaba con su imagen: el hueso pélvico, en alto Que carga una diosa. Algo que no era Autoderogativo, como acostumbra serlo Nuestro forcejeo cotidiano, cuando Arrojamos la materia misma De la que estamos hechos: sangre, miasma. Vi Todo malherido, todo Como verdaderamente era, Tal supe que ese centro a donde iba Era el presente macizo, Un haz de luz blanca, ciega. País nombrado con ánimo de sojuzgarlo, peyorativo, Porque uno es el nombre que lleva, Y en nosotros no mirarnos, Cuando todo está desnudo de afecto, hiriente. Olores de la infancia en una localidad cualquiera: Turmero. Queda en el tiempo, Enterrado aquel país irreconocible, Cuando cruzo el pueblo y Voy al centro (minerías, guerras), voy 51

A una manifestación humana, Así el desfile, náufragos, Como fantasmas que atosigan Perlas, las esquinas son esquirlas De granadas En un patio interno. Pulpa Ofrecida, abierta, Así la patria que no amas.

II

Voy al centro del país peyorativo, Voy sorteado los obstáculos Dentro de un paisaje innoble, Basurales, baldíos, La luz burda cierra los portales Del tiempo hacia el futuro. Queda el presente puro Que te ha descubierto. Te descubres en el tiempo Que has merecido, Contigo y con tus hijos. Estás en el vacío Pero vas al centro, Sin orillas, Sin escampaderos, En el presente de los descreídos, Has sobrevivido. Vamos los sobrevivientes Junto con la marea humana 52

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Vamos por las carreteras Atascados En el tráfago de almas. Cruzamos la ciudad Hacia el centro Caído el sopor De la mañana, En el cenit del día, La canícula, la resolana. Dejo el auto En el atolladero Giro la llave En la canícula Salgo al sol A la bruta premonición, Junto con todos.

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Oscuros márgenes reinos Sylvia Lesa fugaz procaz estéril como el instante en el que te arrancan el portaligas negro mientras sientes caliente tu mejilla recostada contra los graffitis repugnantes alucinantes de puerta de baño de terminal de ómnibus.

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Extraños viajes

a veces un grumete tierno tímido sexuado acepta verse a solas a las once p.m. con una pasajera ardiente en su camarote

sin ojos de buey sin marido

el mar enseña a desconfiar de las sirenas pero no a reconocer

en los ojos alucinados de una mujer

si se ha descolgado del cielo en una liana 57

apretando entre sus piernas una vulva dentada

(igual que todos deberá arriesgarse).

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Ella Gabriela Robledo Ella habita un país de ojos con rincones poblados de ángeles. De pie, sobre la cuerda del tiempo y el espacio sostiene al mundo en sus manos y se lleva en andas sin más compañía que el aire frío de la altura sin más horizonte que las hilvanadas respuestas de un dios / melancólico. Ella ama a una mujer que la ama pero el amor nunca fue suficiente red para las trapecistas. Para sus malabares, toma el fuego y se precipita al destino de una clava más. Entre el espejo del cielo y el infierno los ángeles y demonios se multiplican. Ella carga demasiadas llaves. Cada vez que intenta abrir un cerrojo, una luz horada su rostro. Ella sabe que la cuerda puede traicionarla. Sus ojos guardan la espesura del bosque. Sus sueños trepan como enredaderas afiebradas por las cuatro paredes. Con la valentía de una náufraga los arroja como piedras pero el blanco es siempre móvil. Ella es la heroína de todos los cuentos la intrépida jinete de la fatalidad y la belleza. En cada acrobacia de luz roza los bordes de su tiniebla.

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Al encontrarse los espejos acaso el punto de fuga se abra en un haz de cuerdas acaso del otro lado esté ella esperando.

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Animal cautivo (fragmento) Lila Calderón Las galaxias parecen alejarse unas de otras a velocidades considerables. Las más lejanas huyen con la aceleración de doscientos treinta mil kilómetros por segundo, próxima a la de la luz. El universo se hincha. Asistimos al resultado de una gigantesca explosión. Severo Sarduy

Todo ritmo Es máscara luz contraluz sedimento capa metamorfosis No conoces a nadie

pero la diversión está que arde

enciendes un cigarro

te preguntan por qué hay tanta oscuridad

Es una pesadilla dicen

qué quieres

la felicidad cuesta caro y hay que seguir soñando Cuánto falta

No conozco a nadie

dónde fueron

Luego leerás los avisos + Nadie escapa al obituario + Nadie escapa al obituario + Nadie escapa al obituario Es usted realmente A veces la interrogante está en un libro En un poema que algún fantasma dejó sobre su mesa de noche Sólo se oyen onomatopeyas ahora No

comprendo

Hay música grabada

las Libros escritos

señales Escenas de cacería

pintadas sobre un sueño milenario 61

Se oyen los aplausos

los gritos de sorpresa

la carrera desbocada las risas

de los bisontes

las risas

las risas

las risas de los que creíamos asistir a un programa en vivo Un escenario lleno de vidrios huellas

sobre

marcado con tizas huellas

No es posible dar un paso en falso Como los ahorcados

sin caer al vacío

abrimos los ojos

sacamos la lengua

sin saber hasta dónde extender la utilería

Si creer en la muerte como un acto irrepetible Si creer en la muerte como un acto irrepetible Si creer en la muerte como un acto irrepetible No conozco a nadie

vuelven a decir

Los carros de basura con sus aurigas triunfantes

lo recogen todo

Espada del gladiador Red

Tridentes

Máscaras

La masa ajusta sus pulgares Tendré otra oportunidad

Corazas hacia la tierra que devora

o el tiempo gira siempre

de la misma manera Y volvemos a aparecer

sonriendo

desde el centro de la torta Todo es fiesta gritan Oír

traducir

a su salud interpretar

poner en juego

todo ocurre simultáneamente en algo que ya no es

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presente

sino Aguas del libro prometido

Vida Bajo esa cúpula No se distingue la ruina

el yeso

la costura el injerto

el disfraz la voz doblada

No hay tiempo para equivocarse Pero te entretienes viendo pasar los fuegos fatuos

por las esquinas

En las alcantarillas del universo

dicen

Rebotarán voces confundidas saturadas de frecuencias Idiomas montados legitimando antecedentes desde las escaleras de Babel Palabras que vuelven a lanzarse como bumerang siniestro Espiral que rueda triunfante en el alud de signos descompuestos en su vacío Toda comunicación es un enfrentamiento Una caja de Pandora en el abismo siempre abierto

que exploramos

El lenguaje secreto de las cosas se despliega en el espacio rompe la barrera de los 332 metros por segundo y como una marea desbocada alza sus olas Vibra se propaga envolviendo la atmósfera en un ritmo único Me

despiertan las

indomable cenizas

que caen desde el ojo abierto del ozono

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como lágrimas de un ojo desechable Es un modo natural de llorar sin hacer ruido

dicen

Construimos una ciudad fúnebre donde los muertos pasean de memoria por las plazas y sortean lápidas No saben que no encuentro mi lugar que vago por las esferas en busca de una explicación

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Las autoras

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Soledad Abril, artista argentina, es profesora de pintura, egresada de la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón. Ha incursionado en el dibujo, la fotografía, percusión, moldería en resina, entre otros. Publicó el libro de haikus y tankas La osadía en 2006. Tania Agüero es peruana, ha publicado una selección de poemas en la revista limeña Imaginario del arte, en plaquetas y en la revista electrónica Rompiendo el silencio. Laura A. Arnés es co-editora de Tératos, publicación independiente teórico-cultural sobre problemáticas de género y sexualidad y co-organizadora de las I Jornadas de Debate sobre literatura latinoamericana y estudios de género. Publicó Si, ¿acepto? (En: Conversaciones feministas, Buenos Aires, Ají de pollo, 2007), Variaciones (CP, Buenos Aires, 2006) y Parto (PDD, Buenos Aires, 2005). Andrea Cabel García, nació en Lima en 1982, estudió Lingüística y literatura en la PUCP donde ejerce la docencia. Escribe reseñas literarias en el suplemento dominical del diario El Comercio. Sus poemas han sido traducidos al inglés y al catalán. Fue parte del proyecto Panamericana de la revista SèrieAlfafulls temporals d’art i literatura, Valencia-España, ha sido publicada en la muestra poética del grupo Claroscuro, Lima-Perú, en la antología de poesía hispanoamericana de la editorial Zignos, Lima. Su primer libro Las falsas actitudes del agua fue ganador del primer premio del concurso Esquina de papel, organizado por la Embajada de España y la Municipalidad de Lima. Lila Calderón poeta y guionista chilena es profesora universitaria. Ha publicado los poemarios Balance de blanco en el ángel triste de Durero, (1993); In Memoriam, (1995), Por suerte había otra vida y Piel de maniquí (1999). Es coautora de la antología Veinticinco años de poesía chilena, 1970-1995 de la editorial FCE. También es autora de los títulos de narrativa Animalia, La granfuga y La ciudad de los temblores. Recibió el premio Fondart en 1994 y otros premios por su obra de video. 67

Rocío Cerón nació en México en 1972, ha publicado los poemarios Estas manos (Mixcóatl, 1997), Litoral (Filodecaba- Ilos, 2001), Basalto (ESN-CONACULTA, 2002) y Soma (Eloísa cartonera, BuenosAires, 2003). Es coautora de El decir y el vértigo: Panorama reciente de la poesía hispanoamericana (1965-1979). Obtuvo el Premio nacional de literatura Gilberto Owen 2000, en poesía. Dirige las ediciones El billar de Lucrecia, dedicada a la poesía latinoamericana de esta década. Roxana Crisólogo, creció en el barrio marginal de San Juan de Miraflores, al sur de Lima, Perú. Estudió Comunicación social y literatura, así como Derecho. Hizo estudios de posgrado en Derecho internacional en la Universidad de Helsinki. Es coordinadora de la Red por la democratización global (NIGD) en Lima. Forma parte del equipo de trabajo del Programa democracia y transformación global desde donde impulsa proyectos e iniciativas «que apuesten por una radicalidad alternativa que desde el arte busque inspirar cambios sociales». Ha publicado Abajo, sobre el cielo (Nido de Cuervos, Lima 1999), Animal del camino (Santo Oficio, Lima 2001), Ludy D (Flora Tristán, Lima 2007). Paloma Gonzáles nació en Ensenada, Baja California, México, en 1987. Ganó el primer lugar en el Concurso regional de poesía (2003) organizado por la Universidad de Sonora y fue integrante de la primera promoción del Laboratorio de escritura de la frontera. Actualmente cursa la licenciatura en Ciencias de la comunicación en la UABC, en Ensenada. Silvia Lesa es profesora en Letras egresada de la UNNE (Universidad Nacional del Nordeste, Resistencia, Argentina. Medalla de la Academia argentina de letras. Ex docente universitaria de la UNNE. Primer premio Iniciación en letras. Primer premio del concurso provincial de poesía Cincuentenario de la SADE en 1992. Mención especial en el Vº Premio letterario nazionale di prosa, Siracusa, Italia, 2002. Ha publicado las plaquetas Crónicas del exilio (1988); De la femenina elocuencia como una de las bellas artes (1989); Fiesta popular (1991); Augurios posmodernos (1992) y el libro de poesía Las inquietantes puertas (1994).

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Yolanda Pantin es venezolana, hizo estudios de Letras en la Universidad Católica Andrés Bello. En 1979 se integró al grupo literario Calicanto. Posteriormente fue fundadora del grupo Tráfico. Recibió la mención de honor del Premio nacional de poesía Francisco Lazo Martí, de la bienal de poesía José Rafael Pocaterra en 1982 y el premio Fundarte de Poesía en 1989. Ha publicado Casa o lobo (1981), Correo del corazón (1985), La canción fría (1989), Poemas del escritor (1989), El cielo de París (1989), El hueso pélvico (2002). Gabriela Robledo poeta argentina, obtuvo en 2006 el premio Fondo estímulo a la actividad editorial de la Municipalidad de Córdoba entre otros premios literarios, ha publicado Fricciones (2007), Agosto en mapas (2006), The other shore (2000, en inglés) y Última estación (1989). Ana Luisa Soriano, poeta peruana, bibliotecóloga. Ha publicado los poemarios Numerales (1993), Cuestión de hojas (1995) y sobre bibliotecología, el Catálogo de la literatura peruana publicada en la revista Mundial; así como artículos sobre literatura y bibliotecas. Ha sido publicada en antologías de poesía peruanas. Fue miembro del Consejo editorial de la revista Imaginario del arte.

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Indice Presentación ........................................................................... Prólogo ....................................................................................

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La poesía .................................................................................

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LADERA NORTE ..................................................................... APRENDER TU CUERPO ....................................................... [LEJANAS] .............................................................................. [CINCO Y CUARENTA I CINCO] ..........................................

21 23 25 27

DESPLAZAMIENTO ............................................................... G .............................................................................................. LA RENDIJA ............................................................................

31 33 35

TARDE AZUL .......................................................................... SCARLETT .............................................................................. MECEDORA ............................................................................ CRÓNICA DE UNA CIUDAD DE PASO ..................................

39 43 45 47

EL HUESO PÉLVICO ............................................................... OSCUROS MÁRGENES REINOS ........................................... EXTRAÑOS VIAJES ................................................................ ELLA ........................................................................................ ANIMAL CAUTIVO ...............................................................

51 55 57 59 61

Las autoras .............................................................................

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