GUIA práctica sobre Pautas de Crianza y Relaciones Familiares

June 8, 2017 | Autor: P. Lozano Mendez | Categoría: Familia, Infancia
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Descripción

GUIA práctica sobre Pautas de Crianza y Relaciones Familiares

Autora y compiladora Patricia Lozano Méndez Psicóloga Revisión texto Johon Heyver Gutiérrez Serna Psicólogo Coordinadora Programa de Salud Mental del Departamento de Risaralda Patricia Pimienta Gallego Psicóloga Secretaria de Salud Departamental Lina Beatriz Rendón Odontóloga Gobernador de Risaralda Carlos Alberto Botero Médico Pereira, Risaralda 2015

OBJETIVO. Brindar orientación y facilitar estrategias respecto a la crianza de los niños y niñas con el fin de generar alternativas para un desarrollo saludable y así propiciar un entorno adecuado, atendiendo a situaciones y conflictos que puedan darse en el ambiente familiar.

INTRODUCCIÓN. La socialización de la infancia se produce mediante las prácticas de crianza, entendidas como la manera en que los padres (y en general la estructura familiar) orientan el desarrollo de los niños y niñas y le transmiten un conjunto de valores y normas que facilitan su incorporación al grupo social. Así las prácticas de crianza son las acciones llevadas a cabo por los padres y personas responsables del cuidado del niño/a para dar respuesta cotidianamente a sus necesidades (Myers, 1994). Henao, Ramírez & Ramírez (2007) plantean la importancia de la familia en la socialización y desarrollo durante la infancia. La combinación de costumbres y hábitos de crianza de los padres, la sensibilidad hacia las necesidades de su hijo, la aceptación de su individualidad; el afecto que se expresa y los mecanismos de control son la base para regular el comportamiento de sus hijos, destacando la importancia de la comunicación en las pautas de crianza. Existen diversos factores biopsicosociales relacionados con la salud mental de los padres y cuidadores que generan estrés, depresión, agresividad u otras alteraciones que a su vez afectan los estilos de crianza y las relaciones con los hijos, por lo cual es importante identificar esos factores de riesgo y generar factores protectores para la salud mental, tanto de los cuidadores como de los niños, niñas y adolescentes en sus familias. Oliva, Parra & Arranz (2008) proponen estilos parentales relacionales asociados con el clima y caracterizados por el apoyo, el afecto, la comunicación y la promoción de la autonomía desde una perspectiva más multidimensional, no sólo de afecto y control en las pautas de crianza. Oliva, Parra, Sánchez & López (2007) también estudian las relaciones entre estilos parentales y ajuste del adolescente y destacan las relaciones con el desarrollo de los hijos. Se encuentran además otras características de los cuidadores o padres relacionados con los estilos de crianza y las interacciones familiares. Así PonsSalvador, Cerezo & Bernabé (2005) identificaron factores asociados a los cambios que afectan negativamente la parentalidad, como los antecedentes de castigo en la madre, la baja satisfacción materna y la percepción negativa del bebé entre otros, que se convierten en factores de riesgo para maltrato y alteraciones emocionales.

El establecimiento de normas y límites en el contexto familiar supone uno de los factores de protección más significativos para reducir la probabilidad de aparición de conductas de riesgo, tanto en la infancia como en la adolescencia El papel de los padres y cuidadores en este ámbito se centra en establecer y aplicar unas normas claras, pertinentes y razonables. La gama de posibilidades a la hora de inculcar esas normas a los/as hijos/as abarca desde la total permisividad hasta un control absoluto. Entre un extremo y otro existe un modelo que deja espacio para la libertad, y que supone educar a los hijos en la capacidad para tomar decisiones y para actuar de forma responsable ante los diferentes retos de la vida cotidiana. El espacio de libertad en el que pueden moverse los hijos, está condicionado por dos aspectos fundamentales: • La edad: a medida que los hijos/as crecen madurativamente, el margen de libertad ha de ser mayor. • El comportamiento: Conforme los hijos/as se comporten de forma responsable y tomen decisiones adecuadas es preciso ampliar el espacio de libertad. Por el contrario, éste ha de restringirse cuando las decisiones no sean las correctas o cuando el niño/a se muestre irresponsable. Cuando los hijos son todavía pequeños, la indicación de las pautas ha de ser directiva, porque en este periodo la moral es básicamente externa. Inicialmente el niño cumple la norma, no porque la vea razonable, sino porque es impuesta. Aprende que es algo que hay que hacer si quiere conseguir su objetivo (alabanzas, sonrisas…) pero lo hace porque se lo mandan, no porque lo considere conveniente. Sin embargo, es aconsejable comenzar desde edades tempranas a explicar “el porqué” de cada norma, para que progresivamente comprendan su significado social. Al principio del aprendizaje de una conducta se debe reforzar positivamente de manera constante y, a medida que se va consolidando el comportamiento, disminuye la necesidad de premiar. Cuando los hijos aprenden a hacer cosas que se consideran adecuadas dentro y fuera de la convivencia familiar, se les debe hacer saber que actúan correctamente. Felicitar por conseguir objetivos intermedios es muy importante para conseguir el comportamiento principal. A medida que los hijos van creciendo se debe tratar de llegar a un acuerdo sobre las normas, que satisfaga tanto a padres como a hijos, pero en el caso de que no sea posible alcanzar un acuerdo, es fundamental señalar que siempre prevalecerá el criterio adoptado por los padres.

I. CONCEPTUALIZACIÓN. El Diccionario de la Lengua Española define FAMILIA como el "Grupo de personas emparentadas entre sí que viven juntas”. La Organización Mundial de la Salud señala que familia se refiere, "a los miembros del hogar emparentados entre sí, hasta un grado determinado por sangre, adopción y matrimonio”. La Declaración Universal de los Derechos Humanos hace referencia a que la familia es “el elemento natural, universal y fundamental de la sociedad, y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado”. A través de la historia de la humanidad la familia ha estado condicionada e influida por las leyes sociales y económicas, y los patrones culturales de cada región, país y clase social. El modo de producción imperante en cada sociedad condiciona la ubicación de la familia en la estructura de clase, en función de la inserción en la organización del trabajo. Los investigadores consideran a la familia un verdadero agente activo del desarrollo social: célula en la que se crea y consolida la democracia, donde se solucionan o acentúan las crisis sociales y donde la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas encuentran afecto y especialmente seguridad. La familia es un elemento activo, nunca permanece estacionaria, pasa de una forma inferior a otra superior, de igual manera que la sociedad evoluciona de un estadio a otro. La familia es un producto del sistema social y refleja su cultura. En las diferentes épocas históricas han existido diversas formas de organización familiar: • Familia consanguínea: Es la primera forma de unión entre hombres y mujeres. No existía el matrimonio, la relación estaba basada en la necesidad sexual, por lo que no constituían parejas. Se desconocen los padres, los hermanos y se producen relaciones entre hermanos, padres e hijos. Familia punalúa: Tiene lugar en la época del salvajismo. El matrimonio era por grupos, las relaciones sexuales eran limitadas a los miembros de la tribu, existía además un compañero íntimo. • Familia sindiásmica: Existe una pareja, aunque débil que permite tanto al hombre como a la mujer tener relaciones con otros miembros de la comunidad. • Familia monogámica: Surge del matrimonio del mismo nombre en la época de la civilización producto de la aparición de la propiedad privada y la necesidad de conocer exactamente la paternidad con el fin de trasmitir los bienes de herencia. 1

1

La familia. Una mirada desde la Psicología. Anay Marta Valladares González; Raúl Dorticós Torrado”. Cienfuegos. Revista Electrónica de las Ciencias Médicas en Cienfuegos ISSN:1727-897X Medisur 2008;

La familia es la más antigua de las instituciones sociales humanas, es el grado primario de vinculación. Es un sistema abierto, es decir un conjunto de elementos ligados entre sí por reglas de comportamiento y por funciones dinámicas en constante interacción interna y con el exterior. Vínculos que definen una familia. Vínculos de afinidad, derivados del establecimiento de un vínculo reconocido socialmente, como el matrimonio (distintos tipos de matrimonio son reconocidos socialmente en distintas sociedades). Vínculos de consanguinidad, como la relación entre padres e hijos o los lazos que se establecen entre los hermanos que descienden de un mismo padre. El cambio de la estructura social tradicional cerrada, a una más abierta, en la que predomina la apertura de los valores familiares, evidencia el aumento de los divorcios, las separaciones, las uniones libres y las nuevas reconfiguraciones familiares. Esto lleva a que no se pueda hablar de un tipo de familia sino de múltiples tipologías con características particulares, algunas son: Familia Nuclear: Formada por padres e hijos/as; se considera así al subsistema social que consta de dos adultos de sexo diferente y que ejercen el papel de padres de uno o más hijos propios o adoptados. Es una unidad económica que la sociedad y la cultura reconocen. Familia Extendida o extensa: formada por parientes cuyas relaciones no son únicamente padres o hijos/as. Puede incluir abuelos/as, tíos/as, primos/as y otros parientes consanguíneos. es aquella constituida por una agrupación numerosa de miembros, caracterizada por tres generaciones en adelante. Además de padres e hijos, incluye abuelos, tíos y primos, y comparten vivienda y economía. Este tipo de familia puede albergar a sus miembros en épocas de crisis, tales como reciente madresolterismo, separaciones conyugales o abandono. Familia simultánea: conformada por parejas que tuvieron uniones que concluyeron en ruptura (divorcio, abandono o muerte). A este tipo de familia el cónyuge aporta hijos de uniones anteriores, las funciones económicas se expanden y se reparte la autoridad. A esta familia también se le denomina recompuesta, reconstituida de nupcialidad reincidente y superpuesta. Familia Compleja: consanguíneos.

incluye

parientes

consanguíneos

y

allegados

no

Familia singularizada: se trata de una pareja heterosexual que ha tomado la decisión de no tener hijos. Es una familia netamente urbana. Familia fraterna: es la constituída por un grupo de hermanos solos, luego del fallecimiento o abandono de padres o cuidadores.

Familia comunitaria: se constituye cuando en una vivienda se agrupan personas sin vínculo de consanguinidad o afinidad y se distribuyen gastos y roles. Comparten instalaciones, recursos, experiencias y aportan una mensualidad. Otras formas de llamarla pueden ser: familia cooperativa, familia colectiva. Familia Monoparental: Sólo hay un padre o madre e hijos/as. Familia Monoparental Extendida: Un progenitor, hijos/as y otros parientes consanguíneos. Familia Monoparental Compleja: Hay un progenitor , hijos y personas allegadas no consanguíneas. Familia Unipersonal: Es una familia formada por un solo componente. Familia Homoparentales: hijos que viven con una pareja del mismo sexo. Familia Ensamblada: compuesta por agregados de dos o más familias. Familia de Hecho: Pareja sin enlace legal. Otros teóricos definen el concepto de FAMILIA así: Se entiende por familia, un grupo humano unido por lazos de consanguinidad o sin ellos, que reunidos en lo que se considera su hogar, se intercambia afecto, valores y se otorga mutua protección (Dulanto, 2000). Familia es un conjunto de personas consanguíneas o no, que cohabitan bajo un mismo espacio, y en donde existe una unión e interacción afectiva entre ellos regidas por determinadas normas jerárquicas (Moles, 1997). También se define la familia como la unión de personas que comparten un proyecto vital de existencia en común que se supone duradero, en el que se generan fuertes sentimientos de pertenencia ha dicho grupo, en el cual existe un compromiso personal entre sus miembros y se establecen intensas relaciones de intimidad, reciprocidad y dependencia. Subsistemas familiares. Considerada como sistema, la familia relaciona a sus integrantes de una forma continua y complementaria, a manera de circuitos de retroalimentación, ‘Feed back’, de tal forma que el comportamiento de cada uno de sus miembros es determinado y determinante del comportamiento de los otros. Se pueden distinguir los siguientes subsistemas: Subsistema conyugal: se conforma por la relación de conyugalidad o de pareja, realizada por los acoplamientos conductuales que se dan entre un hombre y una mujer en el campo afectivo, sexual y social, entre otros, con miras a conformar una organización estable.

Subsistema parental: se constituye y se inicia con el nacimiento del primer hijo, luego con los demás, y se termina solamente con la desaparición o muerte de estos. La relación básica está dada entre padres e hijos y tiene como función primordial el cuidado de los últimos. Por medio de dicha relación se facilita el desarrollo integral de los hijos y su socialización. Subsistema fraterno: está dado por la relación entre los hermanos, quienes pueden ser de edades similares o llevarse algunos o bastantes años. Por medio de este subsistema se amplía el mundo social del niño y le facilita aprender a relacionarse con otras personas cuando salga de su ámbito familiar. “Estas relaciones o acoplamientos, por lo general, son simétricas (entre iguales). Cuando existen diferencias marcadas se pueden constituir en relaciones complementarias”2. Funciones de la Familia. Desde que nacemos, la familia se constituye como el principal grupo de apoyo y de sostenimiento. Se comienza con la conducta de apego, nada más nacer, y se termina con la posibilidad que nos brinda la familia de acceder a los recursos que nos ofrece la sociedad. En razón a lo anterior se puede decir que el grupo familiar cumple una serie de funciones con respecto a sus hijos/as, que serían las siguientes:  Asegurar su supervivencia, su crecimiento y su socialización en las conductas básicas de comunicación, diálogo y simbolización.  Aportar a sus hijos/as un clima de afecto y apoyo sin los cuales el desarrollo psicológico sano no sería posible.  Aportar a los hijos, hijas la estimulación necesaria para relacionarse de una forma competente con su entorno físico y social, así como la capacidad para responder a las demandas y exigencias planteadas por su adaptación al mundo que les toca vivir.  Tomar decisiones con respecto a la apertura hacia otros contextos educativos que compartirán con la familia la tarea de educación del niño/a. El papel fundamental de la familia es entonces una estructura de acogida, de reconocimiento desde el recién nacido, de cómo la madre se comporte con él será importante para su desarrollo posterior (Martínez, 2000). En ella encuentran los hijos/as las «condiciones ambientales» imprescindibles para el aprendizaje de los valores: el clima moral, de seguridad y confianza, de diálogo y responsabilidad que haga posible, desde la experiencia, la apropiación del valor. No se contemplan otros enfoques de carácter cognitivo en la educación familiar. Se parte de la necesidad de hacer de la experiencia en el ámbito familiar la situación privilegiada e insustituible para el aprendizaje de los valores morales. La familia educa más por lo que «hace» que por lo que «dice »3. 2

Cadavid de G. Irene, Oquendo, Asceneth. “La familia Humana”. Op. Cit., p 65 Familia y transmisión de valores. Ortega Ruiz, Pedro y Minguez Vallejos, Ramón. Ediciones Universidad de Salamanca, 2009 España. 3

Mirando al interior de las familias, encontramos que en todas ellas hay siempre unas funciones que cumplir y aunque varíe la forma cómo se cumplan, en esencia éstas siempre conllevan al mismo fin. El cumplimiento adecuado de estas funciones ayuda para que las familias sean funcionales y tengan un positivo desenvolvimiento.4 Función biológica: es la primera de las funciones de la familia y se encamina a que ésta crezca y mantenga la especie, por medio de la reproducción y la crianza de los hijos y el suministro de elementos biológicos, recursos materiales indispensables para la subsistencia y la satisfacción de necesidades fisiológicas que garanticen el desarrollo adecuado de cada miembro del grupo familiar. Función socializadora: la familia es la encargada de transmitir valores, actitudes éticas, modelos de comportamientos, establecer límites, normas y estrategias de sobrevivencia. Mediante esta función socializadora se prepara a los hijos para el ingreso al mundo macrosocial y a vivir de acuerdo con las pautas establecidas por la familia y la sociedad. Dicho proceso de socialización es continuado luego por la escuela. En la socialización se abarcan el pleno desarrollo humano en todos los aspectos: cognitivo, afectivo, lenguaje y valores, los cuales influyen en las relaciones intra y extrafamiliares. Función económica: está encaminada a favorecer la subsistencia de los miembros de la familia, a partir de la provisión de los recursos materiales requeridos para la satisfacción de las necesidades básicas. Función afectiva: por medio del afecto, en la familia se proporciona a cada uno de sus miembros seguridad, apoyo, comprensión, lo cual da las bases para una adecuada conformación de la personalidad, afianzando la autoestima y el respeto por el otro. Las funciones de la familia son de carácter universal, al igual que las cinco áreas en que se desenvuelve el grupo familiar, para hacer más asertivo el desempeño de tales funciones. Estas cinco áreas son: social, económico-laboral, de la casa o doméstica, de los hijos y sexual. Dentro de cada área deben tenerse en cuenta los siguientes aspectos que ayudan a un mejor funcionamiento de las familias. Sin embargo es importante resaltar que dentro de cada una de las áreas expuestas deben propiciarse consensos y negociaciones, dependiendo de la etapa del ciclo vital que atraviese la familia. Área social: deben atenderse los siguientes aspectos: • La relación con las familias de origen, tener unos límites claros con ellas. • La relación con las amistades de él y ella (pareja). • Las relaciones de amistad de los hijos. 4

Rodríguez A. Jhon Fredy. “Colección Padres eficaces”. Medellín UPB. 1997. P 5

• Las relaciones de los nuevos vecinos y nuevos círculos de amistades. • Las diversiones y el manejo del horario para éstas. • La ubicación de la nueva residencia y todas aquellas interacciones que se presenten con otros grupos de personas o instituciones diferentes al grupo familiar. Área económico-laboral: se deben tener presentes asuntos como: • La aceptación de los oficios que se vayan a desempeñar. • Determinar quiénes pueden trabajar. • El presupuesto que se va a manejar. • Los gastos y a quién le corresponde la ejecución del presupuesto. • El uso de los salarios cuando ambos laboran (pareja). • Los horarios y/o jornada laboral. • Aportes y/o sustento de las familias de origen. • Pagos de colegio, transporte, médicos, etc. Área de la casa o doméstica: se define todo lo concerniente a cómo se desenvuelve y concreta el sostenimiento de la casa y lo doméstico, desde la dotación de la vivienda, hasta la asignación de oficios (lavar, planchar, cocinar, guardar ropas, jornadas de aseo y arreglo de la casa, mercar, pagar servicios, etc.). Área de los hijos: es importante la constante comunicación entre los padres, ya que necesitan estar muy pendientes de poder cumplir asertivamente tanto la función socializadora como la afectiva, por ello es importante tener presente: • El desempeño de los roles como figuras parentales. • Y quién, y en qué momento, se va a encargar de situaciones como bañar, alimentar, cuidar, jugar, apoyar en las tareas, asistir a los colegios, actividades recreativas, otorgar los permisos, autorizar las salidas, sancionar y definir normas y horarios. Área sexual: es importante no sólo en el manejo de la sexualidad de la pareja, sino también, en la forma cómo se impartirá a los hijos esta educación, por ello es esencial que se dialogue acerca de: • Los mitos y las creencias que tiene cada uno en la pareja. • El número de hijos que desean tener. • La intimidad de la pareja. • El manejo de la genitalidad frente a la sexualidad. El adecuado desenvolvimiento en estas áreas conlleva a que las familias sean más funcionales, es decir, capaces de ajustarse sin mayores traumatismos a las nuevas situaciones que se le presentan. Cuando no se logra esto, las familias tienden a volverse disfuncionales, tienen grandes dificultades para adaptarse y presentan conflictos.

Ciclo vital familiar. El tema del ciclo vital de la familia refiere el significado de la familia como un grupo dinámico y flexible en constante transformación. Esto implica desarrollar la capacidad para adaptarse a las diversas situaciones que corresponde vivir y enfrentar, debido a las influencias que vienen del medio externo y a los cambios que se producen en su interior, que a su vez llevan a la familia a realizar modificaciones en su estructura de relaciones. El ciclo vital familiar es el proceso de crecimiento y desarrollo que vive la familia al pasar por diferentes etapas, debido a las distintas situaciones que se presenten y que exigen de ella unas modificaciones en sus relaciones y en sus tareas3. Las siguientes son las etapas del ciclo vital familiar: Etapa 1. El noviazgo. Desde aquí se comienzan a estructurar el desarrollo de las etapas siguientes. Sus objetivos están encaminados a establecer mecanismos adecuados que posibiliten el entendimiento en la pareja a partir de las expectativas reales y fortalecer el amor. En esta etapa es conveniente tener presente: En el área social: • Identificación de valores, creencias y costumbres afines. • Definición del rito o contrato (forma de la unión). • Concertar las diferencias. En el área económico-laboral: • Conocimiento mutuo del origen de sus ingresos y lugares donde laboran. Etapa 2. Adaptación y ajuste al matrimonio. Esta etapa se inicia desde el momento en que el hombre y la mujer se unen con miras a conformar una familia. Se caracteriza porque la pareja vive un proceso de negociación y acuerdos que le permiten ajustarse a su nueva vida y que además posibilita acordar nuevas maneras de relacionarse con sus familias de origen y con otros campos. En este período, la relación de dos personas tienen tres componentes: yo, tú y nosotros. Teniendo en cuenta estos tres componentes se toman las decisiones, se trabajan los conflictos y, en general, se establece la comunicación. Es una etapa de mucha tensión por todos los cambios en el estilo de vida y porque se evitan las discusiones o los disgustos generados por los desacuerdos, dado que se está haciendo una conjunción de los gustos, las expectativas y las costumbres de las familias de origen hasta lograr que la nueva familia tenga su propia identidad. En esta etapa es conveniente tener presente: En el área social: • Definir límites de familias de origen. • Determinar relaciones con nuevos vecinos.

• En la pareja es necesario establecer horarios, salidas y diversiones. En el área económico-laboral: • Organizar un presupuesto de ingresos y egresos. • Repartir responsabilidades económicas (pagos de vivienda, servicios, etc.) • Dialogar sobre el tipo de trabajo que cada uno desempeña y la apreciación que cada uno tiene de éste. En el área de la casa: • Dialogar sobre todo lo relacionado con la dotación y el lugar de vivienda. • Llegar a acuerdos en lo relacionado con las tareas y los oficios de la casa (quién hace qué). En el área de los hijos: • Definir cuando llega el primer hijo. • Prepararse biológicamente y psicológicamente para la gestación. En el área sexual: • Disfrute de la sexualidad respetando valores y costumbres. • Definir métodos de planificación. Etapa 3. Llegada del primer hijo/a. Con la llegada del primer hijo/a la nueva familia está sujeta a una gran variedad de cambios, lo cual hace necesario reajustar ciertos patrones tanto de la conducta con relación a la pareja como al nuevo ser. Muchos de los acuerdos definidos en la etapa anterior deben revaluarse y, a la vez, comienzan a hacerse reales las expectativas que se tienen para este momento. Por tanto, es necesario tener en cuenta: En el área social: • Establecer límites claros con las familias de origen (abuelos, tíos) para que permitan que la nueva familia se asuma como tal. En el área económico-laboral: • Garantizar espacios suficientes para la crianza y cuidado del hijo, teniendo en cuenta el aspecto laboral. • Dialogar sobre la continuidad, o no, de la madre en su trabajo. • Dialogar sobre los ajustes económicos que plantea la nueva situación. En el área de la casa: • Acordar el espacio del nuevo hijo. • Asignar entre los padres el desempeño de tareas y oficios de la crianza. En el área de los hijos: • Asumir responsablemente la gestación. • Participar del nacimiento. • Identificar tareas en el cuidado, tanto para el padre como para la madre. En el área sexual: • Que la pareja acuerde los espacios que permitan la intimidad.

• Dialogar sobre los cambios que se presentan al madurar la pareja cada vez más en el área sexual. Etapa 4. La escolaridad. En esta etapa es importante resaltar el proceso de enseñanza formal que se inicia en el hijo al ingresar a la institución educativa, permitiéndose la transmisión de creencias, costumbres y conductas culturales por intermedio de los adultos en especial padres y maestros. Los cambios en la familia son generados por las perturbaciones de un sistema extrafamiliar (la escuela o el colegio). En respuesta, la familia tiene que entrar a negociar y llegar a acuerdos en las áreas del funcionamiento familiar en distintos campos: En el área social: • Identificar la institución donde va a estudiar el hijo. • Favorecer la relación del hijo con otros niños y familiares. • Establecer normas claras en el juego, la relación con los amigos y los permisos otorgados. En el área económico – laboral: • Cubrir demandas de la escolaridad: pensiones, uniformes, cuadernos, lonchera, seguro, transporte, entre otros. En el área de la casa: • Acondicionar los espacios adecuados para el estudio. • Acordar horarios de estudio. • Asignar algunas tareas y responsabilidades en la casa. En el área de los hijos: • Definir en pareja todo lo relacionado con la educación. • Participar ambos padres en la tarea educadora turnándose de acuerdo con sus posibilidades para el acompañamiento en las tareas escolares. • Orientar y apoyar al hijo. • Mantener una buena comunicación con la institución educativa. En el área sexual: • Lograr espacios de intimidad en la pareja. • Tener en cuenta su papel formativo y preventivo para el/la hijo/a en la sexualidad. • Acordar cómo debe manejarse el ejercicio de la autoridad Etapa 5. La adolescencia Es una etapa trascendental en la vida de la persona, porque se pasa de ser un niño para paulatinamente convertirse en un adulto joven. Es el momento en el cual la mente se llena de dudas por los múltiples cambios que atraviesa a nivel físico, psíquico, sexual, social y espiritual.

Tales dudas, en la mayoría de las veces, están acompañadas de falta de información, de desatención por parte de la familia o de tabúes que pertenecen a gran parte de la sociedad. Se trata de un momento clave para que la familia aproveche y conozca más su sistema, y continúe su proceso de crecimiento. El adolescente cuestiona la autoridad, necesita afirmar su personalidad, rechaza las normas y se rebela contra ellas más que contra sus padres. Dificultades más comunes del adolescente: • Comunicación • Cambios emocionales bruscos. • Sobreprotección. • Manejo de autoridad. • Expulsión. • Rebeldía. • Alcoholismo y drogadicción. • Familia rígida. • Aspecto físico. Por lo general, este período coincide con la mitad del matrimonio, dado que los padres están en la mitad de su ciclo evolutivo (edad adulta, algunos ya más avanzados en la madurez). Para las familias, la adolescencia puede ser fuertemente desestabilizadora, pues conlleva a una separación cada vez mayor del hijo del seno familiar, quien participa cada vez más en los ambientes extrafamiliares. En ocasiones, esto incide para que se cuestionen costumbres, valores, normas y reglas aprendidas e introyectadas en el hogar. Para solucionar las crisis producidas por las perturbaciones antes anunciadas, los padres deben llegar a acuerdos. Por tanto, en esta etapa es conveniente tener presente: En el área social: • Los padres deben ampliar el rango de los permisos, manejo de dineros, salidas y amigos. • Concertar y dialogar con los hijos las normas a seguir. En el área económico-laboral: • Cubrir las demandas de estudio de bachillerato y educación superior. • Propiciar en el hijo el manejo responsable de dineros. • Dialogar sobre las eventuales actividades que los hijos puedan desarrollar y que generen ingresos. En el área de la casa: • Redistribuir tareas. • Hacerlos partícipes gradualmente de algunas responsabilidades. • Respetar los espacios y objetos personales.

En el área de los hijos: • Favorecer una comunicación constante para establecer una relación más amigable Hacer claridad en por qué la autoridad no es la misma para los hijos en la etapa escolar que para los adolescentes. En el área sexual: • Reforzar el proceso de orientación de los hijos entorno a la sexualidad. • Dialogar sobre su intimidad en pareja, analizando cómo los cambios son signos de madurez y no de desamor. Etapa 6. Salida de los hijos del hogar. Se caracteriza como una etapa que coincide con la del noviazgo. En la familia los hijos mayores ya han establecido sus relaciones y comienzan a vivir su propio ciclo vital, en la mayoría de las ocasiones, porque deciden formalizar su relación, porque inician su vida laboral o sus estudios superiores fuera de la cuidad. Otro rasgo es que la relación dada con sus padres es de adulto a adulto. Al quedar solos los padres, estos deben reestructurar su relación de pareja, haciendo ajustes, adaptaciones y desarrollando intereses que les permitan vivir más plenamente este reencuentro en su ciclo vital familiar. “La familia debe tener presente que la salida de los hijos es un proceso inevitable, gradual e individual”. En la medida que la familia haya logrado superar positivamente las etapas anteriores, estarán en capacidad para enfrentar y superar esta nueva etapa y continuar adelante. En esta etapa es conveniente tener en cuenta: En el área social: • Establecer unos claros acuerdos en las relaciones con yernos, nueras, nietos y familias políticas. En el área económico-laboral: • Renegociar el manejo del presupuesto. • Prever que la jubilación se avecina y crear las estrategias para garantizar estabilidad económica. En el área de la casa: • Tener presente que en ocasiones es conveniente el cambio de casa por una más pequeña y adecuada. • Si se va a convivir con hijos se deben renegociar espacios y límites. • Llegar a nuevos acuerdos sobre los quehaceres y responsabilidades en el hogar. En el área de los hijos:

• Establecer con los hijos una relación adulto-adulto respetándose su independencia. • Definir unos límites claros con las nuevas familias de sus hijos. En el área sexual: • Dialogar en pareja cuáles son en este momento de la vida sus expectativas frente al tema. • Buscar disfrutar en pareja de las actividades afines, pueden ser conciertos, lecturas, paseos, artes, entre otros. Etapa 7. Nido vacío, vejez, jubilación y muerte. Cuando una pareja logra liberar a sus hijos de manera que estén menos involucrados con ella, suelen alcanzar un período de relativa armonía y pueden llegar hasta la jubilación del esposo. Algunas veces, sin embargo, el retiro de éste de la vida activa puede complicar la situación, pues se hallan frente a frente las veinticuatro horas del día. Con el tiempo, por supuesto, uno de los cónyuges muere y el otro queda solo y buscando la manera de involucrarse en la familia. En esta etapa la familia se ve en el difícil problema de cuidar a las personas mayores. Muchos optan por enviarlos a hogares geriátricos porque sus casas no tienen espacio o porque no hay quién los cuide. Este es un punto crítico de difícil manejo. Otra característica muy común en esta etapa, es que se supone que el nido (hogar) queda vacío. Pero la tendencia de las familias a ser sobreprotectoras hace que los hijos cuando se casen no digan adiós, sino hasta luego. Por eso no es raro que se presenten familias de abuelos ayudando en la crianza de los nietos y aún conviviendo con sus hijos separados. Esto hace parecer que la tarea nunca se acaba. Por tanto, es conveniente tener presente: En el área social: • Buscar una estabilidad que permita un retiro digno del campo laboral en materia de vivienda, salud y economía. • Establecer un nuevo círculo de amigos y nuevas actividades. En el área económico-laboral: • Ser previsivos en todo lo relacionado con gastos. • Buscar desempeñarse en los oficios de mayor agrado. En el área de los hijos: • Cuando se les visita, disfrutar de su compañía. • Permitirles que vivan su propia vida. • Contar con su apoyo y asesoría. En el área sexual: • Disfrutar en pareja de gustos y aficiones.

El ciclo vital es un proceso natural por el cual todo ser humano atraviesa. Al pensar en el camino que se espera recorrer, debe existir una preparación e incluir en el ‘equipaje’ implementos como: amor, comprensión, comunicación, diálogo, empatía, tolerancia y paciencia, entre otros. Crisis de la familia. La familia es flexible y dinámica, con capacidad de transformación: “al llegar a cada etapa del ciclo vital se genera estrés y angustia, las cuales originan crisis o momentos de tensión que generalmente llevan al cambio; de aquí que sea importante estudiar el concepto de crisis como un período de vulnerabilidad y aumento de tensión, que hace pasar a los procesos de un estado de equilibrio a otro cualitativamente diferente”5. La familia se fundamenta, primero que todo, en una buena relación de pareja, ya que es a partir de ella que se origina y finaliza. Por eso es necesario que esta etapa siempre esté en análisis, pues de su fortaleza se beneficiarán más las otras etapas y las crisis de ajuste, en cada momento, serán más fáciles de resolver. Es importante no olvidar que las crisis son oportunidades y que dependen del manejo que se les dé que se alcanza a transformarlas en algo positivo. Cuando se presenta una crisis debe darse una mirada al interior, tanto de las áreas de funcionamiento familiar, como de la etapa por la cual se atraviesa. De esta manera se podrá ser más asertivo en el manejo que debe darse a la situación. Hay que recordar que no basta solamente con saber cuáles son la áreas de funcionamiento familiar y cuáles las etapas por las que se va a atravesar, hay que mantenerse atentos y asumir una actitud preventiva, de modo que cuando se presenten las crisis se puedan sortear de la mejor manera y a tiempo. Cuando no se resuelve adecuadamente una crisis se acumula con otras y pueden surgir en otro momento o etapa en donde su manejo va a ser mucho más difícil. Crisis normativas. Las crisis que se esperan sucedan en la familia al pasar por las diferentes etapas son llamadas normativas, vitales o de desarrollo. Se dan obligatoriamente y que no se presenten puede ser tan estresante como su ocurrencia. La familia debe adaptarse a las etapas de cada uno de sus miembros y a la de ella como tal. Si hay dificultades en este proceso se pueden presentar síntomas o llamadas de atención de que algo está funcionando mal en el sistema, de que éste no está cumpliendo sus funciones. Es entonces cuando puede llegar la reacomodación del sistema de una forma disfuncional o que la familia consulte en busca de ayuda. 5

VASQUEZ, Alberto. “La Familia en crisis y las crisis de la familia”. Brasil, 1986. En Documento: Segundo encuentro de terapia familiar. Medellín, 1987.

Crisis de desajuste. Otros eventos que pueden originar problemas en la familia y que se presentan intempestivamente, se constituyen en las llamadas crisis de desajuste, las cuales por su forma de presentación alteran el sistema familiar. Entre éstas tenemos: el desempleo del padre o jefe del hogar; un accidente invalidando a un miembro de la familia o una muerte violenta de uno de éstos; la separación de la pareja; y el embarazo en un o una adolescente. Una crisis vital o normativa puede convertirse en crisis de desajuste, si la respuesta y las tareas que se espera cumpla la familia no corresponden al momento que ella está atravesando. Pautas de crianza. La crianza es un proceso secuencial que los padres inician desde su formación como hijos en sus propias familias. Es un proceso aparentemente natural, por lo que se cree que por el hecho de hacerse padres desde lo biológico se está preparado para afrontar con éxito el ejercicio de la paternidad. Pero, los avances tecnológicos y los rápidos cambios sociales dificultan el desarrollo de este proceso en forma armónica y natural, por lo cual es necesario que los padres se preparen para desarrollar eficazmente su tarea. Las pautas de crianza no son recetas que están proporcionalmente establecidas; son acuerdos que conciertan los padres que preparan y planean la llegada de sus hijos, con quienes se comprometen con responsabilidad a acompañar y a generar espacios que potencien el desarrollo humano de sus hijos6. Las pautas de crianza son aprendidas por los padres de sus propios padres y son transmitidas de generación en generación, algunas veces sin modificaciones. Este proceso que se inicia durante la socialización del niño en el núcleo familiar, social y cultural, lo asimilan por medio del juego de roles, con el que se apropian de las pautas con las que sus padres los orientan, las asumen e incorporan, para más tarde, al ser padres, implementarlas con sus hijos. Es así como se pueden transferir comportamientos que se creen adecuados, porque a los padres les fueron efectivos, pero es necesario tener en cuenta que cada hijo es único y como tal va a responder a la crianza que se le ofrece. Además, las influencias externas y las demandas del contexto son diferentes para cada grupo familiar. Si se tiene en cuenta que la pareja de padres está conformada por dos personas que vienen de grupos familiares diferentes, se puede entender la necesidad de llegar a acuerdos, que partan de la negociación y que faciliten a los padres el establecimiento de los lineamientos con los que acompañarán a los hijos durante su desarrollo. De hecho, desde sus hogares han recibido orientaciones diversas, con vivencias y modelos de padres también diferentes, a pesar de que compartan ambientes socioculturales similares. 6

María Eugenia Villegas Peña. Facultad de Medicina, Universidad de Antioquia

En la crianza de los hijos contribuyen los elementos que como hijos los padres recogieron en sus propias familias; es de esperar que padres que poseen una autoestima adecuada ofrezcan el ambiente que igualmente la propicie en sus hijos, y los que carecen de ella les restarán posibilidades, sin con esto querer decir que no lo puedan lograr, pues con esfuerzo y compromiso se puede conseguir lo que con ellos no se logró. El proceso de crianza justifica un trabajo en equipo, en el que los padres, como una unidad, elaboren los guiones de crianza y éstos sean fruto de la reflexión y del crecimiento de ellos como padres, para que con responsabilidad, firmeza, afectividad e inteligencia acompañen a sus hijos durante su desarrollo. En el proceso de crianza es necesario el apoyo, que no sólo es tarea de los padres entre sí, sino que también es significativo el que reciben de otros sistemas del entorno en el que se desarrollan. Las familias que cuentan con redes de apoyo fuertes generan más posibilidades en el proceso de crianza de sus hijos. El apoyo de los padres debe ser incondicional y si entre ellos hay diferencias, éstas se deben discutir en espacios en los que los hijos no participen. Es importante el respeto del uno por el otro ante los hijos. El desautorizar o criticar al otro ante el hijo no le quita valor en la relación padre-hijo, pero, sí debilita el necesario trabajo en equipo de los padres. Solís-Camara et al. (2007) definieron la CRIANZA como las actitudes y comportamientos de los padres y también realizaron investigaciones para establecer los factores que afectan la participación de los padres, identificando el bienestar subjetivo, las actitudes y las expectativas sobre el desarrollo del niño/a. Los cambios en la familia, en las interacciones y en las pautas de crianza pueden afectar los estilos parentales y el desarrollo socioafectivo en la infancia. Cabrera, Guevara & Barrera (2006) expresan que la red familiar se reorganiza y las relaciones se redefinen permanentemente; en las interacciones negativas en la familia pueden crearse desajustes psicológicos en los hijos, lo cual de penderá del grado de satisfacción que se tenga por ser padre. De igual manera, los conflictos que enfrentan los padres diariamente y el estrés experimentado, debido a funciones relacionadas con la crianza, pueden influir sobre las características de los hijos y su ajuste emocional. En relación con antecedentes o características psiquiátricas de los padres, Oates (1997) citado en Ezpeleta (2005) realizó investigaciones con hijos de pacientes psiquiátricos asociados a problemas conyugales, estrés, problemas psicosociales y encontró que aumentan el riesgo de abuso, maltrato o rechazo hacia los hijos. También Gracia, Lila & Musitu (2005) hallaron relación entre el rechazo parental percibido por el hijo y el ajuste psicológico y social en relación con el afecto, la hostilidad, la indiferencia o el rechazo percibido de los padres y la relación con comportamientos internalizados como la ansiedad, la depresión, el aislamiento social, la autoestima negativa y los problemas somáticos, y con comportamientos externalizantes como la agresividad y la conducta disocial.

La crianza está afectada por las relaciones agresivas, la deprivación afectiva y otras problemáticas de la familia, tal como lo encontró en sus resultados de investigación Bradly (2000) citado en Ezpeleta (2005), quien plantea que la falta de afecto, el afecto negativo o la desaprobación a toda acción o comportamiento de los padres, se relaciona con problemas externalizantes y con baja autoestima en niños y, además, la vinculación insegura con los cuidadores como un factor de mayor vulnerabilidad para la psicopatología infantil. Ezpeleta (2005) también realiza reflexiones sobre las psicopatologías de los padres y los trastornos emocionales, entre otros, como factores de riesgo de problemas comportamentales y emociona-les en la infancia. A partir de la enunciación de los factores de riesgo para problemas del desarrollo socioafectivo en la infancia y las conductas parentales inadecuadas, es necesario identificar los cambios que se presentan y las problemáticas familiares asociadas a trastornos emocionales para orientar la prevención y la intervención oportuna. Los problemas emocionales de los padres, como: la depresión, influyen en los niños, niñas y adolescentes, generándoles modelos inadecuados o prácticas negativas para su desarrollo. Entre las problemáticas emocionales de los padres, madres o cuidadores que influyen en las relaciones con los hijos, hijas y en los estilos de crianza está el estrés, como se evidencia en las investigaciones de Vera, Grubits & Rodríguez (2007), en lo que se refiere al estrés de la madre en las pautas de crianza de niños, niñas de uno a cinco años y la estimulación, y en el que se encuentra que a mayor manejo del estrés hay mayor estimulación del desarrollo de los niños y niñas. También Deater-Deckard (2004) plantea que las alteraciones en la conducta parental resultante del estrés, se relacionan con problemas emocionales y cognitivos en el desarrollo durante la infancia; además, los problemas de comportamiento de los niños también alteran el comportamiento parental estableciéndose una relación bidireccional. Algunos estudios como los de Schwebel, Brezausek, Ramey & Ramey (2004) coinciden en que los niños temperamentalmente difíciles necesitan una mayor cantidad de tiempo y de recursos para alcanzar un adecuado desarrollo social. También Ato, Galián & Huéscar (2007) analizaron las relaciones entre estilos de crianza, temperamento y ajuste socioemocional en la infancia y proponen los modelos interactivos que los estilos de crianza influyen diferencialmente en el ajuste en función del temperamento de los niños y niñas. Además, es importante tener en cuenta otras variables como la etapa evolutiva, el género del niño, los recursos económicos, las características de la personalidad de los padres, entre otros. Con respecto a estilos de crianza autoritarios Mulsow (2008) propone que la familia es un agente que afecta los aspectos socioemocionales al ofrecer modelos que sean compatibles con la realidad vital, y da oportunidades para desarrollarse emocionalmente. Los estilos autoritarios y castigadores generan un desarrollo emocional disfuncional y deficitario en estrategias y competencias emocionales para la adaptación en distintos contextos a lo largo de la vida.

Según Rodríguez (2007) la familia es el primer contexto para la transmisión de las normas, valores y modelos de comportamiento, es la familia la que socializa al niño permitiéndole interiorizar los elementos básicos de la cultura y desarrollar las bases de su personalidad; cada familia asume las pautas de crianza dependiendo de sus características, dinámica y factores contextuales, así como los recursos y apoyos, entre otros. Por último, Berk (2004) destaca la importancia de la familia en el proceso de socialización y aprendizaje de los niños a lo largo de su desarrollo y de su vida escolar; en consecuencia, los padres facilitan el desarrollo de competencias sociales. Familia, habilidades sociales y conducta prosocial. La familia y las pautas de crianza adecuadas facilitan el desarrollo de habilidades sociales y de conductas prosociales en la infancia, por lo cual es importante brindar sensibilización y orientación. Mestre et al. (1999) destacan que el tipo de normas que una familia establece, los recursos y procedimientos que utilizan para hacer cumplir dichas normas, junto con el grado de afectividad, comunicación y apoyo entre padres e hijos, son fundamentales para el crecimiento personal, la interiorización de valores, las habilidades sociales y la toma de decisiones para resolver conflictos. Con respecto a la autoestima Alonso & Roman (2005) estudiaron la relación de diferentes estilos parentales y la autoestima en familias con hijos de tres a cinco años, encontrando que a mayor grado de autoestima en los niños corresponde un mayor grado de autoestima valorado por los padres. Los padres utilizan diferentes estrategias educativas en función del tipo de conflicto y de la situación en la que se encuentren sus hijos, de esta forma, son más estrictos en las transgresiones de normas y mucho más permisivos y tolerantes en los conflictos internos y externos. La formación de la autoestima infantil es el producto de la relación de vida en familia y la manera personal en que se da la relación entre padres e hijos. Y ésta se aprende entre otras formas a través de cómo se demuestra afecto y se permite demostrarlo, cómo se participa en el juego, cuánto y con qué intensidad se escucha y valora lo que se siente y lo que se piensa y se nos permite manifestarnos como personas tal cual somos ante quienes nos educan. Un segundo elemento que refuerza la autoestima infantil creada en el hogar o que puede disminuirla es la experiencia de vida en la institución escolar, a través de la relación maestro alumno y la aceptación de los pares en el proceso de socialización escolar que fundamentalmente se logra en el trabajo académico en equipo, el recreo compartido y la valoración en deporte u otras electivas. Pero qué decir de la competencia por las calificaciones, qué decir de cómo afectan los apodos permitidos por los maestros y la descalificación de figuras de autoridad en la escuela frente a los demás.

Finalmente, daña el que se compare, que se coloque como modelo de los demás o se exija parecerse al hermano, pariente o condiscípulo escogido por los mayores como ejemplo a seguir. Muchos padres no son conscientes como lastiman la autoestima de sus hijos por acción o por omisión de interacción.

En razón a lo anterior se sugieren los siguientes pasos para fomentar la autoestima en niños, niñas y adolescentes7. 1. Desarrollar un sentido de la seguridad en los hijos o alumnos Los niños/as y adolescentes necesitan límites claros y bien definidos, sin ellos no pueden crecer, porque no están capacitados para ejercer un libre albedrío; necesitan de disciplina y normatividad que se aplique de manera consistente, oportuna, con justicia y otorgarla de manera adecuada, con afecto y respeto. Los/as hijos/as como alumnos/as necesitan saber que se espera de ellos/as y esto debe ser informado con: firmeza, justicia, franqueza y cariño. La seguridad se adquiere a través de recibir mucho amor. La tarea más importante de padres y educadores es amar e interesarse por los/las hijos/as y alumnos/as, es de esta manera y no de otra que se adquiere un sentido de pertenencia, se reconoce el apoyo y se adquiere la seguridad. 2. Desarrollar una identidad o concepto propios. Para lograr esto es necesario aplicar disciplina constructiva y desarrollar el sentido de pertenencia a la vez que promover el encuentro con una identidad. Ofrecer disciplina constructiva implica dar directivas claras en lenguaje positivo, por ejemplo, “haz esto” en vez de “no hagas aquello”.

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Enrique Dulanto Gutiérrez. La Autoestima, México, 2000

Si un niño/a considera que tiene un potencial en un área en particular, tratará de desarrollar su habilidad en ese campo. No impida que su hijo/a o su alumno/a renuncie a su objetivo, si no está de acuerdo con ello dele alternativas, vigílelo, dele apoyo y canalice el interés del niño/a o joven hacia alternativas positivas, pero no lo reprima. Acreciente la personalidad de hijos/as y alumnos/as singularizando, personalizando el trato con ellos, porque cada cual es único y diferente, otorgue tiempo “particular” a cada uno de los/as hijos/as y de alumnos/as aquellos que sienta que están más necesitados de apoyo y comprensión. Trate al hijo/a como si fuera el hijo de su mejor amigo y trate de la misma manera a los/as alumnos/as. Enséñeles lo que es ser único y ayúdele a que desarrolle sus intereses. 3. Desarrollar un sentido de pertenencia. Los padres necesitan enseñar la tradición familiar en forma positiva y de la misma manera un profesor en la escuela, necesita reforzar la conveniencia de un funcionamiento grupal adecuado. En ambos casos niños/as y jóvenes reconocerán en el grupo familiar o escolar un grupo de apoyo. Es necesario establecer en la familia y también en el grupo escolar una retroalimentación positiva y dedicarle tiempo. Pase tanto tiempo como le sea posible con los hijos/as, juegue con ellos, hábleles, comparta de manera adecuada su existencia con ellos. Con los alumnos interésese por su desarrollo humano y aquellos problemas que espontáneamente le confíen. 4. Desarrolle un sentido de propósito. Dirija la energía del niño/a y del adolescente. Ellos necesitan saber y encontrar respuestas varias (según su ciclo vital) tales como: ¿Quién soy yo?, ¿Me amas y te importo?, ¿Qué puedo hacer?, ¿Cómo puedo superar este problema? Los logros que niños y adolescentes obtengan serán aquellos de acuerdo a las expectativas elevadas y un alto nivel de apoyo y sobre todo si se sabe comunicarlo. Lo sentido como emociones, vivencias y sentimientos, deben después de integrase (pasar por el tamiz de la racionalización, es decir, reflexionar sobre el porqué de mis sentimientos, emociones y vivencias) ser manifestado. 5. Enseñe a sus hijos la diferencia entre el bien y el mal. Los niños/as, adolescentes y jóvenes, necesitan que se les enseñen los valores y modales básicos para sentirse adecuados en la sociedad. Insista en que traten a los demás con amabilidad, respeto y honestidad. Actúe de manera respetuosa con sus hijos/as y ofrezca disculpas cuando cometa errores. Si usted enseña a sus hijos un trato respetuoso, sabrán tratarlo a usted y a los demás con respeto. Ofrezca siempre guías y sea breve al hacerlo y considere el ciclo de vida en que viven. No los sermonee. Y sobre todo, no obligue a sus hijos o alumnos adolescentes y yo diría a cualquier edad a compartir sus conceptos y opiniones. 6. Desarrolle un sentido de poder o confianza personal. Aliente a los niños para que gradualmente se fijen metas en sus diferentes etapas de vida, se enteren de cuáles son sus opciones y aprendan a evaluar

sus actuaciones. Permita que gradualmente tenga mayor libertad y tomen control paulatino sobre sus vidas. Esto último sólo es posible si usted agrega un ingrediente indispensable a la buena educación: responsabilidad. Cuando se enseña a caminar hacia la meta y se está próximo a lograrla, el espíritu del caminante educado se llena de júbilo, pero se inquieta y de inmediato reconoce que detrás, o adelante, cerca o un poco más distante a la meta alcanzada hay ya otra(as) por lo cual apetece seguir caminado midiendo su esfuerzo hasta encontrarlas y hacerlas suyas. El caminante adiestrado sabe descansar. 7. Ofrezca mucho amor a sus hijos. La tarea más importante que usted tiene es amar y realmente interesarse por sus hijos y por sus alumnos. Esto les proporciona una sensación de seguridad, pertenencia y apoyo y les ayuda a comprender mejor y soportar los problemas cuando se les presenten. Este seguro de que su mensaje de afecto ha sido recibido, entendido, valorado, comprendido y espere con calma y tiempo la respuesta. 8. Escúchelos. Esto significa dedicarles su atención completa cuando establecen dialogo; por muy difícil que sea para el mundo de los adultos, es importante para lograr esto que en todo dialogo o discusión los adultos pongan en segundo o tercer término sus creencias, opiniones, conceptos y sentimientos, de manera tal que deje un gran espacio mental para tratar de entender y comprender el punto de vista de sus hijos y alumnos. Cuando no esté de acuerdo manifiéstelo, pero afirme el afecto que siente y tienen por ellos a pesar de no compartir sus opiniones, actitudes y actuaciones. 9. Promueva la independencia. Permita gradualmente que los niños y adolescentes gocen de mayor libertar y control sobre sus vidas. Vigile y haga comentarios favorables y brinde apoyo cuando estos intentan hacer algo que les permite generar autoconfianza y crecer; de la misma manera, sugiera y si es necesario opine y ayúdelos a corregir cuando los intentos de independencia les hacen ir por caminos equivocados. Recuerde si durante la infancia los padres llenan al igual que los maestros una gran parte del escenario existencial durante la adolescencia se invierten los papeles, los estrellas son los adolescentes y padres y docentes sabios permanecen en un segundo lugar, pero lo suficientemente cercanos para que puedan ser de utilidad a los adolescentes cuando lo necesiten. Sea realista. Este dispuesto a reconocer sus errores, porque como humanos padres y docentes los cometemos. Este consciente de que las influencias externas, como la presión de los compañeros aumentarán conforme vayan madurando niños/as y adolescentes. No espere que las cosas vayan siempre bien o idealice sus propuestas y propósitos. La educación de los hijos y alumnos nunca ha sido fácil. Tiene sus penas y sufrimientos, pero también tienen recompensas y alegrías Está demostrado que el verdadero aprendizaje se da cuando la relación de confianza y respeto es un hecho entre profesores y alumnos, es cálida, responsable, abierta, directiva y promotora, se trata de hacer sentir a los niños

a lo largo de todas las diferentes etapas de la infancia, como capaces de realizar las tareas que se les imponen con los haberes humanos que tienen, mismos que son fomentados desde el hogar por los padres. Sin embargo, los profesores deben además aceptar la responsabilidad de que una de sus obligaciones es la de descubrir los talentos o si se prefiere las capacidades y habilidades de sus alumnos para fomentarlas. Durante la etapa infantil y hasta cierta etapa durante la adolescencia para obtener autoestima y tratar de conservarla se hace hasta lo indecible por mantener una relación adecuada con los mayores, sean estos los padres, los profesores, y las autoridades. Esta se da a través de una relación de respeto, de cordialidad y en ocasiones hasta con la intención de una sana amistad. Muchos niños/as y adolescentes en esta larga etapa para sentirse aceptados, no molestados o bien tolerados se adhieren o aceptan coercitivamente o pasivamente principios, conceptos y opiniones sobre diferentes temas y formas de actuar que les imponen contra su voluntad aquellos que son figura de autoridad. En cuanto a los primeros (principios, ideas, conceptos o valores) en realidad la mayoría ni siquiera los entienden bien, pero el adherirse a ellos significa complacer a quienes los emiten como concepto y opinión, si estas en este caso, debes aprender a razonar, y analizar lo que no entiendes, tanto como lo que entiendes y además pedir al adulto que te da esa información o conceptos que te los explique bien para poder aceptarlos. En cuanto a lo segundo (autoridad) pese a no estar de acuerdo con las ordenes o el sistema de autoridad se pliegan a él para evitar reprimendas, castigos o calificativos con los que se les devalúa por manifestarse en oposición. Obedecer a la autoridad aun no estando de acuerdo con ella demuestra inteligencia, pues llevar la contra o desobedecer me traerá castigo y mayor humillación. Siempre se debe razonar antes de cumplir una orden, así esta no me guste, si la razono, al menos entiendo en medida y porque lo hago. Durante la infancia y la adolescencia también se hacen enormes esfuerzos por mantener relaciones equilibradas con los compañeros escolares y aún de trabajo, especialmente con aquellos que se ostentan como lideres apoyados o no por otros adultos pero que tratan de someter a los demás a sus caprichos y necedades, de esto son conscientes muchos profesores y autoridades escolares, pero aun siendo conscientes de los posibles daños que algunos alumnos que ejercen poder causan sobre otros, no intervienen impidiéndolo por las ganancias secundarias que muchas veces estas pandillas o sujetos agresores les proporcionan con sus actitudes. Todos conocemos a este tipo de vándalos infantiles y juveniles que han causado mucho daño a sus compañeros ante la complacencia y conocimiento de causa de las autoridades escolares. La complacencia de niños y adolescentes tempranos para con sus compañeros más que una forma de halago o necesidad sentida es en mi opinión un rito de defensa y autoprotección, especialmente cuando sienten que tomar otra actitud

puede llevarles a sufrir violencia de diversos tipos y enfrentamientos en los que de antemano se saben perdedores, pues conocen que cuentan únicamente con un reducido número de compañeros que los apoyan en su causa. De una manera practica desde el inicio de la escuela hasta los 14 o 15 años de edad para mantener la autoestima en el hogar o en la escuela la mayoría sabe que su bienestar social y el ser respetado dependen más que nada del manejo complaciente y equilibrado con este círculo de relaciones siempre cambiante, que en ocasiones es tensa (familia, escuela y compañeros). Los alumnos de esta etapa previa a la adolescencia tienen o no ya formada un concepto de la autoestima a diferentes niveles proveniente de lo que se ha manifestado acerca de ellos por los padres y otros adultos y en particular los profesores y la competencia escolar. Finalmente la etapa escolar infantil y la de parte de la adolescencia pueden bajar la autoestima a través de los desfavorables efectos que las etiquetas que los adultos o compañeros han impuesto. Para muchos estas etiquetas son fuente de un intenso dolor emocional, una devaluación personal y con frecuencia tienen el agravante de quedarse firmes por mucho tiempo pese a la lucha que se tiene por desprenderse de ellas. En buena parte de quienes la sufren existe un agobio porque no pueden librarse de ellas, esencialmente porque carecen de un apoyo adulto diligente, sano e interesado para poderlas remover. Entre esta etapa y la adolescencia se aprende a sobrevivir con ellas y algunas quedan de por vida y con ello deteriorando la autoestima y la autoconfianza. Conductas prosociales. El hogar es un espacio facilitador de conductas prosociales como lo analiza Rodríguez (2007), ya que el ensayo en la realización de conductas prosociales estimula tendencias prosociales. Los niños/as a quienes se les asigna la responsabilidad de enseñar conductas prosociales a otros niños muestran más conductas prosociales en otras situaciones. De manera similar, a los niños/as que se les asigna la realización de tareas domésticas, o actividades de apoyo a los hermanos (especialmente tareas que comparten responsabilidad hacia los demás), tienden a ser más prosociales que otros niños. También, Mestre, Samper, Tur & Diez (2001) en sus investigaciones respecto a la relación de estilos de crianza y desarrollo prosocial de los hijos, concluyen la importancia de la dimensión afectiva en las relaciones familiares, incluyendo evaluaciones positivas del hijo, interés, apoyo emocional y la coherencia en la aplicación de normas. Destacan también que las relaciones con los hijos deben ser adecuadas a su edad o nivel de desarrollo. Mestre et al. (2007) encontraron que cuando la madre es quien evalúa los estilos de crianza, los hijos alcanzan menor poder predictor en el comportamiento prosocial. La evaluación positiva del hijo/a, el apoyo emocional (junto con la coherencia en la aplicación de las normas) es el estilo de crianza más relacionado positivamente con la empatía y con el comportamiento prosocial. Así pues, la convivencia familiar que percibe el adolescente,

caracterizada por el afecto y apoyo emocional especialmente por parte de su madre y junto con la estimulación de la autonomía del hijo, alcanza un poder predictor del comportamiento prosocial. Parentalidad, estilos de crianza y factores de riesgo en el desarrollo socioafectivo. Ramírez (2002) plantea que las prácticas de crianza que utilizan los padres se relacionan con los problemas de conducta de los hijos; como prácticas de crianza inadecuadas: afecto negativo, castigos no físicos, control autoritario y énfasis en el logro, los hijos tienen mayor probabilidad de presentar problemas de conducta tanto externos como in-ternos. Concretamente, el afecto negativo predice conducta agresiva, problemas de atención y de comportamiento. El control autoritario predice ansiedad/depresión y el énfasis en el logro predice ansiedad/depresión, problemas sociales. También Ramírez (2007) en sus investigaciones muestra la relación entre los conflictos maritales, las pautas de crianza y el comportamiento de los niños y encuentra que los problemas comportamentales aumentan en la medida en que aumentan los conflictos matrimoniales y las prácticas de crianza inadecuadas (como control autoritario, énfasis en el logro y castigos no físicos), y disminuyen las adecuadas (como expresión de afecto, guía razonada y disfrutar con el niño). “La familia como grupo no es ya un sistema de normas sociales, sino una serie de personas que interactúan en la vida cotidiana, su foco de estudio orienta hacia su funcionamiento interno que hacia las relaciones normativas con el exterior” (Estupiñán, 2009) Por tanto en la actualidad es necesario que la familia reaprenda formas diferentes de interacción que les permita: identificar, mantener y resolver dinámicas internas favorables para la sana connivencia y modelo de aprendizaje social valido con mayores elementos potenciales para el crecimiento personal de los niños, niñas y adolescentes. Amaya (2008) genera una propuesta de programa-guía para el desarrollo de competencias emocionales y parentales desde una perspectiva comunitaria y preventiva, en la que resalta la importancia de orientar a los padres y madres en el desarrollo de estrategias que les permita controlar sus emociones de manera positiva en momentos de cierta tensión emocional. Asimismo, resulta necesario trabajar con los padres y madres las habilidades de comunicación con los hijos, los procesos de resolución de conflictos y de negociación, las estrategias para establecer límites y regulación del comportamiento en los hijos/as, y las habilidades para fomentar la autoestima y la Asertividad de los padres y madres en el desarrollo de la función parental. La toma de decisiones. El proceso de toma de decisiones es una actividad conjunta en la que se debe deliberar, escuchar las diferencias y concertar los acuerdos, para que luego ante los hijos no se dé la posibilidad del desencuentro, pues esto los confundiría y les daría la posibilidad de aprovecharse negativamente del momento.

El ejercicio de la tarea de ser padres y madres. La tarea de ser padres hoy es compleja y no sólo está centrada en el interés por los hijos, sino que exige un compromiso de los padres para que con responsabilidad creen los espacios que propicien el desarrollo de éstos, para que sean capaces de aceptarse dentro de sus posibilidades, con seguridad y autonomía. Son los padres, desde su intimidad familiar, los que construyen y dirigen los guiones de crianza para sus hijos; son los padres privilegiados para establecer las pautas de crianza que creen que facilitarán el desarrollo armónico de sus hijos con autonomía e independencia.

La tarea de los padres hoy, es compleja y si se asume con firmeza, afectividad responsabilidad, flexibilidad y reflexión, la respuesta de los hijos será la esperada, tanto por la familia, como por la sociedad. Es en el grupo familiar y a partir del ejemplo que reciben de sus padres, en el que los hijos incorporan los valores, las normas y las pautas relacionales que más tarde les facilitarán entablar relaciones como adultos maduros. Es necesario resignificar creencias, valores y actitudes para que se construyan nuevas narrativas y representaciones culturales frente a la paternidad y maternidad.

DINÁMICA FAMILIAR.

La dinámica interna de la familia comprende los diferentes procesos biológicos, psicológicos, y sociales que se dan en ella y que buscan su conservación y la de la especie. Dichos procesos incluyen la afectividad, la comunicación, la autoridad, las normas, los roles, los límites y el uso del tiempo libre. Lo anterior, enmarcado en el cumplimiento de la función socializadora. Esta dinámica otorga a cada familia su identidad, la cual está reflejada en su sistema de valores, sus formas de organización y las pautas de crianza que constituye para el crecimiento y el desarrollo individual de sus integrantes y de la familia como totalidad. Algunos aspectos importantes a tener en cuenta dentro de la dinámica interna son:

Autoridad Se entiende en la familia como un poder legítimo que tienen las figuras parentales o sus sustitutas, que les permite cumplir funciones de dirección, protección, educación y formación de los hijos. De esa manera, se busca que su crecimiento se dé en un ambiente propicio que posibilite la asimilación y la incorporación a su comportamiento habitual de las normas y los valores sociales. “Como es poder legítimo, no depende ni del grado de educación de los padres ni de la posición social que ocupan. Un padre o madre analfabeta tiene autoridad sobre sus hijos, un padre o madre sin trabajo o sin recursos económicos tiene autoridad sobre sus hijos en las primeras etapas de desarrollo hasta que alcancen la autonomía”8. La autoridad es el eje conductor que integra y guía el cumplimiento de todas las funciones familiares a través del control y debe ser llevada por el subsistema parental en conjunto. En caso de que éste no se encuentre completo, uno de los progenitores o sustitutos le corresponde asumir la autoridad para dinamizar las relaciones con el subsistema parento-filial. Si la autoridad será manejada por ambos padres o si va a ser delegada o compartida con otra persona ya sea familiar, o no, es trascendental que quienes tienen el poder para ejercerla, cuenten con el mutuo respeto y apoyo. En el interior del sistema familiar, además deben establecerse y negociar una serie de acuerdos y normas útiles para la interacción entre todo el grupo familiar. Jerarquía en la relación padres-hijos. Es significativa la relación padres-hijos en la que los primeros ocupen una posición superior, que permita, de un lado, ofrecer seguridad a los hijos, elemento que es básico para el desarrollo con autonomía, y del otro, facilite la relación afectiva que también contribuye a que el hijo dé pasos seguros en su desarrollo y adquiera los elementos que en el futuro le ayudarán a relacionarse como adulto maduro. Esta diferencia de jerarquía varía de acuerdo con la edad de los hijos, pues en la medida en que crezcan, demandarán la participación en las diferentes actividades que se efectúan en la familia. Ejercicio de la autoridad. Como afirma el filósofo español Fernando Savater, la autoridad que los padres ejercen sobre sus hijos debe ser firme y afectiva para que genere espacios de confianza y de autonomía; estos dos elementos son los ejes que contribuyen al desarrollo de una personalidad sana, lo que a su vez, facilita el desarrollo de seres humanos autónomos e independientes. El ejercicio de la autoridad por parte de los padres exige unidad de criterios al respecto. En este ejercicio es significativa la concordancia entre el ejemplo y la palabra.

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Cadavid Garcia, Irene y POSADA CORREA, Felix. Padres exitosos en el ejercicio de la autoridad. Medellín: UPB, 1999. p 4

Son los padres los que con sus comportamientos refrendan las orientaciones que ofrecen a sus hijos en lo que se refiere a valores, creencias, pautas relacionales y en general a todos los elementos que favorecen una convivencia social que parta del respeto y la tolerancia con los otros ciudadanos. La autoridad de los padres es una relación diferenciada, en la que ellos no son simplemente amigos de sus hijos, sino que desde una posición jerárquica superior los dirigen y los acompañan con afectividad, firmeza y seguridad.

Padres o amigos. La amistad implica una igualdad en la relación, que confundiría la diferenciación entre los padres y los hijos y además, debilitaría el ejercicio de la autoridad con firmeza. Es primordial sedimentar primero la autoridad y la superioridad como padres, para luego, cultivar y hacer que prospere la amistad.

El ejercicio de ser padres o madres implica la elaboración de pautas de crianza claras, que sean producto del trabajo reflexivo y flexible que los padres unidos construyan, con la posibilidad de generar espacios de seguridad, aceptación y autonomía para sus hijos. La seguridad la proveen los padres que están preparados para hacerlo, los que como hijos recibieron una orientación firme y afectuosa, o los que durante su preparación para ser padres superan las debilidades de su crianza La familia actualmente es la estructura fundamental de nuestra sociedad, es una organización que se rige por reglas y dependiendo del tipo de autoridad, podemos encontrarnos con familias autoritarias, sobreprotectoras, permisivas, centrada en los hijos, inestables y estables. En la familia AUTORITARIA, rígida hay una dificultad grande para asumir, por parte de los padres (papá y mamá), los cambios que experimentan sus hijos/as, aunque pase el tiempo y dejen de ser niños/as, los padres de esta familia los seguirán tratando como cuando eran pequeños/as; es una forma de no admitir el crecimiento por eso se muestran rígidos y autoritarios con ellos. En las relaciones un ejemplo de estos padres es cuando su hijo le pregunta, por ejemplo, que por qué no puede ir al parque a jugar y le contestan por que NO, sin dar razones de ningún tipo y si lo hacen lo más probable es que sea: “porque lo digo yo que soy tu padre/madre”.

También es conocida como Autocrática: se caracteriza por ser rígida y muy estricta. Se manifiesta en formas violentas, sean verbales o de hecho. Este tipo de autoridad no da espacio a la comunicación y bloquea todo intento de dialogo y acercamiento. Cuando este tipo de autoridad predomina en la familia se crean dificultades en las relaciones de sus miembros. Democrática: permite la comunicación y estimula el desarrollo de sus miembros. Quien la ejerce está seguro de sí mismo, reconoce valores en los demás y admite puntos de vista diferentes.

Una autoridad democrática fomenta la creatividad, ya que los hijos pueden participar de acuerdo con su edad en las decisiones, siempre y cuando estén dentro de los límites definidos por los padres. Se conoce también como la familia ESTABLE, en ella hay un claro reparto equitativo de roles, las enseñanzas y valores que se quieren dar a los hijos/as son claras, llenas de perspectivas y de futuro. Hay ilusión y se encuentran todos los miembros unidos y queridos, dando como resultado seguridad, estabilidad y confianza. Cuando los niños/as crecen como han tenido metas y no solo las han conseguido sino que han sido apoyado y llenos de afecto, se convierten en adultos independientes y sin ningún problema a la hora de expresar sus necesidades o de mostrar afecto.

Permisiva: se manifiesta por la incapacidad para asumir la autoridad, lo que genera desórdenes que pueden conducir a la desintegración familiar. Si el padre de familia es inseguro e indeciso, tendrá dificultades para ejercer la autoridad por la incapacidad para tomar decisiones y los hijos no tendrán puntos claros de referencia para actuar. Es una posición extrema de autoridad que no es consistente, pues los padres permiten hacer a sus hijos lo que ellos deseen sin ejercer ningún control sobre ellos. La familia PERMISIVA se diferencia de las demás por la pérdida de roles; los padres no quieren caer en autoritarismo y como son incapaces de disciplinar a los hijos/as, se justifican con la excusa de querer razonarlo todo, como consecuencia los/las hijos/as terminan por hacer lo que quieran, sin control alguno.

En definitiva los roles de padres e hijos/as se pierden hasta tal punto que incluso parece que los hijos/as mandan más que los padres, e incluso se dan casos en el que los padres no se atreven a decir nada porque de pronto el/la hijo/a se enfada.

Hay otro tipo de familia que se caracteriza por que los progenitores siempre meten a los hijos de por medio, algo así como que los hijos son la pieza clave de la familia, se centran en ellos/as, y ni siquiera hablan de la pareja, siempre lo sustituyen por los niños/as y esto es debido a que lo utilizan como un método de defensa, es decir, como no saben enfrentarse a sus propios conflictos utilizan y sacan temas sobre sus hijos/as, como si ese fuera su único tema de conversación. En este tipo de familia centrada en los hijos/as lo que se busca es la compañía de los hijos/as, de esto depende su satisfacción personal. Viven exclusivamente para sus hijos/as. Dentro de la familia Inestable se puede analizar que no llega a ser una familia unida, los padres no tienen metas comunes y eso les lleva al problema de no saber escoger cómo y cuáles son los principios que quieren inculcar a sus hijos/as, cuál es el tipo de mundo que quieren que aprendan sus hijos/as, se presenta una ambiente de inestabilidad que hace que los hijos/as crezcan en un ambiente con una personalidad marcada por la inseguridad, la desconfianza, con una imposibilidad afectiva que cuando crecen los/las forma como adultos incapaces de comunicar sus necesidades, frustrados/as, con grandes sentimientos de culpa por no ser capaces de exteriorizar sus sentimientos. Inconsistente: este tipo de autoridad se caracteriza por la coexistencia de dos o más figuras de autoridad que se contradicen y se descalifican entre sí, ya sea a través de mensajes verbales o de conductas abiertamente opuestas.

Comunicación La comunicación en la familia es un proceso por el cual todos sus integrantes entran en contacto para compartir mensajes y expresarse mutuamente afectos. Por tanto, la comunicación sirve al propósito de unir y mantener en armonía a sus miembros, les ayuda a superar conflictos y dificultades y, ante todo, les permite establecer un contacto afectivo permanente. En ese sentido, en la familia deben asumirse las siguientes tareas o compromisos: • Asumir el dialogo en el hogar como un valor que intenta fortalecer los vínculos de sus integrantes, permitiéndoles una convivencia familiar armónica. • Interiorizar el proceso comunicativo como algo que supera las posturas exclusivamente unipersonales. • Comprender que la acción comunicativa supone involucrarse totalmente con las ideas, las actitudes y los sentimientos. • Establecer la aceptación real de sí mismo y del otro como punto de partida para el diálogo familiar. • Permitir la controversia, el desacuerdo y la posibilidad de la propia equivocación. • Desarrollar un diálogo espontáneo, sincero, cálido y situacional.

Tipos de comunicación. Directa: la comunicación verbal y no verbal expresan lo mismo. Cada persona en la familia manifiesta acuerdos y desacuerdos en forma directa sin herir al otro. Así la familia es más unida. Desplazada: los mensajes en la familia se transmiten por medio de otro. Esto se da cuando la comunicación se corta entre dos o más miembros de la familia, quienes por sí mismos no tienen disposición de restablecerla. La intervención de un tercero puede propiciar el reencuentro o, por el contrario, puede distorsionar aún más este proceso. Dañada: los miembros de la familia se comunican a través de reproches, sátiras, insultos; se menos precian mutuamente haciendo que en la familia impere un ambiente de soledad y tensión. También se manifiesta en silencios prolongados, pese a que los implicados cohabiten de forma permanente.

La comunicación se aprende a través de otras personas, por tanto, resulta indispensable revisar los elementos de la comunicación. Cada quien trae los mismos elementos al proceso de la comunicación. Afectividad. Es el nivel de intimidad y apego que se da entre los miembros de una familia. Se expresa en la preocupación mutua por las necesidades de todos y cada uno y es la principal fuerza de cohesión de la familia. En la vivencia del afecto, las personas pueden estar expuestas a rechazo, sobreprotección o aceptación. Esta última categoría es la adecuada, en especial para niños y niñas, en tanto garantiza que cada persona se sienta reconocida en su individualidad, amada y protegida. La aceptación de los padres se caracteriza por el interés intenso y el amor hacía su hijo. El padre que acepta, prevé el desarrollo de las capacidades del pequeño y toma en consideración sus intereses. En general, desde el punto de vista emocional, la persona aceptada tiene una buena adaptación social y es cooperativa, amistosa, leal y estable. En lo que se refiere al rechazo, algunas señales pueden ser: excluir o abandonar, apelar a castigos muy severos, la crítica frecuente, el encierro, atencional desatención y comparar desfavorablemente con otros. Otras formas de rechazo son dar todo lo que la persona desea para tranquilizarla y librarse de ella, prometer que le amarán si es bueno. La sobreprotección fomenta la dependencia excesiva en los hijos, no sólo respecto a los padres, sino también con otras personas, cultivando la falta de confianza en ellos mismos. Por su parte, el rechazo produce resentimiento, sentimientos de impotencia, frustraciones, modales nerviosos y hostilidad hacia otros, sobre todo hacia los menores y más débiles. Emociones. Las reacciones de los padres ante las emociones de los hijos juegan un papel importante en el desarrollo socioemocional. O’neal & Magai (2005) observaron la socialización parental y la relación con emocionalidad negativa en la infancia. Estévez, Musitu & Herrero (2005) plantean en sus investigaciones las relaciones entre el contexto familiar y los problemas de comunicación como uno de los factores de riesgo para el ajuste psicológico de los adolescentes; además, analizaron la influencia de los problemas de comunicación (padre y madre por separado) y el ajuste escolar en la salud mental de los adolescentes, (malestar psicológico, sintomatología depresiva y estrés percibido). También plantean la posibilidad de la bidireccionalidad, es decir, que el ajuste emocional de los adolescentes afecta la comunicación y la dinámica familiar. Rutter & Sroufe (2000) realizaron investigaciones sobre las contribuciones de los estilos de crianza y las prácticas de crianza de la familia en el desarrollo emocional durante la infancia y en relación con problemas externalizantes de comportamiento.

Shapiro (1997) sostiene que los niños están afectados por la falta de atención familiar y que su desarrollo emocional es mucho más vulnerable ante situaciones estresantes y por la falta de modelos adecuados para el desarrollo emocional.

Desarrollo socioafectivo. El desarrollo socioafectivo y la socialización en la infancia está relacionado con la participación, la crianza y la estimulación en la familia, como se destaca en los lineamientos de La UNICEF al resaltar la participación del padre y la familia en la crianza y desarrollo infantil y en la importancia de identificar y optimizar las fortalezas de la familia en la crianza de los niños y niñas9. El desarrollo psicosocial en la infancia influirá significativamente en las oportunidades de aprendizaje y sociales que pueda tener en el futuro. Las familias con estilos democráticos o asertivos promueven un adecuado desarrollo socioafectivo. En sus investigaciones Richard de Minzi (2005) encontró que las familias democráticas promueven afrontamientos adaptativos y protectores ante la depresión y la soledad, mientras que las familias autoritarias generan inseguridad, evitación de los problemas, afrontamientos desadaptativos, depresión, además, la soledad está asociada al rechazo y al desinterés de los padres. Normas. Pautas que determinan el comportamiento de un sujeto frente a diferentes circunstancias que se le presentan y que le exigen una posición. Las normas definen qué está permitido y qué prohibido, señalando correctivos cuando no sean acatadas. Las normas pueden ser explícitas e implícitas.

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Cuervo Martínez, Ángela. (2009). Pautas de crianza y desarrollo socioafectivo en la infancia Fundación Universitaria Los Libertadores. Bogotá.

Normas explícitas: son claras, mediadas por la palabra y por la escucha. Implican un intercambio funcional de información en que la comunicación es directa, hay acuerdos y coherencia entre la comunicación verbal y no verbal. Las interacciones son de forma circular y se establecen relaciones simétricas y complementarias. Normas implícitas: los miembros de la familia no recurren a la palabra como elemento básico en su estilo de comunicación y, en su lugar, cobra importancia el lenguaje no verbal. Este tipo de normas parten de supuestos. Las emociones y el afecto se sobreentienden siendo poco usual hacerlos explícitos. Roles. De acuerdo con Edison y Arias10, antes de abordar el concepto de rol es importante mencionar el término estatus, el cual lo definen ordinariamente como el nivel o posición de una persona en grupo, o de un grupo con relación a otros. Entonces el rol es el comportamiento esperado de una persona que adquiere un estatus en particular: un estatus es una serie de privilegios y obligaciones; y un rol es el desempeño de esta serie de privilegios. Los roles traen consigo una medición cultural que condiciona a un sujeto para comportarse de una u otra manera en una sociedad. De acuerdo con esto, existen diferencias en la forma cómo la cultura enseña a un hombre y a una mujer un modelo de comportamiento. Ellos tienen específicamente tareas y responsabilidades que los ubican en una función determinada, haciéndolos diferentes. Para que una familia pueda convivir de una manera adecuada, cada miembro debe conocer su rol y ponerlo en práctica. Límites. Es aquella región o sector que sirve de barrera de diferenciación entre los integrantes de una familia. Los límites son el vacío en que se permite la protección sin perder la individuación y diferenciación de quienes conforman el grupo familiar. Los límites hacen posible la confrontación con fronteras que exigen respeto y aceptación al interior de la familia. Los límites de una familia pueden ser claros o difusos, aglutinados o desligados: Límites claros: permiten una diferenciación de los componentes y funciones de cada miembro de la familia, dejan actuar permeable y flexiblemente.

10

Viveros, Edison y ARIAS, Luz Mery. Dinámicas internas de las familias con jefatura femenina y menores de edad en conflicto con la ley penal: características interaccionales. Ciudad: Fundación Universitaria Luis Amigó, 2006. p 32

Límites difusos: se presentan cuando la familia no ejercita la palabra y la escucha para no aglutinarse o desligarse, es decir, cuando las fronteras no se han practicado mediante la reflexión y la interpelación. Límites desligados: se evidencian cuando hay poco deseo de protección entre los miembros de la familia. Límites aglutinados: corresponde a la situación en que los miembros han establecido pocos parámetros de diferenciación entre sí. Uso del tiempo libre. Puede entenderse como una de las actividades que posibilitan la creatividad del grupo familiar en espacios diferentes al laboral, académico, y de las tareas domesticas. Estos momentos son usados por la familia para generar cohesión, apoyo e integridad. Por tanto, cada miembro le da una valoración que lo hace vincularse a tales propuestas o salirse de ellas y disfrutar de su tiempo libre con otras personas. “Las tareas que ha de cumplir la familia, la manera cómo se definen los roles, los patrones de comunicación considerados aceptables, los grados de implicación afectiva y los mecanismos de control utilizados, están moldeados por las normas y valores procedentes parcialmente de las influencias de la familia de origen de los padres y, por otra parte, de los demás elementos culturales como los subgrupos a los cuales la familia pertenece: étnicos, socioeconómicos y etarios”11. Estructuras familiares: A partir de la influencia que tiene el establecimiento de patrones de interacción y de comunicación en el clima familiar, se establecen un conjunto de demandas funcionales que organizan los modos en que interactúan los miembros de una familia y que en este caso se llamarán estructuras familiares, las cuales pueden ser: Familia rígida: se trata de un grupo familiar que una vez ha trazado sus normas y valores, no permite la adaptación de nuevos criterios, mantienen los mismos modelos de interacción, lo cual dificulta el desarrollo, crecimiento e independencia de sus miembros. Familia sobreprotectora: en ésta, las figuras de autoridad establecen exagerados medios de protección ante lo que consideran amenazante desde el exterior; tienden a satisfacer de manera absoluta las necesidades de sus miembros, lo que conduce a una dificultad en el desarrollo de la autonomía y al desarrollo de sentimientos de inseguridad e incompetencia, generando una incapacidad en la resolución de problemas individuales. La familia sobreprotectora tiene una fuerte preocupación por proteger a sus hijos/as, pero lo hacen de forma excesiva, pasan de una protección a una sobreprotección. Los padres retardan la madurez de sus hijos/as, no les permiten desarrollarse, ni ejercer su independencia y autonomía. Crean una 11

Ibid. p 34.

idea pesimista con la evolución normal, es decir, dan por hecho que sus hijos/as no saben defenderse por si solos.

Familia amalgamada: es aquella en la cual su estabilidad o satisfacción está centrada en la realización de actividades colectivas de todo el grupo, produciendo dificultades en la individuación de sus miembros, sin tomar en cuenta las necesidades de independencia o privacía de estos. Familia centrada: en este grupo, la atención a los conflictos se deriva hacia uno de sus miembros, de modo que la estabilidad del sistema familiar depende del integrante hacia el cual se desvía toda la atención. Genera grandes montos de culpa, ansiedad y dificultad de independencia. Familia evitadora: son grupos con baja tolerancia al conflicto, que se maneja evitando su enfrentamiento. Tienen tendencia a no aceptar la crítica, a no tolerar situaciones de crisis y a no aceptar la existencia de situaciones problema. En la familia evitadora, los miembros tienen deficiencia en el aprendizaje de negociación de conflictos y en adecuados métodos de comunicación. Familia seudodemocrática: se caracteriza por una gran flexibilidad en normas, valores y criterios, permitiendo que cada uno de los miembros establezca los suyos. Esto no facilita la aceptación de valores y pautas de comportamientos comunes, no solo al interior del grupo familiar, sino también dentro del grueso grupo social, generando falta de aceptación social e intolerancia. Con lo anteriormente descrito, definiremos la estructura de la familia como el conjunto invisible de demandas funcionales que organizan los modos en que interactúan sus miembros (Minuchin y Fisman, 1984: XX)12. 12

8MINUCHIN, Salvador y FISHMAN, CharlesH. Técnicas de terapia familiar. Barcelona: PaidósEdiciones, 1984. p 286.

II. INTERVENCIÓN. La intervención familiar es el conjunto de técnicas encaminadas a fortalecer las capacidades evidentes y latentes que tiene la familia, con el objetivo de vigorizar los vínculos que las unen, para que resulten sanos, eficaces y capaces de estimular el progreso personal, familiar y de todo el contexto emocional que los acoge13. La intervención social comunitaria ayuda a regular con rapidez, la asimilación y orientación de los cambios, actuando como catalizador de sistemas de vida más satisfactorios. A la vez se procura que la propia comunidad desarrolle sus potencialidades e intervengan en la ejecución de los cambios. La intervención adquiere significado, primero en las teorías sobre el desarrollo humano y el fundamento social y, luego, en los valores establecidos por la sociedad. Así se convierte en el núcleo esencial del bienestar personal, familiar y social, fundamentándose en la capacidad que tienen las personas de aprender de otros, para otros y con otros; es poner una intención en un acto educativo que movilice la capacidad de las familias desde sus propios recursos a un aprendizaje significativo, donde puedan resignificarse como personas y como familia. La atención a las familias desde el Modelo Solidario, busca orientar la intervención a partir de la revisión integral de las dinámicas relacionales y los recursos de las familias para la resolución de sus conflictos. A partir de la modernidad se separan el ámbito público del ámbito privado, dejando en el ámbito público lo relacionado con las relaciones sociales, políticas y económicas, y al ámbito de lo privado que corresponde a la familia, toda la esfera de los sentimientos, esto lleva a que se conciba la familia como el ámbito de las relaciones íntimas, de la convivencia, de la construcción de los afectos, de la protección y la seguridad, donde se cimienta el proyecto para criar y cuidar la descendencia. De igual forma se inician los procesos de reproducción cultural e integración social y se constituye la identidad individual, que además propicia la compleja red de relaciones de parentesco y consanguineidad, al igual que los vínculos afectivos y permite la coexistencia de los individuos según géneros y generaciones, donde se cumplen roles en función del cuidado y del amor. Desde una mirada sistémica, se considera que la familia es una unidad que permite a los integrantes desarrollar sus capacidades, potenciales, destrezas, habilidades para lograr la autonomía. “Dentro de la visión sistémica, los trastornos individuales se connotan como síntomas de una disfunción familiar, teniendo en cuenta que si bien el comportamiento y el desarrollo de un individuo pueden ser desadaptativos con respecto a lo exterior, pueden ser funcionales y adaptativos dentro del contexto familiar. Los desajustes individuales operarían entonces como un regulador 13

ACEVEDO Y OTROS, 2004. pp. 21, 23, 25

homeostático, restaurador de la estabilidad familiar, aunque en otro nivel aparezcan como expresión y motivo de tensión dentro del sistema” (Estupiñán & Hernández, 1992). Basándonos en que el abordaje a la familia es una orientación hacia el tratamiento de los problemas del individuo, la teoría sistémica nos permite saber cuáles son los roles que ejercen cada unos los miembros, es decir; abordar a la familia y sus partes en un todo, contribuyendo al cumplimiento de sus objetivos y al mejoramiento de las transacciones inter o extra familiares. La teoría general de sistemas se constituye como la totalidad del sistema familiar teniendo en cuenta que los componentes y propiedades se comprenden como la función del sistema unificado. Con base en el fundamento que arroja la teoría de sistemas en cuanto a la compresión unificadora de las partes que conforman un núcleo familiar es indispensable intervenir a toda la familia en el proceso que afrontan en cuanto a los problemas de comportamiento de sus hijos desde la infancia hasta la etapa de la adolescencia. Entendiendo que la familia en su ciclo vital está expuesta a la generación de cambios que en ocasiones puede producir disfuncionalidad en el sistema familiar. El mejoramiento de la dinámica familiar nace a partir de buscar los cambios para su funcionalidad con una retroalimentación en la búsqueda de lo vivido en su ciclo vital para entender y comprender que ha incidido en que no se genere el cambio. El término homeostasis se refiere al “principio vital que preserva la integridad y continuidad del organismo humano, la capacidad de mantener un funcionamiento eficaz, coordinado, bajo condiciones de vida constantemente cambiantes” (Ackermann, p. 97, 1973). La homeostasis es la que nos permite percibir que dentro del los cambios que viven los niños, niñas y adolescentes en su ciclo vital, pueden adaptarse a ellos en condiciones nuevas y evolutivas en el intercambio que existe dentro de las relaciones interpersonales como intrafamiliares, entendiendo que la homeostasis significa literalmente “permaneciendo igual”. La familia como un todo tiende a buscar el equilibrio y la estabilidad en sus interacciones internas y externas pero cuando ésta se encuentra afectada debe generar situaciones para recuperar tal equilibrio - estabilidad. Aunque en ocasiones cuando la familia no es consciente de las implicaciones negativas en su descuido en la construcción de relaciones exitosas, suele confundirse el ejercicio del rol particular y en general solidario generando mayores dificultades de interacción familiar. Entre las principales herramientas sistémicas en la intervención se encuentra el diálogo apreciativo, en el que se resaltan los recursos y potencialidades de las personas y de sus interacciones. De igual manera, es importante tener en cuenta como intervenciones, desde la narrativa, la externalización y las conversaciones de re-autoría. Las conversaciones de re-autoría parten del

supuesto de que no es posible que una sola historia abarque la totalidad de la identidad de la persona, ya que siempre existirán argumentos alternos que abarcan diferentes facetas de la identidad del consultante (Carey & Russell,2002). Carey y Russell (2002) consideran que la identidad no se encuentra formada por una única historia, sino que se compone de múltiples historias; es por tal motivo que las conversaciones de re-autoría involucran la co-autoría de argumentos que permiten dirigir cualquier relato que alguna persona lleve a consulta. Los argumentos que se construyen como alternos no son creados de la nada, sino que surgen de historias de la vida a las que no se les ha brindado la importancia que se le ha dado a la historia dominante (Carey & Russell, 2002). Se entiende por identidad “las características que posee un individuo, mediante las cuales es conocido (…) por los demás” (Páramo, 2008, p. 541); y el self como “la concepción que tenemos sobre nosotros como individuos o como pertenecientes a un grupo” (Páramo, 2008, p. 548). Como lo plantea Burr (1995, en Páramo, 2008) la identidad y el self se construyen socialmente a partir de elementos culturales como el lenguaje, las disciplinas científicas y los discursos ideológicos. La identidad y el self no corresponden a la naturaleza de cada individuo independiente de su relación con otros en un contexto sociocultural específico, razón por la que este autor enfatiza en la influencia de las instituciones sociales sobre la identidad de las personas. Desde el modelo de atención solidario a la familia, se interviene identificando los factores protectores o de generatividad (se incluyen las fortalezas de las personas y las oportunidades del entorno, las redes vinculantes externas al núcleo familiar), que cada individuo/a y familia poseen para su propio desarrollo y autocontrol; y los factores de riesgo o de vulnerabilidad que impiden el desarrollo de cada miembro y familia (se incluyen las debilidades de las personas y amenazas del entorno).

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Los factores de riesgo interpersonales tienen que ver con el ámbito escolar, con el grupo de amigos y con el ámbito familiar. • Habilidades sociales reducidas para comunicarse con los demás. • Deficientes habilidades de autocontrol. • Dificultades en relaciones interpersonales con la familia, los amigos y la escuela

Entre los principales factores de riesgo familiares que explican los diversos problemas y dificultades familiares y el consumo de drogas legales, está la ausencia de normas familiares sobre SPA (sustancias psicoactivas), los conflictos entre padres y madres con los niños/as y/o adolescentes, y el consumo de alcohol por parte del padre. Los autores, citan diversos investigadores14, quienes puntualizan los siguientes factores a tener en cuenta: • Ausencia de padres, madres y/o adultos en el sistema familiar y/o nueva pareja. • Falta de disciplina familiar: control y seguimiento paterno y/o materno. • Que prime la comunicación con los amigos que con la familia. • Trastornos severos en algún integrante del sistema familiar. • Uso de drogas por parte de los adultos. • Ausencia e inconsistencia en las normas familiares. • Bajas aspiraciones de los padres sobre la educación de sus hijos. • Alto niveles de conflictos familiares. 14

Muñoz, R. M Graña, J. Factores familiares de riesgo y de protección para el Consumo de Drogas en Adolescentes. Universidad Complutense de Madrid. www.psicotema.com. 2001. Vol. 13. No. 1. Pp 87 – 94

• Historia de alcoholismo y abuso de drogas en la familia. • Conflictos y problemas de relación entre madres, madres, hijos, hijas, otros familiares. • Dificultad para escuchar o responder adecuadamente a hijos e hijas. • Falta de interés por la educación y mundo emocional de hijos e hijas. • Ausencia de normas claras de funcionamiento familiar. • Falta de vínculo afectivo con hijos e hijas. • Dificultad para fijar límites.

La relación entre factores protectores y de riesgo varía a lo largo de la vida de una familia por diferentes razones. Los factores protectores, aunque también tienen elementos macrosociales, incluyen mayor autonomía individual, de manera que las personas tenemos más capacidad para transformarlos y obtener resultados.

Factores de riesgo: Son los que hacen más probable que las tensiones y los conflictos se resuelvan de manera destructiva, haciendo daño físico, emocional, psicológico, sexual o económico. Por ejemplo, las carencias, las condiciones y situaciones internas y externas de las familias que debilitan a sus miembros les generan desesperación, estrés o frustración, y les resta capacidad de reaccionar a la adversidad, de enfrentar cosas difíciles, de superarse, o de manejar conflictos. Factores protectores: Son todos aquellos recursos, condiciones o situaciones internas y externas de las personas y de las familias, que hacen menos probable o inhiben la respuesta violenta, que los fortalece. Como ejemplo están cualidades, destrezas y capacidades en diferentes campos de los miembros de la familia; el afecto y el amor entre ellos; la solidaridad y los vínculos con otras personas; las cosas que poseen; y el medio social y cultural en que viven. El estrés cotidiano: producido cuando las familias o los individuos no pueden cumplir con las funciones o deberes que tienen a su cargo. Se puede entender también como la distancia, o la no correspondencia entre necesidades, intereses, expectativas, sentimientos y los recursos disponibles para satisfacerlos. Lo anterior crea alto nivel de frustración, impotencia o ausencia de esperanzas. Asimismo, genera irritabilidad, sensación de impotencia e injusticia: ‘¿por qué a mí?’, ‘¡si yo no le hago daño a nadie!’ o ‘¡No me merezco esto!’. Se vive en un clima propicio para la confrontación. Predisponentes individuales: se evidencia cuando existen situaciones articulares de los individuos, como trastornos mentales, consumo de substancias psicoactivas (alcohol o drogas); alteraciones del desarrollo; impedimentos físicos; maternidad y paternidad tempranas y no deseadas; socialización con patrones de violencia como el modelo a seguir o en ambientes ilegales, delictivos. Factores protectores: Los factores protectores que poseen las familias y los individuos pueden contrarrestar o disminuir el peso y efecto de los factores de riesgo. Estos son: Vínculos afectivos: son los lazos de afecto que se tienen con familia, amigos, vecinos, asociaciones a las que se pertenece, organizaciones cívicas, y relaciones con compañeros de trabajo o empleadores, lugares o animales. Estos vínculos son protectores y se generan a partir de la pertenencia a algo. Cuando dichos vínculos afectivos son positivos, cálidos, ofrecen seguridad y soporte emocional o material y hacen sentir a la persona amada, aceptada, necesaria, estimada y respetada. Competencias y destrezas de protección: son aquellas capacidades que se tienen o se han desarrollado, las cuales permiten reconocer el riesgo, evitarlo, manejarlo, así como al conflicto y la tensión. Estas competencias incluyen las habilidades para relacionarse de manera positiva

con otras personas. Otras destrezas de protección son la autoestima, la confianza en sí mismo, la capacidad de pedir ayuda o el autocontrol. Recursos institucionales: son herramientas externas a las personas que le ayudan a satisfacer necesidades materiales y no materiales, como el acceso a educación, salud, recreación, trabajo. Al tiempo facilitan acceso a organizaciones comunitarias, cívicas, de profesionales, puestos de policía, comisarías de familia, etc. Ética y creencias: Los valores y convicciones religiosas además de impulsar hacia acciones solidarias y de ayuda a los demás, contribuyen como contenedores de conductas y prácticas abusivas o violentas.

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