Guía Comares de Hegel: La filosofía del espíritu subjetivo

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Descripción

La Filosofía del Espíritu Sutrjetivo

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1.

IurnooucclóN

GENERAL A LA FILosoFÍA nu_

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La filosofía del espíritu subjetivo se inicia con una introducción general a la filosofía del espíritu (Enc s§ 37j-396). Es decir, la introducción es al conjunto formado por las teorías hegelianas sobre el espíritu subjetivo, objetivo y absoluto, tratadas como kes secciones diferentes en la Enciclopedia. No hay, por tanto, una introducción a cada una de las secciones. El tema pues de esta introducción general ha de ser el concepto de espíritu y la división tripartita necesaria para su conocimiento. Esta posibilidad había sido puesta en entredicho por la fi1osofía crítica kantiana. El sistema crítico, con su atenimiento al objeto de experiencia, vetaba la posibilidad de un conocimiento filosóñco del espíritu, quedando como única posibilidad el desarrollo de disciplinas empíricas como la psicología experimental, que en aquellos años estaba gestándose. Pero Hegel desea otorgar el rango de ciencias filosóficas a las que tratan sobre el espíritu, y esto implica ampliar el criterio de objetividad a lo que hoy denorninaríamos antropología filosófica, filosofía de la cultura, del arte y de la religión. La irnportancia, pues, de Hegel, para el nacimiento y consolidación de estas disciplinas es fundamental. Hegel advierte la necesidad de tratar científlcamente del espíritu ya en la inscripción del templo de Apolo en Delfos: ¡Conócete a ti mismo! En primer lugar se trata de un imperativo. O sea, es la expresión de un deber. Para Hegel no es casual que estuviera en el frontispicio de1 templo de1 Dios de la sabiduría, y es que describe [a misma realidad del espiritu. Espíritu es aquel ser para el cual no es indiferente saberse, sino que es para sí. Saberse es un deber para el espíritu. Más aún, ser espíritu es ese deber. Deber-por el cual existir para el espírifu es realizar esa su esencia, ese deber suyo. Esta adecua1,75

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ción entre la esencia y la existencia del espíritu, entre su concepto y su realidad, se alcanza plenamente en Ios niveles del espíritu absoluto. Pero el movimiento de adecuación entre concepto y realidad se inicia en la sección de la filosofía del espíritu subjetivo y prosigue en la del espíritu objetivo. Según Hegel, la leyenda del frontispicio, a diferencia de las palabras de la pitonisa délfica, es un imperativo dirigido absolutamente a todo ser humano. El o¡áculo proferido por la pitonisa, en cambio, está dirigido al hombre o mujer individual que pregunta por una particularidad suya. La universalidad del mandato délfico implica dos cosas bien importantes. Por una parte, que no se trata de conocer lo contingente y particular de cada sujeto. Es un in.rperativo que atañe a lo universal en el ser humano y esto implica la necesidad de desarrollar una ciencia apodíctica de su espiritualidad. Para Hegel, el único modo posible de conocer científicar-nente al ser hurnano es conocerlo como espíritu. Y viceversa, y aquí Hegel está en profunda oposición a Kant, el conocimiento del espíritu sólo puede realizarse científicamente, es decir, filosóficamente. Con esto queda descartado cualquier otro acceso a la realidad del espíritu, accesos como los de la vía irracional, subjetiva, intuitiva, etc. El intento de pensar científicamentc el espíritu había sido propio de una parte de la filosofía precrítica, la pneurnatología o psicología racional. Versaba esta antigua disciplina del espíritu sobre un objeto del que deducía presuntos predicados de su esencia o su interioridad. Predicados como «simple» o «inmaterial», que según Kant eran ilegítimas extrapolaciones. Según Hegel eran falsas en cuanto daban lugar a dicotomías que impedían ver la concordantia oppositorum que es en realidad el espíritu, es decir, el r¡ovimiento por el que su existencia se adecúa a su esencia. Por eso Hegel no renuncia al conocir¡iento de la interioridad, de su esencia. Pero esa interioridad tiene un ser ahí Y esto significa que se exterioriza Sich-Dasein-. selbstofJénbarurg-. Éste es uno de los movir¡ientos claves de la hlosofía del espíritu. El movirniento por el que lo exterior remite a lo interior con lo que se identifica, por el que la manifestación lo es de la esencia espiritual en una existencia que la realiza, que cur.nple el debe¡ ser del espíritu. Por otra parte, y frente a la psicología empírica, el estudio del espíritu no se las ha sólo con lo dado ahí, externamente. Su objeto no es luerarnente algo encontrado empíricamente, porque el espíritu es una interiorización de toda finitud y exterioridad. A este r.uovintiento de interiorización, Hegel 1o denomina idealización etzung-. Es el movirniento por el que el espíritu se apropia-Itleels de lo meramente dado, lo niega y lo transforma er.r expresión suya.

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La Filosofia

del

Espíritu Sub¡eti,uo

Por eso, y frente a la psicologia empírica, Hegel insisre e¡ q¡" hay que ir más allá de la realización de una anatomía de lo psíquico. Empíricamente nos encontramos con un conjunto de fuerzas, actividades y facultades. Y empíricamente se entiende al espíritu como el agregado de tales elementos. pero así se pierde la unidad viviente del espíritu. La unidad de los dos movimientos de idealización y manifestación de sí por los que el espíritu cumple y logra su deber absoluto de saberse. Estas facultades y operaciones estudiadas por la psicología empírica, o por la filosofía del de¡echo (en el caso de las institucio_ nes de la vida ética y del derecho), o por la estética, la filosofia de la religión y la historia de la filosofía (en el caso de la serie de fo¡mas del arte, la religión y la filosofía), son a juicio de Hegel el fruto de la autodiferenciación de la unidad viviente del espíritu. Son el juicio del espíritu, esto es, su división y distinción originarias LIr_Teil_. Y por eso tampoco lo pritrario no es la distinción sujeto_objeto que preside la critica kantiana. Más bien la conciencia es algo ad_ venido, derivado en la vida del espíritu. Un estadio necesario para el cumplimiento del imperativo espirifual de conocerse a sí misrro. Necesario, pero no originario, sino derivado. La filosofía del espíritu subjetivo estudia precisamente ese emerger de la conciencia en su primera parte, la antropología. Estudia también el emerger de la in_ teligencia y la acción práctica en la psicología. y el de las relaciones intersubjetivas en 1a fenomenología.

2. L,r ¡.Ntnopo¡,oci¡ 2.1. Las investigaciones

hegelianas sobre eI alma

Hegel se ocupó muy temprano, ya desde sus prirneros escritos, de asuntos antropológicos r. No obstante, la primera den.rarcación y elaboración decisiva de los problemas y temas que confonnarán la antropología de la Enciclopedi.a aparece en los años jenenses. En el curso académico 1804-05, Hegel pasa a limpio un ensayo, que per_

I

La atención de Hegel hacia los temas de la filosofia del espír.itn subjetivo cot¡rienza en 1794 y se extenderá durante 36 años. De 1794, añá en que Hegel

vive en Berna. nos ha llegado un rnanuscrito sobre psicologia (GW I, 165_t92) qut Hegel utilizará en la mayor parte de las ediciones de su filosofia clel espíritu subjetivo, y que al parecer está inspirado en Ios apuntes de J.F. Flatt en el inter_ nado de Tubinga. La dedicación a Ia filosolía del espíritu subjetivo prosigue con los esbozos jenenses de sistema, la propecléutico Oe UUrembárg, y se extiende a lo largo de las tres redacciones d,e la Rtciclopetl¡a. Cfi. Cr¡t¡nrcirN F., Dialettictt , dell'qssolLno e ontolog¡o dello soggettit,iti in Hegel. Trento: Verifiche 19g0, y Rrro, J., «How the dreanlirlg Soul became the Feeling Soul», el: Stenr, D. (ed.), !¡sals on Hegel s Philosoph.v of Strbiectit e ,sp;ril. Álbany: State University of New York 2013, pp. 37 -54. 1.77

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Juan J. Padial

manecería inédito hasta 1971. Se trata del Segundo boceto de sistema de Jena: Lógica, MetaJísica y FilosoJía de la Naturaleza (GW VII). En este esbozo sistemático se trata del alma en la segunda parte, en la MetaJísica, y en concreto en la metafísica de la objetividad. Hegel no sigue aquí a Aristóteles. Para el estagirita, el alma es objeto de las investigaciones acerca de la naturaleza, en concreto de aquellas que versan sobre los organismos vivos. Hegel no trata del alma en la filosofía de la naturaleza, sino que ésta es objeto de la metafísica durante los años de Jena. En cambio, en la Enciclopedia el alma será el objeto de la primera parte de la fllosofía del espíritu subjetivo: de 1a antropología. En este Segundo boceto de sistema, el alma es algo que compete ante todo al ser humano, pero no es tratada aún como objeto de 1a ciencia del espíritu. No es aún espíritu, pero tampoco queda e1 alma sustancial tzada al modo de la precrítica psi-

cologia racional o pneumatología. E1 alma no es una sustancia con identidad independiente del cuerpo y lo corpóreo. No es sustancia debido a que su identidad es negativa. El fluir psíquico es idéntico o igual consigo mismo en el acto de eliminar cualquier fijación con aquello que le afecta, vive o conoce. Su identidad con 1o diverso no es la de quedar fijado o inmovilizado por aquello que le afecta externamente, es decir por los estímulos o las excitaciones. Hegel separa aquí netamente entre el alma animai y el alma humana. La vida del animal está atrapada completamente por aquellas realidades de su ecosistema que tienen que ver con el cumplimiento de sus funciones vegetativas básicas. El despliegue de la vida animal está ordenado desde el género, se trata de un vivir pre-programado naturalmente, en el que 1a individualidad o singularidad no se destaca de la universalidad deI género biológico al que el individuo peftenece. En el ser humano, en cambio, el estímulo es interiorizado, y asi pierde la inmediatez que le caracteriza. Entre la vida anirnal y la vida humana aparece la tremenda dit-erencia del encont¡arse determinado externamente y el deteminarse a uno mismo. Entre una vida regida desde el género y una vida susceptible de ser dirigida desde el individuo, desde cada singular. Pa¡a ello se requiere la distancia respecto del estímulo o la excitación, la superación de su efectividad y su incorporación a1 fluir psíquico, una incorporación ideal, que no fúa, ni determina eficazmente a1 individuo. Lo vivido es interiorizado, queda como en un pozo (Enc § 403 N). El individuo vive la diferencia, la diversidad, lo otro. Y la vive irrestrictamente, sin quedar f,rjado a un determinado tipo de estímulos. Tampoco están fijadas sus respuestas, sino que ha de inventarlas. Precisamente por ello, e1 individuo ha de formar o educar tanto sus capacidades motoras como sus capacidades perceptivas. Esto implica que lo otro, lo dado, 1o externo, ya sea el mundo, ya sea el propio 178

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La Filosofía

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E:píritu Subjetivo

cr¡erpo, ha de ser espir.ifual izado, ha d,e devenir del espiritu. por ello,

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:::rr"J:i.; leibniziana, pero.no pre-contiene un mundo cabe sí, sino que encuentra sus contenidos ,, ,uli. á. ,i, .rl, *".r" rización ( En tciusseru "n n g). Su existe no es un análisis de Io dado previamente. No hay en el ur*u'"'u

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rao men,o ) Esta interiorización viená ser como un recuerdo ,r"r.l1l"t'o":1tión deta multiplicidart y diversidad o" uir.r.tu, al movimiento de salir y volve¡ a sí, al movimiento de su periferia. En el alma no preexiste un núcleo o conjunto de co-posibles (la mónada leibniziana), sino que ulma co",ni-,ii crece y se dilata, como qr. "l abarcado, "rirt" el espacio "ir.uto sí. hta in motu había senrenciado r."r.:.do cabe Aristóteles,",ra" l" ,iAá en el mo_ desd^e sí. en et deren¡inarr. u purt,. ai .;. ".i¿ un nacta una periferia cenrro creciente. de lo pre-contenido como el de la mónada ,",on,r,Y'lt ?'" Yi i:álit.it rana, la acrividad del alma es para Hegel

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un desarrollo, pero no una explicitación, ni un despliegue ni un desenvolver algo ya pre-contenido como posibilidad. Como el alma no lo es al margen de sus vivencias, de su exteriorización e interiorización, el alma no es una sustancia separada, terminada como una cosa yuxtapuesta a otra cuerpo-, -fertiges-, sino que el alma dehne el espacio del crecer conjunto -el de lo psíquicofísico. El alma es en su proceso de realización, va determinándose a partir de si misma, de las experiencias que tiene del mundo y su propia corporalidad, del modo en que éstos otro le afectan. Alma, -1o crecen conjuntamente. cuerpo y mundo, centro, círculo y periferia, El ahaa aparece como apertura, como permeabilidad, como pasividad en la que dejan huella, o quedan reflejadas, las vivencias al interiorizarse. Se trata cle una mónada, peto a diferencia de la leibniziana, de una mónada que se define por sus ventanas, por su apertura, por su permeabilidad, por su interacción con el mundo, por la recepción y apropiación de las cualidades naturales o de su corporeidad. Estas huellas, éste se¡ alectado pol lo externo, dar.r lugar a vivencias psíquico-físicas preconscientes y preintencionalesa. Vivencias pre-reflexivas de la propia corporalidad y del mundo circundante. Del temperamento, de los talentos individuales, de la capacidad de actuar en el mundo rnediante e1 propio cuerpo, de las variaciones de luz, del clima, de la diferencia entre los sexos, etc., etc. Por ello el alma es mónada, pero no como sujeto, col¡o Yo, sino como fondo oscuro, corno aquello de lo que emerge la conciencia. En el alma todas estas vivencias quedan depositadas y guardadas. «Ella n-risr¡a es solamente este momento pasivo (...) un múltiple reflejar en sí mismo, un priner momento de lo otro o, en cuanto que se mueve a sí misma, algo que difiere lrente a tal otro» (GW VII, 142). No hay aún un yo que tome posesión del mundo interiorizado y lo administre. Más bien se trata de un mundo meramente reflejado. Pero esta receptividad no es mera pasividad. El alma es activa, inlerioriza, recuerda y custodia sus experiencias del mundo en un hondo pozo, en una noche de la que aún no ha ernergido 1a subjetividad, sino que viene a ser como su fondo oscuro, inconsciente. Por ello, la vivencia psíquico-física pr.econsciente y preintencional es de un espíritu. El alma está así en el origen de la vida espiritual. Más aún, en ella el yo y 1a conciencia están hundidos, sumidos. El alma viene a ser el sueño del espíritu, el sueño del que errergen la vigiiia y la conciencia. Frente a Descartes o Leibniz, el yo no juega como principio,

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Cfr. Trsra, I., «Hegel's Naturalism or Soul and Body in the Enct¡clopedlor>, en:
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