Guía Arquitectura representativa de la ciudad de Puebla

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Descripción

Guía

Arquitectura representativa de la ciudad de Puebla

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Centro para la Conservación del Patrimonio Cultural Tangible e Intangible A. C.

© 2008 L’anxaneta Ediciones S.A. de C.V. 2009 Segunda edición isbn en trámite Marc de Ramon Carmona; Pablo H. Posada González Coordinación General Arturo Córdova Durana Compilación e investigación John O’Leary S. Fotografía Nicias Sejas García; Tatiana V. Niconoff Diseño editorial Impreso y hecho en México

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Arquitectura representativa de la ciudad de Puebla

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Presentación La historia de nuestra Puebla de los Ángeles, fundada el 16 de abril de 1531, lleva consigo el devenir del tiempo, plasmado en sus monumentos, a través de sus manifestaciones artísticas y arquitectónicas que expresan los hechos vividos por sus habitantes hasta el día de hoy, de tal forma que visitar la ciudad es revivir los principales acontecimientos y testimonios del desarrollo de esta hermosa urbe. Esta guía propone una serie de recorridos que den la oportunidad de apropiarse de los espacios del Patrimonio Cultural de nuestra Puebla Capital, de tal forma que rescatemos los fundamentos de nuestra identidad Poblana y Mexicana, de igual manera que con orgullo podamos así manifestar al mundo nuestra riqueza en todos los aspectos, permitiendo a nuestros visitantes identificar los motivos por los que ha sido reconocida como Patrimonio Nacional en su decreto de Zona de Monumentos de 1977 y como Patrimonio Mundial en 1987, por la unesco. Esperamos que esta selección de sus monumentos más representativos, le invite a conocer los detalles y secretos de esta Puebla Ciudad de Los Ángeles, como la llamara la Reina Isabel de Portugal en 1532. Las secuencias propuestas por las diferentes zonas, le permitirán descubrir las muy diversas formas en que se manifiesta y convive la ciudadanía en este Centro Histórico. Le invitamos a admirar las calles y plazas e iniciar su andar por esta su casa, “Puebla Capital”.

Afectuosamente NORTE

Mtra. Blanca Alcalá Ruiz Presidenta Municipal Constitucional

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El legado arquitectónico de la Puebla de los Ángeles

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a ciudad de Puebla de los Ángeles fundada en el año de 1531, llegó a ser en el propio siglo xvi, el principal foco de desarrollo económico, social y político de una importante región localizada en la cuenca de Puebla-Tlaxcala, en el altiplano sur de México. Como sede del obispado de Tlaxcala (1543), esta floreciente ciudad se convirtió también en un importante centro religioso que vio edificar una de las catedrales más suntuosas de América, al lado de sus parroquias de indios y españoles, además de un sinfín de iglesias y capillas dedicadas al culto de la cristiandad católica y a las devociones locales. Durante el siglo xvii Puebla rivalizó con la Ciudad de México, capital de la Nueva España, debido a su riqueza, la cual era, en gran medida, producto de un boyante desarrollo agrícola, una creciente industria, y una envidiable situación geográfica que favoreció su vocación comercial. Uno de los aspectos más relevantes en la edificación de la ciudad virreinal, fue el empleo desde sus inicios de la mano de obra indígena, en la que albañiles y canteros, bajo la guía de reconocidos arquitectos y “maestros mayores de arquitectura”, crearon obras arquitectónicas de especial importancia. Cabe mencionar que la arquitectura de Puebla y su región, se vio beneficiada desde sus inicios por la abundancia de materiales constructivos, en especial por sus ricas canteras de piedra volcánica localizadas al norte de la ciudad, otras de piedra caliza y ónix de Tecali ubicadas a unas cuantas leguas al oriente, sus importantes yacimientos de yeso más a sur, algunos materiales arcillosos abundantes en varios lugares aledaños, y sus inigualables recursos de maderamen, principalmente explotados en la sierra de los volcanes Iztazihuatl y Popocatepetl al poniente del valle. En términos generales, este tipo de arquitectura comparte muchos de sus rasgos con la de otras regiones de México en sus distintas etapas de desarrollo y tipos estilísticos, no obstante, cabe comentar que tales recursos, la experiencia indígena en su utilización, la pericia de los alarifes, la importancia de sus arquitectos, y el paulatino empleo de materiales gráficos en la ornamentación (tratados de arquitectura y grabados), crearon una de las arquitecturas regionales con mayor originalidad en la Nueva España.

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Dicha originalidad, se puede traducir en la creación de una arquitectura de tipo local, que tuvo varias facetas en lo que se refiere a su influencia regional y en muchas ocasiones más allá, en otras ciudades del virreinato. La ciudad de Puebla se convirtió en un foco de irradiación estilística, cuyos prototipos constructivos tanto civiles como religiosos, eran reproducidos o reinterpretados con mayor libertad, lo que otorgaba a esa arquitectura regional un especial sabor popular y gracia decorativa. En la presente guía hemos hecho una selección de los edificios, tanto religiosos como civiles, que creemos son representativos de las distintas etapas históricas en la arquitectura virreinal, la del México independiente y otros de la etapa previa a la Revolución Mexicana. En la primera de las etapas, sobresalen algunos ejemplos de la arquitectura renacentista del siglo xvi, por ejemplo, algunas fachadas con elementos clásicos e influencia del estilo plateresco, otros de tipo religioso monástico con reminiscencias góticas y mudéjares. Del siglo xvii, que es una etapa de un particular desarrollo constructivo, sobresale la arquitectura religiosa, sin embargo, se conservan importantes elementos civiles e incluso de obra pública. En el siglo xviii, en los ámbitos arquitectónicos, sobresale el empleo de recubrimientos de ladrillo y azulejo, lo que sumado al empleo de la decoración con argamasa y yeserías, le da una especial y única caracterización tipológica a la ciudad. El siglo xix nos dejó algunos ejemplos de arquitectura neoclásica tardía, para dar paso posteriormente a un estilo ecléctico muy del gusto de la sociedad en la etapa de transición al siglo xx. NORTE En los breves comentarios realizados a algunos de estos edificios hemos pretendido dar una visión enfocada principalmente al aspecto social de su uso y desarrollo, no obstante su valor histórico como patrimonio edificado, le ha permitido al centro histórico de Puebla ser protegido por las leyes federales a través de la declaratoria presidencial de “Zona de Monumentos” (1977), y ser considerado de manera internacional como “Patrimonio Cultural de la Humanidad” por la unesco (1987), dada su importancia, el número y calidad de sus monumentos conservados.

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Antigua Casa de la Maternidad Haro y Tamariz

Antigua Casa de la Maternidad Haro y Tamariz

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Edificio de dos niveles construido durante el siglo xix para alojar la Casa de la Maternidad. Más tarde, a mediados del siglo xx, fue hospital general y actualmente funciona como hospital de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla. Fue gracias a la liberalidad del industrial Luis de Haro y Tamariz (1810-1877) que se crea la institución para la atención de madres de escasos recursos debido, tal vez, a la anécdota narrada por don Hugo Leicht en las Calles de Puebla, de que un día viniendo don Luis de su fábrica de hilados y tejidos ubicada en el molino de la teja, encontró a una mujer que estaba pariendo una criatura en una zanja, lo que le conmovió hondamente y entonces, al igual que hizo el fundador del Hospital de San Cristóbal en una situación semejante, decidió erigir una casa de maternidad. El edificio fue construido en los terrenos de la antigua plaza de San Agustín en una manzana con superficie territorial de 9 017 m2. La traza y levantamiento del mismo es de la autoría del ingeniero Eduardo Tamariz (1879-1885), con un costo de cien mil pesos, siendo bendecido el 13 de abril de 1885, por el obispo don José María Mora e inaugurado al día siguiente por el gobernador del estado, general don Rosendo Márquez. En 1953 funciona como Hospital General hasta que, el 6 de diciembre de 1977, la escuela de medicina de la upaep se hace cargo de la antigua Casa de la Maternidad y la convierte en hospital-escuela de atención particular con todos los servicios de hospitalización. En 1990 se construirá como anexo la Unidad García Pineda. El inmueble es un magnífico ejemplo de la arquitectura del periodo porfirista que se destaca por sus influencias extranjerizantes pues esta construcción guarda similitudes extraordinarias con los familisterios levantados en Francia bajo la influencia del utopista

Charles Fourier, teniendo un gran parecido con el Hotel Central del Familisterio de Guise en Francia, conjunto de viviendas destinados a mejorar la vida de los obreros y que se comunicaban entre sí junto con una escuela y un teatro. Sin embargo, también hay elementos mudéjares en el edificio como el magnífico minarete de la capilla, la bella cerámica de sus frisos y la definición de un patio central con arcadas y fuente central como las usadas en las construcciones árabes, aunque el concepto del patio central en este tipo de inmuebles (fourienista) es definido como patio de invierno.

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Antigua Casa de la Maternidad 5 Poniente No. 715

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Antigua Tocinería

Antigua Tocinería

El conjunto arquitectónico que se conoce hoy como la “Antigua Tocinería” ocupa los predios en que se desplantan las casas marcadas actualmente con los números 902 y 904 de la calle 2 Sur, dando vuelta en la esquina de la 9 Oriente hasta llegar al actual restaurante “La Conjura” que ocupa parte de las bodegas de medio cañón que en los siglos xvii y xviii se utilizaron para la elaboración de tocino y jamón. La antigua tocinería que en el siglo xviii perteneció primero a don Miguel Fernández César y después a su hijo Miguel de César, dando nombre a la calle que por varias décadas se llamó “calle de César”, funcionó como tal por lo menos durante dos siglos a juzgar por la disposición de sus espacios arquitectónicos, entre los que se consideró tener varios espacios prolongados con piso de media altura y bóvedas de medio cañón, que a manera de cámaras de refrigeración funcionaban muy bien para la elaboración del jamón, contando con depósitos cilíndricos de cobre o de mampostería, en los que se mezclaba grasa de cerdo con una colada de cal, “tequezquite” (carbonato sódico) y ceniza apagada para permitir el cocimiento lento de los jamones crudos que en reposo de días y hasta semanas, bajo un calor ligero y el fresco aire del levante, le daban un especial sabor. Con tal método de cocción se producían jamones de la más alta calidad, capaces de satisfacer no sólo los gustos más exigentes de las adineradas familias poblanas sino de México, el resto de la nueva España, el Caribe y Sudamérica, pues la industria desarrollada por el poderoso gremio de tocineros de Puebla llegó a ser de las más prósperas de la Puebla de los Ángeles durante los primeros siglos de su existencia, a grado tal que al habitante de la ciudad se le llamaría popularmente con el mote de “poblano chicharronero”, por los habitantes de la Ciudad de México en pugna constante con los de la ciudad angelopolitana, quienes también decían en son de burla que “cuatro cosas come el poblano: cerdo, cochino, puerco y marrano”. Debido a que no existía un rastro específico para la matanza de la gran cantidad de cerdos que eran traídos de la región de San Juan de los Llanos, éstos eran cebados por espacio de tres días en los co-

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rrales de la tocinería, como lo mandaban las ordenanzas del gremio, y sacrificados en los traspatios de la casa, tirando los residuos de la matanza en un pozo profundo, dispuesto para ello, al que cubrían con cal por razones de sanidad. Para alimentar las frecuentes remesas de cerdos que les llegaba la antigua tocinería contaba con una enorme troje, de doble arcada, que le permitía almacenar gran cantidad de granos, llegando a ser el inventario de los mimos tan cuantiosos que hubo ocasiones en los periodos de hambruna en que le Ayuntamiento les obligaba a remitir los excedentes a la alhóndiga de la ciudad, a precios de costo, para alimentar a la población más necesitada. El inmueble contaba con patios independientes alrededor del cual había cuartos que se usaban para los distintos procesos de elaboración de tocinos, embutidos, jamones, etc. Cuenta con un bracero del siglo xix en el segundo patio y tuvo su propio horno y varios talleres para la elaboración del jamón. En la segunda planta debieron ubicarse las casas de habitación de los propietarios a juzgar por los restos del pequeño oratorio con cubierta de cúpula que aún se observa, hacia el exterior debió tener varias accesorias destinadas unas para la venta de los productos elaborados en la propia tocinería y otras para ser arrendadas a particulares para la explotación de sus diversos giros comerciales. Actualmente es sede del restaurante La Conjura. NORTE

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Antigua Tocinería 2 Sur No. 904

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Antiguo Estanque de los Pescaditos

Antiguo Estanque de los Pescaditos

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García de Aguilar tenía establecida su morada en las casas de altos y bajos que edificó en el antiguo Portal de la Flores, hoy de Morelos, lugar que el ayuntamiento poblano le concedió en agosto de 1533 a condición de que construyera frente a su vivienda unos portales del ancho de la misma (15 metros aproximadamente), iguales a los de México, como lo debían hacer los demás vecinos establecidos en esa calle. La ciudad le concedió también varios solares estratégicos dentro de la traza española y huertas fuera de ella, así como una estancia de tierras y varias suertes más en el rico valle de Atlixco, lo que equivalía a darle para su beneficio varias hectáreas de la tierra más productiva en reconocimiento a los servicios que prestó para la conquista del nuevo mundo. Una de las huertas que el regimiento angelopolitano le concedió para su personal usufructo fue la que se conocería desde entonces como el Estanque de los Pescaditos, a cambio de ello García de Aguilar debía construir un hospital de pobres. Se ubicaba al sur del convento de San Francisco, separada de éste por una calle y es parte integrante del actual desarrollo comercial llamado Paseo de San Francisco. El Estanque de los Pescaditos es un manantial de agua alimentado en algún tiempo por los derrames de la Malinche, mismos que confluían en el río de San Francisco, permitiendo darle variados usos al agua que contenía; en el terreno aledaño se construyó en aquella época una casa y tenería, ambas rodeadas por numerosos árboles. Entre 1745 y 1776 se condujo su agua al nuevo cuartel de los dragones, situado al otro lado del río de Xonaca. En 1853 la finca se usa como huerta con lavaderos públicos. Al año siguiente, se establecen en el lugar los primeros estanques para baños de agua fría y dos años más tarde se abre también un bañadero para caballos, los que subsistieron hasta finalizar el siglo xix. El manantial se utilizó de 1891 a 1903 para surtir el Estanque de Pescados, establecimiento que vendía “cría de carpas y pescados dorados de colores”. En las inmediaciones del lugar se establecieron en diversas épocas nego-

ciaciones de diferentes giros comerciales como una plaza de toros (1883), un Tívoli con establecimientos recreativos entre los que se contaba con varios manantiales naturales, fuentes, fauna lacustre, carpas, patos, una extensa zona arbolada y una montaña rusa. El Tívoli de San Francisco fue el mejor de la ciudad en la época, teniendo entradas por el puente de San Francisco y Río de la Madre (actual calle 4 Oriente). Hubo juegos de varias clases, baños de agua fría, un lago con canoas, un pequeño teatro donde se daban funciones dramáticas con precios comunes de seis centavos; existió también una cervecería, los Baños de Neptuno y una plaza de gallos. El Estanque de los Pescaditos tiene una existencia anterior a la conquista pues en su entorno se encontraron restos cerámicos de influencia olmeca. NORTE

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Antiguo Estanque de los Pescaditos Callejón de la 10 Norte s/n

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Basílica Catedral de Puebla

Basílica Catedral de Puebla

La catedral de Puebla es uno de los recintos religiosos más bellos de México y con sus 70 metros de altura, de la base al pináculo de la torre, la más alta de América. El inicio de su construcción data de 1575 debido a que la anterior, levantada en lo que hoy es el atrio, presentaba daños estructurales irreversibles desde el año de 1561. El autor de la traza fue Francisco Becerra, arquitecto español constructor también de la catedral de Lima, Perú. Él y Juan de Cigorondo, obrero mayor radicado en México, iniciaron la construcción del recinto sagrado por órdenes del virrey Enrique de Almanza. La fábrica del templo pasó por numerosas vicisitudes hasta su consagración el 18 de abril de 1649 a cargo del insigne obispo Juan de Palafox y Mendoza quien tomó a su cargo la culminación y decoración del mismo, continuando dicho impulso sus sucesores Diego de Escobar y Llamas y Manuel Fernández de Santacruz. Maestros arquitectos famosos que colaboraron en la obra de la catedral fueron, entre otros, Juan Gómez de Mora, célebre arquitecto de Felipe ii, Luis Gómez de Trasmonte, Agustín Hernández, Jerónimo de la Cruz, Pedro García Ferrer, Carlos García Durango y Diego de la Sierra. La planta del templo es rectangular estando su fachada principal orientada hacia el poniente; su organización interior es en cinco naves: una central, dos procesionales y al extremo otras dos con capillas hornacinas. Frente al altar mayor, se encuentra el coro catedralicio, en cuyo interior sobresalen la sillería, facistol y puertas de las portadas laterales, todas hechas de finísima taracea del siglo xviii, algunas esculturas de marfil y otras tallas en madera estofada y policromada. Cierra el coro, frente al altar, una imponente reja forjada y dorada, y sobre los muros laterales del coro se encuentra el deambulatorio superior, el cual lleva en su parte alta un calvario de marfil del siglo xvii y dos carrillones de campanas. En los laterales superiores

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están colocados dos órganos tubulares de excelente factura, uno del siglo xvii y el otro del xviii, de la autoría de Félix de Izaguirre. La catedral de Puebla con su combinación de estilos renacentista, barroco y neoclásico, puede tomarse también como sede de las bellas artes ya que en su interior podemos encontrar bellos ejemplos de pintura, escultura, orfebrería, carpintería, platería, etc. de gran calidad artística y que bien pueden considerarse como joyas únicas del arte universal. De igual manera podemos sobrecogernos ante la magnitud y belleza de sus puertas de madera entablerada, las grandes cajoneras de la sacristía que guardan los ricos ornamentos sacerdotales bordados con hilos de oro y plata, así como los vasos sagrados, cálices, copones, relicarios y cruces bañados en oro y adornados de costosas joyas y diamantes.

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Basílica Catedral de Puebla Av. 16 de Septiembre entre 3 y 5 Oriente

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Biblioteca Palafoxiana

Biblioteca Palafoxiana

Joya bibliográfica considerada Monumento Histórico “Patrimonio de la Humanidad” e inscrita en la Memoria del Mundo. Debe su nombre a su fundador y benefactor Juan de Palafox y Mendoza (1600-1659), noveno obispo de la diócesis angelopolitana quien, el 5 de septiembre de 1646, donó su biblioteca personal a los colegios tridentinos de San Juan, San Pedro y San Pablo para fortalecer la educación de sus seminaristas. Para estos estudiantes fue que el obispo Juan de Palafox y Mendoza adquirió de su peculio “una librería de cánones, leyes y filosofía, medicina y buenas letras que consta de 5 000 cuerpos poco más o menos” donándola al Colegio de San Pedro junto con sus estantes, 2 globos, celeste y terrestre, una piedra imán armada, un espejo de quemar acero, una caja llena de instrumentos matemáticos y otras cosas más. La biblioteca se ubica en la antigua calle de San Juan –hoy 5 Oriente– llamada después de San Pantaleón, en el piso superior del edificio que albergara el Colegio de San Juan. La portada de acceso está marmoleada y sus artísticas puertas de madera tallada y entablerada muestran los escudos heráldicos de la casa de Ariza y el episcopal de Palafox. La gran pieza de bóveda con lunetos que alberga a la biblioteca se construyó por iniciativa del obispo Francisco Fabián y Fuero en 1773, mandando colocar en su interior una estantería de cedro bellamente trabajada en dos niveles, como se muestra en los grabados en lámina de cobre de finales del siglo xviii hechos por José de Nava. El tercer nivel fue agregado por el obispo Francisco Pablo Vázquez al mediar el siglo xix, respetando el estilo original de la estantería que mandó poner su antecesor. El acervo inicial de la biblioteca se ha visto enriquecido con las donaciones posteriores por parte del cabildo catedralicio, del obispo Manuel Fernández de Santa Cruz, del ilustrísimo Francisco Fabián y Fuero, quien además de ceder su biblioteca personal donó la de los colegios tras la expulsión de la orden de la Nueva España en el año de 1767. Más tarde se incorporaron las bibliotecas del obispo Francisco

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Pablo Vázquez y la del canónigo José Francisco de Irigoyen. Al mediar el siglo xix el acervo de la Palafoxiana ascendía a 43 000 volúmenes, los que aún conserva. Entre los libros valiosos que atesora la Biblioteca Palafoxiana se encuentran: la Crónica de Nuremberg, incunable impreso en 1493 escrito por Hartman Schedel; la Doctrina Cristiana de fray Juan de la Anunciación, impresa en 1575 en lengua castellana y mexicana; la Biblia Políglota o Biblia Regia de Benedicto Arias Montaño, impreso en griego, latín, hebreo y caldeo entre 1569 y 1573; y el Atlas de Ortelius, cosmógrafo y cartógrafo flamenco, geógrafo real de Felipe II y autor también de Theatrus Orbis Terrarum y de la Synonimia Geographica de 1578. Algunos de los humanistas mexicanos que han abrevado en este pozo de la sabiduría son Diego Bermúdez de Castro, Juan Nepomuceno Troncoso, Mariano Beristain y Souza, Manuel Orozco y Berra, Francisco Pablo Vázquez, Andrés Arce y Miranda y José Miguel Guridi y Alcocer, por citar sólo algunos. Sobre la puerta de entrada a la biblioteca, se halla la estatua de cuerpo entero de Palafox y Mendoza quien, revestido episcopalmente, contempla satisfecho su obra al haber dejado “a la iglesia un Seminario y al estado una fuente de luz”. NORTE 3 PTE

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Capilla de la Virgen del Rosario

Capilla de la Virgen del Rosario

El culto a la Virgen del Rosario fue promovido por los religiosos de Santo Domingo, dedicando en cada uno de sus conventos una capilla a su devoción y la ciudad de Puebla no fue la excepción, siendo considerada ésta como joya del barroco exuberante de México, llamada desde el siglo xvii Octava Maravilla del Nuevo Mundo y más recientemente Relicario de América. Obra arquitectónica, “Patrimonio de la Humanidad”, consagrada el 16 de abril de 1690 y dedicada al insigne obispo Manuel Fernández de Santacruz, gran mecenas y patrocinador del arte religioso. La capilla comunica con el cuerpo de la iglesia por una gran portada de estilo barroco sobrio, en contraste con la riqueza interior, estando el arco de medio punto almohadillado, así en la rosca como en las jambas, y ligeramente abocinado, encuadrado por pilastras toscanas, en tanto que a los lados se ven columnas corintias adosadas, y arriba una especie de balcón con una ventana entre pilastras coronándolo todo. El interior se caracteriza por planta de cruz latina, con brazos y testero algo cortos. La nave, dividida en tres tramos, con bóveda de cañón con lunetos como los brazos del crucero, tiene una cúpula muy esbelta con tambor y sobre el mismo unas ventanas que se abren y en la media naranja otras, con lucarnas al exterior, en que son notables las figuras de grandes niños en cerámica poblana. El interior de la capilla es –sin exagerar– portentoso, donde la estructura arquitectónica ha sido cubierta con relieves en que la fantasía más osada ha interpretado el sentimiento religioso del pueblo en su época. El conjunto, a primera vista aturde, pues los lados de la nave, simétricos, revisten sus muros con marcos suntuosísimos para los seis grandes lienzos con que José Rodríguez Carnero pintó las escenas del Nacimiento de Cristo y los misterios gozosos del Rosario. Los relieves ascendentes, cubren las pilastras, las bóvedas, todo. Las pinturas son de tono sombrío, recién restauradas, pintadas con el estilo claroscurista de la época, en contraste con las que adornan el

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crucero, del mismo pintor, que son tan luminosas y claras que bien podrían pasar por lienzos del siglo xviii, siendo dicho contraste intencional para dar mayor realce e importancia a las escenas de los misterios gloriosos a los que pertenecen los pasajes de la Asunción, la Coronación y la Glorificación de la Virgen María. En el centro del santuario se levanta el trono de la Virgen, con un baldaquino labrado por el maestro Lucas Pinto, de origen peninsular. El primer cuerpo con sus columnas de tecali y el segundo con las salomónicas doradas contribuyen a crear un efecto evanescente que flota desprendido del interior de la cúpula, en donde hasta los angelitos que decoran el segundo cuerpo y el cupulín adoptan posiciones de danza tal si desearan ascender al reino celeste donde las vírgenes mártires exhiben los símbolos de su holocausto.

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Capilla de San Ildefonso

Capilla de San Ildefonso

Tal vez, ningún otro templo de la región poblana exprese mejor la mística de los jesuitas y su estrecha alianza con los criollos y peninsulares en el proceso mismo de su consolidación como grupo gobernante como la capilla de San Ildefonso, ejemplo único del manierismo en Puebla, en donde sus yeserías con todo y no ser las primeras que se hicieron en Puebla sí son las más antiguas y notables que se conservan y en donde su bicromía y elegancia evocan los temas decorativos empleados en la catedral de Córdoba (España) y la capilla de San Buenaventura, en Sevilla. La capilla de San Ildefonso fue planeada para dar servicio espiritual al hospital de indios que al iniciar la tercera década del siglo xvii mandó construir el obispo Ildefonso de la Mota y Escobar para curar a los naturales de todas las enfermedades, y de la sífilis a los españoles y a “otras personas” (negros, mulatos, chinos y demás castas). La obra tanto del hospital, convertido después en el colegio jesuita de San Ildefonso, como de la iglesia la contrató en 1622 con el capitán sevillano y maestro arquitecto Francisco de Aguilar. La fábrica de la iglesia se hizo junto a la ermita de San Marcos en los solares y casas que el obispo había comprado para el hospital, convertido después en colegio, y llegó a tener tal importancia para la sociedad angelopolitana que las personas más distinguidas de ella pertenecían a la congregación de Nuestra Señora de los Dolores, erigida en ella. Como bien apunta el maestro Jesús Márquez Carrillo en su espléndido libro Vida Eterna, la capilla de San Ildefonso no refleja hoy el esplendor novohispano, pues los once sitios que sufrió la ciudad de Puebla en el siglo xix (el sitio de 1863 destruyó tres de sus bóvedas) y el abandono en general en que estuvo, la destruyeron y arruinaron al punto de no conservar siquiera uno de los siete retablos dorados que llegó a tener. El inmueble consta de una sola nave, con cúpula sin tambor sobre pechinas y bóveda de cañón con lunetos. Sólo el interior de la cúpu-

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la, la bóveda del presbiterio y la bóveda que sostiene el coro, están ricamente adornadas con yeserías manieristas. En el ábside hay una pintura al óleo sobre tela “que imita arquitectura neoclásica con resabios barrocos”, al parecer obra del artista poblano José Manzo y Jaramillo. Frente a ella se eleva un altar exento en cuya cúspide aparece una talla escultórica de San Ildefonso, titular del templo, con su vestido episcopal, mitra, báculo y casulla. La fachada, hundida con respecto a la fachada del templo de San Marcos, se conserva íntegra y es una prueba más de la influencia de Serlio (1475-1554) y Jacobo Barozzi da Vignola (1507-1573) en la arquitectura poblana del siglo xvii. Citando a Márquez Carrillo: “la capilla de San Ildefonso es una muestra señera del manierismo en Puebla, un testimonio del refinamiento a que llegaron los criollos y peninsulares de la sociedad poblana en las primeras décadas del siglo xvii. Pero el sotocoro y la cúpula no sólo son el reconocimiento del destacado papel de la Compañía de Jesús en la evangelización de América y el mundo sino, sobre todo, una página didáctica sobre los principales misterios de la fe católica y los medios para conseguir la vida eterna”.

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Capilla del Sagrario Metropolitano

Capilla del Sagrario Metropolitano

El sagrario actual de la catedral se acordó edificarlo en 1700 y se terminó de construir en 1724, bajo la dirección del padre Antonio Salas Navarro. El lugar donde se levantó su planta estuvo ocupado durante el siglo xvi por las casas episcopales del tercer obispo de Puebla, Martín Sarmiento de Hojacastro (1547-1557), sirviendo después el espacio para acondicionar la sala capitular del venerable cabildo catedralicio. Antes, el Sagrario estuvo ubicado en el lugar donde está el altar del perdón y en tiempo del obispo Juan de Palafox y Mendoza se planeó construirlo en el atrio, frente a la portada principal de la catedral, agregando un amplio claustro que sirviera de pórtico al gran templo, obra que quedó inconclusa. La razón de que la catedral contara con un Sagrario se debía a la necesidad de impartir los sacramentos y servicios espirituales a los habitantes de la traza española como sede no del obispo y su cabildo catedralicio sino como primera parroquia de la ciudad, situación que se resolvía favorablemente teniendo un lugar ex profeso para ello, resolviendo de paso el problema de la ubicación de su archivo sacramental. En 1690 el cabildo catedralicio encargaría al sevillano Diego de la Sierra Garcipérez, maestro de arquitectura, albañilería y cantería, abrir una puerta en la antigua sala capitular para que sirviera de Sagrario, moviendo una imagen de Jesús Nazareno que se encontraba pintada en la parte exterior del muro, dando la fachada principal de la portada hacia la Plaza Mayor de la ciudad, siendo decorada su portada con elementos arquitectónicos que pretendieron copiar el estilo del maestro de la Sierra, cuyo prestigio era reconocido por las innovaciones arquitectónicas practicadas en la Casa “de las Bóvedas” y el levantamiento que hizo de la capilla de Jesús Nazareno en San José. El Sagrario Metropolitano consta de dos tramos, correspondientes a los de la sacristía, con bóveda de arista que descansan en pilas-

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tras. La capilla lateral es de planta cruciforme, con cúpula octogonal sobre tambor en que se abren óculos cuadrados con salientes rectangulares en sus caras. Las soluciones son de arquitectura popular y lo mismo puede decirse de su factura. En el siglo xix, el sagrario de la catedral adquirió un bellísimo ornato neoclásico. Para iluminar la antigua sala, el pintor Julián Ordóñez diseñó un retablo de mampostería en el cual figura la última pintura de Zendejas: La oración en el huerto. Temporalmente, figuró en el mismo espacio La adoración de Santiago a la Virgen del Pilar. El altar tiene un magnífico dorado de calamina. Son notables las esculturas de la Virgen del Pilar y la de san José, obra ésta del taller de los Cora.

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Casa “Aguayo”

Casa “Aguayo”

Desde el siglo xvii se le conocía con el apelativo del propietario que la construyó, el capitán y regidor Juan Martínez de Aguayo, peninsular natural de Puente del Arzobispo, en Toledo, España, quien llegara a la “Ciudad de los Ángeles” al finalizar el siglo xvi e hiciera fortuna al igual que muchos de los españoles que llegaron a América con el mismo fin. El inmueble debió haber funcionado más que residencia, como lugar de almacenamiento de granos y estancia temporal de ganado de cerda, que eran traídos en grandes cantidades de las haciendas de dichos regidores. En cambio, las casas principales de la morada de la familia Martínez de Aguayo debieron haber estado situadas en el primer cuadro de la traza española de la ciudad, como correspondía a la investidura de tales personajes. En el siglo xix la casa, que también llegó a tener un uso residencial, poseía un temazcal, tal vez por su cercanía con las fuentes de Almoloya, lo que fue aprovechado por el tejedor Francisco Armenta para establecer en el lugar, en la tercera década de dicho siglo, los famosos “baños de Armenta”, establecimiento que heredaría su hijo José Manuel. El resto de la casa sirvió también como vivienda para los veteranos del ejército mexicano hasta que se desocupó en los años de 1980. La casa sufrió diversas modificaciones en 1769, cuando fue subdividida en cuatro casas independientes, fabricando para ello nuevos techos, enladrillados, puertas, fuentes, etc. Presenta aún, por su disposición y acabados, toda la tipología de barrio, conservándola a pesar de las intervenciones sufridas en el siglo xviii, en que fue anexada la actual escalera y el entresuelo del ala oriente. Tanto la fachada como el patio amplio hablan del lenguaje arquitectónico del siglo xvii, conservando detalles interesantes como son los arcos sumamente rebajados, enmarcados con cornisas que terminan en la-

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cerías, así como obras hidráulicas como la pila y conductos de agua descubiertos y subterráneos. En la actualidad el inmueble, cuya propiedad es federal dada en comodato al Gobierno del Estado, ha sido rescatado, remodelado y acondicionado para servir como sede del Palacio de Gobierno del Ejecutivo del Estado de Puebla.

NORTE

9 12 NTE 14 NTE

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14 OTE

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Casa “Aguayo” 14 Oriente No. 1204

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Casa “Agustín Arrieta”

Casa “Agustín Arrieta”

La primera construcción de la casa se hizo a expensas del conquistador Alonso Valiente, el hombre más acaudalado de la ciudad de Puebla al mediar el siglo xvi y uno de sus primeros fundadores. Se desempeñó cuatro veces como alcalde ordinario de la ciudad angelopolitana y más de una vez fue su procurador ante las autoridades virreinales. Era tanta la fama de este personaje que la calle llevó su nombre durante varias décadas, hasta que se le impuso el nombre de otra mujer de no menor fama, doña Catalina Vélez Rascón, esposa y viuda de conquistadores, que al vivir en esta misma cuadra bautizó a la calle como “de la Rascona”. Otro nombre más de la calle fue Cerrada de San Agustín por desembocar ésta en las huertas de dicho convento que estaba frontero a dicha casa que aún ostenta en el portón principal de acceso el antiguo número 15. Al faltar don Alonso, el inmueble lo adquiere en propiedad Gaspar González, curtidor de pieles, que instala en ella su curtiduría. En la siguiente centuria la casa pertenecerá al colegio de San Jerónimo, que durante más de un siglo destinaría las rentas de sus accesorias y viviendas para el sostenimiento de los seminaristas de la Compañía de Jesús. De estas lejanas épocas, el inmueble conserva aún su partido arquitectónico original con las consecuentes modificaciones hechas posteriormente. En el siglo xix, la ley de desamortización de bienes eclesiásticos del 25 de junio de 1856 permite a don Miguel Limón comprar el inmueble al gobierno del estado en las dos terceras partes de su valor, estimado en 19 000 pesos oro. La finca recibía su agua de una merced que le había concedido el ayuntamiento y la tomaba de la alcantarilla situada en la esquina de la “calle de Cholula”, hoy Avenida Reforma. La casa continuó siendo de propiedad privada hasta mediar el siglo xx cuando la recupera el Gobierno del Estado para restaurarla y dedicarla a actividades culturales.

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En esta casa vivió humildemente y trabajó intensamente el gran pintor costumbrista José Agustín Arrieta (1803-1874), que le da el nombre actual del inmueble que ha sido destinado por la Secretaría de Cultura para albergar en sus instalaciones El Museo Vivo de Arte Agustín Arrieta.

3 PTE

5 PTE

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NORTE

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5 SUR

Casa “Agustín Arrieta” 5 Poniente No.339

3 SUR

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Casa “Amarilla”

Casa “Amarilla”

El nombre del inmueble histórico lo debe, tal vez, al color con que están pintados la mayoría de sus muros; sin embargo, pudo haberse dedicado a honrar la memoria de algún ilustre poblano como lo hicieron con su rica biblioteca especializada en ciencias sociales y humanidades que lleva el nombre del doctor Ernesto de la Torre Villar. La finca estuvo marcada con el número 10 de la antigua “calle de la Aduana Vieja”, llamada en el siglo xvi “calle del Hospital San Pedro”, por pasar su traza a un lado del templo de dicho nosocomio, cuando la primera casa que hubo en el lugar perteneció al doctor Pedro de la Torre, marido de la tristemente célebre Leonor de Osma, mujer hermosa y casquivana por la que Hernando de Nava victimó equivocadamente al gran poeta español Gutierre de Cetina, autor del madrigal Ojos claros y serenos. La casa llegará al siglo xx bajo el régimen de propiedad privada y con las modificaciones arquitectónicas propias de la época porfiriana. Será el año de 1995 cuando pasa a ser propiedad exclusiva de la Universidad Autónoma de Puebla. La fachada del inmueble es de dos niveles, simétrica y lisa, protegida por un lambrín de cantera en cuyos extremos, a partir del nivel superior del mismo, se levanta una pilastra adosada que continúa hasta terminar el segundo nivel. En la planta baja hay cinco vanos de los cuales el central corresponde al acceso principal, siendo este de mayores proporciones y con jambas trabajadas en cantera mientras que las de los extremos, son de argamasa. En el nivel superior se ubican tres vanos que hacen las veces de ventanas, hechos con cantera y protegidos por barandales de hierro forjado. La distribución arquitectónica del inmueble es a partir de dos patios y tres crujías en forma de “C”, ubicándose la escalera de dos rampas con barandal de hierro y pasamanos de madera en el extremo oriente del patio principal, el que se encuentra protegido con su lambrín de cantera. En los muros de ambos patios se abren varios va-

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nos con arcos de medio punto los de abajo y rectos los de arriba, que permiten el acceso a las aulas y oficinas administrativas del instituto. Sólo la portada de enmedio que comunica los patios es del mismo ancho que la de la fachada principal. El corredor en voladizo que comunica ambos niveles es de cantera con barandal de hierro forjado, unido al muro mediante cartelas y se halla protegido con una cubierta de vidrio esmerilado. El segundo patio, de forma irregular, se halla cubierto por una estructura de acero y acrílico.

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4 OTE

AV. JUAN DE PALAFOX

Casa “Amarilla” 2 Oriente No. 410

2 OTE

NORTE

4 NTE

6 NTE

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Casa “de la China Poblana”

Casa “de la China Poblana”

Catarina de San Juan era el nombre cristiano que le impusieron con las aguas bautismales a la que en realidad se llamaba Mirrha, natural del Gran Mogor, como se le conocía a la India Oriental y fue una de las muchas víctimas de los traficantes de esclavos que incursionaban en tierras asiáticas y africanas para secuestrar a su población y venderlos para el servicio doméstico o bien para el trabajo despiadado de los ingenios y las minas. Las doncellas asiáticas como Mirrha, eran especialmente apreciadas y traídas bajo encargo para el servicio doméstico de las casas señoriales y algunas, por su despierto intelecto, sumisión y obediencia llegaban a ser consideradas como damas de compañía de las señoras de casa. Catarina de San Juan, que debió haber nacido alrededor de 1610 fue comprada en Acapulco por el capitán portugués Miguel de Sosa para el servicio de su casa en Puebla. Al morir el capitán sin descendencia, su mujer Margarita de Chávez decide tomar los hábitos de religiosa y renunciar a los bienes temporales que poseía, vendiendo algunos de ellos y regalando otros más. Catarina, a quien le regala la libertad, pasa a ser protegida por el padre Pedro Suárez, quien para asegurar su futuro la hace casar con otro esclavo chino que tenía, de nombre Domingo, llevando con él una vida matrimonial apacible y casta por voluntad de ambos cónyuges. Al quedar nuevamente desamparada fue recibida en la casa del capitán Castillo de Altra donde vivió con fama de santidad hasta su muerte, acaecida en 1688. Desde luego, Catarina de San Juan nada tuvo que ver con la imagen de la china que se difundió dos siglos después con el vestido multicolor bordado con chaquira y lentejuela estampado con símbolos nacionalistas después. El inmueble histórico es una joya arquitectónica del siglo xvii y se distingue por su hermoso balcón esquinado, acaso el más hermoso de los nueve balcones de este tipo y época que se conservan en la ciudad, los que vinieron a ser toda una variante decorativa en el dise-

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ño de las fachadas civiles de Puebla, modalidad estilística introducida por el arquitecto Pedro López Florín. La entrada principal de la casa se ubicaba por la actual avenida Juan de Palafox y Mendoza, recién descubierta en 1984, con muestras de elementos del siglo xvi. La disposición de la esquina está completamente conservada, no siendo así su fachada poniente reformada en el siglo xix y menos el diseño de parte de la fachada meridional que no pertenece a la esquina ni responde a ningún orden geométrico y está revocada en liso, así como otras modificaciones más recientes. Actualmente es sede del hotel Casona de la China Poblana.

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AV. JUAN DE PALAFOX

Casa “de la China Poblana” 4 Norte y Av. Juan de Palafox

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NORTE

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Casa “de la Palma”

Casa “de la Palma”

Edificio de estilo neoclásico en el que hay que admirar su ornamentación afrancesada en yeserías, barandales y vitrales. Se pueden identificar muy bien elementos de la heráldica francesa como es la flor de lis, escudos de tipo francés y los leones rampantes. Es digno de apreciarse también la ornamentación neoclásica del comedor, su escalinata de doble rampa y los artísticos barandales de sus pisos superiores. El inmueble perteneció al convento de religiosas de la Santísima Trinidad, fundado en Puebla en 1593 y sería a partir del siglo xix que se le conocería como “casa de la Palma”, debido a que frente al predio en que se reconstruyó el edificio existía una palmera, circunstancia que le dio nombre incluso a la calle entera, la que en la época novohispana se llamaba “calle de la Compañía de Jesús” por estar ubicado a su linde el templo y colegio del Espíritu Santo, pertenecientes a esta sagrada institución, llegada a Puebla en 1578 donde fundó 5 colegios de elevada calidad educativa. En ésta casa vivió el primer gobernador constitucional que tuvo el estado de Puebla, el general don José María Calderón Garcés (17801834) y después su hijo, el coronel José Calderón y Tapia. Tras la desamortización de bienes eclesiásticos, la casa fue adquirida por el industrial Luis de Haro y Tamariz (1810-1877), dueño del molino La Teja y fundador de la Antigua Casa de Maternidad Haro y Tamariz, actual hospital de la Universidad Autónoma del Estado de Puebla, quien pronto la cedió a don Juan Tamborrell, industrial y presidente municipal de Puebla en el año 1861. La adquiere más tarde el acaudalado industrial Manuel García Teruel, exitoso industrial de origen veracruzano, dueño de las fábricas textiles La Concepción y La Carolina, pertenecientes al valle de Atlixco, quien la vende a su hermano Carlos. El inmueble pasa de nuevo a pertenecer a la familia Tamariz Mellado, propietaria del molino de San Miguel ubicada en el municipio de Acatzingo, Puebla y después a la familia Tamariz Oropeza, para, más tarde formar parte de la Fundación por ellos creada, misma que

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es poseedora actual del Centro Médico Betania. En los años setentas del siglo xx la adquiere el Gobierno el Estado con la intención de establecer en ese lugar el Museo de Gobernadores y sin lograr dichos propósitos la venderá después a la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. En sus instalaciones funcionó por un breve tiempo el periódico Nueva Era y albergó también a los niños de la Orquesta Infantil de la Universidad. El edificio es ocupado actualmente por las oficinas de la Vicerectoría de Investigaciones y Estudios de Posgrado de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y otras dependencias universitarias más.

NORTE AV. JUAN DE PALAFOX

3 OTE

5 OTE 2 SUR

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4 SUR

Casa “de la Palma” 4 Sur No. 303

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Casa “de la Reina”

Casa “de la Reina”

Monumento histórico que debe su nombre a un altar que según la tradición popular existía en el inmueble, dedicado a la Virgen de Guadalupe. Desde el siglo xviii se le conocía así al inmueble debido, tal vez, al hecho de estar colindante con el antiguo Mesón de Nuestra Señora Guadalupe, de haber sido edificada la finca en la antigua Calle de Guadalupe y de estar a escasa distancia del santuario de la Virgen de Guadalupe, construido extramuros de la ciudad en la cabecera norte del Paseo Nuevo, hoy Paseo Bravo. En la nomenclatura antigua la casa estuvo marcada con el número 11 de la calle de su ubicación y se levantaba en el límite poniente de la ciudad de Puebla, a pocos metros de donde empezaban los caminos que conducían a la Ciudad de México, Cholula y Atlixco. Su más antiguo poseedor fue, en el siglo xvi, el extremeño Pedro de Anzures y su mujer doña Isabel de Vargas Formicedo, descendiente de conquistadores. La finca, que desde un principio fue planeada y construida para ser casa habitación, cumplió cabalmente con dicho fin, pues siempre funcionó como tal hasta que el 16 de enero de 1984 es adquirida por la Universidad Autónoma de Puebla para instalar en ella algunas de sus oficinas administrativas de primer nivel. La Casa “de la Reina”, cuya construcción data del siglo xviii, fue nuevamente ornamentada en la época porfiriana con cánones neoclasicistas, teniendo su fachada de cantera elementos afrancesados, sobre todo en la herrería y puertas, así como en la mayoría de los balcones y el vano principal de acceso cuyo arco de tres puntos lo remata una clave en forma de león majestuoso en cantera, y se halla protegido por un hermoso portón de madera decorado con mascarones, en los que destacan las bellas figuras de mujeres con atuendo griego. El inmueble es de dos niveles y un sótano iluminado por tres pequeños vanos con protección de hierro forjado abiertos en el guar-

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dapolvo de la casa, estando los sillares del lambrín trabajados a manera de punta de diamante. Los otros dos niveles cuentan con seis vanos cada uno de ellos con jambas de cantera, teniendo los seis primeros remates de arcos de medio punto con clave en forma de diamante y los seis segundos arcos rebajados. Los paramentos están labrados en sillares de cantera mientras que las enjutas cuentan con almohadillados en mármol. El interior de esta hermosa casa es de tres niveles, incluido el sótano, en donde un par de pilastras adosadas al muro sostienen la trabe del segundo nivel y al mismo tiempo separan el primer patio del segundo. Los barandales de la escalera central y de los niveles superiores están artísticamente trabajados en hierro forjado. Los cielos rasos están adornados con motivos neoclásicos y en los interiores y exteriores abundan las cenefas entretejidas con rosas. En el vestíbulo puede admirarse un bello lambrín de azulejo.

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Casa “de la Reina” Av. Reforma No. 913

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AV. REFORMA

NORTE

14 11 NTE

9 NTE

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Casa “de las Bóvedas”

Casa “de las Bóvedas”

La casa fue propiedad, en 1684, del licenciado Diego Peláez Sánchez, medio-racionero (1682), racionero (1685), canónigo (1693) y maestrescuela (1714) de la catedral de Puebla, siendo el constructor de tan espléndida mansión el sevillano Diego de la Sierra Garcipérez, maestro de arquitectura, albañilería y cantería. En 1813, adquiere el inmueble la Junta de Caridad para la Buena Educación de la Juventud que tenía una escuela de primeras letras y su escuela de dibujo, que dio origen a la Academia de Bellas Artes fundada por el sacerdote José Antonio Jiménez de las Cuevas, institución que en 1973 albergara la Pinacoteca Universitaria, hasta que en 1987 se trasladaran sus colecciones artísticas al Museo Universitario en la Casa “del conde de Castel” (Casa de los Muñecos). La escuela de dibujo tuvo como sus primeros maestros a José Manzo y Jaramillo, Lorenzo Zendejas, Salvador del Huerto, José Julián Ordóñez, Mariano y Manuel Caro. Posteriormente tuvo alumnos y maestros distinguidos como Agustín Arrieta, Francisco Morales, Daniel Dávila y Manuel Centurión. En sus aulas los jóvenes alumnos aprendían dibujo, modelado y grabado. Parte del acervo de la academia lo formaron las valiosas colecciones de pinturas expropiadas a los conventos religiosos con las leyes de Reforma, la colección de obras de arte que el obispo Antonio Joaquín Pérez Martínez donó a la academia en sus primeros días de vida y los grabados, libros y obras de Rembrandt y Rubens que Manzo Jaramillo trajo de Europa. Esta casa destaca por su extraordinaria arquitectura, en especial porque los dos pisos están cubiertos con un variado repertorio de bóvedas que la hizo célebre de inmediato y es un ejemplo representativo y destacado del primer período del barroco poblano de mediados del siglo xvii, de la arquitectura en cantería, donde Diego de la Sierra buscó el desequilibrio artístico en estructuras y ornamentación, propicio al movimiento y vibración en cada uno de los elementos arquitectónicos que utilizó, es por ello la asimetría de

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ventanas, la variedad de bóvedas y la riqueza ornamental de columnas. Se introducen muchas novedades artísticas para la época de su edificación: diversidad de bóvedas utilizadas, distintas soluciones de los arcos, columnas tritóstilas y estrías móviles en zigzag y ondulantes usadas como apoyos n los marcos y el uso de las almohadillas. Hay que admirar también la extraordinaria escalera y cúpula barroca que exalta iconográficamente la pureza de la Virgen María, así como la escultura de San José de Calasanz, patrono de los estudiantes y el bello relieve en madera de la Inmaculada Concepción, seguramente de la segunda mitad del siglo xvii, que viene a confirmar, una vez más, el simbolismo profundamente mariano de la Casa “de las Bóvedas” muy acordó a la religiosidad de su primer morador y de la época en que se edificó.

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2 OTE

4 SUR

AV. JUAN DE PALAFOX

3 OTE

NORTE

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Casa “de las Bóvedas” Av. Juan de Palafox No. 406

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Casa “de las Cabecitas”

Casa “de las Cabecitas”

Famosa por los dos medallones con cabezas humanas que ornamentan el dintel de la portada principal, el inmueble es uno de los pocos ejemplos que se conservan en la ciudad de Puebla de arquitectura civil del siglo xvi como lo muestra su patio principal. Ubicada a dos calles de la catedral angelopolitana, frente al antiguo monasterio de San Agustín, fue construida esta mansión para ser la residencia principal del conquistador y encomendero de Totimehuacan Alonso Galeote, electo cinco veces alcalde ordinario de la ciudad y más tarde, de 1536 a 1572, año de su muerte, su regidor perpetuo. En el siglo xvii, la finca pertenecería a la poderosa Cofradía de Nuestra Señora del Rosario, fundada en la iglesia del convento de Santo Domingo, que la arrendaría y usufructuaría sus rentas durante más de doscientos años hasta mediar el siglo xix, cuando se desamortizaron los bienes que estaban en manos de la Iglesia para ser valuados y rematados, pasando a ser de nuevo de propiedad particular, adquiriéndola el industrial Manuel García Lara (1810-1895), dueño de la fábrica de papel Santa Cruz. Hoy la casa sigue siendo de propiedad privada. La portada que le ha dado fama a la casa fue calificada como de estilo “plateresco sobrio” por don Manuel Toussaint. La fachada conserva algunos vanos de las ventanas del nivel alto, con cornisamientos de argamasa, sus balcones de herrería descansan sobre lajas de piedra con apoyos aparentes en una repisa inferior de tipo ornamental, a excepción de la que se encuentra arriba de la portada. A los costados del dintel se encuentran los espléndidos medallones en relieve con las “cabecitas”, que han sido identificados con los personajes mitológicos Hércules (izquierda), y Hebe (derecha). Al centro, en la clave sobresale otra cartela con volutas que es cargada por un pequeño querubín. Culmina la ornamentación en un friso moldurado decorado con ondas que simulan ser olas, elemento decorativo que podemos encontrar en los tratados renacentistas de Sebastián Serlio, remata la portada una cornisa toscana que funciona

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al mismo tiempo como repisa de balcón. El patio principal era de mayores dimensiones y ha sido muy modificado desde tiempos coloniales, de su primera época conserva hacia el sur y el poniente una interesante arquería con columnas toscanas y en los arcos un intradós biselado. Hacia el oriente y el norte del patio aparecen algunos vanos de puertas modificados, arriba un pasillo con antepecho de mampostería que recorre ambos lados, y que descansan sobre arcos rebajados apoyados en ménsulas triples de piedra. Hacia el norte se accede a un pequeño patio de servicio en el que destacan sus corredores altos del mismo tipo que los del patio principal, con vanos de puertas y ventanas, así como dependencias muy alteradas en los dos niveles.

NORTE

16 7 SUR

AV. REFORMA

5 SUR

3 PTE

5 PTE

Casa “de las Cabecitas“ 3 Poniente No. 512

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Casa “de los Cañones”

Casa “de los Cañones”

Desde la primera mitad del siglo xvii la mansión ha sido propiedad y habitación de grandes personajes de la vida civil, religiosa y política de la ciudad de Puebla y la República Mexicana. El primero de ellos fue don Alonso López Berruecos, regidor perpetuo de la ciudad angelopolitana e iniciador de un linaje poblano que permanecería en el poder buena parte del siglo xvii. Un siglo más tarde, en 1785, doña María Josefa Mendivil y Palacio Fernández de Ronderos permutaría al convento de la Limpia Concepción la propiedad del inmueble por otros dos que poseía de igual valía y lo reconstruiría por completo con las características arquitectónicas y ornamentales que hasta hoy conservan sus dos niveles originales. Descendiente de dos poderosas y acaudaladas familias de la elite gobernante de Puebla, doña María Josefa casa en 1781 con don Rafael Mangino, caballero de la Orden de Carlos III y capitán del regimiento de una de las compañías de Dragones de México y un alto funcionario virreinal. Hijo de este matrimonio fue don Rafael María Mangino y Mendívil, personaje relevante que participó en el ámbito nacional como militar del Ejército Trigarante, diputado, secretario y presidente del Congreso Constituyente de 1822 al que le tocó coronar como emperador de México a Agustín de Iturbide, y ministro de Hacienda en cuatro periodos presidenciales. El obispo de Puebla, don Antonio Joaquín Pérez Martínez rentó durante algún tiempo la Casa “de los Cañones” al igual que lo hicieron don Joaquín de Haro y Tamariz, gobernador del Estado en los años 1828, 1841 y 1845, y su hijo Antonio de Haro y Tamariz, quien al igual que el señor Mangino, fue caballero de la Orden de Guadalupe, jefe del Partido Conservador en Puebla, diputado y ministro. El monumento histórico albergó durante el siglo xix al Hotel Universal, propiedad de don Ignacio Guerrero y Manzano, dueño también del Teatro Guerrero, hoy Teatro de la Ciudad, quien le agregó el tercer piso para convertirlo en Salón de Baile. En el siglo xx fue sede

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del Nuevo Hotel, negocio del asturiano Blas Reguero Caso, del Hotel Arronte, del empresario Manuel Arronte y del Hotel Alos, de don Arnaldo Alos, donde, en 1953 se hospedó la famosa pintora mexicana Frida Kahlo. En 1980 la Universidad Autónoma de Puebla compra el inmueble para destinarlo como sede de los colegios de antropología social y de filosofía con su biblioteca José Revueltas y otros centros de investigaciones científicas, históricas y sociales. La Casa “de los Cañones” es una obra arquitectónica de singular belleza como lo puntualiza Lilián Illades, investigadora de la buap, pues en ella sobresale la fachada de talavera y ladrillo, el inmenso portón de madera, el barandal corrido de hierro forjado que abarca todo su frente y los vertederos en forma de cañón, únicos en la ciudad de Puebla, que coronan la cornisa y que denotan la alta investidura de sus constructores, así como sus leones que inspiran respeto y temor. La remodelación de la residencia, con las peculiaridades resaltadas, data del último cuarto del siglo xviii, pero el casco original fue levantado desde el reparto de los solares primigenios.

NORTE

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2 NTE

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Casa “de los Cañones” Av. Juan de Palafox No. 209

AV. JUAN DE PALAFOX

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Casa “de los Infantes”

Casa “de los Infantes”

La casa perteneció en el siglo xvii al mercader Miguel Díaz y después de él al recién fundado convento de religiosas de Santa Mónica de quien lo adquirió el ilustre obispo don Manuel Fernández de Santa Cruz el 4 de enero de 1694, para fundar en ella el famoso Colegio de Infantes de Santo Domingo Mártir y remediar así la falta de educación adecuada con que se criaban los niños seises y acólitos que servían con sus privilegiadas voces en el coro catedralicio y separarlos de los seminaristas de los Colegios de San Juan y San Pedro, donde vivían antes, quienes se quejaban continuamente de las muchas travesuras que hacían los niños, además de considerar perniciosa la convivencia entre colegiales de tan disímbolas edades. El colegio fue instituido para becar únicamente a dieciséis niños, los que tomaban lecciones de canto, música, gramática y primeras letras. La educación de estos infantes estaba regida por sus propios estatutos y quedó garantizada con bienes patrimoniales suficientes para sostener con sus rentas las becas señaladas. El hecho de que los infantes salieran varias veces al día a asistir en los oficios litúrgicos de la catedral y que lo hicieran vestidos con su ropa colorada, becas azules y bonetes, le dio fama a la calle que después de haberse llamado por siglo y medio “calle de los Herreros” pasó a ser conocida en el siguiente siglo y medio como “calle de los Infantes”. Para garantizar la subsistencia del Colegio de Infantes el ilustre obispo Santacruz lo dotó con bienes patrimoniales suficientes para sufragar los gastos de su mantenimiento y velando por la calidad de sus estudios le dotó de constituciones en las que se disponía, entre otros puntos, que para ingresar en él deberían demostrar los aspirantes ser españoles y saber leer y escribir. El patronazgo de la institución siempre estuvo a cargo de los obispos y sus venerables cabildos catedralicios. La enajenación de bienes eclesiásticos decretada por las Leyes de Reforma afectaron el régimen de propiedad del colegio, adjudicando su posesión a don Ignacio Romero Vargas, gobernador del Estado

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de Puebla en 1869-72 y 1876. A su muerte la finca fue adquirida por el señor canónigo José de la Luz Peláez del Llano y los siguientes propietarios sería también sacerdotes: el padre Francisco de Asís Miranda, el canónigo Juan N. Guarneros y el padre Ignacio Rodríguez Rebolledo. La casa fue adquirida después por la Fundación La Piedad, S. A., institución creada al amparo de la iglesia e integrada por seglares de confianza allegados a ella para proteger sus bienes patrimoniales. Desde la década de 1920 el régimen de propiedad de la finca ha sido privado.

NORTE

AV. JUAN DE PALAFOX

Casa “de los Infantes” 3 Oriente No. 209

3 OTE

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Casa “de Velasco”

Casa “de Velasco”

La casa marcada con el número 213 de la Avenida 8 Oriente de la ciudad de Puebla, fue señalada en la nomenclatura anterior con el número 11 de la antigua calle de Mesones y desde la segunda mitad del siglo xix pertenece a la familia Velasco, por lo que la mansión ha sido identificada históricamente con el apellido de esta familia oriunda de Santayana, provincia de Santander España, donde nació don Dionisio José de Velasco y Gutiérrez del Valle (1795-1861), iniciador del linaje poblano, quien desde su llegada a México se radicó en el puerto de Veracruz como dependiente primero y socio después de la Casa de Comercio de don Joaquín Gómez y Gómez; independizándose pocos años más tarde para ampliar sus actividades comerciales al sector industrial. El primer miembro de la familia Velasco que habitó la casa fue don Dionisio José de Velasco y Carballo (1836-1901), hijo del industrial veracruzano y de doña María Pilar Carballo y Romay, quien casara en diciembre de 1863 con doña María Josefa Almendaro e Ituarte, sobrina de don Bernardo Mier e hija de don José Pablo Almendaro. Don Dionisio José, caballero Cruz de la Orden Imperial de Guadalupe y presidente de la junta de beneficencia del Estado de Puebla vivió en esta casa con su esposa, distinguida en su época como dama de palacio de la emperatriz Carlota y sus once hijos, muriendo en ella en 1901. La casa es una autentica mansión del siglo xvii con modificaciones posteriores del xviii, que conserva un patio generoso y su entresuelo, tiene guardamalletas en las enjutas y agregados del siglo xviii. La fachada está bien conservada con las modificaciones del siglo xx que le dan un aspecto estilístico agradable en los marcos de las ventanas del entresuelo y el revestimiento de la fachada con ladrillos y azulejos. En cuanto al mobiliario que adorna la casa es sorprendente y agradable conocer como han conservado diferentes estilos decorativos franceses e ingleses de los siglos xviii y xix, combina-

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dos armoniosamente con mobiliario poblano de distintas épocas. La caja de seguridad de tres llaves que mantiene en el primer nivel es de una interesante factura.

NORTE

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6 OTE 4 NTE

Casa “de Velasco” 8 Oriente No. 213

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Casa “del Alguacil Mayor”

Casa “del Alguacil Mayor”

Como muchas de las casas poblanas, el actual edificio que alberga al departamento de música de la buap denota varias etapas constructivas que van del siglo xvi al xx; sin embargo, puede advertirse aún el partido arquitectónico original de las casas habitación del siglo de la conquista, en donde la planta alta del primer patio era destinada a casa habitación de los propietarios y en la baja se ubicaban las accesorias y crujías que eran rentadas para comercios y talleres; el segundo patio se destinaba para los servicios generales de la finca y en el tercero se alojaban las caballerizas y trojes. El monumento histórico debe su nombre y primera remodelación a don Pedro de Mendoza y Escalante, personaje de no grata memoria para la Puebla dieciochesca que lo odiaba por su prepotencia y arbitrariedades. Fue alguacil mayor de la ciudad angelopolitana al principiar el siglo xviii y gracias a la protección que gozaba del poderoso alcalde mayor don Juan José de Veytia y Linaje que gobernó los destinos de la ciudad durante más de dos décadas (1699-1722) imponiendo las primeras reformas borbónicas de Carlos I, pudo hacerse no sólo del abasto de toda la carne que consumía la ciudad, algo insólito para la época pues las ordenanzas vigentes no lo permitían así, sino que llegó también a controlar por medios nada recomendables al abasto y venta de granos que le correspondía hacer a la recién creada alhóndiga. El ser juez y parte en algo tan esencial para la sobrevivencia de la ciudad le acarreó poderosas enemistades y negra fama. Casa, cargo y mañas los heredaría su hijo José de Mendoza y Escalante, quien por varios años ejerció el mismo cargo de alguacil mayor de la ciudad. Después de este personaje la propiedad pasó a poder de don Fernando Meléndez Canzio y al morir éste, por ironías de la vida, su viuda doña Ana Fernández de Vargas gravaría el inmueble con 3 000 pesos oro para que de sus réditos pudiera ordenarse de sacerdote su hijo, el bachiller José Meléndez Fernández. A partir de entonces los numerosos propietarios del edificio colonial han sido particulares hasta el año de 1983 en que lo adquiere la buap para dedicarlo al fomento del estudio de la música y la danza.

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La fachada principal de la casa es de dos niveles rematados con cornisamiento y pretil, hallándose recubierta con la clásica combinación poblana de azulejos de talavera y ladrillo colocados en forma romboidal. En la planta alta se pueden observar tres vanos con marco recto y jambas prolongadas hasta el cornisamiento, las que se comunican entre sí por un balcón corrido con barandal de hierro forjado que divide ambos cuerpos. La planta baja presenta cinco vanos siendo el central el del acceso principal, formado por una portada fabricada en cantería con jambas, cerramiento y un entablamento barroco que sirve de apoyo al balcón superior. La parte baja de la fachada está resguardada con un guardapolvo de cantería.

10 OTE

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NORTE

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Casa “del Alguacil Mayor” 8 Oriente No. 409

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Casa “del Capitán”

Casa “del Capitán”

Esta casa de estilo ecléctico clasicista construida a finales del siglo xix, está fincada sobre un terreno perteneciente a una de las 14 huertas del antiguo molino de San Francisco. Este molino, también conocido como de “pan moler”, es probablemente más antiguo que la ciudad en su actual sitio, pues se fundó el 2 de junio de 1531 por Gutierre Maldonado al establecerse la primera colonia “el pueblo de los ángeles”, el traslado al lugar actual de la ciudad se dio hasta el 29 de septiembre de ese mismo año. El molino fue establecido en las 14 huertas que se le mercedaron en la rivera del rio San Francisco por Hernando de Elgueta, segundo corregidor de Puebla; posteriormente, éste lo vende al mercader Juan de Formicedo. Durante el siglo xvii el molino queda en poder de la familia Pérez de Salazar Méndez Mont cuyo hijo, José, contrae nupcias con María de Vasconcelos, hija del capitán Francisco Javier de Vasconcelos y nieta del Deán Luna al que se le confiere el título de marqués de Monserrate. Es así como el molino de San Francisco, que antes se designaba como de Formicedo, adopta el nombre de su ilustre nuevo propietario y le llaman el molino del marqués de Monserrate del que toma su nombre la actual calle 4 Norte. Habiéndose abolido los títulos de nobleza en la época independiente la calle 4 Norte pasa a ser la calle del marqués y la calle de Formicedo, actual avenida 14 Oriente, se convierte en la calle de Jiménez de las Cuevas por un acuerdo de cabildo de 1887, en honor al benemérito rector fundador de la Academia Pública de las Bellas Artes. Por lo que el inmueble queda situado en la esquina de la avenida 14 Oriente, antigua de Jiménez de las Cuevas, antes calle de Formicedo; y la calle 4 Norte, segunda del Marqués, antes “calle del molino del marqués de Monserrate”. El edificio fue construido en 1896 por el capitán Luis Alberto Guerra en dos niveles con muros de mampostería de piedra y aplanados de cal, consta de un patio central recubierto de laja de cantera al

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igual que los pasillos de la planta alta, el marco del acceso principal y los tres balcones sobre la 14 Oriente y los cinco sobre la 4 Norte, forjados en herrería característica de esa época. La fachada está decorada con almohadillado, muy usual en este tipo de casas, al igual que la cornisa de argamasa que se perdió durante el sismo de 1999. A la muerte del capitán en 1935 la casa pasa a propiedad de sus siete herederos; Luis Alberto, Rafael, Higinio, Carlos, Alfonso, Gustavo y Elvira. En 1953 es vendida a don Mauricio Fuente Aguilar, quien al morir sus padres la renta como vecindad y abre 6 locales comerciales a la calle; finalmente, su viuda señora Gol Ricart la vende al ingeniero Rafael Llamas Guerra, quien la rescata a su estado actual.

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16 PTE

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NORTE

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AV. 5 DE MAYO

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Casa “del Capitán” 8 Oriente No. 409

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Casa “del Colegio de Notarios del Estado de Puebla”

Casa “del Colegio de Notarios del Estado de Puebla”

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El inmueble fue recientemente cedido por el Gobierno del Estado al Colegio de Notarios para ser la sede principal de las actividades culturales de tan importante agrupación profesional, integrada por cerca de 60 titulares en la ciudad capital y otro tanto igual en el interior del Estado, dignos continuadores de los escribanos públicos novohispanos que daban fe de las distintas actividades comerciales, administrativas, legales y hasta judiciales de los vecinos de la ciudad. El primero en ejercer un oficio semejante en la Puebla de los Ángeles fue el conquistador Francisco de Orduña quien también se había desempeñado como secretario particular de Hernán Cortés. Sería a partir de la ley de venta de oficios de 1581 que las escribanías se venderían al mejor postor, tuvieran o no los conocimientos y habilidades necesarios para desempeñarlos. La casa se hallaba en completo abandono cuando la autoridad estatal la expropió el 12 de agosto de 1991, fundando la acción legal en el hecho de que el arruinado inmueble se encontraba listado por la unesco como “Patrimonio de la Humanidad” y había que rescatarlo, restaurarlo y conservarlo por ser su arquitectura representativa de principios del siglo xix y corría serio peligro de perderse. La casa se conoció también como la número uno de la “calle de Siempreviva” y fue propiedad particular la mayor parte del siglo xx y media centuria del xix, cuando el gobierno federal lo enajenó por estar en manos de la iglesia, rematándolo al primer inquilino que reclamó su derecho de adquisición. La finca, junto con sus colindantes, había pertenecido antes a la iglesia, la que al finalizar el siglo xvi, la destinó al sostenimiento de Los pobres de la Caridad, fundación piadosa creada a pocas décadas de fundada la “Ciudad de los Ángeles” con el fin de ayudar a las familias más menesterosas, siendo sus patronos permanentes el obispo en funciones y sus cabildos catedralicios, caso frecuente en la etapa novohispana de que la iglesia se hiciera cargo de la asisten-

cia social de la población y no las autoridades civiles, siendo así que hospitales, hospicios, casas de recogimiento y colegios fueran instituciones de carácter religioso. En la siguiente centuria y tras haber sido por unos años propiedad de los herederos de don Luis Muñoz Bravo, readquiere su propiedad el insigne obispo Manuel Fernández de Santacruz, quien destina las rentas de sus viviendas y accesorias al sostenimiento parcial de los crecidos gastos del colegio seminario de San Pedro y San Juan, hoy Seminario Conciliar Palafoxiano, semilleros de vocaciones sacerdotales que tanta fama y gloria han dado a la iglesia angelopolitana de ayer y hoy, pues en sus 365 años de existencia nunca ha interrumpido sus actividades de formación sacerdotal.

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7 PTE

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NORTE

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5 SUR

Casa “del Colegio de Notarios del Estado de Puebla” 7 Poniente No. 301

3 SUR

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Casa “del Dr. Francisco Marín”

Casa “del Dr. Francisco Marín”

El inmueble que hoy es propiedad de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, conocido también con el nombre de “Melchor de Covarrubias”, dedicado para el posgrado en Neuropsicología de su facultad de psicología, ya había sido de la universidad en el siglo xix, cuando era Colegio del Estado y seguramente la posesión la tenía desde la época novohispana, cuando la institución académica era dirigida por la compañía de Jesús bajo el nombre de Colegio del Espíritu Santo (1583-1767). Con las leyes de desamortización de bienes eclesiásticos del 21 de junio y 30 de julio de 1856, la propiedad fue adjudicada a favor del señor José Guadalupe Pavón, acción legal que fue reconocida seis años después, el 18 de noviembre de 1862, por el propio rector del colegio, don Juan Ortiz de Montellano. En esa época la finca tenía su entrada principal por el número 1 de la 3 Oriente, antigua “calle del Carolino” y conocida también como de la Aduana y de San Jerónimo. Sería hasta inicios del siglo xx, cuando el doctor Francisco Marín y Morán (1837-1905), ilustre académico poblano, modificaría la entrada principal del monumento histórico pasándola a la antigua “calle de la Palma” No. 10. Los colindantes de la finca son por el lado sur la denominada casa “del Mendrugo” y por el oriente el antiguo Colegio de San Jerónimo, hoy facultad de psicología, con el que se comunica por medio de un corredor cubierto en el segundo nivel. Los tres predios pertenecieron a la Compañía de Jesús. Los siguientes dueños de la casa fueron, en 1929, Emilio Ratz y Marín como heredero de su padre, el doctor Marín. Para 1959 lo era doña Julia Ratz y Marín, quedando la titularidad de la misma en el seno de la propia familia hasta que la adquiere la Universidad Autónoma de Puebla, por vía de compra, el 19 de octubre de 1994. La casa tiene características arquitectónicas que van del siglo xvii al xx, la restauración hecha recientemente por la universidad, sien-

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do de llamar la atención en su ornamentación el balcón esquinado del segundo nivel con su columna dórica acanalada y su barandal neoclásico de hierro forjado; la fachada poniente, mejor ornamentada que la norte, su portón de madera entablerada que le da un sabor neoclásico al conjunto. Los vanos están protegidos con hierro forjado; el patio principal es asimétrico con su escalera de tres rampas, los corredores de cantera en voladizo, protegidos por un barandal de hierro forjado que le da calidez al recinto universitario. Sus techos presentan cubiertas de viga y tejamanil unos, y losas catalanas otros, y la fuente de cantera de medio círculo adosada al muro sur, está cubierta en el interior de azulejos.

NORTE

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Casa “del Dr Francisco Marín” 4 Sur y 3 Oriente

BLV

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. V JUAN DE PALAFOX A

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AYO

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Casa “del General”

Casa “del General”

El inmueble fue seleccionado para filmar la película de la novela histórica Arráncame la vida, de la célebre escritora poblana Ángeles Mastretta, ubicada a escasos metros del zócalo citadino, para recrear el ambiente de las ciudades provincianas de los años treinta y cuarenta, pues la residencias es de las pocas que se quedaron atrapadas en el tiempo al conservar integro el mobiliario y menaje de casa de la época porfiriana en que la adquirió, acondicionó, decoró y amuebló don Agustín Mora, poblano de nacimiento, hacendado y político activo, gobernador constitucional del Estado de Guerrero de 1901 a 1904 y gobernador interino de la entidad poblana en los años de 1892 y 1911, recién iniciada la revolución mexicana. Don Agustín fue un hombre acaudalado que supo invertir su fortuna con la adquisición de bienes raíces, siendo esta casa uno de los números inmuebles que adquirió tan sólo en la ciudad de Puebla, la que probablemente haya sido su lugar habitual de residencia, a juzgar por la magnificencia del mobiliario con la que la dotó y la exquisita decoración de sus muros y plafones, bienes patrimoniales que heredó a su hija la señora Teresa Mora quien casó con don Carlos Díez de Urdanivia, con quien procreo nueve hijos, continuando aún la propiedad de la casa en manos de los descendientes de esta familia poblana. El inmueble conserva aún sus paramentos del siglo xvii, con lambrín y vanos enmarcados en cantería, donde las ventanas inferiores están protegidas con rejas de forja poblana y las ventanas superiores terminan en balcón con artística herrería de épocas más recientes. Hay noticias de que en el siglo de la Conquista la casa fue propiedad del herrero Francisco de Monroy, quien tenía su fragua precisamente en esa calle llamada en ese entonces “de los Herreros”. La casa, escenario a la película Arráncame la vida, protagonizada por los actores Ana Claudia Talancón, Daniel Giménez Cacho y José María de Tavira, revive las historias de amor, ambición y poder co-

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munes de un cacique regional del México pos revolucionario, que se casa con una provinciana joven e inocente quien sin imaginarlo se convierte en cómplice de su esposo y víctima del mismo. La protagonista encarna la vida de las mujeres poblanas apasionadas quienes regidas por una educación sentimental viven frustradas en el sentimiento tradicional de sus limitaciones sociales y familiares que sin embargo dan paso al retrato de una rebeldía natural y una liberación sin arrepentimiento. La cinta más cara en la historia del cine mexicano, narra la historia de Catalina Guzmán, una joven del conservador Estado de Puebla (centro) que se enamora de Andrés Ascencio, un militar mucho mayor que ella, caballeroso, seductor, pero autoritario hasta llegar a la tiranía.

NORTE

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Casa “del General” 3 Oriente No. 216

AV. JUAN DE PALAFOX

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Casa “del Marqués”

Casa “del Marqués”

Desde que se construyó el inmueble en el siglo xvi fue planeado y edificado para ser residencia habitual de grandes personalidades, como lo fue uno de sus primeros inquilinos, el padre Melchor Márquez de Amarilla, hijo del conquistador Francisco Márquez de Amarilla y de doña María de Monnegro, fundadora del convento de Santa Catalina. Se desempeñó como canónigo de la catedral angelopolitana y llegó a tener una considerable fortuna, contándose entre sus bienes un molino de trigo en la ribera del río San Francisco. Los segundos inquilinos, a partir de 1572, fueron el exitoso doctor Juan Daza da Silva y su esposa María Pizarro, quienes darían la propiedad de la casa en dote matrimonial a su hija Magdalena cuando se unió eclesiásticamente a don Gaspar Gómez Vasconcelos, miembro de un poderoso linaje de origen portugués. Luego, por vía de sucesión hereditaria, la mansión pasaría primero a poder del capitán y regidor Juan Gómez de Vasconcelos y después al nieto, el capitán y también regidor poblano Diego Antonio Gómez de Vasconcelos Berruecos, para que, en la siguiente generación, llegara a ser la morada de don Francisco Javier Gómez de Vasconcelos, marqués de Montserrate y vizconde de Manzanilla, personaje emblemático que llegó a ocupar cargos civiles y eclesiásticos de la mayor relevancia en Puebla como el deanato de la catedral angelopolitana. Cuando murió, el 13 de enero de 1755, lo hizo en olor de santidad. Otros propietarios más de tan hermosa casa lo fueron: el coronel Eugenio González Maldonado, quedando en manos de su familia hasta 1839. Luego, entre 1839 y 1928, se instala allí una posada y hotel de diligencias que tuvo los siguientes propietarios: don Rafael Mangino Mendivil quien instala la posada de diligencias, Ana Bringas viuda de Mangino (que vivía allí y alquilaba una parte de la casa), Antonio Freiría (1850-1915), María Gambú viuda de Maurer (1915-1924) y Enrique Mora Hernández (1924-1930). En 1930, el Dr Juan N. Quintana la compra para instalar en ella un sanatorio. Más tarde funcionará en ella La Compañía de Tranvías Luz y Fuerza de Puebla, La Universidad Femenina de Puebla y el Instituto Washing-

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ton. En 1985 adquiere la casa la Universidad Autónoma de Puebla y la destina para albergar las instalaciones de la Preparatoria Popular Emiliano Zapata. El edificio de la casa es de dos niveles y cuenta con un patio extraordinariamente amplio del siglo xvii, rodeado a la manera conventual con arcadas en sus cuatro lados y la tradicional fuente central. La fachada, reformada en el siglo xix, conserva la portada de piedra tallada del siglo xvii. Este edificio es un magnífico ejemplo de la suntuosidad que llegaron a tener algunas de las casas poblanas novohispanas; basta ver como muestra de ello sus salas amplias, la escalera señorial, el oratorio con su puerta taraceada, la cocina forrada de azulejos y con su propio horno de pan y el segundo patio con arcadas. En esta mansión se recibió el primer telegrama de México enviado desde la población de Nopalucan Puebla el 8 de noviembre de 1851 por el recién electo Presidente de México don Mariano Arista; quien hizo posible tal portento fue el emprendedor Juan de la Granja. NORTE

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Casa “del Marqués” 4 Norte No. 6

AV. JUAN DE PALAFOX

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Casa “del Portalillo del Alto”

Casa “del Portalillo del Alto”

Se le llamó así por ser de las pocas casas que en el siglo xvi, se le autorizó tener portales altos y bajos, con pilares de piedra blanca y las basas de piedra de cantería. Tal privilegio le fue concedido al regidor Juan Blas Ramírez, propietario del inmueble, en sesión celebrada por el cabildo de la ciudad, el once de mayo de 1593. Las casas se ubicaban cerca del puente de San Francisco, frontero a una plazuela que se quedó como entrada y salida de la ciudad, la que corresponde con el actual mercado del Alto, frente a “Casa Aguayo”, actual sede del Gobierno del Estado de Puebla. Juan Blas Ramírez fue además un acaudalado comerciante, hacendado y ganadero, dueño de extensas haciendas en las jurisdicciones de Tecamachalco, Quecholac, Nopalucan, San Salvador el Seco, Alchichica, Aljojuca y tierra caliente, en las que llegaba a concentrar hasta 40 mil cabezas de ganado ovejuno. En la ciudad de Puebla fue dueño de varias casas y solares, teniendo su casa principal de morada en la calle de Mesones, actual 8 Oriente, donde tenía una bien surtida tienda para abastecer a los viajeros que necesariamente entraban a la ciudad por dicha vía. Otras casas más que contaron con el privilegio de tener portales se ubicaban en la plaza de San Agustín, en la calle real y eran propiedad unas de don Francisco del Castillo y otras de don Gabriel de Rojas, quien había fungido como corregidor de la ciudad de Cholula y durante varios años fue mayordomo de la fábrica de la catedral angelopolitana. Por la ubicación estratégica del inmueble, éste fue destinado desde tempranas fechas para servir de mesón, pues se ubicaba a la vera del camino que comunicaba al puerto de Veracruz con México, justo en la entrada de la pujante ciudad de la Puebla de los Ángeles, lugar al que llegaban toda clase de comerciantes a comprar y vender sus ricas y variadas mercaderías, así como viajeros pobres y enfermos

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que necesitaban de atenciones y cuidaos especiales; y era precisamente esta calle, a la que llamaban Camino Real en la etapa novohispana y Camino Nacional, en la etapa independiente, hoy avenida 14 Oriente, la que a través del puente de San Francisco se comunicaba con la actual 8 Oriente, famosa por los grandes mesones que se instalaron allí, como el del Cristo, el Roncal o el de Santa Teresa y que le dieron fama y nombre a la calle durante más de tres siglos. Hoy el inmueble es sede de la Dirección de Gestión Patrimonial de la Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado.

NORTE

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Casa “del Portalillo del Alto” 14 Norte No. 1206

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Casa “del Presidio”

Casa “del Presidio”

El inmueble estuvo marcado con el número 5 de la “calle de San Marcos”, antigua “calle del Hospicio”; el primero de cuyos nombres se le dio por haberse labrado casi frente a la iglesia del mismo nombre, y el segundo por haberse instalado en la misma acera de la iglesia el hospicio de pobres, fundado por el obispo Victoriano López Gonzalo en las casas que fueron antes sede del Colegio de San Ildefonso, tercera institución educativa de la Compañía de Jesús en esta ciudad. La casa formó parte de otro colegio jesuita más, llamado San Ignacio, establecido en 1702 para que los alumnos del seminario de San Jerónimo, ubicado a un costado del actual edificio Carolino, pudieran completar su formación humanística con las lecciones que allí se impartían. Las instalaciones del Colegio de San Ignacio ocuparon el espacio de esta casa y otras tres más que fueron adquiridas en la misma acera por el alférez Antonio de Ayala; una de ellas fue sede temporal del Palacio de Gobierno del Estado y otra más es ocupada hoy día por una institución educativa. El colegio jesuita abarcaba otras cuatro casas más que llegaban hasta la “calle de Tecali” (Av. 3 Poniente). Cuando los jesuitas fueron expulsados del reino de la Nueva España, en el año de 1767, San Ignacio siguió funcionando como colegio bajo el gobierno de un rector nombrado por el obispo angelopolitano, situación que se mantuvo así hasta que la Junta Superior de Aplicaciones decidió, el 19 de enero de 1790, unir dicho colegio al de San Jerónimo y el del Espíritu Santo, para formar una sola institución educativa que sería conocida primero como Real Colegio Carolino, después como Colegio del Estado y más tarde como Universidad Autónoma de Puebla, hoy declarada Benemérita por el Congreso del Estado. En 1825 el edificio fue presidio o penitenciaría, hasta que el Colegio del Estado, con autorización del Superior Gobierno del Estado, decide vender, el 28 de agosto de 1861, las expresadas fincas, comprando el sitio del presidio con los terrenos y galeras anexas el señor Juan Evangelista Uriarte. A partir de entonces, la propiedad del inmueble ha sido de particulares.

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La casa fue remodelada en 1905 por el arquitecto Carlos Bello, quien combinó en su ornamentación los estilos en boga para darle las características que actualmente posee. De ella sobresale su imponente fachada de tres niveles en cantera gris que combina una interesante diversidad de elementos que desembocan en un estilo ecléctico. Su gran fachada –casi escenográfica– nos hace sentir un aglutinamiento de elementos sobre todo en los enmarcamientos de los vanos de las ventanas y en otros de sus elementos como los frontones del segundo nivel y los balaustres del tercero. Sobresale por la abundancia de su ornamentación en una compleja estructura de grandes exigencias formales ante el reducido espacio que le brinda el frente de este predio, es también la expresión de una nostalgia por la teatralidad de tintes románticos hacia un estilo neoclásico tardío cuyas aspiraciones quedaron plasmadas en esta casona de ecos porfirianos. NORTE

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Casa “del Presidio” Avenida Reforma No. 717

AV. REFORMA

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Casa “del que mató al animal”

Casa “del que mató al animal”

Edificio que data del siglo xvi y cuya portada principal hace alusión a una leyenda, según la cual, un monstruo, especie de dragón, aparecía por las tardes en la plaza de Puebla sin que nadie osara matarlo, hasta que un caballero acometió tal empresa y la logró con éxito. Lo cierto es que la casa perteneció primero al conquistador Hernando de Helgueta y después de él, fue propiedad del también conquistador Juan de Formicedo, quien la dió en dote a su hija María Monte, nieta del también conquistador Gonzalo Díaz de Vargas. Al casar doña María con el capitán Francisco Méndez vinculan la casa al mayorazgo Méndez Mont y por esta vía de sucesión hereditaria pasa la casa a ser patrimonio de doña María Méndez Mont, quien contrajo nupcias con el capitán y alcalde ordinario Francisco Pérez de Salazar, segundo de este apellido y heredero del también mayorazgo Pérez de Salazar. Ambos contrayentes unen sus bienes patrimoniales y fundan el poderoso linaje Pérez de Salazar Méndez Mont cuyos descendientes conservarían apellidos y fortuna durante más de tres centurias. Lo maravilloso y único de esta casa es la elegante portada de acceso, la que al decir del maestro Manuel Toussaint en su Arte Colonial en México, es “de un plateresco peculiar”, por la sencillez de sus lineamientos, compuesta de dos amplias jambas rematadas por un dintel proporcionado. Las jambas presentan basamento y capitel sobrios, formados por gruesos baquetones y fajas horizontales en las que se ven, en la parte baja, tres rosetes estilizados a la manera indígena, y en la sección alta, ornatos vegetales entrelazados con aves que los picotean. Los motivos de las jambas quedan encuadrados entre fajas y son escenas de caza, en que aparecen caballeros sosteniendo traíllas de perros. La composición general de cada tablero, los trajes de los cazadores, nos indican que estos relieves fueron indudablemente copiados de tapices franceses o flamencos de la segunda mitad del siglo xv. El

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gran dintel que cubre la portada ostenta un friso de granadas entre roleos vegetales. Éste pequeño monumento es una verdadera joya que debe conservarse adecuadamente. Al vender la finca la familia Pérez de Salazar, ésta es destinada para diferentes usos comerciales como cuando fue sede del Hotel Italia y hoy del periódico El Sol de Puebla y de la radiodifusora ABC Radio.

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Casa “del que mató al animal” 3 Oriente No. 201

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Casa “Munuera”

Casa “Munuera”

El edificio fue construido como casa residencial entre 1779 y 1784 para Esteban Munuera, comandante y gobernador interino del Estado de Puebla en el año de 1824, quien compró la finca de una sola planta a doña Ana Josefa de San Miguel, la demolió y construyó una de tres niveles en la que invirtió treinta mil pesos oro. Munuera, que se distinguió como comerciante, político y militar, vendió la propiedad a Juan Pablo de Ureta, en 1797 y a la muerte de éste heredaron la finca sus hijos. Luego, debido a problemas de tipo económico la casa tuvo que pasar por un largo y penoso juicio legal hasta que, en 1841, fue cedida a los hermanos Francisco y María de la Luz Blanco y a la muerte del primero pasó a pertenecer a sus hijos José María y Josefa Blanco, en 1868. Un año después se remata el inmueble y lo adquiere Vicente Espinosa Bandini, quien lo alquila a Ignacio Romero Vargas, gobernador del Estado en el período de 1869 a 1872, que termina por comprar la finca. Fue el último propietario particular que usó la casa como vivienda pues el ex gobernador Romero Vargas la vende al gobierno federal en 1889, con el consentimiento de su esposa. Medio sigo después el edificio pasa a ser propiedad de Nacional Financiera y en 1943 se vuelve a privatizar, cuando Pedro Ruiz Salazar lo compra en 48 mil pesos. En 1967, el 16 de junio, es declarado construcción colonial por la Dirección General de Obras Públicas. Finalmente, el 12 de noviembre de 1987, la Universidad Autónoma de Puebla adquiere la propiedad del inmueble y lo destina para su “Centro de Lenguas” primero y desde 1998 hasta la actualidad como Escuela de Lenguas Extranjeras. La fachada del inmueble es de dos niveles separados por una cornisa hecha de argamasa, siendo de admirar en el paramento el hermoso lambrín de talavera coronado por una moldura de piedra de cantera y el recubrimeinto del muro a base de ladrillo en forma hexagonal y azulejos vidriados triangulares que forman la estrella de David perfectamente delineada. Cuatro de los vanos de la planta baja se encuentran enmarcados con jambas de piedra y protegidos por artísticas rejas de hierro forjado. El central, de mayor tamaño

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por ser el ingreso de la casa se halla bellamente coronado por una enorme moldura de piedra blanca La segunda planta tiene en los extremos unas pilastras excesivamente adornadas con motivos vegetales y volutas que se prolongan hasta el tercer nivel, en donde se ubican cuatro vanos enmarcados cada uno de ellos por molduras de argamasa y protegidos por un barandal de hierro forjado que sirve de balcón. La cornisa que corona esta sección tiene adornos con roleos rebuscados. El último nivel está diferenciado por una cornisa con modillones que sostiene un balcón corrido de cantera con barandal de hierro forjado unido a los paramentos mediante cartelas, siendo la distribución de los vanos de este piso similares a los de la planta baja. Están encuadrados con pilastras toscanas y el central tiene un enmarcamiento más amplio. Detrás de la fachada hay elementos característicos de las casas poblanas del siglo xviii como su patio sumamente suntuoso, la caja de la escalera con su cúpula y los techos que son de extraordinaria belleza.

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Casa “Munuera” 4 Oriente No. 414

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Casa “Raboso”

Casa “Raboso”

La calle donde se ubica el inmueble histórico se conoció en el siglo xvi como “calle de Santo Domingo” por pasar frente a lo que fue la puerta principal de dicho convento. A partir de la siguiente centuria pasó a ser denominada como “calle de Raboso” por estar ubicada en una de sus aceras la “casa de morada” de la célebre familia Raboso de la Plaza. El primero en habitarla fue el capitán toledano Alonso Raboso de la Plaza, alguacil mayor de la ciudad de Puebla y dueño del productivo ingenio azucarero de San Juan Bautista Atotonilco, ubicado en jurisdicción de Izúcar, base patrimonial de la familia. Al morir don Alonso, en 1680, la casa la heredó su hijo Miguel Raboso de la Plaza, igualmente capitán y alguacil mayor (1676-1693), que casó con Tomasa de Gárate Francia y Chávez hija de don Juan de Gárate y Francia, oidor y presidente de la Real Audiencia de México y de doña Antonia María de Chávez, poblana de nacimiento. El joven alguacil murió a los 36 años de edad, en 1693, durante la peste que asoló la región de Puebla-Tlaxcala y el oficio que había estado en poder de su familia por tres generaciones fue rematado en almoneda pública a favor de don Miguel Antonio de Vargas Villanueva Guzmán, heredero del mayorazgo fundado en el siglo xvi por el poderoso conquistador y fundador de Puebla Gonzalo Díaz de Vargas. La filantropía del alguacil mayor no fue menor que la de su padre, pues a su generosidad se debió el que los religiosos betlehemitas contaran con casa, templo y hospital de convalecientes con dotación de agua; a su costa se fabricó el convento de Santa Rosa de Lima y fundó varias obras pías más. En el siglo xviii el inmueble perteneció primero al Dr Juan de Dios Bracamontes, arcediano que fue de la santa iglesia catedral y después al Lic. Rafael de Santervas Miguel y Catarroja, presbítero domiciliario del obispado de Puebla, y después del arzobispado de México. En 1770 vendió la casa, que reacondicionó primero, al capitán Gabriel de Segura Cevallos, descendiente de unos de los 33 caballeros fundadores de la ciudad de Córdoba, Veracruz.

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El último propietario particular que usó la casa como vivienda entre 1885 y 1905 fue el canónigo Bernardo Fuentes. Hasta 1920 es ocupada por las oficinas de la empresa La Piedad sa y a partir de 1924 sirvió de Palacio Federal. Actualmente es ocupado por el Centro de Salud número 2 de la Secretaría de Salubridad y Asistencia. La finca, de dos niveles, conserva gran parte de su partido arquitectónico original y al igual que en los edificios circundantes, se puede apreciar en ella la tradicional fachada poblana decorada con azulejo y ladrillo, lambrines de talavera, vanos con balcones protegidos con herrería forjada y una abundante ornamentación de yeso y argamasa con roleos y follajes de estilo barroco. El interior conserva un patio principal mutilado, con su escalera central decorada con azulejos y un segundo patio de servicio.

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Casa “Raboso” 4 Oriente No. 408

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Casa “Sola”

Casa “Sola”

El inmueble estuvo marcado en la nomenclatura antigua con el número 2 de la calle que a finales del siglo xix llevó el nombre de “Sola de la Concordia”, llamada antes calle del costado de la iglesia del oratorio de San Felipe Neri, por la congregación de sacerdotes que en dicha iglesia fue fundada en 1657 por el ilustre obispo Diego Osorio de Escobar y Llamas y más antiguamente conocida por “calle de la Santa Veracruz”, nombre original que desde el siglo xvi tuvo el templo que hoy llaman con el nombre genérico de “La Concordia”. La finca perteneció al conjunto conventual femenino de “La Limpia Concepción de Nuestra Señora”, fundada en 1596 bajo la misma advocación mariana que en la ciudad de Puebla celebraba la Santa Iglesia Batedral, el hospital de San Juan de Letrán y la seráfica orden de San Francisco. Al ser únicamente dos las casas habitación que existían en esta calle, dominada por una parte por la Congregación de San Felipe Neri y por la otra por “La Limpia Concepción”, se decía con frecuencia que estaban edificadas en la “calle Sola”, situación que cambió radicalmente al mediar el siglo xix, cuando los inmuebles de las corporaciones religiosas fueron enajenados por el Supremo Gobierno del Estado, en cumplimiento de la Ley de desamortización de comunidades y corporaciones religiosas de 1857 y la propiedad fue adjudicada al señor Joaquín Goytia, quien declinó sus derechos de posesión a favor del comerciante Felipe Becker. Al quebrar, en 1872, la compañía formada por el señor Becker y ser liquidada al mismo tiempo la firma francesa por la nueva sociedad denominada “Hayed Hermanos y Azemard”, se le adjudicaron varios inmuebles por valor de 15 500 pesos; y de ellos, la Casa de Sola garantizó sólo 2 500 pesos del adeudo total contraído. El siguiente propietario de la finca fue el acaudalado veracruzano Jorge de la Serna y Barros, quien de esta manera llegaría a sumar diecinueve el número de sus propiedades inmobiliarias en la ciudad de Puebla. A su muerte, pasaría a su viuda, la señora doña Ana Campbell y después de ella la heredaría Jorge de la Serna y Campbell,

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uno de sus siete hijos, quien la perdería a favor del licenciado Pedro Collantes, por incumplimiento de pago de un crédito hipotecario contraído por él mismo. En esta época, Eduardo G. de Cosío, perito valuador, describió la casa de dos niveles, diciendo que tenía su entrada principal por un zaguán que comunicaba con el patio en el que existía un piletón que recibía agua corriente. La planta baja contaba además con sala, dos recámaras, comedor, cocina, caballeriza, común (sanitario), cuarto de portero y una escalera de mampostería que daba acceso a la planta alta y que contenía una crujía de corredor de bóveda en doble escuadra, sala, dos recámaras, comedor, cocina, azotehuela y común. El régimen de propiedad del inmueble sigue siendo privado y sus últimos poseedores, la familia Yano Bretón, quienes la han rescatado y restaurado adecuadamente para devolverle el esplendor que en otros tiempos y otras épocas le fue característico.

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NORTE

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Casa “Sola” 9 Poniente No. 104

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Profética, Casa de Lectura

Profética, Casa de Lectura

Fue conocida como casa número 7 de la “calle de La Concordia”, llamada también “del Baño de La Limpia”, nombre adquirido por los antiquísimos baños de “temascal y placeres” que hasta hace poco existieron a pocos metros de la entrada principal del inmueble que hace esquina con la vieja “calle de Carlos Pacheco” hoy avenida 7 Poniente. Al finalizar el siglo xvi, el solar fue concedido en merced al Padre Alvariáñez Freile, clérigo presbítero del obispado de Puebla, quien lo solicitó al cabildo angelopolitano el 11 de julio de 1586 y dos años más tarde empezó a edificar en dicho sitio tres pares de casas, las que hacían esquina y cuyo frente principal daba hacia un solar de la iglesia de la Santa Veracruz. Pocos años después, en 1608, estas casas pertenecían, junto con las que lindaban con ellas por el lado de la “calle de la Limpia Concepción”, hoy 7 Poniente, al cirujano Blas Ortiz, quien las terminaría vendiendo al principiar la segunda década del siglo xvii, al licenciado peninsular Rodrigo de Sierra Vargas, quien en repetidas ocasiones se viera precisado a hipotecar el inmueble a favor del Colegio Seminario de San Juan Evangelista, para mantenerlas con el decoro propio de un abogado de la Real Audiencia de la Nueva España. A su muerte, doña Juana Maldonado, su viuda, finiquitó las cuentas pendientes contraídas con el Colegio de San Juan. En 1676, a instancias del padre Alonso Niño de Castro, tesorero, administrador y contador de los reales colegios tridentinos de San Pedro y San Juan, hoy Seminario Conciliar Palafoxiano, con permiso del deán y cabildo catedralicio en sede vacante, la residencia sería reedificada nuevamente desde sus cimientos hasta dejarla de dos niveles. La propiedad de la finca se mantuvo en poder de la Iglesia hasta el 13 de agosto de 1856 en que el señor José María García Bolaños obtuvo su posesión, por la adjudicación que a su favor hizo el gobierno federal con arreglo a las leyes de desamortización de bienes de corporaciones religiosas. Desde entonces la posesión de la casa ha sido de particulares, siendo el último de ellos la familia Villa Escalera que la rescató del olvido, restauró y acondicionó espléndi-

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damente para ser sede de “Profética, casa de la lectura”, ejemplo interesante de rescate patrimonial histórico con un destino cultural de primer nivel. Hoy día aún podemos apreciar en sus paramentos externos los recubrimientos de ladrillo y azulejería con motivos de estrellas de ocho puntas, dispuestos de manera muy original. Se conservan los vanos con sus enmarcamientos de mampostería y cornisas de argamasa; en las ventanas superiores se aprecian los balcones de lajas voladas y en la puerta principal sus jambajes y dintel de cantería muy proporcionados; ambas fachadas llevan en la planta superior un delgado pretil a manera de remate. En el ala sur se asienta un corredor sobre pequeñas bóvedas que descansan a su vez en ménsulas dobles de cantería; se conservaron restos de pintura mural con algunos motivos decorativos y simbólicos que han sido respetados con el criterio de no reintegralos o reconstruirlos; sin embargo, han sido consolidados de manera muy cuidadosa.

5 PTE

7 PTE

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NORTE

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5 SUR

Profética, Casa de Lectura 3 Sur No. 701

3 SUR

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Casa “Presno”

Casa “Presno”

La primera casa que se construyó en este predio en el siglo xvi perteneció al regidor Martín de Mafra Vargas, hijo del conquistador Gonzalo Díaz de Vargas y a su esposa doña Bernardina Medrano. Luego, al principiar el siguiente siglo, la adquiere el panadero Juan Fernández quien seguramente estableció en los bajos de la misma su negocio de venta de pan. Este monumento colonial fue remodelado totalmente en el siglo xix cuando era uno más de las numerosas propiedades de la acaudalada familia Acho, que la conservó en el seno familiar por cuatro generaciones continuas hasta que Ramón Acho y Charles, soltero de 26 años de edad, la vende en 1907 a don Antonio Couttolenc quien, después de liquidar las numerosas hipotecas que gravaban el inmueble, lo cede al industrial Marcelino G. Presno, a cambio de la casa llamada “de Rosete”, ubicada en la “5ª calle de Benito Juárez”, hoy 11 Norte 800, que era de mayor valía. En 1928 la casa es adjudicada por vía legal al Banco Nacional de México por un adeudo pendiente de la señora Natalia Presno de Nava Osorio con el señor Prudencio Álvarez y cedido a favor de la institución bancaria que años después, en 1934, la vende a María Sánchez viuda de Fuente que la conserva por tres décadas más para después traspasarla en 1960 a la Inmobiliaria Santa María, S. A., la que nuevamente la cede a Carlos González Chavarría en 1983, quien casi de inmediato la transfiere a la Universidad Autónoma de Puebla. El inmueble lleva el nombre de uno de sus propietarios, don Marcelino G, Presno, dueño de las fábricas San Juan, la Asturiana y San Félix, la primera ubicada en la población de Santa Rita Tlahuapan y las dos últimas en la ciudad capital. Sus instalaciones albergan al Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades (icsyh) Alfonso Vélez Pliego. La mansión se caracteriza por su arquitectura de estilo neoclásico y romántico con influencia francesa, cuya ornamentación interior combina el art nouveau con el art decó muy en boga en la época

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porfiriana; basta con apreciar su exquisita decoración con pinturas vegetales originales, lámparas isabelinas, vitrales franceses, molduras hechas de roleos, festones de rosas y la herrería de sus barandales, escaleras y ventanas para comprobarlo. La escalera imperial invertida del primer patio es de gran riqueza estética, labrada en mármol con barandal de hierro forjado con el uso emblemático de la flor de lis, pasamanos de madera, tableros y medallones compuestos por hojas de acanto que la adornan por abajo para darse cuenta de ello. Lo mismo puede decirse de la cúpula con vitrales que cubren el cubo de la escalera.

NORTE

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4 SUR

2 NTE

2 OTE

3 OTE

Casa Presno Av. Juan de Palafox No. 208

AV. JUAN DE PALAFOX

2 SUR

4 NTE

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Conservatorio de Música del Estado de Puebla

Conservatorio de Música del Estado de Puebla

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Edificada al inicio de la Avenida Juárez es hoy sede del “Conservatorio de Música y Declamación del Estado de Puebla”. El inmueble fue conocido antes como “Casa No. 1 de la calle 1ª de la avenida La Paz”, siendo construido el año de 1909 en terrenos que pertenecieron a los antiguos “Baños del Ojo de Santiago” que abastecían sus aguas del manantial sulfuroso del mismo nombre, ubicados en ese entonces extramuros de la ciudad y que después pasarían a ser conocidos como“Baños del Paseo Bravo”. Al finalizar el siglo xix era propietario el cirujano Miguel Salas, quien los adquirió como parte de los bienes patrimoniales de su esposa, doña Pilar Cruzado, la que al fallecer le heredó los baños y terrenos anexos a ellos que llegaban hasta la avenida La Paz, sólo que, una vez liquidada la sucesión testamentaria resultó que los adeudos que gravaban el predio eran mayores que su valor real, razón por la cual el señor Salas se vio precisado a vender la propiedad, en el año de 1897, a los señores Gustavo O’Farrill y al licenciado Francisco Beíztegui. La superficie territorial de los baños medía, por el lado oriente, 41.62 metros y por el lado norte 68 metros; lindero donde se ubicaba el terreno que fue vendido a la señorita Isabel Conde y Urdaneta y su hermano Francisco, de oficio agricultor, quien a la postre terminaría vendiéndole a su hermana, el 20 de septiembre de 1909, sus derechos de copropiedad, en consideración a que doña Isabel ya había comenzado a edificar el inmueble que hoy conocemos. En ese entonces, los hermanos Conde Urdaneta habitaban la casa contigua, marcada con el número 3, propiedad heredada de su señora madre, doña María Conde de Salazar. La finca, que goza de dos frentes, el principal hacia el norte y el otro al oriente, que daba a la antigua calle 5ª de los Aztecas, hoy 13 Sur, fue adquirida el 11 de diciembre de 1926 por el señor Leonardo B. Hardaker y después, por el Gobierno del Estado de Puebla, por compraventa realizada el 31 de diciembre de 1963, destinando sus instalaciones para ser sede desde el año de 1967 del ya citado Con-

servatorio de Música; albergando antes, desde principios de los años cuarentas, a la primera escuela secundaria socialista que existió en el país, la “Venustiano Carranza”, institución que sigue laborando en la Avenida 25 Poniente, esquina con la 17 Sur. Al instalarse el Conservatorio de Música, se hicieron importantes adaptaciones y adiciones constructivas al inmueble, como un auditorio en el área poniente de la segunda planta, la habilitación de algunos sótanos y habitaciones. En algunas de ellas se conservaron elementos decorativos como cielos rasos, tapices y enduelados, siendo respetadas en lo general sus proporciones y espacialidad original. Al exterior la casa luce una sobria fachada de cantera labrada con diversidad ornamental que se extiende por las dos calles citadas y cuya portada principal se encuentra esquinada. NORTE

34 15 SUR

5 PTE

AV. JUAREZ

9 PTE

Conservatorio de Música del Estado de Puebla Av. Juárez No. 1301

13 SUR

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Convento de Santo Domingo de Guzmán

Convento de Santo Domingo de Guzmán

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La Orden de Santo Domingo de Guzmán fue la segunda en establecerse en la ciudad de Puebla en 1534, cuando ya lo había hecho la de San Francisco de Asís. Sin embargo, el primer obispo que tuvo América y la diócesis de Tlaxcala, con sede en la ciudad de Puebla de los Ángeles, fue fray Julián Garcés, hermano de esta orden. Los religiosos construyeron su primitivo convento en los solares que con tal fin les dio el ayuntamiento poblano, el que pusieron bajo la advocación de san Miguel Arcángel e improvisaron una iglesia para su culto. En 1559 era el tercero en Nueva España, según consta en las actas capitulares. El actual templo fue comenzado en 1571, y se afirma que para 1611 estaba concluido salvo la cúpula y torre. Debemos atenernos a la inscripción que hay en el piso: “Acabóse Año de 1659”. En los comienzos del edificio intervino el arquitecto Francisco Becerra, a quien también se le debe la traza de la actual catedral poblana. La fachada, sobria, de estilo purista, sí puede datarse de 1611. En cuanto a la torre fue empezada en 1801, mas parece que nunca se concluyó. La portada de cantera gris es de los escasos ejemplares que subsisten en México del estilo purista. Consta de dos cuerpos y un remate. A cada lado del arco hay dos pares de columnas toscanas adosadas y entablamento con el arquitrabe muy angosto, cuyos frisos con rosetas y estrellas, más la cornisa volada constituyen el primer cuerpo. A la derecha, formando límite al atrio, se conservan los restos de la antigua portería, que constituyen el más bello ejemplar del barroco poblano de exteriores. Los arcos de abajo han sido tapiados, y en el cuerpo alto las ventanas han sido convertidas en balcones, rompiendo la cornisa. Todo el paramento del muro está labrado en relieves de argamasa, ornatos de motivos vegetales, arcos ciegos con sus alfices, un conjunto en fin de aspecto suntuoso en extremo. A juzgar por su estilo, la obra seguramente data del siglo xvii.

En los brazos se ven ricos retablos churriguerescos y, en la parte alta de la epístola, una gran pintura que representa El Tránsito de Santo Domingo, acaso de la autoría de Alonso López de Herrera. Del lado opuesto se abre la portada de la capilla del Rosario. Es notable el púlpito, decorado con artístico mosaico de mármol blanco y negro, los colores de la orden dominicana, con su escudo.

8 PTE

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NORTE

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3 NTE

AV. 5 DE MAYO 8 OTE

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Convento de Santo Domingo de Guzmán 5 de Mayo No. 407

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Edificio “de Protocolos”

Edificio “de Protocolos”

Inmueble histórico del siglo xx construido ex profeso para ser sede del Banco Oriental De México, institución fundada por un grupo de capitalistas cuyas fortunas se hicieron en Puebla y en dicha entidad mantuvieron activos sus principales negocios comerciales, industriales, agrícolas y ganaderos. Bajo la presidencia de don Manuel Rivero Collada (1901-1915), el Banco Oriental llegó a ser la quinta institución en importancia del país, gracias a sus exitosas operaciones de crédito comercial, refaccionario e hipotecario así como a la emisión de sus propios billetes, situación que duraría hasta el año de 1916, cuando el presidente Venustiano Carranza decide desmantelar la banca porfiriana de emisión y crear un banco central, el Banco de México, proceso liquidatario que duraría hasta diciembre de 1930, desapareciendo así al Banco Oriental de México. El suntuoso edificio fue levantado sobre las ruinas de varias casas coloniales de tres niveles, revestidas con ladrillo y azulejo, que contaban con balcones protegidos por artísticos barandales de hierro forjado y que en la nomenclatura antigua estuvieron señaladas con los números 2, 4 y 6 de la “calle de la Compañía”, propiedad de la señora Adela Azcué, desde el año de 1854. Un siglo antes, los dueños de todos estos predios y sus edificaciones fueron el capitán y regidor José Ruiz y Colina junto con su esposa doña Narcisa Pérez de Salazar. En 1764, las casas incluían también la vivienda contigua a las tres mencionadas, la que sería readquirida por la institución crediticia para ampliar sus reducidas instalaciones. Luego, cuando el banco fue liquidado, el edificio lo compra el Banco De México con “todos los muebles y enseres”. Una década después se la vende al licenciado Eleazar del Valle quien casi de inmediato la cede al Gobierno del Estado en el doble de la cantidad en que la adquirió y traslada allí, temporalmente, el Palacio de Gobierno, prestándolo después al municipio que lo usó para tener allí su tesorería. Por, último, el

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ejecutivo estatal lo recupera nuevamente y en 1996 lo restaura para hacer en él su “Salón de Protocolos” . La autoría del diseño de este hermoso edificio es de dos profesionales de la construcción, el arquitecto Alfredo Giles, quien ya había diseñado y dirigido las obras del edificio del Banco de Durango y el ingeniero poblano Carlos Bello y Acedo. La ornamentación del banco, inaugurado el 6 de abril de 1908, la realizó el joven escultor Jesús Corro Soriano. Es la fachada de acerada cantera poblana lo que asemeja al Edificio de Protocolos con otras construcciones contemporáneas, como el Palacio de Justicia, el Palacio Municipal y el Banco Nacional.

NORTE

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2 OTE

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Edificio “de Protocolos” Av. Juan de Palafox No. 204

AV. JUAN DE PALAFOX

2 SUR

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Edificio “Sor Juana Inés de la Cruz”

Edificio “Sor Juana Inés de la Cruz”

Casa dedicada a honrar la memoria de la Décima musa como máxima representante de las letras novohispanas por voluntad expresa de los alumnos del Colegio de Lingüística y Literatura Hispánica que ocupa el inmueble adquirido por la Universidad Autónoma de Puebla el año de 1984 y destinado a tan noble fin. El monumento arquitectónico ostentó el número 14 de la Calle de Infantes en la antigua nomenclatura de Puebla, ocupa una superficie territorial de 582 metros cuadrados y desde mediados del siglo xix ha estado bajo el régimen de propiedad privada. Ha sido sede de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares, agrupación política del Partido Revolucionario Institucional y del grupo Triangular de Teatro. Restaurada la casona, en 1984, se ha destinado a la educación superior de Puebla. El partido arquitectónico del inmueble de dos niveles se compone de una sola crujía y dispone de dos patios, comunicando al segundo de estos con los edificios Flores Magón y Alfonso Reyes, también de la buap, por medio de un corredor cubierto. En la planta baja luce tres puertas bellamente enrejadas con sus correspondientes puertas de madera y cuenta con una escalera de dos rampas, apoyada en una pilastra toscana, que comunica al segundo nivel por medio de un pequeño vestíbulo y va a dar a pasillos descubiertos que comunican a los varios salones, a una chimenea y a un balcón de forma hexagonal que a manera de mirador tiene vista hacia el primer patio. La fachada de la mansión tiene en los extremos dos pilastras sobre las que recae la cornisa que la remata. El vano del acceso principal tiene, al igual que los demás vanos, jambas y dinteles de orden corintio y se halla protegido por un zaguán de madera con ornamentación geométrica, siendo la protección de las demás ventanas herrería de forja poblana con motivos neoclásicos.

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Los interiores tienen yeserías con adornos bucólicos, incluyendo pilastras adosadas a los muros y se pueden contabilizar en el mismo 18 aulas, de las cuales una se ha tomado para sala de lectura y otra más para la biblioteca “Juan Rulfo” del colegio que alberga.

NORTE

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Edificio “Sor Juana Inés de la Cruz” 3 Oriente No. 214

AV. JUAN DE PALAFOX

2 SUR

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Edificio Carolino

Edificio Carolino

Fundado en 1580, tuvo como primer rector al Padre Antonio Rincón, siendo su primera construcción muy primitiva y escasas sus posibilidades económicas. Sin duda el Colegio Del Espíritu Santo no hubiera sido posible sin la generosa donación de don Melchor de Covarrubias, insigne benefactor de la Compañía de Jesús, establecida en la ciudad de Puebla desde el año de 1578. Era tanta la fama del Colegio del Espíritu Santo hacia 1599, que Francisco Xavier Alegre escribió: “Lo que en tres colegios de la Compañía se veía repartido en México, llenaba plenamente en la Puebla de los Ángeles el Colegio del Espíritu Santo”. Al ser expulsada la Compañía de Jesús de los dominios españoles en el año de 1769, los colegios que regenteaban, entre los que se encontraba éste, pasaron a ser administrados por la iglesia diocesana y surge así el Colegio Carolino llamado así en honor del rey Carlos III, nombre que conserva el edificio en la actualidad. En1937 el Congreso del Estado lo erige en Universidad de Puebla; luego vendrá una tenaz lucha para obtener su autonomía, la que logra en el año de 1961 y es a partir de 1987 que se le agrega el grado de Benemérita en reconocimiento a su histórica trayectoria y a los grandes hombres que ha forjado. En este instituto estudiaron personajes como el sabio Carlos de Sigüenza y Góngora, los insignes historiadores Francisco Javier Clavijero y Francisco Xavier Alegre; el abogado, filósofo, científico y poeta Diego José Abad, el gran político y literato José María Lafragua, el eminente doctor Rafael Serrano, y el jurisconsulto Francisco Béiztegui. La calle por donde tiene la fachada principal el Edificio Carolino llevó el nombre del colegio durante las dos primeras centurias de vida de la ciudad angelopolitana, teniendo el inmueble su entrada principal en el extremo oriente, pues la entrada del otro extremo comunica con la antigua capilla de los Naturales, hoy Salón de Proyecciones. El edificio Carolino cuenta con cuatro patios, siendo el primero

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de gran elegancia, ubicado al lado sur de la entrada principal del inmueble, lo rodea un amplio corredor techado con bóvedas de arista y soportado por pilastras toscanas de basalto con arcos de medio punto del mismo material. En el centro se halla una fuente mixtilínea de cantera con tazón poligonal. El edificio Carolino es sede de la biblioteca más antigua de la institución y la más importante, la “Biblioteca Central José María Lafragua”, cuya riqueza de cerca de 90 mil volúmenes, está constituida por importantes colecciones bibliográficas, hemerográficas y documentales con notables valores históricos y arqueológicos. Más de 50 mil de sus libros son antiguos, impresos en los siglos xvi, xvii y xviii, en los que se incluyen 11 incunables.

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AV. JUAN DE PALAFOX

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Edificio Carolino 4 Sur No. 104

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Edificio del Congreso del Estado

Edificio del Congreso del Estado

La convocatoria para elegir a los diputados para integrar el Primer Congreso Constitucional del Estado de Puebla fue el 11 de diciembre de 1825, quedando integrada por trece diputados propietarios y siete suplentes. En el siglo xix, el Congreso del Estado tuvo varias sedes por carecer de un inmueble propio; se instaló primero en el edificio de la Alhóndiga, luego en el cabildo del Palacio Municipal, más tarde en el Colegio del Estado y en el antiguo Colegio de San Jerónimo y, por fin, en 1902, adquirió el edificio de la “calle de Correo Viejo”, número 10 para que, hechas las adaptaciones necesarias, el 1 de febrero de 1905 inaugurara su sede la xviii Legislatura, misma que conserva hasta el día de hoy. El inmueble fue construido, en 1883, por don Rafael Guerrero, hijo del dueño del teatro del Portal Hidalgo y del Hotel Universal llamado después de Arronte, para ser sede de la Sociedad Filarmónica Literaria de la Purísima Concepción, fundada por los señores Eduardo Gómez Morales y Santiago Carreto para la enseñanza musical gratuita. La decoración interior se encargó a don Eduardo Tamariz Almendaro (1844-1886). Más tarde el inmueble fue adquirido por el industrial Luis García Teruel, llamándose “Casino Teruel”, albergó después, de 1894 a 1902, al “Teatro Miranda”, propiedad de don José Martín Miranda, quien presumiblemente trajo de Sevilla los azulejos de su decoración. Por último, de 1899 a 1905, fue sede del Círculo Católico, fundado y dirigido por el sacerdote jesuita Pedro Spina, célebre mentor italiano, fundador del Colegio Católico, convertido después en el Instituto Oriente. Como sede oficial del Poder Legislativo fue inaugurado el 1 de febrero de 1905, con la apertura de Sesiones de la xviii Legislatura. Mónica Martínez y Héctor Erasmo Rojas, maestros arquitectos, intuyen la sensibilidad del arquitecto Tamariz en “la combinación de

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texturas para lograr el estilo neo-árabe”, patente en los paramentos del patio totalmente recubiertos de argamasa en formas vegetales, las arrabás, cenefas y rosetones, así como en los arcos de medio punto: “En cada sección del lambrín, existe un diseño diferente, predominando los geométricos, que son más fáciles de repetir para lograr una sucesión interminable de grecas imitando a las mezquitas. Delimita el lambrín una cenefa de mosaicos con decoración de almenas escalonadas en diferentes colores y una greca de líneas curvas, contrastando con la forma geométrica de las lacerías”. El inmueble, sede del Poder Legislativo del Estado de Puebla, cobija en su seno a la Asamblea de Diputados denominada Congreso, la que se compone de 41 diputados y se renueva en su totalidad cada tres años, haciendo honor a la frase sagrada del Corán grabada en la parte superior de la entrada del recinto, que dice: “Es voluntad del Ser Supremo que haya orden en la humanidad”.

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16 DE SEPTIEMBRE

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Edificio del Congreso del Estado 5 Poniente No. 128

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El Parián

El Parián

El mercado de artesanías conocido como Parián –el más popular y típico de la ciudad de Puebla– surgió como una respuesta de la ciudad ante la necesidad de desalojar del zócalo a los “mesilleros y tenderetes” que tenían sus puestos fijos en ese lugar desde el año de 1714. Estos cajones de ropa y baratilleros pasaron a ocupar los locales que en la antigua Plaza de San Roque mandó levantar don Manuel de Flón y Tejada, conde de la Cadena, hombre ilustrado que fungió como gobernador de Puebla a quien tocó implementar el régimen de Intendencias e iniciar el mejoramiento urbano de la ciudad capital con obras de empedrado, embanquetado y alumbrado que la embellecieron y modernizaron. De igual forma impulsó la creación del Jardín Botánico que se ubicaba junto al convento de Santa Rosa. Fue un incendio ocurrido en 1796, el que acabó con varios cajones (locales) del mercado de la Plaza Mayor, situados junto al portal de las Flores, frente al sagrario, lo que decidió al intendente Flón, imitando el ejemplo dado por el virrey Revillagigedo (1789-1794) en México, a desembarazar la Plaza Mayor del mercado y desalojar a los comerciantes que a diario producían enormes cantidades de basura dando un mal aspecto del lugar y generando graves problemas de sanidad y limpieza. La construcción del Parián se inició en 1801, estando la traza del nuevo mercado y su ejecución a cargo de don Antonio Ignacio de Santa María Inchaurregui, insigne maestro en arquitectura y miembro en tercera generación de una familia de grandes arquitectos poblanos, a quien se le atribuye también la edificación de la célebre Casa de Alfeñique, que alberga hoy al Museo de Arte del Estado. Trasladar a los vendedores de la Plaza Mayor al Parián fue una ardua y difícil tarea que se logró hasta el año de 1854, después de vencer la mucha resistencia que éstos opusieron por temor a disminuir sus ventas por la “gran distancia que había entre el nuevo mercado y el zócalo de la ciudad”.

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La superficie territorial del Parián abarca dos calles, de la 2 a la 4 Oriente, a la altura de la 6 Norte y consiste en dos hileras de pequeños locales por ambos lados, construidos en su mayor parte con ladrillo en combinación con el azulejo muy al estilo del llamado “barroco poblano” creado en el siglo xviii por la familia Santa María. El lugar es visita obligada del turista nacional y extranjero, los que acuden en busca de piezas únicas de cerámica vidriada (talavera), vidrio soplado, madera, ónix, latón o papel maché, miniaturas, bordados, popotillo, ropa típica confeccionada a mano, dulces, bebidas y ricos platillos de la excelente gastronomía poblana.

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El Parián 6 Norte entre 2 y 4 Oriente

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Ex Claustro del Convento de San Francisco

Ex Claustro del Convento de San Francisco

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El convento de San Francisco de la ciudad de Puebla, el primero en establecerse en ella, está dedicado a honrar “la impresión de las Llagas del Seráfico Padre San Francisco de Asís”; ocupa un gran terreno dado en merced por el ayuntamiento poblano a los religiosos franciscanos para que construyeran su morada con todos los servicios necesarios para el desarrollo de su labor evangelizadora. Los límites del convento eran al oriente la Plaza del Alto del barrio indígena de origen tlaxcalteca establecido alrededor del convento; al sur, calle en medio, el Estanque de los Pescaditos, propiedad del conquistador García de Aguilar; al poniente el Río de San Francisco (Blvd. 5 de Mayo); y al norte el Camino Real a Veracruz (Av. 14 Oriente). Siendo guardián de este convento franciscano fray Toribio de Benavente, “Motolinia”, el cabildo le concedió en enero de 1535 tomar agua de un manantial cercano, a condición de que en una de las paredes exteriores del monasterio labraran a su costa una caja de mampostería cubierta con argamasa de tal manera que los vecinos del barrio se pudieran abastecer del preciado liquido y cubrir sus necesidades. El actual convento data de 1550, con una primera iglesia que más tarde sería remplazada por la que hoy conocemos y fue edificado con cantera extraída del cerro de San Cristóbal, donde se encuentran emplazados los actuales fuertes de Loreto y Guadalupe. Su planta arquitectónica contemplaba la existencia de dos claustros bajos y otros dos altos, dormitorios, celdas, enfermería, huerta y fuente de agua. El convento franciscano junto con su extensa huerta fueron enajenados por el gobierno en 1857, fraccionado en lotes y vendido a particulares, que establecieron ahí algunas factorías industriales. Los claustros y dependencias se destinaron para instalar un hospital militar primero e instalaciones educativas después, como el actual

Centro Escolar Aparicio que se apostó donde era la portería del convento, al sur del gran atrio que divide éste de la iglesia y cerca del lugar donde existió alguna vez la capilla de los hermanos de la Escuela de Cristo. La parte del convento que ocupan sus huertas pertenece actualmente al Centro de Convenciones, así como varias instalaciones de tipo comercial y cultural. Al poniente del Centro Escolar se ubica la capilla que fue de la Tercera Orden de Penitencia de San de Francisco, de mediados del siglo xvii, con sus sobrias portadas de cantería labrada, pilastras toscanas, entablamentos y nichos lisos que permiten el acceso al interior cuya planta es en forma de cruz latina, con cinco bóvedas con lunetos y cúpula en el crucero, sin tambor y con cuatro lucarnas, estando decorado su interior con relieves manieristas y barrocos en forma de ángeles y roleos.

NORTE R OES BLVD. HE

TE 14 O

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Ex claustro del Convento de San Francisco 14 Oriente No. 1003

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DEL 5 DE MAYO

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Ex Colegio de San Francisco Javier

Ex Colegio de San Francisco Javier

El Colegio de Misioneros de San Francisco Javier fue la quinta institución que formó el conjunto educativo impulsado por la Compañía de Jesús en la Puebla novohispana. El objetivo primordial de esta institución fue procurar la educación de la población indígena, además de ofrecer a los estudiantes de sus otros colegios la posibilidad de poder cursar una cátedra en lenguas indígenas, proyecto cristalizado por la orden jesuítica en 1743 con el apoyo de doña Ángela Roldán y Maldonado. Al mediar el siglo xviii el complejo educativo jesuita había educado a muchas generaciones de la elite peninsular y criolla de Puebla, quienes eran hijos de comerciantes, agricultores, ganaderos y funcionarios, algunos con amplios recursos y otros con recursos limitados, pero que tenían acceso, por diversas vías, a los estudios superiores. El que Carlos III haya decidido en 1767 expulsar a la Compañía de Jesús de España y sus reinos por ir en contra de sus deseos de establecer un gobierno monárquico absoluto, hizo que la orden abandonara todos sus colegios y labor educativa, marcando con ello un cambio fundamental dentro de la historia de los estudios superiores en la Nueva España, y en particular en Puebla. El inmueble quedó abandonado durante mucho tiempo hasta que, al mediar el siglo xix, se decide construir ahí un centro penitenciario según plano del arquitecto poblano José Manzo. En 1844 se comienza su edificación sufriendo el edificio graves daños en el asedio de los franceses a la ciudad de Puebla en el año de 1863, debido a que los defensores de la ciudad organizaron en el edificio uno de sus baluartes de defensa. Luego, el gobernador Juan N. Méndez comenzó a reconstruirlo bajo la directriz del ingeniero Eduardo Tamariz y para 1891 fue inaugurado por el presidente Porfirio Díaz. La iglesia, que conserva la gran nave con su crucero y cúpula pro-

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minente, tuvo diversos usos, entre ellos sirvió como cuartel de bomberos. La fachada de la misma es de dos cuerpos y un remate. Abajo tiene columnas toscanas; arriba, jónicas, y el remate ofrece pináculos piramidales y estípites rudimentarios. En el centro conserva un gran óculo mixtilíneo. El inmueble se encuentra bajo la custodia actual del Instituto Cultural Poblano y parte de sus instalaciones son ocupadas por el Archivo General del Estado, el Archivo General de Notarías del Estado, el Archivo Judicial del Estado, la Hemeroteca Juan N. Troncoso y la Biblioteca César Garibay.

NORTE 2 PTE

3 PTE

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15 SUR

13 SUR

AV. REFORMA

Ex Colegio de San Francisco Javier Av. Reforma y 13 Sur

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Ex Colegio de San Ignacio

Ex Colegio de San Ignacio

El Colegio Seminario de San Ignacio se fundó en 1702, con el apoyo del padre Francisco Nicolás de Andrade, su benefactor, y ante la necesidad de evitar que los estudiantes convictores de San Jerónimo desviaran su camino y atención en el recorrido diario que hacían de su seminario al Colegio de San Ildefonso para continuar tomando sus cursos de artes. De esta manera, los estudiantes sólo tendrían que atravesar la calle para ir a estudiar a San Ildefonso y regresar a su residencia habitual de San Ignacio, al estar ambas instituciones una frente a la otra. El colegio desarrolló una excepcional actividad cultural y llegó a contar con una imprenta regenteada por los mejores tipógrafos de la ciudad, de donde salieron algunos de los mejores ejemplares de la tipografía colonial. El seminario jesuita albergaba a estudiantes de las clases pudientes y a jóvenes sobresalientes de escasos recursos, a quienes se les otorgaba becas para estudiar. En esta institución educativa se formaron personajes como José Fernández de Villanueva Alonso de Linaje y Veytia, quien se tituló en jurisprudencia y llegó a ser oidor de la Real Audiencia de México. Domingo José Gándara Apreza y Moctezuma, séptimo nieto de Moctezuma, doctorado en sagrados cánones, canónigo de la catedral y abad de la congregación de San Pedro. Antonio Joaquín Rivadeneyra y Barrientos, abogado de la Real Audiencia de México, electo oidor de la Audiencia de Guadalajara en el Reino de Nueva Galicia. Francisco Javier Rodríguez Calado, doctor en cánones y asesor general del arzobispo-virrey don Juan Antonio de Bizzarro. Cuando los jesuitas fueron expulsados del reino de la Nueva España, en el año de 1767, San Ignacio siguió funcionando como colegio bajo el gobierno de un rector nombrado por el obispo angelopolitano, situación que se mantuvo así hasta que la Junta Superior de Aplicaciones, decide, el 19 de enero de 1790, unir este colegio y el de San Jerónimo al del Espíritu Santo, para formar una sola institución educativa que sería conocida primero como Real Colegio Carolino, después

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como Colegio del Estado y más tarde como Universidad Autónoma de Puebla, hoy declarada Benemérita por el Congreso del Estado. Las instalaciones del colegio de San Ignacio ocuparon el espacio de esta casa y otras tres más que fueron adquiridas en la misma acera del alférez Antonio de Ayala, una de ellas fue sede temporal del Palacio de Gobierno del Estado y otra más es ocupada hoy por una institución educativa. El colegio jesuita abarcaba otras cuatro casas más que llegaban hasta la “calle de Tecali”, (Av. 3 Poniente). El edificio se encuentra en excelentes condiciones de conservación y se puede apreciar en el mismo muchas de sus características arquitectónicas originales como lo es el patio principal de dos niveles con su doble fila de arcos de medio punto asi como su bella y mixtilínea fuente central. NORTE

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Ex Colegio de San Ildefonso

Ex Colegio de San Ildefonso

El destino original del inmueble que a partir de 1625 se usó para albergar al tercer colegio jesuita en Puebla, era el de ser Hospital de Indios, cuando tres años antes, en 1622, el señor obispo Ildefonso de la Mota y Escobar (1546-1625) lo había fundado así, en ese mismo lugar y hecho entrega de sus instalaciones al gobernador de los naturales de los barrios indígenas de la ciudad angelopolitana. Durante estos tres años quien se encargó de las obras de edificación del hospital y la iglesia contigua de San Ildefonso fue el capitán Francisco de Aguilar, maestro mayor de arquitectura. Sólo que, ante la cercanía de la muerte y por carecer la Compañía de Jesús de un colegio digno donde se pudieran tomar cursos de filosofía y teología para obtener grados académicos en los mismos, sin tener que acudir obligatoriamente hasta la Ciudad de México para graduarse en su Real y Pontificia Universidad, el ilustre obispo de la Mota y Escobar decide cambiar el destino de la fundación y erigir en su lugar el Colegio de San Ildefonso, nombre dado en honor de su benefactor, que tendría tanto éxito y reconocimiento en la Puebla novohispana. Con el tiempo, el Colegio de San Ildefonso logró emitir temporalmente los grados universitarios de bachillerato y licenciatura, pero después de una larga lucha con la Real Universidad de México dejó de hacerlo, y aún cuando la propia universidad solicitó la supresión del colegio por ser una institución que competía con ella, no lo logró y San Ildefonso siguió impartiendo sus cursos superiores con la salvedad de que sus graduados tenían que viajar a la Ciudad de México para obtener el título deseado. Desde que en 1628 se graduaron los primeros 50 bachilleres poblanos y en 1633 el primer licenciado en teología (Miguel Álvarez), el Colegio de San Ildefonso tuvo un lugar importante en la educación superior de Puebla.

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Cuando en 1767 fueron expulsados los jesuitas, este edificio fue utilizado como hospicio de pobres, por disposición del obispo Victoriano López Gonzalo (1773-1786), sufriendo la remodelación de su fachada en el siglo xix que le hizo perder gran parte de su grandeza, pero afortunadamente en el interior de la construcción se tiene todavía espacios arquitectónicos apreciables. Durante las guerras de Independencia, el edificio se convirtió en cuartel sufriendo daños irreparables sus instalaciones. Consumada la Independencia, el congreso decretó se estableciese ahí un casa de hospicio, industria y corrección. El hospicio inaugurado en 1832 sostuvo a 50 ancianos y 130 niños y niñas huérfanos. Más tarde la ocuparon diversas oficinas, hasta que la Escuela Normal para Señoritas volvió ahí a reinstalarse en 1897. Hoy ocupa el claustro la Escuela Oficial Hermanos Serdán, y las dependencias restantes albergan oficinas de carácter gubernamental

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Ex Colegio de San Ildefonso Av. Reforma No. 710

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Ex Colegio de San Juan

Ex Colegio de San Juan

Ubicado en la calle sur de la catedral formó parte de los llamados colegios tridentinos que junto con los colegios de San Pedro y San Pablo formaron la base del Seminario Conciliar Palafoxiano, máxima obra espiritual del insigne obispo Juan de Palafox y Mendoza (16001649), en donde puso en práctica sus avanzadas ideas como pedagogo y político inigualable, dejando ver su profundo sentido humanista al imprimirle una orientación social sin precedentes. El colegio de San Juan tuvo sus orígenes en la donación que el año de 1594 hizo el padre Juan Larios Muñoz, cura beneficiado de Acatlán y su jurisdicción de cien mil pesos de su peculio personal para erigir un colegio para la formación de un clero propio de la diócesis poblana, nombró por patrón de dicha obra al obispo Diego Romano, quien gobernó la diócesis de 1578 a 1606. El seminario de San Juan Bautista empezó a funcionar en 1596 con doce becas para doce colegiales acólitos de la catedral con marcada vocación al estado eclesiástico, quienes “en las horas que les dejaba libres el coro recibieran lecciones de gramática y más tarde estudiaran filosofía y teología moral”, hasta poder ordenarse de sacerdotes. La vida de dicho colegio estuvo normada por estatutos o constituciones hechos a inspiración del mismo padre Larios. Más tarde el colegio cambió su nombre por el de San Juan Evangelista y continuó funcionando como tal durante más de treinta años hasta el 22 de agosto de 1644, fecha en que fue renovado y agregado a la fundación del colegio de San Pedro por parte del obispo Palafox y Mendoza. La fachada del inmueble es austera, revestida de ladrillo, sobresaliendo en ella los vanos de las ventanas inferiores y superiores, sobretodo el de la entrada principal de la casa cuyas jambas y dintel son de cantera. Seguramente la fachada debió lucir la ornamentación especial que lo distinguiera como colegio de San Juan como aún la conservan los colindantes colegios de San Pedro y San Pan-

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taleón en donde se destacan los escudos heráldicos de sus fundadores. Hoy sólo se halla esculpido en el dintel el destino actual del inmueble como Casa de Cultura. El patio principal se encuentra rodeado en sus dos niveles por un amplio corredor cubierto, enmarcado por arcos de medio punto, sostenidos por columnas toscanas de cantera, obra del siglo xvii y en el centro del mismo se encuentra una bella fuente del mismo material.

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Ex Colegio de San Pantaleón

Ex Colegio de San Pantaleón

El inmueble histórico donde el obispo Domingo Pantaleón Álvarez de Abreu (1743-1763) erigiera en el siglo xviii el colegio de San Pantaleón fue una centuria antes el asiento principal del mayorazgo Pérez de Salazar, en el que tenía edificada su casa de morada don Jerónimo Pérez de Salazar, creador del linaje que trascendería en la historia de Puebla por más de cuatro centurias. La creación del colegio de San Pantaleón se debió a que los existentes de San Juan y San Pedro, centros de formación sacerdotal diocesana se habían visto rebasados y no eran suficientes sus instalaciones para dar cabida al creciente número de alumnos. La obra arquitectónica del colegio fue desde su trazo grandiosa y es muy probable que sea de la autoría de José Miguel de Santa María, el gran maestro arquitecto, poblano de nacimiento, que introdujo en Puebla el original revestimiento de ladrillo y azulejos en las fachadas que dieron originalidad y caracterizaron a la arquitectura novohispana de Puebla. El patio principal de la casa tiene colocado al centro una preciosa fuente de cantera labrada, para la cual la nobilísima ciudad le dio merced de agua. La portada que permite el acceso al colegio es magnífica en ambos niveles de la casa y en el remate mismo que se eleva hasta la altura del pináculo que la corona. El vano del segundo nivel cuyas jambas están adornadas por un par de pilastras y pináculo estilizado al que remata una esfera de basalto gris, daba acceso a la sala rectoral y se encuentra protegido con un balcón de hierro forjado. Sobre el dintel se puede leer el año de consagración del colegio, 1762. El remate de la portada está bellamente ornamentado y en su centro tiene un nicho vacío en donde debió figurar la escultura de San Pantaleón como patrono de dicho colegio. Una balaustrada de cantera blanca protege la parte superior de la finca. El nuevo edificio costó más de treinta y cinco mil pesos y duró cinco años en levantarse, siendo inaugurado en 1761, como hizo constar en su crónica don Mariano de Echeverría y Veytia. La espléndida sala general con que fue dotado el colegio fue ricamente amueblada

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por el obispo Francisco Fabián y Fuero en 1765 con la misma sillería y cátedra que hoy reviste al Salón Barroco de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. A mediados del siglo xix el edificio de San Pantaleón, que había parado en manos de particulares tras la enajenación de bienes eclesiásticos decretadas por el gobierno juarista, sirvió de vivienda de numerosas personas. En 1867 fue propiedad del industrial Manuel García Teruel, quien lo alquiló para palacio de Justicia. El Estado lo adquiere en 1895 y de 1897 a 1914 alberga a la Jefatura Política de Puebla, convirtiéndose posteriormente y de nuevo, en palacio de justicia, el cual lo tiene en custodia actualmente. NORTE 3 PTE

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Ex Colegio de San Pantaleón 5 Oriente No. 9

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Ex Colegio de San Pedro

Ex Colegio de San Pedro

El inmueble se ubica en la calle sur de la catedral donde hoy es la sede de la Secretaria de Turismo del Gobierno del Estado de Puebla, formó parte de los llamados “colegios tridentinos” que junto con los de San Juan y San Pablo formaron el núcleo del Seminario Conciliar Palafoxiano, máxima obra espiritual del insigne obispo Juan de Palafox y Mendoza (1600-1649) y que hasta la fecha sigue cumpliendo con su objetivo primordial de darle a la iglesia angelopolitana un clero propio. El Colegio de San Pedro fue la máxima obra espiritual del obispo Palafox y Mendoza en donde puso en práctica avanzadas ideas pedagógicas y políticas, dejando ver su profundo sentido humanista al imprimirle una orientación social sin precedentes al Real y Pontificio Seminario Conciliar o Tridentino, dando primacía en él al aspirante indígena sobre el criollo o el español y exigiendo que el que se ordenare de sacerdote debería hacerlo con título de lengua (náhuatl, chocha, popoloca, totonaco, otomí, etc.). Es decir, que debería dominar el dialecto nativo del lugar al que fuera destinado a servir como cura beneficiado o teniente de cura (vicario) Fue el 22 de agosto de 1644, ante notario, que el obispo Palafox hace la fundación jurídica del Colegio Seminario, poniéndolo bajo la advocación del príncipe de los apóstoles, el glorioso patriarca señor san Pedro. Su edificio se construyó frente al costado sur de la catedral, entre el colegio de San Juan y el palacio arzobispal. La fundación del seminario fue aprobada por Felipe IV en real cédula del 30 de diciembre de 1647 y por Inocencio X en el breve Supremi Nostri Apostolatus, de 22 de mayo de 1648, aceptando su creación, principios y constituciones. En el periodo episcopal del ilustrísimo arzobispo-obispo Domingo Pantaleón Álvarez de Abreu (1743-1763) el Seminario comprendía los colegios de San Juan, San Pablo, San Pedro y San Pantaleón, conjunto académico denominado como “Colegios Palafoxianos”, los que alcanzaron su máximo esplendor a mediados del siglo xix cuan-

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do las leyes de reforma los despojaron de sus inmuebles, lográndose instalar después en los anexos del templo de San Juan de Letrán, mejor conocido como “El Hospitalito”. En este instituto estudiaron hombres que destacaron en las distintas ramas del saber y en la conducción política del país y del estado. Aquí se formaron personajes como el historiador Manuel Orozco y Berra, el gran obispo y diplomático Francisco Pablo Vázquez y el Presidente de la República Sebastián Lerdo de Tejada entre otros muchos más.

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Colegio de San Pedro 5 Oriente No. 3

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Ex Colegio Eximio de San Pablo

Ex Colegio Eximio de San Pablo

Edificio del siglo xvii dedicado desde el año 2 000 a honrar la memoria del poblano Erasto Cortés Juárez, uno de los máximos representantes de las artes plásticas y gráficas del México decimonónico, miembro titular y de número de la Academia de Artes quien desarrolló una intensa labor de producción, investigación y fomento de la técnica e historia de la gráfica en nuestro país. El inmueble fue sede del Colegio de San Pablo, que durante mucho tiempo le dio nombre a la calle a la que de igual manera llamaban “calle de los Morados” por ser de este color el vestuario de sus colegiales que usaban becas con abanico y rosca, al estilo de los estudiantes del Colegio Mayor de Cuenca en Salamanca, España. En el siglo xviii, el arzobispo-obispo Domingo Pantaleón Álvarez de Abreu (1743-1763) reedificaría la casa, de pequeñas proporciones, la que comunicaba por una puerta que estaba en el extremo norponiente del patio y por medio de un corredor techado con el Colegio de San Juan. El Instituto de San Pablo, independiente de los otros colegios, estaba destinado para becar a ocho colegiales, los que anualmente elegían de entre ellos a su rector. Los estudiantes se escogían entre los mejores alumnos egresados de los colegios de San Pedro y San Juan. Luego en 1894, se volvió a trasladar a este lugar el colegio de los Infantes y en el siglo xx lo ocupó el seminario menor desde 1931 y más recientemente las oficinas de la Secretaría de Cultura, a fines de los años noventa y posterior al sismo de 1999 se rehabilitó y adecuó para instalar el actual Museo-Taller Erasto Cortés funcionando como tal desde el 2000, año en que se cumplió el primer centenario del natalicio del gran artista plástico. Alrededor del patio, en los dos niveles se encuentran las instalaciones del museo con salas de exposiciones temporales, una permanente con la obra plástica, grabados, fotografías y objetos personales del artista poblano, sala de internet, biblioteca, oficinas administrativas y talleres de enseñanza de grabado del museo, el cual

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pretende contribuir así con la difusión del acervo histórico, artístico, tecnológico y cultural con el que cuenta el Estado. Este museo junto con el de la Estampa en el df, el iago en Oaxaca, y el de Felgueres en Zacatecas son los centros más importantes que promueven las artes gráficas en México con la particularidad que el Museo-Taller Erasto Cortés es el único que incorpora un taller que sirve de apoyo y difusión colectiva del grabado.

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Ex Colegio Eximio de San Pablo 7 Oriente No. 4

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Ex Colegio Seminario de San Jerónimo

Ex Colegio Seminario de San Jerónimo

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En las antiguas casas del doctor Juan Vizcaíno se fundó en el año de 1579 el Colegio de San Jerónimo, el primero de los cinco que llegó a tener la Compañía de Jesús en la ciudad de Puebla durante la época colonial. La casa fue adquirida en remate por el padre Pedro de Morales a un año de llegada la orden religiosa a la ciudad de Puebla, por lo que albergó a la Compañía antes de que don Melchor de Covarrubias les hiciera el importante legado con el que se construyó, al poco tiempo, el famoso Colegio del Espíritu Santo, que empezara a funcionar a partir de 1583, destinándose entonces el colegio de San Jerónimo sólo para la formación sacerdotal de los jóvenes jesuitas. San Jerónimo cobró fama en poco tiempo y pronto tuvieron allí a los hijos de los más prominentes vecinos de la ciudad angelopolitana. En él se impartía a los colegiales clases de gramática y en 1592 se pide autorización al virrey para dictar los cursos de Artes como se le llamaba entonces a la filosofía. Sin embargo, para cursar los grados mayores de teología, cánones, moral o derecho tenían que trasladarse hasta el lejano Colegio de San Ildefonso, ubicado en la Avenida Reforma junto a la iglesia del mismo nombre, hecho que motivó a fundar el Colegio de San Ignacio en la acera de frente, donde fue el Palacio del Gobierno del Estado, para evitar los peligros y distracciones de tan lejano trayecto. El Seminario de San Jerónimo fue para la Compañía el semillero de sus más grandes hombres como lo fue el notable Francisco Javier Clavijero, uno de los más grandes humanistas de la Nueva España del siglo xviii, autor de la mundialmente famosa Historia antigua de México, publicada durante su destierro, en Bolonia, Italia, en 1780, donde falleció, lejos de su patria. Otro alumno más de este colegio fue Martín Villavicencio Salazar, mejor conocido como Martín Garatuza, nacido en 1601 e inmortalizado por Vicente Riva Palacio en su novela homónima, por ser un personaje singular al hablar tempranamente de la independencia de la Nueva España y por robar a los

ricos para socorrer a los pobres, a la manera de Chucho el Roto. Después de la expulsión de la Compañía de Jesús de los reinos de la Nueva España, en 1767, el Colegio de San Jerónimo se unió a los del Espíritu Santo y San Ildefonso para dar origen, en 1790, al Real Colegio Carolino y el edificio desalojado pasó a ser sede del Estanco del Tabaco y Casas Reales primero y después Casa de la Aduana. Más tarde, en el siglo xix, sería hacía 1824, la Tesorería General del Estado y luego, la Oficina de Recaudación de Rentas que administrara las garitas de la ciudad. En la última década del siglo xix cobijaría a la Normal de Profesoras y en la primera década del siglo xx sesionaría en el inmueble el Congreso del Estado. Últimamente, el edificio había sido vendido por el Colegio del Estado y lamentablemente convertido en vecindad, pero, en 1973, lo vuelve recuperar la Universidad Autónoma de Puebla e instala allí, inicialmente, su escuela de filosofía y letras y a partir de 1987, su escuela de psicología.

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Ex Convento de La Limpia Concepción

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Fue el más elitista de los conventos, que sólo se admitía el ingreso de las hijas de españoles y criollos, la mayoría integrantes de las clases gobernantes y principales familias poblanas que pagaban una dote de 3 mil pesos por el ingreso de quien quisiera profesar en él. Las religiosas fundadoras llegaron del convento de la misma advocación establecido en la Ciudad de México, el año de 1596 gracias a la donación de 30 mil pesos hecha por el padre Leonardo Ruiz Peña, cura beneficiado del partido de Jonotla que antes había sido sacristán de la catedral angelopolitana y tenía hecho voto de fundar el monasterio. El primer patrono del monasterio fue el propio fundador Ruíz de la Peña y después de él su cuñado, Diego Maldonado, alcalde la ciudad en 1594, siendo la primera fundadora la hermana del padre Leonardo, que hasta entonces había sido religiosa en Santa Catalina de Sena, así como cuatro sobrinas, hijas del alcalde Maldonado. La consagración de su iglesia ocurrió, en 1617, en medio de un intenso movimiento contra-reformista. En esta época el convento cobró una importancia jamás imaginada al ser incluida su festividad en una de las procesiones más importantes en la historia de la ciudad, situación que quedó patente al ser identificada la calle durante muchas décadas como “calle de la Limpia Concepción”. El convento se convirtió en una intrincada red de aposentos, calles y jardines que la elevada posición social y económica de las religiosas profesas junto con la permisibilidad de la orden religiosa les consintió construir al interior del mismo. En 1856 fueron desalojadas las religiosas Concepcionistas y las instalaciones del convento entregadas al general Ignacio Zaragoza para volverlo el cuartel que alojara al Ejército de Oriente que defendiera la ciudad del primer intento de invasión a Puebla por parte del emperador Napoleón II. En este año la iglesia de la Concordia (a espaldas del Convento) es cañoneada y parcialmente destruida por el general Comonfort.

Ya en el siglo xx, el ex convento es devuelto a la orden de las Concepcionistas en 1903, en mal estado arquitectónico y con afectaciones estructurales. Posteriormente, en 1988, el arquitecto poblano Rodolfo Jiménez Brito crea un fideicomiso y con la participación de un grupo de inversionistas inicia la restauración del inmueble teniendo como primer proyecto un recinto para eventos sociales. Una vez comprados los predios correspondientes a lo que hoy se conoce como Patio Capilla, Patio del Pozo y Patio Ruíz de la Peña, otorga su operación a hoteles Camino Real. Hoy la propiedad del inmueble pertenece al Grupo Empresarial Ángeles encabezado por el Sr. Olegario Vázquez Raña que lo ha reposicionado como uno de los mejores hoteles del país.

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Convento de La Limpia Concepción 7 Poniente No. 105

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Ex Hospital y Colegio de Niños Expósitos de San Cristóbal

Ex Hospital y Colegio de Niños Expósitos de San Cristóbal

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Una noche del año de 1604, el Lic. Cristóbal de Rivera, cura beneficiado, vicario y juez eclesiástico del partido de Tlacotepec, Puebla, “yéndose a recoger una noche, vio estar a unos canes comiéndose una criatura”, lo que le determinó, junto con su hermana María, a destinar un fondo económico considerable para la fundación de una cuna para niños expósitos de todas las calidades, nombrando por patrón al obispo Diego Romano (1578-1606) y sus sucesores. En correspondencia a tan generoso acto, el obispo decidió fundar el hospital bajo el patrocinio de San Cristóbal, en honor del fundador. Gracias a este patronazgo episcopal el hospital pudo subsistir en épocas aciagas con aportaciones tanto de los obispos como de sus capitulares. Una de las costumbres de dicho hospital era mostrar los Jueves Santos los niños al público, para que todos se convencieran con qué aseo y limpieza se cuidaban y a fin de que personas caritativas sacasen unos de ellos del instituto. La dirección del hospital estaba a cargo de un rector, generalmente un sacerdote, y de una matrona de respeto con el título de rectora que vigilaba a las nodrizas o chichiguas (de “chichi” mamar), amas de cría y a las nanas o pilmamas. Cuando los niños crecían el rector se encargaba de ponerlos como aprendices de algún oficio artesanal y de que aprendieran bien la doctrina cristiana. Al mediar el siglo xix el instituto estuvo a cargo de las Hermanas de la Caridad, fundadas en París el año de 1634 por el sacerdote francés S. Vicente de Paúl (1576-1660), que también instituyó la obra de los Niños Expósitos, quienes llegaron de Europa en 1844. Después se les confiaría también la custodia del Hospital de San Pedro y el Colegio de San Vicente de Paúl hasta que fueron expatriadas en 1875, por un conflicto que hubo entre ellas y el gobierno de la capital. Con la desamortización de los bienes eclesiásticos la propiedad y responsabilidad de este instituto pasó a ser del Supremo Gobierno del Estado, sin que dejara de funcionar como casa de asistencia, la

que para el año de 1896 atendía a 40 niños con 27 nodrizas. El 1º de octubre de 1921 el instituto fue incorporado a la Beneficencia Pública del Estado. Hasta entonces estuvo en el edificio inmediato al templo, la antigua portería (1746), la casa que sigue hacia el norte es sede actual de una escuela oficial. El hospicio, al que también se le llamó hospital, colegio, cuna, hospital de cuna, casa de expósitos y orfanatorio, dio nombre a la calle en que estaba ubicado y en sus puertas fue abandonado al finalizar el siglo xviii, como tantos otros niños desdichados más, el que con el tiempo llegaría a ser el ilustre doctor Luis Montaña, memorable médico poblano precursor del método científico en el ámbito de la medicina clínica en México y catedrático de la Real Universidad de México. El doctor Montaña contribuyó notablemente a que empezaran a ser conocidos en México los progresos alcanzados en la Europa del siglo xviii, a que se comprendiera que la medicina debe tener bases científicas relacionadas con las ciencias naturales, y a lograr reformas en la enseñanza que no empezaría a intentarse sino tres lustros después de su muerte. Promotor del hipocratismo e introductor del brownismo en la Nueva España se le ha llegado a considerar el médico más afamado de la segunda mitad el siglo xviii. NORTE 8 OTE

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Ex Hospital y Colegio de Niños Expósitos de San Cristóbal 4 Norte No.605

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Ex Palacio Episcopal

Ex Palacio Episcopal

Ubicado en la Calle 5 Oriente, a un costado de la catedral, abarca también media calle de la actual avenida 16 de Septiembre, por donde el antiguo palacio episcopal tuvo su entrada principal. El inmueble es ocupado hoy por oficinas gubernamentales del servicio postal mexicano en la planta baja y de hacienda en la planta alta, perteneciendo su propiedad a la Fundación indaabin. Desde la construcción del inmueble en el siglo xvii hasta mediados del xix en que fue expropiado por la aplicación de las Leyes de Reforma, el edificio fue la casa principal de la morada de los obispos que gobernaron la diócesis de Tlaxcala con sede en la ciudad de Puebla, considerada como una de las diócesis más ricas y extensas no sólo de la Nueva España sino de todo el continente americano. Quien señala este lugar para ser la casa de morada de dichos obispos es Juan de Palafox y Mendoza (1600-1649), noveno obispo de la diócesis angelopolitana (1640- 1649), quien hizo las adaptaciones necesarias a las casas que pertenecían al Colegio de San Juan y de cuyas rentas sostenía parte de sus crecidos gastos. Más tarde, el obispo Manuel Fernández de Santacruz (1676-1699) le daría al Palacio “la perfección y extensión que tenía después, con sus audiencias (tribunales eclesiásticos) y la cárcel para los clérigos”, además fue él quien mandara abrir la puerta frontera al atrio de la catedral para dar entrada a las piezas bajas que destinó para los alumnos de la Escuela Real cuyo edificio de la 7 Oriente necesitaba para la fundación del colegio de San Pablo. El palacio comunicaba también, por medio de corredores abiertos en la planta baja del muro norte, con los colegios de San Pedro y San Juan y en la planta alta con la Biblioteca Palafoxiana. Los balcones y ventanas del lado sur daban hacia las huertas del palacio transformadas después en atrios y jardines. Desde el triunfo de los liberales en la guerra de los Tres Años (1861) hasta la ocupación de la ciudad por lo franceses (1863), en ausencia del desterrado obispo Labastida y Dávalos, sirvió de Pala-

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cio del Gobierno, y de nuevo después de la caída del Imperio, de 1867 a 1868, hasta que se le restituyó al prelado. En agosto de 1914, habiendo renunciado el presidente Victoriano Huerta y su substituto, las tropas constitucionalistas de Venustiano Carranza, al mando del general Pablo González, entraron en la ciudad y ocuparon entre otros edificios el palacio episcopal, en el que más tarde se instalarían diversos planteles educativos. Actualmente es sede del Palacio Federal.

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Hotel Real del Cristo

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La finca fue propiedad del capitán “de caballos corazas” don Manuel Eusebio del Toro y Santacruz y fue desplantada en la antigua calle de Tepletapa, llamada también de la Luz, por pertenecer al barrio del mismo nombre y estar ubicada cerca del Santuario de Nuestra Señora de la Luz, templo de la segunda mitad del siglo xviii edificado a iniciativa del Lic. Manuel del Toro, clérigo presbítero hijo del capitán español dueño de la casa que referenciamos, la que en aquella época tenía destinada para la crianza de ganado de cerda con la que logró amasar una considerable fortuna que le permitió costear parte de la conducción del agua potable al barrio, razón por la cual se le concedió, en 1758, una merced de agua para su finca. La casa del trato de ganado de cerda, llamada también Casa del Chiquero, era “de edificio alto y bajo con cinco balcones” y su extensión territorial abarcaba hasta la calle del Ayuntamiento, llamada después Maximino Ávila Camacho y conocida hoy como Juan de Palafox, colindando por ese lado con una curtiduría y otras casas más, todas del mismo dueño. El inmueble histórico quedaba inmediato al Puente de las Bubas, llamado también “de Carrillo, Gándara, San Pedro y del Toro”, por haber sido construido en las inmediaciones del mismo lo que fue el Hospital de Bubas, ubicado frente a la casa del capitán del Toro, lugar donde se curaban los enfermos del mal venéreo conocido como gálico o sífilis. Dicha institución pasó después a ser propiedad del hospital de San Pedro, luego fue mesón y más tarde cuartel de soldados, de allí el nombre de Puente de San Pedro. Del lado de la traza española se ubicó junto al río de San Francisco y próximo al puente el obraje que primero fue del alcalde Miguel Carrillo, después del capitán Gabriel Carrillo de Aranda y más tarde del regidor y depositario general Domingo de Apresa y Gándara, personajes con los que también se identificó al puente, lo mismo que el capitán del Toro cuya casa de ganado estaba del otro lado del río y próxima a dicho paso.

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La edificación de la casa data del siglo xvii y ha sido recientemente rescatada y restaurada su construcción, que también había servido de vecindad, para devolverle la belleza y esplendor que alguna vez poseyó. Las habitaciones e instalaciones del actual Hotel Real del Cristo han conservado lo que de auténtico encontraron en su arquitectura, como las piedras y ladrillos originales de sus muros, las losetas de sus pisos, la herrería forjada de sus barandales, los pasillos con sus ménsulas y arcos rebajados, todo lo cual, aunado a las plantas que lo ornamentan, proporcionan un agradable y fresco ambiente a sus huéspedes que bien pueden llegar a sentir la sensación de estar instalados en un viejo casco de hacienda.

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Hotel Real del Cristo 2 Oriente No. 1007

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Instituto Municipal de Arte y Cultura

Instituto Municipal de Arte y Cultura

En pleno Centro Histórico, a una cuadra de la Plaza Mayor de la ciudad, en la antigua “calle de Santa Catarina” que durante casi cuatro centurias no rebasó los límites de la original “traza española” de la Puebla de los Ángeles, se ubica que en el siglo xvi perteneció primero al bachiller Alonso de Molina, avecindado en la ciudad desde el 14 de octubre de 1547 e hijo legítimo del escribano público Alonso de Molina, uno de los primeros que tuvo la ciudad. El bachiller vendió la propiedad a Juan Marín Corte, recién llegado a la angelopolitana ciudad. Por el Libro de Censos más antiguo de la ciudad sabemos también que al poco tiempo de adquirir la casa, Marín Corte tuvo necesidad de hipotecarla en 200 pesos de oro de minas a favor del conquistador Francisco de Orduña, escritura que otorgó el 29 de abril de 1549 en la escribanía del propio conquistador. No se tienen noticias ciertas de quiénes hayan sido los subsecuentes propietarios pues falta realizar una investigación archivística que permita cubrir esta laguna histórica. Lo cierto es que recientemente el inmueble fue ocupado por la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla para instalar allí un museo de arte religioso, el cual funcionó activamente durante más de una década, siendo de destacar su colección de la época cristera. La fachada principal de la casa que en el siglo xvi fue de un nivel, de dos en el xvii y de tres a partir de la segunda mitad del xviii, fue remozada al principiar el siglo pasado, en 1903, como se indica en la cartela central del tercer nivel, siguiendo un estilo afrancesado tan del gusto de aquella época, de acerada cantera poblana, lo que la asemeja al Salón de Protocolos y con otras construcciones contemporáneas, como el Palacio de Justicia, el Palacio Municipal y el Banco Nacional. Actualmente la casa es ocupada por el Instituto Municipal de Arte y Cultura, creado por el cabildo angelopolitano el 24 de febrero de

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2005 y ratificada por el congreso local el 24 de noviembre del mismo año, siendo sus proyectos y programas evaluados y avalados por un consejo ciudadano integrado por 13 ciudadanos representativos de las artes y la cultura de Puebla. Las actividades que realiza son de difusión, promoción, capacitación e investigación cultural en el Municipio de Puebla, así como de apoyo y estímulo a la creación artística. Atiende a la ciudad de Puebla incluyendo sus juntas auxiliares e inspectorías, administrando, además, el Teatro de la Ciudad, las Galerías del Palacio y en coordinación con el Convento de Santo Domingo programa actividades en la capilla de mixtecos y en el atrio.

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Lavaderos de Almoloya

Lavaderos de Almoloya

Gráficamente, en el plano de Medina de 1754 se consigna la existencia de unos baños y manantiales, junto a los lavaderos, cuya agua forma dos derrames que van directamente al río (actual Boulevard Héroes del 5 de Mayo), mencionados en el siglo xviii con el nombre de Almoloya, como se le decía también al río de San Francisco por significar el vocablo náhuatl “agua que brota”. Ya desde 1704, se mencionaba la existencia en el barrio de San Francisco y doctrina de Santa Cruz (calle 10 Norte a un costado de la actual 14 Oriente), de una casa con lavaderos y tres manantiales de agua junto al lavadero del río de San Francisco. El historiador Mariano Fernández de Echeverría y Veytia consigna en 1780 la existencia de 4 manantiales abundantes y suficientes para abastecer a toda la ciudad, pero que el cauce bajo de sus aguas los hacía útiles únicamente para el lavado de la ropa. Bermúdez de Castro nos dice en 1746 que los naturales iban al ojo de agua de Almoloya a celebrar el día de san Juan Bautista, a quien estaba dedicado el templo de San Juan del Río. Este tipo de lugares eran sumamente demandados por las lavanderas de la ciudad desde la fundación de la población angelopolitana, quienes tenían que buscar los nacimientos de agua como manantiales, ríos o lagunas que se encontraban fuera de la zona urbana, cargar su bulto de ropa, elaborar el jabón y buscar una piedra donde tallarla, siendo el oficio ejercido principalmente por indígenas, negras y mulatas, las que después de lavar la ropa y ponerla a asolear acostumbraban bañarse inclusive en las mismas aguas no sin escándalo de la vecindad Al decir de la investigadora poblana Ana María Huerta Jaramillo, la necesidad de agua y un lugar donde lavar, originó la construcción de los primeros lavaderos públicos en algunas tocinerías que tenían mercedes de agua y fabricaban jabón, así como en algunas casas y conventos como el del Carmen y plazuelas, donde se cobraba. Más

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tarde el Ayuntamiento empezó a construir lavaderos públicos, siendo los más emblemáticos de ellos los de Almoloya, destinados para mujeres de clase media y las más menesterosas, a las que no se cobraba. Los lavaderos de Almoloya, construidos después de 1863 a partir de la demolición de los antiguos que estaban muy dañados, fueron también motivo para que las mujeres empezaran a levantar la voz para demandar mejores condiciones de vida. “Éstas fueron las primera formas de participación política de las mujeres en demanda de sus derechos, que no van a ser por el voto, sino por cuestiones que tienen que ver con sus actividades cotidianas como el agua, lavaderos, basura y otros servicios, donde las mujeres comprendieron que si no encabezaban sus propias demandas, nadie hablaría por ellas”, afirma la investigadora.

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Mercado “La Victoria”

Mercado “La Victoria”

El mercado La Victoria se terminó de construir en 1914, cuando Puebla no contaba aún con cien mil habitantes y en poco tiempo llegó a ser el centro de abastecimiento de víveres más importante de la ciudad. La primera piedra del “Guadalupe Victoria”, nombre completo del mercado, se colocó alrededor de 1856 en el área que fuera la huerta del convento de Santo Domingo, y desde finales del siglo xix desarrolló una actividad comercial muy intensa. Su construcción se inscribe en el marco de un conjunto de obras de modernización y embellecimiento urbano emprendidas particularmente durante el porfiriato. Antes, en el siglo xvi y pocos años después de la fundación de la Ciudad de los Ángeles, el espacio de la Plaza de Armas, conocida hoy como Zócalo, sirvió para instalar el tianguis donde los días jueves se comerciaba con hortalizas, frutas, vino, azúcar, lino y otros comestibles más, siendo los indígenas quienes ofrecían estos productos pues los españoles tenían prohibido hacerlo. Luego, en el siglo xvii, los días de plaza se ampliaron a los jueves y sábados, siendo a partir de 1714 cuando el comercio se empezó a realizar todos los días de la semana en puestos fijos a los que se les llamaba “cajones”. Fue un incendio ocurrido en 1796, que acabó con los cajones del mercado de la Plaza Mayor, lo que decidió al intendente Manuel de Flon, conde de la Cadena, a desalojar a los comerciantes de la Plaza Principal y construir El Parián para instalar allí a los baratilleros y cajones de ropa, terminando su fábrica en 1801, lográndose trasladar allí a los vendedores de la Plaza Mayor hasta el año de 1854, después de vencer la mucha resistencia que estos opusieron. El mercado municipal Guadalupe Victoria fue desde su apertura el centro de abastecimiento y distribución al detalle de productos perecederos más importante de la ciudad hasta el año de 1986. Su construcción fue dirigida por Julián de Saracíbar, inaugurándose el 5 de mayo de 1913, aunque se terminó de edificar al año siguiente. El 14 de octubre de 1986, el Ayuntamiento de Puebla, presidido por el profesor Jorge Murad Macluf, ordena la suspensión de los servicios, desocupación y reubicación de los 2 000 locatarios del mercado La Victoria, y de acuerdo con su Plan de Desconcentración Co-

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mercial, rescata el monumento histórico del uso inadecuado de sus instalaciones; atacando además, el foco de infección pública en que se había convertido por falta de sanidad. Luego de permanecer ocho años en abandono, en 1994 el mercado La Victoria fue dado en comodato por 99 años a la Fundación Amparo para que lo restaurara, debiendo dedicarse el inmueble al desarrollo de la actividad comercial y artesanal de la ciudad en beneficio de la colectividad, contemplándose en el proyecto original de la Fundación Jenkins complementar el mercado con un centro de convenciones y un museo de arte moderno.

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Mesón de San Sebastián

Mesón de San Sebastián

El inmueble se ubica en el corazón de la ciudad de Puebla, dentro de la original traza española del siglo xvi, frontero a la calle que durante el periodo colonial fue conocida como “de la Veracruz”, la que partiendo del río San Francisco, hoy boulevard 5 de Mayo, pasaba por el antiguo templo de la Santa Veracruz, hoy La Concordia, y llegaba hasta el “Matadero del Carnero” que existía en las inmediaciones de lo que actualmente es El Parral. La construcción original del edificio data del siglo xvi, cuando el Libro de Censos más antiguo de la ciudad lo registró a nombre del peninsular Juan Rodríguez Navarrete, fiel del peso de la harina en 1567, oficio que garantizaba el peso exacto y justo precio de tan preciado grano en la Puebla de los Ángeles, la mayor proveedora de la Nueva España; dos años más tarde se desempeñaría como veedor de las carnicerías en 1569, cargo que le obligaba a velar por la calidad de las carnes que se expendían en las carnicerías y tocinerías existentes en la Puebla del xvi. La propiedad de la finca la compartió con su cuñado Antón Martín, alguacil de la ciudad en el año de 1583, quien a la postre quedó como dueño único de la casa, la que heredará después su hijo Alonso Martín quien terminará de edificarla al principiar la siguiente centuria, decorándola con elementos del estilo barroco. No se tienen noticias ciertas de quiénes hayan sido los subsecuentes propietarios, obscuridad que se podría despejar con una seria investigación histórica. Lo cierto es que desde hace cinco generaciones la propiedad del inmueble ha permanecido en el seno de la familia Cisneros, quienes se preocuparon y ocuparon en restituirle la antigua dignidad de que gozó, dándose a la tarea de rescatarla, restaurarla y decorarla con un toque contemporáneo que respetara su estilo original y la esencia con la que se construyó la casona hace cuatro centurias.

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La fachada del Mesón de Sebastián es del siglo xvii, con sus paramentos lisos, que rematan en una vistosa balaustrada con su nicho central. El edificio se desplanta en dos niveles, estando la portada de ingreso, con sus marcos de cantería, desplazada hacía el oriente, por donde se ubica el ingreso a un local con su portada achaparrada enmarcada en argamasa. Del lado poniente hay otros tres vanos que dan ingreso a tres accesorias más, los que se encuentran protegidos con rejas de hierro forjado. La parte superior del inmueble presenta cinco vanos más cuyas ventanas y balcones se encuentran resguardados con herrajes poblanos. El interior, además de contar con su patio central, ofrece al visitante habitaciones con todos los servicios necesarios para hacerlo sentir cómodo, garantizándole una agradable estancia.

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Mesón del Cristo

Mesón del Cristo

Fue el primer mesón establecido en la Ciudad de los Ángeles y uno de los más importantes que dieron servicio a las personas que llegaban de España a probar fortuna en el nuevo mundo. Situado estratégicamente al finalizar el camino real que comunicaba al puerto de Veracruz con la ciudad de Puebla y que continuaba hasta llegar a la Ciudad de México, capital del virreinato, dio nombre a la calle que desde este lejano siglo se llamaría “calle de los Mesones” por hallarse ubicados en sus aceras otros dos establecimientos de este tipo, llamado uno de Santa Teresa y otro del Roncal. Ya en el siglo xviii se decía que en este mismo lugar había existido la famosa venta de Esteban de Zamora y su pariente herrero Pedro Xaimes, que brindaba posada a los numerosos viajeros que buscaban un lugar de descanso en su camino a la Ciudad de México y que fuera establecida antes de 1531, año de fundación de la ciudad angelopolitana, versión desmentida por el propio historiador Mariano Fernández de Echeverría y Veytia que lo consignó en su famosa Historia de la Fundación de la Ciudad de la Puebla de los Ángeles en la Nueva España, obra escrita al finalizar dicha centuria, basándose en el hecho de que el camino en cuestión pasaba inicialmente por la ciudad de Tlaxcala y sólo después de fundada la ciudad de los Ángeles fue desviado de su curso original a instancias de las autoridades de la nueva ciudad y de los Oidores de la Segunda Real Audiencia. El nombre de “Cristo con todos” se le dio desde el primer siglo de su existencia y se piensa que hacía alusión a los buenos deseos del mesonero al despedir a sus huéspedes. La propiedad del inmueble perteneció al mediar el siglo xvi a Alonso Martín de México y siguió siendo de carácter particular hasta que lo adquiere el convento de la Limpia Concepción como se registró en el padrón de 1832. Será después de las Leyes de Reforma cuando vuelva a ser de régimen

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privado hasta el momento en que pasa a ser propiedad del Gobierno del Estado. El edificio, que ha sido sede del Hotel Francés (1903 a 1910), del Hotel Hidalgo (1912 y 1913) y del Hotel Nuevo (1922), alberga hoy las instalaciones de la empresa periodística El Heraldo de México. La finca, que en épocas coloniales llegó a tener una superficie territorial que llegaba hasta la esquina actual de la 4 Norte y que por la parte de atrás limitaba con la avenida 10 Oriente, conserva gran parte de su partido.

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Museo “Casa de Alfeñique”

Museo “Casa de Alfeñique”

La residencia que al principiar el siglo xvii fuera la morada principal del acaudalado hacendado y ganadero Alonso Rodríguez Cano, propietario de la venta del Pinar, se ubica en la antigua “calle de Raboso”, marcada con el número 16, y hace esquina con la actual calle 6 Norte, conocida antiguamente con los nombres de “Chito Cohetero” y “José Manzo”. Reedificada en el siglo xviii ha pasado a la historia con el nombre de “Alfeñique”, por estar su fachada tan ricamente decorada que parece estar hecha del dulce azucarado con almendras que tiene esta caprichosa forma. El nombre característico del inmueble se cita así desde 1790 cuando, al decir de Hugo Leicht, era una casa nueva que había edificado su propietario, el maestro herrero Juan Ignacio Morales, abuelo paterno del célebre pintor atlixquense Francisco Morales Van den Eyden (1811-1884). En su última disposición testamentaria, don Juan Ignacio declaró que cuando contrajo matrimonio con doña María Ignacia Villegas Guadiana, se encontraban ambos sin capital alguno y al llegar al final de sus días, sus bienes patrimoniales ascendían a más de 70 000 pesos, por la cuantiosa herencia que le dejó su padre, el capitán Juan Eligio Morales y doña Antonia de Alatriste. En 1793, los bienes patrimoniales de don Juan Ignacio los heredarían su esposa y sus ocho hijos, dos de los cuales eran sacerdotes y una religiosa profesa del convento de San Jerónimo. Con el tiempo, el inmueble valuado en 14 000 pesos oro, se le adjudicaría al menor de los hijos, don José Antonio Morales, padre del prolífico pintor atlixquense, siendo este lugar el recinto donde el pintor plasmara un gran número de sus afamados lienzos, sin que llegara a ser el propietario de la finca. En septiembre de 1874, las hermanas Morales Van den Eyden venden la Casa de Alfeñique al señor José Sánchez y éste casi de inmediato la intercambia con señor Manuel Cabrera por dos casas ubicadas en la ciudad de Atlixco. El mismo año, el señor Cabrera, junto con don Manuel Bello darán en permuta este inmueble y cuatro más a don José Luis Bello, por la fábrica textil de La Concepción,

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situada en jurisdicción de Atlixco, valuada en 45 000 pesos. Luego, la residencia pasaría al dominio y propiedad de la señora Gertrudis Ruiz viuda de don Manuel Vidal, en virtud del cambio que celebró con el señor Bello de un crédito que gravaba la hacienda de la Asunción, alias “La Rascona”, del distrito de Huamantla. Más adelante, en 1890, don Alejandro Ruiz y Olavarrieta, albacea testamentario de la señora Ruiz de Vidal, consignará la propiedad de la finca para formar parte del fondo legal con erige el “Monte de Piedad Vidal Ruiz”, institución de beneficencia privada, que años después, en 1896, será endosada a la Beneficencia Pública del Estado, razón por la cual se trasladaría a este lugar el Museo Regional que a partir de entonces resguardará gran cantidad de obras de arte de distintas épocas.

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Casa de Alfeñique 4 Oriente No. 416

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Museo “Casa del Deán”

Museo “Casa del Deán”

La primera casa que existió en este lugar perteneció al capitán Martín de Calahorra, conquistador de Tenochtitlan y Guatemala primero y más tarde escribano público y de gobierno de la Ciudad de México, razón por la cual la calle llevaría su nombre a partir del año 1540, la que después se conocería como “calle del Deán”, en honor del alto dignatario eclesiástico que al comprarla la reedificaría a su gusto, imprimiéndole su sello personal. El deán don Tomás de la Plaza, natural de Alburquerque, España, llegó a la ciudad de Puebla procedente de la diócesis de Oaxaca a ocupar, desde el 19 de mayo de 1564 la más alta dignidad eclesiástica del venerable cabildo catedralicio de Puebla, cargo que desempeñó hasta su muerte acaecida en el año de 1587 y gracias al refinado gusto adquirido con su formación humanista y elevada preparación intelectual, reedificaría el inmueble para hacerlo más cómodo y placentero, legándonos con ello una espléndida mansión de la que lamentablemente sólo se conserva una mínima parte, decorada con escenas plásticas de una extraordinaria riqueza formal y simbólica, siendo estos murales civiles únicos en México, los que reflejan muy bien la tradición cultural del renacimiento europeo y español trasladado a la Nueva España. Los frescos pintados al “temple falso” en la planta alta de la casa conservan las escenas renacentistas de una cabalgata de sibilas y los triunfos basados en poemas de Petrarca, enmarcados con motivos vegetales y zoomorfos totalmente emblemáticos que al decir de Erwin Palm, vierten “a lo divino” las imágenes del mundo de la antigüedad clásica. La inscripción latina que el deán mandó esculpir en la portada, con la intención de que su casa “siempre sea la entrada y salida en nombre de Jesús” se cumplió cabalmente por parte de sus familiares durante más de trescientos años. Las fotografías antiguas que se conservan de la casa nos la muestran con un amplio patio central o “patio castellano” (arbolado), y

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otro, u otros patios de servicio; el cubo de la escalera se situaba en el ala sur pasando al vestíbulo de la entrada principal. Los entortados y viguerías de los techos que eran sostenidos por arquerías y columnas toscanas lucían hacia el patio, y en los intercolumnios aparecían amplios pretiles de mampostería o antepechos calados; los corredores descansaban sobre ménsulas de cantería, algunas encaladas, todos ellos también elementos característicos de la casa poblana colonial. Hacia la calle algunos vanos de ventanas y las puertas de sus accesorias fueron modificados y solamente se conserva su soberbia y afamada portada renacentista, fechada en 1580, que era rematada por el escudo nobiliario de su poseedor. La Casa del Deán es un magnífico ejemplo de lo que fueron algunas de las mansiones residenciales en el primer siglo de vida de la ciudad de Puebla y de la Nueva España, claro modelo arquitectónico y decorativo de este tipo de casas habitación del ámbito civil, en especial como muestrario de primera importancia del sincretismo que expresa contenidos iconográficos basados en emblemas europeos, en los que fueron introducidos o aplicados ciertos elementos pictográficos simbólicos relacionados a la cultura indígena. Hoy se puede visitar como museo y se encuentra bajo custodia del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

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Museo “Casa del Deán” Av. 16 de Septiembre No. 505

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Museo “José Luis Bello y González”

Museo “José Luis Bello y Gonzalez”

El Museo de Arte José Luis Bello y González seriamente dañado por el sismo del 15 de junio de 1999, ya consolidado, restaurado y en actual proceso de remodelación, ocupa el casa número 302 de la antigua “calle de los Herreros”, llamada también “de Victoria”. El inmueble perteneció a don José Luis Bello y González, activo industrial casado con doña Francisca Acedo, quien en sociedad con su cuñado Francisco Cabrera y Ferrando, explotaría las fábricas textiles de Atlixco La Concepción y La Corolina, propiedades anteriores del industrial veracruzano Manuel García Teruel Hernández. Como bien apunta Emma Yanes, el señor Bello supo aprovechar la coyuntura brindada por la ley de desamortización de bienes eclesiásticos de 1856, para adquirir inmuebles y objetos de arte que habían pertenecido a la iglesia, con lo que se consolidó como propietario urbano e inició su afición por el coleccionismo, la que cultivó hasta su muerte acaecida en el año de 1907. La casa con parte de los cuadros, alhajas y muebles que conformaban su tesoro, las heredó don Mariano Bello y Acedo, el menor de sus cuatro hijos, quien aumentó las colecciones de arte. El predio donde se ubica el actual inmueble perteneció en el siglo xvi al conquistador Cristóbal de Morales, siendo después propiedad del comerciante y hacendado español Hernando de Pastrana y de sus herederos, más tarde del comerciante y hacendado gaditano Diego Hidalgo Trujillo y, por último, del convento de San Jerónimo que la arrendó por más de un siglo a diversos inquilinos y comerciantes, hasta que, en virtud de la ley Lerdo, la adquiere uno de ellos; Dionisio Guerra, comerciante español que la vende en 1877 al industrial Ciriaco Marrón y dos años después la adquiere el señor Bello. En 1909 la casa deja de ser colonial para convertirse en residencia porfiriana gracias a la intervención que en ella hizo el ingeniero Carlos Bello y Acedo; moderniza sus instalaciones y acondiciona el

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segundo nivel para habitación familiar de la familia Bello-Grajales. Se conservan elementos de la etapa colonial y se modifica la ornamentación de la fachada con elementos neoclásicos y de yesería, siendo el principal cambio exterior el torreón esbelto de la esquina, se agrega además un segundo nivel para ser casa habitación de la familia política de don Mariano. Las galerías de arte fueron donadas por don Mariano a la Academia de Educación y Bellas Artes del Estado la que debería conservar intactos su pinacoteca y valiosas colecciones de marfiles, talavera, porcelanas, cristales, herrajes, instrumentos musicales, mobiliario, cristales, ornamentos litúrgicos, arte sacro, etc. En 1941 la casa y colecciones son adquiridas por el gobierno del Estado para convertirla en el museo que hoy disfrutamos.

Museo “José Luis Bello y González” 3 Poniente y 3 Sur No. 302

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Museo “José Luis Bello y Zetina”

Museo “José Luis Bello y Zetina”

La casa que alberga al museo fue acondicionada como tal al mediar el siglo xix, cuando dejó de pertenecer al convento de Santo Domingo de Puebla al ser enajenados sus bienes por el gobierno en virtud de las Leyes de Reforma; antes había existido en el lugar el Portal de Peregrinos del convento dominico y su Sala de Profundis, como puede aún apreciarse en el muro exterior que da hacia al atrio de la iglesia donde se pueden observar, en la planta baja, los arcos que fueron parte integrante del portal y en la alta la rica decoración manierista de principios del siglo xvii que ornamentaba ricamente este anexo conventual. Ya como casa habitación fue adquirida en 1882 por el acaudalado industrial José Luis Bello y González quien la habitó junto con su esposa con quien contrajo nupcias en 1884, heredándola después a su hijo único, don José Luis Bello y Zetina (1889-1968), el que la conservó como tal hasta 1968, año en que murió, viudo y sin herederos, disponiendo en su testamento que el inmueble fuera destinado para museo. La inauguración de éste se llevó a cabo el 16 de abril de 1972. El altruista señor Bello al no tener descendencia buscó su realización personal por medio de la filantropía, participando activamente en la sociedad poblana, presidiendo varias instituciones de beneficencia pública de niños, jóvenes y ancianos, creando finalmente la Fundación José Luis Bello. Las colecciones que aquí se conservan se fueron adaptando a la decoración de la casa y fueron adquiridas a través de personas que se dedicaban a viajar y que traían mercaderías; otras de ellas fueron traídas por familiares de los señores Bello, que durante tres generaciones las coleccionaron. El museo cuenta con diez salas que se distribuyen dentro de las instalaciones de la casa que se conserva tal y como cuando era habitada. Es muy difícil determinar cuál de las piezas que aquí se exhiben sobresale de las demás, pues todas ellas tienen un gran va-

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lor artístico. Tal es el caso de las obras pictóricas de las escuelas: flamenca, francesa, española, alemana y mexicana, de los siglos xvi al xx de autores como Murillo, el Greco, Zurbarán, Miguel Cabrera, José Nava, Agustín Arrieta, y otros en cuyos temas se aprecian bodegones, retratos, paisajes y escenas costumbristas al igual que diversas técnicas y materiales. En toda la casa se han distribuido, además de las 162 obras que corresponden a las colecciones de pinturas, miniaturas y grabados; 20 esculturas, 116 muebles, objetos de porcelana, marfil, bronce, cristal, objetos personales, objetos de plata y fotografías de la familia dejando huella profunda de su paso por la vida y su amor por la sociedad poblana.

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Museo Amparo

Museo Amparo

Ubicado en el Centro Histórico de la ciudad de Puebla, en la calle 2 Sur, casi esquina con la 9 Oriente, el Museo Amparo fue inaugurado el 28 de febrero de 1991 con el fin de promover la cultura mexicana con sistemas multimedia interactivos de la más avanzada tecnología que permiten al visitante acceder a información audiovisual de la colección museográfica en 4 diferentes idiomas (español, inglés, francés y japonés), a través de 21 estaciones computarizadas, localizadas en 14 salas que constituyen el museo. El acervo artístico del museo cuenta con objetos que datan del periodo preclásico (1500-200 a.C.) hasta la llegada de los conquistadores; en donde se muestran: vasijas, figuras, estelas, altares, esculturas y utensilios diversos, representantes de las culturas Teotihuacana, Zapoteca, Huasteca, Totonaca, Maya, Olmeca, Chichimeca, Mixteca y Azteca. El inmueble arquitectónico que alberga las instalaciones del Museo Amparo es de finales del siglo xvii y principios del xviii y está compuesto por dos antiguos e importantes edificios virreinales de los siglos xvii y xviii: el llamado Hospitalito y una casa particular, ambos edificios restaurados y adaptados para tal efecto. El primer inmueble fue sede del antiguo Hospital de Nuestra Señora de la Limpia Concepción y de San Juan de Letrán, fundado hacia 1534, siendo el primer hospital civil femenino de la ciudad de Puebla cuya existencia duró hasta mediar el siglo xvii cuando el obispo Juan de Palafox y Mendoza lo transfiere al Hospital de San Pedro. El otro edificio que adquirió el museo fue una hermosa casa poblana del siglo xviii, con su típica fachada recubierta con ladrillos, que había sido parte integrante del hospital, convertida después en Depósito de Mujeres Casadas, y a partir de 1871, destinada a ser la casa de la familia del abogado poblano Vicente Espinosa Bandini abuelo del filántropo Manuel Espinosa Yglesias.

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El Museo Amparo es una obra que llevó muchos años realizar y es parte de las acciones de orden cultural e histórico emprendidas por la Fundación Amparo, creada en 1979 por don Manuel Espinosa Yglesias, en memoria de su esposa, la señora Amparo Rugarcía de Espinosa Yglesias. En el marco de los edificios históricos, el museo presenta, con una moderna museografía, dos grandes momentos de la historia de México: la época prehispánica con su diversidad cultural y la época colonial y moderna, propiciando un importante encuentro con nuestras raíces.

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Museo Amparo 2 Sur No. 708

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Museo de Arte Religioso del Ex Convento de Santa Mónica

Museo de Arte Religioso del Ex Convento de Santa Mónica

(ubicación del Señor de las Maravillas)

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Al iniciar el siglo xvii, los canónigos Julián López y Francisco de Reinosos trataron de establecer primero un asilo para asistir a las esposas que se quedaban solas y desamparadas cuando sus maridos hacían largos viajes de negocios a España o en el interior de la propia Nueva España. Al no prosperar tan sana intención, decidieron en noviembre de 1600 fundar “una casa de recogimiento o colegio de mujeres herradas y arrepentidas” para asistirlas material y espiritualmente y evitar con su conversión mayores ofensas a Dios, su Creador. Para ello, el primero de los prebendados puso a disposición de la obra pía cinco casas que poseía en la ciudad y el segundo aportó un capital superior a los diez pesos oro. La casa se erigió con el nombre de Santa María Egipciaca. Más adelante, el obispo Manuel Fernández de Santa Cruz las cambió de lugar con el nombre de Recogimiento de Santa María Magdalena y en las antiguas casas fundó un colegio para doncellas y viudas pobres con la advocación de Santa Mónica, confirmada la fundación por un breve del Papa Inocencio xi, dado en Roma el 14 de septiembre de 1682. Al año siguiente, el obispo cambió de idea, y el mes de agosto de 1683 presentó a los cabildos eclesiástico y secular el proyecto de transformar el colegio en monasterio de agustinas recoletas, bajo la advocación de Santa Mónica. La edificación del monasterio, con su delicioso patio de azulejos que le da un toque delicado al conjunto conventual, se terminó en el siglo xviii. La iglesia se alinea a la calle y tiene dos portadas; la torre queda del lado del convento. El templo es de una sola nave, con bóvedas de arista y de cañón con lunetos; su cúpula está sobre tambor y el testero es plano. La decoración y los altares se encuentran muy bien conservados; contiene retablos y pinturas alusivas a la orden de agustinas recoletas, destacando a los lados del presbiterio las estatuas orantes de los patronos beneficiarios, Santa Cruz y Zerón Zapa-

ta, en estilo clásico, con gran naturalidad. Casi a los pies del templo, en una urna de cristales, está la devota imagen del Señor de las Maravillas. Se conservan íntegros los dos coros alto y bajo, amplísimos, con rejas y celosías, teniendo cratículas el inferior, muy propias para administrar la sagrada comunión a las religiosas recoletas. En 1934, por algunas denuncias, el gobierno descubrió en Puebla la existencia de varios conventos de religiosas clandestinos, entre ellos el de Santa Mónica, ordenando la exclaustración de las mismas y convirtiendo el antiguo monasterio en el museo que hoy se conoce como Museo de Arte Religioso del ex convento de Santa Mónica. Actualmente el museo, convertido en parte como pinacoteca colonial y escaparate por otro lado de lo que fue la vida del convento mismo, está inmerso en un proceso de reestructuración integral de su patrimonio cultural religioso que permita reinterpretar su enorme­riqueza en términos culturales, históricos, antropológicos y sociológicos.

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Museo Ex Convento de Santa Mónica 18 Poniente No. 103

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Museo de Arte San Pedro

Museo de Arte San Pedro

Acorde con las nuevas propuestas en su género, el Museo Poblano de Arte Virreinal abre sus puertas como sede de las exhibiciones temporales, que dan cabida al rico acervo patrimonial de Puebla, fundamentalmente y también al nacional, sin que por ello se deje de mostrar el arte de todos los tiempos. Igualmente intenta proyectar y difundir los valores culturales regionales y universales, más allá de las meras exhibiciones, en un esfuerzo por conjugar distintas actividades que lleven a las metas de servir e informar a la sociedad. Su sede es el centro hospitalario más antiguo de Puebla, rescatado, puesto en valor y acondicionado para la noble finalidad museística. El antiguo Hospital de San Pedro Apóstol fue fundado en la primera mitad del siglo xvi y trasladado a su actual sede, concluyendo su edificación fundamental en 1647, por mandato y deseos del obispo Juan de Palafox y Mendoza. Desde entonces fue el principal nosocomio de la Angelópolis, pasando de la administración eclesiástica a la civil en pleno siglo xix, siempre prestando los mejores servicios sanitarios a la sociedad en general, además de ser el lugar de experimentación medica más importante en la etapa virreinal, sin detrimento de las actividades posteriores. Como museo presenta en su sala principal una exposición permanente sobre el funcionamiento del antiguo Hospital de San Pedro, en donde con maquetas, dioramas, instrumental médico, recreación de su botica, presentación de registros de enfermos, impresos propios y objetos litúrgicos, presenta un panorama general de las distintas etapas históricas del edificio y los servicios hospitalarios que prestó a la ciudad en sus casi cuatro siglos de vida. El museo cuenta además con varias salas de exposiciones temporales en las que se han presentado distintas muestras del arte virreinal, tanto de Puebla como del resto del país y aún del extranjero, así como de arte moderno y contemporáneo de diferentes partes del mundo; un ejemplo de ello fueron las recientes muestras museísticas sobre Asesinos Seriales y sobre Brujería.

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El Museo de Arte Poblano cuenta con biblioteca pública, con un acervo de más de 8 000 libros y servicios de multimedia, talleres de lectura y composición; Auditorio con capacidad de 120 personas cómodamente sentadas, sala de música y una tienda-librería del sistema “Educal” del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, en donde se ofrece una gran cantidad de títulos, especialmente de arte, música y artesanías finas. El gran espacio claustral del ex hospital de San Pedro está delimitado por una formidable arquería en dos niveles, obra del siglo xvii, constituyendo el patio más amplio de toda la ciudad, con alrededor de 500 metros cuadrados, el cual es aprovechado en la actualidad para la realización de eventos culturales y sociales de gran altura.

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Museo de Arte Virreinal Ex Hospital de San Pedro 4 Norte No.203

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Museo de la No Intervención Fuertes de Loreto y Guadalupe

Museo de la No Intervención Fuertes de Loreto y Guadalupe

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En el antiguo cerro de Acueyametepec se encuentran ubicados los Fuertes de Loreto y Guadalupe, encontrándose éste último en estado ruinoso por ser el de construcción más antigua, ya que después de la conquista española, los misioneros franciscanos erigieron una ermita que se amplió a templo y que estuvo bajo la advocación de san Cristóbal, nombre que se dio al cerro para perpetuar la memoria del niño Cristobalito, primer mártir indígena sacrificado por su padre Acxotécatl por defender la nueva fe católica en que recién había sido evangelizado por los seráficos padres de San Francisco. En 1816, estos pequeños templos fueron fortificados por órdenes del intendente Ciriaco del Llano con el objeto de resistir a las fuerzas insurgentes. Las construcciones son de piedra con revestimientos de cal, las murallas son un conjunto imponente de mampuestos; las instalaciones interiores se ocuparon como polvorín. Luego, el 5 de mayo de 1862, Puebla fue escenario de un gran acontecimiento histórico: el triunfo de las armas nacionales sobre el invasor francés que con su ejército, considerado en ese momento como el mejor del mundo, amenazaba tomar la ciudad. La estrategia militar de defensa se realizó desde el Fuerte de Guadalupe, ya que en esa batalla no se desarrollaron acciones desde el Fuerte de Loreto. El reconocimiento de la gesta heroica quedó patente en 1930, cuando los fuertes fueron declarados como propiedad de la nación al servicio del pueblo, y el Fuerte de Loreto se convirtió en Museo de Guerra. En el centenario de la Batalla del 5 de Mayo, se amplió y se colocaron otras piezas y objetos históricos. Actualmente se encuentra dividido en seis salas: la capilla a un costado del edificio se ha destinado a la exhibición de banderas y personajes de América Latina, así como a los símbolos patrios mexicanos: la Bandera, el Escudo y el Himno Nacional.

Un mural del maestro Ramírez Osorio representa a los personajes que intervinieron en la guerra de Reforma y se dan a conocer, en pequeñas vitrinas, documentos que muestran la situación social y económica por la que atravesaba México en esa época, y los acuerdos con los países involucrados: España, Francia e Inglaterra. En la 2ª Sala se pueden estudiar los antecedentes históricos de la intervención francesa, que fue sobresaliente en la historia de México y conocer al mismo tiempo la ubicación de los Fuertes en la geografía poblana. La 3ª Sala está dedicada al general Ignacio Zaragoza. En la 4ª Sala se plasmó un mural y en una serie de vitrinas se exhiben los uniformes de los soldados que combatieron en el enfrentamiento. La 5ª Sala se dedicó al conocimiento de los antecedentes de los adversarios franceses y el apoyo que recibieron de los conservadores mexicanos.

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Museo de la No Intervención, Fuerte de Loreto y Guadalupe Centro Cívico 5 de Mayo, Calzada de los Fuertes

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ESTADIO ZARAGOZA

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Museo de la Revolución Mexicana, “Casa Aquiles Serdán”

Museo de la Revolución Mexicana, “Casa Aquiles Serdán”

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El inmueble que data de finales del siglo xvii y principios del xviii, fue la vivienda de Aquiles Serdán, iniciador del movimiento libertario, y había sido la morada familiar desde dos generaciones anteriores, cuando la adquiriera don Roque Serdán, rico industrial de origen veracruzano que llegó a ser poseedor de varias fincas más, quien la hereda a su hijo, el licenciado Manuel Serdán, profesionista y comerciante con ideas progresistas quien casara en febrero de 1873 con doña Carmen Alatriste hija del general y abogado liberal Miguel Cástulo de Alatriste. Con semejantes antecedentes patrióticos Aquiles, Carmen y Máximo, hijos del matrimonio Serdán Alatriste, se alistaron pronto en el movimiento anti reeleccionista de Francisco I. Madero. En 1910, Aquiles era el presidente de este movimiento en Puebla, donde había fundado un club para distribuir propaganda en contra de la enésima reelección del general Porfirio Díaz, Presidente de México. Carmen Serdán contribuyó con los opositores al porfirismo en la distribución de pólvora y dinamita, y cumplió encargos revolucionarios con el seudónimo de Marcos Serrato. Al año siguiente, en 1911, se hospedaría en este inmueble el nuevo presidente de la República, Francisco I. Madero como un homenaje a los precursores del inicio de la Revolución Mexicana; posteriormente en 1913 las hermanas deciden vivir en la Ciudad de México, por lo que el inmueble se arrienda como casa de vecindad y comercios para camoterías. Décadas más tarde, el Gobierno Federal dispuso, por intermedio de la Secretaría de Patrimonio Nacional en cooperación con el gobierno del Estado de Puebla, que la casa que habitara la familia Serdán Alatriste se convirtiera en Museo Regional de la Revolución Mexicana, siendo inaugurado el 18 de noviembre de 1960 por el licenciado don Adolfo López Mateos, entonces Presidente de la República Mexicana. En sus 24 salas permanentes distribuidas en dos plantas, el visitante puede conocer los antecedentes y la realización del movi-

miento revolucionario en México, a través de documentos, muebles y objetos de la época, pinturas, fotografías y murales relacionados con los principales personajes de ese periodo histórico. Acercarse a la vieja casona de la Antigua Portería de Santa Clara No. 4, es ir al encuentro de la misma conciencia nacional y parece que los muros silenciosos, aún marcados por las balas de esa época, nos transmiten a través del tiempo y de las distancias el fuego y el idealismo de aquellos valientes que un 18 de noviembre derramaron su sangre y ofrendaron sus vidas por la libertad de todos los mexicanos. NORTE

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Museo de la Revolución “Casa Aquiles Serdán” 6 Oriente No. 206

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Museo Ex Convento de Santa Rosa de Lima

Museo Ex Convento de Santa Rosa de Lima

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El edificio inició su vida religiosa a partir del año de 1683, sufriendo modificaciones en el régimen de propiedad, como muchas otras posesiones de la Iglesia, a partir de las leyes de reforma juaristas. Con la exclaustración posterior de sus religiosas, se convirtió en manicomio de hombres y después, en el siglo xx funcionó como vecindad hasta 1963 en que se rescató para restaurarlo y preservarlo como monumento arquitectónico e histórico. Los antecedentes más remotos del monasterio empiezan en 1671 con la formación de la cofradía de Santa Inés primero, convertida a partir de 1683 en beaterio, especie de hermandad de mujeres laicas con guía espiritual de un fraile dominico que llevaban vida religiosa de hermanas terciarias y hacían vida común en la casa que les fue destinada para ello por el padre dominico fray Bernardo de Andía, su fundador y patrono. El cambio de nombre a Santa Rosa de Lima se dio en tiempos del ilustre obispo Manuel Fernández de Santa Cruz por existir ya en la ciudad de Puebla un convento de religiosas bajo la advocación de Santa Inés del Monte Policiano y con la intención de difundir en la Nueva España el culto a la primera santa dominica criolla de América. El beaterio sería erigido formalmente en convento hasta el año de 1740, profesando el 12 de julio, día de su consagración solemne, 25 religiosas fundadoras del mismo, las que lo hicieron bajo la regla de Santo Domingo aún cuando estaban desde dos décadas antes bajo la jurisdicción ordinaria del obispo de Puebla. La ciudad lo celebró con grandes manifestaciones de júbilo. El sostenimiento del monasterio era posible gracias a las más de treinta propiedades urbanas que poseía y de cuyas rentas se beneficiaba, a las dotes de las monjas que ingresaban y tenían la posibilidad de aportarlas y al patrocinio de la jerarquía eclesiástica en turno. La construcción del monasterio y el templo anexo que le daba servicio espiritual fue posible gracias a la liberalidad de sus primeros

patrones: don Alonso Raboso de la Plaza y su hijo don Miguel, ricos y poderosos miembros de la elite gobernante de Puebla; así como de la orden dominicana y en especial por el amor que le profesaron los obispos Manuel Fernández de Santacruz y Pedro de Nogales Dávila. El convento posee un claustro recubierto de ladrillo y azulejo. En el corredor del claustro bajo existen vestigios de pintura mural, en donde lo más notable es su cocina, la más bella del México virreinal, que cuenta con una estupenda colección de objetos de talavera; según la tradición aquí fue donde se inventó el mole poblano. En la iglesia anexa encontramos una serie de pinturas alusivas a la vida de la santa peruana y primera en serlo en América. Actualmente las instalaciones del ex convento albergan el Museo de Artesanías del Estado de Puebla.

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Museo Ex Convento de Santa Rosa de Lima 14 Poniente y 3 Norte

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Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos

Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos

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El Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos fue creado con el propósito de rescatar, estudiar y difundir la herencia y la evolución histórica, cultural y tecnológica de este medio de transporte. Su ubicación se hizo en los terrenos ocupados originalmente por las estaciones del Ferrocarril Mexicano y el Mexicano del Sur, en Puebla; destacando en el conjunto la estación de pasajeros del primero, un elegante edificio de estilo neoclásico, inaugurado en 1869 por el presidente Benito Juárez, que sirve actualmente para la presentación de exposiciones, realización de conferencias y otras actividades de difusión. La estación del Mexicano del Sur fue construida hacia finales de la década de los ochentas del siglo pasado y en 1920 cerró sus puertas. La del Mexicano continuó prestando servicio de pasajeros y carga hasta 1946 y un año después fue adquirida y reabierta por el gobierno de México. A partir de 1960 se dedicó exclusivamente al tráfico de pasajeros y en 1974 dejó de funcionar. La construcción cayó entonces en el abandono y su deterioro fue creciente. El museo, inaugurado el 5 de mayo de 1988, cuenta con una amplia colección de piezas representativas del patrimonio histórico y cultural de los ferrocarriles. Resguarda más de 60 unidades rodantes de diversas clases y épocas: cinco máquinas de vapor, cinco diesel-eléctricas y una eléctrica, la 1001 del Ferrocarril Mexicano. Entre ellas destacan las dos únicas máquinas de vapor de vía ancha que aún están en condiciones de funcionar, la 650 y la 1150. También sobresalen las máquinas Alco DH-17 y DH-19 diesel-eléctricas de tipo PA-4, que constituyen un dueto extraordinario en el mundo: son las únicas sobrevivientes completas y en posibilidad de trabajar de un lote de alrededor de 200 que se construyeron en los Estados Unidos. Además del equipo señalado, el público tiene acceso a vehículos de arrastre, entre los cuales hay cuatro coches de servicio regular

de pasajeros, un carro dormitorio y tres vagones que pertenecían a los convoyes presidenciales. Complementan esta colección unidades de carga y trabajo, como cabuses, furgones, un carro exprés, un carro pagador, dos carros tanque y una grúa de vapor de vía ancha, marca Browning, de 86 toneladas, emplazada en una plataforma de 46 toneladas. El Museo de Ferrocarriles cuenta con los siguientes acervos: biblioteca especializada con casi 26 000 ejemplares, archivo histórico con 1 200 metros lineales de documentación, mapoteca con 50 000 mapas y planos procedentes de todo el país, y fototeca con más de 70 000 piezas, todos clasificados y dispuestos para la consulta pública.

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Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos 11 Norte No. 1005

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Museo Regional

Museo Regional

Con la creación del Instituto Nacional de Antropología e Historia en febrero de 1939, se organizaron las tareas de antropología, arqueología, conservación de monumentos junto con la docencia ligada a todas estas disciplinas y una parte importante de estos centros son los museos como medios adecuados de transmisión de valores, ideas y técnicas de cada época, así como de los dogmas de fe, mitos y rituales que los símbolos sagrados reclaman. Así se integraron los museos correspondientes a este género en los estados de la República. Este museo se encuentra en el área destinada al Centro Regional del inah en Puebla, y los rescates, investigaciones y parte de los hechos históricos acontecidos en el estado, se encuentran seleccionados en vitrinas que se han colocado alrededor de una explanada en la que se distribuyen de la siguiente manera: la flora y la fauna de la región se exhiben por medio de fotografías y en un alto relieve del mapa del estado. Al seguir el recorrido podemos ver las etapas por las que pasó el hombre primitivo rodeado de la naturaleza, y sus descubrimientos en el conocimiento del barro, cómo aprendió a modelarlo para su uso, a darle color, y así, con destreza llegar a formar obras de arte como la cerámica anaranjada. El paso del tiempo no solamente superó la necesidad de abrigo y alimento, sino que también con rústicos instrumentos, elaboró objetos de adorno. La mayoría de las piezas que aquí se exhiben se han encontrado en la región de Tehuacán y en lugares próximos a ella. También se han encontrado diversos objetos en casi todo el estado, entierros en la población de Zinacatepec. De uno de ellos se deduce que era un hombre joven olmeca del siglo iii. El ser humano tiene la necesidad de comunicarse y expresar sus sentimientos y emociones; esto lo vemos en todas las épocas plasmado en muros, códices, prendas de vestir y en la religión. Se han colocado pequeñas maquetas en las que se ilustran los templos ceremoniales, los ídolos de barro y piedra, la etapa de la conquista. De la época colonial y virreinal, Puebla es una de las ciudades que

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más muestras puede ofrecer dentro de la provincia mexicana, puesto que fue elegida ciudad del virreinato. Los espléndidos conventos y templos se pueden apreciar en cada barrio de todo el estado. Aquí se encuentra en exhibición la réplica de la primera pila bautismal y objetos variados que representan la vida religiosa y monárquica del siglo xvi en esta ciudad.

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Centro Cívico 5 de Mayo, Calzada de los Fuertes

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Museo Universitario “Casa del conde de Castelo”

Museo Universitario “Casa del conde de Castelo”

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Conocido como Casa de los Muñecos, el inmueble está catalogado como construcción colonial del siglo xviii. Sin embargo, la edificación original del mismo se remonta doscientos años atrás, cuando el regimiento de la recién fundada ciudad de la Puebla le da en merced al capitán Juan Ochoa de Elejalde, conquistador y escribano de armada de Hernán Cortés uno de los solares principales contiguos a la Plaza Mayor. Ochoa de Elejalde, encomendero radicado en Puebla, alcalde ordinario de la ciudad en 1546 y 1547, y su regidor perpetuo desde 1548, edificó en ella la casa principal de su morada y la vincularía, junto con otros bienes patrimoniales, al mayorazgo Ochoa de Elejalde, siendo el último de sus descendientes don Andrés de Pardiñas y Villar de Francos, conde de Castelo, quien vende la finca, en 1584, al capitán y regidor poblano Agustín de Ovando Cáceres de Ledesma Núñez de Villavicencio. La composición de los dieciséis paneles integrados por las varias piezas de azulejo de Talavera que representan los famosos “muñecos” decorativos de la fachada del inmueble, han sido interpretados por el investigador alemán Erwin Walter Palm, como alusiones simbólicas de fondo religioso y popular que se manifiestan en la adaptación del auto de San Jorge, de vieja tradición española, con la representación iconológica de Hércules, héroe de la expansión cristiana y de la literatura española que enlaza sus cualidades morales en sus “doce trabajos”. Sin embargo, investigaciones recientes han demostrado que la figura de Hércules como la de Neptuno están relacionadas con la emblemática familiar del conde de Castelo, pues resulta que Neptuno tiene que ver con uno de los méritos principales que requirió para que se le otorgase el título condal a Pardiñas Villar de Franco, participante en el año de 1637 de la sangrienta batalla naval contra los holandeses en el canal de Inglaterra. En cuanto a Hércules, los con-

des de Castelo lo incluían en su heráldica familiar por estar relacionados los apellidos Pardiñas y Fernández con la provincia de Coruña, “fundación de Hércules egipcio”, al decir de Rodrigo Méndez de Silva, cronista general que fue del rey Felipe IV el Grande, versión que desvirtúa por completo el rumor de que don Agustín de Ovando Cáceres Ledesma se había burlado de los regidores que le impedían construir una casa superior en altura a las del cabildo angelopolitano, ridiculizándolos en las figuras grotescas que decoran su hermosa fachada. Hoy la casa es sede del Nuevo Museo Universitario Interactivo de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, y es poseedor de las ricas colecciones artísticas e históricas que la institución académica ha acumulado a lo largo de su historia; albergó antes, en el siglo xix, la morada y almacenes de don Esteban de Antuñano, precursor de la industria textil mexicana y fundador de las fábricas La Constancia Mexicana y La Economía, quien la habitó hasta su muerte, acaecida el 7 de marzo de 1847. Años más tarde, sería la sede de los famosos almacenes de ropa La Ciudad de México, propiedad de la firma Lions y Compañía y en pleno siglo xx daría cabida a otros giros comerciales más.

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Museo Universitario Casa “del conde Castelo” 2 Norte No. 2 y 4

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Museo y Biblioteca “General Ignacio Zaragoza”

Museo y Biblioteca General Ignacio Zaragoza

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Las instalaciones que ocupan el museo y biblioteca “general Ignacio Zaragoza”, datan de finales del siglo xvii, ya que la orden religiosa de los hermanos betlemitas llegados a México en 1674 procedentes de Guatemala, se instalaron en la ciudad de Puebla en 1682 para construir en los terrenos cedidos por el Ayuntamiento, un hospital que estaría destinado a la asistencia de enfermos e indigentes, los cuales serían atendidos por los integrantes de la orden siendo fundador del hospicio fray Francisco del Rosario. El predio adquirido poseía una cantera de la que se tomó la mayor parte de la piedra para la construcción del hospital y de la iglesia. Las obras iniciaron el día 5 de julio de 1692 y se concluyeron a principios del año 1700. Al momento de emitirse las leyes de reforma quedaron clausuradas todas las instalaciones de esta orden hospitalaria. Para 1861 el inmueble albergaba una fábrica de cerillos. En el año de 1886 el edificio fue ocupado por el Seminario Conciliar Palafoxiano, mismo que fue reinaugurado el 8 de diciembre de 1907 como Universidad Católica Angelopolitana por el primer arzobispo de Puebla, don Ramón Ibarra y González, quien reedificó con este fin el inmueble y obtuvo las licencias papales necesarias. Sus facultades de filosofía, teología, derecho canónico y civil, medicina e ingeniería funcionarían brillantemente hasta el año de 1914 en que fue saqueada por los revolucionarios y destruida su valiosa biblioteca y los gabinetes científicos con que estaba dotada. En 1927 el general Plutarco Elías Calles, Presidente de la República y el general Joaquín Amaro, secretario de guerra y marina, iniciaron los trabajos de reconstrucción para albergar en este sitio la comandancia general de la 34ª jefatura de operaciones, posteriormente convertida en el cuartel general de la 25ª Zona Militar. Después de un proceso de restauración ordenado por la Secretaría de la Defensa Nacional, respetando la arquitectura y detalles

históricos de la construcción, el inmueble se recuperó para ser designado sede del museo y biblioteca “general Ignacio Zaragoza”, que desde el 5 de febrero de 1997 abrió sus puertas como un espacio para la cultura, ofreciendo un moderno concepto en los servicios de museo y biblioteca. El museo ocupa la planta alta del edificio y de una manera cronológica ilustra al visitante sobre la vida y hazañas del héroe de la batalla del 5 de mayo de 1862 en Puebla, cuando “las armas nacionales se cubrieron de gloria”. Se puede apreciar también documentación de relevante importancia: mapas, banderas y estandartes que encabezaron a los regimientos, así como los diferentes blasones de los monarcas desde la época prehispánica en México y que ahora son parte de nuestros símbolos patrios.

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Museo “Ignacio Zaragoza” 4 Poniente No. 516

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Palacio Municipal

Palacio Municipal

El Palacio del Ayuntamiento debe ser considerado como símbolo emblemático del poder civil que en contraposición al poder espiritual de la Iglesia nos recuerda la temporalidad y finitud de la presencia del hombre. El lugar que ocupa el edificio ha sido desde la fundación de la ciudad en el siglo xvi, el mismo que desde un principio se destinó para albergar las “casas reales” o edificios del cabildo para el buen gobierno y administración de la ciudad, siendo al mismo tiempo sede de los tribunales de justicia, donde los alcaldes mayor y ordinario actuaban como jueces de primera instancia y la cárcel, cumpliendo así con lo que marcaban las leyes indianas de que los pueblos tuvieran tres lugares públicos para el despacho de sus negocios: la casa de Cabildo o Concejo, la casa de la Audiencia y la cárcel. Si bien en el trazado de la ciudad se reservó al Cabildo toda la manzana de la acera norte de la Plaza Pública, pronto fue autorizado el ayuntamiento por el virrey a vender la mitad de dicha manzana, volviendo a recuperar más tarde todas las accesorias del portal de esta acera y otras más que daban a la calles de “Guevara”, 1ª de “Mercaderes” y “la Alhóndiga” en la “calle de la Carnicería”. Después de la ley de desamortización de bienes de manos muertas del 26 de junio de 1856, se vio el cabildo en la necesidad de volver a vender estos bienes raíces que formaban parte de sus “propios”, conservando sólo la mitad oriente del portal y “la Alhóndiga”. En 1536 se empezó a construir la primera casa municipal, consistiendo ésta en tres salas de un solo nivel, una grande y dos pequeñas en los extremos, sumando sus dimensiones poco más de la cuarta parte del actual Palacio. La sala principal era la del Cabildo y tenía un estrado de piedra con su escalinata. Adentro estaba un claustro y por delante del edificio se encontraba el portal. Junto se hallaba la vivienda del alcalde mayor y al poniente del Cabildo se hallaba instalada la Audiencia y la cárcel; por detrás, en el sitio donde se construyó después la Alhóndiga, se ubicó el Corral del Concejo (1546-1576).

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Al principiar el siglo xvii, se agregó el segundo nivel a las casas consistoriales, construyéndose otros anexos para la contaduría de las reales alcabalas y el archivo, aunque todas las instalaciones carecían de “lucimiento y comodidad”; por lo que, en 1714, el alcalde mayor Juan José de Veytia y Linaje (1699-1722), construiría un nuevo edificio, levantándolo de los cimientos, con nueva vivienda para los alcaldes mayores y la sala capitular y capilla que tenían su entrada por la misma puerta y escalera principal del palacio. El actual edificio data de finales del siglo xix y principios del xx, obra del arquitecto inglés Charles James S. Hall.

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AV. 5 DE MAYO

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Palacio Municipal Av. Juan de Palafox No. 14

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Parroquia de San José

Parroquia de San José

Una de las mejores joyas arquitectónicas con que cuenta la ciudad de Puebla es, sin lugar a dudas, la Parroquia de San José, cuyo origen se remonta a 1556, cuando el Ayuntamiento eligió a san José como patrono contra los rayos, por sobre santa Bárbara, que es la tradicional patrona contra este natural y temible fenómeno atmosférico. El templo se inició modesto y pequeño y se concluyó en 1595, erigiéndola en parroquia el señor obispo don Diego Romano (15781606) el 1 de abril de dicho año, segregándola de la parroquia del Sagrario de la Catedral y poniendo como límite jurisdiccional de ambas parroquias el camino que viniendo de Veracruz hacia México cruzaba la ciudad por la antigua “calle de los Mesones” (actual 8 Oriente-Poniente). Al parecer los techos de la primitiva iglesia eran de madera y el capitán Antonio Fernández de Aguilar le construyó las bóvedas y mandó rebajar un tanto los pilares, que eran demasiado gruesos. La iglesia se terminó de edificar antes de 1693, en que fue comenzada la capilla de Jesús Nazareno, siendo el maestro de la obra el arquitecto sevillano Diego de la Sierra Garcipérez. Hasta 1771 el templo tenía placas de tecali en vez de vidrios, y sus bellísimos retablos datan algunos del siglo xvii y otros del siguiente. El exterior luce solemne con su clásico revestimiento poblano de ladrillo, así en la fachada del templo como en la gran Casa de Ejercicios anexa. La portada es graciosa con columnas y pilastras revestidas de azulejos, mientras el esbelto campanario se ubica en la esquina. El interior de la iglesia no es menos majestuoso. Es de tres naves separada por arcos y cúpula sin tambor. El altar mayor es neoclásico pero las naves laterales conservan aún sus maravillosos retablos barrocos y churriguerescos. La sacristía es acaso la más bella de Puebla, así por su arquitectura como por su artística cajonera taraceada y los valiosos cuadros que la adornan. De las varias capillas que se abren al interior del templo, la que es una verdadera joya arquitectónica es la que sirve de sagrario, conocida también por capilla de Jesús Nazareno. Edificada entre 1693 y 1706

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en un estilo barroco sobrio es de enormes dimensiones con su planta cruciforme que sostiene una gran cúpula con tambor octogonal que por fuera es una de las más vistosas y artísticas cúpulas de azulejos que hay en la ciudad. Las columnas del crucero son de gran maestría y perfección así en sus proporciones como en su técnica de labrado. En este inigualable templo se conservan aún lienzos pintados al óleo por algunos de los mejores maestros novohispanos y decimonónicos como Antonio de Santander, Diego Berruecos, Marimón, Pascual Pérez, Miguel Jerónimo Zendejas, Agustín Arrieta y Cayetano Padilla; y una gran cantidad de esculturas atribuidas al taller de la familia Cora, dignas todas de un estudio detallado que enriquezcan la historia del arte en Puebla. NORTE 20 PTE

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AV. 5 DE MAYO

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Parroquia de San José 2 Norte No. 1803

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Parroquia de San Marcos

Parroquia de San Marcos

En el sitio que ocupa el actual templo hubo una ermita construida al mediar el siglo xvi en honor de san Blas. Ésta se edificó en un solar donado en 1538 por el ayuntamiento para que el conquistador Hernando de Helgueta, primer alcalde mayor que tuvo la ciudad de Puebla de los Ángeles, construyese una ermita en el límite poniente de la traza española, desde donde partiera el camino que llevaba a Cholula, razón por la cual a la calle que iniciaba desde el río San Francisco y atravesaba la ciudad hasta llegar a esta ermita se le llamaba también “calle de Cholula”. En el lugar existió también la ermita que el alférez Antonio Sardo dedicó a san Blas y san Antonio Abad y en donde culminaba la letanía o procesión de rogaciones que el día de san Marcos salía de la catedral hacia esta ermita por mandato del obispo Diego Romano (1578-1606), evitando así mayores dificultades con los religiosos de Santo Domingo a donde se dirigía la procesión inicialmente. Sería el mismo obispo Romano quien comenzara a erigir junto a esta ermita la iglesia de San Marcos, misma que en 1604 cedería a las religiosas Carmelitas Descalzas que deseaban construir su convento, trasladándose después a Santa Teresa (2 Norte y 8 Poniente), donde se instalaron definitivamente, dejando a medias la construcción de la iglesia de San Marcos. En abril de 1607 a la muerte de Diego Romano le sucedió Alonso de la Mota y Escobar (1607-1625) quien compró los solares pertenecientes a las Carmelitas Descalzas, dejando intactos los templos anteriores, los que más tarde estarían a cargo de la Cofradía de la Sangre de Cristo. Luego, el 18 de agosto de 1698 el ilustrísimo Manuel Fernández de Santa Cruz (1676-1699) la nombró ayuda de la parroquia del Sagrario de la Catedral, poniendo como primer vicario al bachiller José de Villegas. San Marcos fue auxiliar del Sagrario hasta 1769 cuando el obispo Francisco Fabián y Fuero (1765-1773) la declaró parroquia independiente.

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La fachada del templo, con sus adornos de azulejos, fue terminada en 1797, según su inscripción, siendo su revestimiento típicamente poblano al combinar el ladrillo y azulejos con tableros que ostentan imágenes, si bien no de la calidad del cercano santuario de Guadalupe y menos del de San Francisco Acatepec, le dan un agradable aspecto al lugar donde se encuentra. El inmueble religioso es de una sola nave, con el testero cuadrangular, cubierto con bóvedas de cañón con lunetos y cúpula con tambor octogonal sobre pechinas. El coro descansa en una bóveda de arista. Los altares son modernos y sin mayor mérito estilístico. Se conservan algunas pinturas coloniales de regular calidad artística.

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AV. REFORMA

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Parroquia de San Marcos Av. Reforma No. 730

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Patio de los Azulejos

Patio de los Azulejos

La Casa de Ejercicios de San Felipe Nerí, anexa al templo del mismo nombre, al que se le conoce también como “iglesia de La Concordia”, es sede hoy de la Escuela Primaria Oficial Gabino Barreda y posee uno de los más bellos patios coloniales, admirablemente decorado con azulejos. La construcción se inició en 1793 gracias a las gestiones realizadas por el padre Cayetano Medina, Prepósito de la Congregación, quien no sólo consiguió la licencia del obispo Salvador Biempica y Sotomayor para su construcción y un donativo que el prelado le dio de 14 000 pesos, sino que también logró la gracia concedida por el virrey Antonio María de Bucareli y Ursúa de sortear billetes de la Real Lotería para alimentar a los ejercitantes necesitados. Los ejercicios espirituales se impartían antes en lo que fue el claustro de la venerable Concordia de San Felipe Neri, lo que no dejaba de ser incómodo para los sacerdotes congregantes. Una vez construida la casa se le dotó de 36 aposentos individuales, y todas las demás dependencias necesarias como: capilla, refectorio, sala de conferencias, confesionarios, deambulatorios, salas de esparcimiento y demás servicios. Fue en esta casa donde el presbítero Joaquín Furlong, prepósito de La Concordia (1814-52) y hermano de los gobernadores Cosme y Patricio, imprimió el Plan de Iguala que Agustín de Iturbide distribuyó por todo el país. De igual manera, se imprimió en este inmueble “La Abeja Poblana”, el primer impreso periodístico de la entidad. Anexo a este edificio se encuentra el hermoso Patio de los Azulejos, cuya entrada está marcada con el número 110 de la avenida 11 Poniente, siendo su decoración interior una combinación de ladrillo, piedra y yesería con un bello mosaico de azulejos amarillos, verdes, azules y blancos, con motivos florales y otros artísticos diseños más cuya valoración iconográfica está pendiente de reseñar. Los paneles de sus muros son una de las más hermosas y artísticas manifestaciones constructivas de la Puebla novohispana anterior a la Independencia de México.

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En mayo de 1995, se instaló en este lugar una escuela y taller de talavera poblana, por parte de la Secretaría de Cultura, que proporcionara a sus alumnos información histórica suficiente sobre la cerámica en México y en España y los capacitara en la aplicación de técnicas tradicionales de elaboración. Lamentablemente los daños sufridos en el inmueble por el sismo de 1999 obligaron a las autoridades a desalojarlo para realizar un trabajo de reparación parcial, no obstante el rescate y restauración urgente que reclamaba el monumento histórico.

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Patio de los Azulejos Antigua Casa de Ejercicios 11 Poniente No. 110

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Santuario de Guadalupe

Santuario de Guadalupe

El templo, dedicado a honrar a la Virgen de Guadalupe, se construyó extra muros de la ciudad de Puebla cuando la traza urbana llegaba hasta San Marcos primero y más tarde hasta la calle 11 Sur, limitando con los terrenos que la ciudad dedicaría más adelante para el Paseo Nuevo, antecedente histórico del actual Paseo Bravo. La edificación del templo se inicio en 1694 a instancias y por gestiones de Juan Alonso Martínez Peredo, que ejerció los oficios de herrero y cohetero, recibiendo el valioso apoyo de Alonso de Ávila, cura de Tlatlauquitepec. El santuario se terminó y dedicó hasta 1722, nombrándose como su primer capellán al padre Miguel Alonso Martínez Peredo, hijo del promotor del santuario. En 1765, se trasladaron a las casas contiguas, las colegialas mercedarias. La fachada decorada con azulejos de la iglesia es una de las mejores del país, después de la de San Francisco Acatepec y se asemeja en decorado a la cercana iglesia parroquial de San Marcos. Su modalidad innovadora es atribuida al arquitecto sevillano Diego de la Sierra, quien imprimió un singular carácter al barroco mexicano. Todo su paramento consta de azulejos en fajas horizontales en zigzag, siendo la portada labrada en piedra de un barroco sobrio, con pilastras acanaladas y relieves en las enjutas; pináculos y dos ventanas al centro; la inferior es rectangular con frontón roto, y la superior con cerramiento semicircular abocinado. Una balaustrada delinea el conjunto a manera de coronamiento. Las torres de Guadalupe son esbeltas, con columnas salomónicas y gran profusión de ornatos en relieve. En donde sus basamentos están revestidos de ladrillo, sobre los cuales resaltan tableros de azulejos. Constan de tres cuerpos: los dos inferiores formados por columnas salomónicas; los últimos por estípites. El primero es de planta cuadrada con frontones en su planta alta, y los otros dos ochavados. Los remates no son cupulines, sino en forma de base de copa.

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Sólo la capilla lateral conserva sus excelentes yeserías. Es de planta cruciforme, con los brazos muy cortos y ofrece, como las torres, columnas salomónicas con profusión de ornatos en relieve, sin pintar, lo que indica que no fue concluida. La cúpula es de gajos, visibles por fuera y dentro, con linternilla pequeña sólo visible al exterior. El tambor tiene ocho óculos mixtilíneos y cuatro lucarnas arriba, a los ejes de la planta. Su arquitectura es como la de toda la capilla y las torres del templo, un tanto popular.

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Santuario de Guadalupe Av. Reforma No. 1108

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Teatro Principal

Teatro Principal

El teatro profano se empezó a desarrollar en modestos locales cerrados a los que llamaban “corral de comedias” y más tarde “coliseo” cuando pasaron a ser administrados por las autoridades de la ciudad, los que eran un retrato en miniatura del orden social jerarquizado en localidades estancas, pues al público se le acomodaba por sexo y por pertenencia social. El ingreso líquido que dejaban las funciones dadas en estos establecimientos beneficiaban directamente, por disposiciones de Felipe II, a sus propios súbditos a través de los hospitales de Naturales de la Ciudad de México a partir de 1604 y de San Roque de la ciudad de Puebla desde el año de 1607, situación que prevaleció más allá de los tres siglos de dominación española. El recinto al que se dio en llamar “coliseo” consistía más bien en un local techado por una cubierta de tejamanil, de tijera y plomo, designada también como jacal. En el patio y en el área del mosquete se agregaban varias bancas, todo lo cual permitía tener una audiencia de más de mil espectadores, como fue el caso del coliseo de Puebla, que no es otro que nuestro afamado “Teatro Principal”, el más antiguo de América. Este teatro fue en realidad el sexto coliseo que se estableció en la ciudad, construido por el Ayuntamiento el año de 1759, en un terreno de su propiedad, ubicado en una parte de la extensa Plazuela de San Francisco, para lo que hubo necesidad de demoler la portada que daba acceso a la Alameda. Al año siguiente tuvo lugar la solemne inauguración. La singularidad del coliseo poblano se debe no sólo a la celeridad de su alzado (1759-1760) y al carácter singular de la empresa, sino al hecho de todo insólito de seguir en funciones hasta nuestros días, con el pequeño paréntesis provocado por el incendio de 1902. El plafón original fue pintado por el famoso pintor poblano Miguel Jerónimo de Zendejas, quien plasmó en él las figuras mitológicas de

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Apolo y Talía, el escudo que Carlos V otorgó a la ciudad de Puebla, y arriba de esa pintura con caracteres transparentes y de tamaño suficiente para ser leídos desde lejos una inscripción latina que traducida al español decía: “El arte bueno ennoblece a los pueblos”. En este espacio teatral se presentaron lo mismo piezas operísticas que sainetes, obras cómicas, títeres o entremeses, actos de prestidigitación o malabarismo circense; así como obras clásicas de Molière, Lope de Vega y Calderón de la Barca, y de autores poblanos que destacaron magistralmente con sus obras, como las del dramaturgo Mariano Dávila y Altamirano, y el poeta y autor teatral Francisco Neve.

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Teatro Principal 8 Oriente y Blvd. 5 de Mayo

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Templo Conventual de Nuestra Señora del Carmen

Templo Conventual de Nuestra Señora del Carmen

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El Convento de Nuestra Señora de los Remedios de la ciudad de Puebla es el segundo monasterio de la orden religiosa de Carmelitas Descalzos que se erigió en la Nueva España, instalándose provisionalmente el año de 1586 en una pequeña ermita con la advocación de la Virgen de los Remedios atendida por la cofradía gremial de sastres que la tenían bajo su custodia, hasta que en la siguiente centuria se comenzó a construir la iglesia actual, participando en su fábrica el cantero Jerónimo de la Fuente, labrando en 1606 muestras para la portada de la nueva iglesia y sus escalones. La iglesia, de planta cruciforme, tiene un pórtico tripartito a la manera carmelita y sus bóvedas son de lunetos con cúpula central, sin tambor, con casquete semiesférico; las ventanas son posteriores. En el interior se conservan los nervios de mampostería originales con florones recién agregados. Vale la pena conocer la pequeña capilla que se encuentra del lado del Evangelio, llamada de las Reliquias, conocida también como de la Santa Cruz de Huatulco. El primer nombre se le dio porque con ese fin empezó a edificarla, en 1630, fray Juan de Jesús María Borja, dotándola de nichos estratégicamente distribuidos para el resguardo de las reliquias que tenía bajo su custodia el convento. El segundo nombre se justifica por haber depositado ahí un fragmento de la Cruz de Huatulco el Dr. Antonio de Cervantes Carvajal, canónigo de la catedral de Puebla. Ambos hechos, ocurridos casi simultáneamente, se dieron antes de 1637, año en que la capilla se había terminado de construir. La cubierta de la capilla tiene una pequeña cúpula de casquete semiesférico de seis secciones, sin tambor, y está cubierta íntegramente por relieves de yeso, entre los que destacan un florón central, rodeado por una fina moldura, y los pequeños ángeles pasionarios, delicadamente esculpidos. Las pechinas con relieves de yeso y cartelas casi circulares que enmarcaron en algún momento pinturas hoy desaparecidas.

En el lado del crucero de la iglesia, del mismo lado del Evangelio, abre sus puertas la Capilla del Sagrario o de Santa Teresa, de planta cruciforme con bóvedas y cúpula sin tambor. A los pies del templo y formando ángulo con él, queda la gran capilla de la Tercera Orden de Nuestra Señora del Carmen que ofrece una planta octogonal cuya cubierta de bóvedas por paños corresponden a cada uno de sus lados irregulares. El atrio del Carmen, considerado como uno de los más “románticos” de Puebla, tiene como fondo los arcos de la portería de acceso al convento, la que ostenta bellísimo ornatos en relieve combinados con azulejos. La huerta del monasterio carmelita, famosa por las exquisitas peras que se cosechaban en ella, fue convertida en cuartel durante el siglo xix, hasta que el terreno fue fraccionado y vendido en lotes para comenzar a formar la nueva colonia El Carmen. NORTE 15 PTE

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Templo Conventual de Nuestra Señora del Carmen 16 de Septiembre No. 1704

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Templo Conventual de San Agustín

Templo Conventual de San Agustín

La orden religiosa de San Agustín fue la tercera en establecerse en la ciudad de Puebla, sólo después de los franciscanos y dominicos, siendo su convento fundado con licencia del virrey don Antonio de Mendoza, otorgada en 1546. Las tres órdenes religiosas fueron las únicas en ocupar dos manzanas enteras para sus instalaciones. En 1548 el Ayuntamiento cedió a la orden agustina el terreno para edificar su casa, a la que se trasladaron dos años después. Construyeron un templo cuyo frente principal daba hacia la antigua “calle de los Herreros”, hoy avenida 3 Poniente. La iglesia actual, dedicada a la advocación mariana de Nuestra Señora de María de Gracia, se comenzó a construir en 1590, pero hasta 1609 fueron cerradas parcialmente las bóvedas, bajo la dirección del arquitecto Mateo Cuadrado, quien las adornó con yeserías que contrató en 1610. La nave principal y capillas laterales se consagraron el 26 de agosto de 1612, faltando aún por construir el crucero, la cúpula y el presbiterio, obra que continuaron los maestros Miguel de Aguilera y Gaspar Guzmán. La riqueza y elegancia de estas yeserías, las más antiguas de la Nueva España, con que fue adornado el templo de San Agustín, “con sus cuadros, molduras, cintas y demás”, influyeron directamente en la decoración de la iglesia y antigua capilla del Rosario del convento de Santo Domingo, la iglesia del convento del Carmen y la capilla de San Ildefonso. El templo agustino es de grandes proporciones y su planta arquitectónica en forma de cruz latina, con amplio crucero y capillas hornacinas a los lados de la nave. Su testero es plano y las bóvedas son de cañón con lunetos. La cúpula, que no llega a ser de media naranja, carece de tambor, y las pechinas están cubiertas por un enorme bloque exterior que la asemeja a las cúpulas bizantinas. Las portadas de la iglesia son de estilo muy sobrio, estando la primera compuesta de dos cuerpos y un remate, organizada a base de pilastras pareadas, dóricas abajo con nichos avenerados entre ellas,

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con esculturas excelentes y entablamento liso, sin resalto alguno. En el segundo cuerpo son jónicas, demasiado bajas o anchas para guardar la proporción requerida. En el centro se colocó un gran relieve con la representación de “La Visión de San Agustín”. El interior del templo se encuentra desolado, sin decoración ni ornamentación alguna de interés estético, debido a los constantes bombardeos que sufrió san Agustín al mediar el siglo xix y ser ocupadas sus instalaciones como fortaleza militar en la defensa de las entradas sur y oeste de la ciudad.

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Templo Conventual de San Agustín 5 Sur No. 305

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Templo Conventual de San Francisco

Templo Conventual de San Francisco

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El convento de San Francisco de Puebla, conocido como de las Llagas, se construyó a la vera del Camino Real a Veracruz (Av. 14 Oriente) y el río de San Francisco (Blvd. 5 de Mayo), al oriente de la ciudad y fuera de la traza urbana del siglo xvi, junto a la gran Plaza del Alto del barrio indígena de origen tlaxcalteca y a un lado del Estanque de los Pescaditos, propiedad del conquistador García de Aguilar. El actual convento data de la década de 1550, con una primera iglesia que más tarde sería remplazada por la que hoy conocemos, la que se edificó con cantera extraída del vecino cerro de San Cristóbal, donde se encuentran emplazados los actuales fuertes de Loreto y Guadalupe. El coro y las capillas de dicho templo fueron trazados y hechos, entre 1574 y 1579, por el arquitecto Francisco Becerra, el mismo que había trazado y abierto los cimientos de la catedral angelopolitana. Este primitivo convento contaba con su iglesia, enfermería, dos claustros bajos y otros dos altos, dormitorios, celdas, huerta y fuente de agua. Lo habitaban alrededor de cuarenta frailes y contaba con un buen estudio de artes para sus novicios. Durante la centuria del xvii se continuó embelleciendo el convento e iglesia enladrillando las bóvedas, dotándolas de puertas de madera entableradas, enrejando la capilla mayor enlosando sus pisos, revistiendo de azulejos las paredes exteriores y decorándola con numerosos y ricos retablos de madera tallada, dorada y estofada que, al paso inevitable del tiempo y modas estilísticas, se irían perdiendo irremisiblemente. La iglesia, de grandes dimensiones, es de una sola nave, con su puerta principal al poniente y el testero al oriente, de planta semicircular. El exterior del templo está reforzado por contrafuertes cuadrados y un pretil que remata la planta alta. La portada principal, con su magnifica decoración con azulejos poblanos y soberbio retablo de cantería, data del siglo xviii y la lateral, la más antigua de la ciudad, del siglo xvi, siendo ambas de gran significación y belleza. Los claus-

tros que se ubicaban hacia el sur de la iglesia han desaparecido. De las capillas que se fueron adicionando al templo a partir del siglo xvii se conservan varias, entre ellas está la dedicada a la Virgen “La Conquistadora”, pequeña imagen estofada del siglo xv dada por el conquistador Hernán Cortés a su aliado tlaxcalteca Gonzalo Axotecatl en reconocimiento a su valiosa ayuda en la conquista del imperio azteca. En esta misma capilla se venera el cuerpo incorrupto del beato fray Sebastián de Aparicio. Las huertas del convento franciscano fueron enajenadas por el gobierno en 1857, fraccionadas en lotes y vendidas a particulares, que establecieron ahí algunas factorías industriales. Hoy forman parte del Centro de Convenciones, instalaciones comerciales y culturales.

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Templo Conventual de San Francisco 14 Oriente No. 1003

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Templo y Convento de Santa Teresa de Ávila

Templo Conventual de Santa Teresa de Ávila

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El convento de carmelitas descalzas tuvo su humilde origen en la antigua ciudad de Veracruz, en la casa de doña Ana Núñez de Montalbán, donde varios vecinos españoles decidieron fundar un recogimiento voluntario de mujeres, pues era frecuente el desamparo en que algunas quedaban por viudez, abandono o por llevar una vida herrada. La fundación contó con la licencia del obispo de Puebla don Diego Romano (1578-1606); más tarde se convertiría en convento bajo la regla de Santa Teresa de Jesús, radicándose en Puebla en 1601 sin tener aún el permiso de la Santa Sede. Ocuparon una casa cercana a la ermita de San Blas y de San Antonio Abad junto al solar donde el obispo Diego Romano empezara a levantar el templo de San Marcos, edificación que el propio obispo terminaría por ceder a las nuevas religiosas que deseaban construir su convento. En este lugar fue donde se erigió su monasterio el 20 de diciembre de 1604, bajo la advocación de san José. Más tarde, en 1607, adquirirían los solares donde edificarían el monasterio donde establecerían su sede definitiva, ubicada en las antiguas calles de Mesones y Mercaderes, hoy 8 Oriente y 2 Norte, durando la obra de 1608 a 1626, año en que se consagró el templo. El exterior de la iglesia es muy sencillo. Es de una sola nave, paralela a la calle, la que fue despojada de su antigua decoración barroca. La cúpula, sin tambor, es muy baja. Tiene dos portadas idénticas entre los macizos contrafuertes de sección rectangular. Sobre un par de pilastras toscanas el entablamento fuertemente moldurado, y arriba, entre otras dos pilastras que no siguen el eje de las inferiores, encasamentos con venera para las imágenes de la Virgen del Carmen y san José, talladas en piedras de Villeras. El interior del templo ofrece una sencilla decoración del siglo xx. Los dos coros, tan amplios como todos los de monjas, al parecer se

conservan intactos. Los relieves interiores de las puertas de madera son magníficos. En el altar principal, de estilo neoclásico, se ubica la escultura de la patrona del templo y a sus lados otras esculturas de la Virgen del Carmen y san José. En los muros del presbiterio se aprecian dos lienzos grandes de Cristo Crucificado y de la Virgen de la Soledad. A lo largo de los muros de la nave se observan otras imágenes y en el muro del fondo otros cuadros antiguos. A un costado del templo sobre la calle 8 Oriente, funciona hasta la fecha, después de cuatro centurias de existencia, el convento de las religiosas carmelitas descalzas.

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Templo y Convento de Santa Teresa de Ávila 2 Norte No. 801

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Templo de la Limpia Concepción

Templo de la Limpia Concepción

El templo de La Limpia Concepción se edificó para dar servicio espiritual al convento del mismo nombre, el segundo establecimiento para religiosas fundado en la “muy noble y muy leal Ciudad de los Ángeles” y el más rico y famoso de cuantos a llegaron a existir, erigido en 1596 en los solares de esta manzana, gracias a la donación de 30 000 pesos hecha por el padre Leonardo Ruiz Peña, cura beneficiado del partido de Jonotla, ex sacristán de la catedral angelopolitana, quien cumplía así el voto que le tenía hecho a la Virgen por salvarle de morir en las caudalosas aguas de uno de los ríos de la sierra norte de Puebla. La primera iglesia que tuvo fue una pieza baja hasta levantada en las casas que había pertenecido al canónigo don García Rodríguez Maldonado, siendo habilitado el edificio con techo de vigas y terrado hasta que se levantó la iglesia actual bajo el diseño y obra del capitán sevillano Francisco de Aguilar, maestro mayor de arquitectura, quien la construyó de una sola nave, con ábside cuadrado y sin crucero, cubriendo sus bóvedas de cañón con una lujoso techumbre de madera recubierta de plomo y exornada de tejas. Por dentro le adorno con un bello artesonado de madera, con alfarjes y todo, que duró hasta 1730 cuando las religiosas cambiaron la techumbre de madera por la bóveda actual de cañón con lunetos y cúpula sobre pechinas, sin tambor, debido al deterioro en que se encontraba el templo, consagrado a la Purísima Concepción de la Virgen María desde el 30 de noviembre de 1617. Los coros, alto y bajo, están protegidos por sólidas rejas de hierro, forjados en 1615 por el maestro Francisco Domínguez y muestran aún su calidad y perfección. En el coro bajo del convento es donde se enterró a sor María de Jesús, “el Lirio de Puebla”, religioso virtuosa y mística que vivió recluida en el convento durante 38 años y murió en olor de santidad; un siglo después, cuando se inició el proceso de su canonización, su cuerpo fue encontrado incorrupto.

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El amplio coro alto llegó a tener hasta cinco retablos del estilo barroco estípite de la segunda mitad del siglo xviii, siendo el central de espléndida factura. Las tallas de madera del interior de las puertas son bellísimas. Los altares modernos no ofrecen interés estético alguno. El exterior de la iglesia se caracteriza por sus enormes contrafuertes de perfil mixtilíneo, de un estilo barroco popular. Cuenta con dos portadas barrocas conventuales del siglo xvii y algunas esculturas en argamasa en el exterior. La torrecilla de dos cuerpos luce esbeltas columnas salomónicas. El interior del templo fue remodelado en el siglo xix, siendo de admirar la extraordinaria pintura del maestro Francisco Morales Van Den Eyden representando La coronación de la Virgen María.

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Templo de la Limpia Concepción 7 Poniente No. 105

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Templo de la Santa Cruz

Templo de la Santa Cruz

Don Mariano de Echeverría y Veytia, cronista del siglo xviii consideró la posibilidad de que en el lugar que hoy ocupa la capilla de Santa Elena se haya celebrado la misa fundacional de la Puebla de los Ángeles, el 16 de abril de 1531, por parte de fray Toribio de Benavente “Motolinia”; pero lo más probable, es que en el sitio que hoy ocupa el templo haya existido un humilladero con su cruz que se menciona en 1537 en los libros de cabildo del ayuntamiento poblano. Lo cierto, es que más adelante existió en el lugar una pequeña ermita a la que desde el siglo xvii se le conocía con el nombre de “capilla de la Cruz de los españoles”. Fue precisamente en esta capilla que el ilustrísimo obispo don Manuel Fernández de Santa Cruz erigiera el 3 de mayo de 1693 la parroquia de la Santa Cruz, separando el barrio de El Alto de la parroquia de San José, la que tenía un amplio territorio por administrar. El propio prelado puso la primera piedra del templo actual, que fue dedicado hasta 1714. Es de muy buena arquitectura y de gran espacio. La fachada del templo manifiesta la transición entre el barroco estípite y el neoclásico, consta de dos cuerpos y un remate. Las dos torres construidas posteriormente ostentan en sus cubos gigantescos estípites que finalizan en el cornisamiento del remate, datándose el primer cuerpo del campanario en 1744. La puerta está delimitada por dos pilastras dóricas de piedra con un arco de medio punto. El atrio es muy vistoso, con su barda calada y su pórtico neoclásico que ostenta la fecha de 1886. La planta de la iglesia es cruciforme con bóveda de cañón corrido, dividida en seis tramos formando cruces en el medio cañón. En las capillas y paredes del interior del templo se observan pinturas artísticas y piezas arquitectónicas muy bien logradas, como el púlpito. Siendo párroco de la Santa Cruz el padre Andrés de Arce Quiroz y Miranda, después canónigo magistral, chantre de la catedral y obispo electo de Puerto Rico fundó, en 1765, escuelas gratuitas de niños y niñas donde se les enseñaba la doctrina cristiana, a leer y escribir,

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además de la instrucción propia de su género; construyó además la sacristía y el baptisterio y mandó hacer un retablo tallado y dorado de Nuestra Señora de la Luz, de muy buena factura, que se colocó del lado de la Epístola, después del crucero. En ladrilló también toda la iglesia, labrando viviendas para el cura y sirvientes, entre otras obras más. El templo de la Santa Cruz perdió temporalmente su categoría jurídica de parroquia por dificultades jurisdiccionales tenidas con el cura de Analco, pasando a ser simple capellanía y más tarde vicaría fija dependiente de esta última parroquia hasta que en 1921 el arzobispo Enrique Sánchez Paredes promulgó un decreto, fechado el 3 de mayo, erigiéndola canónicamente en parroquia.

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Templo de la Santa Cruz 16 Oriente No. 1206

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Templo de Nuestra Señora de Luz

Templo de Nuestra Señora de Luz

Ubicado en el barrio de Tepetlapa, perteneciente a la parroquia del Santo Ángel Custodio de Analco, se encuentra el Santuario de Nuestra Señora de La Luz cuya edificación fue iniciada alrededor del año 1767 por el Lic. Manuel del Toro, clérigo presbítero del obispado de Puebla, para difundir la devoción a esta advocación mariana recién introducida a la Nueva España por el padre jesuita Juan Antonio Genovesi, ardiente promotor de su culto. Para 1778 se había construido una bóveda del templo, siendo suspendida la obra por muchos años debido en parte a la muerte de su promotor, pasando muchos años sin ser terminada hasta el año de 1805 en que la concluyó su primer capellán, el padre Pedro Romero, maestro del idioma mexicano en el Seminario Palafoxiano, acudiendo a las fiestas de dedicación el Ayuntamiento poblano y los numerosos alfareros y vidrieros que tenían sus talleres distribuidos en dicho barrio. A partir de entonces, se hicieron famosas las verbenas que cada año se hacían en La Luz en la fiesta tutelar de la Virgen. La iglesia presenta una planta de cruz griega, con uniones cuadradas en sus ángulos que sólo abarcan la mitad de los brazos de la cruz, y en los espacios exteriores que quedan libres, dependencias del templo. La cubierta es de bóvedas de cañón con lunetos en los cuatro brazos del crucero, vaídas en los espacios de unión y una gran cúpula sobre tambor y pechinas en el centro, recubierta en el exterior de azulejos en el cimborrio y petatillo en el tambor, rematándola un ánfora en lugar de cruz. Su estructura es semejante a la del Sagrario Metropolitano de México; por el exterior, dos torres de cantera gris alteran dicha semejanza. La iglesia presenta una sola entrada. Al ser terminada la iglesia en el siglo xix, sus altares pertenecen a esa época; pero se conserva buen número de pinturas coloniales, como las Escenas de la Vida de San Juan Nepomuceno, en su altar, y repartidos por el templo, numerosos y apreciables cuadros como La

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Vida de la Virgen, firmados por don Miguel de Mendoza y fechado alguno en 1781. La decoración interior es alegre y luminosa y la exterior magnífica, al decir del maestro Manuel Toussaint, por el contraste de la portada de cantería, de un sobrio estilo neoclásico, con los muros revestidos de ladrillo y azulejo, con brillantes tableros que reproducen imágenes de santos. La serie de pináculos piramidales que adorna el cuerpo alto de las torres, presta a la iglesia un aspecto característico, desde cualquier sitio que se le vea, bien diverso del que ofrecen las demás iglesias de Puebla.

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Templo de Nuestra Señora de La Luz 2 Oriente no. 1403

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Templo de Nuestra Señora de la Soledad

Templo de Nuestra Señora de la Soledad

Es una de las edificaciones más sobresalientes de la ciudad de Puebla. Originalmente fue una capilla levantada de 1698 a 1706 por un lugareño mulato, para honrar la imagen de Nuestra Señora de la Soledad que previamente había sido remitida desde España por el conde de Casa Alegre, siendo colocada la imagen en la capilla en 1708 fundándose una cofradía para promover su culto. Poco tiempo después, el capellán Pedro José Rodríguez y el canónigo Juan Francisco de Vergaya impulsaron la fundación de un convento de religiosas carmelitas, aprovechando el edificio de la capilla, que quedó convertido en camarín y edificaron un nuevo templo, en cuya obra tomaron parte activa los fieles. El permiso de la Santa Sede llegó en 1729 y la iglesia fue concluida en 1731, como se lee en una inscripción de la fachada. La consagración del templo se hizo hasta 1749, dos años después de haber llegado la licencia real para su edificación. Anexo al templo quedó instalado el convento carmelita que con algunas reformas y ampliaciones quedó concluido en 1748. La iglesia de la Soledad, ubicada en los limites de lo que fue la original traza española de la ciudad, es un magnífico ejemplo de arquitectura religiosa, tanto por su esbeltez como por su cúpula de media naranja con tambor octogonal revestida con azulejos negros y blancos y la bellísima torre de su campanario de dos cuerpos con un remate, ejemplos dignos del barroco poblano. La planta arquitectónica del templo es cruciforme y conserva en los brazos del crucero cuatro magníficos retablos churriguerescos del primer tercio del siglo xviii. Destaca el altar mayor, obra de José Manzo; el otro altar está dedicado a santa Teresa de Ávila. Por lo demás, los óleos de Magón, Juan Tinoco, Francisco Javier de Salazar y los atribuidos a Pablo José Talavera, el púlpito de ala-

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bastro de Tecali, hecho por el cantero José Medina y la soberbia sacristía del inmueble, constituyen en su conjunto una muestra de lo más destacado del arte barroco novohispano.

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Templo de Nuestra Señora de la Soledad 2 Sur No. 1106

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Templo de San Cristóbal

Templo de San Cristóbal

El templo que dio servicio espiritual al Hospital de San Cristóbal que está anexo, fundado por el licenciado Cristóbal de Rivera, cura beneficiado de Tlacotepec, y su hermana María, inició siendo una capilla de pequeñas dimensiones y en tiempos del obispo Diego Osorio de Escobar y Llamas (1656-1673), se reedificó de nuevo gracias al patrocinio de Francisco de Guadalajara, poniéndolo bajo la advocación de la Purísima Concepción. Quien terminó la fábrica de tan magna obra fue el obispo don Manuel Fernández de Santa Cruz (1676-1699), consagrándola y dedicándola con toda solemnidad el 8 de diciembre de 1687, día de la Purísima Concepción, ordenando reedificar además la casa y el hospital de San Cristóbal. El templo es de una originalidad arquitectónica y decorativa sin igual y su importancia dentro de la evolución del arte novohispano es notable, siendo ejemplo a seguir en la decoración posterior de muchos otros templos ubicados en la región Puebla-Tlaxcala, incluida la soberbia capilla del Rosario del vecino templo de Santo Domingo, consagrada tres años después. La planta arquitectónica del inmueble religioso, en forma de cruz latina, inicia con un coro inmediato a la puerta de ingreso y termina en un testero plano al final del mismo. La nave principal está soportada por arcos y pilastras torales en los que descansan cinco bóvedas de arista con ventanas rectangulares y una cúpula central en el crucero con casquete semiesférico revestida en el exterior con vistosos azulejos amarillos y azules sobre tambor octogonal, rematado por una linternilla octogonal y cupulín semiesférico barrocamente decorado con pilastras lisas y argamasa. Tanto la portada principal como la lateral están profusamente decoradas con relieves y esculturas simbólicas marianas como los ángeles con palmas y cartelas con inscripciones latinas alusivas a la Purísima Concepción que están flanqueando la amplia ventana rectangular del frente. El interior del templo también está lleno de elementos marianos que ornamentan desde el sotocoro hasta la bóveda y cúpula del

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mismo, todos enmarcados con gran profusión de relieves de yeso parcialmente dorados que aunque menos vistosos que los de la capilla del Rosario son de mayor complejidad en sus diseños. Por último, la cúpula es una verdadera obra de arte, con el medallón central representativo de la Purísima Concepción y la orquesta angélica de la media naranja, rodeada de querubines e imágenes de santas vírgenes y mártires, sin faltar los relieves que enmarcan las ventanas y los ángeles marianos de las pechinas, estando como testigos de honor de esta exaltación mariana los propios padres de la Virgen María, san Joaquín y santa Ana, esculpidos en los estrechos brazos del crucero. NORTE 8 OTE

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Templo de San Cristóbal 4 Norte y 6 Oriente

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Templo de San Roque y Ex Hospital

Templo de San Roque y Ex Hospital (Centro de Artesanías Populares)

(Centro de Artesanías Populares)

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Los hermanos legos de la Orden de la Caridad del Mártir San Hipólito fueron fundados en la Ciudad de México, en 1569, por Bernardino Álvarez con el objeto de hacer hospicios para albergar a los españoles que venían al Nuevo Mundo a buscar fortuna. El de San Roque de Puebla fue uno de los seis que la orden erigió cerca de los caminos principales que comunicaban el reino de la Nueva España, para el alivio de caminantes y enfermos. Para 1591 ya tenían edificados en Puebla convento, hospital y un pequeño templo cubierto de vigas, todo ello con la ayuda inestimable del rico obrajero Pablo de Pastrana y de don Rodrigo de Garay, sumada a las limosnas de muchos otros donantes más. Luego, sería en 1624 cuando el ayuntamiento poblano jurara a San Roque como Patrono y abogado contra la peste. Las casas anexas a la iglesia servirían para levantar el hospital que dio cobijo a españoles vagabundos primero y a dementes después, siendo los hombres trasladados, en 1869, al monasterio de Santa Rosa y quedándose en San Roque las mujeres hasta que hace pocas décadas fueron reubicadas en el Batán. La orden hospitalaria sufragaba los gastos que generaba la atención de su piadoso instituto con las limosnas y con parte de las ganancias generadas por las funciones de teatro dadas en la ciudad, disposición virreinal que beneficiaba en Puebla al Hospital de San Roque y en México al Hospital General de los Naturales. Tal disposición siguió cumpliéndose en Puebla ya avanzado el siglo xix. El actual templo fue costeado por el acaudalado obrajero Roque de Pastrana, hijo de don Pablo, quien había patrocinado también la fábrica del costoso cimborrio de la catedral poblana por lo que se le señaló lugar de entierro debajo de tan espléndida cúpula. La consagración se celebró el 16 de agosto de 1672, día de San Roque,

siendo destruido en uno de los primeros sitios que sufrió la ciudad de Puebla en el siglo xix, por lo que se reconstruyó más tarde en un estilo neoclásico de poco mérito tanto en la portada como en el campanario. En la fachada del templo, sobre el portón, en una hornacina, se ubica la escultura popular en cerámica de San Roque. En la actualidad, la imagen religiosa que más veneración recibe en este templo es la del Justo Juez. Las instalaciones que fueron hospital, recientemente restauradas, albergan hoy el Centro de Artesanías Populares, lugar donde se puede adquirir gran variedad de piezas de talavera, vidrio soplado, madera, ónix, latón, papel maché, miniaturas, bordados, popotillo, ropa típica, etc., algunas de cuyas piezas son elaboradas en dicho lugar.

Templo de San Roque y Ex Hospital Juan de Palafox No. 605

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4 SUR

AV. JUAN DE PALAFOX

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Templo del Convento de la Santísima Trinidad

Templo del Convento de la Santísima Trinidad

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El convento de monjas de la Santísima Trinidad fue una fundación piadosa hecha gracias a la liberalidad de los regidores poblanos Alonso de Rivera Barrientos, Antonio Rodríguez Gallegos y Alonso Hidalgo de Ávalos, todos ellos emparentados familiarmente entre sí, quienes en el año de 1619 compraron al obispo Alonso de la Mota y Escobar las casas de su palacio episcopal para establecer allí la clausura del convento, siendo fundadoras del mismo varias de sus hijas y las hermanas de don Alonso de Rivera, doña Clemencia de la Concepción y doña Constanza de San Miguel, que siendo religiosas del convento de Nuestra Señora de la Concepción, cambiaron su filiación religiosa para ser fundadoras del nuevo monasterio de La Santísima Trinidad. En total, una decena de familiares directos de los bienhechores fundadores fueron las que integraron la primera generación de religiosas trinitarias de Puebla. El convento, después de haber sufrido la confiscación de sus bienes a partir de las Leyes de Reforma en el siglo xix, y tras la exclaustración posterior de sus religiosas, fue fraccionado en lotes y vendido a particulares por lo que en la actualidad no se conserva vestigio alguno que dé testimonio de cómo fue su distribución arquitectónica. Lo que sigue estando en pie es el templo que le dio servicio espiritual durante los dos siglos y medio en que pervivió el monasterio. La iglesia fue consagrada en 1673 por su bienhechor, el obispo Diego Osorio de Escobar y Llamas. La iglesia, al ser de tipo conventual, es de una sola nave, con ábside rectangular, cúpula sobre pechinas sin tambor y dos portadas, siendo la segunda de ellas tallada por los canteros indígenas Juan Jerónimo y su hijo Juan Antonio, según un contrato de 1670, concluyendo la obra dos años después, según lo indica la fecha de la parte alta de la misma; la otra, al parecer, fue de la autoría del maestro arquitecto Diego de la Sierra. La bóveda del ábside es de cañón con lunetos y las de la nave de aristas. El coro descansa sobre una bó-

veda corrida que sigue una curva de cinco centros, al parecer, con lunetos. Sólo se conserva el coro alto, pues el bajo ha sido incorporado al cuerpo de la iglesia para dar mayor cabida a los fieles. Los altares son todos del siglo xix, así como la decoración actual del templo. De las pinturas conserva varias de gran valía, como la Escena de la vida de Santa Rosa, cuadro de gran formato firmado en 1722 por Marimón, una Concepción con muchas alegorías, de la autoría de Castillo, un Juicio de Cristo, con bien logradas figuras, exceptuando la del Redentor, una Santa Leocadia y otras pinturas más del flamenco Diego de Borgraf, que se encuentran en la sacristía. En 1931, con motivo del cuarto centenario de la fundación de Puebla, toda la fachada fue revestida de cantera, y en el último tramo se cegó la ventana y se colocó un tablero de azulejos de mediana calidad representando la escena de la fundación de la Puebla de los Ángeles.

NORTE AV REFORMA

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Templo del Convento de la Santísima Trinidad Av. Reforma No. 136

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Templo del Convento Las Capuchinas

Templo del Convento Las Capuchinas

El convento se ubica en la antigua “calle del Deán” a una cuadra de tan célebre casa, en la calle que también fue llamada del Carmen por estar ubicado en su extremo sur el convento que le dio su nombre. El monasterio femenino de filiación franciscana fue fundado en 1693 gracias a la generosidad de doña Ana Francisca de Córdoba y Zúñiga, viuda de don Diego de Largachi, quien había gobernado la ciudad y puerto de Veracruz. Fue en 1699 cuando se obtuvo la licencia real para dicha fundación, la que llegó a México 4 años después. La edificación del templo conventual se hizo en esquina y es de una sola nave con un pequeño atrio al frente, cercado con lambrín revestido de tabique y columnas de cantera que sostienen un enrejado. Actualmente se le conoce como la “iglesia del Niño Cieguito” por tener esta imagen sagrada de gran veneración popular. La fachada del templo es de dos cuerpos con un arco trilobulado entre pares de columnas toscanas que le sirve de portada de acceso. El segundo cuerpo tiene un ático con resaltos y relieves al centro, siendo uno de ellos el escudo franciscano representado con los brazos cruzados de Jesús y de San Francisco, todo ello en medio de columnas jónicas pareadas y un nicho al centro que resguarda una bella escultura de Santa Ana –patrona del convento– en homenaje a la fundadora que lo dedicó a los padres de la Virgen María, san Joaquín y santa Ana, por lo que al convento se le conoce también con este nombre. El nicho se encuentra rodeado de grecas y confinado entre una doble pilastra dórica, y la parte exterior de la cúpula se encuentra revestida de talavera de color amarillo y verde al igual que la linternilla que la remata. En el interior del templo, se conservan varias obras de arte de mucho mérito, como los grandes lienzos con escenas de la Pasión, por Marimón, varias esculturas de los Cora, la propia cajonera tallada de la sacristía, o el llamado Cristo del Judío que perteneció a Diego de Alvarado

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El claustro con que cuenta el convento es pequeño, con una fuente en medio, el cual fue de una sola planta, soportado por arcos de medio punto sobre columnas dóricas, desde su consagración ha albergado religiosas que abrazaron la estrecha observancia de la orden de Santa Clara, a las que se les denomina “Capuchinas”, las que en cumplimiento de su voto de pobreza sostienen gran parte de sus gastos de los dulces típicos y manjares que elaboran ellas mismas y expenden a diario en la portería del convento.

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16 DE SEPTIEMBRE

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Templo del Convento Las Capuchinas 16 de Septiembre y 9 Oriente

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Templo del Convento de Santa Rosa de Lima

Templo del Convento de Santa Rosa de Lima

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El edificio inició su vida religiosa a partir del año de 1683, sufriendo modificaciones en el régimen de propiedad, como muchas otras posesiones de la iglesia, a partir de las leyes de reforma juaristas. Con la exclaustración posterior de sus religiosas, se convirtió en manicomio de hombres y después, en el siglo xx, funcionó como vecindad hasta 1963 en que se rescató para restaurarlo y preservarlo como monumento arquitectónico e histórico. Los antecedentes más remotos del monasterio empiezan en 1671 con la formación de la cofradía de Santa Inés, convertida a partir de 1683 en beaterio, especie de hermandad de mujeres laicas con guía espiritual de un fraile dominico que llevaban vida religiosa de hermanas terciarias y hacían vida común en la casa que les fue destinada para ello por el padre dominico fray Bernardo de Andía, su fundador y patrono. El cambio de nombre a Santa Rosa de Lima se dio en tiempos del ilustre obispo Manuel Fernández de Santa Cruz por existir ya en la ciudad de Puebla un convento de religiosas bajo la advocación de santa Inés del Monte Policiano y con la intención de difundir en la Nueva España el culto a la primera santa dominica criolla de América. El sostenimiento del monasterio era posible gracias a las más de treinta propiedades urbanas que poseía y de cuyas rentas se beneficiaban las dotes de las monjas que ingresaban y tenían la posibilidad de aportarlas y al patrocinio de la jerarquía eclesiástica en turno. La construcción del monasterio y el templo anexo que le daba servicio espiritual fue posible gracias a la liberalidad de sus primeros patrones: don Alonso Raboso de la Plaza y su hijo don Miguel, ricos y poderosos miembros de la elite gobernante de Puebla, así como de la orden dominicana y en especial por el amor que le profesaron los obispos Manuel Fernández de Santacruz y Pedro de Nogales Dávila.

El convento posee un claustro recubierto de ladrillo y azulejo. En el corredor del claustro bajo existen vestigios de pintura mural, en donde lo más notable es su cocina, la más bella del México virreinal, que cuenta con una estupenda colección de objetos de talavera; según la tradición aquí fue donde se inventó el mole poblano. En la iglesia anexa encontramos una serie de pinturas alusivas a la vida de la santa peruana y primera en serlo en América. Actualmente las instalaciones del ex convento albergan el Museo de Artesanías del Estado de Puebla

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Templo del Convento de Santa Rosa de Lima 14 Poniente y 3 Norte

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Templo del Espíritu Santo “La Compañía”

Templo del Espíritu Santo,“La Compañía”

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La iglesia conocida hoy como de La Compañía está dedicada, al igual que el colegio al que sirvió, al Espíritu Santo y se ubica al lado norte del edificio que hoy conocemos como Carolino. Los religiosos jesuitas iniciaron con una modesta iglesia, pero para 1583 se comenzaron los trabajos para la construcción de un nuevo templo, que llegó a ser uno de los más bellos de la ciudad, el que se concluyó en 1600, dándose los festejos en torno a su consagración. Para 1666, el padre Pedro Valencia, rector del colegio contrató a Diego Marín, maestro dorador y arquitecto para blanquear, laborear y dorar la iglesia decorando sus bóvedas con bellísimos trabajos de yesería manierista, conforme a una traza realizada por el padre rector, por cuyo trabajo le pagarían cinco mil trescientos pesos. En el contrato de fábrica de dicha iglesia se especificaba entre otras cosas, que se debía poner “en la bóveda que cae sobre el presbiterio y altar mayor de relieve el Espíritu Santo y a los lados dos escudos con las armas de Don Melchor de Covarrubias, insigne fundador del dicho colegio”. Como se ve, la decoración se hizo con yeserías doradas y policromadas, decoración distintiva que se extendió a otras construcciones, como su propia capilla doméstica de San José, localizada en el colegio, ahora conocida como Salón Barroco. Desafortunadamente esta construcción y su singular decoración fueron sustituidas por la edificación de la última iglesia, iniciada en 1746 bajo el cuidado de José Miguel de Santa María, maestro del arte de la arquitectura, y es el templo que actualmente se conoce, toda una joya de la arquitectura del barroco poblano. La suntuosa iglesia se dedicó en 1767, pocos meses antes de que la orden jesuita fuera expulsada de la Nueva España y de España misma. Consta de tres naves y un pórtico al frente resguardado con herrería de forja poblana en sus cinco arcos, tres delante y dos a los lados. El arco central es trilobulado por prolongaciones de las dovelas, semejante a los de ángulos del Patio de la Inquisición en México.

La arquitectura de la fachada es popular, al decir del don Manuel Toussaint, porque mezcla formas y estilos y ofrece una interpretación no arquitectónica en las pilastras y en los incipientes estípites del primer cuerpo de las torres. El segundo está fuera de escala y el tercero es francamente neoclásico en sus perillones, cupulines y linternilla. La sacristía se encuentra decorada con grandes lienzos de finales del siglo xvii, pintados al óleo por José Rodríguez Carnero y unas bellas cajoneras con artísticos relieves complementan el mobiliario de dicha sala. En el estrecho pasillo cubierto que permite el acceso a dicha sacristía se encuentran depositados en su muro poniente los restos mortales de Catarina de San Juan, mejor conocida como “La China Poblana”.

Templo del Espíritu Santo “La Compañía” 4 Sur y Av. Juan de Palafox

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AV. JUAN DE PALAFOX

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Templo del Ex Convento de Santa Clara

Templo del Ex Convento de Santa Clara

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En la antigua calle de Santa Clara, llamada después “del Estanco de Mujeres” y actual avenida 6 Oriente, se ubica el templo y parte de lo que fue el convento de religiosas franciscanas de Santa Clara, frente a la casa de la familia Serdán Alatriste, donde los hermanos Carmen, Aquiles y Máximo dieron inicio a la gesta heróica de la Revolución Mexicana el 18 de noviembre de 1910. Hay noticias históricas de que en 1585 se inició la construcción del monasterio en las casas que fueron donadas para ello por don Antonio de Milla Beltrán. Más adelante, doña Isabel de Villanueva Guzmán, hija del conquistador Pedro de Villanueva Guzmán y viuda del acaudalado Alonso Ramírez de Arellano donó 43 mil pesos para su erección que fue aceptada el 31 de mayo de 1607 por parte de la provincia franciscana del Santo Evangelio de México, mandando religiosas de la Ciudad de México para su establecimiento El arquitecto Juan Díaz Cabañas fue quien trazó el monasterio y el maestro albañil Pedro Durán contrató la construcción de algunos cuartos que estuvieron en la parte de atrás del convento. También Agustín Hernández de Solís hizo algunas obras en Santa Clara. La primera iglesia se adaptó en una pieza baja de la casa convertida en convento hasta que construyeron el templo que fue dedicado en 1642, edificación que fue severamente dañado por los terremotos de los años 1667 y 1711, haciendo necesario primero reforzar con contrafuertes o estribos el muro que da a la calle y luego reconstruir la iglesia por segunda vez cuando el segundo temblor la arruinó por completo. La segunda dedicación del templo se efectuó en 1669 y la tercera tuvo lugar el 12 de agosto de 1714. El estilo herreriano de su portada permitió a Toussaint suponer que ésta se conservó de la iglesia anterior, de la que también se mantuvieron los retablos barrocos en la renovación que se hizo en 1635, siendo finalmente sustituidos en el siglo xviii por los actuales neoclásicos de mampostería, conservándose sólo unas cuantas imá-

genes, como la de Virgen de los Dolores y dos arcángeles, así como algunas pinturas virreinales. Las rejas de los coros fueron destruidas a mediados de este siglo. La ley de 1861 redujo la existencia de los conventos, afectando a las religiosas de Santa Clara, al año siguiente fueron sacadas de su clausura, refugiándose en San Roque. Luego, tras la exclaustración de 1867 el convento de Santa Clara fue enajenado y vendido al cónsul francés en Veracruz, don Julio Ziegler, quien obtuvo grandes ganancias al revenderlos a particulares para la edificación de casas y comercios.

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AV. 5 DE MAYO

Templo del Ex Convento de Santa Clara 6 Oriente No. 201

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Templo del Ex Convento de Santa Inés

Templo del Ex Convento de Santa Inés

El convento de monjas dominicas de Santa Inés del Monte Policiano, se encuentra ubicado al fondo de la plazuela del mismo nombre usada como espacio de esparcimiento y en donde los enamorados pueden contratar un buen mariachi para llevar serenata o animar una fiesta. La fachada de la iglesia da hacia el oriente donde, calle en medio, se desplanta el templo de San Felipe Neri, mejor conocido como La Concordia. El monasterio fue fundado en 1620 bajo el patrocinio de doña Jerónima de Gamboa, viuda de Serrano, con la finalidad de admitir a jóvenes doncellas criollas o españolas, las que profesaban al amparo de una dote, nada despreciable, otorgada por sus padres o alguna institución piadosa, lo que les permitía vivir dignamente dentro de su clausura. En el siglo xviii, las religiosas inesinas fueron protagonistas de un acto temerario y escandaloso para la sociedad angelopolitana de entonces, al negarse a cumplir la disposición del obispo Francisco Fabián y Fuero (1765-1773) de asistir a todos los actos de comunidad (oraciones, comidas, servicios, entierros, procesiones, fiestas, etc.) y cumplir estrictamente el voto de pobreza que habían hecho al profesar como religiosas, pues ello significaba perder las distinciones y privilegios con que vivían (celdas confortables, doncellas a su servicio, ricas viandas, estancia de familiares menores de edad bajo su custodia, etc.). Las religiosas de este convento, desafiando la autoridad de su prelado, desde las azoteas de su monasterio se atrevieron a invitar a la gente del pueblo a apoyarlas en sus pretensiones. El primer templo fue concluido en 1626, siendo su iglesia muy pequeña por lo que el canónigo don Florián de Reynoso aportó el dinero necesario para edificar un nuevo templo, que es el actual, siendo dedicado en 1663.

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La iglesia, como todas las conventuales poblanas de monjas, es de una sola nave sin crucero, con cúpula sobre pechina y sin tambor. El ábside es cuadrado y tiene bóveda de cañón sobre lunetos. A pesar de las modificaciones al edificio, se conservan las rejas originales del coro, tanto las de arriba como las de abajo, junto con varios cuadros de autores famosos como Antonio Padilla, entre otros. Los retablos barrocos fueron sustituidos por otros neoclásicos del s. xix. La portada de ingreso al templo presenta un arco de medio punto sobre el cual se ubica un nicho que resguarda una bellísima imagen de santa Inés esmaltada en talavera que, por su tamaño y calidad, es considerada obra de arte. Aunque renovada en gran parte, conserva esta iglesia buenas obras artísticas que le dan interés.

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Templo y convento de Santa Inés 3 Sur No. 901

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Templo del Ex Hospital de Belén

Templo del Ex Hospital de Belén

La orden hospitalaria de los betlemitas fue fundada en Guatemala en 1653. Pronto pasaron a Nueva España, y para 1674 se establecieron en la capital. A Puebla llegaron en 1682 y fundaron su hospital de convalecientes con permiso del virrey en terrenos comprados por el Ayuntamiento al monasterio de Santa Catarina, según avalúo, en dos mil pesos, que hizo el maestro Carlos García Durango, constructor de una de las torres de la catedral de Puebla. Su primer superior fue fray Francisco del Rosario, quien inició la construcción de una pequeña capilla en 1692 y para hacer la iglesia, en vista del buen resultado que a los mercedarios había dado el sistema patronal, nombraron 14 patronos que aportaron 15 300 pesos oro para el inicio de la obra y la suerte quiso que al excavar para poner los cimientos del edificio encontraran en el lugar una cantera que les proporcionó la piedra necesaria para la construcción de la iglesia, la que terminaron y dedicaron el año de 1700. La portada fue hecha en 1797 a devoción del arquitecto José Joaquín de Torres. La decoración de la fachada en la que se combinó el uso del ladrillo con paneles de azulejos con iconos marianos le da cierta semejanza con la iglesia de San Marcos. La portada lateral ostenta una graciosa disposición con pilastras, entablamento, frontón roto con relieve al centro y arriba un nicho con venera entre pilastrillas. El interior ha sido desfigurado totalmente, pero hay que admirar el magnífico lambrín de azulejos. En el coro subsisten cuatro telas con escenas de la Pasión. Estas pinturas acaso datan del siglo xvii. Durante varias décadas la iglesia fue cedida a la colonia Sirio Libanesa para atender las necesidades espirituales de sus fieles maronitas, siendo atendida actualmente por un sacerdote diocesano. La orden de betlemitas construyó además todo un complejo arquitectónico en el que distribuyó adecuadamente sus espacios para albergar en ellos su casa conventual, las huertas, la iglesia y el hospital de convalecientes que tuvieron bajo su cuidado. Propiedades que les fueron enajenadas por el gobierno en la época de la Refor-

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ma (S. xix), siendo dividida la propiedad y rematada a particulares, con excepción de la capilla. Las instalaciones del convento fueron ocupadas primero por el Seminario Conciliar Palafoxiano, convertido en 1907 en Universidad Católica Angelopolitana por el primer arzobispo de Puebla, don Ramón Ibarra y González, la que fue saqueada y destruida en tiempos de la revolución, quedando convertido el inmueble en vecindad y a partir de 1928 ser sede del cuartel del ejército. Hoy alberga nuevamente una biblioteca y un museo que honra la memoria del general Ignacio Zaragoza, héroe de la Batalla del 5 de Mayo de 1862.

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Templo del Ex Hospital de Belén 4 Poniente No. 518

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Templo del Ex Hospital de San Juan de Dios

Templo de Ex Hospital San Juan de Dios

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El terreno para el establecimiento de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios en Puebla fue cedido en 1626 por el Ayuntamiento y por el benefactor Antonio Hernández al norte de la ciudad, junto a la iglesia parroquial de San José; y los que ocuparon el templo por el regidor poblano Francisco de Aguilar y Velazco, hijo del célebre capitán sevillano y maestro arquitecto Francisco de Aguilar, siendo probable que haya dirigido las obras de San Juan de Dios. No se sabe cuándo fue concluido este primer templo dedicado a san Bernardo, quizás por gobernar en ese momento la diócesis poblana el obispo Gutierre Bernardo de Quiroz. El templo actual fue edificado de 1667 a 1681, siendo la bendición de la primera piedra el 14 de agosto por parte del señor obispo Diego Osorio de Escobar y Llamas, fecha que la ciudad celebró con gran regocijo y fastuosas fiestas. Luego, cuando el temblor de 1711 dañó severamente la iglesia la volvieron a reconstruir. La decoración barroca de los retablos de aquellos tiempos aún subsiste, con la particularidad de que el altar mayor fue repintado de blanco, quizás para hacerlo pasar por neoclásico. El hospital que atendía preferentemente a los enfermos más pobres, contaba con varias enfermerías amplias y limpias, llegando a tener inclusive un área exclusiva para enfermos contagiosos y otra para sacerdotes enfermos. La amplitud del convento permitía albergar hasta 20 religiosos enfermeros. En 1820, a pesar de que las Cortes de Cádiz suprimieron las órdenes hospitalarias, los frailes continuaron en su casa hasta la exclaustración ordenada por las Leyes de Reforma, siendo instalada en el lugar la cárcel pública y en terrenos pertenecientes al hospital se levantó el Palacio de Justicia. Hoy el lugar es ocupado por oficinas del dif estatal. El templo conserva el muro de su atrio con sus tres portadas originales, una de ellas en chaflán, con pilastras, entablamento, frontón

roto y hornacina. La sobria portada de la iglesia es casi de estilo purista, con dos pares de columnas abajo, grande y bello relieve enmarcado y pináculo piramidales a los lados. Por remate se ubica una ventana entre un frontón roto y su escudo. El interior muestra una amplia iglesia con bóvedas de cañón con lunetos, crucero y cúpula sin tambor e interesantes relieves en las pechinas, subsistiendo en él un magnífico retablo churrigueresco que ha perdido sus dorados y que al decir de Veytia se estrenó en 1775. También se conservan grandes cuadros con Escenas de la Vida de Cristo, firmados por Castillo, y otros de Zendejas, entre los que descuella un San Bernardo, fechado en 1774. En el atrio existen algunas capillas interesantes.

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AV. 5 DE MAYO

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Templo del Ex Hospital de San Juan de Dios 5 de Mayo y 16 Oriente

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Templo del Oratorio de San Felipe Neri, La Concordia

Templo del Oratorio de San Felipe Neri, La Concordia

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El templo recibe su nombre de la Venerable Concordia de San Felipe Neri, congregación sacerdotal formada en tiempos del obispado de Juan de Palafox y Mendoza, fundada bajo el amparo de San Felipe Neri, la que siguió el ejemplo de la Concordia erigida en la ciudad de Roma. Su objetivo fundamental era la práctica de las obras de misericordia y en especial procurar el alivio a los clérigos pobres de la iglesia angelopolitana. La congregación de San Felipe Neri de Puebla fue la primera en erigirse en la Nueva España y en torno a ella se reunieron sacerdotes del clero diocesano entre los que destacaron tanto dignidades y canónigos catedralicios como santos y virtuosos sacerdotes y algunos otros que destacaron en el campo de las ciencias o de las letras. Su fundación data de 1651 cuando el 28 de agosto se reunieron en el antiguo colegio de San Juan. Luego, a finales de 1659, el nuevo obispo Diego Osorio de Escobar y Llamas asignó a los oratorianos el antiguo templo de la Santa Veracruz y unos solares anexos para que allí levantaran su casa. El 3 de junio de 1670 comenzaron a construir su nueva morada y la reedificación del templo dedicado ahora a san Felipe Neri, siendo el encargado de las obras arquitectónicas el maestro mayor Carlos García Durango, quien fabricara también la torre norte de la catedral. García Durango concibió la iglesia como un recinto de grandes proporciones, con una fachada imponente, portada de piedra cantera y tres hermosas esculturas en mármol de San Pedro, San Pablo y San Felipe Neri y en donde el remate de la fachada en forma de cruz recordara la advocación antigua del templo, asiento de la primera cofradía que tuvo la recién fundada Puebla de los Ángeles, la de la Santa Veracruz, allá por el año de 1535 y la estatua de Nuestra Señora de Vallicela, hiciera clara alusión a la iglesia en Roma que se concedió al Oratorio.

Al padre Vicente Sedeño, prepósito de la congregación (1897 a 1932), se debe la restauración total del templo dañado severamente por las convulsiones políticas del siglo xix y la construcción de la hermosa capilla del Sagrario con que cuenta, consagrada el 18 de abril de 1897. El complejo arquitectónico de La Concordia está integrado por el templo, la casa sacerdotal, la Casa de Ejercicios, sede hoy de la Escuela Primaria Oficial “Gabino Barreda” y un importante anexo conocido como El Patio de los Azulejos.

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Templo del Oratorio de San Felipe Neri, La Concordia 3 Sur No. 902

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Templo del Santo Ángel Custodio de Analco

Templo del Santo Ángel Custodio de Analco

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La iglesia parroquial data del siglo xvii y se encuentra erigida en el barrio indígena de Analco, “al otro lado del río” como su nombre lo indica, en el mismo lugar donde se dice existió desde 1560 una ermita de ánimas y que más tarde fuera derruida por el regidor poblano Alonso de Rivera Barrientos para levantar en su lugar otra en 1618 en honor al Santo Ángel de la Guarda, de quien era fiel devoto, ermita que no terminó de construir por lo oneroso de su fábrica y por su repentina muerte, aunque al parecer sí fue estrenada en 1619 con la asistencia del ayuntamiento. La administración de la ermita la pretendieron tener los religiosos de San Francisco por estar cerca de su convento. Sin embargo, la humilde ermita se elevaría a la jerarquía de iglesia parroquial el año de 1627 por erección que de ella hizo el obispo Bernardo Gutiérrez de Quiroz, conformando la jurisdicción de la misma con parte de la feligresía perteneciente a las antiguas parroquias del Sagrario y de San José, siendo su limite poniente el río de San Francisco convertido en 1964 en el boulevard Héroes del 5 de Mayo. La iglesia tenía una sola torre y en tiempos recientes se construyó otra igual. La conforma una sola nave, con crucero rudimentario y cúpula sin tambor, sobre pechinas decoradas con hermosos arcángeles en relieve de talla indígena. En la nave y ábside cuadrado hay cúpulas de poco peralte sobre pechinas. El coro descansa en una bóveda de arista. Al lado de la Epístola se abren una capilla que presenta una sola nave techada con bóveda de cañón con lunetos y cúpula sin tambor, y el baptisterio, que está cerrado por una fina reja de hierro forjado y lámina calada, fechada en 1780. Del lado del Evangelio se levantó otra capilla, en cuyo arco de ingreso se admira una reja semejante a la del baptisterio, pero más grande y rica, donada por el maestro Roque Jaramillo de Illescas en 1767. Esta capilla es de una nave con crucero de brazos cortos y cú-

pula con lucarnas, pero sin tambor, sobre pechinas. En el exterior y en el extremo norponiente de su extenso atrio hay otra capilla pequeña que levantaron los albañiles y no llegó a ser dedicada, y es conocida como de Santo Tomás. Frente a la iglesia parroquial se extiende la gran plazuela de Analco, donde los fines de semana se exhiben para la venta gran cantidad de objetos artesanales. La antesacristía conserva pinturas que evocan la muerte de san José, la adoración de los Magos al niño Jesús, santa María Goretti y santo Domingo Savio, y varias otras pinturas antiguas entre ellas un apostolado, inspirado en el pintado por Juan Tinoco, así como obras pictóricas atribuidas a Juan de Villalobos.

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Templo del Santo Ángel Custodio de Analco 10 Sur No. 704

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Templo y Convento de Nuestra Señora de la Merced

Templo y Convento de Nuestra Señora de la Merced

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El convento de la Orden Militar de Nuestra Señora de la Merced fue levantado en la parte norponiente de la antigua traza española de la Puebla de los Ángeles, en los límites de ésta con el barrio indígena de San Pablo; en el lugar donde se ubicaba la ermita de San Cosme y San Damián, cedida por el obispo Diego Romano en 1598 a los religiosos mercedarios para que allí edificasen su casa, con el requisito de que su advocación fuese siempre la de dichos santos médicos. Los frailes iniciaron su obra designando cien patronos, que contribuyeron con mil pesos cada uno, así lograron edificar un suntuoso convento, parte del cual lo ocupan actualmente una escuela y un gran templo. El actual templo fue edificado en 1659 y ha sufrido muchas reformas en el discurrir del tiempo. Del antiguo templo se siguen conservando la cúpula sin tambor, las lucarnas y nervios exteriores; la torre, altísima, compuesta de un basamento a la altura de la cornisa, dos cuerpos y un cupulín con linternilla rematada en esfera. La construcción lateral, que corresponde a la portería y que recuerda la de Santo Domingo por sus labores de argamasa, aunque menos ricas, ofrece una balaustrada arriba de la cornisa y pináculos al parecer piramidales que ya no existen. El segundo cuerpo de la torre desapareció en 1872, por eso ahora se le ve achaparrada. La cerca del atrio ofrece dos portadas: una frente a la puerta principal de la iglesia y otra en la esquina achaflanada; las dos ostentan relieves de argamasa y nichos. En la actualidad hay otra portada más en el muro lateral. La fachada del templo muestra una composición semejante a la de San Agustín, sólo que la de La Merced es más fina y posee mejor sentido arquitectónico. Se compone de dos cuerpos y un remate, siendo el cuerpo bajo de orden dórico, con columnas pareadas a los lados y nichos poco profundos para las estatuas de los santos patronos Cosme y Damián. Cada par de columnas presenta en el plinto

y en el entablamento su resalto correspondiente, que subsiste en el segundo cuerpo formado de columnas jónicas, con sus nichos y estatuas. Al centro presenta un bello relieve de la Virgen de la Merced, con los fundadores de la orden, y por remate una ventana entre frontón roto, coronada con otro curvo. El interior era de una sola nave con crucero, cabecera plana y capillas laterales. Comunicando éstas, se convirtió la iglesia en una de tres naves. Las bóvedas de la nave central son de cañón con lunetos y las del presbiterio y capillas de cañón seguido. No existen altares de interés. Al parecer atrás del mayor se abre un camarín. La sacristía ostenta pinturas valiosas, una cajonera del siglo xvii y un extraordinario lavabo de azulejos.

Templo y Convento de Nuestra Señora de la Merced 5 Norte No. 1001

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Templo y Convento de San Jerónimo

Templo y Convento de San Jerónimo

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El convento de San Jerónimo de la ciudad de Puebla, erigido en el año de 1600, es el tercero de esta orden que se fundó en México, siendo el primero el de Santa Paula fundado en 1585 (claustro al que le diera lustre y prestigio sor Juana Inés de la Cruz en el siglo xvii) y el de San Lorenzo, erigido el 14 de noviembre de 1598. El monasterio poblano debe su existencia a la generosidad del rico comerciante Juan Barranco, quien promovió primero, en 1592, la creación de un colegio de niñas doncellas de nombre Jesús María y dos años después solicitó la fundación del monasterio femenino Jerónimo, nombrando como patrono y albacea de ambas fundaciones al obispo Diego Romano, quien obtuvo la bula de aprobación de ambos institutos expedida por el Papa Clemente VIII el 21 de febrero de 1597. La iglesia se dedicó el 11 de agosto de 1635, y en sus inicios fue de artesonado hasta principios del siglo xviii, en que se fabricó la bóveda. A mediados del siglo xix se renovó bajo los cánones del neoclásico, haciéndose con mayor dignidad y acierto que las otras iglesias poblanas, siendo de destacar la belleza del coro. Este grandioso paramento se hizo a costa del culto padre José de Carmona y Tamariz, autor del impreso que describe la consagración de la catedral de Puebla en 1649 y miembro de una de las familias más poderosas de Puebla. Hijo de Juan de Carmona y Tamariz, regidor y depositario general de bienes de menores, tuvo diez hermanos, de los cuales nueve fueron miembros de la iglesia angelopolitana, habiendo profesado cinco de sus hermanas en este monasterio. El busto de ambos bienhechores, en yeso, adornan los extremos de la cornisa. El interior del coro es de tres bóvedas, formando la reja del coro bajo óvalos unidos en el sentido vertical tangencialmente y con una bolita en el sentido horizontal. La división con el coro alto se hace por medio de un friso con triglifos y metopas, llenas éstas de unos brillantes medallones dorados. De igual manera, la celosía del coro

alto es de óvalos, de mayor tamaño, unidos entre sí directamente. Detrás de ella se encuentra la antigua, del siglo xvii, de rectángulos verticales. Cruzando los lados hay círculos formando óvalos muy del gusto decorativo geométrico de este coro, unos de los más hermosos y completos de México. En el exterior debe mencionarse, además de la cúpula, la torre, de arquitectura popular; los contrafuertes, con bellos motivos con relieves que los unen con la cornisa y con salidas de canales, y las portadas, sobrias, con bellos relieves en la parte alta.

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Templo y convento de San Jerónimo 7 Oriente No. 206

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Templo y Convento de Santa Catalina de Siena

Templo y Convento de Santa Catalina de Siena

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La iglesia original se edificó en el año de 1556 con techo de artesonado y sobrecubierta de tejas, contratada con el arquitecto Pedro López Florín y concluida alrededor de 1606 cuando se acudió con el escultor Juan Salguero Saavedra para fabricar el retablo mayor de estilo renacentista. Al parecer, el actual templo data del siglo xvii, reedificado hacia 1645 por el maestro arquitecto Juan del Castillo y consagrado en 1652, como lo hace constar la fecha grabada en la base del púlpito. En 1669 la iglesia se encontraba arruinada, por lo que se dio licencia para reconstruirla y cubrirla, ya no de artesón, sino de bóveda, obra costeada al parecer por el Dr Diego Peláez Sánchez, maestreescuela de la catedral. Los azulejos del lambrín son de 1690, siendo la iglesia terminada en 1750. La iglesia es de una sola nave y está alineada a la calle como solían ser los templos de servicio conventual. La fachada del mismo es muy austera con dos portadas sencillísimas, contrafuertes y ventanas. El campanario de un solo cuerpo, de ladrillo y azulejos verdes, azules y amarillos, es bellísimo y acaso el más típico de Puebla. De igual manera, la cúpula sin tambor se encuentra muy adornada también. El convento dominico fue erigido el 10 de enero de 1568 con diez hermanas fundadoras y al igual que el de Santa Inés del Monte Policiano se rigió con las reglas de la Orden de los Predicadores, observando después las Constituciones propuestas por el obispo Juan de Palafox y Mendoza, distinguiéndose pronto por ser uno de los más ricos y solicitados de la levítica Puebla de los Ángeles, habitándolo en 1642 ochenta monjas y 15 hermanas legas. En la casa que compró la señora Monegro había existido un obraje de paños, propiedad de Pedro Tapia, expandiéndose en poco tiempo el beaterio hacia las casas contiguas, como la adquirida en 1561 a la “Rascona”, doña Catalina Vélez Rascón, viuda del conquistador Francisco de Orduña, donde se edificó el dormitorio y la casa que había pertenecido al conquistador y poblador Juan de Limpias Carvajal. Hacia 1603 el beaterio estaba totalmente cercado, de manera que no

sólo tenía amplitud, sino que podía garantizar el resguardo necesario de aquellas piadosas mujeres y de las numerosas niñas que tenían a su cuidado. En la segunda mitad del siglo xix, las religiosas del monasterio tuvieron que abandonar su casa por causa de la aplicación de las leyes de Reforma, pasando a habitar primero el monasterio de Santa Clara y después el Colegio de Jesús María, que formó parte del monasterio de San Jerónimo. Una vez expropiado el convento que había servido de baluarte en la guerra contra los franceses de 1862, fue fraccionado en lotes y vendido a particulares. Las monjas dominicas actuales de Santa Catalina de Sena y Señora Santa Ana de Puebla están establecidas en la calle 5 Oriente 1209, en el barrio de Analco, y siguen observando las reglas y constituciones dominicas en las que está presente el carisma y espíritu de la orden.

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Templo y Convento de Santa Catalina de Siena 3 Norte y 2 Poniente

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Zócalo y Fuente de San Miguel

Zócalo y Fuente de San Miguel

La Plaza Mayor de la Puebla de los Ángeles es tan antigua como la ciudad misma, creada en 1531 cuando se traza la ciudad, convirtiéndose a partir de entonces en el centro neurálgico de la ciudad por su ubicación central, los usos y funciones que se le asignaron y por ser una de sus esquinas el punto central de la división cardinal de sus calles y avenidas. Las dimensiones del también llamado Zócalo son equivalentes a los de una manzana de la ciudad. En su parte sur lo delimita la Catedral; al oriente se ubicaba el portal de las Flores (actualmente portal Morelos); en el norte se localizaban las Casas Reales, hoy Palacio de Ayuntamiento, la Alhóndiga y el portal de la Audiencia (portal Hidalgo); por último, el portal de Borja (Juárez), llamado también de los libreros en honor a don Juan de Borja que tenía establecida allí su librería, cerraba el rectángulo al poniente. Entre su mobiliario permanente contaba con la picota –símbolo de justicia–, la fuente pública y los “cajones” (puestos fijos) donde se comerciaba a diario desde 1714 con hortalizas, frutas, vino, azúcar, lino y otros comestibles más. En el siglo xvi el tianguis se hacía los días jueves y en la siguiente centuria, los jueves y sábados. Sería hasta el siglo xix cuando desaparecería definitivamente esta costumbre, trasladando a los vendedores de ropa y artesanías al recién construido Parián y a los que ofertaban abarrotes y comestibles al nuevo mercado La Victoria. El lugar ha sido también un lugar de esparcimiento y de cohesión social, un sitio donde en la época novohispana se recibía y festejaba a las nueva autoridades civiles y/o religiosas (virreyes, gobernadores, arzobispos, obispos, etc.) o se presenciaba sus funerales; donde también se festejaba al santo patrono de la ciudad, la entronización o exequias fúnebres de un monarca español, el arribo de la flota de Indias, algún triunfo militar de España en Europa, el nacimiento, bautismo o matrimonio del heredero de la colonia real española; se participaba en procesiones religiosas, autos de fe, ejecuciones públicas de delincuentes, pregones de edictos, ventas de oficios, re-

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mates de bienes y ordenanzas municipales. Ya en el siglo xix, sería escenario del alistamiento de las milicias urbanas para la defensa de la ciudad en los frecuentes sitios que se le impusieron, razón por la cual se le llamaba también Plaza de Armas. En el siglo xviii fue parte de su mobiliario el obelisco que el gremio de plateros mando erigir para conmemorar el ascenso al trono de Carlos III, y la fuente barroca de San Miguel Arcángel, patrono principal de la ciudad, que sustituyó a la del siglo xvi, obra del maestro mayor en arquitectura Juan Antonio de Santamaría, realizada en el año de 1777. NORTE 3 PTE

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16 DE SEPTIEMBRE

AV. 5 DE MAYO

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. AV JUAN DE PALAFOX

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Zócalo y Fuente de San Miguel Zócalo

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Índice 8 10 12 14 16 18 20 22 24 26 28 30 32 34 36 38 40 42 44 46 48 50 52 54 56 58 60 62

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Antigua Casa de la Maternidad Antigua Tocinería La Conjura Antiguo Estanque de los Pescaditos Basílica Catedral de Puebla Biblioteca Palafoxiana Capilla de la Virgen del Rosario Capilla de San Ildefonso Capilla del Sagrario Metropolitano Casa “Aguayo” Casa “Agustín Arrieta” Casa “Amarilla” Casa “de la China Poblana” Casa “de la Palma” Casa “de la Reina” Casa “de las Bóvedas” Casa “de las Cabecitas” Casa “de los Cañones” Casa “de los Infantes” Casa “de Velasco” Casa “del Alguacil Mayor” Casa “del Cápitan” Casa “del Colegio de Notarios del Estado de Puebla” Casa “del Dr. Francisco Marín” Casa “del General” Casa “del Marqués” Casa “del Portalillo del Alto” Casa “del Presidio” Casa “del que mató al animal”

64 66 68 70 72 74 76 78 80 82 84 86 88 90 92 94 96 98 100 102 104 106 108 110 112 114 116 118

Casa “Munuera” Casa “Raboso” Casa “Sola” Casa de Lectura Profética Casa Presno Conservatorio de Música del Estado de Puebla Convento de Santo Domingo de Guzmán Edificio “de Protocolos” Edificio “Sor Juana Inés de la Cruz” Edificio Carolino Edificio del Congreso del Estado El Parián Ex Claustro del Convento de San Francisco Ex Colegio de San Francisco Javier Ex Colegio de San Ignacio Ex Colegio de San Ildefonso Ex Colegio de San Juan Ex Colegio de San Pantaleón Ex Colegio de San Pedro Ex Colegio Eximio de San Pablo Ex Colegio Seminario de San Jerónimo NORTE Ex Convento de La Limpia Concepción Ex Hospital y Colegio de Niños Expósitos de San Cristóbal Ex Palacio Episcopal Hotel Real del Cristo Instituto Municipal de Arte y Cultura Lavaderos de Almoloya Mercado “La Victoria”

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Mesón “de San Sebastián” Mesón del Cristo Museo “Casa del Alfeñique” Museo “Casa del Deán” Museo “Jose Luis Bello y González” Museo “José Luis Bello y Zetina” Museo Amparo Museo de Arte Religioso del Ex Convento de Santa Mónica, (ubicación del Señor de las Maravillas) Museo de Arte San Pedro Museo de la No Intervención Museo de la Revolución “Casa Aquiles Serdán” Museo Ex Convento de Santa Rosa de Lima Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos Museo Regional, Centro Cívico 5 de Mayo Museo Universitario “Casa del conde Castelo” Museo y Biblioteca “General Ignacio Zaragoza” Palacio Municipal Parroquia de San José Parroquia de San Marcos Patio de los Azulejos Antigua Casa de Ejercicios Santuario de Guadalupe Teatro Principal Templo Conventual de Nuestra Señora del Carmen

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Templo Conventual de San Agustín Templo Conventual de San Francisco Templo Conventual de Santa Teresa de Ávila Templo de la Limpia Concepción Templo de la Santa Cruz Templo de Nuestra Señora de La Luz Templo de Nuestra Señora de la Soledad Templo de San Cristóbal Templo de San Roque y ex Hospital (Centro de Artesanías Populares) Templo del Convento de la Santísima Trinidad Templo del Convento de Las Capuchinas Templo del Convento del Santa Rosa de Lima Templo del Espíritu Santo “La Compañía” Templo del Ex Convento de Santa Clara Templo del Ex Convento de Santa Inés Templo del Ex Hospital de Belén Templo del Ex Hospital San Juan de Dios Templo del Oratorio de San Felipe Neri, La Concordia Templo del Santo Ángel Custodio de Analco Templo y Convento de Nuestra Señora de la Merced Templo y Convento de San Jerónimo NORTE Templo y Convento de Santa Catalina de Sena Zócalo y Fuente de San Miguel

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Mapa

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