Guerra de Sucesión española -trabajo grupal-.

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Descripción

LA GUERRA DE SUCESIÓN ESPAÑOLA AL-BAKKAL HOMMAD, NISRIN BULPES FERNÁNDEZ, CARMEN CABELLO NÚÑEZ, LAURA CONDE LOBATO, RAQUEL ROJAS MATEOS, ALICIA SÁNCHEZ SÁNCHEZ, JOSÉ JAVIER

Trabajo tutorizado por Dña.: PEZZI CRISTÓBAL, MARÍA DEL PILAR UNIVERSIDAD DE MÁLAGA

Índice:

I.

PRESENTACIÓN DE LOS AUSTRIAS: REINADO DE CARLOS II ................... 2

II. CANDIDATOS AL TRONO ESPAÑOL .................................................................. 4 III.

CARLOS II: TESTAMENTO Y HEREDERO ..................................................... 5

IV.

FELIPE V: CORONACIÓN, INICIOS Y PROBLEMÁTICA ............................. 7

V. OPOSICIÓN AL REY BORBÓN ........................................................................... 10 VI.

ESTALLIDO DE LA GUERRA.......................................................................... 10

VII.

FASES DE LA GUERRA (vid. Mapa 12) ............................................................11

1.

PRIMERAS BATALLAS: CÁDIZ Y RANDE EN VIGO. 1702-1703.................................11

2.

INCORPORACIÓN DE PORTUGAL Y DUCADO DE SABOYA A LA GRAN ALIANZA: BATALLAS EN PORTUGAL, TOMA DE BARCELONA Y OTRAS PLAZAS CATALANAS, GIBRALTAR Y MÁLAGA. 1703-1706............................................................................. 12 3. MADRID: CAPITAL CAÍDA. HUIDA Y REGRESO DEL MONARCA BORBÓN A LA CAPITAL. 1706-1707 ................................................................................................................... 13 4. FRENTE CATALÁN Y LEVANTINO. BATALLA DE ALMANSA. CESE TEMPORAL DE ENFRENTAMIENTOS. 1707-1709 ................................................................................... 14 5. REARME MILITAR, REINICIO DE LAS CAMPAÑAS MILITARES. CORONACIÓN DE CARLOS COMO EMPERADOR DE AUSTRIA Y EVACUACIÓN DE LAS TROPAS IMPERIALES DE BARCELONA. 1710-1713 ............................................................................................. 15 6. DESPUÉS DE UTRECHT: GUERRA CATALANA Y RECUPERACIÓN DE MALLORCA. 1713-1715 ................................................................................................................... 16 VIII. FIN DE LA GUERRA ......................................................................................... 17 IX.

CONSECUENCIAS DE LA GUERRA .............................................................. 19

1.

LOS DECRETOS DE NUEVA PLANTA: RESPUESTA POLÍTICA AL LEVANTAMIENTO DE LOS DOMINIOS METROPOLITANOS ORIENTALES DE LA MONARQUÍA ESPAÑOLA ............ 19 2.

REPRESIÓN HUMANA E INSTITUCIONAL. EL CASO CATALÁN .................................. 20

3.

LA LEY SÁLICA .................................................................................................... 21

X. CONCLUSIÓN ....................................................................................................... 22 Apéndice: ........................................................................................................................ 24 Bibliografía: .................................................................................................................... 31 1

I.

PRESENTACIÓN DE LOS AUSTRIAS: REINADO DE CARLOS II

La dinastía de los Habsburgo se materializó en la monarquía hispánica con la figura de Carlos I en 15171. Estos soberanos se caracterizaron en lo que en palabras de Marañón se pormenoriza como una bárbara consanguinidad2, la cual, mediante dispensas papales, desembocaría en el desastre de la rama española, todo ello era parte de un proyecto por el cual la casa de Habsburgo se mantenía unida mediante enlaces matrimoniales3. Carlos II (vid. Imagen 1) fue el arquetipo de dicha degeneración genética; cinco de sus ocho bisabuelos eran descendientes de Juana la Loca4. Fue hijo en segundas nupcias de Felipe IV y Mariana de Austria5. La Gaceta de Madrid –primer antecedente del Boletín del Estado– ante la llegada del nuevo heredero redactó sin escatimar en pomposidad que se trataba “de un robusto varón, hermosísimo de facciones, cabeza proporcionada, pelo negro y algo abultado en carnes”6. Pero al contrario las cortes de toda Europa eran informadas de una descripción más exhaustiva, que propició la alarma y el envío de emisarios para la revisión del sexo y la salud del recién nacido. Jacques Sangun, emisario francés transmitió “El príncipe parece extraordinariamente débil. Tiene en las dos mejillas una erupción de carácter herpético. La cabeza está enteramente recubierta de costras. Desde hace dos o tres semanas se le ha formado debajo del oído derecho una especie de canal o desagüe que supura. No pudimos ver esto, pero nos hemos informado por otro fuente. El gorrito hábilmente dispuesto a tal fin no dejaba ver esta parte del rostro”7. “Asusta de feo” como diría Villiars8. Su educación e infancia se nos narran como un período difícil; a los tres años aún no se le habían cerrado los huesos del cráneo; a los cuatro aún era alimentado por leche materna; a los seis aún no sabía andar y a los nueve lo hacía con dificultad9. Hasta

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CALVO POYATO, José (1992) Carlos II el Hechizado. Planeta, Barcelona, p. 9. GARCÍA-ESCUDERO LÓPEZ, Ángel; AZURRA ECHEVARRÍA, A.; PADILLA NIEVA, J.; y PUIG GIRÓ, R. (2009) “Carlos II del hechizo a su patología génito-urinaria”. Archivo español de Urología. 62(3), pp. 179-185. 3 CALVO POYATO, Carlos II…, pp. 9-10. 4 ESLAVA GALÁN, Juan (2011) Historia de España, contada para escépticos. Planeta, Barcelona, pp. 294295. 5 Ibídem, p. 11. 6 GARCÍA-ESCUDERO LÓPEZ, Archivo español…, p. 180. 7 CALVO POYATO, Carlos II…, pp. 16-17. 8 ESLAVA GALÁN, Historia de España…, pp. 294-295. 9 GARCÍA-ESCUDERO LÓPEZ, Archivo español…, p. 180. 2

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que no cumplió los quince años no supo realizar su propia firma10. El 17 de septiembre de 1665 Felipe IV murió, cuando el heredero tan sólo contaba con cuatro años de edad. El testamento del monarca, redactado en 1658 y con validez notarial en 1665, nombraba como regente a Mariana de Austria11. Finalmente, y ante una coyuntura que desequilibraba el poder de la Reina Madre, Carlos II fue proclamado mayor de edad con tan sólo catorce años, el 6 de noviembre de 1675. Tal hecho atraería un revuelo mediático de gran calibre –tanto interno de la monarquía como externo–; por un lado y desde 1668, ante la salud endeble del monarca, en las Cortes de Viena y París se auguraba su muerte, atreviéndose incluso a profetizarla en la primavera de 167012. Pero ello tan solo era el reflejo de las intrigas palaciegas, ya que el Emperador y el Rey Sol, aún en vida de Carlos II firmaron un tratado secreto el 19 de enero de 166813, Tratado de Grémonville, por el cual desmembraban la monarquía hispánica repartiéndose las ganancias. Aunque su secretismo no duraría mucho, ya que las Cortes españolas y su monarca conocían su existencia14. El Imperio se apoderaría del emporio ultramarino –a excepción de Filipinas–, el Ducado de Milán, los presidios de la Toscana, Cerdeña y los territorios costeros de la Península Ibérica, –salvo Navarra y la Plaza de Rosas–. Asimismo, los Borbones se harían con los Países Bajos españoles, el Franco-condado, Nápoles, Sicilia, los presidios norteafricanos, las islas de Filipinas, el reino de Navarra y la Plaza de Rosas15. Por otra parte, las nupcias del monarca eran un asunto de Alta Política, ya que quería propiciar el casamiento del monarca español con una archiduquesa austriaca, en concreto con María Antonia, hija de Leopoldo I y de la Infanta española Margarita de Austria –hermana del monarca–. Ello conllevaba unas nupcias entre tío y sobrina, compromiso con un primer grado de parentesco como era tan habitual entre las cortes de Viena y Madrid. Pero la edad de la candidata suponía un verdadero problema –nació en 1667–16. Por lo tanto, su única opción era la francesa, María Luisa de Orleans, sobrina

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CALVO POYATO, Carlos II…, p. 17. Ibídem, pp. 23-33. 12 Ibídem, pp. 59-60. 13 MARTÍN MARCOS, David (2011) El Papado y la Guerra de Sucesión española. Marcial Pons Historia, Madrid, p. 29. 14 LEÓN SANZ, Virginia (1993) Entre los Austrias y los Borbones. El Archiduque Carlos y la monarquía de España (1700-1714) Sigilo, Madrid, p. 11. 15 CALVO POYATO, Carlos II…, pp. 74-75. 16 Ibídem, pp. 85-87. 11

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de Luis XIV y biznieta de Felipe II, por lo que se necesitó una dispensa papal17; las negociaciones se manejaron con soltura y, el 30 de junio, en la corte de Saint-Germain, el Rey Sol hizo público el casamiento de su sobrina con el Rey de España18. Finalmente, en 1689 la consorte murió de una apendicitis con peritonitis, posiblemente provocada por todos los mejunjes, prácticas e intentos de proporcionar un heredero que nunca llegó19. Tras esto, se eligió como segunda esposa de Carlos II a Mariana de Neoburgo, –primera hija del Elector del Palatinado– a quien la avalaba la fecundidad de sus familiares, entre ellas la de su madre, quien tuvo veinticuatro embarazos. La salud del monarca seguía siendo un tema clave en la Corte; con tan sólo treinta años Carlos II padecía enfermedades asociadas a todo un anciano, sus características salidas al campo se fueron reduciendo paulatinamente hasta acabarse por completo; en 1693 Carlos enfermó teniendo fuertes accesos de fiebre, dolores de cabeza y trastornos cardíacos. Muchos de sus médicos creyeron que ese sería su final, aunque, finalmente, se repuso20. Ya a comienzos de 1698, el monarca, sometido a las consecuencias de sus enfermedades, no buscó más culpables, ya que se declaró así mismo como tal sujeto21.

II.

CANDIDATOS AL TRONO ESPAÑOL

Las intrigas palaciegas en los últimos años de Carlos II llegaron a cotas insospechadas; la Reina Madre y Mariana de Neoburgo serían dos de las participantes más activas en ellas, mientras que Mariana de Austria, la Reina Madre, defendía la candidatura del príncipe José Fernando de Baviera, Mariana de Neoburgo defendía la del archiduque Carlos, el segundogénito del emperador Leopoldo I de Habsburgo. Otras candidaturas como la francesa no se estimaron en demasía en los primeros documentos por enfrentamientos directos (vid. Imagen 2). En 1696, Carlos II realizó su primer testamento donde dejaba como heredero a José Fernando de Baviera, quien a pesar de la muerte de su aliada, la Reina Madre, en ese mismo año, su candidatura seguiría manteniendo su peso gracias al apoyo del

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ESLAVA GALÁN, Historia de España…, pp. 295-296. CALVO POYATO, Carlos II…, pp. 90-91. 19 GARCÍA-ESCUDERO LÓPEZ, Archivo español…, p. 182. 20 CALVO POYATO, Carlos II…, pp. 120-130. 21 Ibídem, p.168. 18

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cardenal Portocarrero22. La candidatura de José Fernando de Baviera favorecía más a España, puesto que permitía su desvinculación de franceses e imperiales y garantizaba la complicidad de Inglaterra y Holanda23. El 24 de septiembre de 1698, Gran Bretaña, Francia y Holanda acordaron el primer reparto de territorios: José Fernando recibiría España, las Indias y los Países Bajos españoles; el Emperador recibiría Milán; y Luis XIV recibiría Nápoles, Sicilia, la Toscana y Guipúzcoa. Planes que quedaron olvidados tras la muerte del pretendiente bávaro en 1699 –se cree que fue envenenado24– por lo que Carlos II tuvo que replantear su testamento mientras que los apoyos del difunto se trasladaban a la causa borbónica: el duque Felipe de Anjou, hijo de Mariana de Baviera y de Luis, el Gran Delfín de Francia, por lo tanto, nieto de Luis XIV25. La firma, el 25 de marzo de 1700, del Segundo Tratado de Partición de La Haya entre Francia, Inglaterra y Holanda, reconocía al Archiduque como sucesor al trono de Carlos II y establecía que los territorios españoles en Italia, más Guipúzcoa, pasaban a ser controlados por Luis XIV26. Las relaciones internacionales se convulsionaban. La desconfianza rodeaba las tratativas. Francia negociaba un tratado pero de forma simultánea presionaba para conseguir un testamento favorable27. Pese a los Pactos de Partición, el sentimiento de los españoles se inclinaba más hacia la solución francesa; Carlos II, influenciado por su mujer, favorecía al archiduque austriaco, pero el antigermanismo de la corte no permitía considerar viable esta opción28.

III.

CARLOS II: TESTAMENTO Y HEREDERO

El 1 de noviembre de 1700 moría a los treinta y ocho años de edad Carlos II sin descendencia. Aunque a los monarcas no se les practicaba la necropsia, debido a su encantamiento Carlos II fue una excepción, en ella se hizo visible “un corazón muy pequeño del tamaño de un grano de pimienta; los pulmones corroídos, los intestinos putrefactos y gangrenosos, en el riñón tres grandes cálculos, un sólo testículo negro

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LEÓN SANZ, Entre los Austrias…, p. 11 MARTÍN MARCOS, El Papado y…, pp. 41-43. 24 SÁEZ ABAD, Rubén (2007) Guerreros y batalla. La Guerra de Sucesión española: 1702-1715. Almena, Madrid, p. 7. 25 DOMÍNGUEZ ORTIZ, Antonio (1982) Testamento de Carlos II. Editorial Nacional, Madrid, p. 12. 26 MARTÍN MARCOS, El Papado y…, pp. 41-43. 27 GONZÁLEZ MEZQUITA, María Luz (2007) Oposición y disidencia en la Guerra de Sucesión española: el Almirante de Castilla. Junta de Castilla y León, Consejería de Cultura y Turismo, Valladolid, pp. 168-170. 28 KAMEN, Henry (1974) La Guerra de Sucesión en España: 1700-1715. Grijalbo, Barcelona, p. 14. 23

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como el carbón y la cabeza llena de agua”29. Algunos historiadores piensan que fue víctima de una epidemia de paludismo –malaria– acontecida en Madrid en 1693. Asimismo, los médicos Navalón y Ferrando, basándose en su discapacidad mental, afirmaron que podría presentar el síndrome de X frágil –o Síndrome de Martín y Bell–. Podemos concluir sobre su salud distintas hipótesis: la ambigüedad de sus órganos sexuales a su nacimiento y el reconocimiento tras su muerte hacen pensar que el monarca estaba sumido en estado intersexual –hermafroditismo o un varón XX–30. Su testamento, firmado el 2 de octubre, hacía del duque de Anjou, nieto de Luis XIV, su sucesor al frente de todos los territorios españoles31. El testamento de Carlos II se considera el más importante después del testamento de Isabel la Católica, ya que reguló de forma magistral el problema de la sucesión al trono español, centro de interés de las cancillerías europeas durante décadas, el origen de una guerra prolongada y el punto de partida de un nuevo equilibrio mundial de fuerzas e indirectamente también de una nueva estructuración del Estado español32. El orden de sucesión estaba ya prejuzgado en los artículos 12, 13, 14 y 15 del Testamento de Felipe IV; en caso de fallecer el príncipe sin sucesión, excluida la rama francesa por las razones de Estado plasmadas en la renuncia de María Teresa, eran llamados, en primer lugar, los descendientes de la infanta Margarita, hija de Felipe IV y Mariana de Austria; en su defecto, los de la infanta María, hermana de Felipe IV, esposa de Fernando de Austria y madre del emperador Leopoldo. Y por último, la descendencia de Catalina, hija de Felipe II, casada con el duque Carlos Manuel de Saboya (vid. Imagen 5)33. La cláusula 13 es la que hace de este documento uno de los más importantes de la Corona española. En ella se decidió la sucesión conforme ya había recomendado el Consejo de Estado en memorable consulta de junio anterior. En aras de la paz y de la conservación de sus reinos, Carlos dejó su inmensa herencia al nieto del hombre del que más agravios había recibido y que, a la vez, era el único con fuerza suficiente para evitar su desintegración. Justificó así la transgresión a las renuncias efectuadas por las infantas Ana y María Teresa a sus derechos a la Corona de España en que “conforme a diversas consultas de ministros de Estado y Justicia”, el motivo de dichas renuncias era evitar la unión de ambas Coronas, lo que se obviaba en el Testamento, pues el elegido para reinar 29

GARCÍA-ESCUDERO LÓPEZ, Archivo español…, p. 182; citado por: CALVO POYATO, José (1996) La vida y la época de Carlos II el Hechizado. Planeta, Barcelona, p. 69. 30 Ibídem, pp. 183-185. 31 MARTÍN MARCOS, El Papado y…, p. 51. 32 DOMÍNGUEZ ORTIZ, Testamento de…, p. 1. 33 Ibídem, pp. 36-37.

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en España no era el rey de Francia, sino el hijo segundo del Delfín, Felipe, duque de Anjou, “precediendo el juramento de conservar las leyes, fueros y costumbres de dichos mis reinos y señoríos”. En caso de morir o heredar la Corona de Francia prefiriéndola a la de España, pasarían sus derechos a su hermano el duque de Berry, hijo tercero del Delfín. A continuación, si faltaran o rehusaran los nietos de Luis XIV, heredaría la Corona el archiduque Carlos de Austria, hijo segundo del Emperador; en último lugar se recurriría al duque de Saboya o sus hijos (vid. Imagen 5)34.

IV.

FELIPE V: CORONACIÓN, INICIOS Y PROBLEMÁTICA

Tras la designación de Felipe de Anjou como heredero al trono español, el 12 de noviembre de 1700, Luis XIV escribió una carta a la Junta de gobierno de Madrid donde establecía que su sucesor sería el duque de Anjou35. El 17 de noviembre de 1700, en París se aceptó el testamento y en Versalles Felipe fue presentado como Felipe V de España (vid. Imagen 3). Las demás potencias europeas se vieron obligadas a aceptar a regañadientes esta nueva situación36. El 22 de enero de 1701, Felipe V se separó de sus hermanos, los duques de Bourgogne y de Berry, en Saint-Jean de Luz, sin saberlo, sería este su último encuentro. El futuro rey de España era descrito como un hombre bueno, generoso, verídico pero tímido, taciturno y un tanto pesado en su forma de expresarse37. Después de que Luis XIV le diera consejo de cómo reinar a su nieto, Felipe V partió hacia España para tomar posesión de su cargo38. El 18 de febrero llegó a Madrid ya como Felipe V, donde tuvo una gran acogida39. Contaba con 17 años cuando fue proclamado rey de España. Juró su cargo el 8 de mayo de 1701, en el convento de San Jerónimo el Real, Madrid40. Mientras Felipe V entraba en la villa de Madrid, la capital de su nuevo reino, poco a poco se fueron rebelando sus nuevos enemigos: las Potencias Marítimas – Holanda e Inglaterra–. Ante la negativa de los Países Bajos españoles de reconocer a Felipe V como su soberano, Luis ocupó la fortaleza de Barrière en febrero de 1701, lo 34

Ibídem, pp. 48-51. MARTÍN MARCOS, El Papado y…, p. 52. 36 SÁEZ ABAD, Guerreros y batalla…, p. 9. 37 BAUDRILLART, Alfred (2001) Felipe V y la corte de Francia. Tomo 1. Universidad de Murcia, Murcia, pp. 71-72. 38 VOLTES, Pedro (1990) La Guerra de Sucesión. Planeta, Barcelona, p. 28. 39 SÁEZ ABAD, Guerreros y batalla…, pp. 31-32. 40 Ibídem, p. 9. 35

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que provocó la caída de la Bolsa londinense. Ello unido a la no retirada de los derechos sucesorios franceses de Felipe V y sus descendientes, además de las más de cuatrocientas cartas donde el rey Sol se prodigaba en consejos y órdenes políticas, daba un mensaje claro: Luis había vuelto y se había hecho con el poder de España41. Tal cúmulo de acontecimientos hizo que la popularidad de Felipe V mermara en menos de seis meses42. Cada día era más obvio que Felipe V ni gobernaba ni lo haría, “el despacho le aburría”43. Felipe V entendió desde un principio la necesidad de revalidar un compromiso político que ya el rey Carlos II había hecho con los reinos de la monarquía hispánica. De este modo, y haciendo caso de las obligaciones que como rey le atañían, convocó a las Cortes aragonesas y catalanas y prestó, respectivamente, juramento de preservar el ordenamiento jurídico del principado44. En las Cortes catalanas, Felipe V ofreció, además, importantes concesiones a los catalanes, por lo que no hubo indicios de oposición frente al nuevo rey francés45. Entre la alta nobleza hubo algunos nobles que empezaron a estar molestos con el reinado borbónico, ya que la camarilla francesa del rey actuó con poca prudencia e hizo que la situación se agravara46. Lógicamente el resto de las potencias europeas no estuvieron de acuerdo, especialmente por el propósito de Luis XIV de unir el reino francés y el español, que suponía, además, violar la condición que Carlos II había decretado en su testamento47. Así en mayo de 1702 las potencias de la Gran Alianza declaraban la guerra a Francia y a España (vid. Mapa 11)48. Felipe V no sólo respetaría las tradiciones sino que fue el primer soberano español tras Fernando el Católico que visitaría expresamente sus dominios en la

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LE FLEM, Jean-Paul; PÉREZ, Joseph; PELORSON, Jean-Marc; LÓPEZ PIÑERO, José María; y FAYARD, Janine (1982) Historia de España. Tomo V: La frustración de un Imperio (1476-1714). Labor, Barcelona, pp. 427-428. 42 BAUDRILLART, Felipe V y…, p. 77. 43 LE FLEM, Historia de…, p. 428. 44 SAN MIGUEL PÉREZ, Enrique (2001) La instauración de la monarquía borbónica en España. Consejería de Educación, Madrid, p. 60. 45 ALBAREDA, Joaquín (2002) Felipe V y el triunfo del absolutismo, Cataluña en un conflicto europeo (1700-1714) Generalitat de Catalunya, Barcelona, pp. 44-50. 46 SÁEZ ABAD, Guerreros y batalla…, pp. 35-36. 47 ALBAREDA, Felipe V y…, p. 44. 48 KAMEN, La Guerra…, p. 20.

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Península Itálica49. Su gabinete de gobierno estaba formado por el cardenal Portocarrero, don Manuel Arias –gobernador del consejo de Castilla–, don Antonio Ubilla –secretario del Despacho–, el marqués de Villafranca, el duque de Montalto –presidente del consejo de Aragón–, y el conde de San Esteban. Pero, a pesar de el gran número de señores a los que podían recurrir, los que realmente podían atender las causas de extrema relevancia no eran precisamente los más afiliados a la causa francesa; estos eran: el Almirante de Castilla, Tomás Enríquez de Cabrera, duque de Rioseco y conde de Melgar, grande de España de primera clase; y, por otro lado, el Conde de Aguilar50. Jean Orry fue el elegido para llevar las finanzas españolas por el rey Sol el 22 de junio de 1701. Su objetivo era reformar la administración, centralizando los ingresos y recuperando los bienes y derechos enajenados de la Corona creando, además y prestamente, un nuevo sistema fiscal51. Con las reformas llevadas a cabo y dos hombres de Estado en los que confiar: el duque de Harcourt y el marqués de Louville; Luis se hizo con el trono español hasta 170952. Eligió, incluso, el matrimonio de su nieto sin consulta de este; la elegida fue la princesa de Saboya, María Luisa Gabriela, hija de Víctor Amadeo II y Ana María de Orleans53. De gran inteligencia y de corta edad –trece años y medio– dominó a Felipe V por completo; encargándose, además, de que gobernase bien España y asignando como camarera mayor a una persona de su confianza, Ana María de la Tremeouille, princesa de Ursinos54, quien se convirtió rápidamente en la consejera de la Regenta55. La Junta de gobierno que presidía la reina estaba compuesta por el cardenal Portocarrero, Arias, Villafranca, Montalto y Medinaceli; en ella la Regenta demostró una labor encomiable atendiendo hasta tres consejos al día56.

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SAN MIGUEL PÉREZ, La instauración…, p. 26; citado por: GONZÁLEZ SEARA, Luis (2001) El poder y la palabra. Idea del Estado y vida política en la cultura europea. Tecnos, Madrid, p. 440. 50 BAUDRILLART, Felipe V y…, pp. 77-79. 51 LE FLEM, Historia de…, p. 429. 52 BAUDRILLART, Felipe V y…, p. 98. 53 LE FLEM, Historia de…, pp. 429-430. 54 Ibídem, pp. 429-430; citado por: ROUSSET DE MISSY, Jean (1719) Histoire publique et secrete de la Cour de Madrid. Dès l’avénement du Roy Philippe V a la couronne. Avec des considerations sur l’état present de la Monarchie Espagnole. Chez Pierre le sincère, Cologne, p. 24. 55 BAUDRILLART, Felipe V y…, p. 135. 56 Ibídem, pp. 112-113.

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V.

OPOSICIÓN AL REY BORBÓN

Tras la muerte de Carlos II y la designación de Felipe de Anjou como su sucesor, a finales de 1701, las principales naciones –Holanda, Inglaterra y el Imperio–estaban unidas formando la Gran Alianza. Francia se quedó únicamente con el apoyo del elector de Colonia y del hermano de este, además contó con el apoyo del elector de Baviera y también con el duque de Saboya –Víctor Amadeo II– que se alió con Francia a través del Tratado de Turín en abril de 1701. Portugal por su parte firmó con Francia el Tratado de Lisboa en junio de 1701. En mayo de 1702, las potencias marítimas declararon la guerra a Luis XIV y la Guerra de Sucesión española comenzó57. Las Potencias Marítimas –Holanda e Inglaterra– no aceptaban el testamento de Carlos II por miedo al creciente poder del rey Sol y la pérdida del equilibrio de poder europeo58.

VI.

ESTALLIDO DE LA GUERRA

En un principio la noticia de la sucesión pacífica en Italia fue bien acogida. El nuevo papa Clemente XI reconoció la soberanía francesa mediante una carta, lo que dejó aún con menos apoyos a Leopoldo I frente a los franceses. Las causas de la guerra hay que buscarlas en algunos errores de estrategia de Luis XIV que provocaron cierto nerviosismo en las Potencias Marítimas e hicieron inevitable el conflicto. Ante esto, la Santa Sede se había propuesto llevar a cabo una tarea arbitral entre Austrias y Borbones pero esta intención se vio anulada59. En los inicios de su reinado, Felipe V realizó un viaje a territorios españoles en Italia, el cual fue un error, ya que descuidaría la Península Ibérica, dejando al cardenal Portocarrero con el título de gobernador del reino, con plenos derechos para sustituirle en caso de que fuera necesario60; y comenzando, en España, los primeros brotes de descontento entre la nobleza, ya que desde principios del reinado la presencia de funcionarios franceses en la Corte había sido motivo de conflicto, creciendo por este motivo la indignación entre los nobles castellanos. La inestable mediación de la Santa Sede solo sirvió para que la contienda se preparase con mayor fuerza61. 57

KAMEN, La Guerra…, pp. 14-15. LE FLEM, Historia de…, pp. 427- 428. 59 MARTÍN MARCOS, El Papado y…, pp. 56-61. 60 BAUDRILLART, Felipe V y…, p. 100. 61 MARTÍN MARCOS, El Papado y…, pp. 90-98. 58

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El 6 de febrero de 1701 las tropas francesas entraron en los Países Bajos españoles y desplazaron a las guarniciones holandesas. Luis XIV, por su parte, realizó declaraciones sobre la posible unión de las Coronas española y francesa. Las Potencias Marítimas comenzaron a preocuparse por la fuerza que podían adquirir unidas dos Coronas que habían sido enemigas62, por lo que el rey de Inglaterra declaró la guerra a España y Francia apoyado por el duque de Hannover y la Reina de Dinamarca. Posteriormente Inglaterra formó la Gran Alianza con el Emperador, los holandeses, el duque de Hannover y el duque de Neoburgo a los que se unirían otros Príncipes del Imperio63. La Santa Sede estaba preocupada por la probable coronación de Carlos de Austria en Viena y los problemas que esto acarrearía, por eso, cuando se le coronó el 12 de septiembre de 1703, el nuncio se abstuvo de participar en el acto alegando que estaba enfermo. Tras la coronación de Carlos III ya no se ocultó más el deseo del Imperio de atacar España desde Portugal64. Mientras tanto, en la Corte española funcionarios y cortesanos, deseosos de congraciarse con los Borbones, presentaban el reinado precedente con los más negros tintes y veían al nuevo monarca como el salvador de la nación65.

VII.

FASES DE LA GUERRA (vid. Mapa 12)

1. PRIMERAS BATALLAS: CÁDIZ Y RANDE EN VIGO. 1702-1703 La primera gran batalla se produjo a través de un ataque aliado sobre Cádiz durante los meses de agosto y septiembre de 1702, se presentó como un proyecto importante para apoderarse de esta gran plaza estratégica, ya que desde allí se podía controlar el tráfico con las Indias, motivo que incentivó la entrada en la guerra de Inglaterra y las Provincias Unidas a razón de sus intereses comerciales66. En agosto desembarcaron tropas aliadas en Cádiz, pero los defensores se negaron a rendir la plaza y el intento de asalto sobre el fuerte de Matagorda fue rechazado, de tal forma que las tropas aliadas se vieron obligadas a reembarcar en septiembre tras haber fracasado. La causa borbónica aprovechó la mala imagen que 62

GONZÁLEZ MEZQUITA, Oposición y…, p. 202. Ibídem, p. 362; citado por: BACALLAR Y SANNA, Vicente (1957) Comentarios a la guerra de España e historia de su rey Felipe V, el animoso. Atlas, Madrid, p. 641. 64 MARTÍN MARCOS, El Papado y…, pp. 98-103. 65 Ibídem, p. 38. 66 KAMEN, La Guerra…, p. 20. 63

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habían dado los aliados para mostrarlos como un frente anticatólico y obtener así numerosos apoyos entre el pueblo español. Al mes del ataque aliado sobre Cádiz se produjo la Batalla Naval de Rande en Vigo, el 23 de octubre de 1702. Ante las noticias de la presencia de una flota angloholandesa, una flota española, recién llegada de las Indias, buscó refugio en el fondo de la ría. Los aliados descubrieron cuál era la estrategia de los españoles y tras esto se hicieron dueños de los castillos de Corbeiro, Domaio y Rande, aproximándose así a la flota franco-española. Ante la imposibilidad de salir victoriosos, la flota española incendió sus barcos para evitar que los vencedores se apoderaran de ellos, esto propició que hubiese que pedir ayuda a los franceses para el comercio con el Nuevo Mundo67.

2. INCORPORACIÓN DE PORTUGAL Y DUCADO DE SABOYA A LA GRAN ALIANZA: BATALLAS EN

PORTUGAL, TOMA

DE

BARCELONA

Y OTRAS PLAZAS CATALANAS,

GIBRALTAR

Y

MÁLAGA. 1703-1706 El verdadero detonante de la Guerra se produjo en 1703 cuando se unieron el Ducado de Saboya y del Reino de Portugal a la Gran Alianza, convirtiéndose este último en una excelente base de operaciones militares. El archiduque Carlos llegó a Lisboa buscando afianzar su poder, este llevaba un gran contingente militar al que se unieron tropas portuguesas. Felipe V, tras verse amenazado, optó por declarar la guerra a Portugal y a Carlos, en mayo de 1704, alegando que él era el heredero legítimo del trono de España. Tras varias contiendas, el ejército español tuvo que renunciar a tomar Lisboa debido a la escasez de munición y víveres. Felipe V regresó a Madrid, dejando a sus tropas desplegadas a lo largo del frente portugués. El archiduque Carlos aprovechó los combates en Portugal para intentar tomar Cataluña, territorio clave para separar Francia de España, por este motivo la flota aliada se dirigió a Cataluña, entre mayo y junio de 1704, desde Lisboa. La ciudad de Barcelona fue sitiada pero rehusó rendirse y, ante el escaso número de hombres, los aliados decidieron retirarse, reembarcando y dirigiéndose a Portugal de nuevo. Tras celebrar un consejo de guerra, los aliados decidieron atacar Gibraltar, que era un lugar estratégico y con defensas escasas, por lo que terminó rindiéndose el 4 de agosto de 1704 (vid. Imagen 6). Las consecuencias de la pérdida de Gibraltar fueron

67

SÁEZ ABAD, Guerreros y batalla...., pp. 20-24.

12

muy graves. Para contrarrestar la situación, la flota franco-española se dirigió a Gibraltar pero pronto los aliados tuvieron conocimiento de esta noticia y se prepararon para impedir el contraataque. Ante la ciudad de Málaga se desarrolló la batalla naval más importante de la guerra el 24 de agosto de 1704 (vid. Imagen 7), en la que no hubo un vencedor claro. Las pérdidas humanas fueron cuantiosas en ambos bandos, no obstante, la lucha continuó68. Después de esto, los aliados capturaron, en el verano de 1705, Valencia de Alcántara y Alburquerque pero el principal objetivo era Badajoz, a la que consiguieron sitiar. A comienzos de 1705 el objetivo de las potencias europeas era apoderarse de Barcelona. La flota aliada salió de Lisboa y en Gibraltar se les unieron algunos batallones más, tras esto se dirigieron a Barcelona con la intención de atacarla (vid. Imagen 8). Después de todos los intentos posibles por defender la plaza, la capitulación de Barcelona fue firmada el 9 de octubre. Durante el asedio a Barcelona también fueron tomadas otras plazas: Gerona, Lérida, Balaguer, el Condado de Urgel, la Segarra, Tortosa y Tarragona69. Al terminar el año, las provincias de Cataluña y Valencia se hallaban en su mayor parte en manos de los aliados. El año 1705 terminó con un retroceso de la causa borbónica70.

3. MADRID:

CAPITAL CAÍDA.

HUIDA Y

REGRESO DEL MONARCA

BORBÓN

A LA CAPITAL.

1706-1707 Felipe V abandonó Madrid el 23 de febrero de 1706 para reunirse con su ejército en el frente catalán. Pero, finalmente, Felipe V no tuvo más remedio que retirarse y huir a Madrid, siendo un duro golpe a su causa71. Entre abril y junio de 1706, varias ciudades de Castilla fueron cayendo en manos de los aliados, llegando la amenaza hasta Madrid, lo que obligó a la reina, la Corte y todos los órganos de gobierno a abandonar la ciudad. La caída de Madrid fue una resonante victoria para el archiduque Carlos que se proclamó rey72. 68

Ibídem, pp. 25-49. Ibídem, pp. 53-57. 70 KAMEN, La Guerra…, p. 26. 71 SÁEZ ABAD, Guerreros y batalla..., p. 62. 72 KAMEN, La Guerra…, pp. 26-27. 69

13

El ejército aliado se mantuvo inactivo durante semanas, las tropas borbónicas aprovecharon para apoderarse de algunos territorios cercanos a la capital. Los aliados finalmente se retiraron de Madrid y Felipe V regresó a la capital el 4 de octubre de 170673. En el resto de frentes europeos las noticias no eran muy buenas para la causa borbónica pues perdían Ramillies y con él casi todos los Países Bajos españoles. En Italia se levantaba el asedio a Turín lo cual permitía al duque de Saboya tomar Milán y Nápoles74. En el este de España, las fuerzas del Archiduque continuaban intactas y consiguieron hacerse con Requena, Alicante y Cuenca. Pero el ejército borbónico consiguió recuperar Cuenca el 10 de octubre de 1706, también Orihuela –Alicante– pasando por Almansa, donde se llevaría a cabo una de las batallas más famosas de la Guerra de Sucesión española75.

4. FRENTE

CATALÁN Y LEVANTINO.

BATALLA

DE

ALMANSA. CESE

TEMPORAL DE

ENFRENTAMIENTOS. 1707-1709

El 25 de abril de 1707, ambos ejércitos se enfrentaron en las llanuras de la ciudad de Almansa, las tropas franco-españolas eran más numerosas que las aliadas, lo que condujo a la derrota del bando aliado (vid. Imagen 9). Esta batalla fue decisiva para la guerra en la península, ya que, gracias a ella, Valencia cayó definitivamente en poder de Felipe V76. El ejército borbónico se dividió para llevar a cabo campañas en Cataluña, Aragón y algunas zonas de Valencia, conquistando Játiva y Zaragoza. En Cataluña se había concentrado la mayor parte del ejército aliado, quedando sometida la ciudad de Lérida por el ejército borbónico, tras la cual cayeron Tárrega y Cervera, entre septiembre y noviembre de 1707. Los ejércitos de los dos bandos se dirigieron a Tortosa hacia donde iba una flota francesa para apoyar las operaciones de asedio. El asalto general se produjo el 9 de julio de 1708. La ciudad capituló el 15 de julio; pese a la victoria, los borbónicos perdieron más de dos mil hombres. En Valencia la campaña de Felipe V estaba siendo exitosa. Se apoderaron de la 73

SÁEZ ABAD, Guerreros y batalla..., pp. 63.64. VOLTES, La Guerra…, p. 137. 75 SÁEZ ABAD, Guerreros y batalla..., p. 64. 76 KAMEN, La Guerra…, p. 29. 74

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ciudad y puerto de Denia, aunque, por el contrario, perdieron el puerto africano de Mazalquivir y también Menorca. Los aliados iniciaron operaciones militares para volver a capturar Madrid, sin embargo su situación en el Levante era complicada, el 18 de abril de 1708 se rendía la guarnición inglesa de Alicante. A pesar de esto, el general del bando aliado, Starhemberg, dividió sus tropas entre los frentes catalanes y portugueses para hacer que Felipe V tuviera que prestar atención a los dos frentes. El 7 de marzo de 1709 se enfrentaron en Gudiña, donde el ejército español se impuso. Pasando, posteriormente, la ofensiva borbónica por el Ampurdán, a la vez que los aliados avanzaban por territorio valenciano, llegando hasta Tarragona para invadirla. Mientras tanto, en Europa las cosas no iban bien, Luis XIV no podía hacer frente a la ofensiva aliada y dejó de mandar tropas a España, un aliciente más para pausar las contiendas77.

5. REARME

MILITAR, REINICIO DE LAS CAMPAÑAS MILITARES.

COMO EMPERADOR DE

AUSTRIA

CORONACIÓN

DE

CARLOS

Y EVACUACIÓN DE LAS TROPAS IMPERIALES DE

BARCELONA. 1710-1713 En la primavera de 1710 se reiniciaron las campañas militares. Durante casi dos meses los dos ejércitos tomaron contacto cerca del rio Segre. El ejército aliado avanzó hasta Almenara cogiendo por sorpresa a las tropas borbónicas y provocando su derrota, dañando así la moral del ejército de Felipe V. Tras esta derrota, las tropas de Felipe V se retiraron a Zaragoza, iniciándose el 20 de agosto del mismo año, una batalla que fue un desastre para el ejército borbónico. Todo mejoró para la causa borbónica cuando Luis XIV decidió enviar refuerzos a España para ayudar a su nieto. Donde consiguieron más éxito las tropas borbónicas fue en la frontera extremeña: ocuparon Almaraz, Alcántara, Talavera del Arzobispo y Talavera de la Reina, quedando Portugal aislada del centro de la península, sin poder ayudar a los aliados. Tras lo cual, y también debido a la hostilidad del pueblo de Madrid, los aliados se retiraron de Madrid y Felipe V pudo regresar a la capital el 3 de diciembre78. Los líderes de la Gran Alianza se dieron cuenta de que, por lo general, el pueblo 77 78

SÁEZ ABAD, Guerreros y batalla..., pp. 69-74. Ibídem, pp. 75-79.

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español apoyaba la causa de Felipe V, excepto algunos territorios catalanes, valencianos y aragoneses. A pesar de esto, las campañas militares no se detuvieron y el ejército borbónico fue acercándose, cada vez más, a Barcelona. En septiembre de 1711, el archiduque Carlos tuvo que marcharse a Frankfurt para ser coronado emperador con el nombre de Carlos VI. Cataluña seguía vinculada a este por el pacto de Génova, los catalanes querían que se conservaran sus fueros y libertades en un principado unido al Imperio alemán, pero ya había sido decidida su suerte en Utrecht. Inglaterra pidió a Felipe V que conservara los fueros catalanes pero este rehusó hacerlo. En marzo de 1713 la Emperatriz evacuó Barcelona como había sido fijado en Utrecht. El 22 de junio, el general austriaco embarcaba con sus tropas tras haber entregado Tarragona al bando borbónico de forma incondicional79.

6. DESPUÉS

DE

UTRECHT: GUERRA

CATALANA Y RECUPERACIÓN DE

MALLORCA. 1713-

1715 En Barcelona, se le declaró la guerra a Felipe V el 9 de julio. El 24 de julio, el ejército realista solicitó la rendición de la ciudad pero esta se negó. De este modo, se inició el asedio a la ciudad que, por sus dimensiones, era una plaza difícil de tomar, por lo que se requería de muchas piezas de artillería. Ante la falta de las mismas, se tuvo que solicitar piezas a Luis XIV; no obstante, con la llegada del invierno, se frenaron los ataques. El bombardeo se reinició el 2 de mayo. El ejército de Felipe V fue conquistando posiciones, pero el espíritu de defensa de Barcelona seguía intacto. Felipe V tuvo que solicitar refuerzos a Francia de nuevo por su escasez de tropas, los cuales llegaron en julio de 171480. La situación para los sitiados era ya muy complicada y les ofrecieron una honrosa capitulación pero no la aceptaron. Al final los barceloneses izaron la bandera blanca y pidieron entrevistarse con el general francés. Este, como respuesta, incendió la ciudad; la respuesta de los barceloneses fue, de nuevo, enarbolar la bandera blanca, rindiéndose Barcelona, oficialmente, el 12 de septiembre de 1714. La última batalla en la Guerra de Sucesión fue la reconquista de Mallorca acaecida a lo largo de junio de 1715. El bando borbónico no tuvo ningún problema en

79 80

Ibídem, pp. 84-87. Ibídem, pp. 87-89.

16

tomar la plaza de forma inmediata, apoderándose fácilmente del resto de la isla81.

VIII.

FIN DE LA GUERRA

El tratado Paulucci-Prié puso fin a las hostilidades entre el Imperio y la Santa Sede a principios de 1709. Hacía mediados de diciembre de 1708 este tratado, que comprendía el desarme del ejército papalino y la entrada en los Estados Pontificios de seis regimientos austriacos, estaba prácticamente concluido, pero hubo que esperar un mes más para su firma. El tratado fue rubricado el 15 de enero por el cardenal Paulucci, representante del papa Clemente XI, y el marqués de Prié, representante del emperador José I82. A lo largo de la guerra Luis XIV intentó negociar la paz con los aliados en diversas ocasiones, pero fue a partir de 1710 cuando los políticos ingleses, afectados por la derrota de Villaviciosa, tomaron la idea de que había que pactar con Francia mediante una transacción que favoreciera sus intereses comerciales83.

En 1711 murió el emperador José I, cuyo sucesor era el propio archiduque Carlos, dando un giro la situación, pues la posible unión España-Austria en su persona podía ser más peligrosa que la de España-Francia en la persona de Felipe V. Los demás estados europeos, y sobre todo Inglaterra, aceleraron las negociaciones de cara a una posible paz84.

El 1 de enero de 1712 era la fecha fijada para comenzar la reunión destinada a negociar los tratados de paz, escogiéndose la ciudad de Utrecht para ello (vid. Documento 10), sin que España formara parte. Sin embargo, las negociaciones no comenzaron hasta el 29 de enero de 1712, con un tema inicial que atormentaba a los ingleses: a la muerte del rey Sol, el vasto Imperio francés recaería sobre su nieto, lo cual suponía un nuevo desequilibrio85, ya que en febrero murió el principal heredero a Francia, el duque de Borgoña, Luis, el hermano mayor de Felipe V. Inglaterra puso la condición para salir del conflicto de que las Coronas de Francia y España quedaran

81

Ibídem, pp. 92-94. MARTÍN MARCOS, El Papado y…, pp. 138-145. 83 ALBAREDA, Felipe V y…, p. 114. 84 VOLTES, La Guerra…, pp. 208-209. 85 LE FLEM, Historia de…, p. 437. 82

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separadas. Felipe V tuvo que elegir entre las dos, por lo que renunció al trono francés86. En Utrecht, se produjeron avances significativos gracias a la buena voluntad de los Aliados, con la excepción del Imperio, para negociar con Francia; la Santa Sede no contó con ningún representante diplomático debido a la ambigüedad que había mostrado Clemente XI durante toda la contienda. Esta fue la primera vez que la Santa Sede quedó excluida de unas conversaciones de paz de repercusiones continentales87. Las negociaciones entre Francia e Inglaterra dieron sus frutos el 27 de marzo de 1713 pero el Tratado no se firmó hasta abril88. Mientras tanto, en Cataluña intentaban conservar sus privilegios y enviaron representantes a las Cortes de Austria, Inglaterra y Holanda para tratar de conseguirlo. Entre tanto, Carlos VI abandonó a los catalanes dejándolos en manos del virrey89. El 11 de abril de 1713, Francia firmó un tratado de paz con Inglaterra, Holanda, Portugal, Saboya y el reino de Prusia, pero el Emperador se negó a firmar, había perdido el trono español tras el cese del apoyo inglés y exigía, a cambio, los territorios españoles en Europa, una zona fronteriza con Francia, incluyendo Estrasburgo y, además, la independencia catalana, que le seguía siendo fiel. El 10 de julio de 1713, España firmó la paz con Inglaterra y Saboya; el 26 de junio de 1714 con Holanda. Finalmente el monarca desistió y abandonó Gibraltar, Menorca y Sicilia quedando estas en manos de Inglaterra90, siendo, por lo tanto, la gran beneficiada del Tratado de Utrecht, ya que alcanzó el rango de primera potencia. No obstante, Utrecht no logró un compromiso que pusiese fin al conflicto entre Francia y Austria91. El Tratado de Rastatt se firmó el 6 de marzo de 1714 y puso fin a la Guerra de Sucesión española entre Austria y Francia. Luis XIV devolvió las plazas de la orilla derecha del Rhin, quedando Estrasburgo y Alsacia en manos de Francia. Esta sufrió un gran agotamiento de sus reservas económicas y militares, además de un empobrecimiento general. El emperador Carlos VI recibió los Países Bajos españoles, Tournai, Menin, Ypres y Furnes. También el Milanesado, Cerdeña, Nápoles y los presidios de la Toscana. El duque de Saboya se quedó con la Corona de Sicilia (vid. Mapa 13). 86

SÁEZ ABAD, Guerreros y batalla..., pp. 85-86. MARTÍN MARCOS, El Papado y…, p. 176. 88 SÁEZ ABAD, Guerreros y batalla..., p. 86. 89 Ibídem, pp. 155-158. 90 LE FLEM, Historia de…, p. 437. 91 MARTÍN MARCOS, El Papado y…, p. 182-188. 87

18

En el Tratado, como antes se ha citado, se consideraba a Felipe V rey de España con la condición de renunciar al trono francés. Por su parte, a pesar de haber recibido considerables territorios, Carlos VI nunca renunció al trono español92.

IX. 1. LOS

DECRETOS DE

CONSECUENCIAS DE LA GUERRA

NUEVA PLANTA:

RESPUESTA POLÍTICA AL LEVANTAMIENTO DE LOS

DOMINIOS METROPOLITANOS ORIENTALES DE LA MONARQUÍA ESPAÑOLA

La proclamación del archiduque Carlos de Austria como rey de España en Viena en 1703, así como la extensión de la contienda a la propia Península, en donde se dieron enormes penalidades que el propio soberano padeció, como lo fue el abandono de la propia capital, a lo largo de 1705 y 1706, crearon bastante malestar y condujeron a que, tras la victoria del duque de Berwick en Almansa y la entrada de sus tropas en Valencia, se procediera a la delimitación de un nuevo marco de inserción política y jurídica de los dominios insurgentes a la autoridad del rey Felipe V, como lo fueron Aragón y Valencia, que apoyaron a Carlos de Austria, “El 29 de junio de 1707 un regio Decreto determina la extinción del sistema jurídico privativo de Aragón y Valencia, y su atenencia, en lo sucesivo, al ordenamiento legal de la Corona de Castilla”93. Felipe V verdaderamente quiso dar un escarmiento político con esta decisión totalmente ajena a la tradición española. Así pues, fueron Aragón y Valencia las que sufrieron la extinción de su privativo ordenamiento jurídico-público y sus formas institucionales en virtud de la regia disposición de comienzos del verano de 1707. Pero los privilegios de la nobleza pronto se recuperaron, y ya en 1711 Aragón volvió a regir con su propio derecho privado. En el caso de Valencia, esta se mantuvo leal a la política española tras los años siguientes a su “Decreto de Nueva planta”, sin embargo, Felipe V no restauró su derecho foral en el ámbito privado tal y como había hecho en el reino de Aragón, o en el contenido de los Decretos para Cataluña, Mallorca o Cerdeña. Quizás ello se explique por la falta de constancia de las instituciones valencianas en la reiteración de la petición que atribuye a la necesidad de los nuevos servidores públicos de no poner en riesgo sus recién estrenadas responsabilidades y, sobre todo, al hecho de que los estamentos privilegiados no vieron peligrar ni sus ingresos ni su posición social “Los poderes valencianos (…) conservaban toda su capacidad de influencia en los años apenas 92 93

SÁEZ ABAD, Guerreros y batalla..., p. 86-94. SAN MIGUEL PÉREZ, La instauración…, p. 101.

19

siguientes al final del conflicto sucesorio”94. Entre Valencia y Aragón, merece singular atención Cataluña, que se sumó también a la causa del archiduque Carlos. Los motivos que la llevaron a la oposición borbónica fueron, además de la hostilidad que tenían los catalanes hacia los franceses por las sucesivas invasiones, la idea de que el establecimiento del régimen austracista era más adecuado a las formas políticas y la tradición institucional de Cataluña que tenía por derecho, y cuya configuración era característica de la monarquía hispánica. En este sentido, se destaca la alianza que se realizó entre Cataluña e Inglaterra en 1705, que define claramente la perspectiva de la coalición antiborbónica. Cataluña siguió preservando el derecho privado y parte del ordenamiento institucional95.

2. REPRESIÓN HUMANA E INSTITUCIONAL. EL CASO CATALÁN Castellví, un felipista coetáneo describe la represión que el pueblo catalán sufrió a partir del 11 de septiembre de 1714, pues el retorno a la normalidad fue difícil a consecuencia de la actitud intimidatoria y vengativa de los soldados españoles. Además de la represión humana que se vivió, también se experimentó una represión institucional. Así, el 15 de septiembre de ese mismo año, se disolvió el Consell de Cent y la Coronela y el 16 se extinguió la Generalitat y las Cortes; también se abolió la figura del virrey, como representante directo y permanente del monarca en el sistema pactista, y se acabó con el resto de los órganos ejecutivos del poder real. Por otro lado, en los municipios desapareció la representación estamental y el sistema de elección mediante insaculación, e incluso los gremios para reunirse tenían que contar con la presencia de la autoridad “Era el fin del Estado catalán y de la monarquía paccionada de tradición secular”96. Toda esta represión que se llevó a cabo se hizo en nombre del derecho de conquista. En este panorama, fueron muchos los catalanes que se exiliaron a Viena, en donde ocuparon cargos relevantes, sobre todo de militares, pues en estos momentos se estaba desencadenando la Guerra de Sucesión de Polonia “Tenemos noticias del influjo del clan español en la Corte de Viena, en la que destacó Ramón de Vilana Perlas (…) quién dirigió el Consejo de España, símbolo de la continuidad de las aspiraciones de

94

Ibídem, p. 110. Ibídem, p. 120. 96 ALBAREDA, Felipe V y…, p. 188. 95

20

Carlos VI a la Corona hispánica”97. En lo que atañe a la fiscalidad y a la administración del patrimonio real, se introdujeron transformaciones profundas. En diciembre de 1715 se aprobó el Real Catastro, el cual pretendía gravar la riqueza frente al sistema tradicional de contribución indirecta. No obstante, su imposición no supuso significativos cambios cuantitativos si tenemos en cuenta la elevada presión fiscal que sufrieron antes los habitantes con el mantenimiento de los ejércitos. Sin embargo, este catastro sumado a la represión, fue uno de los elementos que motivaró el descontento que originó en 1719 el movimiento de los “carrasclets”. En cuanto a la represión lingüística y cultural, el Decreto de Nueva Planta impuso que las causas de la Real Audiencia se resolvieran en castellano, y en los documentos internos, dirigidos a los corregidores, se instaba a implantar el castellano progresivamente y de forma discreta. Así, la práctica del castellano terminó consolidándose en la administración pública y también en la eclesiástica, sustituyéndose el latín como vehículo tradicional de cultura, y reduciéndose el catalán al ámbito de las relaciones personales y privadas “El castellano, con criterios ortográficos fijados, se convirtió en lengua de la Ilustración”. No obstante en el ámbito popular el castellano no se utilizó98.

3. LA LEY SÁLICA Otra de las reformas de mayor calado fue la ley Sálica de 1713 promulgada por Felipe V, que sólo permitía el acceso al trono de mujeres únicamente cuando estas no tuviesen hijos, sobrinos o hermanos varones, con el objetivo de asegurar que la descendencia fuese por la rama paterna y alejar a los Austrias de la Corona99. De este modo, el rey convocó las Cortes de 1712 a 1713 con el objetivo de consagrar tanto la llamada ley semi-sálica como la necesidad de que el heredero de la Corona naciera y fuese criado en España. Esta ley trastocaba la tradición española y, de hecho, Felipe V tuvo que presionar a los miembros del Consejo de Castilla. Dice Coxe100 que se opusieron varios consejeros, y que la primera resolución que emanó de aquel Consejo fue tan contraria a los planes del Rey que este dio orden de que se quemase el 97

Ibídem, p. 191. Ibídem, pp. 212-228. 99 MARTÍNEZ RUÍZ, Enrique; GIMÉNEZ, Enrique; ARMILLAS, José Antonio; y MAQUEDA, Consuelo (1992) La España Moderna. Istmo, Madrid, p. 366. 100 ESPAÑOL BOUCHE, Luis (1999) Nuevos y viejos problemas en la sucesión de la Corona española: pragmática de Carlos III sobre matrimonios desiguales. Derechos a la Corona de los hijos naturales. Necesidad de una Ley de Sucesión. Doña Teresa de Vallabriga. Hidalguía, Madrid, p. 27; citado por: COXE, William (1846), España bajo el reinado de la Casa de Borbón, Tomo II. Madrid, pp. 89 y 290. 98

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documento que la plasmaba101. Sin embargo, cualquiera que fuera el valor de las decisiones de las Cortes de 1713, Felipe V sólo tardó diez años en infringirlas, con el consentimiento de los acobardados Consejos. El desdichado Felipe V pareció no acordarse de la existencia de la ley que él mismo hiciera aprobar en 1713 y modificó – de nuevo– el orden sucesorio. De hecho según los estudiosos, “La Nueva Recopilación” de Felipe V, de 1723 omitió incluir las nuevas leyes sucesorias entre las pragmáticas, relegándolas entre los autos acordados102. Por su parte, la “Novísima Recopilación” de 1805 sí reproducía el “auto acordado” de 1713103.

X.

CONCLUSIÓN

En este punto nos centraremos en las conclusiones que hemos sacado, como grupo, de este extenso trabajo realizado sobre la Guerra de Sucesión española. Hemos visto como, a causa del conflicto que venía acaeciendo desde hacía décadas, pero que estalla en este momento –tras la muerte de Carlos II– España deja de ser una potencia hegemónica. Con la muerte de Carlos II, la Corona queda sin representante real descendiente directo del difunto monarca –problema que se preveía desde hacía varios años–, por lo que surge la necesidad de buscar un sucesor en las monarquías europeas vecinas y, claro está, este sucesor debía ser lo más afín, en cuanto a parentesco, al último monarca español. De este modo, toda la problemática estalla y como consecuencia, entre otras muchas, España dejará de ser un extenso y potente Imperio. Acontece, en esta época, un período de desequilibrio político, pero también social dentro del país; esta coyuntura sería el antecedente económico y social del siglo posterior, en el que los monarcas borbones desatenderían los últimos vestigios territoriales del anterior Imperio y los perderían. Pero no se reduce solo a una pérdida de territorios o a un problema de sucesión, sino que también significó una guerra civil entre españoles partidarios del candidato Habsburgo, Carlos, apoyado por la Gran Alianza; y españoles partidarios del candidato Borbón, Felipe V, apoyado por su país natal, Francia, siendo así, gracias a estos apoyos, 101

Ibídem, p. 27; citado por: MARQUÉS DE MIRAFLORES, (1983), Memoria histórico-legal sobre las leyes de Sucesión a la Corona de España por el Marqués de Miraflores, Conde de Floridablanca. Madrid, p. 65. 102 Ibídem, p. 39; citado por: ÁLVAREZ DE LINERA, Antonio, (1948), “La extraña actitud de Carlos III con su hermano Don Luis”, Revista de la Biblioteca, Archivo y Museo de la Villa de Madrid, núm. 56. Madrid, p. 64. 103 Ibídem, p. 39.

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además, una guerra internacional en la que Francia dejaría de ser la única potencia hegemónica del momento para compartir su poder con Inglaterra y Austria, quienes esperaban –y consiguieron con los tratados de Utrecht y Rastatt– repartirse parte de los territorios españoles. Después de este acontecimiento bélico, y debido al control de nuevos enclaves estratégicos, comenzó aquí el Imperio ultramarino de Inglaterra basado en su superioridad naval. Aún así, el fin principal de Francia y su monarca, Luis XIV, era controlar dos Coronas, la francesa y la española y, aunque no consiguió que un monarca compartiese ambos tronos, sí que España dejó de contar con Austria como principal aliada para sustituirla por Francia, con quien compartía familia real y, de ahora en adelante, intereses políticos y económicos por influencias del monarca francés en su familiar Felipe V, rey de España. Por último, hasta la firma del Tratado de Viena de 1725 no se acabó con los antagonismos de la Guerra de Sucesión, ya que hasta entonces Carlos VI de Austria y Felipe V de España siguieron enemistados por los hechos acaecidos entre 1700 y 1715 derivados, entre otros motivos señalados, por la sucesión al trono español tras la muerte del monarca Carlos II de España.

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Apéndice: 1. Retrato de Carlos II de Austria

2. Retratos de los posibles candidatos al trono español tras la muerte de Carlos II

24

3. Retrato del monarca Felipe V de Borbón

4. Escudos de Carlos II, Felipe V y Carlos de Austria

25

5. Árbol genealógico de Carlos II y los posibles candidatos al trono español, grado de parentesco

26

6. Bombardeo de Gibraltar el 4 agosto de 1704

7. Batalla naval de Málaga el 24 de agosto de 1704

27

8. Sitio de Barcelona, octubre de 1705

9. Batalla de Almansa, abril de 1707

28

10. Documento del Tratado de Paz en Utrecht

11. Bandos enfrentados: territorios a favor de los Austrias y de los Borbones

29

12. Mapa sobre los movimientos militares durante la Guerra de Sucesión

13. Reparto de los territorios tras la Paz de Utrecht

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32

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