Gran Bretaña y Australia: ¿Subordinados del Imperio?

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Descripción

Ruth Casa Editorial no es una empresa imparcial o exenta de compromisos sociales. Nace en un momento muy especial de la historia universal, cuando la humanidad ha llegado al umbral de la catástrofe total o del parto de una nueva civilización. No obedece a intención apocalíptica alguna afirmar que este es el dilema que se dibuja en el horizonte. Hoy hemos aprendido de nuestros fracasos que el trazado de la transformación socioeconómica que puede conducir a un mundo mejor pasa por una mudanza moral, que depende de la inteligencia que las generaciones involucradas logren transmitirse en esta dirección y de la implantación consecuente de una cultura de vida. Sin esto, otra democracia, no solo distinta, sino incompatible con la caricatura que ha prevalecido, sería imposible. Con eso se compromete Ruth Casa Editorial, con un mundo en el cual la libertad no pueda ser concebida fuera de la igualdad y de la fraternidad, sino exclusivamente a partir de ellas. El nombre de la editorial se inspira precisamente en aquel pasaje bíblico que nos invita a apreciar más generosamente el significado de la solidaridad como virtud, y el núcleo de valores que nos impele al rescate y a la reflexión, a creer y a crear con coherencia, a decidir con lealtad y valentía, y a restituir al ser humano toda su dignidad. Ruth Casa Editorial quiere proclamar desde el comienzo mismo su sentido de amplitud, sin fronteras, pero sin ambigüedades. Asocia su proyección a los movimientos sociales y en particular al Foro Mundial de Alternativas, sin constituir un órgano de este, ni contemplar restricciones nacionales, continentales, sectoriales o institucionales. Con la única aspiración de servir al impulso que reclama la marcha hacia un futuro donde todos tengan cabida. Los lectores dirán si lo logramos. François Houtart Presidente

Edición: Pilar M. Jiménez Castro Diseño de colección: Claudia Méndez Romero Diseño de cubierta e interior: Claudia Méndez Romero Diagramación: Bárbara A. Fernández Portal Corrección: Ana Molina González

© Ruth Casa Editorial, 2014 © Sobre la presente edición: Editorial de Ciencias Sociales, 2014 Ruth Casa Editorial, 2014 Todos los derechos reservados ISBN: 978-959-06-1540-5 ISBN: 978-9962-697-88-6

Prohibida la reproducción total o parcial, por cualquier medio, sin la autorización de Ruth Casa Editorial. Todos los derechos reservados en todos los idiomas. Derechos Reservados conforme a la ley. Estimado lector, le estaremos muy agradecidos si nos hace llegar por escrito su opinión acerca de este volumen y de nuestras ediciones. INSTITUTO CUBANO DEL LIBRO Editorial de Ciencias Sociales Calle 14, no. 4104, entre 41 y 43, Playa, La Habana, Cuba [email protected] Ruth Casa Editorial Calle 38 y ave. Cuba, edif. Los Cristales, oficina no. 6 apdo. 2235, zona 9A, Panamá www.ruthcuadernos.org [email protected] [email protected]

Editorial

Cada época genera sus urgencias críticas. El siglo xx finalizó con la frustración rotunda de las esperanzas que había creado la Revolución de Octubre y con el encumbramiento del imperialismo bajo el liderazgo más absoluto de los Estados Unidos. Estos hechos resumen las complejidades, la irracionalidad, los peligros y los desafíos de nuestro tiempo. Desafíos para el pensamiento crítico y para la praxis. Bajo el sello Ruth Casa Editorial se funda Ruth. Cuadernos de Pensamiento Crítico, que se reconoce precisamente así, de pensamiento crítico. Internacional por la naturaleza de la problemática que aborda, por la determinación de las alternativas y por una obligada vocación de universalidad. Tan universal debe aspirar a ser el proyecto como ha llegado a ser el mundo del capital que luchamos por subvertir. Nada de lo que ocurre en el tiempo que nos ha tocado vivir puede sernos ajeno. Nada debe escapar al rasero de la reflexión comprometida. Por tal motivo nos reconocemos, como publicación, bajo el signo de la radicalidad revolucionaria, que diferenciamos de la radicalidad doctrinal. Rechazamos cualquier exclusión dogmática que margine el ingenio y el espíritu de búsqueda en el camino hacia el socialismo. Del mismo modo que no podemos ceder a propuesta de tipo alguno que nos distancie de la ruta hacia un mundo signado por la seguridad, la justicia, la libertad y la equidad para todos los pueblos.

Ruth Cuadernos de Pensamiento Crítico

Presidente: François Houtart Director General: Carlos Tablada Pérez Asesor de la Dirección: Pablo González Casanova Editora: Pilar M. Jiménez Castro Correctora: Ana Molina González Directora Artística: Claudia Méndez Romero Administradora web y programadora: Yané Alfonso Administradores: Armando Nafal /Alejandro Sean García Asesora Jurídica: Ingrid Rodríguez Escalante CONSEJO DE DIRECCIÓN: Aurelio Alonso / Carmen Bohórquez / Atilio A. Boron / François Houtart / Pilar Jiménez / Ana Molina González / Fernando Martínez Heredia / John Saxe-Fernández / Carlos Tablada Pérez

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Índice

Trípode 15 / Elier Ramírez Cañedo / La miseria a nombre de la libertad 50 / Piero Gleijeses / El excepcionalismo estadounidense 69 / Esteban Morales Domínguez / La emergencia de los Estados Unidos como economía imperialista 93 / Esteban Morales Domínguez / Complejo Militar Industrial: militarismo transnacional 124 / Oscar Ugarteche / Ariel Noyola Rodríguez / Estados Unidos sin recuperación ni inflación 129 / Atilio A. Boron / El papel de América Latina y el Caribe en el tablero de la geopolítica mundial 151 / James Petras / Obama: «Refundando el Medio Oriente»: El gulag estadounidense 165 / Esteban Morales Domínguez / Pobreza y racismo en los Estados Unidos

Visiones 193 / Robert Austin Henry / Gran Bretaña y Australia: ¿Subordinados del Imperio?

La linterna 263 / Luciano Vasapollo / La Europa imperialista en la crisis. Reabrir el debate sobre la salida del Europolo para superar el capitalismo

Trípode

El imperialismo norteamericano: pasado, presente y futuro

RUTH No. 15/2014, pp. 193-262

Visiones Robert Austin Henry*

Gran Bretaña y Australia: ¿Subordinados del Imperio?**

Este capítulo acentúa un imperialismo en aparente declive —de Gran Bretaña— y otro aparentemente jubilado, de Australia. Su enfoque cronológico es la era contemporánea, a partir del final de la Segunda Guerra Mundial en 1945, tras la rendición de los poderes del eje (Japón, Alemania e Italia) hasta nuestros días. Guerra de la cual emergieron triunfantes los poderes aliados liderados por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y los Estados Unidos de América (EUA), pronto adversarios en la Guerra Fría entre los bloques del comunismo y capitalismo, que terminó con el emblemático pero presagioso derrumbe de la URSS en 1991, a causa de sus contradicciones estructurales y presiones exógenas hostiles.1

* Catedrático honorario en Historia, Universidad de Queensland, Australia; Ph. D en Historia Latinoamericana Universidad La Trobe, Australia; y autor-editor de Imperialismo Cultural en América Latina: Historiografía y Praxis, (2007), entre otros, ver . ** En este ensayo, «América Latina» también se refiere al Caribe. La traducción es del autor. Se agradece la oportunidad de contribuir a este libro, coordinado por tan destacado pensador cubano como es el Dr. Esteban Morales Domínguez. También se agradece a Julie Oates, Biblioteca de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad de Queensland, y a la profesora Viviana Ramírez, Escuela Secundaria de Beerwah, Queensland. 1

Roberto Regalado: América Latina entre siglos: dominación, crisis, lucha social y alternativas políticas de la izquierda, México D. F., Ocean Sur, 2006, pp. 75-79.

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Introducción

Mientras las primeras décadas de lo que denominara Hobsbawm «el corto siglo xx» (1914-1991) vieron la consolidación de la expansión colonialista occidental, la Gran Guerra Antifascista —así conocido por la izquierda australiana el conflicto entre 1939 y 1945— desencadenó una serie de luchas anticoloniales e independentistas en África, Asia, Medio Oriente y América Latina. Eso, mientras los Estados Unidos consolidaban su lento ascenso desde el poder regional para finales del siglo xix hasta convertirse en el poder hegemónico mundial en la nueva etapa imperialista, en las postrimerías de la Conferencia Monetaria y Financiera de las Naciones Unidas (Bretton Woods, EUA, 1944). Conocido encuentro entre 45 naciones, cuna del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM), que tenía como presunto propósito diseñar un sistema institucional para la regulación económica internacional de posguerra, pero que en la práctica fue dominado por los Estados Unidos con respaldo de Gran Bretaña, distanciándose de la URSS. Además, excluyó a la mayoría del Tercer Mundo, aún colonizado por Europa y los Estados Unidos, siendo América Latina la excepción. El jefe de la delegación británica, el destacado economista liberal John Maynard Keynes, abogó por la reconstrucción de las economías europeas capitalistas devastadas por la guerra, como prioridad. Sin embargo, prevaleció la meta de los Estados Unidos —productor de la mitad de los manufacturados y un tercio de las exportaciones mundiales— para su propia expansión económica internacional, a través del mecanismo del «ajuste económico» basado en el libre comercio, la convertibilidad monetaria, la minimización del planeamiento centralizado y de las restricciones sobre las importaciones. El papel imperialista del BM y el FMI se patentizó pronto: centraron el manejo del sistema financiero del mundo no comunista en Washington, y subordinaron el Tercer Mundo a créditos condicionales de corto o largo plazo, cuya función sigue siendo la apertura de los mercados nacionales a las exportaciones del imperio y sus aliados, más el desarrollo de la infraestructura nacional y políticas sociales aptas para que el imperio saqueara sus recursos sin resistencia.2 Para representar y analizar de forma adecuada la historia imperialista posguerra de los dos poderes en cuestión, íntimamente ligados a partir 2

Rosemary Galli: “As instituições financeiras multilaterais: de volta ao ponto de partida», en Mônicas Dias Martins y Rosemary Galli (comps.): Multilateralismo e Reações Sul-Americanas, Fortaleza, Ed. UECE, 2011, pp. 21-64.

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3

Ver Quentin Hoare and Geoffrey Nowell-Smith (eds.): Antonio Gramsci: Selections from Prison Notebooks, Lawrence and Wishart, London, 1991, pp. 257-263; José Carlos Mariátegui: Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, Editorial Amauta, Lima, 2000, pp. 35-66; Karl Marx: «The German Ideology», en Robert Tucker (ed.): The Marx-Engels Reader, Norton, Nueva York, 1978, p. 187.

4

Ver Barbara Bush: Imperialism, Race and Resistance: Africa and Britain, 1919-1945, Nueva York, Routledge, 2004, pp. 1-19; y Tariq Ali y David Barsamian: Conversations with Tariq Ali: Speaking of Empire and Resistance, Melbourne, Scribe, 2005, pp. 123-127.

5

Tariq Ali y David Barsamian: Conversations with Tariq Ali, ed. cit., pp. 136-137.

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de que Gran Bretaña ocupara Australia en 1788, precisamos entender el carácter del imperialismo de que se trata. Por su referente del escenario internacional, es necesario también definir su contraparte nacional, es decir, el Estado-nación (en adelante, Estado). Para efectos de este estudio, y por más imperfecto que sea, lo resumimos como la expresión política estructural de la dominación de la burguesía como clase organizada a nivel nacional por sobre las clases subordinadas, a saber: las clases obrera, campesina, de la economía no formal y las civilizaciones originarias. Representa —al decir de Mariátegui y Gramsci— la hegemonía de la sociedad política sobre la sociedad civil, componentes antagonistas en la formación estatal capitalista moderna. Los aparatos estatales de la dominación son político-jurídicos, cultural-educativos y, en última instancia, represivo-militares.3 En el caso británico, ese Estado ha sido capitalista desde inicios de la Revolución Industrial (siglo xviii), emergiendo más tarde en su colonia de Australia para mediados del siglo xix. Está de más recordar que a través de la historia los imperialistas se han representado como libertadores, presumiendo de partida un infantilismo arraigado en los pueblos conquistados, necesitados de las ciencias, estructuras y mentalidad occidentales para transformarse en «civilizados»: léase en reflexiones fieles pero diluidas de la sociedad colonizadora, «aculturadas» por ella, dependientes y obedientes a ella. Una nueva ola de defensa del imperialismo clásico emergió en la década del ochenta, principalmente en la academia occidental inmersa en el posmodernismo.4 Por ignorancia o inconveniencia, pasó por alto instancias como la estupefacción de los invasores británicos en la India, al hallar cuán avanzadas estaban sus ciudades y cultura, más la asombrosa superioridad de sus artesanos por sobre los europeos.5 La época de expansión colonial europea —a partir de la invasión por el imperio español de América Latina en el siglo xv, hasta las guerras de descolonización tercermundistas y de segunda independencia

latinoamericanas del siglo xx— fue marcada por procesos de genocidio en contra de los pueblos originarios del planeta, simbolizados en la diezma británica de la milenaria civilización indígena de Tasmania decimonónica,6 la esclavitud importada y/o localmente generada, la apropiación por completo de las tierras nacionales y la imposición de la dependencia económica a raíz de la expropiación de materias primas y su devolución como bienes manufacturados a costa de varias veces su precio inicial, generando la renta imperialista. La fase fundacional del imperialismo capitalista se extendió desde las primeras colonias británicas de Norteamérica en 1620, hasta fines del largo siglo xix y con el inicio de la Primera Guerra Mundial en 1914. Conflicto, según la lógica de la expansión global indetenible del capitalismo, entre los dos bloques dominantes al final de esta época fundacional, a saber: Gran Bretaña, Francia, Rusia y, tardíamente, los Estados Unidos, por un lado, acompañado por sus aliados subimperialistas (como Australia) o colonizados (como la India); versus Alemania y Austria-Hungría por el otro lado, además de sus territorios ocupados (como Bosnia y Herzegovina). Esta fase fundacional contempló dos períodos. El primero (1620-1914) está relacionado con la intervención directa para tomar colonias, ocuparlas militarmente, establecer confianza con la oligarquía o más tarde con la burguesía incipiente criollas, desarrollar la mentalidad colonial dentro de la masa explotada o la neocolonial dentro del grupo hegemónico, asesorar y supervisar el fomento del aparato del Estado (los sistemas de formación técnica, servicio civil, administración política, fuerzas del orden y escolar), y orientar su subdesarrollo económico hacia los requerimientos del imperio (en particular, el suministro de materias primas y la mano de obra barata o incluso sin pago). Todo eso, según los requerimientos de un sistema al inicio semifeudal y eventualmente capitalista. El segundo período (1791-1914), desigual y prolongado, funcional durante 120 años en paralelo con el primero, se caracteriza por una mezcla de intervención y subordinación directas e indirectas, enfrentadas y amenazadas por el comienzo de los movimientos de resistencia, luego antimperialistas e independentistas armados (de baja intensidad en la historiografía hegemónica), a partir de las guerras por la independencia 6

Ver Mark Cocker: Rivers of Blood, Rivers of Gold: Europe’s Conflict with Tribal Peoples, Jonathan Cape, London, 1998, pp. 115-184; y sobre la resistencia, ver Lyndall Ryan: Tasmanian Aborigines: A History since 1803, Allen and Unwin, Partes IV, V y VI, Sydney, 2012.

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7

Ver, por ejemplo, Norman J. W. Goda: «Nazi collaborators in the United States: What the FBI knew», en Richard Breitman et al.: U.S. Intelligence and the Nazis, Cambridge University Press, New York, 2005, pp. 227-264; y «Records of the Office of the Secretary of Defense» (Record Group 330)-Joint Intelligence Objectives Agency, revisado 6 de mayo de 2013 en: .

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en América Latina y el Caribe (1791-1826; 1868-1898 en Puerto Rico y Cuba), exitosas en cuanto a la derrota política del colonizador europeo con excepción de Puerto Rico y Cuba. Removida esa región de las posibilidades imperialistas hasta entonces convencionales —Europa fue dividida entre Rusia, Francia, Austria, Prusia y Gran Bretaña en 1815, irrumpiendo las revoluciones nacionales en Italia, Alemania, Hungría y Austria en 1848, que destrozaron el feudalismo—, se desata una carrera frenética y brutal para colonizar a África, Asia y el Medio Oriente, blancos fáciles también con enormes recursos de todo tipo. Previo al comienzo de la era contemporánea, los Estados Unidos junto a Gran Bretaña —imperios victoriosos más beneficiados por la Primera Guerra Mundial— supervisan una paz inestable, frente a la consolidación de la Revolución Rusa y la creciente influencia del pensamiento marxista en gran parte del Tercer Mundo, por un lado, y la emergencia de masivos movimientos fascista (Italia y Japón) y nazi (Alemania), por el otro. La conflagración mundial producida por la contienda imperialista irresuelta en «la guerra para terminar con todas las guerras» de 1914-1918 —antesala al objetivo de nuestro estudio— dejaría a unos cincuenta millones de muertos (28 millones fueron soviéticos), y pavimentaría el camino para que los Estados Unidos emergieran como imperialista supremo, integrando por una amnesia conveniente a las tres potencias derrotadas en sus circuitos de capital. Incluso incorporan hasta oficiales y científicos nazis de alto rango e incontritos en su sistema universitario, aparato de inteligencia militar e industria armamentista.7 Como explica la historiadora Ellen Meiksins Wood, Inglaterra fue la cuna del capitalismo y creador de la primera forma de imperialismo impulsado por ello. Ensayó la transición del feudo a la agricultura masiva como fuente de ingresos, luego aplicada en sus colonias a partir de la Irlanda rebelde en el siglo xvi. De hecho, ahí se practicaba por vez primera el remplazo de la economía redistributiva orientada al consumo por la economía comercial. Iniciando el modelo de plantaciones a finales del siglo xvi —hasta cierto punto adoptado por los imperios de Portugal, España y Francia en América Latina y el Caribe—, los ingleses inventaron

una ideología de la toma monárquica de tierras «legítima» pero «obligatoria», como pretexto para justificar sus prácticas en la agricultura durante su pendiente expansión mundial como imperialista. Por tanto, la agricultura capitalista antecede a la proletarización masiva de los trabajadores, incluso como precondición de esta por el masivo desplazamiento de los pequeños productores agrícolas.8 Según el filósofo José Carlos Mariátegui —repasando la coyuntura imperialista en los años veinte del pasado siglo—, la hegemonía británica sobrevivía a esa altura por movidas concesionarias (y, le agregamos, contradictorias). «El Imperio Británico reposa, como tal, en un compromiso. El Canadá, Sudáfrica, Australia (...) no son colonias. Son naciones autónomas dentro de la comunidad británica. Pero el imperio subsiste. Se salva a costa de concesiones. La Unidad del Imperio no resulta posible sin la libertad de los pueblos que lo constituyen (...) (que tienen) por su falta de vinculación geográfica, intereses internacionales diversos y hasta contrarios dentro de la vigente organización política y económica del mundo».9 Respecto al caso de Australia en el nuevo siglo pos 1990, Mariátegui anticipó unos setenta años previos al hecho, la «asianización» de su economía e integración en el arco de agresión potencial dominado por los Estados Unidos, dedicados a rodear su histórico vecino regional, China. Desde inicios de la Guerra Fría, el aparato estatal-militar estadounidense dividió progresivamente el mundo en cinco zonas de dominio, constituyendo las bases de sus operaciones militares y la subordinación del mundo no comunista al bloque hegemónico capitalista. Estas zonas conocidas por sus siglas en inglés —dedicadas en particular a facilitar, expandir y proteger el conjunto de intereses económicos y geopolíticos estadounidenses—, son: SOUTHCOM (establecida en 1941), concebida por el presidente Roosevelt como un ensayo para la expansión mundial del imperialismo estadounidense, basado en la defensa del Canal de Panamá y la consolidación del control sobre su «patio trasero», la América Latina; PACOM (1947) para los océanos Pacífico e Índico; LANTCOM (1947) para el Océano Atlántico; EUCOM (1952) para Europa; y CENTCOM (1983) para la Asia Centro-Sur. En 2007, el Pentágono inauguró AFRICOM, «una cortina de humo detrás de la cual los Estados Unidos quieren esconder 8

Ellen Meiksins Wood: Empire of Capital, Verso, London, 2003, pp. 24-25, 78-80 and «A Reply to Critics», Historical Materialism, vol. 15, no. 3, 2007, pp. 143-170.

9

José Carlos Mariátegui: «El Nuevo Estatuto del Imperio Británico», en Figuras y aspectos de la vida mundial, t. II, Editora Amauta, Lima, 1986, pp. 122-123.

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10

Tichaona Nhamoyebonde: «Africom-Latest U.S. Bid to Recolonise Continent», January 12, 2010. Revisado 6 de mayo de 2013, en .

11

Carlos Barrachina Lisón: «La asistencia militar de Estados Unidos en América Latina: Permanencias, discontinuidades e intereses», Revista Fuerzas Armadas y Sociedad, no. 1, año 20, pp. 109-140.

12

Ver Alejandro Paredes: «La Operación Cóndor y la Guerra Fría», Revista Universum, vol. 1, no. 19, 2004, pp. 122-137; Gilberto López y Rivas: Estudiando la contrainsurgencia de los Estados Unidos: manuales, mentalidades y usos de la Antropología, [s./e.], México D. F., 2012.

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sus medios para asegurar el petróleo de África y otros recursos naturales», según el politólogo sudafricano Tichaona Nhamoyebonde.10 El establecimiento del SOUTHCOM abrió paso a la fundación de la Escuela de Las Américas (SOA, por su sigla en inglés) en Panamá (1946). La SOA constituye la punta de lanza instructora y regidora de una red de organizaciones estatales de la superpotencia, que abarca a la CIA como frente de inteligencia militar clandestino, a la Agencia (o Servicio) Estadounidense de Información (USIA o USIS, por sus siglas en inglés) como difundidora de la cultura hegemonizante, y a las propias fuerzas armadas estadounidenses como respaldo de última instancia. A su vez, estas son componentes del Sistema Interamericano que simultáneamente vincula, complementa y sobrepasa —en términos heurísticos y estratégicos— a instituciones tales como: la SOA, SOUTHCOM, el Pacto de Río, la Conferencia de Ejércitos Americanos; las escuelas militares nacionales, la Oficina Estadounidense de Formación Policíaca, y los programas IMET (Instrucción y Educación Internacional Militar) y MAP (Programa de Ayuda Militar), destinadas a integrar las fuerzas armadas de América Latina con las estadounidenses, en calidad de subordinadas.11 Por el creciente rechazo regional popular del rol de la SOA en la formación de escuadrones de la muerte, dictadores fascistas y torturadores, más la Operación Cóndor,12 el gobierno de Panamá, bajo el régimen del previo aliado estadunidense Manuel Noriega, rehusó su renovación en 1984, obligándola a trasladarse a Fort Benning, los Estados Unidos. Tras protestas nacionales extensas, complementadas por las realizadas en gran parte de América Latina, triunfó la apariencia por sobre la esencia, cuando la SOA se rebautizó en 2001 como el Instituto de Cooperación para la Seguridad Hemisférica (WHINSEC, por su sigla en inglés). Su currículum está vinculado a las actividades propagandísticas mundiales de la USIA/USIS. Según sus defensores, una meta central de los cursos es la

inmersión de los ingresados en la cultura y los valores «americanos». Un oficial de la SOA ha aseverado que los límites de aquella cultura, definidos por las visitas culturales provistas al alumnado, son el Mundo Disney y el billonario anfiteatro del deporte profesional.13 El terrorismo de Estado como fenómeno moderno surgió a través de América Latina durante las décadas de posguerras. La SOA ha sido el centro neurológico-pedagógico del proyecto del Estado terrorista —origen de las doctrinas de contrainsurgencia y seguridad nacional—, entidad que coordina una red de organizaciones de la superpotencia y de los Estados-naciones en la región. A nivel mundial, el complejo académico-industrial-militar estadounidense ha sido históricamente indispensable para la consolidación del Estado terrorista. A partir de 1940, la academia norteamericana se ha integrado con los servicios de inteligencia, la industria armamentista, el desarrollo de la guerra psicológica y la tortura, las fuerzas contrarrevolucionarias, el narcotráfico paramilitar, la formación de las fuerzas armadas americanas, la globalización de la vigilancia, «la guerra en contra del terrorismo» y el combate ideológico-cultural en nombre del imperio occidental.14 Todo esto, para asegurar, expandir y proteger sus intereses geopolíticos, de acuerdo con la arquitectura económica ratificada en Bretton Woods y el sistema que la remplazó a partir de los años setenta, en correspondencia con el fin del período largo de desarrollo capitalista de posguerra. Si bien después de la división de Corea (1953) y la Crisis del Canal de Suez (1956) los imperialismos británico y australiano se limitaban a intervenciones económicas y políticas hasta que Australia interviniera en Vietnam una década después, la crisis capitalista global de entonces y su eventual e inestable resolución a través de la mundialización del modelo neoliberal —perfeccionado en el laboratorio del capitalismo autoritario del Chile pinochetista (1973-1990), en colaboración con los «Chicago Boys» de Milton Friedman y la Universidad Católica— soltaron las riendas de las fuerzas armadas, imponiendo otra vez la intervención militar como 13

Jack Nelson-Pallmeyer: School of Assassins, Orbis, New York, 1997, p. 21. «Sobre la historia de las protestas en contra de la SOA y sus disfraces», ver Lesley Gil: The School of the Americas: Military Training and Political Violence in the Americas, Duke University Press, Durham, 2004, pp. 198-232.

14

Ver, por ejemplo, Robert Arnove (comp.): Philanthropy and Cultural Imperialism: The Foundations at Home and Abroad, Indiana University Press, Bloomington, 1982; y Anthony J. Nocella II, Steven Best and Peter McLaren: Academic Repression: Reflections from the Academic Industrial Complex, AK Press, New York, 2010.

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15

Pablo Pozzi y Fabio Nigra: La decadencia de Estados Unidos: de la crisis de 1979 a la megacrisis de 2009, Editorial Maipue, Ituzaingó, 2009, p. 24.

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modo de asentar el nuevo modelo de acumulación. Según dos estudiosos argentinos sobre la delegación de la protección de sus intereses por los dueños del capital no estadounidense, desde 1990: «ante la inexistencia de un supraimperialismo, la burguesía transnacionalizada se recostó en el poderío norteamericano. El resultado fue que sectores de la burguesía a través del mundo delegaron la defensa de sus intereses y su representatividad en los Estados Unidos, planteándolo como una continuidad del papel ejercido por esta potencia durante la Guerra Fría».15 La mundialización del mercado capitalista a partir de la desaparición de la URSS en 1991 parecía permitir que el imperialismo operara principalmente al nivel económico, reservando la opción de intervención indirecta por la facilitación de dictaduras militares o de intervención militar directa, ambas con fines de imponer las estructuras necesarias para la subordinación a la potencia hegemónica o sus aliados. Asimismo, esta nueva fase precisa la permanencia del aparato del Estado, o Estado-nación, para resolver las contradicciones entre los efectos salvajes del capitalismo para la mayoría y el imperativo de una acumulación de capital cada vez mayor y más concentrada, en nombre de las corporaciones transnacionales (incluso financieras) y sus aliados neocoloniales de las burguesías nacionales. Sin embargo, la invasión y ocupación estadounidense de Irak (2003-2013), como proyecto del Nuevo Siglo Americano, con Gran Bretaña como su principal aliado y Australia sosteniendo sus faldones, manifestó que el nuevo imperialismo no había superado, ni pudo ni quiso superar, la opción de ocupar militarmente, aterrorizar y recolonizar cuando el sistema de «poder suave» no pueda imponer control por sobre un Estado con tendencias independentistas. Siempre con la bendición de las Naciones Unidas. La rápida subordinación de los exterrenos soviéticos a los circuitos del capital occidental y la ausencia de un contrapeso al dominio imperial estadounidense dieron origen a flamantes declaraciones del «fin de la historia» (Fukyama) y del triunfo de una nebulosa «democracia» ligada a la «globalización» (Bush II y CIA), proceso místico pero normalizado por las corporaciones mediáticas transnacionales, hasta aparecer como el destino final de la humanidad. Incluso se aceleraba el proceso de la globalización cultural, expresión contemporánea de la «americanización» de las culturas del mundo, por la cual la monocultura masiva antipopular yanqui del

capitalismo tardío se ha impuesto a través de diversos caminos, por sobre las culturas populares y autóctonas. Proceso que el imperio, sus subordinados, aliados y dependencias desarrollan activamente a nivel mundial en directa conformidad con los intereses económicos de los Estados Unidos y los subimperios, incluso en China como nuevo poder económico número dos, hasta la uniformidad lingüística del inglés «impuesta por aparatos ideológicos para efectos de la dominación».16 Por ende, la globalización no es mas que la fase superior del imperialismo. Constituye «un cambio del imperialismo clásico hacia un imperialismo de nuevo tipo».17 Sus raíces brotaron en el cuarto de siglo después de la Segunda Guerra Mundial, cuando los imperios terminaron de pelear entre sí, atacando a los países en desarrollo en su lugar y simultáneamente experimentando los mejores índices de crecimiento económico en la historia. El mundo unipolar posterior a la URSS otorgó carta libre para que los Estados Unidos controlaran militarmente al planeta, permitiendo el flujo sin regulación del capital imperial, además del auge de los mercados financieros y bursátiles. El nuevo imperialismo se demuestra capaz de absorber hasta la crisis económica más severa desde la Depresión Mundial de 19291932, proceso que explota en 2008 sin que el sistema global sufra más en el corto plazo que unos «paquetes de ajustes», seudónimo banquero y oficialista para la estratosférica transferencia de bienes y capital de las clases populares del planeta a la oligarquía financiera del mundo imperial.18 Sin embargo, aquella respuesta ha ocultado la crisis económica de los Estados Unidos inmersos en su costosísima invasión y ocupación de Afganistán desde 2001 e Irak desde 2003, el enfrentamiento económico con China y la emergencia del polo conocido por la sigla BRICS: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Se proyecta que ese nuevo polo constituya un tercio de la economía y aporte 49 % al crecimiento del PBI mundial para 2020.19 Los intelectuales posmodernos institucionalizados continúan embelleciendo la globalización, culminando en la confusa obra de Hardt y Negri, Imperio (2000). Concordamos con Atilio A. Boron en cuanto a la futilidad 16

Jean-Jacques Lecercle: A Marxist Philosophy of Language, Brill, Boston, 2006, p. 135.

17

Atilio A. Boron: Entrevista con Daniel de Santis (8 de enero de 2007), “El imperialismo está más vivo que nunca», revisado el 4 de mayo de 2013, en .

18

Costas Lapavitsas: «Financialised Capitalism: Crisis and Financial Expropriation», Historical Materialism, vol. 17, no. 2, 2009, pp. 114-148.

19

Diego Horacio Corvalán, María de los Ángeles del Barco y María Sol del Barco: «Potencias emergentes: BRICS y su relación con América Latina», Programa Asia-Pacífico, Working Paper 59, Centro Argentino de Estudios Internacionales, [s./f.] (¿2010?).

202

20

Atilio A. Boron: Imperio e Imperialismo: Un lectura crítica de Michael Hardt y Antonio Negri, CLACSO, Buenos Aires, 2004, p. 21.

21

Néstor Kohan: Nuestro Marx, [s./ed.], c. 2005, p. 171.

22

Iolanda Fresnillo: «Entre Cayucos e Inversiones: Del Plan África, la deuda externa y otros mecanismos de empobrecimiento», 21 de marzo de 2007, p. 3, revisado 8 de mayo de 2013, en .

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de su perspectiva: «Estamos viviendo un momento muy especial en la historia del imperialismo: el tránsito de una fase, llamémosla “clásica”, a otra cuyos contornos recién se están dibujando pero cuyas líneas generales ya se disciernen con claridad. Nada podría ser más equivocado que postular, como hacen Hardt y Negri en su libro, la existencia de una entidad tan inverosímil como un “imperio sin imperialismo”».20 Vale recordar que Kautsky en su teoría del «ultraimperialismo» a partir de 1911, anticipando a Hardt y Negri y a la obra de John Holloway cien años después, argumentaba que «ya no existirían contradicciones interimperialistas pues se asistiría a una fase del capitalismo posimperialista».21 Es decir, fase en la cual las principales potencias podrían dividir el mundo entre sí por mutuo acuerdo, sin guerras; teoría idealista resonante con la «ópera bufa» en los versos de La United Fruit Co. —parte del poema «Canto General» de Pablo Neruda— explicándonos satíricamente que «cuando sonó la trompeta, estuvo todo preparado en la tierra, y Jehová repartió el mundo, a Coca Cola Inc., Anaconda, Ford Motors y otras entidades (...)». La descolonización produce la independencia política de los países que triunfan, pero paradójicamente se convierte en el largo túnel de la nueva dependencia económica. Por tanto, la deuda financiera de África subsahariana comienza a acumularse precisamente al consolidarse las independencias en la década de los sesenta. El saqueo colonial les había privado de los medios ineludibles para aprovecharse de su libertad, porque «los recursos necesarios para financiar los procesos de industrialización, la reconstrucción de instituciones, las infraestructuras (...) y también los caprichos públicos o los nuevos ejércitos provienen principalmente de recursos externos, préstamos de los bancos y gobiernos de las antiguas metrópoli, así como de instituciones como el Banco Mundial».22 Aunque nuestro enfoque sea el imperialismo contemporáneo, el trasfondo histórico británico explica la persistencia de características como el racismo, la pretensión civilizadora y la pauperización laboral. El imperio sobre el cual «el sol nunca se puso» desarrolló un sistema de esclavitud americana durante los siglos xvi al xix —a costa de catorce millones de

africanos secuestrados, deportados y vendidos—, indispensable para el fomento del capitalismo agrario e industrial en Bretaña y su colonia norteamericana, parte sustancial del Caribe, Centro y Sudamérica.23 Eso, al igual que la explotación económica de sus colonias como Irlanda y la India a partir del siglo xvii, luego Nueva Zelanda y Australia desde 1780. Como demostró el emblemático caso de la reacción francesa contra la Revolución de los Esclavos en Haití, el liberalismo político era unicolor: por tanto, sus ideólogos como J. S. Mill en Inglaterra o los jacobinos de la Revolución Francesa nunca concibieron a los jacobinos negros como más que una amenaza al flujo de materias primas de Las Antillas a la metrópoli.24 Recalcamos la conclusión central de una joya del canon historiográfico: La esclavitud no fue derrotada por razones económicas, sino donde se volvió políticamente insostenible. Las intensas luchas políticas y militares, adentro y entre los principales poderes atlánticos, crearon las condiciones en las cuales se pudo desafiar la esclavitud exitosamente (...). Los sistemas esclavistas derrotados en el período 1776-1848 no fueron derribados por intereses de rivales económicos, o condenados porque ya no contribuyeron a la acumulación del capital, o expulsados del planeta por la presión del mercado (...). Perecieron los sistemas esclavistas en tormentosas luchas de clase, en las colonias y en las metrópoli.25 A unos doscientos veinte años de la única revolución exitosa de esclavos en la historia —que por su carácter anticolonialista y anticapitalista incluso frenó la invasión posterior de una armada británica y derrumbó el plan oligárquico inglés de recomponer e incrementar su control del colonialismo esclavista—, vale honrar este septuagésimo quinto aniversario de la gran obra sobre el proceso revolucionario de Santo Domingo, por el historiador marxista trinidense C. L. R. James. Como comenta un periodista atípico de la BBC:

23

Eric Williams: Capitalismo y Esclavitud, Traficante de Sueños, Madrid, 2011 (original 1938), pp. 21-62.

24

Ver C. L. R. Jamesa: Los Jacobinos Negros: Toussaint L’Ouverture y la Revolución de Haití, FCE, México, 2003, passim. Ese punto parece invisible al destacado marxista Eric Hobsbawm; ver su Echoes of the Marsellaise: Two Centuries Look Back on the French Revolution, Verso, 1990, Londres, pp. 24-25, 110-113.

25

Robin Blackburn: The Overthrow of Colonial Slavery, 1776-1848, Verso, London, 1996, p. 520.

204

Los jacobinos negros nos invita a estudiar la división internacional del trabajo desde la óptica afrocaribeña y antimperialista, visibilizando la agencia revolucionaria de los esclavos autoemancipados y su legado para las luchas independentistas de la colonia norteamericana del siglo xix y del Tercer Mundo, a partir de 1945. Legado que encaja también con el proyecto de descolonizar la mentalidad de los pueblos colonizados, elocuentemente detallada por Frantz Fanon.27 En el contexto de la descolonización africana, argumentó —a propósito de la lucha para la liberación nacional de Argelia (1954-1962)— que el colapso localizado del colonialismo produce un efecto de dominó, incrementando su desintegración como sistema. En «Los intelectuales y demócratas franceses y la Revolución Argelina», Fanon teorizó que ambos intelectuales y defensores de la democracia en los países coloniales están obligados lógicamente a apoyar «sin reservas (...) las aspiraciones nacionales de los pueblos colonizados». Derivado de la defensa de una idea de la humanidad bajo la amenaza del Occidente; la negativa a participar en la degradación institucional y la negación de ciertos valores relacionados con dicha idea; la necesidad de obligar a los gobiernos coloniales a respetar el derecho de los pueblos a su autodeterminación; y crucialmente «la comunidad de intereses entre las clases trabajadoras del país conquistador y la población total del país conquistado y dominado».28 Ahora volvemos nuestra atención a Gran Bretaña y Australia en la era del imperialismo posguerra, tomando como base la introducción 26

Kenan Malik: «From the Vaults: CLR James and the Black Jacobins», revisado 20.6.13 en .

27

Ver Frantz Fanon: «The So-Called Dependency Complex of Colonized Peoples», en Black Skin, White Masks, Paladin, London, 1972, pp. 59-76.

28

Frantz Fanon: Toward the African Revolution, Penguin, Ringwood (Australia), 1970, p. 86.

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Tres décadas antes de historiadores como Christopher Hill, Eric Hobsbawm y E. P. Thompson comenzaron a producir la «historia desde abajo», James afirmó cómo los esclavos de Haití no habían sido simplemente víctimas pasivas de la opresión, sino agentes activos de su propia emancipación. Y en contar esa historia, creó una obra que iba a convertirse en indispensable para una nueva generación de Toussaint L’Ouverture que, durante las próximas tres décadas, ayudó a dirigir las luchas anticoloniales en África, Asia, América Latina y el Caribe.26

historiográfica arriba teorizada. Si bien la supremacía de Gran Bretaña en la época del imperialismo clásico ha recibido considerable atención por parte de los estudiosos, su trayectoria posguerra es más oscura. Por su parte, Australia ha sido ampliamente vista en el mismo período como poco más que un aguacil de los Estados Unidos en la Oceanía. Australia ya reunía los criterios para calificarse de subimperialista en la víspera de la Segunda Guerra Mundial, por «una composición orgánica media en la escala mundial de los aparatos productivos nacionales» y «el ejercicio de una política expansionista relativamente autónoma», acompañadas por su alto nivel de integración al sistema productivo imperialista en el contexto de la hegemonía imperialista mundial.29 Su madre monarca había ocupado el trono imperialista hasta pocos años atrás.

El mito de Gran Bretaña civilizadora A pesar de su descenso de rango al número dos en el mundo capitalista a raíz de la Segunda Guerra Mundial —proceso encaminado treinta años antes, desde finales de la Primera Guerra Mundial—, la burguesa británica y su aparato industrial-militar resolvieron mantener la etiqueta «Gran» por una serie de estrategias en función de un imperialismo adaptado a la nueva coyuntura. Primero, durante la Segunda Guerra Mundial, Gran Bretaña estableció una red de Consejos Monetarios a través de sus colonias en África y el Sudeste de Asia para regular los precios de las exportaciones y reservas de moneda nacional. Estos controles continuaron hasta la década de 1950, con el propósito (como lo plantea elegantemente un historiador liberal) de «mantener vínculos entre las cosechas coloniales de exportación y los arreglos de divisas, más las firmas e instituciones monetarias británicas».30 Tan temprano como a partir de 1860, los financistas británicos comprendían la economía política del control implicado por sus préstamos al gobierno recién independizado de Venezuela, siendo actores claves en la clase colonial que buscaba los beneficios de empresas neocoloniales, sin los enormes costos del antiguo imperio. La India colonizada les ha29

Ver Ruy Mauro Marini: «Acumulación mundial y subimperialismo», en Ruy Mauro Marini y Márgara Millán (comps.): La Teoría Social Latinoamericana: Textos Escogidos, t. II, UNAM, Penguin, 1994, pp. 329-346.

30

Judith Brown and Roger Louis (comps.): The Oxford History of the British Empire, vol. 4, The Twentieth Century, Oxford University Press, Oxford, 2001, p. 366.

206

31

Luis Vitale: «Ascensión y declinación de la burguesía chilena, 1861-1891», en Interpretación marxista de la Historia de Chile, vol. IV, LOM, Santiago de Chile, 2001, p. 281; Harold Blakemore: British Nitrates and Chilean Politics 1886-1896: Balmaceda and North, Anthlone, London, 1974.

32

Para un estudio perceptivo del diseño y la expansión de la Doctrina Monroe, y las tensiones entre los Estados Unidos y Europa en el período en cuestión, ver Victor Kiernan: América: The New Imperialism, Verso, London, 2005, pp. 117-122.

33

Chris Harman: A People’s History of the World, Verso, London, 2008, p. 395.

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bía enseñado esa lección; las adquisiciones colonialistas de países como Australia y Nueva Zelanda habían estimulado la búsqueda de caminos más eficaces y lucrativos para hegemonizar el capital británico. Se afianzó por la experiencia del señor North, magnate británico de la salitrera chilena en las últimas décadas del siglo xix. Cuando el presidente liberal chileno José Manuel Balmaceda intentó nacionalizar las salitreras, los costos político-económicos y sociales hasta una guerra civil y la muerte del presidente fueron pagados por la incipiente clase obrera de Chile. Mientras tanto, los beneficios fueron conseguidos en mayor parte por el imperio británico «con la complacencia de una burguesía exportadora criolla comprometida con la metrópoli inglesa desde el inicio de la República».31 Mientras las potencias coloniales establecidas se basaron cada vez más en su influencia financiera sobre sus antiguas colonias de América Latina, también emplearon la intervención militar cuando las élites criollas dieron señas de independencia económica. Por ejemplo, en 1902 varias cañoneras de los imperios británico, germano y francés bloquearon y bombardearon a Venezuela, en pos de obligarle a pagar su deuda externa. Por su parte, los Estados Unidos —emergente potencia regional y colonial— interpretaron dicha intervención como el respaldo británico y germano para la Doctrina Monroe y luz verde para su adquisición directa y gradual de todo el continente, desde los primeros años del siglo xx.32 Segundo, aplicando el modelo de la indigenización de las fuerzas armadas ensayado en la India colonizada, las fuerzas armadas británicas —resistiendo la ola de descolonización africana y medio oriental— integraron mercenarios africanos y de Medio Oriente, etnias cooptadas por rivalidad vigente con la agrupación anticolonial dominante, o según Patricio Manns, «desventurados que por migajas, besan la bota sucia que los ultraja». Muchas tropas británicas en Sudán, por ejemplo, fueron oriundas de Egipto o del mismo Sudán en plena lucha anticolonial.33 Las

etnias pueden enfrentarse en un Estado capitalista de avanzada o en un Estado capitalista colonial, siendo la segunda frecuentemente un enfrentamiento con origen precolonial, pero retomado por el colonialista para fomentar divisiones políticas y así debilitar la capacidad de unificarse de los potenciales enemigos de la colonia y el imperio.34 Pero también por decisión propia, sectores autóctonos de varias colonias (por ejemplo, los gurkhas de Nepal) contribuyeron con soldados para defender los intereses de los Poderes de la Alianza, a pesar de la ambivalencia de defender a sus propios opresores. Tercero, la política económica de Gran Bretaña en algunos países ha logrado contrariar la descolonización. Chipre, cuyas raíces grecas datan del siglo v, situado en la encrucijada de dos mundos —Europa Oriental y Medio Oriente— y de profundo interés estratégico para los imperios estadounidense y británico, sufrió maniobras que han anulado su independencia formal hasta nuestros días. El Partido Comunista de Chipre (AKEL) desarrolló una fuerte resistencia en contra de la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial, plataforma para lanzar su demanda de reunificación con Grecia, cuyo Partido Comunista había sido ejemplar en la construcción de la resistencia griega. Pero la Guerra Fría dejó al movimiento panhelénico a la merced de una Grecia bajo la dictadura apoyada por la CIA, una Turquía derechista fácilmente engañada por la «amenaza» constituida por los chipriotas grecos (con quienes habían coexistido durante siglos), y una Gran Bretaña convirtiéndose en patrón a distancia tras décadas de ocupación directa. La «independencia» chipriota significó: tropas británicas y turcas estacionadas en un país dividido entre territorios greco y turco, bases militares estadounidenses adquiridas de Gran Bretaña sin autorización del Tratado de Zurich que definió la independencia formal, y un presidente de corte religioso ortodoxo pero independentista sin el poder práctico para seguir su mandato. Cuarto, cuando fuese más provechoso política y económicamente, se organizaría la imposición de nuevos Estados para defender sus intereses. El ejemplo por excelencia, repleto de masacres por los invasores, su desplazamiento de una civilización culta milenaria y el genocidio étnico contra sus habitantes indígenas, fue el establecimiento inconsulto del Estado racista de Israel en Palestina en 1948, por las Naciones Unidas. Incluso se impuso un Banco anglo-palestino que fuera en realidad un ente 34

Rodolfo Stavenhagen: Las clases sociales en las sociedades agrarias, Siglo XXI, Madrid, 1996, p. 45.

208

35

Lenny Brenner: Zionism in the Age of Dictators: A Reappraisal, AAARGH Internet Editions, 2004, pp. 7, 227-231.

36

En mayo de 2013, un escándalo en Australia demostró, cuán profundamente propagada está la subconciencia racista colonial de los negreros británicos. Refiriéndose a la nueva versión teatral-musical de King Kong en Melbourne, un destacado locutor de radio y empresario sugirió que un famoso futbolista indígena podría hacer la publicidad. Ver [s./a.], «Eddie McGuire concedes his Adam Goodes gaffe was racial vilification», revisado 4 de junio de 2013, en . Sobre la historia del tema en Australia, ver Colin Tatz: Obstacle Race: Aborigines in Sport, UNSW Press, Sydney, 1995.

37

Spencer Mawby: Ordering Independence: The End of Empire in the Anglophone Caribbean, 1947-1969, Palgrave Macmillan, New York, 2012, pp. 73-74.

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sionista. Más allá de un país para judíos selectos, Israel —según un destacado historiador judío, en parte a costa de la colaboración sionista en el exterminio de 450 000 judíos35— fue proyectado por Gran Bretaña y los Estados Unidos para proteger sus intereses imperialistas en Medio Oriente y fortalecer el capitalismo regional, siendo metas complementarias. La división de Palestina, para constituirse la mitad en Israel sin más de 25 % de la población (principalmente importada), representaba dos avances para el imperialismo. En primer lugar, al ceder su previo rol colonial a Israel y los Estados Unidos, Gran Bretaña aseguró la continuación del control occidental de la industria petrolera en Medio Oriente. En segundo lugar, debilitó profundamente al movimiento independentista panárabe, que interpretó con razón a la recolonización como un ataque en su contra y el anuncio de una nueva ola imperialista. Quinto, el Estado británico se unió a la campaña mundial anticomunista, sin ocupar los aspectos yanquis más crasos, como la omnipotente «caza de brujas» liderada por el rabioso senador McCarthy o la propaganda cinemática racista y primermundista como «King Kong».36 Se basaba en la creencia de que la realización de la Guerra Fría, por ejemplo en el Caribe, requería «una estrategia sofisticada e indirecta si no fuera a despertar las pasiones de la población local», que significaba «la recopilación intrusa de inteligencia, las restricciones a la libertad de movimiento y el acoso a los izquierdistas locales».37 Sexto, Gran Bretaña insistió en que los gobiernos coloniales se autofinanciaran. Por tanto, sus administraciones tenían que diseñar e imponer un sistema tributario que significaba recoger impuestos sobre la vivienda de los sujetos, comerciales, aduaneros y en los servicios públicos. Arreglo que implicó la modificación forzada de la tierra, remplazando los cultivos

para el autosustento con los comercializados, sujetos a impuestos y generalmente organizados a través de la plantación, unidad económica colonial por excelencia. Tomando, Kenia como ejemplo, del total de ingresos estatales en 1946, solo 3 % provenía de Londres. Del resto, el 79 % se materializó por concepto de impuestos internos. Para 1956 parecía haberse subido la cuota londinense a 29 %. Sin embargo, fue una ilusión creada por la devolución de la gran parte de la responsabilidad tributaria a los gobiernos locales. De hecho, el promedio para las dos décadas previas a la independencia era 11 %.38 Contextualicemos la estadística. Como demuestra la descolonización en África, mientras más cerca estaba el fin de la época colonial, menos invirtió el gobierno británico en la infraestructura colonial, efectivamente empobreciendo al continente en la víspera de su liberación con una huelga de capital. Por ejemplo, en 1955, la inversión fiscal británica en Kenia igualó al 25 % del total de la renta conseguida (£ 6 417 818 vs. £ 25 209 881, base esterlina 1950). Para 1959-1960, esa suma había bajado al 5 % (£ 1 074 521 vs. £ 22 159 981).39 Cuatro años después, Kenia se independizó. A pesar de luego convertirse en uno de los «cuentos exitosos» de África subsahariana, dentro de veinte años se incorporaría al grupo de países fracasados en la crisis económica africana. En rigor, cinco de los primeros nueve países en padecer del colapso eran excolonias británicas: Sudáfrica, Togo, Malawi, Tanzania y Kenia.40 Séptimo, la aún primera potencia de Europa colaboró en el establecimiento de bases militares estadounidenses, reconociendo en la supremacía militar del nuevo Goliat la fórmula para una reducción dramática del presupuesto, para defender sus intereses globales mientras consiguiera su permanencia. Por ejemplo, en 1941, el gobierno colonial de Trinidad británica signó un acuerdo de préstamo y arriendo de 99 años, para instalar tres bases estadounidenses, incluso una base naval mayor en

38

Ver Tabla 8.1 y discusión, en Leigh Gardner: Taxing Colonial Africa: The Political Economy of British Imperialism, Oxford University Press, Oxford, 2012, pp. 194-196.

39

Leigh Gardner: ob. cit., pp. 203-204.

40

Ver Giovanni Arrighi: «The African Crisis», New Left Review, 2002, no. 15, pp. 5-38. Namibia, otro miembro del mismo grupo, fue colonia alemana (1886-1946), luego colonia de la excolonia británica de Sudáfrica (1946-1966). No obstante, su liberación por la guerrilla SWAPO y el renombrado internacionalismo cubano, arrastraba una deuda paralizante tras ochenta años de explotación.

210

41

Graham Holton: «Aceite, raza y calipso en Trinidad y Tobago», en Robert Austin (ed.): Imperialismo cultural en América Latina: historiografía y praxis, Ediciones CECATP, Santiago de Chile, 2006, pp. 249-266.

42

Graham Holton: «State Petroleum Enterprises and the International Oil Industry: The Case of Trinidad and Tobago», La Trobe University, Melbourne, Tesis de Doctorado, 1994.

43

James Bamford citado en Tom Burghardt: «Spying on Individuals and Organizations: Anglo-American Defense Giants Entrusted with “Mastering the Internet”», Global Research, May 8, 2009, revisado el 3 de junio de 2013, en . Ver también Joan Coxsedge, Ken Coldicutt y Gerry Harrant: Rooted in Secrecy: The Clandestine Element in Australian Politics, Melbourne, Committee for the Abolition of Political Police, 1982, pp. 64, 95-96, 101-103.

44

Mark Moberg and Steve Striffler (comps.): Banana Wars: Power, Production and History in the Americas, Duke University Press, Durham, 2003, pp. 145-170.

211

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Chaguaramas.41 De hecho, el apoyo económico y militar estadounidense permitió la prolongación del imperio británico, salvada su metrópoli por los colonizados. En la conflagración mundial de 1939-1945, el petróleo de mayor octanaje disponible, conseguido por la súper explotación de los trabajadores petroleros en Trinidad y Tobago, salvó a Londres en la Batalla de Gran Bretaña. Otorgó a los pilotos británicos una capacidad superior de maniobra sobre los pilotos del Luftwaffe, y contribuyó con creces a lo largo de la guerra al eventual triunfo de los Poderes Aliados. No obstante, los obreros petroleros siguieron «trabajando para el dólar yanqui».42 Además, con fines de una vigilancia permanente sobre sus intereses, el Reino Unido firmó un acuerdo de espionaje e inteligencia militar global en 1946. Conocida por su sigla en inglés, UKUSA integra la vigilancia de los Estados Unidos, el Reino Unido, Australia, Canadá y Nueva Zelanda. Los organismos miembros acordaron compartir información, incluyendo la obtenida ilegalmente sobre sus ciudadanos, uno con el otro. «A fines de 1980, apenas había un rincón del planeta no cubierto por un puesto de escucha que pertenece a uno de los miembros, o por un satélite estadounidense».43 En efecto, la integración británica a los intereses estadounidenses ya había comenzado a manifestarse para fines del siglo xix. Por ejemplo, en la colonia de Honduras Británica, la administración oligárquica blanca cedió a la United Fruit Co., control total no solo de la industria bananera, sino también del gobierno mismo. Dicha empresa se adueñó de la compra de plátanos, su precio, la exportación en su flotilla propia a los Estados Unidos, hasta el dominio por sobre el servicio internacional de correo.44 Su política acérrimamente antiobrera se destaca en el siguiente

memorándum para los gerentes de la división de plátanos en todos los países centroamericanos donde operaba la United Fruit: Te adjunto una fotografía con el propósito de que familiarizarse con la apariencia de Manuel Cálix Herrera. Él es la figura que se indica en el centro. Este hombre es un agitador de la peor especie, anti-americano, extremista, dado a la escritura y la predicación Rojas, bolcheviques, y la propaganda comunista. Ha sido recientemente el principal organizador de un movimiento bolchevique que se origina en la costa norte de Honduras. Es posible que a medida que sus actividades se han limitado en ese país, se trasladará a otros campos, y usted debe estar atento a él.45 Octavo, a raíz de la abolición formal de la esclavitud a mediados del siglo xix, se perfeccionó el uso de obreros forzosos. Los de la India se convirtieron así en una diáspora mundial. Incluso con anticipación, Gran Bretaña complementó la esclavitud africana con un sistema de obreros y obreras forzosos de Asia y Oceanía, combinado con la condena de prisioneros políticos irlandeses y británicos al trabajo forzado en colonias como Canadá, Norteamérica, Nueva Zelanda y Australia. El Estado imperial dispuso de un simple mecanismo legal calificando como criminales a los «obreros comunes» físicamente capaces, pero que rehusaron trabajar por un «sueldo razonable» arbitrado por el patrón.46 Así se abrieron las puertas al exilio perpetuo para cientos de miles de luchadores antimperialistas irlandeses, más los y las integrantes del movimiento obrero incipiente en Inglaterra. Noveno, reprodujeron y fortalecieron el mito de la inmutable grandiosidad británica, la civilización «blanca protestante anglosajona» (WASP, por su sigla en inglés) y sus supuestos descendientes a través de sus colonias y luego dominios anglófonos. Por tanto, Sudáfrica, hasta la derrota del apartheid en 1990, y Rhodesia (nombrado por el empresario-invasor inglés Cecil Rhodes, acérrimo racista) hasta su liberación final en 1980, persiguieron la separación de blancos, africanos y pueblos de color en cada instancia de la formación social, privilegiando groseramente a los blancos. En Canadá, a partir de 1900 hasta nuestros días, el Orden Imperial de 45

Citada en Mark Moberg y Steve Striffler (comps.): Banana Wars: Power, Production, and History in the Americas, ed. cit., p. 138.

46

Howard Zinn: A People’s History of the United States, 1492-present, Pearson, New York, 2003, p. 43.

212

47

Ver Katie Pickles: Female Imperialism and National Identity: The Imperial Order Daughters of the Empire, Manchester University Press, New York, 2002.

48

Diego Ernesto Res-Ca: «A 40 años de la masacre del imperialismo británico en Irlanda del Norte», 3 de marzo de 2012, revisado 4 de junio de 2013, en .

49

Citado en Roberto Etchepareborda: «La cuestión Malvinas en perspectiva histórica (Historia de la controversia desde el siglo xvi hasta nuestros días)», Revista de Historia de América, no. 96, 1983, pp. 27-67.

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Hijas del Imperio ha unido a mujeres blancas para preservar toda tradición aristocrática inglesa e imbuirlas en la cultura hegemónica canadiense.47 El imperio británico ha armado y sostenido a los Unionistas y el Orden Anaranjado en Irlanda del Norte, ha sido solo la minoría protestante terrateniente e industrial la que se ha beneficiado históricamente de la explotación económica inglesa de Irlanda colonizada. Desde la partición del país en 1921, «el Estado norirlandés estableció una sistemática discriminación contra la población católica y nacionalista (...) considerándola ciudadanos de segunda», que «conformaba una verdadera clase obrera de segunda, con peores salarios por el mismo trabajo que los trabajadores protestantes. Había un férreo control social y una dura represión estatal contra cualquier manifestación de sentimiento de autodeterminación nacional».48 Incluso el simple despliegue de la bandera irlandesa, desafío simbólico a la británica, fue condenado por encarcelamiento. Décimo, en algunos casos se ha optado por prolongar la vida de algunas colonias estratégicas hasta nuestros días, como son los casos de la Islas Malvinas y Gibraltar. Aclaremos solo el primero. Pudo haber sido una exageración de Egmont, primer señor del Almirantazgo, al aseverar en 1765: «Las Falklands (léase Malvinas) son la llave de todo el Pacífico. Esta isla debe dominar los puertos y comercio de Chile, Perú, Panamá y, en una palabra, todo el territorio español en el mar».49 Sin embargo, la retención de las Islas, desalojada su población original y robadas a Argentina 150 años atrás —por medio de una invasión real en 1982, a costa de 600 vidas argentinas y 300 británicas—, no solo fue clave para la reelección del gobierno neoliberal de Margaret Thatcher. Reveló el rol estratégico otorgado a las Malvinas por el complejo militar industrial británico, galvanizado por el hallazgo de masivos yacimientos de petróleo y gas en la plataforma continental adyacente a las Islas durante la década de 1970, y salivando ante la perspectiva de usarlas para acceder a yacimientos similares en la Antártida,

en plena contravención del Tratado de la Antártida de la Organización de las Naciones Unidas (ONU, 1959) y la soberanía argentina.50 En suma: entre 1816 y 1939, Gran Bretaña consiguió un total de 92 colonias a nivel mundial, más unos cuarenta y tres millones de sujetos, la gran mayoría involuntarios. En el auge de la descolonización posguerra, el primer ministro británico laborista Macmillan comisionó dos informes sobre las perspectivas del proyecto imperial: «Relaciones futuras con las colonias» (1957) y «Estudio político futuro, 1960-1970» (1959) que pronto ganaron el apodo de «La cuenta de ganancias y pérdidas».51 Veamos si tal apodo era adecuado. Representaba, de hecho, un clamor entre intelectuales liberales sobre el aparente costo de lo que calificaron como la mantención onerosa de los intereses coloniales. La tabla siguiente intenta dimensionar la extensión del imperio, sin agotarla, en pos de analizar su impacto hasta el vigente milenio. Hemos optado por un análisis conservador de plazos; por ejemplo, un destacado estudioso sugiere que Gran Bretaña se apoderó de Jamaica en 1655, no en 1802 como hemos registrado.52

50

Ver ONU: ; y Rina Bertaccini: «Malvinas, imperialismo cultural y autodeterminación Melbourne», en América Latina en Movimiento, 28 de febrero de 2012, revisado el 5 de junio de 2013, en ; además Sergei Sayenko: «Oil and Gas Fields in the Falkland Islands: Will Britain Become New Kuwait?», en Global Research, 17 de septiembre de 2009, revisado 5 de junio de 2013, en .

51

Judith Brown and Roger Louis (comps.): ed. cit., p. 261.

52

Eric Wolf: Europe and the People without History, University of California Press, Los Angeles, 1997, p. 130.

214

215

1607‐1776

1763‐1867

1788‐1901

Colonias Americanas Británicas

Norteamérica Británica

Australia

Plantación: tabaco, algodón, por masiva esclavitud africana. Traslado de prisioneros anticolonialistas como esclavos (irlandeses), refugio de sectas cristianas europeas Piel de foca, caza de ballenas, industria pesquera, construcción de barcos, silvicultura, minerales de base, minerales preciosos Plantación: trigo, azúcar, algodón; lana. Oro, plata. Madera de sándalo y cedro, pepino del mar, cerdo, caza de ballenas y focas. Colonia prisionera (esp. irlandeses antimperialistas), labor esclavizada

Intereses Coloniales

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Fechas

Colonia

Colonización y descolonización británicas (por orden de descolonización)

Tabla 1

Resistencia indígena e irlandesa. Negociación entre élites colonial y neocolonial Guerrilla anticolonial indígena‐irlandés; movimiento obrero (esp. esquiladores). Negociación élites colonial y neocolonial

Guerra de Independencia

Medio de Independencia

Australia

Canadá

Estados Unidos de América

Nación nueva

Canal de Suez 1896, transporte marítimo, transporte guerrero (camellos) y soldados (Primera Guerra Mundial), Valle del Nilo (agricultura, esp. algodón, azúcar), ubicación geopolítica Plantación: algodón, yute, cáñamo, especias, yerbas, azúcar.

1882‐1922

1660‐1947

Egipto

India

1840‐1907

Aotearoa

Plantaciones: frutas, verduras y nueces tropicales, tabaco, café, cacao, coco, copra. Silvicultura, industria pesquera, conchas de perla, caucho. Labor forzosa («cacería de pájaros negros») para Queensland Caza de focas y ballenas, silvicultura, linaza, lana, ganadería ovina, avena Diamantes, oro, ganadería, ubicación geopolítica

1884‐1906

Papúa Nueva Guinea

Intereses Coloniales

Colonia del Cabo, Natal, 1795‐1910 Estado Libre Naranjo, Transvaal

Fechas

Colonia

Insurrección pasiva y activa, guerra civil,

Resistencia armada Maorí, sindicatos marinero y sastres femeninas, movimiento feminista Conveniencia caciques y oligárquica colonial blanca, nacionalismo afrikáner Partido Nacional, movimiento popular nacionalista, Revolución anticolonial, negociación élites colonial y neocolonial

Culto cargo, negociación

Medio de Independencia

India y Pakistán

Egipto

Sudáfrica

Nueva Zelanda Aotearoa

Papúa Nueva Guinea

Nación nueva

1885‐1948

1800‐1948

1918‐1948

1890‐1956

1874‐1957

Birmania

Ceilán

Palestina

Sudán

Costa de Oro

Agitación social, debilidad británica

Congreso Nacional Indio

Congreso Nacional de Ceilán (cingalés), Liga de Juventud Jaffna (Tamil), Budismo, Sindicato de Labor de Ceilán, Partido Lanka Sama Samajista Defensa geopolítica de intereses Lucha armada, partición en Medio Oriente, base naval, inconsulta por oleoducto Haifa Naciones Unidas Plantación: algodón. Partido Comunista Sudanés, Protección de intereses en Cuerno Federación de Sindicatos de África y rutas marítimas Sudaneses, alianza coloniales, labor barata, petróleo anticolonial con Egipto Plantación: cultivos tropicales. Convención Unida de Costa Oro, diamantes, bauxita, de Oro (UGCC), Partido manganeso, silvicultura, industria Popular Convención (CPP), pesquera movimiento nacionalista revolucionario

Hierro, acero, textiles, seda, labor semiesclavizada Industria pesquera, madera, piedras de gemas, agricultura, ganadería, estaño, petróleo, labor barata Plantación: café, té, caucho, coco. Base naval, ubicación geopolítica, industria pesquera, labor semiesclavizada

Ghana

Sudán

Palestina e Israel

Ceilán; luego Sri Lanka (1972)

Birmania; luego Myanmar (1988)

Fechas

1914‐1958

1914‐1960

1880‐1960

1878‐1960

1900‐1960

1737‐1961

Colonia

Togo Occidental

Togo

Somalilandia Británica

Chipre

Nigeria

Sierra Leona

Medio de Independencia

Plantación: cultivos tropicales. Diamantes, oro, mineral de hierro, labor barata

Plantación: semilla de palma. Caliza, fosfatos, mármol Ganadería, pesquera; protección de intereses en Cuerno de África y rutas marítimas coloniales Seda. Protección de intereses en Medio Oriente y mediterráneos, incluso rutas marítimas coloniales Plantación: semilla y aceite de palma, cacao, algodón, maní, caucho. Petróleo, carbón, estaño, esclavos hasta 1930 Guerra de Mujeres Igbo (1929), alza popular Zikista, Grupo Acción (Yoruba), insurrección Igbo (1940+), Consejo Nacional de Nigeria y Camerúns (NCNC),* negociación Movimiento nacionalista, negociación

Insurrección dirigida por EOKA

Movimiento Nacional Pan Somalí, negociación

Negociación

Plantación: cacao, café. Caliza, Movimiento nacionalista, fosfatos, mármol, esclavos negociación (siglo xvii), labor semiesclavizada

Intereses Coloniales

Sierra Leona

Nigeria

Chipre greco, Chipre turco

Somalia

Con la Costa de Oro, constituyen Ghana Togo

Nación nueva

1802‐1962

1802‐1962

1890‐1962

1791‐1963

1919‐1963, Plantación: clavos de olor, copal, 1890‐1963 caucho, sisal, café, mijo, frutas tropicales, maní, trigo, algodón, marañón, tabaco, té. Silvicultura, mariscos, marfil, labor semiesclavizada

Jamaica

Trinidad y Tobago

Uganda

Malaya y Singapur; Borneo del Norte y Sarawak

Tanganyika Zanzíbar

Plantación: semilla y aceite de palma, arroz, cacao, maní. Mineral de manganeso, silvicultura, petróleo, labor semiesclavizada Plantación: cultivos tropicales, esp. azúcar. Hidrocarburos, ubicación geopolítica, esclavitud Plantación: cultivos tropicales, esp. azúcar. Hidrocarburos, ubicación geopolítica, esclavitud Plantación: algodón, café. Cobre, tungsteno, cobalto, columbita‐ -tantalita, oro, fosfato, mineral de hierro, piedra caliza Plantación: caucho, cultivos tropicales. Estaño, posición geográfica, labor semiesclavizada

1880‐1961

Camerún del Sur

Trinidad y Tobago

Jamaica

Lucha armada (NRA) Uganda y política‐cultural (UNC, UPC, UPU), rebelión de FF. AA. Lucha guerrillera (Partido Federación de Comunista de Malaya), Malaysia (1957), negociación. Borneo incluye Sabah del Norte y Sarawak se (1963). juntan como Sabah (1963) Singapur (1963) Rebelión FF. AA., movimiento Tanzania nacionalista (TAA, TANU). Zanzíbar: insurrección popular (ASP, RK); se une con Tanganyika

Renacimiento de cultos africanos, rebelión (PPP, UNIA, sindicatos) Integración luchas etnia y clase, sindicatos petroleros

Camerún del Sur, luego Camerún

1816‐1965

1815‐1966

Gambia

Guyana Británica

Malta Rhodesia del Norte

Niasalandia, Federación de África Central (FAC)

1890‐1964

Kenia

Intereses Coloniales

Plantación: azúcar marrón. Industria pesquera, bauxita

Plantación: maní, algodón. Silvicultura, industria pesquera

Plantación: té, café, marañón, sisal, maíz, azúcar. Piretro, ganadería, labor semiesclavizada 1889‐1964, Plantación: café, té, tabaco; 1953‐1963 investigación mosca tsetse de África Central (género Glossina, venenosa para ganadería). Ganadería, silvicultura, industria pesquera 1800‐1964 Ubicación estratégica 1889‐1964 Plantación: agricultura para consumo local. Cobre, cobalto, ganadería

Fechas

Colonia

Movimiento social, sindical Huelgas industriales (Sindicato Obreros Mineros: AMU), movimiento de campesinas‐pobladoras, secesión de FAC Movimiento obrero, Partido Progresista Popular (PPP); negociación Movimiento obrero (Sindicato de Labor Guyanés), Partido Progresista del Pueblo

Insurrección popular (Mau Mau), rebelión de FF. AA., negociación política Secesión de FAC (órgano colonial con Rhodesia del Norte, Rhodesia del Sur)

Medio de Independencia

Guyana

Gambia

Malta Zambia

Malaui

Kenia

Nación nueva

1885‐1966

1884‐1966

1625‐1966

1839‐1967

1810‐1968

1906‐1968

1874‐1970

1660‐1972

Bechuanalandia

Basutolandia

Barbados

Aden

Mauricio

Suazilandia

Fidji

Pakistán del Este

Rebelión Landeberg (pueblos Tlhaping, Tlharo); Partido Popular, movimiento nacionalista Diamantes, agricultura, Liga de los Pobres silvicultura, ganadería, reserva (Lekhotla‐la‐Bafo), interina de labor inmigrante negociación Plantación: azúcar, maquinaria Movimiento abolicionista, azucarera, centro bancario Liga Democrática, Liga Progresista de Barbados Protección de intereses en Cuerno Lucha guerrillera (FLOSY), de África y rutas marítimas negociación coloniales Plantación: azúcar. Partido Laborista, Base naval y militar movimiento obreros forzados Asbestos, silvicultura, reserva Negociación interina de labor inmigrante para Sudáfrica Plantación: cultivos tropicales, Lucha de obreros forzados azúcar. Licores, silvicultura de India; acuerdos entre Indios y Gran Consejo de Caciques (Fidjianos) Ver India, en esta tabla Secesión de Pakistán

Ganadería, diamantes, níquel, cobre; reserva interina de labor inmigrante, ubicación estratégica

Bangladesh

Fidji

Suazilandia

Mauricio

Yemen del Sur

Barbados

Lesoto

Botsuana

Fechas

1717‐1973

1763‐1974

1814‐1976

1893‐1978

Colonia

Bahamas

Granada

Seychelles

Islas Salomón

Plantación: algodón. Prisión colonial para anticolonialistas, pepino del mar, industria pesquera, silvicultura Plantación: coco, copra, cacao, café, tagua, caucho, tabaco. Pepino del mar, concha de

Plantación: algodón, azúcar, cultivos tropicales. Base militar, esclavos‐marineros, transbordo petrolero, industria pesquera, sal. Venta de armas (Guerra civil EUA), alcohol contrabando (EUA), turismo (1960+) Plantación: azúcar, cacao, nuez moscada, macis (agricultura sistema Metayer). Industria pesquera

Intereses Coloniales

Bahamas

Nación nueva

Huelgas campesinas, insurrecciones locales contra impuestos, Sindicato de

Islas Salomón

Asociación de Gobierno Granada Representativo; Partido Laborista Unido Granadino; Sindicato Obrero Granadino, Sindicato Obreros Generales, Sindicato Obreros Manuales y Mentales Asociación de Contribuyentes Seychelles y Productores, negociación

Insurrección esclavista, movimiento obrero, negociación

Medio de Independencia

1892‐1979

1805‐1978

1607‐1979

1763‐1979

1889‐1980

Islas Gilbert y Ellice

Dominica

St. Lucía

San Vicente y Granadinas

Rhodesia del Sur

Tensiones étnicas Kiribati, Tuvalu (Is. Gilbert de Micronesia, Is. Ellice de Polinesia), Partido Nacional de Gilbert, negociación Histórica resistencia Kalinago Dominica (Carib), negociación

Obreros Generales, negociación

Sindicato Cooperativo Obrero St. Lucía (SLCWU), huelgas azucareras, Partido Laborista (SLP), Movimiento Nacional Laborista (NLM), Movimiento Acción St. Lucia (SLAM), negociación Plantación: azúcar, café, algodón, Resistencia pueblos Kalinago San Vicente arrurruz, plátanos, fruta de pana, y Garífuna, Partido Laborista, y Granadinas cacao Movimiento Popular Unido Plantación: tabaco. Latifundios Insurrección Chimurenga; Zimbabwe (ganadería), metales de base, oro movimiento obrero, lucha armada (ZANLA, ZIPRA, ZANU‐PF, ZAPU‐PF)

Plantación: plátanos, azúcar. Plata, turismo, ubicación geopolítica Plantación: azúcar, plátanos. Carbón, refinería petrolera, industria pesquera; ubicación geopolítica

tortuga, industria pesquera, silvicultura, obreros forzosos (incluso para Australia), base militar Fosfato, industria pesquera, mariscos, turismo, labor forzosa regional («cacería de pájaros negros»), incluso para Australia

1650‐1981

1650s‐1981 Plantación: azúcar

1629‐1983

1841‐1941, Ubicación geopolítica y 1945‐1998 estratégica, base comercial, banca. Base naval, centro de transporte marítimo. Industria manufacturera, avicultura, industria pesquera

1603‐2001

Honduras Británicas

Antigua y Barbuda

San Cristóbal y Nieves

Hong Kong

Irlanda

Plantación: cebada, trigo, patatas, algodón, lino. Ganadería. Obreros semi‐esclavizados (incluso

Plantación: azúcar

Plantación: cacao, copra, café. Pesquera, ganadería, silvicultura, manganeso. Paraíso fiscal, centro de transporte marítimo, ubicación estratégica, obreros forzosos para Australia Plantación: plátanos, azúcar. Silvicultura

1906‐1980

Nuevas Hébridas

Intereses Coloniales

Fechas

Colonia

Movimientos obrero, independentista; Partido Unido del Pueblo (PUP) Movimientos obrero, independentista Movimientos obrero, independentista Sindicato Marinero, Movimiento 30 de Mayo, resistencia antimperialista contra ocupación japonesa (1941‐1945), movimiento obrero estudiantil (reunificación con China) Lucha armada popular antimperialista; Ejército Republicano Irlandés (IRA)

Movimiento separatista semi‐religioso, movimiento nacionalista (Vanuaaku Pati)

Medio de Independencia

Irlanda (Éire) Irlanda del Norte

Hong Kong

Antigua y Barbuda St. Kitts‐Nevis

Belice

Vanuatu

Nación nueva

1833‐ -presente

Islas Malvinas

Movimiento independentista Por decidir popular y partidista (AACR, PCG, GSLP, GSD) Ubicación geopolítica, Guerra descolonización 1982 Islas Malvinas hidrocarburos, base militar. (dictadura argentina), fracasa Caza de focas, industria pesquera tras invasión británica; Comité y marisquera, ganadería ovina de Descolonización (ONU)

Fuentes: Zinn: People’s History of the United States; Riendeau: Brief History of Canada; Sunseri: Wielding the Ax; Adhola: «Marxism and the Uganda People’s Congress»; Smith: Oxford History of India; Brown and Louis: Oxford History of the British Empire; Hatch: History of Postwar Africa; Nugent: Africa since Independence; Hyam: Britain’s Declining Empire; Harman: People’s History of the World; BBC: «Togo Profile»; [s./a.], «Annual Departmental Reports relating to Nyasaland»; Anderson: «The Divisions of Cyprus»; ONU: «The United Nations and Decolonization»; Vitale: Historia Social Comparada; López Blanch: «Tras las huellas del Che en Tanzania»; Bush: Imperialism, Race and Resistance; Ingham: «Uganda»; Foreman-Peck: Historia de la Economía Mundial; Wolf: Europe and the People without History; [s./a.], «History of Mauritius»; Saker y Aldridge: «Origins of the Langeberg Rebellion»; Armstrong: History of Money and Banking; Freund: Making of Contemporary Africa; Ferguson: «Country Profile: Bahamas»; Johnson: «Labour Systems in Postemancipation Bahamas»; Horne: Negro Comrades; Mawby: Ordering Independence; Mathiot: «Seychelles»; Dixon: «Solomon Islands»; Bennett: Wealth of the Solomons; MacDonald: «Separation of the Gilbert and Ellice Islands»; Devalle: «Naturaleza de la Dominación»; Beckles: «Kalinago (Carib) Resistance»; Joseph: Decolonization in St. Lucia; Ekwe-Ekwe: Essays on African Politics; Jupp and Sawer: «The New Hebrides»; Moberg and Striffler (comps.): Banana Wars; McCann: Ireland’s Economic History; Schurmann and Schell (comps.): Republican China; Tsang: Modern History of Hong Kong; Brooking: History of New Zealand; Bourke and Harwood (comps.): Food and Agriculture in Papua New Guinea; Tignor: Egypt; [s./a.]: «The Falkland Islands Company»; Bertaccino: «Malvinas, imperialismo cultural y autodeterminación»; Sayenko: «Oil and gas fields in the Falkland Islands»; Dachs: «Missionary Imperialism: The Case of Bechuanaland»; McQueen: A New Britannia. * Montserrat y Anguilla, no incluidas aquí, tuvieron trayectorias similares al conjunto de colonias británicas citadas en esta tabla, de subyugación a independencia. Ver Vitale: Historia social comparada, vol. 3, pp. 422-424.

1713‐ -presente

Gibraltar

para Australia), armas, fabricación de barcos. Lana, cuerda, cerámica, cerveza, alcohol, zapatos Ubicación estratégica, base militar, paraíso fiscal

Gran Bretaña controlaba 30 % de África al inicio de la Primera Guerra Mundial; al final controlaba 34 %. Para la Segunda Guerra Mundial, los poderes imperiales europeos —Gran Bretaña, Portugal, Bélgica, Italia, Francia y Alemania— controlaban 93 % del continente.53 Fue la crisis del Canal de Suez (1956) lo que recordó a la oligarquía británica su nueva posición de subordinado en la jerarquía global de imperios, cuando «dejó en claro para todos que Gran Bretaña fue condenada como potencia colonial y mundial, a menos que ella actuara en conjunto con los Estados Unidos».54 Cuando Gran Bretaña, Francia e Israel invadieron a Egipto tras la nacionalización del Canal de Suez por el presidente egipcio Nasser en ese mismo año, Australia fue el único país que colaboró militar y cabalmente con dicha invasión. Los Estados Unidos, siguiendo por el momento la diplomacia, consiguieron romper el monopolio petrolero real y condenaron a la invasión británica (por inconsulta). Entre tanto, la intervención militar fracasó a raíz de la intervención diplomática soviética y desencadenó la caída del presidente probritánico Nuri es Said en Irak, subrayando el declive británico en Medio Oriente mientras los Estados Unidos se consolidaban.55 Como observa un distinguido estudioso: De un día para otro, Nasser se convirtió en un héroe del mundo árabe y anticolonial (…) había perdido la batalla pero ganó la guerra. Su regalo de año nuevo a los egipcios fue la nacionalización de todos los bancos extranjeros, compañías de seguro y agencias comerciales en manos de empresas foráneas (...). Las secuelas de la invasión de Suez ofrecieron una oportunidad dual: castigar a los poderes de la OTAN (Bretaña, Francia y Turquía) por secuestrar sus empresas, y simultáneamente crear la base para la planificación económica.56 Por un lado, la Tabla 1 dimensiona la formidable magnitud del imperialismo británico, no solo en su auge de colonización directa, sino también en cuanto a su capacidad de anticipar el potencial neocolonial en la época de descolonización posterior a 1945. Sembró la ideología capitalista en combinación con la mentalidad occidental en la burguesía incipiente de 53

Vincent Khapoya: The African Experience, Pearson, London, 2012, pp. 99-138.

54

Brown and Louis (comps.): Oxford History of the British Empire, ed. cit., p. 342.

55

Ibídem, p. 300.

56

Tariq Ali: The Clash of Fundamentalisms: Crusades, Jihads and Modernity, Verso, New York, 2003, pp. 104-105.

226

Los ingleses, además, dependieron fuertemente en la servidumbre forzosa para proporcionar mano de obra a través de las colonias del 57

Claude Julien: El imperio americano, Grijalbo, Madrid, 1969, pp. 309-311.

227

Robert Austin Henry / Gran Bretaña y Australia: ¿Subordinados del Imperio?

las colonias durante el siglo xix; la India fue su laboratorio. Ahí consiguió desarrollar los profesionales y administradores del Estado semicapitalista, formándolos sobre todo en la educación superior de Inglaterra, cuando no captaba los estudiosos más destacados para que trabajaran directamente en el desarrollo capitalista allá. Proceso que constituyó un nuevo capítulo en la historia de la fuga de cerebros, práctica luego perfeccionada por los Estados Unidos. Así lo reconoce un estudio clásico, al explicar que «(el imperio) sabe que un cerebro puede aportar —en dólares— más que un pozo de petróleo». Además, «la ciencia y la cultura no son solo una de las glorias del imperio, sino también una de las principales fuentes de su riqueza y poderío». Para la década de 1960, emergió una rivalidad interimperialista entre Gran Bretaña y los Estados Unidos con fines de captar los mejores médicos del Tercer Mundo, cuando el primero comenzó a perder egresados de la medicina que iban hacia los Estados Unidos, asumiendo este último la posición de país preferido en la fuga mundial de cerebros para finales de esa década.57 Por otro lado, se puede deducir de la Tabla 1 ciertas características comunes del imperialismo moderno occidental que se han aplicado a través de su historia de colonización. Primero, se destaca la falta o desarrollo atrasado de sistemas de educación, llegando al extremo en el caso de Chipre, colonia donde el impero británico ni construyó un sola universidad durante sus ochenta años de presencia directa y asegurando así que la Iglesia Ortodoxa dominara el movimiento para la reunificación («enosis») con Grecia sin la participación de una izquierda. La ausencia estructural de programas de alfabetización para la clase trabajadora y campesina, salvo como concesión en caso del «riesgo de perder todo si no se cede algo», contribuyó a desagregarlas y despolitizarlas. Segundo, se destaca el uso de trabajadores de contrato de cumplimiento forzoso. Provenían normalmente del este de la India, o eran prisioneros de guerra irlandeses o escoceses —Inglaterra conducía una represión feroz de los movimientos independentistas dentro de su reino—, o de la clase popular mediterránea. Recordemos que la historia ya conocía la esclavitud en Europa, de cristianos por musulmanes y viceversa. Según un destacado estudioso del tema:

Nuevo Mundo (...). En la práctica, la servidumbre forzosa difería poco de la esclavitud. A menudo los sirvientes forzosos fueron comprados y vendidos, mientras eran obligados de forma contractual. Fueron duramente castigados por faltas de disciplina, y muchos no sobrevivieron su período de servidumbre. En eso se asemejaron a los esclavos africanos importados en el área del Caribe, que tuvieron una esperanza de vida notoriamente corta.58 Tercero, una característica implícita era/es la implantación sistemática del racismo, construcción entendida como la ideología de superioridad de la cultura anglosajona («la raza blanca»), en particular su versión aristocrática, por sobre el resto, basada en la seudo ciencia genética de la eugenesia. La esclavitud africana constituyó su primera movilización masiva al servicio del imperialismo capitalista. En efecto, Gran Bretaña impuso la segregación a través de cada colonia. En el siglo xx, la «raza nórdica» inventada por el nazismo, seguido por el Estado apartheid de Sudáfrica eran su encarnación mejor conocida. El imperio se aprovechaba de sembrarlo, no solo entre europeo y africano, o irlandés exiliado y pueblo originario, sino también entre y dentro de los pueblos indígenas como estrategia de control. Cuarto, se refiere a la continuación de la esclavitud posemancipación, con distintos disfraces. Por ejemplo, en las Islas Bahamas los esclavos «liberados» se encontraron con una oferta única de trabajo por los dueños blancos: el cultivo de piñas o como pastor. La remuneración era un sueldo de subsistencia, generalmente compuesto por pago en efectivo y en especie.59 Aun una historiadora liberal se vio obligada a generalizar —en su estudio del evasivamente-intitulado «protectorado» británico en las Islas Salomón— que «los capitalistas habían recibido mucho más que «un poco de ayuda de las autoridades» y los isleños mucho menos en este nuevo mundo colonial». Además: (...) el empleador (de obreros forzosos) pudo controlar casi todos los aspectos de la existencia de los trabajadores. Por otra parte, una vez firmado el contrato, el trabajador fue obligado a quedarse. Todas las armas de la mano de obra para protestar —la renuncia, las huelgas, 58

Eric Wolf: Europe and the People without History, pp. 201-203. Sobre el caso emblemático de obreros forzados de la India en la Guyana Británica, incluso su alta tasa de mortalidad en las plantaciones, ver Madhavi Kale: «Making a Labour Shortage in Post Abolition British Guyana», Itinerario, vol. 21, no. 1, 1997, pp. 62-72.

59

James Jupp and Marian Sawer: «The New Hebrides: From Condominium to Independence», Australian Outlook, vol. 33, no. 1, 1979, pp. 15-26.

228

Aunque los imperialistas estadounidenses y europeos habían abolido la esclavitud a mediados del siglo xix, persistió en las colonias africanas hasta las últimas independencias formales en la década de 1960. Se presentó una semiesclavitud, por la cual la mayoría de los trabajadores laboró en su propio país, pero sin organización sindical (fue prohibida), con pago de subsistencia y en condiciones de gran explotación. La excepción fue la incipiente burguesía africana y la clase pequeño burguesa de oficiales y profesionales occidentalizados, imbuidas ambas por la ideología colonialista y con frecuencia formados sus miembros en la metrópoli. Quinto, referente a la constitución de clase, los movimientos nacional-independentistas en África eran heterogéneos, a causa del desarrollo de la mentalidad neocolonial en las capas medias y altas. Estas se habían beneficiado materialmente del proceso colonial durante el siglo xix hasta mediados del siglo xx, realidad que estimuló cierta reticencia una vez irrumpido el grito anticolonial en la época posguerra. Por ejemplo, en Nigeria el régimen colonial británico cultivó el pueblo igbo con una educación cristiana, formación superior en Inglaterra y oficios importantes en la administración colonial, estrategia de «dividir y conquistar» que había empleado exitosamente en la India. Al momento de unir fuerzas en un solo movimiento de liberación nacional, se chocaron con la dedicación del pueblo yoruba de preservarse con menor influencia colonial, tensión que duró más de una década en resolverse.61 En los países de Medio Oriente, como explica un politólogo iraní, la minoría privilegiada —que pertenece al sector empresarial, burocrático o militar de la élite dominante— tiene poco contacto con la mayoría explotada. «En términos de sus aspiraciones concretas y ambiciones, se identifican con el Occidente hasta estar alienados de sus propias raíces. Su hijos están educados en el Occidente», mientras sus «estilos de vida, actitudes y valores mistifican el público general en su tierra nativa».62 Como agrega un estudio reciente, no solo las 60

Judith Bennett: Wealth of the Solomons, A History of a Pacifi Archipielago, 1800-1978, University of a Hawai Press, Honolulu, pp. 149, 165.

61

Judith Brown and Roger Louis (comps.): ob. cit., pp. 526-527.

62

Mansour Farhang: U.S. Imperialism: From the Spanish-American War to the Iranian Revolution, South End Press, Boston, 1981, p. 59.

229

Robert Austin Henry / Gran Bretaña y Australia: ¿Subordinados del Imperio?

el trabajo según las reglas, las huelgas de brazos caídos— fueron legalmente prohibidas, y habrían dado lugar a un caso en la corte y una multa o pena de prisión para el trabajador.60

élites políticas, sino un grupo sólido de intelectuales islámicos «estaban ansiosos por transformar y reestructurar las estructuras socioeconómicas y políticas de sus sociedades, a imagen de Occidente capitalista», viéndola como un acontecimiento histórico inevitable.63 Sexto, la Tabla 1 implica el imperialismo cultural, que se refiere «al ejercicio de la hegemonía —por parte de las sociedades de dominación— a través de un proceso consciente de manipulación, tergiversación, subestimación, destrucción y suplantación del sistema de valores que es patrimonio de sociedades dominadas».64 Ha sido parte clave de una estrategia más amplia de intervención en nombre de los intereses geopolíticos y económicos británicos. A la vez, ha interrumpido la consolidación de una conciencia popular, uniendo a los campesinos con el proletario urbano y superando las rivalidades étnicas o de género. Los misionarios cristianos desempeñaron un papel fundamental en la imposición de la ideología colonialista y capitalista. Incluso, su influencia llegó a ser omnipotente en algunos casos, fueron emblemáticas las Nuevas Hébridas. El Vanuaaku Pati, expresión nacionalista tardía pero dominante durante la década anterior a la independencia en 1980, se aprovechó de una vasta red protestante para crear una impresionante maquinaria del partido. Como relatan dos eruditos: En esto ha sido ayudado financieramente por el Consejo Mundial de Iglesias y presbiterianos australianos. El presidente del Pati, el padre Walter Lini, es un sacerdote anglicano. Su secretario, Barak Sope, y su vicepresidente, George Kalkoa, son ambos parientes del anciano presbiteriano Rongoana de Mele, el pueblo más grande de las Nuevas Hébridas. En la isla de Tongoa, que es casi presbiteriana en su totalidad, el Pati Vanuaaku es completamente dominante. Más de la mitad de la población de las Nuevas Hébridas es presbiteriana, y esta conexión con la iglesia le da al Pati el tipo de base que le ayudó a ganar el 59 % de los votos en las elecciones de 1975, para la Asamblea Legislativa.65

63

Ismael Hossein-Zadeh: The Political Economy of U.S. Militarism, Palgrave Macmillan, London, 2006, p. 102.

64

Jorge Ortega Suárez y Odalys Peñate López: «El imperialismo en lo cultural y los pueblos de América Latina», en Austin (ed.): Imperialismo cultural en América Latina, pp. 1-16.

65

James Jupp and Marian Sawer: «The New Hebrides: From Condominium to Independence», Australian Outlook, vol. 33, no. 1, 1979, pp. 15-26.

230

66

Barbara Bush: Imperialism, Race and Resistance: Africa and Britain, 1919-1945, Routledge, New York, 2004, p. 177.

67

Juan de Castro: «ONU: La rebelión constructiva», Ponencia, Conferencia Internacional: «La ONU, la sociedad civil y el empresariado», La Habana, 21-24 de mayo de 2002.

231

Robert Austin Henry / Gran Bretaña y Australia: ¿Subordinados del Imperio?

Séptimo, se refiere a una contradicción entre hecho y representación. Como demuestra la Tabla 1, la gran mayoría de los procesos de descolonización e independencia se realizó por luchas de movimientos populares anticolonialistas, no por simple acuerdo entre caballeros de anular los «Acuerdos de Administración Fiduciaria» de la ONU. En efecto, al margen de su retórica humanitaria y antirracista, la ONU consintió al apartheid sudafricano en la práctica (en contra del 80 % de la población), hasta entrar el bloque de las Naciones No Alineadas en la ONU durante la década de 1960.66 Los Estados Unidos en conjunto con Bretaña y los colonialistas europeos corroyeron, seriamente, la Carta Magna de la ONU reduciendo sus competencias desde el principio. Dirigidos por Washington, facilitaron que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) asumiera competencias militares que en rigor pertenecían a la ONU; y que el BM y el FMI, luego la Organización Mundial de Comercio (OMC) o la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), la superaran en la esfera económica. A partir de de la década de 1980, la crisis de la deuda foránea y la coacción de ajuste estructural por el BM y FMI incrementaron la miseria neocolonial, «relegando el papel de organismos de la ONU como su Consejo Económico y Social, la UNCTAD, o las Comisiones Económicas Regionales, tales como la CEPALC, a meros espectadores de una realidad (...) cada vez más injusta para los partícipes más débiles del sistema».67 Octavo, otra característica implícita es la mundialización británica del imperialismo botánico. A partir del siglo xix, la Sociedad Real de Horticultura en Londres financió la incautación y cultivo de plantas de todo tipo del mundo entero, estableciendo jardines botánicos experimentales en la propia Inglaterra o sus colonias, luego comercializando su producción en tierras aptas para generar venta y renta. Así se aprovechó de la distribución global de toda variedad de frutas y verduras —incluso tubérculos, granos, legumbres y nueces—, y de flores, arbustos y árboles, principalmente para la conveniencia de los europeos, luego para el sustento de la mano de obra contratada o esclavizada. Cuando convenía, las potencias colaboraron entre sí. Por ejemplo, la importación a Papúa

por misioneros franceses (1871), de cultivos mayormente americanos, como los porotos, el zapallo, el maíz y la sandía, fue complementada por la llegada de la papaya, el mangostán, el durián, la naranja, el limón y el café, además limas, chirimoyas, guayabas y nuevos tipos de plátano por misionarios metodistas y un científico ruso (1873-1875), a través de Indonesia y Tahití.68 Noveno, las raíces del fundamentalismo islámico tan generalizado en nuestros días, cuya ascensión en serio comenzó a fines de la Guerra Fría, datan del auge de la colonización occidental. Por la represión de los sindicatos y organizaciones socialistas, los imperialismos británico y estadounidense en Medio Oriente y parte de África, sentaron las bases para el despegue de dicho fundamentalismo en la región, con impacto mundial. Eso, sin descontar el efecto perjudicial sobre el movimiento independentista árabe del reconocimiento por la Unión Soviética de Israel en 1948 (en detrimento de los partidos comunistas árabes), complicado por el apoyo británico para crear el Estado sionista, famosamente bautizado por Isaac Deutscher como «la Prusia de Medio Oriente».69 El desarme del movimiento independentista panárabe por Gran Bretaña, la URSS y los Estados Unidos no solo fue indispensable en las derrotas militares árabes por Israel en 1948, 1956 y 1967, sino que abrió un vacío social en el cual se impuso el fundamentalismo islámico, repleto con su antimarxismo acérrimo e invención de un pasado glorioso. Asimismo, las élites neocoloniales se adaptaron muy rápido al Islam como ideología antisocialista, capaz de fácil adaptación a las exigencias de una Estado capitalista. En algunos casos hasta nuestros días, sus maniobras han entregado Estados seculares como Irán (1979), Afganistán (1994) y Egipto (2011) a sectas islámicas derechistas, como los ayatolas, el Talibán y la Hermandad Musulmana. A su vez, el debilitamiento de las organizaciones obreras y de izquierda, hizo más fácil la captura de rentas y recursos por las corporaciones transnacionales. Como décima implicación, a pesar de la pobreza predominante en las colonias, ellas generaron enormes rentas para la oligarquía y luego burguesía inglesas. Irlanda, por ejemplo, tras la hambruna del siglo xix 68

R. M. Bourke and T. Harwood (comps.): Food and Agriculture in Papua New Guinea, ANU Press, Camberra, 2009, pp. 17-18; Graham Holton: «Plant Imperialism: From Plant Trade and Paradise Gardens», artículo inédito, 1997.

69

Isaac Deutscher: New Left Review, vol. 1, no. 44, 1967, pp. 30-45.

232

70

Gerard McCann: Ireland’s Economic History: Crisis and Development in the North and South, Pluto, London, 2011, p. 37.

71

Judith Brown and Roger Louis (comps.): ob. cit., p. 564.

72

Ankie Hoogvelt and Anthony Tinker: «The Role of Colonial and Post-Colonial States in Imperialism: A Case-Study of the Sierra Leone Development Company», Journal of Modern African Studies, vol. 16, no. 1, 1978, pp. 67-79.

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que causó un millón de muertos en medio de la ininterrumpida exportación de patatas, se convirtió en el séptimo país más rico del mundo para 1870, y el undécimo para 1911.70 Después de 1945 se incrementaron las transferencias de capital desde las colonias a las potencias occidentales: la empresa cuprífera de Rhodesia del Norte, por ejemplo, financiaba el desarrollo de la minera en Sudáfrica, los Estados Unidos y Australia.71 Sierra Leona constituye un caso clásico de la distribución de la renta mineral a partir del auge del colonialismo británico en África. Entre 1930 y 1976, la Sierra Leone Development Company, firma escosesa, distribuyó un total de 17,25 % de su renta del mineral de hierro a entidades de Sierra Leona. Los trabajadores africanos recibieron 6,3 %; los administradores africanos, 6,3 %; los caciques africanos 0,06 %; y el gobierno nacional un 4,5 %: un total de 17,16 % . El resto, 82,84 %, se distribuyó a las agencias capitalistas foráneas.72 Por más que Gran Bretaña se haya inflado en honor a su misión «civilizadora», basta revisar las estadísticas en dos temas generalmente aceptados en la comunidad de la ONU como indicadores básicos del bienestar humano, para demostrar el rotundo fracaso del agente real civilizador. Véase las tablas 2 y 3 que se muestran a continuación. Representativo del auge del neoliberalismo y los efectos devastadores de sus programas de ajuste estructural, también la herencia del colonialismo británico está impregnada en la Tabla 2. Mientras en términos de expectativa de vida el Occidente logró incrementos paulatinos (Canadá, Gran Bretaña) o cuantiosos (Australia, Nueva Zelanda), con pocas excepciones las excolonias del Tercer Mundo padecieron o de incrementos despreciables (Zambia, Chipre) o decrecimiento hasta asombroso (Zimbabwe, Sudáfrica). Con escasas excepciones, nacer en una excolonia británica que no sea del Occidente, especialmente en África o Medio Oriente, conlleva un alto riesgo de mortalidad antes de cumplir la infancia, y en algunos países un riesgo estratosférico (Malaui, Camerún, Zambia). Varían poco los resultados al incluir la mortalidad de niños y niñas.

Tabla 2 Sinopsis de Mortalidad, excolonias británicas, 1990-2010 (Por cada mil nacidos vivos)

País

Expectativa de vida al nacer 1990 2010

Australia Camerún Canadá Hong Kong Chipre Egipto Ghana India Irlanda Jamaica Kenia Lesoto Malaui Malaysia Mauricio Nueva Zelanda Nigeria Pakistán Papúa Nueva Guinea Sierra Leona Singapur Somalia Sudáfrica Sudán Tanzania Togo Trinidad y Tobago Gran Bretaña EUA Cisjordania, Gaza Zambia Zimbabwe

Tasa de mortalidad neonatal 1990 2010

Tasa de mortalidad infantil 1990 2010

68 53 77 77 77 62 57 58 75 71 59 59 47 70 69 75 46 61

82 51 81 83 79 73 64 65 80 73 56 47 53 74 73 81 51 65

5 34 4 ** 5 28 38 47 5 13 31 36 44 9 16 4 49 51

3 34 4 ** 2 9 28 32 2 9 28 35 27 3 9 3 40 41

8 85 7 ** 10 68 77 81 8 31 64 72 131 15 21 9 128 96

4 84 5 ** 3 19 50 48 3 20 55 65 58 5 13 5 88 70

56 39 76 45 62 53 51 53 69 76 75 68 47 61

62 47 82 51 52 61 57 57 70 80 78 73 48 50

30 57 4 52 18 39 40 40 23 5 6 ** 40 27

23 45 1 52 18 35 26 32 18 3 4 ** 30 27

65 162 6 108 47 78 95 87 32 8 9 36 109 52

47 114 2 108 41 66 60 66 24 5 7 20 69 51

Fuente: Banco Mundial, World Development Indicators 2012, Banco Mundial, Washington, 2013, pp. 128-130.

** Datos no disponibles. 234

Examinemos también los niveles de violencia contra la mujer, incluso las contradicciones «en casa», en la Tabla 3. Como trasfondo vale rememorar el trato a la mujer africana por el cual el colonialismo británico sobrepasaba a sus competidores:

Mientras las mujeres africanas fueron convertidas en «salvajes», las mujeres inglesas se convirtieron en «damas». Como principio organizador estructural, ambos procesos son «vinculados causal e intrínsecamente» dentro del modo de producción capitalista patriarcal.73 Emergen unas contradicciones llamativas. Primero, Gran Bretaña no prové estadísticas ni seguras ni tampoco suficientes para completar fehacientemente la Tabla 3. No declara ningún abuso durante el embarazo, ni sexo inicial forzado ni violencia por cualquier persona, física y/o sexual. Mientras la gran mayoría de países declarantes prové cifras de la Organización Mundial de Salud, Centros del Control de Enfermedades o estudios demográficos renombrados, la fuente británica original aparece como «otra». Asimismo, declara que 28,4 % de mujeres sufren violencia física y/o sexual de un socio íntimo durante su vida, igual que Malaui y peor que Nigeria y Ghana, usando esos países fuentes seguras, a diferencia del imperialista. Segundo, no aparece estadística segura para Sudáfrica. Pero otro informe de la ONU aseveraba que «la herencia del apartheid para la mujer incluye discriminación y subdesarrollo difundidos y es patente en características como la alta proporción de mujeres en materia de desempleo, analfabetismo y pobreza, y en la violencia contra la mujer».74 Tercero, mientras algunas excolonias demuestran altas cifras, las de Occidente sugieren una enfermedad social traspasada a las colonias, pero agravada por la falta de provisión de infraestructura educativa o en la salud y bienestar social. 73

Maria Mies: Patriarchy and Accumulation on a World Scale: Women in the International Division of Labour, Zed, London, 1998, p. 95.

74

ONU: «Informe del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer», 1998, p. 3. Énfasis agregado.

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Los soldados, comerciantes y administradores británicos no seguían entrando en alianzas matrimoniales con las señoras, sino las convirtieron en prostitutas. Por tanto, parece ser el momento en la historia en que el racismo en su plenitud entra en el escenario: la mujer africana es degradada y hecha prostituta para los colonizadores ingleses, luego se propagan las teorías de la superioridad racial del varón y la bestialidad de las mujeres africanas.

Tabla 3 Violencia contra mujeres en excolonias británicas (Selección de países)* País

Año

Australia Camerún Egipto Ghana Hong Kong Kenia Malaui Nueva Zelandia Nigeria Tanzania

2002‐2003 2004 2005 2008 2005 2003 2004 2002 2008 2002 (ciudad) 2002 (provincia) 2000 2007 2005‐2006

EUA Zambia Zimbabwe

Violencia por socio íntimo, física y/o sexual (%) 27 42,4 47,4 22,9 9 41,2 28,4 33,1 18,3 41,3 55,9 24,8 49,5 38,2

Violencia por cualquier persona, física y/o sexual (%) 57 10,9** 6,2** 44,5 21 45,1 5,3** *** 29,5 49,9 60,2 55 51,9 46,7

Fuente: ONU: «Violence against Women Prevalence Data: Surveys by Country, 2011». * Varios países relevantes para este ensayo son excluidos de la tabla, pues carecen de fuentes seguras. ** Estadísticas subestimadas, por falta de información en el original. *** Sin datos en el original.

Otro índice de influencia y relación imperial es el gasto militar anual. Como ratifica la Tabla 4, para 2008 los Estados Unidos estuvieron invirtiendo 50 % más recursos que los cinco países que aparecen en la tabla, en su conjunto. Para 2012 su presupuesto militar como aliado principal de Australia y Gran Bretaña —$ l 685,3 billones de dólares— excedió al de 2001 en 69 %, supuestamente a causa de «la guerra en contra del terrorismo». Además fue el gasto militar más alto en su historia: 4,7 % de su PIB.75 En realidad, este es el motor de su nuevo imperialismo, bautizado como «el proyecto para el nuevo siglo americano» por los confusos ideólogos del régimen Bush II, ignorantes de sus propias fronteras y proclives a confundir su país con el continente, y un triunfo con una derrota. 75

Elisabeth Sköns: SIPRI Yearbook 2013: Armaments, Disarmament and International Security-US military expenditure, SIPRI, Estocolmo, 2013, pp. 136, 140; Banco Mundial y otros: «Gasto militar (% del PIB)», revisado 9 de junio de 2013, en .

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Tabla 4 Gastos militares en 2008 (miles de millones, dólares estadounidenses, 2009) País EUA China Francia Reino Unido Federación de Rusia Alemania Japón Italia

Cuantía 607,0 dólares (84,9 dólares)* 65,7 dólares 65,3 dólares (58,6 dólares)* 46,8 dólares 46,3 dólares 40,6 dólares

Puesto mundial 1 2 3 4 5 6 7 8

En efecto, la industria militar de Gran Bretaña, estimulada por la carrera colonialista y las dos guerras mundiales, incrementó su producción desde la década de 1950, primero incitada por la Guerra de Corea y luego la de Vietnam. Vale anotar que los Estados Unidos y Gran Bretaña se opusieron en los juicios de Nuremberg (1945) a la pena de muerte para un alto oficial nazi juzgado como instigador del complot para una guerra biológica en contra de los Poderes Aliados, porque ellos mismos tenían un programa de guerra química-biológica desarrollado clandestinamente, más avanzado que el de los nazis. Evaluando los usos potenciales de las colonias pos Bretton Woods, el primer ministro británico Eden, refiriéndose a las Nuevas Hébridas durante una discusión con su gabinete en 1952, predijo que un interés en «retener el control directo sobre algunas de las islas más aisladas y despobladas» podría incluir «experimento científico o militar».76 Un destacado historiador escocés vincula a Gran Bretaña, incluso, con la provisión de napalm para la Fuerza Aérea Estadounidense en su invasión de Asia Sureste, entre 1960 y su derrota definitiva en Vietnam en 1975.77 Para la década de 1970, Alemania Federal y Japón habían superado a Gran Bretaña económicamente. Al mismo tiempo Londres profundizaba su alianza militar con Washington —como en la producción de armamen76

Ronald Hyam: Britain’s Declining Empire, Verso, London, 2005, p. 176.

77

America Kiernan: The New Imperialism, p. 296; Ellen Ray and William Schaap, Bioterror: Manufacturing Wars the American Way, Melbourne, Ocean Press, 2003, p. 4; Tariq Ali: «Springtime for NATO», New Left Review, vol. I, no. 234, 1999, pp. 62-72.

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Fuente: SIPRI, El Desarme: Guía Básica, en Gillis, p. 13. * Estimación del SIPRI.

tos de guerra química-biológica o minas, a pesar de firmar los tratados de la ONU en contra de los biológicos (1975), químicos (1997) y minas (1999, no firmado por los Estados Unidos)— enriqueciendo las perspectivas de renta para sus corporaciones transnacionales. Gran Bretaña armaba a Irak en su guerra salvaje con Irán durante la década de 1980, hasta que las FF. AA. británicas participaran en la invasión yanqui de Irak en 1991. Allá, por la nueva moda de «imperialismo humanitario», Gran Bretaña fue el principal colaborador con los Estados Unidos en la Operación Tormenta del Desierto (léase Operación Hidrocarburos 1), usando armamentos globalmente prohibidos, incluso en la experimentación química con soldados de ambos antagonistas e imposición de epidemias de infección adulta e infantil, desconocidas por médicos iraquíes.78 Fue el preludio a la Operación Hidrocarburos 2 (2003-2013), la nefasta invasión y ocupación de Irak repleta con el saqueo y la diezma de su patrimonio. Incluso entregó el dominio sobre la segunda reserva petrolera más grande del planeta a una cábala de intereses estadounidenses y británicos, más rentas billonarias a su industria militar, y fortaleció a Israel como subimperialista regional.79 Sobre la base del primer ensayo económico neoliberal en el mundo —realizado por la dictadura fascista de Pinochet en Chile (1973-1990), armada por los Estados Unidos y Gran Bretaña—, los gobiernos de los neoconservadores Reagan y Thatcher perfeccionaron el sistema y su expresión cultural, la restauración conservadora. Las armas económicas de su mundialización, el Banco Mundial y FMI, lograron implantar ese sistema en la mayoría de Asia, África y América Latina con velocidad asombrosa, para finales de la década de 1980. Según resume un prolífico estudioso del tema, en Occidente el modelo británico fue pionero: Los diferentes gobiernos dirigidos por la señora Thatcher refrenaron la emisión de la masa monetaria, elevaron las tasas de interés, redujeron drásticamente los impuestos sobre los ingresos más altos, abolieron los controles sobre los flujos financieros (entrada y salida de capitales), elevaron fuertemente la tasa de desempleo, aplastaron las huelgas, pusieron en vigor una legislación antisindical e impusieron recortes en los gastos sociales. Finalmente se lanzaron —con 78

[s./a.]: «The Effect of the Gulf Crisis on the Children of Iraq», New England Journal of Medicine, vol. 325, no. 13,1991, pp. 977-980; George Annas: «Changing the Consent Rules for Desert Storm», New England Journal of Medicine, vol. 326, no. 11, 1992, pp. 770-773.

79

Hossein-Zadeh: Political Economy of U.S. Militarism, Palgrave Macmillan, London, 2006, pp. 125-180; Jean Bricmont: «Humanitarian Imperialism: Using Human Rights to Sell War», Monthly Review Press, New York, 2006, passim.

238

Acto seguido, los Estados Unidos y Gran Bretaña apuntaron hacia los vestigios del mundo comunista europeo en 1989, buscando imponer el neoliberalismo en Yugoslavia a través de los ajustes estructurales que ya habían empobrecido a gran parte del Tercer Mundo. Luego de haber sembrado la inestabilidad masiva en un país marcado históricamente por profundos alcances del bienestar social y armonía étnica, los Estados Unidos con Bretaña y Francia precipitaron una guerra civil salvaje en Yugoslavia, luego se aprovecharon de la tragedia como pretexto para la nueva militarización de Europa del Este, actuando Bretaña y Francia como sus alguaciles en la revitalización de la OTAN.81 El «bombardeo humanitario» a Yugoslavia en 1999, principalmente británico con auspicio de la OTAN y a costa de miles de inocentes, fue diseñado para destrozar la última resistencia a la dictadura económica imperial en ese país, a la vez incrementando dramáticamente el valor de las corporaciones armamentistas británicas. Fue advertencia, además, para cualquier oponente del Nuevo Orden Mundial de Bush I y Clinton, amenazando el último con otras intervenciones parecidas en África y Europa.82 La industria armamentista de Gran Bretaña y Australia, integrada con la estadounidense por subsidiarios o accionarios entrecruzados, y por tratados militares (UKUSA, OTAN) y de libre comercio, ha lucrado enormemente de la nueva ola imperialista. Por ejemplo, la corporación británica BAE —productor de aviones, artillería, informática militar, vehículos militares, misiles, armas pequeñas, municiones y buques— es la tercera más grande

80

Perry Anderson: «Historia y Lecciones del Neoliberalismo», en François Houtart y F. Polet: El Otro Davos: Globalización de Resistencias y de Luchas, Plaza y Valdés Editores, México D.F., 2001, pp. 16-30.

81

Peter Gowan: «The NATO Powers and the Balkan Tragedy», New Left Review, vol. I, no. 234, 1999, pp. 83-105.

82

Tariq Ali: «Springtime for NATO», New Left Review, vol. I, no. 234, 1999, pp. 62-72; Karen Talbot: «The Real Reasons for War in Yugoslavia: Backing up Globalization with Military Might», Social Justice, vol. 27, no. 4, 2000, pp. 94-116.

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un retardo sorprendente si se consideran las prioridades en el dogma neoliberal— a un amplio programa de privatizaciones, comenzando por los alojamientos públicos y afectando después a sectores de la industria básica, tales como el acero, la electricidad, el petróleo y la distribución de agua. Este conjunto de medidas constituyó el proyecto más sistemático y ambicioso de todos los experimentos neoliberales en los países capitalistas avanzados.80

conocida del mundo, con una venta en 2011 de unos 29,15 billones de dólares estadounidenses. De las primeras 50 empresas armamentistas globales, principalmente yanquis, unas cinco son británicas; de las otras 50, unas cuatro son australianas.83 Complementariamente, Australia y Gran Bretaña han sido los principales abastecedores de tropas para las invasiones estadounidenses de Afganistán (2001) e Irak (1991, 2003), desastrosas para ambos países víctimas y el Medio Oriente en su conjunto, además de ser rechazadas de manera rotunda a nivel popular a través del mundo.84

Australia: De la Ruta Canguro al Camino de Águila En la víspera de la Segunda Guerra Mundial, la aerolínea nacional Qantas inauguró su primer servicio internacional de larga distancia, a Londres. La «ruta canguro» consolidó sus ensayos a Singapur y Nueva Zelanda. Robert Gordon Menzies —monarquista acérrimo y símbolo de la vieja aristocracia anglosajona, quién famosamente lloró sin control en el parlamento, al enterarse de la muerte del rey George VI— fue el primer ministro australiano (1939-1941 y 1949-1966) que solía volar la ruta canguro como miembro del Consejo Privado de la Corona. No obstante, reconoció en nombre de su clase el nuevo papel de los Estados Unidos a partir de Bretton Woods, y fortaleció el papel de Australia como subimperialista en la Oceanía y Asia, ya encaminada la Guerra Fría. Pronto las agencias británicas de inteligencia cívico-militar —MI-5 (nacional) y MI-6 (mundial)— asesoraron a sus nuevos homólogos australianos: ASIO (nacional) y ASIS (mundial). Incluso se involucraron en la evasión del espía soviético Vladimir Petrov (KGB), caso por lo general, acreditado con salvar el gobierno Liberal de Menzies en 1954, irónicamente tras fracasar el referendo diseñado por su gobierno para ilegalizar al Partido Comunista Australiano.85 Dicho referendo fue convocado en la década de 1930 por este conocido defensor de Hitler, y vendedor gubernamental de acero al imperialista y luego invasor de Japón, en la víspera de la Segunda Guerra Mundial. 83

SIPRI: «Top 100 Arms-Producing and Military Services Companies in the World Excluding China, 2011».

84

Ver Marc Mulholland: Bourgeois Liberty & the Politics of Fear, pp. 277-311 y Tariq Ali: «The Clash of Fundamentalisms: Crusades», Jihads and Modernity, Verso, New York, 2003, passim.

85

Brian Toohey and William Pinwill: Oyster: The Story of the Australian Secret Intelligence Service, Mandarin, Melbourne, 1990, pp. 11-12, 184, 245.

240

86

C. M. H. Clark: «A History of Australia», vol. V, The People Make Laws, 1888-1915, Melbourne University Press, Melbourne, 1987, p. 169.

87

Tom O’Lincoln: «Robbers and Spoilers: Australia and Britain in the 19th Century Pacific», revisado 10 de junio de 2013, en ; Mark Turner: Papua New Guinea: The Challenge of Independence, Ringwood, Victoria, Penguin, 1990, pp. 6-17; Clark: A History of Australia, vol. V, p. 394.

88

Humphrey McQueen: A New Britannia, Brisbane, University of Queensland Press, 2004, pp. 50-42.

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Desde 1850 hasta finales del siglo xix, las colonias de la incipiente Federación de Australia —ya consolidado el modo de producción capitalista— despacharon tropas para apoyar la expansión imperialista británica en distintas partes, durante la antesala y el auge de la frenética ola colonialista por los poderes europeos y los Estados Unidos. Por ejemplo, intervinieron tropas de las colonias orientales en la guerra de Crimea (1853-1856), la anexión de Nueva Guinea oriental (1884), en el Sudán y luego Egipto (1885), en la Guerra Bóer en Sudáfrica (1899) —«en solidaridad racial con el Imperio Británico», comenta el gurú de la historiografía australiana86—, en la Rebelión de los Bóxers en China (1900), en la co-colonia británica-francesa en Las Nuevas Hébridas (desde 1906), entre otras intervenciones en Polinesia y Melanesia. Estas, por varios motivos imperiales: la explotación económica y geopolítica, el auto interés de la nueva oligarquía y latifundistas, e ideología monárquica, todas camufladas de misión civilizadora. En 1914, preguntó el primer ministro derechista Deakin: «¿Quién se queda parado, si la Libertad se cae? ¿Quién muere, si Inglaterra vive?».87 En efecto, los colonos comenzaron a actuar con una autonomía subimperialista a menos de medio siglo desde la invasión británica al continente (1788). Reclamaron la anexión de Nueva Zelanda a partir de 1839 hasta el Tratado de Versalles, noventa años después, estimulados por la fiebre de oro allá durante la década de 1860. Ambas colonias codiciaron tierras estratégicas en el Océano Pacífico. Sus parlamentarios elogiaron «la raza anglosajona»; en 1910, en Victoria, un vocero del Partido Laborista Australiana (PLA) proclamó que, al triunfar la «Biblia Laborista» en los Estados Unidos, Alemania y Gran Bretaña, «el único uso para los ejércitos y armadas será como policía del mundo, y para mantener a los países pequeños y menos civilizados en orden».88 De hecho, el PLA respondió desde sus inicios en 1890, no a la clase trabajadora anticolonialista de la huelga paralizante por esquiladores del mismo año, sino a un proletariado

incipiente con una conciencia racista y pequeña burguesa —sin descontar la excepción irlandés-indígena (abajo)— generado durante cien años de integración con el imperio británico, correspondientes al capitalismo mercantil y luego monopólico. Para fines del siglo xix, el inicio de la era de las corporaciones abarcaba a varios bancos, las industrias minera, del trigo y de lana, de máquinas industriales y agrarias (la mecanización había provocado la huelga esquiladora) y de transporte (especialmente ferrocarriles), más la consolidación de sindicatos alentada por el PLA, con fines de regimentar al trabajo masculino y femenino, pagado y no pagado, al servicio del capital. En su icónica novela política Power without Glory (Poder sin Gloria, 1950), el intelectual comunista Frank Hardy iluminó en detalle gráfico el otro elemento imprescindible para la construcción del PLA y la clase trabajadora australianos: la iglesia católica y su teocracia omnipudiente y omnipotente. Al establecerse en la colonia a través de la población irlandesa decimonónica, dicha iglesia ya había lucrado del imperialismo español en América Latina durante trescientos años de acumulación feudal y semicapitalista. Merecía para entonces, como corporación global santa, la caracterización de «el único partido político mundial».89 Conforme con su economía política mundial, no pagaba impuestos mientras acumulara enorme capital.90 Pero, como la iglesia protestante inglesa del siglo xix, también el Vaticano «más fácilmente perdonaría a un ataque a 38 de sus 39 artículos, que al 1/39 de sus ingresos».91 A través de sus iglesias y otros bienes inmuebles opulentos, redes de escuelas y hospitales privadas, hosterías para niños y niñas abandonados o separados ilegalmente de sus madres al nacer (incluso por la propia iglesia), y de una cadena nacional de fábricas y mercados de orientación internacional, impuso la ideología y disciplina laboral capitalistas a costa de la tesorería nacional (léase impuestos populares). Al mismo tiempo, asentó las prácticas sistemáticas de abuso físico y sexual, que de forma perversa sirvieran para disciplinar la división sexual del trabajo, mientras ha protegido hasta hoy a clérigos pedófilos organizados en redes mafiosas. Hasta el siglo xxi, 89

Luis Vitale: Entrevista con el autor, Santiago de Chile, septiembre de 2001.

90

Álvaro Ramis: «¿Deben pagar impuestos las organizaciones religiosas?», Le Monde Diplomatique, edición chilena, julio de 2012, p. 12.

91

Karl Marx: «Preface to the First German Edition», El Capital, vol. 1, Progress, Moscú, 1972, p. 21.

242

92

Geoffrey Robertson: «The Case against Vatican Power», New Statesman, vol. 139, Issue 5017, September 2010, pp. 25-27; Karen Terry y Alissa Ackerman: «Child Sexual Abuse in the Catholic Church», Criminal Justice and Behavior, vol. 35, no. 5, 2008, pp. 643-657; Pia Akerman: «Catholic Church Covered up Child Sex Abuse», The Australian, May 27, 2013.

93

Ver Frances Stonor Saunders: Who Paid the Piper? The CIA and the Cultural Cold War, Granta, London, 1999, pp. 215, 395; John Pilger: A Secret Country, Vintage, London, 1992, p. 187; y el clásico de R. H. Tawney: Religion and the Rise of Capitalism: A Historical Study, Penguin, Melbourne, 1964 (original 1922), passim.

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cuando varias irrupciones de víctimas sacudieron a la conciencia pública, el Estado hizo la vista gorda por toda esta historia.92 El fanatismo anticomunista de la iglesia católica alcanzó su auge en la década de 1950, orquestado por el ideólogo franquista B. A. Santamaria, fundador del Consejo Cívico Nacional y Acción Católica, ambos poderosos militantes dentro del movimiento sindical, respaldadas por la CIA y su pariente ASIO. Proceso que desembocó en la división del PLA (naciendo el reaccionario Partido Laborista Democrático en 1955), a pesar de la incrementada colaboración de ambos con el imperialismo yanqui y sus organismos globales, incluso las prácticas antiobreras de la Guerra Fría. Todo eso, sin descontar el papel formador de la iglesia protestante inglesa, de tendencia monárquica, que complementaba la iglesia católica principalmente a través de la burguesía y las fracciones dominantes del capital.93 Desde su fundación como colonia independiente de Nueva Gales del Sur en 1860, los latifundistas azucareros de Queensland («tierra de la reina») alentaron al imperialismo de las tres colonias orientales del continente, estimulados por las maniobras de la Colonial Sugar Refinery (Refinería Colonial de Azúcar: CSR, por su sigla en inglés), corporación basada en la colonia sureste de Victoria. La CSR había acumulado un excedente de capital por los éxitos en la minera de oro victoriano —Eureka fue el sitio de la legendaria rebelión anticolonial de 1854, originando ahí la bandera Cruz del Sur—, capital que gravitaba hacia Fidji en la década de 1850, durante la escasez global de algodón ocasionada por la destrucción de la cosecha durante la guerra civil en Norteamérica. Entre 1863 y 1904, los dueños de las plantaciones en la «tierra de la reina» consiguieron sesenta y dos mil obreros forzosos polinesios de Fidji, imponiéndoles condiciones similares a la esclavitud americana. Vale ubicar, en su contexto histórico al Estado de Queensland, el más grande del lado Este del país-continente. Un 60 % de los primeros pueblos coloniales en Australia eran irlandeses («convictos», según la Corona),

mayormente prisioneros políticos de su tierra ocupada y rebeldes en contra de los invasores ingleses. Para 1901, los irlandeses aún constituían 27 % de la población.94 La realidad colonial, sobre todo en Queensland, vio prolongadas insurrecciones en contra del robo de tierras por los colonos, coordinadas entre pueblos autóctonos y prisioneros escapados. El diario principal de Queensland, The Courier Mail, se destacó desde su fundación a mediados del siglo xix por un acérrimo racismo, convirtiéndose fácilmente en un vocero del imperio global mediático de Rupert Murdoch desde 1980. Hasta la década de 1930 Murdoch pontificó a favor de un programa de exterminio contra cualquier pueblo autóctono que rehusara su reubicación, desde tierras ancestrales a lugares lejanos que no tenían depósitos de minerales codiciados por los colonos. Incluso, abogó por un premio para cada cabeza de un indígena presentada al gobierno, proveniente de dichas tierras. Inspirado en la eugenesia, luego patrocinó la «civilización» de los pueblos autóctonos por su asimilación en la sociedad dominante a través de la escolarización primaria, su empleo como ganaderos en las grandes haciendas, y por quitarles sus hijos e hijas, para entregárselas a familias blancas como sirvientes: en la práctica, como esclavos. Uno de los primeros actos del primer ministro laborista Kevin Rudd, al ser elegido a fines de 2007, fue la presentación ceremonial de una apología nacional a «Las generaciones robadas». Pero enseguida el gobierno rechazó una Ley de Compensación. Queensland ganó fama como el Estado más derechista del país, cuando durante la Segunda Guerra Mundial fue medular en un plan por sectores de la burguesía para dividir el país en dos, entregando los Estados de Queensland, Territorio Norteño (TN), y la mitad norteña de Australia Occidental al imperio japonés. Dicho plan, conocido como «La Línea Brisbane», fue acelerado tras el ataque de submarinos japoneses al puerto de Sydney y el bombardeo japonés de Darwin (capital TN) en 1942, llegando al borde de la implementación antes de quedar descubierto y suprimido por los sectores constitucionalistas de las FF. AA. y los partidos de Izquierda.95 El gobierno PLA que presidió en Queensland durante las décadas de 1940 y 1950 ni construyó un solo colegio secundario estatal,

94

Ronad Hyam: Britain’s Declining Empire: The Road to Decolonisation, 1918-1968, Cambridge University Press, Cambridge, 2006, p. 8.

95

Drew Cottle: «The Brisbane Line: an Episode in Capital History», Journal of Austraian Studies, vol. 29, no. 20, 2001, pp. 113-201.

244

96

MarkTurner: Papua New Guinea. The Challenge of Independence, Penguin, Ringwood, Victoria, 1990, pp. 12-13.

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a pesar de la explosión numérica de la población posguerra. Con este trasfondo, hubo cierta lógica cuando el gobierno minoritario del premier Bjelke-Petersen, del reaccionario Partido Nacional, impuso un estado de sitio para facilitar la visita del equipo sudafricano de rugby en 1971, rompiendo el bloqueo olímpico y deteniendo a cientos de manifestantes antirracistas. Dicho equipo contenía solo blancos, representando fiel y únicamente a la dictadura apartheid cuyos líderes fueron encarcelados por los Poderes Aliados durante la Segunda Guerra Mundial por apoyo abierto al nazismo. Ningún otro Estado australiano impuso la ley marcial. De hecho, el mismo año, el movimiento nacional anti apartheid logró la exclusión permanente de equipos de deporte sudafricanos seleccionados a partir del color de la piel. El imperio australiano cuando comenzó Gran Bretaña trasladó su colonia de Papúa y Nueva Guinea (PNG) a Australia al inicio del siglo xx, sin cambiarse las políticas sociales clasistas y racistas del antecesor. Setenta años después, apenas 5 % de los adolescentes recibían una educación secundaria. La estructura gubernamental aseguraba una mayor representación para los colonos, pero microscópica para los pueblos autóctonos. Cuando el BM visitó PNG por primera vez en la década de 1960, anotó que ochenta años de colonialismo habían generado una «economía monetaria pequeña» en una sociedad principalmente «primitiva». En realidad, como observó un politólogo erudito, «el desarrollo económico estaba aún en su infancia, pero la etnocentricidad del Banco Mundial estuvo bien avanzada, por tanto recomendó ventajas continuas para los blancos».96 Por paradoja, sus pueblos autóctonos se sacrificaron enorme y valientemente durante la Segunda Guerra Mundial convirtiendo, su tierra en una fortaleza de primera línea en contra del invasor japonés. Es más: salvaron a miles de soldados australianos heridos a través del Camino de Kokoda en la selva montañosa de PNG, simultáneamente protegiéndose a sí mismos y a su país colonizador. Durante la década de 1960, la administración colonial de PNG había aprobado que la corporación australiana Conzinc Río Tinto (CRT) abriera Panguna, una de las minas de oro y cobre más grande del mundo, en la isla Bougainville. Para los años ochenta, la CRT y otras corporaciones foráneas controlaron las concesiones a una bonanza de oro —por ejemplo, en la Isla Lihir (300 toneladas), Porgera (390 toneladas) y Misima

(70-80 toneladas)—, pero producían rentas mínimas para los obreros e imponían prácticas ambientales, culturales y sociales retrógradas que repercutían alrededor de todo el país. El gobierno provincial sacó solo 4,8 % y el nacional, como accionista menor, recibió 63 % hasta el cierre de la mina por insurrección de los isleños en 1989. Acto seguido la mina Panguna —contaminando las aguas y empobreciendo la población isleña, que recibía un mero 0,2 % de la renta a cambio de la pérdida de sus tierras milenarias— se convirtió en un símbolo de la explotación foránea y la resistencia anticolonial. El Ejército Revolucionario de Bougainville (ERB) ligó su cierre de la mina a una guerra por la independencia, conflicto agravado por el apoyo militar australiano a las fuerzas armadas de PNG y su bloqueo de la isla, a costa de miles de vidas. El punto decisivo llegó tras ocho años de guerra civil, cuando en 1997 el gobierno neocolonial de PNG subcontrató sus agresiones militares a mercenarios blancos sudafricanos a través de la compañía británica Sandline, acto emblemático neocolonial que provocó la sublevación de las FF. AA. de PNG contra el gobierno nacional. Frente al apoyo popular a través del país para las FF. AA., traduciéndose pronto en gran solidaridad internacional con el ERB y la reticente amenaza del gobierno australiano de suspender el apoyo económico al gobierno de PNG, Bougainville logró su autonomía en 2001 y un plebiscito sobre su independencia para 2015. Pero, una década tras el cierre de la mina Panguna, CRT flotó su interés en reabrirla en 2013, citando «por lo menos 5 millones de toneladas de cobre y 19 millones de onzas de oro, por un valor de 41 billones y 32 billones de dólares estadounidenses, en precios actuales».97 Desde 1951, la clase dominante australiana expresó su integración en el nuevo orden global del imperialismo capitalista a través del Tratado ANZUS (por sus siglas en inglés de los países integrantes: Australia, Nueva Zelanda, Estados Unidos). En breve se manifestaron los beneficios económicos para los dueños de la industria manufacturera, cuya renta alcanzó su auge en la década de 1950.98 Esta también fue la década de la Guerra de Corea, en la cual el subimperialista apoyara militarmente a los Estados Unidos y Gran Bretaña, para sostener la división del país en 97

James Regan: «Rio Tinto considers restarting Papua New Guinea copper mine», revisado el 14 de junio de 2013, en .

98

Ian McLean: Why Australia Prospered: The Shifting Sources of Economic Growth, Princeton University Press, Princeton, 2013, pp. 179-181.

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99

John Pilger: A Secret Country, pp. 185-238. El gobernador-general, oficial no electo, sino nombrado por la monarquía británica como su representante, ha sido el personaje político más poderoso de la nación desde su fundación (1901).

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un sur capitalista y un norte comunista, de acuerdo con el mandato de la ONU, pero contrario al deseo mayoritario de los coreanos para una sociedad socialista. Así fue la voluntad endógena tras casi cuarenta años de bárbara subyugación por el imperialismo japonés. Si bien numéricamente Australia se apoderó de pocas colonias en calidad de invasor único (ver Tabla 5), ha colaborado con distintos proyectos de Washington y Londres en la época posguerra. Durante la «emergencia» en Malaya de 1948 a 1960, así denominada por el imperio británico la insurrección anticolonial y emancipadora liderada por el Partido Comunista, el gobierno Liberal de Australia despachó varias unidades militares a colaborar con las FF. AA. británicas para reprimir esa lucha. Práctica que se replicó con menos éxito tras la invasión estadounidense de Vietnam e Indochina, en 1961. Esa región se convirtió en el sitio de mayor integración posguerra del imperialismo australiano con el estadounidense, hasta sus invasiones de Afganistán e Irak unos cuarenta años después. La clave para el retiro de las tropas australianas tres años antes de la eventual liberación de Vietnam en 1975 —reproduciendo a gran escala, la derrota militar de los Estados Unidos en la Bahía de Cochinos (Cuba, 1961)— fue el movimiento popular antimperialista en Australia y su legado de solidaridad con España Republicana, la Unión Soviética, Sudáfrica y distintos países en vías de descolonización, incluso Indochina. Desde un principio sus masivas movilizaciones y lucha multifacética, crearon la plataforma para que el primer gobierno laborista a nivel nacional, anulara el compromiso del gobierno colaboracionista liberal desde la década de 1940. Al estar elegido con su líder E. G. Whitlam en 1972, el nuevo gobierno retiró las tropas australianas y programó la nacionalización de los recursos claves (incluso mineros, principalmente angloamericanos), entre otras políticas socialdemócratas, en abierto desafío al imperialismo yanqui. Pero el gobernador-general señor John Kerr —caricatura ridícula de un aristócrata inglés, repleto con peluca blanca, abrigo con colas y sombrero de bombín— destituyó al gobierno el 11 de noviembre de 1975. Así, de una vez, los imperios británicos y yanquis terminaron con las insolencias independentistas. Enseguida se develó el papel central de ASIO y la CIA.99

Nueva Zelanda, nación destacada por su fuerte movimiento polinesio autonomista —el rey maorí Tawhiao había declarado ilegales a todos los europeos en la colonia en 1893— ha desarrollado extensos vínculos migratorios y económicos con su vecino Australia. Pero, en 1984, el gobierno laborista de Australia dejó aislado a su homólogo en Nueva Zelanda bajo fuerte presión económica y política de Gran Bretaña y los Estados Unidos, cuando el gobierno liderado por el primer ministro David Lange implementaba su prohibición antinuclear en contra de barcos de guerra estadounidenses. Eso, a pesar de la política idéntica antinuclear del PLA. Un año después, agentes secretos franceses bombardearon y hundieron el barco antinuclear Rainbow Warrior (Guerrero del Arco Iris) en el puerto de Auckland, matando al fotógrafo de su organización patrón Greenpeace. Poco tiempo más tarde el director de ese acto de terrorismo estatal se encontró en cercano vínculo con la CIA, a través de ventas al Pentágono por su empresa armamentista.100 A continuación resumiremos dos casos emblemáticos y vigentes de la creación australiana de colonias de facto en la región. Timor Oriental ganó su independencia en 1999, tras cuatrocientos años de colonización clásica portuguesa y veinticinco de brutal ocupación por la dictadura de Suharto en Indonesia. Vale recordar que Washington armó, financió y asesoró a los golpistas anticomunistas de Jakarta en 1965 —quienes masacraron al menos un millón de ciudadanos independentistas y demolieron la democracia poscolonial encarnada en la figura del presidente Sukarno—, perfeccionando el modelo sedicioso para luego aplicarlo en contra del gobierno de la Unidad Popular en Chile (1970-1973). Las condiciones para ese golpe militar fueron fabricadas sobre todo por los Estados Unidos, con colaboración militar británica y de agentes ASIS. Los Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia han entrenado, asesorado y armado a las FF. AA. indonesias desde la sublevación fascista encabezada por Suharto hace cincuenta años.101 Timor Oriental posee fecundos depósitos de petróleo y gas natural, mayormente ubicados debajo de sus aguas territoriales en el Mar de 100

Suzanne Goldenberg: «Rainbow Warrior ringleader heads firm selling arms to US government», The Guardian, revisado el 27de mayo de 2013, en .

101

Brian Toohey and William Pinwill: Oyster: The Story of the ASIS, pp. 128, 135-138, 140-143, 272; Kiernan: America: The New Imperialism, pp. 296, 301-303; John Pilger: «Suharto, the model killer, and his friends in high places», revisado 19 de junio de 2013, en .

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El personal cubano llegó allí tras una solicitud oficial de apoyo, en 2003, puesto que en 2002 solo había cuarenta y siete médicos en el territorio nacional. La tarea inicial fue suministrar apoyo médico en un país que todavía se estaba recuperando de su lucha por la independencia y de la invasión de las fuerzas armadas indonesias.

102

Tim Anderson: «Timor Leste: The Second Australian Intervention», Journal of Australian Political Economy, no. 58, (2006), pp. 62-93; [s./a.], «Timor Oriental», EcuRed.

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Timor. En 1991, un tratado entre la dictadura de Suharto y el gobierno laborista australiano otorgó a intereses foráneos, unos treinta de los 38 billones de dólares en valor estimado del depósito «Uma Maio Sol». El gobierno poscolonial de Mari Alkatiri —destacado intelectual del Frente Revolucionária do Timor Leste Independente (FRETLIN, por su sigla en portugués)— enmendó el acuerdo para dividir la renta 50/50, frente al golpismo e intimidación política-económica de las corporaciones australianas (especialmente la mediática de Murdoch) y su representante idóneo, el gobierno liberal (1996-2007). Lograron destituir al presidente popular en 2006, sustituyéndolo con un gobierno dirigido por el colaboracionista José Ramos Horta.102 En 1999, a petición del pueblo timorense, las FF. AA. australianas habían intervenido para detener la masacre perpetrada por pandillas antindependentistas, manipuladas y armadas por Indonesia, tras el triunfo del voto a favor de independizarse mediante un plebiscito de la ONU. Grandes manifestaciones a través de Australia habían demandado la intervención, no solo por el ultraje popular frente a la masacre —vista como la culminación de décadas de colaboracionismo por el subimperialista—, sino también en honor del penoso sacrificio de miles de timorenses, quienes se aliaron con la guerrilla australiana en contra del imperialismo japonés en Timor, durante la Segunda Guerra Mundial. No obstante, los intereses subimperialistas lograron reorientar la segunda intervención de 2006 en torno a desestabilizar al gobierno independentista, a pesar de la intención antigolpista de Alkatiri. Mientras el Estado imperialista australiano se ha dedicado a optimizar la explotación económica de uno de los países más empobrecidos pero solidarios del planeta, se ha modelado un estilo distinto de colaboración. Es preciso recordar que la población de Timor Oriental es de alrededor de un millón de habitantes, luego, que la dictadura indonesia ejecutara casi la cuarta parte (1975-1999), dejemos que hable un rigoroso estudio de 2012:

En los primeros cinco años, los galenos ofrecieron más de dos millones setecientas mil consultas médicas y se estimaba que habían salvado cerca de once mil cuatrocientas vidas (...). La siguiente fase de la cooperación cubana allí fue formar a jóvenes timorenses para convertirlos en profesionales que se ocuparan de su propio pueblo. A la altura de 2008, «había unos trescientos cincuenta trabajadores cubanos de la salud en la región, ochocientos setenta timorenses orientales y más de cien melanesios y micronesios recibían formación como médicos». La mayoría de ellos tuvo su preparación básica en Cuba y luego regresaron a Timor, aunque cada vez más el objetivo era formarlos en su patria, para lo que, en 2005, se estableció una Facultad de Medicina atendida por profesores cubanos.103 La Misión Regional de Asistencia para las Islas Salomón (RAMSI, por su sigla en inglés) es una fuerza militar-policíaca regional dirigida por las FF. AA. de Australia, que ha ocupado ese país desde 2003. La causa oficial fue la irrupción de un conflicto armado entre el Ejército Revolucionario de Guadalcanal (ERG) y sus conciudadanos de la isla vecina de Malaita, originalmente trasladados a las Islas Salomón por la colonia británica para trabajo forzado. Estos últimos se organizaron como la Fuerza de Águilas Malaitanas (MEF, por su sigla en inglés). El deterioro del mercado global para las exportaciones, la escasez de terrenos, la deforestación, debilidades serias en los sistemas de salud y educación, las demandas marginadas del ERG, violentos ataques malaitanos sobre los indígenas de Guadalcanal y la capital Honiara, además de un golpe de Estado orquestado en 2000 por la MEF, constituyeron la médula de la contienda. Vale recordar que otra vez los isleños se destacaron por su resistencia y coraje frente a los invasores y torturadores japoneses, contribuyendo bastante a detener el avance de la Guerra del Pacífico (1942-1945).104 En 2003, inspirado en la «Guerra contra el Terrorismo» inaugurado por su cercano aliado Bush II, el primer ministro australiano John Howard calificó a las Islas Salomón como potencial «Estado fracasado» y base 103

John Kirk: «El internacionalismo médico de Cuba: ¿Dónde está el secreto?», Original de Revista Temas, no. 71, 2012, revisado el 19 de junio de 2013, en .

104

Judith Bennett: «Roots of conflict in Solomon Islands. Though much is taken, much abides: Legacies of tradition and colonialism», Discussion Paper, May 2002, Research School of Pacific Studies, Australian National University; Tim Anderson: The Limits of RAMSI, Aid Watch Report, Sydney, 2008, pp. 3-5.

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La actividad minera se está intensificando (...). Una pequeña compañía minera australiana, Allied Gold, actualmente opera la mina de Gold Ridge en la isla de Guadalcanal. Otra empresa australiana, Axiom Minería, planea comenzar pronto su trabajo en Santa Isabel, en uno de los depósitos de níquel más grandes del mundo, con un valor estimado de $ 60 000 millones. Las empresas mineras de Gran Bretaña, Sudáfrica y Japón están explorando en busca de oro, el níquel, el cobre y otras reservas, en particular sobre el fondo marino. Desde el principio, RAMSI fue desarrollado con la intención de asegurar que las empresas transnacionales australianas recibieran prioridad en saquear los recursos naturales de las Islas Salomón.105 Desde la derrota del gobierno de Whitlam, oponente de las bases militares y de espionaje estadounidenses en Australia, una serie de gobiernos liberales y laboristas ha aumentado la colaboración militar con la superpotencia, incluso en la actualización del programa para la militarización del espacio iniciado por el régimen de Ronald Reagan. Se ha abierto una nueva base de espionaje en Exmouth (Australia Occidental), otra de infantes de marina de los Estados Unidos en Darwin y hay una más programada en las Islas Cocos para remplazar a la base en Diego García. Además, el Pentágono tiene su principal base de espionaje mundial en el extranjero en Pine Gap (Territorio Norteño), responsable de comprobadas maniobras bélicas en el Medio Oriente, también blanco de diversas y permanentes 105

Patrick O’Connor: «Australian Government Prepares “Transition” for Solomon Islands Intervention», 13 de noviembre de 2012, revisado el 19 de junio de 2013, en .

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terrorista, que podría amenazar a Australia. La invitación para que RAMSI interviniera llegó a tiempo, pocos meses después del primer ministro Kemakeza (que había supervisado una deforestación isleña espantosa). Tras una aprobación popular inicial para RAMSI por su supuesto papel de restablecer la paz, para 2006 dos encuestas mostraron un declive de aquella por las perspectivas económicas inalteradas o peores, persistentes faltas de servicios de salud y educación, y la seguridad ciudadana irresuelta. El presupuesto para la así nombrada «ayuda foránea» se ha dedicado principalmente a la «ayuda boomerang», efecto por el cual los impuestos recaudados por los sistemas tributarios —que favorecen mucho a las clases dominantes— no han beneficiado al público isleño, sino a la caravana militar-policíaca-burócrata de RAMSI y al verdadero objetivo de su intervención, las corporaciones globales. Como se ha observado:

protestas.106 La alta tecnología de vigilancia incorporada en todas estas bases incrementa la capacidad bélica de los Estados Unidos no solo en el Medio Oriente, sino también, en Asia, con especial enfoque en China. Todas las operaciones militares australianas están coordinadas con las de los Estados Unidos a través del Comando Conjunto de Operaciones en Bungendore, centro de alta seguridad situado en la capital nacional. Fue construido por 300 millones de dólares, costo luego duplicado por la nueva casa matriz de ASIO.107 Una bonanza corporativa ingeniada por el complejo industrial militar de ambas potencias, a costa de la seguridad mundial. Estos sucesos se ubican en el paradigma de lo que un estudio pionero califica de «tecno-seguridad», manifiesta en «la nueva doctrina de hegemonía» de la superpotencia, requiriendo la dominación tecnológica, económica, militar y cultural. Viene acompañada de un discurso sobre la cíber guerra como «guerra limpia» o «guerra de cero muertos» con «golpes quirúrgicos» y «daño colateral», complementado por un control doméstico total.108 Las dos últimas «Ponencias Blancas» del gobierno laborista —elaboradas sobre el balance político y de fuerzas militares mundiales, como justificación del aumento del presupuesto de las FF. AA.— exhiben contrastes respecto a China. La de 2009 hablaba de guerra potencial con China liderada por los Estados Unidos, una clara referencia a la política de los halcones yanquis de rodear al dragón con una alianza bélica de países capitalistas. Anunció el alza más grande en el presupuesto militar desde la Segunda Guerra Mundial. Además presagió un aumento de 72 000 millones de dólares para adquirir doce submarinos nucleares «cazador asesino», tres nuevos destructores interceptores de misiles, misiles Tomahawk de crucero con un rango de 2 200 kilómetros y 100 aviones cazadores F-35, todos a comprar de corporaciones yanquis. Pero la Ponencia de 2013 es ambivalente, repitiendo la retórica guerrera mientras conceda la gran importancia de China como potencia económica. Curiosidad lógica, aún 106

David Rosenberg: Inside Pine Gap: The Spy Who Came in from the Desert, Hardie Grant, London, 2011, pp. 65-118; Alison Bartlett: «Feminist Protest and Maternity at Pine Gap Women’s Peace Camp, Australia 1983», Women’s Studies International Forum, vol. 34, 2011, pp. 31-38.

107

Erik Paul: Neoliberal Australia and US Imperialism in East Asia, Palgrave Macmillan, New York, 2012, pp. 91, 130.

108

Armand Mattelart: The Globalization of Surveillance: The Origin of the Securitarian Order, New York, 2010, pp. 137-141.

252

109

Department of Defence: Defence White Paper 2013, passim; Nelson Cabrera: «En 2018 Australia gastará en defensa cerca de A$7 000 millones más que ahora», El Semanario Español, no. 199, 2013, p. 10.

110

[s./a.]: Editorial, Sydney Morning Herald, 17 de enero de 2013, revisado el 20 de mayo de 2013, en .

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de cara doble, si recordamos que China es por lejos el comprador más grande de productos y servicios de las corporaciones australianas, y gran inversionista de capital bancaria e infra estructural en Australia. Igual el presupuesto de 2013, unos 26 300 millones de dólares, aumentará a 35 200 millones de dólares en 2018.109 La militarización de la sociedad australiana no solo imita cada vez más a la dictadura cívica militar en los Estados Unidos —presagiado por el libro The Invisible Government (El Gobierno Invisible), hace cincuenta años—, sino expone a su sociedad civil y la de sus vecinos a guerras regionales nucleares con más Hiroshimas y Nagasakis, en pos de aumentar la renta de los intereses imperialistas. En el contexto del gran interés en el control de los inmensos recursos minerales recién descubiertos en África Occidental, el centenario diario liberal The Sydney Morning Herald aseveró, al inicio de 2013, que «las empresas australianas grandes, pequeñas y gigantescas, se apresuran a unirse con el auge de los recursos de África. Se espera que ese continente realice una tasa de crecimiento económico impresionante de 4,8 % este año, lo que hace a Europa aparecer enfermo».110 Tras atacar las prácticas antiterroristas de Argelia como «espantosas», repleto con el lenguaje altivo del imperialismo cultural occidental —«tristemente (...) el mundo debiera prepararse para más episodios del secuestro de rehenes»—, el otrora progresista diario The Age (Melbourne) editorializaba que las empresas mineras e ingenieros geotécnicos australianos operan en toda la región. «BHP Billiton tiene un interés significativo en la producción petrolera de Argelia oriental, siendo dueño de 45 % del Proyecto Integrado ROD en la Cuenca de Berkine, en la frontera de Argelia con Túnez. La compañía Resolute Mining, basada en Perth, posee 80 % de la gran mina de oro Syama, en la región comparativamente más tranquila del sur de Malí». Vestida la última editorial de las lágrimas de cocodrilo características del paternalismo colonial, este «estenógrafo de la clase dominante» al decir de David Barsamian, deja claro que su única preocupación más allá de las corporaciones australianas es la bonanza mineral que les espera en la zona, tipificada por Argelia que «suministra algo así como la quinta parte de la demanda de Europa para el gas natural (...) y eso significa que su

seguridad y la de sus campos de gas y petróleo, son importantes para el resto del mundo».111 Es más: «Poner en peligro las instalaciones petroleras conduce a mayores precios del petróleo». La accionista principal de ambos diarios es la billonaria empresaria minera Gina Rinehart —el capitalista más pudiente en Australia— a través de la corporación mediática Fairfax. Su influencia política se extiende hasta compartir la responsabilidad por derrocar al primer ministro laborista Rudd en 2010, a raíz de unos impuestos sobre la renta minera de tipo globalmente común, propuesta por el PLA y los sindicatos mineros.112 Haremos unas breves observaciones finales, tomando como base la Tabla 5. Primera, a pesar de la utilidad económica de sus recursos y pueblos para las corporaciones principalmente australianas que operan en estas colonias, salvo las tierras indígenas de Australia, el Estado australiano otorgó a sus ciudadanos una pseudo nacionalidad que no permitía la residencia ni el movimiento libre en ese país. Racista hasta la médula, se derivó de la política de Australia Blanca (PAB), diseñada por la oligarquía decimonónica para mantener la ficticia pureza anglosajona. Política que se convirtió en elemento clave del nacionalismo australiano, que luego se opuso al tráfico de obreros forzosos de las islas pacíficas, no por un anticolonialismo ni por solidaridad trabajadora, sino por temor a enfermedades tropicales y el descenso potencial de los sueldos australianos. Los latifundistas azucareros no permitían que los isleños se inscribieran en un sindicato, de ahí que le pagaban sueldos miserables. Los ideólogos burgueses agregaron a la política de blanqueamiento un elemento de «moralidad cívica» —tratando de enaltecer un sistema de valores idílicos que inevitablemente desembocó en la teoría de la eugenesia—, y prácticas hasta la década de 1960 en favor de inmigrantes blancos —la PAB, sin importar que fueran nazis y criminales de guerra—, más el confinamiento de la población indígena a reservas y el secuestro sistemático de sus hijos e hijas para la conveniencia de familias blancas, en espera de la eventual desaparición de esa civilización milenaria.113 111

[s./a.]: «Terrorism flares in the Sahara», The Age, 19 de enero de 2013, revisado 20 de mayo de 2013, en .

112

Robert Austin: «Australia: empate electoral y desencanto popular», publicado 25 de agosto de 2010, en .

113

Humprey McQueen: A New Britania, University of Queensland Press, Brisbane, 2004, pp. 277-281; Mark Aarons: War Criminals Welcome: Australia, a Sanctuary for Fugitive War Criminals since 1945, Black Inc., Melbourne, 2001, passim.

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Tabla 5

Colonia Fechas

Intereses coloniales

Medio de independencia

Nación nueva

Nauru

1914‐1942 1942‐1945 1947‐1968

Movimiento independentista (1960s). Negociación con ONU tras nacionalización de reservas de fosfato

Nauru

Papúa Nueva Guinea

1906‐1975

Movimiento nacionalista, Pangu Pati, negociación entre élites neocolonial e imperial

Papúa Nueva Guinea

Islas Cocos

1951‐1984

Colonia de Nueva Zelandia, Gran Bretaña, Australia. Fosfato. Colonia japonesa. Ubicación estratégica. Esclavos de guerra para Micronesia. Colonia australiana. Fosfato. Retención de refugiados Plantaciones: frutas, verduras y nueces tropicales, café, tabaco, cacao, coco, copra. Silvicultura, industria pesquera, conchas de perla, caucho. Labor forzosa para Queensland. Plata, oro, bauxita, gas natural, petróleo, ubicación geopolítica Plantación: copra. Aceite de palma. Esclavos malayos. Ubicación geopolítica (Océano Índico), base militar

Oposición popular no organizada al feudo británico. Integrado por referendo popular como territorio de Australia, 1984 Movimiento social

Islas Cocos

Islas 2003‐2013 Salomón

Plantación: coco, copra, cacao, café, tagua, caucho, tabaco. Pepino del mar, concha de tortuga, industria pesquera, silvicultura, oro, níquel, base militar

Islas Salomón

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Colonización y descolonización australianas (casos mayores por orden de descolonización)

Tierras 1789‐ Indígenas presente Australianas Islas del 1879Estrecho presente de Torres

Minerales, tierras agrícolas, océanos territoriales (ver Australia, Tabla 1) Concha de perla, industria pesquera, ubicación geopolítica

ISJA, FCATSI, partidos políticos de Izquierda

200 originarias

Resistencia popular. Islas del Caso Mabo Estrecho (1982‐1992), de Torres anuló colonia en Isla Mer y 6 % de Australia

Fuentes: Goldsworthy: Losing the Blanket, pp. 53-58; Chan: Cocos (Keelng) Islands; Brown y Louis: Oxford History of the British Empire; Harman: People’s History of the World; BBC: «Nauru Profile»; Foreman-Peck: Historia de la Economía Mundial; McQueen: A New Britannia.

Segundo, la contracara del imperialismo australiano ha sido su colonización ininterrumpida y bélica de las tierras indígenas —léase el continente entero, las islas del Estrecho de Torres y Tasmania— hasta nuestros días. A pesar de los efectos de sus prácticas guerreras, la reubicación forzada y las enfermedades europeas, el Estado burgués aprendió el valor laboral de los pueblos originarios en la economía provincial (ganadera, agrícola, minera, forastera). Su dominio de los terrenos ancestrales y conocimiento enciclopédico del continente significaban para los colonos un capital humano irremplazable. Donde morían europeos por inanición, unas doscientas naciones habían florecido durante 50 000 años. Según el presidente nacional de la Asociación Indígena para la Justicia Social (ISJA), «éramos, y somos todavía, un país de naciones distintas». Por ejemplo, la nación Koori ocupa la mayor parte del sudeste del país; la Yuin es de la costa sur de Nueva Gales del Sur; la nación Murri ocupa la mayor parte del sur y el centro de Queensland; la Bama ocupa el norte de Queensland; la Nunga es del sur de Australia del Sur; la Noongar (Nyoongah) habita Perth (capital de Australia Occidental); la nación Wongi es de la región Kalgoorlie (suroeste de Australia Occidental); la nación Yolngu ocupa la Tierra de Arnhem (Territorio Norteño); la Anangu ocupa Australia central; Tasmania es tierra de la nación Palawa. El icónico Mapa Tindale demuestra unas doscientas distintas naciones en el continente.114 114

Ray Jackson: Correspondencia con el autor, 17 de junio de 2013; Mapa Tindale, Museo Estatal de Australia del Sur, revisado el 17 de junio de 2013, en .

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115

Organización Mundial de Salud: «Australia’s disturbing health disparities set Aboriginals apart», revisado el 17 de junio de 2013, en ; Australian Bureau of Statistics: «The Health and Welfare of Australia’s Aboriginal and Torres Strait Islander Peoples», October 2010», revisado el 17 de junio de 2013, en ; Martin Cuddihy: «Aboriginal deaths in custody numbers rise sharply over past 5 years», (Radio Nacional ABC), revisado el 17 de junio de 2013, en .

116

Peter Boyle: «Cocos Islands could be New Base for the US Killing Machine», Green Left Weekly, no. 917, 2012, revisado el 15 de junio de 2013, en ; Chris Cole: «The Globalization of Drone Warfare», 20 de marzo de 2013, Global Research, revisado el 16 de junio de 2013, en .

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Sin embargo, este imperialismo interno, simultáneamente genera y pasa por alto unas cifras sociales abrumadoras. Por ejemplo, constituyendo ya apenas 2 % de la población nacional (500 000 vs. 1 millón en 1788, año de la invasión imperial), los pueblos originarios conforman 25 % de la población encarcelada. El ingreso promedio por familia es 45 % menos que para la familia no indígena. La expectativa de vida indígena es de sesenta años para los hombres y sesenta y ocho para las mujeres, un promedio de diecisiete años menos que la de la población total. La mortalidad infantil indígena duplica la no indígena.115 Tercera, por más pequeñas que hayan sido las colonias isleñas, su atracción geopolítica en la permanente tensión interimperialista ha sido determinante. Por ejemplo, las Islas Cocos tienen una población de solo 600 personas, en gran parte descendientes de esclavos malayos secuestrados en el siglo xix por el empresario británico Clunies-Ross. Trató a las islas como su feudo, hasta que los isleños finalmente pudieron votar para integrarse con Australia en la década de 1980 (por mal menor). Con su aeropuerto militar desarrollado, trampolín para las fuerzas aéreas británicas y aliadas durante ambas guerras mundiales, desde 2012 las Islas son tema de un acuerdo entre Washington y Canberra para desplegar los aviones drones. Estos —habitualmente lanzados desde los países de la OTAN—, se han convertido en la etiqueta funesta de la administración del presidente Obama, con efectos devastadores entre los civiles. Por la proximidad de las Islas al sudeste de Asia se plantean dos motivos encubiertos: los enormes recursos regionales de hidrocarburos aún sin explotar, y la colocación de otro escalón en el encierre imperialista de China.116

Cuarta, en el caso de Nauru su monoeconomía construida sobre grandes depósitos de fosfato ha agravado su dependencia de la metrópoli, exponiéndola a los vaivenes de un mercado global dominado por el conjunto de potencias integrado por dos de sus cuatro colonizadores en solo medio siglo (Bretaña y Australia). Casi toda la producción de fosfato ha estado comercializada en Australia y Nueva Zelanda como fertilizante agrícola, recibiendo los nauruenses una renta paupérrima. Japón, invasor imperial durante la Segunda Guerra Mundial, deportó y esclavizó a dos tercios de la población (1 200 habitantes), obligándolos a trabajar en la infamia de sus campos de concentración en Micronesia. A partir de 2001, sucesivos gobiernos australianos han contratado al empobrecido gobierno de Nauru, para la construcción y mantención de un centro de detención para el incrementado número de arribados por barco a aguas territoriales australianas, muchos de los cuales son de países invadidos o explotados por el imperialismo, como Afganistán, Irak, Pakistán y Sri Lanka.117 Quinta, es decepcionante la integración del imperialismo australiano con los de Gran Bretaña y luego los Estados Unidos en un sentido fundamental. Objetivamente, su papel de imperialista ha sido, y continúa siendo, complementario al rol de la omnipotencia de turno: léase subimperialista. Sin embargo, subjetivamente, la burguesía nacional ha sido proactiva en avanzar sus propios intereses, ligándose de manera oportunista al imperialismo hegemónico, aprensiva de la influencia de las revoluciones asiáticas en la conciencia popular nacional. Varios autores han argumentado que lejos de ser una burguesía neocolonial, la australiana ha sido imperialista desde sus comienzos.118 Asimismo, parece que la relación objetiva-subjetiva ha asumido una forma dialéctica. Durante la Segunda Guerra Mundial, la industria armamentista se expandió mucho, integrada con unas empresas siderúrgicas de las más grandes del mundo, como la BHP y luego Conzinc Río Tinto. El giro mundial hacia el neoliberalismo económico cambió la relación entre el complejo industrial militar e imperialismo australianos y la superpotencia. 117

David Goldsworthy: Losing the Blanket: Australia and the End of Britain’s Empire, Melbourne University Press, Melbourne, 2002, pp. 38-40; John Pilger: «Fear and Silence in Australia», New Statesman, February 2005, revisado el 16 de junio 2013, en .

118

Ver Rick Kuhn. «Marxist Political Economy in Australia since the mid 1970s», Journal of Australian Political Economy, no. 50, 2002, pp. 107-29; Tom O’Lincoln: «The Neighbour from Hell: Australian Imperialism», en Rick Kuhn (ed.): Class and Struggle in Australia, Pearson, Sydney, 2005, pp. 177-194.

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Dicho complejo comenzó a lucrar más en la década de 1990 en su calidad de proveedor de servicios y coinvasor, avanzando a la par con la retórica antiterrorista de Washington y tirándose con entusiasmo vehemente en el rearme nacional para acorralar a China, en conjunto con facilitar las bases regionales estadounidenses y abrazar la «Guerra contra el Terrorismo», una vez anunciada por Bush II en 2001. Según un estudio acucioso:

Combinadas las dos caras del imperialismo —la intervención directa militar y la penetración silenciosa económica, política y cultural— se deduce una práctica singular en la Oceanía desde 1945: la exclusión de potenciales rivales al poder hegemónico estadounidense en la región, a cambio de la generación de plusvalías por distintas inversiones de corporaciones globales, con preferencia para las australianas y estadounidenses. La mantención de las FF. AA. de Australia en sus colonias o en sus colonas de facto figura como elemento del presupuesto de AUSAID, cuya función para el subimperialista oceánico se parece mucho a su hermano mayor USAID, bien documentado como brazo complementario estadounidense en Asia, África y América Latina.120

Conclusiones Hemos intentado poner de relieve las profundas contradicciones entre la representación ideológica de los imperialismos británico y australiano por sus propios voceros, y la realidad material de su historia. La relación entre la «Madre Bretaña» y su colonia oceánica clave se ha transformado en tres pasos. Los primeros dos corresponden al segundo período de la fase fundacional del imperialismo capitalista (1791-1914; ver Introducción), 119

Erik Paul: Neoliberal Australia and US Imperialism in East Asia, Palgrave Macmillan, New York, 2012, p. 17.

120

Roger Burbach, Michael Fox y Federico Fuentes: Latin America’s Turbulent Transitions: The Future of Twenty-First-Century Socialism, Zed Books, London, 2013, pp. 9, 65, 90, 95.

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La mayoría de los principales desarrollos de recursos de Australia se encuentran en la mitad norteña del país, donde las fuerzas armadas australianas tienen la mayor parte de sus activos estratégicos. El plan de asentar permanentemente a los militares de los Estados Unidos en el norte de Australia es una clara señal de que los recursos del continente ya son parte integral de la estrategia de los Estados Unidos y Occidente por la dominación económica global.119

durante el cual Australia deja de ser únicamente colonia y se transforma para mediados del siglo xix en subimperialista del imperio británico. El tercer paso está constituido por la transición a subimperialista estadounidense para finales de la Segunda Guerra Mundial, calidad que se va profundizando hasta nuestros días, sin distanciarse de una serie de arreglos corporativos y estatales-militares con Gran Bretaña. Mientras tanto, Gran Bretaña se vio obligada a integrarse al nuevo imperialismo estadounidense, que emergió hegemónico en el sistema capitalista planetario pos 1945. Su declive al rol de subimperialista fue complementado por la diversificación de su producción, dirigida a retener una hegemonía económica de acuerdo con su nueva posición posguerra. El himno nacional no oficial del previamente «Gran» Bretaña, escrito por el escocés realista Thomson en el siglo xviii, continuaba satisfaciendo la nostalgia de su aristocracia: «¡Mande Gran Bretaña! Bretaña gobierna las olas. ¡Los británicos nunca, nunca, nunca serán esclavos!». Eso, por la misma aristocracia que elaboró un plan para entregar el reino a Hitler, a precio de su preservación como clase anacrónica. Dicho himno volvió como símbolo de una nueva ola de imperialismo británico, ligada a la ideóloga neoliberal Thatcher y los remanentes del militarismo decimonónico, mientras en un conocido acto de barbarie su armada hundiera el crucero argentino Belgrano en la reconquista de las Islas Malvinas. Sin descontar las relaciones interimperialistas, sería ingenuo concluir que el rol de subimperialista sea de un seguimiento incondicional. Como demuestran el ávido entusiasmo para integrar a Gran Bretaña y su grandeza material con la Alemania nazi, de parte de una fracción oligárquica del capital, además de la preparación del Plan B (la Línea Brisbane) para entregar al invasor japonés la mitad de Australia a cambio de imponer una dictadura imperial australiana en la mitad sureña. Los imperios capitalistas tienen sus propias agendas que predeterminan los límites de sus alianzas y conductas, por más nefastas y cínicas que sean. Al convenirse, las «civilizaciones occidentales» dejan indefensas a poblaciones enteras (caso Palestina), exterminan o dejan exterminar a pueblos autóctonos (Australia, Yugoslavia), esclavizan a continentes enteros (África, Medio Oriente), destrozan los pulmones del planeta (Papúa Nueva Guinea), ensayan armamentos de destrucción masiva en regiones pobladas (Melanesia, Polinesia), y alquilan a mercenarios blancos racistas para «liberar» El Dorado (Bougainville). Como si no fuera suficiente para alcanzar sus metas, integran sus agencias de inteligencia, espionaje y vigilancia militares 260

(...) dentro de dos o tres generaciones, produjo a Sócrates, Platón y Aristóteles como filósofos; Esquilo, Sófocles, Eurípides y 121

Ver, por ejemplo, el acucioso estudio por Mattelart: The Globalization of Surveillance, y el texto clásico de Edward Herman: The Real Terror Network: Terrorism in Fact and Propaganda, Montreal, Black Rose, 1985.

122

Ver Quentin Hoare and Nowell-Smith (eds.): Antonio Gramsci: Selections from Prison, Notebooks Lawrence and Wishar, London, 1991, pp. 239, 245, 263, 407-409.

123

Susana Devalle: «Naturaleza de la Dominación en el Pacífico Oceánico», Estudios de Asia y África, vol. 32, no. 2, 1997, pp. 323-353.

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(UKUSA) con fines de un parasitismo bélico mutuo dirigido a normalizar globalmente al Estado terrorista.121 La lucha antimperialista australiana comenzó a poco andar la colonia británica en esa tierra de 200 distintas civilizaciones indígenas. Pero el Estado neocolonial comenzó simultáneamente a difundir la ideología racista-civilizadora para contrarrestar los potenciales alcances de esa lucha, mientras justificara la esclavitud de pueblos originarios y «convictos» en honor de la renta británica. Desde el contexto europeo entre guerras mundiales, Gramsci explicó los mecanismos de represión indirecta que la clase dominante implementa para asegurar su hegemonía, sin descartar su recurso a la violencia en última instancia.122 Desde África independizándose tras las guerras, Fanon analizó el caso particular de la mentalidad colonial arraigada en los pueblos sojuzgados (ver Introducción). Conjugando ambas teorías, podremos develar la estrategia neocolonial en Australia, que ha logrado neutralizar gran parte de los pueblos autóctonos y canalizar sus luchas en los caminos parlamentarios y la integración en el aparato estatal capitalista. Como comenta una sabia mexicana: «Al separarse el factor “raza” de los factores de clase, como se observa en el movimiento aborigen, se contribuye (...) a dividir a la fuerza de trabajo a lo largo de líneas étnicas o raciales, mecanismo efectivo en la contención de las luchas populares».123 El enfoque de nuestra investigación ha sido el imperio estadounidense y su articulación con los imperios británico y australiano: a la vez autónomos, subordinados e integrados con el monstruo. Hace sesenta años el brechtiano historiador trinidense C. L. R. James comparó la civilización estadounidense —la cumbre para Fukyama— con aquella de la Atenas antigua: un Estado de dimensiones comparables con Vermont, sin más de cien mil habitantes en su momento de auge, que, sin embargo:

Aristófanes como dramaturgos; Pericles como estadista; Demóstenes y Aeschines como oradores; Píndaro como poeta; Praxíteles como escultor; Xenófanes como periodista; Tucídides y Heródoto como historiadores (...). En cualquiera estimación acerca de la cultura contemporánea, estudios del pasado, o especulaciones sobre el futuro, sus obras son indispensables. (Por contraste, y a pesar de su inigualada destreza material) según la visión universal, la poderosa civilización estadounidense ocupa el lugar más bajo de todas las grandes civilizaciones.124 Terminamos por ofrecer la palabra al líder de la rebelión anticolonial en la India ocupada por Gran Bretaña, en un conocido intercambio con periodistas referente a su examo. Cuando le preguntaron a Mahatma Ghandi qué pensaba de la civilización occidental, su respuesta fue que «¡Sería una buena idea!»125

124

C. L. R. James: American Civilization, Blackwell, Cambridge, 1993, p. 32.

125

Citado en Immanuel Wallerstein: Capitalismo histórico y movimientos antisistémicos: un análisis de sistemas-mundo, Editorial AKAL, Madrid, 2004, p. 332.

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