Gramática, semántica y discurso en el estudio de los marcadores (2014)

July 19, 2017 | Autor: José Portolés | Categoría: Discourse Markers
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Descripción

GRAMÁTICA, SEMÁNTICA Y DISCURSO EN EL ESTUDIO DE LOS MARCADORES

JOSÉ PORTOLÉS Universidad Autónoma de Madrid

(María Marta García Negroni (ed.), Marcadores del discurso. Perspectivas y contrastes, Buenos Aires, Santiago Arcos, 2014, págs. 203-231) 1. INTRODUCCIÓN∗ En la presentación de la Nueva gramática de la lengua española (NGLE) de la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española, Ignacio Bosque (2009), su ponente, explicó que esta obra consiste en gran medida en una labor de selección entre las monografías existentes sobre los más diversos asuntos gramaticales. De hecho, es frecuente en su redacción que se hable de que “unos autores han propuesto… otros autores sugieren…” (v.gr. RAE y AALE 2009: § 32.5m), eso sí, y de acuerdo con la tradición académica, sin explicitar de qué autores se trata en cada caso. Así pues, el considerar la NGLE como un sabio y ponderado estado de la cuestión desde una perspectiva gramatical puede servir de punto de partida para revisar algunas de las dificultades que halla el investigador en relación con la gramática, la semántica y el análisis del discurso de los marcadores. En este cometido en § 2 nos detendremos en el objeto de estudio gramatical delimitado en la NGLE; en § 3, en las consecuencias de su denominación; en § 4, en dos propuestas de ampliación de este objeto por parte de otras tantas investigadoras: ciertas perífrasis verbales (§ 4.1) y algunos adverbios oracionales (§ 4.2), y, por último, en § 5 nos ocuparemos de la dificultad de delimitar si es la semántica léxica o la gramática la disciplina a la que le corresponde dar cuenta de un problema de descripción —la interpretación de además como una unidad con un complemento tácito—.

2. LOS MARCADORES DISCURSIVOS Y LA GRAMÁTICA De la misma manera que se propuso en el capítulo 63 de la Gramática descriptiva de la lengua española (Bosque y Demonte 1999: § 63) (GDLE), que redacté en colaboración con María Antonia Martín Zorraquino 1, la NGLE considera que el concepto de marcador o conector discursivo —más adelante nos detendremos en la elección del término (§ 3)— “no constituye una clase sintáctica de palabras análoga a verbo, conjunción o adverbio, sino un grupo establecido con criterios textuales” (RAE y AALE 2009: § 30.12a). Incluso va más allá ∗

Esta investigación ha sido financiada gracias al proyecto FFI2010-20862 (subprograma FILO). Se ha de recordar que esta obra —pese a aparecer en la Colección Nebrija y Bello, auspiciada por la RAE— no es una publicación académica. 1

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de lo que se mantuvo en la GDLE y apunta el concepto de clase discursiva, dentro de la cual incluye a los conectores, si bien unas líneas más abajo duda si referirse mejor a una función discursiva; confesando, no obstante, que “resulta difícil dar un contenido preciso a esa hipotética función” (RAE y AALE 2009: § 1.9z). Ante esta dificultad no se desarrolla en la NGLE ninguna de las dos opciones, es decir, no se pasa de mencionar la posibilidad de la existencia de clases o funciones discursivas. Tampoco se toma una decisión sobre este asunto en el capítulo de la GDLE. El principal problema de hablar de clase discursiva o función discursiva se encuentra en que, si se reconocen estos valores discursivos en una serie de palabras, ¿carecen de ellos el resto? ¿No son “discursivos” los nombres o los verbos cuando se utilizan en enunciados concretos? Este punto merece un breve excurso. Existe una tendencia —que no comparto— dentro de los estudios lingüísticos que envía al discurso o a la pragmática las unidades lingüísticas o las construcciones sintácticas que no reflejan o contribuyen con claridad a la proposición semántica; ahora bien, todas las unidades y construcciones —desde las más sencillas para el gramático hasta las más complejas— poseen en su uso real valores discursivos y condicionan una interpretación contextualizada de acuerdo con su gramática y su semántica. Esto sucede tanto cuando se dice en un contexto determinado Ana come manzanas como cuando se replica pues, hombre, claro, ¿no? Para resolver la delimitación de palabras como las de esta réplica, la solución que se propone en la GDLE y con más extensión en Portolés (2001 [1998]) consiste en mantener que existen palabras con un significado principal de procesamiento, esto es, cuyo significado principal no es conceptual y, en consecuencia, es difícil de representar mentalmente. 2 En el ejemplo anterior es sencillo imaginarse a una muchacha mordiendo una manzana pero solo podemos representarnos mentalmente pues como una palabra escrita, se trata del único objeto del mundo con el que podemos relacionarla. A este criterio semántico se unen otro morfológico: se trata de palabras invariables —v.gr. sin embargo– o con una flexión defectiva — v.gr. mira/ mire, no me convence lo que dice pero no #miremos, no nos convence lo que dice—, y otro criterio sintáctico: no ejercen una función sintáctica en el marco de la predicación oracional. A estos tres criterios se suma un último criterio semántico: no modifican las condiciones de verdad de su miembro del discurso. Con estas cuatro clases de hilos —los marcadores tienen un significado de procesamiento, son palabras invariables, carecen de función sintáctica dentro de la predicación oracional y no modifican las condiciones de verdad de su miembro del discurso— se crea una red lo suficientemente tupida 2

Para una exposición de estos conceptos y de su origen, Murillo (2010).

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como para atrapar un buen número de unidades con cierta homogeneidad semántica y gramatical. 3 Por su parte, la decisión que adopta la NGLE de no reconocer un grupo homogéneo de palabras es coherente desde el punto de vista gramatical. En su historia los estudios gramaticales se han organizado a partir de las clases de palabras y los marcadores del discurso se diluyen en distintas clases. Un asunto distinto sería que las gramáticas se estructuraran a partir de tipos de significado y, en tal caso, los elementos que nos interesan en este estudio se agruparían en una primera división con las que se han denominado tradicionalmente palabras gramaticales, es decir, los determinantes, los auxiliares verbales o las preposiciones (Leonetti y Escandell 2004). De todos modos, lejos de mi intención está defender esta nueva ordenación, pues si es relativamente sencillo llegar a un acuerdo sobre lo que es la flexión de género o número, pongamos por caso, y su aplicación como criterio para diferenciar categorías gramaticales, no lo sería en modo alguno alcanzar un consenso sobre cuáles son los criterios para diferenciar los tipos de significado de los elementos de la lengua; un ejemplo sencillo: a grandes rasgos se puede mantener que los verbos —categoría morfológica— significan proceso —por ejemplo, construir— pero esto no quiere decir que únicamente los verbos signifiquen proceso, también un sustantivo como construcción lo significa. En definitiva, con una organización claramente basada en las clases de palabras la NGLE ancla los marcadores del discurso en el capítulo 30, el dedicado al adverbio, y lo justifica porque “el grupo más numeroso de conectores discursivos” es de locuciones adverbiales (RAE y AALE 2009: § 30.12a). También hay que tener presente que el corpus que ha utilizado la NGLE está formado, principalmente, por textos literarios, ensayísticos, científicos y periodísticos, y, “en menor proporción, también otros de procedencia oral” (RAE y AALE 2009: XLIV, §1.2j), es decir, el corpus está constituido esencialmente por textos escritos, donde se prodigan este tipo de unidades adverbiales y no otras de carácter marcadamente conversacional —v.gr. mira, bueno, hombre— que se agruparían en otras clases de palabras. Asimismo, desde la perspectiva teórica, para las academias la gramática es “una disciplina combinatoria”, que estudia cómo se encadenan las palabras y sus relaciones internas (RAE y AALE 2009: § 1.1b). Estas palabras se constituyen en grupos sintácticos que se forman en torno a algún núcleo (RAE y AALE 2009: § 1.11a). Sin embargo, en las relaciones de los marcadores en las secuencias discursivas en las que se localizan es difícil en muchos casos proponer algún tipo de grupo sintáctico y, mucho menos, de núcleo. 3

Asimismo, en estudios de pragmática experimental, Loureda y Nadal (2011) comprueban con el análisis del movimiento ocular en la lectura —eyetracking— que “las partículas discursivas exigen fijaciones notables, generan movimientos sacádicos amplios y en buena medida precisan de regresiones para su comprensión”.

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Todo ello tiene como consecuencia que, siendo también marcadores discursivos otras unidades que no se acomodan a la categoría gramatical de adverbio, no tengan un tratamiento tan detallado en la NGLE; así, un marcador oral de uso tan corriente y con una descripción tan complicada como bueno carece de una entrada en el índice materias 4 —pese a que se cita como una interjección (al menos en RAE y AALE 2009: §§ 30.12d, 32.5s y 46.12r)— y, en cambio, sí tiene una entrada el mucho menos frecuente por ende (RAE y AALE 2009: 3860a), que constituye una locución adverbial. Igualmente, la centralidad de los adverbios en la concepción de los marcadores por parte de las academias conduce a que, pese a que se defienda que los conectores pueden ser también conjunciones (RAE y AALE 2009: § 30.12a,b), en el apartado que hace referencia al uso de la conjunción copulativa y a comienzo de período (RAE y AALE 2009: § 31.2f) —Y ella dijo: “Sí, es mi esposo, ¿por qué? ¿Lo conoce?” (Ruiz Orbegoso, Sugerencias)— se recurra al tradicional término de “enlace extraoracional” 5 propuesto por Samuel Gili Gaya (1961 [1947] §§ 250-253) y se evite el de “conector discursivo” 6, que es el que, como hemos dicho, se sugiere en la propia NGLE. 7 En resumen, frente a la opción amplia que se tomó en la GDLE del concepto de marcador discursivo, donde se agruparon en un mismo capítulo unidades de distintas clases gramaticales 8, la elección de la NGLE consiste en, una vez expuesta esta posibilidad, centrarse en el grupo de marcadores que son adverbios o locuciones adverbiales por ser el más numeroso, con un comportamiento gramatical más homogéneo y es de suponer que con descripciones previas de más utilidad para un gramático 9.

3. EL TÉRMINO “CONECTOR” Nada más comenzar la lectura del apartado dedicado a los marcadores discursivos (RAE y AALE 2009: § 30.12) llama atención la elección terminológica de las academias. Se habla de conector discursivo y se añade “también marcador u operador discursivo o del discurso”. En este punto existe una nueva diferencia entre lo que presenta la NGLE y lo que se mantuvo en la GDLE, pues entonces se escogió el término marcador del discurso como hiperónimo de distintas unidades; un poco antes, en la clasificación que presenté en el libro Marcadores del discurso (2001 [1998]: 146), se hablaba de: estructuradores de la información, conectores, 4

Sí aparece en el índice del Manual (RAE y AALE 2010: 971). No aparece en el índice de materias. 6 Este uso de y como marcador discursivo se estudia en Porroche (2009: 98-102). 7 Martín Zorraquino (2011) destaca este hecho. 8 Se excluyeron las conjunciones porque tenían capítulos específicos dedicados a cada grupo. Se hace referencia a ello en Martín Zorraquino y Portolés (1999: 4062 nota 12). 9 Para una reciente revisión de los criterios que se pueden emplear para delimitar estas unidades, Martí Sánchez (2011). 5

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reformuladores, operadores discursivos y marcadores de control del contacto. ¿Por qué se eligió en aquella ocasión el hiperónimo marcador? Pues, precisamente, para evitar el de conector. Pilar Garcés (2008: 16) justifica el término del siguiente modo:

La preferencia por el término marcador discursivo se justifica porque permite dar cuenta de las relaciones que se crean en los textos, tanto escritos como orales, en el plano monológico y dialógico, referidas a la organización discursiva en un ámbito global o local, a la conexión entre los enunciados o entre el enunciado y la enunciación, a la relación del hablante con el enunciado o a las interacciones que se establecen entre los participantes en el diálogo.

Por su parte, el término conector (connective) tiene su origen en la lógica (Anscombre 2011: 2). Con él se refiere a un operador que enlaza dos proposiciones y que da lugar a una fórmula compleja (Escandell 2004: 334). En la GDLE (Martín Zorraquino y Portolés 1999: § 63.3)

se

conservó

este

término

para

los

conectores

aditivos,

consecutivos

y

contraargumentativos, pero se evitó para el resto. Detrás de esta decisión se encontraba la diferencia que había mantenido Oswald Ducrot (1983) entre conectores y operadores argumentativos. Ducrot había constatado que, como advertían los lógicos en su diferencia entre operadores proposicionales de dos plazas y operadores proposicionales de una plaza (Cann 1993: 57), también se podían diferenciar en el estudio de las unidades lingüísticas que nos ocupan conectores con dos plazas y operadores con una, es decir, unidades que solo afectaban al miembro del discurso en el que aparecían. Esta diferencia se pretendió mantener en la clasificación de la GDLE al limitar el uso de conector a los casos en los que el vínculo de dos miembros del discurso daba claramente como resultado una cierta unidad discursiva y esto sucedía cuando se requería una orientación argumentativa determinada de los dos miembros discursivos relacionados. Es decir, si escucho: Hacía calor; sin embargo, no fui a bañarme, el marcador sin embargo obliga no solo a comprender de un modo determinado sin embargo, no fui a bañarme, sino también hacía calor, es decir, ‘hacer calor’ se presenta en este caso como un argumento favorable para bañarse y no, para otras posibles conclusiones como ‘poner el aire acondicionado’ o ‘quitarse la corbata’. Así pues, al evitar el término conector para todo tipo de marcadores se pretendía que el lector no identificara inmediatamente la aparición de una de estas unidades con una conexión determinada por su significado con el miembro discursivo anterior. Se trata de algo sobre lo que previne ya en Portolés (1993) y que me surgió al poco de buscar generalizaciones en los significados de estas unidades a partir de un fichero de datos. Veamos un ejemplo de lo que se pretendía evitar con uno de la propia NGLE (RAE y AALE 2009: § 30.13c): 5

Es habitual que las locuciones adverbiales que se usan como conectores discursivos adquieran sentidos diversos que pueden corresponder —dentro de ciertos límites— a un grupo u otro. Estas diferencias, que se estudian minuciosamente en la abundante bibliografía que existe hoy en día sobre ellas, se pueden ilustrar con varias locuciones. Así, por ejemplo, las del grupo 1 que introducen alguna precisión (en realidad, de hecho, etc.) agregan información que matiza la presentada en el texto previo: Permitió a Baur viajar a Alemania como auxiliar técnico —doble espía, en realidad— (Fuentes, Compañía). La locución en realidad se ha considerado también contraargumentativa (grupo 2) en la bibliografía, puesto que puede reorientar el discurso precedente. Su significado se acerca al de por el contrario en el siguiente fragmento: La gloria no tiene nada que ver con la bondad de las causas: depende, en realidad, de los puntos de vista y, por descontando, de un dinamismo empeñoso (Mújica Laínez, Bomarzo). En función del contexto, la precisión que esta locución introduce puede interpretarse también como rectificación (grupo 8), especialmente cuando el que habla se refiere a lo que acaba de decir como si fuera mera apariencia: Yo pasaba los recreos apartado de los demás, aislado en un rincón del patio al que llamábamos el castillo (en realidad, era una enorme, oscura escalera que comunicaba con los pisos superiores) (Moix, Peso), Por último, podría interpretarse también como locución adverbial evidencial (…) y compartir grupo con efectivamente, desde luego, realmente, verdaderamente y otros adverbios semejantes.

Por su parte, en la GDLE se presentaba en realidad no como un conector sino como un operador, es decir, su significado de procesamiento solo afecta al miembro del discurso en el que se encuentra. Lo acertado de esta agrupación se intentaba demostrar con ejemplos en los que en realidad aparece sin que sea fácilmente accesible la interpretación de un miembro del discurso expreso que se pueda interpretar como una “apariencia” previamente dicha que se oponga al miembro del discurso expreso marcado por esta unidad (Martín Zorraquino y Portolés 1999: § 63.5.2.2):

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a. Y en esta [estancia] cada día se sentía mejor, a punto que siguió postergando su retorno a Lima donde, en realidad, no tenía nada que hacer. (J.R. Ribeyro, Cuentos, 15) b. Compró un diario argentino, un atado de cigarrillos negros, y caminó despacio hacia el hotel. En el cine de al lado daban dos películas que ya había visto, y en realidad no tenía ganas de ir a ninguna parte. (J. Cortázar, Los relatos, II, 11)

Si se comprende como operador, en realidad no varía de significado en cada uso que propone la NGLE sino que, precisamente por ser operador y no conector, deja mayor libertad en la interpretación de la relación del miembro del discurso en el que se halla y el contexto expreso previo. Las relaciones que explicita la NGLE serán sentidos que se adquieren según la interpretación de cada cotexto y no un significado de procesamiento guiado por el marcador discursivo. Precisamente, el detenido estudio de Taranilla (2011) muestra en realidad como una “marca de modalización del discurso” y, desde este punto de partida, da cuenta de los valores que se interpretan en los distintos contextos. La ejemplificación de la NGLE de los sentidos diversos de los “conectores” continúa con concretamente y en particular (RAE y AALE 2009: § 30.13b), pero, de nuevo, en la 6

GDLE estas unidades tampoco se presentaban como conectores sino como operadores (Martín Zorraquino y Portolés 1999: § 63.5.3). Es, pues, llamativo que aquellas unidades que se emplean en la NGLE como mejores ejemplos para mostrar la variedad de sentidos de las conexiones sean, precisamente, unidades que otros autores no agrupan como conectores. En definitiva, elegir el término conector en lugar de marcador u otro más general predispone a que el lector de la gramática por la mera aparición de una de estas unidades busque una conexión entre dos miembros del discurso con un fundamento en su significado. Por cierto, esta precaución por evitar una ampliación del significado de “conexión” a todos los marcadores no es extraordinaria en la bibliografía; así, Catalina Fuentes la refleja en el mismo título de una extensa obra suya: Diccionario de conectores y operadores del español (2009). Otra discusión diferente sería si el término marcador es el más apropiado. Estudios más abarcadores, como el de Luis Santos Río (2004) o el coordinado por Briz, Pons y Portolés (en línea) prefieren referirse a partículas. En concreto, para la elección del término en el Diccionario de partículas discursivas del español (www.dpde.es) pesó mantener la coherencia con la definición de marcador del discurso del capítulo de la GDLE. Si se pretendía incluir en la obra elementos integrados en el marco de la predicación oracional, como sucede con los adverbios de foco incluso, hasta o ni siquiera —en habla hasta chino, el complemento directo de habla es hasta chino—, era necesaria una nueva denominación que actuara como hiperónimo de marcadores y de otros elementos invariables que, si bien también tenían significado de procesamiento, se encontraban dentro de la predicación oracional. Se eligió para ello el de partícula discursiva 10. En fin, la insistencia en conservar el término conector por parte de muchos gramáticos bien pudiera deberse a una visión de la lengua fundamentada en la sintaxis —es decir, en las relaciones de dependencia entre unidades expresas— y a un difícil acomodo en esta concepción gramatical de las relaciones entre lo efectivamente dicho y un contexto no necesariamente verbal.

4. UN PAR DE AMPLIACIONES DEL CONCEPTO 4.1. PERÍFRASIS VERBALES Una vez establecido que es explicable que una gramática construida a partir de categorías gramaticales se centre en aquellos marcadores más frecuentes y mejor descritos — los adverbios y las locuciones adverbiales— y que la denominación de todo el grupo como 10

Catalina Fuentes (2009: 11 nota 6) no comparte esta denominación para su obra porque “puede resultar ambigua y poco comprometida metodológicamente. Puede permitir la inclusión de cualquier elemento, sin criterio alguno”.

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conectores discursivos puede confundir innecesariamente a los usuarios de la obra, pasemos a un punto que comparto con la NGLE pero no, con otras publicaciones recientes: algunos aspectos de la delimitación del objeto de estudio. Los adverbios y las locuciones adverbiales que se citan en el apartado correspondiente de la NGLE como marcadores discursivos coinciden con buena parte de los que se estudiaron como tales en la GDLE y, si se ha añadido alguno, es que posiblemente se hubiera tenido que haber recogido en 1999. Sin embargo, distintos autores han propuesto extensiones del concepto que se definió entonces para abarcar dentro de los marcadores discursivos otras unidades. La más radical se debe a Ángeles Carrasco, pues esta investigadora encuadra como marcadores discursivos distintas perífrasis verbales (García Fernández 2006, Carrasco 2008). Recordemos que la definición de marcador constituía una malla que se tejía con cuatro hilos, dos semánticos: —son unidades con significado de procesamiento, —son unidades que no contribuyen a las condiciones de verdad de la proposición en la que aparecen, y dos morfosintácticos: —son unidades invariables o con una flexión defectiva, —son unidades que no se sitúan en el marco de la predicación oracional. Carrasco examina una serie de perífrasis verbales y concluye que una perífrasis como llegar a + infinitivo (v.gr. llegó a saberse el nombre de todos sus estudiantes) más que un significado aspectual, como se ha propuesto hasta el momento, posee un significado discursivo que ella vincula con el de los conectores aditivos 11. El siguiente paralelismo reflejaría esta relación:

(2) a. Le mandó flores, le escribió poemas y llegó a cantar bajo su balcón. (Carrasco 2008: 88) b. Le mandó flores, le escribió poemas e, incluso, cantó bajo su balcón.

Se trata de un significado de procesamiento que no cambia las condiciones de verdad de la proposición en la que aparece; es decir, (2a) tiene las mismas condiciones de verdad que la proposición sin perífrasis:

c. Le mandó flores, le escribió poemas y cantó bajo su balcón.

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En el caso de perífrasis como: , o , la relación la encuentra con otro tipo de marcadores discursivos: los estructuradores de la información (García Fernández 2006: 54; Carrasco 2008: 92).

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Pues bien, el problema de esta propuesta radica en que esta ampliación del concepto lo distancia, como la propia Carrasco reconoce (2008: 87), de los otros dos criterios que delimitan el grupo: las perífrasis verbales no son palabras invariables y constituyen, precisamente, el núcleo de la predicación. En definitiva, esta ampliación de marcador discursivo cambia los límites de su objeto de estudio y rompe con una tradición ya en gran medida asentada 12. Para hallar una solución de compromiso, enfoquemos el problema de otro modo. Recordemos: en el riguroso estudio sobre algunas perífrasis verbales que Carrasco lleva a cabo se concluye que algunas de ellas carecen del significado aspectual que generalmente se les asigna y poseen, en cambio, un significado discursivo semejante al que se encuentra en los marcadores; en concreto, se descubre en la perífrasis llegar a + infinitivo una instrucción de procesamiento semejante a algunos marcadores aditivos. Se trata, pues, no de un problema de categorías gramaticales, sino semántico. Buena parte de los conectores aditivos, como también sucede con esta perífrasis, comparten un significado escalar, si bien no con una escala semántica sustitutiva del tipo , donde sería extraño decir *Es altísimo pero no es alto, —es decir, escalas donde no se puede mantener el valor más alto (altísimo) y, al tiempo, negar el más bajo (alto)— sino con otros posibles tipos de escalas: escalas aditivas y escalas sustitutivas pragmáticas (Portolés 2007a, 2007b). Los miembros discursivos del ejemplo que propone Carrasco constituyen una escala pragmática: es mi conocimiento del mundo el que me dice que los enamorados más fácilmente envían flores, más difícilmente poseen estro poético y rara vez son tan atrevidos como para cantar bajo el balcón. Al tratarse de una escala pragmática, ya no es imposible decir: Canta bajo el balcón de su amada pero no le manda flores, si bien nos extrañaría en la mayor parte de los contextos: Canta bajo el balcón de su amada y llega a mandarle flores, porque invertiría la escala que tenemos ordenada por nuestro conocimiento del mundo. Este tipo de instrucción de procesamiento no es infrecuente entre los marcadores 13. Limitémonos aquí a algunos ejemplos que reflejan este mismo significado escalar que se reconoce en llegar a + infinitivo con distintas partículas escalares:

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a. Le mandó flores, le escribió poemas y hasta llegó a cantar bajo su balcón. b. Le escribió poemas; es más, llegó a cantar bajo su balcón. c. Está loco por ella, incluso llegó a cantar bajo su balcón. d. No llegó a cantar bajo su balcón; en todo caso, le escribió poemas. e. No llegó a cantar bajo su balcón, pero al menos le escribió poemas.

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Lo refleja la propia delimitación de conector discursivo que recoge la NGLE y el tipo de unidades que se estudian en los recientes coloquios especializados (véase, García Negroni 2012). 13 Entre los estudios actuales del español son especialmente valiosos los de María Marta García Negroni (2003 y 2006) y los de Scott Schwenter (1999a, 1999b, 2000, 2001).

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En definitiva, los estudios de Carrasco no muestran que algunas perífrasis verbales y los marcadores discursivos pertenezcan a una misma categoría gramatical sino que comparten una misma instrucción semántica de procesamiento: la escalaridad informativa. Como sucede con diferentes partículas, también la perífrasis llegar a destaca un miembro del discurso y lo muestra como más informativo que otro, ya sea expreso previamente o ya tácito. La conclusión que se puede obtener de todo ello es sumamente interesante: significados de procesamiento que pudieran pensarse como exclusivos de unidades invariables —los marcadores discursivos o los adverbios de foco— se pueden hallar también en unidades lingüísticas con flexión —algunas perífrasis verbales—.

4.2. ADVERBIOS ORACIONALES La segunda ampliación del objeto de estudio de aquello que se comprende como marcador discursivo es menos arriesgada. Consiste en considerar algunos tipos de adverbios oracionales como marcadores discursivos. Esta extensión no tiene demasiados problemas si los criterios para delimitar qué es un marcador discursivo son diferentes a los empleados en la GDLE pero sí los padece si se desea conservarlos. Como sucediera con las perífrasis con instrucciones semánticas relativas a la estructura informativa del discurso, comparto la posición de la NGLE al diferenciar adverbios oracionales de los “conectores discursivos adverbiales”, si bien no por completo su argumentación (RAE y AALE 2009: § 30.12j).

Los adverbios oracionales funcionan en muchos contextos como elementos periféricos, al igual que los conectores discursivos adverbiales, pero se diferencian de ellos en que informan acerca de la manera en que debe interpretarse el contenido proposicional de la oración, sobre la actitud del hablante hacia lo que dice o sobre su compromiso con los contenidos proposicionales manifestados. Los conectores discursivos adverbiales relacionan, por el contrario, estas últimas informaciones con el discurso en el que la oración está inserta. Atienden especialmente a las cadenas de razonamiento del hablante y, en general, a la LÍNEA ARGUMENTATIVA que se desea seguir. Es esperable, en consecuencia, que el análisis de los adverbios oracionales no esté tan estrechamente vinculado a la lexicología y la lexicografía como lo está el de estas otras partículas 14.

Contra esta postura, en una reciente publicación María Antonia Martín Zorraquino (2010) se interesa en demostrar que los adverbios oracionales enunciativos (v.gr. sinceramente) y de modalidad (v.gr. afortunadamente) forman parte de los marcadores del discurso (Martín Zorraquino 2010: 134-146). Esta opinión no coincide con los planteamientos

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Tampoco Kovacci (1999) une los adverbios de modalidad y de enunciación en el mismo apartado que aquellos otros que denomina adverbios conjuntivos.

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del capítulo conjunto que apareció en la GDLE 15, si bien ello no significa que rectifique su juicio sobre el asunto, sino que, como ella misma relata (Martín Zorraquino 2010: 98), entonces se llegó a una solución de compromiso que nos permitió acotar un grupo homogéneo de unidades que se pudieran estudiar en el espacio y en el tiempo que nos habían concedido los editores. ¿Por qué se excluyeron en la Gramática descriptiva los adverbios oracionales? Porque, por lo pronto, —si bien coincidían en situarse en una posición periférica en relación con la predicación oracional, en ser invariables y en no contribuir a las condiciones de verdad de la proposición en la que aparecen— se diferencian de los marcadores en que su significado es conceptual y ello se demuestra en que se pueden negar en una réplica (Martín Zorraquino y Portolés Lázaro 1999: § 63.1.2.3). 16

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A: Sinceramente, es una buena película. B: Eso no lo dices sinceramente, lo dices porque sabes que a mí me gusta.

Revisemos la argumentación de Martín Zorraquino (2010) que modifica aquello que se expuso en la GDLE y también se mantiene en la NGLE. En primer lugar, hay por su parte un argumento que hasta cierto punto se podría considerar de autoridad: la nueva hipótesis de Diane Blakemore. En 1987 esta investigadora fue la primera en defender un cometido de restricción de las implicaturas en el estudio de varios marcadores discursivos. No obstante, ha perfilado su opinión en publicaciones más recientes —especialmente Blakemore (2002)—. Entre otros cambios, ha mantenido la existencia de un significado conceptual en algunas unidades que se han considerado marcadores discursivos (Martín Zorraquino 2010: 138). Dos precisiones sobre la posición de Blakemore. Se ha de tener presente que la pervivencia de parte del significado conceptual en los marcadores no es extraordinaria, pues el paso de un tipo de unidad léxica a otro no significa que se pierda por completo el significado de la combinación léxica originaria. En Lingüística diacrónica se ha propuesto, incluso, un principio de retención o persistencia por el cual en la evolución de una unidad con una función léxica a otra gramatical se manifiestan huellas de su historia léxica en esta última (Elvira 2009: 202). Con otras palabras, el resto del significado conceptual originario en los marcadores discursivos —que vengo exponiendo como corrección a la primera propuesta de 15

Tampoco con el más abarcador Diccionario de partículas discursivas del español, véase la introducción de Briz (en línea) a esta obra. Por el contrario, Santos (2003), si bien diferencia un “Diccionario selectivo de adverbios en – mente” (Santos 2004: 15-166) y un “Diccionario de partículas” (Santos 2004: 167-664), incluye en este último apartado los lemas correspondientes a estos adverbios y reenvía para su definición al apartado anterior. 16 Tanto Ramón González (2000: 295) como Margarita Porroche (2005: 501) hacen hincapié en esta propiedad de los adverbios oracionales.

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Blakemore (1987) desde Portolés (1994)—, no invalida que se considere que estos también poseen un significado de procesamiento ni significa que la distinción entre un significado conceptual y otro de procesamiento carezca de valor. Esta misma posición la defiende Silvia Murillo (2004, 2009) en una revisión, en particular, de los ejemplos propuestos por Blakemore en sus publicaciones recientes para that is y in other words. Muestra Murillo que, si bien estas unidades codifican conceptos similares, no se pueden sustituir en todos los contextos porque, precisamente, difieren en sus significados de procesamiento. Salvador Pons (2008a) llega a una conclusión semejante cuando enseña que es decir no cumple los criterios que mantiene Blakemore para los que ella denomina apposition markers. La segunda precisión sobre la posición de Blakemore consiste en apreciar que su rectificación no está tanto en extender el concepto de marcador discursivo a unidades con significado conceptual como en defender que también unidades con significado conceptual en posiciones parentéticas pueden contribuir a la explicatura y las implicaturas del enunciado en el que se apoyan, algo que no había observado en su estudio de 1987 17. No se trata, pues, de que los planteamientos más recientes de la Teoría de la pertinencia consideren innecesaria la distinción entre un significado conceptual y otro de procesamiento; de hecho, dentro también de esta teoría, Ifantidou (2001) en su estudio sobre la evidencialidad en el griego moderno mantiene, precisamente, la diferencia entre el significado conceptual de adverbios oracionales del tipo aparentemente o supuestamente, y el significado también evidencial de la partícula griega taha, si bien, en este caso, de procesamiento. Para proseguir con esta exposición, que —recordemos— pretende mantener a los adverbios oracionales fuera del grupo los marcadores, detengámonos ahora en el reconocimiento de un significado de procesamiento en los marcadores del discurso. Los marcadores del español provienen de un proceso evolutivo de estadios anteriores de la lengua —v.gr. sin embargo— o de un préstamo o un calco de otra lengua que sufrió esta evolución —v.gr. el id est latino contribuyó a la fijación del esto es castellano (Pons Bordería 2008b)—. En esta evolución se han dado dos procesos: por un lado, ha sido habitual un proceso de lexicalización y, por otro, se ha producido un necesario proceso de gramaticalización. La lexicalización consiste en el archivo de una expresión como un bloque en el diccionario mental de los hablantes. Esta expresión deja de analizarse composicionalmente tanto en su gramática como en su significado; así, por ejemplo, en sin embargo no se distingue un 17

Para Blakemore (2007: 63), las expresiones parentéticas conceptuales —entre ellas, los adverbios oracionales— codifican “simply a constituent of the conceptual representation which achieves relevance in virtue of the information it provides about the interpretation of their hosts… One must recognize that in contrast with the constraints encoded by expressions and structures which have been analyzed in procedural terms, these are constraints which are imposed at the level of conceptual representation”.

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sintagma libre con una preposición sin y un sustantivo embargo sino un todo gramatical y semántico (Elvira 2009: 215-224). En sincronía se puede comprobar que el significado de los marcadores discursivos cambia —en el caso de sin embargo radicalmente— en relación con la misma secuencia de palabras si se encuentra integrada en la oración.

(5)

a. En Cuba se viviría mejor sin embargo. b. Sin embargo, en Cuba se viviría mejor.

En la mayor parte de los casos la creación de un nuevo marcador se produce por la unión en una sola unidad léxica —aunque gráficamente se represente en diferentes palabras— de varias unidades previas, si bien esto no siempre sucede: marcadores discursivos como bueno o vamos también están constituidos por una única unidad. Este último criterio no es, pues, discriminatorio en relación con los adverbios oracionales. En segundo lugar, en la creación de los marcadores se produce una gramaticalización. El proceso de gramaticalización consiste en la adquisición por una unidad léxica de un valor gramatical o de un nuevo valor gramatical si ya poseía uno de estos valores (Company 2008: 18; Elvira 2009: 154). En los últimos años se han enfrentado opiniones de especialistas sobre si las teorías de la gramaticalización propuestas para dar cuenta de la verbos auxiliares o clíticos son válidas para los marcadores (Pons Rodríguez 2010, Estellés 2011) pero, en cualquier caso, los estudios coinciden en considerar marcadores a unidades que han tenido un cambio gramatical y semántico en relación con una secuencia o unidad previa, en la que se pierden unas propiedades y se ganan otras (Elvira 2009: 166), e implica un paso de significados más referenciales a otros menos referenciales (Traugott y Köning 1991). 18 Pues bien, este proceso de cambio gramatical y semántico que se ocasiona para que surja un marcador discursivo no se produce con los adverbios enunciativos (v.gr. sinceramente) ni de modalidad (v.gr. afortunadamente). Precisamente, estudios gramaticales recientes lo que pretenden demostrar es que los significados de estos adverbios son predecibles a partir de los adjetivos calificativos de los que proceden, es decir, que se han creado por un proceso morfológico de derivación sistematizable y no, de gramaticalización (Rodríguez Ramalle 2003; Torner 2007); en particular, Ramón González y Mónica Aznárez (2005) muestran que precisamente las diferencias de significado de los adverbios enunciativos sinceramente, honestamente y francamente se explican en gran medida por el diferente

18

Loureda (en prensa) presenta una interesante propuesta para dar cuenta de la gramaticalización de los marcadores a partir de los escritos de Coseriu.

13

significado de los adjetivos sincero, honesto y franco. 19 Incluso Adelaida Hermoso (2012 : 76) defiende que, cuando actúan como adverbios de la enunciación, franchement y sincèrement, “elles ne font que transporter l’une de leurs fonctions phrastiques à un niveau supérieur de la structure énonciative, sans perdre pour autant les traits sémantiques qui les caractérisent, ni les contraintes combinatoires qui font partie de leurs spécificités syntaxiques”. Por otra parte, las pruebas gramaticales que diferencian a adverbios oracionales y marcadores no se limitan al significado de procesamiento de estos últimos. Los adverbios enunciativos, pongamos por caso, se pueden interpretar como orientados al hablante o al oyente.

(6)

a. Sinceramente, no sé responder. b. Sinceramente, ¿sabes responder?

En el primer caso el hablante es sincero al decir que no sabe responder mientras que en el segundo se pide sinceridad al interlocutor. Esta diferencia no se da en los marcadores discursivos, incluidos aquellos que tienen su origen en adverbios en –mente.

(7)

a. Consiguientemente/ naturalmente/ precisamente, no sé responder. b. Consiguientemente/ naturalmente/ precisamente, ¿sabes responder?

Los adverbios oracionales pueden coordinarse entre ellos (Porroche 2005: 516):

(8)

a. Sincera y honradamente, me he quedado un poco (www.laopinioncoruna.es [consultado el 4 de agosto de 2011]) b. Afortunada y lógicamente, estas predicciones (http://miabuelaciriaca.blogspot.com/2010/05/)

a no

cuadros se

estos

días

cumplieron

Algo que no es posible con marcadores discursivos: c. *Consiguiente y naturalmente, estas predicciones no se cumplieron.

También se pueden coordinar con otros sintagmas:

19

Company (2012: 23) mantiene que “los adverbios en –mente son un ejemplo paradigmático de gramaticalización”. Estoy totalmente de acuerdo si se desea explicar el paso del sustantivo mente al sufijo adverbial o, según otros autores, elemento compositivo (RAE y AALE 2009: § 7.14d); ahora bien, la formación actual de los adverbios en – mente no es un caso de gramaticalización, sino uno de morfología derivativa especialmente productivo —sobre el concepto de productividad, Elvira (2011)—.

14

(9)

a. ¿Sinceramente y con el corazón en la mano, perdonarías una infidelidad? (http://mx.answers.yahoo.com [Consultado el 28/10/2011]) b. Afortunadamente y con un gran esfuerzo (no olvidemos que es una adicción) logré salir de la relación con ayuda de una psicoterapeuta que me ayudó a aumentar mi autoestima y a conocerme mejor. (www.eduardpunset.es [Consultado el 28/10/2011]) c. *Consiguientemente y con la ayuda de santa Rita, encontré las llaves.

Y, en fin, los adverbios oracionales admiten otros modificadores:

(10) a. Sinceramente por favor, ¿cómo puedo quitar el firewall de Windows? (http://foros.softonic.com [Consultado el 28/10/2011]) b. Afortunadamente gracias a Dios ninguno de los dos sufrió algo grave (Twitter.com.lachilidrina [Consultado el 28/10/2011])

En (10a) se puede interpretar, entre otras posibilidades: ‘sé por favor sincero’ y en (10b): ‘hay que agradecer a Dios la fortuna de…”. En definitiva, los adverbios oracionales no son un tipo distinto de adverbios por un proceso de gramaticalización —como sucedía con los dos sin embargo— sino adverbios que por su significado se pueden interpretar situados en una posición periférica. La comprensión de estos adverbios no es fruto únicamente de sus propiedades, sino de la combinación de una posición sintáctica y discursiva determinada, y un significado que es compatible con dicha posición. Por ello, en otras funciones sintácticas el adverbio es el mismo y la interpretación diferente. Tomando un concepto de Borreguero y López Serena (2011), al agrupar a los adverbios oracionales con los marcadores del discurso se es excesivamente “lexicocentrista”, es decir, la atención se centra en demasía en la unidad léxica y se abandona un necesario interés por el valor de su posición en el discurso. Por lo demás, se han propuesto para estos adverbios distintas instrucciones. Margarita Porroche (2005: 505), sin necesidad de incluirlos entre los marcadores 20, considera que adverbios como francamente, sinceramente o abiertamente, cuando funcionan como oracionales, transmiten una instrucción: “en esta situación, normalmente no se es sincero, pero yo lo voy a ser”; o, si los adverbios se dirigen al interlocutor: “en estas situaciones no se es sincero pero quiero que lo seas”. Adelaida Hermoso (2009), por su parte, sigue a Donaire (2006: 67) al considerar que en los usos enunciativos de franchement se puede identificar una oposición a un punto de vista previo que se asigna al alocutor. Así, de:

(11) Francamente, llevas una corbata horrible.

20

Para Martín Zorraquino (2010: 138), en cambio, sería una prueba de que nos encontramos ante marcadores.

15

se podría interpretar de acuerdo con Hermoso algo como: ‘los hay que la corbata que llevas la ven estupenda; te voy a ser franco, la veo horrible’ 21. Por su parte, González y Aznárez (2005) especifican con más detenimiento el particular significado de los adverbios sinceramente, honestamente y francamente, donde el primero —sinceramente— indica a grandes rasgos que se dice algo pese al riesgo de que quede perjudicada la imagen positiva del hablante; el segundo —honestamente—, que se dice pese a que hacerlo puede tener consecuencias para quien habla; y el tercero —francamente— indica que se dice pese a que puede sentirse dañada la imagen del interlocutor. Pues bien, estas interpretaciones, que son próximas en los distintos autores —lo que hace pensar en que van bien encaminadas—, se deben al significado conceptual de los adverbios en una posición periférica. Otras construcciones con un significado conceptual semejante y una posición también externa tienen interpretaciones parejas:

(12) a. Te voy a ser franco, llevas una corbata horrible. b. Te lo digo con franqueza, llevas una corbata horrible. c. Con toda franqueza, llevas una corbata horrible. d. Francamente hablando, llevas una corbata horrible. e. Soy franco: llevas una corbata horrible.

Este tipo de sustituciones no es fácilmente realizable con los marcadores discursivos, ya que su significado no es conceptual. Dicho con los términos ya tradicionales de Grice (1975), la sustitución de francamente por te seré franco muestra que las implicaturas que se obtienen son conversacionales, si bien generalizadas, y no convencionales —como serían las que se dan con significados de procesamiento—, pues estas últimas cumplen la propiedad de ser ‘no separables’, es decir, la implicatura no podría ser separada del enunciado si se reemplaza la expresión por uno de su sinónimos. En conclusión, incluir los adverbios oracionales dentro del mismo grupo que se intentó delimitar en la GDLE para los marcadores no se corresponde con la definición que se propuso entonces. Es preciso evitar un planteamiento en exceso lexicocentrista y buscar su interpretación en una relación entre su significado conceptual y la posición sintáctica y discursiva en la que aparecen. 22

5. LOS LÍMITES DE LA GRAMÁTICA: ADEMÁS 21

Es la paráfrasis que hace Anscombre (2011) de la explicitación de las instrucciones polifónicas que lleva a cabo Hermoso (2009:35). 22 Ello no se opone a que, como defiende González Ruiz (2007), ciertos adverbios oracionales modales se empleen en estrategias pragmáticas de cortesía, autodefensa o persuasión; o, como mantiene Meléndez Quero (2011), se utilicen adverbios como tristemente y desafortunadamente con intención de obtener ciertos efectos pragmáticos.

16

Como se comentó al principio del capítulo, los marcadores que estudia la NGLE son locuciones adverbiales que se utilizan en el discurso escrito. Este hecho puede ocasionar que fenómenos repetidos en tradiciones discursivas escritas se puedan interpretar como propios de la gramática del marcador. Para avisar de ello, vamos a detenernos en el estudio del marcador discursivo además. 23 Desde el español medieval además admite dos tipos de construcciones sintácticas:

(13) a. La aspirina puede administrarse por la boca y, además, por vía tópica. b. Además de por la boca, la aspirina puede administrarse por vía tópica. (en El Mundo, España, CREA, 1/05/1997)

En (13a) además es un conector que vincula el miembro del discurso en el que se encuentra con otro anterior; en cambio, en (13b) además introduce el elemento al que remitía en (13a) y es este hecho el que recoge la NGLE (RAE y AALE 2009: § 30.13d). En esta gramática se afirma que además se construye con complementos preposicionales “sean expresos o tácitos”; es decir, se supone que en los usos como conector (13a) se puede recuperar un elemento tácito que se encuentra expreso en el discurso previo; así, en el caso La aspirina puede administrarse por la boca y, además, por vía tópica se ha de interpretar que ‘La aspirina, además de por la boca, puede administrarse por vía tópica’. Esta explicación gramatical parece convincente si se tienen en cuenta únicamente ejemplos escritos, pero surgen dudas si se estudian otros propios de la oralidad coloquial. Compárense estos tres ejemplos orales:

(14) a. no/ es quee yo soy mu(y) radical/ además es quee lo tengo claro (Briz y Val.Es.Co 2002: 157) b. Laura y el pequeño↑ Santi↑ tuvieron un accidente de moto… entonces fue el veintiocho de abril/ yo↑ me llamóo– la hermana me llamó al día siguiente↑ estaban ingresaos en Castellón↑/ y yo me fui zumbada porque además fue el puen-te del uno de marz– del uno de mayo/ y yo me fui a quedarme con la niña porque el chiquito estaba en la Uvi (Briz y Grupo Val.Es.Co. 2002: 351-352) c. íbamos unnn día al campamento/ por el camino↓ y de repente↑ yo iba la primera además↓ con mi hermano en el centro ↓ UNA IGUANA↑ en medio del camino/ mira↓ pegué un grito↑ que claro↓ se fue la iguana al medio la selva (C-Oral-Rom [www.lllf.uam.es]) 24

En (14a) es posible interpretar ‘además de ser muy radical, lo tengo claro’, pero este tipo de interpretación no sucede con los otros dos ejemplos. En ellos parece difícil reconstruir un complemento tácito. ¿Hay, pues, que pensar que existen dos además: uno con complementos tácitos y otro —propio de algunos usos coloquiales— sin él?

23 24

Para una exposición más detallada, Portolés (2012 y en prensa) La transcripción es nuestra.

17

Busquemos otra explicación. Para ello, hagamos una rápida revisión de las instrucciones de procesamiento de además de y además 25. En un enunciado con además de se pueden reconocer dos unidades que tienen la misma orientación argumentativa. En:

(15=13b) Además de por la boca, la aspirina puede administrarse por vía tópica. (en El Mundo, España, CREA, 1/05/1997)

tanto ‘por la boca’ como ‘por vía tópica’ son argumentos que pueden llevar a una conclusión del tipo +> ‘La aspirina es fácil de administrar’. Por otra parte, y esto es menos evidente, por la boca y por vía tópica, desde el punto de vista de la estructura informativa del discurso, constituyen una alternativa y un foco (Portolés 2007a, 2007b, 2009, 2010). Esta propuesta se basa en la hipótesis defendida por Rooth (1997) por la que la convocatoria de un foco hace pensar en una serie de alternativas de las que ese foco forma parte. La partícula además con un complemento preposicional con de presenta una alternativa, a veces ya conocida, —por la boca— y nos fuerza a buscar un foco en el miembro del discurso en el que se apoya: por vía tópica, que constituye una información que se presenta como menos esperada. Tanto la alternativa como el foco, podrían ser respuesta a una misma pregunta, por ejemplo, ‘¿Cómo se puede administrar la aspirina?’ —por la boca/ por vía tópica—. Ello explica que, si es difícil hallar un tópico común a la alternativa y el foco, el enunciado resultante nos parezca pragmáticamente extraño.

(16) #Además de por las mañanas, la aspirina puede administrase por vía tópica.

Esto es, nos extraña este enunciado porque no hallamos un tópico sobre el que pueda versar una única pregunta a la que sean respuesta: por las mañanas y por vía tópica. Una explicación semejante a esta se puede aplicar a los usos absolutos de además. Si se lee: (17=13a)

La aspirina puede administrarse por la boca y, además, por vía tópica.

debe pensarse que el foco se encuentra ahora en el miembro del discurso con además —por vía tópica— y que se ha de hallar una alternativa previa —por la boca—. Por otra parte, a esta relación se une otra. El uso de además presenta una escala aditiva, esto es, la unión del miembro del discurso con además al miembro del discurso anterior crea un valor escalar más informativo que el miembro discursivo previo en solitario. Lo conocido

25

Una interesante propuesta sobre el significado de además es la de García Negroni (2001a, 2001b) de acuerdo con la Teoría de los bloques semánticos de Ducrot y Carel.

18

en este caso —y, en consecuencia, menos informativo— es que se tomen las aspirinas y, en cambio, aquello que es más informativo es que se tomen y, por añadidura, se apliquen. Ahora una pregunta: ¿más informativo para quién? No para quien lo escribe, que bien pudiera conocer este hecho tiempo atrás, sino para quien lee la información. Así pues, el uso del marcador discursivo además —como, por otra parte, es habitual entre los marcadores— tiene un efecto polifónico (Nølke y otros 2004; Bres y otros 2005; Perrin 2006; Portolés 2011; Anscombre y otros 2012). Es decir, el marcador crea por su propia enunciación un ser discursivo —que en este caso se podría identificar con el alocutor— con un punto de vista según el cual es únicamente esperable que la aspirina se tome por vía oral y, asimismo, otro ser discursivo —el locutor— que informa de que es posible administrar la aspirina de dos modos: por la boca y por vía tópica. El sentido polifónico que se crea con el uso de además explica que nos extrañen ejemplos del tipo:

(18) # Los reyes magos son Melchor, Gaspar y, además, Baltasar.

En él habría que pensar un alocutor que tuviera un conocimiento parcial de la serie y al que tuviéramos que informar de un último elemento. Después de esta exposición, volvamos a uno de los ejemplos orales que vimos antes:

(19=14b) Laura y el pequeño↑ Santi↑ tuvieron un accidente de moto… entonces fue el veintiocho de abril/ yo↑ me llamóo– la hermana me llamó al día siguiente↑ estaban ingresaos en Castellón↑/ y yo me fui zumbada porque además fue el puen-te del uno de marz– del uno de mayo/ y yo me fui a quedarme con la niña porque el chiquito estaba en la Uvi (Briz y Grupo Val.Es.Co. 2002: 351-352)

Si se piensa en además únicamente como un conector entre dos miembros expresos del discurso que obliga en todas las ocasiones a interpretar un complemento tácito que se encuentra en el discurso previo, es difícil dar cuenta de este uso. Sin embargo, si se enriquece la descripción de las instrucciones de procesamiento de este marcador discursivo en el sentido que acabamos de exponer, su aparición cobra sentido. Al decir: además, fue el puente del uno de mayo, el locutor presenta un ser discursivo distinto de él mismo como fuente de un punto de vista fácil de suponer y al que se añadiría una información nueva, esta vez expresa, con la que compartiría tópico: fue el puente de mayo; es decir, si fue el puente de mayo es un argumento menos esperable por el alocutor —por ello se introduce con además— para explicar que alguien se traslade de Valencia a Castellón, bien pudieran suponerse otros argumentos que le fueran más evidentes —la difícil situación de los accidentados o lo cerca que están las dos capitales españolas, por ejemplo— para hacer este corto viaje. Por otra 19

parte, la posición inicial de además en este ejemplo favorece que se interprete todo el miembro del discurso sobre el que tiene ámbito como la nueva información que se aporta 26. En definitiva, además, sin necesidad de un miembro previo expreso, proporciona una información pertinente, que en un rico contexto conversacional puede ser suficiente para suponer que existe un punto de vista del alocutor que constituiría una alternativa más esperable que lo que se destaca con además. Ahora bien, estos son los usos menos frecuentes de además, ¿qué sucede con los habituales, a saber, aquellos que se escriben? Simplemente, cuando dentro del discurso previo —escrito o dicho—, se puede reconocer expreso ese punto de vista se identifica como la alternativa. Veamos lo que sucede en el siguiente contraste: (20) a. En la nevera hay huevos, leche, queso y fruta. Y hielo, por supuesto. No pasaremos hambre. Además, no nos faltará qué beber: hay varias botellas de vino. b. En la nevera hay huevos, leche, queso y fruta. Y hielo, por supuesto. No pasaremos hambre. Además, Marta nos ha dejado un pollo en el horno. (Santiago Moncada, Siempre en otoño, España, CREA, 1993) c. No te preocupes. No pasaremos hambre. Además Marta nos ha dejado un pollo en el horno.

En (20a) el miembro discursivo destacado por además —no nos faltará qué beber— convoca como alternativa lo dicho inmediatamente antes: No pasaremos hambre; sin embargo, en (20b) Marta nos ha dejado un pollo en el horno nos hace recordar más allá de lo inmediatamente dicho: a la enumeración de alimentos que había en la nevera, que se sigue con el pollo; es decir, el lector identifica un miembro del discurso previo determinado no porque se encuentre inmediatamente antes, sino porque es el pertinente de acuerdo con el significado del miembro del discurso sobre el que tiene ámbito además. Por último, en (20c) no nos encontramos con un además distinto, sino con un uso en el que el punto de vista que convoca no se puede identificar con el discurso previo. En suma, los marcadores del discurso convocan por su significado instruccional un contexto que puede tener una compleja explicitación para el lingüista pero que los hablantes hallan con relativa facilidad en la medida que es pertinente. En el caso de además, si parte del discurso previo puede identificarse como la alternativa, se comprende como tal alternativa; si esto no sucede, como en algunas conversaciones coloquiales, se interpreta que existe un punto de vista distinto de aquel del locutor, que se debe comprender como una alternativa más fácilmente esperable. En definitiva, los marcadores discursivos guían por su significado cómo debemos recurrir al contexto —verbal o extraverbal— para relacionarlo con lo que se nos dice expresamente y, de este modo, comprender lo que se nos quiere comunicar. 26

Sobre la importancia de la posición en la interpretación de los marcadores, Briz y Pons (2010) y Borreguero y López Serena (2011).

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De vuelta al problema de las relaciones entre gramática, semántica y discurso que hilvana este texto: la NGLE mantiene que además se construye con complementos preposicionales “expresos o tácitos” (RAE y AALE 2009: § 30.13d). Como acabamos de ver, los usos de además aislado no se explican con facilidad como casos de complementos tácitos, sino a partir del peculiar significado de procesamiento de este marcador y de su contexto verbal y extraverbal. No es, pues, tanto una cuestión de gramática sino de instrucciones semánticas de procesamiento. Como se expone en la propia NGLE, también aquí se trata de cuestiones que afectan más al léxico que a la gramática entendida en sentido estricto (RAE y AALE 2009: § 30.12f).

6. CONCLUSIÓN La NGLE constituye una obra histórica dentro de los estudios gramaticales hispánicos, no solo por la ingente información que proporciona, sino también por la selección tanto de los asuntos como de las explicaciones que se pueden considerar asentados dentro de los estudios gramaticales al comienzo de este siglo XXI. Pese a existir una propuesta más abarcadora que constituyó el capítulo correspondiente a los marcadores del discurso de la GDLE, las academias han preferido limitar su objeto de estudio a aquellas locuciones adverbiales que se utilizan generalmente en el discurso escrito y que tienen una descripción gramatical más asentada. Nada hay de criticable en ello, la crítica habría que tornarla hacia aquellos que nos hemos dedicado al estudio de estas unidades —en particular, a sus usos orales— y no hemos sabido todavía asentar unos conocimientos gramaticales que puedan aparecer en una obra dirigida a un público culto. Para reflejar esta dificultad del acercamiento gramatical a los marcadores discursivos, se han revisado dos ampliaciones del concepto (§ 4) y una explicación gramatical del uso de un marcador (§ 5). En los tres casos se ha procurado dar una explicación semántica a lo que se podría interpretar como una cuestión gramatical. En § 4.1 se ha defendido que la consideración de ciertas perífrasis verbales como marcadores del discurso puede confundir: sería más apropiado considerar que estas perífrasis comparten con algunos marcadores una instrucción semántica de procesamiento relativa a la estructura informativa del discurso. También quedarían fuera de los marcadores discursivos los adverbios oracionales en –mente (§ 4.2), pues su interpretación se debe a una combinación de su significado conceptual con una posición sintáctica y discursiva determinada. Por último (§ 5), se ha analizado una afirmación de la NGLE relativa al conector además: tendría o bien un complemento expreso o 21

bien uno tácito. Se ha intentado mostrar que, en ciertos usos coloquiales, no es posible hallarle ningún complemento tácito a además y que ello encamina a encontrar una explicación a partir de un significado de procesamiento y no, de una construcción gramatical determinada. BIBLIOGRAFÍA ANSCOMBRE, JEAN-CLAUDE (2011) “Los marcadores del discurso: historia de un concepto, problemas y perspectivas”, Lingüística en la red, 9, 5/11/2011 [www.linred.es] ANSCOMBRE, JEAN-CLAUDE, AMALIA RODRIGUEZ SOMOLINOS Y SONIA GOMEZ-JORDANA (EDS.), (2012) Voix et marqueurs du discours: des connecteurs à l'argument d'autorité, Lyon, ENS Éditeur. ASCHENBERG, HEIDI Y ÓSCAR LOUREDA (EDS.) (2011) Marcadores del discurso: de la descripción a la definición, Madrid/ Frankfurt am Main, Iberoamericana/Vervuert. BLAKEMORE, DIANE (1987) Semantic constraints on relevance, Oxford, Blackwell. BLAKEMORE, DIANE (2002) Relevance and linguistic meaning: the semantics and pragmatics of discourse markers, Cambridge, Cambridge University Press. BLAKEMORE, DIANE (2007) “Constraints, concepts and procedural encoding”, en N. Burton-Roberts (ed.), Pragmatics, Londres, Palgrave, págs. 45-66. BORREGUERO ZULOAGA, MARGARITA Y ARACELI LÓPEZ SERENA (2011) “Marcadores discursivos, valores semánticos y articulación informativa del texto: el peligro del enfoque lexicocentrista”, en H. Aschenberg y Ó. Loureda (2011), págs. 169-210. BOSQUE, IGNACIO (2009) “Intervención en el acto de presentación de la Nueva gramática de la lengua española”, www.rae.es [consulta el 31 de julio de 2011] BOSQUE, IGNACIO Y VIOLETA DEMONTE (1999) Gramática descriptiva de la lengua española, Madrid, Espasa, 3 vols. BRES, JACQUES Y OTROS (EDS.) (2005) Dialogisme et polyphonie. Approches linguistiques, Bruselas, De Boeck-Duculot. BRIZ, ANTONIO Y S ALVADOR PONS (2010) “Unidades, marcadores discursivos y posición”, en Ó. Loureda y E. Acín (2010), págs. 327-358. BRIZ, ANTONIO (en línea) “Introducción”, en A. Briz, S. Pons y J. Portolés (eds.) Diccionario de partículas discursivas del español [www.dpde.es] BRIZ, ANTONIO, S ALVADOR PONS Y JOSÉ PORTOLÉS (EDS.) (en línea) Diccionario de partículas discursivas del español [www.dpde.es] BUSTOS TOVAR, JOSÉ JESÚS DE, Y OTROS (EDS.) (2011) Sintaxis y análisis del discurso hablado en español. Homenaje a Antonio Narbona, Sevilla, Universidad de Sevilla, CANN, RONNIE (1993) Formal semantics. An introduction, Cambridge, Cambridge University Press. CARRASCO GUTIÉRREZ, ÁNGELES (2008) “ como conector aditivo en español”, Revista Española de Lingüística, 38:1, págs. 67-94. COMPANY COMPANY, CONCEPCIÓN (2008) “Gramaticalización, género discursivo y otras variables en la difusión del cambio sintáctico”, en Johannes Kabatek (ed.) Sintaxis histórica del español y cambio lingüístico: Nuevas perspectivas desde las Tradiciones Discursivas, Madrid/ Frankfurt, Iberoamericana/ Vervuert, págs. 17-51. COMPANY COMPANY, CONCEPCIÓN (2012) “Condicionamientos textuales en la evolución de los adverbios en –mente”, Revista de Filología Española, XCII: 1, págs. 9-42. DONAIRE, MARIA LUISA (2006) “Les dialogues intérieurs à la langue”, Le Français Moderne, 74 :1, págs. 61-73. DUCROT, OSWALD (1983) “Opérateurs argumentatifs et vise argumentative”, Cahiers de Linguistique Française, 5, págs. 7-36. ELVIRA, JAVIER (2009) Evolución lingüística y cambio sintáctico, Berna, Peter Lang. ELVIRA, JAVIER (2011) “Aproximación al concepto de productividad”, en José Jesús de Bustos Tovar y otros (eds.), II, págs. 747-761. ESCANDELL VIDAL, MARÍA VICTORIA (2004) Fundamentos de semántica composicional, Barcelona, Ariel.

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