GRACIELA HIERRO, UNA FEMINISTA EJEMPLAR

July 13, 2017 | Autor: Gloria Careaga Pérez | Categoría: Gender
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Descripción

GRACIELA HIERRO, UNA FEMINISTA EJEMPLAR[1]

La trayectoria de Graciela Hierro permite destacar la importancia de las
aportaciones teóricas y el incansable trabajo académico, sin dejar de
reconocer y expresar el lugar de su praxis y la expresión de un estilo de
vida. Su coherencia, la llevó a guiarse por esa particular visión de vida
en todos los campos de su quehacer personal y profesional. Se autodefinía
como de profesión filósofa-escritora feminista-profesora. Pero también fue
una entrañable amiga, amante, madre y abuela, jefa-colega.

Graciela Hierro se consideró seguidora de Aristóteles, de los empiristas
ingleses, del existencialismo de Sartre y, particularmente, de Simone de
Beauvoir. No obstante, repetía a Sócrates en la idea de que "una vida no
reflexionada no tiene sentido". Estudió con profundidad las corrientes de
la ética griega, especialmente a Epicuro, los diálogos socráticos y la
ética aristotélica, la cual guió su interés moral y pedagógico hacia el
sentido práctico de la disciplina. Concibió así a la filosofía como la
búsqueda de la sabiduría, aquella que no sólo se expresa en proposiciones y
principios teóricos, sino en su vínculo permanente con la reflexión en
torno a la vida concreta. Es decir, para ella la filosofía, y el
conocimiento en general, no consistían en la repetición o en la permanente
referencia a doctrinas ya establecidas, sino en la reflexión de la que es
capaz cada cual sobre los problemas que afectan su vida particular. De este
modo, para Graciela la filosofía no era una ciencia abstracta sino
conocimiento vital.

Graciela Hierro fue una mujer bondadosa que permanentemente hacía
referencia a los orígenes de su pensamiento. Mostraba así un gran respeto a
quienes le antecedieron y a quienes consideraba sus maestros y maestras. Su
formación humanística, fue complementada por la literatura, a la cual
definió como "maestra de vida", y se nutrió de la obra de autores clásicos
de la literatura mexicana, española, inglesa y francesa, principalmente.


Cuatro maestros en particular guiaron sus estudios e influyeron de manera
significativa en su formación: el doctor Gallegos Rocaful, quien la
introdujo en el pensamiento ético cristiano, especialmente en la obra de
Agustín de Hipona y Tomás de Aquino; el doctor Robert S. Hartman, con quien
abordó el estudio de la axiología formal; el doctor José Gaos, quien le
enseñó que la ética es la reflexión sobre los problemas morales que vive el
individuo, y el doctor Fernando Salmerón, con quien analizó en diversos
seminarios la ética kantiana, los fundamentos del empirismo inglés (Bacon,
Hobbes y Hume), la escuela analítica de ética y el vínculo entre esta
disciplina y la filosofía de la educación; bajo su dirección desarrolló sus
tesis de maestría y doctorado. Con la guía del doctor Adolfo Sánchez
Vázquez abordó los fundamentos de la ética marxista y con el doctor Ricardo
Guerra los de la ética existencialista.Como autora también ha escrito otros
trabajos orientados al análisis de las ideas de diversos filósofos, entre
los que pueden mencionarse: El concepto kantiano de "universalización" y su
fecundidad para la teoría moral (1982), Spinoza y la servidumbre humana
(1985) y El leviatán: Hobbes y la obligación moral (1998), los cuales
aparecieron en diversas revistas especializadas.Entre sus textos de
filosofía de la educación pueden mencionarse La filosofía de la educación
de M. Kant (1980); Naturaleza y fines de la educación superior (1982), con
el cual ganó el Premio anuies sobre el mismo tema; De la domesticación a la
educación de las mexicanas (1986); Sobre la enseñanza de la ética en la
Universidad (1996); así como Francis Bacon. Escritos pedagógicos (1986),
publicado en la Biblioteca Pedagógica de la unam, del cual hizo la
traducción, el prólogo y las notas.


Como autora también ha escrito otros trabajos orientados al análisis
de las ideas de diversos filósofos, entre los que pueden mencionarse: El
concepto kantiano de "universalización" y su fecundidad para la teoría
moral (1982), Spinoza y la servidumbre humana (1985) y El leviatán: Hobbes
y la obligación moral (1998), los cuales aparecieron en diversas revistas
especializadas.

Entre sus textos de filosofía de la educación pueden mencionarse La
filosofía de la educación de M. Kant (1980); Naturaleza y fines de la
educación superior (1982), con el cual ganó el Premio anuies sobre el mismo
tema; De la domesticación a la educación de las mexicanas (1986); Sobre la
enseñanza de la ética en la Universidad (1996); así como Francis Bacon.
Escritos pedagógicos (1986), publicado en la Biblioteca Pedagógica de la
unam, del cual hizo la traducción, el prólogo y las notas.

Como autora también ha escrito otros trabajos orientados al análisis
de las ideas de diversos filósofos, entre los que pueden mencionarse: El
concepto kantiano de "universalización" y su fecundidad para la teoría
moral (1982), Spinoza y la servidumbre humana (1985) y El leviatán: Hobbes
y la obligación moral (1998), los cuales aparecieron en diversas revistas
especializadas.

Entre sus textos de filosofía de la educación pueden mencionarse La
filosofía de la educación de M. Kant (1980); Naturaleza y fines de la
educación superior (1982), con el cual ganó el Premio anuies sobre el mismo
tema; De la domesticación a la educación de las mexicanas (1986); Sobre la
enseñanza de la ética en la Universidad (1996); así como Francis Bacon.
Escritos pedagógicos (1986), publicado en la Biblioteca Pedagógica de la
unam, del cual hizo la traducción, el prólogo y las notas.

Como autora también ha escrito otros trabajos orientados al análisis
de las ideas de diversos filósofos, entre los que pueden mencionarse: El
concepto kantiano de "universalización" y su fecundidad para la teoría
moral (1982), Spinoza y la servidumbre humana (1985) y El leviatán: Hobbes
y la obligación moral (1998), los cuales aparecieron en diversas revistas
especializadas.

Entre sus textos de filosofía de la educación pueden mencionarse La
filosofía de la educación de M. Kant (1980); Naturaleza y fines de la
educación superior (1982), con el cual ganó el Premio anuies sobre el mismo
tema; De la domesticación a la educación de las mexicanas (1986); Sobre la
enseñanza de la ética en la Universidad (1996); así como Francis Bacon.
Escritos pedagógicos (1986), publicado en la Biblioteca Pedagógica de la
unam, del cual hizo la traducción, el prólogo y las notas.

Como autora también ha escrito otros trabajos orientados al análisis
de las ideas de diversos filósofos, entre los que pueden mencionarse: El
concepto kantiano de "universalización" y su fecundidad para la teoría
moral (1982), Spinoza y la servidumbre humana (1985) y El leviatán: Hobbes
y la obligación moral (1998), los cuales aparecieron en diversas revistas
especializadas.

Entre sus textos de filosofía de la educación pueden mencionarse La
filosofía de la educación de M. Kant (1980); Naturaleza y fines de la
educación superior (1982), con el cual ganó el Premio anuies sobre el mismo
tema; De la domesticación a la educación de las mexicanas (1986); Sobre la
enseñanza de la ética en la Universidad (1996); así como Francis Bacon.
Escritos pedagógicos (1986), publicado en la Biblioteca Pedagógica de la
unam, del cual hizo la traducción, el prólogo y las notas.

Como autora también ha escrito otros trabajos orientados al análisis
de las ideas de diversos filósofos, entre los que pueden mencionarse: El
concepto kantiano de "universalización" y su fecundidad para la teoría
moral (1982), Spinoza y la servidumbre humana (1985) y El leviatán: Hobbes
y la obligación moral (1998), los cuales aparecieron en diversas revistas
especializadas.

Entre sus textos de filosofía de la educación pueden mencionarse La
filosofía de la educación de M. Kant (1980); Naturaleza y fines de la
educación superior (1982), con el cual ganó el Premio anuies sobre el mismo
tema; De la domesticación a la educación de las mexicanas (1986); Sobre la
enseñanza de la ética en la Universidad (1996); así como Francis Bacon.
Escritos pedagógicos (1986), publicado en la Biblioteca Pedagógica de la
unam, del cual hizo la traducción, el prólogo y las notas.

Como autora también ha escrito otros trabajos orientados al análisis
de las ideas de diversos filósofos, entre los que pueden mencionarse: El
concepto kantiano de "universalización" y su fecundidad para la teoría
moral (1982), Spinoza y la servidumbre humana (1985) y El leviatán: Hobbes
y la obligación moral (1998), los cuales aparecieron en diversas revistas
especializadas.

Entre sus textos de filosofía de la educación pueden mencionarse La
filosofía de la educación de M. Kant (1980); Naturaleza y fines de la
educación superior (1982), con el cual ganó el Premio anuies sobre el mismo
tema; De la domesticación a la educación de las mexicanas (1986); Sobre la
enseñanza de la ética en la Universidad (1996); así como Francis Bacon.
Escritos pedagógicos (1986), publicado en la Biblioteca Pedagógica de la
unam, del cual hizo la traducción, el prólogo y las notas.

Conforme profundizó sus estudios en el campo de la ética, Graciela Hierro
identificó su interés por otras áreas del conocimiento: la filosofía de la
educación, la filosofía feminista y los estudios de género, alrededor de
las cuales desarrolló su producción intelectual. Graciela fue una mujer
dulce y amable, no obstante firme. Podía dar la impresión de blanda,
producto de su generosidad y afabilidad, pero ponía un firme límite a
partir de sus principios, el irrespeto y la intolerancia. Graciela Hierro
fue una feminista, pregonó y exigió el respeto de todas las personas desde
la equidad entre los sexos. Se opuso permanentemente a la opresión y exigía
el respeto de las mujeres y la valoración de lo femenino. En su vida estos
principios, delinean su actuar.

Graciela Hierro la gran maestra, fue docente desde 1966. Al final de su
carrera, obtuvo una media plaza de académica en el nivel preparatoria, que
siempre agradeció a su maestro Sánchez Vázquez. Sus enseñanzas en la
preparatoria estaban centradas en la Lógica y la Ética y a partir de 1972
ingresó como profesora a la Facultad de Filosofía y Letras siendo titular
de la cátedra de Ética desde 1975. Una vez con una plaza de tiempo
completo, comprendiendo su independencia económica, se divorció y vivió con
sus hijas e hijo. Posteriormente fue responsable del seminario
interdisciplinario Ética, Filosofía de la Educación y Género, con una
metodología vanguardista desde 1978.

Pero fue una gran maestra no solamente por su trabajo docente sino por las
enseñanzas que impartió en tantos lugares. Una de las actividades donde su
generosidad mayor se expresa, es en el creciente número de las y los
estudiantes que aún hoy le siguen. Su interés por contribuir a la
conformación de vidas plenas y en el desarrollo personal de cada una y uno,
le impedía asumir cualquier tipo de compromiso durante su periodo de clase.
Hasta el final de sus días condujo el seminario, en él profesionales de
distintas disciplinas encontraron no solo una guía, sino su propia voz. En
sus cátedras Graciela Hierro ponía en práctica sus concepciones y en el
aula no se limitó al análisis de los fundamentos, de corrientes y autores
filosóficos, sino que, desde éstos abordó los dilemas concretos que
presentaban la vida de cada mujer y de cada hombre que asistía a su
cátedra. Para algunas personas pensarían que era simplificar demasiado,
pero ella recuperaba así una metodología feminista de los 70s, con lo que
pretendía también poner en práctica una forma de recuperar el sentido
original de la filosofía como orientadora de la vida, para abrir el camino
al autoconocimiento, la paz, el placer y la felicidad.

Además de sus escritos de ética y filosofía de la educación, pero siempre
vinculada con éstas, puede hacerse referencia a la amplia obra en la que
aborda temas de filosofía feminista y estudios de género, sobre los que ha
compilado, prologado y escrito capítulos para diversos libros resultado de
la realización de eventos académicos nacionales e internacionales; tal es
el caso de La naturaleza femenina (1991), integrado por los trabajos
presentados por las académicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la
unam en el Tercer Coloquio de Filosofía ya referido; Diálogos sobre
filosofía y género, en el que se conjuntan los trabajos de las mesas de
filosofía feminista del VII Congreso Nacional de Filosofía, realizado en
1993, cuando la doctora Hierro era presidenta de la Asociación Filosófica
de México; y el libro Las mujeres en América del Norte al fin del milenio
(1998), del Coloquio Trinacional (México, Estados Unidos y Canadá) del
mismo nombre, que se llevó a cabo en 1996. Es autora además de un extenso
número de artículos publicados en revistas especializadas del país y del
extranjero sobre estos temas.

Su idea de persona la llevaba al establecimiento de relaciones
horizontales, donde cada quien tenía su lugar. Una virtud que hacía que
cada cual se viviera importante. El impulso que daba a sus estudiantes es
evidente en el gran número de tesis que dirigió. Pero no sólo eso, se
encargó de promover la publicación de los trabajos elaborados por quienes
participaban de su seminario, resultado de la reflexión que ahí tenían.
Muestra de este trabajo es el conjunto de antologías que coordinó: Ecuación
y Género (1992) "Perspectivas feministas" (1993),, "Estudios de Género"
(1995), "Filosofía de la Educación y Género" (1997), donde desde miradas
multidisciplinarías abordaban los aspectos centrales de las reflexiones de
los seminarios.

Fue una gran maestra no solamente por su trabajo en las aulas sino por las
enseñanzas que impartió en tantos lugares. Para quienes la rodearon resultó
un aporte determinante para su crecimiento profesional al igual que para la
vida. Graciela participó en eventos académicos a lo largo del país, donde
no sólo fue dejando una huella en quienes la escucharon, sino que lo mas
frecuente era que en los distintos espacios encontrara ex alumnos y ex
alumnas, de la preparatoria, como de la Facultad[2], que le manifestaban su
aprecio, acompañándola e invitándola para seguirla escuchando.


Vale la pena destacar la influencia decisiva del pensamiento de Graciela
Hierro en la redefinición disciplinaria y profesional de la enfermería,
tanto en la Universidad como en nuestro país. Dicho trabajo se inició con
la transmisión de un programa de tv unam, en el que Graciela Hierro abordó
la problemática de la mujer dedicada a esta profesión; a partir de dicha
emisión fue invitada a diversas escuelas de enfermería de la República
Mexicana como conferencista, y más adelante, por iniciativa suya, se
constituyó el grupo de investigación denominado Círculo de Estudios de
Enfermería, para abordar los problemas a los que se enfrentan las
enfermeras en su formación y durante su ejercicio profesional. Como
resultado de este trabajo se publicaron las antologías Enfermería: ¿cadena
o camino? y Enfermeras rompiendo barreras.

La doctora Hierro ha sido también promotora de la publicación de los
trabajos elaborados por los alumnos de su seminario. Algunos de ellos han
aparecido en antologías reunidas y prologadas por ella misma, entre las que
pueden mencionarse Educación y género (1992), Perspectivas feministas
(1993), Estudios de género (1995) y Filosofía de la educación y género
(1997).
La doctora Hierro ha sido también promotora de la publicación de los
trabajos elaborados por los alumnos de su seminario. Algunos de ellos han
aparecido en antologías reunidas y prologadas por ella misma, entre las que
pueden mencionarse Educación y género (1992), Perspectivas feministas
(1993), Estudios de género (1995) y Filosofía de la educación y género
(1997).
La doctora Hierro ha sido también promotora de la publicación de los
trabajos elaborados por los alumnos de su seminario. Algunos de ellos han
aparecido en antologías reunidas y prologadas por ella misma, entre las que
pueden mencionarse Educación y género (1992), Perspectivas feministas
(1993), Estudios de género (1995) y Filosofía de la educación y género
(1997).
La doctora Hierro ha sido también promotora de la publicación de los
trabajos elaborados por los alumnos de su seminario. Algunos de ellos han
aparecido en antologías reunidas y prologadas por ella misma, entre las que
pueden mencionarse Educación y género (1992), Perspectivas feministas
(1993), Estudios de género (1995) y Filosofía de la educación y género
(1997).
La doctora Hierro ha sido también promotora de la publicación de los
trabajos elaborados por los alumnos de su seminario. Algunos de ellos han
aparecido en antologías reunidas y prologadas por ella misma, entre las que
pueden mencionarse Educación y género (1992), Perspectivas feministas
(1993), Estudios de género (1995) y Filosofía de la educación y género
(1997).
La doctora Hierro ha sido también promotora de la publicación de los
trabajos elaborados por los alumnos de su seminario. Algunos de ellos han
aparecido en antologías reunidas y prologadas por ella misma, entre las que
pueden mencionarse Educación y género (1992), Perspectivas feministas
(1993), Estudios de género (1995) y Filosofía de la educación y género
(1997).
La doctora Hierro ha sido también promotora de la publicación de los
trabajos elaborados por los alumnos de su seminario. Algunos de ellos han
aparecido en antologías reunidas y prologadas por ella misma, entre las que
pueden mencionarse Educación y género (1992), Perspectivas feministas
(1993), Estudios de género (1995) y Filosofía de la educación y género
(1997).
La doctora Hierro ha sido también promotora de la publicación de los
trabajos elaborados por los alumnos de su seminario. Algunos de ellos han
aparecido en antologías reunidas y prologadas por ella misma, entre las que
pueden mencionarse Educación y género (1992), Perspectivas feministas
(1993), Estudios de género (1995) y Filosofía de la educación y género
(1997).
La doctora Hierro ha sido también promotora de la publicación de los
trabajos elaborados por los alumnos de su seminario. Algunos de ellos han
aparecido en antologías reunidas y prologadas por ella misma, entre las que
pueden mencionarse Educación y género (1992), Perspectivas feministas
(1993), Estudios de género (1995) y Filosofía de la educación y género
(1997).
La doctora Hierro ha sido también promotora de la publicación de los
trabajos elaborados por los alumnos de su seminario. Algunos de ellos han
aparecido en antologías reunidas y prologadas por ella misma, entre las que
pueden mencionarse Educación y género (1992), Perspectivas feministas
(1993), Estudios de género (1995) y Filosofía de la educación y género
(1997).
La doctora Hierro ha sido también promotora de la publicación de los
trabajos elaborados por los alumnos de su seminario. Algunos de ellos han
aparecido en antologías reunidas y prologadas por ella misma, entre las que
pueden mencionarse Educación y género (1992), Perspectivas feministas
(1993), Estudios de género (1995) y Filosofía de la educación y género
(1997).
La doctora Hierro ha sido también promotora de la publicación de los
trabajos elaborados por los alumnos de su seminario. Algunos de ellos han
aparecido en antologías reunidas y prologadas por ella misma, entre las que
pueden mencionarse Educación y género (1992), Perspectivas feministas
(1993), Estudios de género (1995) y Filosofía de la educación y género
(1997).
La doctora Hierro ha sido también promotora de la publicación de los
trabajos elaborados por los alumnos de su seminario La doctora Hierro ha
sido también promotora de la publicación de los trabajos elaborados por los
alumnos de su seminario La doctora Hierro ha sido también promotora de la
publicación de los trabajos elaborados por los alumnos de su seminario.
Algunos de ellos han aparecido en antologías reunidas y prologadas por ella
misma, entre las que pueden mencionarse Educación y género (1992),
Perspectivas feministas (1993), Estudios de género (1995) y Filosofía de la
educación y género (1997).
La doctora Hierro ha sido también promotora de la publicación de los
trabajos elaborados por los alumnos de su seminario. Algunos de ellos han
aparecido en antologías reunidas y prologadas por ella misma, entre las que
pueden mencionarse Educación y género (1992), Perspectivas feministas
(1993), Estudios de género (1995) y Filosofía de la educación y género
(1997).
La doctora Hierro ha sido también promotora de la publicación de los
trabajos elaborados por los alumnos de su seminario. Algunos de ellos han
aparecido en antologías reunidas y prologadas por ella misma, entre las que
pueden mencionarse Educación y género (1992), Perspectivas feministas
(1993), Estudios de género (1995) y Filosofía de la educación y género
(1997).
La doctora Hierro ha sido también promotora de la publicación de los
trabajos elaborados por los alumnos de su seminario. Algunos de ellos han
aparecido en antologías reunidas y prologadas por ella misma, entre las que
pueden mencionarse Educación y género (1992), Perspectivas feministas
(1993), Estudios de género (1995) y Filosofía de la educación y género
(1997).
La doctora Hierro ha sido también promotora de la publicación de los
trabajos elaborados por los alumnos de su seminario. Algunos de ellos han
aparecido en antologías reunidas y prologadas por ella misma, entre las que
pueden mencionarse Educación y género (1992), Perspectivas feministas
(1993), Estudios de género (1995) y Filosofía de la educación y género
(1997).
La doctora Hierro ha sido también promotora de la publicación de los
trabajos elaborados por los alumnos de su seminario. Algunos de ellos han
aparecido en antologías reunidas y prologadas por ella misma, entre las que
pueden mencionarse Educación y género (1992), Perspectivas feministas
(1993), Estudios de género (1995) y Filosofía de la educación y género
(1997).
La doctora Hierro ha sido también promotora de la publicación de los
trabajos elaborados por los alumnos de su seminario. Algunos de ellos han
aparecido en antologías reunidas y prologadas por ella misma, entre las que
pueden mencionarse Educación y género (1992), Perspectivas feministas
(1993), Estudios de género (1995) y Filosofía de la educación y género
(1997).
La doctora Hierro ha sido también promotora de la publicación de los
trabajos elaborados por los alumnos de su seminario. Algunos de ellos han
aparecido en antologías reunidas y prologadas por ella misma, entre las que
pueden mencionarse Educación y género (1992), Perspectivas feministas
(1993), Estudios de género (1995) y Filosofía de la educación y género
(1997).
La doctora Hierro ha sido también promotora de la publicación de los
trabajos elaborados por los alumnos de su seminario. Algunos de ellos han
aparecido en antologías reunidas y prologadas por ella misma, entre las que
pueden mencionarse Educación y género (1992), Perspectivas feministas
(1993), Estudios de género (1995) y Filosofía de la educación y género
(1997).

Sus contribuciones teóricas hoy han merecido el reconocimiento de sus
propios maestros. Consideraba que "una de las mayores fuerzas del
pensamiento feminista es que ha surgido del análisis de las vidas de las
mujeres y de nuestra propia visión de la existencia". A ella se debe la
introducción de la filosofía feminista en nuestro país, la que ella
concebía como la filosofía que "piensa el mundo y la experiencia vivida
desde una perspectiva de género, desde una mirada y un cuerpo femeninos,
que subraya que se es mujer". Es decir, leer la experiencia de las mujeres,
no para justificarla, sino para conocerla.

Su filosofía feminista y la ética del placer, han constituido herramientas
fundamentales para comprender los principales obstáculos que enfrentan las
mujeres, así como las múltiples vías a través de las que pueden mirar hacia
delante. En sus palabras, "romper con la domesticación femenina para
inventar nuevas formas de vida, en virtud de la multiplicidad de opciones a
inventar". Si bien Graciela mostró una gran inclinación por leer y revisar
los aportes de las mismas mujeres, mantuvo un estrecho vínculo con los
clásicos, para releerlos, como para criticarlos. E invitaba a tomar las
ideas de los autores "en lo que nos conviene", como habría que hacerlo con
todo lo que los hombres han pensado. "Aprovechemos todo lo descubierto"
decía Graciela, "para no tirar el agua sucia con el bebé, discriminando lo
que nos parezca superfluo".

Gracias al intercambio y las lecturas con filósofas de distintos lugares,
en 1978 fundó en México la Asociación Filosófica Feminista, afiliada a la
estadounidense Sociedad de Mujeres en Filosofía y en 1979 decidió
introducir la discusión sobre filosofía feminista a través de la
organización de la mesa redonda "La Naturaleza Femenina", en el Tercer
Coloquio Nacional de Filosofía, organizado por la Asociación Filosófica de
México, en l979. Introdujo así por primera vez en México una perspectiva
feminista para la filosofía. No fue fácil, hubo de enfrentar la burla, y el
descrédito.

"Si Mara hace filosofía feminista, yo haré filosofía varonista"
desafortunado comentario de colega filósofo ante la propuesta en el
Tercer Coloquio Nacional de Filosofía.

Pero reconociendo el camino andado, le surgió la idea de traer a grandes y
reconocidas pensadoras, así que invitó a Simone de Beauvouir, para formar
parte de la mesa; desafortunadamente, su edad y la enfermedad ya no lo
permitieron viajar, pero igual le envío una carta que Graciela lució ante
las y los participantes. El día de la mesa, a pesar de las resistencias y
críticas, la multitud que se congregó tuvo que moverse de la pequeña sala
que les habían asignado, al Auditorio principal, "todos querían saber que
decían las mujeres", decía Graciela.

La pasión de Graciela se orientó al estudio de la Ética. La primera de sus
tres obras en este campo fue su tesis de maestría, publicada con el título
Ética de la libertad, en la que deja plasmada la idea que guía su trabajo
docente y vital, de que la ética no puede ser letra muerta sino reflexión
sobre los problemas morales y praxis existencial. Transformada en un
manual de Ética aplicada busca, más allá de inducir a la investigación en
ese campo, la formación de una Ética personal libremente asumida en la edad
juvenil (Hierro, 1990). Parte su argumentación del análisis de aspectos
teóricos que faciliten la decisión sobre aspectos prácticos motivo de la
preocupación de las y los jóvenes.

Las ideas de Simone de Beauvoir la habían conducido a la reflexión sobre la
condición de las mujeres desde la perspectiva del existencialismo. Y desde
ahí emprendió una nueva lucha para el reconocimiento del feminismo en su
quehacer académico y para su definición política. Consideraba que "Todas
las sociedades se estructuran, sea en el patrón de la dominancia, en el
cual las jerarquías humanas están sostenidas por la fuerza o amenaza de
fuerza; o el modelo de la participación de los dos géneros con base en el
consenso mutuo, esto con variaciones intermedias".

Para su trabajo de doctorado, ante el rechazo de una tesis sobre el
feminismo, logró que se aceptara como su trabajo de tesis El utilitarismo y
la condición femenina vinculando la propuesta feminista al estudio del
utilitarismo hedonista propuesto por el filósofo inglés John Stuart Mill,
para abordar el problema ético de la exclusión de las mujeres en los
regímenes patriarcales, trabajo que más tarde publicó bajo el título de
Ética y feminismo. Inicia así sus publicaciones, en ese texto busca seguir
la tradición de la filosofía moral, comprometida con los problemas que
surgen en la vida cotidiana, sin descuidar la pureza del razonamiento. Su
filosofía moral no se fundamenta en el hecho de encontrar verdades nuevas
que vengan a enriquecer el conocimiento moral cotidiano, sino proporcionar
una organización racional y sistemática a las preguntas acerca de lo que
"debe ser" y de lo que "debe hacerse" en la condición presente.
Sus obras fundamentales en el campo de la ética son tres. La primera de
ellas es su tesis de maestría, publicada con el título Ética de la
libertad, donde hace patente su preocupación en torno a la enseñanza de
esta disciplina en la Escuela Nacional Preparatoria; en ella plantea la
idea ya enunciada de centrar la enseñanza en los intereses y los problemas
específicos de los propios alumnos, con el fin de que la ética no se
convierta en letra muerta sino en reflexión sobre los problemas morales y
en praxis existencial.Sus obras fundamentales en el campo de la ética son
tres. La primera de ellas es su tesis de maestría, publicada con el título
Ética de la libertad, donde hace patente su preocupación en torno a la
enseñanza de esta disciplina en la Escuela Nacional Preparatoria; en ella
plantea la idea ya enunciada de centrar la enseñanza en los intereses y los
problemas específicos de los propios alumnos, con el fin de que la ética no
se convierta en letra muerta sino en reflexión sobre los problemas morales
y en praxis existencial.
Su obra la Ética del placer, escrita, como ella misma decía, "en plena
libertad", y como resultado de sus reflexiones de diez años; propone la
tesis del desarrollo de una ética sexual autónoma, basada en el interés
personal. En ella sostiene que los estudios de género son la herramienta
heurística que permite desentrañar la diferencia entre sexo y género.
Asimismo postula el placer como el concepto determinante de la vida buena,
digna de ser vivida, y como el criterio último de decisión para alcanzar la
rectitud de las acciones. Ahí reafirma la idea de que las mujeres debemos
ir más allá de una misma, desde la intimidad propia hasta nuestra
existencia en el mundo, debemos contribuir al nacimiento del sujeto
femenino, debemos traer lo femenino al mundo. La confianza en una misma se
plantea como central y alude a Sylvia Pankhurst con su frase "Pon tu
confianza en dios, sin duda ella te ayudará", para reafirmarla. Es decir,
propone que las mujeres hagamos una revolución que rompa nuestras barreras,
con la individuación de la mujer, a partir de la apropiación del cuerpo y
la separación de la sexualidad de la procreación, para alcanzar la posesión
efectiva de su vida total y el ejercicio de su placer.

Si bien la Ética y la Educación se constituyeron en los ejes principales de
su labor académica, Graciela incursionó en el estudio de la condición de
las mujeres desde diferentes ángulos. Sus libros sobre Naturaleza y fines
de la educación superior y De la domesticación a la educación de las
mexicanas, rescata el ser y valer de la educación misma, pero cuestiona el
papel de la educación para la conformación de los papeles de género y da
lugar al desarrollo de una ética feminista que elabora una propuesta
alternativa para las mujeres.

Graciela Hierro contribuyó así a la revisión y cuestionamiento de la visión
que se impartía a las mujeres en distintos aspectos de la vida. Cuestionó
así la propuesta de educación diferenciada para hombres y mujeres de
Rousseau, para invitar a las mujeres a alimentar la imaginación y enfrentar
así los límites de las posibilidades que a las mujeres se ofrecen para
construir el propio destino. Alienta así las perspectivas de Sócrates para
buscar entender el conocer no sólo como saber, sino sentir en profundidad
el valor del conocimiento, y de Platón para educar los deseos, gozar y
sufrir, para avanzar por lo menos en la mitad de la educación. Su
preocupación por las mujeres la mantuvo siempre alerta, escuchando,
mirando, leyendo, opinando. Para ella ser feminista significaba
"personalizar todo". Pasarlo por los propios intereses y descubrir cómo
funcionan para la vida. Consideraba que el conocimiento que no servía para
eso, "no sirve para nada". Sus escritos nos dejan ver los múltiples caminos
a través de los que pretendió entender la discriminación que enfrentamos,
al mismo tiempo que reflexionar sobre las posibilidades para vencerlaSus
obras fundamentales en el campo de la ética son tres. La primera de ellas
es su tesis de maestría, publicada con el título Ética de la libertad,
donde hace patente su preocupación en torno a la enseñanza de esta
disciplina en la Escuela Nacional Preparatoria; en ella plantea la idea ya
enunciada de centrar la enseñanza en los intereses y los problemas
específicos de los propios alumnos, con el fin de que la ética no se
convierta en letra muerta sino en reflexión sobre los problemas morales y
en praxis existencial. Sus obras fundamentales en el campo de la ética son
tres. La primera de ellas es su tesis de maestría, publicada con el título
Ética de la libertad, donde hace patente su preocupación en torno a la
enseñanza de esta disciplina en la Escuela Nacional Preparatoria; en ella
plantea la idea ya enunciada de centrar la enseñanza en los intereses y los
problemas específicos de los propios alumnos, con el fin de que la ética no
se convierta en letra muerta sino en reflexión sobre los problemas morales
y en praxis existencial.
Sus obras fundamentales en el campo de la ética son tres. La primera de
ellas es su tesis de maestría, publicada con el título Ética de la
libertad, donde hace patente su preocupación en torno a la enseñanza de
esta disciplina en la Escuela Nacional Preparatoria; en ella plantea la
idea ya enunciada de centrar la enseñanza en los intereses y los problemas
específicos de los propios alumnos, con el fin de que la ética no se
convierta en letra muerta sino en reflexión sobre los problemas morales y
en praxis existencial.
Sus obras fundamentales en el campo de la ética son tres. La primera de
ellas es su tesis de maestría, publicada con el título Ética de la
libertad, donde hace patente su preocupación en torno a la enseñanza de
esta disciplina en la Escuela Nacional Preparatoria; en ella plantea la
idea ya enunciada de centrar la enseñanza en los intereses y los problemas
específicos de los propios alumnos, con el fin de que la ética no se
convierta en letra muerta sino en reflexión sobre los problemas morales y
en praxis existencial.
Sus obras fundamentales en el campo de la ética son tres. La primera de
ellas es su tesis de maestría, publicada con el título Ética de la
libertad, donde hace patente su preocupación en torno a la enseñanza de
esta disciplina en la Escuela Nacional Preparatoria; en ella plantea la
idea ya enunciada de centrar la enseñanza en los intereses y los problemas
específicos de los propios alumnos, con el fin de que la ética no se
convierta en letra muerta sino en reflexión sobre los problemas morales y
en praxis existencial.

Graciela dejó varias reflexiones pendientes, una de ellas fue la reflexión
compartida sobre las relaciones entre mujeres, el amor, sus complicidades y
sus pactos. Graciela profesó un profundo amor, reconocimiento y respeto por
quienes ella consideró como madres y maestras simbólicas entre las que
destacaban importantes pensadoras como Sor Juana Inés de la Cruz, Waldeen,
Rosario Castellanos, Diótima, Antígona, Simón de Beauvoir, Virginia Wolf y
María Zambrano. Ella logró vencer las envidias y los descréditos, con el
trabajo y la reflexión a la que insistentemente nos invitaba. Para ella,
"cada mujer que triunfa, en tanto feminista, nos abre el camino a las
demás, por ello no es conveniente atacar a las que piensan distinto. Hay
que respetar las discrepancias y no caer en los juegos del poder, como
hacen los hombres". Así, el descrédito que se promueve de las relaciones
entre las mujeres, la llevó a combatir las prácticas de descalificación y
la violencia entre mujeres, -"no te subas al ring", aconsejaba
permanentemente-, pero también a investigar en torno a las alianzas,
pactos, complicidades y amores de las mujeres, reflexiones que dejó en un
seminario inconcluso.

Desde sus reflexiones éticas y su inquietud por la justicia dedicó una
buena parte de su escritura a los derechos humanos de las mujeres. Sus
reflexiones ante el envejecimiento, necesariamente, la llevaron a
reflexionar en torno al amor, el nido vacío y las relaciones madre-hija, en
las que consideraba que las mujeres obteníamos un amplio campo para el
autoconocimiento desde cada lugar, el de madre y el de hija.
Permanentemente insistía en señalar el lugar del poder desde donde ejercía
un fuerte cuestionamiento a las ideas preconcebidas y a la naturalización
que se ha hecho de los problemas que enfrentan las mujeres. Igualmente
contribuyó de manera importante en la reflexión del quehacer profesional de
las mujeres y aportó a la formación de las enfermeras, a la documentación
de la historia de las dentistas, como al reconocimiento del papel de las
mujeres en la ciencia.puede hacerse referencia a la amplia obra en la que
aborda temas de filosofía feminista y estudios de género, sobre los que ha
compilado, prologado y escrito capítulos para diversos libros resultado de
la realización de eventos académicos nacionales e internacionales; tal es
el caso de La naturaleza femenina (1991), integrado por los trabajos
presentados por las académicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la
unam en el Tercer Coloquio de Filosofía ya referido; Diálogos sobre
filosofía y género, en el que se conjuntan los trabajos de las mesas de
filosofía feminista del VII Congreso Nacional de Filosofía, realizado en
1993, cuando la doctora Hierro era presidenta de la Asociación Filosófica
de México; y el libro Las mujeres en América del Norte al fin del milenio
(1998), del Coloquio Trinacional (México, Estados Unidos y Canadá) del
mismo nombre, que se llevó a cabo en 1996.
La doctora Hierro ha sido también promotora de la publicación de los
trabajos elaborados por los alumnos de su seminario. Algunos de ellos han
aparecido en antologías reunidas y prologadas por ella misma, entre las que
pueden mencionarse Educación y género (1992), Perspectivas feministas
(1993), Estudios de género (1995) y Filosofía de la educación y género
(1997).

Desde su fundación Graciela Hierro dirigió el Programa Universitario de
Estudios de Género (PUEG). Graciela compartió así el día a día de sus
últimos doce años de vida con ese equipo de trabajo que construyó para el
desarrollo del proyecto que un conjunto de académicas se planteó para la
institucionalización del trabajo feminista en la UNAM. Durante su gestión,
el PUEG realizó actividades que le llevaron a alcanzar uno de sus fines
primordiales: la consolidación de procesos multiplicadores del enfoque de
género en los ámbitos institucional y social, conformándose en una sólida
instancia con reconocido prestigio nacional e internacional. Asimismo, con
la dirección de Graciela Hierro el PUEG se caracterizó por apoyar la
creación de centros y programas de estudios de género en otras
universidades mexicanas y por mantener una estrecha relación con otras
instancias académicas de diversos países.

Desde sus inicios, el PUEG impulsó la articulación de un complejo entramado
multidisciplinario e interinstitucional y generó espacios de reflexión y
debate sobre problemas vinculados con la condición de género. Ahí, el
personal académico, los organismos gubernamentales y las organizaciones
sociales en su conjunto vieron enriquecidas sus perspectivas. Bajo su
dirección, el PUEG se convirtió en un espacio de creación y recreación,
donde los debates mas novedosos, las propuestas todas, tenían cabida. El
análisis ahí desarrollado fue del sexismo a las distintas formas de
discriminación, para combatirla, articulando el sexismo, el racismo y la
homofobia. Se constituyó en un espacio de enriquecimiento al que acudían
profesionales de distintas instituciones educativas a intercambiar
experiencias y a confrontar ideas. El espacio y los recursos del PUEG se
constituyeron así en baluartes insustituibles para la producción académica
en este campo.

El equipo de trabajo que Graciela construyó en el PUEG, se convirtió en un
cuerpo con un gran compromiso con la causa, que realizaba su trabajo de
manera incansable, pero muy satisfactoria. Nada de esto hubiera sido
posible si no fuera por la propuesta feminista que desarrolló para la
organización y administración del Programa, donde cada una y cada uno, fue
importante. Lo personal era parte del quehacer profesional. La comunicación
era fundamental. En las sesiones mensuales de personal, con la
participación de la totalidad del personal, se evaluaba el trabajo,
directo, de frente, con reconocimiento al trabajo realizado y propuestas
para su mejoramiento. Ahí se analizaba, de la misma manera, la situación
del país, y de la UNAM y se compartían las preocupaciones e intereses
personales. La evaluación permanente al trabajo realizado constituía un
cerrado tejido donde las cuestiones logísticas, académicas y personales,
más allá de su complejidad, permitió el conocimiento y el respeto mutuos
para formar un sólido y cálido equipo de trabajo. Los resultados y
productos dan cuenta de ello, un equipo orgulloso de ser quien era, un
amplio prestigio, múltiples publicaciones bien distribuidas, y la
Biblioteca Rosario Castellanos, especializada en estudios de género, la más
completa de América Latina.

"Tengo la camiseta de la UNAM tatuada en el cuerpo. Todo lo que soy se
lo debo a mi alma mater; ergo la defenderé hasta la muerte". Graciela
Hierro, conferencia durante la huelga de 1999.

Graciela dedicó su vida a la enseñanza e investigación. Su amor por la UNAM
ese amor por nuestra universidad la comprometió en cuerpo y alma con su
trabajo y sus colegas –más de una vez sus hijas e hijo le señalaron su
certeza de que al final de la vida buscaría que sus cenizas se esparcieran
en la explanada de rectoría-, así aportó permanentemente nuevas ideas, creó
nuevos paradigmas que contribuyan a la comprensión de la naturaleza humana,
pero sobre todo a poner en práctica sus ideas, en la construcción de nuevas
formas de relación, más equitativas y justas, entre las personas.

Graciela Hierro fue una intelectual que dedicó su vida a la docencia y la
investigación universitarias. Sus aportes a la UNAM, a través de la
conjunción creativa, innovadora y vanguardista de los campos de la ética,
la filosofía de la educación, la filosofía feminista y los estudios de
género, contribuyeron así a la construcción de nuevos paradigmas de
discusión teórica, propició una comprensión más amplia de la naturaleza
humana e incidió en el interés por la conformación de relaciones más
equitativas dentro de la Universidad y la sociedad mexicana.

Para Graciela el feminismo era su sentido de vida. No concebía el ser mujer
separado del feminismo. Consideró que a través del feminismo es que se crea
una epistemología propia. Convocaba a derribar la lápida de la culpa que
oprime a las mujeres y a mantener el espíritu de competencia hasta la
muerte, pero una competencia con una misma. Graciela fue una mujer que
alcanzó mucho de lo que las feministas han planteado como metas para las
mujeres. Construyó su propio cuarto, al igual que sus propias familias.
Alcanzó la independencia, económica, social y de pensamiento. También
construyó y respetó su autonomía, tanto teórica como personal, ya que
desarrolló, enseñó y compartió un pensamiento, una aproximación teórica que
en mucho resultaba una enseñanza para el relacionamiento y para la vida. Al
mismo tiempo, cada vez más hizo lo que quería, decidió sobre su cuerpo y no
temía expresar lo que pensaba.

"Tómate en serio, mujer. Recorre tus caminos interiores, tus sendas
prohibidas, rasga tus vestiduras, abre tus heridas, exhibe tus
miserias, ostenta tus arrugas, tus carnes flácidas, las redondeces
conspicuas. Pierde todas las formas, inventa la tuya. La forma
auténtica es tu libertad. Alcanza la rebelión de la feminista, como
decimos las maestras del arte de envejecer: la edad no es un secreto
vergonzoso. Piensa en la alternativa: la muerte". Graciela Hierro, Me
Confieso Mujer.

Graciela Hierro, junto con otras mujeres formó el grupo de Las Reinas,
resultado del diálogo con las jóvenes en el Encuentro Feminista de Chapingo
a quienes llamó princesas, sorprendida del interés que manifestaban por
escuchar a las viejas sobre el envejecimiento y de la reproducción de
ideales inalcanzables. Graciela fue un pilar fundamental en la creación y
mantenimiento de este grupo, que se formó con mujeres alrededor de los 60 y
se reunían quincenalmente a reflexionar sobre el proceso que estaban
viviendo. Contribuyeron así a la reflexión sobre los problemas que afectan
las etapas de la vida compartiendo su vivencia y visión sobre el
envejecimiento. Era la escuela de las sabias, que llevaban a pensar
mediante su experiencia. Las fatalidades enfrentadas respecto a su cuerpo,
con la menstruación, la maternidad y la menopausia las llevaron a plantear
la necesidad de rebelión, en este campo, lo que denominó "la rebelión de la
esfinge" para confrontar las ideas de la sexualidad femenina vinculada a la
enfermedad y dependiente de la aprobación y del deseo del hombre. Deriva de
estas reflexiones el "síndrome de la libélula" de la mujer mayor, quien
muere para el deseo masculino y pasa a ser invisible para la mirada que la
constituye como ser, que le da presencia, prestigio, lugar, ya que la mujer
existe por el hombre que la acompaña. Y aquí también predicó con el
ejemplo, vivió la vida gozosamente hasta el último día. El grupo Las Reinas
participó en la publicaciones Las mujeres y sus sexualidades; Tres temas,
tres mujeres, muchas mujeres, y Madres e hijas, hijas y madres, amor y
ambivalencia. El quehacer reflexivo de las Reinas constituye otro aporte
único al pensamiento feminista en México.

Sus interrogantes en torno a la sexualidad, siguieron la propuesta
feminista de separar a la sexualidad de la reproducción, así defendía las
ideas en torno a una sexualidad en las distintas etapas de la vida y
mantuvo un diálogo constante hacia la comprensión de la diversidad sexual.
Para ella, la lucha por la posesión del propio cuerpo es el iceberg de la
autonomía femenina. Es decir, además de separar la sexualidad de la
reproducción, hay que separar la sexualidad de las mujeres del deseo
masculino, descubrir en la sexualidad el lugar de las mujeres, lograr "la
independencia femenina del deseo masculino". Convertir los intereses de
las mujeres en derechos alcanzados y pasa así de la ética del placer a la
ética de la diferencia sexual,

"La sexualidad y su diversidad de elección no es el único tópico de la
moralidad, sin embargo es una cuestión que a todos nos atañe de manera
muy profunda, y creo que por encima de todas las demás cuestiones de la
conducta, nos permite expresar en la práctica nuestras convicciones
morales más profundas". Graciela Hierro, Ética Sexual.

Graciela fue una gran filósofa y también una gran política. Las grandes
políticas de la época contemporánea tuvieron la suerte de convivir con
ella. Puntualmente se reunía con ellas cada mes y reflexionaban sobre el
acontecer nacional, mientras ella les plantaba retos para impulsar la
participación de las mujeres. Pero también mantuvo un diálogo permanente
con funcionarios y autoridades hombres, donde se enorgullecía de su
capacidad para "mover el abanico" y sin llegar a la confrontación, señalar
las injusticias de las que las mujeres eran víctimas con su actuar y sus
decisiones. Argumentando una posición de "feminista de tiempo completo", no
dejaba pasar una expresión sexista, en las discusiones profesionales, como
en las reuniones informales.

Era una feminista radical de la diferencia. Es decir, ponía en tela de
juicio las estructuras ideológicas que colocan a las mujeres en condiciones
de desventaja, respecto de los hombres. Identificó en el patriarcado y en
el contrato sexual la justificación estructural que justifican la exclusión
de las mujeres, por lo que consideraba la necesidad de una construcción
propia de las mujeres como la alternativa. Como feminista radical de la
diferencia que amaba a las mujeres, se declaraba una feminista de tiempo
completo, que sin embargo, a veces se cansaba de ser mujer. Fue una mujer
con gran compromiso por todo lo que hacía, suave, amable, elegante,
humilde, pero muy firme y coherente. Con una amable sonrisa practicaba la
ironía magistralmente, afirmando sus convicciones, al mismo tiempo que
defendiendo a las mujeres. No perdió un minuto, no pestañeaba, para estar
alerta y señalar las inequidades. Su vida, sus obras, su pasión, su amor,
los recuerdos y vivencias compartidos, son una huella ineludible del
pensamiento que profesaba.

Al mismo tiempo que invitaba a las mujeres a la transgresión, alertaba de
los riesgos de levantarse en armas. Es decir posicionarse abiertamente en
oposición a todo y a todos. Aunque a ella le costó los dos matrimonios, no
estuvo dispuesta a someterse a la doble moral sexual. Buscó el refugio en
sus propias convicciones afirmando que el sentido de la vida es ser feliz y
lo buscó en todas las etapas del "viaje por la vida".

La trayectoria y la obra académica de Graciela Hierro fueron reconocidas
ampliamente. Recibió varias distinciones, como el premio ANUIES 1982 por su
ensayo Naturaleza y fines de la educación superior y el reconocimiento
International Women That Makes a Difference, otorgado por el Foro
Internacional de la Mujer (IWF) en 1997. La Universidad de Santiago de
Chile le entregó la presea Feminista del Año en 1998; en tanto que en el
2000 recibió el Premio Nacional "María Lavalle Urbina", que otorga la
Alianza de Mujeres de México, A. C. y, ese mismo año, su texto
autobiográfico Gracias a la vida la hizo acreedora al reconocimiento
"Memorias", concedido por el organismo Documentación y Estudios de Mujeres,
A. C. En el Premio 2003-2004 de esta misma organización volvió a obtener el
reconocimiento su obra póstuma Me Confieso Mujer.

Formó también parte del Consejo Consultivo del Programa Nacional de la
Mujer, hoy denominado Instituto Nacional de las Mujeres, y en la Comisión
Evaluadora Interinstitucional del CONASIDA. Fungió también como
coordinadora del Grupo Técnico Temático de la IV Conferencia Mundial sobre
la Mujer, e intervino de manera destacada en el Seminario para la
Definición de Lineamientos Metodológicos para la Aplicación del Enfoque de
Género en la Políticas Públicas, Sesión Educación, convocado por la
Comisión Nacional de la Mujer, las Secretarías de Educación Pública,
Hacienda y Crédito Público y Relaciones Exteriores, así como los Bancos
Mundial e Interamericano de Desarrollo. Participó, igualmente, en la
Reunión Internacional de Evaluación de la Aplicación del Programa de
Acción, de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo,
organizada por la ONU. A su muerte formaba parte del Comité de Educación y
Humanidades, en el área de Filosofía, de los Comités Interinstitucionales
para la Evaluación de la Educación Superior (CIEES), de la Asociación
Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES).

En el plano internacional, fue integrante de la Society for Women in
Philosophy (SWIP) de Estados Unidos de Norteamérica, Capítulo México.

Graciela era una mujer ordenada y disciplinada, rutinas distintas guiaban
su vida. El diario caminar en soledad, contribuía a la reflexión personal,
y el ocasional caminar acompañada, despertaba ideas y producía nuevos
proyectos. Cada actividad que realizaba, la disfrutaba. El nadar quincenal,
la comida a sus horas, la lectura matutina, su breve siesta, y el tiempo
diario de la escritura. La reflexión no se circunscribió sólo a las teorías
y la discriminación, como antes señalé, reflexionaba en torno a su vida,
su cuerpo y sus relaciones. A través de sus memorias, encontramos los
significados de sus espacios, las casas, los descansos y los viajes, sus
amigas, las alumnas y los alumnos, sus amores y su familia. El profundo
amor hacia su madre y su padre y el reconocimiento que logró de ambos a
pesar del encerramiento a las categorías de "peor que hombre y "mosquita
muerta" que cada uno le habían impuesto. En el trabajo, sin mirarles
llevaba a sus hijas e hijo. A pesar de su compromiso profesional con la
UNAM y con la filosofía feminista, construía espacios para cada una de sus
hijas y su hijo, la comida con los nietos, la conversación y juegos con Ana
Paula, su nieta menor y la alegría del último nieto que conoció. Y por si
no quedara claro en el día a día, en sus memorias expresa su amor y
admiración por cada una-uno. Fue una Braniff que disfrutó la vida que su
primer matrimonio le dio y una Matte que encontró nuevas vivencias en el
segundo, pero su Graciela Hierro la llevó a ser grande y a disfrutar
plenamente su tercera soltería.

Graciela fue una mujer afortunada, fue consciente del respeto, admiración y
amor que se le profesaba. Recibió reconocimientos nacionales e
internacionales, pero más allá de los múltiples premios y reconocimientos
recibidos del éxito de su obra -que por supuesto tenían su importancia para
la autovaloración-, pasaba los días acompañada de sus amistades, con
quienes compartía sus principios: el reflexionar y el placer. Compartía sus
ideas a la par que sus experiencias, abría así las posibilidades de
alternativas de vida. Con base en las enseñanzas de Rosario Castellanos de
no arremeter contra las costumbres con la espada, sino evidenciando lo que
tienen de ridículo, de obsoleto y cursi, se aprendió de Graciela también la
importancia del sentido del humor, a reírse incluso de una misma, como la
forma más inmediata de liberación, y a la invitación de ambas, para no
aceptar ningún dogma sino hasta ver si es capaz de resistir un buen chiste.

Cuántos diarios habrá dejado! Escribía todos los días. Y revisaba las
memorias de su abuela y comparaba sus vidas. Cuando se cansó de andar
errando pregonando sus ideas y gracias a la disciplina de escritura de sus
memorias plantó la huella de su historia; dejó de dar conferencia para
empezar a escribir sobre su vida y así como ella era, dejó dos estimulantes
y ligeros relatos autobiográficos "Gracias a la vida" y "Me confieso
mujer", ambos premiados e impresos por DEMAC[3], en los que deja ver, en el
primero, una detallada reseña de las distintas etapas y experiencias de
cómo el disfrute, el goce y la alegría con los que vivía, sembraron la
semilla del placer y el amor en quienes la rodearon y, en el segundo, sus
reflexiones más profundas sobre las construcción de los significados de la
vida misma, los vacíos y el dolor, a través de sus experiencias. Ambos
textos de gran intensidad, desde la soledad, nos ofrecen dos ventanas para
mirar distintas vertientes de su vida, con dos propósitos fundamentales:
enseñar el arte de vivir a las mujeres y ser incluida en la lista de las
moralistas mexicanas.

Graciela logró ser una mujer empoderada, lo que muchas han querido serlo.
Su partida ha dejo un gran vacío, pero la vivencia compartida ha llevado a
valorar su presencia, y disfrutar la gran riqueza anidada. Graciela fue una
mujer de avanzada, pionera en sus propuestas, que siempre fue a la
vanguardia del pensamiento humanista. Con una mentalidad distinta, fue una
aliada permanente de las mujeres. Su mente lúcida y brillante, hasta el
último día en que entregó las correcciones a su último libro, aportó al
conocimiento de la naturaleza humana, de un feminismo gozoso y una nueva
ética para las relaciones entre hombres y mujeres. Postuló el placer como
el concepto determinante de la vida buena, digna de ser vivida y como el
criterio último de decisión para alcanzar la rectitud de las acciones. Aun
así sus reflexiones últimas, invitan también a experimentar el dolor.

"Tengo la edad anudada al cuerpo. Por la noches me impide respirar…. El
cuerpo se ha llenado de extraños dolores, misteriosas debilidades que
interpreto como enfermedades terminales. Fallas del ánimo,
disfunciones de los músculos, articulaciones y equilibrios…. He
desarrollado una indiferencia total a ciertas circunstancias. Me
abruman las preocupaciones por minucias, las decisiones sin
importancia. Y la calma solo llega cuando leo y escribo…. Una vez que
recuperamos la paz, cuando el alma alcanza al cuerpo …. Entramos en el
sentido profundo de la sabiduría que concede la vejez
reflexionada….Pero la vida termina. Llega la soledad. No solo en
soledad, sino solitaria. Amenazada de peligros insospechados… y
finalmente, la muerte. Eso es la vida. Nunca alcanzas la plenitud.
"Soledad de soledades y todo es soledad. En la poesía está la
explicación de la vida y de la muerte". Graciela Hierro. Me confieso
mujer.


Al final, enfrentó la enfermedad con optimismo. Se entregó a las
recomendaciones e indicaciones médicas y como con otros aspectos de la
vida, compartió con sus amigas y familia su proceso. Graciela fue una mujer
de grandes decisiones en la vida. Probablemente su posición a favor de una
vida rodeada de bienestar y placer le impidieron vivir con un cáncer.
Cuatro meses después del fatal diagnóstico, aún habiendo asumido una no
enfermedad, sino un padecimiento, murió. Se fue, no cuando quería, pero tal
vez sí como quería. Con la cabeza en alto, un gesto amable, con el pelo
cano, rodeada de sus amores, orgullosa de sí y contemplando y amando su
cuerpo. Su mente lúcida la llevó a, el último día en casa, entregar las
correcciones y recomendaciones a una tesis y la revisión a la última
versión de su último libro. Se probó sus sombreros para su última salida y
siguió leyendo. Ella, como su madre, no quería morir. Y como Borges, no
deseó el cielo, ni temió al infierno. Se imaginó su muerte bajo un cielo
estrellado, pero además la encontró rodeada de un jardín de flores, reflejo
de su generosidad y su presencia luminosa que alumbró tantos caminos y
cosecha de todo aquello que había sembrado.

Gloria Careaga Pérez


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[1] Texto basado en el original "Graciela Hierro una feminista levantada en
armas" publicado en 2006 en Biografías de personajes ilustres. Vol V.
Colección Ciencia y Tecnología en México en el Siglo XX. Academia Mexicana
de Ciencias. Este texto está basado en la experiencia personal de la autora
como Secretaria Académica del PUEG desde donde se construyó una profunda
amistad con Graciela Hierro, los textos mismos de la Dra. Hierro y la
Semblanza preparada por la Mtra. Pilar Martínez para la propuesta al
Consejo Técnico de la Facultad de Filosofía para otorgar el Premio al
Mérito Académico a la Dra. Hierro.
[2] Intencionalmente señalo a la Facultad, sin especificar a cuál me
refiero, mostrando también una concepción de la Dra. Hierro, compartida por
otros cientistas al considerar a la Facultad de Filosofía como la
principal, y a la Filosofía como la madre de las ciencias.
[3] Documentación y Estudios de Mujeres, A. C.
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