GOSDEN, Crhis: ¿Qué quieren los objetos?

July 18, 2017 | Autor: Andres Laguens | Categoría: Arqueología, Teoría Arqueológica, Arqueologia, Cultura Material
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Descripción

CHRIS GOSDEN ¿Qué quieren los artefactos? [What Do Objects Want? Journal of Archaeological Method and Theory, Vol. 12, No. 3, September 2005. Traducción: Andrés Laguens, 2009]

Mi intento en este artículo es explorar lo que podría llamarse un enfoque objeto-centrado de la agencia. A menudo se asume que la sociedad se crea y se reproduce a través de las acciones de los agentes humanos que se forman y son limitados por la sociedad más amplia en que viven. Para el prehistoriador, el sujeto humano activo es una entidad problemática, pero los artefactos son a menudo abundantes, aunque no totalmente aproblemáticos como veremos. Hay una serie de líneas de pensamiento dentro y fuera de la arqueología que exploran los efectos que las cosas tienen en las personas y me gustaría usar éstas para empezar a pensar sobre las obligaciones que los objetos ponen sobre nosotros cuando están operando como un grupo. Voy a usar la incorporación de Gran Bretaña en el Imperio Romano como un breve caso de estudio para explorar estas ideas un poco más. Los periodos de cambio son importantes para llevar a cabo las relaciones de entre las personas y sus mundos objeto, mirando a las cadenas de continuidades en los requerimientos que los objetos tienen de las personas, así como de los cambios. Mi título intenta resaltar el conjunto de reglas que las cosas imponen a las personas si los artefactos han de tener poder social y eficacia. En última instancia, haciendo hincapié en la manera en que las cosas crea gente es parte de una estrategia retórica para reequilibrar la relación entre personas y cosas, para que los artefactos no siempre sean vistos como pasivos y la gente como activa. Esto complicará las nociones de agencia, pero nos permite hacer más de las ricas posibilidades analíticas que ofrecen los artefactos. El dominio inter-artiefactual En esta sección quiero explorar la forma en que los artefactos actúan en masa para hacer gente. Los objetos producidos dentro de un conjunto reconocible de formas y estilos tienen influencia en las maneras en que la gente los hace y usa. Estas ideas toman el concepto de estilo y lo desarrollan en nuevas direcciones. Un lugar común del pensamiento arqueológico es que los artefactos se hacen dentro de los estilos reconocibles y reproducibles, de modo que una vasija o un alfiler de metal para sostener la ropa, encajan dentro de un corpus de objetos parecidos, cada uno similar a muchos otros, pero en el mismo tipo de una combinación única de la características de la forma y decoración que ayudan a definir el estilo como una entidad reconocible. El estilo ha sido muy discutido dentro de la arqueología, a menudo en términos de la etnicidad o la naturaleza del grupo social, produciendo un estilo reconocible (Sackett, 1977), con conocidas críticas de los problemas en busca de grupos limitados y conjuntos acotados de objetos estilísticamente diferentes (Hodder, 1979, 1982). Yo estoy buscando menos a los objetos como los indicadores de grupos étnicos y sus fronteras y más en las formas en que los estilos de objetos crean universos propios a los que las personas necesitan ajustarse. Esta es una idea que, evidentemente, necesita alguna explicación. Los arqueólogos han sido conscientes del poder masivo de los objetos y sus interacciones sutiles con masas de personas. David Clarke brindó mucha reflexiones sobre los artefactos que actúan juntos y estaba mucho más inclinado a ver el lugar de la causa social como existiendo dentro de los objetos en sí mismos cuando actuaban juntos (Clarke, 1978). Clarke definió una serie de niveles de agregación de los artefactos desde el atributo individual y el artefacto hasta

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el conjunto cultural formado por conjuntos siempre recurrentes de tipos de artefactos. En cada uno de estos niveles se inclinaba a darles algunas propiedades causales a los artefactos en sí mismos – los artefactos son producidos por conjuntos de acciones repetidas, pero luego en sí mismos logran "conjuntos repetidos de acciones implementadas por el tipo" (Clarke, 1978, p. 153). Al canalizar y limitar las acciones humanas un tipo puede ayudar a traer a otros a la existencia, de modo que algunos elementos del mundo de los objetos ayudaría a otros a ser. Los objetos usan los músculos y habilidades humanas para lograr su propia reproducción. Del mismo modo, las poblaciones de artefactos "exhiben sus propias características "conductuales" particulares que son más complejos que la simple suma de las características de los componentes y más predecibles que la de los componentes individuales"(Clarke, 1978, p. 150). En ambos niveles, para usar el término de Clarke, de los artefactos y conjuntos, las cosas se comportan de maneras que no se derivan simplemente de las intenciones humanas y de hecho canalizan esas intenciones. Estas aglomeraciones más grandes de las cosas tienen ciclos de vida propios, bien descriptos por las curvas llamadas de acorazado que trazan el advenimiento de un nuevo estilo, su florecimiento y decadencia gradual. Los cambios en la naturaleza de la cerámica o de los tipos de metales tienen lugar durante muchas generaciones humanas y no bajo el control directo y voluntario de individuos o grupos. Una visión similar de artefactos que actúan fuera del control humano ha sido brindada por Gell (1998). El dominio inter-artefactual es el medio que utiliza para acercarse a el concepto de estilo, como un conjunto de relaciones entre relaciones (Gell, 1998, p. 215). Los artefactos son decorados con motivos que se transforman uno en otro por modificaciones regulares y, en general, pequeñas. De hecho, Gell considera que el cambio de estilo se produce por el "principio de la mínima diferencia" – es decir, las diferencias se producen entre motivos a través de hacer la menor modificación que es posible a fin de establecer algo como diferente. Este campo de pequeñas diferencias sólo puede ser entendido una vez que los artefactos son vistos como un corpus a partir del cual se puede ver que las limitaciones que regulan la producción son las restricciones que rigen la posibilidad de transformar un motivo o forma en una forma relacionada. Las casas de reunión maoríes existen como un corpus histórico de objetos complejos – las casas nuevas son traídas a la existencia de forma que quepan en el universo de las formas existentes (Fig. 1).

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Fig. 1. El dominio inter-artefactual como lo demuestra el desarrollo histórico de las casas de reunión de los maoríes (según Gell, 1998, fig. 9,6).

El estilo de artefactos de las Islas Marquesas, por ejemplo, es el producto "sedimentado de pequeñas iniciativas sociales adoptadas por los artistas de las Marquesas durante un largo período histórico de desarrollo "(Gell, 1998, p. 219). Fundamentalmente, Gell critica la opinión de que la cultura como un todo determina la importancia práctica o simbólica de los artefactos, diciendo más bien que el dominio interfactual es uno en el cual los artefactos obedecen reglas establecidas por el estilo como un todo, de algunas maneras extraídas y diferentes de las intenciones de creadores humanos y de los usuarios. A pesar de que no explora las implicaciones conceptuales de esta idea, la visión de Gell de que los artefactos forman un mundo con sus propias lógicas algo independiente de las intenciones humanas es de vital importancia para demostrar que podría haber muchos casos en que las formas de pensamiento abstracto y la representación mental tomen la forma sugerida por los objetos, en lugar de que los objetos simplemente estén manifestando formas de pensamiento preexistentes. Las decisiones adoptadas al hacer objetos pueden ocurrir sin reflexión deliberada sobre el significado, pero nunca sin una cierta toma de conciencia global del contexto social de las formas materiales vigentes. Uno de los misterios de las cosas es que toman una infinidad de formas, pero a menudo también tienen marcadas semejanzas unos con otros, y la noción de estilo trata de sondear la tensión entre la similitud y la diferencia que mantiene y crea a la vez. Las de ideas Gell forman parte de un intento emergente de tomar el mundo material en serio en términos de cómo afecta a las relaciones humanas. Estos intentos se encuentran también en disciplinas, tales como la historia del arte, donde los vínculos entre la sociabilidad y los objetos son buscados con ilusión, a pesar de que son reconocidos los peligros de imputar sociabilidad a los objetos. En su artículo (del que he tomado el título de esta pieza) ¿Qué quieren realmente las fotos? Mitchell (1996) considera que debemos tomar los deseos de los objetos en serio en un nivel de análisis, ya que son tomados en serio en la vida cotidiana. Cuando la pornografía no es vista como una representación de la violencia contra la las mujeres, sino como un acto de violencia, o cuando una pintura se analiza en términos de lo que lo hace al espectador, entonces estamos imputando acciones y efectos a las cosas, que de otro modo podríamos ver como inanimados. La simple cuestión cotidiana "¿qué hace?" concede un poder o capacidad a los objetos, aunque no necesariamente, deseo o intención. Los objetos que hacen cosas pueden parecer que nos lleve al reino de fetichismo, el totemismo, el animismo o la idolatría, actitudes hacia el mundo aceptable en niños o no occidentales, pero dudoso para sostener por actores post-modernista sofisticados. Pero si estas actitudes sí existen, y Mitchell hace una defensa convincente de su presencia en nuestras vidas, exigen algún tipo de entendimiento. En última instancia, su intento de comprender los deseos de las cosas es un poco decepcionante, pero Mitchell apunta que los objetos son un elemento importante en los juegos de reconocimiento y conocimiento que pasan entre los actores sociales todo el tiempo en la vida diaria. Un edificio, una olla o un ornamento de metal tienen ciertas características de forma que canalizan la acción humana, proporcionan una serie de experiencias sensoriales (pero excluyen otros) e imponen obligaciones en nosotros en los modos en que nos relacionamos con los objetos y otras personas a través de estos objetos. Los patrones de intercambio o de consumo derivan en parte de la naturaleza de los objetos mismos. La independencia del estilo de los objetos de las formas culturales humanas, discutida por Gell, nos permite hablar sobre cómo las cosas en sí mismas crean las bases para nuestro entendimiento de ellas. Las conocemos a su manera, más que puramente en nuestros propios términos.

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La idea de la independencia de estilo es importante, que redefine la noción de contexto. Para muchos, el contexto real de los objetos está en el ámbito social, por lo que ue la arqueología contextual de Hodder ha mirado últimamente, ya sea para el cuerpo de ideas y significados que detentan y desarrollan las personas o a las divisiones de la sociedad, como clase, género o edad, que proveyeron una matriz de motivos influyendo sobre cómo la gente hacía e implementaba las cosas. Al observar los estilos y corpus de objetos podemos ver que el contexto crucial para un objeto es otros objetos del mismo estilo. Como la cultura material es relativamente larga duración, las personas se socializan en mundos materiales determinados que existen antes de su nacimiento. La naturaleza de ser social para la gente estará estructurada por la educación de sus sentidos por los objetos que les rodea en la niñez, dándoles una serie de posturas y presupuestos hacia el mundo derivado de la cultura material local. La gente cristaliza en los intersticios entre los objetos, tomando el espacio concedido a ellos por el mundo de los objetos, con nuestros sentidos y emociones educados por el mundo objeto. Si uno está interesado en cómo los objetos dan forma a las personas y sus relaciones sociales, luego los períodos en que los objetos cambian sus formas y tipos notablemente y rápidamente debe ser de considerable interés. Clarke eligió períodos, como el cambio de Corded Ware a conjuntos Beaker en el Neolítico final y la Edad del Bronce temprana, como ejemplos de la decadencia de un conjunto de tipos y conjuntos seguido por el aumento de nuevas formas. Incluso una transición mejor comprendida es la aparente sustitución de tipos de la Edad de Hierro tardía en diversas partes de Europa occidental con los de procedencia romana, y este es el ejemplo a explorar brevemente, concentrándome en material del sur de Gran Bretaña. Este es un período de cambio rápido, obvio, pero también sutil, que proporciona un excelente ejemplo para trabajar mediante una manera más material sobre cómo las cosas forman personas.

LOS OBJETOS Y LOS ROMANOS La literatura sobre la llegada de los romanos en Gran Bretaña es mucha y contiene algunos debates acalorados, muchos de los cuales son sobre la agencia. En línea con las aproximaciones post-coloniales a las formas coloniales, mucha gente está tratando de reemplazar una visión más vieja del colonialismo cono una forma de imposición de arriba hacia debajo de los valores de los colonizadores sobre los colonizado por un énfasis mayor sobre la agencia de los nativos para crear y alterar las estructuras coloniales. El debate sobre la Romanizaciòn ha adquirido este giro y la contribución reciente más interesante ha sido el libro de Greg Woolf (1998) Siendo romano en Galia [Becoming Roman in Gaul] en el cual sostiene que no hubo una cosa tal como una cultura romana pre-existente dispersa a través de la expansión del imperio, sino màs bien que la cultura romana fue creada a medida que era creado el impero. Todos participaron en esta creación – la gente en las provincias así como en el centro y los romanos fueron romanizados junto con todos los otros a lo largo de la expansión del imperio (Ver Gosden 2004 para un mayor detalle de los artefactos y las formas coloniales). La evidencia británica para la Edad del Hierro tardía y los períodos RomanoBritánicos es rica y muchas de las posibilidades analíticas de estos materiales son exploradas por Millet (1990). En línea con las ideas delineadas arriba, mi aproximación a convertirse en romanos también concierne a la agencia, pero tiene más que ver con la agencia de cosas y menos con la intención de la gente. La invasión romana a Gran Bretaña ocurrió en el año 43 d.C., pese a que material de tipo romano de las cercanías de Galia había sido comercializado por al menos un siglo antes que eso. El primer siglo antes de Cristo vio una serie de cambios masivos en el sur

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de Gran Bretaña, construidos y alterados de muchas maneras subsecuentemente. Convertirse en romano en Gran Bretaña no significó un cambio simple e inmediato de un conjunto de tipos en otros, sino una serie de desvíos sutiles, pero fundamentales, en la naturaleza de los ornamentos corporales, los alimentos y los conjuntos cerámicos, la arquitectura pública y doméstica, y los medios de intercambios, tales como las monedas. Pese a que, hablando comparativamente, estos desvíos son bien conocidos y están bien datados, aún quedan muchas cuestiones de detalle que necesitan ser resueltas antes de que podamos lograr un cuadro completo de lo que ocurrió, cuándo y dónde. Voy a explorar cuatro temas claves para ver cómo los objetos afectaron a las personas. El primero de ellos es la forma. Las formas que toman los objetos en términos de morfología y decoración son cruciales para las influencias que tienen sobre la gente y esto es donde comienzo. Quiero seguir a la forma a través de los efectos – los tipos de respuestas sensoriales y emocionales que provocan los objetos son la clave de su poder social. Entre la forma y el efecto interpondré dos términos extras – genealogía y origen. Gran parte del debate alrededor de la Gran Bretaña romana se refiere a cuáles de las formas de las cosas materiales eran novedosas y cuáles no, así acerca de cómo la novedad era introducida y tratada. Al mirar hacia la genealogía, estaría tentado de usar un término, como descendencia con modificación, si pudiera despojarlo de sus connotaciones darwinianas. Lo que estoy buscando es la historia de los objetos, en el reconocimiento que su historia era usualmente importante para sus efectos. Las cosas en la Gran Bretaña romana tienen historias complejas, como veremos, con algunas formas que derivan de complejos de artefactos encontrados dentro de Bretaña (y áreas adyacentes) con otras que portan un estilo mediterráneo más reconocible, pese a que usualmente refractaban otros universos estilísticos, principalmente aquellos en Gaul. Seguiré brevemente las líneas de descendencia de algunos objetos y sus modificaciones para pensar cómo estos pueden haber influido a la gente en Gran Bretaña alrededor del cambio del milenio. La contraparte geográfica de la noción histórica de genealogía es la de origen. Los arqueólogos de la Bretaña romana han construido un conocimiento impresionante de los lugares donde fueron hechos los artefactos y las rutas a través de las cuales eran comercializadas las cosas. Y estos conocimientos de orígenes y comercios son integrales para el modo en que hoy son interpretados los artefactos. Por ejemplo, la alfarería Samiana, una cerámica de esmalte rojo común en la Bretaña romana, sabemos que era hecha en el centro y sur de Gaul y esto es lo que la hace romana a nuestros ojos (pese a ser Gauliana). La naturaleza romana de lo Samiano usualmente es tomada como segura y su dispersión a través de la Gran Bretaña rural es tomada como un marcador de la dispersión de la influencia y cultura romana. Tenemos que ser conscientes que esto no es necesariamente la significancia que tenía para la gente en la Bretaña romana. La naturaleza ubicua que de lo Samiano podría haber significado que fue rápidamente internalizada como local, más que foránea. Daniel Miller (2002) señala el mismo punto con el título de su artículo “Coca-Cola: una bebida dulce negra de Trinidad”. La discusión de la origen es un cuento con moraleja sobre los peligros de prejuzgar lo que era visto como romano y lo que no en la Bretaña romana, donde es mejor empezar con la naturaleza de la distribución de material, en lugar de proyectar nuestro conocimiento de los orígenes en las poblaciones de hace 2000 años. Las formas de los objetos tienen efectos sobre las personas, pero sólo cuando se modulan a través de historias de descendencia y modificación y nociones de origen o procedencia. Voy a trazar algunos linajes de los objetos en la Bretaña romana. FORMA Una característica notable de las formas de las cosas desde la Edad de Piedra tardía al período Romano-británico es su promiscuidad. Los objetos de materiales plásticos, tales como vasijas o 5

de metal, asumen una gran cantidad de formas bajo la influencia de objetos de muchos lugares diferentes. Los objetos en Gran Bretaña estaban especialmente influidos por sus primos en la Galia y esto es particularmente cierto de las ollas y fíbulas (pines de seguridad de metal utilizados para mantener junta la ropa), y veremos algunas de estas complejas influencias en la siguiente sección sobre la genealogía. Un escenario especialmente complejo de cualidades formales que afectaba a las personas fue el ambiente construido y el paisaje. Ha habido un debate considerable sobre la manera en que las nuevas formas constructivas, tales como villas, eran marcas, bien de romanización o bien de la resistencia nativa, aunque menos preocupación por los efectos sensoriales y emocionales que los nuevos tipos de edificios en nuevos paisajes podrían haber tenido en los sujetos humanos. El trabajo provocativo de Smith (1978, 1987) sobre las villas mira a la sustitución de casas redondas por villas, lo que parece un cambio dramático. Sin embargo, Smith argumenta, esto encubre una continuidad de la forma social a través de la familia extensa que se convierte en visible a través de un análisis cuidadoso de las villas. En opinión de Smith, los principios del canon clásico de la arquitectura son sistemáticamente violados para dar cabida a dos o más unidades familiares. Estos principios incluyen una simetría de la elevación y el plan, la planificación del sitio en su conjunto a través de figuras geométricas regulares basadas en el ángulo recto, un fuerte énfasis en un enfoque axial central y una agrupación monumental de los edificios (Smith, 1978, p. 150). Las tres alas de la villa Chedworth, que no están alineados en ángulos rectos, están marcadas por un santuario en el límite entre dos de las unidades y elegido por entradas desalineadas indicando tres familias, una en cada ala, disfrutando de propiedad múltiple. En lugar de un vistazo en los acuerdos sociales, que podría haber generado la forma de los edificios, observemos cómo las formas de los edificios podrían haber animado a cambiar o a la continuidad en la acción humana. Debemos recordar que cualquier forma de edificio es una amalgama de una serie de elementos, algunos de los cuales pueden tener mayores exigencias que otros. De redondas a rectangulares parecen formas construidas muy diferentes, pero pueden haber sido transposiciones sistemáticas en el uso del espacio, como es explorado por los que discuten el cambio de la casa redonda a la sala rectangular aislada. Ambas formas tienen un espacio central abierto (muchas divisiones en las salas son tardías en la historia de la estructura), con la áreas más privadas detrás de la cubierta apoyada en todo el perímetro (Millett, 1990, p. 201). Taylor (2001) ha estudiado la región de East Midlands de Inglaterra, donde hay es una variedad de estructuras domésticas entre el primer y el siglo IV d.C. (Fig. 2). En el sur y el oeste de esta región las casas redondas son construidas o de madera (en un estilo aparentemente de la Edad del Hierro) o con cimientos de piedra (una novedad del período romano-británica). Estas existían al lado de casas rectangulares, construido de materiales "Romanos", como piedra y azulejo, con una serie de pilares que sosteniendo el techo que ayudó a diferenciar un área común de más áreas periféricas domésticas. En el noreste de la zona había una continuidad en las casas redondas de madera hasta el comienzo del segundo siglo, cuando éstas se complementaron con edificios aislados. En el siglo tercero final y el cuarto estas salas aisladas fueron re-ordenadas a través de la creación de habitaciones separadas para diferentes actividades, haciéndose eco en sus decoraciones, pisos y dispositivos para la calefacción de las villas que también existían en la zona. El hilo de continuidad para el resto de los demás edificios distintos a las villas fue la del hogar en el espacio central (Fig. 3), como es la combinación de las actividades artesanales y agrícolas, llevadas a cabo bajo un mismo techo. Se podría decir que las demandas del hogar y las obligaciones que imponía a la gente continuaron a través de este período, formando un punto central alrededor del cual fueron construidas y utilizadas las formas arquitectónicas. La sala aislada conservó el dominio del

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hogar y de la división entre lo público central y el perímetro de espacios privados, a pesar del cambio más aparente de redondo a ortogonal.

Fig. 2. La distribución de las tradiciones arquitectónicas Romano-Británicas en East Mindlans de Inglaterra (  = edificios aislados,  = casas redondas de piedra,  = casa redondas de troncos, ∆ =construcciones de piedra tipo fila; = otras formas de construcciones de madera) (según Taylor 2001, Fig. 13)

Al analizar el entorno construido puede verse fácilmente el tipo de obligaciones que las cosas ponían sobre la gente, creando entornos en los que nacían los niños y eran socializadas, internalizando un conjunto de normas espaciales y sociales, cuyo poder estaba en el hecho de que eran inconscientemente obedecidas, en lugar de ser enseñadas formalmente. Taylor (2001, p. 52) también señala el punto que tenemos que examinar con más detalle los paisajes en los que estos diversos edificios se asentaron, a fin de comprender toda la gama de continuidad y cambio, así como los conjuntos claves de obligaciones impuestas a las personas por el mundo material en el que vivían sus vidas cotidianas. Esto complica la noción de Gell del dominio inter-artefactual de una manera interesante – algunos de los elementos menos evidentes de la forma puede tener efectos permanentes e importantes. A partir del siglo I antes de Cristo y en aceleración en el siglo siguiente hay una plétora de nuevos arreglos espaciales y sociales. El último siglo a.C. fue testigo de la aparición de oppida* *

Un oppidum (del latín n. oppidum, pl. oppida: lugar elevado, fortificación) es un término genérico que designa un lugar elevado, una colina o meseta, cuyas defensas naturales se han visto reforzadas por la intervención del hombre. Los oppida se establecían, generalmente, para el dominio de tierras aptas para el cultivo o como refugio fortificado que podía tener partes habitables. En el continente y, particularmente, en Galia, algunos oppida pueden

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S = superficie H = fogón F = horno C = secador de granos P = pozo Hy = hipocausto B = baño M = mosaico

Fig. 3. Diagrama esquemático de la ubicación de los elementos arquitectónicos con (a) edificios de la Edad de Hierro tardía a Romano-británicos tempranos, (b) edificios aislados del segundo a tercer siglo, y (c) edificios aislados "desarrollados" del siglo tercero a cuarto (según Taylor, 2001, fig. 14)

en Gran Bretaña, ellos mismos conocidos muy imperfectamente, pero logrando nuevas acumulaciones y arreglos de las personas. Silchester (que se convirtió en la capital de la civitas romana de Calleva Atrebatum) fue fundada entre el 20 y el 21 a. C. antes de la invasión de Claudio y tenía tanto edificios rectangulares como uno de planta ortogonal desde el principio, características que anteriormente sólo se pensaba que llegaron con la invasión romana. El carácter generalizado de estas nuevas formas de la arquitectura se insinúa en los planes similares en Heybridge y posiblemente también en Abingdon. El Silchester Claudino fue

ser considerados como las primeras formas de "aldeas" o como centros "proto-urbanos" de la Europa bárbara. (http://es.wikipedia.org/wiki/Oppidum) [N. del T.]

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colocado sobre un eje este-oeste, a unos 45o del eje sureste-noroeste de la Edad de Hierro tardía (Creighton, 2000). Desde el primer siglo AD la variedad existente de disposiciones vio la adición de los campamentos militares, las ciudades de diferentes tamaños y funciones, sitios rituales grandes y villas. En ninguna región hubo una gran variedad de asentamientos y tipos de casas, redondos y rectangulares, aunque las excavaciones se han concentrado en los más evidentemente "romanos" de estos. Tampoco hay que insistir demasiado mucho en dos dimensiones, pensando en la organización del espacio en términos de planes. Los nuevos materiales de construcción de piedra, ladrillo y baldosas se extendieron gradualmente durante el siglo I d.C., creando un universo sensorial diferente. El olor, los sonidos y la apariencia de los edificios cambiaron, creando mundos sensoriales anteriormente desconocidos, ayudando a crear sujetos humanos de nuevos tipos y añadiendo valores imprevistos a los materiales más antiguos de madera, paja y barro. Los ritmos temporales de la vida también jugaron de manera diferente, con edificios de ladrillo o de piedra que requieren más mano de obra inicialmente, pero con mayor durabilidad a partir de entonces. Los ambientes construidos de la Edad de Hierro final y Romano-británico temprana crearon nuevas compartimentaciones, ya que algunos espacios se dividieron con más precisión que antes en las nuevas casas de villa y en los espacios urbanos. La vista y el movimiento fueron dirigidos más por los caminos y las formas arquitectónicas, aunque estas instrucciones podría verse alteradas de diversas maneras (Laurence, 1999). El conjunto total de las transformaciones del espacio son de interés, como es la lógica de pasar de una forma a otra, como la que existe entre la casa redonda y sala aislada. Los ciclos temporales que participaban en la transformación de la tierra en ladrillo y el ladrillo en la construcción y, finalmente, de nuevo, se pueden comparar y contrastar con la temporalidad de las formas anteriores de la construcción. Tenemos que comprender el universo total de los espacios que componen el entorno doméstico, circular o rectangular, madera o piedra, y las interacciones complejas de forma, de manera tal de lograr un sentido del espectro completo de efectos creados por la novedad y la continuidad.

GENEALOGIA Como se mencionó anteriormente, la noción de la genealogía nos permite explorar dos preguntas - ¿cómo interesa la historia y qué aspectos de la continuidad buscamos?, ¿cómo cosas de diferentes orígenes e historia son juntados para formar una forma de vida con cierta lógica y coherencia? Vamos a ver la genealogía de los objetos individuales, pero también las prácticas que fomentan y permiten. Comencemos con los objetos de metal. Las Edades de Hierro temprana y media vieron la producción y el uso de objetos con gran virtuosismo, como los torques, espadas y escudos, que estaban directamente unidos al cuerpo de un individuo poderoso. Muchos de estos artículos de metal estaban ricamente decoradas con los motivos conocidos colectivamente como "el arte celta" (Jope, 2000). Desde alrededor de 100 a.C., la naturaleza del adorno personal cambió, con una disminución en los grandes objetos llamativos y la producción mucho mayor y el depósito de objetos personales más pequeños, como fíbulas, utilizadas para mantener unida la ropa. Las fíbulas habían sido encontradas en Gran Bretaña desde la Edad de Bronce tardía, por lo que a finales de la Edad del Hierro estos eran objetos antiguos y bien conocidos, aunque bien conocidos por su capacidad para cambiar con el tiempo. El aumento marcado de fíbulas desde el 100 a.C. se ha denominado el "horizonte de eventos fíbula" (Hill, 1995, 1997) y se encuentra en todas las

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clases de sitios, desde los pequeños asentamientos rurales, como Gussage Todos los Santos, a los grandes asentamientos aglomerados (Bagendon) o santuarios (Hayling Island). Las fíbulas se utilizaron para mantener la ropa junta, pero también, como las monedas, eran objetos pequeños muy útiles para ser utilizados para testimonios deliberadas. Las fíbulas tienen una serie de linajes que trazan sus desarrollos estilísticos, cambiando de una manera que está en sintonía con la idea Gell (1998, p. 218) del principio de la menor diferencia en la que cada nueva forma es creada por pasos que involucran la mínima alteración posible de ejemplares anteriores, pero en consonancia con el establecimiento de una diferencia entre ellos. Las fíbulas tienen linajes complejos (Fig. 4). Muchos tipos de prendedores fueron compartidos con el continente y tuvieron un origen allí. Las importaciones en el Reino Unido a menudo tuvieron el efecto de la creación de nuevos tipos locales a imitación de las formas continentales. Gran Bretaña, de hecho, pasa por una alternancia de períodos de producción local (por ejemplo, el período de AD 69-96) o de importación en masa (siglo III d.C.) (Bayley y Butcher, 2004). Los materiales cambiaron y variaron, con el latón que se introduce en la época romana como complemento del bronce, de manera que el aspecto básico del broche habría variado debido al material del que se hizo, los efectos resaltados con una mayor gama de decoración, tales como esmaltado. Sin embargo, detrás de todas estas variaciones, podemos ver algunas diferencias regionales, con el norte y el este produciendo broches más elegantes, utilizando el latón con más frecuencia, en oposición a las formas más simples de bronce en el sur y al oeste (Bayley y Butcher, 2004, p. 207). Los objetos, como las monedas, que a menudo tenían la cabeza y el nombre de un gobernante de la Edad de Hierro tardía en adelante, son vistos como ítems políticos, que ayudan a crear y definir organizaciones políticas. También puede ser que la regionalidad de los broches tuviera efectos similares aunque menos definidos, creando gente como miembros de grupos, una membresía que portaban en sus pechos. Muchas tras clases de objetos metálicos pequeños tienen genealogías complejas y de larga vida, tales como equipos de aseo (cucharas oído, limpiadores de uñas y pinzas), elementos que se encuentran a partir de finales de la Edad del Bronce. Estos se encuentran en grandes números a partir del siglo I a. C., con marcadas variantes regionales y presagian un interés en una mayor apariencia exterior, presumiblemente relacionado con cuestiones de identidad y género (Hill, 1997). Para complicar aún más las cosas, dentro de la Época romana aparecieron nuevos tipos de artefactos, haciendo un enlace con las técnicas más antiguas y las formas. Famosamente, los broches Dragonesque, apareciendo en la época Flavia (69-96 d.C.) hacen uso de esmaltes y una forma (la deslavazada de desplazamiento), que se deriva de las formas de decoración de la Edad del Hierro tardía. Estos fueron también grandes broches haciendo declaraciones políticas y desempeñando un papel en las formas de resistencia en el norte de Gran Bretaña (su centro de gravedad) a la expansión de la dominación romana (Jundi y Hill, 1998). Su instalación dentro de un espectro más amplio de tipos de prendedor y materiales podría arrojar luz sobre estos objetos sutiles y ambiguos, cuyos efectos habrían sido complicados y contextuales. La naturaleza de la depositación de estos pequeños objetos indica una serie de pequeños depósitos de individuos o grupos familiares. Esto contrasta con los grandes depósitos basurales de la Edad de Bronce y principios de la Edad de Hierro, donde grandes cantidades de hueso (animales y humanos), la cerámica y el metal eran depositados en sitios como Potterne, East Chisenbury y All Cannings Cross(Lawson, 2000; Needham y Spence, 1997). Estos grandes depósitos se encuentran ocasionalmente en el período romano-británico, pero, mucho más

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Fig. 4. Un desarrollo histórico de la fíbulas británica desde la Edad del Hierro temprana al período Romano-británico (según Haselgrove, 1997, Fig. 8.1)

comunes a partir de finales Edad del Hierro, son sitios con muchas monedas, broches, equipos de aseo y otros pequeños hallazgos. Gary Lock y yo hemos estado excavando uno de dichos sitios en Frilford/Marcham, donde hay evidencia de los recintos la Edad de Hierro y las grandes

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estructuras circulares seguido de un templo romano-británica, el anfiteatro y otros grandes edificios públicos que han producido un gran número de monedas, fíbulas y equipos de aseo de todos los períodos comprendidos entre el primero y los siglos IV a.C. (Gosden y Lock, 2003). Estos grandes complejos religiosos se encuentran en una cantidad de regiones, como la isla de Hayling en Hampshire, o Gosbecks en el Complejo de Colchester. Sin embargo, esto no debe distraernos del hecho de que grandes cantidades de depositación deliberada de animales y objetos pequeños se llevó a cabo en las ciudades, como Silchester o Londres, o en fuertes como Newstead en Escocia (Fulford, 2001). Como deja claro Fulford, la depositación Romanobritánica representa una clara continuidad con prácticas de finales (y posiblemente incluso a principios), de la Edad de Hierro. Cantidades mayores de material y mayores tasas de deposición caracterizan a sitios de todos los tipos desde la Edad de Hierro tardía hasta el periodo romano-británico y una vez más este patrón de depositación necesita ser apreciado como un todo en vez de dividir los sitios rituales fuera de la más domésticos. Por último, la cerámica tenía formas extraordinariamente complejas de genealogía. Alfarerías Galo-belgas del siglo I antes de Cristo se derivan de una mezcla de influencias tanto locales de la Galia como del Mediterráneo. Los platos, tazas y vasos Galo-belgas fueron rápidamente imitados en Gran Bretaña en las pastas locales y los colores naranja y rojo locales (Fig. 5). Al mismo tiempo, la influencia de los jarrones de bronce y jarras de cerámica y vasos de esquisto se hicieron eco en los jarrones de pedestal que se encuentra en Hertfordshire. "Así, podemos ver la disposición de los ceramistas británicos a adoptar, adaptar y mezclar formas y técnicas de muchas fuentes - un proceso que continúa vigorosamente en la época romana "(Tyers, 1996, p. 55). La capacidad de los diferentes materiales, formas y acabados para imponerse sobre la gente muestra la verdadera promiscuidad de la cerámica que actúa como un nexo de las influencias provenientes de muchas partes del mundo de los objetos, transformando algunos de los efectos de la pizarra, el metal y, posiblemente, la madera en arcilla. Las genealogías de objetos y prácticas son extraordinariamente complejas a partir del siglo I antes de Cristo en adelante, incluso cuando se consideran las clases individuales de objetos, y mucho menos tratando de pensar los vínculos entre los objetos y la forma en que se reunieron.

ORIGEN

Falta completer la traducción

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Fig. 5. Alfarería Galo-Belga. Escala 1:4 (según Tyers, 1996, Fig. 198).

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