Gestión de recursos hídricos por cuencas hidrográficas: porque rebatirla?

July 25, 2017 | Autor: Gisela Pires Do Rio | Categoría: Political Economy, Regional development, Economic geography (Geography) (Geography)
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Descripción

Gestión de recursos hídricos por cuencas hidrográficas: porque rebatirla? Gisela A Pires do Rio

Introducción

En el 2007 se cumplen diez años de la promulgación de la Ley 9433, o Ley de Aguas, que en Brasil define la Política Nacional de Recursos Hídricos. Más que un marco legal para la utilización de los recursos hídricos, esa ley definió un nuevo pacto institucional para el sector, representado por el Sistema Nacional de Gestión de los Recursos Hídricos (SNRH). A lo largo de ese periodo se percibe que persiste cierta dificultad para la implementación de varios puntos, tal y como los comités de cuencas hidrográficas, la ampliación de la participación de representantes de la sociedad civil en los respectivos comités y la propia definición de la titularidad, la cual es condición para definir las concesiones de servicios de acueducto y alcantarillado. Una particularidad del nuevo marco legal se refiere a la creación de agencias reguladoras estatales sectoriales. En tanto los sectores como energía eléctrica, petróleo y gas, telecomunicaciones, aviación y transportes terrestres encontraron los parámetros para el funcionamiento de los servicios en las agencias reguladoras sectoriales; los recursos hídricos son responsabilidad de la Agência Nacional de Águas (ANA). De manera diferente a las demás agencias, la ANA tiene por función regular los múltiples usos de las aguas de dominio de la Unión, pero no los servicios que le son asociados. Una de sus atribuciones es estimular la creación de comités y agencias de cuenca y órganos de gestores de recursos hídricos. El caso de los recursos hídricos registra inclusive una otra particularidad: Es el único sector cuya base espacial, la cuenca hidrográfica, fue institucionalizada para su gestión. El argumento central de este trabajo puede ser expresado sintéticamente en los siguientes términos: el proceso actual de gestión de recursos hídricos en Brasil encuentra dificultades en su implementación en lo que respecta a las relaciones entre instituciones, organizaciones y territorio. La gestión de aguas presupone, a nuestro entender, considerar que la estructura espacial y los padrones espaciales resultantes de

las interacciones entre organizaciones y territorio no pueden ser circunscritas a un único plan espacial. De que manera evolucionó la adopción de la cuenca hidrográfica como una unidad espacial para el planeamiento y la gestión de los recursos hídricos? Qué implicaciones tiene para el territorio, institucionalizar unidades espaciales? Es posible la descentralización propuesta por la ley, tomando como base para la participación una región natural? Nuestra hipótesis es que diez años después de la implantación del sistema de gestión de recursos, la cuenca hidrográfica es confrontada por otros territorios que se constituyen siguiendo lógicas distintas y además ha favorecido muy poco la deseada descentralización. Existe, detrás de esas cuestiones, una discusión que no será, de ninguna manera agotada en este trabajo, sobre los riesgos de instrumentalizar la cuenca hidrográfica. Al asumir que la instrumentalización constituye un modo de privilegiar agentes económicos en un espacio específicamente regulado, podemos preguntarnos sí esos espacios, regulados e institucionalizados, no están tornándose en un mecanismo mediante el cual se refuerza el control que ciertos grupos tienen sobre el acceso al agua.

Las modificaciones introducidas por la Ley Nacional de Recursos Hídricos

Las recientes mudanzas institucionales en Brasil tienen como marco la Constitución de 1988 que estableció, para los recursos hídricos, la figura de dominio de las aguas de superficie. Esta alteración constituye una importante modificación en relación al Código de Aguas de 19341, que admitía la coexistencia del dominio público y privado, aunque asegurara el uso gratuito del agua para las necesidades vitales. El reconocimiento del agua como recurso finito quedo implícito en la formulación de la Ley 9433 de 1997, la cual instituyó la Política Nacional de Recursos Hídricos y además creó el Sistema Nacional de Recursos Hídricos. La propia Política Nacional de Recursos Hídricos establece que el control del volumen potencial de agua para uso en las diversas regiones, pasa a depender de una instancia de ámbito nacional. Así, el Sistema Nacional de Recursos Hídricos fue creado a fin de asegurar cuatro objetivos:

1

Además del Código de Aguas, encontramos referencias a las condiciones de los recursos hídricos en la Política Nacional de Medio Ambiente, instituida por la Ley 6938 de 1981, que al considerar el agua como recurso natural, la integraba al patrimonio público.



Reducción de la centralización del sistema de gestión.



Apertura del proceso de decisión.



Arbitraje en situaciones de conflicto de intereses, resultantes de la confluencia de múltiples usos de la cuenca hidrográfica y



Reducción de la tensión entre cantidad y degradación de la calidad del agua.

El nuevo pacto institucional propició, así, la implantación del Sistema Nacional de Recursos Hídricos (SNRH), concebido dentro de la Política Nacional de Recursos Hídricos. Esta política, definida en la Ley Federal No 9433 y sancionada el 8 de enero de 1997, adopta cinco principios fundamentales: 

la cuenca hidrográfica como unidad de planeamiento,



múltiples usos del agua,



el reconocimiento de que el agua consiste en un bien finito y vulnerable,



el reconocimiento de su valor económico y



la gestión participativa y descentralizada. Detrás de esos principios se perciben dos propiedades específicas: la no

exclusión y asociación de usos. La no exclusión se refiere a la categoría de bienes de consumo colectivo en la cual el agua está inserida. Sin embargo, se nota que la no exclusión de bienes de consuno está apoyada en una unidad espacial trasformada en territorio por la orientación estratégica prevista en la ley; como una atribución de la Agencia Nacional de Aguas (ANA) en la esfera federal, y de los Comités y las Agencias de Cuencas en los niveles estaduales y municipales. En lo que respecta a los múltiples usos del agua, el número relativamente reducido de empresas de energía eléctrica, agua y saneamiento, tienen en su origen un problema de asimetría de informaciones. Los múltiples usos del agua confluyen y se apoyan en una estructura que aún esta bastante concentrada, principalmente, en el sector eléctrico, lo cuál conlleva a dificultar una representación equilibrada en los comités de cuenca. Así, la Ley 9433/97 propuso una descentralización de la gestión de recursos hídricos y el establecimiento de organismos de la gestión que asumieron la denominación de Comités de Cuenca y Agencias de Cuenca. En cuanto los comités, compuestos por representantes de los tres niveles de la administración pública (federal, estadual y municipal), usuarios y organizaciones de la sociedad civil son considerados como esferas de mediación en los conflictos, las agencias son órganos técnicos de

ejecución. Ambos están, como la propia denominación lo indica, expresamente vinculados a una unidad espacial, la cuenca hidrográfica, que los fundamenta y circunscribe en su formación y actuación.

Antecedentes de la gestión por cuenca hidrográfica

La utilización de cuencas hidrográficas con fines de planeamiento, ha sido discutida en la geografía al menos desde mediados del siglo XX (Preston, 1942;White ([1957] 1986). En líneas generales, pueden ser evidenciados tres aspectos que caracterizan la evolución de su utilización. Primero, la cuenca hidrográfica como sistema natural recibió, fundamentalmente, la atención de ingenieros cuyo compromiso era básicamente con el control del flujo de agua o desvío de la misma. Segundo, esa noción asumió relevancia considerable en las décadas de 1930 y 1940 como unidad espacial capaz de articular planeamiento de uso del suelo y de los recursos hídricos. Los avances técnicos de electricidad, la creciente demanda por nuevas áreas agrícolas indicaban la necesidad de planear los diferentes usos (transporte, hidroelectricidad, irrigación) y alimentaban la idea de transformar la cuenca en región económica. En gran medida, esa situación se reflejó muy bien en la experiencia americana de la Tennesse Valey Authory (TVA)2. La actuación de esa compañía constituyó uno de los principales ejemplos de instrumentalización de la cuenca hidrográfica3. Introducido en otros países, éste modelo representó la creación de una estructura institucional intermediaria para el planeamiento con miras al desarrollo regional. El tercer aspecto se refiere al hecho de que aunque la cuenca hidrográfica perdiera en gran manera su función para el planeamiento regional, ella permanece como unidad espacial para la organización del sector eléctrico. Esto se da principalmente en aquellos países que implantaron una política de expansión de la oferta de energía hidroeléctrica, como el Brasil. Así, de referencia para el planeamiento regional, la cuenca se tornó referencia para el planeamiento sectorial. 2

La reconfiguración de las estructuras públicas que caracterizan el New Deal norteamericano creó formas institucionales específicas apoyadas en agencias que, aunque públicas en su control y propiedad, actuaban de modo independiente y se apropiaron de extensas regiones. 3 Las políticas de la TVA, se tornaron cada vez más conservadoras y apartadas del New Deal en medida que el consejo de administración fue siendo progresivamente ocupado por representantes de intereses conservadores. Así la TVA practicó discriminación contra negros, entró en conflicto con otras agencias del New Deal, y varias políticas inicialmente planeadas para proteger el interés público contra intereses fueron revertidas (Selznick, 1949).

La experiencia brasilera en la adopción de unidades naturales para el planeamiento y gestión de recursos hídricos es contemporánea de la TVA. El ejemplo del Valle del río São Francisco puede ser destacado. En 1984 fueron creadas dos empresas que desde entonces desempeñan un importante papel en la gestión de los recursos hídricos: La Companhia de Desenvolvimento do Vale do São Francisco (CODEVASF)4 y la Companhia Eléctrica do São Francisco (CHESF). Esas empresas se tornaron las principales organizaciones de control de recursos hídricos en una de las cuencas más importantes del país. Las compañías representan, sintéticamente, una “división del trabajo”: corresponde a la CODEVASF la implantación de perímetros irrigados, mientras que a la CHESF se encarga de la producción y distribución de la energía eléctrica. El énfasis del planeamiento reforzaba la utilización del valle, y no de la cuenca hidrográfica, como base para el planeamiento y desarrollo de una región económica, en tanto que el planeamiento sectorial privilegiaba el régimen del curso del río. Lo que nos interesa aquí es evidenciar que, de modo concomitante, esas dos organizaciones legitimaron, de cierto modo, la orientación sobre el uso de los recursos hídricos y constituyeron posteriormente, obstáculos a la formación de comités de cuenca. Una segunda experiencia que merece ser recordada se refiere a la creación, en 1968, de la Comissão do Vale do Paraiba do Sul (CVAP) que tenía por objetivo promover la integración y racionalización de los recursos hídricos del río Paraiba do Sul (Brasil-Francia, 1997). Sin obtener éxito como instancia mediadora de los conflictos que allí surgieron, la comisión adquirió, en 1974, el estatus de Comitê Executivo de Estudos Integrados da Bacia Hidrográfica do Rio Paraiba do Sul (CEEIVPA) (Moura, 2006). De manera distinta a la acción de la CODEVASF, las acciones del CEEIVAP se encontraron en la realización de estudios técnicos sobre el comportamiento del lecho del río, criterios para el licenciamiento de unidades industriales5, encajamiento de los cuerpos de agua y la elaboración de planos directores de irrigación y macrozonificación de la cuenca (Moura, 2006). En los años ochenta, dentro de las influencias externas que confluyeron para orientar el sistema nacional de gestión de los recursos hídricos e institucionalizar la 4

Instituida en 1948 como Comissão do Vale de São Francisco, transformada en 1967 en la superintendencia ligada al antiguo Ministerio del Interior, la CODESVSF fue, en 1974, transformada en empresa pública. Desde 2000, su área de actuación engloba, además de la cuenca del São Francisco, la cuenca de Paranaíba, alcanzando un área de 930.000 km2. 5 Aspecto importante, una vez que en ese periodo se iniciaba una expansión significativa de industria a lo largo del valle

cuenca hidrográfica, la cooperación Francia Brasil fue significativa. En el modelo francés, la gestión de los recursos hídricos tiene como característica la organización de agencias siguiendo cuencas hidrográficas desde 1964. Cada cuenca envuelve, obviamente,

un

número

diferente

de

regiones,

departamentos

y

comunas

(municipalidades). Desde aquella época, la principal función de la adopción de cuencas se constituyó en racionalizar el uso, la cantidad de agua disponible para cada categoría de consumidor (residencial, comercial e industrial)

y asegurar la calida del agua

consumida. Más que órganos exclusivamente técnicos, las agencias congregan las funciones de financiamiento directo de apoyo (proyectos de ingeniería en redes de distribución y de saneamiento, de educación ambiental, de conformidad con las normas ambientales nacionales y europeas) y asistencia a las diferentes municipalidades integrantes de una misma cuenca en lo que atañe a la gestión de los recursos hídricos (protección y preservación de los recursos, prevención de contaminación por diversas fuentes de polución, acceso al recurso y conocimiento del medio). Además, la agencias son por excelencia el espacio de negociación para los conflictos entre los actores integrantes de la misma cuenca. El resultado de la realización de ese convenio fue la Ley 9433 de 1997. La cooperación técnica propuso la creación de comités y agencias de cuenca. El primero como espacio de negociación y la segunda para el control de los recursos financieros provenientes del cobro por el uso del agua, que en Paraiba do Sul, entró en vigor en 2003 (Brasil-Francia, 1997; Moura, 2006). Para ello hubo una transformación del antiguo comité, identificado actualmente por la sigla CEIVAP6. En su origen, las cuencas hidrográficas y la agencias de agua guardan estrecha relación con la constitución de monopolios regionales explotados por grandes compañías de electricidad y con la disputa por el control de las cuencas con mayor densidad de usuarios de gran porte. (Barraqué, 2000). El reducido grado de conexión entre las redes de abastecimiento de las diferentes compañías favorecería la formación de monopolios regionales. No se trata aquí de vincular las dificultades, conflictos y disputas en torno de los recursos hídricos exclusivamente a la introducción del modelo francés de agencias y comités de cuencas. Había experiencias anteriores que de algún modo permitieron abrigar en aquel periodo, las ideas trabajadas por el convenio de cooperación técnica 6

Como primer comité en implantar una agencia de cuenca e instituir el cobro por el uso, el CEIVAP es considerado como una referencia para el país.

Brasil- Francia. En las mudanzas provocadas por las reformas institucionales iniciadas en 1988 y, posteriormente, con la creación de agencias reguladoras de los servicios concedidos, la cuenca hidrográfica parece haber ganado vida propia. La idea de fijar la cuenca hidrográfica en el cuerpo de la ley encontró receptividad en el país, y desde entonces, se tornó la unidad de planeamiento o mejor, el espacio específico para la gestión de los recursos hídricos. La perspectiva adoptada en aquel momento difirió un poco del tradicional planeamiento de la oferta, para incluir usuarios e representantes de la sociedad civil con los objetivos de administrar mejor el flujo del agua, los recursos financieros resultantes del cobro y promover la descentralización de la gestión.

La instrumentalización de la cuenca hidrográfica

Un examen cuidadoso de la bibliografía relacionada con el modelo nacional de gestión de aguas, revela una tendencia a considerar la cuenca hidrográfica como un elemento facilitador de la articulación entre agentes y también como dispositivo capaz de limar asperezas, y de modo más contundente, actuar en la resolución de los conflictos (Salati et al. 1999; Dourojeanni et al, 2002: Barth et al, 1987). Inclusive se le atribuye el favorecer una gestión participativa (Abres y Keck, 2004). Esos estudios otorgan gran importancia a la cuenca hidrográfica y tienden a considerarla como entidad sociopolítica y espacio específico de gestión. En la representación de un plano continúo separado por divisores reside un aspecto peculiar de esa limitación que impone la cuenca hidrográfica. Todos los agentes llamados a integrar el comité pasan a pertenecer a un plano, un polígono cerrado definido por los límites de la cuenca. Los agentes, así como los recursos, están dentro de los límites de la cuenca, por lo tanto, los usos y las decisiones son, por extensión, comandados por una representación binaria del espacio. Los “lugares, territorios y zonas de influencia disputados por distintos medios y diferentes fuerzas no son abstractos. Son conjuntos geográficos donde se manifiestan disputas, herencias históricas, y donde se entrecruzan las vías de circulación” (Lacaste, 2003: 192). Al mismo tiempo, las compañías de agua y alcantarillado, las empresas de ingeniería responsables por las obras hidráulicas, las agencias de cuenca y de regulación, las empresas de gran consumo de agua, las compañías generadoras de electricidad y los productores agrícolas que dependen de la irrigación son tributarios de

la conexión entre lugares y el conjunto de reglas que aseguran el funcionamiento de un sistema de abastecimiento y de distribución. Estarían los límites indiscutibles y estables de las regiones naturales, adecuados al funcionamiento del sistema? En otros términos, el reconocimiento de un territorio inmutable y socialmente fundador puede atribuir a cualquier grupo de interés una naturalidad territorial fundadora de las acciones políticas (Bourdain, 2001) que diverge sustancialmente de los presupuestos de descentralización y participación expresados en la PNRH. Podríamos suponer que varias unidades espaciales serían apropiadas para la gestión de los recursos hídricos: no sólo las unidades político-administrativas de la federación, sino también aquellas que se configuran como unidades de organización y manifestación de poder o que emergen de la lógica de las actividades productivas, como las regiones, las redes y mallas, por ejemplo (Pires do Rio, 2006); las cuales organizan acciones colectivas, sistemas de cooperación y negociación, revelan conflictos y tensiones y no están limitadas por un espacio definido por la ley. Esas observaciones nos llevan a introducir la noción de red, así sea de modo muy sintético. El concepto se refiere a realidades distintas y no siempre pueden ser interpretadas en un único sentido. La perspectiva adoptada en este trabajo considera la red como elemento sustantivo de la organización y de la gestión del territorio de la cual la gestión de los recursos hídricos hace parte. Podemos distinguir

las redes como estructuras que direccionan flujos; son

consideradas como redes técnicas las ferrovías, las autopistas, las conexiones electricidad y el abastecimiento de agua, por ejemplo. Las redes, en su definición más circunscrita, constituyen un conjunto de lugares geográficos conectados en un sistema por un cierto número de ligaciones (Kansky, 1963). Los lugares geográficos son referencias concretas colocadas en relación e interacción, más o menos intensas y frecuentes, por las redes, donde están necesariamente diferenciados entre sí, y principalmente por la posición que ocupan en la red. Así una red es esencialmente una estructura de diferenciación de los lugares que puede conferirles una posición estratégica más o menos duradera y un modo de organización del espacio que privilegia la circulación sincrónica de productos, personas e información (Dupy, 1991). La red puede ser igualmente comprendida como una forma de inscripción de poder sobre el espacio, se trata, en ese caso, de un espacio de relaciones que funda nuevas territorialidades (Raffestin, 1981). En ese sentido, la red puede ser un medio de apropiación de territorio.

Toda cuenca hidrográfica comporta una red fluvial cuyo diseño puede ser, en mayor o menor grado, controlado morfológica e estructuralmente. El espacio técnicamente

organizado

por

redes

de

infraestructura

implica,

con

todo,

discontinuidades que se oponen a los espacios bien demarcados que caracterizan las regiones naturales. En razón de que las ciudades y las fuentes de aprovisionamiento son lugares distintos y distantes unos de los otros, la necesidad de conexión entre ellos debe garantizar la provisión continua, inmediata e instantánea de agua. Esa concepción implica un cambio en la comprensión de las estructuras que se superponen a la cuenca hidrográfica (Pires do Rio y Peixoto, 2001). Dos tipos de red técnica aseguran el acceso al agua. Las redes de acueducto respetan en gran medida la estructura dendrítica, en la cual la sucesión de canales jerarquizados consiguen que el agua de desplace siempre en el mismo sentido. En ese caso, los padrones de drenaje y de la red de captación tienden a aproximarse en lo que respecta al sentido de la circulación de agua. La reproducción de un patrón natural puede implicar, no obstante, algunos problemas: por cualquier razón, en caso de accidentes de contaminación, por ejemplo, el área de aguas abajo sufrirá, casi inmediatamente un corte de abastecimiento. Las mallas consisten en una estructura en red de mayor complejidad y fuertemente condicionada por densidades elevadas. Ellas corresponden a un sistema de circulación7 que de modo distinto a la estructura dendrítica, permite que el agua circule en diferentes direcciones en función de la variación de las demandas. La conexión entre esos dos tipos es fundamental para gestión del agua, pues asegura inmediatez e instantaneidad de acceso al servicio. Reconociendo el aspecto técnico contenido en esas estructuras, lo que llama la atención es el hecho de que alteran significativamente la posición relativa de los lugares. En otros términos, las características de un servicio en red transforman algunos lugares, aparentemente desprovistos de interés inmediato, en áreas de importancia estratégica en función de la posición que ocupan en la red. Las redes crean, así, la posibilidad de ultrapasar e abrir los límites físicos, los divisores como barreras que limitan la gestión de aguas a la cuenca hidrográfica. Ellas colocan lugares en relación a partir de la existencia de una infraestructura. Su proyección en el espacio significa la formación de lo que designamos anteriormente

7

Se trata de un sistema que articula puntos de presión distribuidos en diferentes lugares, permitiendo cambios en la dirección de la circulación del agua.

como superficie de regulación8 (Pires do Rio y Peixoto, 2001), es decir, espacios que sometidos al control y regulación de una autoridad pública, tienen la función de proveer servicios universales. La superficie de regulación puede ser caracterizada por limites más o menos precisos en su extensión que son constituidos en función de relaciones económicas y sociales. Esa característica se manifiesta principalmente en las situaciones de transposición o cuando se forman consorcios municipales en los cuales intervienen lógicas espaciales que demandan otras dinámicas de desarrollo. Los consorcios de municipios pueden constituir intereses distintos de los comités de cuenca, inclusive, en lo que respecta a la prestación de servicios de abastecimiento de agua. En ese caso, podría el comité interferir en las acciones y proyectos de los consorcios? Ese aspecto parece constituir una de las artimañas de la descentralización, tal y como lo propone el SNRH, pues las manifestaciones de rivalidades entre fuerzas que actúan en el interior de uno o de más territorios (Giblin, 2003) no obedecen a una superioridad mayor que la que hace mucho definió el camino natural de las agua en la superficie de la tierra.

Conclusión

El título de este trabajo tiene la intención de provocar el debate. Se asumió la posición e que la gestión de aguas moviliza diferentes estructuras y no puede ser limitada por una única unidad espacial. Institucionalizar la cuenca hidrográfica consiste, a nuestro entender, considerar que a esa unidad espacial le corresponde una organización política, económica y social que irá a comandar la gestión de los recursos hídricos. Detrás del argumento de que la cuenca hidrográfica consiste en la unidad espacial ideal “natural” para la gestión de los recursos hídricos, existe un significado político-institucional de aquello que efectivamente esta en juego. Centrada en la organización de comités y agencias de cuenca, ese tipo de gestión acaba por perder de vista las relaciones entre actores y entre unidades espaciales distintas en las cuales operan los agentes económicos y sociales. 8

La idea de superficie de regulación en correspondencia a los espacios políticos con fronteras bien delimitadas no puede ser considerada exclusiva en el mundo actual. No se trata, en este caso, de eliminar el poder de los Estados, pues para ser constituidas, tales superficies existen, incluso, por la negociación entre espacios soberanos que permiten agilizar los flujos económicos. En el plano interno de un Estado, esas superficies emergen en la formación y consolidación de un marco regulador para las actividades económicas cuya estructura presupone la existencia de redes técnicas (electricidad, telefonía, acueducto y alcantarillado, petróleo y gas, transportes) y de servicios ambientales .

La consideración de las redes como estructuras técnicas nos permitió suscitar cuestionamientos

respecto

de

la

complejidad

de

las

relaciones

espaciales.

Permaneciendo en el plano de la adopción de recortes naturales, podríamos indagar sí esa unidad sería igualmente representativa de las relaciones ecológicas y de los dominios fito-geográficos tan significativos para la manutención de las condiciones de reproducción de la vida. Por otro lado, cristalizar una unidad natural en ley puede reprimir las contingencias históricas y políticas a favor de un nivel ideal, puesto como natural, de descentralización, dejando, de ese modo, poca margen para formas de organización participativa que tienen por referencia otros espacios para expresar y construir sus proyectos territoriales. El propio sentido de la descentralización y del desarrollo local implican la posibilidad de múltiples combinaciones y de relaciones distantes y de proximidad. Por lo tanto, me parece útil, rebatir la institucionalización de la cuenca hidrográfica. Referencias Bibliográficas

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