Georg Simmel en “The metrópolis and the mental life” y Henri Lefbvre en “The Urban Revolution” y “El derecho a la ciudad”

June 6, 2017 | Autor: F. Mireles Alonso | Categoría: Henri Lefebvre, Georg Simmel, Antropologia Urbana
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COMENTARIO DE TEXTO – Georg Simmel en "The metrópolis and the mental life" y Henri Lefbvre en "The Urban Revolution" y "El derecho a la ciudad"
Francisco Javier Mireles Alonso – MAS COLSAN – Optativa Antropología Urbana – Dr. David Madrigal

Georg Simmel (1858-1918) fue un filósofo y sociólogo alemán. Su enfoque era neo-kantiano y se considera que sentó las bases del antipositivismo sociológico, haciendo la pregunta ¿qué es la sociedad? en referencia a la pregunta de Kant de ¿qué es la naturaleza?, y presentando análisis inéditos y pioneros sobre la individualidad y la fragmentación social. Simmel analiza los fenómenos sociales y culturales en términos de "formas" y "contenido" con una relación transitoria; desde el contenido, y viceversa, en función del contexto. En este sentido, fue un precursor del estilo estructuralista de razonamiento en las ciencias sociales. Con sus trabajos sobre las metrópolis, Simmel se convirtió en precursor de la sociología urbana, el interaccionismo simbólico y análisis de redes sociales.
Es justamente en su obra de The metrópolis and the mental life (La metrópolis y la vida mental) en 1903, la cual estuvo basada en su experiencia urbana en Berlín a principios de siglo, la que era entonces una de las principales "ciudades mundiales" (concepto que veremos con Lefebvre más adelante). Entre 1871 –cuando se convirtió en la capital de la Alemania unificada- y 1919, la población de la ciudad se cuadruplicó: de 915.000 habitantes pasó a tener 3,7 millones, consolidándose como un foco de actividad y expansión (Palacios, 2011).
Este ensayo está anclado en un territorio definido y especifico –Berlín-, y sus observaciones despegan de observaciones concretas. Para Simmel la cultura no existe sino a través de relaciones sociales, y para entender la cultura moderna del Berlín de principios de siglo, él observa a los individuos; vivos, ensimismados, urbanos. Simmel comienza por el principio de que en el mundo moderno todo interactúa con todo lo demás, que esa forma múltiple, compleja y simultánea de interacción es la característica de la condición moderna. Su objetivo en esta obra es explicar cómo el individuo se acomoda en esta red de interacciones en las que se ve inserto en la metrópolis moderna. En palabras de Simmel
Cualquier investigación acerca del significado interno de la vida moderna y sus productos o, dicho sea en otras palabras, acerca del alma de la cultura, debe buscar resolver la ecuación que las estructuras como las metrópolis proponen entre los contenidos individuales y supraindividuales de la vida. Tal investigación debe responder a la pregunta de cómo la personalidad se acomoda y se ajusta a las exigencias de la vida social. Es precisamente a esta pregunta a la que me abocaré en este trabajo (ap. Palacios, 2011).
Para realizarlo, Simmel se basa en fragmentos de la experiencia de la ciudad, en las formas de coordinación horaria, el transporte, la diversidad de la población, las largas distancias, los medios de comunicación. Son imágenes vivas del mundo externo las que sostienen su argumento. Su tesis central puede resumirse en que el mundo externo se vuelve el mundo interno del individuo (ap. Palacios, 2011). La esencia de la modernidad para Simmel es la experiencia y la interpretación de la realidad externa, como si ésta fuese lo que constituyera el mundo interno de las personas. El flujo y ritmo del mundo externo es incorporado al mundo interno del sujeto, y con ello, la experiencia de la modernidad se vuelve presente inmediato; el habitante de la gran ciudad ya no puede escapar de ella ni posponerla porque la ha incorporado a su respiración (ídem)
Henri Lefebvre (1901-1991) fue un filósofo marxista francés, sociólogo, geógrafo y crítico literario. Sus aportaciones han nutrido el pensamiento posmoderno al recurrir al análisis sobre la modernidad y la vida cotidiana con su crítica a "la vida del día a día". Sus agudas críticas sobre la urbanización se adelantaron a los procesos que se vivirían en muchas ciudades en las siguientes décadas. En sus propias palabras dice "soy un filósofo, pero no en el sentido en que la filosofía se pretende 'pura' y autosuficiente. Para mí la filosofía se interroga sobre la práctica social y política; se esfuerza en elevarla hasta el nivel del lenguaje, del concepto y de la teoría" (ap. Sánchez, 2012).
El interés general de su obra "El derecho a la ciudad" publicada en 1978, es ciertamente la necesidad de que lo cotidiano se libere de los caracteres impuestos por el capitalismo a la vida individual y colectiva y sus consecuentes repercusiones para el ser humano, una crítica a la ciudad como mercancía al servicio exclusivo de los intereses de acumulación del capital y que ha dejado de lado la respuesta a las necesidades humanas.
Este derecho a la ciudad es algo fundamental, un espacio vital personal que cualquier ciudadano debe de ejercer, y que Lefebvre propone como proyecto y perspectiva política: que las personas vuelvan a ser dueñas de la ciudad para hacer de ésta "el escenario de encuentro para la construcción de la vida colectiva" (Lefebvre, 1978). Sin embargo, según lo acota, este derecho necesariamente implica la motivación de la sociedad civil para recrear estos espacios urbanos como parte de un objetivo común y colectivo.
La cultura de masas, los miedos urbanos y la apatía generalizada vuelven esta necesidad en algo frecuentemente problemático, y frecuentemente aprovechado por los grupos de poder para su beneficio propio (ese adoctrinamiento cuyo mecanismo está controlado por el mercado). Por ello, dentro del análisis del autor, existe un interés primordial en destruir el modelo tradicional que tenemos de ciudad (un modelo mental que ciertamente reproduce relaciones jerárquicas de centro y periferia), pues en el proceso de globalización muchos individuos no pueden ejercer este derecho a la ciudad y son excluidos de los beneficios de éste proceso. De esta manera, el debate contemporáneo sobre la urbanización no puede dejar de lado la importancia de estas condiciones sociales subyacentes que se expresan en modelos de ciudad que muchas veces ignoran estas realidades o pasan por encima de ellas.
Justamente por ello, su obra de The urban revolution (La revolución urbana) el autor reflexiona sobre el cómo el estado controla a la ciudad por medio del control del diseño y crecimiento urbano, bajo la idea de que lo urbano está en permanente tensión con los espacios de libertad. Por ello, el urbanismo tiene un carácter social limitado, pues sirve solo a intereses de grupos y personas y satisface necesidades de los grupos de poder. Según Lefebvre, esta problemática es mundial y lo expresa en su concepto de "ciudad mundial", con lo que explica esta generalización de lo urbano a escala planetaria (donde alrededor del 80% de la población mundial vive en ciudades), y a ese desarrollo urbanístico guiado por las modas de los tiempos modernos que no considera las necesidades específicas de la población residente, relegando al ciudadano a mero observador de cómo no es incluido dentro de procesos que impactan directamente su forma y estilo de vida. De esta manera, es como se construye una relación de centro (donde se toman las decisiones) y periferia (los espectadores).
Ante estas consideraciones, también propone otra forma de ver a la ciudad, una estrategia que intente separar la lógica empresarial del mercado del urbanismo e incorporarle elementos humanos, como la perspectiva de la sociedad civil y la autogestión. En sus palabras "el primer objetivo de la estrategia sería arrancar la práctica social de la práctica industrial para orientarla hacia la práctica urbana, de forma que ésta franqueara los obstáculos que obstruyen su camino" (ap. Sánchez, 2012).
Finalmente, Lefebvre concluye que justamente la transformación de la sociedad supone la posesión y la gestión colectiva del espacio, mediante la intervención perpetua de los "interesados", con sus múltiples intereses, diversos e, incluso, contradictorios. En resumen, la confrontación. Lo que se actualiza hoy día en los denominados, no sin riesgo de tergiversación y desviación, problemas del medio ambiente, se tratarían pues, en el horizonte, en el límite de los posibles, de producir el espacio de la especie humana, como obra colectiva (genérica) de esta especie, crear (producir) el espacio planetario como soporte social de una vida cotidiana metamorfoseada (Sánchez, 2012)

Bibliografía
Lefbvre, Henri
(1978) [1968] El derecho a la ciudad. Ediciones Península, Barcelona.
(2003) [1970] The urban Revolution. The University of Minessota Press, USA.
Palacios, Rosario (2011) "La Metrópolis como cultura material: La Metropolis y la vida mental como propuesta metodológica" en Creactivistas. Architecture Fan Magazine disponible en http://www.creactivistas.com/2011/09/la-metropolis-como-cultura-material-la.html [consultada el 1 de octubre de 2015]
Sánchez, Carlos (2012) "Entrevista imaginada a Henry Lefebvre" en Urban Histories, septiembre 2011 – febrero 2012, pp. 113-121.
Simmel, Georg (1969) [1903] "The metrópolis and the mental life" en Sennet, R. [ed.] Classic essays on the culture of cities, pp. 47-60.




En la ciudad de San Luis Potosí, se puede ver éste fenómeno claramente en la construcción del puente de Muñoz, donde las necesidades de la población local fueron literalmente ignoradas en pro del "desarrollo urbano" (sic) y que provocó una intensa movilización social. De esta manera, también se puede ver como el Estado ve al urbanismo como motor de desarrollo pero solo de ciertos intereses en detrimento de los derechos de otros.
Otro ejemplo de ello, es la construcción de la presa de El Realito, cuya construcción fue financiada en un porcentaje aportado por los ciudadanos de la ciudad a través del incremento de cuotas en sus recibos de agua, y que el Estado promocionó como una obra indispensable para el abasto de agua en una ciudad con escasez. Sin embargo, la totalidad del agua que provenga de ésta fuente, será utilizada para la zona industrial de la ciudad. Proyecto público para beneficio privado.
Un ejemplo de la imposición de la lógica de mercado en el urbanismo es la zona sur-oriente de la ciudad de San Luis Potosí (que también es uno de los ejes de crecimiento de la ciudad), donde en aproximadamente un tercio de la superficie no existe ningún parque o jardín, y donde los únicos centros de esparcimiento son los centros comerciales y los cines. Ante esto, diversos ciudadanos se han apropiado de un predio baldío, árido y lleno de basura y fauna nociva, al que han denominado "Parque Tangamanga III", aunque su parecido con los otros parques urbanos Tangamanga sea solo el nombre

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