Géneros que importan

July 23, 2017 | Autor: Maura Rivero | Categoría: Gender Studies, Gender History, Gender and Sexuality, Women and Gender Studies
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Descripción

Géneros que importan1 “Nos dirigimos a lxs inconscientes que protestan.

Buscamos aliadxs. Tenemos gran necesidad de aliadxs. Tenemos la impresión de que nuestrxs aliadxs ya están por ahí, que se nos han adelantado, que hay mucha gente que está harta, que piensa, siente y trabaja en una dirección análoga a la nuestra.” Gilles Deleuze

“Extrañamente, las palabras habladas son ofrendas corporales: pueden ser indecisas o convincentes, seductoras o retraídas o ambas cosas a la vez.” Judith Butler

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Maura Rivero | Octubre 2014

I. Desde un aquí y ahora Me llamo Maura porque no nací Mauro, tal como esperaban mis padres, un cambio de planes en el momento en que la partera dijo: es una coloradita. Así fue que empecé a danzar desde pequeña -tal como había hecho mi madre-, los domingos iba al autódromo -hasta que mi padre se dio cuenta que me había desarrollado y los varones me ‘miraban’-; así y todo me gustaba el rosa -aunque tenía una debilidad inusitada por el amarillo- y mi primer beso me lo dio Juan, debajo de una mesa en el aula de preescolar. Mi sexualidad siempre estuvo dentro del marco heteronormativo, pocas veces corrí la frontera y jugué en el límite. Pero cuando la perspectiva de género irrumpió en mi vida, no pude volver a mirar atrás, esa era la matriz que necesitaba para cuestionarme más y mejor, como apuntando en el blanco. Y así es como, tiempo después, comencé a dar talleres sobre géneros y sexualidades en diversas instituciones que trabajan con personas en situaciones de vulnerabilidad social (Centro de Integración Monteagudo -para varones en situación de calle-, Cooperativa de Inquilinos de Buenos Aires, Refugio Mariquita -para mujeres y niños/as violentados/as-, entre otros), lo que me llevó, más adelante, a trabajar en la ONG SexSalud que brinda talleres de Educación Sexual Integral en escuelas primarias y secundarias de la Ciudad de Buenos Aires, en convenio con el gobierno porteño, con el fin de la aplicación de la Ley 2110/06 de Educación Sexual Integral en Capital Federal2. Estas experiencias laborales y de militancia me llevaron muchas veces a Repreguntarme por las categorías utilizadas, por los lugares compartidos y, sobre todo, por los que no se comparten y producen confusiones, ya sea en marcos legales como en las prácticas y habitus que reproducimos. Tal como explica Amparo Moreno Sardà: “[...] La definición conceptual constituye un requisito fundamental del pensamiento lógico-científico, que tiene sentido, ante todo, en la medida en que los conceptos constituyen el utillaje básico de esta forma de conocimiento y de su expresión, el discurso.” (Moreno Sardà, 1986:7)

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Ley 26150/06 a nivel nacional.

Siguiendo esta línea de pensamiento es que se hace necesaria y urgente una reflexión en torno a qué entendemos por ‘género’ ya que todo discurso incluye, instituye y ratifica una serie de elementos que, a su vez, omiten otros.

II. Algo del estado de la cuestión: ¿Género o no género? Hoy por hoy ya no hace falta aclarar -en el mundo académico, al menos- que el dato biológico es un dato más, entre tantos otros, en el entramado que constituye a las sexualidades y los géneros. También sabemos que existen aún hoy quienes sostienen que ese dato biológico es determinante, sin ir más lejos, las declaraciones del periodista y conductor Jorge Lanata sobre la sexualidad y el género de la actriz Florencia de la V son un claro ejemplo de la homofobia y del biologicismo aún reinante en discursos, prácticas y habitus en la sociedad argentina. Más allá también podemos ir y denunciar a aquellos países que siguen criminalizando la sexualidad que no se amolda a lo heteronormativo. Ya en 1984, Gayle Rubin escribió “Hay un maltrato sistemático a individuos y comunidades por razones de sus gustos o conductas eróticas.” (Rubin, 1984: 57) Y es esta misma autora la que, en ese mismo escrito, rectifica lo publicado tan sólo nueve años antes, entonces, aclaraba Rubin, “yo no distinguía entre deseo sexual y género, tratando a ambos como modalidades del mismo proceso social subyacente.” (Rubin, 1984: 53) Con esto busca dar cuenta del constante cambio del que es producto el término género y todas las concepciones que lo rodean. La autora propone entonces reflexionar sobre géneros y sexualidades por separado y esta propuesta se opone -según ella- radicalmente a la del pensamiento feminista actual que trata a la sexualidad como un simple derivado del género. Pero no es el único frente que critica a ese pensamiento feminista actual, desde Europa, Rosi Braidotti reprueba al término ‘género’ por su naturaleza imprecisa y amorfa, explica que la crisis del concepto comienza con una reorganización de las posturas teóricas que deviene en la “oposición entre, por un lado, las ‘teóricas del género’ de la tradición anglonorteamericana y, por el otro, las ‘teóricas de la diferencia sexual’ de la tradición francesa y continental” (Braidotti, 2004: 79). La autora va más lejos y se pregunta si el ‘género’ no es mera curiosidad del idioma inglés por un término que hasta ese momento no había tomado mayor importancia, mientras que en las lenguas romances tiene múltiples significados,

desde sustantivo hasta terminología gramatical. De todas maneras, la autora rescata que el uso del término es pertinente y deseable en países en desarrollo o periféricos donde lo que está en juego es la supervivencia física y el concepto género es más incluyente que el de ‘diferencia sexual’ para las luchas y reivindicaciones sociales (Braidotti, 2004). Braidotti discute con Judith Butler cuando pone en tela de juicio el término ‘género’, pero para la autora norteamericana este concepto, lejos de ser una mera curiosidad del idioma anglosajón, es lo que permite hablar del proceso que atraviesa el sujeto, “el género no siempre se establece de manera coherente o consistente en contextos históricos distintos, porque se intersecta con modalidades raciales, de clase, étnicas, sexuales y regionales de identidades discursivamente constituidas.” (Butler, 2001: 35)

III. Géneros que importan Esta última concepción, descripta por Butler, es la más afín a mis propias prácticas y discursos. No sólo porque tiene en cuenta todas las aristas que condicionan a un sujeto en sociedad, sino también porque la autora cuestiona la universalidad de cualquier concepto que se relacione con el género. Género no es igual a mujer, no es igual a transexual, no es igual a lesbianas, es todo eso y más. El género, a mi entender, incluye todos los significados culturales que asume el cuerpo sexuado (Butler, 2001), así, se concibe al género no como una taxonomía binaria, sino como una propiedad más que hace a los sujetos: ya sean varones, mujeres, trans, bi, homosexuales, intersex, entre otras nuevas y renovadas categorías autopercibidas. “Como resultado, el género no es a la cultura lo que el sexo a la naturaleza; el género también es el medio discursivo/cultural mediante el cual la “naturaleza sexuada” o “un sexo natural” se produce y establece como ‘prediscursivo’, previo a la cultura, una superficie políticamente neutral sobre la cual actúa la cultura.” (Butler, 2001:40) A partir de esto, la autora hace hincapié en la construcción del sujeto como actos performativos, en tanto que la identidad que se expresa al autopercibirse de un determinado género también es fabricada y sostenida a partir de signos corpóreos y otros medios discursivos. El género así pasa a ser una suerte de matriz,

un horizonte de expectativas, y crea las posibilidades de inteligibilidad que nos permiten relacionarnos en sociedad. Además, es necesario aclarar que los cuerpos que encarnan esos géneros no están determinados -ni siquiera en última instancia, como dictaría una lectura marxista- sino que, más bien, están condicionados. Esto implica que esos cuerpos son activos, resisten y desarrollan estrategias ante la urdimbre de significaciones género-discursivas hegemónicas que funcionan como límites y fronteras, como una especie de “restricción dentro de lo que ese lenguaje constituye como el campo imaginable del género.” (Butler, 2001: 42) Esta última reflexión es la que permite pensar al género como una categoría de análisis más amplia, es la que nos abre el camino para pensar en la mutabilidad de los géneros, en su relación dialógica con la coyuntura; más específicamente, nos permite analizar los cambios en las estructuras que nos estructuran, por ejemplo, el reciente surgimiento de los movimientos de varones, “Colectivo de Varones Antipatriarcales3”, “Colectivo de Varones Floreciendo4”, “Varones por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito5”, entre varios otros, en distintas ciudades, bajo premisas similares pero con una base en común: se describen como varones empoderados cuestionando el patriarcado que también los oprime. Estos grupos hubieran sido impensables hace tan sólo algunos años atrás y hoy convergen sin obedecer a una masculinidad hegemónica que se presenta como siempre disputable, en puja con otras masculinidades que, en términos de Robert Connel, pueden ser subordinadas, cómplices o marginales; pero, aquí y ahora, si tenemos en cuenta las experiencias de estos varones en lucha, encontramos que no hay categoría que los defina. Estos varones son subordinados en tanto que están excluidos políticamente, en principio, de los Encuentros Nacionales de Mujeres, entonces, crearon su propio espacio: Encuentros Nacionales de Varones 6; son cómplices mientras no se demuestre lo contrario, en la medida que no se tome como objeto de estudio su situación específica y sus prácticas en la red de relaciones; 3

Colectivo de Varones Antipatriarcales: “Somos un Colectivo de varones organizados contra el heteropatriarcado y la heteronormatividad, deconstruyendo nuestras masculinidades para el cambio social.” http://colectivovaronesantipatriarcales.blogspot.com.ar/ 4 https://www.facebook.com/meando.afueradeltarro 5 https://www.facebook.com/groups/170054326359949/?fref=ts 6 http://colectivovaronesantipatriarcales.blogspot.com.ar/2012/11/declaracion-1er-encuentro-nacionalde.html

finalmente, son marginales en tanto que no están legitimados por la masculinidad hegemónica, no representan a una masa de varones empoderados, sino a movimientos restringidos tanto en su llegada como su representatividad. Butler nos diría, retomando a Michel Foucault: “Las producciones se desvían de sus objetivos originales e involuntariamente movilizan posibilidades de “sujetos” que no sólo exceden los límites de la inteligibilidad cultural, sino que efectivamente expanden las fronteras de lo que, de hecho, es culturalmente inteligible.” (Butler, 2001: 63) Entonces, a estos varones, les preguntaría: ¿Qué cuerpo habitan? ¿Cómo autoperciben su género? ¿Qué deseos encarnan? ¿Qué identidades sexuales elaboran? ¿Cómo entienden a la mujer? ¿Cómo describen a los varones con los que se identifican? ¿Y cómo describen a aquellos contra los que luchan? Porque, al fin y al cabo, lo que nos interesa es la reproducción de estas experiencias: ¿cuál fue el punto de inflexión en la vida de estos varones que los llevó a reflexionar sobre su lugar en el patriarcado? ¿Qué es lo que les duele o molesta acerca del sistema imperante que, incluso, es “benevolente” con el género que ellos acarrean? Estamos en proceso, en un continuo devenir que intenta encasillarnos en estructuras fijas pero que insistimos en fragmentar, romper y volver a armar, nada de esto tiene un inicio y un final al que aspiramos, “como práctica discursiva que está sucediendo, está abierta la intervención y a la resignificación” (Butler, 2001: 67); me planto bien firme en estas ideas que me ayudan a pensar los cambios que vislumbro y las respuestas que los niños y las niñas en las escuelas brindan cuando se los interpela acerca de la sexualidad. En este sentido, comprender al género y a la sexualidad siempre como representación y performance, nos permite tomar con seriedad la propuesta pedagógica que puntea Valeria Flores (2013) en la que hay un dejo de educación popular ya que la autora, sin decirlo, parte de que los chicos y las chicas consumen pornografía, entonces, propone llevar el nuevo movimiento de pospornografía como una ‘práctica contra-pedagógica’ a las escuelas donde se debe dictar Educación Sexual, en tanto que, agrego, nuestra legislación en ESI encarna un conjunto variable de prácticas y perspectivas que no responden a un diseño uniforme, sino que también se presenta como un terreno de disputas por la legitimidad de ciertos cuerpos, de ciertas prácticas e, incluso, ciertos deseos. Si ya hoy la pornografía

opera como una pedagogía prescriptiva sobre lo que es el sexo y cómo debe hacerse7 (Flores, 2013), entonces, es pertinente pensar en cómo desestructurar esas experiencias y presentar alternativas para que estos chicos y chicas creen su propia sexualidad, deseos y placeres, -¿quién dice?- tal vez sean los y las futuros/as activistas por los derechos y las reivindicaciones que portan las agrupaciones y ONGs ya nombradas y tantísimas más con los pies en el barro.

IV. Reflexiones finales: Tanto por hacer Estamos gestando una Re-evolución en materia de géneros, no sólo por desarrollar y aplicar una concepción de géneros que nos permita ver cómo son las estructuras hegemónicas que conciben al sujeto desde las esferas más primarias, sino también porque la energía está puesta en Re-fundarlas. Apelando a lo emotivo, a lo cultural, a lo subjetivo, a lo legal, a la afectividad es que podremos avanzar en la constitución de cuerpos con potencialidad para disputar poder y, en este sentido, serán cuerpos Re-evolucionados: cuerpos disruptivos, que cuestionan, que duelen, que desean, que transforman, que se manifiestan, que se rebelan, cuerpos y géneros que importan y que tienen, también, el derecho a equivocarse.

V. Bibliografía Braidotti, Rosi (2004) “El feminismo con cualquier otro nombre. Judith Butler entrevista a Rosi Braidotti” en Feminismo, diferencia sexual y subjetividad nómade. España: Gedisa Butler, Judith (2001) “Sujetos de sexo/género/deseo” en El género en disputa. México: Paidós. Connel, Robert (1997): “La organización social de la masculinidad” en Valdés, Teresa y Olavaria, José (edc.) Masculinidades: poder y crisis. FLACSO: Ediciones de las mujeres n°24 7

La pornografía es un tema recurrente en los talleres ESI, siempre abrimos el buzón anónimo de preguntas y las cuestiones referentes al ‘porno’ surgen, algunas de las dudas repetidas: “¿Está bien mirar porno? ¿Qué pasa si no puedo durar las 2 horas que dura una película porno? ¿Cómo hago para agrandar mi pene como el del hombre de la película porno?”

Flores, Valeria (2013) “Educación sexual y dispositivo pornográfico: un currículum postpornográfico o la blasfemia sexo-educativa” en Interruqciones. Ensayos de poética activista. Escritura, política, pedagogía. Neuquén: La Mondonga Dark. Moreno Sardà, Amparo (1986) El arquetipo viril protagonista de la historia. Ejercicios de lectura no androcéntrica. Barcelona, Cuadernos Inacabados (selección). Rubin, Gayle (1989) {1984} “Reflexionando sobre el sexo: notas para una teoría radical de la sexualidad” en Vance, Carole (comp) Placer y peligro. Explorando la sexualidad femenina. Madrid: Revolución

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