Ganando altura. Tránsito, explotación y campamento de cazadores-recolectores en los espacios de montaña de la Encrucijada vasca
Descripción
03
Extra
Homenaje a Rodrigo de Balbín Behrmann
2015
ARPI 03 Extra
Homenaje a Rodrigo de Balbín Behrmann
Publicación Extra: 2015 ISSN: 2341-2496 Dirección: Primitiva Bueno Ramírez (UAH) Subdirección: Rosa Barroso (UAH) Consejo editorial: Manuel Alcaraz (Universidad de Alcalá); José Mª Barco (Universidad de Alcalá); Cristina de Juana (Universidad de Alcalá); Mª Ángeles Lancharro (Universidad de Alcalá); Estibaliz Polo (Universidad de Alcalá); Antonio Vázquez (Universidad de Alcalá); Piedad Villanueva (Universidad de Alcalá). Comité Asesor: Rodrigo de Balbín (Prehistoria-UAH); Margarita Vallejo (Historia AntiguaUAH); Lauro Olmo (Arqueología- UAH); Leonor Rocha (Arqueología – Universidade de Évora); Enrique Baquedano (MAR); Luc Laporte (Laboratoire d'Anthropologie, Université de Rennes); Laure Salanova (CNRS). Edición: Área de Prehistoria (UAH)
Foto portada: Peña Somera (J. A. Gómez Barrera)
SUMARIO Editorial 05-12 Semblanza asturiana seguida de un oprobio de la vejez . Limón Delgado, Antonio 13-19 Hacerse humano. Carbonell Roura, Eudald 20-31 Peuplement de l’intérieur de la Péninsule Ibérique pendant le Paléolithique supérieur: où en est-on? Aubry, Thierry 32-43 Arte rupestre en la frontera hispano-portuguesa: cuenca del río Águeda. Reis, Mario; Vazquez Marcos, Carlos 44-55 Ganando altura. Tránsito, explotación y campamento de cazadores-recolectores en los espacios de montaña de la encrucijada vasca. Arrizabalaga, Alvaro; Calvo, Aitor; Domínguez-Ballesteros, Eder; García-Ibaibarriaga, Naroa; IriarteChiapusso, María José 56-72 Los anzuelos de la Cueva de la Canaleja (Romangordo, Cáceres). González Cordero, Antonio; Cerrillo Cuenca, Enrique 73-80 L’art céramique et l’émergence de l’économie agricole. Salanova, Laure 81-95 La nécropole de Barnenez à Plouezoc’h dans le Finistère: le long tumulus nord et son implantation. Cousseau, Florian 96-110 L’intégration de pierres dressées isolées à l’air libre dans les espaces sépulcraux de l’ouest de la France: Le département du Morbihan Gouezin, Philippe 111-118 Les pétroglyphes de la Pierre des Farfadets. Commune du Poiré sur Vie–Vendée (France). Etude d’interprétation provisoire. Benéteau, Gérard 119-132 Algunas reflexiones sobre métodos de realce digital de la imagen en pinturas rupestres. Cerrillo Cuenca, Enrique 133-147 El tiempo y los ritos de los antepasados: La Mina y el Alto del Reinoso, novedades sobre el megalitismo en la Cuenca del Duero . Rojo-Guerra, Manuel; Garrido-Pena, Rafael; Tejedor-Rodríguez, Cristina; García-Martínez de Lagrán, Iñigo; Alt, K.W. 148-163 El megalito pseudohipogeico “Monte Deva III” como representación de la plenitud neolítica en el hinterland de Gijón (Asturias). de Blas Cortina, Miguel Angel 164-179 Ad aeternum. Enterramiento de la Edad del Bronce en Carmona (Sevilla). Belén Deamos, María ; Román Rodríguez, Juan Manuel; Vázquez Paz, Jacobo
180-196 Nuevos datos sobre la secuencia de uso sepulcral de la cueva de Santimamiñe (Kortezubi, Bizkaia). López Quintana, Juan Carlos; Guenaga Lizasu, Amagoia; Etxeberria, Francisco; Herrasti, Lourdes; Martínez de Pancorbo, Marian; Palencia, Leire; Valverde, Laura; Cardoso, Sergio 197-210 Novedades en torno al arte rupestre de Valonsadero (Soria). Gómez-Barrera, Juan A. 211-223 Ces marques qui ne font pas partie du corpus. Hameau, Philippe 224-237 A dos metros bajo tierra. Pensando los yacimientos prehistóricos de hoyos. Márquez-Romero, José Enrique 238-256 The diversity of ideotechnic objects at Perdigões enclosure: a first inventory of items and problems. Valera , Antonio Carlos 257-271 Sobre la cronología de los ídolos-espátula del dolmen de San Martín (Laguardia– Alava). Fernández– Eraso, Javier; Mujika-Alustiza, José Antonio; Fernández– Crespo, Teresa 272-286 La diversidad campaniforme en el mundo funerario. Algunos ejemplos de la cuenca media/alta del Tajo en el interior peninsular. Liesau von Lettow-Vorbeck , Corina; Blasco Bosqued, Concepción 287-305 El Yacimiento romano de la Ermita de San Bartolomé (Atalaya del Cañavate, Cuenca). López, José Polo; Valenciano Prieto, Mª del Carmen 306-319 De un largo “tiempo perdido” en la reconstrucción de la Prehistoria canaria a una rápida construcción de su protohistoria. González-Antón, Rafael; del Arco Aguilar, Carmen 320-333 Manifestaciones rupestres protohistóricas de la isla de Lanzarote en un contexto doméstico: el sitio de Buenavista (Teguise). Atoche Peña, Pablo; Ramírez Rodríguez , Mª Ángeles 334-356 Décorations et représentations symboliques sur les mégalithes du Sénégal et de Gambie. Laporte, Luc; Delvoye, Adrien; Bocoum, Hamady; Cros, Jean‐Paul; Djouad, Sélim;Thiam, Djibi 357-370 Breves notas en torno a unos grabados de armas metálicas de influencia atlásica en las tierras del Tiris, al SE del Sahara Occidental. Sáenz de Buruaga, Andoni 371-387 La figura humana en el arte rupestre en el sur del Valle Calchaquí (Salta, Argentina). Ledesma, Rosanna
GANANDO ALTURA. TRÁNSITO, EXPLO‐ TACIÓN Y CAMPAMENTO DE CAZADORESRECOLECTORES EN LOS ESPACIOS DE MONTAÑA DE LA ENCRUCIJADA VASCA Alvaro Arrizabalaga (1) Aitor Calvo (1) Eder Domínguez-Ballesteros (1) Naroa García-Ibaibarriaga (1) María José Iriarte-Chiapusso (2)
Resumen Este breve texto explica, en clave historiográfica, los motivos por los cuales los modelos territoriales aplicados desde mediados del siglo XX a la ecúmene paleolítica en la Península Ibérica continúan aún distorsionando nuestra visión. El paradigma del hábitat durante el Paleolítico superior en una cavidad situada a baja altitud se ha ido replicando, aunque se acumulan pruebas que acreditan su insuficiencia. Los últimos quince años han proporcionado una visión más verosímil de este escenario, pero los autores echan en falta una reflexión profunda acerca del concepto de territorialidad empleado. Consideran que la falta de visibilidad arqueológica no está a veces relacionada con la ausencia de información de partida, sino con los filtros epistemológicos bajo los que examinamos el registro. Palabras clave: Paleolítico, territorialidad, Paleogeografía, Historiografía
Abstract This text explains briefly the historiographical reasons for the territorial models applied since the mid -twentieth century to the Palaeolithic in Iberia oecumene still continue to distort our vision. The classic paradigm of living during the Upper Palaeolithic in a cavity located at low altitude has been replicated, although evidence proving their failure accumulate. The last fifteen years have provided a more plausible view of this scenario, but the authors miss a deep reflection on the employed concept of territoriality. We consider the lack of archaeological visibility is sometimes less related to the absence of database information, but with the epistemological filters under which we examined the record. Key words : Palaeolithic, Territoriality, Palaeogeography, Historiography
(1) Universidad del País Vasco (UPV-EHU) (2) Fundación IKERBASQUE/ UPV-EHU ARPI. Arqueología y Prehistoria del Interior peninsular
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cés, en el que las principales ocupaciones del Pa1.- INTRODUCCIÓN
leolítico superior se ubicaban en áreas con cavidades similares a las cantábricas. La prueba de ello es
En los años treinta del pasado siglo, José
que también se asumió rápidamente que los com-
Miguel de Barandiarán (1934) constataba que el
plejos de terrazas en las áreas litorales no habían
Paleolítico superior vasco tenía una presencia mu-
permitido la conservación de testimonios del Pa-
cho más visible en las comarcas litorales del País
leolítico inferior y este periodo se dio prematura-
Vasco, que en las tierras “altas” del interior. Aque-
mente por amortizado en toda la región.
lla primera síntesis de Prehistoria vasca fue reeditada, con la actualización de sus contenidos, cua-
También debemos valorar una circunstan-
renta años más tarde. En esta actualización, sin
cia complementaria a la anterior. La densidad de
embargo,
modelo
zonas kársticas susceptibles de dar lugar a cuevas
“gravitatorio” para la distribución de la ecúmene
resulta menor en la vertiente mediterránea de la
del Paleolítico superior aparece renovada y en-
región que en la vertiente cantábrica, lo que debió
grandecida por efecto de los nuevos hallazgos de
de originar durante el Paleolítico un hábitat con
establecimientos y santuarios en cueva en las co-
mayor componente al aire libre, que en cavidades.
marcas cantábricas, y su aparente ausencia de las
Debido a la alta pluviosidad y a la densidad de la
comarcas interiores en el Valle del Ebro: “…Las
cobertura vegetal en la región, la localización y
viviendas del hombre magdaleniense que conoce-
delimitación de los yacimientos paleolíticos al aire
mos hoy en la vertiente oceánica del Pirineo vasco se
libre resulta mucho más difícil que en las cuevas, y
hallan en una zona comprendida entre el nivel del
la infrarrepresentación de estos depósitos resulta
mar y 500 metros de altitud…” (Barandiarán Ayerbe
indiscutible. Existe así un segundo paradigma pen-
1979: pág. 104). En la larga y prolífica carrera inves-
diente de superar (los grupos paleolíticos, en su
tigadora de José Miguel de Barandiarán, siempre
hábitat cavernícola), que coadyuva con el anterior
dispuesto a aplicar nuevas metodologías de campo
(los establecimientos paleolíticos a cierta altitud),
y laboratorio, abierto a incorporar colaboradores,
dando lugar a inercias muy poderosas.
la
propuesta
de
un
desde una visión extraordinariamente intuitiva, se conocen pocas afirmaciones contundentes. Sin embargo, dado lo prolongado de su actividad de
2.-HISTORIA DE UN DESMENTIDO
campo (casi sesenta años) y el efecto multiplicador que generó su tutela de otra generación de investi-
Escribía Telesforo de Aranzadi, amigo de
gadores (que asumió en primera instancia sus prin-
J.M. de Barandiarán y tutor de sus primeros traba-
cipios), la inercia de este modelo fue larga y sus
jos de campo, que “…Los ojos no ven nada más que
efectos se perciben aún hoy día. En su descargo,
lo que miran y no miran nada más que lo que ya co-
debemos recordar que la Arqueología del Paleolíti-
nocen. Añadamos como corolario que si no encuen-
co en la Península Ibérica aplicó, cuando no mime-
tran lo que buscan, dicen que no hay na-
tizó, los modelos que emanaban del sudoeste fran-
da…” (Goicoetxea 1985: 11). Los trabajos de cam-
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po desarrollados por José Miguel de Barandiarán
canza el Mesolítico regional). Con más de un 50 %
en Navarra se centraron, sobre todo, en el mundo
de elementos de dorso, una cantidad de buriles por
megalítico, pero fueron de cierta intensidad en
encima del 5 % y un sistema de explotación lítico
Álava y sobre diferentes medios, algunos de los
basado en láminas de gran formato, es probable
cuáles probablemente (o con seguridad) incluían
que la primera hipótesis a valorar hubiese sido la
elementos paleolíticos. Algunos de los elementos
de un campamento del Paleolítico superior, aten-
de dorso de gran formato recuperados en los nive-
diendo a la industria presente, del Magdaleniense
les IV y III de la excavación de 1976-78 en el abrigo
medio o quizás, Gravetiense. En la misma década,
de El Montico de Charratu (Barandiarán Ayerbe
aunque en circunstancias estratigráficas más con-
1966 y 1967; Baldeón et al. 1983), por ejemplo,
flictivas, las excavaciones de Kukuma (Baldeón y
parecen tal vez más magdalenienses que mesolíti-
Berganza 1997) y Urratxa III (Muñoz y Berganza
cos. Este hecho estaría confirmado por la datación
1997) se resuelven en similar sentido: optando por
de 14470 ± 200 BP en su nivel II, considerada dis-
adjudicar los conjuntos a momentos del Epipaleolí-
cordante en su momento (Barandiarán Maestu et
tico/Mesolítico, sin valorar en profundidad la posi-
al. 2006). Otro tanto podemos valorar en relación
ble existencia de materiales paleolíticos en las se-
con el abrigo de la Peña del Castillo (Barandiarán
ries. Sin duda, la altitud a la que se localizan ambas
Ayerbe 1968), en cuyo nivel V aparecen represen-
cavidades (715 y 1015 m.s.n.m. respectivamente)
tados los buriles y los dorsos. Además, la aparición
propició una solución que se consideraba más pru-
de una raedera premonitoria en una cata en la cue-
dente. Una reciente revisión del conjunto lítico de
va de Arrillor (Barandiarán Ayerbe y Fernández
Kukuma lo ha enmarcado en un Magdaleniense
Medrano 1959) no le condujo a pensar que pudiera
superior final (García-Rojas, 2014), tal y como plan-
localizarse allí el yacimiento musteriense que hoy
teaban otros autores (Barandiarán Maestu et al.
conocemos, como quizás hubiera estado más incli-
2006).
nado a contemplar en Gipuzkoa o Bizkaia. A pesar de ello, desde inicios de los 80 un A la vista de las nuevas dataciones y los
equipo interdisciplinar con una enorme visión ha-
datos que han ido apareciendo en relación con es-
bía comenzado ya a desmontar el tópico, buscan-
tos y otros yacimientos, en su momento se partió
do en la sierra de Urbasa-Entzia testimonios de
de un error de apreciación. Pero las inercias impul-
establecimientos paleolíticos. Los restos de indus-
sadas por el modelo “gravitacional” del hábitat del
tria lítica y ósea del Paleolítico medio y superior
Paleolítico superior aún alcanzaron a trabajos pos-
recuperadas en la escombrera de la ya desapareci-
teriores al retiro del propio Barandiarán. La exca-
da cueva de Coscobilo, cercana a la sierra, apunta-
vación del campamento al aire libre de Berniollo
ban en esta dirección (Beguiristain 1974; Barandia-
(1984 y 1985) fue adscrita durante el trabajo de
rán Maestu y Vallespí 1984). Esta sierra (en reali-
campo al Mesolítico (Baldeón 1984 y 1985), a partir
dad, una superficie amesetada, ligeramente por
de una única datación efectuada sobre un diente
encima de los 900 m.s.n.m., cerca de la divisoria de
muy alterado de caballo (especie que apenas al-
aguas cantábrico-mediterránea, pero dentro del
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valle del Ebro) fue objeto de prospecciones siste-
de la Majada de Pipaón (Ortiz y Gaminde 1985),
máticas a cargo de un equipo dirigido en Urbasa
entre otros. Hasta hace relativamente poco tiem-
(Navarra) por Ignacio Barandiarán y en Entzia
po, estos hallazgos no han sido situados en un
(Álava) por José Ignacio Vegas (Barandiarán Maes-
contexto más amplio, a pesar de que en el vecino
tu y Vegas 1990). Los resultados fueron desigua-
territorio de Navarra se venían excavando la cueva
les, entregando mayor información en el lado na-
de Abauntz (Utrilla 1982-1983), la de Zatoya
varro, en el que el filón de sílex de buena calidad
(Barandiarán Maestu y Cava 2001) o el conjunto de
que se explotaba de antiguo se presentaba más
abrigos de Etxauri (Legintxiki y Leginpea, en espe-
expuesto. Por su ubicación geográfica, Urbasa
cial, Nuin 1994).
permitía cuestionar la visión del territorio durante el Paleolítico superior vigente en ambos supues-
A ellos se unen otras cavidades en la orla
tos: el hallazgo y excavación sucesiva de yacimien-
cantábrica del Alto Ebro, como el conocido depósi-
tos como Mugarduia sur (Barandiarán Maestu et
to de Usategi (Barandiarán Ayerbe 1977), quizás
al. 2013) o Portugain (Barandiarán Maestu y Cava
algunos materiales asociados al nivel Aziliense de
2008) rompía a la vez con la visión de un valle del
Anton Koba (Armendáriz 1997) y, más reciente-
Ebro despoblado a lo largo del Pleistoceno supe-
mente, en la cueva-túnel de San Adrián (Tapia et
rior y con la noción gravitacional de la ecúmene.
al. 2014). Dejamos aparte diferentes niveles y
Mención aparte de la recuperación de numerosos
campamentos mesolíticos a cierta altitud (entre
testimonios paleolíticos descontextualizados en la
600 y 900 m.s.n.m.), puesto que esta situación ya
superficie de Urbasa, la excavación de yacimientos
era conocida y asumida con anterioridad, con de-
como los señalados ponía de manifiesto que en
pósitos como Pareko Landa o Sustrigi (López
momentos en los que se presuponía un rigor cli-
Quintana 1996 y 2003), a los que en los últimos
mático extremo (el Gravetiense y el Magdalenien-
tiempos se le han sumado emplazamientos como
se avanzado, respectivamente) se podían detectar
Artegieta (Mujika 2011) o Ikuluteko Gaine
establecimientos a altitudes importantes, impen-
(Arrizabalaga e Irairte-Chiapusso 2011b).
sables décadas atrás (Barandiarán Maestu et al. 2006). Durante la década de los 90, se fueron incorporando otros puntos al mapa (Arrillor, Pelbar-
3.-LAS MATERIAS PRIMAS LÍTICAS Y NUESTRA
te y Prado, respectivamente en Hoyos et al. 1999;
VISIÓN TERRITORIAL DE LA ENCRUCIJADA
Sáenz de Buruaga 1996 y 2004; Sáenz de Buruaga
VASCA
et al. 2005) de depósitos en cueva o campamentos al aire libre del Paleolítico superior en el Alto valle
En la Encrucijada vasca, al igual que en
del Ebro. Durante los últimos años, con mayor
otras regiones europeas, hasta finales de los años
consistencia y frecuencia, han sido documentados
80 se valoraron como salvedades las ocupaciones
niveles magdalenienses en los abrigos de Atxoste,
de altitud relativamente importante, tales como
Socuevas y Martinarri (Alday et al. 2012) o una
Bolinkoba (350 m), Lezetxiki (375 m.) o Pikandita,
hoja de laurel solutrense al aire libre en la Ladera
Usategi y Gatzarria (unos 400 m). En un trabajo
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pionero de Barandiarán Maestu (1981: 14-15) lee-
de la divisoria de aguas carecieron de un contexto
mos: “…En un examen pormenorizado del Paleolítico
interpretativo suficiente hasta que se extendieron
Superior del Sudoeste de Europa se constatan ten-
los estudios que revelaban el peso notorio, incluso
dencias generales a ocupar la franja litoral (fachada
en conjuntos de fuera de la región, de las materias
atlántica o mediterránea) y, cuando se trata de re-
primas de calidad obtenidas en los afloramientos
giones interiores, a no sobrepasar –como techo de la
de sílex de Treviño y Urbasa. Ya en 2004, con oca-
ecúmene- las cotas de los 500 metros de altitud… La
sión del Coloquio Frontières naturelles et Frontières
mayor parte de los lugares ocupados por el hombre
culturelles dans les Pyrénées Préhistoriques, queda
en el Paleolítico Medio y Superior de Euskadi no su-
establecida la circulación de materias primas como
peran normalmente la cota de los 300 metros de alti-
uno de los elementos vertebradores del territorio
tud… Los grupos de cazadores del Paleolítico final
paleolítico. En las actas de aquella reunión interna-
empezaron a abrir nuevas rutas de migración tempo-
cional (Cazals et al. 2007), seis textos entre un total
raria con la llegada del Tardiglaciar y el paso al Holo-
de diecinueve pivotaban sustancialmente sobre el
ceno: se comienzan a frecuentar zonas situadas a
aprovisionamiento de recursos líticos. A partir de
altitudes superiores, relativamente interiores…”.
este coloquio se pueden considerar formuladas las
Como ya ha sido señalado, son precisamente los
herramientas metodológicas disponibles en el con-
trabajos de Barandiarán Maestu en la Sierra de
junto del marco pirenaico para abordar esta proble-
Urbasa los que empujaron a cuestionar este mode-
mática, incluyendo los tecnocomplejos líticos y
lo de hábitat.
óseos, las fuentes de aprovisionamiento del sílex y los territorios simbólicos establecidos a partir de
Los nuevos hallazgos incorporados duran-
los objetos de adorno, los objetos de arte mueble y
te los últimos veinticinco años al repertorio de esta-
algunos temas del arte parietal. Asimismo, se for-
blecimientos en altura de cazadores-recolectores
mula por vez primera la expresión de encrucijada
se han visto fuertemente vinculados a otros fenó-
vasca (rond-point o carrefour) en relación al marco
menos, como un interés mayor por el hábitat al aire
que nos ocupa (Arrizabalaga 2007), al entender
libre y en abrigos y, muy especialmente, el proceso
superada la dicotomía cantábrico-mediterránea en
de identificación y descripción de las fuentes de
las dos direcciones ya expuestas: la denuncia de
materia prima lítica más comunes en la Prehistoria
nuevos yacimientos del Paleolítico superior en las
regional. La determinación en el estudio arqueoló-
“tierras altas” del Valle del Ebro y la sistemática
gico de Labeko Koba (Tarriño 2000) de sílex proce-
aparición de sílex obtenido en éstas dentro de los
dente de Treviño y Urbasa, seguido de un torrente
conjuntos de los territorios cantábricos. Atendien-
de identificaciones similares en todos los yacimien-
do a este concepto, el medio geográfico a caballo
tos del Paleolítico superior analizados en Gipuzkoa
entre el Pirineo Occidental, el Cantábrico oriental y
y Bizkaia, desencadenó un cambio de modelo de
el Alto valle del Ebro operaría durante el Paleolítico
ocupación del territorio. Como hemos señalado en
medio y superior como una encrucijada de distribu-
el anterior apartado, las sucesivas localizaciones en
ción, en múltiples direcciones, de los flujos de espe-
el interior del valle del Ebro o en la orla cantábrica
cies humanas y animales, de los impulsos culturales
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y los elementos novedosos de la cultura material
fases del Paleolítico superior, en ambas direccio-
entre ambas vertientes del Pirineo. La posición
nes, tanto por la aparición de yacimientos en el
tangente de la encrucijada vasca respecto a la
Alto Valle del Ebro, como por el rastreo de sílex de
Submeseta norte, comunicando la Llanada alavesa
esta región (Urbasa y Treviño) en todos los niveles
con esta región a través del corredor de la Bureba,
tratados en los territorios de Gipuzkoa y Bizkaia.
otorga proyección adicional a este modelo territo-
Un estudio reciente (Arrizabalaga et al. 2014) abre
rial. Sería potencialmente posible que a través de
camino a un nuevo territorio de distribución de
este corredor natural se hiciera participe a un sec-
materias primas silíceas, que comprende el País
tor aún más importante del interior peninsular del
Vasco continental, los principales yacimientos del
enriquecimiento biológico y cultural ocasionado
norte de Navarra y el extremo nororiental de
por el continuo tránsito de ideas, objetos y espe-
Gipuzkoa. En este territorio, la importancia de la
cies por la encrucijada vasca.
fuente de Urbasa se relativiza bastante, a favor de los afloramientos de sílex de calidad del País Vasco continental (en especial del tipo Flysch Bidache, y
4.-UNA VISIÓN ACTUALIZADA, UN MODELO
más secundariamente de los tipos de Gaintxuriz-
REGIONAL VEROSÍMIL
keta y Salies-de-Béarn) y sus aledaños en las Landas (las distintas variedades del tipo de Chalosse).
Como hemos intentado transmitir a lo largo del discurso de corte historiográfico desarro-
En general, el sílex de Treviño no está
llado hasta este punto, la progresión del conoci-
presente o prácticamente, en la misma región.
miento y la voluntad de repensar las característi-
Aunque estemos aún lejos de tener una informa-
cas del medio regional aplicable al estudio del Pa-
ción definitiva, este modelo de territorialidad tras-
leolítico medio y superior regional nos han condu-
cendiendo las limitaciones impuestas por la alti-
cido a cuestionar el paradigma vigente a lo largo
tud, se impone: para la región occidental, cruzan-
del siglo XX. El modelo de ecúmene y de unidad de
do las montañas de la divisoria de aguas cantábri-
análisis regional aplicable a Asturias o Cantabria
co-mediterránea, para acceder al sílex de Treviño y
no es útil para nuestra región, por dos motivos
Urbasa; para la nororiental, cruzando los pasos de
importantes. En primer lugar, la conformación de
altitudes muy moderadas del Pirineo occidental
las montañas de la divisoria de aguas es sustancial-
para contribuir con pequeños caudales de sílex
mente diferente, con altitudes inaccesibles en con-
norpirenaico a algunos yacimientos guipuzcoanos
diciones periglaciares para los sectores occidental
y navarros (Elorrieta 2010; Tarriño 2011; Arrizaba-
y central, mientras que en el Cantábrico oriental
laga et al. 2014) y de sílex de Urbasa a depósitos
las cotas de 600 a 700 m de los puertos de monta-
del País Vasco francés, como el propio Isturitz
ña permiten una permeabilidad constante hacia el
(Tarriño y Normand 2006).
Alto Ebro. En segundo lugar, esta permeabilización de la divisora de aguas está perfectamente
En todo caso, sería reduccionista por
acreditada para el Paleolítico medio y todas las
nuestra parte limitar el ámbito de nuestro razona-
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miento a la aportación del estudio de las fuentes
materias orgánicas o las dificultades para ser data-
de sílex, como vertebradoras de unos territorios
dos por radiocarbono, de largo el método más uni-
económicos emergentes. Ya se han indicado algu-
versal y contrastado de datación (Arrizabalaga e
nas herramientas que permiten rastrear la perti-
Iriarte-Chiapusso 2011; Arrizabalaga et al. 2015).
nencia de estos territorios: tecnocomplejos líticos y óseos característicos, especies animales singulares
Al igual que la definición del territorio re-
y rasgos simbólicos asociados al adorno corporal y
quiere en la actualidad una óptica más amplia que
al arte mueble y parietal deben ir atestiguando que
la de la distribución de materias primas líticas, la
las tendencias que intuimos hoy se verifican por
reflexión sobre la unidad de análisis regional inclu-
otros medios en el futuro. Por hacer referencia a
ye variables que trascienden la del territorio. Esta
algunos objetos de especial significación (y baja
visión de geometría variable explica el motivo por
prevalencia), podemos pensar en puntas de cierta
el cual, en el futuro deberíamos ser más cuidado-
complejidad, como las puntas de La Font-Robert, o
sos con la justificación del marco regional emplea-
las azagayas y varillas isturitzenses (Ríos-Garaizar
do en nuestros estudios: la definición de un territo-
y Garate 2014, Iriarte-Chiapusso et al. 2014), en
rio exige la delimitación de unas fronteras del mis-
especies animales como el glotón (Altuna 1963;
mo y su justificación; el criterio elegido como ele-
Altuna y Baldeón 1986) o en los objetos de adorno
mento vertebrador del territorio guarda relación
sobre conchas de origen marino (Arrizabalaga et
con una materia siempre delicada en Arqueología,
al. 2011). Efectivamente, aún nos faltan numerosas
la argumentación de la identidad/alteridad; tam-
claves para establecer un razonamiento consisten-
bién debe evaluarse el peso de otros valores de
te que incluya todos estos rasgos y elementos ma-
nuestra cultura contemporánea (como el criterio
teriales. Además de la siempre presente argumen-
de centralidad o “capitalidad”), que trasmitimos a
tación (o excusa) de la provisionalidad de la infor-
nuestra reconstrucción de las sociedades paleolíti-
mación arqueológica, creemos adecuado recordar
cas, contaminando el discurso; habrá que corregir
aquí la distribución caprichosa de las zonas kársti-
una tendencia epistemológica derivada de nuestro
cas sobre el territorio (y de las cuevas, consiguien-
formato más deseado de publicación arqueológica,
temente). Menos de un tercio de los casos citados
la monografía del yacimiento, toda vez que con el
para los territorios del Valle del Ebro son auténti-
paso del tiempo materializa unos hilos (realmente
cas cuevas, frente a las que predomina el hábitat
inexistentes) de continuidad cronológica en el mis-
en abrigos rocosos e incluso, existen campamentos
mo yacimiento (a lo largo de muchos milenios),
y talleres de sílex al aire libre, a pesar de que resul-
más que las relaciones transversales entre yaci-
tan muy difíciles de localizar y delimitar. Además
mientos coetáneos, “estabilizando” así de modo
de estas dificultades que podemos considerar pre-
prematuro nuestra visión de pueblos nómadas;
vias a la propia consideración del yacimiento, estos
finalmente, debemos avanzar en la identificación
depósitos plantean retos específicos para su inves-
de los corredores biológicos y culturales que rigen,
tigación, relacionados con su más conflictiva estra-
de modo preferente, la circulación de seres huma-
tigrafía, una conservación más deficiente de las
nos, manadas animales, objetos singulares, inno-
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vaciones tecnológicas e ideas (vados de ríos, pasos
acumulado en nuestra disciplina, para dar respues-
de montaña, valles y vericuetos).
ta a aparentes anomalías y para plantear nuevas preguntas, como la referida a la ocupación del inte-
En definitiva, mucho es lo que queda aún
rior de la Península Ibérica durante el Paleolítico
por hacer en este terreno, no sólo en el ámbito del
superior, como realidad emergente. Para el caso
trabajo de campo, sino sobre todo, en el mundo de
que hemos expuesto aquí, a lo largo de los últimos
la ideas y de los moldes preconcebidos que nos
veinticinco años, sólo hemos conseguido que entre
atenazan e impiden progresar. Como hemos expli-
en crisis el modelo establecido y que se admita con
cado, la simple superposición de datos no garanti-
creciente naturalidad el “desbordamiento” del há-
za en sí misma que los modelos sean revisados
bitat cantábrico hacia el Valle del Ebro durante el
periódicamente y se sometan a sucesivos contras-
Tardiglaciar, en particular en expediciones de apro-
tes. En las próximas décadas, deberemos replan-
visionamiento de sílex.
tearnos muchas de las presunciones que se han
Figura 1. Mapa de la distribución de los yacimientos citados en el texto. Se señalan además los principales afloramientos de sílex en el Pirineo occidental. 1. Arrillor ; 2. Urratxa III ; 3. Berniollo ; 4. Montico de Charratu ; 5. Peña del Castillo ; 6. Atxoste ; 7. Socuevas ; 8. Martinarri ; 9. Mugarduia Sur ; 10. Portugain ; 11. Coscobilo ; 12. Kukuma ; 13. Anton Koba ; 14. Usategi y Pikandita ; 15. San Adrián ; 16. Pipaón ; 17. Prado ; 18. Pelbarte ; 19. Bolinkoba ; 20. Lezetxiki ; 21. Sustrigi ; 22. Pareko Landa ; 23. Artegieta ; 24. Ikuluteko Gaine ; 25. Etxauri (Legintxiki y Leginpea) ; 26. Zatoya ; 27. Abauntz ; 28. Gatzarria (Autores: Aitor Calvo, Aitor Sánchez, Maite García-Rojas y Alejandro Prieto). ARPI. Arqueología y Prehistoria del Interior peninsular
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La información hoy día disponible permite
257-272.
referirse también a otras cronologías (Auriñaciense
Altuna, J. 1963: Primer hallazgo de glotón (Gulo
en Pelbarte, Gravetiense en Prado o Mugarduia
gulo L.) en la Península Ibérica. Munibe 3-4: 128.
sur, Solutrense en Pipaón) y otras funcionalidades,
Altuna, J. y Baldeón, A. 1986: Resultados del son-
diferentes de la búsqueda de sílex. De hecho, si
deo estratigráfico practicado en la cueva de
fuéramos capaces de identificar mejor el hábitat al
Mairruelegorretta XI, Gorbea (Álava). Estudios
aire libre encontraríamos probablemente una si-
de Arqueología Alavesa 13: 47-62.
tuación mucho más homologable a la de las co-
Armendáriz, A. 1997: Anton Koba: Cazadores Azi-
marcas cantábricas. Pero aún resultan necesarios
lienses en la sierra de Aizkorri (Gipuzkoa). II Con-
muchos esfuerzos desde el punto de vista teórico
greso de Arqueología Peninsular. Tomo I-
para plantear un escenario de explotación integral
Paleolítico y Epipaleolítico (Zamora 1996). Funda-
del territorio, como paso previo a la adecuada di-
ción Rei Afonso Henriques, Zamora, 1996: 297-
gestión de datos que, en algunos casos, ya tene-
310.
mos ante nosotros, aunque, como decía Telesforo
Arrizabalaga, A. 2007: Frontières naturelles, admi-
de Aranzadi, no vemos. Para ello, también noso-
nistratives et épistémologiques. L’unité d’ana-
tros necesitamos ganar algo de altura para mejorar
lyse dans l’Archéologie du Paléolithique (dans le
nuestra perspectiva.
cas basque). En N. Cazals, J. E. GonzálezUrquijo y X. Terradas (coords.): Frontières natu-
AGRADECIMIENTOS
relles et frontières culturelles dans les Pyrénées
En primer lugar, queremos agradecer la oportunidad de participar en este homenaje a Ro-
préhistoriques. Universidad de Cantabria, Santander: 27-37.
drigo de Balbín, un investigador de referencia en el
Arrizabalaga, A., Álvarez-Fernández, E. e Iriarte-
ámbito de la Arqueología del Paleolítico superior
Chiapusso, M. J. 2011: Spondylus sp. at Lezetxi-
peninsular. Este trabajo se enmarca en la actividad
ki Cave (Basque Country, Spain). First Evidence
del Grupo de Investigación Consolidado de Prehis-
of its use in Symbolic Behaviour during the Au-
toria de la Universidad del País Vasco (IT-622-13) y
rignacian in Europe. En F. Ifantidis y M. Niko-
del proyecto HAR2014-53536-P del Programa Esta-
laidou (coords.): Spondylus in Prehistory: New
tal de Fomento de la Investigación Científica y Téc-
Data and Approaches - Contributions to the Ar-
nica de Excelencia. Quisiéramos agradecer a Aitor
chaeology of Shell Technologies. B.A.R. Interna-
Sánchez, Maite García-Rojas y Alejandro Prieto su
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ayuda en la elaboración del mapa.
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de Arqueología Alavesa 22: 51-68. Tapia, J., Cubas, M., Ceberio, M., Moraza, A., Aguirre-Mauleon, J., Alonso, E., Álvarez-Fernández, E., Aranburu, A., Areso, P., Armendariz, A., Castaños, J., Castaños, P., Etxeberria, F., Garmendia, J., Herrasti, L., Iriarte-Chiapusso, M. J., Pérez, D., Uriz, A. y Zapata, L. 2014: San Adrian: A new site for the study of the Bronze Age in northern Iberia. XVII World UISPP Congress 2014 Abstract Book.
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