Galicia púnica

August 11, 2017 | Autor: J. Rodríguez-Corral | Categoría: Phoenician, Phoenician Punic Archaeology, Fenicios, Phoenician trade
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Descripción

GALICIA PÚNICA HACE 3.000 AÑOS, LOS FENICIOS EMPRENDIERON DESDE EL ACTUAL LÍBANO LA CONQUISTA DEL MEDITERRÁNEO. FUNDARON FACTORÍAS, TRANSPORTARON EN SUS BARCOS MULTITUD DE OBJETOS, ALIMENTOS Y MATERIAS PRIMAS, LLEGANDO A LAS COSTAS ATLÁNTICAS DE LA PENÍNSULA IBÉRICA, PROBABLEMENTE HASTA LA ACTUAL GALICIA. JAVIER RODRÍGUEZ Universidad de Santiago de Compostela.

MERCADERES FENICIOS COMERCIANDO con habitantes de las islas británicas, obra de Frederic Leighton (1830-1896). Arriba, fragmento de un ánfora púnica hallada en la bahía de La Coruña.

¿LLEGARON LOS FENICIOS A LAS RÍAS BAIXAS?

Galicia púnica. ¿Llegaron los fenicios a las Rías Baixas? unque la mayoría de las poblaciones que vivían en la Antigüedad en el Mediterráneo mantenía en gran medida una economía autárquica, produciendo y fabricando todo lo necesario para su subsistencia, a partir de la edad del Hierro el crecimiento de la población hizo necesario buscar nuevas estrategias. Entre ellas, hubo políticas de emigración que llevaron a fundar colonias lejos de la “patria”, o incluso medidas de control de natalidad, como fue el caso de las polis fenicias y griegas. La generalización a todo el Mediterráneo de los sistemas de distribución y mercadeo ayudó a paliar estas carencias mediante una mayor distribución de mercancías. Asimismo, las comunidades se volvieron socialmente más complejas y una aristocracia, cada vez más importante, buscaba, a través del consumo de alimentos y de objetos exóticos y del uso de materiales preciosos, un modo de diferenciarse y legitimarse ante el resto de la población. Progresivamente, las civilizaciones del Mediterráneo oriental fueron colonizando el espacio occidental, entrando en contacto con los pueblos la península itálica, de la costa mediterránea de Galia y de la Península Ibérica. El impacto que supuso para estas comunidades su inserción en estas redes comerciales y la fundación de colonias y factorías en sus territorios no se limitó a la simple adquisición de mercancías: la adopción de los hábitos del consumo mediterráneo oriental y también de los estilos de vida aparejados a ellos permitió a las aristocracias desarrollar y sostener el poder a lo largo de un periodo que los arqueólogos denominan orientalizante.

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UNA DE LAS PIEZAS del tesoro fenicio de La Aliseda. Sus piezas, la mayoría de ellas de oro, incluían una diadema, collares, pendientes, sellos, escarabeos (representaciones de escarabajos), brazaletes, sortijas y un plato.

Foto barcos

EMBARCACIONES FENICIAS explorando la costa africana hacia el año 600 a. de C.

LOS PRIMEROS NAVEGANTES TRANSMEDITERRÁNEOS Durante el primer milenio antes de Cristo, se consolidó el mundo de la globalización antigua: viajes, exploraciones y rutas de mercaderes hicieron circular no solo productos sino también ideas, anécdotas e historias sobre lugares lejanos. En la cristalización de esta nueva situación los fenicios influyeron de manera decisiva. Pero ¿cuáles fueron los límites de esta globalización y hasta dónde se atrevieron a llegar estos mercaderes? Los puertos fenicios se instalaban en lugares hegemónicos para el control de las rutas comerciales entre Europa, Asia y África. Desde Tiro (en el actual Líbano), las naves seguían las rutas comerciales, evitando perder de vista las costas durante

el día y guiándose mediante la observación de las estrellas por la noche. Buscaban riqueza y sabían que las lejanas tierras del Mediterráneo occidental eran ricas en minerales. La Biblia nos cuenta que los mercaderes de Tiro surcaban el Mediterráneo hasta la Península Ibérica y regresaban de Tarsis, en la actual costa occidental de Andalucía, con sus barcos cargados de riquezas. Pero no se quedaron ahí. Establecieron un puerto en Gadir, actual Cádiz, en la vertiente atlántica de las columnas de Hércules (estrecho de Gibraltar). Al otro lado, en la costa marroquí, fundaron Lixus. Ambas colonias mostraban sus intenciones de explotar la fachada atlántica tanto africana como europea. Con la caída de Tiro, la colonia de Cartago, situada en el actual litoral de Túnez, tomó el testigo y sus gentes se hicieron con el control del mediterráneo occidental. Aunque las tradiciones míticas de Lixus y Gadir remontan su fundación antes del año 1000 a. de C., sabemos con certeza que ambas colonias estaban funcionando en el siglo VIII a. de

fenicios

C. Las fundaciones con vocación atlántica como Gadir u Onuba (Huelva), eran la materialización del conocimiento acumulado por navegantes y exploradores desde probablemente antes del 1000 a. de C.

MÁS ALLÁ DE LAS COLUMNAS DE HÉRCULES Recientemente se ha comprobado que, en el siglo VIII a. de C., los fenicios se habían establecido mas allá de Gadir, y a lo largo de la centuria siguiente estaban funcionando factorías en la costa portuguesa, como las de Cerro da Rocha Branca, en Faro; Abul, en la desembocadura del Sado, y Santa Olaia, en la desembocadura del Mondego. Esto hizo que la ruta del Atlántico peninsular fuera cada vez más importante, y que empezaran a llegar materiales fenicios a las actuales costas gallegas, especialmente a las Rías Baixas, donde vivían unas comunidades indígenas que los arqueólogos denominan Cultura Castrexa. Navegar por la costa portuguesa no tenía nada que ver con hacerlo por el

Mediterráneo, y era verdaderamente complicado, incluso para los experimentados fenicios. De marzo a noviembre, los barcos debían enfrentarse a los vientos de los cuadrantes Norte y Noroeste y, de diciembre a febrero, la nubosidad impedía la navegación nocturna. La fuerte agitación del mar, incluso en verano, y la debilidad de las corrientes no ayudaban. Así, la ruta atlántica hacia Galicia solo se podía realizar contra el viento, y con bordas altas o con naves poco cargadas. Las velas eran redondas e impedían moverse en diagonal, por lo que la navegación se debía realizar con remos, y se hacía necesario el cabotaje. El trayecto hasta el Cabo Finisterre resultaba penoso y solo se veía compensado por un regreso que con vientos favorables permitiese reducir la duración del trayecto de vuelta a la mitad. Es posible que, con el tiempo, a esta ruta atlántica se le dotara de faros, si interpretamos de este modo estructuras arquitectónicas de la Edad del Hie-

¿QUIÉNES ERAN LOS FENICIOS? LOS FENICIOS, un pueblo semítico de al Antigüedad, no se reconocían a sí mismos como tales. De hecho, fueron los griegos quienes denominaron fenicios a los cananeos, habitantes del litoral mediterráneo de Próximo Oriente, un territorio que en la Biblia aparece identificado como Canaán. El término fenicio procede de la palabra griega phoinikes (rojos), en alusión a su producción de púrpura, un tinte que extraían de un molusco. Tras lograr sobrevivir a las conquistas de filisteos, israelitas y arameos, los habitantes de Fenicia (la tierra de la púrpura) redujeron su territorio a una franja costera en la costa occidental de la actual Siria, entre Líbano y el mar. Existen pocos documentos fenicios, por lo que su historia se conoce principalmente por los textos de pueblos vecinos (israelitas, asirios, griegos), así como por los hallazgos arqueológicos. La tierra en que se asentaban no era apta para la agricultura, lo que obligó a los fenicios –dedicados principalmente al comercio- a centrarse en las actividades marítimas. Así, fueron pioneros en establecer un circuito comercial por el Mediterráneo, desde sus puertos de origen hasta la península ibérica. VASIJAS DE PASTA VÍTREA coloreada, una de las artes en la que más destacaron los artesanos fenicios.

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Herodoto (siglo V a. de C.) citaba las Casitéridas, en un área indeterminada del Atlántico. CASITÉRIDES: LAS ISLAS DEL ESTAÑO Sabemos que los comerciantes del Mediterráneo mostraron un gran interés por la Europa atlántica, sin duda porque eran conocidas desde antiguo sus riquezas en estaño, oro y plata a través de textos que el historiador griego Herodoto, en el siglo V a. de C., y del geógrafo Estrabón, en el I d. de C.. Estos escritos hablan de las Casitérides, una región rica en estaño. De hecho, el término significa “islas del estaño”, y probablemente se refiera a un área indeterminada en el Atlántico. El propio Herodoto reconoce desconocer su ubicación exacta. Estra-

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rro como la hallada en Espigao das Ruivas (Cascais), en lo alto de un espolón y con restos de haber albergado una hoguera sobre ella. El aumento de mercancías, la aparición en la costa de gran cantidad de restos de anclas romanas y la erección de un faro como el que levantaron los romanos en el puerto del pueblo celta de los ártabros (la actual Torre de Hércules, en A Coruña), no son más que una muestra de la intensificación e importancia que fue ganando este itinerario desde el Mediterráneo hacia la Europa atlántica, que abrieron los fenicios 800 años antes de Cristo. Pero ¿hasta dónde querían llegar?

bón, sin embargo, sostiene que se trata de diez ínsulas situadas cerca del puerto de los Ártabros, y afirma que fueron los fenicios los primeros en llegar hasta allí. Avieno, en su Ora Maritima (siglo IV d. de C.), a partir de informaciones de fuentes griegas y púnicas que se remontan más de 800 años atrás, deja constancia de los increíbles viajes que cartagineses y tartesios, fenicios de Cartago y de la costa occidental de Andalucía, realizaron a una región atlántica que se llamaba Oestrymnia. Los arqueólogos, partiendo de este relato, se han aventurado a buscar su localización exacta. Las corrientes principales han identificado la Bretaña francesa o las Islas Británicas como las míticas Casitérides. Bajo esta interpretación, el tránsito de los fenicios por el noroeste de la península Ibérica sea un paso más del periplo a las lejanas tierras del estaño, situadas más allá de la fachada atlántica de la Península Ibérica. Sin embargo, en la actualidad, los datos arqueológicos parecen no indicar esto. Hasta la fecha no hay evidencia de presencia fenicia ni en Bretaña ni en Gran Bretaña, por lo menos en contextos arqueológicos, todo lo contrario que en Galicia, donde las excavaciones dejan ver cada vez más la presencia de estos navegantes en sus costas. Existen motivos suficientes para pensar que ambos términos, Casitérides y Oestrimnia, hacen referencia a la costa gallega.

HALLAZGOS ARQUEOLÓGICOS EN LAS RÍAS BAIXAS Existen ejemplos de objetos mediterráneos muy antiguos en la costa del norte de Portugal y de Galicia. Se trata de cerámicas pintadas, cuentas de cristal, cuchillos de hoja curva, pendientes de oro, fíbulas o broches para sujetar la ropa, piezas bien de procedencia italiana, de origen tartesio, o fenicias que nos están indicando una fase de contacto previa de los fenicios con las comunidades indígenas entre mediados del siglo IX y el V a. de C. Para fechas posteriores, y coincidiendo con la hegemonía de Cartago tras la caída de la metrópoli de Tiro, las campañas arqueológicas están sacando a la luz increíbles cantidades de materiales procedentes del Mediterráneo. Sin duda, la mayor concentración de estos materiales la encontramos en las Rías Baixas gallegas y el noroeste de Portugal. Desde el siglo V a. de C., los FALO DE BRONCE procedente de Herculano. Las campanillas potenciaban su poder protectno. Las campanillas or.

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TEMPLO PÚNICO del castro costero de Punta do Muíño (Pontevedra), una de las pruebas más contudentes de la presencia fenicia en la actual Galicia.

EMBARCACIONES LIGERAS ENTRE LOS FENICIOS existían dos tipos de mercaderes. Por de tipo hippoi. Sabemos, por Estrabón, que gente de Gadir un lado, estaban aquellos que utilizaban embarcaciones de utilizaba esta clase de nave para llegar a la costa africana, por gran tamaño que por su forma, los griegos llamaron gaulós, lo que del mismo modo es lógico que se utilizara para el caboque quiere decir bañera. Estos realizaban largas rutas, trans- taje en la costa portuguesa. Pero, si cabe más espectacular es portando grandes cantidades de mercancías entre puertos y el hallazgo de dos representaciones de barcos que confirman la llegada de las naves mediterráneas al limercados importantes. El otro tipo de RELIEVE DE UN BARCO MERCANTE toral gallego, en el conjunto de petroglifos mercaderes se movía en barcos ligeros cofenicio procedente de Sidón (Líbano) y datado hacia el año 100 a. de C. de Laxe Auga dos Cebros, en Santa María mo los denominados hippoi, llamados así de Oia (Pontevedra). La priporque su mascarón de proa mera es una nave en forma representaba la cabeza de de cascaron, donde proa y un caballo. Estas naves recopoa siguen la cobertura del rrían las costas y redistribuícasco y mantienen la simean mercancías en fondeadetría. Tras los incendios que ros y puertos menores. asolaron Galicia en el verano Sabemos con certeza, de 2006 y las posteriores gracias al hallazgo de varias lluvias torrenciales, quedó al representaciones, que los descubierto una segunda fenicios empleaban que lleembarcación, con espolón garon hasta Galicia empleaen proa y la popa vuelta al ron estas embarcaciones interior, lo que recuerdan a más ligeras. El primer testilas naves fenicias de princimonio aparece en un trozo pios del primer milenio code cerámica, encontrada en mo las representadas en los una excavación en Lisboa, relieves del palacio del rey donde se representa una asirio Senaquerib. embarcación mediterránea

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En algunos castros gallegos la presencia de objetos de procedencia fenicia es muy notable.

fenicios intensificaron las relaciones con estas comunidades. En castros como el de A Lanzada y Punta do Muiño, en Galicia, y Romariz, en Portugal, la presencia de objetos de procedencia fenicia es notable, alcanzando en Romariz el 25 por ciento de todo el material recuperado en las excavaciones. Los fenicios buscaban materias primas como el estaño, que se podían obtener a escasos 30 kilómetros de la costa. Esta zona contaba con una ruta fluvial, el río Miño, para adentrarse en el interior, y las rías poseían, además, envidiables calas, ensenadas e islas para fondear y comerciar con las comunidades castrexas. Herodoto nos cuenta que los fenicios encendían hogueras y dejaban las mercancías en la playa para intercambiar sus productos, y aunque, es difícil saber si realmente fue así, en las playas fósiles de O Areal recientemente descubiertas en Vigo, han aparecido cerámicas púnicas y neopúnicas de los siglos VI al I a. de C. que parecen confirmar esta teoría. Aun así, no solo a esta zona llegaron los productos fenicios. Continuando la costa hacia el norte, sus naves comercia-

ron en el puerto de los Ártabros, dejando como huella de sus transacciones las ánforas púnicas que descansan en el fondo de la bahía de A Coruña. Prosiguiendo desde aquí, llegaron hasta la actual Asturias occidental, como muestran los objetos mediterráneos hallados en el Castro de Campa Torres, cerca de Gijón. Además, a lo largo de toda la costa gallega han aparecido ánforas, grandes recipientes con los que los fenicios transportaban vino y alimentos. El tipo de ánfora que aparece con más frecuencia en los castros recibe de los arqueólogos el nombre de Maña-Pascual A4 y se sabe con certeza que era un modelo procedente de la región de Gadir. A este puerto arribaban no solo mercancías fenicias, sino también de otros lugares del ámbito Mediterráneo como el puerto griego de Massalia (Marsella), las Islas Baleares o la Península Itálica. Dan fe de ello, por ejemplo, las ánforas masaliotas halladas en las Islas Cíes, en la entrada de la ría de Vigo, y en el Castro de Montealegre, en las Rías Baixas; las ánforas greco-itálicas encontradas en asentamientos como el de A Lanzada o Campa Torres; diversas cerámicas procedentes de lo que es la actual Cataluña descubiertas en el Castro Campa Torres, A Lanzada y Vigo; el vaso zoomorfo pintado de ori-

gen balear encontrado en A Lanzada, así como cerámicas griegas de diferentes procedencias. Pero, además de cerámicas y contenedores de alimentos, los pueblos castrexos obtuvieron del comercio con los fenicios objetos como las cuentas vítreas perforadas, que sin lugar a dudas debieron dar prestigio a quienes las poseyeron. En definitiva, en la actualidad, se conocen más de medio centenar de castros en el noroeste peninsular con importaciones mediterráneas que confirman el contacto comercial de estas comunidades con los fenicios.

ENCLAVES ESTRATÉGICOS Tal vez lo más sorprendente no sea el material fenicio que ha llegado a las costas gallegas, sino el hallazgo de un templo púnico en el castro costero de Punta do Muíño (predescubierto durante la construcción del Museo del Mar en Vigo). Se trata de una estructura rectangular en cuyo interior aparecen tres betilos (obeliscos) y con la que se asocian gran cantidad de cerámicas púnicas que deben de ser interpretadas como restos de actividades rituales. Betilos de este tipo han sido encontrados también en el Castro de Toralla, lo que nos permite pensar que existió otro espacio de culto fenicio en la Ría de Vigo. Estos templos, similares a los aparecidos en Andalucía y el Levante, habrían sido santuarios portuarios que solían escoger los mercaderes del Mediterráneo para realizar sus transacciones. La ventaja de este tipo de ubicaciones era doble: se trataba de lugares fácilmente localizables desde el mar y eran

LA IMPORTANCIA DE LOS TEMPLOS CUANDO ELEGÍAN UN PROMONTORIO, una península o una isla en la que situar el puerto y la zona de intercambio comercial, los fenicios procedían a consultar al oráculo, sacralizándolo y levantando en el enclave en cuestión un templo que servía co-

mo mecanismo de garantía para la seguridad de las relaciones comerciales. Este era necesario para llevar a cabo los juramentos pertinentes en cualquier intercambio, y para disponer de un espacio neutral garante de autoridad, justicia y abastecimiento

más seguros para realizar operaciones comerciales. También en las Cíes se documenta presencia fenicia, así como en el asentamiento de Santa Olaia, que aunque actualmente se encuentre a un kilómetro del mar, por entonces formaba parte de una isla. Todo esto nos permitiría aventurar que cuando Estrabón alude a diez islas para referirse a Casitérides, podría estar refiriéndose a los lugares donde los fenicios realizaban el intercambio con las comunidades indígenas. No debemos olvidar que las referencias más antiguas que tenemos sobre la colonia de Gadir nos hablan de tres ínsulas situadas en la desembocadura de río Guadalete, conocidas como Gadaira o Gedeiroi. El asentamiento fenicio se estableció en la isla Erytheia, donde se levantó un templo a la diosa Astarté. Pegada a ella, estaba la estrecha y alargada isla de Kotinoussa, donde situaron el cementerio principal y dos sasntuarios. La tercera isla era Antipolis. La situación insular del asentamiento, puerto y templos de la colonia, así como su ubicación estratégica y de fácil acceso a los ríos Guadalete, Guadiana, Tinto y Odiel que comunican con las riquezas minerales del interior, se asemeja al modo de asentarse en la costa gallega. El uso de islas como las Cíes o

Los fenicios elegían islas, como las Cíes, para realizar sus intercambios comerciales.

1 Toralla, donde se levanta un templo, o espolones como en Punta do Muiño, donde se sitúa el otro templo, y su situación al lado de las vías fluviales permiten pensar que los fenicios estarí-

an aplicando patrones similares a los usados en el sur peninsular. Si aceptamos que en Galicia se encontraban las fuentes de minerales de los fenicios en el Atlántico, ¿qué lugar habrían ocupado las Islas Británicas en ese mundo globalizado? Las noticias que

1 ÁNFORA PÚNICA rescatada del fondo de la bahía de La Coruña, un vestigio de las transacciones comerciales fenicias en el noroeste de la península Ibérica. 2 EL TESORO FENICIO DE LA ALISEDA fue hallado en 1920 en la localidad extremeña homónima en 1920. Se cree que fue enterrado hacia el año 500 a. de C.

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LA TREINTENA DE PIEDRAS hincadas en el atrio fueron las que dieron nombre al Templo de los Obeliscos de la ciudad de Biblos.

de productos, así como lugar, morada de las divinidades protectoras, donde los navegantes podían realizar rituales y ofrendas para pedir amparo y protección a lo largo de sus travesías, o dar gracias por la consecución exitosa de las mismas.

ESTATUILLAS divinas del templo de los Obeliscos de Biblos, en la actual Siria.

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Las islas Casitérides, hasta ahora ubicadas en las islas británicas, podrían haber estado en territorio gallego.

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1 CEPO DE ANCLA romana. El hallazgo de este tipo de piezas prueba la relevancia que debió tener la ruta comercial hacia la Europa Atlántica en tiempos de los fenicios.

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2 “SACERDOTE DE CÁDIZ. Figurilla de la antigua colonia fenicia de Gadir.

3 URNA FUNERARIA encontrada en la necrópolis de Tútugi en la población granadina de Galera. 4 BETILO (obelisco) del Castro de Toralla, vestigio de un espacio de culto fenicio en la ría de Vigo. 5 LAS CUENTAS DE COLLAR fueron algunos de los objetos que los pueblos castrexos obtuvieron gracias a sus intercambios comerciales con los fenicios.

nos llegan muestran no solo la importancia que para las gentes del Mediterráneo tuvieron zonas ricas en minerales como la Bretaña francesa y Cornualles, en Inglaterra, sino también la presencia en estas tierras de navegantes procedentes del Mediterráneo. Tenemos noticias del viaje que un griego llamado Pytheas hizo a finales del siglo V a. de C. gracias a las numerosas referencias que Estrabón hace sobre él, y de los trabajos posteriores de Plinio el Viejo. Es posible identificar dos lugares de su periplo: el cabo de Kabaion, identificado como La Pointe du Raz, en el extremo sudoeste del Finistère bretón, y Ouxisama, que suele relacionarse con las islas de Ouessant, al final de la costa noroccidental de Finistère. Parece que su viaje le llevó hacia el norte, alcanzando las costas británicas, y lo más probable es que hubiese llegado hasta la bahía de Vizcaya por tierra a lo largo del AudeGarona, y de ahí continuara por mar hacia Gran Bretaña. ¿Es posible pensar entonces que los griegos establecieron una ruta alternativa al Atlántico para obtener estaño? Los datos arqueológicos parecen ratificar esta hipótesis. Las cerámicas estampadas y los objetos importados aparecidos en el sur de de la Bretaña, como sítulas (vasos rituales), brazaletes, broches o espadas, indican el contacto directo de las comunidades asentadas en estas latitudes con pueblos del interior

de Francia. Así, los comerciantes del puerto de Massalia, a través del Ródano y del Loira, habrían establecido sus redes de intercambio con esta parte del Atlántico, mientras que los fenicios habrían utilizado la ruta marítima para llegar a las Casitérides, en la actual Galicia. Sabemos que Escipión, en la segunda mitad del siglo II a. de C., buscaba información sobre las islas británicas preguntando a los comerciantes instalados precisamente en los puertos griegos del Golfo de León, como Massalia, Narbo (actual Narbona) y Corbilo, y no entre las colonias fenicias del Estrecho de Gibraltar. Sin embargo, poco consiguió averiguar.

EL MONOPOLIO DEL COMERCIO ATLÁNTICO Los navegantes mediterráneos establecieron así dos rutas para adquirir estaño y otros minerales, ambas controladas celosamente. Por una parte, la zona de Bretaña y las islas británicas se alcanzaba a través del remonte de los ríos Loira y Ródano desde el Mediterráneo, ruta controlada por los comerciantes griegos instalados en Massalia. Por otro, la ruta atlántica a las Casitérides/Oestrimnia, en el territorio de la cultura castrexa, controlada por los fenicios. Esto explicaría la presencia de material fenicio en los castros del litoral gallego y en zonas del interior ricas en minerales, y su ausencia en latitudes superiores. Además, mientras el comercio fenicio-púnico fue directo, estableciendo factorías a lo largo de la ruta que partía

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de Gadir hasta las costas gallegas, el itinerario controlado por los griegos necesitaba de intermediarios como las comunidades célticas situadas a medio camino. Dos motivos pueden explicar la elección griega de ese trayecto y esas zonas de obtención de estaño en detrimento de la marítima por el Atlántico. En primer lugar, sus colonias en el Mediterráneo occidental estaban en la costa europea o en las islas de influencia europea. Por eso, una ruta que cruzara por el interior de la actual Francia supondría solo 350 kilómetros frente a los 3.200 que suponía circunnavegar la Península Ibérica. Pero es posible que, además, los griegos viesen cerrado el paso a través de las Columnas de Hércules debido a sus crecientes hostilidades con los fenicios de Cartago a partir del siglo V a. de C. No debemos olvidar que los arqueólogos encontraron grandes cantidades de cerámica griega fechadas a inicios del siglo VI a. de C. en Huelva, lo que podría estar indicando el interés heleno por la ruta con anterioridad al surgimiento de las hostilidades. Plinio nos cuenta que un tal Midacritus, un mercader griego, había obtenido estaño de las Casitérides antes del V a. de C., un comentario que incide nuevamente en un interés previo por la ruta atlántica. En este contexto, también cobra sentido el viaje de Pytheas en el 330 a. de C. para explorar la costa bretona y su periplo alrededor de las Islas, en busca de una alternativa a la ruta fenicia. El estaño de las Casitérides, bajo el control de los fenicios, quedó de ese modo vedado a los griegos. Una relación directa con las tierras del noroeste peninsular quedaría atestiguada en los templos púnicos levantados en los castros de Toralla y Punta do Muíño, que solo se puede explicar por una presencia fenicia persistente y directa en esta región. Los recientes descubrimientos arqueológicosy la revisión de los textos antiguos revelan la importancia de las costas gallegas para los comerciantes fenicios y su inclusión en las redes de intercambio del Mediterráneo.

RUTAS SECRETAS EN LA ANTIGÜEDAD, los comerciantes –fuesen de donde fuesen- guardaban celosamente en secreto las rutas de las que obtenían riquezas. También el itinerario que los fenicios abrieron hacia el noroeste de la Península Ibérica atravesando el estrecho de Gibraltar y circunnavegando la costa portuguesa despertó sin duda un gran interés por parte de otros pueblos. El propio Estrabón cuenta cómo los romanos intentaron insistentemente acceder a ella, pero cuando los navíos fenicios que surcaban el océano rumbo a las costas gallegas descubrían que les seguían, hacían encallar sus barcos para preservar de ese modo el secreto de la ruta. El general cartaginés Hannón, lugarteniente de Aníbal durante la segunda

guerra púnica, partió en el año 204 con sesenta naves y exploró y colonizó la costa atlántica africana. Algunos expertos aseguran que llegó más allá de lo que hoy es Sierra Leona. El relato de su periplo fue traducido al griego, en una versión conocida como Periplo de Hannón y cuyo título completo es El viaje de Hannón, comandante de los cartagineses, alrededor de las partes de Libia más allá de las Columnas de Hércules, que depositó en el templo de Cronos. Otro general cartaginés, Himilcón (muerto hacia el año 450 a. de C.) bordeó las costas de Europa occidental, adentrándose en el Atlántico y alcanzando Cornualles y probablemente Irlanda. Su aventura fue recogida en la obra Ora maritima, de Avieno.

LOS FENICIOS fueron pioneros en establecer un circuito comercial por el Mediterráneo, desde la actual costa del Líbano hasta la Península Ibérica. Y aún prosiguieron más allá, remontando el océano Atlántico hasta las islas británicas.

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BIBLIOGRAFÍA LÓPEZ CASTRO, J.L.; Hispania poena: los fenicios en la Hispania romana (206 a.C.-96 d.C.), RBA, 2006. Prados Martínez, F.; Los fenicios, Marcial Pons, 2007.

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