Galeno. Synopsis de pulsibus. Resumen del propio Galeno de sus tratados sobre los pulsos

July 28, 2017 | Autor: F. Cortés Gabaudan | Categoría: Galenus, Ancient Greek Medicine, Hipocratic and Galenic Medicine
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Descripción

Resumen de Galeno sobre sus tratados sobre los pulsos1 431. La mayoría de los hombres anhelan un conocimiento exacto en cada una de las cosas que intentan aprender, sin embargo, dudan en emprender el camino que lleva hasta él. Por ello, porque rehuyen por ser largos los tratados que con todo detalle lo explican todo, algunos caen en la lectura de guías, comentarios, esquemas, otros en la de resúmenes, epítomes, compendios. Después cuando se encuentran con hombres que les llevan la contraria no pueden resolver sus refutaciones, (432) por no haber querido aprender la solución a esas contradicciones y se quedan al margen de la verdad. Sería necesario, por tanto, que asimilaran con especial detalle la enseñanza detallada que da un conocimiento superior al del resto en cuanto que no sólo enseña las verdades sin más, sino que añade demostraciones, refutaciones que permiten resolver las contradicciones. Si permanecen al margen de ese aprendizaje también están privados de discutir sobre la verdad de lo que han aprendido. Sin embargo, no se comportan así. Por ello ocurre que durante toda su vida sus ideas oscilan como una nave amarrada en el oleaje. Las demostraciones son como anclas para que sus conocimientos científicos queden firmemente sujetos y no se muevan de un lado a otro. Por tanto, insto a aprender todo hasta su conclusión, o, mejor, directamente desde su principio, antes que introducirse con la ayuda añadida de algún esquema o resumen. Cuando lo hayan aprendido con todo rigor, entonces sí, se pueden leer epítomes, si es que quieren recordar en pocas palabras lo que antes han aprendido en extensión. En conclusión, no me decidí a hacer un epítome de todo lo tratado por mí porque pensaba que era preferible que lo hicieran los que hubieran leído con todo rigor mi exposición detallada. (433) Así es como resultan útiles los resúmenes y epítomes, cuando están escritos según los hábitos de cada uno. Después de que me enteré que otras personas estaban haciendo resúmenes incorrectos de lo tratado por mí que son perjudiciales para los que no se animan a leer los tratados detallados, me vi forzado a dedicarme a esa actividad en contra de mi postura inicial y reduje a un resumen en primer lugar lo que había tratado sobre los pulsos. La exposición detallada sobre este tema está dividida en cuatro partes, la primera sobre las diferencias de los pulsos2, la segunda sobre su reconocimiento diferencial3, la tercera sobre sus causas4 y la cuarta sobre el pronóstico5. En la parte dedicada a la diferencia de los pulsos se enseña cómo se puede encontrar metódicamente el número de todos los pulsos. En la segunda parte, cómo se puede reconocer cada uno de los pulsos porque algunos son difíciles de distinguir y otros no se pueden distinguir al tacto. La tercera parte enseña por qué causas aparece cada uno de los pulsos. El cuarto sobre qué función tiene todo ese esfuerzo, sobre el hacer pronósticos a partir de ellos.

1 Para bibliografía moderna sobre este tratado, véase F. Cortés Gabaudan y T. Martínez Manzano, “«Galeno según Galeno»: Synopsis de Pulsibus IX, 531-549 Kühn”, Revue d'histoire des textes, VIII (2013), 61-110. 2 Referencia a su libro titulado en latín De differentia pulsuum (K. VIII 493-765). 3 Referencia a su libro titulado en latín De dignoscendis pulsibus (K VIII 766-961). 4 Referencia a su libro titulado en latín De causis pulsuum (K. IX 1-204). 5 Referencia a su libro titulado en latín De praesagitione ex pulsibus (K. IX 205-430).

Cap. 2. (434) Para cada una de estas partes nos han resultado cuatro libros por lo que el conjunto son dieciséis. Ahora en este tratado haré un resumen de ellos empezando por la primera, sobre la diferencia. Lo encabeza un proemio en el que se demuestra que es mejor prestar atención a los hechos en sí y dejar de lado sus denominaciones. Esto pienso ponerlo en práctica en este tema y en todos los demás. Porque quien a partir de la esencia del propio hecho va descubriendo metódicamente las diferencias que hay en él tiene asegurado un conocimiento científico seguro para que no deje de lado ninguno de los hechos ni hable de ellos de forma superflua. Mientras que los que empiezan por las denominaciones no tienen claro si están dejando de lado algo o si lo han añadido de forma superflua. En efecto, muchas veces una sola denominación significa más de un hecho y otras muchas un único hecho tiene más de una denominación. Algunos hechos ni reciben denominación para empezar, bien porque no los conocieron los que nos han precedido bien porque de forma completa sólo unos pocos. Existe el riesgo de que pase desapercibido alguno de los hechos por llamarlos de forma homónima y (435) de que por sinonimia a pesar de la multitud de denominaciones el resultado sea el mismo. Por ello es mejor dejar a un lado las denominaciones y comenzar por el hecho en sí, a saber, la investigación de la cantidad de diferencias que hay en los pulsos. Cap. 3. Es la esencia del asunto que nos ocupa la contracción (sístole) y dilatación (diástole)6 perceptible en un cuerpo hueco y alargado. El cuerpo hueco en cuestión lo llaman los médicos arteria. El movimiento de ese cuerpo al que nos referimos lo denominan los médicos pulso, no sólo ellos, también todos los hombres. Y si alguien no quisiera llamarlo pulso no nos importaría pues no estamos aquí para discutir sobre palabras sino sobre cómo uno podría pronosticar el futuro a partir del movimiento perceptible de las arterias. Si alguien quiere llamar pulso o palpitación o lo que sea ese movimiento de las arterias no importará, siempre y cuando el pronóstico que se haga a partir de él sea el adecuado, esa es la tarea que nos hemos fijado desde el principio. Cuáles son los componentes necesarios del movimiento de las arterias, será lo primero que hay que analizar. (436) Después, a continuación, si existe algún otro componente que no sea necesario. Existen dos componentes en el movimiento de las arterias que por su propia razón son los primeros: el intervalo espacial que da cabida al movimiento y el tiempo durante el que se mueve. El intervalo del movimiento se produce según la longitud, la anchura y la profundidad de la arteria, por lo que se establecerán tres diferencias simples y primeras. Una según la longitud, otra según la anchura y otra según la profundidad o altura. Se llaman de forma distinta. Si el pulso que observamos llega a ser de una altura mayor que la natural se llamará elevado7. Si se extiende en una anchura mayor que la natural, se llamará ancho. Si los que tocan observan que tiene una longitud mayor que la natural, será largo8. De la misma forma Traducimos aquí los términos systolḗ́ ́́ y diastolḗ́ ́́ con su valor normal en griego no médico, en adelante, una vez definidos usaremos sus equivalentes en español sístole y diástole por considerar que a partir de este momento son términos técnicos. 7 Estos términos que distinguen los distintos tipos de pulso y que ponemos en cursiva en su primera aparición en el texto se traducirán siempre por la misma palabra española buscando una coherencia interna de la traducción para clarificarla. En la introducción hemos hecho un pequeño glosario de estos términos. 8 Largo en sentido espacial, no temporal; se comprende perfectamente qué es un pulso largo cuando se lee el cap. XXVII, pág. 522 K., se trata de un pulso que perciben un mayor número de dedos. Lo mismo es aplicable a la categoría contraria, corto. Téngase presente que son categorías espaciales, no temporales. 6

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son evidentes sus contrarios, rebajado, estrecho y corto9. El pulso que esté en lo que es natural en cada uno de esos tres componentes se llamará equilibrado en lo que hace referencia a esa dimensión. (437) Por tanto, forzosamente todas las diferencias de los pulsos aludidas suman 27:

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27

longitud largo largo largo largo largo largo largo largo largo equilibrado equilibrado equilibrado equilibrado equilibrado equilibrado equilibrado equilibrado equilibrado corto corto corto corto corto corto corto corto corto

anchura ancho ancho ancho equilibrado equilibrado equilibrado estrecho estrecho estrecho ancho ancho ancho equilibrado equilibrado equilibrado estrecho estrecho estrecho ancho ancho ancho equilibrado equilibrado equilibrado estrecho estrecho estrecho

profundidad elevado equilibrado rebajado elevado equilibrado rebajado elevado equilibrado rebajado elevado equilibrado rebajado elevado equilibrado rebajado elevado equilibrado rebajado elevado equilibrado rebajado elevado equilibrado rebajado elevado equilibrado rebajado

grande

pequeño

(439) Aunque hay estos 27 tipos de pulso en conjunto según el grado en las tres dimensiones, sólo dos de ellos tienen nombre aceptado por todos los médicos, el primero y el último. El primero se llama grande y el último pequeño. Toda la cantidad restante no tiene nombre. En efecto, ni los que se llaman finos, ni gruesos, designan uno concreto de los del esquema sino que aluden genéricamente a muchos de ellos. En efecto, aquellos en los que la dimensión de la longitud es más importante que las otras dos, los llaman finos, mientras que aquellos en los que dominan las otras dos dimensiones los llaman gruesos. Según eso, el 5 y el 6, y además el 8, el 9 y el 18 los llaman finos. A su vez, al 10 del esquema, 19, 20, 22 y 23 los llaman gruesos. Por tanto esos nombres son generales y comunes a varios. Llaman a esos mismos pulsos de otra forma, al fino lo llaman delgado y al grueso, espeso. (440) Ni siquiera tenemos nombre específico para el que es equilibrado en las tres dimensiones, el único de los 27 que es según lo natural, o decimos que es equilibrado en sus tres dimensiones, o intermedio 9

Corto se dice en griego brakhýs, término que también se usa en el texto en el sentido de ‘breve’. En la traducción hemos procurado distinguir esta homonimia.

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entre grande o pequeño, o según lo natural en la cantidad de la diástole, o equilibrado en la cantidad de la diástole o de alguna otra forma como esperemos que será claro lo dicho. En cuanto al tiempo de la diástole no son 27 tipos ni muchos, sino encontrarás que existe la misma cantidad de diferencias que hemos considerado en cada una de las dimensiones y que se consideran en general. Igual que en esas dimensiones, en lo que hace referencia a la longitud, hay un pulso equilibrado, otro largo y otro corto; en lo que atañe a la anchura hay uno equilibrado, otro ancho y otro estrecho, y en lo que toca a la profundidad hay uno equilibrado, otro elevado y otro rebajado, de la misma forma en lo tocante al tiempo de la diástole hay uno equilibrado en esa categoría, otro rápido y otro breve. Existe todavía otro género de diferencia en los pulsos según su intensidad, (441) porque hay pulsos vigorosos, pulsos sin vigor y uno tercero intermedio que no es igual a los que hemos llamado antes según lo natural o equilibrado. Pues el vigoroso en esa categoría es según lo natural, aunque aumenta por la alimentación, la ingesta de vino y por el estado de ánimo, por lo que sale de lo natural. Precisamente a ese pulso lo llamamos también vehemente (sphodrós) por seguir la costumbre de los médicos; por supuesto, sabemos que lo más habitual entre todos los griegos es llamarlo vehemente por su rapidez y vigor10. La cuarta diferencia de los pulsos reside en la diástole de la arteria según el propio cuerpo del vaso, según sea más duro o más blando que lo natural. Por tanto, habrá tres pulsos diferentes en ese terreno, el equilibrado, el duro y el blando. Cap. 4. No es posible reconocer ninguna otra propiedad de forma experimental en los cuerpos que se mueven. Por tanto todas las diferencias en la diástole de la arteria quedan descritas en esas cuatro categorías. Lo que fluye por ellas no es posible diferenciarlo ni en su cantidad ni en su calidad (442); de no ser así, habría cesado por completo la investigación sobre si las arterias están vacías de sangre, si fuera posible afirmar no sólo que contienen sangre con aire sino también su cualidad, si es serosa y ligera, o, espesa y viscosa, o intermedia entre esas cualidades, que es precisamente como es la sangre en su estado natural. A pesar de ello, algunos anunciaron que es posible distinguir la naturaleza de la sangre y también la del aire, cuáles son las propiedades de lo que está contenido en las arterias. Algunos de ellos escriben unas cosas, otros otras distintas y añaden uno a los tipos de pulsos descritos, que llaman lleno, y según eso establecen tres distinciones, porque llaman a uno lleno, a otro vacío y el intermedio entre ellos no tiene nombre específico. Si quisieras rebatir sus opiniones, harías un razonamiento doble: el primero sobre lo que afirman partiendo de la plenitud y a continuación el razonamiento sobre el diagnóstico. En efecto, en cada uno de esas direcciones he puesto manifiesto que han errado no poco. (443) En lo relativo a lo que afirman no sólo en lo que toca a ese tipo de pulso, sino también a todos los demás, en el segundo11 y tercer libro12 Sobre la diferencia de los pulsos. Sus errores en lo relativo a la plenitud quedan dichos en el cuarto libro13 de Sobre el diagnóstico por los pulsos, todo lo demás en los anteriores. Pero ahora, puesto que sólo expongo lo que es útil para el arte de la medicina sin añadir las refutaciones contra los que yerran en su práctica (ese es el objetivo, como afirmé, en 10

Es decir, vulgarmente se denomina vehemente (sphodrós) un pulso rápido y vigoroso, mientras que los médicos llaman vehemente un pulso que es sólo vigoroso independientemente de su velocidad. 11 K. VIII 566 y ss.; la rebate estos argumentos a partir de 571. 12 K. VIII 636 y ss.. 13 K. VIII 917 y ss..

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los resúmenes y compendios), es momento de volver al resto de diferencias de los pulsos que son útiles. Cap. 5. Hasta nosotros ha llegado un gran desacuerdo entre los médicos: algunos piensan que la sístole de las arterias es perceptible y otros que no lo es. Todos los que consideran que es perceptible afirman que en el tiempo intermedio entre el final de la diástole y el principio de la sístole la arteria permanece en calma un tiempo, de forma parecida al reposo tras la inspiración antes de la espiración en los órganos respiratorios. Igualmente, después de la sístole, antes de la diástole, también hay un reposo, (444) como existe un momento de calma en la respiración tras las espiraciones antes de las inspiraciones. Si los tiempos de calma son mayores que lo que es natural llaman a ese pulso espaciado. Si son menores, frecuente. Dicen que existen dos momentos en los que puede ser espaciado y frecuente, uno externo después de la diástole, antes de la sístole, otro interno después de la sístole, antes de la diástole. Todos los que afirman que la sístole es inapreciable, todo ese tiempo que trascurre entre los movimientos perceptibles en comparación a lo que es natural, si es menor, llaman ese pulso frecuente, si es mayor espaciado y si es conforme a lo natural, equilibrado. En el primer libro14 Sobre el diagnóstico [por los pulsos] queda dicho suficiente sobre ese desacuerdo, que no es perceptible la contracción en todos los pulsos. Ha quedado expuesto que es perceptible en algunos y en otros no. Aparte de eso, la forma en que uno puede ejercitarse para hacer la diferencia en la contracción, se dirá un poco después. Cap. 6. (445) Ahora repasaré las diferencias de los pulsos restantes. En primer lugar la del ritmo, que tiene puntos de contacto con la teoría musical; en segundo lugar la de su uniformidad e irregularidad. En tercer lugar la del desorden y orden. La percepción del ritmo surge por comparar los tiempos de la diástole y la sístole. La de la irregularidad cuando deja de producirse la sucesión de la igualdad, unas veces en un categoría, otras en otra, o en dos categorías o en más. Algunas veces deja de producirse esa sucesión de la igualdad con lo que el movimiento resulta irregular, pero sin embargo permanece alguna igualdad de las recurrencias, como ocurre en el movimiento de los planetas, en ese caso, diremos que existe cierto orden en esos pulsos, pero diremos que no tienen ningún orden cuando no se percibe una igualdad en el período que ocurra en una misma cantidad de pulsos. Por ejemplo, si después de tres pulsos grandes ocurriera uno pequeño, y ocurriera eso así de forma recurrente, (446) dirás que ese pulso tiene un orden aunque no sea regular. Pues aunque desaparezca la igualdad se mantiene cierto orden. Por el contrario, en aquellos pulsos en los que no se mantiene ese orden los llamamos no uniformes y sin orden. En efecto, nosotros usamos los nombres más ajustados de los pulsos, porque tanto en esto como en lo demás mantenemos la costumbre griega. En el libro segundo y en el tercero Sobre las diferencias de los pulsos queda esto demostrado. Estamos de acuerdo que uno los nombre como quiera, siempre que se mantenga la diferencia de los hechos y que se exprese en palabras de forma que su enseñanza esté bien articulada y sea clara. En el primer libro Sobre la diferencia de los pulsos quedan expuestas las uniformidades en relación a un movimiento, algunas de ellas se producen a pesar de que se mantenga el movimiento constante, otras cuando se interrumpe. Sobre ellas se dirá también después.

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K. VIII 766 y ss..

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Ahora empiezo la exposición sobre la sístole, que es de lo más imprescindible para hacer pronósticos, dado que la enseñanza sobre el pulso apretado y espaciado se transforma e intercambia con la relativa a los ritmos. (447) Se han dicho muchas cosas en el primer libro Sobre el diagnóstico por los pulsos, de todas ellas se dirán aquí las más útiles. Gracias a ellas alguien experimentado habrá aprendido de hecho lo fundamental de la enseñanza cuando sea capaz de pronosticar lo que le va a ocurrir a los enfermos. Los otros médicos uno a uno, por el contrario, piensa que esa capacidad de pronosticar depende de algo de magia y no de la teoría médica. Cap. 7 Hay que empezar primero a diferenciar el tamaño de la diástole. Te dará ese dato la forma en que apliques los dedos en la superficie y en mayor medida que lo hagas en partes de la arteria que estén abajo. Pues si estableces el contacto desde arriba la oprimirás y presionarás si no pones muchísimo cuidado de observar que los dedos no opriman. Si los aplicas en partes bajas puedes alcanzar mejor tu meta de no oprimir nada la arteria. Cuanto más la oprimas más impedirás el volumen de la diástole, especialmente si el pulso es poco vigoroso, como ocurre con los que padecen letargia. (448) Si ejerces presión en sus arterias con los dedos en vez de ser muy grande parecerá que es muy pequeño, si, como queda dicho, la fuerza vital está completamente debilitada; ocurre lo contrario con los pulsos vigorosos, que llamamos también vehementes, en los que la arteria reacciona aunque se ejerza más presión que la mesurada al aplicar los dedos, poniendo de manifiesto la fuerza de su movimiento. Y por lo mismo, cuando la piel del enfermo esté dura y también lo esté la túnica de la arteria, los pulsos vigorosos hacen que la carne de los dedos que se aplican se repliegue por la dureza de la piel como si aplicas un cuerpo duro externo en una piel blanda. En eso se distingue lo duro de lo blando, en que se hunde más lo más duro que lo más blando. Lo que tiene vigor sin estar duro puede hacer que se repliegue en unos casos, pero no puede comprimir ni pinchar. Lo comprenderás mejor si lo comparas con el ataque de un fuerte viento frente a la presión de un guijarro de tamaño mediano. El viento cuando se desata nos tira y en muchos casos tira también árboles no pequeños, (449) por el contrario el guijarro aplicado a la piel es capaz de pinchar y comprimir pero no puede hacer que se repliegue una extremidad completa. En el primer caso el objeto queda tirado aunque no haya sufrido pinchazos y deja vacío el lugar que ocupaba, mientras que en el otro caso cede por la opresión del objeto más duro y le deja espacio sin abandonar el lugar que ocupaba antes. Así también debes distinguir en la arteria el pulso duro del vehemente. El duro lo apreciarás porque es como una piedra o un leño que cae, aunque se deja vencer por la presión, salvo que sea vigoroso al mismo tiempo. El vehemente se manifiesta con más vigor aunque oprimas. Cuando te hayas ejercitado en diferenciarlos puedes llegar a distinguir la sístole, si antes te has curtido en los pulsos grandes, vehementes y duros. Es posible, en efecto, que enseguida logres percibir la sístole si oprimes con la fuerza apropiada a esos pulsos. En la medida en que cede tu piel y se repliega y en cierto modo se ahueca frente al empuje de la arteria que a continuación se retira hasta su lugar y posición natural. (450) De forma que percibirás la sístole durante el tiempo en el que ocurra esto. Y no será reconocible el resto del tiempo. Después de haberte ejercitado en pulsos de ese tipo puedes poner tu atención en los que son a un tiempo grandes y vehementes aunque no sean duros. A continuación en los vehementes aunque no sean grandes. Es necesario que ejerzas un contacto blando que por su naturaleza deja percibir mejor. En efecto, ese contacto blando se repliega más deprisa por el empuje violento de la arteria y permite una percepción mejor de sus padecimientos. Queda dicho con más detalle en el primer libro Sobre el diagnóstico por

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los pulsos, de forma que podrás conseguir una enorme práctica en el diagnóstico por la sístole. Si no logras convencerte de percibir con exactitud los primeros elementos de la sístole y te parece que ésta es irreconocible por completo por tener una piel dura o con poca capacidad de percepción, reconoce que te verás perjudicado por eso en el establecimiento de muchos pronósticos de los que oirás hablar a medida que se desarrolle este estudio. Sin embargo te voy a proporcionar un remedio que es de utilidad para tu actuación. Es necesario que guardes en tu memoria cuánto dura el tiempo en el que no percibes ningún movimiento pulsátil según la circunstancia vital. (451) Porque no es pequeña la diferencia que existe entre los hombres sobre cuánto tiempo permanece en reposo el pulso, te pido que hayas tocado muchas veces cuando están sanos a los que tienen los mismos hábitos que aquellos que esperas tener que reconocer como enfermos y lo hayas hecho en aquel momento en el que el cuerpo no tiene ningún movimiento externo, es decir, al margen de paseos, carreras, baños, luchas, comidas, bebidas, competiciones, estados de ánimo desasosegantes como el miedo. Te pido, decía, que guardes en tu memoria cuánto dura el tiempo de reposo pulsátil y que lo compares con el que observes en cada circunstancia. Si fuera más largo llamarás a ese pulso espaciado y si fuera más corto lo llamarás frecuente. Y si es igual al que es por naturaleza, equilibrado. Igual que no es posible percibir todo el tiempo de la sístole tampoco lo es el de la diástole. Eso queda expuesto en el primer libro Sobre el diagnóstico por los pulsos. Sin embargo, es posible reconocer el pulso rápido y el lento a partir de lo que se observa en la diástole. Se habla sobre esto también al principio del segundo libro Sobre el diagnóstico por los pulsos y en la mayor parte del tercero, en el que mostraba que la enseñanza sobre los ritmos es inútil porque nos basta (452) de cara a hacer pronósticos con reconocer la rapidez o la lentitud de los movimientos de la arteria. Ocurre lo mismo que con los tiempos de reposo pulsátil para saber cuál pertenece al pulso espaciado y cuál al apretado. Lo aprenderás por lo que sigue donde se tratará sobre el pronóstico a partir de los pulsos. Cap. 8 Pero ahora, una vez que se ha tratado por añadidura sobre qué es útil a propósito del pulso grande y pequeño y el resto de los que se consideran y reconocen por la duración de la diástole paso a ocuparme de sus causas. En relación a estos pulsos existe una medida común considerada en relación a su frecuencia amplia15 y otra particular a cada persona. En la común el pulso será equilibrado en relación a cada una de las dimensiones y se distinguirá por su medida comparativa16 en el abultamiento de la arteria. Llamo abultamiento el contorno circular. Se aplicará lo mismo a los pulsos que exceden o quedan por debajo a lo equilibrado en cada una de las dimensiones. En lo particular, referido a cada persona, en relación al recuerdo de otras estimaciones anteriores. Queda dicho sobre los pulsos así considerados (453) en el segundo libro del Sobre el diagnóstico por los pulsos, nadie la ha puesto por escrito antes que yo la forma en que allí se trata el tema, de forma separada y por sí misma; es verdad que algunos aspectos fueron tratados incidentalmente con antelación de forma discordante. Así, por ejemplo, Herófilo afirma que el pulso del niño es suficiente en su tamaño, mientras que Arquígenes dice que es

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Galeno está aludiendo, pensamos, a un criterio estadístico avant la lettre para establecer la medida común que será igual en cada una de las dimensiones al equilibrio o según lo que es natural. 16 Parece que hay que entender que la comparación se establece entre el contorno de la arteria en reposo y la arteria abultada por el pulso.

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pequeño. De la misma forma, Arquígenes afirma que el pulso tipo hormiga17 es rápido mientras que Herófilo afirma lo contrario. En ese tratado se dijeron también las causas de los fallos. En definitiva, que debes aplicar tu atención por encima de todo a ese tratado si quieres diagnosticar y pronosticar las diferencias de los pulsos, todos cuantos viste que mencionábamos. No hay nada en el arte de la medicina que precise dedicarle menor tiempo y que tenga mayor importancia que el diagnóstico a partir de los pulsos. Allí donde se demostró que Arquígenes fallaba, no sólo en apreciar la rapidez, también el tamaño, qué esperanza te queda de llegar al conocimiento (454) si no descubres la verdad en lo que atañe a la teoría y a la práctica en los cuatro libros Sobre el diagnóstico? Por tanto en la consideración de que tú vas a hacerlo así, voy a exponer lo principal de lo allí dicho como hice en lo tocante a las diferencias. Dado que el movimiento de la diástole es perceptible a cualquiera que toque, suave y superficialmente, rodeando la arteria, y en mayor grado cuando lo haga en partes de abajo, la apreciación del tamaño se produce con claridad. Sin embargo, reconocer con seguridad y claridad si se mueve de forma vehemente o débil, regular o irregular, no es posible hacerlo por establecer ese contacto. Es preciso presionar la arteria muy cuidadosamente. Así percibirás que la diástole es más larga que cuando le aplicabas tus dedos sin rudeza. Porque desde luego que no es posible reconocer con claridad la rapidez o lentitud si no presionas un poco la piel que recubre la arteria. Cuando haces eso unas veces te parece que su velocidad es constante, otras que es irregular; algunas veces que la primera parte de su movimiento o la parte intermedia lo hace con mayor lentitud, otras veces lo contrario. De la misma forma, a veces (455) que la parte última es más rápida, otras que las partes anteriores o el principio del todo. También su vehemencia y debilidad según la misma pauta. Si interrumpes su flujo con tranquilidad percibirás la subida de la arteria, porque parece que se levanta, mientras que el segundo impacto después de la detención te parecerá más fuerte o más rápido, otras veces que es más débil y premioso que el primero. Son muchas las diferencias de ese género en las diferencias parciales; las tienes todas escritas en el primer libro de los tratados sobre los pulsos. A partir de aquí, en el discurso que sigue, voy a intentar resumir lo útil de esas diferencias y qué manifiestan. De la misma forma, también sobre el resto de lo que he pasado por alto y que es considerado de gran interés por los médicos, lo escucharás en la parte dedicada al pronóstico de esta materia. Ahora baste con decir sólo de forma que cualquiera que lea este libro con antelación al tratado grande pueda para la práctica de la medicina prescindir de la primera parte dedicada a la diferencia de los pulsos y de la relativa a las causas. (456) También a partir de esto dispondrá de las propiedades que rodean cada una de ellas. Los estudios sistemáticos de la diferencia y del pronóstico son los más útiles para la puesta en práctica de este arte si se leen en una narración detallada y no en un resumen. Por ello harás bien si no te precipitas tras recibir sólo esta enseñanza, que es útil como recordatorio de acceso rápido a los que antes y con cuidado han asimilado los escritos detallados en esos tratados. Para establecer la diferencia de la velocidad del pulso, donde hemos demostrado que Arquígenes se equivocó, no es posible adquirir un conocimiento diferencial seguro sin haber leído el Sobre el diagnóstico por los pulsos y no como algo accesorio. Allí se muestra que es necesario diferenciar no sólo sin más la rapidez del tiempo del movimiento frente a la lentitud, sino que también hay que considerar la duración de la subida. Porque si sólo prestas atención al tiempo te parecerá que el pulso que se llama hormiga es rápido cuando no lo 17

Se llamaba así el pulso débil y de poca duración.

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es, sino que es de duración breve porque tiene una diástole pequeñísima. Porque no es posible recorrer un intervalo breve en mucho tiempo aunque lo que se mueva lo haga lentamente. Por ejemplo, una tortuga recorre un codo en menos tiempo que un caballo una parasanga18 pero (457) el impulso del movimiento de ambos animales no es el mismo. Es preciso que te acostumbres así a reconocer la brevedad del tiempo. Sobre este tema, como he afirmado ya, se dice con gran amplitud en el libro tercero Sobre el diagnóstico y en la primera parte del segundo. Sobre la sístole se ha escrito de forma completa en el primer libro donde he mostrado que es imposible de reconocer en pulsos débiles, sobre todo si la túnica de la arteria es blanda. Sí es posible distinguirla en los pulsos vehementes o en los intermedios en su vehemencia y duración. No hay nada que especificar en cuanto a que la arteria sea blanda en el caso de pulsos vehementes porque nunca el mismo pulso es a un tiempo vehemente y blando, sino que es o duro o en su equilibrado y según lo natural en esa categoría. Así pues, en los pulsos vehementes si presionas sin miedo la arteria te darás cuenta si se retira inmediatamente antes de la sístole con lo que el tiempo de reposo externo es de corta duración o si permanece en reposo más tiempo que lo natural. También te darás cuenta si el movimiento de la sístole es más rápido o más lento que lo natural. (458) Obtendrás grandes beneficios de cara a hacer el pronóstico de estos diagnósticos, que puedes encontrar en los cuatro libros19. Cap. 9 Traté sobre las causas que provocan o alteran los pulsos en otro lugar20. Allí demuestro que las primeras causas son las sinécticas21, que las segundas son las previas, que las terceras son las inmediatas y se llaman también procatárcticas. Está claro que no existe diferencia si entiendes causas en femenino o conjunto de causas en neutro22. Sin embargo, es preciso recordar ante todo de qué forma decíamos que a veces se designa la causa sinéctica, no en su sentido estricto, sino en un mal uso de la palabra. La causa dicha propiamente sinéctica no la nombró ni la reconoció nadie antes que los estoicos; lo que se designan, también antes de nosotros, causas sinécticas de la aparición de algo no son causas de la existencia de algo, porque no se ha demostrado que haya ninguna causa previa de algo que no sea de su aparición, sin embargo, en un mal uso del término, no designamos como causa sinéctica todo lo que sea causa de la aparición de algo, (459) sino de aquello sólo que tiene en su aparecer el ser activo, como la danza, la lucha pugilística, la lucha cuerpo a cuerpo, la carrera y todo tipo de actividades. Son movimientos que provocan acción y a causa de ellos se producen también unos movimientos pasivos en el hecho de que se produzca su existencia. Por ser así la existencia relativa a los pulsos, se demostró que existen tres causas activas: la fuerza vital que mueve las arterias, el propio cuerpo del vaso y la utilidad para la que se mueve. Se ha mostrado en el escrito Sobre la utilidad de los pulsos cuál es, pero por decirlo en lo esencial de forma resumida, consiste la utilidad de los pulsos en mantener el calor natural. En efecto, existen dos componentes en el pulso, la diástole y la sístole. Demostramos que la diástole se produce la mayor parte de los casos para refrescar, sólo en algún caso para dar aire y recuperar, como también una pequeña parte se produce 18

Medida persa de longitud equivalente a 30 estadios, uno 5 kms. y medio. Se refiere al De praesagitione ex pulsibus, es decir, Sobre el pronóstico por los pulsos. 20 De causis pulsuum (K. IX 1-204). 21 Es un tipo de causa definida por los estoicos: ‘que produce su efecto directamente, sin intermediación’. 22 En griego existe confusión entre aitía femenino ‘causa’ y aítia neutro plural de aítion que puede traducirse como ‘conjunto de causas’. 19

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para el aire que circula por el encéfalo. La sístole es una especie de vertido de secreciones de hollín o humo ligero. En efecto, lo que procede de los humores más fríos y húmedos, tras sufrir la acción del calentamiento natural, o descompuesto por calentamiento no natural, (460) fluye desde dentro hacia lo circundante por una transpiración, imperceptible sensorialmente, que se parece a humo ligero, mientras que lo que procede los humores cálidos o secos, se asemeja a humo con hollín o espeso. El humor frío es el que se llama en propiedad humor crudo23. El humor frío y húmedo es la flema. Agrupándolos en una apelación llamamos a ambos humores flemosos o flemáticos. Por su parte, el humor seco es el de la bilis negra, mientras que el humor de la bilis amarilla o verdosa es además de seco, cálido. La bilis de color óxido24 está entre las dos mencionadas. La bilis negra es doble en su naturaleza, en su aparición y en sus propiedades, puesto que surge de la amarilla hipercocida y de sangre espesa y de aspecto de hollín, por lo que se parece a la hez del vino. Por su parte, la bilis de color óxido surge por la transformación de la bilis amarillo verdosa25. Cap. 10 Cuando el calentamiento aumenta en demasía en el cuerpo de un animal, la utilidad de la diástole de las arterias se hace mayor. Cuando aumenta la secreción de humo ligero o humo espeso, es mayor la necesidad de la sístole. En caso de que esa necesidad se acreciente, (461) va aumentando también el tamaño de la diferencia que dista entre el cuerpo de la arteria en diástole o sístole. De forma que el pulso se hará mayor, cuando esté en diástole y aumentará el calentamiento. Se reducirá en mayor proporción en la sístole, justo cuando fluye desde dentro un residuo26 vaporoso o como hollín. El tamaño de la diástole será fácil de reconocer sensorialmente mientras que el de la sístole será imposible. Se mostró en el libro Sobre el diagnóstico por los pulsos que la mayor parte de la sístole se escapa del diagnóstico. Así pues, la rapidez del retroceso junto con la brevedad del tiempo de reposo te indicará la cantidad de residuos que hay en las arterias; en efecto, se mostró en Sobre las causas de los pulsos que la naturaleza se da prisa en que se cumpla la función de la sístole, siempre que se ve como ahogada por los residuos. Esta urgencia recorta también el tiempo de reposo externo27 y aumenta la velocidad de la sístole. Se ha demostrado28 también que si la arteria tiene en su cuerpo una densidad equilibrada cuando se incrementa el calor primero aumenta el tamaño, después la velocidad [de la sístole]. Cuando tiene mucho calor, provoca que los pulsos sean grandes y (462) rápidos; si todavía se hace mayor, también más apretados (compactos). Si todavía no ha aumentado el volumen del calor pero sí son más numerosos los residuos vaporosos y como hollín, aumenta la rapidez, pero el tamaño no colabora, y lo apretado se contrae y con toda claridad se evidencia que el movimiento de 23 El “humor crudo” aparece con frecuencia en Galeno (más de 100 veces) pero no en Hipócrates. Es una entidad perfectamente establecida. Como vemos en su Comentario Sobre la naturaleza del hombre de Hipócrates, K. XV 160, habla de él referido sobre todo a la orina, los esputos y las heces y debe distinguirse del pus. En otros lugares lo menciona también al hablar de las venas. Es un humor blanquecino, húmedo y frío distinto de la flema. El uso del término en autores posteriores a Galeno parece depender por completo de éste. 24 En su De methodo medendi, K. X 871, vemos que se trata de bilis que se vomita 25 Aunque Galeno cite aquí otros humores, su concepción fisiológica parte de cuatro humores básicos: sangre, bilis amarilla, bilis negra y flema. 26 Define los residuos de alimento que circulan por las arterias en De sanitate tuenda K. VI.65 con un aspecto semejante al del suero de la leche. 27 Galeno distingue dos tipos de tiempo de reposo de la arteria, uno externo y otro interno; son elementos poco significativos del pulso como se ve en De dignoscendis pulsibus K. 8.118. La reducción del tiempo de reposo externo va asociada a un aumento de la frecuencia del pulso. 28 De praesagit. K. IX 407.

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la arteria es más veloz en su contracción. Éste no es el indicio más cierto de que empieza el ataque de paroxismo del mal que tuviera anteriormente el enfermo. de los pulsos alcanza toda la seguridad en función de nuestros conocimientos previos, pero es difícil de explicar a otros y exige recordar muchas medidas comunes a los cuerpos cuyos pulsos hemos palpado. Al depender el conocimiento de la cantidad no es igual para todos. Cap. 11 Es necesario, así pues, prestar atención a personas sanas que estén en lo común y equilibrado, de forma que cuando se manifieste algún tipo de pulso por encima de esos parámetros, lo consideremos fuera de lo natural e indicio de algún estado patológico de tal tipo. Dado que la medida común de todos los hombres da unos resultados extendidos, (463) es preferible no analizar las medidas sin más en todos, sino diferenciar por especies y especificidades las medidas comunes de la mayoría de los hombres según cada tipo de pulso. En conjunto los referentes de las medidas comunes son el calor, el frío, la sequedad y la velocidad, cada uno de ellos hay que dividirlo por edades, naturalezas, restauración del aire circundante según las horas y territorios. Aprendiste sobre estos temas en el libro escrito para los que se introducen en el asunto de los pulsos29 que es mejor haberlo leído antes que este. Se dirán ahora también lo que se refiere a este tema para que no quede atrás nada de lo necesario al asunto en el que estamos metidos; por el contrario los que quieran esforzarse lo menos posible tienen lo primero y más necesario en la introducción, los que quieran una exposición completísima y detallada tienen lo expuesto en el tratado grande; en el medio entre estos dos lo que estamos exponiendo ahora. Cap. 12 Así pues, Herófilo ha escrito en relación a los tiempos de la diástole y la sístole, según las edades estableciendo una comparación con los ritmos. (464) Igual que los músicos combinan los ritmos en unas disposiciones determinadas temporales alternando los movimientos de pie levantado, pie apoyado, así también Herófilo supone que la diástole se parece al movimiento del pie levantado, mientras que la sístole de la arteria al del pie apoyado. Empezó su observación desde el bebé recién nacido y supuso que el primer tiempo perceptible aquel en el que la arteria está en diástole y dice que dura igual que el de la sístole sin distinguir suficientemente cada uno de los tiempos de reposo. Para aquellos que les resulta imperceptible la sístole de la arteria, el ritmo del pulso se divide en dos tiempos en total: uno el del movimiento perceptible en el que la arteria al distenderse en diástole golpea la zona en que estamos en contacto y todo lo demás está formado por el tiempo muerto y la sístole que le sigue y del tiempo muerto después de la sístole y los momentos que preceden a la diástole, que son imperceptibles también éstos. Por eso dividen el pulso en golpe e intervalo; en la duración de ese intervalo colocan lo apretado y lo liviano, igual que en la duración del golpe colocan la rapidez y la lentitud. (465) En la misma medida que Herófilo afirma que el pulso de los recién nacidos es a tiempos iguales, en esa medida me pareció a mi que pudo distinguir el principio de la sístole. En cuanto, a su vez, dice que la sístole de los ancianos se extiende hasta diez tiempos iniciales, me parece que no lo distingue, sino que conoce la diástole por los movimientos perceptibles que reconocemos porque nuestros dedos son golpeados y que estableció que era sístole todo lo demás en lo que no percibió

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Se refiere a De puls. ... ad tirones, K. VIII 466.

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movimiento. Pero debemos dejar a un lado el tratado técnico de Herófilo sobre los pulsos. Cap. 13 Ahora todo lo que es útil adoptar para la práctica de este arte a partir de lo aprendido por una experiencia larga, se dirá. Tras coger el pulso de bebés muy recién nacidos en pocos casos pude reconocer de forma diáfana el principio de la sístole, es decir lo que llamo el retroceso y apartarse de la arteria, pues mientras está apartada respecto a nuestro contacto es que está retirada a lo profundo del cuerpo. En los casos en que no pude distinguir con claridad ese retroceso, en esos el tiempo del movimiento perceptible (466) que realiza la arteria en el momento de abalanzarse sobre nosotros, una vez añadido también el tiempo de reposo externo30, en esos casos quizá me pareció que era igual a todo lo demás, otras veces que era más corto. En aquellos casos en los que ni siquiera la sístole se podía distinguir plenamente, con claridad todo el tiempo restante era mayor que el tiempo de la diástole perceptible, el tiempo que llaman intervalo. Pero a continuación, en todo el tiempo entre medias del primer días en que el bebé nació hasta el último en que murió, tras pasar por las distintas épocas de la vida, todos los tiempos fueron aumentando; que son cuatro, aunque no son los mismos en su esencia y en nuestra percepción. Los tiempos según la propia naturaleza de los hechos son cuatro, y se conforman a partir de dos movimientos y dos tiempos de reposo; son los movimientos la diástole, la sístole y el movimiento interno tras la sístole, antes de la diástole. Los tiempos perceptibles son cuatro y son los siguientes: el primero es la mayor parte de la diástole, puesto que mostré en el tratado Sobre el diagnóstico por los pulsos (467) que el tacto no puede percibir su principio; a continuación el tiempo perceptible en su totalidad del reposo externo, si es que uno percibe el retroceso; luego tras éstos, el tercer tiempo perceptible es el de la sístole, puesto que demostré que todo el tiempo después del retroceso es imperceptible; el cuarto es, tras éstos, es el tiempo que conforma los últimos momentos de la sístole, el reposo interior y los primeros momentos de la diástole. Todos estos tiempos se alargan al ir avanzando la edad. Estos tiempos pueden compararse a partir de mucha práctica pero es imposible explicarlos con palabras. No es posible enseñar con palabras la magnitud del primer tiempo, el que dije que nosotros descubrimos en los recién nacidos, ni cuánto aumenta al ir aumentando la edad. Distinguirlos es el resultado del ahínco de cada uno, para palpar el pulso de muchos niños, muchos muchachos, muchos adultos, muchos maduros y también, claro, muchos ancianos. Sólo así podrá almacenar en su memoria la extensión común de las medidas, tras lo cual podrá decir que el enfermo, (468) aunque nunca antes le haya tomado el pulso, tiene un pulso que no es el natural. Se acortan el tiempo de reposo externo, los tiempos de la señal y el tiempo de la retirada, Es evidente que la diástole por estos ataques aparenta ser breve en su duración ....; cuando descubras esa situación, piensa que hay gran cantidad de calor en el corazón, que son muchos los residuos vaporosos por los que la naturaleza recorta el reposo externo, pues se da prisa para apartarlos y para la propia sístole, por la que se da su separación. En los casos de fiebres biliosas, entre las que está con toda exactitud la terciana, la diástole se aparta mucho de lo natural por su tamaño y rapidez. El reposo externo y la rapidez de la retirada no se mantiene en relación al tamaño y rapidez de la diástole, sino que se queda muy por detrás. De tal forma será posible, si te acostumbras a distinguir el principio de la sístole, no sólo reconocer los ataques de fiebres paroxísticas, también la especie de los humores purulentos por los que en la mayor parte de los casos se conforman las enfermedades 30

Véase nota a K. 461.

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febriles. Porque las fiebres continuas son raras, entre ambos tipos en cuanto a su número están las que llama Hipócrates de un día. (469) En esos casos, como dije, cuando reconozcas sobre todo el principio de la sístole, llevarás al enfermo inmediatamente a tomarse un baño. Cap. 14 Es superfluo comparar el tiempo de la diástole con el de la sístole, tanto si se perciben, como si no, los primeros momentos de la sístole. Si sabes que la función de la diástole para el ser vivo es una, como ocurre con la inspiración, y otra la de la sístole, como ocurre con la espiración, descubrirás el estado corporal a partir de las variaciones de cada una de ellas. Así, por ejemplo, en las personas que hacen ejercicio físico, o cualquiera de los que hacen movimientos con vehemencia, la diástole se hace mayor y más rápida. Aprendimos que aumenta la necesidad de la diástole de las arterias en los pulsos, como también en las inspiraciones del pecho, cuando se hace mayor el gasto de aire, o cuando el calentamiento se aglomera en abundancia por todo el ser animado, o la mayoría de sus partes y las más influyentes, muy especialmente, claro está, en el corazón. También aprendiste igual que la necesidad de la sístole de los pulsos aumenta, como también en las expiraciones del pecho. Pues la naturaleza en ambos movimientos tiene prisa (470) por verter fuera el aire circulante enturbiado, en unos casos parecido a desechos de humo ligero, en otros de humo espeso. El desecho que sale hacia arriba de las lamparillas es de humo espeso, mientras que el que sale de maderos verdes es vaporoso. Se vuelve espeso porque se quema leña en una llama que consume, de igual forma se vuelve vaporoso el que se genera de una materia húmeda de buena calidad que se va reduciendo. El humo ligero es mezcla de ambos tipos de desecho, por tener una materia que es mezcla de una naturaleza terrosa y húmeda y su transformación no es rigurosa, como ocurre en el caso de el humo de hollín, pero todavía está en sus inicios. Que no existe diferencia en denominar hollín o humo espeso, o humo de hollín o espeso, creo que tu lo sabes si te has educado en la lengua griega. En la comparación entre el tiempo de la diástole y el de la sístole, según Herófilo juzgaba, una cosa es posible conocer, que el enfermo lo tiene de forma no natural; además de esto que puede tenerlo contra lo natural por grande o por pequeño. Las grandes divergencias de los ritmos respecto a lo natural indican un gran daño, mientras que las menores indican que es pequeño. (471) Los pulsos ligeramente anormales en sus tiempos muestran una divergencia; ésta es mayor en el caso de los ritmos distintos [respecto a lo normal] y la mayor divergencia es en el caso de los pulsos irregulares. Hay que recordar los tipos de pulso que se mencionaron en el primer libro Sobre la diferencia de los pulsos31: se denominan pulsos irregulares (ekrythmós) los que no tienen ningún ritmo temporal; pulsos ligeramente anormales (parárrythmos) los que están cerca del ritmo normal y pulsos anormales (heterórrythmos) los que tienen otro ritmo que no es cercano al normal. A partir de ellos es posible distinguir la importancia del daño; sin embargo no es posible a partir de este estudio reconocer el estado patológico por el que se cambiaron los pulsos, también porque es difícil establecer la contabilidad de los tiempos según su ritmo. Pero el procedimiento que he dejado descrito, es fácil de conocer y muestra la naturaleza de cuál es el estado corporal, no sólo de la importancia del mal, también establece una vía para determinar los remedios, tal y como está indicado en el tratado Sobre el método terapéutico32. Cap. 15 31 32

De dif. puls. K. VIII 515. De meth. medendi K. X 610 ss.

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Una vez que hemos establecido estos puntos es momento de que hablemos ya de lo que está escrito a modo de introducción sobre la diferencia natural de los pulsos33. Es lo que sigue: “(472) Los hombres en general tienen un pulso mucho mayor y más vehemente también que las mujeres, un poco más lento y bastante más espaciado. Quienes son por naturaleza más cálidos lo tienen mayor, más rápido y mucho más apretado, aunque no mucho más vehemente. Los que son más delgados lo tienen mayor y bastante más espaciado. Esas son las diferencias naturales. Según las distintas edades de la vida cambian más o menos así. El pulso del bebé recién nacido es el más apretado, mientras que el del viejo es el más espaciado; entre uno y otro según una relación lógica, según se encuentren de cerca de la edad de niño o de la de viejo. De la misma manera el más rápido es el del niño, mientras que el más lento es del viejo, los pulsos de las demás edades están entre uno y otro. Es mucho mayor la diferencia en cuanto a lo espaciado entre el pulso del viejo comparado con el del niño que en cuanto a la rapidez. En las diferencias en cuanto al volumen y la vehemencia, el mayor en cuanto a las edades es el pulso del que está en plenitud vital, el más pequeño es el de los viejos, siendo intermedio, por ser un poco mayor, el de los niños. El más vehemente es el de los que están en plenitud vital, el más débil es el de los viejos, estando en situación intermedia el de los niños. (473) Así cambian los pulsos en las distintas edades. En cuanto a las estaciones, en el medio de la primavera es cuando son mayores y más violentos como en sazón, en cuanto a su velocidad y densidad están equilibrados; lo mismo34 ocurre en el medio del otoño. A medida que avanza la primavera pierde tamaño y violencia, pero se añade la rapidez y la densidad; cuando coge el relevo el verano se hacen débiles, pequeños, rápidos y densos; a medida que avanza el otoño pierde en todo: tamaño, rapidez, violencia y densidad, de forma que cuando sobreviene el invierno es cuando se han vuelto más pequeños, más débiles, más lentos y menos densos. El principio de la primavera se parece a lo último del otoño; el final de la primavera al principio del otoño, el principio del invierno al final del invierno (verano ?), de forma que la parte central del verano y del invierno distan de los extremos lo mismo y tienden a lo mismo. La parte central del verano es en algunos aspectos igual, en otros diferente a la parte central del invierno. (474) En las dos partes esas de estación son pequeños y débiles los pulsos, sin embargo en verano son rápidos y densos, mientras que en invierno son lentos y poco densos. Con todo no son igual de pequeños en primavera y en invierno, son menores en verano; y no son igual de débiles en invierno y en verano, son todavía menos en invierno. Esos son los cambios de los pulsos según las estaciones. En cuanto a la diferencia por regiones es parecido a lo de las estaciones. En las muy frías se corresponden con los pulsos del medio del invierno; en las muy cálidas con los del medio del verano; en las templadas con las del medio de la primavera, y según la misma relación en las otras intermedias. Y el resto de de formas de constitución del ambiente que nos rodea, se corresponden las formas cálidas con las cálidas, las frías con las frías, las templadas se parecen a las partes templadas de la primavera.” Cap. 16

33 34

De puls. ... ad tirones, K. VIII 463. Referido al último aspecto tratado, es decir, a su velocidad y densidad.

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Cuando te presentes, por haber sido llamado, ante un enfermo al que no has visto antes, considera en primer lugar si es varón o hembra; en segundo lugar cuál es su edad, después cuál es su ambiente circundante. A eso se refiere la consideración de la estación, del territorio y del ambiente. A continuación considera su naturaleza particular. Tras considerar en conjunto todos esos elementos y especulando sobre cuál podría ser su pulso cuando estaba sano, (475) podrás conocer cuál es el tamaño de las desviación respecto a su naturaleza. Si añades todo lo que queda dicho en los tratados Sobre las crisis35, a las conjeturas propias de los pulsos, estarás más cerca del conocimiento completo del estado patológico del enfermo, así por ejemplo directamente en la valoración de los signos. En primer lugar cuando analices alguno de ellos, persigue evitar la duda con el análisis de otros indicios. Entre ellos uno primero es colocar la mano en el pecho, una mano que esté en equilibrio en cuanto al calor, para considerar la cualidad del ardor. Si descubres que ese calor es mordicante, dirás que el enfermo tiene fiebre, incluso sin saberlo todavía con seguridad por el pulso. En caso de que el pecho estuviera enfriado (dado que en algunas sintomatologías está enfriado todo el cuerpo) no hay que, sólo con el contacto de la mano, declara que el hombre está enfriado en su naturaleza, sino hay que permitir que permanezca en contacto con el pecho más tiempo y en ese lapso, atender si emerge desde lo profundo algún ardor agudo. (476) A Temisón, por ejemplo sólo le basta como prueba de que el hombre tiene fiebre, ese ardor que surge desde lo profundo. También una tosecilla algo áspera que se manifiesta con el enfriamiento, el bostezo, estirarse, el dolor y quedarse dormido no podrán mostrar sin más los signos de un ataque. Así pues, todo eso es externo, pero a los pulsos no sólo los signos antedichos son indicios del ataque de las fiebres, también el que tengan intermitencias u otra anomalías o falta de orden. Cap. 17 Hay dos tipos de anomalías en cuanto al género, una de ellas afecta al pulso de una sola diástole, la otra afecta al conjunto, al producrise sucesivamente muchos pulsos que se pueden poner en relación unos con otros. Hablaré en primer lugar de la del conjunto, llamada por la mayoría sistémica, porque es más clara de distinguir y se manifiesta en la mayor parte de los signos de enfermedad. Existen cuatro diferencias de pulso en la diástole de la arteria, una en cuanto a su tamaño, grande o pequeño; una segunda en cuanto a la velocidad, rápido o lento; la tercera en cuanto a la fuerza, vehemente o débil; la cuarta en cuanto a la dureza, duro o blando. (477) En cuanto a la última diferencia de las dichas nunca se vio que un pulso fuera anómala; en las otras tres residen la mayor parte de las anomalías de los que tienen fiebre por humores purulentos. La diferencia de los pulsos que afecta a lo denso o poco denso, también ésa se ve muchas veces en personas enfermas. Una de sus variedades afecta sin dificultad al pulso intermitente, en ambas de las anomalías, de las que no tienen orden y de las que sí lo tienen. Considérese como una anomalía del género de la frecuencia o espaciamiento el que tras cuatro pulsos frecuentes y equilibrados haya un quinto espaciado, y que eso se produzca continuamente y que siempre conserve ese orden, incluso aumentando el tiempo del espaciamiento. Ese pulso, tanto si es sin orden o si está ordenado, tiene intermitencias sin que transcurran muchos períodos y no hay mucha diferencia de cara a que se salve la persona si la irregularidad responde a un orden o no. Muchas veces hemos visto después de cuatro pulsos, frecuentes o intermedios en cuanto a la frecuencia o espaciamiento, que el quinto es espaciado, luego, a continuación, se repite la misma secuencia al décimo, al décimo quinto, al vigésimo. (478) Aún más, hemos 35

De crisibus, K. IX 550-768.

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visto, tras un quinto espaciado, el noveno espaciado o el décimo cuarto o algún otro, sin que se mantenga la igualdad del período, sino que el espaciado es intercadente36 de forma desordenada. En casos así, ni la experiencia muestra una diferencia clara entre la salvación o la muerte, entre la duración prolongada o la brevedad de la enfermedad según sean esas irregularidades desordenadas o según un orden; tampoco la razón. Con todo, en los casos de regularidad no es pequeña la diferencia en cuanto a la salvación frente a los irregulares. No es necesario comparar esas diferencias más tiempo. Pues el regular es según lo natural, mientras que el irregular no sólo es al margen de lo natural, también es, sin más, peligroso. Lo es más en el desarrollo de las enfermedades, todavía más en las fases agudas de los estados de exacerbación morbosa, en mayor grado, incluso, una vez pasada la fase aguda. El intermitente y que deja pasar un intervalo de tiempo mayor en reposo, al aumentar la falta de densidad, bien sea sin orden o con orden [es el peor]. Afirmé que no existe una gran diferencia en este terreno ni obtenida por la experiencia ni por el razonamiento. (479) Ahora me refiero al razonamiento que generaliza37 según el cual tomando como punto de partida la naturaleza de los sucesos hacemos pronósticos. Ya se ha dicho con anterioridad que en tratados que son resumen no se pude exigir mucho de cara a ese tipo de razonamientos. Si alguien quiere enterarse de las causas junto con lo útil en la cuestión que ahora nos ocupa, no podrá quedar al margen de los tratados extensos. En ellos existen cuatro libros sobre las causas que hacen variar los pulsos38, otros cuatro sobre el pronóstico a partir de los pulsos39. La falta de densidad en los pulsos no es cosa buena, sea uniforme o no uniforme, pero todavía es mucho peor cuando es intermitente. Pues sucede, como demostré40 que la fuerza vital se hace pesada por la abundancia de humores, o que algunas arterias quedan detenidas por lo espeso y viscoso de los humores. Sucede también por una gran inflamación que hace que se estreche el hueco de las arterias, o por presión externa que ejerza peso o estreche el conducto de la forma que sea. Por eso, entre los signos les sucede a muchos tener anomalías en sus pulsos., cuando la sangre se retira hacia lo hondo. (480) Esos pulsos ponen en evidencia los estados patológicos señalados, y el pulso poco denso un fuerte enfriamiento. De tal forma, que si sobreviene en otras circunstancias no es un signo de muerte, por que por el ambiente circundante en invierno se producen pulsos de ese tipo, también por la alimentación que se transforma en flema en todos los casos de los que sufren un hambre atroz. En fiebres sin peligro el que se produzca una falsa de densidad en el pulso es signo de que el calor natural se está disipando. Alguno de los que están en esa situación tienen apetito, y si se les presentas comida, comen con gran deseo de forma que los que los ven piensan que están sanos. Sin embargo, se mueren al punto, algunos de ellos entrando en un estado de ataque letárgico por hacerse crítico el signo, algunos se enfrían vehementemente sin ataque letárgico y ya no entran en calor. Como dije ese género de anomalía no es lo único que sucede en los ataques paroxísticos de fiebres, también hay variación según el tamaño grande o pequeño del pulso, su velocidad o lentitud, su vehemencia o debilidad. Hay que prestar atención minuciosa a todos estos signos, cuáles de ellos se han intensificado. Pues está claro que están en una situación de más peligro cuantos más tengan, así por ejemplo, cuando sigue un pulso quinto vehemente, o equilibrado en vigor, a cuatro débiles; (481) es mucho mejor que tras cuatro pulsos vehementes haya un quinto intercadente débil. Cuando se observa que son todos débiles sin interrupción, si Usamos el término latino que traduce el uso técnico de griego parempíptō. Usa dogmatikós. 38 Referencia a De causis pulsuum (K. IX 1-204), que está dividido, en efecto, en cuatro libros. 39 Referencia a De praesagitione ex pulsibus, dividido también en cuatro libros. 40 Por ejemplo, en De causis pulsuum K. 9.73 a 75. 36 37

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descubres alguna irregularidad en alguno o algunos de las otras características, palpa la arteria durante mucho rato, para vigilar si se observa alguno vehemente. Cuando el pulso es malo en todos sus caracteres, ten por seguro que los que están en tal estado no distan mucho de la muerte. Es un pulso malo con regularidad el que es muy débil y el que es muy apretado, porque el que es muy rápido no se produce con el más débil, sino que es al mismo tiempo, muy lento y débil; de producirse me extrañaría que el enfermo no estuviera ya en estado de extrema frialdad, El débil es al mismo tiempo, por necesidad, largo y blando y acostumbra a acompañar a estados letárgicos y otros semejantes, y se cumple su desarrollo por humedad abundante, bien del vientre, y sobre todo de la propia boca o del cerebro, o bien de alguna otra parte principal, o de todo el cuerpo. Es fácil de curar la que afecta al vientre y al estómago, pero muy difícil el que es débil y al tiempo blando. (482) Aún más difícil es la que hace que toda la constitución del cuerpo sea una situación de humedad o afecte a las vísceras principales. Algunas veces después de muchos pulsos poco compactos, se produce uno compacto, dentro de un orden o sin orden. Muchas veces se produce tal pulso que llamamos intercadente como un modo contrapuesto al pulso intermitente. El intercadente es porque se desarrolla lo no compacto, el intermitente porque se desarrolla lo compacto. Cuando se produce uno de esas características al tiempo que la violencia, es un signo crítico. Entiende “crisis” en todos los tratados de este tema, como cambio rápido y decisivo en la enfermedad, que no concluye siempre en algo bueno. Una crisis de tal naturaleza se produce por un vaciamiento o un absceso. Reconocerás qué tipo de crisis es, si de las positivas o negativas, a partir de otros signos, los signos que se dice rodean las crisis. Por tanto todos esos pulsos se producen en ataques de enfermedades, algunos de ellos dependen de una sola diástole de la arteria. Quede dicho sobre estos. Cap. 18 (483) Algunas de las diástoles irregulares de la arteria tienen un movimiento que se interrumpe con reposo, otras son constantes, aunque no homogéneas en sus partes. Hablaré primero de la que se interrumpe con reposo. La reconoce con seguridad cualquiera si no es un asno completo, cuando al dilatarse la arteria se detiene brevemente y luego se añade el resto de la diástole, cosa que no puede suceder en pulsos pequeños o rebajados. Esta claro por esto mismo que ni el tiempo de la diástole está relajado ni la fuerza vital es débil; sólo en eso que acaba de decirse consiste la separación respecto a lo que es natural. Esto debes recordarlo con fuerza en todos los otros casos. Se produce un diagnóstico y un pronóstico sólo según lo que se enseñe en cada caso, todo lo demás permanece según lo que es natural o tiene una variación pequeña. Precisamente ahora, lo que acabamos de decir es verdad cuando la túnica de la arteria está según lo que es natural. En el caso de que esté blando sin medida, como se observa (484) que ocurre en procesos letárgicos y otros estados semejantes, no es verdad que se produzca el pulso mayor de todos por fuerza y potencia, o por aumento de necesidad o disminución total. Si se produjera el pulso grande por estas dos causas, aumento en la necesidad y fuerza de su potencia, ninguna de las dos se podría aportar a ese razonamiento. Ahora bien, puesto que es necesario analizar por añadidura la túnica de la arteria, no será verdad el razonamiento dicho sin más. Debes recordar lo dicho en el primer libro del Sobre las causas de los pulsos41, que conviene leer en repetidas ocasiones ya que contienen los fundamentos de toda la teoría sobre los pulsos; sin las causas no es posible que se sostenga ni se conozca nada de lo demás. Porque las causas que uno podría llamar inmediatas (synektikós) o próximas de la aparición de los pulsos, 41

De causis pulsuum K. 9.10.

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mostré que son de tres géneros, una por la función por la que las arterias se mueven, otra por la fuerza de ese movimiento, la tercera por la túnica. Todo lo demás que puede provocar variaciones en los pulsos provocan los cambios por el intermedio de estas causas. Así pues, cuando la túnica de la arteria esté según lo que es natural pero en la diástole, al producirse un reposo, se produce una irregularidad, (485) la potencia de su fuerza y la necesidad de la diástole es grande. Se ha mostrado que la necesidad de que se produzcan pulsos aumenta por la cantidad de calentamiento o vaciamiento de la respiración de aire frío. Se produce ese vaciamiento en los que están haciendo ejercicio para servir a los movimientos de los músculos. Así pues, cuando, como dije, la necesidad de la aparición de pulsos aumenta por la causa que sea, la fuerza vital del corazón o de las arterias se ve reforzada en la misma proporción, pero se hace más pesada por la cantidad de humores o porque el grosor obstaculiza o presiona en gran medida las arterias, se producen las irregularidades en cada pulso y un momento de reposo interrumpe la continuidad de la diástole. En ese caso te pido que atiendas a los dos partes del movimiento, para observar la debilidad, la violencia, la rapidez y la lentitud. Se producen 9 diferencias por cada una de esas características, como aprendiste en el primer libro del Sobre la diferencia de los pulsos42. Está demostrado, además de lo ya dicho sobre las condiciones corporales, cómo se mantiene la fuerza vital. Pues cuando ambos movimientos son débiles en los pulsos, el peligro es extremo, pero si tienen fuerza hay esperanza de salvación. (486) En caso de que estén en una posición intermedia en cuanto a fuerza y debilidad, están indicando que esa persona está en el medio entre la muerte y su bienestar. En el caso de que el primer movimiento sea débil y el que se produce después del reposo sea fuerte, es una situación peor frente a que los dos movimientos sean fuertes, pero menos malo que si los dos son débiles. Y si, por el contrario, cuando el primer movimiento es fuerte, se observa que el segundo tras éste es poco vigoroso, no es buena señal, porque es mejor que se observe que el segundo movimiento es mejor que el primero. Cap. 19 A continuación hablaré por orden de esas 9 irregularidades, empezando por la más favorable de todas ellas, luego poco a poco por las intermedias hasta llegar a la peor. La irregularidad más favorable de todas es que ambos movimientos sean vigorosos. La segunda consiste en que el primer movimiento sea intermedio, mientras que el segundo sea enérgico. La tercera es que el primer movimiento sea vigoroso y el último intermedio. La cuarta es que ambos movimientos sean intermedios en su fuerza. La quinta es que el primer movimiento sea débil y el segundo y último sea fuerte. La sexta es que el primer movimiento sea débil (487) y el segundo intermedio. La séptima es que el primer movimiento sea vigoroso y el segundo sin fuerza. La octava es que el primero sea sin fuerza y el segundo sea intermedio. La novena es la peor de todas, consiste en que ambos movimientos carezcan de fuerza. Se puede aplicar el mismo razonamiento que lo dicho a propósito de los emparejamientos según la fuerza y la falta de fuerza en las dos partes del movimiento, a las irregularidades que afectan a la rapidez y lentitud. Es mejor en ese tipo de pulsos la rapidez que la lentitud, sin embargo no es tan favorable como la energía frente a la debilidad. Esas cualidades de los pulsos ponen de manifiesto las diferencias de potencia entre la fuerza y la falta de fuerza. Y es evidente que la mayor esperanza de salvación reside en la fuerza del potencial y la menor reside en las situaciones sin fuerza. Por correspondencia recíproca a lo dicho aplícalo a las diferencias entre lentitud y rapidez. El primer emparejamiento es aquél en 42

De differentia pulsuum K. 8.502 y ss.

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el que ambos movimientos son rápidos, el segundo es en el que el primer movimiento es intermedio y el segundo es rápido. El tercero es en el que el primero es rápido y el segundo es intermedio. El cuarto es en el que ambos movimientos son intermedios en cuanto a su velocidad. (488) El quinto es en el que el primero es lento y el segundo es rápido. El sexto, tras éste, es en el que el primer movimiento es lento y el segundo es intermedio. El séptimo emparejamiento es en el que el primer movimiento es veloz y el segundo lento. El octavo es en el que el primer movimiento es intermedio y el segundo es lento. El último de éstos es el noveno, en el que ambos movimientos son lentos. Cap. 20 Tienes que prestar atención a ambas diferencias y analizar como se entrecruzan. Porque a veces ocurre que el emparejamiento en cuanto a lentitud y rapidez es malo, pero el de la fuerza y falta de fuerza es mejor. Así pues, de este entrecruzamiento surge el pulso que se llama ‘de salto de antílope’, en el que la segunda parte de su movimiento es más vigorosa y rápida que la primera. Este es el más tolerable entre los pulsos interrumpidos por un tiempo de reposo en la diástole de la arteria, cuando coincide con un momento de maduración de la enfermedad, anuncia una crisis favorable. Igual que es absolutamente necesario analizar en ese tipo de pulsos los emparejamientos en cuanto a vigor y debilidad, (489) en cuanto a velocidad y lentitud para hacer el pronóstico, así también en los emparejamientos por el tamaño y la elevación del pulso. Que el pulso interrumpido con un tiempo de reposo no es posible que sea de los rebajados, ha quedado dicho con antelación, pero sí es posible analizar a qué altura llega. Pues es posible que esté lejos de los rebajados y que sea de los intermedios en cuanto altura o que sea un poco más elevado que la media aunque sin llegar a tener una altura cumplida. La altura que tenga es un anuncio de que la naturaleza se ha lanzado a una crisis; sin embargo, esa crisis no será del todo favorable si la enfermedad no tiene también el resto de recurrencias dirigidas a una crisis favorable, de los que hablamos en el tratado Sobre las crisis43. En ellos queda dicho que el objeto de vigilancia mayor y más seguro es el que se toma a partir de la maduración de la enfermedad. Después de éste, es el que se toma por la fuerza del enfermo. Aprendiste que esos son los objetos de vigilancia al establecer pronósticos sobre la salvación o muerte, la fortaleza de su capacidad y la maduración de la enfermedad. Porque los enfermos están en una situación de mínimo peligro cuando están ambas. (490) Están en una situación más cercana a la muerte cuando no ocurre ninguna de las dos, y en una situación intermedia cuando ocurre una de ellas. Sus emparejamientos según sea una mayor y otra menor aumentan o disminuyen la esperanza de salvación o hacen esperar la muerte. Por tanto lo que decía que es útil considerar la debilidad, la vehemencia, la velocidad y la lentitud de las partes del movimientos en los pulsos de ese tipo, también así su tamaño, grande o pequeño, e incluso más su elevación o rebajamiento, incluso ni no estuvieran muy apartados del resto de caracteres. Por eso ni siquiera en los ataques bastante fríos de los paroxismos se muestran tales pulsos. Pues en esa circunstancia los pulsos se rebajan y empequeñecen. Queda dicho, así pues lo más urgente en relación a los hechos del arte médico para los que leen los tratados. Cap. 21 Ahora, recogiendo, de nuevo, desde el principio el razonamiento diremos cuántos son los pulsos que se observan en la diástole de la arteria, cuál es la condición corporal con la que se produce cada uno de ellos y cuál es el pronóstico de cada una de 43

De crisibus K. 9.550 a 9.768.

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ellas. Quiero que tu apliques los dedos a la arteria con suavidad, (491) es decir, ni estableciendo un contacto sólo superficial ni apretando con fuerza. Luego si percibes que tu dedo es golpeado con fuerza cuando la arteria se dilata, es preciso que ejerzas más presión. Pero si al hacer eso su movimiento se hace imperceptible, hay que hacer un contacto completamente superficial. El pulso que contrarresta la presión demuestra que tiene fuerza, el que desaparece y se deja vencer es que es débil. Descubrirás que algunos pulsos son enormes si tocas superficialmente, pero resultan ser pequeños si presionas; algunas veces ni siquiera se mantienen, desparecen totalmente. Así, a partir de cuál sea su fuerza a la presión, te es posible conocer cuál es, en cuanto a sus fuerzas, la debilidad y fortaleza, cuanto mayor sea el pulso, mejor. Si, por ejemplo, si te encuentras ante un hombre que sufre una enfermedad que produce fiebre y en consonancia con los indicios de maduración humoral que su fuerza es potente, sabrás que su estado no corre peligro y que rápidamente se liberará de su enfermedad. Pero si su fuerza es potente, pero no han ningún indicio sobre que estén madurando sus humores, se salvará tras un tiempo de enfermedad mayor, si es que recordamos, (492) lo que no sin que yo lo recuerde, lo saben los que saben pensar, que todo lo que se afirma en los pronósticos vale si los enfermos no fallan o surge algún perjuicio externo. Afirmé que es potente la fuerza del movimiento de la arteria en los procesos febriles, la fuerza que llamamos vital, dado que muchas veces cuando el riesgo es del tipo nervioso la intensidad de la fuerza vital tampoco se puede considerar como grande, sino que tenemos que analizar en ese caso qué fuerza tiene su capacidad psíquica. Así pues es mejor que ambas sean potentes y además, que la tercera, la llamada capacidad natural lo sea, cuyo punto de arranque es el hígado, como el corazón lo es de la fuerza vital y el cerebro lo es de la psíquica. En cada tipo de enfermedad predomina para establecer un pronóstico firme la potencia de la fuerza que es propia de las partes afectadas. Así pues, la intensidad del pulso fuerte, cuál sea, lo reconocerás haciendo presión, se revela al tiempo el tamaño de la diástole que se puede diferenciar con precisión. El conocimiento de los pulsos grandes se hace también con seguridad a partir de un contacto superficial. Considera que ese pulso es el mayor, el que puedas palpar (493) en mayor número de partes de la arteria, en su longitud, anchura o profundidad. Es largo el que domine en longitud, es ancho el que domine en anchura, y, de forma análoga, es elevado, el que domine en altura. (Se ha dicho también profundidad). Igual que en todo el primer libro Sobre el diagnóstico por los pulsos44 se ha tratado sobre lo perceptible e imperceptible de la sístole, así en el segundo45 ha quedado expuesto sobre la diferencia en el tamaño grande o pequeño, y he mostrado que es necesario comparar el tamaño de la diástole recurrente de la arteria, encontrar el tamaño en la recurrencia y descubrir hasta cuanto destaca en tamaño la arteria más ancha comparada con la más estrecha; así pues, según el mismo razonamiento algunos dicen que en los niños el pulso es pequeño sin comparar la diástole a la anchura de la arteria, sino con la de los que están en la flor de la vida. Porque si uno se para a pensar cuál es el tamaño del círculo de la arteria de los niños y cuál es el pulso que produce, reconocerá que Herófilo afirmó con razón que el pulso de los niños es bastante grande. Ocurrirán dos tipos de pulso en la diástole de la arteria (494) si aplicas los dedos en la forma que queda dicha, uno de los tipos reside en el tamaño de la longitud, anchura y profundidad, el otro en la intensidad del golpe. Tú puedes llamar el que golpea con fuerza a tu contacto con el nombre que quieras, si lo llamas fuerte, vehemente, vigoroso, poderoso no irás en contra de las conclusiones del arte médica. Nosotros lo vamos a llamar pulso vehemente por seguir a nuestros antecesores, También, porque la concepción de violencia está compuesta de fuerza e 44 45

De dignoscendis pulsibus I (K VIII 766-823). De dignoscendis pulsibus II (K: VIII-823-878).

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intensidad. Pero, dado que hacer pronósticos adecuadamente no depende los términos, sino del conocimiento riguroso de los hechos, que cada uno use los términos que quiera y se aplique a la ciencia de los hechos. Igual que el pulso vehemente evidencia la fuerza de la capacidad, así el duro muestra o que la arteria está extendida o que se ha endurecido; si no, uno podría decir que el cuerpo que está extendido se ha endurecido por haberse extendido. Por tanto, el duro será siempre muestra de la situación de la túnica de la arteria en su cualidad. Se observa un pulso así en inflamaciones u (495) obstrucciones o plétoras o tensiones de las partes fibrosas; en caso de tumores, no sólo de los fibrosos, también de los otros, si afectan a partes principales. Porque el hígado, el estómago, el vientre, el bazo, la matriz provocan ese tipo de pulso cuando se ponen tumefactos. Se produce también por un fuerte enfriamiento o sequedad, y cuando en la primera visita se observe que el pulso no tiene la blandura de impacto característica del natural, considera que algunos de los males citados está en esa persona. Distinguirás cuál es a partir del resto de síntomas y de las causas precedentes, por ejemplo si ha tomado bebida fría fuera de la costumbre o ha permanecido en agua fría mucho tiempo o en aire frío y, sobre todo, si su cuerpo no se ha hecho antes más liviano. Incluso uno que había golpeado al esclavo con su mano y se había magullado la primera articulación del dedo corazón, tuvo fiebre por la concurrencia de otras causas. Yo me di cuenta con seguridad que su pulso estaba indicando que su arteria estaba dilatada, y al ver también que su mano estaba rodeada de copos de lana le pregunté por ella. (496) Él me dijo que no tenía ningún problema por eso, que se había golpeado por sacudir a uno y que tenía costumbre de aplicarse un emplasto de cera. Así pues, yo que no descubrí ninguna otra causa de la extensión en su pulso le ordené que cambiara la forma de curar su dedo y que utilizase frente a tales males la tracción de cuerdas ¿. Despreció mi consejo y durante la noche sufrió espasmos. El pulso duro se aprecia en los que sufren de pleuritis, de inflamación cerebral y los que tienen el cerebro hinchado, pues pone en evidencia que la arteria está dilatada, de forma que cuando sea dudoso el diagnóstico de tales enfermedades por estar todavía empezando, tendrás una contribución no pequeña para su diagnóstico a partir de la existencia de ese tipo de pulso. Si acudieras, llamado por primera vez, junto a uno que llevara enfermo tiempo y su pulso resultara ser duro, observa si la inflamación del bazo está tumefacta y dura; también la pondrá de manifiesto el color de la cara que es como si el hígado o algo así estuviera doliente, ya que se adquiere una coloración particular por cada una de las vísceras que pone de manifiesto con seguridad al que está entrenado cual era la que estaba doliente de antemano. (497) Pero ahora, nuestra exposición no es sobre ese tema, porque ahora nos toca exponer cuántas utilidades tiene el pulso para establecer un pronóstico. Así pues si ves, en tu primera visita, que el enfermo está metido en una enfermedad febril, y cuando regresas a verlo su pulso resulta ser duro, o él estaba bebiendo agua fría ose las tuvo que ver con un otoño frío en tu ausencia. Entérate de que eso es así. Pero cuando te encuentres con un pulso vehemente, regular y grande y simultáneamente la túnica de la arteria esté según lo que es su naturaleza, eso será un indicio fuerte de la salvación del enfermo. La velocidad o lentitud en los que tienen esas características no será gran evidencia en relación a su salvación o muerte., sino que encuentras que la velocidad ocurre por un calentamiento mayor la lentitud por un enfriamiento. Esas características concretas en el pulso que se ha mencionado no es posible que sucedan en una enfermedad febril. La velocidad tiene lugar sin interrupción de ningún tipo y la mayor parte de las veces en fiebres sin peligro, entre las que están las tercianas auténticas. Porque en esas fiebres (498) los pulsos son también rápidos en el momento culminante de los paroxismos y tiene lugar a causa de la cantidad de calor. Queda dicho en el tercer

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libro y el principio del segundo del Sobre el diagnóstico por los pulsos46 sobre cómo reconocer la velocidad, donde he mostrado que yerran los que sin analizar el tamaño de la diástole, sólo por el tiempo del movimiento intentan sacar conclusiones sobre la lentitud o la velocidad de los pulsos, porque no es verdad sin más que el pulso que transcurre por estar la arteria en diástole un tiempo menor es más rápido que el que se completa estando la arteria en diástole un tiempo mayor, porque es posible en un tiempo de diástole muy breve, aunque la arteria no se mueva con rapidez, que tenga lugar un pulso de poca duración47. Igualmente, también lo es, que en un tiempo de diástole largísimo, aunque se mueva con rapidez la arteria, el pulso sea largo. Afirmaba, así pues que mejor prestar atención a lo precipitado que sea el movimiento, no a la cantidad de tiempo del conjunto de la diástole. Así pues, el rápido tiene lugar con mucho calor, hace evidente que la capacidad es fuerte, mientras que el lento en enfriamiento. Cuando el pulso es al tiempo lento, pequeño, sin vigor, los que lo tienen están cerca de la muerte. Pero acuérdate en todo lo que se ha dicho (499) de la diferencia de edad. Porque no sólo resulta peligrosa para un anciano la oscilación del pulso propia de un niño, también lo es la de un anciano en un niño. Pues en los diez primeros tiempos, por usar la medida de los pulsos de Herófilo, si ocurriera a un bebé el intervalo entre dos golpes, es indicio de un enfriamiento extremo y según eso también de muerte. De la misma forma el pulso de los niños en el que el tiempo de la diástole es igual al de la sístole, si ocurre en un viejo, quiere decir que se ha calentado en extremo su naturaleza. Es verdad que eso nunca lo vi, pero si se observó un pulso así muchas veces en un niño pequeño. Sin embargo, el pulso de un anciano cuando es tan rápido que el tiempo entre dos golpes es el doble que el propio golpe, eso es también raro, pero no va mucho más allá, pues antes de eso se muere, pues llegado a ese punto se acerca al pulso propio de la edad del enfermo y a continuación a uno más sutil. En ese punto también hay un motivo de engaño a los que no están experimentados en los pulsos, es cuando por un calentamiento fuerte el pulso llega a una velocidad desmedida en relación a la edad. (500) El corazón en tal situación se reseca tanto que tiene una complexión que lleva a la muerte; es necesario apagar ese calentamiento y llegar al que es natural; así pues, como es lógico, en tal circunstancia el pulso se vuelve más lento, y alguno, como ya afirmé, creerá que vuelve al pulso que es natural, aunque esté caminando hacia el enfriamiento mortal, no a la situación propia de un viejo. La distinción de los pulsos entre los que vuelven al pulso natural y los que caminan hacia la muerte no es difícil, pues es más débil que el anterior y acaba siendo cada vez más el pulso propio de los que están en situación mortal. Y sobre todo utiliza el siguiente modo de determinación en todas los estados que sean dudosos, no analices sólo tres o cuatro diástoles de la arteria, sino que cuando en todas esas diástoles el pulso sea débil, espera a analizar otras tantas. Pues a veces se puede ver que el quinto o el sexto después de esos es vigoroso. Cuando descubras esa situación, ten seguridad de que su capacidad no responde por sí misma a la de un enfermo, sino que se ve impedida a moverse con fuerza por algún exceso [de humores], taponamiento, compresión, o algún otro estrechamiento o peso; (501) su capacidad es semejante a la de hombres fuertes cuando se ven obstaculizados por ataduras o apesadumbrados por la cantidad de carga. Cuando provoca esa diástole vigorosa y elevada, ten seguridad de que en ese caso la naturaleza se está despertando para librarse de aquello que la perjudica. Por tanto, si hay un quinto o sexto pulso intercadente en la serie que es fuerte y al mismo tiempo coincide que los indicios que se descubren en la orina indican maduración, existe la posibilidad de que la persona se salve. Si la naturaleza se pone a segregar sin indicios de 46

De dignoscendis pulsibus II K. VIII 825, III K. VIII 882. Es decir, sería un pulso corto en el tiempo, pero que no se correspondería al movimiento de la arteria, puesto que puede suceder incluso si la arteria reacciona con lentitud. 47

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maduración, morirá tras pasar por una crisis. Ese tipo de pulsos se manifiestan sobre todo en enfermedades pulmonares extremas; estoy hablando no solo de la irregularidad en cuanto a la vehemencia y debilidad, también en cuanto a su tamaño grande o pequeño, velocidad o lentitud. Hay que administrarles mayor cantidad de mezcla de vinagre con miel, y de naturaleza más ácida esa mezcla, pero lo mismo que a los otros todo lo que corta la velocidad de los humores sin provocar una fiebre alta, porque las arterias cercanas al corazón se ven obstaculizadas y provocan esos pulsos irregulares, no solo la irregularidad global, también la irregularidad en cada diástole. (502) Sobre esa irregularidad hemos hablado ya antes, pero ahora os lo vamos a refrescar. Porque estamos hablando de los ataques de paroxismos febriles y de los pulsos que acompañan cuando la enfermedad va a más, y mencionamos las irregularidades que se producen muchas veces en tales circunstancias en el tamaño grande o pequeño, rapidez y lentitud, vehemencia y debilidad. Cap. 22 La diferencia de los pulsos provocada por la túnica de la arteria según la cual se pueden apreciar el pulso blando y el duro, no se descubre en ninguno de los dos tipos de irregularidad, hablo de ninguno de estos dos tipos, ni en el hecho de que se produzcan una sucesión de pulsos uno tras otro, ni en el que se produzca uno a uno. Ahora bien, por estar endurecida la túnica de la arteria se produce cierta irregularidad en diferentes partes de la arteria cuando la necesidad de producir pulsos aprieta y la capacidad sea la de una persona sana. Porque, entonces, al verse forzada a expandirse la túnica de la arteria que está dura, da como resultado el pulso turbulento. (503) Ese mismo tipo de pulso a veces es torna en pulso dicrótico48, cuando la parte de la arteria que se manifiesta, siempre y cuando no sufra el peso de cuerpos que apoyen sobre ella, se levanta hacia arriba antes pero una y otra parte de la parte levantada se retrasan en su camino y tiran en sentido contrario hacia dentro debido a la dureza de la túnica, y luego, otra vez vuelve a levantarse en conjunto. Por ello, también el pulso de ese tipo se produce sobre todo en casos en los que la longitud se ha visto reducida. Nunca se observó que el pulso fuera dicrótico si era un pulso largo, como tampoco se vio el turbulento en un pulso corto. El turbulento se asemeja al lanzamiento de jabalinas y cañas, en cuanto que se mueven así en pequeñas partes de la arteria. El pulso turbulento acontece cuando son cuatro o en total tres los dedos que toman el pulso. Cuando son sólo uno o dos dedos, se dan cuenta del movimiento, pero pasa desapercibida la irregularidad de las partes de la arteria que están a cada lado. Además de eso, también ocurre que no tiran en sentido contrario la partes que se retrasan respecto a la que se a levanta con antelación. Todas las partes se proyectan al unísono, todas por igual se liberan del peso de los cuerpos que las oprimen. Así pues, cuando ese pulso se pone de manifiesto y existe también fuerza en la capacidad y cantidad de calor, es lógico que a veces se esté anunciando que va a ver una crisis en la enfermedad. Y cuanto más turbulento sea, ten más confianza en que se producirá la crisis. Sobre si va a ser una crisis favorable o una perjudicial recuerda siempre lo siguiente (lo aprenderás en el tratado Sobre las crisis49): lo más determinante es la maduración de los humores que provocan la enfermedad, al menos en las enfermedades febriles, porque también acuérdate de eso siempre, que en las enfermedades en su principio, al comienzo, la maduración de los humores de las venas no colaboras gran cosa. El peligro que reside en ellos, cómo hay que pronosticarlo, lo tienes en los tratados para establecer el

48 49

Es decir, ‘de doble golpe’. K. IX 550-768.

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pronóstico50 y en los que he mencionado sobre las crisis. A partir de los pulsos, para diferenciar las enfermedades y hacer su pronóstico, se encontrará utilidad en la medida en la que sea posible percibir por el pulso duro y el blando, y ya se ha hablado sobre ello antes. Hay un tipo de pulso que se asemeja muchísimo al turbulento en la irregularidad que afecta a partes diferentes pero que es opuesto en lo que toca a la cualidad de la túnica. (505) El turbulento es un pulso duro, mientras que ese otro no lo es, incluso es más blando que el pulso natural. Lo llamamos ondulado porque presenta una irregularidad parecida a la de las olas. A veces se manifiesta como moderadamente vigoroso, otras veces está entre los vigorosos y los débiles. Ha quedado dicho que el pulso vigoroso lo denominados vehemente, por seguir a nuestros antecesores, como también que el pulso sin vigor es el débil. Así pues, ese pulso anuncia en general sudoración, en mayor medida cuanto más blando sea, aunque no sin vigor. Si hay uno intercadente elevado tendrás un indicio más seguro de sudoración porque ese tipo de pulso siempre indica alguna secreción: con el ondulado o sencillamente grande, aunque no duro, hay indicio de sudoraciones que marcan crisis en la enfermedad; con el turbulento o sencillamente duro, indicio de menstruaciones o hemorragias nasales, o de hemorroides, o de molestias estomacales; haz las distinciones a partir de lo escrito en el Sobre las crisis51. Cuando ese pulso ondulado es débil, se trata del pulso tipo gusano52 (506) que se denomina así por su parecido con un gusano. A esos tres pulsos nuestros antecesores les dieron nombres derivados de animales, a uno ‘de salto de antílope’53, a otro ‘tipo gusano’ y a otro ‘tipo hormiga’54, dando estos nombres por su parecido con los movimientos del animal. Sobre el pulso de ‘salto de antílope’ se expone al final del libro55, sobre el pulso ‘tipo gusano’ se dejará expuesto ahora mismo a continuación: a saber, que, por un lado, es más pequeño que el ondulado y, por otro, que siempre es débil, por eso es fácil que se transforme en el ‘tipo hormiga’, y que pone en evidencia una debilidad extrema de la fuerza vital, como ocurre también con el que tiene su primer movimiento en la primera parte de la arteria y aparenta ser un bichillo que avanza arrastrándose, pulso, éste, que no ha recibido ningún nombre específico digno de mención. Se produce también cuando la fuerza vital es débil y si antes no se produce una mejoría, acaba transformado en el ‘tipo hormiga’, que es el pulso más débil y pequeño entre todos; ocurre eso y algo todavía peor, que pone en evidencia una falta de vigor propia de la fuerza vital, no producida porque el exceso [de humores] produzca pesadez, o exista compresión, o retención. El modo de determinar mejor (507) que la fuerza vital se ve impedida a levantar la arteria a su tamaño propio, por una compresión, taponamiento o exceso de humores, es la diferencia en la uniformidad o irregularidad. Porque si la fuerza vital carece de vigor por razones propias, el pulso permanece uniforme en todas las diástoles una tras otra, pero si se ve impedida a hacer su movimiento natural porque alguna otra causa se lo impide, su movimiento no es uniforme. Sin embargo, tanto el pulso ‘tipo gusano’ como, con mayor motivo, el pulso ‘tipo hormiga’ nunca se vio, si eran producto de una falta de vigor propia de la fuerza vital que fueses irregulares con una falta de uniformidad sistemática. Igual ocurre con el que provoca la imagen de un bichillo que se arrastra. Qué aspecto debería manifestar el pulso, si el aliento vital que es enviado desde el corazón y llevan las arterias fuese la 50 Referido a los pulsos es el tratado ya citado, De praesagitione ex pulsibus. Otros tratados sobre el pronóstico, son De praenotione ad Posthumum (K. XIV), In Hippocratis prorrheticum i comentaría (K. XVI), In Hippocratis prognosticum commentaria (K. XVIIIb). 51 K. IX 767. 52 skōlēkízō 53 Ya citado en 488. 54 Ya citado en 453. 55 Estaría en la parte no conservada.

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causa de la diástole. Se demostró56 que la distribución que se efectúa por dentro de las túnicas de las arterias a partir del corazón lo es de fuerza, no de materia de aliento vital, y que cuando todas ellas participan de esa fuerza se expanden ellas mismas, de forma parecida al corazón, y arrastran de todas las partes que pueden aquello que va a rellenar su diástole. Como decía Erasístrato, el pulso se produce para el transporte de aliento vital (508) desde el corazón por las oquedades de las arterias, puesto que hay 27 pulsos según el tamaño de la diástole, uno de ellos, el más pequeño, se llama ‘tipo hormiga’. En ese pulso concurre que es el más débil y también por eso el más pequeño. Por ser el más pequeño, precisamente por eso, también es el más apretado, porque cuando la fuerza vital es extremadamente débil, también es ínfima la diástole en sus tres dimensiones porque disminuye en longitud, anchura y profundidad hasta el extremo. Ya se ha dicho el motivo por el que en los pulsos pequeños, en general, se produce en consecuencia que sean apretados por ser deficiente en relación a la fuerza y necesidad de los órganos. De la misma forma que la diferencia no es pequeña en el pulso pequeño en lo que concierne al más y menos, lo mismo ocurre con los otros 26 tipos de pulso, sobre los que se hablará un poco más adelante. Cap. 23 Ahora propongamos a la consideración los pulsos en una sola diástole, pero que presentan irregularidad en las distintas partes de la arteria. Entre éstos están los pulsos llamados ‘en cola de ratón’57. (509) Cuanto más cerca del corazón esté la zona hacen que la diástole se levante y forme un bulto, pero en zonas lejanas la diástole es muy inferior. De manera que si se aplican tres dedos a esa diástole, en la misma proporción que el segundo dedo percibe el movimiento como inferior respecto al primer dedo en extensión y profundidad, en esa proporción, en el tercer dedo, la intensidad de la fuerza que mueve la arteria claramente desaparece, fuerza que proporciona el corazón por todas las arterias. Algunas veces el pulso se produce bajo los dedos aplicados de forma similar, pero el segundo movimiento se manifiesta con más debilidad que el primero, y, a su vez, el tercero más débil que el segundo, y así, a continuación, el cuarto y el quinto; todos, sin interrupción, van desapareciendo hasta llegar a una falta de movimiento total para nuestra percepción; después, que levanten los dedos, hagan una pausa breve y apliquen de nuevo los dedos: se produce una percepción de movimiento. Algunas veces, incluso sin levantar los dedos, vuelve de nuevo el movimiento. Cosas de este tipo suceden en los pulsos por la debilidad de la fuerza, que no es capaz de provocar el impulso en los dedos, porque está como (510) derrotado y caído por un peso. Por ello conviene palpar en esos casos con mucha mesura, en mayor medida aplicar los dedos a las partes de la arteria que están por debajo, por girar el paciente su mano. Si palpas de nuevo la superficie, no percibirás el movimiento de otra manera, debido a la pequeñez de la diástole. Tú debes en ese caso [fijarte] con rigor en la cantidad de diástole que estableciste al aplicar los dedos. Así, al relajar y aligerar un poco en una parte, otras veces, presionar, se reconoce de forma adecuada la diferencia de estos pulsos que está en estricta simétrica con la aplicación de los dedos, porque la palpación de la superficie nunca permite distinguir la diástole de la arteria, cuando se produce de forma breve y una palpación de la superficie más enérgica hace desaparecer y destruye por completo la distinción del movimiento. Algunos pulsos de ese tipo, es verdad, cuando desaparecen por disminuir poco a poco la diástole, y regresan de nuevo, los llamaremos ‘en forma de cola de ratón que regresan’. Si, tras llegar hasta la extrema brevedad de movimiento, de nuevo aumentan (511) tienen ese preciso nombre que se ha mencionado, pulsos ‘en cola 56 57

De differentia pulsuum K. 8.708. Porque pierden fuerza gradualmente hasta desaparecer.

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de ratón y recurrentes’, mientras que si acaban en una ausencia de movimiento total y permanecen así, sin que sea perceptible movimiento alguno, llamamos a esos pulsos ‘remitentes’; si también, después de la ausencia de movimiento, empezaran a moverse de nuevo, llamamos a esos, ‘remitentes recurrentes’. Es evidente que todos esos pulsos se producen por debilidad de la fuerza vital, en algunos casos porque la propia fuerza vital, sólo ella, por sí misma, está débil, en otros casos por existir exceso [de humores], compresión o taponamiento de las arterias cercanas al corazón, de forma que se provoca una situación patológica combinada. Si el pulso no estuviera debilitado y fuera pequeño por esos condicionamientos, se manifestaría con toda seguridad como una irregularidad de la diástole, pero, de hecho, no se manifiesta por el rebajamiento del movimiento que efectúa la arteria en la diástole; por ello ese tipo de pulsos son en general apretados, con ese tipo de apretura que se observa en los que tienen la sístole imperceptible. Dijimos que el pulso apretado es y se denomina de dos maneras, una cuando percibimos las primeros momentos de la sístole, y otro cuando (512) es absolutamente imperceptible. Si percibimos los primeros momentos de la sístole, el tiempo intermedio entre el fin de la diástole y el principio de la sístole, se genera un pulso espaciado o apretado; puesto que es necesario que la arteria tenga alguna duración y algún tamaño de diástole para que puedan percibirse los primeros momentos de la diástole, es imposible en pulsos débiles y pequeños que lleguen hasta nosotros; en ese tipo de pulsos el tiempo de reposo interno será indeterminable. Por ello todo el tiempo conformado por ese reposo, por la sístole [debería ser diástole], por la calma que se produce después de ella y de los primeros momentos hasta que la sístole es perceptible será imposible determinar si [la arteria] produce un pulso apretado o espaciado. Sobre el tamaño de la calma externa en el pulso espaciado y en el apretado se ha hecho la exposición en el tratado anterior a éste58. Ya es momento de hablar sobre el pulso que hemos llamado ahora apretado o espaciado, tras recordar lo que se mostró en el tratado Sobre las causas de los pulsos. En efecto, demostrábamos que la causa que uno podría llamar sinéctica de que los pulsos sean apretados es que la diástole sea deficiente. Es así dado que cuando hay necesidad (513) de actividad, si esa necesidad recibe respuesta plena la arteria permanece tranquila un tiempo equilibrado, pero si esa necesidad no recibe respuesta plena por deficiencias en la diástole se precisa que empiece un segundo movimiento antes, Así pues, dado que en los pulsos demasiado pequeños no se responde del todo a la necesidad de diástole, en la medida en que existe carencia, en esa, la naturaleza, que necesita completar del todo, empieza más pronto el segundo movimiento. En la proporción en que el tiempo entre las diástoles sea más breve, en esa media el pulso se manifestará más apretado. La necesidad de diástole queda con carencias en los pulsos pequeños por su pequeñez. Y esto ocurre así siempre necesariamente. No ocurre así, sino a veces, en pulsos grandes. En este caso es necesario que exista en ellos mucha cantidad de calor o gasto de aliento vital para que el pulso se vuelva frecuente. Por ese razonamiento, a su vez, en aquellos en los que es perceptible la sístole de la arteria., el tiempo entre el fin perceptible la retirada de la arteria el principio de la sístole es breve. Así pues, ese tiempo se ve destruido por completo al darse prisa la naturaleza en hacer la diástole. En ese caso la necesidad de la arteria es la de atraer hacia sí la mayor cantidad de aire del exterior. (514) Y eso se produce, como iba diciendo, por gran cantidad de calor o por gasto de aire respirado. El otro tiempo, el del reposo externo se acorta en esas situaciones en las que la naturaleza se precipita en vaciar las arterias de 58

Según eso, este tratado constaría de dos libros en su redacción original, concretamente parece que se refiere a la página 464 de Kühn. Quizá debe entenderse que se está refiriendo a otro tratado, en ese caso, en los que más se habla de la cuestión, son el De dignoscendis pulsibus 819 y 910-1 y el De praesagitione ex pulsibus 304, 337, 364, 377.

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las secreciones acumuladas tipo hollín y tipo vapor. Por eso en el libro anterior a este afirmaba que un signo segurísimo de un ataque de paroxismos de fiebre por la fermentación de los humores que se van produciendo es que el reposo externo se haga más corto en el tiempo y el movimiento de la sístole se vuelva más rápido. Cap. 24 Sobre la frecuencia baja y la alta sea suficiente lo dicho. Volvamos a los pulsos que son homólogos a los que se han mencionado antes. Hay uno que tiene su parte central más elevada para el que analiza por su longitud, mientras que las otras partes antes y después son más rebajadas. Lo vamos a llamar el que dice sí con la cabeza o el vacilante. Se manifiesta ese pulso cuando las fuerzas están débiles, cuando la disposición del cuerpo es tal en su naturaleza que en el medio de la duración del pulso hay un poco de piel poco tensa en la arteria, (515) mientras que a cada uno de sus lados en la duración por las partes de arriba y de abajo está tirante. Por eso mismo el pulso de los gordos se percibe como corto en su duración, aunque sea alguien que tiene fortaleza; a su vez, el de los delgados es largo aunque no tenga fortaleza. Cap. 25 Y así el discurso vuelve ya a lo que habíamos pospuesto antes, a los pulsos que en el esquema suman 27; su producción en cuanto a sus elementos primeros son 9 pulsos, se pueden observar tres en la longitud de la arteria, tres en su parte plana y otros tres en su profundidad. De la mezcla de unos con otros se producen todos los emparejamientos de los 27 pulsos. Uno de los emparejamientos está en la longitud, sobre la que empezamos a hablar hace un momento demostrando que se manifiesta por la diferencia en que esté el cuerpo gordo o flaco y en que esté débil o fuerte en su fuerza vital. A partir de eso, además de estos factores, por la existencia de mucho calor. Si quisieras reducir el razonamiento en dos apartados principales: la diástole es mayor o menor por lo que mida el círculo de la arteria y (516) por lo flaco o gordo que esté el cuerpo. Porque en lo que hace a la propia naturaleza del hecho todos los pulsos son iguales en cuanto a su longitud, excepto cuando las extremidades de los que están muriendo se están ya enfriando. Parece en la observación que no son iguales por la diferencia de los cuerpos que se apoyan sobre las arterias. Así, por ejemplo, en los que están consumidos por enfermedades crónicas la arteria que baja por la columna se observa que tiene pulso, si uno aplica la mano en la piel del hipogastrio. Esto ocurre en mayor medida en los que son delgados por su naturaleza y todavía más si tienen fiebre o beben vino, en ellos la diástole está acentuada en su longitud. A su vez, en personas gordas, aunque sean fuertes en su fuerza vital o tengan más temperatura de la debida, su pulso es corto en lo que concierne la longitud de la arteria. Por tanto, la delgadez del cuerpo es la que más influye en la longitud del pulso, en segundo lugar influye el vigor corporal y en tercer lugar el calentamiento. Los factores contrarios provocan el pulso contrario, el que dije que se llamaba breve. El pulso estrecho se produce por la estrechez de las zonas que rodean la arteria (517), por la debilidad de la fuerza vital, por el enfriamiento, por el endurecimiento del órgano, arrugamiento y espesor de la piel. El elevado al contrario, por el vigor de la fuerza vital, por mucho calentamiento, reblandecimiento del órgano, delgadez y estiramiento de la piel. Está muy claro por lo dicho que el pulso décimo cuarto del diagrama, el que está equilibrado en longitud, anchura y profundidad, que es en todos los aspectos según la naturaleza o que tiene una cierta mezcla de opuestos que lleva la sístole a una condición intermedia. Porque es posible que el enfermo tenga su fuerza vital en una circunstancia concreta débil en la misma proporción en la que su estado corporal sea de delgadez, de forma que en la

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misma medida en la que el pulso sea corto por la debilidad corporal en esa medida por la delgadez se alargue. Es posible también por abundancia de calentamiento que todo lo que quede en falta a esos pacientes se rellene; y, a su vez, a medida que la fuerza vital sea más corpulenta, en la proporción en la que el pulso se hubiera incrementado en longitud, en esa misma el exceso de carne lo suprimiera. Pero también es posible que habiendo aumentado en longitud en esa proporción se hiciera corto por otras causas, por enfriamiento. (518) Hay que tomar en consideración también el endurecimiento de la túnica en ese tipo de análisis. Si en ese aspecto está según lo que es natural y no se observa que haya habido ningún cambio en la abundancia de carnes ni en la delgadez, ni variación en la debilidad o vehemencia del pulso y en esos aspectos está según lo que es natural y en equilibrio respecto a la longitud, profundidad y anchura, eso te estará indicando que ni existe un calentamiento mayor en el cuerpo ni un gasto mayor de aire vital. Precisamente esas cosas es fácil reconocerlas por el propio hecho de que el enfermo no ha ejercido ninguna actividad fuerte porque el aire respirado se consume en los movimientos voluntarios, mientras que el calentamiento que va aumentando en la parte profunda del cuerpo, si éste en los demás aspectos está equilibrado, sólo es posible hacer la previsión por el pulso. En efecto, la modificación en la forma de respirar no es un indicio claro en estas situaciones en las que se reúne en el corazón un poco más de calor que el que es natural y el resto de cosas están poco más o menos. En esos casos es necesario prestar atención a l tamaño y velocidad del pulso porque en primer hacen que aumente su tamaño (519) cuando la túnica de la arteria es más blanda que lo que es natural o está en equilibrio; en segundo lugar a la velocidad porque aumenta con el calentamiento. Cuando la túnica de la arteria por su endurecimiento es incapaz de levantarse a un tamaño digno de mención, en esos casos el aumento de velocidad del pulso es el recurso más inmediato porque la necesidad de que se produzcan los pulsos aumenta; mientras el tamaño de la diástole sea suficiente para la necesidad no hay ningún cambio perceptible de aumento de la velocidad o es absolutamente pequeño; por el contrario, cuando la necesidad precisa de una diástole mayor y la túnica de la arteria no puede estirarse por su dureza, en esos casos se produce un añadido grande de velocidad; cuando nada de esto es suficiente el pulso acaba por convertirse en agitado, si es que la fuerza permanece vigorosa de forma manifiesta. Cap. 26 Recorrer uno por uno todos los pulsos tratados en este esquema se haría largo; el mejor procedimiento de instruirse sobre ellos es ejercitarse, cosa que hice en el primer libro del Sobre el pronóstico por los pulsos59. Antes de volver sobre esa práctica es mejor conocer algo sobre los pulsos, (520) cómo algunas veces se produce un pequeñísimo aumento en la anchura o altura o a sus contrarios y parece que es muy grande porque comparamos el pulso que se manifiesta en el momento actual con el que había antes. Se observa que eso sucede también en las crisis cuando después de un pulso considerado como elevado y producirse una explosión de sudores ocurre un cambio a la forma contraria y se observa al mismo tiempo que el pulso es rebajado y ancho. Por ello algún médico tiene escrito que se observa el pulso ancho muchas veces en los que han pasado la crisis que precede la muerte inmediata. Precisamente ese pulso se observa como más ancho de lo que es real, como se ha dicho, en los que acaban de pasar una crisis, sin embargo no es tan ancho en esa circunstancia como se observa, porque antes ha aumentado su elevación respecto a lo que es natural y en el tiempo después de la crisis ni siquiera se mantiene ya la que es natural. En efecto, las arterias adyacentes por 59

De praesagitione ex pulsibus I (K. IX 205-271)

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el vaciamiento se quedan como zonas flojas, cuando antes estaban apretadas; por eso parece que el pulso es más ancho y parece mucho más ancho de lo que es en realidad porque la elevación se ha cambiado en rebajamiento (521) porque la diástole no se eleva a un bulto digno de consideración porque la piel que está encima de las arterias está floja y con arrugas. En esa circunstancia si hicieras un torniquete en el miembro por debajo ni se observa que el pulso sea tan rebajado como antes ni tan ancho. En situaciones de hidropesía que provoca hinchazón en todo el aspecto externo, parecida a la de los cadáveres, y muy diferente de la que provoca una hinchazón tipo tambor60 o la tipo odre61, los pulsos son planos. Sobre todo, si palpamos la arteria en la parte de arriba, no la de abajo, estando el miembro extendido. Se puede observar también algunas veces en los que sufren de letargia y están en situación muy mala. En esos casos el estado corporal se reblandece, porque por la abundancia de líquido y reblandecimiento el cuerpo está fofo e inestable y el dorso de la arteria no es capaz con su propia carga ni soporta elevarse a diferencia de lo que ocurría cuando estaba como es natural. En esos casos, como iba diciendo, si palpas las partes inferiores de la extremidad, no te parece en ese caso que el pulso sea plano. Es necesario que tú discrimines y analices con rigor (522) en qué posición estaba el miembro cuando aplicaste la mano. En efecto, muchas veces tocamos la arteria a la altura de la muñeca, algunas veces la de los temporales o del brazo. Hay que tomar en consideración al mismo tiempo que hay que comparar las condiciones de antes con las presentes y analizar no sea que esté uno imaginando por culpa de aquello que el pulso ha cambiado más de lo que en realidad lo ha hecho. Por tanto, acuérdate de esto y hablaré de lo que viene a continuación. Cap. 27 Consideremos que se observa en la muñeca de la mano un pulso largo en exceso de una persona enferma a la que vemos por primera vez, de forma que el movimiento es perceptible aplicando hasta seis o más dedos. Está claro ya que por fuerza se trata de un hombre delgado porque es imposible que uno que tenga buena carnes tenga un pulso tan largo. A continuación, así pues, considera la estructura de la túnica de la arteria en relación con la edad y la constitución del cuerpo enfermo ya que esa túnica es más blanda en los niños pequeños que la se encuentra en personas ya crecidas, y es más blanda en las mujeres que en los hombres, (523) en los que tienen carnes blandas naturalmente y escasas que en sus contrarios. Si tú observas que el pulso se ha vuelto más duro que lo natural, analiza el abultamiento que forma la diástole. Ahora llamo abultamiento el movimiento de toda la arteria en un ciclo, el movimiento del que distinguimos cuando lo pensamos altura y planicie62 ya que no se diferencia la planicie de la altura en una arteria como en un cuerpo en forma de cubo. Si el pulso es de esa naturaleza es necesario en cualquier caso que exista algún estado patológico de los que provocan que el pulso sea duro, un enfriamiento fuerte que hace que se agarrote el cuerpo de la arteria, o una sequedad excesiva como la que ocurre en desnutriciones severas, o un tumor duro de alguna víscera, o una inflamación enorme que suponga un 60

Es un tipo de hidropesía. Galeno en su comentario al tratado hipocrático sobre la dieta en las enfermedades agudas (In Hippocratis de victu acutorum com.), K. XV 891, distingue tres tipos de hidropesía, la húmeda (acumulación de líquido ralo en la parte baja del tórax), otra la tipo tambor tympanías (acumulación de aire por todo el tórax), y otra por acumulación de flema, que también puede llamarse hyposarkídios. 61 Por otros pasajes de Galeno se puede afirmar que la hidropesía tipo odre (askítēs) es la que hemos llamado en la nota anterior húmeda, por tanto el tipo de hidropesía de la que está hablando es la flemática o hyposarkídios, llamada en otros pasajes anà sárka. 62 Es decir, fase alta y fase plana.

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estado espasmódico en alguna de las partes nerviosas. El aspecto de la cara te mostrará si se trata de una desnutrición severa o alguna otra cosa. Conviene suponer que ese tipo de desnutrición no tiene remedio cuando la arteria por su culpa adquiere una sequedad tan grande; verás, así pues, los ojos hundidos de los que se encuentran en ese estado de forma que sobresalen en círculo los huesos que rodean las membranas oculares (524), y se dan todas las otras características que aprendiste en el tratado Sobre la desnutrición63; a los que están en semejante estado, incluso antes de palpar sus pulsos, es posible diagnosticarlos sólo por la cara. Si no tiene un aspecto así, descubrirás que la dureza del pulso en general se ha desarrollado por un tumor endurecido que atraviesa el bazo; también por atravesar algún otro lugar importante que conocerás al punto palpando. A continuación se producen síntomas que hacen que se distinga con claridad de otros males: en efecto, cuando el hígado llega a una tumoración dura de tal calibre que, como dije, actúa sobre el pulso, entonces descubrirás síntomas propios de hidropesías en la cara del paciente, por otra parte, las diarreas pondrán de manifiesto a los que sufren en la parte del vientre, vejiga o alguna zona de los intestinos; de la misma forma las dificultades respiratorias propias de los que sufren del diafragma o de la pleura. Has aprendido sus características específicas en los tratados Sobre la dificultad respiratoria64. Si no aparece ninguno de estos síntomas, vigila que no sea una condición patológica espasmódica; en el caso de mujeres considera que no sufra algún mal tumoral en la matriz. Si no hay ninguno de estos síntomas, se trata de un enfriamiento severo y reciente, (525) o a haber bebido agua fría o vino; en el primero de estos casos parece que la arteria está entumecida en su movimiento; en el segundo parece que el vino puro les ha secado su estado corporal, igual que parece que el agua fría los ha dejado cuajados. También los otoños fríos provocan un pulso duro al palparlo y en sus características. Los perjuicios por causas externas rápidamente remiten si nosotros calentamos al enfermo, y también, por ello, los pulsos también vuelven a su valor normal. Permanecen en los estados patológicos que son difíciles de tratar. Así pues, cuando el pulso largo es al mismo tiempo duro, harás los análisis como se ha dicho. Si es equilibrado en la variación entre dureza y blandura, considera además el tamaño de la diástole. Porque si la arteria se dilata de forma notable en ambas distensiones, la que provoca el largo y la que provoca la altura y no se debe a algún alimento reciente, o haber bebido vino, a algún baño, o algún otra alteración, está claro que la persona tiene fiebre; si se añade a semejante dureza también velocidad y frecuencia, es evidente que la fiebre es más importante. En el caso de que (526) el pulso esté en equilibrio en lo que concierne a su altura y amplitud, pero sea notable por su velocidad y además su frecuencia, eso está indicando que hay mucho calentamiento y que la fuerza vital es débil. Porque si ésta fuera fuerte los pulsos tendrían un tamaño notable. También por eso mismo se vuelve bastante rápido y frecuente porque no cumple con plenitud la necesidad debido a la longitud de la diástole. Observarás que es en todo débil porque ese es un indicio inseparable en los pulsos de una fuerza vital debilitada, de forma que es posible observar todas las demás señales que indican debilidad o vigor en la fuerza vital. Sin embargo, para un conocimiento riguroso de la teoría sobre los pulsos son útiles los testimonios del pasado y los del presente para la †65 llamo a los vigorosos vehementes, y a los que carecen de vigor débiles. Escucha, a uno que está en equilibrio en cuanto a su cantidad de carnes, que presente un pulso equilibrado en cuanto al tamaño y con una túnica arterial también equilibrada en la diferencia que afecta a la dureza y blandura, (527) que se denomina 63

De marcore, K. VII 666-704. De difficultate respirationis en tres libros, K. VII 753-960. 65 Claramente existe una laguna en el texto, señalada por Kühn. 64

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comúnmente la constitución de la túnica; en un pulso de esas características podrás afirmar que es poderoso en cualquier caso antes de conocer cómo está de hecho en cuanto a su vehemencia; en efecto, no en cualquier palpación táctil se distingue inmediatamente el pulso vehemente, sólo cuando presionamos la arteria, porque el tacto superficial es capaz de diferenciar el tamaño pero nada en absoluto la vehemencia. Cuando se presiona, sin embargo, se observa con seguridad la vehemencia, igual que la debilidad, también se observa al tiempo el tamaño. En efecto, la arteria se ve impedida para levantarse en altura debido a la presión, y provoca que la resistencia sea vigorosa y que al mismo tiempo cierta impresión de dilatación en anchura. En los casos en que es manifiesto que debido a la presión se ha impedido la elevación en altura y cuando la túnica de la arteria es dura, tampoco se produce una diástole de gran tamaño. Por eso cuando exista la inflamación de una víscera importante y por culpa de ella el pulso es duro, si, además de eso, la fuerza de la arteria en diástole es poderosa, tiene lugar el pulso turbulento. Porque cuando la necesidad de diástole aumenta y existe fuerza vital, al sufrir una diástole violenta la arteria, se produce la turbulencia. Sin embargo, la mayor parte de las veces en esas situaciones patológicas la fuerza vital no es poderosa. Uno se conformaría que en un cuerpo consumido por la duración de la enfermedad la fuerza del tono vital fuera moderada. Precisamente por eso los que están así no llegan a tener pulsos turbulentos. Ahora bien, a los que beben vino puro en exceso o en demasía se les observan pulsos turbulentos a veces, por ser poderosa su fuerza vital y aumentar el calor. Ahora bien, los pulsos de este tipo se observan muchas veces, mientras que los que mantienen la elevación al tiempo que su anchura y son cortos en su longitud son raros; y todavía son más raros los que se contraen en longitud y al mismo tiempo en anchura. Aún es más raro el que es a un tiempo elevado, estrecho y corto. Unos tienen el pulso largo mientras están sanos, y ni siquiera es posible que llegue a producirse un pulso de ese tipo; otros tienen el pulso corto y agrupado en frecuencia mientras la fuerza vital tenga poder66. Por ello, en general, se observa un pulso irregular sólo en dos tipos de irregularidad. De la misma forma que el pulso vehemente es signo de una fuerza vital poderosa, así también, después del vehemente, lo es el pulso elevado (529) cuando se hace corto en longitud. Es manifiesto, así pues, en tales casos que ni se eleva en altura por la delgadez corporal ni por la blandura de la túnica arterial porque si ocurriera por estas causas el pulso no sería corto, porque en general el pulso elevado es recto67 y ancho; si no, es equilibrado en anchura. Que ese mismo pulso se estreche y sea más elevado que el equilibrado sin que haya una irregularidad sistemática significa que existe una falta de fuerza. La irregularidad sistemática consiste en que los pulsos elevados sean menos en número que los equilibrados en lo que concierne a su profundidad [o elevación]. Pero también, en una sola diástole si no existe irregularidad un pulso de tal naturaleza no es capaz en absoluto de mostrar nada. Incluso si el pulso elevado se viera rebajado en su longitud mientras que no lo sea en una proporción tan grande como en el pulso tipo hormiga. Completa un dedo solo aplicado, mientras que el de tipo hormiga ni siquiera la tercera parte68. Así pues, el pulso elevado que es simultáneamente corto en su longitud se hace evidente cuando al mismo tiempo llega a ser duro en exceso. Para empezar, yo ni siquiera he podido ver un pulso que sea al 66 El razonamiento parece ser el siguiente: los que tienen el pulso corto compensan ese defecto por la frecuencia del pulso no aumentando una de las otras variables, a saber, la elevación o la anchura, por lo que no es posible que en persona sana se manifieste y la irregularidad no afecta nunca a las tres variables espaciales. 67 Por el contexto, parece querer decir que no es largo ni corto. 68 Es decir que la onda pulsátil se siente en un solo dedo, por eso es corto, pero todavía es más corto el tipo hormiga, que sólo llega a percibirse en un tercio de la superficie del dedo.

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mismo tiempo largo y dicrótico. Sino que el que añade longitud (530) por las causas mencionadas se vuelve turbulento. Las causas son exceso de calentamiento, poder de la fuerza vital y dureza del órgano. En algunos casos también por padecimiento en enfermedades se altera la situación de la arteria y se distorsiona, por existir una constitución irregular en sus túnicas o en los cuerpos que la circundan. Que una parte esté reseca y otra no, que una parte esté endurecida y otra no, que sufra estiramiento por alguno de los cuerpos que la rodean que tira de ella mientras que otra parte esté empujada fuera de su sitio. Pero estas circunstancias son raras mientras que las provocadas por calentamiento, enfriamiento de todo un miembro con sus partes adyacentes, por exceso de líquido, por plétora, carencia o sequedad ocurre muchas veces. Sin embargo es necesario acordarse también de lo que ocurre en raras ocasiones. De forma que cuando llegues a un enfermo que nunca has visto antes, empieces a considerar las que ocurren en general y vayas cambiando a las que se ven no en un exceso de ocasiones y así a otras, hasta las más raras, como en cualquier caso el pulso corto en la longitud pero elevado en su profundidad es un ejemplo (531) de pasar de lo que se ve muchas veces a lo que es más raro. Es muy razonable cuando se observe ese pulso considerar antes cómo está de gordo el individuo. Porque si fuera relleno de carnes y bastante gordo se observa un pulso que está en relación: será pequeño69; ocurre porque en gorduras fueras de medida la carne que se desborda impide la diástole de la arteria, en la proporción en que hubiera sido natural, pero también su longitud es más corta y su anchura más estrecha, por la opresión provocada por la cantidad de carnes. El pulso de los delgados por su constitución, que están en buena salud, tiene suficiente anchura y longitud, y es notable también su subida en elevación. Todavía es más evidente en los que la piel está floja la elevación en la separación de la piel y en la de la túnica arterial. Con ello queda claro que en los cuerpos más ligeros las arterias se levantan simultáneamente con la diástole, cosa que es más difícil en cuerpo con más peso. En cuerpos bastante pesados ni siquiera llegan a moverse en absoluto. Cap. 28 (532) Ahora hablemos sobre los pulsos, por qué razón por perjuicios no muy graves en la fuerza vital y en el calentamiento se producen pulsos frecuentes, pero no pequeños, ni breves, sino equilibrados. En efecto, existen cuatro correspondencias distintas70. Si se modifican solo por el calentamiento o enfriamiento, o también por debilidad y al tiempo calor, si estuviera sometido a la influencia de ambas causas en mayor medida, es decir, la fuerza vital fuera bastante débil y el calor fuera abrasador, los pulsos se hacen pequeños, cortos y muy frecuentes, mientras que si el perjuicio es moderado, son frecuentes igualmente pero permanecen en situación de equilibrio en la separación espacial y en su movimiento. La segunda correspondencia se produce por debilidad y catalepsia; en estos casos el pulso se vuelve tan débil como las cuestiones de la fuerza vital estén mal, también se vuelve pequeño y corto, como ocurría en la primera correspondencia, sin embargo, a diferencia de lo que ocurría en ese caso no llega hasta una situación desesperada; sólo ocurre si la fuerza vital estuviera debilitada en extremo, está claro que en esos casos el pulso será muy pequeño y las más de las veces intermitente y remitente. La tercera correspondencia en la alteración de los pulsos se produce cuando al mismo tiempo aumenta el calentamiento y la fuerza vital; en ese caso se producen los pulsos más vehementes y mayores, no son los más rápidos en la misma medida, pero la mayor parte de las veces no son manifiestamente los más frecuentes, hay veces en que claramente están por encima de lo que es natural; ocurre eso cuando 69 70

Pequeño, según la tabla de 438, es el pulso que es corto, estrecho y rebajado. Son correspondencias entre un pulso más frecuente de lo normal y alguna causa.

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aumenta las circunstancias del calentamiento en un grado muy fuerte. Queda la correspondencia en la variación de ese tipo de pulsos cuando coinciden el poder de la fuerza vital y la carencia de calor; se producen unos pulsos equilibrados en su tamaño, aunque más lentos y bastante espaciados, sobre todo, cuando el enfriamiento se hace fuerte en mayor medida. El tamaño de su distensión no se ve impedida de forma clara ni manifiesta por la fortaleza de la fuerza vital. Sin embargo tampoco la lentitud se apodera en la mayor parte de los casos por la misma causa pues la fuerza vital si es poderosa71 mantiene las medidas naturales del movimiento, incluso si no cumple bien su función, porque es necesario que la función se desarregle en gran medida por producirse un enfriamiento muy fuerte para que el pulso se haga más pequeño de una forma evidente; la mayor parte de las veces se mantiene la cantidad del intervalo o se hace un poco menor y no de forma muy clara; la mayoría de las veces sin embargo sí se hace más lento en los enfriamientos. Cap. 2972 [Pero volvamos a los pronósticos posibles en las fiebres], cuál es el diagnóstico para cada uno de los pulsos lo vamos a decir en este lugar. Todas las fiebres cotidianas (534) provocan cambios en el tamaño, velocidad y frecuencia de los pulsos en lo que de ellas depende73. De forma similar también las fiebres hécticas74 provocan cambios de tamaño, velocidad y frecuencia, en lo que de ellas depende, aunque en mayor medida se ve alterada la velocidad. Aquellas que se producen por corrupción de los humores, en situaciones agudas tienen ambos movimientos rápidos, me refiero al de la diástole y al de la sístole, y de forma similar también se alteran las frecuencias de ambas; no ocurre igual en ataques de fiebre, sino que los pulsos acentúan la rapidez de las sístoles. En fiebres ascendentes, se conjuga un doble efecto, el que se acaba de mencionar y, además, en la mayor parte de los casos, el reposo externo, de forma que se manifiesta un pulso muy frecuente. Estos son los únicos pulsos propios de las fiebres provocados por ellas. Todos los demás tipos de pulso son como consecuencia de otras afecciones. Son dos los géneros de las afecciones, unas que empeoran la fuerza vital, otras los órganos; ya se mostró75 que para descubrir las causas que provocan cambios en los pulsos hay que prestar atención a estos tres aspectos, el órgano, el uso y la fuerza vital. [Hay que aplicar un ánimo diligente en este tema] porque no se ponen de acuerdo entre sí los médicos considerados sabios sobre los pulsos específicos de la fiebre y todos en conjunto se equivocan por no separar los tipos de fiebre y por considerar que las alteraciones de los pulsos que surgen por la fuerza vital o quebranto de los órganos son alteraciones propias de la fiebre. Es inseparable por completo y específico de ataques de fiebre provocados por corrupción de los humores que la sístole de la arteria se vuelva más rápida; cualquiera que esté ejercitado en determinar la sístole tendrá esto como signo inseparable de un principio de paroxismo febril, cuando el pulso tenga cierta 71

Hasta aquí llega el texto griego de la edición de Kühn, a partir de aquí ya sólo hay texto de la traducción latina. Como hemos explicado en la introducción, se puede reconstruir el original griego de la mayor parte porque es fácil encontrar los pasajes galénicos de los que se ha extractado. Concretamente aquí hasta el final del capítulo se usa De causis pulsuum K. 9.29. 72 En este capítulo Galeno hizo su extracto a partir del De praesagitione ex pulsibus y a partir del texto griego de ese tratado se hace la traducción. 73 El texto sin resumir explica qué quiere decir “en lo que de ellas depende” al añadir, “porque si se entremezclara alguna una situación patológica, por fuerza el cambio será de origen mixto, en una parte por la fiebre y en otra parte por la situación patológica que se haya establacido.” 74 Son fiebres que se producen por un estado (héxis) consuntivo. 75 De causis pulsuum K. IX 56.

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intensidad. Sobre cómo debe uno empezar a ejercitarse se ha dicho mucho en el libro primero76 Sobre el diagnóstico por los pulsos. En muchas ocasiones yo, desde luego, en personas a las que nunca antes, ni cuando estaban sanas ni enfermas, había palpado su pulso, confié en ese único signo y nunca me equivoqué. Así pues, cuando un pulso que no ha variado en las otras dimensiones, se haga más rápido en su sístole, considera que es un signo inseparable de principio de paroxismo febril; ese pulso se vuelve rápido al instante y más frecuente por su tiempo de reposo externo porque la naturaleza se está aplicando a propulsar el desecho vaporoso por lo que se producía la sístole con más celeridad. En las fiebres cotidianas (535) no sucede eso porque ocurren sin que exista corrupción de los humores. Tampoco en las hécticas porque nunca empiezan a no ser que alguna otra afección coincida con ellas por casualidad. Si en el primer día, nada más que una persona acaba de pasar de la salud a la enfermedad, palpamos su pulso, el tipo de la fiebre se hará manifiesto por este signo. Hay que distinguir las que han surgido por inflamación de las que lo han hecho por corrupción de los humores sólo por el endurecimiento, en efecto el golpe pulsátil es duro en los casos de fiebre por inflamación. Si puedes distinguir el impacto pulsátil duro surgido por dilatación de la arteria del que ha surgido por su enfriamiento y endurecimiento77, tendrás por ese criterio tres pronósticos aplicando causas pasadas78 que son bebida fría, vino puro en exceso e inflamación; diremos que la inflamación no es la única causa, si fuera prominente ya antes del paroxismo febril y también permaneciera; mientras que la bebida fría y un vino puro en exceso son causas que preceden y la enfermedad que generan se mantiene. Ciertamente se endurecen las túnicas de las arterias por bebidas de líquidos fríos que resultan nocivas, además se resecan por bebidas de vino en exceso. Se distinguen así. Las fiebres que de hecho en la primera hora del día no tienen el signo del que hemos hablado, esas hay que considerar que son cotidianas o hécticas. Pero muy raramente la fiebre héctica se establece justo desde el principio , aunque no es imposible que se produzca así y nosotros alguna vez las hemos visto. Estudiábamos en conjunto todos los signos de estas fiebres en el tratado Sobre la diferencia de las fiebres79, ahora se hablará de los signos que dependen de los pulsos. Nunca ni el pulso grande ni el vehemente se instalan juntamente con las fiebres hécticas, si cualquiera de estos pulsos aparece con fiebres es que no son hécticas, si de hecho todos esos sgns aparecen simultáneamente es que se trata de fiebres cotidianas. Cap. 3080 [Una vez hechas estas definiciones a continuación hay que considerar qué significado tiene cada pulso por separado para la resolución de la enfermedad.] Si el pulso fuera ondulado y blando de forma significativa hay que esperar que se produzcan sudores. Si, por el contrario, es duro suele ser señal previa de vómitos más que de sudores. Cualquier pulso elevado es signo de secreción, de igual forma también el vehemente. Si se produjera el grande es señal de movimiento hacia el exterior más que hacia el interior, (536) si el movimiento fuera doble, hacia el exterior y hacia el interior, el exterior sería por hemorragias y sudores, el interior por el vientre y el estómago; el pulso ondulado indicará sudores, mientras que el grande sin más indicará hemorragias; 76

De dignoscendis pulsibus K. VIII 766-822. Es un endurecimiento arterial provocado por desecamiento. 78 El pronóstico se establece por el endurecimiento del impacto pulsátil y por el conocimiento de sus posibles causas que se puede obtener preguntando al enfermo, en efecto, si éste no ha bebido vino ni ha tomado líquido frío, hay que achacar ese impacto pulsátil endurecido a una inflamación. 79 De differentiis febrium, K. VII 273-405. 80 Ahora Galeno toma extractos del De crisibus. 77

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pero si la influencia dominante es hacia el interior, cuando no aparecen señales de vómitos, sufrirá una crisis por desechos intestinales, cuando aparecen, la crisis se resolverá por vómitos en mayor medida; si están presentes éstos y el vientre se va por abajo de forma significativa, la crisis será por ambas vías. El pulso irregular se produce en la mayor parte de las crisis, sobre todo, cuando éstas son muy fuertes y comprometidas, todavía en mayor medida si fluyen flujos biliosos al vientre al mismo tiempo y se presentan los otros signos de vómitos enunciados por Hipócrates 81. Los pulsos se tornan por completo irregulares si el estómago produce un dolor mordicante y está pesado. Cap. 3182 La esencia de la fuerza vital de cada una de las partes del organismo está subordinada a la buena proporción83 de los elementos en cada una de esas partes que entonces dan cumplimiento a su función específica con fuerza, cuando exista la mejor proporción de elementos; por el contrario cumple su función mal si pierde esa proporción, y tanto peor la cumple cuanto peor sea la proporción. [Por tanto nos hemos propuesto decir] cuál es el pulso que se corresponde con cada una de las afecciones de las distintas partes del cuerpo. [Ya hemos hablado sobre el corazón, cuando hemos razonado sobre las fiebres84.] Las partes del animal dedicadas a la respiración son sólo dos, el pulmón y el tórax; [después] los órganos de la nutrición: hígado, vientre, intestinos, bazo, riñones, las dos vejigas. Si el pulmón estuviera caliente en exceso al punto se calienta el corazón, y aunque estuviera más frío de lo normal, tampoco se produce demora; [en resumen] el pulmón envía sus desequilibrios con mayor rapidez al corazón que al resto de los órganos. En efecto, el pulmón está muy cerca del corazón y son en cuanto al género muy cercanos por los vasos y porque confluyen por grandes aberturas. Así pues cuando el pulmón se calienta por enfermedad, también lo hace el corazón y provoca los pulsos que se producen cuando hay una necesidad incrementada de pulsos. Si sucede esto durante demasiado tiempo existe el riesgo de que el corazón sufra la fiebre héctica, si el pulmón se enfría, el corazón por simpatía desde el inicio provocará cambios en los pulsos que ya antes mostramos, para poder cumplir con la necesidad (537). En caso de fluxiones la irregularidad de los pulsos es común porque la obstrucción, obturación y compresión de las arterias más principales se produce en tales fluxiones; no repercute en menor medida también para la fuerza vital el exceso de humores, porque al estar tan cerca el corazón del pulmón y confluyendo por grandes aberturas; en caso de fluxiones escasas o ligeras también la irregularidad del pulso es menor, pero si son

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Alude al aforismo 12 del libro primero de los Aforismos en el que aparecen enunciados una serie de signos. 82 Este capítulo consiste en extractos del De praesagitione ex pulsibus. 83 Es decir la eukrasía o buena proporción en la mezcla, según la vieja teoría de la salud y la enfermedad. 84 500 y ss.

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