Galeno: Sobre los elementos y Comentario a la Naturaleza del hombre de Hipócrates, traducción y comentario

August 1, 2017 | Autor: F. Cortés Gabaudan | Categoría: Galen, Hippocrates, Ancient Greek Medicine, Hipocratic and Galenic Medicine
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Descripción

GALENO Sobre los elementos según Hipócrates Libro Primero (413) 1.1 Dado que el elemento es la parte más pequeña de aquello de lo que es elemento y que no aparece en nuestra percepción como más pequeño lo mismo que de hecho lo es, al pasarnos muchas cosas desapercibidas por su pequeñez, está claro que la percepción no podría ser capaz de diferenciar los elementos naturales y reales de cada cosa. 1.2 Desde luego que si tras triturar con cuidado todos juntos orín, calamina, litargirio y calcopirita1 hasta dejarlos como polvo, quisieras confiar en la percepción para distinguirlos, te parecerán que son todo uno. 1.3 También si mezclaras unos con otros, no sólo cuatro, (414) sino muchos más componentes de la misma forma, te parecerá que todos ellos son uno solo, aunque no son uno. 1.4 Por ello, Hipócrates al considerar los elementos de la naturaleza humana, desprecia los que aparecen en la percepción como más simples y primeros y busca los que lo son de hecho y por naturaleza. 1.5 Pues, está claro que su utilidad para las curaciones no es inferior a la de los elementos perceptibles, como se ha demostrado en otros2 escritos. 1.6 Uno podría convenir en que esos elementos perceptibles parecen serlo, pero no en que lo son. 1.7 Pues no es elemento la parte que parezca ser más simple y primera, sino la parte que lo sea de hecho respecto a su naturaleza. 1.8 Porque si lo que parezca ser la parte más pequeña y primera de cada cosa diremos que es elemento natural, parecerá que son unos los elementos para las águilas, Linceo3 u otro hombre o animal irracional de máxima agudeza visual y otros distintos para cada uno de nosotros. 1.9 Por tanto, no así, (415) sino busquemos las partes que son primeras y más simples por naturaleza y que no pueden descomponerse en otras, si es que vamos a conseguir una ciencia exacta de la naturaleza del hombre o de cualquier otro de los seres. 2.1 Entonces, ¿cuál es el método para descubrirlos? Me parece que no hay otro distinto al que introdujo Hipócrates. 2.2 Pues es preciso, en primer lugar, determinar si el elemento es uno en su especie o son muchos, variados y distintos; en segundo lugar, si son muchos, variados y distintos, cuántos, cuáles y de qué clase son y qué tienen en común entre ellos. 2.3 Que no es uno el elemento primero a partir del que surge nuestro cuerpo y los demás cuerpos, lo demuestra Hipócrates con lo siguiente (me parece mejor citar sus propias palabras y comentarlo): “Yo afirmo que si el hombre fuera uno, nunca tendría dolor, pues siendo uno ni siquiera existiría aquello que le provocara dolor”4. (416) 2.4 Me parece que dice con las palabras más bellas y concisas lo más pertinente de su demostración sobre que el elemento no puede ser uno en su especie y en sus propiedades. 2.5 Pues está absolutamente claro que afirmar que el ser es uno es absolutamente imposible y propio, de hecho, de un hombre que 1

Es común a los cuatro su color amarillo o rojizo.

En el De meth. med. K. X 86 leemos: “Sin conocer los elementos del cuerpo a partir de los que surgió es imposible descubrir las enfermedades”. Sobre la cuestión, Ph. De Lacy, op. cit., (ed., trad., com.), On the elements according to Hippocrates = De elementis ex Hippocratis sententia, Berlin 1996, 161 s. 2

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Linceo, o el que ve como un lince, es uno de los argonautas hijo de Afareo. Tenía tanta agudeza visual que era capaz de ver a través de una tabla de roble. 4

Hp. Nat.Hom. 2.3.

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no ha considerado nada de lo evidente. 2.6 También podría uno decir que todo es uno en su especie y propiedades, como los discípulos de Epicuro y Demócrito dicen de los átomos5. 2.7 Pertenecen a su coro los que proponen como elementos las partículas más pequeñas, sin nexo y sin partes6. 2.8 Frente a todos ellos, Hipócrates, con una refutación común, demuestra que el elemento no es uno en su especie y propiedades, sin ni siquiera referirse a los que afirman que el ser es uno en su número, como si se tratara de estúpidos integrales. 2.9 Veamos, por tanto, si concluyó rectamente y refutó con suficiencia a los que (417) proponen que el elemento es uno por naturaleza, llámenlo átomo, partículas sin nexo, lo más pequeño o lo que no tiene partes. 2.10 Pues ya no precisaremos detenernos en sus diferencias parciales, si suprimimos en conjunto lo común de todas esas propuestas. 2.11 Subyace en todas ellas que el elemento primero no tiene cualidad, no le es consustancial ni lo blanco o negro, o, en una palabra, cualquier otro color; ni la dulzura o el amargor; ni el calor o el frío; ni, en una palabra, cualquier otra cualidad. 2.12 “Por convención es el color, por convención es lo dulce, por convención es lo amargo, pero en realidad hay átomos y vacío” dice Demócrito7, por considerar que todas las cualidades perceptibles provienen de una conjunción de átomos según los percibamos, pero por naturaleza nada es blanco, ni negro, ni amarillo, ni rojo, ni dulce, ni amargo. 2.13 Pues lo de “por convención” significa que tal es convencionalmente como se nos aparece y no según la propia naturaleza de las cosas, a la que a su vez alude con “en realidad”, en relación con “real” que significa “verdadero”. (418) 2.14 El sentido completo de su razonamiento sería éste: entre los hombres se considera que algo es blanco, negro, dulce, amargo y todas las demás cualidades semejantes, pero en verdad todo es uno y nada. 2.15 Pues eso es lo que ha dicho al designar uno a los átomos y nada al vacío. 2.16 Todos los átomos son cuerpos pequeños sin cualidades y el vacío es un lugar en el que esos cuerpos al trasladarse hacia abajo todo el tiempo se entrelazan unos con otros o entrechocan y salen disparados, en tales asociaciones se descomponen o recomponen8 unos con otros y a partir de eso forman todas las demás combinaciones: nuestros cuerpos, sus enfermedades, sus percepciones. 2.17 Suponen que los cuerpos primeros son impasibles, unos que son irrompibles por su dureza, como los discípulos de Epicuro, otros que son indivisibles por su pequeñez, (419) como los seguidores de Diodoro y Leucipo9, pero coinciden en que no pueden sufrir en modo alguno las transformaciones que todos los hombres están convencidos que tienen lugar por haberlo aprendido mediante los sentidos, así afirman de ellos que ni se calientan ni se enfrían en absoluto, por lo mismo, que ni se secan ni humedecen, y con mucho mayor motivo, que ni se vuelven negros, ni blancos ni, en resumen, asumen ninguna otra cualidad por transformación alguna. 2.18 Por tanto, Hipócrates con buen criterio, al refutarlos, 5

Epicuro y Demócrito no son monistas ya que consideraban que los átomos podían ser distintos unos de otros. Este error, según interpreta De Lacy, op. cit., 163, puede proceder de la crítica aristotélica al atomismo. 6 Referencia a Asclepiades de Prusa, importante médico del s. I a.C., que dio una significación médica a la teoría de los ἄναρμοι ὄγκοι (ánarmoi ónkoi) (“partículas sin nexo”) de Heráclides Póntico, filósofo académico y atomista del s. IV a.C.; frente a la teoría de los humores y la concepción de la salud como su equilibrio defendía que ésta es el movimiento libre de los corpúsculos que forman el cuerpo, mientras que la enfermedad se produce cuando se impide su movimiento. Galeno polemiza a menudo con él, cita de nuevo a Asclepiades en este tratado en 9.20 y 12.1 y en el Comentatio 112. 7

Democr. B 9, Diels-Kraz II., tomado de Sexto Empírico y coincidente con la cita de Galeno.

Según el texto de De Lacy, op. cit.,, que prefiere formas activas, “provocan composiciones y descomposiciones”, en este caso nos parece menos forzada la lectura con formas medias de G. Helmreich (ed.), Galeni De elementis ex Hippocratis sententia, Erlangen 1878. 8

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El nombre de Diodoro aparece sólo en la versión árabe, no en los manuscritos griegos. Diodoro Crono de Jaso es un filósofo de los s. IV y III a.C. de la escuela dialéctica que influyó en Zenón el estoico. Leucipo (s. V a.C.) es citado por Aristóteles junto a Demócrito como fundador de la teoría atomista.

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dirá que nunca sentiría dolor el hombre si tal fuera su naturaleza. Pues lo que puede llegar a sentir dolor, por fuerza tiene estas dos características, es cambiable y está dotado de percepción. 2.19 Pues si no pudiera experimentar cambio alguno, mantendrá por siempre su condición inicial. No la mantiene desde luego lo que siente dolor. Si se transforma como las piedras o la madera al calentarse, enfriarse o romperse, pero no tuviera, además, cierta capacidad de percepción (420) connatural, no percibirá su propio estado, como tampoco las piedras. 2.20 En definitiva, los elementos de esos pensadores carecen de ambas cosas, ningún átomo por su naturaleza ni puede transformarse ni percibir. 2.21 Por tanto si estuviésemos constituidos de ciertos átomos o de alguna otra cosa por naturaleza con una sola forma no tendríamos dolor. Pero, de hecho, sí tenemos dolor. Así pues, está claro que no estamos constituidos de algo simple y de una substancia con una sola forma. 2.22 Lo fundamental de ese razonamiento, que es evidente a todos los ejercitados en la especulación lógica, lleva a término lo propuesto más o menos así. 2.23 Pero, puesto que, además de no ejercitar el raciocinio los que proponen elementos de tal naturaleza, son los mayores discutidores y consideran que es malo cambiarse a la mejor opinión, hay que intentar apartarlos de ese razonamiento con algunos ejemplos paso a paso. 2.24 Si alguien con la aguja más fina perforase la piel, con toda seguridad tendrá dolor el animal y la aguja alcanzará a uno, a dos o a más átomos. 2.25 Bien, por ahora, pongamos (421) que alcanza a uno. Según ellos, cada átomo era invulnerable y sin percepción. 2.26 Por tanto, ni padecerá nada por la aguja, ni, en caso de que padeciera, percibiría el padecimiento. 2.27 Ya que si el dolor ocurre por dos factores, porque lo que es pasible10 padece y percibe esos padecimientos, y no concurren en los átomos ninguno de esos dos factores, no tendrá dolor cuando la aguja alcance a un solo átomo. 2.28 Pongamos que no alcance a uno, sino a dos. Está claro que lo que valía para un átomo, podrá decirse ahora para los dos. 2.29 Si ninguno de los dos átomos fue perforado por la aguja, ni, si fue perforado, tenía una naturaleza capaz de percibir el pinchazo, el individuo perforado por la aguja no tendrá percepción ni dolor. 2.30 Por lo mismo, no añade nada que la aguja afecte a dos huesos, dos cartílagos, dos pelos o alguna otra de las partes sin percepción. Pues dos pelos son igual de insensibles que uno. De la misma forma, creo que si alcanzase a dos átomos (422) no añade nada para la percepción, si ninguno de los dos átomos está dotado de percepción. 2.31 Y si alcanzase a tres o cuatro, por el mismo razonamiento, como ocurre con los guijarros, las piedras, los pelos, eso no supone nada más ni para la producción de dolor ni para la capacidad de percepción. 2.32 Pues nada formado por componentes impasibles y sin percepción llega a ser pasible y con percepción. Sería sorprendente que, si ninguna de las partes padece ni percibe, el conjunto resultara dotado de percepción y pasibilidad. 2.33 Por tanto, puesto que son dos los instrumentos para el hallazgo de tales principios, la experiencia y el razonamiento, por ninguno de los dos podrá encontrarse que lo formado por componentes sin percepción e impasibles esté dotado de percepción y pasibilidad. 2.34 Si, tras reunir muchos diamantes o lo que quieras entre lo más impasible, te propusieras perforarlo, nunca llegará a ser perforado un compuesto de tal naturaleza ni nunca lo percibirá. 2.35 Es evidente que desde que el mundo es mundo no se ha encontrado por experiencia (423) nada así y que, como ha quedado dicho antes, tampoco el razonamiento lo admite. 2.36 ¿Cómo no va a resultar sorprendente que precisamente mientras que la carne siente dolor al ser perforada, ninguna de sus partes más pequeñas ni tiene dolor ni resulta perforada? ¿Qué razonamiento puede admitir esto? 2.37 Pues yo digo que incluso si fuese connatural a todos los átomos la percepción, pero éstos fuesen impenetrables y absolutamente impasibles y formasen la carne sólo por entrelazarse unos con otros, ni siquiera así, ocurriría 10

Es crucial para la comprensión de todo el pasaje la diferencia entre αἴσθεσις (aísthesis), traducido por “percepción” y las distintas formas derivadas de πάθος (páthos) que traducimos por “padecimiento”, “pasibilidad”, “impasibilidad”, etc., es decir, el hecho de que algo de forma pasiva experimente un cambio.

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nada más al penetrar la aguja. 2.38 Pues igual que si entrelazas dos dedos entre sí, aunque estén dotados de percepción, no se produce daño alguno en el hecho de separarlos y apartarlos, de la misma manera, la aguja, aunque separe y aparte átomos unos de otros sin perforarlos, de ninguna forma sentirá dolor el animal. 2.39 O que demuestren que conlleva sufrimiento para cualquiera de los cuerpos dotados de percepción entrelazar y volver a separar, (424) pero no pueden mostrarlo a partir de hechos evidentes y resulta imposible por completo si se analiza con el razonamiento. 2.40 En definitiva, aunque concedamos a los átomos la capacidad de percepción, su separación resulta según el razonamiento y la experiencia indolora, pero si además asumen que carecen de percepción, ¿cómo podrán sufrir? 2.41 Pues sufrir, como ha quedado dicho, precisa necesariamente de la concurrencia de dos factores: alteración junto con percepción. Los átomos no tienen ninguno de los dos. 2.42 Por tanto, aunque supusieras que existe uno de los dos, necesariamente siguen sin sufrir. 2.43 Pues incluso si admitieras que son impasibles, aunque con percepción, no tendrán dolor porque no padecerán, y si admitieras que sí padecen, pero que no tienen percepción, no tendrán dolor porque no lo percibirán. Como queda dicho, es necesario para sufrir, padecer y percibir ese padecimiento. 2.44 Por tanto, no es posible tener percepción a partir de elementos impasibles y sin percepción. Desde luego que tampoco a partir de elementos impasibles (425) aunque con percepción. Pues tampoco tendrá nunca dolor porque ni siquiera lo padecerá. 2.45 En potencia podrá tener percepción, pero en acto nunca percibirá, como ocurre con nuestro cuerpo, que aunque está dotado claramente de percepción, sin embargo no percibe hasta padecer algo. 2.46 Por tanto, a partir de ese razonamiento queda rebatida con claridad la opinión de los que proponen las homeomerías11. Pues también, si ocurre que algunos de sus elementos tienen percepción pero en conjunto son impasibles, entonces, ¿cómo percibirá lo dotado de percepción si está siempre al margen de padecer? 2.47 Por tanto sólo queda que el cuerpo dotado de percepción lo es a partir de elementos que perciben y padecen o a partir de elementos que padecen aunque no perciben. 2.48 Más adelante consideraremos cuál de estas dos posibilidades es verdadera. Pero ya ha quedado demostrado con claridad que el cuerpo dotado de percepción no está formado ni a partir de elementos que ni perciben ni padecen, ni tampoco de elementos que perciben pero no padecen (426). 2.49 Es común de estas dos últimas posibilidades que a partir de elementos impasibles, por lo que el elemento no es uno en su especie, precisamente porque no es impasible. 2.50 Es concisa la demostración de que lo uno es impasible. El elemento único no tiene en lo que pueda transformarse ni algo por lo que pueda padecer. 2.51 Pues al transformarse se transformará en alguna otra cosa y al padecer padecerá por alguna otra cosa. 2.52 Entonces, ¿cómo podrá seguir siendo uno? Por tanto, Hipócrates concluyó rectamente que el elemento no es uno. Afirma: “siendo uno, ni siquiera existiría aquello que le provocara dolor”. Por ello, en cualquier caso, los elementos son más de uno. 3.1 Cuál es su número total, no está claro todavía, por tanto debe ser investigado a continuación. 3.2 Aunque quizá sería mejor tratar primero sobre las dos posibilidades restantes que mencioné poco antes, cuyo punto común es que todo cuerpo que tiene dolor por naturaleza está formado de elementos primeros que se transforman (427). 3.3 Las hipótesis distintas descubiertas eran cuatro, primera, que a partir de elementos sin percepción e impasibles, segunda, que a partir de elementos con percepción pero impasibles. Lo común de 11

Es decir, la igualdad de las partes. Conservamos el término griego por ser habitual en vocabulario filosófico y ser técnico también en griego. Es propio de Aristóteles quien lo atribuye a Anaxágoras cuando expone su doctrina; no parece probable, sin embargo, que proceda de éste último; véase al respecto, W.K.C. Guthrie, Historia de la Filosofía Griega II, Madrid 1984, 333 ss. Aquí, como vemos, Galeno lo usa para rebatir a Anaxágoras, véase la discusión posterior a partir del 6.36.

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estas dos es que a partir de elementos impasibles. Tras mostrar su imposibilidad rechazamos estas hipótesis. 3.4 Quedaban dos, una, que el cuerpo que percibe se conforma a partir de elementos primeros con percepción y pasibilidad, y la segunda, que a partir de elementos que no perciben pero sí padecen. Lo común de éstas es que a partir de elementos que padecen. 3.5 Veamos, por tanto, si también una de estas dos es imposible o son posibles por igual, a continuación queda por investigar cuál de las dos no sólo es posible, sino también, de hecho, es verdad. 3.6 Descubrirás, si prestas atención, que ambas son posibles. (428) 3.7 Pues si quisieras poner a prueba y analizar razonadamente las partes como tales, resulta que todas las de los cuerpos con percepción tienen percepción y pasibilidad12, como decíamos poco antes a propósito de la carne. Pero si consideraras los elementos primeros, cabe que subyazcan sin capacidad de percepción, pero que, al tener capacidad de actuar y padecer mutuamente de diversas formas, aparezca un cuerpo con percepción en muchas de las transformaciones parciales. 3.8 Pues toda composición de elementos múltiples, si se mantiene siempre tal y como son los componentes, no podrá adquirir ninguna forma nueva externa, que no estuviera en los componentes. Pero si los componentes se transformasen, cambiasen, variasen de forma múltiple, podría el compuesto tener algo distinto en su género, que no pertenecía a los elementos. 3.9 Quizá será necesario por claridad poner un ejemplo para este razonamiento. Digo que la casa hecha de piedras (429), ladrillos, maderos y tejas no adquiere ninguna cualidad distinta en su género que no estuviese en sus componentes. 3.10 Así, cada uno de ellos tenía dureza, peso, forma, color, tamaño, cualidades que también posee la construcción. 3.11 Pues la dureza, el color y el peso son exactamente los mismos que los de los componentes. Ya que no son los componentes duros y la casa blanda, o pesados y la casa ligera, o rojos y la casa negra. 3.12 La casa tiene forma y tamaño porque también los tenían sus componentes, sin embargo, no tienen exactamente el mismo volumen y forma los componentes respecto del conjunto. 3.13 Pero eso no es lo que se investiga ahora, si la casa es mayor que los ladrillos o si la casa es alargada y los ladrillos cuadrados, sino si por eso participa la casa de forma y tamaño, porque sus componentes participaban de ellos. 3.14 Ya que, ¿quién no sabe que la diagonal recta corta el área del cuadrado (430) en dos triángulos? Y ¿que a partir de esos dos triángulos, al juntarse, se completa un cuadrado? Pero, tanto el triángulo como el cuadrado son formas. 3.15 También, que dos semicírculos juntos forman un círculo completo, de forma que convendremos en que llega a ser otra cosa a partir de otras distintas, sin embargo no será en modo alguno heterogénea. 3.16 Pues las formas producen formas y los tamaños pequeños otros mayores, pero no ocurre que las formas den tamaños, ni los tamaños den formas, por lo que a partir de elementos que no cambian en sus cualidades no es posible que surja algo heterogéneo, pero sí es posible a partir de los que cambian. 3.17 Pues puede, mediante muchas transformaciones intermedias, que lo que era negro se vuelva blanco y lo que era blanco se vuelva negro y lo que no tenía percepción la tenga. 3.18 Por tanto, los que consideran que llega a tener percepción alguno de los cuerpos compuestos a partir del fuego, el agua, el aire y la tierra13, al transformarse, mezclarse, 12

Galeno admite que las partes de un individuo que percibe no tengan capacidad de percepción, basta que sean pasibles, por ejemplo en este mismo tratado en 2.30, cf. De Lacy, op. cit., 174 donde remite a otros lugares distintos a este tratado. 13

De Lacy, op. cit.,, 45 ss., ha estudiado en detalle el orden en el que se citan los cuatro elementos. En este caso tenemos el orden cualitativo por opuestos: el fuego, caliente y seco, es el opuesto al agua, fría y húmeda; el aire, húmedo y caliente, lo es a la tierra, seca y fría. (Obsérvese que la primera cualidad de las dos que se dan para cada elemento es la dominante y, por tanto, aunque pueda resultar chocante, la cualidad sobresaliente del agua es el frío y no la humedad; los estoicos mantenían por el contrario que la cualidad dominante del agua es la humedad y del aire el frío). Este orden está asociado a Aristóteles, aunque se pueden permutar los dos últimos,

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modificarse por completo, hacen afirmaciones aceptables, (431) pero intentan lo imposible los que parten de compuestos que permanecen tal y como son y que sólo se juntan unos con otros como un montón de granos de trigo, cebada, garbanzos y habas. 3.19 En una palabra, no existe ninguna diferencia en decir que el fuego, el agua, el aire y la tierra al juntarse dan lugar a un cuerpo con percepción y en lo que afirmaban sus antecesores sobre los átomos. Pues tampoco es posible que por juntarse elementos que permanecen impasibles, a partir de muchos sin percepción, llegue a formarse un solo cuerpo con percepción. 3.20 Pues está demostrado que no puede llegarse a nada heterogéneo a sus componentes. Cualquier percepción es de un género distinto que la forma, el peso, la dureza, cualidades que poseían los átomos, y que las otras cualidades que poseen el fuego, el aire, la tierra y el agua. 3.21 Pues el género de la percepción es distinto frente a los colores, aromas, vapores, olores y, por decirlo brevemente, las demás cualidades de los cuerpos, por lo que no es posible que surja un cuerpo con percepción ni a partir de átomos, ni de fuego, tierra, agua y aire, (432) si permanecen inmutables y tal y como son según su naturaleza. 3.22 En definitiva, es necesario que lo que vaya a tener percepción esté formado o de elementos primeros dotados de percepción o de elementos sin percepción pero en su naturaleza cambiables y transformables. 3.23 Eso demuestra, por tanto, que los elementos son más de uno y que son pasibles. No demuestra si a partir de elementos primeros todos ellos con percepción o sin percepción. Pues afirmo que ambas cosas son posibles. 3.24 Sin embargo, está absolutamente claro que algunos son sin percepción por ser también tales algunos compuestos. 3.25 Puesto que está suficientemente demostrado eso para los que han aprendido mínimamente a seguir un razonamiento, sería preferible a continuación tratar lo que mostrábamos que ocurría en muchas ocasiones y muchos lugares de los tratados de Hipócrates, a saber que, al afirmar algo de uno solo de los de la misma especie, nos resta aplicar el razonamiento a los restantes que tienen esa misma propiedad. (433) 3.26 Y desde luego me parece que él actúa así ahora, tras mostrar por un solo hecho evidente lo imposible de esa opinión, nos deja como tarea demostrarlo de forma variada a partir de hechos evidentes que cumplen la misma propiedad. 3.27 Pues el hecho evidente único es que nosotros tenemos dolor. Se demostró que es imposible que eso suceda sin el padecer. De esto, a su vez, se seguía que los elementos son más de uno. Pues no era posible que lo uno padeciera si no había nada que lo pusiera en tal estado. 3.28 Por tanto, igual que hizo a partir de los cuerpos que tienen dolor, puedes demostrar lo mismo a partir de los que tienen placer y así también a partir de los que tienen percepción, como también yo hice ahora a propósito en muchos lugares de mi razonamiento. 3.29 Y es más, si no hay placer ni sufrimiento ni es posible que haya percepción alguna en elementos que no padecen, tampoco habrá memoria en absoluto, ni recuerdo, ni imaginación. Pues la percepción es su raíz y fuente. Y si no se dan estos, tampoco (434) ninguna de las funciones del alma, ni el alma siquiera. 3.30 Así pues hay que admirarse de los hombres antiguos, de su concisión de expresión, ya que Hipócrates con el menor número de palabras mostró y demostró con fuerza todo eso, a saber, que el elemento no es uno. 3.31 Pero, dado que nos hemos extendido en eso, veamos cómo empalma con el anterior su siguiente razonamiento. 3.32 La cita completa dice así: “Yo afirmo que si el hombre fuera uno, nunca tendría dolor, pues siendo uno ni siquiera existiría aquello que le provocara dolor. con el resultado fuego, agua, tierra y aire, o los dos primeros con el resultado fuego, agua, aire y tierra. El orden que podemos denominar platónico opone los dos elementos extremos, fuego y tierra, a los dos medios, agua y aire. El preferido por Hipócrates es una variación de éste: aire, agua, fuego y tierra. El orden cronológico marca la sucesión temporal de las teorías cosmológicas y es agua (Tales), aire (Anaxímenes), fuego (Heráclito) y tierra. El orden ascendente de menor a mayor liviandad es tierra, agua, aire y fuego. Es pues una tarea casi imposible determinar a partir de nuestros manuscritos cuál sería el orden del texto original; aunque seamos escépticos sobre el particular, seguimos cuidadosamente el orden del texto de De Lacy, op. cit.,.

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Y, entonces, incluso si tuviera dolor, sería necesario que lo que cura fuera también uno”14. 3.33 Afirma que si fuera el hombre uno, no tendría dolor, pero que incluso si tuviera dolor, sería necesario que fuese también uno lo que cura. 3.34 Según el mismo esquema silogístico cuestiona el razonamiento a partir de la forma de curación como cuestionó el de los dolores. Si uno toma la segunda proposición como consecuente de la primera y a continuación añade lo contrapuesto a la conclusión resulta que es verdad lo contrario del antecedente15. (435). 3.35 Así, si el hombre fuera uno, no tendría dolor. Pero, de hecho, tiene dolor. Por tanto no es uno. 3.36 De la misma forma se cuestionará el razonamiento a partir de la forma de curación. Si el hombre, siendo uno, tiene dolor, también será una la forma de curación. Pero es evidente que no es una. Por tanto el hombre que tiene dolor no es uno. 3.37 Es necesario, así pues, de nuevo aquí, como también hicimos antes, para demostrar que la segunda proposición es consecuencia de la primera y que se añade con seguridad lo contrapuesto a la conclusión, proporcionar al razonamiento una explicación con suficiente credibilidad. 3.38 En nuestras palabras anteriores hemos mencionado que si uno fuera el hombre no tendría dolor; pero comprobarías que, si tuviera dolor, tendría que ser una la forma de curación, sobre todo si consideraras que lo que no padece por nada externo, padece a partir de su propia naturaleza, que es lo que resta. 3.39 Con lo que si una es la naturaleza propia de cada uno, uno será también el padecimiento. (436) 3.40 Y necesariamente será una la forma de regresar a su naturaleza. Y en eso consistía la curación. Por lo que la curación del que padece por sí mismo será una, e igualmente, lo que cura será uno. 3.41 Que, desde luego, es evidentemente falso todo lo que se ha dicho ahora no hace falta decirlo, pero es consecuencia de la primera suposición, la que Hipócrates concedió con suficiencia en cuanto absolutamente imposible; a partir de esa hipótesis no demostró en nada menos lo que planteaba al principio. 3.42 Pues, por un lado es verdad que si el elemento fuera uno, no tendríamos dolor, y, por otro, no es verdad suponer que, incluso si el elemento fuera uno, nosotros tendríamos dolor. 3.43 Sin embargo, da por supuesto eso último y muestra a partir de sus consecuencias que también así se refuta la premisa inicial16. Pues resultará que una es la enfermedad, uno el tipo de curación y uno será también lo que cura. (437) Por tanto, la suposición de que el elemento es uno es falsa. 3.44 Es evidente que lo que cura no es uno, ya que tal persona se cura mediante el calor y puedes encontrar a tal otra que se cura igual de bien con el frío, o la humedad, y no encontrarás a pocos que sanaron con productos que resecan. 3.45 Tampoco es verdad que si uno se cura con lo agrio o lo amargo, todos lo hagan. Pues otros gracias a lo salado o lo dulce. 3.46 Así, tal persona gracias a lo que retiene la tripa y otro por lo que la relaja, éste por lo que condensa y otro por lo que aligera; en conjunto, no es posible encontrar ningún modo de curación del que no puedas descubrir que el contrario también lo es. 3.47 Por lo que dijo bien que lo que cura no es uno. Por el contrario, a partir de esa premisa y de la otra que adoptó como suposición, infería que el elemento no es uno y resulta que el conjunto del razonamiento cuestionado es más o menos así: si el hombre tiene dolor siendo uno, también será uno el modo de curación; (438) el modo de curación no es uno; por tanto, el hombre tiene dolor porque no es uno17. 3.48 Así pues, no rebusquemos más lo dicho por él al principio de su tratado ni hagamos interpretaciones distintas a las que han sido mencionadas ahora, que ya conocemos con 14

Hp. Nat.Hom. 2.3. Alarga un poco la cita comentada ya en 2.3.

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Está describiendo el procedimiento lógico de la reducción al absurdo, al demostrar la imposibilidad de la conclusión de un razonamiento, queda demostrada la imposibilidad de la premisa de la que se partía. Sobre la terminología lógica de Galeno es fundamental su tratado Institutio logica, (no incluido en la edición de Kühn). 16

La premisa inicial es que el elemento es uno, que es lo que se intenta refutar.

De Lacy, op. cit.,, 81, traduce aquí el equivalente a “por tanto, no es verdad que el hombre siendo uno, tenga dolor” porque aplica la negación al conjunto y nosotros sólo a una parte. 17

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claridad su pensamiento en conjunto. 3.49 Sino, que cuando afirma: “Al que está acostumbrado a escuchar a los que hablan sobre la naturaleza humana más allá de lo que corresponde al arte médico, no le conviene escuchar este discurso. Pues afirmo que el hombre no es absolutamente ni aire, ni fuego, ni agua, ni tierra, ni ninguna otra cosa que no resulta evidente que es una en el hombre”18; 3.50 cuando afirma eso, no leamos uniendo sin pronunciar la aspiración como si “es una” fuera una sola palabra con el significado “está dentro”19, como hicieron la mayor parte de los hipocráticos, sino que debemos marcar la aspiración y separar en dos palabras, como si hubiera dicho: “Pues afirmo que el hombre no es absolutamente ni aire, ni fuego, ni agua, ni tierra, ni ninguna otra cosa (439) que no resulta evidente que es una en el hombre”. 3.51 Pues ha quedado demostrado por lo que dije poco antes que su primer tratado versa sobre que el elemento no es uno, y, no en menor medida, por lo que añade al principio, a continuación de la cita mencionada: “Afirman que es uno lo que es y que eso es lo uno y el todo, pero no se ponen de acuerdo entre ellos en los nombres. Uno de ellos dice y afirma que es el aire lo que es lo uno y el todo, otro que el fuego, otro que el agua, y otro que la tierra.”20 3.52 Y luego, a continuación insiste: “Unos médicos dicen que el hombre es sólo sangre, otros que es bilis y algunos que es flema”21. 3.53 Luego, a continuación, al empezar a contradecirlos, escribe la cita primera que he comentado22, válida por igual para médicos y naturalistas, para después contradecir particularmente a los médicos con la siguiente frase: 3.54 “Yo pido al que afirma (440) que el hombre es sólo sangre y nada más que muestre que ni cambia su aspecto ni se llega a transformar en todo, y señale alguna época del año o de la vida del hombre en la que parezca que la sangre es una y sola en el hombre. Pues sería verosímil que hubiera un momento en que lo que es aparezca en sí y por sí que es uno. 3.55 Aplico las mismas palabras a propósito del que afirma que el hombre es sólo flema y del que afirma que sólo bilis”23. 3.56 Al completar ese razonamiento a continuación, de nuevo, dice, matizando: “En primer lugar, es imperativo que la generación tenga lugar a partir de más de uno, porque, ¿cómo podría algo que es uno engendrar otra cosa, sin unirse sexualmente con algo?”24. 3.57 De nuevo, a continuación, “Por tanto, ¿cómo es posible que se engendre algo de uno solo, cuando ni siquiera nace a partir de más si no ocurriera que son 18

Hp. Nat.Hom. 1.1, al principio del tratado.

Galeno lee al final de esta cita , frente a la lectura habitual , que supone una traducción “... ni ninguna otra cosa que no resulte evidente que está dentro del hombre”. Esta última lectura es la de J. Jouanna (ed., trad., com.) La nature de l'homme, Berlin 1975, 165, que traduce todo el pasaje así: “Pues no afirmo en absoluto que el hombre es aire, fuego, agua, tierra o toda otra substancia cuya presencia en el hombre no es manifiesta”. Según esto, Galeno le hace decir al texto hipocrático más de lo que decía realmente. Véase la introducción y una exposición más desarrollada sobre la misma cuestión en el Comentario 18 ss. 19

20

Hp. Nat.Hom. 1.2. Mientras que está claro que Tales fue quien propuso el agua como primer elemento, Anaxímenes el aire y Heráclito el fuego, no está tan claro lo que se refiere a la tierra. En el Comentario 25 Galeno afirma que no conoció a nadie que mantuviera que la tierra era el elemento original, ya que no está de acuerdo en que Jenófanes mantuviera esa postura. Sobre el particular, cf. De Lacy, op. cit., 177 con referencias. 21

Hp. Nat.Hom. 2.1.

22

Es la cita de Hp. Nat.Hom. 2.3 sobre que si el hombre fuera uno no tendría dolor, que ha sido comentada extensamente al principio del tratado a partir de 2.2 ss. 23 Hp. Nat.Hom. 2.4. Según la lectura de Jouanna, op. cit., del pasaje hipocrático existen tres diferencias respecto al texto que comenta Galeno y habría que traducir “... muestre que ni la sangre cambia ...”, “... época del año o de la vida del hombre en la que parezca que la sangre es el elemento exclusivo en el hombre ...” y “... que lo que es se manifieste en sí y por sí”. Desde el punto de vista de la comprensión del texto hipocrático la lectura de Jouanna, op. cit., es preferible pero no desde el punto de vista del comentario de Galeno, de ahí que De Lacy, op. cit., 177 s. considere que el texto que manejaba Galeno ya estaba alterado. 24

Hp. Nat.Hom. 3.1.

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conformes en su mezcla mutua?”25. 3.58 De nuevo, a continuación, “Así pues, es por fuerza, al ser tal la naturaleza del hombre y de todos los demás, que el hombre no sea uno”26. 3.59 De nuevo, (441) a continuación, “por tanto es necesario que, cuando es tan distinta la apariencia y propiedades de unos y otros, no sean uno, si es que el fuego y el agua no son uno”27. 3.60 Así pues, en todas esas palabras y en las que siguen, no hace sino contradecir con claridad a los que consideran que el elemento es uno. 3.61 En definitiva, está claro que al principio de su tratado decía lo que nosotros interpretamos, que el hombre no es sólo aire, ni fuego, ni ninguna otra cosa que no resulta evidente que es una en el hombre. 3.62 También cuando dice: “Los que afirman que el hombre es uno, me parece que hacen el siguiente razonamiento ...”28, explica que a partir de ahí algunos afirmen que el hombre es uno. 3.63 Y cuando para contradecirlos escribe: “Aunque, en primer lugar, en las purgaciones excesivas nadie se muere tras purgarse de la bilis sólo”29. Y lo mismo es aplicable a los otros humores de los que trata después en el razonamiento de que la naturaleza del hombre no consiste enteramente en un único humor, esto es elemento, sino en cuatro30; (442) no concluye nada distinto a lo que declaró al principio, que el hombre no es uno. 3.64 En definitiva, es estúpida la opinión de los filósofos de la naturaleza y de los médicos que afirman que el elemento de todo o del hombre es uno. 4.1 Y es más propio admirarse de que gozaran de alguna buena opinión los que hacían tales afirmaciones que carecer de una refutación. Sin embargo, Hipócrates se puso a contradecirlos no porque supusiera una gran obra, sino por la opinión dominante31. Pues ni siquiera usaron palabras muy convincentes o difíciles de rebatir los que afirmaron que el elemento es uno, sino que su imposibilidad está al alcance de la mano y es fácil de detectar. 4.2 Así, los que afirman que el agua es el elemento, lo hacen porque al compactarla y como abatanarla se hace tierra, y al expandirla y como derramarla se hace aire, y porque si fuese expandida y derramada en mayor medida se haría fuego, por eso dicen (443) que el agua es el elemento . Y los que afirman que lo es el aire, también esos dicen que se hace fuego al expandirse y agua al compactarlo y que si fuese compactado en mayor grado se volvería tierra. Y los que afirman que lo es la tierra, porque si se derrama con moderación se hace agua, si se expande en mayor grado, aire y si sufre ese proceso al máximo se vuelve fuego, así sacan la conclusión de que la tierra es el elemento. Y los que afirman que lo es el fuego, de forma parecida, que, al juntarlo y compactarlo se vuelve aire, que si sufre ese proceso en mayor grado y es abatanado con más fuerza se vuelve agua, compactado en el mayor grado posible acaba en tierra, así sacan la conclusión de que el aire es el elemento. 4.3 Sin embargo la imposibilidad de sus razonamientos, desde luego, está al alcance de la mano. Pues todos ellos, por haber argumentado a favor de la transformación mutua de los elementos, creen que demuestran, no eso, sino que es elemento lo que quiera nombrar tal cada 25

Hp. Nat.Hom. 3.1.

26

Hp. Nat.Hom. 3.2.

27

Hp. Nat.Hom. 5.2.

Hp. Nat.Hom. 6.1. El texto hipocrático continúa con “... ven que quienes mueren en medio de purgaciones excesivas mientras beben medicamentos, unos vomitan bilis, otros flema. Consideraron que el hombre es uno u otro de esos dos [humores] de los que vieron que se purgaba en la muerte.”, Helmreich consideraba que esta parte figuraba aquí en el texto galénico por aparecer así en varias traducciones latinas y porque simplifica la comprensión, De Lacy, op. cit., se pronuncia en contra, 178-9. 28

29

Hp. Nat.Hom. 6.2.

30

El texto hipocrático habla en efecto de cuatro humores: bilis, flema, bilis negra y sangre.

31

De Lacy, op. cit., sospecha, a partir de los datos de la traducción árabe, que aquí hay una laguna que diría “a pesar de su oscuridad”.

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uno de ellos. 4.4 Pero no es lo mismo hablar de la transformación mutua del aire, fuego (444), agua y tierra que de los elementos. Pues cada uno de ellos no es elemento por poder transformarse naturalmente uno en otro, sino por ser lo primero y más simple. 4.5 Sin embargo, también Platón, ha mantenido un diálogo en el Timeo32 sobre su transformación mutua cuando quiere demostrar que subyace en todos una materia única común. 4.6 Pero mientras que él, porque sabía demostrar, usó hasta donde era necesario la transformación mutua de los primeros cuerpos, Tales33, Anaxímenes34, Anaximandro35 y Heráclito36 intentan demostrar, tras proponer uno un elemento de entre ellos y otro proponer otro, que ése es el elemento a partir de su transformación mutua. 4.7 A mí desde luego me parece que todos ellos sueñan en una materia que es común a todos los elementos, y, por considerar que esa materia es una, suponen que el elemento también es uno. 4.8 Luego, cuando había que decir, si acaso, que el elemento es lo que subyace en común a todos, aire, agua, fuego o tierra37, éstos fueron más allá y declararon que era uno cualquiera de los cuatro, sirviéndose de una demostración común en su planteamiento (445), aunque sin proponer el mismo elemento. 4.9 Por ello, Hipócrates, ridiculizándolos en el principio mismo de su tratado dice así, más o menos: “Usan todos el mismo planteamiento y no dicen lo mismo”38. Y a continuación añade: “Llegan a la misma conclusión en su razonamiento.” 4.10 Y, ¿cuál era su conclusión?. 4.11 La que hemos dicho antes. Pues los que dicen que la tierra es el elemento por hacerse agua al derramarla y aire si se expande más y después fuego al expandirlo en el mayor grado, por eso concluyen que la tierra es el elemento. Según lo mismo, los que dicen que es el aire, el fuego o el agua, según mostré antes. 4.12 Por tanto, todos hacen una sola inferencia a partir de distintos supuestos, sin extraer, en primer lugar, la consecuencia apropiada. Lo apropiado sería decir que es uno el fundamento de todos ellos y que es una la substancia (446) que subyace en común a todos los cuerpos primeros39. Encima, lo hacen sin reconocer precisamente esto, que a partir de cuatro supuestos intentan todos afirmar una sola demostración. 4.13 Ambas cosas las critica Hipócrates al decir: “Cada uno aporta a su razonamiento pruebas y testimonios que no son nada”40, así muestra con claridad que dicen tonterías indemostrables y que se embrollan más que argumentan; apostilla: “Está claro que ni siquiera saben que usan todos el mismo planteamiento y no dicen lo mismo”41, con lo que hace patente de nuevo precisamente esto, que no perciben que intentan hacer todos la misma demostración sobre cuestiones diferentes y contradictorias. 4.14 De ahí que también afirme que parece triunfar en su razonamiento “el que coincide que tiene una lengua más fluida de

32

Pl. Tim. 56d1-57b7 y 61.a.

33

Tales propone que es el agua.

34

Anaxímenes propone que es el aire.

35

Anaximandro propone como  (arkhé) lo indeterminado y no la tierra, como podría parecer de la secuencia en que lo integra Galeno. 36

Heráclito propone a través del  (lógos) que es el fuego.

Mientras que en las sección 4.1-2 ha usado el orden de elementos ‘cronológico’ agua, aire, tierra y fuego, ahora usa el más característico en Hipócrates, cf. nota a la sección 3.18. 37

38

Hp. Nat.Hom. 1.2.

39

Se trata de la teoría platónica de la materia común subyacente a todos los cuerpos, Pl. Tim. 56d1-57b7, cf. De Lacy, op. cit., 180. 40

Hp. Nat.Hom. 1.2.

Hp. Nat.Hom. 1.2. A partir de una pequeña variación textual, Jouanna, op. cit., 166 interpreta “porque todos tienen la misma opinión y no dicen lo mismo, es claro que no saben nada en absoluto”, sin embargo, parece que Galeno lo ha entendido como lo traducimos, según el comentario que hace, cf. De Lacy, op. cit., 181. 41

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cara a la multitud”42 sobre todo si habla para agradar a la multitud, se trata claramente de una muchedumbre de hombres sin educación e ignorantes de qué es una demostración. (447) 4.15 Por lo que apropiadamente añadió: “A mí me parece que esas personas se arrojan en las palabrería de sus razonamientos por su torpeza y que hacen acertar el razonamiento de Meliso”43. 4.16 Pues Meliso en varios lugares hizo demostraciones extrañas sobre el todo, que era uno, no cambiable y sin límites, por lo que podría parecer que Meliso acierta frente a los que a partir de sus palabras intentan afirmar que el aire, el agua, el fuego, o la tierra son uno y todo. 4.17 Ya que si hubiera que elegir entre dos opiniones imposibles, puede que la de Meliso tenga más razón. Pues lo que proponía al principio no lo vuelve del revés al final como hacen esos. 4.18 Proponen que el elemento de los seres es uno y a continuación apelan a su transformación y hacen que los seres sean cuatro. 4.19 Sería mejor proponer que ese uno es incambiable si es que de hecho es uno. Pues, si se transforma, ¿cómo va a ser uno? 4.20 Por ello, convenientemente, Hipócrates dijo que todos (448) los que dicen que el elemento es el agua, el aire, el fuego, o la tierra hacen acertar el razonamiento de Meliso, aunque sin duda es imposible por completo y está formulado contra toda evidencia, hasta el punto de no precisar réplica44. 4.21 Sobre su imposibilidad ha debatido Aristóteles en mayor medida en el primer libro de su Física. 5.1 E incluso parece que Aristóteles se ha aproximado a la forma de expresión de Hipócrates, 5.2 cuando nada más empezar afirma: “Así pues, estudiar si es uno e inmutable el ser no es estudiar sobre la naturaleza”45. Luego, tras mostrar concretamente eso y tras afirmar que no precisan ni de réplica los razonamientos de Meliso y Parménides, por ser imposibles con toda evidencia, al avanzar su tratado, resulta que sí les replica. 5.3 A Hipócrates le ocurrió exactamente lo mismo. Pues tras anunciar que los que sostienen que el elemento es uno anulan el arte médico y que no es apropiado que ellos escuchen su tratado, sin embargo (449), a continuación resulta que ataca su opinión. 5.4 Es meridianamente claro que los que afirman que el ser es uno anulan los principios de la ciencia de la naturaleza, como afirmaba Aristóteles, y los del arte médico, como dice Hipócrates. 5.5 Pues la ciencia de la naturaleza versa sobre los cuerpos, su génesis, su destrucción, en una palabra, su transformación. Si es sólo uno el ser, todo eso queda suprimido. 5.6 De la misma forma, en primer lugar, la medicina existe como servidora del nacimiento y destrucción y, si no se asumiera que éstos existen, también ella queda anulada. 5.7 En segundo lugar, los modos de curación, que son muchos y variados, los vuelven en nada los que afirman que el ser es uno. Pues o nuestros cuerpos no padecen nada en absoluto o si padecen, será sólo de una manera, de forma que lo que sana será uno también. Y si eso es verdad, clarísimamente queda aniquilada toda la medicina. 5.8 Pues por ser muchos los remedios, es tarea del médico descubrir cuáles son aplicables a cada enfermedad (450). Si es uno en su especie lo que sana y lo que hace enfermar, no hay riesgo de error. 5.9 De forma que Hipócrates acertó, al comienzo mismo, al declarar: “Al que está acostumbrado a escuchar a los que hablan sobre la naturaleza humana más allá de lo que corresponde al arte médico, a ese no le es conveniente escuchar este tratado”46, después añadió: “Pues afirmo que el hombre no es absolutamente ni aire ...”, esto es, que no es por completo uno ni solo uno. 5.10 Pues el que habla más allá del arte médico, resulta que pone del revés los principios de este arte. Pues es necesario concederle esto a los médicos, si es que les concedemos algo, que los tipos de enfermedad son muchos y también 42

Hp. Nat.Hom. 1.3.

43

Hp. Nat.Hom. 1.4.

44

Galeno justifica convincentemente la aparente contradicción de que Hipócrates diga que Meliso tiene razón cuando su teoría es claramente contraria a la suya, sin que a continuación rebata sus afirmaciones. 45

Arist. Phys. 184b.

46

Texto que encabeza efectivamente del tratado Nat.Hom. y que Galeno ya ha comentado en 3.50.

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son muchos los tipos de remedios. 5.11 Por tanto, el que no esté de acuerdo en eso, anula los principios del arte médico, de forma que su razonamiento va más allá que el arte médico. 5.12 Ya que el que contradice al que anula los principios de cualquier arte no es el perito del arte que queda sin principios, sino algún otro, como te resultaría evidente de la afirmación aristotélica (451), que dice así: “Como el geómetra no tiene razonamiento contra el que anula sus principios, sino que éstos son propios de otra ciencia o de la que es común a todas ellas, así tampoco lo tiene el filósofo de la naturaleza”47. 5.13 Convendría que todos los hombres criticaran por dejar la vida sin sentido a los que anulan lo que parece manifiestamente evidente o que pusieran como defensa un arte que luche por los principios de todas las artes una por una y que cada una avance sobre los principios así acordados. 5.14 Parece, por tanto, que Aristóteles e Hipócrates han establecido un razonamiento parecido, pero sus comentaristas no los siguen48. 5.15 Pues Hipócrates dijo que su tratado no era apropiado a los que están acostumbrados a “escuchar a los que hablan sobre la naturaleza humana más allá de lo que corresponde al arte médico”, no para condenar a los que proponen como elementos el fuego, el aire, el agua y la tierra, sino porque critica de principio al fin a los que afirman que sólo es uno cualquiera de ellos (452); puesto que eso sí que es terriblemente ilógico, que por no aparecer en su forma pura en el cuerpo ninguno de los cuatro, por eso se desconfíe de todos ellos. Por las mismas, creo que uno desconfiará de que el llamado tetrafármaco49 esté compuesto de cera, resina, pez y sebo por parecer que ninguno de ellos se encuentra en su forma pura y completa. 5.16 Y qué es preciso decir sobre los compuestos que están completamente mezclados entre sí cuando incluso los medicamentos secos compuestos de calamina, negro de antimonio y cobre quemado50, si están adecuadamente machacados sus componentes simples, no mantienen ya nada en su forma pura ni es posible tomar ni el fragmento más pequeño en el que se vea cualquiera de los componentes mencionados sin mezcla ni mixtura. 5.17 Por consiguiente, por no existir tampoco ninguno de los cuatro elementos puro ni completo en los cuerpos de los animales, no desconfiemos que estén compuestos de ellos (453), ni tampoco por eso estemos, por un lado, de acuerdo en que el mundo inanimado sí es mezcla de los cuatro, pero, por el otro, dejemos a los animales al margen de la generación a partir de esos cuatro elementos, como si procediesen de algún otro lugar y no hubieran surgido en el mundo. 5.18 ¿O me pides que te muestre tierra pura y sin mezcla en los cuerpos de los animales, cuando tampoco tú puedes mostrarla así en el mundo inanimado? 5.19 Pues cualquier porción de tierra que cojas al punto participa de algún calor, alguna humedad o naturaleza aérea, cuando la tierra pura en la que pensamos en concreto como elemento, es por completo compacta, pesada, seca y fría. 5.20 Pero al igual que en el mundo inanimado me muestras la piedra como cuerpo térreo, te mostraré que en los animales tal es el género de los huesos, cartílagos y pelos. 5.21 Es

47

Arist. Phys. 185a, con un cambio al final, frente a  del texto galénico, tenemos en el aristotélico  que supone una traducción “tampoco lo tiene el que trata de los principios”. 48

A Galeno le interesaba que Hipócrates mantuviera que el cuerpo está también formado de los cuatro elementos, pero ni los estudiosos antiguos, ni los modernos están de acuerdo en la lectura forzada de Hipócrates que hace Galeno. Cf. Jouanna, op. cit., 165, De Lacy, op. cit., 176-7 t 181. Lo que se afirma en el De natura hominis en una lectura menos forzada es que el cuerpo humano está formado por los cuatro humores y no por los cuatro elementos. 49

Cf. De simpl. med. fac. K. XII 328. In Hip. de nat. hom. K. XV 32. Más referencias en De Lacy, op. cit.,

182-3. 50

Cf. De comp. med. K. XII 732, 753, 754, 755, 760, 764, etc. los elementos citados aquí se mezclan habitualmente con otros.

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también del mismo género la llamada concha de los animales ostracodermos51 que está reseca y compacta exactamente con aspecto de tierra, de forma que si buscas tierra en los animales puedes contemplarla del mismo tipo que la del mundo inanimado (454), en el que tampoco podrías encontrar tierra sin mezcla, absoluta y sola, como tampoco agua pura y sin mezcla de todo lo demás, tampoco fuego ni aire porque todo está prostituido por componentes heterogéneos y está mezclado y participa en mayor o menor grado de lo demás. 5.22 Pero incluso en la mezcla, para aquellos que razonan, aparece la forma específica de lo que domina. 5.23 Por consiguiente no busques en los cuerpos de los animales algo sin mezcla, sino debe bastarte con ver la parte fría, seca y compacta para acordarte de la tierra, la parte fina, húmeda y fluida para que te venga la noción de agua. 5.24 Que el calor abundante del cuerpo de un animal te recuerde el fuego y que la naturaleza del aliento52, sin la que no es posible que se mantenga un animal, te recuerde sobre todo el aire y con él, también el fuego. 5.25 Pero no me pidas tierra, sólo tierra, en el cuerpo de un animal, ni me pidas ninguno de los otros elementos (455) sin mezcla o muéstrame tú primero la cera en el tetrafármaco. 5.26 Pues a mí me provoca admiración que no creas que los granos de trigo y de cebada, las bellotas, los higos y cada una de las demás legumbres y frutos han surgido de la tierra y el agua, cuando ves con claridad que a partir de ellos se produce su generación. 5.27 ¿Es que no participan absolutamente nada el aire y el fuego en su substancia? Por supuesto que si empaparas tierra con agua, no obtendrás más que barro. Cada una de las legumbres y frutos no es sólo barro, ya que toman parte en ellos, mezclados mutuamente por completo, el aire y el fuego. 5.28 Pero quizás tú convienes en que las bellotas y los higos proceden de los elementos del mundo inanimado y antes que ellos, las propias plantas, al considerar que se introduce en la tierra su pequeña semilla correspondiente, que no es ni la diezmilésima parte de toda la planta. Y al ver que cualquier otra cosa que existe surge de los elementos del mundo inanimado, te quedas sin explicación en lo que concierne a los animales, como no sea que también crecen a partir de ellos. 5.29 Pues las ovejas (456) se alimentan de hierba, los cerdos de ésta y bellotas, las cabras, además de los anteriores, de los brotes tiernos de los árboles, y a partir de estos alimentos se produce en ellos sangre, el cuerpo engorda, sus fetos toman forma y se desarrollan. 5.30 ¿Acaso surgen a partir de los elementos del mundo inanimado las cabras, los cerdos y las ovejas pero los que se las comen nacen, se desarrollan y se alimentan a partir de alguna otra cosa? Desde luego que todo eso carece de razón, es imposible y está lleno de ignorancia. 5.31 Porque todos los frutos y legumbres surgen a partir de los elementos del mundo inanimado y a partir de ellos nacen, se alimentan, se desarrollan los animales y hay que demostrar con toda confianza que la tierra, el fuego, el aire y el agua son sus elementos primeros y comunes, pues esos son los cuerpos en el mundo inanimado primeros y más sencillos. 5.32 Todo lo demás, plantas y animales, están compuestos de ellos e Hipócrates (457) demuestra, más adelante en su libro Sobre la naturaleza del hombre, no sólo que esos son los elementos de todas las cosas del mundo inanimado, sino que también es

51

Hoy día este término se usa sólo en paleontología, pero Arist. en H.A. 523b9 define como tales los moluscos de carne blanda y concha exterior dura, como las ostras, mejillones, almejas y caracoles. 52

Traducimos así la palabra  (pneûma) que en griego tiene un significado mucho más amplio y una larga historia filosófico-médica. Se trata básicamente del aire en movimiento y desde luego está aparentado con el aire,  (aér) como elemento o con el aire de la cosmogonía de Anaxímenes. Para Diógenes de Apolonia (s. V a.C.) el  es agente de nuestras sensaciones y es necesario para explicar nuestros movimientos, por tanto tiene muchos puntos de contacto con el concepto del alma,  (psykhé) Aristóteles considera que es un elemento congénito y le atribuye unas cualidades parecidas. Erasístrato (s. III a.C.) consideraba que circulaba por pulmones, corazón, arterias, nervios, cerebro (, psykhikòn pneûma). Para Galeno hay  en el cerebro, el corazón y las arterias De plac. Hipp. et Pl. I, 6.2-3 y VII, 3.19-5.30. Más referencias en Galeno en De Lacy, op. cit., 184. Sobre los médicos “neumáticos” y Ateneo de Atalia véase la nota a 6.1.

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el primero que define sus cualidades según las que actúan y se ven afectados unos elementos con otros de acuerdo con su naturaleza53. 6.1 Por no entender la mayoría el uso de homónimos54, embrollan y embarullan, como Ateneo de Atalia55, quien propone como elementos del hombre lo caliente, lo frío, lo seco y lo húmedo y al tiempo dice que los elementos son evidentes y no precisan de demostración; unas veces los designa como cualidades y propiedades, otras conviene en que son cuerpos y luego tiene miedo a aceptar el agua, el aire, el fuego y la tierra. 6.2 Sin embargo, casi ninguno de los médicos más recientes llevó a cabo un estudio tan completo sobre el arte médico como Ateneo. A pesar de todo, se equivoca en eso y en otras muchas cosas como todos los restantes. 6.3 Porque no conozco a nadie que se haya ocupado con rigor de la medicina antigua ni haya llevado a cabo y completado los procedimientos que aquellos nos transmitieron (458). 6.4 Si hay que decir la verdad prescindieron de muchas cosas bien dichas, como Ateneo al decir que los elementos son evidentes y no precisan de demostración. 6.5 ¿Acaso en cuanto elementos atestigua su evidencia o en cuanto a las substancias en las que participan como elementos? 6.6 Pues, si en cuanto a las substancias, por qué no dice que es patente para todos los hombres lo saludable y lo dañino y que no precisa de ninguna enseñanza ni demostración adicional por su evidencia. 6.7 Desde luego que todos conocen el pan, el puré de lentejas, la infusión de cebada, la carne, las gachas y el hidromiel y no saben a quiénes o en qué ocasiones perjudican o benefician por sí, que es en lo que residía que sean saludables o dañinas. Por tanto, conocen el pan, la carne y la infusión, pero no comprenden qué es saludable y qué dañino. 6.8 Y lo mismo con los medicamentos (459), no hay nadie que no pueda a las claras tocar, oler, ver y gustar el eléboro, el cohombrillo, la escamonea, la cuscuta, el lirio, el helenio, sin embargo desconocen sus beneficios y perjuicios, por lo que tampoco conocen su poder curativo o dañino. 6.9 Así pues, tampoco hay nadie que no conozca a las claras, con todos sus sentidos, la tierra, el aire, el agua y el fuego, sin embargo, la mayoría de los hombres, e incluso algunos filósofos, desconoce si esos son los elementos. 6.10 Pero quizás, dirán los discípulos de Ateneo que no son ellos quienes tienen que demostrar nada sobre esos elementos que están más allá del arte médico y que les basta con suponer que lo caliente, lo frío, lo seco y lo húmedo, que pueden demostrar que están con claridad también en los animales, son los elementos de los cuerpos y de la medicina en su conjunto. 6.11 Suponer que lo caliente, lo frío, lo seco y lo húmedo son los elementos del arte médico, como si ésta fuera un animal, es propio de una completa sinrazón, ¿por qué me 53

Efectivamente, Hipócrates en su Nat.Hom. 3 más que de tierra, agua, aire y fuego habla de sequedad, humedad, frialdad y calor. Sin embargo, como componentes del hombre aplica la teoría humoral, según la cual, son sus elementos la sangre, la bilis, la flema y la bilis negra. Sobre la correspondencia entre ambos tipos de elementos véase nuestra introducción. 54

Como se argumenta a continuación, se trata de una cuestión de hominimia en la interpretación del texto hipocrático Nat.Hom. Según Galeno, Hipócrates usa, por ejemplo, “caliente” o “calor” para referirse a dos cosas distintas a la cualidad y al objeto en que aparece la cualidad en grado máximo, así “caliente” es homónimo de “fuego”. Hoy más que homonimia hablaríamos de sinécdoque. 55

Ateneo de Atalia fue un médico griego procedente de Panfilia, ejerció en Roma en el s. I d.C. en época de Claudio, aunque para otros, como Kudlien, es del s. I a.C. cf. L. Edelstein y V. Nutton en The Oxford Classical Dictionary (Third Edition), s.v. Atheaneus 3, Oxford 1996 o V. Nutton en Der neue Pauly, s.v. Athenaios, Stuttgart 1997. Se le considera fundador de la escuela médica de los neumatistas, fuertemente anclada en el pensamiento estoico. En lugar de los cuatro elementos tradicionales partía de las cuatro cualidades a las que añadía el pneûma , cf. s.v. “Pneumatists” de la misma enciclopedia y la nota a 5.24. El uso de las cuatro cualidades es un rasgo que acercaba a Ateneo a Hipócrates. Precisamente por esto, Galeno tiene mucho interés, aunque sea forzando la lectura de Hipócrates, en demostrar que cuando éste usa las cualidades se está refiriendo a los elementos, pues no puede admitir que Ateneo esté más cerca de Hipócrates que él (cf. De Lacy, op. cit., 186-187). Aunque polemice con Ateneo lo hace, en general, con respeto.

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entretendría ahora en eso? (460) 6.12 Esa opinión ha sido ya ridiculizada por muchos y granjeó, además de crítica y burla no pequeñas, descrédito a la capacidad de razonamiento antiguo56. 6.13 Pues, ¿quién lo hubiera podido traicionar en mayor medida que el que afirmaba que no precisan de demostración los elementos y pide que se acepten los mismos elementos para la medicina y los animales? 6.14 Creo poder demostrar que usar las denominaciones caliente, frío, húmedo y seco, por miedo a decir fuego, agua, aire y tierra57, no es sino ser insensible a la homonimia, lo hago no con la intención de refutar a Ateneo en sus errores, sino para evitar que igual que aquél los demás se equivoquen. 6.15 Y voy a mostrar por los propios hechos que no es posible establecer con rigor ninguna opinión sin estudio lógico. 6.16 Desde luego que juro por los dioses que voy a decir lo que ocurrió tal y como sucedió, así intentaré narrarlo58. 6.17 Cuando por primera vez el maestro de esos temas intentaba enseñarme (461) el pensamiento de Ateneo, le pedí que me deslindara con precisión la homonimia, ya que no sabía a qué entidad subyacente aplicaba lo caliente, lo frío, lo húmedo o lo seco o alguno de esos términos. 6.18 Le dije “«blanco» designa el propio color, pues mantenemos que un color es el blanco, otro el negro, otro el rojo, otro el amarillo, otro el ocre, y, además, también, los cuerpos que acogen los colores, pues llamamos «blanco» al cisne y a la leche, «negro» al cuervo y al etíope. Así también”, dije, “percibo que cuando hablan llaman «caliente» a veces al propio objeto, como por ejemplo el fuego, y otras veces sólo a la cualidad que reside en él. Por tanto, no me doy cuenta qué quieres indicar cuando dices «caliente», si sólo la cualidad (462) o si el objeto que la acoge.” 6.19 Ante eso respondió muy adecuadamente que no sólo la cualidad sino que convenía en que llamaba «caliente» al objeto en su conjunto. 6.20 A continuación, yo le pregunté de nuevo: “¿Entonces, acaso me dices que el objeto ese es elemento el que sea caliente en extremo o también será elemento aunque sea caliente sólo moderadamente?” Y de forma similar le hice la misma pregunta también a propósito de lo frío, lo seco, lo húmedo. 6.21 “¿Qué te importa?”, dijo, molesto ya y no tan dispuesto a responder como antes. Le dije que había mucha diferencia en suponer un número de elementos indeterminado o uno limitado. “Será indeterminado si supones que es elemento lo moderadamente caliente, frío, seco y húmedo, no lo será si lo que tiene tal cualidad en extremo. Pues habrá un elemento por cada género, de forma que todos los elementos se limitarán a cuatro.” 6.22 “Entonces, piensa así y que son cuatro” afirmó. “Está claro, por consiguiente,” dije, “que son elementos lo extremo, simple y primero en sus cualidades.” “¿Por qué, dijo, todavía le das vueltas?” (463) “Para considerar con exactitud lo que se afirma”, le dije. 6.23 “Eso afirmo y eso considera”, dijo. Y yo le volvía a preguntar: “¿De qué forma me ordenas que considere elemento lo caliente en extremo o lo húmedo en extremo?” Enfadado ya y bastante molesto dijo: “Llamo objeto caliente aquel en el que domine lo caliente y objeto húmedo, seco o frío, de forma parecida, en el que domina y está en mayor proporción cada una de las cualidades mencionadas.” “Nada impide llamarlos así”, dije, “pues también se llama caliente al pan, al puré de lentejas, a la infusión de cebada y al agua del baño pero no creo que tú me pidas que considere elementos a cada uno de esos, sino sólo aquello que sea caliente en extremo. Y de igual forma también lo frío, seco y húmedo en extremo. Pues es preciso que el elemento sea simple y sin mezcla, no compuesto ni mezclado.” “Considéralo así”, dijo, “ya que no podría considerar que la infusión de cebada y el puré de lentejas sean elementos.” 6.24 “No cabe duda de que”, dije, “si considerara que es elemento (464) el objeto caliente en extremo, al 56

No sabemos a quién está aludiendo.

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Obsérvese que la cualidad de frío se corresponde con el agua, mientras que la de húmedo lo hace con el aire, cosa que a nosotros nos resulta chocante pero que era la relación habitual en los aristotélicos entre cualidades y elementos, como ya hemos comentado en la nota a 3.18, aunque no en los estoicos. 58

De Lacy, op. cit., insiste en el carácter voluntariamente socrático que tiene este interrogatorio.

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punto pienso en el fuego y en ningún otro objeto.” “Piensa, por tanto, en el fuego”, dijo. “Por tanto, por lo mismo”, dije, “¿quieres que considere que es el agua también lo húmedo en extremo59?” También convino en eso a duras penas. “Por tanto, volvemos de nuevo”, dije, “al fuego, al aire, al agua y a la tierra, de los que nos apartamos al principio.” 6.25 Y él dijo: “Es así porque envuelves el razonamiento en tales barullos.” Al tiempo, tras dirigir su mirada a los otros discípulos, dijo: “Este ha sido educado en la dialéctica y está repleto de la sarna que le es propia –esa palabra usó–, le da la vuelta a todo, lo retuerce y embrolla con sofismas para hacer exhibición de su preparación lógica. Precisamente por eso llega y nos pide que consideremos homónimas las distintas aplicaciones de «caliente», una alude a la cualidad, igual que lo blanco es un color, la segunda al objeto que acoge esa cualidad en grado extremo y la tercera al objeto que se denomina «caliente» porque es fuerte en esa cualidad, como el agua del baño. Pero nosotros –dijo– no aprendimos a deshacer esos sofismas. Así que lo desenrede él, (465) ya que lo lió.” 6.26 Eso me pasó a mí con dieciocho años. En adelante me callaba las más de las veces para no parecer porfiar y meditaba yo mismo a solas especialmente sobre el razonamiento de los elementos. 6.27 Me producía admiración que Ateneo no se diera cuenta que se confundía a sí mismo al usar los términos caliente, frío, seco y húmedo y rechazar decir fuego, aire, tierra y agua60. Dice: “así es, pues entiendo como elementos los que son aplicables a los animales, no los comunes a todos los cuerpos.” Denominan “aplicables” los que son particulares de algo y no de ninguna otra cosa. 6.28 He dejado dicho desde el principio mismo que se diferencian mucho los elementos aparentes de los elementos reales. 6.29 Me parece que ahora hay que hablar sobre ellos con más extensión. Si el elemento es la parte más pequeña y simple, serían elementos en cuanto a lo que se percibe el hueso, el cartílago, el ligamento (466), la uña, el pelo, la grasa, la carne, el nervio, la médula, las fibras y las membranas, en resumen, todos los componentes homeómeros61 serían elementos de los cuerpos humanos. 6.30 ¿Acaso Ateneo los propuso como elementos? Desde luego que él es quien escribe que cada uno de los componentes homeómeros ha surgido de los elementos primeros y que de los componentes homeómeros se forman todas las demás partes del animal. Si se le interrogara, pongamos por caso, por los elementos de la carne o de la grasa, está claro que respondería que son lo caliente, lo frío, lo seco y lo húmedo. También afirma igualmente que los elementos del hueso, del cartílago y del pelo, son lo húmedo, lo seco, lo frío y lo caliente. 6.31 Ya es momento de que preguntes, por tanto, qué húmedo, qué seco, qué frío y qué caliente usó en su respuesta. Según lo que domina, húmeda es la carne y frío el cartílago62. De forma semejante, el hueso es seco y frío, la grasa es fría y húmeda y cada uno de los otros componentes homeómeros es tal o cual según lo que domine (467) entre sus simples. Entonces, si uno declarara que es elemento lo que sea caliente si ésta es la cualidad dominante, o lo que sea frío o lo que sea seco o húmedo, resultará que son elementos 59

Para Galeno, siguiendo a Aristóteles (GC 331a), la cualidad más característica del agua es el frío, mientras que la del aire es la humedad, pero para los estoicos la del agua era la humedad y la del aire el frío. Cf. De Lacy, op. cit.,, 190 y 192. 60

Ateneo como seguidor de los estoicos (cf. nota a 6.1) hacía corresponder como cualidades dominantes el frío con el aire y la humedad con el agua, al revés que Galeno como se ve en 6.14 y se ha comentado en nota a 3.18. 61

Es decir, iguales en sus partes, véase la nota de 2.46. Aristóteles (GC 314a18), citando precisamente a Anaxágoras, considera “homeómeros” el hueso, la carne, la médula, etc. 62

De Lacy, op. cit., por seguir la traducción árabe propone que existe una laguna y de que debe completarse el texto atribuyendo una doble cualidad a la carne y al cartílago, como se hace después con el hueso, la grasa, etc. Según eso quedaría “la carne es húmeda, seco frío”. Nos parece innecesaria esta adición.

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primeros de los cuerpos humanos el hueso, el cartílago, el nervio y todos los otros semejantes. 6.32 Eso no es lo que dice Ateneo, sino que son elementos de hecho sus componentes. Está claro, por tanto, que rebasa la percepción sensible para llegar con el razonamiento a los elementos primeros y simples de hecho. Lo que impide afirmar que sean tales y tales otros por ser dominante una cualidad. Pues resultará que, de nuevo, son compuestos esos supuestos elementos y erraremos doblemente en lo que conviene, porque por buscar lo más simple nos alejamos de lo perceptible y porque tampoco alcanzamos lo simple en lo no evidente. 6.33 Pues por lo menos existía un acuerdo en lo evidente, si no en otra cosa. No hay nadie, desde luego, que niegue que las partes primeras y más simples para la percepción son el cartílago, la grasa, (468) la membrana y todas las demás partes homeómeras. Al que abandona estas partes por ser compuestas en su naturaleza aunque se manifiesten para la percepción como simples, y no establece, entonces ya, ninguna de las simples, ¿para ése qué defensa digna existe frente a la acusación de que charlotea con afirmaciones banales y vanas? 6.34 Pues si denominas elementos por dominar lo húmedo, lo seco, lo frío y lo caliente, tienes ya los elementos evidentes y conocidos, el nervio, la membrana, el cartílago, el ligamento, las carnes y cada uno de los otros que mencionamos. Pero si buscas lo que es simple en su naturaleza, es necesario que eso sea sin mezcla ni composición y extremo en su cualidad. 6.35 Así que de nuevo llegas al fuego, al aire, al agua y a la tierra. En efecto, sólo en ellos encontrarás las cualidades sin mezcla ni combinación, extremo calor y sequedad en el fuego, extrema frialdad y sequedad en la tierra y en cada uno de los otros dos según la naturaleza que le es propia. 6.36 Incluso si no quisieras cuatro elementos (469), sino sólo hablar de dos o tres a partir de esas cualidades, probablemente podrías encontrar un razonamiento. Convenir a un tiempo que lo húmedo en extremo es elemento y creer mencionar algo distinto al agua es absolutamente estúpido, si no es que afirmas que son sólo elementos las propias cualidades y no los cuerpos que las acogen. Así resultará que no es el agua elemento sino la humedad, no el fuego sino el calor extremo. 6.37 Pero si hace eso, en primer lugar, remontará con el razonamiento más allá del fuego, del aire, del agua y de la tierra el que no soportaba ni llegar hasta estos por estar más allá del arte médico, en segundo lugar, se verá refutado abiertamente por ser ignorante de cómo se diferencia el elemento y el principio. Porque todos los filósofos, a los que se afana por seguir Ateneo, coinciden en que el calor extremo es más simple que el fuego y que si penetra aquél en la materia se produce fuego. 6.38 También coinciden en que el principio de la realización del fuego es doble, la materia que subyace sin cualidades a todos los elementos y el calor extremo (470) que se produce en ella. También existe acuerdo en que la materia existe de toda la eternidad, no se ha generado ni se destruye. Lo que surge y deja de existir de ella es la cualidad y es preciso que el elemento sea homogéneo respecto de lo que sea elemento. 6.39 Efectivamente, en esto se diferencia el elemento del principio, en que los principios no tienen que ser necesariamente homogéneos con las cosas de las que son principios, mientras que los elementos deben ser por completo homogéneos, porque la cualidad simple es elemento de una cualidad compuesta y el cuerpo simple es elemento de un cuerpo que no es simple63. 6.40 En definitiva, si se hablara de lo caliente, frío, seco y húmedo de tres formas distintas, como cualidad, como cuerpo sin mezcla o como cuerpo mezclado, se hace evidente que ni la cualidad es elemento ni lo es el cuerpo obtenido de mezcla o combinación, sólo queda que el elemento es cuerpo sin mezcla ni combinación y sencillo en sus cualidades. Por tanto, de nuevo llegas al fuego, al aire, al agua y a la tierra, en los que reside como primeros el calor, la frialdad, la sequedad y la humedad extremas. (471) 6.41 Tener miedo de convenir en que esos son los elementos porque no extraemos ninguno de ellos de nuestro cuerpo ni lo introducimos es absolutamente estúpido, porque al 63

La teoría subyacente es básicamente aristotélica en origen; los estoicos hacían una distinción similar, cf. De Lacy, op. cit., 196.

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nutrirnos, tanto lo que ha surgido desde los elementos como los elementos, los introducimos en nuestros cuerpos. Pero, afirman que no puros ni solos. Entonces decían mal con eso de no extraer ni introducir ya que hubiera sido preciso no decirlo así sin más, sino decir que no el elemento solo ni sin mezcla ni por sí. 6.42 Aunque eso mismo, ¿qué les hace concluir? No podría considerarse que la teoría relativa a los elementos es inútil porque ninguno de ellos lo ingerimos sin mezcla de otro en nuestros cuerpos y tampoco está mal dicho que el fuego, el aire, el agua y la tierra son elementos porque hacemos uso de lo que surge de ellos pero cada uno de ellos particularmente en sí resulta inútil. 6.43 Aunque hacemos uso de los elementos del mundo inanimado en su forma pura (472) muchas veces; del agua todos los días, cuando bebemos, nos lavamos y otras cosas, del aire porque nos rodea por doquier y porque lo atraemos en la inspiración. También cuando nos quedamos fríos necesitamos del fuego con frecuencia. 6.44 En definitiva, no sé qué concluyen al afirmar que ni extraemos ninguno del cuerpo ni lo introducimos, ni el fuego, ni el aire ni el agua ni la tierra. En efecto, yo afirmo que el que se calienta en la helada junto al fuego inyecta fuego en su cuerpo y que el que bebe agua, también ese inyecta agua y que el que inspira inyecta aire por la misma razón. También que todos los animales que se alimentan de arena o tierra o piedras o barro o huesos introducen evidentemente tierra. 6.45 Y si piensan que no introducimos ningún elemento en nuestro cuerpo porque uno no se calienta junto al fuego hasta quemarse ni bebe hasta estallar, hay que admirarse de la sabiduría de estos hombres que no pueden llegar a comprender ni esto: que si se destruye por completo (473) cualquiera de los elementos también se aniquilará al momento el animal. 6.46 Si se quemase éste, se destruiría el elemento frío y el caliente si se enfriase por completo. Y si resecaras el cuerpo completamente, suprimirías totalmente el elemento húmedo y si lo humedecieras, el elemento seco. Por tanto, ocurre lo contrario de lo que ellos afirman, constantemente extraemos e introducimos alguno de los elementos, pero eso se produce con mesura por parte de los que no quieren destruir el animal. Pues si se usa de ellos sin medida acaba en aniquilamiento. 7.1 Intentaré ahora revelar lo que sigue en el razonamiento y lo que les pasa más inadvertido. 7.2 En efecto todos los cuerpos que se generan y se destruyen están sujetos a cambios de doble naturaleza, su substancia simultáneamente se altera y se exuda. 7.3 Se altera al enfriarse, calentarse, secarse y humedecerse, pues esas son las únicas cualidades que cambian por completo toda la substancia, como se dirá poco después (474). Y se exuda por excreciones perceptibles y además por la inapreciable, denominada transpiración, de forma que para mantenerse a salvo precisa de una corrección que es doble, una consiste en cercenar lo que sobra de sus cualidades64, la otra en rellenar el sustento del cuerpo que se va vaciando. 7.4 Tiene una cualidad contraria por supuesto la que purga su exceso a la que colma, pero ésta que rellena los restos no es contraria, sino igual del todo por necesidad a la substancia que antes se ha vaciado, ya que el animal dispondrá de ella en sustitución de aquélla. 7.5 En eso consiste la alimentación de los cuerpos, que se produce a partir de una substancia igual a la que antes se ha vaciado. De ahí, creo, que llamemos a esa substancia alimento. 7.6 Cuando queremos alterar el fundamento del cuerpo sólo en su cualidad, lo hacemos mediante eso que denominamos medicamentos, no alimentos. 7.7 Pero, como no podemos encontrar ni una sola cualidad sin substancia, nos vemos obligados a aplicar a los cuerpos en situación de carencia las cualidades junto con substancias advenedizas, ya sea el elemento como tal, fuego, agua, tierra o aire (475), si precisamos de la cualidad extrema, ya sea una mezcla de elementos si la precisamos en forma moderada. Supuesto que queramos calentarnos, escogemos un medicamento en el que la porción de fuego sea mayor que la contraria, supuesto que queramos enfriarnos, aquél en el que ocurra lo contrario. 7.8 Pero a veces ocurre que elegimos 64

Es decir, los excesos de calor, frío, sequedad y humedad, dentro del necesario equilibrio entre estas cualidades.

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hacer dos cosas a un tiempo, perseguimos que una substancia determinada altere y nutra, que ofrezca la utilidad del alimento y del medicamento. 7.9 En definitiva, que no pidan que todo animal ingiera tierra, agua, fuego o aire, como elemento aislado, solo, en sí, sin los otros, puro, dado que no será necesario ingerirlo ni como alimento ni como medicamento. 7.10 En efecto, el alimento es igual al ser que se nutre, y creo que por ser igual al cuerpo, que es compuesto, combinado y participa de todos los elementos, también a su vez el alimento está formado de todos los elementos. 7.11 Tampoco es útil siempre el elemento como medicamento (476), sino sólo en el período en el que el cuerpo precisa de una cualidad extrema. 7.12 En conclusión, declaro lo siguiente a los que no atienden debidamente a Hipócrates: es ya evidente que siempre necesitamos de los elementos, unas veces simples y solos, otras veces dominando a otros, o, en cualquier caso, por entrar en la composición del cuerpo que nos va a proporcionar la utilidad del alimento o de la medicina. 8.1 A partir de sus propias expresiones queda claro que Hipócrates en su libro Sobre la naturaleza del hombre designa a los elementos por sus cualidades, llama “caliente”, no a la cualidad aislada ni por homonimia aquello en lo que domine esa cualidad, sino el objeto que participa del calor extremo, “frío” al objeto que participa del frío extremo, “seco” el que participa de la sequedad extrema y “húmedo” al que participa de la humedad extrema65, 8.2 cuando dice: “Y a su vez es necesario que al morir el cuerpo del hombre (477) regrese cada cosa a su propia naturaleza, lo húmedo a lo húmedo, lo seco a lo seco, lo caliente a lo caliente y lo frío a lo frío.”66 No se refiere a las cualidades aisladas, seco, húmedo, caliente y frío, sino a las substancias en las que están esas cualidades. 8.3 Esas son las que se retiran cuando muere el cuerpo del hombre y ésas son las que se mezclan con los elementos del todo. Se podría decir que las cualidades perecen al morir el animal pero no que se retiran a su propia naturaleza. 8.4 Además añade Hipócrates a lo dicho: “Así es la naturaleza de los animales y de todos los demás seres, todo nace por igual y todo muere por igual. Su naturaleza está constituida a partir de todos los elementos mencionados y muere según se ha dicho volviendo al mismo lugar de donde cada uno en su momento se formó y se apartó”67 8.5 Es manifiesto con toda evidencia que no designa sólo a las cualidades, caliente, frío, seco y húmedo, sino a los elementos. (478) Pues, su generación se produce a partir de ellos y la muerte de todos es volver hacia ellos. 8.6 Te pido también que prestes atención a lo que pasa desapercibido a la mayoría de los médicos que consideran que Hipócrates evita mostrar que ésos sean los elementos de todos los cuerpos en su generación y corrupción. 8.7 En efecto, por cuatro veces en esa cita que estamos analizando ahora añade la palabra “todos” y también un poco antes, cuando concluía: “Así pues, es por fuerza, al ser tal la naturaleza del hombre y de todos los demás, que el hombre no sea uno.”68 Y así usa la palabra en lo que viene a continuación. 8.8 Pero no prestan atención a eso la mayor parte de los que se nombran hipocráticos y además consideran que él quiere decir otra cosa con húmedo, seco, caliente y frío y no los elementos 65

En los manuscritos no aparece aquí la referencia a la cualidad de húmedo que ha añadido De Lacy, op. cit., en su texto por seguir la traducción árabe. 66

Hp. Nat.Hom. 3.3.

67

Hp. Nat.Hom. 3.4.

Hp. Nat.Hom. 3.2. Las cuatro alusiones nominales a las cuatro cualidades —elementos según Galeno— son las siguientes. En 2.3 Hipócrates afirma que la enfermedad se produce cuando los elementos del cuerpo se calientan, enfrían, secan o humedecen en contra de su naturaleza. En 3.1 se habla de las cuatro cualidades en el proceso de generación, por brevedad Galeno cita sólo la conclusión de ese razonamiento. En 3.2, como acabamos de ver, se alude de nuevo a las cuatro cualidades para explicar el proceso de la muerte. En 5.2 señala como diferencia intrínseca de los cuatro humores que no son iguales en lo que concierne a las cualidades del calor, frío, sequedad y humedad. 68

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comunes de todas las cosas. 8.9 Que no propone como elementos de los cuerpos sus cualidades, considero que ha quedado demostrado con evidencia a partir de las citas que ya aporté y no en menor medida por ésta: “Además, si no estuviera lo caliente (479) respecto a lo frío y lo seco respecto a lo húmedo en una relación mutua proporcionada y equilibrada, sino que dominara en mucho uno sobre otro, el más fuerte sobre el otro más débil, no se produciría la generación.”69 8.10 Porque considera que la generación en los animales no se produce de las cualidades aisladas, que no pueden estar por separado de los cuerpos, sino de los cuerpos, concretamente los que acogen con toda evidencia las cualidades en extremo. Y esos son los elementos comunes de todas las cosas, mientras que lo que se designa como caliente, frío, seco y húmedo, por dominar esas cualidades, es particular en cada caso. 8.11 ¡Adelante!, voy a aplicar en detalle el razonamiento al hombre; está formado de los elementos perceptibles primeros más simples llamados homeómeros: fibra, membrana, carne, grasa, hueso, cartílago, ligamento, nervio, médula y todos los otros, cuyas partes tienen todas el mismo aspecto unas respecto a las otras. 8.12 Pero éstos han surgido a su vez de otros elementos muy relacionados entre sí, sangre, flema y la bilis doble (480), la amarilla y la negra, que se forman a partir de lo que comemos y bebemos, que, a su vez, procede del aire, fuego, agua y tierra. Estos elementos no proceden de otros cuerpos sino que están hechos de materia y cualidades. 8.13 Por eso afirmamos que la materia y las cualidades son principios del fuego, aire, agua y tierra, no elementos, sino que precisamente éstos son los elementos de todas las demás cosas, ya que son las partes más pequeñas de todo lo demás, simples y primeras. 8.14 Nadie con cabeza pondría en duda que toda la hierba, las plantas, los frutos se generan a partir de ellos, del aire, fuego, agua y tierra, tampoco, evidentemente, que esos son los alimentos de todos los animales, ni que nuestros humores que se manifiestan en nuestro cuerpo de forma natural, han surgido de ellos. 8.15 Cuáles son los humores y cuántos lo dejaremos de lado para el segundo libro de nuestra investigación. Ahora ya procuremos poner nuestra cabeza en la primera parte. (481) 9.1 A partir de esos humores se forman cada una de las partes homeómeras, al unirse unas con otras se realiza el órgano primero y más simple que formó la naturaleza para una función única, a su vez al juntarse unos con otros surge otro órgano mayor, 9.2 éstos al aglomerarse mutuamente realizan el ensamblaje de todo el cuerpo. 9.3 Sobre eso se habla en los Procedimientos anatómicos70. También he escrito en particular71 sobre cómo Hipócrates tenía conocimientos sobre todo lo que aparece en la disección 9.4 Ahora hay que tratar sobre los elementos anteriores que escapan a la percepción, sobre los que discute también Hipócrates en su tratado Sobre la naturaleza del hombre, cuando afirma que los elementos particulares y vinculados al cuerpo son los cuatro humores, mientras que los comunes a todo son lo húmedo, lo seco, lo caliente y lo frío, 9.5 pues llama a los 69

Hp. Nat.Hom. 3.1.

70

Una expresión parecida sobre el órgano con función única en De usu part. K. IV 39. También en De morb. diff. K. VI 846. Sin embargo, como señala De Lacy, op. cit., 197, hace referencia a una redacción previa de De anat. adminis. a la que hoy conservamos, que se destruyó en el año 191 en el incendio del templo de la paz, tal como señala Galeno en el libro XI de De anat. adminis. que se conserva en una traducción árabe del s. IX, ya que en griego sólo se conservan fragmentos de los nueve primeros libros. Una versión al alemán de la traducción árabe de los libros perdidos en griego de esta segunda versión de De anat. adminis. en M. Simon Anatomie des Galen, Leipzig 1906 (=Osnabrück 1997), la referencia a la que hacemos mención se encuentra en II, 98; traducción inglesa en W.C.H. Duckworth, On Anatomical Procedures: the later books, Cambridge 1962. 71

En De ord. libr. suo ad Ev. K. XIX 55 Galeno cita un tratado suyo de 6 libros sobre la disección o anatomía de Hipócrates que no se nos han conservado y que es a lo que se refiere aquí. Otras referencias en De anat. adminis. K. II 337, De plac. Hip. et Pl. K. VI 3.27, De usu part. K. IV.154, De sem. K. IV.5-37, In Hip. aphor. K. XVIIIa 86, In Hip.libr. de art. K. XVIIIa 524, De libr. propr. K. XIX 14.

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elementos a partir de sus cualidades por las que llegaron a ser elementos. (482) En efecto, cuando se produce un calor extremo en la materia, será ese cuerpo elemento y por el mismo razonamiento con el frío, la humedad y la sequedad. 9.6 Desde luego que no se considera que algo sea un elemento por ser amarillo, blanco o negro o por ser ligero o pesado y según lo mismo tampoco por ser compacto o liviano ni por apretarlo ni cortarlo ni machacarlo, en una palabra por cualquier otra cualidad excepto las cuatro indicadas. Pues son las únicas que, por alterar la substancia subyacente, son causa de la transformación mutua de los elementos y creadoras de las plantas y animales. 9.7 Pues bien, que los elementos se transforman mutuamente es algo en lo que están de acuerdo incluso los discípulos de Tales por su evidencia, aunque sea contradictorio con sus planteamientos como se ha indicado. La conclusión a partir de ese acuerdo, a saber, que subyace cierta substancia común a todos los elementos, es algo que demuestra también Hipócrates con aquella única frase que cité la primera, en la que afirma que no tendríamos dolor si el hombre fuera uno (483). 9.8 Ya decía yo que a pesar de su concisión enseñaba dos cosas, que los elementos son más de uno y que se transforman por naturaleza. 9.9 Volvamos de nuevo ahora a tratar eso para añadir la conclusión conveniente a este primer apartado. 9.10 Puesto que la substancia se transforma por naturaleza, veamos a continuación cuáles son las cualidades capaces de hacer eso. 9.11 Pues bien, Hipócrates por hacer uso de esa concisión arcaica72, tras afirmar primero que si el hombre fuera uno nunca tendría dolor, hace uso a continuación de lo caliente, frío, seco y húmedo para todas las transformaciones, por dos cosas. Porque asume por ser evidente que por naturaleza los cuerpos cercanos se transforman mutuamente al calentarse, enfriarse, secarse o humedecerse y porque sabe, por haber mostrado anteriormente que la substancia se transforma toda ella, que se está refutando que el cambio aparente de los cuerpos sea una separación y una unión como creían los discípulos de Epicuro y Demócrito (484) y de otra manera también Anaxágoras, al introducir las homeomerías, y Empédocles, que creía que los cuatro elementos eran intransformables. 9.12 Nosotros vamos a trabajar para desarrollar su razonamiento y lograr la mayor claridad y persuasión posibles, con lo que resultará algo así: si tenemos dolor, la substancia no es una en su especie ni es impasible. Pero de hecho tenemos dolor, por tanto, ni es nuestra substancia una en su especie ni es impasible73. 9.13 Y si es pasible lo será por calentarse, enfriarse, secarse y humedecerse ya que ninguna de las otras cualidades74 es capaz de transformar aquello a lo que se acerca todo en su totalidad. 9.14 En efecto, si lo pesado se acercase a lo ligero o lo ligero a lo pesado, no resultará que lo ligero es pesado o lo pesado ligero, ni tampoco si lo áspero a lo suave o lo compacto a lo liviano o lo espeso a lo fino porque ninguna de esas cualidades puede transformar aquello a lo que se acerca todo en su totalidad. 9.15 Todavía nos queda lo blando, lo duro, lo viscoso y lo fragmentable. Ahora bien, de esas cualidades, lo blando y lo viscoso es de la misma naturaleza que lo húmedo en sus diversas formas y lo duro y fragmentable que lo seco en sus diversas formas. Y no existen otras cualidades tangibles distintas. 9.16 Para cualquiera es evidente que no implican transformaciones de la materia las cualidades visuales, auditivas, gustativas u olfativas. Por su género también son tangibles, pero se diferencian de las específicamente tangibles en que no se encuentran en todos los géneros animales y en que no transforman la substancia subyacente. 9.17 Por tanto, si éstas son específicas de algunos animales, mientras que las que 72

La concisión de Hipócrates es un tópico en los comentarios de Galeno a Hipócrates, cf. De Lacy, op. cit., 197 con numerosas referencias. Aparece en Comentario 11 y 36. Esta frase “Pero de hecho ... impasible” no aparece en los manuscritos griegos, De Lacy, op. cit., la incorpora al texto a partir de la traducción árabe. No es imprescindible para el sentido. 73

74

Como señala De Lacy, op. cit., 198 la enumeración de las otras cualidades aparece aquí más adelante y en otros lugares de Galeno; es de origen aristotélico, GC 329b17-330a29.

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transforman toda la substancia y la alteran son primeras por naturaleza, comunes a todos los seres y creedoras de los elementos, está claro que la humedad, la sequedad, el calor y la frialdad se encuentran en la substancia de cada uno de los seres. 9.18 En consecuencia, Hipócrates con razón afirma que la naturaleza, no sólo del hombre, sino de todos los demás seres está formada a partir de lo caliente, lo frío, lo seco y lo húmedo. 9.19 Es evidente y todos coinciden en que esas cualidades actúan unas con otras (486) y ese actuar no se produce por separación o unión, sino por sufrir una transformación en toda su substancia. 9.20 Me produce admiración que Ateneo no afirme lo que ha sido dicho ahora ni lo que añadieron Aristóteles o Crisipo75 y que pida que se acepten los elementos sin demostración como evidentes, aunque es verdad que de alguna manera menciona a estos pensadores en las palabras en las que llevó la contraria a Asclepiades, pero sin rigor, sin la forma propia de un debate y sin hacer uso en sus réplicas de orden o método lógico76; a pesar de todo los menciona cuando los descuartiza sin orden. 9.21 Asclepiades merece la crítica por traicionar la ciencia de la naturaleza hipocrática, pero sería el momento oportuno de acabar aquí el primer libro. 9.22 Los argumentos en contra de las posturas que suponen que la substancia no es pasible y que entremezclan el vacío77, algunos han sido expuestos por Aristóteles y Teofrasto78, (487) y nosotros también podríamos replicar en particular a cada una de esas posturas. 9.23 Resultaría en exceso y lo dicho ahora es suficiente para una demostración científica, 9.24 porque no es posible contradecir que sea necesario que la substancia se transforme en su totalidad, pues con eso suprimiríamos el dolor, el placer, la percepción, la memoria, el recuerdo, el juicio y la propia alma, y porque tampoco es posible que alguna otra cualidad transforme naturalmente en totalidad aparte de las cuatro mencionadas. 9.25 Si eso es así, resulta que Hipócrates es el primero de todos que descubre los elementos de la naturaleza de los seres y el primero que lo demuestra con suficiencia. 9.26 Que no le pusiera como título “Sobre los elementos” a su obra, como hizo Asclepiades el médico, no podría ser motivo de ninguna indagación79, 9.27 porque todas las obras de los antiguos se titulan “Sobre la naturaleza”, las de Meliso, Parménides, Empédocles, Alcmeón, Gorgias, Pródico y todos los demás, mientras que Aristóteles lleva a cabo su exposición sobre los elementos en sus obras Sobre el cielo y Sobre la generación y corrupción, de igual forma que Crisipo lo hace en su Sobre la substancia. (488) 9.28 Ninguno de estos dos últimos puso a sus libros como título “Sobre los elementos” ni hay que buscar esa palabra, sino analizar la fuerza de sus razonamientos. 9.29 Pues que uno ponga como título al presente tratado “Sobre la naturaleza” o “Sobre los elementos” o “Sobre la generación y corrupción” o “Sobre la substancia” no marca ninguna diferencia. 9.30 Por ser más habitual que casi todos los estudiosos actuales titulen tales tratados “Sobre los 75

Crisipo, filósofo del s. III a.C., sucesor de Cleantes al frente de la Estoa, fue determinante para la estructuración y difusión del sistema estoico a través de numerosísimos escritos que no nos han llegado. Fue un gran polemista, especialmente frente a la Academia platónica. 76

En De meth. med. K. X 29.1 Galeno señala las fases del método lógico que contrapone con la investigación empírica. Sobre el método lógico en Galeno, cf. la extensa nota de De Lacy, op. cit., 198. 77

Como se ver por pasajes anteriores del propio texto, 2.12-14, con “vacío” se alude a la teoría atomista.

78

Teofrasto (s. IV a.C.) sistematizó en su obra Doctrinas de los filósofos naturales (Physicorum opiniones), que completaba un trabajo realizado en parte por Aristóteles, las distintas teorías al respecto; desgraciadamente sólo se conservan de ella algunos fragmentos. Dentro de esta obra un tratado se preocupaba específicamente de la percepción sensorial y la sensibilidad. 79

Galeno parece confirmar aquí y más adelante en 9.35 que Asclepiades fue el primero que usó el título del que él se sirve para esta primera aproximación al libro de Hipócrates Sobre la naturaleza del hombre y que luego se popularizó en las discusiones sobre el tema. Reconoce que el título hipocrático era Sobre la naturaleza, común a los tratados de los primeros filósofos naturalistas.

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elementos” y los denominen así constantemente, nos pareció también a nosotros mejor titular “Sobre los elementos según Hipócrates”. 9.31 Me parece que ya toca a su fin el primer libro. Pues si todavía se ha escapado sin tratar en detalle algo, aunque pequeño, de lo dicho por Hipócrates, cada uno por su cuenta podrá descubrirlo con facilidad tomando como punto de partida lo que he dicho. Por ejemplo, que por necesidad no puede haber generación a partir de uno solo y que “si no estuvieran proporcionalmente y por igual80 uno respecto a otro, lo caliente con lo frío, lo seco con lo húmedo, y (489) si uno dominara mucho sobre otro, el más fuerte sobre el más débil, no se produciría generación”81. 9.32 Ahí, en efecto, enseña sobre su proporcionalidad y la igualdad en su fuerza, sobre la que nosotros trataremos con detalle en nuestro estudio Sobre los temperamentos y en los que le siguen82. 9.33 No es necesario que los médicos sepan cómo se mezclan en su totalidad los elementos que se mezclan, si sólo lo hacen sus cualidades, como supuso Aristóteles, o si por traspasarse mutuamente sus substancias corporales83. Por ello tampoco Hipócrates mostró nada sobre eso y se conformó con que los elementos se mezclan por completo. 9.34 Esa cuestión nos será útil para el tratado Sobre los temperamentos al que pasaré a continuación de este tratado y además en el dedicado a los medicamentos84. 9.35 También se hablará con más detalle sobre su utilidad en los libros Sobre el método terapéutico, por ahora bastará decir para el asunto que nos ocupa que nada de lo dicho por Asclepiades en su obra Sobre los elementos, en relación con los que mezclan en su totalidad las substancias unas con otras (490), afecta a los que afirman que se mezclan sólo en sus cualidades. Por ello, por lo menos por ser seguro, si no por otra cosa, hay que aceptar y afirmar la opinión de que, al combinarse el agua con el vino, por ejemplo, y descomponerse hasta las partes más pequeñas de ambos, ocurre que sus partes interactúan mutuamente por activa y pasiva y que participan de sus cualidades mutuas en mayor grado en cuanto se descompongan en partes más pequeñas, por eso los que realizan tales combinaciones revuelven lo más posible para lograr su separación en los elementos más pequeños. 9.36 Y es acorde con ese razonamiento el hecho de que unifican sus cualidades en mayor medida las cosas que se mezclan con más reiteración y a las que se deja un tiempo, 9.37 porque las pequeñas partes de lo que se mezcla necesitan tiempo para actuar unas con otras por activa y pasiva por completo y para que logre el conjunto una unidad y sea igual a sí mismo por completo. 9.38 Por eso en el mismo instante es posible separar de nuevo algunas de las cosas que se combinan, pero si se deja pasar más tiempo (491) de forma que todo forme una unidad, ya es imposible diferenciar y separar una cosa de otra. 9.39 Se hablará también sobre la forma de la mezcla total en los libros sobre los medicamentos85. 80

Jouanna, op. cit., traduce “en equilibrio”.

81

Hp. Nat.Hom. 3.1.

82

Alusión al De temperamentis, en el que en K. I 547.10 aparece casi la misma expresión con los términos  (symmetría) ‘proporción’ e  (isótes) ‘igualdad’ en el mismo contexto. El término  aparece 44 veces en ese tratado. Téngase en cuenta que el título griego de la obra es , literalmente Sobre las mezclas, aunque se traduzca ya en latín Sobre los temperamentos, porque cada temperamento o constitución depende de la mezcla y del predominio de uno de los elementos en él, de forma que se llegan a distinguir en el tratado al que nos referimos 9 temperamentos (uno temperado o equilibrado, cuatro en los que domina uno de los cuatro elementos y otros cuatro en que dominan por parejas). Cf. García Ballester, Galeno, Madrid 1972, 175 ss. 83

Como explica De Lacy, op. cit.,, 200, existía una polémica entre la postura aristotélica que consideraba que sólo entraban en la mezcla las cualidades y la postura estoica que pensaba que la mezcla era de substancias. 84

Como señala De Lacy, op. cit.,, 200, probablemente esté aludiendo a De simplicium medicamentorum temperamentis ac facultatibus K. XI 379 ss. 85

Cf. la nota anterior.

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Sobre los elementos según Hipócrates Libro Segundo (492) 10.1 Ya es el momento oportuno de empezar el segundo libro. 10.2 Tras haber demostrado Hipócrates que son elementos comunes de todos los seres lo caliente, lo frío, lo seco y lo húmedo, se dedica a otro tipo de elementos a continuación que no es primero ni común, sino propio de los animales sanguíneos, 10.3 pues la sangre, la flema, la bilis amarilla y la negra son elementos de la generación de todos los animales con sangre, no sólo del hombre86. Son partes propias del hombre las más pequeñas (493) y las que se llaman homeómeras. 10.4 También de esas partes existe cierta comunidad con algunos animales sanguíneos, como el caballo, la vaca, el perro y todos los demás con características parecidas. Todos ellos tienen arterias, venas, nervios, ligamentos, membranas y carne, bien es verdad que no iguales del todo a los de los hombres y que algunas partes son distintas en su género, como las pezuñas, los cuernos, los espolones, los picos, las escamas de reptiles y peces. 10.5 En definitiva, igual que lo caliente, lo frío, lo seco y lo húmedo eran elementos comunes de todas las cosas, de la misma manera son, a su vez, propias de cada uno de los animales los elementos que primero se perciben, sobre los que se habla en los Procedimientos anatómicos87. 10.6 Entre unos y otros tenemos los cuatro humores que son para cada animal como la materia inseparable de su generación. 10.7 Pues así se acostumbra a denominar aquella materia primera a partir de la que surge algo sin necesitar entre medias ninguna transformación. (494) 11.1 Es evidente a cualquiera que todas las partes de los animales sanguíneos surgen de la sangre de la madre88. Al participar ésta de la flema y de las dos bilis, se han establecido con razón dos bandos, los que afirman que la generación se produce sólo a partir de la sangre y los que dicen que a partir de los cuatro humores. 11.2 No es igual demostrar en este caso la verdad que en lo referente a los cuatro elementos, ya que cada uno de los dos razonamientos tiene su lado convincente. 11.3 Intentaré mostrar a partir de qué consideraciones Hipócrates se deja llevar a considerar que está más cerca de la verdad que los cuatro humores son la materia de la generación humana. Tanto la carne como el nervio son homeómeros, pero la carne tiene sangre, es blanda y cálida, por el contrario, el nervio carece de sangre, es duro y frío. 11.4 Sin embargo, ni la carne es del todo blanda y cálida ni el nervio es del todo duro y frío, sino que la sangre es más blanda (495) y caliente que la carne y el hueso más duro y frío que el nervio. 11.5 Así también cada una de las demás partes, una es más fría que otra y otra más caliente, una más blanda y otra más dura. 11.6 Entonces, ¿surgieron todas las cosas de la misma substancia o es mejor pensar que la naturaleza, como buena artesana, al principio, cuando engendraba y daba forma al embrión a partir de la sangre de la madre en su camino hacia la matriz, arrastraba lo más espeso de esa sangre para la consolidación de los cuerpos 86

Jouanna, op. cit., 48 ss. señala la importancia especial que adoptan los cuatro humores en este tratado que marca una inflexión en la evolución de la escuela médica de Cos, un antes y un después. Como hace observar la lista de los cuatro humores está en buena medida propiciada a la lista de los cuatro elementos, en este sentido cobra especial interés la introducción de la bilis negra para completar de alguna forma el listado. 87 Como hemos señalado en nota a 9.3 hace referencia a la primera redacción del De anatomicis administrationibus. 88

Como señala De Lacy, op. cit., 201 Galeno adopta aquí una postura aristotélica, al sostener que todo procede de la sangre de la madre. Posteriormente su pensamiento evolucionó y mantuvo que proceden de la sangre sólo las partes que son sanguíneas, mientras que procede del semen las partes sin sangre, tal y como aparece en el tratado De semine K. IV 551.16. Sobre el particular puede leerme más en D. Nickel, Untersuchungen zur Embryologie Galens, Berlín (Akademie V.) 1989.

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más duros y lo más húmedo para la de los cuerpos más blandos? Y de igual modo, ¿arrastraba lo más caliente para la consolidación de los cuerpos más calientes y lo más frío para la de los cuerpos más fríos? 11.7 Así me parece mucho más acorde con la naturaleza: desde el primer momento de la formación del feto y después constantemente se nutre y desarrolla cada una de las partes a partir de la materia que le es propia. 11.8 Tanto la sangre como la leche parecen ser unas, pero el razonamiento enseña que ni la sangre es una ni tampoco la leche (496). 11.9 En efecto, en la leche existe una parte que es serosa y ligera en extremo y otra que es espesa y caseosa en extremo. 11.10 Ambas partes, mientras están mezcladas mutuamente, dan por resultado la leche, que es mitad cuajada, mitad suero; al separarse ambas, hacen ver su propia forma y muestran la naturaleza de la leche, que no es en rigor una sino compuesta de contrarios y diferentes. 11.11 Por tanto, de la misma forma que en la leche una cosa es el suero y otra la cuajada, así también en la sangre una parte es el plasma, parecido al suero de la leche, y la otra, parecida a la cuajada, son las heces y el orujo, por decirlo así89. 11.12 Es posible ver con claridad que existen fibras entremezcladas en la sangre y que, de suprimirse éstas, no cuaja la sangre. Sin estas fibras la sangre se hace diferente en su color y consistencia. Una sangre tiene un aspecto exactamente rojo, otra es mucho más amarillenta, otra más negra. 11.13 Hay casos en los que brota en su superficie con claridad algo blanco, otras veces toda ella parece lívida (497), muchas otras, sí, por Zeus, casi negra como púrpura intensa, en definitiva, la sangre no es precisamente una. 11.14 Si de hecho fuera una, la sangre de todos los animales y hombres sería semejante siempre. 11.15 Por el contrario, algunas veces domina lo espeso y negro, de forma que incluso la tez de todo el cuerpo aparenta ser más negra, las cicatrices se ponen negras y se tornan varicosas y lívidas las venas de las piernas; otras veces domina lo amarillento, de forma que se puede ver ese tono en el pelo, en la tez de todo el cuerpo, en los vómitos y heces; otras veces, domina lo rojo o lo blanco, de forma que esos son los tonos de todo el cuerpo, del pelo, de los vómitos y de las heces. 11.16 Si seccionaras las venas de hombres todavía sanos, de alguno de ellos brotará sangre amarillenta, de otro roja, de otro más blanquecina, de otro más negruzca. Y si quisieras darle un medicamento que purgue su cuerpo, vaciará (498) el humor que arrastre normalmente ese medicamento, no por igual en cualquier naturaleza de cuerpo, según sean hombres sanos o enfermos. 11.17 Para empezar por los enfermos, si les das a los que están ictéricos un medicamento que expulse la bilis pálida o amarillenta, expulsará gran cantidad de bilis. 11.18 Pero si les das a los que tienen la enfermedad denominada leucoflegmasía acuosa90 el mismo medicamento vaciará muy poca cantidad de bilis. Por el contrario si les das otro medicamento por el que se vacíe normalmente la flema, vaciará en los ictéricos muy poca cantidad de flema con gran perjuicio, pero mucha cantidad en los enfermos de hidropesía antedichos y sin perjuicio. 11.19 Y desde luego que a los enfermos de ‘elefantiasis’91 les hemos administrado el medicamento que purga la bilis negra y produce su evacuación fácilmente y en cantidad, con gran provecho.

89

Galeno usa aquí el término específico del griego para el plasma sanguíneo,  (ikhór), que compara con el suero de la leche,  (orós). Aunque el primer lugar en que aparece esta comparación en nuestros textos es en Platón en el Timeo 83c5, es muy probable que la hubieran establecido ya los médicos hipocráticos. El término “leucoflegmasía”, que aparece en Hipócrates, Epidemias, y varias veces en Galeno, se refiere a una edema generalizado o anasarca con hidropesía interna asociada. Hoy día todavía se utiliza en medicina referido a un tipo especial de flebitis: leucoflegmasía alba dolens. 90

El término ‘elefantiasis’ de los antiguos parece que se corresponde con nuestra lepra o con lesiones cutáneas de la filariosis. 91

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(499) 12.1 Asclepiades92, que pretende poner del revés con sus argumentos todas las cosas buenas del arte médico con sus extraños corpúsculos y conductos, intenta convencernos de que cada medicamento no arrastra lo que le es propio, sino que transforma, cambia y modifica destruyéndolo e integrándolo en su propia naturaleza sea cual sea el tipo de humor que sea arrastrado. 12.2 A continuación dice que el provecho que conlleva no resulta de purgarse de lo que produce daño, sino por la razón común del vaciamiento. 12.3 Así de desvergonzado es su razonamiento en relación a lo evidente93. 12.4 Lo evidente, como enseñaron con pruebas experimentales Hipócrates y todos los restantes médicos, es como ha sido dicho antes. Pues si intentaras a un hombre bilioso administrarle un medicamento que expulse la flema, sé que pondrás a prueba la opinión de Asclepiades con no poco perjuicio. 12.5 Y si sólo benefician los medicamentos purgantes por vaciar, ¿por qué no seccionamos las venas de cualquiera, esté consumido (500), gordo, ictérico o con bilis negra? 12.6 Por el contrario, a muchos que están bastante consumidos les proporciona provecho no pequeño la expulsión del humor que les perjudica. Pero si alguien se hubiera atrevido a quitarles sangre, los habría matado al momento. 12.7 Obligan a Asclepiades a hacer esas afirmaciones sus corpúsculos, conductos y los elementos sin nexo94; en la misma línea dice que no existe ninguna cualidad distinta a nuestra naturaleza, ni siquiera la de los excrementos diarios en el proceso de digestión, sino que cuando el vientre se ve retenido, según ese razonamiento de la plenitud, nos vemos perjudicados y la cura es o la escasez de alimento o su carencia absoluta95. 12.8 La plenitud en tales razonamientos que combaten las evidencias es el atrevimiento de Asclepiades, con ellos fuerza a que queden sin recursos los que ignoran lo evidente, pero deja estupefactos y admirados de la desvergüenza de ese hombre a los que sí saben. 12.9 Sobre la osadía de Asclepiades se hablará más en otros lugares96. (501) 12.10 Volvamos de nuevo a lo evidente a todas luces prestando atención a las frases de Hipócrates que no pudo, desde luego, adivinar que iba a haber un médico con tanta inexperiencia y con tan poca vergüenza como Asclepiades, quien iba a desconocer por completo detalles tan pequeños del arte o conociéndolos iba a afirmar que los desconocía. 12.11 Por eso creo que se nos alarga nuestra exposición, a causa de los debates contra los desvergonzados, mientras que a Hipócrates le resulta una exposición breve y concisa porque escribe lo evidente tal cual sin ningún artificio, porque no sospechaba que nadie nunca iba a desconocer tales cosas, ni las iba a negar. 13.1 Frente a los que afirman que el hombre es sólo sangre o cualquier otro humor, pero sólo uno, se conformó, tras todas esas afirmaciones, con exigirles que “muestren que el hombre ni cambia su aspecto ni se llega a transformar en todo, y señale alguna época del año o de la vida del hombre en la que parezca que la sangre es una y sola en el hombre. 13.2 Pues sería verosímil que hubiera un momento en que lo que es aparezca en sí y por sí que es 92

Véase 9.26 y la nota sobre Asclepiades en 2.7. Según la teoría médica hipocrática los medicamentos purgan el humor que esté en exceso mediante su expulsión, lo que supone un medicamento distinto para cada humor. Asclepiades era defensor de las apariencias fenoménicas,  (phainómenos), cf. ‘fenómeno’, que traducimos por “evidente”. 93

94

Como se ha mencionado en la nota a 2.7 sobre Asclepiades éste era defensor de la teoría de Heráclides Póntico de los  (ánarmoi ónkoi). 95

Asclepiades era especialmente partidario de la dieta como procedimiento curativo, más que de fármacos purgantes, a diferencia de la escuela de Galeno. 96

Los tratados de Galeno en los que más se polemiza con Asclepiades además de Elementos son De nat. fac. K. II 1 ss., De usu part. K. III 1 ss., De diff. puls. K. VIII 493 ss., De meth. med. K. X 1 ss., De comp. med. sec. loc. K. XII 378 ss., De comp. med. per gen. K. XIII 362 ss. En total Galeno lo cita más de 400 veces en sus tratados. Además escribió un tratado de 8 libros sobre sus teorías, cf. De libr. propr. K. XIX 38.

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uno.”97 (502) 13.3 En cuanto a que se mezclan del todo permanentemente con la sangre dos bilis, la amarilla y la negra y que con éstas la flema es el tercer humor, argumentó con lo que se hace evidente en todas las edades o estaciones: 13.4 “Porque si le das a una persona un medicamento que expulsa la flema, te vomita flema, si le das uno que expulsa la bilis, te vomita bilis.” “Y si le haces una incisión en alguna parte del cuerpo hasta provocarle una herida, fluirá sangre. 13.5 Se producirá todo eso cualquier día o noche, en invierno o verano”98. 13.6 Respecto a que en esos humores consiste su naturaleza, es decir, a partir de ellos se forman todas las partes y crecen, dice lo siguiente: “Porque está claro, en primer lugar, que el hombre los tiene dentro de sí mientras está vivo, luego, que nació de otro ser humano que también los tenía, y que crece dentro de un ser humano que también los tiene todos los humores que afirmo y demuestro”99. 13.7 Si uno suprime (503) la desvergüenza de Asclepiades, lo expuesto es suficiente demostración. 13.8 Porque si cada uno de los medicamentos purgantes arrastra un humor y no existe ningún momento en el que al administrarle cualquiera de ellos deje de vaciar el humor correspondiente, está claro que no existe ningún momento en el que no el hombre deje de participar de los cuatro humores. 13.9 También su nacimiento se produjo de sangre de la madre que no era por supuesto pura, sino entremezclada con flema y con las dos bilis, puesto que se probó que cualquier hombre en cualquier circunstancia tenía esos humores. 13.10 Por tanto, si el hombre se ha formado a partir de ellos y tiene su crecimiento y alimento a partir de ellos, su naturaleza consiste en ellos. 13.11 Eso es lo importante de su argumento, pero a partir de las afirmaciones parciales de su libro enseña algunas cosas sobre el cambio según la edad y la estación, otras cosas proporcionan credibilidad no pequeña a que cada uno de los medicamentos purgantes arrastra su humor correspondiente y a que el hombre precisa de todos los humores mencionados. (504) 13.12 Precisamente lo que ocurre en las purgaciones excesivas demuestra especialmente que cada medicamento arrastra el humor que le corresponde. 13.13 “Cuando bebe uno” dice “un medicamento que arrastra la bilis, al principio, vomita bilis, después también flema, después, además de éstos vomitan también la bilis negra al verse forzados, y, ya en fase terminal, vomitan también sangre pura. 13.14 Pasa lo mismo bajo el efecto de los medicamentos que arrastran la flema. En primer lugar vomitan flema, después bilis amarilla, después negra y en fase terminal sangre pura, con lo que se mueren”100. 13.15 Esa es su frase. Se hace evidente concluir a partir de ella que cada uno de los medicamentos purgantes atrae el humor correspondiente. 13.16 Cuando el animal, vencido por el medicamento, está demasiado débil hasta el punto de aproximarse a la muerte, entonces cesa la expulsión del primer humor y se sustituye por otra. 13.17 Aunque sería necesario según Asclepiades que ocurriera una de dos, o que no se vaciase entonces ya de ningún humor o que fuese arrastrado sin interrupción el del principio: (505) al no tener fuerza el medicamento administrado, debería o no arrastrar ningún humor o, al actuar según su naturaleza, arrastrar sólo ese humor que expulsaba desde el principio. 13.18 Porque no es posible que antes, cuando estaba fuerte el cuerpo, el medicamento fuera capaz de fundir y transformar en su naturaleza, pero que después de que estuviera débil, no pueda entonces ya actuar así. 13.19 Es evidente que actúa, ya que el cuerpo en ese proceso no en menor grado se vacía, se diluye y se destruye. 13.20 Entonces, ¿cómo no se hace evidente que se vacía el mismo humor que antes? 13.21 No por otra cosa, sino porque se ha vaciado casi en su totalidad ese humor del cuerpo. De forma que ya ni siquiera es posible que ese ser viva cuando se ha destruido por completo uno de sus 97

Hp. Nat.Hom. 2.4. Cf. 3.54-5 y nota sobre el texto que usaba Galeno.

98

Hp. Nat.Hom. 5.3. Separamos el texto en dos citas porque falta una frase referida a la bilis negra.

99

Hp. Nat.Hom. 5.4.

100

Hp. Nat.Hom. 6.2.

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humores, sino que se diluye, se destruye y fluye sin interrupción cualquiera de los humores restantes que esté más dispuesto a vaciarse. 13.22 Por eso, entonces, tanto si el medicamento es para arrojar la bilis negra como flema, (506) sigue en las purgaciones excesivas el humor de la bilis amarilla como el más cálido y el más ligero. 13.23 A su vez, si el medicamento es para expulsar la bilis amarilla, a continuación en las purgaciones excesivas se vacía la flema y después la bilis negra, en cuanto más pesada, espesa y difícil de mover. Y el último de todos es la sangre por ser en mayor grado propio de la naturaleza. 14.1 Por ello hay que alabar la opinión de cuantos médicos y naturalistas declararon que sólo a partir de sangre se genera y cría el animal, por reconocer lo verosímil. Sin embargo, Hipócrates, más conforme con la naturaleza, afirma que la generación, el crecimiento y la nutrición son a partir de los cuatro humores en lo que concierne a nuestros cuerpos, por una parte porque, como ha sido dicho antes, observó en hombres sanos que la absoluta diversidad del aspecto de los cuerpos no podría producirse si fuera uno el humor elemental (507) y por otra porque no le pasó desapercibido que las naturalezas de las partes son completamente diferentes hasta el punto que no es verosímil que se hayan constituido a partir de una única substancia directamente desde el principio ni se hayan servido de una sola especie de alimento. 14.2 Y todo esto que estoy diciendo lo demostró Hipócrates con la frase más breve, al afirmar: “Igual que los vegetales tanto plantados como sembrados, cuando penetran en la tierra, cada uno arrastra lo que en la tierra le resulta más cercano por naturaleza. En la tierra hay ácido, dulce, amargo, salado y todos los demás. Primero lleva hacia sí sobre todo eso que le resulta más cercano por naturaleza, después arrastra también los demás. De la misma forma también los medicamentos actúan en el cuerpo.”101 14.3 Con ese argumento nos mostró con precisión también lo relativo a la nutrición y expulsión en las purgaciones, cosas que tendré que tratar con más intensidad en el tratado Sobre las propiedades naturales102. Con todo, ahora conviene contemplar ya lo importante. 14.4 Existe en cada uno de los seres una fuerza natural que arrastra lo que le es propio como en la piedra (508) de imán el hierro103. Por esa fuerza también se realizan los procesos de nutrición y de expulsión, al arrastrar siempre lo apropiado cuando existe abundancia, pero al mismo tiempo atrayendo en muchas ocasiones lo que no es apropiado, como ocurre con los medicamentos purgantes. 14.5 Cuando expulsa toda la bilis o flema que flota, así llamo lo contenido en las venas, a partir de ese momento arrastra a la fuerza y con esfuerzo la humedad de los propios cuerpos sólidos, con lo que descompone, vuelve a los elementos primeros y destruye el animal. 14.6 Y en la violencia del arrastre va detrás al tiempo alguno de los otros humores, el que por su naturaleza sigue al que está siendo arrastrado violentamente.

101

Hp. Nat.Hom. 6.3.

102

K. II 1 ss.

103

Se entiende, “como en la piedra de imán existe una fuerza que arrastra el hierro”.

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Comentario de Galeno al libro de Hipócrates Sobre la naturaleza del hombre Libro primero Proemio (1) Hace tiempo entregué a uno de mis discípulos, que emprendía viaje para una estancia en el extranjero, el libro Sobre los elementos según Hipócrates en el que me adecué a su formación. Por ello, lo que sabía que él conocía con precisión ni lo demostré ni lo mencioné al principio del escrito, aunque tengo costumbre de hacerlo (2) cuando el tratado va a ser de gran difusión entre todos sus futuros lectores. Al difundirse, no sé cómo, con gran celeridad ese escrito entre mucha gente, no me decidí a hacer otro, y posponía así también el comentario del libro Sobre la naturaleza del hombre porque habían sido demostrados con claridad todos sus contenidos en el tratado publicado con anterioridad, que lleva por título Sobre los elementos según Hipócrates. Así que ahora, una vez que mis discípulos me pidieron un comentario seguido de todas sus expresiones104 y no sólo de las necesarias para su comprensión, como había hecho en aquél anterior, al empezar el comentario hablaré primero de aquello que dejé a un lado en el comienzo del Sobre los elementos según Hipócrates, ya que sabía que lo conocía mi discípulo. Lo primero es decir qué se quiere significar con la palabra “naturaleza”, por la que los antiguos filósofos recibieron el sobrenombre de naturalistas105. (3) Os quedará claro a causa de qué digo esto al leer sus escritos Sobre la naturaleza. Es evidente que tratan de cuál es la primera substancia (afirman que es no generada y eterna y que subyace a todos los cuerpos generados y perecederos), y de las características concurrentes106 de forma regular y específica en cada uno de los seres generados y corruptibles. Una vez conocidas éstas se sigue también el conocimiento de las demás características concurrentes, las que no son regulares y específicas, sino sólo parciales. Resulta una enseñanza completa de la naturaleza de cada uno de los seres, aunque uno se extienda sólo en una o dos de sus características. Eso, también, acostumbran a decir los hombres que es mostrar algo de la naturaleza de una cosa, como hace también el poeta Homero107, al proclamar: “Así hablando, Argifonte108 me proporcionó el remedio sacándolo de la tierra y me mostró su naturaleza.” Sobre la diferencia entre un “comentario” propiamente dicho y las consideraciones contenidas en Elementos véase nuestra introducción. 104

105

 (physikoí) en el texto griego.

106

Traducimos así  (tà hypárkhonta) que es una expresión marcada filosóficamente por Aristóteles. 107

Homero, Od. 10.302-4, con una pequeña variante textual en el v. 303, Galeno dice , mientras que el texto homérico dice , sin mayores implicaciones para el sentido. Este es el único ejemplo de la palabra  (physis) en Homero (Cf. P. Chantraine, Dictionnaire étymologique de la langue grecque, París 19681980. Es decir, Hermes, que proporciona a Odiseo un remedio de la hierba “moly” contra los venenos que le prepara Circe. 108

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Y añade: “Era negro en su raíz y su flor del color de la leche.” (4) Así también los que escriben sobre hierbas o en general sobre plantas nos enseñan cuál es su naturaleza sensible al tocarlas, al saborearlas, al olerlas y al mirarlas, describiendo qué capacidad tiene al tomarla dentro del cuerpo o al aplicarla por fuera. En eso consiste la naturaleza sensible de cada uno de los seres. La otra está por encima de eso y es primera. Sobre ella yo he hecho consideraciones previas y Platón aconseja que la conozca el que quiera ocuparse de cualquier asunto con método. Transcribiré para tí el pasaje109: “– (Sócrates) ¿Crees que es posible comprender de forma digna la naturaleza del alma sin la naturaleza de su totalidad? – (Fedro) Si hay que hacer caso a Hipócrates el Asclepíada, ni siquiera la del cuerpo, si no se usa ese método. — (Sóc.) Y dice bien, compañero. Con todo es preciso, aparte de Hipócrates, considerar su razón para ver si concuerda. — (Fed.) Sí. — (Sóc.) Bien, considera qué dice Hipócrates y el razonamiento verdadero sobre la naturaleza. ¿No es así cómo es necesario reflexionar sobre cualquier naturaleza? (5) En primer lugar, si es simple o complejo aquello sobre lo que queremos ser expertos nosotros mismos y capaces de hacer tales a otros; después, si es simple, considerar su capacidad, cuál es la que tiene para actuar en qué o cuál la que tiene para padecer la acción de algo; si tiene más partes que una, hay que enumerarlas y considerar eso mismo que en el caso de una parte, en cada una de ellas, qué es lo que hace o lo que padece de la acción de algo”. Ese es el pasaje de Platón sacado del Fedro, que enseña qué significa la palabra “naturaleza” y cómo hay que analizar su substancia con método. Comprobarás que son así todos esos libros titulados Sobre la naturaleza de los filósofos antiguos, de Empédocles, Parménides, Meliso, Alcmeón, Heráclito. Algunos no hicieron un solo libro sobre esa investigación, sino varios, algunos incluso muchos, como Epicuro. También él empieza, como todos los demás, por investigar si es uno y simple aquello de lo que intentamos descubrir su naturaleza o compuesto de otros simples que son anteriores a él, (6) lo que dieron en llamar los estudiosos posteriores a los antiguos “elementos”, de la misma forma que, a propósito de la fonación los gramáticos dicen que son veinticuatro los elementos, es decir, las partes sencillas y primeras que no pueden dividirse en otras ya, a diferencia de las sílabas. Por ejemplo, a partir de la sílaba “stra”, es posible suprimiendo el primer elemento, la ese, quedarte todavía con la sílaba “tra”. De igual forma, si de nuevo suprimes de “tra” la primera letra, la te, tendrás el resto “ra”, que es posible. Sin embargo, no dividirás ya desde luego el sonido “a”, ni podrás mostrar que está compuesto de dos o tres sonidos, como ocurre con otros muchos, sino que su sonido es uno e indivisible, no sencillamente en cuanto a la cantidad, como hemos mostrado en otros lugares, nosotros y otros muchos filósofos, sino que es uno en cuanto a la especie. Así también los que afirman que son cuatro los elementos de los cuerpos con nacimiento y corrupción, el aire, el fuego, la tierra y el agua, ya que no es posible dividir cada uno de ellos en más especies, por eso los ponen como principios de la ciencia de la naturaleza. (7) La primera reflexión es en cuanto a la cantidad de los cuerpos más pequeños, luego, la segunda, en cuanto a la cualidad, como se mostró a propósito de los elementos de la palabra articulada. Tuvieron distintas opiniones los filósofos de la naturaleza, porque unos sostenían 109

Pl. Phaedr. 270C.

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que los elementos de los cuerpos que nacen y mueren son las partes más pequeñas en cuanto a la cantidad y otros que lo son en cuanto a su cualidad. Pero sobre el significado de la voz “elemento” queda dicho en extensión en el primer libro del Sobre las voces médicas, como también sobre la voz “naturaleza” en el quinto110. Ahora nuestro razonamiento no versa sobre denominaciones ni significados, sino sobre los propios hechos: de qué elementos más pequeños, en cuanto al tamaño o en cuanto a la especie, es la primera composición de los cuerpos engendrados, “elementos en cuanto a la percepción”111 y “homeómeros”, según los llamamos nosotros y Aristóteles. Existe una segunda composición, a partir de ellos, la de los cuerpos que llamamos orgánicos (mano, pierna, ojo, lengua, pulmón, corazón, hígado, bazo, riñones, estómago, matriz y todos los demás). Pues la naturaleza de tales órganos está integrada de los primeros y homeómeros, (8) que Platón acostumbra a llamar “primogénitos”. Sobre sus diferencias se ha dicho punto por punto y letra por letra112, ahora se dirá en lo principal para claridad de la enseñanza. Es homeómero el hueso, el cartílago, la articulación, también la membrana, la grasa, la carne, tanto la de los músculos moldeada por sus fibras que son también homeómeras, como la de las vísceras, la que Erasístrato113 acostumbra a llamar “parénquima”. Se hizo patente, nada más empezar el tratado en el que yo demostraba cuál es el método terapéutico114, que era imposible descubrir de forma probativa una terapia sobre cuerpos homeómeros sin conocer si cada uno de ellos es simple o está compuesto de varios o si sus componentes se mezclan por completo o sólo superficialmente. Se mostró también que algunos médicos, entre ellos Erasístrato, son “dogmáticos”115 a medias, ya que tratan de forma razonada las enfermedades de las partes orgánicas, pero en lo relativo a las enfermedades de las partes homeómeras, o las ignoran del todo o las tratan de forma empírica, (9) y se mostró que la mayor parte, ni siquiera saben en qué se diferencian las enfermedades de las partes orgánicas de las que afectan a las partes homeómeras, como tampoco saben del número de cada uno de estos dos tipos. Vosotros, compañeros, por el contrario, tenéis uno de nuestros escritos, Sobre la diferencia de las enfermedades y en lo referente a las formas de curación, un tratado no pequeño que titulé Sobre el método terapéutico. Pero esos escritos y los demás exigen un razonamiento sobre la naturaleza de nuestro cuerpo que se enseña en el presente. Por ello hay que admirarse de aquellos que consideran que el libro Sobre la naturaleza del hombre no es de los genuinos de Hipócrates, sino que acostumbran a llamarlo bastardo, al dejarse engañar por los otros tratados y anotaciones que conforman el tomo, sobre los que me ocuparé en sus comentarios. Basta decir ahora lo que queda dicho en el escrito Sobre los escritos genuinos y bastardos de Hipócrates116 que es literalmente lo que sigue:

110

Este tratado sólo nos ha llegado en traducción árabe.

111

Esta designación sólo aparece en Elementos 1.3, siguiendo a Aristóteles usa en general “homeómeros”.

112

Son muchos los lugares en los que Galeno habla de esa diferencia, entre otros en De meth. med., De sympt. causis. 113

Erasístrato de Ceos fue uno de los médicos más influyentes del s. III a.C. Tuvo una gran importancia en anatomía y fisiología; sólo él y Herófilo reconocieron practicar disecciones sobre cadáveres humanos. 114

De methodo medendi, K. X 1 ss.

115 La contraposición entre médicos “empíricos”, que consideran que las especulaciones sobre las enfermedades eran inútiles de cara a su tratamiento, y “dogmáticos“, que le daban gran importancia a la teoría es típica de la visión que tenemos de la medicina de época helenística, visión que pertenece más bien a las discusiones de época imperial. Más que existir una escuela médica propiamente “dogmática” el calificativo fue usado por los “empíricos” para descalificar a otros médicos, véase V. Nutton en Der neue Pauly, s.v. Dogmatiker, Stuttgart 1997 116

No conservado, cf. Mewaldt, Hermes 44 (1909), 11 ss.

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“De ese tomo117 la primera parte, la de la letra A, alcanza las 240 líneas y muestra (10) que los cuerpos de los seres vivos se han constituido a partir de lo caliente, frío, seco y húmedo, al tiempo que enseña sobre la naturaleza de los humores118. A continuación el tomo es variado; la primera parte distingue las enfermedades llamadas esporádicas de las epidemias y plagas y enseña el tratamiento específico de cada uno de los tipos a grandes rasgos119; después describe la disección de las venas; a continuación hay una variada enseñanza sobre enfermedades; tras ella el régimen de vida sano para personas normales120; después le sigue cómo se puede hacer adelgazar a las personas demasiado gordas y cómo meter en carnes a los demasiado delgados; con ello se vincula la enseñanza sobre los vómitos; luego un apunte breve sobre el régimen de los niños; tras él el de las mujeres; luego el de los que hacen ejercicio; luego al final se añaden unas diez líneas sobre las enfermedades del encéfalo, como agregado al azar y por casualidad. Está claro que el tomo está integrado por muchas cosas y está compuesto de una extensión de casi seiscientas líneas o un poco menos. (11) Contiene un primer tratado en el que se extiende sobre los elementos y los humores; es por completo de la técnica de Hipócrates, como también el segundo, en el que trata las diferencias entre las enfermedades epidémicas respecto de las esporádicas. El dedicado a la disección de las venas está clarísimamente entrometido, todo él es espurio, ya que ni es conforme a los hechos observables y se contradice con lo que se afirma en el segundo libro de las Epidemias. De los siguientes, unos están entrometidos —cuando hagamos el comentario del tomo se tratará con precisión sobre ellos— y otros son dignos de elogio, tienen una expresión bella y breve y están de acuerdo con el arte de Hipócrates, como todo lo que se dice en Sobre el régimen de vida sano.” El conjunto del tomo está formado por esos tratados, pero su primera parte tiene el cimiento, por decirlo así, de todo el arte de Hipócrates. Por eso decía que me admiraba de aquellos que lo destierran del pensamiento de Hipócrates. Por ello la mayoría de los que conocen el arte de Hipócrates lo catalogan entre los genuinos, por considerar que es un escrito del gran Hipócrates, aunque algunos dicen que es de Pólibo121 discípulo suyo y transmisor de su enseñanza a los jóvenes, (12) quien no se aparta nada de la doctrina de Hipócrates en ninguno de sus libros, como tampoco Tésalo122, su hijo, hombre que también fue admirable, aunque no permaneció en su tierra como Pólibo, pues se unió a Arquelao rey de Macedonia. Como decía han expresado su confianza en que el libro Sobre la naturaleza del hombre es de Pólibo casi todos los médicos excepto unos pocos, tampoco lo desconoce el propio Platón. Así escribe en el Fedro la declaración ya citada poco antes, que empieza: “¿Crees que es posible comprender la naturaleza del alma de forma digna sin la naturaleza en su conjunto? Si 117

Describe el contenido de un rollo con obras médicas, sin embargo usa un término poco específico, . Como dice a continuación sólo considera hipocráticos De natura hominis, el De diaeta salubri (conservados entre los tratados de la colección hipocrática) y el que diferenciaba entre las epidemias, enfermedades esporádicas y plagas (no conservado). 118

Se trata evidentemente del De natura hominis.

119

No conservamos un tratado hipocrático con semejante título.

120

Hace referencia al tratado hipocrático De diaeta salubri.

121

Sobre la atribución a Pólibo, véase Jouanna, op. cit.,, 55 y ss. El propio Aristóteles estaría entre ese “algunos” puesto que en HA III, 3, 512b-513a atribuye a Pólibo una descripción de las venas coincidente con la que aparece en De natura hominis 11. Pero, como veremos, en 130 ss. Galeno rechaza que esa teoría pueda ser hipocrática, esa parte del tratado sería, pues, una interpolación. Se discute sobre si fue o no yerno de Hipócrates, en cualquier caso fue un representante importante de la escuela de Cos. 122

Sobre Tésalo se conoce muy poco más de lo que aquí se dice.

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hay que creer algo a Hipócrates el Asclepíada, ni siquiera a propósito del cuerpo, sin el método indicado”. Bastaría con que al leer esa declaración los que charlan sin ton ni son investigasen en qué libro de Hipócrates está escrito el método que alaba Platón. Es evidente que en ningún otro escrito excepto en el que nos ocupa, el Sobre la naturaleza del hombre, donde estudia Hipócrates primero a propósito del cuerpo del hombre si es simple o múltiple (13), después cada una de las otras cosas que comentaba Platón, que yo enseñé en el libro Sobre los elementos según Hipócrates y ahora también voy a mostrarlo, puesto que así os parece. Tras añadir todavía una cosa, me pondré al comentario de los pasajes del libro. A pesar de haber circulado entre muchos el libro que escribí entonces Sobre los elementos y haber sido elogiado por todas las personas bien instruidas, unos pocos ignorantes, que no pudieron rebatir ninguna de las demostraciones allí escritas, aunque lo intentaron, como se ahogaban de envidia, creyeron que bastaba para descalificarme con afirmar que el escrito no era del propio Hipócrates. Pues bien, admitamos que no sea de Hipócrates, ni de Pólibo, ni exista siquiera, si desean, para empezar, un escrito Sobre la naturaleza del hombre que muestre que nuestros cuerpos están formados de lo caliente, frío, seco y húmedo. Aunque les demos satisfacción en eso, son opiniones de Hipócrates que nuestros cuerpos están compuestos de esos elementos. (14) Pues se hace evidente que en sus libros más genuinos no sólo establece las diferencias entre las enfermedades de acuerdo con esos principios, sino que también a partir de ahí descubre los modos de las curaciones. Las enfermedades para él se diferencian unas de otras por lo caliente, lo frío, lo húmedo y lo seco y su tratamiento se produce cuando lo caliente se enfría, lo húmedo se seca, e, igualmente, cuando lo frío se calienta y lo húmedo se seca. Incluso antes de eso, piensa que las naturalezas en los distintos hombres, son unas cálidas, otras frías, otras húmedas y otras secas. De la misma forma, supone que se diferencian las etapas de la vida y los países. Nada de eso declara Erasístrato ni ningún otro de los que consideran que lo caliente es adquirido y no connatural. De la misma forma, Hipócrates refiere todo lo demás a esos principios que Erasístrato no mantiene, hasta el punto que éste dejó sin comentar algunos de los trabajos naturalistas de Hipócrates123, como enseñamos en el tratado Sobre las propiedades naturales124. (15) Dado que los que desprecian lo bueno echan en cara la extensión de mi discurso y dicen que escribo cualquier cosa menos apuntes125, he decidido cortar de raíz esa chanza concreta y escribir otro tratado en el que mostraré que Hipócrates mantiene esa misma opinión en su obra Sobre la naturaleza del hombre y en todos los demás escritos126. Una vez más me doy cuenta de que harán lo mismo ahora que en todas nuestras demostraciones esos calumniadores: critican algunos presupuestos teóricos de los que participan, por vergüenza de atacar lo que elogia todo el mundo. En lo que atañe a los libros que voy a escribir, dirán que Hipócrates de hecho hace uso de lo caliente, lo frío, lo seco y lo húmedo como especie de elementos a título de referencia, pero que en realidad él no suponía su existencia real. Y cuando demuestre que los cuerpos están formados por esos elementos dirán que Hipócrates no cree en eso, ya que el libro Sobre la naturaleza del hombre no es de Hipócrates. Por tanto, igual que ellos no dejan de portarse como canallas, (16) vosotros no olvidéis de hacerles 123

Parece que se refiere al propio tratado Sobre la naturaleza del hombre u otros que incluyeran la palabra naturaleza en el título. 124

K. II 132.

125

 es el término que ridiculizan los críticos de Hipócrates. Suelo traducirse por tratado, pero quiere decir literalmente “apuntes”. 126

Alude aquí a un tratado posterior cuyo título sería Sobre que Hipócrates mantiene la misma opinión en Sobre la naturaleza del hombre y en todos los demás escritos que no se ha conservado, cf. Mewaldt, Hermes 44 (1909), 131 ss. y una nueva alusión en 107.

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recordar los temas propuestos en cada uno de los tratados. Cuando demostremos que Hipócrates coloca como base de su arte en todos sus tratados el conocimiento profundo de los elementos que ha descubierto, que no dejen de lado ese tema y que no se pongan a investigar sobre la autenticidad de sus escritos. Y que tampoco se refugien, cuando investiguemos o demostremos la autenticidad de sus escritos, en el examen de su pensamiento, sino que, por un lado, examinen de forma separada si es auténtico su discurso sobre los elementos y, por otro lado, si Hipócrates sostenía la existencia de esos elementos. Así pues, que la primera de esas dos cuestiones la consideren en el libro Sobre los elementos según Hipócrates y en este discurso de ahora. Para los que no son tontos resultará sobradamente evidente por su coherencia que Hipócrates propone siempre la existencia de los mismos elementos y que él fue quien escribió el libro que nos ocupa ahora. I 1 (17) Al que está acostumbrado a escuchar a los que hablan sobre la naturaleza humana más allá de lo que corresponde al arte médico, no le conviene escuchar este discurso. Pues afirmo que el hombre no es absolutamente ni aire, ni fuego, ni agua, ni tierra, ni ninguna otra cosa, que no resulta evidente que es una en el hombre, sino que me aparto ante los que quieren afirmar eso.127 No parecerá muy posible conocer con claridad el pensamiento del escritor a partir de lo que se encierra en esa declaración. Critica a cuantos alejan demasiado, más allá de la utilidad médica, el discurso sobre la naturaleza. Se podría suponer que lo alejan demasiado tanto quienes afirman que los elementos de la naturaleza del hombre son el fuego, el agua, el aire y la tierra como los que afirman que es uno de esos elementos. Nosotros en la suposición más evidente llegamos a lo primero, en una más rigurosa a lo segundo. (18) Uno podría exigir malvadamente a los que piensan que nuestros cuerpos están formados de fuego, agua, tierra y aire mezclados mutuamente que mostrase que en nosotros se distingue el agua, el fuego, la tierra o el aire y si no lo demuestran, afirmar que han sido rebatidos. Es lo mismo que exigir mostrar en su forma pura la cera, pez, sebo o resina de lo que actúa como tetrafármaco y si no, no conceder que está formado de esos elementos a quien no pueda mostrarlos128. Al afirmar que “están mezclados” se indica que ninguno de ellos está en su forma pura. En definitiva, es posible entender en la declaración propuesta ambas cosas, pero por lo que se dice después, se hace evidente que lo que pretende el escritor es lo segundo. Si uno presta atención con rigor y según la propia expresión, donde dice “afirmo que el hombre no es absolutamente ni aire …” no dice que no haya en absoluto aire en nosotros, como tampoco fuego, agua o tierra, sino que no es aire, fuego, agua o tierra absolutamente. Con esa expresión se quiere decir “no absolutamente”, no “nada en absoluto”. El asunto sobre el que hacemos nuestro discurso no se anula del todo por la expresión “absolutamente”, sino que hace pedazos lo completo y sin mezcla129. (19) Así por ejemplo se hace evidente que Homero usa según ese significado la expresión “absolutamente”, por lo que dice: “Tampoco quería que el ejército aqueo pereciera ante Ilión absolutamente”130. El propio Hipócrates cuando afirma: “No son absolutamente seguras las predicciones de curación o muerte en las enfermedades agudas”131. Homero dice que Zeus quería por agradar a Tetis provocar una gran destrucción de los griegos, pero no 127

Hp. Nat.Hom. 1.1

128

El mismo razonamiento exactamente se usa en Elementos 5.15.

129

Es decir, que toda nuestra naturaleza esté formada por uno de esos elementos por completo y sin ninguna

mezcla. 130

H. Il. 13.348-9, con una pequeña variante textual respecto al texto de nuestras ediciones que dicen , frente a la cita de Hipócrates . En el contexto homérico Zeus no quiere la ruina absoluta del ejército, pero sí que sufra pérdidas. 131

Hp. Aph. 2.19

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desde luego que ellos perecieran por completo; Hipócrates afirma que muchas de las predicciones son seguras, como demostramos en el tratado Comentario al pronóstico, sin embargo no todas, por supuesto. Por tanto, es mejor entender lo que queda claro en lo que viene a continuación, que Hipócrates no está de acuerdo con los que afirman que el elemento del cuerpo humano es solo aire, como tampoco que tierra sola, ni agua o fuego solos, porque tampoco es el elemento uno de esos, sino que todos son los elementos. (20) Por ello también es mejor leer por separado la expresión del final de esa declaración, que es ambigua según se separe o se junte, donde afirma: “… ni ninguna otra cosa, que no resulta evidente que es una en el hombre”. “Que es una” no es, como creen los que hacen la primera interpretación, una palabra sola pronunciada por los jonios en tres sílabas y por el resto de los griegos en dos, sino que son dos palabras, la primera el monosílabo “uno”, como cuando decimos al contar “uno”, “dos”, “tres”; la segunda “que es”, que nosotros pronunciamos en una sola sílaba y los jonios en dos.132 Pues se demostrará en lo que sigue que Hipócrates no está contra los que creen que se juntan cada uno de los cuatro elementos en el cuerpo, sino contra los que consideran que la naturaleza del hombre consiste en uno sólo de ellos. ¿Cómo, entonces —dirá alguien— queda apartado “más allá del arte médico” ese razonamiento según el cual algunos suponen que la naturaleza del hombre es un solo elemento sea el que sea? (21) Porque, como afirmará poco después, de esa opinión resulta que el hombre nunca tiene dolor. Es más, si uno está de acuerdo en eso, resulta que lo que cura es uno. Es evidente que tiene dolor y los cuidados médicos son variados, de forma que es falso en verdad. Veamos ya cómo construye cada una de esas afirmaciones en sus declaraciones posteriores. I 2 Pues afirmo que el hombre no es absolutamente ni aire, ni fuego, ni agua, ni tierra.133 Artemidoro apodado Capitón134 hizo una edición de los libros de Hipócrates bien considerada no sólo por el emperador Adriano sino también ahora respetada por muchos, como la de su coetáneo Dioscórides135. Uno y otro introdujeron al cambiar los textos antiguos muchas variantes que sólo conocen los comentaristas de los libros de Hipócrates. (22) Aparte de otras cosas, Capitón cambió la expresión que consideramos escribiendo algo así: “afirmo que el hombre no es absolutamente ni aire, ni fuego, ni agua”; dado que no encontró ningún libro de pensador antiguo que afirmara que la tierra ella sola es elemento ni era mencionado nadie de esa opinión en las investigaciones de los peripatéticos136 (los que más se dedicaron a este tema), alteró el texto con atrevimiento. Hubiera sido mejor que reprendiera a los que han analizado de quién era la opinión de que la tierra era el único elemento. En efecto, eso es parecido a indagar quién era el que sostenía que se vendaba la mano dislocada mirando hacia arriba, o quién reivindicaba que se hiciera la fijación del talón de distinta forma a como lo 132

Cf. la misma discusión en Elementos 3.50 y la nota al respecto. Galeno lee , frente a la lectura habitual , que supone una traducción “... ni ninguna otra cosa si no resulta evidente que es parte del hombre”. 133

Hp. Nat.Hom. 1.1.

134

Artemidoro Capitón fue médico en época de Adriano; sobre la valoración de su trabajo como editor de Hipócrates hoy se tiene un punto de vista más positivo, F. Kudlien, Hermes 89, (1961), 327. 135

Dioscórides fue un médico y botanista del s. I d.C. cuyo tratado de plantas medicinales Materia Medica ha sido la obra más famosa sobre la plantas medicinales desde la antigüedad hasta nuestros días. 136

En la escuela de Aristóteles se hizo un inventario de las opiniones de los naturalistas presocráticos. En 25 Galeno acusa a Sabino de haberse inventado una referencia de Jenófanes sobre que la tierra era el único elemento.

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hacía Hipócrates, o quién el de la clavícula, o quién el que no vendaba las fracturas con herida haciendo la fijación en la propia herida y la hacía en otra parte137, o quién en la cauterización de la articulación del hombro provocaba las escaras en las partes no indicadas138 o a quiénes critica en su exposición sobre la columna139. En efecto, Hipócrates hace muchas críticas de ese tipo en sus tratados Sobre las fracturas o en el Sobre las articulaciones (23), atribuyendo dichos errores, a veces, a una persona, otras veces a muchas, como también ocurre en el Sobre la dieta de las enfermedades agudas. En este escribió de forma crítica contra muchos médicos más o menos así: “Conozco a médicos que actúan de la manera más opuesta a como hay que hacerlo. Pues quieren todos, tras un proceso de deshidratación de dos, tres, o más días, al principio de la enfermedad, suministrar en ese estado líquidos hervidos y sin hervir”.140 Que nos muestren los comentaristas quiénes eran los que aplicaban esas dietas, quiénes los que creen que el hombre es sólo flema, quiénes que es sólo bilis amarilla o quiénes que es bilis negra; porque a continuación en este mismo libro Sobre la naturaleza del hombre dice que algunos fueron de esa opinión. En definitiva, sería mejor que los comentaristas dijeran que quizá ni siquiera pusieron por escrito sus opiniones todos esos y que cabe, si las escribieron, que no se hayan salvado sus escritos. Está a la vista que eso ocurre por multitud de causas: algunos no tuvieron quienes transmitieran sus doctrinas, (24) otros no publicaron en vida sus libros y al morirse se perdieron la copia o copias que quedaron. Es posible también que, por ser despreciados, sus escritos se descuidaran y con el tiempo se perdieran por completo. Y es más, incluso, algunos por envidia esconden o hacen desaparecer por completo libros de los antiguos y otros hacen lo mismo para decir que lo allí escrito es suyo. ¿Qué tiene de extraño que se perdieran los libros de los que escribieron opiniones absurdas, cuando incluso entre los atenienses pueden encontrarse poetas cómicos y trágicos que concursaron con éxito con obras que ya no se conservan? Dejando de lado todas las demás causas, cito dos que ocurren ahora mismo en Roma: bibliotecas que a menudo se incendian141 o se derrumban en terremotos o por alguna otra causa resultan en la destrucción de no pocos libros. Así pues, Capitón se atrevió a cambiar la declaración antigua de mala manera y ni siquiera añadió que era posible que el primer copista se equivocara y escribiera una cosa por otra. (25) También de malas maneras algunos de los comentaristas dijeron falsedades de Jenófanes, como Sabino142, que escribió textualmente: “Afirmo que el hombre no es absolutamente ni aire (como Anaxímenes), ni fuego (como Heráclito), ni agua (como Tales), ni tierra (como Jenófanes en algún sitio)” Está claro que Jenófanes en ningún lugar manifiesta eso y es evidente del todo que el propio Sabino está mintiendo por su propia voluntad y que no yerra por ignorancia. De lo contrario, desde luego, hubiera añadido la indicación precisa del libro en el que declaraba eso. Pero de hecho, escribió “ni tierra (como Jenófanes en algún sitio)”. Teofrasto en sus epítomes 137

En Hp. Fract. 25-6 se explica los errores que se cometen en este tipo de fracturas y los mejores remedios. 138

En Hp. Art. 11 puede encontrarse el procedimiento para reducir las luxaciones de hombro mediante cauterizaciones, con indicación precisa del lugar. 139

Galeno alude a una sección de tratado preservado Sobre las articulaciones.

140

Hp. Acut. 26, en la versión de B. Cabellos Alvarez, Tratados Hipocráticos I, Madrid (Gredos) 1983.

141

El propio Galeno perdió algunos de sus escritos en el incendio del templo de la Paz en el año 191, cf. nota a Elementos 9.3. 142

Sabino fue un médico del s. II d.C. y comentarista de Hipócrates al que critica Galeno numerosas veces en este comentario.

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de las opiniones sobre la naturaleza143 hubiera escrito la de Jenófanes si hubiera existido. Puedes leer, si te agrada el examen de esos temas, los libros de Teofrasto en los que hizo el resumen de las opiniones sobre la naturaleza, igual que si quieres conocer el examen de las opiniones de los antiguos médicos, puedes leer los libros del Compendio del arte médico atribuidos a Aristóteles, (26) aunque existe acuerdo en que fueron escritas por Menón144, su discípulo, por lo que también algunos denominan esos libros, “los tratados de Menón”. Está claro que Menón en cuestión, tras haber investigado con cuidado los libros de los médicos antiguos que todavía se conservaban en su momento, recopiló sus opiniones. Pero no pudo escribir las de aquellos que se habían perdido o las de los que estando a salvo no fueron estudiados por él. En definitiva, en esos libros no podrás encontrar ni siquiera uno que dijera que la bilis amarilla, la negra o el flema era el elemento de la naturaleza del hombre, sino que es evidente que la mayor parte de los médicos posteriores a Hipócrates creían que la sangre era el único elemento en nosotros, por lo que también creían que la concepción primera se producía a partir de ella y después tenía lugar el desarrollo en la matriz y la consumación completa de los embriones. Sin embargo, Hipócrates a continuación escribió que algunos creían que el hombre era flema y bilis y no hubiera escrito eso si no hubiera habido quienes opinaran así en su época o antes. I 3 (27) Está claro que ni siquiera saben que usan todos el mismo planteamiento y no dicen lo mismo145. Llegan a la misma conclusión en su razonamiento: dicen que es uno lo que es y que eso es el uno y el todo; sin embargo, no se ponen de acuerdo en sus nombres: uno dice que el uno y el todo es aire, otro que fuego, otro que agua y otro que tierra. Cada uno aporta a su razonamiento pruebas y testimonios que no son nada. Porque todos tienen la misma opinión y no dicen lo mismo, es claro que no saben nada en absoluto. Se daría uno cuenta de que es así asistiendo a sus discusiones. Cuando discuten las mismas personas unas con otras ante los mismos oyentes, nunca sale vencedor el mismo tres veces seguidas, unas veces gana uno, otras otro, el que coincide que tiene una lengua más fluida de cara a la multitud. (28) Sin embargo, es de justicia que quien afirma que sabe con certeza de las cosas ofrezca un razonamiento propio que salga triunfante siempre, si conoce la realidad y la muestra con rectitud. A mí me parece que esas personas se arrojan en las palabrería de sus razonamientos por su torpeza y que hacen acertar el razonamiento de Meliso.146 Desarrolla su razonamiento como si lo hiciera ante conocedores de las afirmaciones de los que suponen que el elemento es uno. Los que afirman que el fuego es el elemento quieren que a partir de él surjan los otros por apretarlo, juntarlo y abatanarlo. Si la compresión es escasa se produce aire, si es mayor agua, si es total y en el máximo grado tierra. Los que afirman que el agua o el fuego es el elemento, según el mismo razonamiento dicen que se generan los demás, por comprimir o expandir. Afirman que el agua al comprimirse produce tierra y que al expandirse aire. Y de la misma forma que el aire al comprimirse produce agua y al expandirse fuego. (29) Por tanto, gracias a la transformación de unos en otros surge el razonamiento de los que suponen que el elemento es uno, sea el que sea. Por eso dice Hipócrates que tienen la misma opinión, aunque no afirmen lo mismo. 143

Sólo se conserva esta obra de forma fragmentaria por citas principalmente de Simplicio y Filón de Alejandría, ed. H. Diels, Doxographi Graeci, Berlín 1879 (=1965). 144

Menón fue un discípulo de Aristóteles que se ocupó de hacer un compendio de las doctrinas médicas. Se conserva en parte esta doxografía a través de un papiro editado por H. Diels, Anonymi Londinensis ex Aristotelis iatricis Menoniis et aliis medicis eclogae. Suppl. Aristot. 3.1, Berlín 1893. 145

Sobre el texto que difiere de la edición de Jouanna, op. cit.,, véase nota a Elementos 4.13.

146

Hp. Nat.Hom. 1.2-4. El mismo pasaje se comenta de forma muy parecida en Elementos 4.4 ss.

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En definitiva, es evidente que con ese razonamiento en su totalidad rebate a los que piensan que el hombre es uno solo de los cuatro elementos y afirma que ellos se equivocan. Su razonamiento resultaba completamente increíble porque no demuestran nada. No dan argumentos de que el hombre sea uno de los cuatro elementos y hacen que resulte cierto el razonamiento de Meliso que piensa que es uno y ese uno no es desde luego uno de los cuatro, aire, tierra, agua o fuego. Parece que Meliso está convencido de que existe una substancia común que subyace a los cuatro elementos, que es no generada y no corruptible, a la que pensadores posteriores designaron “materia”147, no pudo, sin embargo, mostrarlo de forma articulada. Denomina a esa substancia en sí lo uno y el todo. Tampoco es verdad ese razonamiento, porque no es algo solo y único aquello que es el principio de los cuerpos en su génesis y destrucción, (30) como supuso Meliso, sino que además hay cuatro cualidades, el frío extremo, la sequedad, el calor y la humedad. No son esos, desde luego, elementos de la naturaleza del hombre o de los demás seres, sino principios. Pero todavía estaba eso confuso en los antiguos y no habían llegado a la comprensión de la diferencia entre el principio y el elemento porque se podía usar la apelación de elemento para los principios148. Pero son cosas claramente distintas, el elemento es la parte más pequeña del todo y el principio es aquello en función de lo que se diferencia conceptualmente eso que es lo más pequeño. Porque no es posible que el fuego por sí se separe en dos cuerpos y aparezca como mezcla de esos dos, como tampoco la tierra, el agua o el aire149. Sin embargo, es posible pensar que es una la naturaleza de lo que hace cambiar y otra distinta su cambio, ya que no es lo mismo el cuerpo que cambia que el cambio que en él se produce. Pues lo que cambia es lo subyacente, mientras que su cambio se produce por la transformación de sus cualidades. (31) Por producirse en lo subyacente un calor extremo, se realiza el fuego, como también el aire cuando recoge una humedad extrema, por lo mismo se hace tierra después de recoger sequedad sin calor aquello que subyace a todos y que por sí en su naturaleza no tiene cualidad, y agua cuando recoge frialdad. Sobre el frío primero ha habido no poca investigación150, que no es útil ahora, porque no lleva a ninguna conclusión en los trabajos del arte médico. Lo que sí es útil es investigar si el cuerpo de los hombres es simple o compuesto de los cuatro elementos simples, como nos enseñó el discurso platónico151 y nosotros enseñamos en el Sobre el método terapéutico, en su mismo principio. Pero sobre eso se hablará más adelante. Ahora recordemos cómo en la última cita expuesta Hipócrates refutó a los que afirmaban que el hombre es uno de los cuatro elementos pero no a los que afirmaban que los cuatro. En definitiva que era mejor lectura con toda verosimilitud en relación a la primera cita la que aspira la primera sílaba del “que es uno”152. (32) Porque Hipócrates demuestra que no es uno, sino que son más de uno los componentes de la naturaleza humana aunque desde luego 147

En griego  (hylé). Como hemos comentado en el pasaje correspondiente de Elementos 4.12 se trata de una teoría platónica en origen. 148

Sobre la distinción entre elemento y principio, cf. Elementos 6.39 y nota al pasaje.

149

Las propiedades que definen los elementos se clasificaron en dos pares contrapuestos o  (enantióseis) para cada uno de ellos, en palabras de García Ballester, p. 126: “El agua es la concreción de lo frío y lo húmedo; el fuego de lo cálido y seco; el aire de lo cálido y húmedo; la tierra de lo frío y lo seco”. Según eso cada elemento se define por dos propiedades, aunque una de ellas sea la dominante, concretamente la dominante en el fuego es el calor, en el aire la humedad, en el agua la frialdad y en la tierra la sequedad. Obsérvese que desde el punto de vista intuitivo resulta muy chocante que se atribuya la humedad al aire y no al agua. Cf. nota a Elementos 3.18 y 6.33 ss. 150

Podemos citar el tratado de Plutarco De primo frigido, 945F ss.

151

Se refiere a la cita del Fedro, expuesta al principio del tratado.

152

Alude a la cita I 1, cf. 20.

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ninguno de los cuatro elementos existe en su forma pura en el cuerpo153. Para empezar, ni siquiera afirman eso los partidarios de esa opinión. Demuestran que es uno diferente a los cuatro lo que está compuesto de esos cuatro elementos, igual que el tetrafármaco no es por sus facultades ni cera, ni pez, ni resina ni sebo, sino que es otra cosa distinta de ellos, que se ha formado de la mezcla de todos ellos. Y esa opinión es a su vez doble, porque algunos afirman que sólo se han mezclado por completo las cuatro cualidades unas con otras, mientras que otros demostraron que sus substancias. Los peripatéticos son de la primera opinión, los estoicos de la segunda. Ya antes de ellos, Empédocles consideraba que la naturaleza de los cuerpos compuestos lo es de los cuatro elementos incambiables y que así se mezclaron esos primeros elementos unos con otros como si uno triturara con todo rigor y hasta hacerlos polvo orín, calamina, litargirio y calcopirita, de forma que no se pudieran coger ninguno de ellos sin otro. I 4 (33) Algunos médicos dicen que el hombre es sangre, otros que es bilis y algunos que es flema.154 Tras haber contradicho a los filósofos que creen que nuestro cuerpo es en su naturaleza sólo fuego o sólo agua o sólo aire, pasó a los médicos y con una declaración como la anterior demostró que también éstos se equivocan como aquellos, cuantos consideran que el hombre es sólo sangre o bilis o flema. Por tanto, queda zanjada que sea dudosa la interpretación de la primera de todas las citas. Resulta que contradice siempre no a los que proponen que los elementos son cuatro, sino a los que dicen que es uno sólo entre ellos. Deja a un lado cierta opinión de médicos que es semejante a la de Meliso, que afirma que el hombre es una sola cosa que por transformación llega a ser cada una de las mencionadas. I 5 (34) Todos llegan a la misma conclusión: dicen que es uno, llamándolo cada cual como quiere, y que eso que es uno se cambia en su forma y en sus propiedades obligado por el calor y el frío y se hace dulce, amargo, blanco, negro y de múltiples formas. A mí me parece que tampoco eso es así.155 Dice que los médicos que afirmaron que sólo hay por naturaleza un humor llegaban a una conclusión que era la misma la de unos y la de otros, porque demostraban que ese humor único (sea el que sea el que cada uno postule) se transforma en los demás, y la misma que la de los filósofos156. Al argumentarlo cada uno adoptó su propia opinión, sin demostrar que exista de forma natural ninguno de los cuatro humores o que exista otra cosa distinta anterior en lugar de los humores, que al transformarse haga que surjan estos (35) (puede sostenerse esa quinta opinión en una teoría médica parecida a la filosofía natural de Meliso157). Entre éstos están por ejemplo los que dicen que ese uno se transforma “obligado por el calor y el frío y que se hace dulce, amargo, blanco, negro”, éstos parece que dicen que no existe ninguno de los cuatro humores. Al contradecirlos, afirma que no es uno por naturaleza, sino que existe

153

Cf. Elementos 5.15, con el mismo razonamiento mucho más largo, aquí se alude de forma rápida, aunque también se incorpore nueva información sobre las diferencias sobre la cuestión entre la escuela aristotélica y estoica. 154

Hp. Nat.Hom. 2.1. Entre los médicos monistas se cuentan Trasímaco de Sardes, conocido por el Anónimo de Londres, y Critias. Es fundamental sobre el particular el comentario de Jouanna, op. cit.,, pp. 239 y ss. 155

Hp. Nat.Hom. 2.2.

156

Se entiende filósofos monistas.

157

Cf. 29. Son cinco teorías: cuatro que sostienen que en origen sólo existe un humor y la quinta que sostiene que antes de los humores hubo algo anterior que se transformó en ellos.

-39-

otra cosa distinta que hace que se transforme en ellos158. Que la sangre es dulce, la bilis amarilla es amarga, la flema es blanca y la bilis negra es negra es razonable dejarlo dicho ahora y es en lo que se transforma aquello que dicen que es uno, obligado por el calor y el frío. Pero el añadido al final del razonamiento: “y de múltiples formas”, alude a los fluidos que se producen en las enfermedades graves. Aparece, por ejemplo, una bilis violácea y grisácea, que llaman bilis de glasto159, hay otra roja y otra color puerro y otras sin nombre, especialmente cuando se trata de una enfermedad que provoca putrefacción. I 6 (36) Yo afirmo que si el hombre fuera uno, nunca tendría dolor, pues siendo uno ni siquiera existiría aquello que le provocara dolor. Y, entonces, incluso si tuviera dolor, sería necesario que lo que cura fuera también uno.160 Antes atacaba los razonamientos concretos que sostenían los que suponían que el hombre es uno, demostrando que no sólo no eran demostrativos, sino que eran difíciles de creer, ahora dirige su atención a la opinión161 de los que creen que el hombre es uno. Y no es lo mismo refutar un razonamiento propuesto que reprochar que su opinión no es verdadera, porque es posible que la opinión sea verdad pero que no haya sido defendida adecuadamente por algunos y por ese proceder no queda refutada la opinión, sino los que la defendieron. Así pues, ahora deja de lado sus razonamientos y refuta la propia opinión en sí, ella sola, para lo que hace uso del razonamiento más fuerte y más breve. Afirmó que “si el hombre fuera uno nunca tendría dolor”. Decía que Hipócrates refutaba cualquier razonamiento, el de los que proponían que los elementos son indivisibles, el de los que son sin nexo y el de los que son lo más pequeño162. Para estos también es uno en su especie lo que de hecho es. (37) Asimismo se ha nombrado el primer cuerpo como no generado e incorruptible, puesto que todos los demás se generan por composición del primero. Su opinión propondrá que la generación de nuestros cuerpos reside en el tipo de composición de aquellos cuerpos imperecederos, igual que Hipócrates la propone en la mezcla de los cuatro elementos, que Aristóteles y los Estoicos aceptaron. Afirma que la prueba de que si el elemento fuera uno y simple no tendría dolor el cuerpo formado de un elemento tal, es que no existiría otro segundo elemento distinto capaz de actuar en él, porque no es posible que el cuerpo ese simple él solo sufra dolor por causa de sí mismo, además de que, si fuera posible que uno resintiera dolor por su propia causa, la curación sería una, porque es imposible que existan muchos tipos distintos de curación si no existen muchos elementos además de él. Pero de hecho son muchos los tipos de curación. I 7 (38) Son muchos los elementos que residen en el cuerpo que cuando unos con otros, en contra de su naturaleza se calientan o enfrían o secan o humedecen producen enfermedades. Por tanto, son muchos los tipos de enfermedad y muy variada su curación.163

158

Igual que antes al refutar el monismo, se afirmaba que la materia no era una porque necesitaba para transformarse en los cuatro elementos de las cualidades como principios, ahora ocurre lo mismo con los humores: el punto esencial, por tanto, es que tienen cualidades diferentes. 159

El glasto o hierba pastel (Isatis tinctoia) es una hierba que se usaba para conseguir tintes de color añil.

160

Hp. Nat.Hom. 2.3. Esta declaración de Hipócrates es uno de los puntales del razonamiento de los Elementos según Hipócrates. 161

Distingue entre  (dóxa), opinión, conjetura o suposición, y  (lógoi) o razonamientos que se esgrimen para afirmar esa opinión. 162

Cf. Elementos 2.5-7 y notas al pasaje.

163

Hp. Nat.Hom. 2.3.

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En la cita anterior a ésta refutó por las paradojas que se deducían de esa opinión a los que dicen que el hombre es una sola cosa, que es lo mismo que decir que es uno el elemento que lo conforma, porque no sentiríamos dolor nunca si no hubiera un segundo elemento capaz de actuar sobre el uno ese; en segundo lugar, aunque conviniésemos en eso, la curación sería de un solo tipo, y no de varios. En esta cita propuesta ahora refirió cuántos elementos va a mostrar que son primeros y causa de que surjan todos los demás. Son lo caliente, lo frío, lo seco y lo húmedo. Cuando se mezclan unos con otros en buena proporción, el ser vivo está sano; pero cuando mutuamente se calientan, enfrían, secan y humedecen, se generan de forma natural las dolencias que no se tratan de una sola manera164. En efecto, algunas enfermedades cesan al calentarse las propias partes dolientes, otras al enfriarse o secarse o humedecerse. (39) Se ha tratado sobre eso con la mayor extensión en el tratado Sobre las propiedades de los medicamentos simples y en el Sobre el método terapéutico. Pero es peor no decir nada ahora brevemente cuando se produce la evidencia de que tenemos dolencias y nos curamos a causa de lo caliente, frío, húmedo y seco. ¿Quién no conoce la dolencia que se produce cuando en una fuerte tempestad invernal uno intenta salir fuera de casa? ¿O la dolencia en una quemadura grave? ¿Quién no se resiente con la sed o por el contrario harto de bebida? Se padece de sed porque nos quedamos secos, el exceso provoca el estado contrario. Las hinchazones y todas las tumefacciones dolorosas más allá de lo natural, unas veces se producen por una humedad excesiva que fluye a la zona, otras veces, por estar los humores calientes o fríos más allá de lo natural. Y sin duda, las curaciones del cuerpo con exceso de humedad se producen por vaciamiento, (40) del que está seco más allá de lo natural por un aporte de líquido, del que se duele de frío por calentarse y del que se enfrió de forma desmedida por el calor. Queda demostrado que todos los medicamentos actúan por calentar, enfriar, secar o humedecer, porque esas son en primer lugar las cualidades activas y transformantes de los cuerpos, como mostramos en Sobre los elementos según Hipócrates165. A continuación están las cualidades del gusto, cuyos nombres son astringencia, sequedad, acidez, amargor, salobridad, acrimonia, agudeza, dulzura y untuosidad. Las del color consisten en el blanco, negro, rojo y semejantes. Las del tacto en la dureza, blandura, friabilidad y viscosidad. Las del olfato existen en un número igual a las del gusto pero no existen nombres para sus especies. La diferencia entre el buen olor y el mal olor en sí se denominaría y designaría de forma conveniente seguida de muchas especies. Eso son las partes importantes del razonamiento. Se han mostrado algunas en el Sobre los elementos según Hipócrates, (41) otras en el Sobre los medicamentos simples166. La mayoría remolonean para comprender estas demostraciones y, sin embargo, están muy dispuestos en llevar la contraria con argumentos que no saben. Por el contrario los ávidos de ciencia y amantes de la verdad se dedican a comprenderlas del todo con esfuerzo y sin embargo son reacios a la hora de llevar la contraria. I 8 Yo pido al que afirma que el hombre es sólo sangre y nada más que muestre que ni cambia su aspecto ni se llega a transformar en todo, y señale alguna época del año o de la vida del hombre en la que parezca que la sangre es una y sola en el hombre. Pues sería verosímil que hubiera un momento en que lo que es aparezca en sí y por sí

164

Queda expuesta con claridad la famosa teoría atribuida a Alcmeón de Crotona de la salud como equilibrio. 165

Elementos 7.4 y ss.

166

K. XI 445 donde se repiten casi de forma igual los listados de cualidades de los distintos sentidos. Estas clasificaciones tan complejas las conservamos por Galeno y es probable que procedan de las tradición médica. En Elementos 3.10 ss. no se trata de las cualidades con tanta amplitud.

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que es uno. Aplico las mismas palabras a propósito del que afirma que el hombre es sólo flema y del que afirma que sólo bilis.167 (42) También ahora contradice a los que afirman que el hombre es uno lo que yo decía que él exponía desde el principio. En primer lugar refuta a los que afirman que es sangre, porque sería preciso antes de nada, dice, que los hombres sanos tuvieran en el cuerpo sólo sangre sin las bilis168 y sin flema, si la naturaleza es sólo sangre en el cuerpo. En segundo, lugar, si se concediera que en algún momento adquirió la bilis y la flema, que apareciera algún momento de la vida o época del año en el que sólo hubiera sangre en el cuerpo sin los otros humores. De la misma forma refuta a los que afirman que el hombre es bilis o flema, que es sólo eso por su naturaleza, y piensan que se produjo su generación primera a partir de ese humor. I 9 Yo demostraré que los elementos que afirmo que son el hombre permanecen siempre, por costumbre y por naturaleza, los mismos e iguales, cuando se es joven y cuando viejo, cuando se trata de la estación fría y cuando de la caliente. (43) Presentaré pruebas y mostraré por causa de qué imperativos cada uno de ellos se desarrolla y se consume en el cuerpo.169 Promete mostrar que en todo momento los elementos que él propone residen en el cuerpo, pero que según las épocas de la vida sufren desarrollo o consunción, que es su disminución. Por costumbre quiere decir que eso es lo que creen y opinan los hombres, porque así acostumbraban a creerlo los antiguos; por naturaleza, según la verdad de los hechos. I 10 En primer lugar, es imperativo que la generación tenga lugar a partir de más de uno, porque, ¿cómo podría algo que es uno engendrar otra cosa, sin unirse sexualmente con algo?170 (44) Hipócrates sigue de cerca las evidencias manifiestas, por eso decía ahora también que nada se engendra de lo que es uno sin precisar de otro externo a él que sea apropiado para la unión con él. Por el contrario, algunos llamados filósofos naturalistas se atrevieron, no sé cómo, a demostrar una opinión aberrante que va completamente en contra del estudio de la naturaleza. Quien afirma que el ser es uno suprime en su razonamiento toda generación, porque si fuera uno lo que nace, no fue antes y tampoco será poco después, porque ni Tales, ni Meliso, ni Heráclito171 fueron antes, si ahora son. ¿Acaso diría uno verdad al afirmar que esos hombres no han nacido? ¿O nacieron y vivieron cada uno no pocos años pero no fueron en el momento en que vivieron? ¿O convendremos que ellos fueron en aquel momento y afirmaremos que no eran aunque fueron, en el momento en que eran? Y está claro que si uno conviene en que ellos fueron, convendrá en que han nacido. ¿Cómo? ¿No es verdad que un árbol, una piedra o un león fueron hace un tiempo porque se generan y destruyen? (45) Si existe la generación de lo que antes no era, es necesario que se produzca a partir de alguna substancia preexistente. Pero vemos que esa substancia en sí, ella sola, no puede generar nada. Por ejemplo, las semillas de las plantas precisan de humedad y calor externos adecuados para engendrar algo. Porque si la semilla por su naturaleza pudiera engendrar sin precisar 167

Hp. Nat.Hom. 2.4. Cf. Elementos 3.54-5 y la nota sobre los problemas textuales. Seguimos la solución de De Lacy, op. cit., y nos apartamos en este caso de la lectura de Mewaldt. 168

Negra o amarilla.

169

Hp. Nat.Hom. 2.5.

170

Hp. Nat.Hom. 3.1. Cf. Elementos 3.56.

171

Cita a distintos filósofos defensores de planteamientos monistas diferentes. Jouanna, op. cit., 252 en su interpretación del texto hipocrático considera que el objetivo de la crítica de Hipócrates era sobre todo Diógenes de Apolonia, cf. “Rapports entre Mélissos de Samos et Diogène d’Apollonie à la lumière du traité hippocratique De natura hominis” REA 67 (1965) 306-23.

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ninguna otra cosa externa, no se demoraría ni siquiera un momento para generar, sino que crecería al momento. En realidad se observa que se demoran muchas veces no sólo meses sino años muchas semillas, porque la capacidad de engendrar no la tienen por sí mismas, sino que precisan alguna ayuda exterior que no se produce sólo por toque simple, sino por un contacto con la propiedad de distribuirse por todo lo que recibe el contacto. Si se observa que la semilla en su generación sufre una transformación en su totalidad en lo que afecta a los árboles, hierbas y todos los vegetales, con mucha mayor claridad se observa en los seres vivos que no pueden nacer sólo del macho o de la hembra si no hay unión sexual. I 11 (46) En segundo lugar, tampoco engendran ni se completarían seres iguales a nosotros si no se unen sexualmente seres de la misma raza y que tienen las mismas propiedades.172 Afirma que no sólo es imposible generar algo a partir de un ser solo, sino que ni siquiera de dos, si no se unen sexualmente seres de la misma raza, es decir, que tienen una afinidad en su substancia. Se observa que eso también se produce con seguridad en la generación que producen animales de distinta raza, como sucede con los caballos y asnos o con zorros y perros. Pues de su unión se engendra cierto animal que es mezcla de ambos, pero todos los que tienen una naturaleza muy diferente entre sí ni siquiera pueden engendrar nada aunque se produzca en algún caso la unión sexual. Lo que se añade al final de la cita “ni se completarían seres iguales a nosotros” lo dan como seguro los que han hecho la exégesis del libro, pero no está claro o no ha sido interpretado adecuadamente por el que lo escribió o hay un error de los copistas. Lo que me parece que quiere significar es lo siguiente. (47) Aunque no sea de la misma especie el animal que se une con otro distinto, es necesario que exista cierta comunidad natural, afirma, o “no se completarían seres iguales a nosotros”, es decir, no nacería del coito un animal igual a los que lo engendraron. Quizá la afirmación no era ésa: “ni se completarían seres iguales a nosotros”. I 12 Si no estuvieran lo caliente respecto a lo frío y lo seco respecto a lo húmedo en una relación mutua proporcionada y equilibrada, sino que dominara en mucho uno sobre otro, el más fuerte sobre el otro más débil, no se produciría la generación.173 Antes afirmaba que no podía completarse una generación productiva de nada si no fuesen de la misma raza los que se juntan, ahora añade que el coito, incluso de seres de la misma raza, no engendra necesariamente. Ya ha dicho en los Aforismos ese razonamiento completo que dice: (48) “Todas las mujeres que tienen la matriz fría y densa no conciben. Todas las que tienen la matriz húmeda en exceso no conciben porque se extingue su engendro. Todas cuantas la tienen demasiado seca y ardiente, tampoco, porque la simiente se destruye por falta de alimento. Por el contrario, todas las que tengan una mezcla de unos y otros equilibrada, son fecundas.”174 En ese razonamiento enseña por qué motivos son estériles las mujeres. Se muestra también cuál es su consecuencia, sobre lo que nosotros en otro lugar175 y otros muchos antes 172

Hp. Nat.Hom. 3.1. Existen diferencias textuales con la edición de Jouanna, op. cit., que no lee sino , tampoco lee , sino . Son diferencias que afectan al sentido. El pasaje presenta serios problemas de comprensión, de ahí las diferencias textuales. En la versión de Jouanna, op. cit., habría que traducir “se completaría ni un solo nacimiento” frente a “engendran ni se completarían seres iguales a nosotros”. El propio Galeno sospecha de su texto por sus dificultades de comprensión. 173

Hp. Nat.Hom. 3.1. Cf. Elementos 8.9.

174

Hp. Aph. 5.62.

175

De semine o Sobre el esperma.

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de nosotros escribieron. Platón176 también demostró que no es pequeña el arte por la que se conoce a los hombres y mujeres cuya unión es acorde para la generación. Porque lo que dijo de la matriz en relación a las mezclas177, hay que considerar que también es válido para la mezcla del semen. También éste es a veces más húmedo o más frío de lo necesario, otras veces es más seco o ardiente. Es afín el esperma húmedo para una matriz seca y el seco para una húmeda, como también el frío para una cálida y el cálido para una fría. (49) Sobre esto tratamos con detalle en la obra Sobre la concepción de hijos178 lo expusimos. Por ahora basta con conocer que no es posible que de uno solo nazca nada, ni tampoco lo es, aun cuando se nace de dos o más que cohabitan, sin una afinidad mutua y sin cierto equilibrio de la mezcla que se forme de los que se unen. I 13 Por tanto, ¿cómo es posible que se engendre algo de uno solo, cuando ni siquiera nace a partir de más si no ocurriera que son conformes en su mezcla mutua?179 El resto de la cita está claro de lo dicho anteriormente, pero es preciso acordarse del término referido a la mezcla, que expresó como “mezcla”180, porque el primero que sabemos que demostró que se mezclan los elementos fue Hipócrates, como se mostró un poco más arriba. También en eso se diferenció de Empédocles, porque éste afirma que nosotros y todos los demás cuerpos por la tierra están formados de los elementos que dice Hipócrates, (50) pero afirma que no por mezclarse mutuamente sino por estar unos junto a otros y en contacto en pequeñas partes181. Se ha mostrado en el tratado Sobre los elementos según Hipócrates182, donde mencionamos casi todas las opiniones naturalistas que ha habido sobre los primeros principios o elementos, que también esta opinión de Empédocles se rebate con los mismos argumentos que las opiniones que hacen surgir un cuerpo con percepción a partir de unos cuerpos primeros sin percepción y sin sensibilidad. I 14 Así pues, es por fuerza, al ser tal la naturaleza del hombre y de todos los demás, que el hombre no sea uno y que cada uno de los elementos que contribuyen en su generación tengan cierta propiedad en el cuerpo, concretamente aquélla con la que contribuyó.183 (51) Hipócrates proclamó antes que es imposible manifiestamente, si no se mezcla adecuadamente lo caliente con lo frío y lo seco con lo húmedo, que se produzcan nacimientos a partir de cuerpos capaces de generar. Ahora afirma que el nacimiento del hombre, y también de todos los seres cuyo cuerpo nace y muere, es a partir de los mismos elementos; todo ha surgido de lo caliente, lo frío, lo seco y lo húmedo y por eso esos son los elementos comunes de todos los seres. Los propios de la naturaleza humana son la sangre, la flema, la bilis amarilla y la negra. Aunque ni siquiera está bien dicho que esos son específicos, porque son comunes de todos los animales con sangre. Es evidente que cada uno de ellos ha surgido de los primeros cuatro elementos, que designamos por sus cualidades húmedo, seco, frío y caliente. Los nombres específicos de su substancia son fuego, agua, aire o tierra, porque es 176

Tht. 149d-e.

177

Las mezclas de los elementos, es decir el equilibrio en la proporción de los elementos que intervienen en la mezcla. 178

No se conserva este tratado.

179

Hp. Nat.Hom. 3.1.

180

Usa ahora la forma jonia de la palabra  (krâsis), como hace el texto hipocrático.

181

La fuente galénica de la concepción empedocela de los elementos parece que es Arist. GC 334a26. Cf. la introducción y W.K. Guthrie, Historia de la Filosofía Griega, II, Madrid 1994, 158 ss. 182

Elementos 9.12 ss, sobre el problema de la percepción y sensibilidad, cf. 2.17 ss.

183

Hp. Nat.Hom. 3.2.

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claro que los elementos son designados por sus cualidades simples y sin mezcla. (52) En el fuego existe un calor extremo, en el aire una humedad extrema, en el agua un frío extremo y en la tierra una sequedad extrema al tiempo que compresión y enfriamiento184. ¿Cómo, entonces, creen algunos que Hipócrates postula como elementos lo húmedo, lo seco, lo frío y lo caliente (porque esos son los que hay en el hombre), pero no creen que admita el fuego, el agua, el aire y la tierra (porque ninguno de éstos se observa en el cuerpo del hombre)? No comprenden que si decimos que todas aquellas cosas observables en el cuerpo que sean cálidas, frías, secas o húmedas son elementos comunes a todos los cuerpos, según ese razonamiento, también lo será la piedra y cada cosa de los cuerpos con alma y sin alma como la sangre, la flema y las dos bilis, igual que el hueso, el cartílago, la vena, la arteria, el nervio y todos las demás cosas observables en el cuerpo que son calientes, frías, secas y húmedas185. ¿Quién, entonces, se atreverá a afirmar que esos son elementos comunes de todos los cuerpos? Nadie, desde luego, ni el más torpe, aunque haya dicho Hipócrates: “Así pues, es por fuerza, al ser tal la naturaleza del hombre y de todos los demás”. Es necesario ahora creer que Hipócrates afirma que los elementos no son las cosas que puede verse en el cuerpo que son calientes, frías, secas o húmedas, sino los cuatro elementos, porque esos tienen cualidades extremas y sin mezcla, a partir de los cuales al mezclarse mutuamente surgen todos los cuerpos intermedios según cuál domine y que no están designados apropiadamente como calientes, fríos, secos y húmedos186. (53) Porque si proponemos como elementos esos que ya están mezclados, no sé qué vamos a decir que son los que tienen las cualidades extremas. En la afirmación siguiente muestra de forma más clara aún su opinión. I 15 Y a su vez es necesario que al morir el cuerpo del hombre regrese cada cosa a su propia naturaleza, lo húmedo a lo húmedo, lo seco a lo seco, lo caliente a lo caliente y lo frío a lo frío.187 Dice que a la muerte del hombre regresan a su propia naturaleza por separado cada uno de los elementos mencionados, elementos que llamaba caliente, frío, seco y húmedo, sin decir, desde luego, que la sangre vuelva a la sangre del mundo, ni la flema a la flema, ni la bilis a la bilis, ni la arteria a la arteria, ni la carne a la carne, (54) ni la vena a la vena, ni el nervio al nervio, sino que lo caliente frío, húmedo y seco en cada uno de éstos, retorna a los elementos comunes de todas las cosas. Porque, por supuesto, el nervio está formado evidentemente de lo caliente, frío, seco y húmedo como elementos. Y no de otro nervio, como tampoco la vena de otra vena, porque ni siquiera puede concebirse que estas partes estén mezcladas del todo mutuamente, carne, vena, hueso, arteria y las demás. Sí quiere Hipócrates que se mezclen del todo mutuamente lo caliente, frío, seco y húmedo, si nos acordamos algo de lo dicho poco antes188. En definitiva, las partes calientes, frías, secas y húmedas observables con claridad en el cuerpo del hombre no son elementos de la naturaleza del hombre, sino que son elementos los que entran en la composición y generación de esas partes, que son el agua, el fuego, el aire y la tierra. Se ha demostrado sobre eso suficientemente en el libro Sobre los elementos según Hipócrates. 184

Cf. notas a 30.

185

Casi toda esta frase la ha reconstruido Mewaldt, op. cit., a partir de la traducción árabe y de otros

pasajes. 186

Se alude a la teoría de la cualidad dominante  (epikrateía) de forma muy rápida. Se puede ver con más detalle en Elementos 6.31-5 y 8.10. Por cuerpos intermedios se entienden los que tienen mezcla de cualidades y por tanto no tienen ninguna de éstas en grado máximo. 187

Hp. Nat.Hom. 3.3.

188

Se refiere ahora a la cita I 13 (Hp. Nat.Hom. 3.1) en la que se aludía a que sólo puede engendrar lo que tenga una mezcla proporcionada de los cuatro elementos, que es a lo que alude ahora con la “mezcla del todo”.

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I 16 (55) Así es la naturaleza de los animales y de todos los demás seres.189 Afirma que así no es sólo la naturaleza del hombre, sino también la de todos los demás seres, resultado evidentemente de la mezcla de lo caliente, frío, seco y húmedo, en su forma simple y extrema. Todos los intermedios de estos extremos contienen la mezcla de esos elementos. Por tanto es una insensatez afirmar que la mezcla de los intermedios surge de los intermedios190. No se dan cuenta que es eso lo que afirman los que dicen que nuestra naturaleza está compuesta de las partes observables en nuestro cuerpo como húmedas, secas, calientes y frías. Pero todavía es más insensato que digamos que la naturaleza de todos los demás animales y plantas procede de esos intermedios. Hipócrates en esta cita ha dejado claro que la naturaleza de todos los demás seres es la misma. No sé qué dirán cuando, por ejemplo, surja, si hay suerte, un gran árbol después de haber arrojado en tierra una semilla de higuera. (56) Es insensato afirmar que su substancia no procede de la tierra y el agua sino de otro lugar. Es claro que la tierra es extremadamente fría por sí misma, mientras que la higuera tiene mucho calor, gracias al cual vive. Por eso en los peores temporales, aunque se enfría, no perece. Por tanto, está claro que el cuerpo de la higuera está formado no sólo de agua y tierra, sino que también participa de la naturaleza fogosa y también está claro que de la aérea, dado que a todas luces su madera es más ligera que la tierra y el agua. En definitiva, la higuera está formada de los cuatro elementos y si lo está ella, también el higo. Y así todos los frutos (también los granos de trigo, cebada, judías y las demás semillas de Deméter o leguminosas que son parte de los frutos). Así pues ellos estás compuestos de los cuatro elementos, tierra, fuego, agua y aire. Puesto que los humores surgen en nosotros de la alimentación con frutos y plantas, es evidente que también los humores tendrán el primer principio de la generación: agua, tierra, aire y fuego. (57) Lo que afirmaba también queda demostrado en el libro Sobre los elementos según Hipócrates191, de forma que es momento de pasar a otra cita. I 17 Todo nace por igual y todo muere por igual.192 Ni aunque hubiera adivinado que habría algunos hombres que lo iban a mal interpretar hubiera dicho tantas veces esta misma opinión Hipócrates como hizo, al afirmar que todo, no sólo el hombre, nace y muere por igual, como dice la cita, a partir de los cuatro elementos con toda evidencia, y no de las partes del cuerpo que sean calientes, frías, secas o húmedas. Algunos son tan ignorantes de la lengua griega que creen que lo que es caliente en el cuerpo del hombre, lo que es frío, lo que es húmedo y lo que es seco y puede distinguirse mediante los sentidos193, esos son los elementos comunes de la generación. I 18 (58) Su naturaleza está constituida a partir de todos los elementos mencionados y muere según se ha dicho volviendo al mismo lugar de donde cada uno en su momento se formó y se apartó.194 Se aferra en querer según su opinión que la naturaleza de todas las cosas se constituye a partir de los cuatro elementos citados y que termina en los mismos, de donde cada uno de los seres se conformó en su momento y se apartó, en los elementos comunes con claridad del mundo: tierra, agua, aire y fuego. Por ello desconocen por completo el pensamiento de Hipócrates los que entendían lo dicho al principio “afirmo que el hombre no es absolutamente 189

Hp. Nat.Hom. 3.4.

Como veíamos en 52 por “intermedios” se entienden, por ejemplo, las partes visibles como la sangre, la flema, las dos bilis, el hueso, el cartílago, la vena, la arteria, el nervio, etc. 190

191

Cf. Elementos 5.25 ss.

192

Hp. Nat.Hom. 3.4.

193

Las partes visibles como la sangre, la flema, las dos bilis, el hueso, el cartílago, la vena, la arteria, el nervio, etc. 194

Hp. Nat.Hom. 3.4.

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ni aire, ni agua, ni fuego ni agua”, en lugar de “no por completo”. Se descubre que Hipócrates no pretende que los elementos comunes de todo no estén “no por completo” en el cuerpo del hombre, sino que critica a los que afirman que se conforma a partir de uno solo de ellos. I 19 (59) El cuerpo del hombre contiene en sí mismo sangre, flema, bilis amarilla y negra. En eso consiste la naturaleza del cuerpo y por eso está doliente y está sano.195 Al concluir el razonamiento sobre los elementos comunes pasó en esta cita a los elementos de los animales con sangre, entre los que se encuentra el hombre, al pretender que nuestra generación se produce a partir de la sangre, flema y los dos tipos de bilis y perduramos gracias a ellos durante la totalidad de la vida. En eso consiste la naturaleza del hombre, tanto de los humores que rodean a las partes duras como de las propias partes duras196, que tienen su origen a partir de estos humores en la formación primera197, cuando el animal está gestando. Porque todas las partes surgen a partir del menstruo, que no es sangre pura y tiene en sí mismo las dos bilis y el flema. Eso lo mostrará un poco después. (60) Sin embargo, estar sano, tener dolor y enfermar dirá que se da por esos elementos; la manera por la que se produce lo explica en la cita siguiente. I 20 Está sano en el mayor grado, por tanto, cuando están en la proporción adecuada esos [humores] 198 tanto en su capacidad de interrelación mutua como en su cantidad y cuando están mezclados al máximo.199 Según todos los médicos y filósofos que son “dogmáticos” perfectos200, la proporción de los elementos201 motiva la salud. La doctrina de los elementos es doble en sus variantes lógicas, una de ellas dice que las generaciones de los cuerpos mezclados se producen por yuxtaposición y entrelazamiento de los cuerpos primeros; la otra que por mezcla. La primera atribuye la proporción a los poros202, la segunda afirma que estamos sanos por la mezcla favorable de los elementos. Iniciador de esta opinión es evidentemente Hipócrates. (61) Al ser de dos tipos la proporción equilibrada, por residir una en las capacidades de lo que se mezcla y la otra en la cantidad de substancia, Hipócrates mencionó ambas al afirmar: “tanto en su capacidad como en su cantidad”. Lo que declara al final de la cita “y están mezclados al máximo” se refiere a la rigurosidad de la mezcla total de los elementos; porque en el caso de un estado corporal absolutamente sin tacha se produce con rigor no sólo la proporción equilibrada de los cuatro elementos, sino también su mezcla total; mientras que en el caso de mezclas peores ocurre a veces, en lo que 195

Hp. Nat.Hom. 4.1.

196

La diferenciación entre humores y partes duras es típica de la concepción anatómica galénica.

197

Como se ve en otros tratados Galeno distinguía distintas fases en la formación del feto, cf. por ejemplo Sobre la formación de los fetos K. IV 698 198

Es característico del autor de este tratado hipocrático que no usa nunca el término  (chymós) ‘humor’, aunque algunos manuscritos recientes lo incluyan. Como ha observado Jouanna, op. cit.,, 33, se refiere a los humores mediante la perífrasis . Este hecho puede ser significativo en la relación entre humor y elemento. 199

Hp. Nat.Hom. 4.1. Existe un problema textual, elegimos el texto de Jouanna, op. cit., porque hace mejor

sentido. 200

Cf. la nota a 8.

Como se puede apreciar con toda claridad en 59 y en Elementos 10.1 ss. para Galeno son “elementos” tanto los cuatro elementos de los que se ha hablado antes, tierra, aire, fuego y agua como los cuatro humores básicos: sangre, bilis amarilla, bilis negra y flema. A los primeros los denomina “elementos comunes”, a los segundos “elementos de los animales”. En esta parte usa el término en la segunda acepción. 201

202

Teoría de la medicina metódica.

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respecta a las partes del cuerpo una a una, que los humores no están mezclados unos con otros ni por igual, ni con uniformidad ni de forma total. Cuando todavía no está dañada con claridad la función fisiológica, la salud está afectada, aunque todavía no hay enfermedad. I 21 Está doliente cuando alguno [de los humores] 203 resulta escaso o excesivo o se aparta en el cuerpo y no esta mezclado con todos”204 (62) Igual que en el estado de salud proponía la proporción precisa en la cantidad, en la capacidad y en la mezcla total, de la misma forma también en la enfermedad propone sus contrarios, por un lado, hace referencia a lo escaso o excesivo en la cantidad de substancia y en su capacidad, por otro a que no se mezclan con todos con el consiguiente desequilibrio humoral o irregularidad de la mezcla o como quiera uno nombrarlo. I 22 Porque forzosamente, cuando alguno de ellos se aparta y queda solo, no sólo el lugar desde el que se apartó enferma, sino también aquél en el que está y al que refluye produce una inflamación por exceso de líquido y dolor.205 Cuando alguno de los cuatro humores se queda en cierta proporción solo y por su cuenta en algún sitio aislado de los demás y no está mezclado del todo totalmente con ellos, el animal se duele, al producirse un desequilibrio humoral en ambas partes, el lugar del que se apartó y aquél al que se añadió. (63) Esto se produce especialmente con los humores que tienen fuertes capacidades, porque no sólo aumentan el peso cuantitativamente de la parte en la que se precipitaron, sino cualitativamente, por provocar dolor al calentar o enfriar violentamente. I 23 Porque cuando alguno [de los humores] 206 fluye fuera del cuerpo de forma más que abundante, el vaciamiento produce dolor.207 Hay que entender que está diciendo “en exceso” con la expresión “de forma más que abundante”, o, si uno no quiere entender esto, hay que creer que dice que el humor que no se mezcla con todos los demás es abundante. Cualquiera de estas dos posibilidades es creíble. I 24 Y, a su vez, si se produce hacia dentro el vaciamiento, el cambio de lugar y la secreción, que lo aleja de los demás [humores] 208, (64) es muy necesario que según lo dicho se produzca un dolor doble, en el lugar del que se aparta y el lugar en el que se acumule en exceso.209 Que había hecho esta afirmación210, incluso él mismo lo mostró por la forma de decirlo, porque la cita un poco anterior se separa de la que hace ahora en su forma, pero no en su significado, cuando afirmó: “Porque forzosamente, cuando alguno de ellos se aparta y queda solo, no sólo el lugar desde el que se apartó enferma, sino también aquél en el que está y al que refluye produce una inflamación por exceso de líquido y dolor.”

203

Cf. la nota a la cita I 20 en 60.

204

Hp. Nat.Hom. 4.3.

205

Hp. Nat.Hom. 4.3.

206

Cf. la nota a la cita I 20 en 60.

207

Hp. Nat.Hom. 4.3.

208

Cf. la nota a la cita I 20 en 60.

209

Hp. Nat.Hom. 4.3.

210

Es el mismo contenido que el de la cita I 22 de 62.

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I 25 Dije desde luego que iba a demostrar que esos elementos que voy a afirmar que son el hombre son siempre iguales por convención y por naturaleza.211 Dijo por convención por querer mostrar la opinión que tienen sobre ellos los hombres. Por naturaleza, por querer mostrar la verdad de las propias cosas. (65) Prestemos atención a las citas siguientes para conocer si lo que prometió al principio del tratado lo cumple ahora. I 26 Afirmo que son la sangre, la flema, la bilis amarilla y la negra. Afirmo en primer lugar que por convención y por sus nombres están diferenciados y ninguno de ellos tiene el mismo nombre. En segundo lugar, que por naturaleza están separados en su apariencia y que ni la flema se parece en nada a la sangre, ni la sangre a la bilis, ni la bilis a la flema. ¿Cómo podrían ser semejantes unos con otros, si ni siquiera sus colores son iguales en la observación, ni tampoco son iguales al tacto con la mano? Porque no son calientes, ni fríos, ni secos ni húmedos por igual.212 Su razonamiento es claro todo él y demuestra lo que prometió. En efecto, según esta cita, mostró que son cuatro los humores que se distinguen unos de otros en el cuerpo. (66) En las siguientes, que todos ellos son por naturaleza y que ninguno de ellos procede de los otros. En esta cita afirma que los humores se diferencian unos de otros por el color, constitución, calor, frío, humedad y sequedad. Incluso se observan con claridad. A algunos les chocará que se diferencie un humor de otro también por la sequedad, cuando todos los humores son húmedos; que supriman entonces también que no se diferencian tampoco por la humedad. Si están de acuerdo en que un humor es más húmedo que otro, se verán obligados a conceder que el que es menos húmedo es tal por entremezclarse el elemento seco. Por supuesto que eso se observa con todos los humores: la bilis amarilla muchas veces se vuelve completamente líquida, cuando deja de ser amarilla y palidece en su color. Otras veces, espesa como pasta de legumbres amarilla y algunos la designan como “lecitoide”213. La bilis negra es siempre más espesa que la pálida y amarilla. Pero también referido a ella es aplicable más y menos en no poca medida, como respecto a la sangre, que también a veces tiene un aspecto tan líquido que fluye y otras uno bastante espeso. A la flema se le puede aplicar la misma proporción que a los humores mencionados, (67) porque cambia en su espesor y ligereza, unas veces es como el agua, otras veces espesa hasta parecerse al calostro. Sucede eso con los humores porque no son verdaderos elementos, como el agua, la tierra, el aire y el fuego, porque cada uno de ellos surgió de esos cuatro elementos, siendo dominante uno de ellos en un humor, otro en otro, como lo entendisteis muchas veces. I 27 Por tanto es necesario que, cuando es tan distinta la apariencia y propiedades de unos y otros, no sean uno, si es que el fuego y el agua no son uno.214 La opinión de los que piensan que el hombre es uno es extravagante, sin embargo Hipócrates parece oponerse a ella en serio, quizá porque hubo algunos hombres en su época que propugnaron esa opinión. Cuando no se conservan ya la mayor parte de los escritos de los antiguos, con mayor motivo tampoco es fácil que se conserven las opiniones que no pusieron 211

Hp. Nat.Hom. 5.1. Existen bastantes problemas textuales en esta cita. La solución que propone Jouanna, op. cit., (con explicación detallada en p. 259) supone que no existe pausa de sentido entre esta cita y la siguiente. Puesto que Galeno sí establecía esa pausa por el comentario que hace, seguimos la lectura de Mewaldt. La referencia que hace aquí Hipócrates es a la cita I 9 en 42. 212

Hp. Nat.Hom. 5.1-2.

213

Existe todavía como término científico para referirse a algo de color amarillo yema de huevo. En griego se relaciona directamente con  puré de legumbres y cereales de color amarillo yema de huevo. 214

Hp. Nat.Hom. 5.1-2.

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por escrito, (68) especialmente porque algunos no escribieron ni un solo escrito, como Sócrates y Pitágoras, o en nuestra época entre los médicos ilustres, Cento215. En mayor medida hay que creer que ha habido muchos hombres preclaros mientras estuvieron vivos cuyas concepciones y opiniones se perdieron con su muerte, cuando incluso Platón, que escribió gran número de escritos, dicen sus discípulos, sin embargo, que expresó algunas opiniones no escritas al margen de las que sí lo fueron. Igual que creemos a los discípulos que hablan de las opiniones no escritas, también hay que creer a Hipócrates que hubo algunos que afirmaban que la tierra sola es el elemento común de todo y que en el hombre es el humor único la bilis o la flema. También sé ahora de algunos que han escrito cosas absurdas, cuyos escritos o han perecido ya con ellos o perecerán, como el que afirmaba216 que la tierra es madre, nodriza, principio y elemento, porque ella engendró también el cielo y los animales de su momento, según dice Hesíodo. (69) Alguno de los de Arquígenes217, hombre no torpe, estaba persuadido de que el aire no penetraba en el cuerpo en la inspiración ni salía en la expiración, algún otro quería que la flema fuera el primer humor elemental. Por tanto, no busquemos los nombres de los que profirieron en primer lugar esas opiniones extravagantes, si no podemos mostrar a partir de un escrito suyo que Tales demostró que el agua es el único elemento y sin embargo todos están convencidos de ello. I 28 Podrías entender con lo siguiente que todos esos [humores] 218 no son uno, sino que cada uno de ellos tiene sus propiedades y su propia naturaleza, porque si le das a una persona un medicamento que expulsa la flema, te vomita flema, si le das uno que expulsa la bilis, te vomita bilis. Por las mismas también se purga de bilis negra si le das el medicamento que expulsa la bilis negra. Y si le haces una incisión en alguna parte del cuerpo hasta provocarle una herida, fluirá sangre. (70) Se producirá todo eso cualquier día o noche, en invierno o verano, mientras sea capaz de atraer hacia sí aire y volverlo a echar o hasta que se vea privado de alguno de esos componentes congénitos. Y los mencionados son congénitos. ¿Cómo no iban a serlo? Porque está claro, en primer lugar, que el hombre los tiene dentro de sí mientras está vivo, luego, que nació de otro ser humano que también los tenía, y que crece dentro de un ser humano que también los tiene todos los [humores] 219 que afirmo y demuestro.220 En la primera parte de la cita deja demostrado con claridad y verdad que el hombre tiene de siempre en sí mismo todos esos humores: la dos bilis, la flema y la sangre. En la última no muestra sólo eso sino que están en el hombre todos esos humores por naturaleza y no sólo uno entre ellos, como afirman algunos. Las opiniones de los que afirman que por naturaleza sólo existe uno de los humores son fáciles de refutar, la de los que afirman que es la sangre, no hay que despreciarlas, (71) sino que precisa de un fuerte debate para rechazarla. Ya es el momento de ponerse a ello comenzando por lo dicho antes por Hipócrates. Dice así más o menos:

215

Cento es citado con relativa frecuencia por Galeno a pesar de no haber dejado escritos. En Sobre las administraciones anatómicas K. II 225 aparece citado como maestro de Sátiro que fue maestro a su vez del propio Galeno, por tanto fue un médico del s. I d.C. También lo menciona en 136 como discípulo de Marino. 216

Ya se ha aludido a esta teoría en 22. Ahora Galeno sugiere que quizá el inspirador de esa concepción fuera Hesíodo. 217

Arquígenes de Apamea fue médico en Roma en época de Trajano. Aunque se le considera ecléctico, muchas de sus teorías estaban influidos por los médicos pneumatistas (cf. nota a Elementos 5.24). 218

Cf. la nota a la cita I 20 en 60.

219

Cf. la cita a la nota I 20 60.

220

Hp. Nat.Hom. 5.3-4.

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“Yo pido al que afirma que el hombre es sólo sangre y nada más que muestre que ni cambia su aspecto ni se llega a transformar en todo, y señale alguna época del año o de la vida del hombre en la que parezca que la sangre es una y sola en el hombre. Pues sería verosímil que hubiera un momento en que lo que es aparezca en sí y por sí que es uno.”221 Si añades a este razonamiento el que se demuestra en la declaración que acabamos de citar construirás el pensamiento completo de Hipócrates. Demuestra que no existe una estación ni una etapa de la vida en la que alguien pueda mostrar que el hombre no participa de los demás humores, no sólo gracias a los vaciamientos comunes, también gracias a las purgaciones222. Porque si le das a uno un medicamento que arrastre la bilis o la flema verás que se vacía el humor que naturalmente es arrastrado por él, (72) porque en todo momento todos los humores están dentro del cuerpo. Algunos223 se oponen a ese razonamiento y no están de acuerdo en que el purgante arrastre del cuerpo el humor afín y, por el contrario, afirman que se transforma en el aspecto que le es natural224. Que ese razonamiento es falso, lo hemos expuesto en el tratado Sobre la propiedad de los medicamentos purgantes225. Quede dicha ahora una de las afirmaciones allí expuestas a título de ejemplo, porque visteis por los propios hechos del arte médico que han sido refutados no pocas veces los que no conceden que es arrastrado el humor que se vacía por los medicamentos purgantes. Así los que sufren de exceso de agua por la llamada ascitis, tras tomar un medicamento que arrastra el agua, se vacían de una cantidad no pequeña del líquido acuoso y se les reabsorbe el bulto del vientre, por el contrario, si uno les da un medicamento que arrastra la bilis amarilla o negra, éste vacía una pequeñísima cantidad del humor y el bulto del vientre no solo no aminora, sino que se agranda. Visteis que ocurría lo contrario en los ictéricos por bloqueo del hígado, (73) porque, al desbloquearse previamente su víscera por la acción de medicamentos capaces de esa acción, cuando se les administra el colagogo, se produce un vaciamiento en gran cantidad del humor en exceso y cesa al punto el sufrimiento. Sabéis que ocurre lo propio con los que están perturbados por la flema o la bilis negra, porque también se vacía en gran cantidad el humor que daña y los enfermos se benefician mucho. Por tanto, si tales humores se arrastran fuera del cuerpo gracias a los medicamentos purgantes y los medicamentos purgan en cualquier edad y estación, de siempre están los cuatro humores en el cuerpo del hombre. Porque sería preciso que, como se dijo antes226, en una sola por lo menos estación del año o etapa de la vida del hombre se observara que su naturaleza es sólo sangre, si es que fuera verdad la opinión propuesta por los que explican que la naturaleza del hombre es sólo sangre, cosa que es igual que decir que están formadas a partir de sólo sangre todas sus partes y que se nutren siempre con sangre sólo. Llamamos sangre a dos cosas, por un lado, (74) la que se observa que se vacía en las sangrías y en las heridas, que participa, como mostrábamos227, de las dos bilis y de la flema y, por otro, la otra, la depurada, pura y sin mezcla de los demás humores, pues bien, es quizá verdad que el embrión se forma de sangre 221

Hp. Nat.Hom. 2.4, el paisaje ha sido citado y comentado en 41 s.

Distingue entre “viaciamiento” producido de forma natural o quirúrgica (especialmente la flebotomía) y “purgación” producida por procedimiento farmacológico. 222

223

Se está refiriendo a Asclepiades.

224

Expone de forma excesivamente sintética, pero se puede entender fácilmente por comparación con Elementos 12.1 y por De purg. med. fac. K. XI 329: lo arrastrado se ha transformado en el aspecto que es natural al purgante. La idea de Asclepiades es que los medicamentos purgantes no arrastran un humor concreto sino que vacían cualquiera de ellos, los distintos aspectos de lo purgado se deben al purgante. 225

De purg. med. fac. K. XI 327 ss.

226

En la cita I 8, comentada en 41 s.

227

Cf. 59-60.

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según el primer significado, pero no es verdad según el segundo. Porque nunca en las preñadas se da esa sangre sola. ¿Por qué añadí “quizá” en mi razonamiento? Creo que lo sabéis. Porque en el tratado Sobre el esperma228 se mostró que la mayoría de las partes del cuerpo surgen del esperma y que sólo las partes carnosas se forman de la sangre. Pero, puesto que es escaso el volumen de esperma que se expulsa en el interior de la matriz, su crecimiento y aumento se produce a partir de la sangre, por eso, uno podría decir que las partes del cuerpo se forman casi de sangre. En cuanto que el esperma surge de sangre, en eso parecería que dice verdad el que afirma que el embrión surge de la sangre, pero no de una sangre pura y sin mezcla de los demás humores, sino de una así llamada por ser dominante. (75) Esa es toda la intención global de esta cita. En cuanto a sus partes conviene, en primer lugar, hacer constar la costumbre, no sólo de los médicos, sino de cualquier griego, de nombrar la bilis sin añadidos, cuando quieren indicar la pálida o amarilla. Que se dicen ambos adjetivos para un único tipo de bilis, que tiene diferencias en cuanto a su humedad y sequedad, lo he dejado dicho un poco antes229. Todas las demás bilis se nombran con su adjetivo, violeta, negra, roja o verde puerro. En segundo lugar, además de esto, conviene señalar en esta cita la afirmación: “mientras sea capaz de atraer hacia sí aire y volverlo a echar”, porque es evidente que quiere que se produzca la inspiración al atraer los órganos de la respiración hacia el interior el aire exterior y la espiración al expulsarlo. En tercer lugar, donde dice “hasta que se vea privado de alguno de esos componentes congénitos”, porque supone que muere el ser vivo no sólo cuando se vea privado de sangre, sino también si se ve privado de flema o de bilis amarilla o negra. I 29 (76) Los que afirman que el hombre es uno, me parece que hacen el siguiente razonamiento: ven que quienes mueren en medio de purgaciones excesivas mientras beben medicamentos, unos vomitan bilis, otros flema. Consideraron que el hombre es uno u otro de esos dos [humores] 230 de los que vieron que se purgaba en la muerte. Los que afirman que es sangre hacen uso del mismo razonamiento cuando ven que la sangre fluye del cuerpo de los hombres que son degollados, al considerar que ésta es el alma del hombre. Todos usan semejantes testimonios en sus argumentaciones.231 Dice “Los que afirman que el hombre es uno” porque son muchos los que lo afirman y no uno solo. El propio Hipócrates mostró a partir de qué puntos de partida se habían convencido a sí mismos quienes consideraron que es suficiente que el hombre surja de uno sólo de los humores; como decíamos antes, esos puntos de partida nos resultan increíbles a pesar de que a ellos claramente les parecían creíbles. En efecto, en las purgaciones excesivas alguno veía que uno se moría por vaciarse por completo un humor, algún otro que otro se moría a su vez por vaciarse otro distinto, y cada uno de ellos consideraba que ese humor ese solo era la naturaleza del hombre. I 30 Aunque, en primer lugar, en las purgaciones excesivas nadie se muere tras purgarse de la bilis sólo, sino que cuando bebe uno un medicamento que arrastra la bilis, al principio, vomita bilis, después también flema, después, además de éstos

228

De semine, tratado conservado. Podemos leer el razonamiento que aquí se hace por ejemplo en K. IV 551.16-18. 229

Se ha señalado en 66 donde indica que es típico el cambio de color y consistencia en la bilis amarilla, de un amarillo pálido o pajizo a un amarillo intenso. 230

Cf. la nota a la cita I 20 en 60.

231

Hp. Nat.Hom. 6.1. Se observa una gran distancia entre estas argumentaciones bastante primitivas que refuta Hipócrates y las mucho más elaboradas de época de Galeno.

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vomitan también la bilis negra al verse forzados, y, ya en fase terminal, vomitan también sangre pura.232 De nuevo también aquí mostró con claridad la costumbre de los griegos que al decir bilis, muchas veces sin adjetivo, se refieren la amarilla, mientras que la negra siempre la designan con adjetivo. Está claro lo que se pone en evidencia en el conjunto de la cita: (78) que nadie muere tras haberse purgado de un solo humor, porque siempre se vacían al tiempo con ése los demás. I 31 Pasa lo mismo bajo el efecto de los medicamentos que arrastran la flema. En primer lugar vomitan flema, después bilis amarilla, después negra y en fase terminal sangre pura, con lo que se mueren.233 Después de vaciarse el humor que es afín al medicamento purgante, a continuación, detrás de él, va el que sea más fácil de arrastrar entre los demás humores. Después de éste el que ocupe el segundo lugar tras él. Finalmente, la sangre al final de todos porque es el humor más afín a la naturaleza, porque se puede afirmar con seguridad de ella al menos esto que, aunque la naturaleza del hombre no es una, la sangre es su humor más afín entre todos los demás. I 32 (79) Porque el medicamento cuando penetra en el cuerpo, en primer lugar atrae todo [humor] 234 que le resulte más cercano por naturaleza de los del interior del cuerpo, después también arrastra y purga los demás, igual que los vegetales tanto plantados como sembrados: cuando penetran en la tierra, cada uno arrastra lo que en la tierra le resulta más cercano por naturaleza. En la tierra hay ácido, dulce, amargo, salado y todos los demás. Primero lleva hacia sí sobre todo eso que le resulta más cercano por naturaleza, después arrastra también los demás. De la misma forma también los medicamentos actúan en el cuerpo. Todos los que atraen la bilis, en primer lugar purgan la bilis más pura, después también la que está mezclada. Los que atraen la flema, en primer lugar atraen la flema más pura, después también la mezclada. También a los que están siendo degollados, primero les fluye la sangre más caliente y roja, después fluye con más aspecto de flema y de bilis.235 (80) La cita deja bien claro que Hipócrates está escribiendo las pruebas del razonamiento expuesto, según el que afirmó que el medicamento, cuando penetra en el cuerpo, en primer lugar arrastra el humor que le sea afín, después también los demás. Hay que recordar que afirma sobre las plantas que también ellas arrastran hacia sí cada una según su naturaleza. En la tierra están contenidos ácido, dulce, amargo, salado y todos los demás236. Igual que claramente en el hombre es ácida la bilis negra, amarga la amarilla, dulce la sangre y salada la flema. Y también alguna flema es así, como otra es dulce, otra es ácida y otra distinta no tiene ninguna cualidad señalada. Por eso me parece que al final de la declaración añade “también los demás”. No sólo existen numerosas diferencias en la flema, también en los demás humores. Igual que en los animales existen humores de tipo ácido, dulce, amargo y salado, de la misma forma los hay ásperos, picantes, grasientos; lo mismo ocurre con las plantas y claramente en la tierra existen tipos semejantes. 232

Hp. Nat.Hom. 6.2.

233

Hp. Nat.Hom. 6.2.

234

Cf. la nota a la cita I 20 en 60.

Hp. Nat.Hom. 6.3. Al principio de la cita en el texto de Jouanna, op. cit., no aparece “atrae todo humor que ...” sino “atrae el humor que ...” que hace mejor sentido. 235

236

Ni el texto hipocrático ni el comentario galénico ponen ningún sustantivo con estos adjetivos, Jouanna, op. cit., introduce para mejorar el sentido “jugo”. Se trata de aquello que hace que luego la planta o el humor tenga un sabor determinado.

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I 33 (81) Aumentará la flema en el hombre en el invierno porque es entre los componentes del cuerpo el más relacionado por naturaleza con el invierno ya que es el más frío. La prueba de que es el más frío la tienes en lo siguiente, si tocas flema, bilis, y sangre, descubrirás que la flema es el más frío de todos, aunque es el más viscoso y es arrastrado aplicando la mayor fuerza tras la bilis negra y todos los que son arrastrados a la fuerza se vuelven más calientes al ser forzados. Sin embargo, en contra de todo eso, se observa que la flema es el más frío por su propia naturaleza. Entenderías que el invierno llena el cuerpo de flema, con lo siguiente. Lo que escupen las personas y sus mocos tienen más flema en invierno y los edemas blancos237 y las demás enfermedades de la flema aparecen sobre todo en esa estación.238 (82) Es claro el conjunto de esta cita que sólo precisa de un lector atento y no de un comentarista que la aclare. Lo escrito al final “y las demás enfermedades de la flema” algunos lo explican así como si estuviera escrito sin nexo: “y los edemas blancos aparecen sobre todo en esa estación: son muy frecuentes en ella y aparecen otras enfermedades de la flema”, pero el sentido entendido como si estuviera escrito con nexo: “los edemas blancos aparecen sobre todo en el invierno y otras enfermedades de la flema aparecen en esa estación”. Naturalmente, también las fiebres en general son más biliosas en verano y con más flema en invierno. I 34 En primavera la flema todavía sigue fuerte en el cuerpo y la sangre aumenta, porque los fríos disminuyen y aparecen las lluvias y porque la sangre en el mismo momento aumenta por los chaparrones y los días calurosos, porque por naturaleza esos fenómenos están en máxima relación con la sangre, que es húmeda y caliente. Te darías cuenta con lo siguiente: los hombres en primavera y verano son atacados especialmente por diarreas sanguinolentas239, les fluye sangre de la nariz y es cuando más calientes y más rojos están.240 (83) La forma de expresión de esta cita es clara también. Quedan dichas en el primer libro Sobre los temperamentos241 tres cosas: una, que la primavera es la más equilibrada en su mezcla, dos, que no se afirma que sea húmeda y caliente242, y tres, por qué causa algunos médicos y filósofos fueron llevados a afirmar que es caliente y húmeda243. Afirman así que entre las estaciones la primavera es húmeda y caliente, como que entre los cuerpos generados lo son los animales. Son así por contraste con las plantas y la primavera lo es por contraste con el otoño, aquélla es la mejor de las estaciones y la única rigurosamente según lo natural, frente al otoño que está en contra de lo natural. Sobre que es abundante la sangre en la primavera lo he afirmado a propósito de las diarreas sanguinolentas en el cuarto libro del 237

Se refiere a las leucoflegmasías, cf. Jouanna, op. cit., p. 270. Cf. Elementos nota a 11.18.

238

Hp. Nat.Hom. 7.1-3.

Mientras que el término ‘disentería’ es hoy una enfermedad infecciosa concreta que cursa con diarrea sanguinolenta, en la antigüedad era diarrea sanguinolenta diferenciada de la diarrea acuosa, el término se usaba sobre todo en plural y muchas veces va adjetivado con , ‘sanguinolento’. 239

240

Hp. Nat.Hom. 7.4.

241

De temperamentis. Téngase en cuenta que literalmente el título en griego diría Sobre las mezclas porque los temperamentos de cada persona dependen del distinto equilibrio de los humores en su mezcla. 242 El razonamiento de Galeno es que si se afirmara que es caliente y húmeda dejaría de ser equilibrada en su mezcla, precisamente esta cualidad de equilibrio es la que hace que sea la más propicia al estado saludable.

De temperamentis, K. I 529.13-17 “Estoy tan lejos de demostrar que la primavera sea caliente y húmeda o de aceptar que aquello que sea equilibrado en su mezcla sea caliente y húmedo, que demuestro todo lo contrario: la peor constitución de la mezcla del aire que nos rodea es la caliente y húmeda”. Un poco más adelante demuestra que si en primavera dominase el calor o la humedad sería la peor estación pues aumentaría mucho la putrefacción y explica el origen del error de médicos y filósofos en 534. 243

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Comentario al Sobre las articulaciones244, entre otros indicios porque aparecen a veces las diarreas llamadas expresamente sanguinolentas, a diferencia de las que vacían los intestinos a causa de la bilis, y mostré que ese padecimiento se produce porque hay gran cantidad de sangre en las venas y secreta a continuación la naturaleza masivamente a través de los intestinos, como ocurre con las mujeres a través de la matriz, con otros a través de la nariz, otros a través de las hemorroides o a través de vómitos. (84) Junto a la primavera introdujo el verano en cuanto al razonamiento de las diarreas sanguinolentas y la rojez de la piel; porque por su propio calor la sangre generada durante la primavera provoca que la piel se ponga roja en todo el cuerpo y que en algunas personas se expulse por el ano245. Para quien los toca resultan las personas calientes en ese momento, por un lado por la sangre y por otro por el ambiente. I 35 En verano la sangre todavía tiene fuerza y la bilis va creciendo en el cuerpo y permanece hasta el otoño. En el otoño la sangre se hace poca porque el otoño es contrario a su naturaleza, mientras que la bilis domina el cuerpo en verano y otoño. Te darías cuenta de ello por lo siguiente. Los hombres en esa estación vomitan bilis espontáneamente y cuando se administran medicamentos purgantes las purgaciones son más biliosas. También se hace evidente en las fiebres y en los colores de la piel de los hombres. Por el contrario, la flema en verano es más débil porque la estación es contraria a su naturaleza, dado que es seca y caliente.246 (85) En el verano, especialmente en su principio, es sobreabundante en la mayoría de las personas la sangre que aumentó en la primavera, por no haberse todavía traspasado al exterior por el calor del ambiente. Aumentará también la bilis por calentarse contra su naturaleza el cuerpo en esta estación. De nuevo la nombró en este pasaje como bilis sin añadir el nombre del color, “amarilla”, porque nunca nombra a la negra sin adjetivo y siempre le añade el nombre de su color. Lo que se dice en cada parte de la cita es evidente a los que prestan atención. I 36 En otoño la sangre está en su menor cantidad en el hombre porque el otoño es seco y empieza a enfriar al hombre, por su parte, la bilis negra en el otoño es muy abundante y fuerte.247 (86) Según queda dicho en la cita anterior a ésta, en el otoño la sangre se hace escasa porque el otoño es contrario a su naturaleza. Nosotros hemos enseñado cómo es contrario, porque si la sangre es caliente y húmeda es igual que la primavera, mientras que el otoño, según afirmaba, “es seco y empieza a enfriar al hombre”. Es lógico que el otoño sea contrario a la primavera y que el humor sobreabundante, el seco y frío248, sea el contrario a la sangre. Y así ocurrió, como es lógico, por haberse requemado previamente los humores en el verano. Lo 244

In Hippocratis librum de articulis et Galeni in eum commentarii K. XVIIIa 300 ss. En lo que conservamos del libro cuarto de este comentario no se relaciona la primavera con la diarrea sanguinolenta de forma explícita pero sí se destaca que ya Hipócrates hacía la diferencia entre dos formas distintas de enfermedades que cursaban con deposiciones sanguinolentas, por un lado la “disentería” por secreción de sangre a través del intestino por afección hepática y por otro la ulceración del intestino. Usa por metonimia la palabra  literalmente “asiento”, éste es claramente para Galeno el término habitual para ano, a pesar de que no lo recoja en esa acepción el Liddell-Scott, ni siquiera en el último suplemento, cf. De meth. med. K. X 381, Ad Glauc de meth. med. K. XI 115, De musc. diss. K. XVIIIb 999. El término  sólo aparece en una ocasión en K. XIX 116.5 en el diccionario de términos hipocráticos a propósito de . 245

246

Hp. Nat.Hom. 7.4-5.

247

Hp. Nat.Hom. 7.5-6.

248

La bilis negra.

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que queda de lo que se ha quemado, cuando se disipa el calor con claridad, al punto se transforma en frío y seco, frío por la disipación del calor, seco porque en el hecho de quemarse se consume toda su humedad. I 37 Cuando el invierno se hace fuerte, la bilis al enfriarse se hace escasa y la flema aumenta de nuevo por la cantidad de lluvias y por la duración de las noches.249 (87) El humor sobreabundante en cada una de las cuatro estaciones quiere ser semejante en su mezcla a la propia estación. Por eso designa a la flema como fría y húmeda igual que el invierno, a la sangre como caliente y húmeda como la primavera; dice que la bilis amarilla, como el verano, es caliente y seca y que la negra, igual que el otoño, es fría y seca. Antes certificó que cada uno de los humores aumenta en las estaciones que dijo, ahora dice la causa por la que la flema es sobreabundante es invierno: “por la cantidad de lluvias”, dice, “y por la duración de las noches”, es decir, aquello por lo que esa estación resulta húmeda y fría. Así pues, muestra que es húmeda por la cantidad de las lluvias y que es fría por la larga duración de las noches, porque el sol es la causa del calentamiento del aire que nos rodea propio del verano, el sol que está cerca de su cenit para nosotros y hace que el día sea más largo. De la misma forma el mismo sol es causante de la frialdad del invierno por estar oblicuo y bajo y por hacer su recorrido sobre la tierra en poco tiempo. (88) Hipócrates quiere aunar los cuerpos de los animales con el estado del aire que nos rodea, los cuerpos se secan en las mezclas secas del aire y se humedecen en las mezclas húmedas y de forma parecida se calientan en las mezclas calientes y se enfrían en las húmedas. Si es verdad que el invierno es húmedo y frío, es perfectamente lógico que la flema sea sobreabundante dado que es húmeda y fría. Lo señaló antes también. Su razonamiento es claro que concuerda en el resto de las estaciones: la bilis amarilla es sobreabundante en verano, dado que por sus propiedades, es seca y caliente; en la primavera es sobreabundante la sangre porque es un humor húmedo y caliente (también afirmó que la primavera es húmeda y caliente); en el otoño es sobreabundante la bilis negra que es fría y seca como la estación. Por tanto, existe un motivo de investigación no pequeño sobre la mezcla de la primavera, que se dice que es caliente y húmeda, mientras que yo expuse de forma razonada que es mejor afirmar que es la de mezcla más equilibrada. Y está claro que por el mismo razonamiento la sangre no es caliente y húmeda, sino la de mezcla más equilibrada. Todavía quedaría al margen una investigación más extensa sobre la flema a los que comentan este libro, (89) sobre que es húmeda y fría en su constitución y que se produce en invierno. Por qué afirmé que la investigación será no pequeña te lo explicaré ya. En los Aforismos el propio Hipócrates afirmó: “El vientre en invierno y primavera está muy caliente y los tiempos del sueño son los más largos por naturaleza. En esas estaciones también los alimentos deben administrarse en mayor cantidad, porque el calor connatural es mucho, por tanto se precisa más comida, como prueba están la juventud y los atletas.”250 Y, de nuevo: “En verano y otoño es cuando peor se soportan las comidas, en invierno cuando con mayor facilidad y en segundo lugar en primavera.”251 Así pues, si esto es verdad y entendemos que la flema es un humor frío, de una mezcla sin equilibrio, a diferencia de la sangre, ¿cómo se producirá en mayor cantidad en invierno? Sería preciso que por digerirse mejor la comida se produjera más sangre, no 249

Hp. Nat.Hom. 7.6.

250

Hp. Aph. 1.15.

Hp. Aph. 1.18. López Férez, Tratados hipocráticos I, Madrid (Gredos) 1983, 249, entiende “soportan (los enfermos)”. 251

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flema. Entonces, ¿cómo se soluciona esta dificultad? A mí me parece que hay una solución. El vientre está muy caliente en invierno por el calor natural, esto quiere decir que tiene una mezcla de gran equilibrio, por el contrario los miembros se enfrían más en invierno, a algunos incluso el propio estómago por caminar o por falta de vestidos o por el tipo de sus ocupaciones o por algo así. (90) En definitiva, todo el enfriamiento del ambiente penetra hasta el máximo, a algunos hasta los lugares bajo el estómago, como se ha dicho, hasta tal punto que, aunque se digieran bien en el abdomen los alimentos ingeridos, en la transformación del hígado no realizan con exactitud y buen orden su cambio en sangre y fracasa algo. Y en mayor medida por todo el cuerpo las venas no transforman por igual la sangre al estar enfriadas. Se añade a eso la cantidad de los alimentos que se dan en el invierno junto con sus cualidades más propias de la flema. Se comen muchas leguminosas y mucho más pan que en las otras estaciones, harina de flor, pasteles de miel, tortas, nabos y carnes variadas, algunas de las cuales son directamente flematosas como las de cordero, otras lo son si no son bien asimiladas, como las de cerdo, especialmente las de cochinillo. También se comen trufas, caracoles, serbas, queso y algunas otras cosas por el estilo que disponen a producir flema en gran cantidad durante todo el invierno. Sin duda, la mayoría bebe vino joven, que también dispone a la producción de flema, (91) de forma que también por eso la flema es sobreabundante en el invierno. I 38 Por tanto todos esos [humores] 252 están constantemente en el cuerpo del hombre, pero por influencia de la estación del momento, en unos casos se hacen más abundantes y en otros menos, cada uno por partes y según su naturaleza253. Dice “todos” los mencionados, es decir, los cuatro humores, los tiene el cuerpo del hombre durante toda la vida. Eso es lo que significa “constantemente” y se hacen abundantes o escasos según los cambios de las estaciones, pues “por influencia de la estación del momento” indica lo mismo que “al cambiar”, es decir, que cambia y se transforma en otra, la que viene a continuación. Dice que llegan a ser abundantes o escasos “por partes y según su naturaleza”. En efecto, algunos entendieron “por partes” como referido a las partes del cuerpo (92) y otros por el contrario construido con “según su naturaleza”, de forma que el razonamiento fuera más o menos éste: El cuerpo del hombre tiene siempre los cuatro humores mencionados, pero son abundantes o escasos según las partes del año y según su naturaleza. Aunque uno lo afirme cambiando por completo el orden, mantendrá el sentido útil y verdadero, ya que la cantidad de los humores se transforma según las estaciones, por administrarlos el año naturalmente, y según las partes del año en su totalidad. Incluso si no los administra naturalmente, se produce la diferencia en la cantidad de los humores. Está bien entender las partes según las estaciones. I 39 Igual que el año, todo él, participa de todos los elementos, de lo caliente, de lo frío, de lo seco y de lo húmedo y no podría permanecer254 ningún momento sin todos sus componentes en este mundo, pero si uno faltara, todas las cosas desaparecerían, porque todo está constituido según la misma necesidad y se nutren unos de otros ...255 252

Cf. la nota a la cita I 20 en 60.

253 Hp. Nat.Hom. 7.7. Jouanna, op. cit., entiende la expresión  “por turnos”, preferimos una traducción ambigua para que se entienda el comentario galénico.

El texto de Jouanna, op. cit., añade aquí la palabra “nada” con el siguiente resultado: “nada podría permanecer ningún momento”. 254

Hp. Nat.Hom. 7.8. Existen problemas textuales, así Jouanna, op. cit., entiende: “igual que el año participa en toda su duración de todos los elementos, el calor, el frío, lo seco y lo húmedo (en efecto, ningún ser en nuestro universo, podría subsistir un solo momento sin todos los demás, y la ausencia de uno solo llevaría 255

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(93) Habla de lo caliente, lo frío, lo seco y lo húmedo sin nombrarlos ni entenderlos como dominantes256, sino aludiendo a su carácter elemental, según mostró en esta cita, al afirmar que el año en su totalidad participa de todos los elementos, porque el año en su totalidad no participa de todos como dominantes, sino como elementos. El invierno en su conjunto participa de lo húmedo y frío como dominantes, el verano de los contrarios, lo seco y caliente, y las otras dos estaciones por contraposición de las otras dos parejas, una de ellas de lo húmedo y caliente, la otra de lo frío y seco. Y mostró eso de una forma todavía más clara al afirmar que todos los demás desaparecerían si uno de ellos se anulara antes que los otros, porque es verdadera la afirmación referida a los elementos de que al anularse uno de ellos, desaparecerían todas las cosas compuestas de esos elementos, pero no es verdadera referida a si son dominantes. Porque es verdad precisamente lo contrario: cuando desaparece uno de los que se dice que es dominante, se mantiene su contrario. Es invierno cuando ya no es verano, y verano cuando ya no es invierno, es primavera cuando ya no es otoño, es otoño cuando ya no es primavera. Si desapareciera por completo el elemento caliente, cuajará el húmedo porque no existe el elemento caliente (94) y desaparecerá el sol por completo y no quedará ninguna planta ni ningún animal. Según el mismo razonamiento, si desapareciera el elemento húmedo todo será fuego, si desapareciera el seco, todo será agua y así desaparecerán todos los cuerpos generados en el mundo. Por eso afirmaba que todos los cuerpos en el mundo considerados en su carácter elemental se nutren unos de otros. El elemento en sentido estricto se piensa más que existe. El que es casi lo mismo que el elemento en sentido estricto es lo que existe. Si pensaras que el agua es húmeda y fría, ni siquiera el agua se mantendría. Se cuajará al punto, se detendrá y dejará de fluir. Si piensas que la tierra de igual forma es seca y fría en sentido estricto, un cuerpo así será más duro que el hierro. Si llegara a ser así la tierra, cesará el nacimiento de las plantas. Al cesar éste, desaparecerá el alimento de los animales. Si desaparece éste, está claro también que los propios animales. (95) Se considera que hay un elemento seco y frío por predominio: la tierra que está en el mundo se dice que es cuerpo seco y frío, y el agua que es un cuerpo frío y húmedo. Pero incluso, el propio fuego participa de cierta substancia aérea, como también de una humosa, y desde luego está claro que para alimentarse precisa de humedad, como las llamas de los candiles muestran. Está por tanto claro que los elementos del universo toman su alimento unos a partir de otros. Por eso dijo Platón: “Nació como producto del arte de modo que se alimenta a sí mismo de su propia corrupción y es sujeto y objeto de todas las acciones en sí y por sí.”257 I 40 ... así también, si le faltara al hombre alguno de “los [humores] 258 congénitos”259, no podría vivir el hombre.260 Denominó “congénitos” la sangre, la flema y las bilis, puesto que el feto tiene su primer moldeamiento a partir de la sangre materna de la que forman parte todos estos humores, y su desarrollo y crecimiento de la misma forma. Por tanto, si desaparece por completo de nuestro cuerpo lo húmedo (96) o lo seco o lo caliente o lo frío, al momento se destruirán los humores que son tales por predominio y no por ser pura y rigurosamente húmedos, secos, calientes y aparejada la desaparición de todos, pues es por una sola y misma ley que se encuentran todos reunidos y se nutren unos a otros), de la misma manera …” 256

Galeno quiere dejar claro que Hipócrates no afirma que a lo largo del año en un momento dado lo caliente sea dominante, luego lo frío, etc., sino que todos los elementos están presentes en cualquier momento. 257

Pl. Tim. 33 c-d. Recogemos la traducción de F. Lisi, Platón, Diálogos VI, Madrid (Gredos) 1992.

258

Cf. la nota a la cita I 20 en 60.

259

Hace referencia con “congénitos” a un texto comentado en la cita I 28 en 70, Hp., Nat.Hom. 5.3-4.

260

Hp. Nat.Hom. 7.8.

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fríos. Por ejemplo, afirmamos que la flema es húmeda y fría, no porque no participe de sus contrarios, sino porque predominan esos elementos. Porque, si fuera rigurosa y solamente fría, se solidificaría como hielo, igual que si fuera rigurosamente húmeda, no tendría espesor ni viscosidad. Lo mismo es aplicable a los humores. Porque la bilis amarilla se dice que es seca y como el fuego ... 261; y que la negra es seca y terrosa, aunque participa evidentemente de la humedad o no sería humor, sino un cuerpo sólido como el diamante. De igual forma se dice que es fría porque hay en ella más humedad que calor. Si fuera rigurosamente fría se solidificaría como el hielo. ¿Qué necesidad hay de hablar sobre eso? La propia sangre que parece ser el humor mejor mezclado se dice que es tal porque no domina ninguno frente a sus contrarios grandemente: ni lo caliente sobre lo frío, ni lo frío sobre lo caliente, ni lo húmedo sobre lo seco, ni lo seco sobre lo húmedo. (97) Así pues, puesto que la sangre en sí precisa de las cuatro cualidades, humedad, sequedad, calor y frío, está claro que también precisará de la mezcla de los otros humores: por eso la sangre, que es el humor mejor mezclado, participará de alguna forma de la flema, de la bilis amarilla y de la negra. Pero existe también otro razonamiento sobre la naturaleza de las cosas que tiene gran poder de persuasión, según el cual los cuatro humores son útiles en la formación de temperamentos adecuados. Pero es preciso demostrar previamente para ese razonamiento que los temperamentos del alma son consecuencia de las mezclas del cuerpo. Sobre eso hemos escrito en otro lugar262. Dado eso por supuesto, el temperamento vivo e inteligente del alma ocurre por el humor263 bilioso, el firme y seguro por el humor de la bilis negra, el sencillo y torpe por la sangre. La naturaleza de la flema no influye en la constitución del temperamento pero parece que su producción es necesaria en la primera transformación de los alimentos. I 41 (98) En el año unas veces es especialmente fuerte el invierno, otras veces la primavera, otras el verano y otras el otoño. Así también en el hombre unas veces es fuerte la flema, otras la sangre y otras la bilis, primero la amarilla, después la denominada negra264. La cita pertenece claramente a un hombre que intenta demostrar que, igual que en el año unas veces domina lo húmedo y frío y se llama invierno tal estación del año, otras veces lo húmedo y seco cuando es primavera, otras lo seco y caliente y se designa como verano, y, finalmente tras ellos, lo seco y frío en el otoño; así también en el hombre domina la flema, que es un humor frío y húmedo, en el invierno; la sangre, que es un humor cálido y húmedo, en la primavera; la bilis amarilla, que es por sus propiedades seca y cálida, en el verano; la negra en el otoño porque es seca y fría como el propio otoño. I 42 (99) Existe un testimonio muy claro: si le das a la misma persona el mismo medicamento cuatro veces al año, tendrá en invierno vómitos sobre todo flematosos, en primavera sobre todo acuosos, en verano sobre todo biliosos y en otoño sobre todo negros.265 Dice que existe un testimonio muy claro del razonamiento citado según el cual había declarado que en cada una de las estaciones domina uno de los humores: que al administrarle un medicamento emético a la misma persona cuatro veces, en invierno el vómito es más flematoso, en primavera más acuoso, en invierno más bilioso y en otoño más negro. 261

Mewaldt señala aquí una laguna considerable en el texto.

262

En la obra que lleva por título Quod animi mores corporis temperamenta sequuntur, K. II 767.

Obsérvese cómo la palabra ‘humor’ en español tiene por influjo de la teoría humoral aquí comentada el doble sentido de “líquido del cuerpo animal”, propio del latin humor, y “estado afectivo”, significado éste que no tiene en latín clásico.  en griego tampoco desarrolla este último sentido. 263

264

Hp. Nat.Hom. 7.9.

265

Hp. Nat.Hom. 7.10.

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I 43 Por tanto, si así son las cosas, es necesario que todas las enfermedades que se desarrollan en invierno desaparezcan en verano, cuantas se desarrollan en verano cesen en invierno, todas menos las que terminan en un ciclo de días. (100) Más adelante declararé cuál es el ciclo de días. Todas las enfermedades que surjan en primavera hay que esperar que tendrán su fin en otoño, todas las enfermedades del otoño tendrán su fin en primavera. Si la enfermedad desborda esas estaciones hay que saber que es anual.266 El principio de esta cita tiene una doble grafía, unos escriben “es necesario”, mientras que otros escriben “suelen267, “si así son las cosas”, equivalente a “tienen tendencia a”, porque algunos a veces usan esa expresión en lugar de “tienen tendencia a”. Lo demás de la cita es evidente. Quiere decir que todas las enfermedades que se prolongan en el tiempo y no hacen crisis en un ciclo de días, sino de meses, se resuelven en la estación contraria a la que se establecieron, esto es pasados seis meses. Si no se anulan así, dice que la enfermedad se hace anual. La palabra “anual” puede significar tanto que se resuelve después del año de su aparición, como que lo hace en un ciclo de siete años268 (101), porque dice que hay enfermedades que se resuelven en un ciclo de siete meses. Así, por ejemplo, en los Aforismos decía así: “La mayoría de las enfermedades de los niños hacen crisis, unas en cuarenta días, otras en siete meses, otras en siete años, las demás perduran hasta la juventud.”.269 I 44 Y el médico así debe disponerse ante las enfermedades, como si cada una de ellas fuese fuerte en el cuerpo según la estación que le es según su naturaleza más propia.270 La utilidad de todo el razonamiento sobre las estaciones que ha concluido antes, ahora lo enseñó en esta cita, tiene la misma utilidad que el razonamiento sobre las edades, los lugares, las ocupaciones y el régimen diario de vida. En relación a todo eso el médico con su observación es preciso que evalúe cuál es el humor dominante o por la cantidad o por sus propiedades y en qué parte del cuerpo es especialmente dominante. (102) Porque así se aplicaría el tratamiento de la mejor manera, como se muestra en los razonamientos terapéuticos271. Sobre el método en el libro y sobre que es de los genuinos de Hipócrates272 Hipócrates al proponer descubrir la naturaleza de nuestro cuerpo utilizó para su descubrimiento este método. Primero investigó si es simple o múltiple. Después, tras descubrir que es múltiple estudió cuál es la esencia de los elementos sencillos que hay en él. Esto es qué propiedades tiene cuando se actúa sobre él o cuando actúa. Por eso hizo mención de las estaciones y de las edades en su análisis sobre cómo se comportan los elementos que se 266

Hp. Nat.Hom. 8.

267

La lectura alternativa que señala Galeno emplea el verbo  que tiene varios significados, el más habitual de ellos es ‘amar’, de ahí que aclare en qué sentido debe entenderse. 268

Jouanna, op. cit.,, 275, defiende que Galeno aquí no tiene razón en su comentario a este pasaje y que Hipócrates con ese término se refiere siempre a anual. 269

Hp. Aph. 3.28.

270

Hp. Nat.Hom. 8.

271

Con esta expresión se refiere a su obra De methodo medendi, K. X 670.

272

Este subtítulo sólo aparece en algunos manuscritos y en el margen. Mewaldt le da esta posición preeminente que respetamos.

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ha descubierto que son tales frente a ellas. Descubrió igualmente que las predicciones sobre el fin de las enfermedades y los tratamientos es preciso referirlos a estos mismos objetos de estudio. Al investigar los elementos compuestos de nuestro cuerpo mencionó también los elementos de cualquier cosa, que son elementos de verdad. Se dice a veces de una forma abusiva que las partes simples y primeras de cada cosa, en lo que concierne a su forma, son elementos de esa cosa, así se habla de los elementos de la armonía, del ritmo, de la geometría, de la aritmética, del discurso, de la expresión, de la demostración. (103). Así también dice Platón273 que Hesíodo ha dejado dicho que los elementos del carro son cien, cuando dice274: “Son cien las piezas del carro”. En efecto, se aplica el término “elementos” para todos estos asuntos diversos pero no son en rigor elementos simples y primeros; por el contrario, los que son comunes a todos los seres son de verdad simples y primeros y se denominan “elementos” con propiedad. Hipócrates a partir de sus cualidades los llama caliente, frío, húmedo y seco en su forma extrema, no la que no llega al extremo. Está claro que son fuego, tierra, agua y aire. Platón pide que ese método lo imite el que analice la naturaleza del alma275, porque no se puede conocer nada con rigor de las cosas en sus partes sin conocer la naturaleza del conjunto. Te voy a transcribir la propia cita de Platón que dice así: “—(Sóc.) ¿Crees que es posible entender la naturaleza del alma de forma digna sin entender su naturaleza en su conjunto? —(Fedro) (104) Si hay que hacer caso a Hipócrates el Asclepíada, tampoco la del cuerpo sin ese método —(Sóc.) Bien dice, compañero. Más allá de Hipócrates es necesario analizar si concuerda su razonamiento. —(Fedro) Sí. —(Sóc.) Analiza, por tanto, qué quieren decir Hipócrates y la razón verdadera con lo de la naturaleza. ¿Acaso no es preciso razonar así sobre cualquier naturaleza, en primer lugar si es simple o múltiple aquello sobre lo que queramos llegar a ser nosotros entendidos y capaces de hacer entendidos a los demás; en segundo lugar, si resulta que es simple, considerar sus propiedades cuáles son por naturaleza para actuar o cuáles son si algo actúa sobre ello; si tiene varias partes hay que enumerarlas y estudiar en cada una de ellas lo que en el simple, qué es capaz de hacer por naturaleza o qué si algo actúa sobre él.”276 Pero dado que Platón escribe eso, que alguien nos muestre en qué otro libro de Hipócrates aparte del Sobre la naturaleza del hombre es posible descubrir ese método y, si no puede, que no busque a ningún testigo más digno de confianza sobre que es genuino ese libro, porque, al margen de otras cosas, Platón por su época estuvo muy cerca de los discípulos de Hipócrates (105). Si el libro fuese de uno de ellos hubiera quedado indicado el nombre tal cual de quien lo escribió. Antes de que los reyes de Alejandría y Pérgamo hubieran competido en la adquisición de libros antiguos nunca se falsificó el nombre del autor. Cuando empezaron a cobrar los que les conseguían libros de cierto autor antiguo, entonces ya conseguían muchos falsos añadiendo el nombre de un autor277. Pero esos reyes vivieron con posterioridad a la muerte de Alejandro y Platón había escrito eso antes del reino de Alejandro, cuando no se 273

Pl. Theaet. 207a3.

274

Hes. Op. 456.

275

Pl. Phaedr. 270c.

276

Pl. Phaedr. 270c-d.

277

La falsificación del nombre de un autor era muy sencilla pues bastaba cambiar el rótulo que colgaba del rollo de papiro.

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falsificaban las indicaciones de autor y cada libro mostraba su escritor concreto mediante su título. Así pues, Platón confiesa analizar la naturaleza del alma según el método de Hipócrates, como éste hizo para el cuerpo, y declara que es imposible que eso se haga bien antes de conocer la naturaleza del conjunto. (106) Algunos han errado tanto que consideran que ese método tan prodigioso es de algún otro y ni siquiera dudan escribir que el que descubrió algo tan grande y admirable dejó de lado su propia identificación, porque, ¿cómo no es grande y admirable descubrir los elementos de todos los seres que nacen y mueren? Y, ¿cómo no es mucho mayor hacer que fuera creíble mediante demostraciones? Y eso ni siquiera lo dejó en demostraciones de trescientas líneas, sino en demostraciones capaces con muchas menos líneas. Porque no es lógico que haga uso de los elementos en todos sus hallazgos terapéuticos y sobre el pronóstico como algo ya demostrado, sin que haya expresado su demostración en ningún otro sitio. Por tanto, con suficiencia dejo dicho y demuestro que el libro es genuino de Hipócrates. No es eso por lo que hay que afanarse, sino por el estudio riguroso en lo que concierne a la verdad de lo escrito en él. Eso nosotros lo hicimos en el tratado Sobre los elementos según Hipócrates que esos canallas al ver que era bien considerado entre toda la gente educada lo contradijeron vanamente con la afirmación de que el libro no era de Hipócrates. Pero existe el acuerdo de que sostenía eso y de que escribió siempre todo parte por parte teniendo presente eso. (107) Pero, dado que van con desvergüenza contra lo que todos están de acuerdo y en armonía, por eso hice un segundo tratado con ese título Sobre que Hipócrates mantiene la misma opinión en Sobre la naturaleza del hombre y en los demás escritos278. (108)

Libro segundo En el primero de estos libros he comentado el propio libro Sobre la naturaleza del hombre, ahora me ocuparé de los escritos que lo acompañan por error que han sido reunidos en la edición. Uno es un pequeño libro en el que se escribe sobre la dieta de los que están sanos que parece un escrito de Pólibo, el discípulo de Hipócrates. El que está entre ese y el Sobre la naturaleza del hombre ha sido interpolado en la edición por el primero que juntó esos dos pequeños libros, el Sobre la naturaleza del hombre del propio Hipócrates y el de la dieta sana de Pólibo, porque en el tiempo de los reyes de la dinastía de Atalo y de la dinastía de Ptolomeo al competir en la adquisición de libros unos con otros se empezó a dar la falsificación en los títulos y en las ediciones por parte de los que por cobrar un dinero suministraban obras de hombres famosos a los reyes279. Pues bien, por ser pequeños estos dos libros, el Sobre la naturaleza del hombre y el Sobre el régimen de vida sano, alguien por creer que cada uno de ellos por separado era despreciable por su pequeñez, los reunió a los dos en el mismo y quizá otro o ese mismo que los reunió añadió entre medias de los dos eso de lo que precisamente se va a tratar ahora.

278

Galeno cierra aquí el libro primero porque hasta aquí llega lo que él considera como genuino de Hipócrates. Los capítulos siguientes, 9 a 15, los atribuye a algún desconocido; a partir del cap. 16 se desarrolla un tratado sobre la dieta de las personas sanas. La discusión sobre el problema de la unidad de esta obra se puede encontrar con referencias en Jouanna, op. cit., y su edición, pp. 22 y ss. Este crítico defiende la unidad de la obra en contra de la opinión de Galeno, que ha sido seguida sin embargo por otros investigadores. Jouanna, op. cit., no esconde la diferencias entre las tres partes del tratado que acabamos de indicar pero piensa que existe una coherencia interna que las une. 279

El mismo razonamiento en 105.

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II 1 (110) Es preciso saber también lo siguiente además de lo anterior: todas las enfermedades producidas por la saturación las cura el vaciamiento y todas las que surgen del vaciamiento las cura la saturación. Todas las que se producen por el ejercicio las cura el descanso y todas las enfermedades que produce el exceso de inactividad las cura el ejercicio; en general es necesario que el médico sepa enfrentarse a lo establecido: a las enfermedades, a las constituciones, a las estaciones, a las edades; sepa relajar lo que está en tensión y poner en tensión lo que está relajado. Así sobre todo acabaría lo que enferma y eso me parece que es la curación.280 En cada renglón de toda esta cita Dioscórides281 puso la marca que llaman “óbelo”282, signo que también usó Aristarco283 en su edición de Homero en los versos de los que sospechaba. Dioscórides hizo esas anotaciones en la idea de que la cita anterior era de Hipócrates hijo de Tésalo, (111) porque el gran Hipócrates tuvo dos hijos, Tésalo y Dracón, cada uno de los cuales tuvo hijos con el nombre de Hipócrates. Conviene que analicemos eso que se dice en la cita tratando cada declaración en particular. Todas las enfermedades producidas por la saturación las cura el vaciamiento. No es lo mismo afirmar que la saturación, el vaciamiento y cada uno de los motivos que se enumeran a continuación es causa esencial de enfermedades a que alguna enfermedad se produce por saturación, vaciamiento o alguno de los otros. Porque es verdad que se producen algunas enfermedades por saturación o por los efectos de la saturación (no existe diferencia en decirlo de una manera u otra), pero no es verdad que sea causa esencial de enfermedad la saturación, porque la enfermedad en sí es una disposición del cuerpo de los seres vivos que daña su función fisiológica284, como se ha mostrado en el escrito Sobre la diferencia de las enfermedades285. La saturación no perjudica la función fisiológica en primer lugar, como se ha mostrado también en el libro Sobre la saturación286, sino es por cierta disposición intermedia distinta a la enfermedad, disposición que Erasístrato dice que se produce de una manera, (112) Asclepiades y los llamados Neumáticos287 de otra. Hemos mencionado con más detalle cómo uno y otro tipo de saturación producen enfermedades, porque se mostró que la saturación es doble, una que afecta a la fuerza y otra que afecta al hueco de los vasos288. El que afecta a la fuerza arrastra los humores hasta su destrucción y envía los humores y el fluido a las partes más débiles del cuerpo; el otro que tiene que ver con el contenido de los vasos 280

Hp. Nat.Hom. 9.1-2.

281

Se trata de Dioscórides el joven, gramático de la época de Adriano que hizo una edición completa de Hipócrates junto con Artemidoro Capitón. 282

Era una raya horizontal larga en el margen.

283

Aristarco de Samotracia fue responsable de la Biblioteca de Alejandría en el s. II a.C.; llevó a cabo ediciones de Homero y de otros poetas para las que empezó a usar signos para indicar el carácter espurio de versos, repeticiones, etc. 284

Traducimos así, siguiendo a Liddell-Scott, el término  (energeía).

285

De morborum differentiis, K. VI 836 ss. donde se define la enfermedad de forma similar a como se hace aquí, concretamente en 837 se define la enfermedad como , “disposición contraria a la naturaleza”. 286

De plenitude, K. VII, 538, 543, etc.

La escuela de los médicos “neumáticos” dependía en buena medida de la física estoica, pero también de ideas hipocráticas. Subrayaban la importancia del aire en los procesos psicológicos, fisiológicos y patológicos, cf. nota a Elementos 6.1. 287

De plenitudine K. VII 522: “Supusimos dos conceptos y estados de saturación: una que afecta a la fuerza y capacidad del que la soporta, otra que afecta al espacio que la acoge”. 288

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provoca las aperturas y roturas de estos y, en algunas ocasiones muertes repentinas, cuando se bloquean las distintas transpiraciones del cuerpo. Por tanto, habla de “curación” de lo que provoca las enfermedades, no sólo de las propias enfermedades ya establecidas. Si uno usara la palabra exacta, llamará tales causas, precedentes de las enfermedades, como hace Ateneo289, pero aquello por lo que se producen esos precedentes habrá que llamarlos precedentes y precursores, porque las indigestiones, los baños, los ejercicios inoportunos y todo lo que relaté en el tratado Sobre las causas precursoras290 produce saturación de alimentos. (113) Todas las que surgen del vaciamiento las cura la saturación. Parece que no usa la palabra exacta con “saturación” el que escribió esta declaración, porque no sólo todos los médicos, sino también el resto de los griegos usan la palabra “saturación” más para referirse a los excesos sobre la cantidad comedida y no, desde luego, a que corrija el vaciamiento por la desproporción contraria. Escucha, por tanto, a continuación el discurso dirigido a las desproporciones. Tales alimentos están en proporción a la constitución de una persona concreta: si está sana se considerará que existe carencia o exceso en comparación con eso, por el contrario si este se ha vaciado y va a llenarse, aumentará la cantidad respecto a la proporción que antes le convenía. Porque si ingiere la misma cantidad de alimento que ingería antes de vaciarse, nunca rellenará lo vaciado. Es propio de un buen especialista hacer en su justa medida el aumento de cantidad y no rellenar la cantidad vaciada en exceso ni repentina o bruscamente. (114) Algunos médicos creen que los vaciamientos no son nunca causa de las enfermedades. Afirman que las provocan sólo la pérdida de fuerza o la delgadez constitucional del cuerpo y que ninguna enfermedad se produce por carencia. No se dan cuenta de las enfermedades que desarrollan los que se han vaciado desproporcionadamente. Porque están expuestos a enfriarse por motivos circunstanciales y de nuevo se calientan rápidamente hasta quemarse y sufren con facilidad fatigas y están expuestos a todos los causantes externos: se ven arrastrados a la enfermedad por el insomnio, la tristeza, la mala digestión y la cólera en mayor medida que los que están en buena disposición. Todas las enfermedades que se producen por fatiga las cura el descanso. Está claro que llama “fatigas” las que se producen por ejercicios desmedidos. Que los que están en tal estado deben descansar, lo saben todos los hombres y lo practican, sin necesidad siquiera de informarse de los médicos. Hemos mostrado291 que incluso los animales irracionales, y no sólo los hombres, enderezan los perjuicios mediante lo contrario de lo que se los ha provocado. (115) Y todas las enfermedades que produce el exceso de inactividad las cura la fatiga. En primer lugar, ni siquiera la inactividad por sí misma provoca las enfermedades, sino el estado intermedio de saturación. Cuanto menos agotan los inactivos las partes del cuerpo más se debilitan éstas, porque la inactividad genera saturación en cada una de ellas. Ahora bien, el ejercicio desmedido en los inactivos no genera una capacidad y fortaleza mayores, sino un exceso de líquidos retenidos. Por tanto, está muy claro que en caso de inactividad si se excediera el hombre en el movimiento un poco más de lo que conviene en relación a la justa proporción de ejercicio, se vuelve un poco abatido, pero no llega, desde luego, a tener fiebre.

289

Como se ha indicado en una nota precedente es uno de los representantes de los médicos “neumáticos”.

290

Se conserva en latín en traducción renacentista de Nicolás Regino con el título Liber de causis procatarcticis latine conversus, editado por K. Bardong, Galeni de causis procatarcticis libellus, C.M.G. Suppl. 2, Leipzig (Teubner) 1937, traducido recientemente al inglés por R.J. Hankinson, Galen. On antecedent causes, Cambrdige 1998. 291

De san. tuend. K. VI 6.

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En general es necesario que el médico sepa enfrentarse a las enfermedades, constituciones, estaciones, edades establecidos. Parece decir que “las constituciones” es lo mismo que las naturalezas del cuerpo, cuya esencia hemos mostrado que está en la mezcla de los cuatro elementos. Por ello está demostrado que todas las enfermedades se curan con los contrarios en sus propiedades no con lo primero que uno se imagina. La naturaleza del cuerpo, que es mezcla, no se endereza toda con los contrarios, como tampoco las estaciones o las edades. (116) Algunas naturalezas tienen una mezcla más equilibrada igual que otras la tienen más desequilibrada, y la mezcla equilibrada de las naturalezas equilibradas se mantiene con sus iguales, la mezcla desequilibrada de las naturalezas desequilibradas mejora con sus contrarios292. Se han establecido las definiciones sobre ello en el tratado Sobre la conservación de la salud293. Relajar lo que está en tensión y poner en tensión lo que está relajado. No hizo la contraposición de las enfermedades según un principio análogo294, ya que usa las palabras por contraposición literal “relajar” contrapuesto a “lo que está en tensión” y “poner en tensión” en relación a “lo que está relajado”. Refiere los términos “tensar” y “relajar” a las causas, no a las partes que sufren, y a su vez “estar en tensión” y “estar relajados” en relación a las partes que ya han sido afectadas. En segundo lugar, ponerse en tensión y relajarse son términos propios de los cuerpos que se ponen en tensión o se relajan, no de las enfermedades, igual que las cualidades seco, blando, fino, gordo, cualidades sobre las que se ha tratado mejor en el Comentario al sexto libro de Epidemias, en la declaración “reblandecer la piel seca, relajar la tirante”295. Ha quedado dicho en ese libro a continuación también sobre el hecho de tupir296 (117) que es lo contrario a hacer poroso, al igual que “apretar”. “Tupir” tiene la misma propiedad que “apretar”, y de igual forma lo que está apretado está tupido. II 2 Las enfermedades se producen por los regímenes o por el aire gracias al que vivimos al inhalarlo.297 “Regímenes” llaman algunas veces sólo a los alimentos y bebidas, pero muchas otras incluyen también en esa designación los hábitos y así hay que entenderlo en este caso. Porque las enfermedades se producen no sólo de lo que comemos o bebemos, también por los baños, los ejercicios, la inactividad, la falta de sueño, la tristeza, el carácter, el enfriamiento, el calentamiento; pero otras muchas veces surge el mal del aire, por su inhalación, como en los llamados lugares de Caronte298.

292

Frente a la norma alopática que se remonta a Hipócrates Flat. 1.25 de contraria contrariis curantur, (    , Galeno aquí y en De san. tuend. K. VI 34, 74, 100 adopta una postura más moderada que hace depender su aplicación de la naturaleza o constitución, cf. también, De meth. med. K. X 178. 293

El tratado De sanitate tuenda K. VI 1 ss.

294

Es decir, según Galeno, el autor pseudohipocrático no está clasificando enfermedades, contraponiendo enfermedades que tensan frente a enfermedades que relajan, sino que los términos se usan referidos a las causas de las enfermedades, que en unos casos provocan tensión y en otros relajación de las partes afectadas. 295

In Hip. Libr VI epidem. Comm. K. XVIIa 891.10, aplicado a Hipp. Epid. 6.1.15 y referido aparentemente a 6.3.16, aunque la cita que hace Galeno no coincide con el texto de Hipócrates. 296

K. XVIIb 2.

297

Hp. Nat.Hom. 9.3.

298

En Gal. K. XVIIa 10 (Comentario a Epidemias I), se asocian los barrancos () con Caronte por ser lugares con gases mefíticos propios de entradas al infierno.

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II 3 (118) Es necesario establecer el diagnóstico como sigue. Cuando muchos hombres sufren al mismo tiempo una sola enfermedad, hay que atribuir la causa a aquello que es lo más común y de lo que todos nos servimos en mayor grado, es decir, lo que respiramos. En efecto, es evidente que los regímenes de cada uno de nosotros no son la causa cuando la enfermedad alcanza uno tras otro a los jóvenes y a los mayores, a las mujeres y a los hombres, por igual a los que beben vino y a los que beben agua, a los que comen pan de cebada y a los que se alimentan de pan de trigo, a los que se esfuerzan mucho y a los que poco. Por tanto los regímenes no podrían ser la causa cuando se ven afectados por la misma enfermedad hombres que llevan todos los modos de vida. Por el contrario, cuando las enfermedades son variadas en el mismo momento, está claro que los distintos regímenes son causa de cada una de ellas.299. Dijo bien que una enfermedad que es común a muchos tiene una causa común, como también todo lo demás en la cita (119), sin embargo atribuye incorrectamente el desarrollo de las enfermedades comunes sólo al aire, si es verdad que “En Eno” —en una hambruna— “los que comían legumbres quedaron inútiles de las piernas, por el contrario, los que comían yeros tenían dolor de rodillas”300. Y sabemos que algunos, obligados por el hambre a comer trigo medio podrido, contraen una enfermedad general por una causa general y que de alguna manera todo el ejército que usa agua mala sufre el mismo daño en todos sus soldados. El resto de la cita es claro. II 4 Y debe hacerse un tratamiento que vaya contra la causa de la enfermedad, como he declarado en otro lugar y hacer un cambio de régimen. Porque está claro que los regímenes (120) que acostumbra a seguir el hombre enfermo no son adecuados en todas sus facetas, en la mayoría o en una de ellas. Una vez que percibamos lo que hay que cambiar y una vez que se haya analizado la edad, la constitución, la estación del año, la forma de la enfermedad, entonces hay que dirigirse al tratamiento, que en unos casos suprime, en otros añade, como he manifestado hace tiempo, y adecuar los medicamentos y el régimen a cada edad, estación, tipo y enfermedad. Pero, cuando se establece una única enfermedad como epidemia, está claro que los regímenes no son su causa, sino lo que respiramos es el causante porque evidentemente podría tener301 una secreción enfermiza. Por tanto, en ese momento hay que hacer a esos hombres estas recomendaciones: no cambiar su régimen cuando no es causa de la enfermedad, sino cuidar de que el cuerpo esté lo más fino y débil posible, mediante la supresión paulatina de la comida y la bebida que acostumbran a tomar. Porque si se cambia con rapidez el régimen existe el riesgo de provocar un mal nuevo en el cuerpo. Es necesario mantener así el régimen cuando esté claro que no perjudica al hombre, en cuanto al aire hay que precaverse de que su flujo penetre el interior del cuerpo en la menor proporción posible y sea lo más fresco posible, en cuanto al lugar trasladarse en la medida que se pueda lejos de donde la enfermedad se haya establecido y adelgazar el cuerpo porque en ese estado precisan menos los hombres de gran cantidad y frecuencia de aire.302 En su escrito resulta defectuosa la curación de las enfermedades comunes que se producen por el entorno. En efecto, muchas veces exhalaciones que proceden de zonas pantanosas, 299

Hp. Nat.Hom. 9.3-4.

300

Es una cita de Hipócrates, Epid. 2.4.3.

301

Jouanna, op. cit., 278 propone otra lectura, bien justificada desde el punto de vista gráfico, que da lugar a la siguiente traducción: “porque contiene la secreción enfermiza hace daño el aire”. 302

Hp. Nat.Hom. 9.5.

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estanques, charcas o de una tierra de esas características son las causantes de ese tipo de enfermedades, pero hay ocasiones en que es sólo el clima. Por tanto, escribió el tratamiento adecuado para la variedad provocada por exhalaciones más que para el conjunto de estas enfermedades; al contaminar las exhalaciones con más de una cualidad, el tratamiento para esos cuerpos enfermos tiene un objetivo doble, cambio de lugar y (122) hacer uso de una inhalación escasa. Sin embargo, el tratamiento de los cuerpos afectados por una cualidad no es sólo frente a las enfermedades ya establecidas, también para que no se establezca por completo existirán unas precauciones aprovechando las cualidades contrarias: si el cuerpo se ve perjudicado por un calor excesivo, mediante lo que enfríe, si por el frío, mediante lo que caliente y de forma parecida respecto al resto de las cualidades simples y complejas. Ya he hablado antes de la indicación según la edad, estación y temperamento. El “dirigirse al tratamiento” parece que lo dice en lugar de “aplicar” a las enfermedades según el principio contrario. También se dice ahora en Asia que fulano se “dirige” a esto con buen ánimo, amistosamente, con desconfianza o rudeza. II 5 Las enfermedades que se producen en la parte más fuerte del cuerpo (123) son las más terribles, porque si permanecen allí donde empiezan, por fuerza cuando está sufriente la parte más fuerte, se resiente todo el cuerpo y si llegan de la más fuerte a las más débiles, son difíciles las soluciones. Sin embargo, las que van desde las más débiles hacia las más fuertes son más fáciles de solucionar porque gracias a su fuerza los flujos se ven detenidos fácilmente.303 Se dirá con propiedad “más fuerte”, lo quiera uno referir al cuerpo o a una parte del cuerpo304, al hecho de estar especialmente bien dispuesto en sus capacidades de actuación, igual que decimos también que Heracles fue el más fuerte; en otro sentido, a que ese cuerpo y esa parte son fuertes en una actividad concreta, mientras que en otra actividad no lo son. En el primer sentido es fuerte para todo en cada una de sus actividades, en el segundo una parte es la más fuerte en tal actividad y otra parte lo es en tal otra. En efecto, la actividad de los movimientos (124) del animal en su impulso al correr, al entrelazarse con otros, al hacer pedazos algún cuerpo animado o inanimado, al arrancar, etc. es una concreta y otra diferente es la capacidad y actividad vital en sí por la que las arterias y el corazón laten; además de las actividades diferentes en su género existen otras de un tipo diferente, no sólo en los seres vivos, también en los vegetales, por lo que las llamamos305 también306 actividades naturales, la de atraer, la de transformar307, la de retener y la de secretar. Así por tanto, unas veces en un cuerpo otras en otro, puede el estómago, si coincide así, tener la mayor fuerza respecto a esa actividad concreta, la de retención o la de transformación, otras veces el hígado, el bazo u otro órgano; y viceversa en ese mismo animal el estómago puede tener la capacidad más débil respecto a su capacidad para atraer y para expulsar y tener el hígado la más fuerte. El que ha escrito la cita anterior sobre que parece haber en nosotros una parte fuerte por el hecho de no Hp. Nat.Hom. 10.1-2. Galeno prefiere  “[los flujos] se ven detenidos” frente a  “harán refluir [los flujos]” que ya tenían ediciones de época de Galeno (como comenta él mismo un poco más abajo en 129). La última forma es una lectio difficilior que prefiere Jouanna, op. cit., en su edición de Hipócrates en la que comenta con amplitud el pasaje (pp. 96-99) y sus variantes, al tiempo que reconstruye el texto de Galeno, mejorándolo notablemente frente a Mewaldt. 303

En efecto, puede entenderse en griego que “más fuerte” puede calificar a cuerpo o a parte del cuerpo, aunque parece claro que da mejor sentido referido a parte del cuerpo tal y como hemos traducido. 304

305

Está aludiendo a su tratado Sobre las propiedades naturales, K. II 1 ss.

306

En griego ‘vegetal’ y ‘natural’ tienen la misma raíz (phy-).

307

Esta clasificación aparece de forma más detallada en De temperamentis 1.654. Transformación se refiere a transformación de nutrientes.

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verse afectada fácilmente por las causas que provocan las enfermedades, ha omitido, sí por Zeus, y hay que añadir que eso es en su capacidad de secreción: (125) cuando un exceso de humores se acumula, esa capacidad lo envía a otra parte. Es necesario evidentemente que la parte que envía sea más fuerte que la que recibe. Así pues, habrá en cada cuerpo una parte que sea la más débil de todas y otra que sea la más fuerte, cosa en la que sin duda están de acuerdo todos los médicos y no médicos. Dicen que los pies son las partes más débiles de los gotosos, como lo son todas las articulaciones de los artríticos, la cabeza de los que padecen cefalea, el bazo de los que sufren del bazo y los ojos de aquellos que padecen oftalmias y así con cada una de las partes. Al ser, en cuanto a su tipo, dobles las causas de las enfermedades (unas proceden de fuera y otras de nosotros mismos), unas de nuestras partes son débiles respecto a los males de fuera y otras distintas lo son respecto a los males de dentro, por lo que también son dobles las capacidades de las propias causas. Las enfermedades que proceden de nosotros mismos están en relación con la cantidad o deterioro de los humores (126), de las que proceden de fuera unas ocurren por provocarse un desequilibrio humoral y las otras perjudican el cuerpo de los seres vivos al golpearse o cortarse. Ahora bien, el mal de las luxaciones parece producirse por ambas causas. En efecto, incluso un hombre solo sin contacto con otro desarrolla la dislocación de la rodilla al caminar o de la mandíbula al bostezar o de alguna otra articulación, o, desde luego, al hacer fuerza o cuando lo retuercen; también uno sufre una fractura sin causa externa en contorsiones excesivas en número o por pisar con demasiada violencia. En definitiva que en cuanto al número son iguales los tipos de causa que los tipos de debilidad o fuerza de las partes que sufren enfermedades con facilidad o no. Las enfermedades que proceden de los humores se producen por la fuerza o debilidad de las capacidades secretoras. Las partes del cuerpo están juntas unas con otras de nacimiento y los humores que provocan enfermedad fluyen de las que son más capaces de expulsar y de nuevo de éstas a otras hasta que se fijan en alguna de las partes más débiles (127) que ya no dispone de otra parte más débil todavía a la que pueda enviar el humor que perjudica. Ahora bien, si esa parte tiene evacuación, como el intestino, el estómago, la vejiga o la matriz, el motivo del mal se vacía por secreción, siempre que sea más débil en la formación de secreciones que la parte, ya que muchas veces el vaciamiento es mayor que las cavidades con lo que revientan o se dotan de aberturas, como ocurre en las hemorragias sin heridas. Si no se dota de abertura ni explota, el humor se espesa o se hace viscoso al concentrarse y genera una tumoración que no es natural en esa parte. En definitiva esa es la fuerza o la debilidad de las partes del cuerpo en todas las enfermedades que se originan en nosotros mismos. Las que se padecen por causas externas, aparentemente se padecen en conjunto en el proceso de calentarse, enfriarse, secarse o humedecerse, porque son raras las que inducen enfermedad en los cuerpos de los animales por hacer una magulladura o un corte o algo por el estilo. En estas enfermedades será por tanto una parte fuerte o débil en relación a una enfermedad y otra en relación a otra. Las partes que son por naturaleza más frías sufrirán con facilidad por las causas que enfrían, las que son más calientes por las que calientan (128) y de forma parecida las que sufren desequilibrio humoral por humedad o sequedad. Es posible que algunas partes en sí sufran directamente por las causas que calientan, enfrían, secan o humedecen o que la parte que tenga la capacidad secretora más fuerte expulse directamente hacia otras partes su propio mal. Así pues, puesto que no se puede pensar o afirmar sin más que una parte es más fuerte o más débil, sino que son heterogéneas de muchas más maneras, no es posible juzgar la cita precedente ni demostrar si es verdadera o falsa. Desde luego que es posible decir de esta declaración y de todas cuantas declaran sin matizar sobre cosas que son susceptibles de afirmaciones o pensamientos diversos, que su exposición es embarullada y mal articulada, de forma que ninguno de los que las escuchan se benefician.

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Además contiene una fuerte contradicción la cita precedente al afirmar “Sin embargo, las que van desde las más débiles hacia las más fuertes son más fáciles de solucionar porque gracias a su fuerza los flujos se ven detenidos fácilmente”308 (129). Por ello los comentaristas escribieron de distinta forma su comentario del pasaje “se ven detenidos”309: algunos escribieron “se ven detenidos”, otros “se ven retenidos”310, otros “se ven rechazados”311, con una omega en tercera sílaba, otros “se ven rechazados”312 con heta y sigma, como Dioscórides; “se ven rechazados” dice, en lugar de la palabra “ser expulsado”313. Pero si el humor perjudicial fuese rechazado al llegar de partes más débiles a partes más fuertes, el enfermo no adelantaría nada. Sería mejor escribir la lectura más o menos así: “por la fuerza se consumirán los flujos”, por ser digeridos o disipados. Algunos afirman que aquí las partes principales son designadas como las más fuertes, con lo que falsifican el texto. En efecto, es mejor que los humores perjudiciales se cambien de las partes principales a las que no lo son y no de las que no lo son a las principales. Hemos observado muchas veces que humores que llegaban a los intestinos en casos de artritis o podagra (130), son rechazados de allí y llegan a una parte principal con lo que el hombre muere y sólo queda la esperanza de poder volver a expulsarlos al intestino. II 6 Así son las venas más gruesas y están así dispuestas. Existen cuatro pares en el cuerpo, uno de ellos sale de la parte trasera de la cabeza por el cuello al exterior hasta la columna y por un lado y otro llega a las caderas y a las piernas, después por la parte exterior de las pantorrillas hasta los tobillos y llega hasta los pies. Por ello es necesario hacer las sangrías por dolores en la espalda y en las caderas desde la parte externa de las corvas y de los tobillos. El segundo par de venas, las llamadas yugulares, tiene su arranque en la cabeza va por los oídos y a través del cuello y a lo largo de la parte interna de la columna alcanzan por ambos lados de la zona lumbar314 los testículos (131) y los muslos y a través de las corvas desde la parte interna del muslo llegan a los tobillos en su cara interna por las pantorrillas y hasta los pies. Por ello es necesario hacer las sangrías por dolores en la zona lumbar y los testículos desde la parte interna de las corvas y de los tobillos. El tercer par de venas sale de las sienes por el cuello por debajo de la escápula, después se juntan en el pulmón, una de ellas va desde la parte derecha y llega hasta la izquierda, mientras que la otra va de la izquierda a la derecha; la primera, la derecha, llega desde el 308

La contradicción consiste en que si la parte fuerte detiene el flujo procedente de la débil no habrá ninguna mejoría de la enfermedad que seguirá acumulada en la parte débil, de ahí, dice Galeno, que se buscara la solución de la contradicción con un “son rechazados” más fuerte. Pero según Galeno no se adelanta nada si no se añade la idea de que serían suprimidos, que es la que desharía la contradicción y que debe entenderse como implícita. 309

.

310

, es una variación morfológica del mismo verbo que no afecta al sentido.

311

Según la interpretación muy bien razonada de Jouanna, op. cit., 98, hay que leer aquí frente a Mewaldt y manuscritos (con un incomprensible ,  de , variante de , de , que leía Dioscórides, ya que esta forma sí puede ser sinónima de . Sobre estos compuestos de  véase Chantraine, Dictionnaire étymologique de la langue grecque sobre su posible relación con . 312



313

. Como sostiene Jouanna, op. cit., cuya interpretación seguimos en este pasaje,  sí puede ser sinónimo de , cosa que no ocurre con un hipotético  de los manuscritos. En lugar de “zona lumbar” que usamos para evitar equívocos, sería preferible la traducción por el más popular “riñones”. 314

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pulmón, por debajo de la tetilla hasta el bazo y el riñón; la segunda, la que sale de la izquierda y va hacia la derecha, por el pulmón y debajo de la tetilla llega hasta el hígado y el riñón; ambas terminan en el ano. El cuarto par desde la parte frontal de la cabeza y desde los ojos, hacia abajo por el cuello y la clavícula, después desde la parte de arriba de los brazos hasta los pliegues [del codo], después por los codos hasta las muñecas y los dedos, después desde los dedos de nuevo por las manos y los codos hacia arriba hasta los pliegues y por la parte de abajo de los brazos (132) hasta las axilas y desde los costados, desde arriba, una de ellas llega hasta el bazo y la otra hasta el hígado, y después ambas por encima del vientre hasta las partes. Así son las venas gruesas. Hay muchas venas y variadas que parten desde el vientre y se extienden por el cuerpo, por las que llegan los alimentos al cuerpo.315 Algunas de las cosas controvertidas en artes especializadas las evalúa la observación y otras la demostración racional. Las que son evaluadas por la observación precisan de una observación evaluadora bien establecida, las que lo son por la demostración precisan de un razonamiento ejercitado. Sobre la digestión de los alimentos en el estómago, la generación posterior de los humores, la asimilación y el proceso nutricional y todos los temas relacionados precisamos de un razonamiento que evalúe las opiniones de los antiguos, pero saber si los animales rumiantes tienen cuatro cavidades digestivas frente a los animales dotados de incisivos316, que sólo tienen una, es una cuestión de percepción no de demostración racional. Por tanto, la refutación (133) de falsedades es contrapuesta para los asuntos que se evalúan mediante la percepción y para los que usan el razonamiento. Establecen un juicio más seguro en las que se evalúan con la observación quienes dialogan mutuamente tras acudir a observar en las disecciones. Por el contrario, las que dependen de demostración y no de estudio anatómico317 pueden resolverse con la puesta por escrito de la demostración. Por ello si uno precisa rebatir mediante escritos a los que se atreven con toda desvergüenza e ignorancia a hacer demostraciones sobre una investigación de naturaleza anatómica que precisa de una determinación mediante la observación, los que no conocen las evidencias en las disecciones no pueden hacer la diferencia entre los que mienten y los que dicen verdad. En efecto, por ejemplo, si uno dice que Creta no es una isla, se ve desmentido por todos los que le escuchan porque saben que es una isla, igual que si uno afirma que los perros tienen cuatro cavidades digestivas y que los rumiantes sólo una, sufre el ridículo de los que han visto en los rumiantes cuatro y en los perros una. Lo mismo ocurre sobre la disección y anatomía de las venas, (134) porque la evaluación no depende de demostración, sino de observación. Mientras que los que no están de acuerdo lo pongan por escrito en sus propios rollos de papiro a su antojo, no quedará clara la verdad anatómica a los inexpertos. Llegamos a un desacuerdo de tal naturaleza en el presente tratado frente a los que se atreven a afirmar que bajan de la cabeza hacia el cuerpo cuatro pares de venas y, ante desconocedores de lo relativo a las disecciones, no podemos por escrito hacer una demostración segura porque la evaluación no precisa en absoluto de una demostración racional sino estrictamente de observación científica; a menos de que uno decida establecer su juicio pertrechándose de los escritos de algunos otros médicos y filósofos (no en menor grado

315

Hp. Nat.Hom. 11.1-5. Sobre la anatomía y fisiología de las venas en Hipócrates, cf. M.P. Duminil, Le sang, les vaisseaux, le coeur, dans la collection Hippocratique, París 1983. 316

Está usando una clasificación de rumiantes frente a no rumiantes aristotélica, HA 501a11.

En Galeno la palabra  tiene por un lado el valor tradicional de ‘disección’ y por otro ya uno cercano a ‘estudio anatómico’. 317

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de los de la escuela empírica318) sobre la investigación de la cuestión. Porque yo no rehuyo los demás elementos de juicio, incluido el acuerdo con los investigadores, especialmente con los más experimentados en la materia que se investiga, como Eudemo319 y Herófilo320 sobre la disección y Cratevas321 y Dioscórides (135) sobre los medicamentos metálicos. Pero si uno rehuye ese juicio, será incapaz de demostrar que de la cabeza salen ocho venas descendentes o tres o dos. Sólo existe una gran vena, la que llaman “cava” que se extiende a través de los lóbulos del hígado hacia abajo en la longitud del animal, al establecer el diafragma la separación entre la parte superior e inferior de los seres vivos. La vena cava se extiende a un lado y otro del diafragma, por encima hasta el corazón, por debajo hasta la columna atravesando por la parte lobular del hígado; desde la superior se observa con toda seguridad que brotan, como si se tratara del tocón de una raíz, todas las venas que están por encima del diafragma, mientras que desde la inferior, que hace un giro en dirección de la columna, brotan las que están por debajo. Esto está escrito en el libro segundo de las Epidemias por Hipócrates322 que llama a la vena cava, vena hepática. Así lo escriben también todos los anatomistas. Ningún otro médico dijo que llegaran ocho venas desde la cabeza a la parte inferior del cuerpo (136), ni de los buenos ni de los malos anatomistas, ni Diocles323, ni Praxágoras324, ni Erasístrato, ni Plistónico325, ni Filótimo326, ni Mnesíteo327, ni Dieuques328, ni Crisipo329, ni Aristógenes330, ni Medio331, ni Eurofonte332, ni ningún otro médico antiguo. 318

Los empíricos formaron una de las principales corrientes médicas helenísticas. Frente a los dogmáticos rechazaban la especulación racional sobre las enfermedades y sus causas y le daban por contrapartida gran importancia a la observación. 319

Eudemo de Alejandría fue un importante anatomista del s. III a.C. algo más joven que Herófilo.

320

Herófilo de Calcedonia fue sin duda uno de los médicos más importantes del s. III a.C., discípulo de Praxágoras; trabajó en Alejandría. Tanto él como Erasístrato fueron famosos en la antigüedad por sus disecciones sistemáticas de cuerpos humanos. Sus trabajos de anatomía fueron fundamentales para la medicina griega posterior. 321

Cratevas fue un médico (concretamente de Mitrídates del Ponto) y botánico de los s. II-I a.C. cuyas obras nos han llegado muy fragmentariamente; fue una fuente decisiva para la composición de los fundamentales tratados farmacológicos de Dioscórides. 322

Hip. Epid. 2.4.1. Esta contradicción con Hipócrates fue sin duda para Galeno un elemento fundamental para rechazar que el escrito que comenta sea hipocrático, cf. 147. 323

Diocles fue un médico de Eubea que gozó de gran fama, para algunos sólo inferior a Hipócrates, se le considera posible contemporáneo de Aristóteles. Galeno considera que fue el primero que escribió un libro de anatomía Kühn 2.282. 324

Praxágoras fue médico en Cos de la segunda mitad del s. IV a.C. Se le considera el maestro del gran anatomista Herófilo al que acabamos de hacer referencia. Se le atribuye la distinción entre venas y arterias. 325

Plistónico fue médico de Cos en el s. III a.C., discípulo de Praxágoras.

326

Filótimo, como el anterior fue un discípulo de Praxágoras vinculado también a Cos. Aparece citado numerosas veces en Galeno siempre en unión con Praxágoras (ej. De nat. fac. K. II 117, 178, De util resp. K. IV 483, De atra bil. K. V 104, Trasy. K. V 879, 898; De sanit. tuenda K. VI 276, De symptom. causis K. 7 124, 138, De tremore ... K. VII 614, De crisibus K. IX 728, De venae sect. K. XI 163, 169. En De meth. med. K. X 28 se nos dice que Filótimo es contemporáneo de Herófilo (el gran anatomista de los s. IV-III a.C.) y que su maestro fue Praxágoras (s. IV a.C.). Cf. K. XV 136. 327

Mnesiteo fue un médico ateniense del s. IV a.C.

328

Dieuques fue un médico del s. III a.C. conocido por su obra sobre dietética que cita Oribasio.

329

Crisipo médico (no confundir con el filósofo estoico) fue maestro de Erasístrato, por tanto, del s. IV-III

a.C. 330

Aristógenes fue médico de corte de Antígono Gonatas del s. III a.C., discípulo de Crisipo citado en la nota anterior.

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¿Qué necesidad hay de mencionar a los que ampliaron enormemente los estudios anatómicos tras ellos, como Herófilo y Eudemo, después de los cuales nadie añadió nada a la investigación hasta Marino333 y Numisiano334, tampoco Heracliano335 con el que coincidí en Alejandría no por casualidad. Son otros muchos los discípulos de estos hombres, pero sobresalen de los de Nomisiano, mi maestro Pélope336, y de los de Marino, Cento. Cento no escribió ningún libro, tampoco de tema anatómico, mientras que de todos los demás tenemos muchos tratados de anatomía, como los de nuestro maestro Sátiro337 y los de Lico338. En conclusión, a pesar de que todos los citados y, además de éstos, otros muchos han dejado escritos tratados anatómicos (137), nadie reconoce que haya cuatro pares de venas que tengan origen en la cabeza. En efecto, es como afirmar que en la ciudad de Atenas hay ocho acrópolis cuando sólo hay una. Es posible que uno afirme que en Roma hay ocho colinas habitadas, como que son seis. Ambos se equivocarán en uno. Si alguien, en lugar de las siete, dice que es una la colina habitada o que en Atenas son ocho las acrópolis y no una se equivocará mucho más que quien afirme la verdad salvo el error de una unidad. Así cuando sube desde los lóbulos del hígado hacia la parte superior del cuerpo una sola vena (o, en caso de que uno empiece a diseccionar desde arriba, no dirá que sube, sino que baja, pero observará una sola vena en cualquier caso), sería de lo más ridículo afirmar que se extienden ocho venas desde arriba hacia abajo. Tanto si quieres afirmar que desde arriba hacia abajo o que desde las partes inferiores se extiende la llamada vena cava o hepática, una sólo es la que se despliega a través de los lóbulos del hígado. (138) Si coincidiera que el libro que contiene tal descripción anatómica fuera de algún otro, ni lo hubiera mencionado ni me habría detenido a leerlo palabra por palabra; con escuchar sólo eso, que hay cuatro pares de venas en el cuerpo, me hubiera apartado al momento de su contenido tras condenarlo como obra de un atontado. Pero, dado que alguien interpoló esta afirmación en un tratado hipocrático, tuvimos que dedicar tiempo, el que hemos empleado en refutarla y antes de eso en leer lo que está mal escrito. Afirma que desde la parte posterior de la cabeza un par de venas empieza a extenderse por el cuello, después desde la parte externa a lo largo de la columna llega hasta las caderas y desde allí por la pantorrilla queda al lado de la parte externa de los tobillos. El segundo par, afirma, empieza en la región cercana al oído, baja por el cuello (de hecho se llaman las venas yugulares339), después, como el primer par, va por la parte externa a lo largo de la columna, 331

Medio fue médico del s. IV a.C., discípulo del citado Crisipo y tío materno de Erasístrato.

332

Eurofonte fue médico de Cnido en el s. V. a.C. contemporáneo de Hipócrates. Fue para la escuela de Cnido lo que Hipócrates para la escuela de Cos. 333

Marino anatomista alejandrino del s. II d.C. que publicó un gran tratado de anatomía en más de 20 libros.

334

Mejor Numisiano que Nomisiano a pesar de Mewaldt. Fue anatomista y comentarista de Hipócrates del s. II d.C.; también uno de los maestros de Galeno. 335

Heracliano fue médico anatomista en Alejandría en el s. II d.C., era hijo de Numisiano. Según refiere Galeno De anat. admin. 16.1 (parte conservada en árabe, cf. nota a Elementos 9.3) se negó a enseñarle los escritos de su padre y corrió el rumor de que los había quemado. 336

Poco sabemos de este médico más allá de lo que nos dice aquí Galeno, aparte que como éste, fue comentarista de Hipócrates. 337

Sátiro fue médico de Pérgamo a mediados del s. II Sobre los maestros de Galeno, puede verse su obra De ordine librorum suorum, K. XIX 49 ss. también en Claudii Galeni Pergameni scripta minora, II, Leipzig 1891 (=Amasterdam 1967). 338

Lico fue un médico macedonio del s. II d.C. Galeno polemiza fuertemente contra él en su Advesus Lycum lib., K. XVIIIa 196 ss. 339

En griego, yugular () se relaciona directamente con garganta ().

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así desde dentro hasta los testículos y llega a los muslos, después por las corvas llega hasta la parte interna de los tobillos (139). ¿Quién podría soportar oír tales cosas después de haber observado un solo día disecciones de animales? Existen muchas cuestiones anatómicas difíciles de probar en las que es normal que desconozca alguien que no esté muy experimentado en el asunto, también por eso no existe acuerdo sobre estos temas. Sin embargo, el tema de la vena mayor es tan evidente que no lo puede desconocer ni siquiera uno de los que pueden aprender algo de la disección anatómica. Hasta ahí están todos de acuerdo y los propios poetas lo saben. Por ejemplo, Homero afirma: “Cortó toda la vena, la que corre por la espalda de un lado a otro y llega hasta el cuello.”340 Sabe que es una como de hecho es, no cuatro, dos por fuera de la columna y otras dos que se extienden a lo largo de las otras, a cada lado de la columna. Ningún animal tiene esas cuatro que puso por escrito el que remodeló la descripción anatómica que allí estaba escrita, sino que a partir de una sola vena mayor se producen ramificaciones (140) a lo largo de todo lo que está entre los extremos de la espina dorsal, tal y como escribió Hipócrates en el segundo libro341 de las Epidemias: “Su extremo superior está en la zona de la clavícula y el inferior en la zona del hueso sacro.” Un extremo se divide en las venas yugulares y el otro en las que se extienden por las piernas. Entonces, ¿cómo el que escribió “segundo par de venas” cree que las venas yugulares siguen siendo dos a lo largo de la columna y se extienden hasta las piernas desde el interior? Y ¿cómo es que llega hasta los tobillos en su cara interna, cuando sólo existe una vena que llega a cada una de las piernas y no existen venas distintas, una de la que salgan las de la cara interna de los tobillos y otro las de la cara externa, sino que son ramales de la misma? Pero todavía es más risible lo del tercer par de venas que dice que se extienden a partir de las sienes, por el cuello, por debajo de la escápula hasta el pulmón y después, desde allí, cambiando su dirección recta se tuercen hasta los costados, una, la que alcanza desde la izquierda la derecha, por debajo de la tetilla llega hasta el bazo y el riñón, la otra, la que va de derecha a izquierda, por debajo de la tetilla hasta el hígado (141) y el riñón, ambas acaban en el ano. También el ano, querido amigo, diría uno con razón al que escribió eso, tiene sus ramales desde la cava en la región lumbar, donde también ocurre que se ramifican desde la cava en otra dirección, como grandes troncos, las que se dirigen a las piernas. ¿Quién desconoce, no ya de los médicos, sino incluso de los carniceros, que desde el corazón se suministra sangre al pulmón por una sola vena? En ningún lugar menciona el corazón el que se inventó ese tercer par. El corazón, que según afirman algunos anatomistas es el principio de todas las venas del cuerpo, la cita que comentamos no sabe que tenga ninguna vena. Por eso afirmó, en efecto, que el cuarto par empieza de la parte frontal de la cabeza y los ojos, baja por el cuello y la clavícula y alcanza el brazo, una por cada mano, está claro, después se extiende desde la parte superior hasta los dedos y de nuevo por toda la mano vuelve hasta las axilas, desde allí marcha por los costados, una hasta el hígado, la otra hasta el bazo, (142) después mueren ambas en las partes extendiéndose desde el vientre, de forma que tampoco estas venas dan algo al corazón. ¿Cómo se olvidó hasta el final de una víscera de la importancia del corazón el que inventó todo eso, como un nuevo Prometeo? Tampoco, desde luego, hizo mención al cerebro. Es evidente que éste recibe menos honores que los tobillos. Va más allá de cualquier ceguera lo relativo a los riñones: hasta ellos llegan desde la cava 340

Hom. Il. 13.546-7.

341

Hip. Epid. 2.4.1, donde no aparece la cita literal, sino la idea (menciona literalmente la clavícula pero no el sacro).

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venas de gran tamaño a las que desdeña mientras inventa unas que llegan hasta ellos desde el pulmón. En conclusión se hace notar entre todos porque no es que dejara de ver algo como ocurre a algunos de los anatomistas, sino que no vio absolutamente nada. Del que no ve lo más sobresaliente no habría que decir que deja de ver, sino que no ve en verdad nada. En definitiva que nadie de los que se han propuesto hacer observaciones anatómicas desconoce que esa exposición sobre las venas que se extienden por todo el cuerpo desde la cabeza se parece a las ensoñaciones de los borrachos. Porque es lógico que pasen desapercibidas a los anatomistas algunas venas pequeñas (143) pero desde luego que nadie describió que una vena estuviera donde otra ni dejó de lado lo que puede ser conocido incluso por los ciegos con extender los dedos de su mano (cosa que de hecho es posible). Por ejemplo es única la vena por la que llega toda la sangre al cuerpo desde el hígado, de ella brotan muchas venas pequeñas como las ramificaciones del tocón de la raíz que distribuyen la sangre a todas las partes del animal. Por ello si uno compara la sangre de la cava con un río y la que llega desde ella a las partes del cuerpo con un canal no se engañaría en esa imagen. Uno podría afirmar que la vena grande se parece a un río o a un tronco, pero todos los médicos están de acuerdo en que desde luego es única la vena en cuestión excepto el que se atrevió a intercalar en ese libro lo de los cuatro pares. Porque además de eso, dejó a un lado sin mencionarlo al corazón, igual que a la propia vena cava, a pesar de que se acordó de las yugulares, en las que se divide en la parte superior del tórax. Porque la gran vena ocupa todo el sitio que hay entre esa región y el extremo de la columna (144), al brotar de ella venas de un lado y otro. Se divide en dos en cada uno de los extremos y de sus partes: arriba por el cuello se extienden grandes venas, las llamadas yugulares, abajo hasta cada pierna, como ha quedado dicho, pero es una sola vena, la vena mayor. De las que se extienden por el cuello, las llamadas yugulares, se acuerda este nuevo Prometeo en su segundo par, en una demostración de ignorancia y audacia enormes, en ningún lugar mencionó que la vena cava desde la que surgen esas, se divide. Hubiera debido afirmar si ha visto algo en las disecciones anatómicas que las yugulares se reúnen en un mismo punto y forman una única vena, la hepática, cava o como uno quiera llamarla. Pero de hecho, son siempre dos en la exposición que ha escrito. al afirmar que desde las partes internas a lo largo de la columna llegan hasta los tobillos en su cara interna. ¿Qué necesidad hay de mencionar las venas que describe después de los cuatro pares? Piensa que transportan el alimento desde el vientre por todo el cuerpo, como si los mencionados cuatro pares los hubiera desarrollado la naturaleza para alguna otra causa (145) y como si no tuvieran todas las venas una única función común, transportar desde el hígado a todas las partes del animal la sangre. Ninguna de las venas que hacen remontar desde el vientre y los intestinos hacia el hígado el quilo342 sube más allá del hígado. Ni siquiera son visibles en muchos lugares del hígado, a pesar de que son muy numerosas, como ocurre con las venas que se juntan en el estómago y en el resto de vísceras intestinales, sino que todas llegan hasta un único punto, que recibe el nombre de “puerta”343 del hígado porque el primero que puso ese nombre a esa zona asimiló el hígado a una ciudad o casa, mientras que los intestinos o el vientre serían los campos, desde los cuales como por gran cantidad de caminos, es decir, las venas, los alimentos llegan hasta las puertas de la ciudad o la casa. En una palabra el nuevo Prometeo dice simplezas en lo que inventa, un animal según su propio razonamiento. Ateniéndose a los hechos, no hubiera uno, desde luego, moldeado un animal en ‘Quilo’ es la transcripción literal de la palabra griega  (chylós), en español es un término técnico. Galeno se refiere a los jugos procedentes de la digestión de los alimentos. 342

343

De ahí el denominación de vena porta. La comparación que se utiliza a continuación con una ciudad viene propiciada porque en griego con  se designan propiamente los batientes de la puerta de una muralla o cerca exterior de una casa, frente al término  que es una puerta normal de un batiente.

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el que las venas transportan el alimento desde el vientre y los intestinos a todo el cuerpo. Porque todas las venas que reciben en la zona de las vísceras el alimento recuperado llegan a un único punto, la “puerta” del hígado, y desde allí, a su vez, lo conducen a la vena cava, desde la cual, como dije poco antes, la sangre lo distribuye a todo el cuerpo. II 7 Las hay que van también desde las venas gruesas, externas e internas, hasta el vientre y el resto del cuerpo, se comunican unas con otras, tanto las que van desde dentro hacia fuera, como las que van desde fuera hacia dentro.344 Se podría haber conformado el nuevo Prometeo con los cuatro pares de venas, pues no se conformó, sino que desvarió insaciable y añadió a las anteriores las que transportan la comida desde el vientre hasta el cuerpo. Ahora, de nuevo, agregó a su discurso como copete la comunidad de las venas, sin decir nada cierto, porque se observa que ninguna de las venas que nacen del vientre, que denominó “gruesas”, (147) penetra en el vientre o los intestinos tras dividirse en otros nuevos pares. Por tanto, igual que en este estudio anatómico su inventor no dijo nada cierto, ni siquiera una sola palabra, de la misma forma no se equivocó en nada en absoluto Hipócrates en su segundo libro de las Epidemias345. No están en sus cabales, por tanto, todos los que intentan hacer comentarios de los libros de Hipócrates y no se han acercado al estudio anatómico ni en sueños, especialmente los que se denominan a sí mismos “hipocráticos”, y piensan que son obra de un solo hombre toda esa sarta de estupideces sobre la anatomía de las venas y la exposición rigurosa del segundo libro de las Epidemias. Porque si ha descubierto algo nuevo en otra parte distinta, es posible que la misma persona, con el transcurso del tiempo mejore respecto a lo que ha dicho antes y añada nuevas cosas que son adecuadas. Pero, dado que se observa que el propio Hipócrates escribe no sólo lo que todos observan con claridad, sino también lo más difícil de observar, mientras que el que inserta esa descripción anatómica aquí no es capaz de observar lo que palparía un ciego, ¿cómo es posible afirmar que la misma persona ha escrito los dos tratados? (148) ¿Según qué criterio, una vez completado el tratado sobre los elementos del hombre le añadió a continuación el relativo a las venas? Tendría que haber escrito un tratado completo de anatomía y no el relativo a las venas. Pues en los apuntes que escribimos para refrescar la memoria es habitual a veces que se produzca tan gran variedad, pero en los tratados en absoluto es habitual que a una primera lección terminada se le añada parte de una segunda, después tras un pequeño tiempo escribir otra, luego otra, como ocurre con esos restos en el Sobre la naturaleza del hombre. II 8 Hay que hacer las sangrías según esos criterios.346 (149) Se refiere a los que él mismo ha señalado previamente, en el primer par de venas, al añadir al final literalmente lo siguiente: “Por ello es necesario hacer las sangrías por dolores en la espalda y en las caderas desde la parte externa de las corvas y de los tobillos”; en el segundo par al escribir: “Por ello es necesario hacer las sangrías por dolores en la zona lumbar y los testículos desde la parte interna de las corvas y de los tobillos.” En cuanto al tercer y cuarto pares no añadió nada sobre sangrías, de forma que según eso ha dejado defectuosa su exposición al dejar de lado muchas partes del cuerpo sobre las que hubiera sido necesario dejar dicho las venas en las que sería necesario practicar las sangrías. Igual que escribió sobre un pequeño jirón del conjunto de la anatomía, así también ocurre con sus palabras a propósito de las sangrías. II 9 Es necesario practicar las incisiones lo más lejos posible de los lugares en los que tienen tendencia a producirse los dolores y a acumularse la sangre, así se produciría 344

Hp. Nat.Hom. 11.5.

345

Hp. Epid. II, 4, 1.

346

Hp. Nat.Hom. 11.6.

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mínimamente un gran cambio repentino y (150) podrías modificar la costumbre, de forma que no se acumule en el mismo lugar.347 Los comentaristas entendieron con buen criterio que ha dicho “incisiones” de las venas, lo que denominamos con una palabra compuesta “venesecciones”348, en eso están todos de acuerdo. Pero podría uno criticarle en que no diferenció si considera oportuno que se produzca la acción revulsiva349 de los humores fluyentes a partir del momento en que se instala el dolor en zonas determinadas o si en el momento en que hay salud. A mí, desde luego, me parece que se refiere a las zonas en el momento en el que están sanas porque quiere el autor que se acostumbren los humores en exceso a transportarse a otros lugares. II 10 Cuantos escupen mucho pus sin que exista fiebre, aquellos cuya orina deposita mucho pus sin dolor y aquellos cuyas heces son de forma duradera sanguinolentas como en las diarreas sanguinolentas, si tienen una edad de treinta y cinco años o son mayores, (151) todos esos tienen enfermedades espontáneas350. Por fuerza son muy esforzados, amigos de trabajos físicos y manuales cuando jóvenes; después cuando cesan en estos trabajos engordan con unas carnes blandas, muy diferentes de las anteriores, y su cuerpo de antes es muy distinto respecto al que se desarrolla después, hasta el punto de no ponerse de acuerdo. Cuando les sorprende una enfermedad a los que tienen esa constitución, en el primer momento se libran, pero luego, después de la enfermedad, con el tiempo, se disuelve el cuerpo y fluye por las venas como suero351 por donde encuentre más espacio. Si se precipita hacia el vientre, las heces se vuelven más o menos como lo352 que estaba en el interior, pues por ser su trayecto pendiente, no permanece mucho tiempo en el intestino. En los casos en los que fluye hacia el pecho se vuelve purulento, al depurarse en ascenso y permanecer tiempo encerrado en el pecho se macera y se vuelve purulento. En los casos en los que desemboca en la vejiga se vuelve blanco por el calor de ese lugar y se descompone, lo más ligero se coloca arriba y lo más espeso abajo y se llama pus.353 Las afirmaciones de la cita anterior son todas ellas claras y precisan sólo de atención más que de un comentario que las aclare. Si son verdad todas ellas hay que comprobarlo en parte mediante la experiencia, en parte mediante el razonamiento; con la experiencia, comprobar si se observa que algunos sin fiebre escupen pus o secretan algo en su orina y, además, comprobar si tras haberse esforzado mucho en su vida anterior ahora han dejado su actividad de forma continuada y si tras haber enfermado se salvaron y sólo después les sobrevienen las mencionadas secreciones purulentas. Lo anterior hay que juzgarlo con la experiencia. Con el razonamiento si la causa por la que dice que sucede el que escribió eso es verdadera o falsa. Que no son necesarias sus afirmaciones (153) es evidente a los que se han ejercitado en el 347

Hp. Nat.Hom. 11.6.

 (phlebotomía), cf. ‘flebotomía’, cuya traducción literal es “venesección” y que efectivamente es compuesto en griego, pero que traducimos por “sangría”, que es el término habitual en nuestra lengua. 348

“Acción revulsiva” traduce el término griego  (antíspasis), ya que el castellano “revulsión” se ha especializado en cuestiones dermatológicas. La acción revulsiva de la sangría intenta evitar que los humores confluyan a la zona afectada. 349

350

Existe aquí una diferencia entre el texto que cita Galeno y el que encontramos en Hipócrates en el que, en lugar de ”espontáneas”, dice ”por el mismo motivo”. A continuación el texto hipocrático dice  “fueron”, mientras que la cita de Galeno dice  “son”. 351

Jouanna, op. cit., traduce “sangre serosa”.

352

Se entiende el humor, cf. la traducción de Jouanna, op. cit.,.

353

Hp. Nat.Hom. 12.1-6.

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método apodíctico. Por tanto que cada uno juzgue por sí mismo si es convincente, porque está claro que hay riesgo de que sea convincente de forma relativa. En cuanto a la experiencia, podría afirmar también yo lo siguiente: vi que las secreciones sanguinolentas por vía digestiva sucedían con frecuencia en algunos de los que habían abandonado la costumbre de realizar enormes esfuerzos físicos, pero nunca vi una secreción purulenta. Con moco sí contemplé en ellos muchas veces secreciones en ciclos, de curso variable o fijo, de orina y digestivas, igual que esputos, maduros sí, pero no purulentos. II 11 Los cálculos se producen en los niños por el calor de esa zona y de todo el cuerpo.354 La zona se refiere evidentemente a la vejiga sobre la que escribió al final de la cita previa: “En los casos en los que desemboca en la vejiga se vuelve blanco por el calor de ese lugar.” Por tanto, afirma que las piedras se producen en los niños por el calor de la vejiga y del cuerpo en conjunto, luego hablará más sobre el calor de los niños: II 12 Hay que darse cuenta con claridad que el hombre tiene el máximo calor en su primer día y el máximo frío en el último.355 Quienes afirman sin más que el hombre tiene el máximo calor en su primer día hacen una declaración que no es verdad sin matizarla, pero si se matiza sí es verdad. Tiene el máximo calor si se añade “connatural”, que es, en efecto, máximo en los niños. El que redactó la cita mencionada no entendió lo esencial de la afirmación, como se hará evidente por la cita que sigue, en la que se descubrirá que, a diferencia de Hipócrates que afirma que “tienen el mayor calor connatural los animales que están creciendo”356 y así lo reconoce, éste piensa sin más que los animales que están creciendo tienen calor sin añadir “connatural”. II 13 Por fuerza el cuerpo que está creciendo y se desarrolla con dificultad tiene calor.357 Mientras que Hipócrates afirma que “tienen el mayor calor connatural los animales que están creciendo”, el autor ese parece que ha escuchado sin más que el cuerpo de los que crecen está caliente, puesto que no añade a su declaración “connatural” y dice que se pone caliente al desarrollarse con dificultad. Lo de desarrollarse con dificultad quiere significar algo así: le parece que el crecimiento es algo difícil, que exige fuerza y como ocurre con el resto de las actividades que exigen fuerza provoca calor al que las ejecuta y así ocurre también con el crecimiento. Pero, por el contrario tendría que haber dicho que los niños crecen gracias a su calor connatural y no que se calientan por el crecimiento. (156) El calor connatural no es sólo un calor que proporciona equilibrio humoral, también es húmedo. Por tanto, es normal que cuerpos con tales cualidades crezcan. Al estirarse en las tres dimensiones, como si se les estuviera soplando, se desarrollan en todas esas dimensiones. La naturaleza, por tanto, los estira por todos los lados porque usa para ello como instrumento connatural el calor, al estar dispuestos a estirarse por la humedad. Está claro que muchos

Hp. Nat.Hom. 12.6. A continuación falta del texto hipocrático de Galeno la frase “en los hombres no se producen cálculos por la frialdad de su cuerpo” que mejora la comprensión del conjunto. 354

355

Hp. Nat.Hom. 12.6.

356

Hp. Aph. 1.14

357

Hp. Nat.Hom. 12.6. Jouanna, op. cit., propone una traducción distinta a la habitual que justifica en su comentario, p. 288. Según él  debe entenderse como ‘tener flujos’ o ‘evacuar’ (cf.  ‘defecar’) y no ‘desarrollarse’ porque está en contraposición con , ‘tener flujos abundantes’ (frente a la traducción habitual ‘declinar’), de la siguiente frase. A juzgar por su comentario no cabe duda de que Galeno entendía también ‘desarrollarse’. Nos parece que Jouanna, op. cit., puede estar en lo cierto en el valor que le da a .

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niños pequeños por ser tragones amontonan el llamado concretamente humor crudo358 del que se forma fácilmente el cálculo porque por un lado contiene la razón material359 a partir de la que se forma la piedra y por otro lado es causa eficiente de calor. II 14: Cuando empieza a marchitarse el cuerpo y tiene flujos con facilidad se vuelve más frío.360 Y de nuevo según eso, dice que cuando no crece el cuerpo de los que han pasado ya la flor de la edad se vuelve más frío por la inactividad. Aquí de nuevo es mejor establecer la causa: (157) al disminuir su calor connatural cesó también el crecimiento. Puso todavía más en evidencia su propio pensamiento el que escribió ese texto en la declaración que sigue. II 15: Y según ese razonamiento, en su primer día crece el máximo y tiene el máximo calor, y en su último día se marchita el máximo y por fuerza tiene el máximo frío.361 Comentamos bien la cita anterior en la que dice: “Por fuerza el cuerpo que está creciendo y se desarrolla con dificultad tiene calor” porque tendría que haber dicho al contrario que el que crece lo hace por el calor connatural y que no se produce calor por el crecimiento. Es similar el razonamiento que se aplica al que ha pasado la flor de la edad porque ya no crece, considerar que está frío porque el anterior crecimiento ha dejado de ser activo y ha cesado. II 16 (158): Los que están en ese estado sanan espontáneamente en la estación en que empiezan a disolverse al cabo de 45 días, cuando sobrepasa esa estación, al cabo de un año, si no sufre otro daño la persona.362 ¿Quiénes son “los que están en ese estado”? Se trata evidentemente de aquellos que había mencionado antes que habían abandonado el ejercicio físico y que por su inactividad escupían y orinaban pus y sufrían de diarreas sanguinolentas. Yo he afirmado363 haber visto a muchos que sufrían de diarreas sanguinolentas tras haber cambiado de una forma de vida activa y penosa a una sin fatiga pero no haber visto a ninguno que expectorase ni orinase pus. Me parece que él afirma que el llamado humor crudo, cuando se ha madurado, es pus. ¿Qué tiene de extraño? cuando también Erasístrato piensa que los depósitos de la orina de los que tienen fiebre no son el humor crudo sino pus e ignora (159) que el humor ese se deposita mucho en los glotones aunque sean sanos. Hemos observado que muchos de los que están inactivos al cabo de algún tiempo tienen secreciones por la orina abundantes y semejantes al llamado moco. Incluso algunos tienen una secreción parecida a pus por ser la evacuación lenta, como ocurre en las secreciones respiratorias: por retenerse un tiempo mayor se maduran. Ahora bien, incluso él dijo el motivo antes, en el caso de la diarrea sanguinolenta dijo que la causa de lo anómalo de la secreción era la pendiente hacia abajo que hacía una evacuación rápida, mientras que en las expectoraciones era la pendiente hacia arriba que la hacía lenta, mientras El “humor crudo” aparece con frecuencia en Galeno (más de 100 veces) pero no en Hipócrates. Arist. Mete. 380b4 habla de “orina, deposiciones y mocos crudos”. En Galeno el “humor crudo” es una entidad perfectamente establecida. Como vemos en 160 habla de él referido sobre todo a la orina, los esputos y las heces y debe distinguirse del pus. En otros lugares lo menciona también al hablar de las venas. Es un humor blanquecino, húmedo y frío distinto de la flema. El uso del término en autores posteriores a Galeno parece depender por completo de este. 358

359

Aquí y en otros cuatro pasajes (De meth. med. K. X 648; De simp. med. Temp.. et fac. K. XI 534 y 535; De comp.. med. per gen. K. XIII 395) usa Galeno la expresión  que no viene recogida en los diccionarios y que creemos, tras el estudio de los pasajes señalados, que se aproxima bastante al concepto aristotélico de causa material. Vemos que después aparece la causa eficiente. 360

Hp. Nat.Hom. 12.6.

361

Hp. Nat.Hom. 12.6.

362

Hp. Nat.Hom. 12.7. Jouanna, op. cit., lee 42 días.

363

En 151, comentario a II 10.

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que en el de la orina era el calentamiento del trayecto. Pero si uno no está de acuerdo en que existe una diferencia entre el pus y el humor crudo en la orina, esputos y deposiciones, le pasa una de dos: o actúa de mala fe voluntariamente por empeñarse en una opinión, caso de Erasístrato364, que quiere que por inflamación se produzcan todas las fiebres, o se trata de un sofista ajeno a los hechos del arte, a los que con razón llaman los antiguos “médicopalabreros”365. (160) Porque son dos cosas distintas en su color, composición y olor el pus y el humor crudo. También se produce por la nariz y la boca en procesos con duración determinada o indeterminada cuando la secreción de los humores crudos purifica el cerebro, secreción que no mencionó ahora el que ha escrito la cita previa. Como era de esperar dijo que los aludidos anteriormente se curan “espontáneamente”, es decir, sin ninguna intervención nuestra porque la naturaleza por sí misma los purifica con secreciones. Propuso un período fijo doble de secreción para ellos, uno durante la estación en que ocurrió que les empezó la mencionada secreción, otro que se extiende hasta un año, incluso propuso que la breve puede extenderse hasta “45 días”. (Algunos no escriben 45 días, sino 40). Pero yo que he observado a muchos que se purificaban así de forma natural no vi que tuviera dos plazos la secreción, como escribió ese, sino muchos más. Uno se purifica con la secreción por completo en un período fijo y otro en otro, algunos en torno a los 40 días, (161) otros prosiguen durante meses, en distinto número, otros pocos mantienen este síntoma a lo largo de todo un año completo. II 17 Todas las enfermedades que ocurren hace poco366 y las que tienen motivos fáciles de conocer se pueden predecir con seguridad. La curación hay que hacerla en oposición al motivo de la enfermedad: así se podría resolver lo que provoca la enfermedad en el cuerpo.367 Parece que contradice lo que se afirma en los Aforismos: “Las predicciones de las enfermedades agudas no son en absoluto seguras ni en caso de curación ni en caso de muerte.”368. También Sabino al intentar solucionarlo dio muchos rodeos y dijo muchas bobadas pero no afirmó nada convincente. Igual otros muchos de los que han comentado el libro. Me parece que no se han entendido qué significa “hace poco”. Piensan que el razonamiento se refiere a las enfermedades de corta duración y agudas. (162) Pero creo que no habla de eso, sino de las que tienen una formación a partir de causas evidentes porque ésta ha tenido lugar recientemente, “hace poco” y no mucho. Porque es en éstas en la que la predicción de lo que ocurrirá es fácil, porque también es fácil determinar cuál y de qué importancia es su causa. Por el contrario, cuantas han surgido poco a poco desde hace mucho tiempo no tienen una causa evidente de su formación y no es igual de seguro en éstas el pronóstico. Son motivos inminentes de enfermedad los calentamientos, los enfriamientos, las vigilias, las penas, las preocupaciones, las indigestiones, dormir en duro, las fatigas, la bebida369 y cosas por el estilo. Por eso también afirmaba que su “curación” se hacía por los 364

Aquí está acusando a Erasístrato de “dogmático” como en 8, véanse las notas a ese pasaje.

365

 es un término que aparece 6 veces en Galeno, fuera de él sólo Filón de Alejandría (s. I d.C.) lo usa, concretamente habla de . 366

Seguimos el sentido que le da Galeno y muchos traductores modernos a , aunque Jouanna, op. cit., prefiere traducir, con razón, “por un motivo pequeño”, como justifica ampliamente en el comentario. 367

Hp. Nat.Hom. 13.1.

368

Hp. Aph. 2.19 con una pequeña variación, Galeno dice  y en el texto hipocrático encontramos . 369

En varias ocasiones da Galeno listados de causas de enfermedades semejantes a éste, concretamente en De diff. febrium K. VII 279 da una serie de motivos de fiebre que coincide prácticamente con ésta, otras semejantes en De const artis med. ad Patr. K. I 302, De diebus decr. K IX.940,

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contrarios a “la causa” de la enfermedad, si tuvo un calentamiento haciéndolo enfriar, si se enfrió, haciéndolo calentar, si se fatigó, poniéndolo en reposo, si estuvo inactivo frente a lo acostumbrado, haciéndole hacer más ejercicio, si sufrió de saturación, haciéndole vaciarse, si se vació, haciéndole que se rellenara, lo mismo que antes también afirmó en la cita cuyo principio es “Todas las enfermedades producidas por la saturación las cura el vaciamiento”370. II 18 (163) Cuantos tienen residuos arenosos o calcáreos en la orina tuvieron en origen tumores con supuración delante de la vena gorda; a continuación al no estallar con rapidez los tumores se aglomeraron371 a partir del pus los residuos calcáreos, que se segregan por la vena con la orina hasta la vejiga.372 Por un lado se producirían orinas de ese tipo por la causa que dice, pero también podrían ocurrir igual por estar sufriente el riñón al margen de la vena grande373, porque en general sin haber tumores ocurren las secreciones por la orina mencionadas cuando el humor se cuaja por ser bastante espeso o viscoso lo que hace que su tránsito sea lento al secarse por el calentamiento del lugar. II 19 Están dañadas las venas de los que tienen sólo orines sanguinolentos.374 (164) No está claro a qué se refiere el “estar dañadas”. Puede significar que están fatigadas o porque se han vuelto débiles con lo que la sangre se vuelve poco madura y se escapa con facilidad por falta de tono o porque evacuan anormalmente, pero también puede significarse otra cosa, “están afectadas”, a partir de “están dañadas”: sin tener daño alguno los propios riñones, el mal está sólo en las venas. No se puede conocer el significado a partir de esa declaración. Está claro que ni Hipócrates ni Pólibo habrían dicho “orines” porque habrían preferido decir “orina”375 que es lo que usa en profusión Hipócrates y nunca “orín”. Otras muchas interpolaciones demuestran con claridad que no es obra de Hipócrates ni de Pólibo. II 20 Cuando en el orín espeso salen al tiempo pequeños filamentos carnosos (165) semejantes a pelos, debe saberse que éstos proceden de los riñones.376 Parafraseó el aforismo siguiente: “los que hacen salir en la orina espesa pequeños filamentos carnosos igual que pelos esos evacuan desde los riñones”377 II 21 Los que tienen la orina pura pero a veces viene con el orín una especie de salvado sufren de descamación de la vejiga.378 Aquí de nuevo ha parafraseado el aforismo: “Los que hacen salir con la orina espesa algo de aspecto de salvado esos sufren de descamación de la vejiga”379 II 22 La mayoría de las fiebres surgen por la bilis. (166) Son cuatro sus tipos, sin contar las que aparecen en los dolores localizados380. Sus nombres son continua381,

370

En la cita II 1 en 110.

371

Seguimos la lectura de Jouanna, op. cit., 293.

372

Hp. Nat.Hom. 14.1.

373

Como hemos visto en 135 se trata de la vena cava.

374

Hp. Nat.Hom. 14.2.

375

El texto citado usa el término  mientras que, según Galeno, Hipócrates usa ; ambas formas son variaciones a partir de la raíz  ‘orinar’. La observación de Galeno es pertinente porque efectivamente  aparece en textos médicos griegos sólo en este pasaje o en comentarios a este pasaje. 376

Hp. Nat.Hom. 14.3.

377

Hip. Aph 4.76.

378

Hp. Nat.Hom. 14.4.

379

Hip. Aph 4.77.

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cotidiana, terciana y cuartana. La continua se produce de la bilis más abundante y de la que tiene menos mezcla y hace las crisis en un tiempo más pequeño porque el cuerpo al no enfriarse ningún momento se disuelve rápidamente como calentado por mucho calor. La cotidiana se produce de la bilis más abundante después de la continua y se transforma más rápidamente que las otras. Es más larga que la continua porque surge de menos bilis y porque el cuerpo tiene pausa, mientras que en la continua no tiene pausa ningún momento. La terciana es más duradera que la cotidiana y se produce de menor cantidad de bilis, en la medida que el cuerpo tiene pausa más tiempo que en la cotidiana esa fiebre es más duradera que la cotidiana. Las cuartanas según el mismo razonamiento son más duraderas que las tercianas, porque (167) participan de menor cantidad de bilis de la que produce calor y participan de mayor enfriamiento intermedio del cuerpo. Tienen por la bilis negra ese exceso de duración y esa dificultad para marcharse, ya que la bilis negra es el humor382 del cuerpo más viscoso y que toma asiento más tiempo. Se puede determinar así que las cuartanas participan de la bilis negra: sobre todo se cogen las cuartanas en el otoño entre los 25 y 45 años, que son las edades y la estación en las que más domina la bilis negra. Los que padecen la cuartana en otra edad u otra estación debe saberse que no será duradera si no se ve sorprendido el individuo por otro mal.”383 La mayoría de los comentaristas, entre los que está Sabino, me parece que han sufrido algo parecido al hombre que está enfermo de hidropesía (168) y pide que el médico Filótimo le cure del panadizo, pues una de dos, o no veía lo completamente enfermo que estaba o creía que no precisaba de tratamiento. Así también hay que creer que los comentaristas están ciegos en el ojo del alma o consideran que los pequeños temas de crítica precisan de tratamiento, mientras que los grandes no requieren ninguna ayuda. Como si despertaran de un sueño profundo se dieron cuenta de la contradicción con Hipócrates en lo afirmado en la cita anterior, que manifiesta que la fiebre cotidiana es menos duradera que la terciana, cuando con claridad ha afirmado Hipócrates en el primer libro de las Epidemias y en los Aforismos que “la terciana hace crisis rápidamente”384, por tanto afirman que el libro no es hipocrático puesto que es evidente que lo dicho es falso y diferente a lo escrito por Hipócrates en otros lugares. Si en ese punto sólo reconocieron que el interpolador miente y contradice a Hipócrates se parecen al que ve el panadizo pero no repara en que todo su cuerpo está en muy mal estado. (169) Porque quien desconoce que la fiebre constante es más duradera que la terciana demuestra que no tiene trato con las cosas de la medicina. Sin embargó no plasmó su mentira por alguna locura desvergonzada, sino movido sobre todo por un razonamiento convincente, puesto que a alguno de los antiguos, entre los que se encuentra Platón, les parecía que las fiebres continuas procedían de un exceso de fuego, las cotidianas de un exceso de aire, las tercianas de un exceso de agua y las cuartanas de un exceso de tierra. La cita de Platón en sus mismos términos dice así:

380

Interpretación de un término que resulta extraño, la propone el propio Galeno en Ling. dict. exolet. Hipp. explicatio K. XIX 84.2, como señala Jouanna, op. cit., 294. 381

Todavía hoy el DRAE recoge el término griego aquí utilizado y habla de ‘fiebre héctica’.

382

Para Jouanna, op. cit., por lo explicado en la nota a la cita I 20 debe suprimirse el término  ‘humor’, del texto griego aunque aparezca en algunos manuscritos modernos. En este caso Mewaldt lo admite. 383

Hp. Nat.Hom. 15.

Hp. Epid. I 3, 11: “la terciana hace crisis rápidamente y no es mortal”, Aph IV 59: “la terciana se resuelve la más larga en siete ciclos”. 384

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“Por tanto, el cuerpo que está enfermo sobre todo por un exceso de fuego produce calenturas y fiebres continuas, el que lo está por un exceso de aire fiebres cotidianas, tercianas el que lo está por uno de agua porque es más torpe que el aire o el fuego, y el que lo está por un exceso de tierra que es el cuarto más torpe entre ellos se purifica en ciclos cuádruples de tiempo desarrollando cuartanas de las que se libra a duras penas”385. Si, por tanto, Platón afirma que el elemento más torpe, el que está más asentado y se mueve con mayor dificultad, se purifica en ciclos cuádruples de tiempo, (170) parece que sería convincente que los demás elementos se diferenciaran unos de otros según la misma relación, de forma que el que viene a continuación del elemento terroso (que sería el agua) produce la fiebre que sigue al ciclo de cuatro días, a su vez el que está a continuación de ese, que es el aire, la cotidiana y el más móvil que está claro que es el fuego, provoca la fiebre continua. Pero más convincente que ese es el razonamiento que postula como causa de la generación de estas fiebres el elemento caliente por naturaleza, es decir, el fuego. En efecto, no parece razonable que el padecimiento más cálido se produzca en el cuerpo por predominio del elemento frío. Por tanto, es razonable que se produzca el padecimiento cálido por exceso de elemento caliente y las fiebres difieren por sus propias diferencias que conviene atribuir a la cantidad de la causa. Si estamos de acuerdo en eso, la fiebre más continua y más caliente se producirá por la máxima cantidad de fuego, la que viene a continuación ocupará el segundo lugar en cantidad de fuego, la terciana el tercer lugar, la cuartana el cuarto. Su resolución será en relación a la causa, (171) las resoluciones más rápidas las de la fiebre más cálida, las segundas en duración las de las fiebres cotidianas, las terceras las de las tercianas y las cuartas las de las cuartanas. En definitiva, que en cuanto a lo convincente esas afirmaciones están muy bien, pero contradice al razonamiento la investigación de los hechos. Sobre la anatomía de las venas de la que había escrito antes386, por el contrario, incapaz de decir nada convincente, el que lo escribió resulta que miente no en una, dos o tres cosas, sino en muchísimas al no haber hecho en ellas ni una afirmación verdadera ni por casualidad. Así pues, es de admirar que a propósito de esas afirmaciones no le criticaran al que escribió todo lo que viene después de Sobre la naturaleza del hombre hasta aquí y precisamente ahora le critiquen y por eso les parezca que el libro no es de Hipócrates. Uno podría extrañarse de que Sabino y la mayor parte de los comentaristas elogien todas las interpolaciones constantemente con “esto lo ha dicho este hombre admirablemente”, “esto otro como los ángeles”, “lo de más allá divinamente” y ahora de repente se olvidaron de todo aquello y por una sola contradicción les parece que ya no es de Hipócrates el libro y se lo trasladan a Pólibo (172), como si hubieran leído los Aforismos y el primer libro de las Epidemias, y no los libros de Pólibo, quien es imposible, como discípulo de Hipócrates, que no le hubiera escuchado muchas veces hablar sobre las diferencias de las fiebres y no le hubiera leído sus escritos con la afirmación de que había observado en los enfermos que la terciana hace crisis con rapidez mientras que la cotidiana se alarga en el tiempo. Porque Pólibo no era de los profetas de Alejandría387 que sin haber visto nunca a ningún enfermo se dedicaban a hacer acertijos sin decir siquiera ni una sola cosa con buen criterio de aquello que los entendidos ven que se produce con claridad en los enfermos. Por tanto, el que escribió eso era un sofista de semejante calaña o un malintencionado, según parece, que interpoló lo falso para infligir crítica a lo antiguo. La prueba de que es más reciente el interpolador está en la 385

Pl. Ti. 86a3.

386

Se refiere a la cita II 6 en 130 ss.

F. Kudlien, s.v. “Numisianos” en Der Kleine Pauly, Munich 1975, piensa que puede ser una referencia a Numisiano, citado en 136. 387

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denominación de la fiebre constante. Nunca Hipócrates ni ningún otro de los antiguos denominó “continua” a la fiebre “contina”388; de igual forma que no llamaron “orines” a la orina, sino que esos términos son de médicos recientes, (173) desconocedores de la forma de hablar antigua. Tras dejar a un lado ya estas interpolaciones, pasemos al Sobre el régimen de vida sano que dicen que es obra de Pólibo.

388

Intentamos reproducir así la diferencia de los dos términos griegos muy cercanos fonéticamente y en su formación, por una parte, , el término antiguo (“contino”) según Galeno, y por otra , el término nuevo que traducimos por “continuo”.

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Índice de nombres propios (excepto personajes mitológicos) En la primera página de aparición existe una nota con una brevísima noticia biográfica de la mayoría de los personajes citados excepto de los muy conocidos. Adriano, 36 Heráclito, 6, 8, 10, 31, 38, 43 Alcmeón, 22, 31 Herófilo, 72, 73 Anaxágoras, 4, 16, 21 Hesíodo, 51, 62 Anaximandro, 10 Hipócrates, 1, 2, 4, 6, 7, 9, 10, 11, 12, 14, 19, 20, 21, 22, 23, 25, 27, 29, 30, 31, 33, Anaxímenes, 6, 8, 10, 13, 38 34, 36, 38, 39, 41, 42, 43, 45, 46, 47, 48, Aristarco, 64 50, 52, 53, 56, 57, 60, 62, 63, 64, 66, 67, Aristógenes, 73 68, 72, 73, 74, 76, 77, 78, 79, 81, 82, 83 Aristóteles, 2, 4, 5, 11, 12, 13, 16, 22, 23, Hipócrates hijo de Dracón, 64 30, 32, 33, 37, 38, 41, 72 Hipócrates hijo de Tésalo, 64 Arquelao, 34 Homero, 30, 35, 36 Arquígenes, 51 Jenófanes, 37, 38 Artemidoro Capitón, 36, 37, 64 Leucipo, 2 Asclepiades, 2, 22, 23, 27, 28, 65 Lico, 73 Atalo, 64 Marino, 73 Ateneo de Atalia, 14, 15, 16, 22, 65 Medio, 73 Cento, 51, 73 Meliso, 11, 22, 31, 38, 39, 40, 43 Cratevas, 72 Menón, 38 Crisipo, 22, 73 Mnesíteo, 72 Demócrito, 2, 21 Neumáticos, 65 Dieuques, 72 Numisiano, 73 Diocles, 72 Parménides, 11, 22, 31 Diodoro, 2 Pélope, 73 Diodoro Crono, 2 Peripatéticos, 37, 40 Dioscórides, 36, 70, 72 Pitágoras, 51 Dioscórides el joven, 64, 70 Platón, 31, 32, 34, 45, 51, 59, 62, 83 Dogmáticos, 32, 48 Plistónico, 72 Dracón, 64 Pólibo, 33, 34, 63, 81, 83, 84 Empédocles, 21, 22, 31, 40, 45 Praxágoras, 72 Empíricos, 72 Pródico, 22 Epicuro, 2, 21, 31 Sabino, 37, 38, 80, 82, 83 Erasístrato, 32, 34, 64, 72, 73, 79 Sátiro, 73 Estoicos, 40, 41 Sócrates, 31, 51 Eudemo alejandrino, 72 Tales, 6, 8, 10, 21, 38, 43, 51 Eurofonte, 73 Teofrasto, 22, 38 Filótimo, 72, 82 Tésalo, 34, 64 Gorgias, 22 Heracliano, 73

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Tratados de Galeno citados *Sobre la concepción de hijos (es dudoso que sea el título de un tratado perdido) ................. 45 *Sobre la disección en Hipócrates (no conservado) ................................................................ 20 *Sobre las voces médicas (sólo en traducción árabe) .............................................................. 32 *Sobre los escritos genuinos y bastardos de Hipócrates (no conservado) .............................. 33 *Sobre que Hipócrates mantiene la misma opinión en Sobre la naturaleza del hombre y en todos los demás escritos (no conservado) ...................................................................... 34, 63 Comentario al pronóstico (In Hippocratis Prorrheticum I comentaría) .................................. 36 Comentario al sexto libro de Epidemias (In Hippocratis lib. VI Epidemiarum comentaría) .. 66 Comentario al Sobre las articulaciones (In Hippocratis lib. De articulis) .............................. 56 Procedimientos anatómicos (De anatomicis administrationibus) ..................................... 20, 25 Sobre el esperma (De semine) ............................................................................................ 44, 53 Sobre el método terapéutico (De methodo medendi) ....................................... 23, 32, 39, 42, 61 Sobre la conservación de la salud (De sanitate tuenda) .......................................................... 66 Sobre la diferencia de las enfermedades (De morborum differentiis) ............................... 32, 64 Sobre la plenitud (De plenitudine) ........................................................................................... 64 Sobre la propiedad de los medicamentos purgantes (De purgantium medicamentorum facultate)............................................................................................................................... 52 Sobre las causas precursoras (De causis procatarcticis sólo se conserva traducción latina) . 65 Sobre las propiedades de los medicamentos simples (De simplicium medicamentorum temperamentis ac facultatibus) ...................................................................................... 23, 42 Sobre las propiedades naturales (De naturalibus facultatibus) .................................. 29, 34, 69 Sobre los elementos según Hipócrates (De elementis ex Hippocrate)30, 34, 35, 42, 45, 46, 47, 63 Sobre los temperamentos (De temperamentis) ................................................................... 23, 55

Tratados hipocráticos citados Aforismos (Aphorismi) ......................................................................... 44, 57, 61, 80, 81, 82, 83 Epidemias (Epidemiae) .................................................................. 33, 66, 67, 72, 74, 76, 82, 83 Sobre el régimen de vida sano (De diaeta salubri) ...................................................... 33, 64, 84 Sobre la dieta de las enfermedades agudas (De diaeta in morbis acutis) ............................... 37 Sobre la naturaleza del hombre (De natura hominis)13, 19, 21, 22, 30, 33, 34, 35, 37, 62, 63, 76, 83 Sobre las articulaciones (De articulis) .................................................................................... 37 Sobre las fracturas (De fracturis) ............................................................................................ 37

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