Fundadora del hogar, forjadora de la patria y sostenedora de la Iglesia. El modelo de mujer católica a través de la revista Juventud

June 29, 2017 | Autor: Cynthia Iniesta | Categoría: Gender and religion (Women s Studies)
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Descripción





Fundadora del hogar, forjadora de la patria y sostenedora de la Iglesia. El modelo de mujer católica a través de la revista Juventud
1930-1973
De las niñas de hoy,
debes hacer las mujeres de mañana,
las que fundarán los hogares,
las que forjaran una Patria,
las que sostendrán a la Iglesia,
¡Ahí, están las mujeres de mañana!
Eugenia Olivera, Juventud, 1940

La historia de las mujeres surgió a partir de que la Historia Cultural rescató a los subalternos y los espacios conocidos como de la vida privada, y con ellos a la figura femenina, pero sin considerarla en sí misma, ni con una perspectiva de género. Fue con el surgimiento de los movimientos feministas de los años sesenta del siglo XX que se comenzó a desarrollar en varios países de Europa y Estados Unidos una historiografía propia de la mujer, la cual consistía específicamente en rescatar su importancia como sujeto histórico (Ramos, 1992: p.8).
De acuerdo con Anne Pérotin-Dumons (1989, p.2) el historiador tiene cuatro desafíos al realizar historia de las mujeres,
La primera es convertir a las mujeres en sujetos de la historia, sacarla del limbo. Segundo: inventariar las fuentes con las que contamos. Tercero: reconstruir las vidas de las mujeres en toda su diversidad y complejidad, mostrando cómo habían actuado y reaccionado dentro de las circunstancias que les habían sido impuestas. Cuatro: dar sentido diferente al tiempo histórico, subrayando lo que fue importante en la vivencia de las mujeres.
Fue así que la historia de las mujeres ha tenido importantes aportaciones a la historiografía. Una de ellas es el uso de fuentes alternas, ya que para escribirla se carece de huellas.
Dicho lo anterior la importancia de este artículo es el rescatar las voces de mujeres que escribieron dentro de la revista Juventud, donde difundía el modelo de mujer católica mexicana durante los años de 1930 hasta 1973, y cuál era el modelo que debían reproducir según el discurso que estas escritoras transmitían a las jóvenes mexicanas de clase media.
Revista Juventud
La revista Juventud inició en 1930 por la organización Juventud Católica Femenina Mexicana (JCFM). Tenía como finalidad difundir cada mes el mensaje de la jerarquía católica y transmitir las ideas, iniciativas y actividades realizadas por la JCFM.
La JCFM pertenecía al Acción Católica Mexicana, fue fundada en 1926, y estaba destinada a formar a las jóvenes solteras de entre 15 y 35 años de edad "en el apostolado por medio de una solida preparación espiritual, intelectual y moral" (Juventud, 1930: p.3). Dentro de esta organización había dos secciones preparatorias: la de aspirantes, dedicada a las niñas de entre 12 y 15 años, y la infantil para las niñas de 6 a 12 años, de las cuales también sacaron publicaciones dirigidas a cada una de las sección.
La principal finalidad de la revista Juventud, fue que estuvo en consonancia con la promoción de las virtudes que la mujer católica debía poseer. Para ello publicó, durante todos los años en que salió a la venta, lecturas apropiadas para las jóvenes, convocatorias a concursos, campañas, cruzadas por la pureza, elaboró cuentos, difundió los discursos de eclesiásticos de la jerarquía y una variada información en relación con las virtudes que estaban presentes en el discurso de los textos presentados aquí.
Esta formación llevaba el adoctrinamiento en el modelo de mujer católica, que algunos estudiosos, como Monsiváis, la caracterizaba por ser conservadora, guardiana de la tradición y de los "valores eternos", además debía "poseer espíritu de sacrificio, abnegación, carácter formado, que tuviera por norma de su vida el deber. El deber ante todo y sobre todo. Deberes como cristiana, como esposa, como madre educadora, como ama de casa" (Monsiváis, 2009: p.24).


Modelo de mujer católica
De finales del siglo XII hasta principios del siglo XX, se escribieron una serie de textos a cargo de hombres de la Iglesia y laicos, en los que dan testimonio de la necesidad de elaborar valores y modelos de comportamiento para las mujeres. Estos textos tenían la intención de construir un modelo ético femenino (Casagrande, 2011: p.106).
De finales del siglo XII hasta terminar el siglo XV, De acuerdo con Carla Casagrande la clasificación de las mujeres en los siglos del XII al XIV, establecieron un modelo, ya que "Los criterios con los cuales clasificaban a las mujeres resultan, pues, una importantísima orientación para comprender qué sistema de valores y qué modelos de comportamiento se proponían a las mujeres" (Casagrande, 2001: p.111)
En el discurso de la Iglesia Católica del siglo XX, la mujer era presentada "como un ser débil y fácilmente corruptible, pero también potencialmente seductora y corruptora" (Boylan, 2009: p.313). A consecuencia de esto, la Iglesia promovía entre las mujeres "la conservación de la pureza, la adhesión a la doctrina, la sumisión a la autoridad y la pasividad" (Boylan, 2009: p.313), para evitar que las mujeres se contaminaran y a su vez contaminaran a los demás con actitudes mundanas. Pues, la mujer era la que se encargaba de transmitir los valores a los hijos, y por esa razón El Vaticano reprobaba "las actitudes feministas y radicales de emancipación de las mujeres, la regulación del matrimonio, las leyes sobre la familia y el trabajo asalariado" (Boylan, 2009: p.314). En sí la jerarquía eclesiástica se oponía a todo acto que atentara contra los aspectos en los que estaba presente un peligro contra el papel de la mujer como pilar fundamental del hogar, la familia y el matrimonio.
Esta oposición vaticana se debía a que estas ideas iban en contra del ideal que tenía la Iglesia de la mujer. Ese ideal estaba presente tanto en libros de formación católica como en la revista Juventud, en los que consideraban a la mujer como el eje formativo de la familia. En el discurso de las jerarquía eclesiástica, como los manuales de comportamiento publicados a finales del siglo XIX, que han sido estudiados por Valentina Torres Septién, indicaban también las reglas que debían seguir las mujeres en relación con su desempeño en el hogar y la familia, para cumplir correctamente con su deber de madre y esposa. Este ideal de mujer fue el que trató de defender la Iglesia hasta el siglo XX.
El modelo de mujer católica mexicana
El modelo de mujer católica mexicana lo planteamos a partir de lo propuesto anteriormente por Casagrande, y partiendo de algunos de los textos publicados dentro de la revista Juventud, de esta manera poder identificar los valores y modelos de comportamiento que transmitía a las mujeres de la organización.
La selección de los texto fue a partir de revisar los escritos que se publicaron en la revista sobre el deber ser de la mujer, el cual transmitían a las jóvenes desde sus inicios en 1930 hasta 1973 fecha de la última revista que se encontró en el acervo histórico de la Universidad Iberoamericana en la ciudad de México. Después de identificar estos textos, se localizaron los que fueron escritos por mujeres, bajo estos criterios se eligieron los documentos para analizar el modelo de mujer católica mexicana.
En la revista Juventud encontramos referencia a este modelo, ya que en el primer número la presidenta de la organización JCFM Sofía Valle, publicó un texto mencionando cuáles son los deberes de las jóvenes mexicanas:
[…] La Iglesia necesita jóvenes más profundamente cristianas, inteligencias más luminosas, voluntades más fuertemente inclinadas al bien, alma más apostólica. La familia, pide jóvenes conscientes de sus deberes y responsabilidades familiares, hijas más respetuosas, hermanas más abnegadas, esposas más dignas, madres mejor preparadas para asumir las graves responsabilidades de la educación de sus hijos. La sociedad exige para conservarse cristiana una influencia más decisiva de la mujer inteligente y honesta, mediante una comprensión más clara de su misión, social. (Valle, 1930: p.5)
Según con este fragmento el deber ser de la mujer católica estaba divido en tres objetivos, en lo familiar, social y moral. Bajo estos aspectos es que se trató de formar el modelo de mujer católica mexicana a través de la revista Juventud.
El principal objetivo de la mujer de acuerdo con el discurso de los jerarcas de la Iglesia católica, era la maternidad. Este objetivo tenía como consecuencia una "normativa de conducta femenina y única vía de realización de la mujer. De ese modo, la maternidad era vista por las mujeres católicas como exclusivo cometido femenino, reforzando la idea de la dedicación exclusiva de la mujer a la familia" (Nash, 2001: p.698-699). De tal manera, la maternidad era considerada como "la base de la identidad femenina y vía de su realización personal y social" (Nash, 2001: p.698-699). Dentro de la revista encontramos varios ejemplos en los que escriben mujeres refiriéndose a este fin, y mediante los textos tratan de reforzar este deber de la mujer católica, que encontramos hasta 1973.
En el texto firmado por Esther publicado en la revista Juventud en abril de 1940, menciona los siguiente
La mujer tiene graves y grandes deberes que cumplir y entre ellos ocupan el primer lugar aquellos que tocan a la realización de su misión familiar. La constitución libre de un hogar emplea a la mujer en una misión amplísima, que trasciende más allá del tiempo que la ve vivir (Esther, 1940: p.4)
Otro texto titulado Mexicana y Femenina en el que también plantea como principal objetivo de la mujer la maternidad escrito por Isabel Gibbon,
Providencialmente dotada, física y espiritualmente, para la maternidad, la mujer está llamada a ejercer en el hogar una influencia directa o indirecta, según la misión que está llamada a cumplir en la vida. (Gibbon, 1940: p.3)
A pesar de que las mujeres a mediados del siglo XX empezaron a tener una mayor presencia en el ámbito público, para 1956 publicaron en la revista el texto sobre El papel universal de la Mujer, por Adela Taboada, quien continuaba con el mismo discurso sobre la maternidad como el principal objetivo de la mujer. "[…] como la humanidad subsiste aún, la primera misión femenina está en el hogar y la maternidad" (Taboada, 1956: p.6 y 7). Para principios de la década de los setenta, ya había una mayor aceptación por la participación de las mujeres fuera del hogar, aunque no se deja de recordar que la mujer es la principal conformadora de la familia como lo menciono, Antonieta Uranga, en el texto titulado La verdadera liberación de la mujer, en el que escribe lo siguiente "Nosotros no hablamos de esa falsa igualdad que negaría las distinciones establecidas por el mismo Creador, y que estaría en contradicción con la función específica, tan capital, de la mujer en el corazón del hogar" (Uranga, 1973: p.12)
Como segundo deber para la mujer era el social, según con el escrito de Sofía Valle era la educación de los hijos. Las mujeres eran consideradas como agentes de cambio en la sociedad. Así, la mujer era el elemento indispensable para llevar a cabo el deber ser social, pues en ella recaía la responsabilidad del comportamiento moral de toda la familia. De esa forma fue que otra característica de las mujeres católicas, era el ejercicio de la enseñanza, ya que tenía como objetivo la formación de buenos ciudadanos a partir de la formación de los valores cristianos y civiles. "[…] en la familia nuevos seres reciben la vida y la madre tiene la misión de hacer del hogar una escuela de vida y de moralización, un núcleo capaz de ser célula viviente de la sociedad" (Esther,1940: p.4)
Tiene la mujer deberes cívicos, ya que forma parte de la sociedad civil: debe tener presente que su marido o sus hijos o hermanos tienen que ser ciudadanos conscientes, que deben tomar parte, y parte activa, en la vida de la ciudad; si es necesario, la mujer debe sacrificarse para hacer que los suyos cumplan con sus deberes cívicos. (Esther, 1940: p.4)
[…] es a través del hogar que la mujer ejerce principalmente su influencia buena o mala, pero decisiva, en la sociedad y en los destinos de los pueblos. (Gibbon, 1940: p.3)
La influencia de la mujer es decisiva sobre el destino entero de hombre. Desde su papel de madre y primera institutriz, hasta el de amiga y consejera espiritual (Taboada, 1956: p.6 y 7)
Comentario de una de las lecturas sobre la Campaña Anual. El otro día encontré entre mis papeles, los cuadernitos que he ido coleccionando de la Campaña Anual de este año. Me entró la curiosidad de leerlos nuevamente y pude darme cuenta cómo poco a poco estos estudios me han llevado a encontrarme a mí misma y a saber cuál debe ser mi papel dentro de mi familia, dentro del mundo en que vivo, dentro de mi trabajo y en mi Patria. (Quoist, 1969: p.7)
Como tercer aspecto del deber ser de las mujeres católicas era el moral, es decir la conservación de las tradiciones católicas. La clase media para este periodo se caracterizaba por tratar de mantener las tradiciones que eran marcadas por la Iglesia o la sociedad, ya que este sector social, de acuerdo con Valentina Torres Septién (2007: p.387) privilegiaba la intimidad de la vida familiar, a través del cuidado de las tradiciones. Estas tradiciones era continuar con los sacramentos de la religión católica, especialmente el matrimonio, como encontramos en los siguientes textos:
Debe defender el lazo sagrado indisoluble del matrimonio; comprender al esposo para saber ser su verdadera compañera; llevar a cabo la difícil obra de la educación de los hijos, cumplir los deberes de hija de familia y prepararse con una formación consciente a la realización de su futura misión, conservar el calor y el atractivo del hogar. (Esther, 1940: p.4)
[…] la inteligencia, la delicadeza de sentimientos, los secretos de abnegación y de ternura con que Dios la ha enriquecido, la capacitan admirablemente para cumplir su misión de educadora, de modeladora de almas, en el hogar o mediante el ejercicio de la maternidad espiritual, en la vida religiosa o en el amplio y magnífico campo del apostolado. (Gibbon, 1940: p.3)

Para la década de los cuarenta las tradiciones que cuidaba la clase media se vieron amenazadas debido a la influencia de la cultura de los Estados Unidos en la cultura mexicana, particularmente en la clase media urbana. Esto a raíz de los migrantes mexicanos que iban a trabajar de forma temporal o permanentemente a Estados Unidos y regresaban con dicha influencia, así también por las grandes inversiones de empresas de ese país en México y la instalación de grandes tiendas comerciales.(Padilla, 1997:p.125)
Esta influencia no era bien vista por la clase media ya que se caracterizaba por ser reservada ante las influencias culturales externas. Por lo que tanto la sociedad como la Iglesia católica trataron de mantener un mayor control sobre el comportamiento de las jóvenes mexicanas.

Conclusión
A manera de conclusión podemos mencionar que la historia de las mujeres no sólo permite rescatar de la invisibilidad a las mujeres de la historia, sino también proponer otra tipo de fuentes documentales, ya que para realizar esta historia el oficio de historiador debe aproximarse a otras tipos de fuentes, pero también poder detectar a las mujeres dentro de las fuentes tradicionales.
Lo que aquí presento no hubiera sido posible como lo hace ver Anne (1989), por organizaciones femeninas como la JFCM que guardaron sus documentos, gracias a esto se puede dar a conocer a estas mujeres, aunque los estudios sobre la mujer católica, son pocos a raíz de que son consideradas representantes del discurso heteronormativo, el cual va en contra de la postura feministas, creo que sería importante también darle voz a estas mujeres, para entender su participación dentro de la sociedad.
El modelo de mujer católica mexicana que trataban de transmitir a las jóvenes entre 1930 y 1973por medio de la revista Juventud, sobre todo en este periodo de la historia en que se dio la liberación femenina, fue una forma de resistir a tal acontecimiento, pero también de tratar de recordarle a las jóvenes católicas cuál era su papel principal en la vida que era la maternidad.

Referencias
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