FUNCIONES Y COMPETENCIAS DEL EDUCADOR SOCIAL - ADESU

June 6, 2017 | Autor: Diego Silva Balerio | Categoría: Pedagogía social, Educación Social, Sociedad Iberoamericana De Pedagogía Social
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Descripción

Asociación de Educadores Sociales del Uruguay

abril de 2010

FUNCIONES Y COMPETENCIAS DEL EDUCADOR SOCIAL

1. Presentación

La Asociación de Educadores Sociales del Uruguay (ADESU), asumiendo un fuerte compromiso con el desarrollo de la profesión en nuestro país, ha trabajado desde su creación promoviendo la producción colectiva de documentos y textos que recojan el pensamiento y las reflexiones de los educadores y las educadoras sociales.1 El acervo de la Educación Social se ha nutrido con los aportes de diversos profesionales que han estado muy cercanos al desarrollo de nuestra profesión, y en especial en los procesos de formación de los educadores sociales. Por otra parte, para ADESU es de gran importancia promover y sostener procesos que involucren a los propios profesionales en la creación y acumulación de conocimiento específico. En tal sentido, la Asociación viene trabajando desde hace años mediante procesos participativos desde los cuales aportar a la producción propia de la Educación Social, procurando reflexionar y generar propuestas que respondan a los problemas educativos de nuestro país. Desde esta perspectiva se ha evaluado la necesidad de elaborar un documento que permita identificar, ordenar y discriminar el conjunto de prácticas que configuran el hacer de la profesión, así como establecer criterios para delimitar el campo de actuación profesional de los educadores sociales. El presente documento es el resultado, momentáneo, de un proceso de discusión, análisis y producción que desde ADESU se ha impulsado. Se presentan aspectos relevantes de la figura profesional del Educador Social, así como la formulación de sus funciones específicas y competencias respectivas. Este documento no pretende ser un texto acabado, sino que intenta dar cuenta de un proceso de trabajo en el marco de colectivo profesional. Se espera que pueda ser actualizado, revisado y modificado a medida que las exigencias y el desarrollo profesional lo ameriten. Aspiramos, a que el mismo constituya un punto de partida para continuar la discusión y el análisis de las prácticas educativo sociales.

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De aquí en adelante nos referiremos a los educadores sociales en términos generales, incluyendo en esta denominación tanto a los educadores como a las educadoras. 1

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2. Educación Social y Educador Social

En América Latina la exclusión y la desigualdad son operaciones aplicadas de forma cada vez más frecuentes sobre grandes masas de población. Ello viene produciendo desde hace décadas la profundización de las desigualdades económicas, sociales y culturales. La fragmentación social, la ruptura de los lazos comunitarios y la disminución de los vínculos sociales entre personas de diferentes sectores sociales es un dato típico de la actualidad. Se consolidan los asentamientos precarios en la periferia de las ciudades como ejemplos paradigmáticos de la exclusión. Asimismo el desigual acceso a la educación y a los bienes culturales aparece como un problema central de la educación de este tiempo, la escuela como la institución educativa del estado-nación ha perdido potencia instituyente de subjetividad en los ciudadanos (Duschatzky-Corea, 2002), viene desvaneciéndose su autoridad social tradicional. La función educativa no es exclusiva de la escuela, siempre han existido otras formas de acceder al legado cultural de la humanidad que se expresan en institucionalidades diferentes a la escuela. Desde hace algunas décadas emerge la Educación Social como forma de garantizar el derecho de los ciudadanos de acceder a otras formas de realización de lo educativo durante toda la vida. Como lo expresa Violeta Núñez, “Partimos de considerar a la educación en general, y a la educación social en particular, como un anti destino, pues se trata de una práctica que posibilita la redistribución social de las herencias culturales: traspaso, recreación, circulación, acrecentamiento, pérdida, transformación,...

Particulares

recorridos en los que se tejen, destejen, entretejen, diversos registros de olvido y recuerdo; y en cuyos anudamientos se abren y bifurcan futuros que no son predecibles sino, para utilizar las palabras de Hannah Arendt, sólo decibles a posteriori. Desde esta perspectiva, la educación social y de sus prácticas han de desplazarse a muchos sitios, para que la exclusión no lo ocupe todo. Y allí, en los bordes, en los territorios de frontera, han de intentar tejer red social, en tanto que educativa. Allí, han de repartir llaves de acceso al mundo simbólico, pues es el lugar del derecho a la inscripción de cada sujeto humano. Se han de ocupar de cada uno. Sobre todo de aquéllos de los que muchos sólo se pre—ocupan para ponerles un rótulo, encuadrarlos en una categoría y considerarlos flujos estadísticos a los que se prefigura un destino cierto: la exclusión cultural, social y económica”. (Núñez, 2005) Asimismo como sostiene Jorge Camors “…en América Latina estamos ante los desafíos de pensar la educación en función del lugar asignado en la distribución internacional del trabajo, preocupada por la “preparación” para la vida (económica), pensando en salidas horizontales y verticales signadas por una supuesta

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empleabilidad (cada vez más en cuestión por la revolución científico técnica); y por otra parte reubicar a la educación como un derecho, una función social de los pueblos, de la cultura, para preservar, garantizar y mejorar la vida social y humana. Estamos ante desafíos y búsquedas; después de décadas subordinados a lo económico, y ante los resultados alcanzados, creo que hay que darle una oportunidad a la cultura, y en esta perspectiva la educación social puede contribuir a la reconstrucción de la educación y de la cultura. […] habría que “torcer la vara”, desde el economicismo predominante, hacia una perspectiva culturalista alternativa, con la certeza, y la incertidumbre, de que jóvenes, mujeres, hombres, ancianos y niños, lograrán imaginar y crear un mundo mejor, porque es posible y necesario.” (Camors, 2005) La educación es una práctica que en los diferentes contextos históricos, sociales y culturales se ha desarrollado en torno algunos principios básicos, pero ante todo se ha consolidado como un derecho de todas las persona. En Uruguay, el surgimiento de la Educación Social como profesión del campo educativo tiene una reciente existencia, produciéndose un importante desarrollo y reconocimiento social de la misma en la última década. La Educación Social, es un conjunto de prácticas profesionales de carácter pedagógico cuya finalidad es la promoción social y cultural de todos y cada uno de los sujetos. Práctica que busca, a través de la acción educativa, desarrollar en los sujetos habilidades y destrezas para la integración y participación en la vidas social, política, económica y cultural de su comunidad y del mundo global. El Educador Social es un profesional de la educación dotado de un saber pedagógico y de competencias específicas que lo habilitan para desempeñarse en el campo educativo, desarrollando sus acciones con individuos, grupos, familias y/o colectivos. El conocimiento pedagógico es el soporte fundamental para el desempeño y desarrollo profesional que junto con diversos saberes y conocimientos le permiten al Educador Social integrarse a distintos marcos institucionales.

3. Proceso histórico, desarrollo y contexto actual de la educación social.

La formación de educadores sociales en nuestro país se origina en la Ex Escuela de Funcionarios del INAME -actual Centro de Formación y Estudios del INAU– en el año 1989, comenzando los cursos en marzo de 1990. Originalmente comenzó como un curso regular que buscaba sostener la actuación del educador que se encontraba trabajando en aquel entonces en dicha

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Institución. Con el correr de los años, se fue transitando hacia una carrera dirigida no sólo a funcionarios del INAME, diseñándose una propuesta de formación pedagógica terciaria. En el año 1992 se comenzaron los trámites para lograr el reconocimiento como carrera de nivel terciario por parte del Ministerio de Educación y Cultura, lo cual se concreta en 1997. En este año, también, se reformula el perfil de egreso de la carrera de educador social enfatizando en su carácter de técnico. En cambio, en 1998 se revisa nuevamente el perfil de egreso y se establece el carácter de profesional del educador social. Se transitan tiempos de crecimiento y desarrollo del corpus teórico en los que busca sustento la formación, nutriéndose principalmente de los aportes de la pedagogía crítica, la pedagogía latinoamericana y la pedagogía social española. A ello se suma un incipiente desarrollo de la reflexión y producción de los educadores sociales. Desde el año 2005, los colectivos de estudiantes, egresados y docentes vinculados a la formación y al trabajo profesional de la Educación Social vienen trabajando en el marco de la Comisión Intersectorial, la Comisión Organizadora del Debate Educativo y en la Comisión de Implantación del IUDE hacia un proceso de transformación de la formación de carácter terciario a una licenciatura universitaria. Lamentablemente en 2007 se marca con claridad un momento de ruptura en el proceso de acumulación de la formación, producto de la intervención que realiza el Directorio del INAU en la carrera de educación social. Esto ha sido mitigado por el fortalecimiento de los colectivos que sostuvo la continuidad de la participación en diversos espacios tendientes a concretar en un futuro próximo el mejoramiento de la formación de los futuros educadores sociales. El período actual esta signado por mucha apertura y consolidación de la profesión. La formación atraviesa momentos de transición hacia otra institucionalidad, momento de muchas oportunidades e incertidumbres. Por su parte, la figura profesional en el campo es reconocida y convocada a desempeñarse en distintos escenarios. En tal sentido, la presencia de la figura profesional del Educador Social se hace visible en proyectos y programas tales como: Clubes de Niños, Centros Diurnos, Centros CAIF y Centros de educación inicial; Centros Juveniles y Casas Jóvenes; Programas de desarrollo comunitario y animación sociocultural; Programas de capacitación e inserción laboral; Programas de atención a niños y adolescentes en situación de calle; Centros residenciales y de acogida (Hogares y Refugios); Programas de atención al consumo de sustancias psicoactivas;

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Programas de ejecución de medidas socioeducativas no privativas de libertad; Centros de privación de libertad de adolescentes y adultos (Cárceles); Programa de Aulas Comunitarias; Programa Puentes (acreditación escolar); Programa de Formación Profesional Básica de UTU; Equipos multidisciplinarios de los Centros de Educación Secundaria; Programa de Educación de Jóvenes; experiencias puntuales en Educación Primaria; entre otros. Si bien esto configura un escenario muy positivo y ofrece amplias oportunidades de desarrollo profesional, exige mayor claridad a los profesionales que deben posesionarse en campo. La integración de los educadores sociales permite ir delineando las funciones relativas al rol a partir de cada contexto particular, pero es necesario reconocer con claridad las funciones y competencias del educador/a social más allá de los contextos particulares. Sobre el entendido que no solamente se debe ir especulando con lo que el campo laboral ofrece e ir modelando la figura profesional a media de los requerimientos, deben existir algunos anclajes que permitan consolidar el ejercicio profesional. En tal sentido, el presente documento pretende ofrecer un material de presentación y conocimiento de la profesión a partir de las funciones y competencias de los/las educadores/as sociales. 4. Funciones y competencias del Educador Social

4.1 El Educador Social como profesional de la educación

En la actualidad estamos ante un proceso de mutación de la práctica de los educadores sociales de una ocupación a una profesión. Harold Perkin, citado por Sáez (2006) manifiesta que este proceso de cambio no se puede realizar sin el apoyo del Estado. En tal sentido señalamos cinco situaciones relevantes que sustentan esta afirmación: 

La formación terciaria en educación social es brindada por una institución pública y esta cumpliendo los 20 años de existencia;



Los educadores sociales se encuentran desarrollando sus prácticas en diversas instituciones públicas como el INAU, ANEP, MEC, MSP, MI, gobiernos municipales, etc.;



La ley general de educación N° 18.473 reconoce las prácticas de la educación social;

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Se esta teniendo una participación protagónica en la creación del Instituto Universitario de Educación; y



Los egresados están organizados en una asociación que cumplió 13 años.

Para sumar en este proceso de profesionalización, desde ADESU entendemos necesario formular el conjunto de funciones y competencias características de la educación social que permitan avanzar en la construcción de una práctica profesional que tenga rasgos de identidad propios. Entendemos por competencias, a las capacidades que debe poseer este profesional para realizar su labor de manera adecuada; capacidades que remiten a un saber, a un saber hacer y a un saber relacionarse. Una práctica profesional es la acción de un sujeto cuyos procesos de formación lo han dotado de conocimientos y herramientas para la acción, a la vez que ha desarrollado competencias que le permiten reflexionar, producir y dialogar con la realidad de forma crítica, creando y renovando sus acciones y pensamientos. Un saber hacer que conjugado con ciertas competencias de pensamiento y reflexión le permiten al profesional desarrollar su práctica en la trama de la abstracción en la que se enlaza el pensamiento, la reflexión y la acción, en una relación dialógica, continua y sistemática. A partir de lo planteado por García Molina y Sáez Carreras (2006) nos aventuramos a (re)formular las competencias profesionales enunciando tres categorías que corresponden con las reflexiones que venimos procesando los profesionales en nuestro país.

Presentamos a continuación tres categorías en las cuales se agrupar las competencias que entendemos caracterizan un ejercicio profesional: 

Competencias Operacionales



Competencias Interpersonales



Competencias Heurísticas

Competencias Operacionales - Permiten al profesional desarrollar operaciones en el campo disponiendo de diversas herramientas e instrumentos, son de carácter comunicativo, analítico y organizativo. En tal sentido se pueden destacar las siguientes:

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Capacidad para la comunicación oral y escrita en el idioma materno



Capacidad de análisis y síntesis



Capacidad para la organización y planificación



Conocimiento de la nuevas tecnologías y sus posibilidades



Destreza en la gestión de la información (destreza para recuperar información de distintas fuentes y analizarla)



Conocimiento de su profesión y del campo profesional

Competencias Interpersonales - Son habilidades personales relacionadas con la capacidad de trabajo en equipo, y de establecer una relación con los sujetos de la educación. Entre ellas mencionamos: 

Capacidad de crítica y autocrítica



Capacidad para comunicarse con agentes e instituciones de otros campos profesionales



Respeto a la diversidad y la multiculturalidad



Capacidad para trabajar en diversos contextos



Capacidad para la resolución de problemas y toma de decisiones



Compromiso ético y defensa los derechos humanos



Vocación de la enseñanza

Competencias Heurísticas - Están relacionadas con problemas más globales, en donde se deben poner en juegos varios conocimientos para generar procesos creativos e innovadores. A modo de ejemplo, enumeramos: 

Capacidad para poner en práctica los conocimientos



Destreza en la investigación



Disposición para la formación permanente.



Capacidad para adaptarse a nuevas situaciones



Capacidad para generar nuevas ideas (creatividad)



Capacidad para la comprensión e interpretación de la dinámica cultural



Capacidad para trabajar de forma autónoma.



Capacidad para el diseño, la gestión y la evaluación de proyectos

El trabajo profesional en educación necesita de profesionales con un saber y una práctica específica, lo que requiere el desarrollo de algunas competencias características para el ejercicio profesional en el campo educativo. Presentamos a

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continuación un conjunto de competencias que nos sitúan en el campo como profesional de la educación: 

Capacidad de lectura analítica, crítica y reflexiva de la realidad, estudio y problematización de situaciones y contextos sociales, económicos y políticos en clave pedagógica,



Capacidad para diseñar, implementar y evaluar programas y proyectos educativos.



Capacidad para el trabajo en equipo, relacionamiento con otros profesionales y la articulación de prácticas educativas.



Capacidades relacionales y comunicativas, capacidad de escucha y comunicación, relación e intercambio fluido con las diversas personas y grupos en los diferentes contextos y con los diversos actores del campo educativo.



Capacidad de elaboración de informes sociales y educativos. Selección y gestión de información y su comunicación de forma adecuada con lenguaje técnico, respetuoso y accesible a los demás profesionales del campo y a los sujetos involucrados.



Capacidad para reconocer y caracterizar las situaciones en las que los sujetos

se

encuentran,

reconociendo

las

condiciones

sociales,

económicas y culturales. 

Capacidad para identificar las situaciones sociales y las condiciones de vida de los sujetos con los que trabaja.

4.2 Funciones específicas del Educador Social y competencias respectivas

Las funciones conforman un conjunto de facultades que caracterizan al profesional y ofrecen un marco de referencia desde el cual establecer las responsabilidades del desempeño profesional. Las mismas formalizan la relación entre el profesional y las prácticas, brindando un marco referencial desde el cual acceder y conocer la intervención del profesional. Supone reconocer y ordenar un conjunto de acciones propias de la gestión que llevan adelante, en líneas generales, los educadores sociales. Se identifican dos conjuntos básicos de funciones. Por un lado un conjunto de funciones especificas de la educación social, que constituyen un marco particular desde el cual darle especificidad a la intervención del educador social, así como también identificar las responsabilidades que corresponden al profesional en campo.

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Un segundo conjunto de funciones, las no específicas, que podrán ser desarrolladas por el educador social así como por otros profesionales del campo educativo. Constituyen un conjunto de funciones compartidas, que tendrán que ver con las funciones de la educación en sentido amplio y el desarrollo profesional de los actores del campo educativo, así como también lo propio en tanto trabajadores de lo social. En nuestro desarrollo hemos presentado algunas competencias profesionales indispensables para el trabajo profesional, y luego referimos a algunas competencias que sitúan al educador social como profesional de la educación. Estamos en momento de presentar las funciones específicas de la educación social. Acordamos con García Molina (2003) que existen tres funciones específicas de la educación social. Por un lado nos referimos a: 

La transmisión de contenidos, habilidades y formas diversas de trato y relación social.



La mediación educativa para producir encuentros de los sujetos con el patrimonio cultural, otros sujetos y entornos sociales diversos

Entendemos que ambas, requieren de la generación de un escenario educativo, en el cual agente y sujeto de la educación se relacionen en el marco de una propuesta educativa. Crear el escenario educativo es requisito para que se produzca el encuentro educativo, para dar paso luego, al trabajo de transmisión y/o mediación. Es así, que esta tercera función tiene que ver con: 

La generación de escenarios educativos, generación y sostenimiento del encuadre y los procesos educativos: tiempo, espacio y propuesta educativa.

A continuación, proponemos un cuadro donde se presentan las funciones específicas desarrolladas, con sus respectivas competencias.

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Función Transmisión

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Competencia - Reconocer los bienes culturales de valor social amplio y los de cada comunidad en los distintos contextos (rural, urbano, por ejemplo) en cada momento histórico. - Identificar las situaciones sociales y las condiciones de vida de los sujetos con los que trabaja -Conocimiento y manejo de metodologías y técnicas educativas. - Selección y organización de contenidos para la transmisión.

Mediación

Generación de escenarios educativos

- Particularizar la oferta de contenidos a la singularidad del sujeto, los grupos o las comunidades con la que se va a intervenir. - Particularizar las formas (métodos, técnicas, etc) a la singularidad del sujeto, los grupos o las comunidades en la que se va a intervenir. - Producción de herramientas, instrumentos metodológicos. -Capacidad para planificar y gestionar acciones de transmisión con sujetos y/o grupos. -Capacidad de evaluar los procesos de transmisión y la adquisición de contenidos - Identificar los distintos lugares que generen y posibiliten el desarrollo de la sociabilidad, la circulación socia y la promoción social y cultural. - Difusión y promoción de la cultura en sus diversas manifestaciones. - Reconocer y seleccionar lugares, grupos e individuos para poner en relación. - Identificar las situaciones sociales y las condiciones de vida de los sujetos con los que trabaja - Particularizar los contenidos, espacios, lugares para la mediación a la singularidad del sujeto, los grupos o las comunidades. -Particularizar las formas (métodos, técnicas, etc) de mediación a la singularidad del sujeto, los grupos o las comunidades. - Planificación, gestión y evaluación de los procesos de mediación educativa

4. 3. Otros desempeños profesionales

Los desarrollos profesionales se ven afectados por las formas y los recorridos que los educadores sociales emprenden. Combinadas con ciertas características personales y apuestas de desarrollo posibilitan a los profesionales desempeñar otro tipo de funciones y roles en el campo educativo.

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Proponemos algunas de ellas, con la sola intención de ilustrar posibles recorridos del desarrollo profesional que se irán enriqueciendo en la medida que los profesionales apuesten, continúen formándose y desarrollándose como tales. 

Investigación y producción de conocimiento del campo y las prácticas educativas.



Participación en el diseño y formulación de políticas educativas y sociales.



Gestión, dirección, coordinación y/o organización de planes, proyectos, instituciones y recursos educativos



Supervisión de prácticas educativas

5. Desafíos

Entenderemos a los desafíos como una invitación a la participación y al análisis, que apoyen a la contribución de este colectivo al cuerpo teórico de la educación social. Primeramente debemos nuevamente recordar que este documento apuesta a ser interpelado para su mejoramiento, discutido y analizado para su aprobación por parte de la Asociación, convirtiéndose en un documento mas de los educadores sociales. Uno de los más importantes retos que tiene este colectivo es la elaboración del código deontológico para nuestra profesión. La construcción de marcos éticos es un pilar básico y esencial en el proceso de profesionalización, que brinda solidez y contención a los educadores sociales y sus prácticas. En definitiva, un código ético es un soporte en el campo de la reflexión pero principalmente se debe plasmar en las acciones cotidianas de los educadores sociales. Sabemos que no es un desafío sencillo, por el contrario es un trabajo complejo e intenso, que requiere de una exhaustiva discusión interna donde se desarrollen principios orientadores que den cuentas de justamente, estas funciones y competencias que este documento busca delinear. Juntos los dos documentos apuntan a la formalización de la relación entre el profesional y las prácticas. Otro de los desafíos que debemos resaltar, es la realización de un censo nacional2 de educadores sociales, que brinde insumos para el análisis de nuestra profesión. Las respuestas de dónde, cómo y qué hace el educador social en sus

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Somos concientes que el grueso de los profesionales se encuentra en la zona sur metropolitana. 11

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intervenciones es hasta el momento muy difuso en tanto no hay estudios que otorguen datos fidedignos al respecto. Saber quienes somos y que tipo de impacto tiene nuestra intervención en el campo es prioritario para el crecimiento interno, pero también una fuente de reconocimiento a nuestra profesión.

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