FREUD V/S JANET: EL PUNTO DE PARTIDA DE UNA DIFERENCIA. CONCEPTUALIZACIONES ACERCA DE LO INCONSCIENTE

June 29, 2017 | Autor: Mauricio Arteaga | Categoría: Sigmund Freud, Pierre Janet, Inconsciente
Share Embed


Descripción

1. Introducción.


Si bien Freud utilizó los términos de Janet, específicamente el de
"subconsciente[1]", incluso más, se sirvió de ellos para desarrollar los
propios, pronto los abandonó por nueva y diferente terminología (Malcolm,
1990; Laplanche & Pontalis, 1983). Pero no fue un vuelco formal, sino que
implicaba una conceptualización absolutamente diferente en términos
epistemológicos, fundamentos teóricos, y quizás más importante, en términos
metodológicos. Sin embargo, como era habitual en Freud, jamás explicitó
exhaustivamente estas diferencias, sólo las desatendía displiscentemente, y
dejaba que sus discípulos más cercanos se ocuparan de hacerlo por él
(Ellenberger, 1970; Jones, 1970). Sólo en contadas excepciones se ocupó
personalmente de dejar en claro que sus ideas de lo inconsciente no se
avenían en nada con las de Janet (Freud, 1973; Freud, 1982c). De lo que sí
hay constancia es de las críticas de Janet a Freud (Ellenberger, 1970,
Malcolm, 1990).
En este sentido, realizar una descripción comparativa e histórica (en
cuanto al origen) de los conceptos de inconsciente que están presentes (o
estuvieron) en el desarrollo de la psicología y psiquiatría sería
absolutamente redundante, ya que se cuenta en la actualidad con obras de
gran envergadura (Ellenberger, 1970; Jones, 1970; Cencillo, 1971; Ey, 1976;
Laplanche & Pontalis, 1983; Forester, 1989) que agotan exhaustivamente la
aproximación al tema. Es por tanto, objetivo del presente artículo,
discriminar qué es lo verdaderamente inconsciente para la conceptualización
y teoría psicoanalítica general, a partir de las ideas de su fundador,
Sigmund Freud, y diferenciarlo de otras aproximaciones ajenas a lo
psicoanalítico, que han utilizado (o intentado utilizar) el concepto, de
manera equívoca, para la construcción y perfeccionamiento de sus teorías.
Lo anterior no significa que las ideas, vengan de donde vengan, sean de
pertenencia exclusiva de un enfoque o de un autor determinado. En el caso
que nos interesa, sólo se precisa entonces, que quienes deseen o requieran
del concepto de lo inconsciente para integrarlo a un marco conceptual
diferente del originario, debieran respetar el contexto teórico en que se
generó, si no es así, se corre el alto riesgo de caer en confusiones e
imperfecciones teóricas de importancia. Así, surge la pregunta: ¿Acaso es
posible considerar que algunos autores, contemporáneos y pasados, al
intentar integrar el concepto de lo inconsciente a sus propios marcos
conceptuales, no habrán tomado las conceptualizaciones de Janet,
refiriéndolas a Freud, es decir, no tendrán una acepción janetiana de lo
inconsciente?, ¿No existirá alguna confusión respecto a los supuestos que
cada uno de los dos autores sostiene? He aquí la cuestión básica que se
intentará responder.
Paralelamente, el interés por el tema nace de la constatación, a
través del estudio de los distintos enfoques psicológicos generales, de que
desde hace un tiempo se viene intentando (o insinuando) realizar una
integración teórica-práctica entre las distintas escuelas propiamente
psicológicas (cognitiva, conductual, psicoanalítica y sistémica) a variados
niveles: epistemológicos, metodológicos y terapéuticos, que incluyen los
conceptos de lo inconsciente propios de janet ("a la janetiana"), pero
atribuyéndolos a Freud (Pribram & Gill, 1977; Piaget, 1980; Meichembaum &
Gilmore, 1984; Erdelyi, 1987; Suárez, 1988; Opazo, 1992). En este contexto
se hace necesario, "marcar la diferencia", como un intento de atribuir a
cada quien lo que le pertenece, para luego facilitar transacciones
fructíferas.
Así, en este artículo se propone la posibilidad de rastrear el punto
de partida de las confusiones referidas, en un momento histórico
particular, cuyos protagonistas fueron Sigmund Freud y Pierre Janet, ambos
considerados como los precursores de las conceptualizaciones acerca del
inconsciente (Ellenberger, 1970; Laplanche & Pontalis, 1983; Suárez, 1988).
En definitiva, una de las intenciones principales de este artículo es
"marcar la diferencia", es decir, explicitar sistemáticamente los puntos de
divergencia que existen entre estos dos aportes fundamentales, y así,
permitir una claridad suficiente para posteriores integraciones teóricas,
eso sí, tomando en cuenta "la(s) diferencia(s)". En este sentido, la
explicitación de las disputas, originarias e históricas, entre Janet y
Freud (Ellenberger, 1970), sirven a los propósitos del artículo en cuanto,
justo allí, se constata una separación extrema y radical en la
conceptualización del inconsciente, a la cual puede asignársele la
responsabilidad de los equívocos respecto al tema.
Pero existe un segundo objetivo. Este radica en la necesidad de
enmarcar la discusión en un ámbito mayor, como un intento de comprender el
por qué de las confusiones y diferenciaciones halladas. En este sentido, el
tema de lo racional, lo irracional y la mente, aparece como un terreno
fecundo donde encontrar las justificaciones requeridas. Así, tras obtener
las diferenciaciones entre ambos postulados, se podrá recurrir a esta
temática más amplia y vislumbrar la posibilidad de una comprensión más
cabal de la problemática en cuestión. Además, existe otra utilidad de esta
temática, la cual consiste en aportar un buen modo de acercamiento al tema
principal. Así, en un comienzo, y de manera introductoria al tema general,
comenzaremos reflexionando acerca de los elementos racionales e
irracionales de la mente, entendiendo desde el sentido común (e
ingenuamente), lo inconsciente como un intento de sistematizar los aspectos
irracionales de ella. Posteriormente analizaremos las diferencias
particulares en las conceptualizaciones de Freud y Janet respecto de lo
inconsciente, en torno a cinco ideas fundamentales presentes en las teorías
de ambos autores. Finalmente, regresaremos sobre nuestros pasos, para
hallar alguna explicación comprensiva de las diferencias halladas, esta
vez, centrándonos en lo que expusimos al comienzo, a saber, lo irracional,
lo irracional y la mente, y además, intentaremos realizar algunas
modificaciones a los conceptos de racionalidad e irracionalidad en pos de
aclarar definitivamente la posibilidad de confusión, por lo menos en lo que
refiere a estos dos autores.

2. ¿Lo Inconsciente como un intento de sistematizar lo Irracional de la
mente?

En una primera aproximación al tema de la racionalidad, la
irracionalidad y lo inconsciente, es frecuente caer en la consideración
errónea y simplificadora de que lo inconsciente contiene o representa todas
aquellas partes y/o aspectos irracionales de nuestra mente. Bajo esta
afirmación, existen una serie de supuestos, a nuestro juicio inexactos, que
llevan a confusiones. Uno, se supone que lo que cursa fuera de la
consciencia (en el inconsciente), lo que escapa a nuestro "ser consciente",
se rige por un sistema distinto al racional, o que carece de éste. Segundo,
como corolario del primer supuesto, lo consciente es considerado como
regido por un sistema racional. Tercero, como una conjugación de ambos
supuestos, la mente humana contiene aspectos racionales e irracionales que
aparecen como mutuamente excluyentes, es decir, existen sectores,
estructuras, dinámicas y/o estados mentales básicamente asociados a
sistemas racionales-conscientes, y otros absolutamente distintos, asociados
a sistemas irracionales-inconscientes. Tales supuestos tienen a la base, un
metasupuesto, a saber, que lo racional es un sistema regido por principios
lógico-formales, y lo irracional carente de ellos. También el saber popular
ha adoptado estas diferenciaciones. De hecho, muchas veces, en nuestra
experiencia cotidiana, nos encontramos con la concepción que equipara o
iguala lo inconsciente con lo ilógico, sin sentido, la sin razón, etc. Sin
embargo, tras una revisión de las conceptualizaciones de lo inconsciente
dentro de la teoría psicoanalítica (Freud, 1981d; 1982b; Gutiérrez &
Parada, 1987; Marshall, 1993; Parada, 1993), específicamente las de Matte
Blanco (1955; 1988; 1991), se pueden objetar profundamente estos supuestos:
Primero, se puede afirmar con toda convicción que el sistema
inconsciente, tal y como lo conceptualizó Freud, posee su propio
funcionamiento, básicamente a través de los siguientes mecanismos: (1) la
condensación, (2) el desplazamiento (ambos prototípicos del funcionamiento
onírico y del proceso primario de pensamiento), (3) la sustitución de la
realidad externa por la realidad psíquica, (4) la ausencia de contradicción
mutua (entre los contenidos inconscientes) y (5) la ausencia de
temporalidad (Freud, 1981d). Si bien todos estos mecanismos no son propios
de la vida consciente, ni tampoco de los sistemas racionales, esto no
deriva en la consideración de que lo inconsciente escape a cierta lógica,
sostenida por los mencionados mecanismos. Vale decir entonces, que el
inconsciente se sostiene por principios y mecanismos que no se avienen en
nada con los de la razón lógica clásica, pero sí posee una lógica propia.
Segundo, siguiendo a Matte Blanco (1988; 1991) en su sistematización
respecto de los mecanismos descritos por Freud, el sistema inconsciente
posee una lógica propia que denomina "Lógica Simétrica", la que se rige por
dos principios: "Principio de Generalización" (PG) y "Principio de
Simetría" (PS). Brevemente, PG. indica que el inconsciente trata sus
contenidos como miembros de una clase, que a su vez es sub-clase de una
mayor y ésta es sub-clase de una aún mayor, y así sucesivamente (Si A ( B (
A ( B; Si B ( C ( B ( C;...etc.). El PS. señala que el inconsciente trata
las relaciones asimétricas como si fueran simétricas, es decir, trata el
inverso de una relación como si fuera idéntico a la relación misma (Si A (
B ( B ( A). Esto implica que el sistema inconsciente es capaz de tratar
con elementos mutuamente excluyentes, es decir permite la contradicción
dentro de su sistema. Ambos principios explican y dan cuenta de los cinco
anteriores planteados por Freud. ¿Entonces, qué tiene de ilógico el sistema
inconsciente? Pareciera pues, que el sistema inconsciente constituye, más
bien, una lógica distinta a la del sistema consciente, por lo cual,
equiparar su funcionamiento a uno carente de ello, sería por lo menos
erróneo, tanto como igualar el funcionamiento consciente a lo estrictamente
lógico-formal.
Tercero, tanto en el sistema inconsciente como en el consciente, según
las reflexiones anteriores, poseen una lógica precisa y determinada. Usando
palabras de Matte Blanco (op. cit), la mente funcionaría a través de una
"Bi-Lógica", una simétrica (inconsciente), y otra asimétrica (preconsciente-
consciente), ambas interrelacionadas íntimamente. Basados en estos
conceptos, algunos autores (López, 1993; Marshall, 1993) han planteado,
incluso, que al pensar en la lógica simétrica postulada por Matte Blanco no
se necesita acceder a principios lógicos diferentes fuera de los existentes
en matemática. Por ejemplo, se pueden utilizar las llamadas "Lógicas Para-
Consistentes", las cuales, admiten contradicciones sin afectar al sistema
global (op. cit). Realizando algunas operaciones lógicas, derivadas de los
nueve axiomas de la lógica clásica[2], los autores pueden deducir el
principio de simetría sin dificultades mayores, es decir, incluyen dentro
del sistema lógico clásico la posibilidad de afirmar contradicciones (( (
¬(), tal cual ocurre con el principio de simetría ("Pedro es hijo de Juan y
Juan es hijo de Pedro"). Por lo tanto, se puede afirmar que el sistema
inconsciente, no sólo posee una lógica propia consistente, sino además, que
ésta se deduce de la lógica matemática clásica.
Tras la consideración de estos tres argumentos, se puede realizar una
modificación de la cuestión fundamental: El sistema inconsciente, como
conceptualización, parece ser sostenido por una lógica consistente consigo
misma, al igual que el sistema consciente. En tal sentido, hablar de lo
inconsciente como lo irracional carece de argumentos. Más exacto sería
considerar a lo irracional como un sistema distinto, como un orden
diferente, pero tan consistente y lógico en sí mismo como el sistema
racional, así también, lo inconsciente como distinto a lo consciente, pero
tan estrictamente lógico como aquello.
Pero dadas estas precisiones, se abre una nueva interrogante: ¿Acaso
no existe un sector de la unidad mente-cuerpo que escapa a cualquier
sistema lógico, sea simétrico o asimétrico? Más aún, acaso ese referido
sector, ¿no constituirá lo básico de lo humano, lo inatrapable de la mente,
la esencia de lo inconsciente, consciente y preconsciente? Indudablemente
respondemos que si. Por un lado tras la lectura de las obras fundamentales
de Freud, así como las de Matte Blanco, nos podemos ir formando la
impresión de que cuando conceptualizan lo inconsciente están absolutamente
convencidos de que en realidad sólo han atrapado una parte de la mente en
sus modelos teóricos. Como Matte Blanco refiere, "...al describir el
sistema inconsciente Freud estaba describiendo una modalidad del ser al
cual nombró por una de sus características, el hecho se ser inconsciente."
(Coloma & Jordan, 1993, pág 88). Es decir, por lo menos ambos autores,
dejan por descontado que la mente es inatrapable en sí misma, en términos
kantianos, es una "cosa en sí", un equivalente a su concepto de "nóumeno",
pero interno (por supuesto, guardando la distancia teórica) (op.cit;
Ferrater, 1971; Kant, 1978; Assoun, 1982). Pero esta discusión se retomará
al finalizar las reflexiones. Antes, procedamos a examinar las diferencias
particulares que nos propusimos, eso sí, teniendo en mente las
consideraciones señaladas.

3. Marcando las diferencias. Freud v/s Janet.


3.1. El Origen de las Neurosis

En 1898 Freud, en su continuada correspondencia con su amigo y colega
Wilhelm Fliess, comenta: "Un libro de Janet que acaba de aparecer sobre
'Histeria e ideas fijas', lo he abierto con el corazón palpitante, pero
volví a dejarlo de lado con el pulso nuevamente tranquilo. No tiene ni la
menor sospecha de la clave del asunto" (Freud, 1973 pág. 3523). El "asunto"
al que se refiere Freud, claramente gira entorno al origen de las neurosis,
que en términos muy generales, para el autor, se encuentra en su carácter
sexual y represivo. Esto se reafirma en la declaración que Freud establece
en "Los dos principios del suceder psíquico" (Freud, 1982c) donde,
refiriéndose al enajenamiento de la realidad propio de las neurosis, remite
a las consideraciones de Janet respecto a la "pérdida de la función de lo
real" como característica particular de las neurosis, criticándolo por no
"establecer el nexo de esta perturbación con las condiciones básicas de la
neurosis" (op. cit, pág 223). Más adelante Freud aclara esta diferencia
introduciendo el concepto de represión (esfuerzo de desalojo y
suplantación) como origen de la neurosis. Entonces afirma que "El neurótico
se extraña de la realidad efectiva porque la encuentra -en su totalidad o
en alguna de sus partes- insoportable" (op. cit, pág 223). De aquí es
necesario rescatar dos conceptos fundamentales: "Represión" y "Realidad
Efectiva". Ambos conceptos, desde el punto de vista freudiano, conformarían
las condiciones básicas de las neurosis y sus consecuencias derivadas en la
estructuración neurótica del aparato mental. De este modo el neurótico
escapa de aquella realidad que él mismo catectizó con su deseo, el cual, en
cuanto origen, siempre remite a lo sexual. En otras palabras, Freud alude
en el fondo, a que el neurótico se enajena de su propio deseo, el que le
resulta insoportablemente peligroso. Eso sí, lo proyecta en la realidad
externa, de manera tal, que lo insoportable está ahora puesto fuera del
sujeto, y en este sentido se abre la posibilidad de escapar de él, lo que
no es factible en cuanto al deseo no proyectado dada su condición
pulsionante constante e interna (Freud, 1981b). Así, esta realidad
significada (efectiva) es la enajenada, por vía de la represión, es decir,
se desaloja y suplanta el propio deseo interno hacia la realidad externa
(Freud, 1981c). Similarmente a los planteamientos de Freud, Janet plantea
que en el neurótico existiría una "pérdida de la función de lo real", una
huida de lo funcional de la realidad. Sin embargo, al establecer dicha
afirmación, el autor refiere, que tal realidad es desconocida por el
neurótico debido a su particular estigma: la "sugestión". Más precisamente,
Janet afirma que por medio del estigma del neurótico, la sugestión,
definida como "...el desarrollo completo de una idea el cual toma lugar sin
el deseo ni la percepción personal del sujeto"[3] (Janet, 1965, pág. 285),
se configura un sector de la realidad (en forma de "ideas fijas") en el
ámbito de lo subconsciente, de lo desconocido. De tal manera, la pérdida de
la función de lo real del neurótico está dada por condiciones sumamente
disímiles a las propuestas por Freud. Una, el estigma neurótico
(específicamente de la neurosis histérica) se origina, según Janet, por el
cúmulo de experiencias pasadas, en definitiva por un defecto de la
personalidad global del individuo. En esta dirección, el sujeto no aporta
nada a la realidad, sólo se ve sometido a la incorporación de estímulos en
"bruto" por parte de ella (objetos, situaciones, personas, etc) debido a un
defecto interno (la sugestionabilidad). Segundo, el estigma a su vez, se
constituye por la experiencia repetida o traumática en relación con la
realidad externa. Es decir, la realidad es la que aporta significados en sí
mismos al sujeto, él por su parte, sólo puede intentar digerirlos
conscientemente, si no es capaz de ello, entonces se establecerán ideas
fijas en torno a lo traumático en un sector disociado de la consciencia, el
subconsciente. Así, para Janet, el neurótico no aporta nada a la realidad,
más bien éste se limita a intentar procesar conscientemente los estímulos
que de ella provienen (op. cit).
Recapitulemos. Respecto al origen de las neurosis se puede destacar
una importantísima divergencia de acuerdo a los planteamientos de los
autores: El significado de la realidad. Para Freud, si bien considera que
la realidad existe independientemente del sujeto (Freud, 1982c), ésta
adquiere significado particular (placentero o displacentero) según lo que
el individuo le proyecte, en definitiva el deseo. Janet en cambio,
considera no sólo que la realidad es un ente independiente del individuo,
sino que además posee la fuerza y significado suficiente como para afectar
al sujeto conformando tanto su neurosis como su aparato mental en general.
En otra palabras, Janet atribuye a la realidad externa misma la función
estructuradora de la mente. Freud, lejos de esta consideración propone
conceptualizar la mente, lo inconsciente como "...lo psíquicamente
verdaderamente real, nos es tan desconocido en su naturaleza interna como
lo real del mundo exterior, y nos es dado por los datos de la conciencia de
manera tan incompleta como lo es el mundo exterior por las indicaciones de
nuestros órganos sensoriales" (las cursivas son del original) (Freud,
1982b, pág. 600). Definitivamente, el peso relativo que otorga Freud a la
realidad psíquica, en cuanto su fuerza estructuradora, es extremadamente
diferente de el que le otorga Janet a lo mental. Más bien parece claramente
notorio que Janet, otorga a la consciencia, lo que Freud otorga a lo
inconsciente en tanto instancias de relación con lo externo.

3.2. El Contenido de lo Inconsciente: Idea Fija v/s Representación
Inconsciente.

La representación inconsciente freudiana o cualquier otro elemento
psíquico, desde un punto de vista descriptivo, puede en un momento
determinado aparecer en la consciencia, luego desaparecer, y nuevamente
emerger idéntico (Freud, 1981a). Esto supone la existencia de
representaciones en algún sector de la mente, las cuales permanecen
inalteradas por el tiempo. Ahora, desde un punto de vista dinámico, la
representación inconsciente, no sólo es incognoscible en largos períodos de
tiempo (a veces siempre), sino que además impone, ante su emergencia, un
imperativo a la acción. Respecto de las ideas fijas (Janet, 1908; 1914;
1965), conceptualizadas como aquellas ideas que ingresan a la mente sin la
participación de la atención consciente, se puede decir algo similar, es
decir, que son desconocidas para el sujeto y que emergen repentinamente en
situaciones específicas desplegando toda una sintomatología asociada. Ahora
bien, la idea fija requiere para su devenir consciente de la presencia de
la coyuntura objetiva que la originó, y viene acompañada de todo el set de
representaciones (ideas) y comportamientos (síntomas) y emociones ligadas
temporalmente al trauma original. Aquí radica una diferencia, en tanto que
la representación inconsciente sólo requiere del recuerdo (inconsciente) o
de la más mínima señal de la realidad para emerger en su presencia e
intensidad absoluta. Sin embargo el sujeto es incapaz de reconocer la
similitud de las situaciones, ni es capaz de tener conciencia del recuerdo
que la provoca, a saber, estos desencadenantes siguen siendo
incognoscibles, pero eficaces (Freud, 1981a). Si bien, la idea fija se
despliega automáticamente, es decir, sin que el sujeto conozca lo que la
provocó, este automatismo (Janet, 1889) se origina en una situación real
pasada que ha quedado registrada en el subconsciente. Quiero hacer notar
que el automatismo de la idea fija no está dado por el recuerdo
inconsciente (la activación del deseo y el recorrido de las huellas
mnémicas), sino por una especie proceso de independización del trauma, algo
semejante a lo que hoy en día denominamos "habituación". Entonces se puede
afirmar que la idea fija se organiza en torno a un trauma original y
deviene consciente en una especie de desdoblamiento de conciencia. En otras
palabras, surgen en el campo de conciencia un set de ideas y
comportamientos, como si apareciera una segunda consciencia (construida
alrededor del trauma), indistinguible de la habitual en cuanto
funcionamiento, diferenciable en cuanto alteraciones (afasia, sonambulismo,
ataques, anestesias, etc). Lo inconsciente (representación), en cambio,
surge como presente, con carácter actual, a veces no traumático, pero
fundamentalmente, aparece un deseo encubierto, desconocido y desfigurado
(en el neurótico insoportable) por un modo de funcionamiento absolutamente
diferente del habitual, denominado proceso primario de pensamiento. Como lo
señalé ampliamente en el capítulo anterior dicho funcionamiento desconoce
las leyes de la lógica formal, por tanto, en el momento de la emergencia de
los contenidos, ellos aparecerán asociados a cualquier deseo (Condensación
y desplazamiento de las representaciones), según el funcionamiento
inconsciente (Freud, 1981d; 1982b; Matte Blanco, 1991).
Como una primera gran conclusión respecto al tema tratado en el
presente capítulo, diremos que, las concepciones de Janet, desde un punto
de vista freudiano sólo acceden a un ámbito descriptivo de lo inconsciente,
el cual carece de cualquier dimensión económica, dinámica, e incluso
topográfica. Más aún, lo subconsciente janetiano surge sólo en la
alteración, en otras palabras, la posibilidad de una consciencia paralela
se funda en la patología o en el estigma neurótico, lo cual a su vez, se
haya determinado por un componente orgánico y otro perteneciente a la
realidad externa (trauma). Una segunda posible diferenciación da cuenta de
las condiciones en que emerge la representación inconsciente en comparación
a las ideas fijas. Las representaciones inconscientes emergen tras el deseo
y el recuerdo, más aún, aquellas producto de la represión neurótica,
tendrán más posibilidad de salida, las contenidas en el inconsciente no-
reprimido tendrán grandes dificultades para hacerlo, sino jamás. Las ideas
fijas, en cambio, emergen ante la coyuntura que las originó, a través de
una automatización, jamás lo harán debido a alguna estimulación endógena
(pulsión-deseo).
Dados los objetivos de este artículo, a saber, realizar
diferenciaciones en torno a las conceptualizaciones de lo inconsciente
respecto de distintas posturas teóricas conocidas, y, guiado por un fin
exclusivamente ejemplificador, puede ser interesante, señalar que Jung
(1927) toma el concepto de idea fija de Janet para elaborar su concepto de
Complejo (Ellenberger, 1970; Ey, 1976). En tal sentido Jung establece el
concepto de complejo como un sistema de ideas, representaciones, creencias
y comportamientos que se activan, o emergen como conjunto en un momento
dado, como organización de totalidad con carácter afectivo ante una
inducción (generalmente una palabra) (Laplanche & Pontalis, 1983). Surge de
inmediato la semejanza con los conceptos de Janet, en cuanto las ideas
fijas también se asocian a una situación externa (trauma) y forman una
totalidad organizada con representaciones, emociones y síntomas, a la vez
que se activan frente a una inducción externa. Freud comenta respecto de la
idea de complejo que "...es una palabra cómoda y a menudo imprescindible
para reunir en forma descriptiva hechos psicológicos. Ninguna otra palabra
introducida por el psicoanálisis para sus propias necesidades ha adquirido
tan gran popularidad ni ha sido tan mal aplicada, en detrimento de la
construcción de conceptos más precisos" (las cursivas son mías) (Freud,
1914 en Laplanche & Pontalis, 1983 pág 56). No cabe duda de que para Freud,
tanto el concepto de idea fija como el de complejo sólo reflejan un ángulo
descriptivo del suceder psíquico, más los considera carentes de valor
teórico (op. cit).
Sirva esta reflexión solamente como muestra de las importantes
divergencias teóricas que existen en torno a lo inconsciente, y para poder
apreciar la facilidad con que se pueden dar confusiones al respecto.

3.3. El Origen de lo Inconsciente: Disociación de Consciencia v/s
Represión Primaria.

Hasta aquí nos hemos referido solamente al inconsciente reprimido. Sin
embargo, en las conceptualizaciones de Freud se encuentran también otras
consideraciones en cuanto al inconsciente no-reprimido. Según Freud, el
inconsciente reprimido contiene, valga la redundancia, todos aquellas
representaciones del deseo que han sido reprimidas. El inconsciente no-
reprimido, en cambio, constituye la estructura básica de la mente en cuanto
topografía, economía y dinamismos de ésta. En él se contienen todas las
huellas mnémicas infantiles, innombradas, es decir, todas las experiencias
tempranas no asociadas a una palabra ("representación cosa"), en definitiva
es el "hogar" del deseo y de sus representantes, tanto bajo la forma de
experiencia de satisfacción del deseo, como de frustración. Este sector y
dinamismo mental se constituye, según Freud, tras la operación de la
represión primaria, mecanismo que nada tiene que ver con la represión
propiamente dicha, mencionada antes (Matte Blanco, 1955; Freud, 1981a;
1981c; 1982b; Brudny, 1991). Esta escisión fundamental del aparato mental,
en un sector consciente-preconsciente (y proceso secundario) y un sector
inconsciente (y proceso primario), está organizado en torno al principio de
economía mental, es decir, producto del creciente impacto pulsional
(endógeno) y de la emergente consideración de la realidad, y su
consecuencia en el retardo de la satisfacción, el aparato mental, ante la
acumulación energética, se ve en la necesidad de escindirse, y así,
mantener espacios mentales adecuados y diferenciables para el tratamiento
de los representantes pulsionales, el deseo (inconsciente), y paralelamente
otros útiles y funcionales en el tratamiento de la realidad externa
(preconsciente-consciente) sin el peligro de la ocurrencia de desbarajustes
energéticos (op. cit). He aquí, quizás, una diferencia fundamental respecto
del origen ontogenético de lo inconsciente, a saber, para Freud, lo
inconsciente en su gran mayoría no tiene origen en la represión neurótica,
de ella sólo se pueden suponer representaciones que temporalmente
permanecen inconscientes, pero que son "en sí capaces de consciencia"
(Freud, 1981d pág 173). Estos contenidos se alojarán en el sistema
Preconsciente (op. cit). Pero también es posible suponer una inmensa
cantidad de representaciones inconscientes que no fueron originadas por la
represión, sino que forman parte constituyente del psiquismo humano
(sistema Inconsciente), y que no están dispuestos, tan fácilmente, a
acceder a la consciencia. De allí se concluye que lo inconsciente freudiano
propiamente tal, se origina a partir de la mencionada primera escisión
fundamental (represión primaria) del aparato mental, en una especie de
división topográfica, es decir entre espacios mentales. Marquemos,
entonces, otra diferencia. Janet ni siquiera conceptualiza la posibilidad
de un espacio mental "subconsciente" independiente de la patología. Es más,
Janet, no concibe la presencia de lo subconsciente como parte funcional del
desarrollo normal de los aparatos mentales, lo incluye solamente en la
descripción de los "Estados Disociados de la Consciencia" (como
clasificación nosológica), empero, no le otorga un rol fundamental en la
vida anímica tal como lo hace Freud (Freud, 1982b; Janet, 1914; 1965).
Otra posible diferenciación se relaciona indirectamente con lo tratado
anteriormente. Janet, a diferencia de Freud, no se ocupó de explicar el
origen de la consciencia, es decir, la consideró como un sistema dado por
el desarrollo, como sinónimo de "psiqué", cuya única viscisitud remite a
una posible "Disgregación" (Suárez, 1988). Freud, en cambio, al igual que
las conceptualizaciones acerca de lo inconsciente, también dedica
considerables esfuerzos en establecer los mecanismos a través de los cuales
la consciencia se establece como sistema diferenciable de lo inconsciente
(Freud, 1981d; 1982a; 1982b). Aquí sólo hemos tratado aquellos esfuerzos
relativos a la formación y definición de lo inconsciente, sin embargo
existen muchos otros relacionados a otras estructuras mentales (op. cit).

3.4. El Modo de Acercarse a lo Inconsciente: Modelo Asociacionista
v/s Deductivo.

Las conceptualizaciones de Janet (1908; 1914; 1965) respecto de las
Ideas fijas subconscientes responden en alto grado a un modelo
asociacionista, semejante al que hoy conocemos como sistema de
condicionamiento clásico de Pavlov; más aún, incluso existe referencia de
que ambos autores se influyeron mutuamente (Ellenberger, 1970). Básicamente
es posible pensar que Janet concebía el trauma como un estímulo
suficientemente poderoso como para provocar un set de respuestas
organizadas de tipo EI-RI (Estímulo incondicionado-Respuesta
incondicionada). Ahora bien, Janet siempre se refirió a respuestas
psicológicas, no fisiológicas como las investigadas por Pavlov (op. cit),
sin embargo, lo rescatable de las semejanzas es que Janet no ponía atención
explícita al motivo de las asociaciones, es decir, las consideraba como
equivalentes a cualquier sistema asociativo de la lógica formal. En Freud,
también aparece este concepto, a saber, que las representaciones
inconscientes (precisamente, los sistemas mnémicos) se agrupan en huellas
mnémicas según distintos criterios asociativos (contiguidad, simultaneidad,
temporalidad, etc) (Freud, 1982b). Vale decir que cada recuerdo,
representación, puede hallarse en distintos sectores asociativos
simultáneamente. No obstante este registro mnémico asociativo no permanece
inmutable, dado que la energía, la catexia, puede desplazarse, condensarse
en cualquier huella según el conflicto defensivo propio de cada sujeto y
por los mecanismos del proceso primario, en definitiva según el deseo y su
resistencia (Laplanche & Pontalis, 1983). Así, para Freud, el modelo de la
mente es de tipo Físico-Energético, en este sentido, una estructura
recorrida por una energía. Entonces, en los postulados freudianos, se
establece la imposibilidad de aplicar cualquier modelo asociacionista
clásico, dado que no sólo se considera la asociación mnémica como
estructura mental, sino que además se incluye la noción de recorrido
energético, recorrido que no es guiado por el azar, ni dependiente de lo
consciente, sino que es un recorrido que, primariamente, busca el placer de
la descarga (principio de economía) y en su mismo transcurso va demarcando
la mente (huellas mnémicas). Luego, el deseo, recorrerá estos senderos
mnémicos en busca de la "satisfacción alucinatoria". (Freud, 1981b; 1982b).
Salta a la vista, creemos, que los postulados janetianos sólo conciben la
idea de espacio mental, a lo sumo, de estructura. Sin embargo la noción de
una energía psíquica está absolutamente ausente, tanto como parte de la
mente, como estructuradora de ella.
También es ilustrativo notar que se abre un mundo de diferencias entre
la metodología freudiana y la de Janet, respecto de la obtención de datos,
los modos de articular y relacionar las ideas, en definitiva, los modos de
construir teorías. Si bien, las diferencias metodológicas en ciencias no
son materia de este artículo, puede ser aportativo rescatar algunas
consideraciones muy generales, en pos de que nos sean útiles al final de
este artículo. En "Nérvoses et idées fixes I y II" (1908; 1914) de Janet,
se distingue claramente su metodología empírico-experimental, de tipo
inductiva, muy concordante con los paradigmas de la época, y centrada
básicamente en el estudio estadístico de los casos. Así, tras una rápida
ojeada a sus escritos se observa fácilmente la abundancia de datos
empíricos, ya sean gráficas, electroencefalogramas, mediciones varias,
etc., lo cual delata el estilo janetiano. Muy relacionado con estas
consideraciones están aquellas que señalé respecto del peso que Janet
otorga a la realidad externa. No es difícil afirmar que, tomando en cuenta
que Janet otorgaba al peso de la realidad externa como capaz de estructurar
(o disgregar) los aparatos mentales, específicamente la consciencia, la
metodología janetiana se ajusta muy bien al modo empírico de recolección y
construcción teórica. Por otro lado, Freud, Neurólogo de formación,
pareciera que se alejó de este tipo de metodologías. Si bien, la intención
freudiana era convertir la psicología en una ciencia exacta, nunca se
acercó mucho al modo empírico. Más bien utilizó (y de manera brillante) el
método deductivo. No obstante, la maestría con que Freud reflexionaba,
sacaba conclusiones y derivaciones teóricas, su modo de hacer ciencia fue
duramente atacada, más aún cuando planteó el concepto de lo inconsciente.
Incluso Janet en el Congreso Internacional de Medicina de 1913 en Londres,
en la sección psiquiátrica, donde se expondría el psicoanálisis freudiano,
Janet, encargado de la crítica del trabajo, calificó al método
psicoanalítico como un sistema metafísico (Ellenberger, 1970). El mismo
Freud defendía sus conceptos afirmando que "...al establecer (la existencia
de lo inconsciente) no nos hemos separado un ápice de nuestro método
deductivo, que consideramos correcto" (op. cit pág 169). No profundizaremos
más en este punto. Sólo marcar que los conceptos de uno y otro autor nacen
de metodologías distintas, por tanto, bajo la luz de la epistemología
moderna, el Principio de Incertidumbre, es correcto afirmar que, tras
metodologías distintas se hallan resultados, en nuestro caso, conceptos
diferentes.

3.5. El Concepto: Subconsciente v/s Inconsciente.

Janet (1889) en "Automatismo Psicológico" plantea dos modos del
fenómeno de automatismo: los totales y los parciales. Los primeros se
refieren a un estado similar a la catalepsia, en donde el sujeto está
absolutamente sumergido en un estado de subconsciencia; los segundos, a
aquellos en que sólo una función, o actividad aislada es ejercida a través
del subconsciente, por ejemplo, la escritura, el habla, la visión, la
respiración, la motricidad, estados de consciencia, alimentación, etc.
(Janet, 1965; Ellenberger, 1970). En definitiva, plantea que algunas
funciones o actividades que pueden ser ejercidas fuera del control de la
consciencia, en una suerte de habituación o automatización de los actos y
funciones. Algo muy similar plantea Piaget (1980) refiriéndose al
inconsciente cognoscitivo, afirmando que se trata de "...un conjunto de
estructuras y de funcionamientos ignorados por el sujeto salvo en sus
resultados..." (op. cit pág 43), es decir, el sujeto nada sabe acerca de
las razones por las cuales piensa de esta u otra manera. Es necesario
precisar, antes de continuar, como ya lo señalé anteriormente, que Janet
sólo concibe los estados subconscientes como alteraciones patológicas, lo
que es inaplicable a Piaget. Sin embargo, es posible realizar una
equivalencia entre los postulados de los autores (Se tiene referencia que
se conocieron, ver Ellenberger, 1970). Ambos se refieren a funciones y
estructuras comportamentales inconscientes, que en su origen fueron
conscientes y han devenido inconscientes a través de su carácter automático
(Janet, 1889; Piaget, 1980). En una primera mirada, estas concepciones
difieren considerablemente de las de Freud, específicamente en lo
concerniente al carácter estructural e innato de lo inconsciente, ya que
como ya he esbozado, el inconsciente freudiano no necesariamente tiene un
origen consciente, ni menos un origen en un saber sensorio motor (Piaget
1980), sino que más bien, en términos generales, se funda a partir de una
escisión fundamental del aparato mental, fenómeno que responde a la
economía primordial de las energías psíquicas (Freud, 1981a; 1981c; 1981d;
1982b; 1982c). Otra objeción. Cuando Freud habla de que algún contenido
mental se halla bajo represión y/o es un contenido constitutivamente
inconsciente (por ejemplo la pulsión), no sólo alude a que dichos
contenidos han sido temporalmente olvidados o inconscientes
(descriptivamente), sino que además afirma que éstos se hallan bajo el
imperio del funcionamiento primario, es decir, bajo sus propias leyes, que
como ya vimos, en nada se asemejan respecto del funcionamiento consciente o
proceso secundario. En definitiva plantea que el modo inconsciente de
funcionamiento es un tipo de pensamiento primario distinto y más primitivo
(evolutivamente) que el consciente-secundario. En tal contexto, tanto Janet
como Piaget, sugieren que los contenidos subconscientes son tramitados de
la misma manera que los conscientes, pero, bajo su umbral.
Marquemos las últimas diferencias. Primero, el subconsciente janetiano
pareciera coincidir más precisamente con las conceptualizaciones freudianas
de preconsciente, por dos razones. Los contenidos subconscientes son
susceptibles de acceder a la consciencia actual, aunque Janet, denomina a
este fenómeno, disgregación de consciencia (Suárez, 1988). La otra razón
refiere a que el subconsciente janetiano se constituye como una consciencia
paralela, no como un sistema distinto en cuanto estructura y función. Como
en otro lugar lo señalé, la consciencia paralela subconsciente se distingue
de la normal sólo en tanto es acompañada de una sintomatología inhabitual
en el funcionamiento consciente inalterado.
Finalmente, otra distinción plausible dice relación a que el
subconsciente postulado por Janet sólo se establece como sector mental, en
tanto el sujeto presente un estigma particular: la sugestionabilidad, en
definitiva, en la alteración mental. Espero que ya sea lo suficientemente
claro que los postulados freudianos respecto de lo inconsciente, no
requieren necesariamente de la presencia de una patología o alteración
mental (neurosis), sino más bien, su origen, estructura, dinamismo y
funcionamiento forman parte del desarrollo normal y necesario del aparato
mental.

4. Conclusiones.

¿Qué es lo que tenemos hasta este momento, dados los objetivos de este
artículo?: (1) Se han logrado sistematizar y explicitar bastantes e
importantes diferenciaciones entre los dos autores que nos competen
respecto del concepto de lo inconsciente, de lo que se ha podido derivar la
consideración correcta, de que los postulados de ambos autores se
diferencian fundamentalmente el uno del otro a pesar de referirse en
apariencias al mismo fenómeno. (2) Se tienen pruebas de que se han
originado confusiones importantes en torno al tema de lo inconsciente. En
tal sentido, muchos autores (especialmente aquellos no psicoanalíticos) han
caído en una trampa, y consecuentemente, han atribuido a Freud, conceptos y
relaciones que no corresponden a sus planteamientos originales. Y (3), se
ha podido demostrar, introductoriamente, que las sistematizaciones de Freud
respecto al funcionamiento inconsciente, señalan la presencia de principios
reguladores consistentes y precisos, distintos a los presentes en el ámbito
de lo consciente, pero igualmente genuinos y lógicos. En este punto surgió
la pregunta: ¿Acaso no será posible que la consideración general y
extendida que equipara lo inconsciente con lo sin sentido, lo inatrapable,
ilógico, lo "irracional", estuviera mal enfocada? ¿Será posible considerar
que tanto lo racional como lo irracional son caras de la misma moneda?
Hasta aquí nuestro avance, según el cual, el primer y más general de
los objetivos del presente artículo, a saber, "marcar las diferencias",
está cumplido. Pero hay algo pendiente, que remite a la necesidad de
enmarcar estas diferenciaciones en una temática más amplia: lo
inconsciente, lo irracional y racional de la mente. Como lo dijimos al
comienzo debemos esforzarnos por hallar una explicación comprensiva de lo
que hemos sistematizado.
Primero una aclaración general. Según lo señalado anteriormente, sería
conveniente abstenerse de considerar lo irracional como opuesto a lo
racional, en el sentido de que lo irracional careciera de principios
reguladores consistentes en su funcionamiento. De esta manera se hace
posible postular a ambos ámbitos de lo mental como organizaciones
consistentes, lógicas (consigo mismas), y poseedoras de sentido. Quizás sus
funcionamientos, en ocasiones, sean mutuamente contradictorios, sin
embargo, esta situación no permite afirmar la carencia o presencia de
principios reguladores internos en cada una de los sistemas. Contextuados
en torno a estas precisiones ( y las del acápite primero), lo inconsciente
surge como un tipo de pensamiento, un ordenamiento mental, regulado por
principios específicos, susceptibles de sistematización y estudio, al que
denominaremos irracional.
Pero a pesar de haber elaborado todas estas aclaraciones y
diferenciaciones, ¿acaso se desconfirma la experiencia cotidiana,
compartida y constante, de que la mente humana va más allá de lo irracional-
racional, consciente-inconsciente; de que cada vez que establecemos nuevos
y más profundos funcionamientos, estructuras y dinámicas de lo psíquico,
aparecen nuevas interrogantes, más dudas al respecto? Creo que la respuesta
es un rotundo y tajante no. Pienso que la mente, a medida que nos acercamos
en su definición y estudio, se expande, se amplía, se dilata casi
burlescamente, como si nos quisiera recordar, lo poco que sabemos y lo
lejos que estamos de hacerlo. Sin embargo, esta situación de
desconocimiento, a veces bastante angustiante, nos da la clave para hallar
un hito fundamental para la aclaración de lo que nos interesa. Si bien,
tras cada paso en el descubrimiento de la mente nos devela su propia
infinitud, existen diferencias entre los intentos y construcciones teóricas
que consideran e incluyen esta paradoja, y aquellos que la niegan tras una
falsa y pretenciosa (aunque tentadora) seguridad argumentativa. He aquí,
tal vez, una explicación comprensiva del porqué de las confusiones que
hemos advertido respecto a los postulados freudianos y janetianos. Por un
lado Freud, producto de un acercamiento deductivo, llegó a la
sistematización comprensiva de un fenómeno psíquico, lo inconsciente,
considerado como piedra angular de lo mental, aunque, en palabras de Matte
Blanco, sólo como una, de las muchas, modalidades de la mente, del ser. En
tal sentido, Freud, al incluir en su teoría de lo inconsciente, el concepto
del deseo, dejó el espacio para lo inatrapable, lo no saturado, "el resto",
aquello que conocemos exclusiva y precariamente a través de sus
representantes, pero jamás directamente; espacio que no responde a los
sistemas racional ni irracional. De allí la mentada frase de Freud: "Un in-
dividuo (Individuum) es ahora para nosotros...no conocido (no discernido) e
inconsciente..." (Freud, 1982d, pp. 600). Paralelamente, Janet,
sistematizaba aquello que observó cursando fuera de la consciencia, lo
subconsciente. A través de un acercamiento inductivo, el autor, logró
elaborar una teoría comprensiva del funcionamiento y constitución de este
espacio mental. Sin embargo, por alguna razón, quizás filosófica,
antropológica o metodológica, Janet restringió sus postulados de lo mental
a lo consciente, excluyendo inmediatamente la posibilidad de la existencia
de un sector psíquico inconsciente, dinámico, estructural y poseedor de su
propia energía. En cambio, consideró saturada y suficiente, la idea de un
subconsciente, desconocido en tanto sus contenidos cursan fuera de lo
consciente, que se establece exclusivamente en la patología, como única
comprensión de lo mental. Aquí, lo consciente, y eventualmente lo
subconsciente, "son las (únicas) modalidades de lo psíquico", no hay más,
en tanto no se descubran otras. De esta manera, lo mental para Janet, según
las derivaciones que hemos concluido, responde exclusivamente a lo
racional, quizás a lo irracional, pero definitivamente no admite la
presencia de ningún espacio infinito, no determinado, algo "arracional",
"prerracional", "sobrante", o "el resto".
Creo que el tener presente este marco más amplio en el acercamiento a
la teoría freudiana de lo inconsciente, para cualquier fin (integrativo,
comprensivo, terapéutico), y constatar las diferencias existentes con otros
autores de lo inconsciente (o subconsciente), puede ser extremadamente útil
en la prevención de confusiones teórico-prácticas, que no hacen más que
entorpecer aún más la búsqueda de conocimiento respecto de aquellos
fenómenos psíquicos que muchos han intuído y otros muchos ignorado.

5. Bibliografía.

-. Assoun, P. L. (1982). Freud: La Filosofía y los Filósofos. Barcelona:
Paidós Ibérica. [1976]
-. Brudny, G. (1991). Represión Primaria. Sus Acepciones en la Obra de
S. Freud. [1990] En Casaula, E; Coloma, J; Jordan, J.F. (Eds.),
Cuarenta años de Psicoanálisis en Chile: Vol. 2. (pp 609-650).
Santiago: Ananké.
-. Cencillo, L. (1971). El Inconsciente. Madrid: Marova. [1971]
-. Coloma, J. & Jordan, J. F. (1993). Simetría, Holografía e
Inconsciente: Comunicación Preliminar. En Casaula, E; Coloma, J; &
Jordan, J. F. (Eds.), Mente y Conjuntos Infinitos: Aproximaciones a la
Bilógica de I. Matte Blanco. (pp. 81-93). Santiago: Ananké.
-. Ellenberger, H. (1970). The Didcovery of the Unconscious. [El
Descubrimiento del Inconsciente]. New York: Basic Books.
-. Erdelyi, M. H. (1987). Psicoanálisis: La Psicología Cognitiva de
Freud. Barcelona: Labor.
-. Ey, H. (1976). La Conciencia. Madrid: Gredos. [1963]
-. Ferrater, J. (1971). Diccionario de Filosofía. Buenos Aires:
Sudamericana. [1941]
-. Forrester, J. (1989). El Lenguaje y los Orígenes del Psicoanálisis.
México: Fondo de Cultura Económica. [1980]
-. Freud, S. (1973). Los Orígenes del Psicoanálisis. En Numhauser, J.
(Comp.), Obras Completas: Vol III. (pp. 3433-3656). Madrid: Biblioteca
Nueva. [1898]
-. - (1982a). Proyecto de una Psicología para Neurólogos. En
Strachey, J (Comp.), Obras Completas. Vol. I. (pp. 325-436). Buenos
Aires: Amorrortu. [1895]
-. - (1982b). La Interpretación de los Sueños. En Strachey, J
(Comp.), Obras Completas. Vol. IV-V. (pp 1-611). Buenos Aires:
Amorrortu. [1900]
-. - (1982c). Dos Principios del Suceder Psíquico. En Strachey,
J (Comp.), Obras Completas. Vol. XII. (pp 219-231). Buenos Aires:
Amorrortu. [1912]
-. - (1982d) El Yo y el Ello. En Strachey, J (Comp.), Obras
Completas. Vol. XIX. (pp 3-66). Buenos Aires: Amorrortu. [1923]
-. - (1981a). Notas sobre el Inconsciente en Psicoanálisis. En El
Malestar en la Cultura: Metapsicología. (pp 124-131). Madrid: Alianza.
[1912]
-. - (1981b). Pulsiones y Destinos de Pulsión. En El Malestar en
la Cultura: Metapsicología. (pp 132-152). Madrid: Alianza. [1915]
-. - (1981c). La Represión. En El Malestar en la Cultura:
Metapsicología. (pp 153-164). Madrid: Alianza. [1915a]
-. - (1981d). Lo Inconsciente. En El Malestar en la Cultura:
Metapsicología. (pp 165-201). Madrid: Alianza. [1915b]
-. Gutiérrez, K. & Parada, L. M. (1987). S. Freud, M. Klein, I. Matte-
Blanco: el Inconsciente. Tesis para optar al Título de Licenciado en
Psicología no Publicada. Santiago: Tesis P.U.C.
-. Janet, P. (1889). L'Automatisme Psychologique.[El Automatismo
Psicológico]. París: Félix Alcan.
-. Janet, P. & Raymond, F. (1908). Nérvoses et idées fixes II. [Neurosis
e Ideas Fijas]. (5ª ed.). París: Félix Alcan. [1898]
-. Janet, P. (1914). Nérvoses et Idées Fixes I. [Neurosis e Ideas
Fijas]. (21ª ed.). París: Félix Alcan. [1898]
-. - (1965). The Mayor Symptoms of Hysteria. [Los Grandes
Síntomas de la Histeria]. (Ed. rev.). New York: Hafner Publishing
Company.
-. Jones, E. (1970). Vida y Obra se Sigmund Freud. Barcelona: Anagrama.
[1953-1957]
-. Jung, C.G. (1927). Lo Inconsciente en la Vida Normal y Patológica.
Madrid: Revista de Occidente. [1916]
-. Kant, I. (1978). Critica de la Razón Pura. Madrid: Alfaguara. [1781]
-. Laplanche, J. & Pontalis, J. (1983). Diccionario de Psicoanálisis.
Barcelona: Labor.
-. López, C. (1993). Comentario al texto "Algunas Observaciones de tipo
Lógico-Matemático a la Obra de Ignacio Matte Blanco". En Casaula, E;
Coloma, J; Jordan, J. F. (Eds.), Mente y Conjuntos Infinitos:
Aproximaciones a la Bilógica de I. Matte Blanco. (pp. 73-79).
Santiago: Ananké.
-. Malcolm, M. (1990). Freud and Janet on Organic and Hysterical
Paralyses: A Mystery Solved?. [Freud y Janet acerca de la Parálisis
Orgánica e Histérica: ¿Un Misterio Resuelto?]. En Internatinal Review
of Psycho-Analysis, 17, 191-203.
-. Marshall, V. (1993). Algunas Observaciones de tipo Lógico-Matemático
a la Obra de Ignacio Matte Blanco. En Casaula, E; Coloma, J; Jordan,
J. F. (Eds.), Mente y Conjuntos Infinitos: Aproximaciones a la
Bilógica de I. Matte Blanco. (pp. 65-71). Santiago: Ananké.
-. Matte Blanco, I. (1955). Estudios de Psicología Dinámica. Santiago:
Editorial Universitarias.
-. - (1988). Thinking, Feeling, and Being: Clinical
reflections on the fundamental antinomy of human beings and world.
[Pensando, Sintiendo, y Siendo: Reflexiones clínicas acerca de la
antinomia fundamental entre ser humano y mundo]. Londres: Tavistock
Professional Book Routledge.
-. - (1991). Expresión en Lógica Simbólica de las
Características del Sistema ICC o la Lógica del Sistema ICC. [1956] En
Casaula, E; Coloma, J; Jordan, J.F. (Eds.), Cuarenta años de
Psicoanálisis en Chile: Vol. 1. (pp 141-149). Santiago: Ananké.
-. Meichembaum, D. & Gilmore, B. (1984). La Naturaleza de los Procesos
Inconscientes: Una Perspectiva Cognitivo-conductual. Revista Terapia
Psicológica, 4, 7-21.
-. Opazo, R. (1992). Fuerzas de Cambio en Psicoterapia: Un Modelo
Integrativo. En Opazo, R. (Ed.), Integración en Psicoterapia: Cap. 36.
(pp 400-478). Santiago: Publicaciones CECIDEP.
-. Parada, L. M. (1993). Introducción al Pensamiento de Ignacio Matte
Blanco. En Casaula, E; Coloma, J; Jordan, J. F. (Eds.), Mente y
Conjuntos Infinitos: Aproximaciones a la Bilógica de I. Matte Blanco.
(pp. 17-35). Santiago: Ananké.
-. Piaget, J. (1980). Problemas de Psicología Genética. Barcelona:
Ariel. [1972]
-. Pribram, K & Gill, M. (1977) El "Proyecto" de Freud: Una Introducción
a la Teoría Cognitiva y la Neuropsicología Contemporáneas. Buenos
Aires: Marymar.
-. Suárez, E. (1988). Procesos Afectivos Inconscientes: Una Aproximación
Conductual-Integral. En Opazo, R. (Ed.), Los Afectos en la Práctica
Clínica. (pp 154-187). Santiago: Editorial Universitaria.
-----------------------
[1]. Nótese que Freud utilizó el término "subconsciente" en sus primeros
trabajos junto con Breuer, inspirado en los trabajos de Janet. Para
una mayor claridad me referiré con el término "subconsciente" sólo a
la conceptualización de Janet (Laplanche & Pontalis, 1983).

[2]. Las operaciones lógicas involucran la eliminación del axioma de
contraposición (Ax. 3) e incluyen seis axiomas auxiliares. A partir de
estas operaciones se observa un sistema capaz de tolerar la afirmación
"a es posible y lo contrario de a es posible" sin alterarse en sí
mismo (Marshall, 1993, pág. 70)

[3]. La traducción de la cita fue realizada por el autor de este artículo
directamente del texto editado en inglés.
Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.