Francisco José Cantero & Clara De Arriba (1996): “El cambio de código: contextos, tipos y funciones”

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Descripción

Francisco José Cantero & Clara De Arriba (1996): “El cambio de código: contextos, tipos y funciones”, en J.L. Otal; I. Fortanet & V. Codina (eds.): Estudios de Lingüística Aplicada. Castellón: Publicacions de la Universitat Jaume I. 1996. (pp. 587-596)

EL CAMBIO DE CÓDIGO: CONTEXTOS, TIPOS Y FUNCIONES Francisco José Cantero & Clara De Arriba Dep. Didàctica de la Llengua i la Literatura Universitat de Barcelona

1. Delimitación del concepto Uno de los conceptos instrumentales que pueden dar más juego dentro de un modelo comprensivo de Análisis de la Conversación es el llamado cambio de código (code switching), introducido por Gumperz (1982), asumido rápidamente para el análisis del discurso en la clase de lenguas entranjeras (Nussbaum, 1990; Llobera, 1993), y que cuenta ya con una bibliografía específica notable (Heller, 1988). Por cambio de código entendemos el empleo ocasional, dentro de un discurso codificado en una lengua determinada (a la que llamamos lengua base), de algún elemento perteneciente a otra lengua, es decir, a otro código. En la definición clásica, en efecto, el término "código" se usa como sinónimo de "lengua", aunque veremos que en realidad conviene extender el concepto a otros códigos lingüísticos no estrictamente idiomáticos: puede entenderse como "código" no sólo una lengua en su conjunto, sino también un dialecto o incluso un registro lingüístico. Tales elementos pertenecientes a otro código que se emplean dentro de la conversación pueden ser elementos léxicos, comúnmente (es decir, dentro de una conversación en castellano, por ejemplo, se introduce una palabra en inglés); elementos discursivos completos (frases hechas, refranes, citas de otro discurso); elementos fónicos (sonidos no pertenecientes al código primario de la conversación, como una pronunciación anómala, entonaciones características, etc.); y elementos gramaticales (morfemas derivativos y conectores, fundamentalmente, y, en menor medida, estructuras gramaticales). Así, en la conversación pueden intervenir sonidos, morfemas derivativos, conectores, palabras, frases hechas y entonaciones que pertenecen a otra lengua: su empleo, sin embargo, debe obedecer a una función comunicativa concreta para que la intromisión de tales elementos ajenos al código primario o lengua base del discurso pueda considerarse cambio de código. Así, la intromisión de tales elementos debida no a una intención comunicativa específica sino a las características propias del idiolecto del hablante no deben considerarse cambio de código. Un caso muy característico de falso cambio de código es el de un hablante extranjero en cuyo discurso aparecen elementos de su lengua propia sin que pueda evitarlo, porque no es consciente de ello: como la pronunciación o algunas características gramaticales. Otro caso de falso cambio de código es el de un hablante afectado incapaz de discriminar entre los barbarismos, por ejemplo, que pueblan su discurso a modo de cultismos: en tales casos, el empleo de elementos ajenos al código primario de la conversación no obedece a una verdadera intención comunicativa y, por tanto, no constituyen índices conversacionales ni pragmáticos ni discursivos, sino que forman parte del código primario característico del hablante en cuestión. 1

Auer (1984, 1988) distingue entre el cambio de código propiamente dicho (code switching) y la transferencia (transfer): el code switching implica una renegociación de la lengua base y constituye un cambio de lengua total en la conversación (aceptada o no por el interlocutor), ya sea porque el hablante no se siente cómodo en la lengua base (por ejemplo, porque su nivel de competencia no le permite expresarse con eficacia o seguir la conversación con fluidez), o bien por un cambio de contexto en el discurso (un cambio en la situación física, o un cambio de interlocutores, etc.); el transfer, en cambio, no implica renegociación de la lengua base y constituye un simple cambio ocasional. Nussbaum (1990) adapta los conceptos de Auer y distingue entre conmutación, alternancia y transferencia. Por conmutación entiende el cambio de lengua que implica una renegociación del código primario y el término equivale, por tanto, al concepto de code switching empleado por Auer. Por transferencia, en cambio, frente al concepto de Auer, entiende exclusivamente los cambios de código ocasionales provocados por una laguna en la competencia lingüística del hablante, que se ve obligado a emplear un elemento de su lengua habitual cuando no lo encuentra o no lo conoce en la lengua base de la conversación: se trata, por tanto, de un tipo de cambio de código circunscrito a un contexto de hablantes de una lengua extranjera o de una L2. Por último, alternancia sería el cambio de código ocasional que en la conversación cumple una función pragmática o discursiva consciente y bien definida.

2. Primer acercamiento a los contextos conversacionales en que puede aparecer un cambio de código En principio, debe distinguirse entre las conversaciones generadas en un contexto social monolingüe (por ejemplo, en la mayor parte de nuestro país, en la que únicamente se emplea el castellano) y las generadas en un contexto social bilingüe (por ejemplo, en países como Holanda o Suiza, o en comunidades como Cataluña). Realmente, el contexto monolingüe podría considerarse, en cierto modo, excepcional, pues la situación sociolingüística más extendida en todo el mundo es la coexistencia de dos o más lenguas en contacto. Por otra parte, y como veremos más adelante, incluso en contextos sociales monolingües es común la coexistencia de distintos dialectos que, funcionalmente, generan situaciones de cambio de código similares a los que ocurren en contextos sociales bilingües. En realidad, en algunos países de nuestro entorno la situación "oficial" es de monolingüismo, pero la situación real es de bilingüismo: por ejemplo, en Alemania o en Italia las diferencias dialectales entre unas zonas y otras son tan acusadas que más bien debería hablarse de multiplicidad lingüística, aunque oficialmente todos sean hablantes de una misma lengua (una misma lengua histórica). En estos casos, pues, el cambio de código Dialectal (v. infra) sería muy similar al cambio de código Idiomático. En los contextos sociales bilingües, el cambio de código es muy frecuente, y suele ocurrir entre las dos (o más) lenguas en contacto; en los contextos sociales monolingües, por su parte, el cambio de código ocurre entre la lengua común y una lengua extranjera, generalmente la lengua que cumpla una función de "superestrato cultural" o "lengua de cultura". En nuestro entorno cultural, por ejemplo, esta lengua es el inglés (lo fue el francés, durante casi un siglo; en los países centroeuropeos es el alemán; en los países del este, el ruso; etc.).

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3. Funciones del cambio de código A la hora de establecer las distintas funciones discursivas que ejerce el cambio de código en la conversación debe distinguirse, pues, entre los dos contextos en que aparece: el contexto monolingüe y el contexto bilingüe. 3.1. Funciones del cambio de código en contextos monolingües En estos contextos, los hablantes comparten una misma lengua base sin necesidad de negociarla previamente, y los cambios de código se producen siempre con una lengua extranjera. Rara vez, pues, nos encontraremos con cambios de código por conmutación (según la terminología de Nussbaum), que implican una renegociación de la lengua base de la conversación (a no ser, claro está, que uno de los interlocutores sea extranjero). Por la misma razón, apenas encontraremos transferencias, que implican una falta de competencia lingüística del interlocutor en la lengua base o una laguna en su conocimiento, y cuando aparezcan lo harán con unas características muy definidas. Por tanto, en contextos monolingües nos encontraremos, normalmente, con alternancias de código. Las alternancias de código cumplen, básicamente, una función enfática en el discurso: es un medio muy poderoso de llamar la atención del interlocutor sobre una idea, un medio de subrayar, de focalizar la porción de discurso codificada en otra lengua. La aternancia de código funciona, por tanto, como marcador de énfasis y como focalizador. A menudo, la alternancia de código consiste en una cita (discourse-related), que puede ser una frase hecha, un refrán, una porción conocida de otro discurso, etc. En tales casos, el énfasis consiste en emplear como elemento discursivo recurrente un enunciado en otra lengua fijado y compartido por ambos interlocutores: un lugar común. Si la cita no forma parte del contexto compartido por los interlocutores, pierde toda efectividad, da lugar a enojosas explicaciones y se convierte en un elemento innecesario y ridículo, pedante. El único caso de transferencia de código que encontramos en contextos monolingües tiene que ver con la terminología específica de un tema, que puede estar codificada únicamente en una lengua extranjera (generalmente, en inglés): así, el hablante puede tener dificultades para encontrar un término similar en la lengua base de la conversación (tal vez, porque no existe ninguno) y verse obligado, por tanto, a emplear el término en la lengua extranjera en que está codificado. Esto suele ocurrir en ámbitos científicos o técnicos, aunque cada vez ocurre más frecuentemente también en ámbitos domésticos: la terminología de la informática, de la alta fidelidad, etc., está codificada casi exclusivamente en inglés, por lo que en ocasiones es difícil distinguir entre una transferencia de código y un préstamo léxico (pensemos, por ejemplo, en palabras como byte, megahertz, compact disc, etc.). 3.2. Funciones del cambio de código en contextos bilingües En contextos bilingües, por su parte, es frecuente la conmutación de código: que ocurre cuando el hablante no se encuentra cómodo en la lengua base, cuando se cambia de contexto, etc. En estos contextos, la conversación se establece sólo después de una negociación sobre la lengua base que se empleará. En ocasiones, se trata de una verdadera negociación, con su regateo incluido, en la que cada interlocutor propone y mantiene su propia lengua, hasta que uno de los 3

dos cambia (aunque también la conversación puede discurrir en bilingüe indefinidamente). Sin embargo, es mucho más común que cada hablante bilingüe use cada una de las dos lenguas en contextos distintos y, sobre todo, con interlocutores determinados. Así, la primera función del cambio de código en contextos bilingües es la especificación del interlocutor o la especificación del contexto. En conversaciones de más de un interlocutor, por ejemplo, el hablante puede dirigirse a interlocutores distintos empleando distintas lenguas. Esto es muy común y revela hasta qué punto está ya negociada y es difícil de cambiar la lengua base empleada en las conversaciones habituales. Del mismo modo, en una conversación determinada un interlocutor puede cambiar de lengua si cambian el contexto situacional o comunicativo: por ejemplo, si durante la conversación se cambia de tema, o si entran en un bar, o si uno de ellos atiende al teléfono, si cruza un saludo con otra persona, etc. En todos estos casos, pues, se trata de una conmutación de código, ya que hay un cambio de lengua base. Otra función que suele desempeñar el cambio de código en contextos bilingües es el contacto / enajenación (v. Cantero & De Arriba, en prensa). Muy similar a la función anterior, la conmutación de código puede permitir o facilitar una comunicación fluida entre hablantes desconocidos o, por el contrario, interrumpir su fluidez y distanciar a los interlocutores. En efecto, es muy común que un hablante bilingüe cambie solícito de lengua cuando su interlocutor emplea la otra: se trata de un modo de facilitar el intercambio y constituye no sólo un gesto de buena voluntad o buena educación, sino de una medida muy eficaz para el intercambio comunicativo. Por el contrario, también es un modo de marcar distancias cambiar de lengua para no coincidir con la empleada por el interlocutor y para, en todo caso, forzarle a defenderse en un terreno menos amigable. En realidad, muy pocas personas pueden considerarse realmente bilingües (totalmente bilingües), y siempre hay unos contextos y unos interlocutores para cada lengua: fuera de tales contextos e interlocutores determinados, el hablante se encuentra como desprotegido, en una lengua conocida pero no habitual. Así, la transferencia ocurre cuando el hablante no encuentra la palabra o la expresión apropiada en la lengua base de la conversación, que o bien no es su lengua primera, genéricamente, o bien está fuera de su contexto habitual. Aunque en los contextos bilingües el cambio de código ocurre normalmente entre las lenguas en contacto, también puede ocurrir entre una de estas lenguas y una lengua extranjera. En tales casos, se cumplen las mismas funciones que en los contextos monolingües: alternancia de código como marcador de énfasis o focalizador, empleo de citas y transferencia de código en cuestiones terminológicas. Entre las lenguas en contacto, con todo, la relación no suele ser de igual a igual en todos los contextos y cada una de ellas suele ser predominante en distintas actividades: así, también se da entre ellas la transferencia de código por cuestiones de terminología especializada acuñada en una de las dos lenguas, de modo que actúa de "superestrato cultural". En las comunidades bilingües de nuestro país, por ejemplo, esta función la cumple claramente la lengua castellana, en detrimento de las otras lenguas (lejos aún de su normalización), de modo que es muy común la transferencia terminológica en castellano en conversaciones en catalán, en gallego, en euskaldún. Como señala Poplack (1988), en realidad son los usos de la comunidad los que marcan el empleo y la función de los fenómenos lingüísticos. En este sentido, hemos observado un tipo de citas de énfasis muy característico en las alternancias de código catalán-castellano: se trata de citas en castellano que suelen ser introducidas en un discurso codificado en catalán, con las cuales 4

referirse a algo desagradable o a alguien de un modo despectivo. Lo curioso es el hecho de que no se "cita" nada en concreto: ni una frase hecha, ni un lema, ni un refrán, ni un fragmento de otro discurso, etc.; por el contrario, el hablante ha creado la "cita" ad hoc, según las necesidades del discurso. En estos casos, la alternancia de código es paralela, en realidad, a una "alternancia de personaje", de modo que el hablante adopta un tono de "funcionario de la dictadura" y emplea, por tanto, el castellano para pronunciar la palabra tabú o para referirse con socarronería a un hecho censurable. Con todo, la función principal que cumple el cambio de código en contextos bilingües es la función expresiva / apelativa: los hablantes cambian sistemáticamente a su primera lengua en situaciones emocionales (de sorpresa, alegría, enfado, ira) para emitir una interjección, una exclamación, una frase hecha, etc.; o bien, en situaciones volitivas: los insultos, las órdenes y los apelativos cariñosos también se codifican en la lengua primera del hablante. En tales casos, pues, nos encontramos ante un tipo muy claro de transferencias afectivas de código.

4. Tipos de cambio de código 4.1. El cambio de código idiomático Hasta aquí, hemos tratado el término "código" como sinónimo de "lengua", que es como suele emplearse en la bibliografía sobre el tema que nos ocupa: Nussbaum, por ejemplo, habla directamente de "cambios de lengua", y Auer distingue, como vimos, entre el "cambio de código" propiamente dicho y la "transferencia", como si esta no fuera también un cambio de código. Sin embargo, desde cualquier perspectiva, y especialmente desde el análisis del discurso oral, es obvio que una lengua (esto es, un "idioma") no constituye un único código intercambiable, sino que está compuesta por una serie de códigos que interactúan en el discurso constantemente. Cada una de las variedades lingüísticas, así, puede considerarse un código con una entidad propia: especialmente, las variedades dialectales y las variedades de registro. De este modo, podríamos distinguir entre el cambio de código idiomático, esto es, entre lenguas distintas, y los cambios de código dialectal y de registro. 4.2. El cambio de código dialectal Cada dialecto históricamente establecido de una lengua, en efecto, puede considerarse un código aparte, más o menos diferenciado de la lengua estándar pero con unas características propias fácilmente reconocibles en la conversación. Así, incluso los contextos monolingües para el cambio de código idiomático se convierten a menudo en contextos "bilingües" o "plurilingües", pues conviven hablantes de una misma lengua, pero de distintos dialectos de esa lengua: por ejemplo, en la comunidad de Madrid podemos hablar de monolingüismo (idiomático), pero también de pluridialectalismo. Típicamente, pues, la lengua base no se negocia pero sí se negocia el dialecto base, en aquellos casos en los que el hablante, además de dominar un dialecto particular (que puede ser su "dialecto materno"), posee una competencia suficiente en lengua estándar (por ejemplo, un estudiante universitario andaluz, que con su familia emplea su dialecto y con sus compañeros la lengua estándar); en tales casos, las funciones que cumple el cambio dialectal son similares a las que cumple el cambio de código idiomático en contextos bilingües: especificar el interlocutor o el contexto, facilitar el contacto / enajenación, marcar énfasis, emplear citas, transferir terminología 5

específica y emplear afectivamente la lengua (función expresiva / apelativa). El cambio de dialecto se caracteriza, además, por la importancia que cobran los elementos fónicos del mismo y algunos rasgos morfológicos (como los derivativos "-illo", "-ín", "-ino", etc.), que a veces son el único distintivo importante con respecto a la lengua estándar. En Cataluña, por ejemplo, la comunidad de inmigrantes andaluces es muy numerosa y a menudo ocupa barrios enteros, e incluso ciudades: entre los más jóvenes, nacidos en Cataluña y escolarizados en catalán, es muy común no sólo el cambio de lengua (el catalán empleado en determinadas relaciones sociales y en cuestiones académicas, el castellano para todo lo demás), sino también un cambio de dialecto muy llamativo: el castellano estándar para las relaciones laborales o profesionales y con los desconocidos, y el dialecto andaluz (manifestado, sobre todo, en la pronunciación) en el barrio y con la familia. En hablantes incapaces de cambiar de dialecto, en cambio, no hay negociación posible y siempre emplean la misma variedad, en cualquier contexto y con cualquier interlocutor. Por tanto, en el caso de una conversación entre dos hablantes monodialectales pero de dialectos distintos, aunque la conversación en sí resulte bidialectal no hay un verdadero cambio de código, porque ninguno de los interlocutores puede controlarlo con una intención comunicativa. 4.3. El cambio de registro o cambio de código diafásico Todo hablante emplea varios registros de la lengua, según el contexto: como mínimo, un registro formal (que se emplea con desconocidos o en los contextos profesionales), un registro coloquial (que se emplea en contextos informales, con los amigos, etc.) y un registro familiar (que se emplea en las situaciones de intimidad: con la familia o con la pareja). Un hablante con un alto nivel de instrucción puede emplear, además, un registro culto, un registro literario, un registro solemne. En realidad, cada hablante tiende a emplear tantos registros diferenciados como contextos comunicativos diferenciados necesite afrontar: así, puede hablarse de un registro profesional (en el que se usa la jerga correspondiente), de varios registros coloquiales (según el tipo de interlocutores que se frecuenten), etc.; del mismo modo, un hablante circunscrito a un único contexto comunicativo será incapaz de cambiar de registro (por ejemplo, en algunas culturas la mujer queda recluida en el hogar, y prácticamente sólo se comunica con los hijos y con el esposo: registro familiar). Así, incluso en los contextos monolingües y monodialectales (escasos ya de por sí) nos encontramos con situaciones conversacionales de cambio de código muy fluido entre códigos distintos, que son los tres o cuatro registros habituales del hablante. Por tanto, el cambio de registro en la conversación cumplirá también las funciones características del cambio de código idiomático en contextos bilingües: sirve para especificar el interlocutor o el contexto, para facilitar el contacto/ enajenación, como marcador de énfasis, en el empleo de citas, para transferir terminología específica y, sobre todo, una vez más, como transmisor de afectividad. Un ejemplo muy característico de cambio de registro en la conversación es el que ocurre cuando una pareja, que usualmente mantiene sus conversaciones en un registro familiar, se encuentra con amigos: cada miembro de la pareja mantendrá en la reunión conversaciones independientes, usando un registro coloquial, y cuando se crucen sus conversaciones y los dos miembros de la pareja crucen la palabra, fácilmente cambiarán al registro familiar, con lo que posiblemente se crearán situaciones divertidas o comprometidas (por ejemplo, con el uso de un apelativo 6

cariñoso). Un ejemplo similar, pero justamente al contrario, es el tipo de conversación que se establece en el coche: la pareja suele emplear un registro familiar en casa, pero el conductor emplea un registro coloquial cuando conduce (para dirigirse a otros conductores, por ejemplo, o para comentar las vicisitudes de la carretera) con lo que la comunicación se hace difícil y a menudo degenera en un conflicto causado por la alternancia de código (de registro) que el conductor introduce en la conversación, pues el tipo de vocabulario y la entonación empleada en el registro coloquial resulta muy agresiva e incomprensible en el registro familiar.

5. Resumen 5.1. El cambio de código en el discurso oral En resumen, podemos encontrar tres tipos de cambio de código conversacional: el cambio de código idiomático (o cambio de lengua), el cambio de código dialectal (o cambio de dialecto) y el cambio de código diafásico (o cambio de registro). El cambio de código idiomático podemos encontrarlo en dos contextos sociolingüísticos bien definidos: los contextos monolingües y los contextos bilingües (que también pueden ser plurilingües). En cada uno de ellos, el cambio de lengua cumple funciones bien diferenciadas, basadas fundamentalmente en la diferencia que hay entre la necesidad o no de negociar previamente la lengua base de la conversación (sí en los contextos bilingües, no en los contextos monolingües), así como en el tipo de lengua que interviene en el cambio (una lengua extranjera y, por tanto, ajena a ambos interlocutores, o una lengua en contacto y, por tanto, propia también de los interlocutores). En contextos monolingües, el cambio de lengua actúa como marcador de énfasis o focalizador (alternancia de código, empleo de citas) y como recurso terminológico (transferencia). En contextos bilingües, el cambio de lengua actúa como especificador del interlocutor o del contexto, como medio para facilitar el contacto / enajenación, como marcador de énfasis (también con el empleo de citas), como recurso terminológico y, sobre todo, como transmisor de afectividad (función expresiva / apelativa). Por su parte, tanto el cambio de código dialectal como el cambio de registro cumplen estas mismas funciones, puesto que siempre se encuentran en contextos similares a los contextos bilingües: contextos pluridialectales y contextos pluridiafásicos (esto es, con varios registros a disposición de los interlocutores). En contextos bilingües, pues, la complejidad del fenómeno es notable, pues pueden aparecer simultáneamente cambios de lengua y, dentro de ellos, cambios dialectales y de registro. 5.2. El cambio de código en el discurso escrito Todos estos tipos de cambio de código son exclusivos del discurso oral, pues tanto las variedades dialectales como las de registro son exclusivamente orales; por su parte, un contexto bilingüe sólo es posible y común en lengua oral, difícilmente en lengua escrita. En el discurso escrito, por tanto, la situación es exclusivamente monolingüe: se trata de un discurso unidireccional, no interactivo, no negociable, monodialectal (el dialecto empleado es, 7

sistemáticamente, la lengua estándar) y en el que sólo cabe un cambio de registro con muchas limitaciones (considerando el lenguaje literario como un registro lingüístico especial, puede ocurrir la alternancia lengua común -registro formal- / lengua literaria; rara vez aparecerán, en cambio, los registros coloquial o familiar). Las funciones del cambio de código en el discurso escrito, por tanto, serán las propias del cambio de lengua en contextos monolingües, con la única salvedad de que, en este caso, las lenguas extranjeras alternativas son muchas más: comúnmente, el inglés, el francés y el latín (estas dos últimos, sobre todo, en las citas).

6. Un contexto especial: el aula de lengua extranjera El esquema tradicional de enseñanza de lenguas extranjeras tomaba como referencia la enseñanza de las lenguas clásicas para la enseñanza también de las lenguas modernas: así, la lengua meta (LE) era concebida como el objetivo del aprendizaje, en cuyo proceso la lengua propia de los alumnos (L1) jugaba el papel de lengua vehicular. Con el enfoque comunicativo, este esquema se sustituyó, razonablemente, por otro en el cual la lengua meta es no sólo el objetivo del aprendizaje, sino el propio vehículo del mismo, partiendo de la idea de que una lengua no es un propiamente objeto de conocimiento, sino un vehículo de comunicación y que, por tanto, sólo es posible aprenderla dentro de procesos comunicativos llenos de sentido. La lengua propia de los alumnos (L1), sin embargo, sigue cumpliendo un papel importante en la clase de lengua extranjera, especialmente en los primeros estadios del aprendizaje y en determinadas actividades avanzadas (como puede ser el empleo de la traducción pedagógica). Entonces, el aula de lengua extranjera se convierte en un contexto comunicativo especial, en el que el cambio de código se produce entre la L1 de los alumnos y la LE (cfr. Nussbaum, 1990; De Arriba, 1994). Se trata, en principio, de un contexto bilingüe, en el sentido de que, efectivamente, la L1 y la LE están en contacto necesariamente; sin embargo, se trata de un contexto especial porque también puede ocurrir que el contexto primario de los alumnos sea ya de por sí un contexto bilingüe (L1 y L2, como lenguas propias, frente a la LE aprendida), como ocurre en las comunidades y en los países bilingües. El cambio de código en el aula de lengua extranjera cumple, genéricamente, dos funciones bien definidas: por una parte, recurriendo a su L1 el alumno puede salvar una situación comunicativa que no puede afrontar en la LE (con una conmutación de lengua, o bien con una simple transferencia: en estos contextos, obviamente, no se cumple la función enfática o focalizadora de las alternancias de código, dadas las características específicas del discurso del aula); por otra parte, el cambio de código, recurriendo a la L1, permite introducir una serie de elementos discursivos, verdaderos marcadores metalingüísticos, que facilitan el proceso comunicativo en el aula, ya sea regulando la actividad de clase o recurriendo a rasgos de afectividad. En este sentido, el cambio de lengua en clase de lengua extranjera cumple las siguientes funciones concretas: regular la actividad de clase (el profesor anuncia una actividad, da instrucciones, cambia la actividad, etc.); como marcador fático (recurriendo a la L1 se llama la atención, se abre o se cierra el canal de comunicación, se indica la importancia de la actividad, etc.); como elicitador profesor-alumno y alumno-profesor (se pide información, se pide una respuesta, una traducción, etc.); y como marcador afectivo (recurriendo a la L1 se premia o se alienta al alumno, 8

elemento este de suma importancia en el aula de lengua extranjera). Se trata, por tanto, de funciones muy específicas del contexto, en el que el cambio de lengua cobra una nueva dimensión, propiamente una dimensión metalingüística, de la que carece en la conversación normal.

7. Referencias AUER, P. (1984): Bilingual conversation. Amsterdam: Benjamins. AUER, P. (1988): "A conversation analitic approach to code-switching and transfer", en HELLER (1988). CANTERO, F.J. & J. DE ARRIBA (en prensa): Psicolingüística del discurso. Barcelona: Anthropos / Colección de Psicología. DE ARRIBA, C. (1994): "Un ejemplo de cambio de código en clase de lengua extranjera". (Inédito). GUMPERZ, J.J. (1982): Discourse Strategies. Cambridge: Cambridge University Press. HELLER, M. (ed.) (1988): Code-switching. Berlin: Mouton de Gruyter. LLOBERA, M. (1993): "Discurso generado y discurso aportado en el aula de L.E." XVIII Symposium Internacional Educación y Lenguaje, ICE - UB. NUSSBAUM, L. (1990): "Plurilingüisme a classe de llengua estrangera" TEMPS D'EDUCACIÓ, 3. Barcelona: Universitat de Barcelona. POPLACK, S. (1988): "Contrasting patterns of code-switching in two communities", en HELLER (1988).

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