Francisco, el evangélico

July 25, 2017 | Autor: Nicolas Panotto | Categoría: Pope Francis, Papa Francisco
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Descripción

Francisco, el evangélico1 Nicolás Panotto Teólogo/Doctorando en Ciencias Sociales FLACSO/Becario CONICET En un reciente diálogo, una persona me dijo: “ahora, en la iglesia católica, así como están los K y anti K, tenemos los pro Francisco y anti Francisco”. Obviamente esta afirmación tiene un peso particular al provenir del mismo seno de la iglesia católica. Pero podríamos decir que esta polarización representa lo que también sucede –con incontables matices- en la sociedad en general. En este contexto, me gustaría centrarme en las dinámicas particulares de la iglesia evangélica argentina. En tiempos de su arzobispado, Bergoglio mantuvo un fluido contacto con cierto sector de las iglesias evangélicas. Resalto aquí la palabra “cierto” ya que sería incorrecto afirmar que Bergoglio construyó un vínculo con todos los segmentos de este campo, sino principalmente con pastores y comunidades pertenecientes a la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina –ACIERA- que, a grandes rasgos, representa el sector más conservador de este locus religioso –teológica e ideológicamente, al menos desde un espectro institucional, herederos de los avivamientos y empresas misioneras de Estadios Unidos entre fines de siglo XIX y principios del XX2 Reuniones de oración conjunta con pastores, encuentros ecuménicos, entre otros eventos, formaron parte de esta relación. También existieron intercambios más formales, como lo fue el trabajo conjunto para proyectos de ley y hasta movilizaciones, especialmente durante el proceso de tratamiento de la Ley de Matrimonio Igualitario. Con respecto a la situación actual, tal como ejemplifiqué al inicio, el contexto sigue siendo complejo. En una reciente entrevista, Norberto Saracco, uno de los principales referentes del pentecostalismo en nuestro país y quien participó en la reunión de pastores argentinos que visitaron a Francisco el 29 de mayo de 20133, lo expresa de la siguiente manera: …el impacto ha dependido mucho de dónde estaba parado cada uno antes de la llegada de Francisco. Para algunos Francisco significa esperanza de cambios en la iglesia, soplo del Espíritu y avance en la misión. Para otros es un paso más en el cumplimiento de un plan satánico que avanza inexorablemente. Lo que nadie puede negar es que ha habido impacto.4

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Publicado en Juan Mauricio Renold y Alejandro Frigerio, Visiones del Papa Francisco desde las Ciencias Sociales. Rosario: UNR Editora, 2014, pp.295-303 2 Este grupo es denominado por Hilario Wynarczyk (2010) como polo conservador bíblico, en contraposición al polo histórico liberacionista (vinculado a la teología de la liberación o perspectivas socio-políticas más progresistas) En otro trabajo (Suárez, Gatti, Panotto 2012), denomino a este sector congregacionalista conservador, a diferencia del congregacionalista crítico (de vertiene evangélica pero con un discurso teológico crítico con respecto a las misiones históricas y con mayor sensibilidad social) y el ecuménico (en línea con la segunda categorización de Wynarczyk) 3 Todos ellos eran líderes pentecostales de Buenos Aires, cercanos a Jorge Bergoglio durante su tiempo de arzobispo, con quienes se reunía frecuentemente en torno a la Comunidad Renovada de Católicos y Evangélicos en el Espíritu Santo (CRECES) 4 http://pulsocristiano.com/saracco-francisco-giro-el-curso-del-barco-y-marco-un-rumbo/

 

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En este sentido, encontramos un bricolaje de declaraciones, como las del pastor Jorge Himitian, quien también participó de la reunión en Roma mencionada anteriormente. Este líder declaró que pasaron “un tiempo en oración, como hacíamos aquí, cordial, amigable, espiritual. También le dimos una palabra que varios habíamos sentido basada en Jeremías 1, que Dios lo había escogido como un profeta a las naciones y que no tuviera temor a dar la palabra como Dios se la daba”. 5 Por otra parte, también encontramos opiniones divergentes, como las tradicionales visiones con respecto a la autoridad vaticana dentro del protestantismo, reflejadas en frases como “falso maestro”, “anticristo”, “idólatra”, entre otro tipo de juicios ya clásicos en la bizantina disputa entre evangélicos y católicos, cuyo propósito es “no dejarse engañar”, como se percibe en varias opiniones de evangélicos/as sobre este tema. Más allá de los contrastes, considero que las particularidades que ha ido adoptando la relación entre dichos grupos y Francisco en este último tiempo, reflejan la conjugación de una serie de procesos que se vienen gestando dentro de este campo religioso en particular. Retomando a Ernesto Laclau (1996), podríamos decir que la figura de Francisco ha devenido en un significante flotante que da sentido a distintas demandas dentro de estos sectores. Dicho significante constituye una particularidad simbólica cuya composición no acontece como un sentido único establecido a priori y de forma homogénea, sino más bien como punto nodal de una cadena equivalencial entre diversas particularidades, cuyas demandas son respondidas -al menos parcialmente- por él. Esto indica, en nuestro caso de estudio, que debemos analizar cuáles son las demandas que se encadenan desde los grupos evangélicos a partir de la persona de Francisco y qué impacto poseen en su dinámica interna, para dar razón del lugar real y la construcción simbólica de su figura. ¿Qué quiero decir con esto específicamente? Que los cambios de posicionamiento de algunos grupos evangélicos locales con respecto a la figura del Papa –la cual, coomo sabemos, ha sido históricamente resistida- no devienen de una resignificación purista a nivel discursivo o eclesiológico, sino más bien de diversos reposicionamientos sociales, políticos, religiosos y teológicos dentro del segmento evangélico. Esto ha llevado a una interesante resignificación y hasta negociación de perspectivas teológicas, religiosas, políticas e institucionales. Considero que dichos procesos hay que leerlos a partir de la crisis de 2001. Señalo esta referencia histórica ya dicha coyuntura representa una bisagra en muchos aspectos dentro del espectro evangélico, entre los cuales podríamos mencionar una mayor presencia en el campo socio-político (como la participación en asambleas barriales, conformación de ONGs, participación en organismos políticos institucionales, etc.), una apertura al trabajo conjunto con otros agentes sociales, políticos y religiosos, y una crítica a los modelos eclesiológicos tradicionales o “empresariales” preponderantes en los ’90. Dicho de manera aún más directa: estos procesos no sólo representan un movimiento del Papa hacia un diálogo (¿político? ¿religioso? ¿ecuménico? ¿todo junto?) con otros sectores cristianos sino también, en el caso particular de Argentina, a un intento de reposicionamiento de personas, iglesias y organizaciones en tres direcciones –aunque podríamos mencionar otras más-: una reconceptualización de “lo ecuménico”, una                                                                                                                 5

http://www.protestantedigital.com/ES/Internacional/articulo/16696/Pastores-argentinos-oran-con-elpapa-francisco-en

 

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resignificación de la identidad evangélica y la búsqueda de una mayor presencia en el espacio público. Con respecto al primer elemento, debemos considerar que el término “ecuménico” ha sido generalmente resistido por el sector más conservador del mundo evangélico, no así por las llamadas iglesias históricas (metodistas, luteranos, discípulos de Cristo, entre otros), que han fomentado más este tipo de espacios de diálogo. Esto es debido, principalmente, a profundas diferencias teológicas entre estas fracciones, tema que no podríamos analizar aquí con la profundidad que lo merece. Pero en los últimos diez años se han levantado diversos conjuntos –como “Pastores para la ciudad” en Capital Federal y un grupo de líderes representativos de las principales denominaciones del país que han organizado eventos de gran convocatoria como “Argentina, oramos por vos”, el cual se enfoca en el análisis y la sensibilización en torno a la influencia social de las iglesias- más resistentes a la ortodoxia evangélica con respecto a estos temas. Ellos han cuestionado, por un lado, los límites de los proyectos ecuménicos vigentes (principalmente por no ser lo suficientemente inclusivos como decían serlo) y, por otro, han planteado la necesidad de un nuevo espacio de “unidad evangélica”, en pos de una mayor efectivización de la misión (social). Fue en esta coyuntura donde se comenzaron a tejer vínculos con otros espacios religiosos, especialmente judíos y católicos, donde Bergoglio arzobispo tuvo un rol central. De todas formas, estas propuestas de ecumenismo representaban sólo a ciertos sectores que, como ya dijimos, se vinculan con los espectros más conservadores. Esto se vio reflejado, por ejemplo, en el trabajo conjunto para cuestionar la ley de matrimonio igualitario o el tratamiento de la legalización del aborto, entre otros. En otras palabras, los gruesos muros que dividieron históricamente a estas religiones (representados en el histórico anti-catolicismo evangélico y el anti-protestantismo católico) se cayeron tras la lucha mancomunada frente a diversos temas sociales sensibles. Este “nuevo ecumenismo” –como se llegó a denominar- tampoco incluyó a otros sectores dentro del amplio mundo protestante, y menos aún grupos religiosos como musulmanes, umbandas, entre otros. Uno de los proyectos que más evidenció este esfuerzo conjunto fue la propuesta de reforma de Ley de Cultos presentada por la entonces diputada Cinthia Hotton (cuya pertenencia histórica fue la iglesia de Hermanos Libres, aunque recientemente devino en miembro de una mega iglesia pentecostal), los directivos de ACIERA y el propio Bergoglio. Este proyecto, finalmente, no fue considerado por las fuertes críticas que recibió tanto desde el espectro religioso como político. Con respecto a la segunda dirección, podríamos decir que estos cambios de posicionamiento con respecto a la relación con la iglesia católica conlleva un viraje dentro de la misma identidad evangélica y su auto representación. En otras palabras, los procesos de transformación que está viviendo el catolicismo tras el “fenómeno Francisco” responde de la misma forma a una serie de demandas de renovación por parte de las iglesias evangélicas. Esto lo deja claro Pablo Deiros, reconocido teólogo y pastor bautista argentino, en una entrevista sobre el primer año del Papa: Basta de levantar el dedo índice acusador contra la Iglesia señalando su idolatría y corrupción, porque cuando lo hacemos hay otros tres dedos que nos apuntan a

 

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nosotros para señalar exactamente lo mismo. El grado de idolatría y corrupción que hoy infesta a las iglesias evangélicas no tiene nada que envidiarle a la vieja Iglesia Católica. La esperanza que representa el Papa Francisco es que es posible vivir y proclamar el evangelio en este mundo tan complicado, que es posible que una comunidad plagada de pecado y errores cambie para bien, que es necesario comenzar los cristianos a caminar juntos primero por el camino de la oración y la unidad, para luego seguir haciéndolo por el camino de la evangelización proclamando a Cristo como Señor. No hay otra manera en que la Argentina, América Latina y el mundo vayan a tener la oportunidad de confesarlo como tal, a menos que cumplamos con la misión que nos ha sido encomendada a todos quienes le seguimos como sus discípulos, por más diferencias que haya entre nosotros.6 En resumen, podemos decir que las dinámicas que ha adquirido la relación con Francisco afianzan una estrategia de resignificación de lo ecuménico dentro de cierto espectro evangélico, y con ello su propia identidad y demandas internas. Volviendo a las tensiones mencionadas en el inicio, este proceso no deja de ser cuestionado. Cuando se conoció de la visita de los pastores argentinos al Vaticano, se comenzaron a ver abundantes declaraciones o comentarios en periódicos religiosos, redes sociales y sitios webs cuestionando dicha convocatoria. En la línea que planteamos, estas controversias también responden a un posicionamiento identitario y a la resistencia frente a diversos procesos de cambio. Por otra parte, la reacción es muy distinta y con una mirada positiva por parte de un amplio sector que considera inevitable la necesidad de entablar ciertos lazos con otros campos religiosos –no más allá del católico o judío- para lograr consensos y movilizaciones conjuntas frente a ciertos temas que ocupan la agenda social, política, cultural y religiosa en general. En cuanto al último elemento –la búsqueda de mayor presencia pública- no está desligado de lo desarrollado hasta aquí, ya que la resignificación de lo ecuménico y de la identidad propia implican también una nueva comprensión de la presencia evangélica en el campo social. Como mencioné anteriormente, este aspecto se vincula con el creciente posicionamiento social que asumieron las iglesias evangélicas tras la crisis del 2001 en Argentina. Aunque dicha presencia ya venía evidenciándose de manera más notable desde los ’80, esta coyuntura histórica significó fuertes transformaciones en las concepciones teológicas, discusivas y algunas prácticas institucionales, donde el compromiso social y político –siendo aún temas discutidos- pasó de ser un tabú a un elemento central en las predicaciones, liturgias y prácticas de las comunidades eclesiales.7 La relación de estos grupos evangélicos con Francisco intenta reforzar dichos desplazamientos. Podríamos mencionar dos aspectos en esta dirección, uno más general y otro más bien relacionado con la coyuntura política actual en nuestro país. Con respecto al primero, queda más que claro que ser recibidos en una audiencia por el Papa, más aún en medio de la ola del “fenómeno Francisco”, no escapa de una fina lectura                                                                                                                 6

http://pulsocristiano.com/deiros-con-francisco-se-percibe-un-notable-cambio-de-actitud-hacia-losevangelicos/ 7 Estos procesos representan lo que Wynarczyk (2009) denomina como el paso de un dualismo negativo a un dualismo positivo: mientras el primero apartaba a la iglesia del “mundo”, el segundo pone a la primera como prototipo moral y ético del segundo.

 

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política. La “palabra” dada por Himitian –ser “profeta a las naciones”- implica una fuerte y directa lectura socio-política en clave teológica. Esto conlleva un camino de doble vía: por un lado, un posicionamiento discursivo de Francisco en su “rol geopolítico”, y por otro, una ubicación por parte del mismo grupo evangélico en torno a su figura y “proyecto”, sea como fuere que se entienda. En otros términos, aunque existen opiniones diversas y matices de los más variados, este gesto representa un encuadre simbólico con las narrativas y perspectivas socio-políticas del papado. El segundo aspecto es un poco más complejo de describir, aunque no deja de ser importante para ser considerado. Antes de asumir el rol de Papa, Bergoglio fue ubicado como ícono de ciertas disputas políticas en el país, más relacionadas al frente opositor (nuevamente vemos aquí la función de significante flotante que encadena diversas demandas socio-políticas particulares desde un conjunto de sectores) Creo que a la hora de hablar de la relación de cualquier grupo social con Francisco, esta dimensión no puede pasar desapercibida (lo que ya hemos visto en las reacciones que suscita la visita tanto de Cristina como de otros personajes políticos argentinos al Vaticano) Esto también incluye a los sectores evangélicos que, como mencioné, estuvieron vinculados con Bergolgio arzobispo en diversas disputas sociales dentro de la agenda pública nacional de entonces. Aunque podríamos correr el peligro de una lectura demasiado deliberada, es evidente que existe un mayor encuadre de estos grupos evangélicos con respecto a las opiniones políticas, sociales y ético-morales que deja entrever el papado –al menos en lo que respecta posicionamientos frente a temas sensibles-, lo cual evidencia un campo de disputa discursiva y simbólica con respecto a prácticas y opiniones políticas en nuestro país. En resumen, estos breves ejemplos tratan de ejemplificar una vez más lo que muchos afirman con respecto a la función simbólica que ha cobrado la figura de Francisco: las narrativas, opiniones, mitos e imaginarios que circulan en torno a Bergoglio son en buena medida una construcción social que responde a demandas, necesidades, fisuras y representaciones identitarias propias de los sectores que lo invocan -en este caso, los evangélicos- y no sólo a características dadas de su persona. Por ello, analizar la relación de Francisco con sectores evangélicos conlleva, mas bien, evidenciar los juegos simbólicos y demandas propias de este sector, que llevan a posicionarlo como una ficha dentro de una jugada más amplia y compleja, relacionada tanto con la identidad evangélica argentina como también a su visión de lo público. Bibliografía Laclau, Ernesto (1996), Emancipación y diferencia. Buenos Aires: Ariel Suárez, Ana Lourdes, Gatti, Isabel y Panotto, Nicolás (2012), “La subsidiariedad desde la perspectiva de las Iglesias cristianas en Argentina”. Ponencia presentada en las VII Jornadas Internacionales “Ciencias Sociales y Religión”. Programa Sociedad, Cultura y Religión. CEIL-CONICET. 14, 15 y 16 de Noviembre 2012 Wynarczyk, Hilario (2009), Ciudadanos de dos mundos. El movimiento evangélico en la vida pública argentina 1980-2001. Buenos Aires: UNSAM Edita -- (2010) Sal y luz a las naciones. Evangélicos y política en la Argentina (1980-2001). Buenos Aires: Instituto Di Tella-Siglo XXI

 

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