FRAGMENTO DE UNA RESEÑA DE LA FILOSOFÍA OCCIDENTAL

July 19, 2017 | Autor: J. Bernal Gómez | Categoría: Filosofía
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Descripción



Introducción


La filosofía se define como amor por la sabiduría, y por tanto se encarga del estudio de lo que se puede denominar conocimiento esencial, en contraposición al conocimiento formal; si se conoce la esencia de la naturaleza, es posible comprender las formas que ella adopta; lo que no quiere decir que la filosofía no puede abarcar todo tipo de conocimientos, sino más bien que ella constituye lo que Aristóteles denominó una entelequia. Otra característica de la filosofía es la de no estar limitada por el generalmente imperante método científico, ya que comprende tanto las verdades objetivas como las subjetivas, el evento fáctico y la abstracción; si se utiliza una perspectiva dualista, y se tuviera que escoger entre los dos mayores poderes, estos podrían estar representados por la habilidad de imaginar y por la habilidad de dar vida a lo imaginado; la filosofía permite desarrollar ambas habilidades. También vale resaltar, que la filosofía no está restringida por el requisito de postura neutral del observador, lo que la distingue de otras ciencias; en este sentido, la filosofía también ha sido considerada un arte, el arte de discernir; o expresado en otras palabras, el anhelo de desear conocer la verdad.


Se usa la expresión filosofía occidental porque como rama del conocimiento estructurado, y más específicamente como ciencia, la historiografía europea convencional considera que la filosofía surgió en Grecia hace aproximadamente 2500 años; no obstante, la filosofía es tan antigua como el ser humano mismo, y tanto en oriente como occidente se han desarrollado formas de filosofía; esta obra pretende compendiar la historia de la filosofía en occidente a manera de una mini-guía práctica.

CAPÍTULO I: La creación y el paraíso


Los seres humanos han planteado la idea de que la existencia, o una determinada creación, surgió en un cierto lugar y momento; lo que se puede constatar en las variadas mitologías de la raza humana, y lo cual obedece a una perspectiva espacio-temporal, presente no tan sólo en sus mitos; esta concepción tiene implícita el concepto de nada o del no ser. No obstante, una visión holística permite concebir a la nada como parte integral del Ser, corroborando la premisa "… al fin y al cabo, algo tuvo que surgir en algún momento de donde no había nada de nada..." (Gaarder, 2008, pág. 1); ya que incluso el no ser es una forma de ser, y decir nada de nada es negar el no ser. También se ha planteado la posibilidad de que la creación ha existido siempre; sea que lo que denominamos nuestro universo sea uno de varios o de una infinidad siempre presentes; o sea que los procesos de creación y destrucción sean cíclicos como en el Ragnarök, o recurrentes como en la teoría del eterno retorno. Otra idea asociada al tema creación, es la creencia arraigada de un paraíso primigenio, constante en muchas religiones; según ésta, los seres humanos vivían en condiciones privilegiadas, hasta que por algún motivo generalmente asociado con la desobediencia perdieron está gracia divina; la razón del mito puede estar en el inconformismo del hombre, que lo inhabilita para disfrutar el presente, y le provoca la sensación de que todo lo pasado fue mejor.


La Filosofía tiene por motivo y objetivo a la existencia, y el mito creacional del paraíso se vuelve realidad a través de ésta y aquélla. El pasado y el futuro sólo son derivaciones del momento actual; el vivir en el presente es disfrutar al máximo.
Mitos y verdades


Los mitos surgieron como explicaciones del mundo y de las cuestiones que interesaban a los seres humanos; las tradiciones orales perduraron estos relatos sobre los dioses, las religiones los adoptaron y se fundaron en ellos, y la escritura permitió su difusión de una manera más uniforme; un mito es una abstracción cuyo fundamento lo encontramos en el fenómeno fáctico, y en la medida en la que tenga correspondencia con la realidad, el mito adquiere un mayor o menor valor pedagógico. La verdad es la concordancia entre lo que es y lo que se cree, por eso los mitos deben comprenderse como lo que son, y no como supersticiones; es decir, los seres humanos debemos conocer los mitos e interpretarlos conforme a su contexto histórico, y no soslayarlos como meras casualidades culturales; Johann Wolfgang von Goethe expreso: "El que no sabe llevar su contabilidad por espacio de tres mil años se queda como un ignorante en la oscuridad y sólo vive al día." (Goethe, 2014) El conocimiento es poder; para entender el presente sirve conocer el pasado, y así, se puede actuar mejor conforme al futuro deseado; la superstición (o ignorancia) puede constituir un gran defecto humano, como lo expresó el príncipe Nicolás Andreievitch Bolkonski, "los vicios humanos no tienen sino dos puentes: la ociosidad y la superstición, y solamente dos virtudes: la actividad y la inteligencia." (Tolstói Volkónsky, 2009, pág. 28)


En resumen, los mitos son verdades abstractas que requieren de un proceso intelectual correcto para que se pueda extraer su esencia axiológica, y para que sean de utilidad y no de perjuicio al ser humano; véase san Marcos capítulo 2 versículos 23-28.
Los filósofos de la naturaleza


También denominados presocráticos, fueron pensadores que estudiaron la existencia desde una perspectiva natural contrapuesta a la vida en sociedad de los seres humanos, y que cuestionaron el uso supersticioso de los mitos por parte de las religiones; una idea fundamental entre los filósofos griegos era que la naturaleza o ser había existido siempre, transformándose (Heráclito de Éfeso) o permaneciendo inmutable en esencia (Parménides de Elea), lo que se compendia en la premisa todo cambia nada permanece, lo único constante es el cambio; otra idea principal en la filosofía griega de la época era la existencia de una materia primordial de la que todo está hecho, en donde se puede notar la dualidad entre sustancia y forma, y lo que deriva en otras divergencias como entre la razón y los sentidos. Exponentes de esta era son los tres filósofos de Mileto: Tales, de quien se dice que consideraba que el agua es el origen de todas las cosas y que todo está lleno de dioses; Anaximandro, que creía que este mundo es uno de infinitos que se originan y desaparecen en lo indefinido; y Anaxímenes, el cual pensaba que el aire es el principio de todo. Otros dignos de mencionar son Parménides de Elea, quien opinaba que lo que es no puede dejar de existir y que en absoluto hay cambios: "No hay nada que se pueda convertir en algo diferente a lo que es exactamente" (Gaarder, 2008, pág. 41); Heráclito de Éfeso, que propugnaba que es inmutable la transformación de la existencia y que ésta se rige por eternas fuerzas contradictorias; Empédocles de Agrigento, cuya filosofía fue dialéctica en relación a Parménides y Heráclito; Anaxágoras y Demócrito precursores del átomo.
El destino


¿Qué es el destino?, ¿es un fuerza invencible o no?; si puede evitarse sólo es una posibilidad o tendencia, pero si es ineludible, entonces ¿dónde queda el libre albedrío?; ¿pueden coexistir el destino absoluto y la libertad de elección? Estas dos concepciones antitéticas compendian una interesante discusión filosófica sobre el libre albedrío; sus detractores acérrimos se agrupan en torno a la doctrina filosófica del determinismo, sobre todo en lo que se llama determinismo fuerte o duro; sus partidarios se reúnen alrededor del libertarismo filosófico o metafísico; en ambos extremos se propugna el incompatibilismo, es decir la creencia de que una de estas doctrinas no puede ser verdadera, sin que la otra sea falsa. Para algunos la cuestión anterior se centra en un falso dilema; otros han optado por la síntesis de estas tesis opuestas.


En cualquier caso, el conocer el porvenir siempre ha sido una inquietud de los seres humanos, inclusive superior a la de conocer su propia historia; por eso el arte de la adivinación ha ejercido atracción para los hombres desde épocas remotas, su práctica es común en la actualidad, y se usan diversos métodos; ejemplos de ello son: los oráculos, la astrología, la interpretación de los sueños, la cartomancia, la quiromancía, etcétera. A nivel cultural se puede apreciar una mayor o menor dependencia de una determinada sociedad a temas relacionados con el destino, sin que se encuentre alguna exenta de este influjo; un caso digno de citar es el del Oráculo de Delfos dedicado al dios Apolo, en el que una sacerdotisa denominada Pitonisa hablaba en nombre del dios después de entrar en trance, mientras que alguien escribía la respuesta para el que consultaba; los griegos creían tanto en el destino que esto se plasmó en las artes, como en la literatura a través de un género literario conocido como tragedia: Edipo rey, Prometeo encadenado, otras.
Tres filósofos de gran influencia


Grecia, la cuna de la filosofía occidental, también se transformaba y cumplía con su destino; alrededor del siglo V antes de Cristo, Atenas obtuvo preponderancia en el mundo griego, y los sofistas comenzaron a emigrar hacia la ciudad; con lo que los ciudadanos y habitantes de Atenas se nutrieron de sus conocimientos, y desarrollaron una filosofía acorde con su realidad, esto es con el tema de la importancia del hombre y de la sociedad. Protágoras de Abdera decía que "El hombre es la medida de todas las cosas: de las que existen, como existentes; de las que no existen, como no existentes" (Diógenes Laercio, 2010, pág. 210); de lo que surgió la discusión sobre si había normas innatas o no. Sócrates el gran conversador pensaba que sí, que había un conocimiento correcto que conduce a acciones correctas y, que este sólo se logra a través del aprendizaje personal; por eso utilizaba la ironía socrática para llevar a cabo lo que consideraba una actividad trascendental, la del filósofo, sacrificando su vida por ella. Su discípulo Platón, hondamente impresionado por su muerte, publicó una obra que trata del juicio de Sócrates y fundó la Academia; en ella enseño su filosofía (el mundo de las ideas, la inmortalidad del alma, el Estado filosófico) y fue maestro de Aristóteles de Estagira, quien a su vez enseño al joven Alejandro de Macedonia, con quien se expandió la cultura griega y llego el Helenismo.


El Helenismo corresponde al apogeo de Grecia como nación, en el que el intercambio cultural será intenso, y el sincretismo muy habitual; posteriormente la decadencia de Grecia dará paso al dominio de Roma y a la conformación de lo que se conoce como mundo Greco-Romano, en el que variadas escuelas filosóficas se desarrollaran y expandirán, configurando la interacción de las civilizaciones.
El helenismo


Se comprende como helenismo al período iniciado con las conquistas de Alejandro (Magno) III de Macedonia, y cuya terminación se corresponde con la muerte de Cleopatra VII de Egipto; la particularidad e importancia de éste, radica en que la cultura griega que constituye un fundamento relevante de lo que denominamos Occidente, se extendió por el mundo a costa del Imperio persa aqueménida; posteriormente Roma se impondría a Grecia, pero la influencia griega entre los romanos formaría parte de las tradiciones latinas (greco-romanas), permitiendo una continuidad cultural. El helenismo se caracterizó por borrar ciertas fronteras culturales, y permitir la interacción de ideas y conocimientos, con un alto grado de sincretismo; sin embargo, debido a esto, determinadas instituciones seculares como las religiones sufrieron crisis; ante tantas cuestiones religiosas, las personas comenzaron a preocuparse más por la trascendencia de la vida, y con esto la Filosofía confluyó con la Religión. Puntos de encuentro entre Oriente y Occidente, fueron las ciudades de Alejandría y Atenas, donde se cultivó la Ciencia y la Filosofía respectivamente; si se simplifica la finalidad de éstas se puede decir que es la felicidad de los hombres (objeto de estudio de la Ética), en lo que se centraron algunas escuelas filosóficas, como la cínica, la estoica, la epicúrea, y la neoplatónica; en general, una de las tendencias en el saber de la época helenística fue el Misticismo, y otra la confluencia de las civilizaciones semítica e indoeuropea.


Un factor de distinción clave en cuanto a estas civilizaciones, es la clasificación de las lenguas según sus raíces semitas o indoeuropeas; un elemento de cohesión el Cristianismo; éste surgió en la Antigüedad y configuro la Edad Media, manteniendo vigencia hasta la actualidad. A partir de ahora, nos centraremos en algunos filósofos.


Término acuñado por Aristóteles, que denota que algo siendo completo posee intrínsecamente su finalidad, perfeccionándose a medida que se desarrolla.
Palabra de origen nórdico que en español se traduce como "destino de los dioses"
Un referente relevante de este planteamiento filosófico es Friedrich Wilhelm Nietzsche.
En alemán "Wer nicht von dreitausend Jahren // Sich weiß Rechenschaft zu geben, // Bleib im Dunkeln unerfahren, // Mag von Tag zu Tage leben."
Personaje de la novela 'Guerra y Paz' de Lev Nikoláievich Tolstói.
No se ha podido comprobar la mayoría de la información sobre él, por falta de obras escritas que se le puedan atribuir con certeza (unos dicen que no escribió nada, y apenas se mencionan unas pocas obras de su presunta autoría), y porque otros fueron quienes hablaron de su vida. Esto es muy común al tratar de filósofos de la Antigua Grecia, e incluso posteriormente, por lo que en adelante referiremos las ideas que se le atribuyen a un filósofo como suyas.
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