\"Fotografía mentirosa\": una reflexión sobre la fotografía … de moda

"Fotografía mentirosa": una reflexión sobre la fotografía… de moda Ximena Riffo El espacio público es mucho más que el lugar donde transitamos. Nos encontramos en una verdadera vitrina humana, una especie de pantalla gigante, reflejada en las cientos de imágenes que llenan la ciudad y se instalan como un referente ético, estético, físico, económico y cultural, propio de nuestros tiempos. Sin advertirlo, las imágenes nos incitan a creer que necesitamos algún tipo de cambio en nuestros cuerpos, rostros, trabajos y vidas. Es tal la exigencia de la publicidad y fotografía publicitaria que, inconscientemente, se incorpora el “mal-estar” con nosotros mismos. Así, es casi lógico que estemos disgustados con alguna parte de nuestro cuerpo y lidiemos cotidianamente con ello, como una forma de mantenernos alterados y pre-ocupados de nuestra imagen. Aquí radica el problema que produce la presencia omnisciente de muchas imágenes publicitarias. De forma silenciosa e inconsciente, estas imágenes, siempre nos han indicado estereotipos culturales, éticos, políticos, económicos y estéticos. Piense por un momento: ¿Quién no conoce la lucha entre el bien y el mal de los cuentos clásicos infantiles? ¿De la bondad de las heroínas, siempre dispuestas a ser salvadas por un hermoso príncipe azul? ¿De lo malvada que puede ser una mujer fea? Desde la infancia nos han impuesto arquetipos que provienen de los mitos. Los famosos hermanos Grimm, autores de “Caperucita Roja”, “La Bella Durmiente” y “Cenicienta”, tomaron los arquetipos de las diosas y dioses griegos para recrear la eterna lucha por alcanzar lo correcto, bello, justo y conveniente. Pero persiste la pregunta: ¿qué es realmente correcto, bello, justo y conveniente? y ¿para quién? Ciertamente no para los bajos, morenos, ni para las culturas étnicas y sobre todo para las desposeídas. Lo conveniente se ha asociado con esas ideas mitológicas europeas, que nos ofrecen por distintos dispositivos culturales, como los cuentos infantiles, el cine, la novela, entre otros. Es cierto: todo es creado y se puede cambiar… pero primero debemos estar conscientes y sólo después tendremos la capacidad de transformarlo, partiendo por nosotros mismos. Esos impulsos inconscientes, que consideramos como si fueran un chip conectado a nuestra memoria atávica, pueden ser problematizados y anulados. La irrupción de las nuevas imágenes retocadas en photoshop, cuyo uso y abuso es cuestionado en varios países, nos plantea el deterioro de la autoestima y la artificialidad de los cuerpos. En Israel, Noruega, Inglaterra, Estados Unidos y últimamente Argentina han adoptado medidas para controlar las imágenes tratadas en photoshop, pues transforman de manera radical la estructura de un cuerpo real. Uno de los ejemplos más significativos fue la publicidad de la marca de cosméticos Lancome, donde se exponía a

una bella Julia Roberts, extraordinariamente juvenil a sus 43 años, pero ocasionó tal discusión en Inglaterra, que la empresa optó por sacar la imagen. En Estados Unidos, se ha definido una política que defiende la autoestima de los adolescentes que no logran asimilarse a los estereotipos impuestos por la publicidad. En Francia, se ha presentado un proyecto de ley donde las imágenes que estén retocadas deberán llevar una leyenda indicando que fueron intervenidas. En Chile, entre los usuarios el tema aún no se debate y menos en niveles políticos o publicitarios, pero sí es muy importante estar atentos a los cambios en nuestro entorno para establecer reglas que identifiquen a la publicidad engañosa. La importancia de la conciencia sobre la utilización de la tecnología es fundamental. Martín Heidegger, el influyente filósofo alemán de principios de siglo dijo: es importante reflexionar sobre la técnica, porque de no hacerlo podríamos terminar nosotros al servicio de ella. Los programas de edición como photoshop y los nuevos softwares entregan herramientas para facilitar el acceso y los usos técnicos, del retoque fotográfico. Antes se le exigía a la pintura un retrato idealizado. Hoy, en cambio los programas de edición, dan la posibilidad de la idealización de los cuerpos, en una especie de hedonismo magnificado. Incluso, Leonardo Da Vinci expresó a través de su forma orgánica-matemática su famoso dibujo del “Hombre de Vitrubio”, donde el cuerpo estaría en correspondencia con cada extensión, apareciendo nuevamente la réplica del hombre griego idealizado y transformado en mito. Como proyección de ese perfeccionismo, el photoshop es abusado por la publicidad. Por ejemplo, la industria de la medicina reconstitutiva se ha transformado en la medicina al servicio de las liposucciones, las operaciones gastrointestinales, de las narices, las orejas, piernas y de todo aquello que se pueda pagar en cómodas cuotas, incluida su tarjeta de tienda comercial. El vilipendiado movimiento feminista, contantemente desconocido por los más retrógrados y quienes temen perder sus abusivos beneficios de género, ha sido el principal crítico de estas construcciones artificiales, falsas y exigentes. De forma certera ha denunciado las manipulaciones de los cuerpos y, sobre todo, la crudeza del sistema, que opera en contra de la aceptación de las personas en su corporalidad, integridad y dignidad. En definitiva, es fundamental abrir un debate sobre las responsabilidades éticas en el manejo publicitario de las representaciones del cuerpo, no solo a nivel de técnicos, publicistas o entre docentes y estudiantes de fotografía, sino también para que cada uno de nosotros se haga dueño y empodere en el territorio más próximo que tenemos, el propio cuerpo. Es nuestra la responsabilidad de cuidarlo y mantenerlo lo más sano que se pueda, sin la provocación de una publicidad mentirosa y descarnada, que nos quiere instalar inconscientemente, el “mal-estar” constante…