Forja de una identidad nacional amalgamada: El europeo y el colombiano en la literatura venezolana contemporánea

July 15, 2017 | Autor: Naida Saavedra | Categoría: Venezuela, Literatura Latinoamericana, Literatura Venezolana
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Descripción

The Florida State University

DigiNole Commons Electronic Theses, Treatises and Dissertations

The Graduate School

4-8-2012

Forja De Una Identidad Nacional Amalgamada: El Europeo Y El Colombiano En La Literatura Venezolana Contemporanea Naida Saavedra The Florida State University

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THE FLORIDA STATE UNIVERSITY COLLEGE OF ARTS AND SCIENCES

FORJA DE UNA IDENTIDAD NACIONAL AMALGAMADA: EL EUROPEO Y EL COLOMBIANO EN LA LITERATURA VENEZOLANA CONTEMPORÁNEA

By NAIDA SAAVEDRA

A Dissertation submitted to the Department of Modern Languages and Linguistics in partial fulfillment of the requirements for the degree of Doctor of Philosophy

Degree Awarded: Summer Semester, 2012

Naida Saavedra defended this dissertation on April 18th, 2012.

The members of the supervisory committee were:

Roberto Fernández Professor Directing Dissertation

Virgil Suárez University Representative

Delia Poey Committee Member

Keith Howard Committee Member

The Graduate School has verified and approved the above-named committee members, and certifies that the dissertation has been approved in accordance with university requirements.

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A Adriano González León, que con su boom creativo y vertiginoso me inspiró a adentrarme en la idiosincrasia y realidad amalgamada de un País portátil

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AGRADECIMIENTOS Llegado el momento de culminar esta investigación, son muchas las personas que vienen a mi mente por haber participado en la realización de este proyecto y por haberme apoyado y orientado en este camino difícil pero satisfactorio, el cual no hubiera podido recorrer sin su compañía. Por ello no puedo dejar pasar la oportunidad de mostrar mi agradecimiento hacia ellos. En primer lugar, debo agradecer a la Florida State University, institución que me dio las herramientas necesarias para poder alcanzar esta meta investigativa. A esta, la considero mi Alma Mater. Asimismo, agradezco en gran medida al Department of Modern Languages and Linguistics por permitirme profundizar mis conocimientos tanto en literatura como en lingüística y tener acceso a una carrera de docente que va en ascenso. Luego, de las personas a quienes debo gratitud, en primer término se encuentra el Dr. Roberto Fernández, director de esta tesis doctoral. A él le debo el incentivo permanente que me otorgó no solo durante el tiempo de producción de esta investigación, sino durante todo el trayecto de mi vida como estudiante de doctorado. Le agradezco haber creído en mí desde el principio y haberme guiado con un sentimiento profesional y académico sincero. Es un honor para mí haber sido su estudiante y haber trabajado bajo su tutela. Asimismo me gustaría agradecer a los demás miembros del comité de tesis, la Dra. Delia Poey, el Dr. Keith Howard y el Dr. Virgil Suárez. A ellos mi gratitud por haber aceptado ser parte de mi comité desde el primer momento que lo solicité y por su orientación y comentarios en los estadios preliminares y finales de esta investigación. Pasando a un plano más personal, agradezco profundamente a mis padres, Luis y Eladia, pues han sido los pilares de toda mi formación académica. Su apoyo incondicional y permanente desde mis estudios de pregrado hasta hoy me ha llevado a lograr metas que sin ellos hubieran sido imposibles de alcanzar. Me siento orgullosa de ser su hija y de poder compartir esta satisfacción con ellos. De igual modo, agradezco a mi hermano José Luis Saavedra, profesor e investigador reconocido en Venezuela, que no solo ha mostrado un apoyo fraternal a través de los años sino también un soporte en el campo de la exploración y de las técnicas de recolección de información.

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Por otra parte hay un grupo especial de personas que han significado mucho para mí tanto en el lapso de elaboración de esta tesis doctoral como en todo el tiempo que han durado mis estudios de posgrado. Uno de ellos es mi tío Eduardo Prado, quien creyó en mí y me apoyó sin dudar para que lograra ser aceptada en el programa de estudios doctorales de literatura en la Florida State University. Siempre estaré inmensamente agradecida. Asimismo debo agradecer a mi prima María Beatriz Mendoza por su apoyo en el campo de la lengua y por su ayuda emocional y fraternal desde que llegué a Estados Unidos con miras a continuar mis estudios. Además, mis amigas Andrea y Betty Arce-Trigatti merecen un especial agradecimiento, sobre todo por su ayuda durante el proceso de escritura de los capítulos de esta tesis. Gracias por los sábados en su casa, por los almuerzos y todo el cariño. A Caitlin Murphy, debo agradecerle su apoyo emocional y su compañía durante muchas tardes de estudio en un café de la ciudad. Y una especial nota se la quiero dedicar a mi gran amiga Ana Consuelo Molero por su apoyo incondicional vía telefónica, cada día, sin faltar. Gracias por escucharme tanto en mis días buenos como en los malos. Quiero agradecer a mi familia en general tanto de Venezuela como de Perú, por sus palabras de aliento y por creer en mí. A mi niña Alma Luna le agradezco recibirme con una sonrisa y un abrazo cada vez que regreso a casa después de trabajar en este proyecto y por iluminar mi vida. Al o la bebé que espero, le agradezco protegerme con su esencia viva y por ser una gran motivación para culminar este proyecto. Para culminar y muy especialmente, quiero expresar un enorme agradecimiento hacia mi esposo Carlos, quien ha constituido un apoyo inmensurable para mi desarrollo como profesional, investigadora y académica, y además como mujer y madre. Sus palabras y su empuje han sido el alimento de esta investigación y de todo mi desenvolvimiento como estudiante de doctorado. Las conversaciones diarias a la hora de comer y el compartir impresiones en los estudios de ambos han sido granos de arena que han construido las bases de mi pensamiento crítico. Su calor y amor han definido la naturaleza de mi desarrollo en los estudios de posgrado y en mi rol de madre. A ti mi eterna gratitud y perenne amor.

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ÍNDICE DE MATERIAS Resumen....................................................................................................................................... viii INTRODUCCIÓN ...........................................................................................................................1 Herramientas teóricas ..............................................................................................................2 Delimitación del campo de estudio ................................................................................4 Panorámica de la figura del inmigrante y el extranjero en la narrativa venezolana contemporánea .............................................................................................................10 1.

CONSIDERACIONES SOBRE UNA IDENTIDAD AMALGAMADA ............................14 1.1

Panorama histórico de la inmigración a Venezuela .....................................................18 1.1.1 Causantes de un desplazamiento: Movimientos migratorios de posguerra .....21 1.1.2 Particularidades históricas de los grupos migratorios ......................................27 1.1.2.1 Italianos .............................................................................................27 1.1.2.2 Españoles ..........................................................................................28 1.1.2.3 Portugueses .......................................................................................30 1.1.2.1 Colombianos .....................................................................................31 1.2 Presupuestos teóricos sobre el encuentro de culturas ..................................................32 1.3 La identidad nacional venezolana y la inmigración en la literatura contemporánea ...40

2.

DIME EN QUÉ TRABAJAS Y TE DIRÉ QUIÉN ERES: UBICACIÓN SOCIOECONÓMICA DEL INMIGRANTE ........................................................................47 2.1

2.2

2.3 3.

Consideraciones sobre la ubicación socioeconómica de los grupos migratorios ........49 2.1.2 Particularidades socioeconómicas de los grupos migratorios ..........................52 2.1.2.1 Italianos .............................................................................................52 2.1.2.2 Españoles ..........................................................................................55 2.1.2.3 Portugueses .......................................................................................58 2.1.2.1 Colombianos .....................................................................................61 Percepción del inmigrante europeo y colombiano dentro de la narrativa venezolana contemporánea según su estrato socioeconómico ........................................................63 2.2.1 Día de ceniza (1963), Salvador Garmendia .....................................................68 2.2.1 País portátil (1968), Adriano González León .................................................74 2.2.1 Piedras lunares (2008), Fedosy Santaella .......................................................79 Recapitulación de las ideas sobre los inmigrantes y su situación socioeconómica en Venezuela .....................................................................................................................85

¿HABLAMOS EL MISMO IDIOMA?: EL COMPONENTE LINGÜÍSTICO COMO UNA FORMA DE CONTACTO CULTURAL ....................................................................88 3.1

Aspectos a considerar sobre los estudios de lenguas foráneas en Venezuela ..............89 3.1.1 Contacto lingüístico entre el español y el portugués en Venezuela .................91 3.1.2 Contacto lingüístico entre el español y el italiano en Venezuela .....................95 3.1.3 Contacto lingüístico entre los dialectos de España, Colombia y Venezuela ...98

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3.2

3.3

4.

Percepción del inmigrante europeo y colombiano dentro de la narrativa venezolana contemporánea según el fenómeno lingüístico entre las lenguas y dialectos en contacto ........................................................................................................................99 3.2.1 Oficina No 1 (1961), Miguel Otero Silva .......................................................103 3.2.2 País portátil (1968), Adriano González León ...............................................112 3.2.3 Josefina se arrechó y otros cuentos de amor, revolución y esperanza (2006), Mario Silva García .........................................................................................115 3.2.4 El musiú .........................................................................................................120 Recapitulación de las ideas sobre el contacto lingüístico entre el castellano venezolano y las lenguas italiana, portuguesa y los dialectos español y colombiano traídos a Venezuela por inmigrantes ..........................................................................122

YO SOY VENEZOLANO, ¿Y TÚ?: APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DEL OTRO EN EL CONTEXTO DE LA INMIGRACIÓN A VENEZUELA ......................................125 4.1

4.2

Percepción del inmigrante europeo y colombiano dentro de la narrativa venezolana contemporánea bajo una aproximación hacia el concepto del Otro ...........................133 4.1.1 Si me muero en la carretera no me pongan flores (1981), César Chirinos ....134 4.1.2 Dragi Sol (1989), Slavko Zupcic ...................................................................138 4.1.3 Naturalezas menores (1991), Antonio López Ortega ....................................142 Recapitulación de las ideas sobre el fenómeno del Otro en cuanto a la figura del inmigrante europeo y colombiano en la literatura venezolana contemporánea .........146

CONCLUSIONES .......................................................................................................................148 APÉNDICE A ..............................................................................................................................153 OBRAS CITADAS ......................................................................................................................154 RESUMEN BIOGRÁFICO .........................................................................................................158

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RESUMEN La literatura venezolana de la segunda mitad del siglo XX es el centro de estudio de esta investigación. Específicamente se trata el tema de los inmigrantes italianos, portugueses, españoles y colombianos en Venezuela y su presencia como personajes protagónicos, secundarios y circunstanciales en la narrativa venezolana a partir de la década del 60. Este enfoque responde a la falta de observaciones literarias sobre el tema de la inmigración a Venezuela y a la proliferación de personajes de las nacionalidades identificadas dentro de la narrativa. De este modo, en este trabajo se lleva a cabo un análisis sobre obras publicadas después de la llegada de las oleadas migratorias mayoritarias, tomando en cuenta que la figura del inmigrante está presente y forma parte de la realidad e identidad venezolana y llega a manifestarse a través de la palabra del escritor. El inmigrante ha participado en la forja de la identidad nacional la cual resulta ser amalgamada y producto de un proceso de sincretismo cultural evolutivo. Las obras literarias se convierten en un reflejo de esta realidad. De allí que para este trabajo se haya escogido una serie de novelas y colecciones de cuentos que a través de los años marcan una tendencia: Oficina No 1 (1961) de Miguel Otero Silva, Día de ceniza (1963) de Salvador Garmendia, País portátil (1968) de Adriano González León, Si muero en la carretera no me pongan flores (1981) de César Chirinos, Dragi Sol (1989) de Slavko Zupcic, Naturalezas menores (1991) de Antonio López Ortega, Josefina se arrechó y otros cuentos de amor, revolución y esperanza (2006) de Mario Silva García y Piedras lunares (2008) de Fedosy Santaella. La tendencia que se observa corresponde a presentar al inmigrante en cualquier estrato de la historia pero siempre relacionado a su oficio o desempeño laboral. Este enlace es el que establece las relaciones comerciales, personales, amistosas y hasta fraternales entre personajes inmigrantes y criollos, dándole entrada y aceptación en la vida venezolana a ese inmigrante que llegó para quedarse y salir adelante y que ha moldeado por su parte aspectos de la identidad nacional del país. Específicamente en el capítulo 1 de este trabajo se presenta un panorama histórico de las oleadas migratorias a Venezuela durante el siglo XX, enfocándonos principalmente en las más importantes en cuestión numérica, las cuales responden a las guerras europeas de la primera mitad del siglo. Asimismo, en este capítulo se establece el marco teórico utilizado para discutir viii

las ideas sobre el proceso de formación de la identidad nacional bajo el contacto de culturas. Así se destacan intelectuales como Fernando Ortiz, Ángel Rama, Fernando Aínsa, Rosa María Grillo, Néstor García Canclini, Benedict Anderson y Maritza Montero. Comenzando con el análisis literario en sí, el capítulo 2 discute la ubicación socioeconómica del inmigrante como determinante para la aceptación de este dentro de la sociedad venezolana. Las ideas analizadas en este capítulo van a resultar las bases de otras desarrolladas en los capítulos posteriores por lo que se sostiene que la localización laboral del inmigrante ha sido la llave que le ha permitido acomodarse en la sociedad y establecerse dentro de la vida del criollo. El capítulo 3 toca el tema de la lengua en cuanto a las consecuencias del contacto entre el castellano venezolano y los idiomas italiano y portugués así como los dialectos colombiano y español, traídos al país por los inmigrantes. Se discute la percepción del criollo y la sociedad hacia el inmigrante por su desenvolvimiento oral y además se analiza las diferencias perceptibles por la pertenencia generacional de los personajes inmigrantes. Por último, el capítulo 4 explora los presupuestos teóricos del Otro para establecer paralelos en la realidad de Venezuela y sus inmigrantes. Con las ideas de Jean-Loup Amselle y Gloria Anzaldúa se identifica a ese Otro inmigrante y la percepción del Uno criollo frente a la realidad venezolana y todos los temas discutidos en los capítulos anteriores, los cuales, una vez más, apuntan hacia la ubicación socioeconómica y laboral del inmigrante.

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INTRODUCCIÓN Venezuela es considerada por muchos una tierra de acogida. Desde la época colonial y durante su formación como república, este pórtico suramericano se caracterizó por mantenerse abierto a múltiples oleadas de inmigrantes1 provenientes de todos los continentes. Durante la época contemporánea también se ha caracterizado por recibir a grupos de inmigrantes abriendo sus puertas a comunidades desplazadas y beneficiándose al mismo tiempo de su trabajo e intelectualidad. Así pues encontramos en Venezuela grupos migratorios que se han movilizado a estas tierras por razones políticas y económicas mayormente. Remontándonos en la historia encontramos que después del establecimiento de la república, ya el siglo XIX se caracterizaba por favorecer una inmigración que aportaba conocimientos para la construcción de un país desarrollado con transporte, arquitectura y medios de comunicación de vanguardia. Por su parte, el siglo XX perpetúa esta tradición recibiendo inmigrantes europeos, suramericanos, caribeños, asiáticos, oriundos del medio oriente y estadounidenses; todos ellos con un motivo específico que los hacía dejar su tierra, sufrir el desarraigo e intentar algo nuevo en un lugar desconocido. La belicosidad del ser humano constituye una de las razones más importantes que han llevado a ciudadanos del mundo a desplazarse hacia un país ajeno. Nos encontramos así con dos grandes acontecimientos que generaron uno de los éxodos europeos más grandes de la historia: la Guerra Civil española y la Segunda Guerra Mundial. A partir de los años 40, Venezuela se convirtió en un refugio para miles de europeos que huían de los estragos vividos en la posguerra. El motivo de su desplazamiento era el subsistir y el poder vivir decente y libremente. De allí que Venezuela se convirtiera, junto con otros países latinoamericanos, en destino para emigración debido a su desvinculación política con los conflictos que tenían lugar al otro lado del océano. 1

En este trabajo el término “inmigrante” se refiere a aquellos extranjeros que se han

establecido en Venezuela, han echado raíces y han hecho de este país su país. Se hace una distinción en relación al vocablo “extranjero” puesto que con esa palabra se denominarán a aquellas personas que aunque residen en el país por un tiempo no se establecen en este. Un ejemplo de un “extranjero” es el empleado de una compañía petrolera estadounidense que permanece en Venezuela por el tiempo que dure su contrato laboral.

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Entre los inmigrantes que llegaron después de los conflictos bélicos en Europa, destacan los italianos, españoles y portugueses por ser los tres grupos mayoritarios dentro de las oleadas migratorias. Asimismo, los colombianos resaltan antes de la década del 50 y nuevamente a partir de los 70 convirtiéndose en el grupo mayoritario de inmigración continua en Venezuela durante el final del siglo XX. Como explícitamente lo apunta Rafael Cartay, Hasta 1941 el grupo más representativo de extranjeros en Venezuela era el colombiano. Entonces, ocurren cambios significativos: crece el movimiento inmigratorio externo hacia finales de la década de 1940; los residentes colombianos disminuyen su peso en términos relativos a favor de la inmigración europea; se instalan en el país muchos europeos, mayormente españoles (destacando los canarios, los gallegos y los vascos) italianos (de Sicilia, La Campania, Abruzzo y Puglia) y portugueses (originarios de las Islas de las Azores y Madeira). (47)2 Es de interés destacar el hecho de que la disminución del ingreso de europeos a Venezuela durante los años 70 es directamente proporcional al aumento de la entrada de colombianos. Es decir, existe una relación estrecha entre el desplazamiento de estas comunidades hacia Venezuela. Por esta razón es crucial analizar estos fenómenos migratorios en conjunto y establecer paralelos. Ahora bien, es inevitable suponer que si la inmigración a Venezuela ha sido continua, esta deba dejar una huella en la cultura criolla3. Por algo encontramos a íconos de la venezolanidad y que siembran un sentimiento de orgullo en los ciudadanos venezolanos por su desempeño artístico basado en un fervor al país. Entre estos íconos de la cultura criolla por

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Con esta opinión concuerdan varios intelectuales estudiosos de la inmigración en

Venezuela. Véanse por ejemplo: Susan Berglund, Carlos Arellano Rojas y Luis Ricardo Dávila. 3

Se utilizará el término “criollo(a)” para denominar a aquellos ciudadanos nacidos en

Venezuela como un simple diferenciador de los inmigrantes que llegaron a radicarse en este país por las razones ya descritas. Es decir, el uso del término no se refiere en lo absoluto a la época colonial en la que se utilizaba la palabra para diferenciar las personas de piel blanca nacidas en el continente americano de las nacidas en el continente europeo. En el presente trabajo el vocablo “criollo(a)” no posee ninguna implicación racial. 2

ejemplo identificamos a Ilan Chester, cantante dedicado a componer piezas para idolatrar a Venezuela y regrabar música de antaño popular y llegado de Israel cuando tenía alrededor de 13 años de edad; Soledad Bravo, inmigrante española y también cantante de música criolla, Osmel Souza, el llamado “zar de la belleza,” proveniente de Cuba, a quien se le deben las seis coronas de Miss Universo y seis de Miss Mundo que ha ganado Venezuela pues ha dedicado su vida a trabajar en este campo que es uno de los que caracteriza la idiosincrasia del país. De este modo observamos que numerosos intelectuales han dedicado estudios a analizar la influencia de diversos grupos migratorios en áreas específicas. Entre ellos se destacan Rafael Arráiz Lucca y su estudio sobre la labor de los españoles en Venezuela; Salomó Marquès Sureda y Juan José Martín Frechilla, quienes dedican un texto a la tarea educativa que los españoles han desempeñado en Venezuela; Rafael Cartay que investiga la influencia culinaria de los inmigrantes sobre la gastronomía venezolana; William Niño con su estudio acerca de la participación de los inmigrantes en la creación de las urbes venezolanas y Chi Yi Chen y sus reflexiones sobre el impacto socioeconómico de la inmigración en Venezuela. Sin embargo, la huella del inmigrante estampada en la literatura venezolana contemporánea ha pasado desapercibida. Existe un vacío en los estudios literarios en cuanto al tema. Es decir, el impacto de la figura del inmigrante en la literatura venezolana del siglo XX es un campo que no se ha explorado. Es posible encontrar algunas menciones acerca de este tema dentro de las ciencias sociales pero no existe un marco teórico que se enfoque en la literatura. Lo que sí podemos hallar es una serie de relaciones sobre los inmigrantes que han sido o se han convertido en escritores una vez asentados en Venezuela, y asimismo un análisis de la influencia de autores extranjeros (dícese italianos, por ejemplo) sobre la literatura venezolana; como es el caso de Gabriele D’Annunzio quien según varios críticos constituyó un modelo a seguir para la mayoría de los escritores modernistas venezolanos4. La falta de observaciones literarias sobre el tema de la inmigración a Venezuela, nos lleva a formular la base de este estudio: identificar la presencia de la figura del inmigrante en la

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Según Marisa Vannini de Gerulewicz “el más comentado, admirado y criticado en

Venezuela de los literatos fue Gabriele D’Annunzio” (53). Vannini asevera que esta fama se expandió por todo el país a través de El cojo ilustrado, revista literaria de renombre que circuló en Caracas entre 1892 y 1915. 3

narrativa venezolana durante todo el siglo XX, desde la época modernista hasta la posvanguardia y el posmodernismo. De allí se desprenderá un análisis hacia la segunda mitad del siglo, después de las oleadas migratorias mayoritarias, tomando en cuenta que la figura del inmigrante está presente y forma parte de la realidad e identidad venezolana y llega a manifestarse a través de la pluma del escritor. Si bien este trabajo se centra en la época contemporánea, cuando ya Venezuela es una república plenamente erigida y con identidad propia, se considera que dicha identidad es un fenómeno evolutivo. Los inmigrantes son materia constitutiva de la identidad que mueve el corazón de la nación venezolana y por ello su presencia ha de manifestarse a través de aquellos que compartan su suelo y su aire. En otras palabras, si el inmigrante ha participado en la forja de la identidad nacional venezolana del siglo XX es factible encontrar su estampa en la narrativa contemporánea. Más aún, por medio de un análisis de textos literarios es probable hallar una respuesta a preguntas tales como: qué parte de la identidad nacional se considera relacionada con el inmigrante; cómo es la percepción que el criollo tiene de ese inmigrante; hasta qué punto y a cuáles grupos migratorios el criollo considera parte de su realidad venezolana; qué posibilidad hay de que exista una diferenciación personal -que lleve a una global- en cuanto al Otro, siendo este Otro el inmigrante radicado en el país por décadas; cómo se manifiesta la diferencia en la percepción por parte del criollo hacia los ciudadanos de segunda y tercera generación inmigrante; y otras más que se irán formulando.

Herramientas teóricas En relación al caso específico de este estudio, carecemos de un cuerpo teórico que pueda aplicarse detalladamente. No obstante existe una serie de términos y filosofías críticas que pueden adaptarse al caso Venezuela, con el objeto de entender más ampliamente el fenómeno de la inmigración y su repercusión en la forja de la identidad nacional. Con la intención de responder a las interrogantes antes planteadas y de establecer las pautas para el análisis, se incorpora una sucesión de presupuestos teóricos relacionados con los conceptos de nacionalidad, transnacionalización, identidad, aculturación, transculturación, adaptación, integración e identificación. 1) Nacionalidad: Benedict Anderson presenta la idea de una comunidad imaginaria a la que todos llamamos nación. Según Anderson, es imposible poder conocer a todos los ciudadanos 4

que forman parte de nuestra nación, por lo que todos nos imaginamos la totalidad de esa nación y en ello basamos la nacionalidad que nos identifica como individuos y nos diferencia de los demás. Resulta relevante para esta investigación entablar un diálogo con Anderson puesto que se está analizando el proceso de la construcción de una identidad nacional y la presencia de componentes inmigrantes dentro de esta. Si la nación es una construcción imaginaria entonces ¿es posible incorporar dentro de esa imagen a los inmigrantes? 2) Aculturación y transculturación: en 1940 Fernando Ortiz abre una discusión continental en su texto Contrapunteo cubano del tabaco y del azúcar. A pesar de que Ortiz basa su premisa en el caso Cuba, se ha establecido un diálogo con este texto a lo largo de toda Latinoamérica, pudiéndose aplicar de igual modo al estudio en cuestión. A manera explicativa y analítica, Ortiz razona de la siguiente manera: Entendemos que el vocablo transculturación expresa mejor las diferentes fases del proceso transitivo de una cultura a otra, porque éste no consiste solamente en adquirir una cultura, que es lo que en rigor indica la voz anglo-americana aculturación, sino que el proceso implica también necesariamente la pérdida o desarraigo de una cultura precedente, lo que pudiera decirse una parcial desculturación, y, además, significa la consiguiente creación de nuevos fenómenos culturales que pudieran denominarse neoculturación. (86) El caso Venezuela es una particularidad por entenderse como nación receptora, propensa entonces a la transculturación. Con esto en mente se discutirá en el capítulo 1 hasta qué punto se llega a dar una transculturación en el país. 3) Adaptación e integración: Rosa María Grillo en su estudio acerca de la identidad doble presente en la literatura uruguaya, toma en cuenta el esquema propuesto por Fernando Aínsa, el cual identifica cuatro niveles principales dentro de la realidad del inmigrante. Aínsa advierte la existencia de una escala formada por las siguientes categorías: la adaptación, que constituye una “forma de ajuste al hábitat y nuevo medio geográfico al que se accede;” la integración, “que supone un mayor grado de inserción de los valores de una cultura en otra con la aceptación de valores de ambas;” el sincretismo cultural, que resulta en “un producto nuevo y heterogéneo en relación a los componentes previos” y la asimilación, que se define como “el proceso negativo por el cual un individuo adopta los modelos culturales de la

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sociedad receptora y reprime los anteriores, llegando incluso a despreciar sus esquemas y valores de origen” (Aínsa 61-62). 4) Transnacionalización: Nestor García Canclini nos presenta las Culturas híbridas, las cuales se producen por la interacción de tradiciones dentro de un mundo inmiscuido en la globalización, los medios de comunicación, el intercambio visual a través del cine y las computadoras, etc. De este modo, las culturas se vuelven híbridas por un proceso evolutivo que viene de la mano de la posmodernidad. Según García Canclini, “la transnacionalización de la cultura efectuada por las tecnologías comunicacionales, su alcance y eficacia, se aprecian mejor como parte de la recomposición de las culturas urbanas, junto a las migraciones y el turismo de masas que ablandan las fronteras nacionales y redefinen los conceptos de nación, pueblo e identidad” (25). Esto supone un apoyo a la noción ya establecida en esta introducción de que la identidad de una nación no es fija sino cambiante y que se ve directamente influida por los procesos migratorios. 5) Frontera: aunque en el presente caso de estudio solamente se dialogará sobre un solo grupo migratorio que comparte frontera con Venezuela, es decir, los colombianos; se considera oportuno aplicar los estudios de frontera a los demás grupos, es decir, los europeos. Este supuesto se basa en el hecho de que los estudios de frontera una vez originados dentro de la realidad geográfica México-EE.UU., han sido trasladados y aplicados a cualquier agrupación social en la que se comparta un espacio limítrofe. Tomamos en cuenta entonces a una de las pioneras en el campo de los estudios fronterizos, Gloria Anzaldúa, quien discute el tema de la frontera como aspecto intrínseco a su historia personal por ser chicana. El concepto de frontera de la autora va más allá de la delimitación geográfica pues lo examina como una condición del ser. Es decir, la frontera se convierte en una condición personal y la persona fronteriza no tiene que vivir necesariamente en una frontera física para poder sentirse entre dos culturas. 6) Identificación y definición personal: las discusiones sobre el Otro serán parte fundamental de la discusión en esta investigación. Según el campo de estudios del orientalismo, el oriente existe para que occidente posea una especie de espejo de imágenes contrarias en el que pueda reflejarse, resultando la figura del oriental en un ser inferior al occidental. Esto se produce por la necesidad que existe de establecer una diferencia entre occidente y el exótico oriente. No obstante, en esta investigación se explorarán grupos de sociedades occidentales que van a 6

establecerse en otra sociedad occidental, es decir, europeos y colombianos que van a Venezuela. Entonces, ¿se puede hablar de un Otro en este caso?, ¿de un Otro exótico? ¿Cómo está definido ese Otro si bien se ha determinado que el Otro existe para que el Uno se defina? ¿Si en realidad existe entonces un Otro, conformado por los inmigrantes en cuestión, entonces son realmente parte de la identidad nacional venezolana? Incorporamos por consiguiente a Jean-Loup Amselle y su concepto de la oscilación. Según Amselle, las categorizaciones de acuerdo a los orígenes culturales no existen, o mejor dicho, están erigidas sobre una base ficticia. De allí se desprende que no sea válido clasificar a los demás por sus orígenes, nacionalidades, manifestaciones culturales, etc. Entonces, si esto no es válido la identificación del Otro inmigrante por parte del Uno criollo entra en una fase problemática. Amselle sostiene que existe un fenómeno oscilatorio en el que ambas partes se alimentan del permanente intercambio cultural que se da entre ellas.

Delimitación del campo de estudio A partir de las premisas plateadas, se ha delimitado el campo de estudio en base a las olas migratorias productos de las guerras europeas. Por lo tanto el análisis se concentrará en los grupos europeos mayoritarios; es decir, los italianos, españoles y portugueses; y además en los colombianos, el grupo suramericano con mayor presencia en Venezuela. Al mismo tiempo, dentro de la producción literaria se identifica como variable el hecho de que a partir de los años 60 comienzan a proliferar los personajes europeos y colombianos en la narrativa venezolana. Conviene así establecer una línea investigativa entre los textos narrativos de autores contemporáneos con el objeto de identificar un paralelo y encontrar las respuestas a las interrogantes planteadas, así como también puntualizar si existe una tradición que cruce estilos literarios. Entre las obras publicadas a partir de 1960 nos servirán de herramientas para desarrollar este estudio las siguientes: 1) Oficina No 1 (1961), Miguel Otero Silva: en esta novela se nota una gran presencia de personajes extranjeros e inmigrantes por la acción de la “Compañía” que va a explotar el suelo en búsqueda de petróleo. Además de estadounidenses se encuentran italianos, españoles, chinos, turcos, entre otros. 2) Día de ceniza (1963), Salvador Garmendia: el autor en este caso se abstiene de involucrar a un inmigrante dentro de la lista de personajes protagónicos pero envuelve una serie de 7

personajes inmigrantes circunstanciales que vale la pena analizar. Incluye personajes de diferentes nacionalidades como españoles, italianos, libaneses, turcos, etc. 3) País portátil (1968), Adriano González León: esta novela trata de una familia andina que pierde sus tierras a manos de la Iglesia. Aunque no hay personajes inmigrantes que sean parte de la familia protagónica, sí abundan personajes circunstanciales de diferentes nacionalidades. 4) Si muero en la carretera no me pongan flores (1981), César Chirinos: esta novela aunque puede parecer estrictamente local por resaltar, sobre todo en su vocabulario, características de la vida venezolana y sobre todo en el occidente del país, presenta como las demás novelas, personajes inmigrantes que vale la pena estudiar. 5) Dragi Sol (1989), Slavko Zupcic: todavía adolescente, el autor Zupcic publica esta obra que mereciera el Premio de Narrativa de la Casa de la Cultura de Maracay (Venezuela). Esta obra, si bien posee datos autobiográficos resulta relevante para el estudio. El autor cuenta y comenta acerca de la vida de su padre, su madre y otros parientes. Principalmente se concentra en la realidad de inmigrantes que vivieron sus parientes. Siendo de origen yugoslavo podríamos concluir que este texto no debería ser incluido en esta investigación; no obstante, hay que destacar que el padre del protagonista llegó a Venezuela a través de convenios que se estaban dando en Italia por la acción de los consulados venezolanos en Italia después de la Segunda Guerra Mundial. 6) Naturalezas menores (1991), Antonio López Ortega: esta es una colección de cuentos cortos con un aire adolescente y de tipo bildungsroman, las historias se conectan al desarrollarse en un campo petrolero y los protagonistas tienen contacto de alguna u otra manera con no solamente estadounidenses, sino también con los inmigrantes que atañen al presente estudio. 7) Josefina se arrechó y otros cuentos de amor, revolución y esperanza (2006), Mario Silva García: en este libro de cuentos los inmigrantes, tanto europeos como colombianos, son protagónicos y secundarios por lo que resulta interesante observar la posición del autor, quien a su vez presenta la realidad de los venezolanos en la metrópolis hundida en el caos de la modernidad. 8) Piedras lunares (2008), Fedosy Santaella: el autor nos presenta esta colección de cuentos en la que el crimen y la sangre son el tema principal. Al mismo tiempo los inmigrantes abundan

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pero con un toque diferente al de los otros textos narrativos encontrándonos con un vampiro hijo de italianos y un asesino a sueldo colombiano. En relación a la manera cómo se llevara a cabo el análisis teórico de las obras enumeradas, la discusión se dividirá en cuatro capítulos. El capítulo 1 trata primordialmente sobre el concepto de identidad nacional y cómo se maneja su construcción si entran a jugar un rol importante dos o más culturas en contacto. Al incluir también un marco histórico de las migraciones a Venezuela en esta sección, se discutirá si se puede hablar de una identidad nacional que también esté definida por la presencia de aquellos residentes que una vez llegaron a esas tierras buscando un mejor futuro y se asentaron en ellas. Por ello y teniendo la intención de establecer las pautas para el análisis de lo que significa ser venezolano, se incorporarán conceptos relevantes para el análisis del fenómeno que acontece a partir de un encuentro de culturas, como por ejemplo transculturación, sincretismo cultural, hibridez cultural, nación y nacionalismo, entre otros. El capítulo 2 comienza con el análisis literario per se, concentrándose en uno de los temas que resalta cuando se observan los personajes de ficción de las obras. Así en esta sección se precisa cómo los escritores contemporáneos perciben a los grupos de inmigrantes de acuerdo con la ubicación que estos tengan dentro de los estratos socioeconómicos de la nación. ¿Los tratan como extranjeros o no? ¿O realmente los ven como una amenaza a su propio estado social y económico? ¿Existe una diferencia en ese trato dependiendo del nivel socioeconómico al que pertenezcan? Estas son las interrogantes que se responderán en este capítulo. Siguiendo con el análisis literario, el capítulo 3 trata sobre el componente lingüístico que se puede encontrar dentro de la narrativa. Se intenta aquí establecer hasta qué punto la lengua (lenguas extranjeras y acentos) se convierte en un marcador de la identidad personal y como consecuencia de la nacional. Se ha de identificar entonces la posición de los autores frente a los vocablos y expresiones que provienen del italiano y el portugués, por ejemplo. ¿Usan estas expresiones para caricaturizar al inmigrante o para reforzar el habla venezolana? Si es la segunda opción la correcta, ¿qué dice esto acerca de la identidad nacional? Estas son algunas preguntas que se intentarán responder en este capítulo. Además resultaría crucial para este estudio determinar si existe una diferencia en el trato del criollo al inmigrante basada en el contraste entre lenguas y/o acentos que puedan existir. Asimismo no se podrían obviar las diferencias generacionales en este sentido. Es decir, habría que determinar si en el caso de que la sociedad 9

venezolana o el escritor, por ejemplo, rechace al inmigrante que no habla su mismo idioma, si también ocurre lo mismo cuando se encuentra frente a un individuo de segunda o tercera generación que maneje el código perfectamente. Por último, el capítulo 4 se ocupa de los estudios del Otro frente al Yo. Con el objeto de dilucidar cómo está definido ese Otro inmigrante y si el propio Yo se define a su vez por lo diferente que resulte ser de ese Otro ¿se puede hablar de un Otro en este caso?, ¿de un Otro exótico? ¿Cómo está definido ese Otro si bien se ha determinado que el Otro existe para que el Yo se defina? ¿Si en realidad existe entonces un Otro, conformado por los inmigrantes en cuestión, entonces son realmente parte de la identidad nacional venezolana? Estas y otras interrogantes se intentarán responder en este último capítulo el cual atará conclusiones con los otros tres capítulos desarrollados. Habiendo identificado las obras narrativas y corrientes teóricas que formarán parte del estudio así como los temas que serán desarrollados en cada capítulo y habiendo discutido las razones que justifican el presente trabajo, conviene asentar una base histórica literaria antes de comenzar el análisis profundo que se desarrollará a lo largo de las secciones de esta investigación. Así, las páginas restantes de esta introducción serán destinadas a presentar una relación con detalles sobre la presencia de la figura del inmigrante en la literatura venezolana desde principios del siglo XX hasta finales de la década de los 50.

Panorámica de la figura del inmigrante y el extranjero en la narrativa venezolana contemporánea Desde muy temprano en el siglo XX se empieza a notar la presencia del componente foráneo en la narrativa. No obstante, hay que destacar que a principios del siglo dicha presencia se refiere mayormente a la figura del extranjero, mas no del inmigrante. En otras palabras, los personajes de carácter forastero que aparecen en la narrativa de principio de siglo responden al modelo de extranjero que llega a Venezuela por un motivo laboral, cumple -o no- su objetivo y regresa a su país de origen. Esto responde a la realidad del país sobre todo por la explotación petrolera y la penetración de compañías petroleras provenientes en su mayoría de Estados Unidos. Por otra parte, si bien es posible encontrar algunos personajes extranjeros que se mantienen en el país dentro de la obra narrativa, hay que destacar que estos poseen una imagen negativa y hasta perjudicial para la idiosincrasia y política de Venezuela. 10

A comienzos de siglo por ejemplo, ya Rufino Blanco Fombona presenta al sujeto moderno en El hombre de hierro (1905) frente a la intromisión extranjera representada en Perrín, el personaje extranjero que se define como la potencia que llega al país a hacer de las suyas. Es decir, el extranjero es un elemento más que sumerge al sujeto moderno dentro de la angustia que lo caracteriza. Un poco más tarde empiezan a aparecer personajes provenientes de Estados Unidos o algún otro país interesado en participar en la explotación petrolera, tal es el caso de aquellos encontrados abundantemente en Tierra del sol amada (1919) de José Rafael Pocaterra. Luego nos encontramos con Doña Bárbara (1929) de Rómulo Gallegos, la cual si bien se trasluce en la idealización de lo que significa ser venezolano vernáculo, en donde se contraponen la ciudad y el campo, con el ganado y la andanza llanera, también presenta a Mister Danger, quien personifica al extranjero que quiere aprovecharse de su situación en el país para tener éxito. Igualmente de 1929 tenemos a Las memorias de Mamá Blanca de Teresa de la Parra, en donde se encuentra Emily, una antillana que sirve de institutriz de las niñas de la casa. Este es un tipo de inmigrante5 diferente, de habla inglesa como Míster Danger, pero que forma parte de la servidumbre y que viene a educar a las niñas de clase alta. En este aspecto la raza se torna importante siendo el color de piel un componente diferenciador de clases pero al mismo tiempo prevalece el idioma, convirtiéndose en un componente que dignifica. Siguiendo con la relación nos encontramos con las vanguardias y con la literatura fantástica de Julio Garmendia en la que la importancia de la nacionalidad se desvanece pues no hay conexión alguna con la tierra, ni venezolana ni de ninguna parte. Después sobresale la novela histórica, resaltando el gran intelectual Arturo Uslar Pietri y su novela Las lanzas coloradas (1931). Por ser histórica se muestra en esta obra el extranjero relacionado con las guerras de independencia, el cual se manifiesta en la figura del Capitán David (inglés) y de los españoles que luchaban contra los criollos. En 1934 “La balandra Isabel llegó esta tarde” escrito por Guillermo Meneses, pasa a ser uno de los textos más difundidos. En este cuento, por estar ambientado en un puerto y por ocurrir los acontecimientos dentro de la actividad naviera comercial, se muestran algunos rasgos

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Usamos ya en este caso el término inmigrante puesto que Emily viene a quedarse en el

país por un motivo laboral y no pretende permanecer allí por solo un período de tiempo limitado. 11

migratorios. Tal es el caso del personaje Bocú, cubano que llega al país para buscar un mejor futuro y trae consigo sus tradiciones que lo ayudan a ganarse la vida. Este podría identificarse como el antecedente de la tradición que empezaría a marcarse a mitad de siglo; tradición que se resume en el tema del extranjero que se dirige al país buscando un futuro económico mejor, se instala y se convierte por ello en un inmigrante. Surge así Rupert, el trinitario que aparece en Casas muertas, obra maestra de Miguel Otero Silva del año 1955. De manos del mismo Otero Silva el público tiene la oportunidad de recibir Oficina No 1 (1961) que sería una continuación de Casas muertas. En esta novela los personajes estadounidenses abundan por ser el tema central la explotación petrolera en el oriente del país y cómo “la Compañía” maneja todo el proceso de excavación y distribución del oro negro. Sin embargo, inmigrantes provenientes de otros países también se reúnen en este texto junto con los migrantes internos criollos quienes se ven motivados a buscar otra ubicación dentro de su propio país para encontrar una mayor fuente de ingresos. Esta novela además marca un hito relevante para el presente estudio pues la trama abarca el nacimiento y desarrollo de una ciudad, poblada en su totalidad por personajes ajenos a su ubicación geográfica, los cuales provienen tanto de otros países como de otras regiones de Venezuela. Resulta interesante identificar así las bases y patrones envueltos en el surgimiento de una ciudad, que hasta puede ser el reflejo de la construcción de una nación. Por estas razones Oficina No 1 marca el inicio del análisis en el presente trabajo y abre las puertas hacia la investigación a partir de la década de los 60. Durante la década de los 60 y las que restan para terminar el siglo los personajes inmigrantes y su relación con los criollos aumenta considerablemente y en este particular, la presencia de los europeos se nota más que antes. A partir de allí se destacan los siguientes autores ya mencionados que serán la base de este estudio: Salvador Garmendia con Día de ceniza (1963), Adriano González León con País portátil (1968), César Chirinos con Si me muero en la carretera no me pongan flores (1981), Slavko Zupcic con Dragi Sol (1989), Antonio López Ortega con una selección de Naturalezas menores (1991) e inclusive en el siglo XXI con Mario Silva García con Josefina se arrechó y otros cuentos de amor, revolución y esperanza (2006) y Fedosy Santaella con Piedras lunares (2008). Luego de haber establecido las bases de la investigación que persigue este trabajo y el marco histórico tanto de los movimientos migratorios a Venezuela como del desarrollo de la temática en la literatura venezolana del siglo XX, resulta lógico pasar al análisis de la narrativa 12

para establecer un puente entre los datos históricos y estadísticos y la producción de ficción a partir de 1960. Al hallar el hecho de que “en los últimos años de los setenta [y ochenta] se han realizado numerosos estudios sobre los inmigrantes del país, producto de la afluencia de nacidos en el exterior durante el periodo 1974-1979 y el impacto que su presencia tuvo sobre la sociedad” (Bidegain Greising y Freitez Landaeta 9) y descubrir además que el campo de la producción literaria no se ha estudiado en este aspecto, se intentará dar respuesta a las interrogantes planteadas al principio de esta introducción, las cuales tienen que ver con la relación que existe entre la forja dinámica de la identidad nacional venezolana y la presencia del inmigrante en el país, el sentimiento que para con esta figura exprese el criollo, la aceptación que el criollo manifieste frente a la entrada y asentamiento de uno o varios grupos migratorios y al mismo tiempo de las segundas y terceras generaciones de inmigrantes, la paridad que pueda ocurrir entre la figura del inmigrante y lo que significa ser venezolano, o en otras palabras, la identidad venezolana, nacional y personal y la posibilidad de que exista una individualización por parte del criollo basada en la identificación del Otro inmigrante. Teniendo el objeto de discutir la existencia de posibles respuestas para estas interrogantes, a lo largo de los capítulos se argüirá sobre temas que incluyen la identidad nacional amalgamada de Venezuela producto de la convivencia multicultural, la ubicación laboral del inmigrante y el impacto de su desplazamiento sobre la economía y el aspecto social del país, el componente lingüístico y su papel en la determinación de la identidad nacional, la contraposición del Otro y el alcance que la figura del Otro tenga en la disposición de las características de lo que significa ser venezolano. Con todas estas ideas y herramientas en las manos, abrimos las puertas a ese surgente campo de estudio: la presencia del inmigrante europeo y colombiano en la literatura venezolana contemporánea y su identificación como reflejo de la realidad venezolana inmersa en una identidad amalgamada.

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CAPÍTULO UNO CONSIDERACIONES SOBRE UNA IDENTIDAD AMALGAMADA Podría afirmarse que la identidad de un país se construye por la confluencia de elementos que la caracterizan como una nación6 única y diferente a las demás que la rodean. Es posible alegar también que, una vez que dichos elementos se definen y la nación se instaura como ente autónomo -como en el caso de los países latinoamericanos después del proceso independentista- , la identidad nacional queda fija y adquiere un carácter de perdurabilidad en el tiempo. No obstante, hay que recordar que la identidad de un país se establece por la acción del humano, es decir, de la interacción entre personas que comparten un territorio y diversas costumbres y creencias. Siendo el humano un ser evolutivo, y siendo este a su vez el núcleo de lo que constituye una nación, la identidad nacional va a poseer por ende un perfil cambiante, jamás fijo en el tiempo. De allí se desprende la idea de que por su naturaleza transformativa, la identidad de un país puede alimentarse de variables externas, tanto políticas como económicas, religiosas, sociales, históricas, etc., que aunque son capaces de participar en su evolución, no contribuyen a su destrucción.

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La Real Academia Española presenta tres definiciones del vocablo “nación”: “conjunto

de los habitantes de un país regido por el mismo gobierno,” “territorio de ese país” y “conjunto de personas de un mismo origen y que generalmente hablan un mismo idioma y tiene una tradición en común” (RAE). En este trabajo se tomarán en cuenta la primera y la segunda definiciones cuando se utilice dicha palabra en el texto. Asimismo, se utilizará la palabra “país” como sinónimo sin caer en discusiones más amplias y profundas acerca de la diferenciación de ambos términos. La tercera definición que presenta la Real Academia Española resulta problemática si se toma en cuenta la naturaleza de esta investigación. Estamos trabajando con movimientos migratorios y su impacto en la forja de la identidad nacional de Venezuela, por lo que sería imposible contemplar una unicidad de origen entre los habitantes del territorio venezolano. 14

Esta aseveración se conecta directamente con las conclusiones de Maritza Montero en sus estudios sobre ideología, alienación e identidad nacional. Desde el campo de la psicología social, Montero propone una definición de identidad nacional que será aplicada en este estudio, constituirá la base del análisis del presente capítulo y apoyará las demás secciones de esta investigación. Así pues, Montero define la identidad nacional como el conjunto de significaciones y representaciones relativamente permanentes a través del tiempo que permiten a los miembros de un grupo social que comparten una historia y un territorio común, así como otros elementos socioculturales, tales como un lenguaje, una religión, costumbres e instituciones sociales, reconocerse como relacionados los unos con los otros biográficamente. Esta identidad incluye las relaciones con aquellos que aparecen como no suscribiendo estas condiciones, es decir, los extranacionales, poseedores de una identidad diferente. La identidad nacional sería también una de las formas de expresión de la identidad social, construida por los individuos en función de otros individuos […] Se subraya en esta definición el carácter relativamente permanente y de proceso, ya que la identidad ni es fija ni es estática. Cambia, evoluciona, se transforma, guardando siempre un núcleo fundamental que permite el reconocimiento del sí mismo colectivo, del Yo en el nosotros. (76-77) Partiendo del concepto de identidad nacional que propone Montero, y tomando en cuenta el carácter evolutivo que caracteriza a la identidad de una nación, podemos entonces incluir a los inmigrantes dentro de la forja de la identidad nacional venezolana. La intelectual en este caso habla de “extranacionales” y de la construcción de una identidad nacional que expresa una identidad social por la acción de individuos frente a otros individuos. Habría, sin embargo, que estudiar el caso e identificar dentro de aquellos extranacionales -que en este trabajo se identifican con la palabra inmigrantes-, a los grupos que se desenvuelven bajo una dinámica que permita una interacción y por ende una valoración por parte del criollo venezolano. Como afirma Montero, la identidad nacional incluye las relaciones que se tengan con los extranacionales, los cuales poseen una identidad diferente. Más aun, en este estudio también se contempla la idea de que estas relaciones entre inmigrantes y criollos y las identidades diferentes que se puedan confrontar pueden en cierto modo fusionarse o alimentarse la una de la otra; cuestión que Montero no 15

discute en su análisis psicosocial. Puesto que las ideas de esta intelectual exploran la identificación individual frente a ciudadanos de otras naciones -basándose en autoimágenes y heteroimágenes- se tomarán en cuenta de nuevo en el cuarto capítulo de esta investigación en donde se discutirá específicamente la presencia del Otro (inmigrante) y la definición del Yo (criollo venezolano) por medio de una contraposición. Ahora bien, en relación al tema de la identidad nacional, resulta perentorio prestar atención a Montero y la discusión que hace del proceso independista de Venezuela. Debemos remontarnos a la historia incluso desde antes de que Venezuela fuera nación. Según la autora, para los venezolanos, el definir quiénes son es una preocupación constante desde el momento mismo en que el país asume una vida independiente como nación. De españoles de provincia, de españoles coloniales, sujetos a un estatuto que limitaba sus derechos y los hacía, por decirlo con una expresión de esta época, ciudadanos de segunda, sujetos a un régimen que los privaba de poder político y que limitaba el poder económico, la guerra de Independencia los coloca al otro lado de una frontera en la cual, sin embargo, ese ser no está definido. Primero se hablaba de americanos por contraposición a españoles, a peninsulares. Luego, de acuerdo con el sueño bolivariano de una América meridional unida en una sola nación, se habla de grancolombianos, o colombianos, y una vez fraccionada la Gran Colombia, se comienza a hablar de venezolanos. (82) En este sentido se observa que Venezuela se ha formado bajo una tradición de contraposición perpetua. Es decir, la identificación se ha dado por el reconocimiento de aspectos diferenciadores frente a otras naciones que han de alguna manera controlado o formado parte de lo que en algún momento fuera la Capitanía General durante la colonia. Sin embargo, se entiende que, a pesar que se suscitó un proceso de diferenciación frente a otras naciones, Venezuela logró establecerse como país y construir una identidad propia. Ahora bien, la manera cómo se dio este establecimiento es lo que conduce a pensadores como Maritza Montero y Germán Carrera Damas a instaurar un diálogo al respecto. Montero cita a Carrera Damas cuando comenta sobre la conciencia nacional venezolana -entendiéndose por esta el reconocimiento de ser venezolano-, la cual “ha tenido que definirse, históricamente, de manera negativa, en el sentido de que su cristalización ha dependido más de esfuerzos críticos para marcarle diferencias respecto de otras nacionalidades -la española y la colombiana-, que de la afirmación de sus rasgos propios” (82). 16

Hay que aclarar en este punto que la característica negativa que se menciona se refiere a un sentido de sustracción puesto que según los autores, la identidad nacional de Venezuela se ha definido por aquello que no es, por una identificación de las características que no posee. Por otro lado también podría pensarse en una estación si se quiere periférica en la que Venezuela ha permanecido desde la época colonial y que ha influido en la manera cómo la nación se ha identificado propiamente. En este sentido, el pensador Karl Kohut hace hincapié en algunos aspectos de la historia de Venezuela que podrían considerarse definitorios: “En el territorio de Venezuela no hubo una cultura indígena comparable con la de los aztecas, mayas o incas. En la época colonial, lo que hoy es Venezuela tuvo el estatus de Capitanía General y no contó, pues, con el esplendor de una corte virreinal. Si bien es cierto que tuvo un papel protagónico en los años de la emancipación gracias a la figura de Simón Bolívar, esta primacía se desvaneció cuando, después de su muerte, el mundo hispanoamericano se quebró en repúblicas independientes, y Venezuela pasó otra vez a una posición periférica. En cuanto a la ubicación geográfica, la misma no posee un rasgo predominante que permita su identificación -como los países andinos o los pampeanos-, sino que reúne en una síntesis las características del subcontinente: es caribeño, andino, llanero, selvático. Venezuela, podríamos decir, es todo y es nada, y tal vez es allí que encontramos las raíces de esta curiosa mezcla de autoafirmación y autocrítica tan típica de la cultura del país.” (831) Si bien se considera válida la identificación que hace Kohut de los valores históricos que han posicionado a Venezuela en la periferia, al mismo tiempo se contempla la posibilidad de que esa misma periferia alimente la identidad del país. Es decir, tal vez el ser “todo y nada” como apunta Kohut, es una de las características prominentes de la cultura venezolana que le ha permitido ser permeable en cierto sentido como para dejar que los fenómenos migratorios hayan entrado en juego dentro de la forja de su identidad. A su vez, esta autocrítica, como menciona el pensador, puede traslucirse en el establecimiento de una individualización por parte del venezolano, es decir, en la identificación de lo que es venezolano frente a lo que no lo es; cuestión que Martiza Montero también discute en su texto y a la que en este estudio nos referimos como proceso de sustracción.

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Si se quiere comprender más a fondo la relación directa e intrínseca que existe entre el proceso de sustracción que deriva en la construcción de la identidad nacional de Venezuela y la historia del país, y recapitulando que las oleadas migratorias constituyen un factor que ha participado en la forja de dicha identidad, es necesario realizar una especie de informe acerca de los datos históricos cruciales para esta discusión.

Panorama histórico de la inmigración hacia Venezuela Durante la época colonial, como es sabido, el territorio de lo que hoy es Venezuela fue poblado por inmigrantes provenientes de España cuyo objetivo era colonizar y establecer su cultura y estamentos políticos, sociales y económicos. Como en el resto del continente, los colonos fueron organizándose en dependencias que pertenecían a la Corona española. Sin embargo, el territorio venezolano, como acierta Ramón J. Velásquez, no les brindaba a los conquistadores una fuente de riquezas exuberante. Por ello “los reducidos grupos de peninsulares y de isleños canarios que a esta tierra […] vinieron a quedarse, fueron creando con grandes esfuerzos una sociedad campesina que, a mediados del siglo XVIII, había transformado la tierra virgen en grandes cultivos de añil, cacao, algodón y caña de azúcar” (13). El establecimiento de esta sociedad se vio también guiado por la suma de culturas colona, indígena y africana, constituyéndose Venezuela, junto con Colombia, como uno de los países con mayor mezcla racial de Suramérica. Ahora bien, si nos enfocamos en la realidad de Venezuela de los siglos XIX y XX, cuando ya la nación es independiente y autónoma, podemos observar una implementación de políticas migratorias que dio lugar a la entrada de extranjeros europeos de manera sistematizada y controlada, y con fines propuestos. El presidente Antonio Guzmán Blanco fue el primero en implementar un decreto con el objeto de promover la inmigración ofreciendo ventajas económicas y de adaptación a “personas propias para la agricultura, las artes y el servicio doméstico” (Vannini 505). El decreto7 de Guzmán Blanco, promulgado en enero de 1874, les garantizaba a los inmigrantes libertad de religión y educación y no les cobraba impuesto alguno por los objetos personales que trajeran consigo. Asimismo el gobierno estaba dispuesto a costear el viaje, mantenerlos por los primeros meses y ofrecerles asistencia médica gratuita. Además de

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Este decreto puede encontrarse completo en el texto de Marisa Vannini de Gerulewicz. 18

esto, se les ayudaba a conseguir una ocupación, creándose para esto la Dirección General de Inmigración. Es decir, a partir de Guzmán Blanco, la inmigración se convierte en un tema de discusión nacional. Durante este período tuvo lugar una corriente de inmigrantes europeos a la cual se unió la presencia de libaneses, sirios y palestinos y también aparecieron los primeros chinos (Velásquez 15). No obstante, las políticas que Guzmán Blanco instauró en cuanto a la inmigración, educación y vialidad se toparon con la inestabilidad política que reinaba en el país. Como resultado, con los años se produjo una inmigración más controlada que respondía a razones específicas e identificables. Después de la caída de Guzmán Blanco, por ejemplo, al tomar el poder el General Joaquín Crespo se trasladaron a Venezuela extranjeros para trabajar específicamente en las redes del ferrocarril que debía conectar a Caracas con la ciudad de Puerto Cabello. Dichos extranjeros provenían de Alemania y eran expertos en la construcción de vías férreas. Más tarde, en el período de gobierno del Presidente Cipriano Castro (1899-1908), una comisión de agricultores holandeses establecidos en África solicitó autorización para entrar a Venezuela, radicarse allí y de ese modo escapar de la guerra de los Boers que tenía lugar entre británicos y afrikans. Los consejeros de Castro no consideraron prudente admitir en el país a un grupo de expertos agricultores que venían de una guerra y como consecuencia se les negó la entrada (Velásquez 15-16). Asimismo, no se debe dejar de mencionar que durante el período de Castro se implementó la primera Ley de Extranjeros (1903), la cual surgió como consecuencia de las oleadas de trabajadores antillanos que se arremolinaban en los puertos importantes del país y en las plantaciones a lo largo del río Orinoco (Berglund 36). Esta ley propició una doble política inmigratoria en Venezuela. Por una parte se encontraba la Ley de Inmigración y Colonización que se encargaba de una inmigración selectiva, y por otra existía la Ley de Extranjeros que se ocupaba de la inmigración espontánea y no estratégicamente seleccionada (Berglund y Hernández 28), es decir, de los grupos de inmigrantes ya establecidos en el país. De este modo aconteció que los gobiernos que sucedieron a Guzmán Blanco, hasta la muerte del General Juan Vicente Gómez en 1935, no tuvieron la intención ni tampoco la disponibilidad financiera para fomentar el desarrollo económico del país (Berglund y Hernández 28). Particularmente la figura de Juan Vicente Gómez y su larga dictadura (1908-1935) resultan relevantes para el tema que nos incumbe por un detalle concreto: la mano de obra. Como es 19

sabido, durante su gobierno se llevó a cabo la construcción de muchas carreteras y los sistemas de comunicación crecieron en la nación. Asimismo, la explotación petrolera comenzó a tomar auge. Se requería por ende una mano de obra calificada y masiva para realizar estos proyectos. Sin embargo como lo apunta la experta en inmigración Susan Berglund, “nunca fue la intención ni el deseo de Gómez utilizar una mano de obra extranjera en el desarrollo del país” (28). Las compañías petroleras trajeron empleados pero esto no se debió a falta de mano de obra venezolana sino a una consideración meramente de conveniencia por parte de las compañías extranjeras. Nos encontramos entonces en un periodo de expansión económica pero al mismo tiempo de contracción migratoria. A pesar de que “las compañías petroleras trajeron consigo un ambiente de apertura hacia el extranjero, un mayor movimiento en los puertos, un sentido de que las cosas estaban cambiando” (Berglund 37) del mismo modo había restricciones legales en relación al tipo de extranjeros que debía entrar al país. Específicamente durante los años veinte del siglo pasado, las compañías tenían dificultad de “conseguir visas para extranjeros, en particular, los antillanos. En el caso de estos últimos la dificultad existía hasta por razones históricas y si se quiere raciales” (Berglund 38). Dicho de otro modo, existía en el momento una mira hacia el avance tanto económico como tecnológico pero al mismo tiempo se tenía restricciones hacia aquellos individuos que podían colaborar con este desarrollo. En este sentido salta a relucir una variable más para la discusión de la inmigración a Venezuela: la raza. A pesar de que como se dijo anteriormente, Venezuela es uno de los países suramericanos con mayor mezcla racial, no se escapa de la tradición que encabezan naciones como Argentina y Uruguay -y Cuba en el Caribe-, la cual se caracterizó por una implementación de estatutos con el objeto de poblar los territorios con inmigrantes europeos, de raza blanca en su mayoría. Lejos de asegurar que en Venezuela se dio un proceso de blanqueamiento como se diera en Cuba, por ejemplo, sí hay que aseverar el hecho de que la parte racial constituyó una de las variables que jugó un papel crucial en la selección de inmigrantes que entraban al país. De este modo y como se apuntó antes, por un lado se percibía como un peligro la entrada de antillanos a tierras venezolanas pero por otro se aceptaba la llegada de alemanes expertos en construcción de ferrocarriles. Continuando con la discusión de los acontecimientos, la muerte del general Juan Vicente Gómez en 1935 marca otro momento importante en esta relación histórica. Después de su largo 20

mandato, se dieron reformas en el sistema de gobierno, incluyendo el área de las migraciones. A partir del año 36, varias regulaciones migratorias son promulgadas y el tema de la entrada de extranjeros al país es de nuevo centro de discusión. Este tema se torna trascendental para la nación pues en ese mismo año se inician los sucesos que desencadenarían las oleadas migratorias europeas hacia Venezuela.

Causantes de un desplazamiento: Movimientos migratorios de posguerra El año 1936 marca el comienzo de la Guerra Civil española cuya duración de tres años produjo un gran impacto por el nivel de destrucción en todos los aspectos sociales y económicos. No es difícil imaginar por ello que una de sus consecuencias fuera el éxodo de ciudadanos españoles. En segundo lugar, a partir del año 1939 nos encontramos frente al acontecimiento europeo que constituye la mayor causa de migración hacia Venezuela: la Segunda Guerra Mundial. Por ser estos dos eventos bélicos los promotores de la mayor entrada de europeos a Venezuela se consideran el punto de partida para establecer una línea crítica y de allí un puente analítico entre la presencia de los inmigrantes europeos en Venezuela y la percepción que de estos se tenga en la literatura a partir de los años 60. En este sentido, con el objeto de comenzar a elaborar una estructura cronológica, debemos mencionar que tanto los españoles como los demás europeos tuvieron enormes complicaciones y obstáculos para salir de Europa. Los españoles específicamente no tenían a su alcance la posibilidad de emigrar años después de la guerra. Es por ello que entre 1948 y 1951 muchos canarios emprendieron una travesía mar adentro llegando a Venezuela indocumentados en unos veleros como medio de transporte (Berglund 42). Al mismo tiempo y por razones políticas, en Venezuela se propició una limitación en cuanto a la entrada de españoles entre 1936 y 1944. Específicamente, “el gobierno de [Eleazar] López Contreras [1935-1941], se mostró muy cauteloso en aceptar inmigración de España, para con ello tratar de evitar la posible entrada de comunistas” (Berglund y Hernández 43). La contienda civil española y los resultados que esta provocaba en el momento hacían que el presidente López Contreras tratara de evitar todo tipo de filtración de ideales que pudieran amenazar la realidad venezolana. Al mismo tiempo, “durante la Segunda Guerra Mundial, la inmigración prácticamente se paralizó debido a la falta de transporte y al peligro que significaba 21

cruzar el océano” (Berglund y Hernández 43). Era esta, sin duda alguna, una época de altos y bajos en cuanto a la inmigración, puesto que a pesar de que como menciona Carlos Arellano Rojas, dentro del programa de Eleazar López Contreras “uno de sus puntos principales era el de Inmigración y Colonización en la que consideraba que la misma contribuiría a la formación de una población fuerte y educada” (4), la salida de los europeos de sus países era complicada. Habiendo ya discutido los hechos del siglo XIX y principios del siglo XX que tuvieron influencia sobre las políticas migratorias del momento, pasemos a observar los datos relevantes ocurridos a partir de 1936. -1936: se promulgó una nueva ley de inmigración. Esta no difería mucho de las anteriores excepto en el hecho de que limitaba la inmigración a personas de raza blanca. Esta distinción se da por razones ideológicas y políticas más que por razones raciales. -1938: se creó el Instituto Técnico de Inmigración y Colonización (ITIC, reemplazado por el Instituto Agrícola Nacional en 1948). Su función era estar a cargo de la inmigración y “fortalecer el aporte de los inmigrantes al sector agrícola” (Berglund 39). En este mismo año, como lo resalta Berglund, se redactó la Circular 2931, la cual estaba dirigida a los cónsules venezolanos. Este comunicado indicaba que ni judíos ni ninguna “persona de color podría recibir una visa excepto que fuese autorizada directamente por el Ministerio de Relaciones Exteriores” (39). La visión que del fenómeno migratorio tenía el gobierno venezolano en esta época era romántica, si se quiere, pues solamente con escoger la palabra colonización para denominar la ley de inmigración, se está remontando a siglos anteriores, a una realidad que ya no era propia de la Venezuela moderna. Asimismo, el miedo a una reproducción de los patrones rebeldes y bélicos que habían estado ocurriendo en Europa y en las Antillas, hizo que el gobierno tomara una posición segregacionista en cuanto a la situación migratoria; terror que se había producido ya en Cuba, por ejemplo, después de la rebelión de los haitianos durante el siglo XIX. -1936-1939: en este lapso de tiempo, como es conocido, hubo un gran movimiento migratorio en toda Europa por las tensiones producto de las guerras. Durante estos años, de las olas de inmigrantes que llegaban a Venezuela la mayoría estaban conformadas por españoles (canarios mayormente) y portugueses. -1940: para esta fecha, ya al final del gobierno de López Contreras, se había comprendido que los vascos separatistas, a quienes se les había negado la entrada, realmente no eran 22

comunistas y no constituían una amenaza para el gobierno venezolano. De allí que en 1940 se les ofreció un número de visas para que entraran al país. -1941-1945: período de gobierno de Isaías Medina Angarita. Durante su mandato se dio inicio a la elaboración de planes migratorios con el objeto de atraer oleadas masivas de extranjeros que se establecieran en el país (Berglund 40). Además se instauró una comisión dedicada especialmente a estudiar los beneficios de la inmigración masiva que se preveía. De aquí en adelante la visión hacia la inmigración se torna distinta. -1945-1948: durante estos tres años se da lo que se conoce como el gobierno del Trienio de Octubre. En 1945 el presidente Medina Angarita fue derrocado por un golpe de estado y hasta 1948 gobernó el partido político Acción Democrática. Este periodo se caracterizó, en cuanto al tema que nos incumbe, por ampliar los programas de inmigración del gobierno anterior y establecer una Comisión Nacional de Inmigración para enunciar las políticas migratorias. Del mismo modo, el Trienio “envió tres misiones a Europa [específicamente a Francia, Alemania e Italia] para seleccionar la inmigración pero sólo fue a partir del año 1948 cuando realmente comenzaron a llegar cantidades considerables de inmigrantes” (Berglund y Hernández 44). Las razones que determinaron la selección de grupos de extranjeros para ser llevados a Venezuela se debieron a preocupaciones específicas que tenía el Trienio. En primer lugar, el gobierno no quería introducir al país una real competencia contra los ciudadanos venezolanos, es por eso que prefería la entrada de agricultores, empleadas domésticas, mecánicos, zapateros, panaderos, sastres, albañiles, carpinteros, cocineros, entre otros. De cierto modo se restringía la entrada a abogados, economistas, dentistas, marineros, carniceros y maestros. En segundo lugar el gobierno deseaba que los nuevos habitantes de Venezuela se integraran fácilmente al modo de vida y convivieran con la población. Por este motivo el Trienio estipuló que se buscase grupos de inmigrantes con características afines a los venezolanos desde el punto de vista cultural y social. Como consecuencia se les dio preferencia a los italianos y españoles. Como es de esperar, aunque el Trienio y el ITIC diseñaron planes de inmigración considerados eficientes para los objetivos trazados, como en toda realidad en la que se encuentran culturas y en donde existe un grupo extranjero que entra a un país receptor, se registraron algunas dificultades. Una de estas fue la imposibilidad de ubicar a todos los inmigrantes en puestos de trabajos adecuados para sus habilidades. 23

-1949-1958: el gobierno militar transitorio entre el Trienio y la dictadura del General Marcos Pérez Jiménez (1952-1958) siguió permitiendo la entrada de inmigrantes bajo los mismos parámetros que el Trienio pero sin tanto énfasis. Más adelante con Pérez Jiménez, se dejaron a un lado los esfuerzos necesarios para traer inmigrantes a Venezuela de manera controlada y sistematizada. A pesar de que el método selectivo del Trienio se consideraba eficientemente diseñado, al mismo tiempo todo el proceso se percibía como una lenta sucesión de eventos, que demandaba mucho empeño y que al fin de cuentas no lograba proveer lo que prometía, como por ejemplo la ubicación de los inmigrantes en puestos de trabajos acordes a sus habilidades y expectativas. Debido a estas razones, se decidió relajar un poco las restricciones, enfocarse en requisitos mínimos y dejar las puertas abiertas. “Así, se aprobó en 1954 que para que un nativo de Portugal, España o Italia emigrara a Venezuela, sólo necesitaba presentar un certificado de buena salud y otro de buena conducta y tener menos de 35 años” (Berglund 41). -Años 60: como lo apunta Luis Ricardo Dávila, después de la caída de la dictadura de Pérez Jiménez, se produjo un cambio en la relajada política migratoria. Según Dávila las razones que desencadenaron este cambio fueron por un lado la oposición a la estrategia de puertas abiertas que se implementó anteriormente; y por otro la recesión por la que pasó el país después de la caída de la dictadura, la cual trajo consigo un alza en el porcentaje de desempleo a nivel nacional. Esta situación llegó a tal extremo que la Confederación de Trabajadores de Venezuela le solicitó al presidente Rómulo Betancourt, que cerrara las fronteras a los inmigrantes, especialmente a los que venían de Europa (3.3.6). La Constitución de 1961 hizo legal las restricciones que venían ocurriendo, puesto que a diferencia de la Constitución de 1953, la cual les otorgaba la nacionalidad casi instantáneamente a todos los españoles y latinoamericanos, la del 61 indicaba que los inmigrantes podrían obtener facilidades para optar a la naturalización y al mismo tiempo no les concedía el derecho al voto. De este modo se decidió limitar la inmigración: los familiares de extranjeros ya residenciados en el país tenían el privilegio de acceder a este, así como trabajadores cuyos oficios especializados fueran de alta necesidad en la nación (Berglund 41). -Años 70: en esta década ocurrió algo contraproducente: “aquella política que cerró las puertas a los inmigrantes españoles, italianos y portugueses, reblandeció las fronteras a los vecinos latinoamericanos, fundamentalmente colombianos, ecuatorianos, peruanos, bolivianos y 24

dominicanos, [desalentados] por sus críticas condiciones económicas y sociales” (Dávila 3.3.7). Es decir, el gobierno trató de impedir que la depresión económica por la que pasaba Venezuela y el alza en el desempleo empeoraran por la entrada continua de inmigrantes europeos, a quienes les prometía un puesto de trabajo. No obstante, se dio el efecto contrario; por un lado se impidió la entrada legal de doscientos mil inmigrantes europeos y por otro ingresaron al país, tanto legal como ilegalmente, tres millones de personas, en su mayoría latinoamericanas (Dávila 3.3.7). Esta es una razón de peso para introducir al estudio la comunidad de origen colombiano que reside en Venezuela. Como se mencionó al principio de esta introducción, así como la presencia de los colombianos dentro del país aumentó considerablemente, del mismo modo, la figura del colombiano se destaca en la literatura. Además, debido a la relación directamente proporcional que existe entre la baja de inmigración europea y el alza de la colombiana, es necesario reflexionar acerca de la percepción que de estos grupos inmigrantes tienen los escritores y los personajes de las obras. En el espectro en que se desenvuelven los personajes inmigrantes se encontrará una respuesta a la interrogante de su influencia sobre la formación de la identidad nacional venezolana. Según, Dávila, por ejemplo, mientras mayor sea la organización político-migratoria y la facilidad para que el inmigrante entre, menor será el impacto sobre la estructura nacional del país receptor (3.3.6). En otras palabras, si un grupo de inmigrantes entra al país de forma sistematizada y como resultado de políticas migratorias promovidas por el gobierno, la aceptación por parte del criollo será más alta y la adaptación del inmigrante será menos abrupta que si dicho grupo de inmigrantes entra al país descontroladamente y hasta ilegalmente. Asimismo, una inmigración desbocada, según Dávila, podría suponer un impacto en la economía del país receptor, puesto que sería difícil la colocación de las personas en oficios que les correspondan por sus habilidades. Sería posible esperar una proliferación de mercados informales, explotación de mano de obra, absentismo en las escuelas, y demás dificultades sociales. Basándonos en esta premisa, es posible suponer que la imagen que los grupos europeos proyectan en los textos narrativos a estudiar va a ser diferente a la que poseen los colombianos. A finales de los años 70, los inmigrantes ilegales que estuvieron concentrados en las zonas rurales se fueron trasladando a las ciudades con el objeto de alcanzar mejores condiciones de trabajo. Mientras que el gobierno y ciertos sectores de la industria privada, al pasar de los años tuvieron la necesidad de absorber trabajadores extranjeros como mano de obra, 25

independientemente de su estado legal, el fenómeno de la alta población clandestina, su vivir precario y el empleo de esta por parte de compañías privadas, se convirtió en un problema económico y social a nivel nacional. Había por una parte necesidad de mano de obra y por la otra un descontrol que traía consecuencias negativas sobre el sistema político y económico de Venezuela. En este sentido, encontramos opiniones como la de Godofredo González, Presidente del Congreso de Venezuela en aquella época, quien afirmó en una oportunidad que “La inmigración clandestina masiva es nuestro problema social más apremiante” (Dávila 3.3.8). Sin embargo hay que destacar que durante los años 70 y principio de los 80, con la mejoría de la economía en el país, “el gobierno se mostró comprensivo en permitir entre 1970 y 1979, que 242.810 extranjeros legalizaran su condición y otros 65.280 lograron cambiar su visa de turista […] En total, entre 1970 y 1983, 574.885 personas, casi igual a la total inmigración de la postguerra, entraron a Venezuela sin cumplir con las formalidades para permanecer pero luego legalizaron su situación. Alrededor del 90% eran colombianos de origen” (Berglund 44).8 -Años 90: en lo que incumbe al presente estudio, estos años no entrarían directamente en la discusión. La razón que lleva a esta delimitación es muy simple. Desde los años 90 en adelante se ha dado un efecto contrario a lo que venía sucediendo durante todo el siglo XX. Oleadas de venezolanos han salido del país y además inmigrantes o descendientes de estos han regresado a sus países de origen en los últimos años. Por ejemplo y como lo indica Dávila en su análisis, “entre 1991 y 1995 los saldos migratorios anuales de la población extranjera (tanto de colombianos como de europeos) siguió registrando signo negativo. De esta manera, persiste en nuestros días la tendencia al retorno iniciada desde mediados de la década anterior” (3.3.15). De la misma forma, ya se ha mencionado que el presente análisis será delimitado en base a la producción narrativa a partir de los años 60 y los grupos migratorios español, italiano, portugués y colombiano. La década de los 90 con el final de siglo XX en puerta y el principio del XXI sería tema para otro estudio puesto que incluye un componente que requiere especial atención como es el caso del fenómeno político sucedido por la toma de poder del presidente Hugo Chávez. Esto se considerará para un estudio próximo que tomará cuerpo una vez que se sienten las bases en el que ahora nos enfocamos.

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Véase apéndice A. 26

Particularidades históricas de los grupos migratorios Italianos La presencia italiana en Venezuela se remonta a la época colonial. La figura del italiano en la Capitanía General y luego en la República de Venezuela se hace particularmente importante durante la fase de maduración del proceso independentista y de formación de la joven nación. De allí que encontremos figuras como Tomás Molini, mano derecha de Francisco de Miranda; Francisco Isnardi, escriba que a puño y letra transcribió el Acta de Independencia de la nueva república venezolana; Francisco Graterolo, fundador de Barquisimeto; entre otros (Santander Laya y Santander Garrido). Durante esta época, la llegada de los italianos se debió en gran medida a la necesidad de seguir un modelo eficiente en cuanto al código penal, los sistemas políticos y administrativos, la implementación de sistemas de navegación y estudios geográficos, etc. En este sentido, resalta Augusto Codazzi, quien fuera el autor del primer Resumen de la Geografía de Venezuela y del Atlas Físico y Político de la República de Venezuela; y entre otros logros fuera el fundador de la Colonia Tovar9. La obra de Codazzi, específicamente los estudios geográficos y topográficos que hizo invitado por el presidente José Antonio Páez alrededor de la década de 1840, ha dejado un legado indiscutiblemente trascendente en la Venezuela que conocemos hoy. Después de un siglo no había otro mapa venezolano más exacto que el que realizara Codazzi con instrumentos, herramientas y técnicas de su época (Santander Laya y Santander Garrido 113).

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La Colonia Tovar surgió como un proyecto de Codazzi después de que hiciera uno de

sus viajes a Europa. La idea era fundar una colonia de inmigrantes pues Codazzi opinaba que eso necesitaba el país. Según él una inmigración alemana era la más conveniente y esta fue la que se asentó en las tierras donadas por la familia de don Martín Tovar y Ponte, fiador del presidente José Antonio Páez quien diera su consentimiento para este proyecto (Santander Laya y Santander Garrido 111). La concepción de que los inmigrantes, particularmente europeos, constituyen una solución de los problemas económicos y sociales del país ya viene asentándose desde la época de la joven república. Indiscutiblemente el aspecto racial juega un papel importante puesto que la elección de los inmigrantes se concentra en europeos blancos. Esto, como se explicó en las consideraciones generales se prolongará hasta el siglo XX reflejándose en las políticas migratorias que estableciera el gobierno del Trienio, por ejemplo. 27

Así como la mano de Codazzi ha perdurado en el tiempo, y existen en todo el territorio nacional obras artísticas y arquitectónicas que llevan su nombre, la presencia del italiano en Venezuela se perpetúa hasta la actualidad, destacándose durante los siglos XIX y XX dos grandes olas migratorias. La primera de estas, tuvo un gran impacto sobre la formación de la joven república. No en vano Marisa Vannini de Gerulewicz, autora especialista en el fenómeno migratorio italiano, denomina “primera inmigración” a “el período de la inmigración italiana comprendido entre 1870 y principios de 1900 […] para separarla de aquella, muchos más numerosa y con características distintas, que tuvo lugar en el siglo XX” (501). Luego y abocándonos al periodo que nos incumbe, pasamos al siglo XX, en el que como ya se ha mencionado anteriormente la inmigración italiana masiva se concentró entre los años 40 y 50. Españoles “La historia de Venezuela es inseparable de la historia de la presencia de España en el país,” afirma María Ramírez Ribes (65) y tiene razón. Dejando atrás la indudable herencia española a raíz del período de la colonia y pasando a la época contemporánea del siglo XX, es muy factible conocer a un español o descendiente de españoles en algún aspecto de la vida cotidiana de la sociedad venezolana. Podemos toparnos con algún profesor, sacerdote, vecino, compañero de colegio, de origen español. De alguna u otra manera los españoles son parte de la vida cotidiana que se desarrolla en Venezuela. En el caso de los españoles, a diferencia de los demás grupos estudiados en este trabajo, existe un detalle que necesita recalque y es el hecho de que “las estadísticas y los datos que se tienen no reflejan ampliamente a tantos naturalizados o hijos de naturalizados que aunque nacieron en España y en ocasiones se educaron en España, salieron ya de España con pasaporte venezolano” (Ramírez Ribes 65-66), como es el caso de la propia estudiosa Ramírez Ribes. Es decir, un gran número de españoles ya regularizaban su situación legal mucho antes de entrar al país por lo cual la lectura que se haga de los censos nacionales a través de los años debe ser cuidadosa. Los datos de los censos no abarcan las cifras de los naturalizados puesto que ya aparecían como venezolanos; de allí que debemos suponer que el número de la población española en Venezuela es mayor que el propuesto por los estudios estadísticos nacionales. En este sentido, otro punto importante que distingue a la inmigración española es el nivel de fusión que se da una vez que se radica en el país. Si tomamos en cuenta los apellidos que provienen de

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las Canarias, la fusión que se da es casi total puesto que ya estos apellidos existían en Venezuela por aquellos canarios que llegaron a Venezuela en siglos anteriores (Ramírez Ribes 71). Asimismo, los canarios poseen una característica que aporta un detalle importante a la historia migratoria española a Venezuela. A diferencia de las otras regiones de España, hubo una gran entrada clandestina de canarios, como antes se ha apuntado, quienes llegaron a las costas venezolanas en veleros. Específicamente hablando de los canarios hay que notar que constituyen junto con los gallegos el porcentaje más alto de inmigración española a la nación venezolana, sobre todo a partir de 1954. Los gallegos por su parte estaban dispuestos en su mayoría a nacionalizarse. Según las estadísticas de mitad del siglo XX, tomando en cuenta que “el mayor movimiento migratorio de España a Venezuela durante el siglo XX se [dio] entre 1936 y 1958 y luego entre 1962 y 1966 aproximadamente” (Ramírez Ribes 66), se ha registrado que “entre 1955 y 1958, una de cada seis personas ceduladas en Venezuela era de origen gallego” (Ramírez Ribes 72). Este dato histórico refleja la disposición del inmigrante gallego a fusionarse con la cultura venezolana y a hacer de la tierra que lo acogió su nueva patria. En cuanto a las figuras que resaltan dentro de los inmigrantes españoles en Venezuela, es un tanto difícil mencionar en esta introducción a los muchos nombres que se distinguen en la historia. Lo que sí se puede resaltar en este punto introductorio es que se ha hecho caso a la función que muchos españoles han desempeñado dentro del país, sobre todo en áreas como: la educación (primaria, secundaria y universitaria), la creación plástica y literaria, la medicina, la arquitectura, el periodismo, el comercio, entre otras. De igual manera, no debe dejarse a un lado aquellos grupos españoles que entraron a Venezuela durante todo el siglo XX por su labor religiosa. De allí que encontremos por ejemplo jesuitas, salesianos, franciscanos, capuchinos y agustinos dedicados a alguna tarea en especial, sobre todo en el campo de la educación y la docencia. Uno de los estudiosos que dedica parte de su investigación al tema de la inmigración española en Venezuela es Rafael Arráiz Lucca. Su obra España y Venezuela: 20 testimonios (2004), editada por la Fundación para la Cultura Urbana, presenta un abanico de profesiones y oficios en las que los españoles se han desempeñado desde que llegaron y se asentaron en Venezuela y en las que se han distinguido. Arraiz Lucca hace una especie de homenaje a veinte españoles radicados en el país y los transfiere a la esfera nacional y la labor general de toda la 29

comunidad española en Venezuela. Este intelectual y otros más serán discutidos más adelante, y se conectarán con las conclusiones del análisis de la narrativa contemporánea. Portugueses Como los grupos anteriormente comentados, la presencia portuguesa en Venezuela se remonta también a la época colonial y de independencia. A lo largo de la historia nos encontramos con nombres como Joao Fernandes de Leao e Pacheco, fundador de la Ciudad de Guanare en 1591, varios próceres que pelearon en la Batalla de Carabobo (1814) cuyos nombres se encuentran resaltados en el Monumento de Carabobo en la ciudad de Valencia, entre otros. No en vano Venezuela posee un estado y un río que llevan por nombre Portuguesa. Los portugueses siempre han estado presentes en la realidad de Venezuela, sin embargo, hay que destacar que “la emigración voluntaria transoceánica de los ciudadanos portugueses, en contraposición a la intraeuropea, tiene sus orígenes a partir del siglo XVII, su mayor flujo estaba destinado a Brasil y estaba integrada en su mayoría por agricultores” (De Sousa 89). Es de suponer que la primera opción de destino de los portugueses fuera Brasil por razones históricas y de lenguaje. No obstante, y muy relevante, “entre 1950 y 1959, Venezuela surge con el segundo lugar en el cuadro de las preferencias emigratorias portuguesas, con 36.236 emigrantes, continuando con un promedio de 3.000 mensuales, salvo la década de los setenta cuyo flujo disminuye” (De Sousa 90). Al igual que los italianos y españoles, durante el siglo XX los portugueses entraron de forma masiva a Venezuela a raíz de la guerra en Europa. Es de pensar que esta no sería una razón válida puesto que Portugal se mantuvo relativamente al margen de los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, como destaca el historiador de origen portugués Carlos De Sousa, “Portugal, a pesar de haber tenido un comportamiento neutral entre las diferentes posiciones hemisféricas durante la citada conflagración [la Segunda Guerra Mundial], no pudo escapar de la escasez y las tantas dificultades de la postguerra” (90). Aproximadamente el 75% de los portugueses que entraron a Venezuela venían de la Isla de Madeira y se dedicaron a la agricultura, en un principio, puesto que les era más fácil de este modo obtener una visa de entrada al país. No hay que olvidar la política que se dio en Venezuela para atraer inmigrantes que pudieran emprender proyectos agrícolas y así desarrollar diferentes cultivos que ya eran conocidos en Europa, mas no en suelos venezolanos. El desempeño laboral de los portugueses cambió un poco, pasando del agrícola al comercial a lo largo de los años, lo 30

cual tiene una relación estrecha y directa con la evolución de la identidad del venezolano y la percepción que del portugués se tiene. Estas ideas se explorarán a fondo en la segunda parte de este capítulo. Colombianos La inmigración colombiana se distingue de las ya comentadas. En primer lugar, esta es una inmigración de tipo limítrofe, constituyendo la frontera una de las principales razones del desplazamiento. Es decir, la cercanía mueve a la persona migrante. En segundo lugar, y para el tema que nos incumbe, Colombia no sufrió las resacas de las guerras europeas. No obstante, sí vivió, y sigue experimentando, el problema de la guerrilla y la guerra civil perenne. Ya se ha mencionado anteriormente que la inmigración colombiana tuvo un repunte en el siglo XX cuando decayó la europea. Así lo afirma la socióloga Flérida Rengifo sosteniendo que este grupo migratorio siempre ha prevalecido en número en relación a los demás suramericanos. Los colombianos, seguidos por los peruanos y ecuatorianos, han sobresalido en las estadísticas de poblaciones inmigrantes en los años 70 y 80, “a diferencia de las décadas del 50 y 60 donde la presencia europea era mayoritaria. En los setenta, los colombianos representan más de las dos terceras partes de los latinoamericanos. Los siguieron en importancia los peruanos y los ecuatorianos (113). Por otro lado, la inmigración colombiana a Venezuela puede categorizarse laboral. La caracterización de esta inmigración se trasluce en la edad de las personas (entre 20 y 44 años) y en el motivo principal de su movilización el cual se resume en la ocupación. Según Rengifo, el caso de los colombianos se caracteriza por incluir migrantes que buscan un mejor porvenir y que participan en una movilización en donde “se vinculan la necesidad con la oportunidad: necesidad de modificar las condiciones de vida, de ampliar los niveles de ingreso, de sostener de mejor manera a la familia; y de oportunidad por las posibilidades reales o prefiguradas que le ofrece el país de destino” (114). Así pues el colombiano se mueve dentro del vaivén de las urbes venezolanas en donde el trabajo puede ser de más fácil acceso. Por experiencia propia se afianza esta idea puesto que es verdaderamente factible toparse con un colombiano o descendiente de colombianos en cualquier ámbito de la vida del venezolano, sobre todo en los estados fronterizos, como el Estado Zulia. Más allá de encontrarnos con proveedores de servicios de origen colombiano, los encontramos en nuestras propias familias puesto que, aunque pueda parecer superficial, algún cuñado, primo o 31

tío político es de origen colombiano. Por esta y las antes expuestas razones se considera imprescindible incluir a los colombianos en el presente análisis. Una vez hecha la relación histórica de los acontecimientos que originaron los movimientos migratorios a Venezuela más importantes y de los que se produjeron como consecuencia, nos dedicaremos a entablar una discusión teórica. Se analizarán las variables que intervienen en la formación de la identidad nacional venezolana a partir del intercambio cultural que ha de producirse cuando dos o más culturas se encuentran y comparten el mismo territorio.

Presupuestos teóricos sobre el encuentro de culturas El concepto de transculturación que maneja Fernando Ortiz10 se considera válido dentro del presente estudio en cuanto a su postura frente a la posibilidad de que exista un proceso de modificación mutua entre las culturas encontradas. Ortiz, sustituyendo el término aculturación para el caso específico de Cuba y del resto de Latinoamérica, propone la existencia de un proceso del cual se deriva una nueva realidad, totalmente original, que no es una copia de una cultura o de la otra, que no se convierte en un collage de partículas culturales superpuestas y que responde a un fenómeno dinámico. Por ende, tomando en cuenta la posición de esta tesis frente a la inmigración a Venezuela y su relación con la identidad nacional y sosteniendo que dicha identidad posee un carácter amalgamado, conviene aplicar en este análisis el concepto de transculturación de Ortiz. Para esto resultaría provechoso destacar la opinión de Ángel Rama planteada en su texto Transculturación narrativa en América Latina (1982). Rama comienza su análisis apoyando a Ortiz al decir que

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Concepto de transculturación presentado por Ortiz en Contrapunteo cubano del tabaco

y del azúcar (1940) y citado en la introducción de este trabajo: Entendemos que el vocablo transculturación expresa mejor las diferentes fases del proceso transitivo de una cultura a otra, porque éste no consiste solamente en adquirir una cultura, que es lo que en rigor indica la voz anglo-americana aculturación, sino que el proceso implica también necesariamente la pérdida o desarraigo de una cultura precedente, lo que pudiera decirse una parcial desculturación, y, además, significa la consiguiente creación de nuevos fenómenos culturales que pudieran denominarse neoculturación. (86)

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el concepto [de Ortiz] se elabora sobre una doble comprobación: por una parte registra que la cultura presente de la comunidad latinoamericana (que es un producto largamente transculturado y en permanente evolución) está compuesta de valores idiosincráticos, los que pueden reconocerse actuando desde fechas remotas; por otra corrobora la energía creadora que la mueve, haciéndola muy distinta de un simple agregado de normas, comportamientos, creencias y objetos culturales, pues se trata de una fuerza que actúa con desenvoltura tanto sobre su herencia particular, según las situaciones propias de su desarrollo, como sobre las aportaciones provenientes de fuera. (34) Rama transpola el concepto de transculturación de Ortiz a toda Latinoamérica y sitúa a este espacio geográfico dentro de un continuo movimiento, transfigurador, evolutivo; cuestión que aplicamos a Venezuela y su identidad en este estudio. No obstante, en su texto, Ortiz advierte una parcial desculturación o pérdida de la cultura originaria cuando entra en contacto con la externa. A pesar de que aceptamos como válida la concepción de Ortiz, este detalle resulta problemático. Habría que identificar hasta qué punto se da -si es que sucede- una desculturación o si se trata efectivamente de una nueva realidad; al menos en el caso de Venezuela. En este sentido y cuando llega el momento de aplicar la teoría de Ortiz a la producción literaria, Rama expone algunas inquietudes. Según este pensador, habría que corregir un tanto las bases de la propuesta de Ortiz para poder aplicarla a obras literarias puesto que en primer lugar, como se acaba de apuntar, implica una parcial desculturación “que puede alcanzar diversos grados y afectar variadas zonas tanto de la cultura como del ejercicio literario” (38), en segundo lugar presume que se den incorporaciones de la cultura externa y en tercer lugar involucra un proceso de recomposición puesto que se unen los elementos sobrevivientes de la cultura originaria y los de la cultura externa (38). Rama expone su opinión sosteniendo que existe un nivel de creatividad en todo este proceso. En otras palabras, toda comunidad cultural, sobre sí misma, podrá concebir cambios y rehacerse; cuestión que responde a su calidad de ente viviente que evoluciona. Toda comunidad cultural tiene la capacidad de ser selectiva. Según Rama, la cultura receptora posee esta selectividad que le permite llevar a cabo “una escogencia en el rico abanico de las aportaciones externas” (38). Es decir, la nación receptora tiene la potestad de escoger lo que desea incorporar a su cultura, y por ende a su identidad. 33

Reflexionando sobre el carácter evolutivo de la identidad nacional de Venezuela y sobre los datos históricos discutidos en la introducción de este trabajo, hay que prestar atención a la manera cómo llegaron las oleadas migratorias al país. Aquellas oleadas de los años 40 y 50, que se movilizaron como resultado de las guerras en Europa, llegaron al país por la acción de procesos selectivos. Es decir, se organizaron comités y se promulgaron leyes para delimitar el espectro de las comunidades inmigrantes que serían recibidas en el país. De este modo se conecta la parte histórica con las ideas de Rama: la selectividad que caracterizó a Venezuela frente a la inmigración le infringe al país un carácter de autonomía que trastoca en cierto modo la posibilidad de que se dé una desculturación o pérdida de cultura al encontrarse con la cultura traída por los inmigrantes. En este estudio argumentamos que lo que se produce en Venezuela es una realidad nueva en donde se manifiesta una amalgama de elementos culturales. La discusión de este punto seguirá en los capítulos siguientes pues se analiza el posicionamiento social y económico en el país de los inmigrantes estudiados, el fenómeno lingüístico dentro de las primeras y subsiguientes generaciones y la identificación personal que el criollo venezolano tenga frente al Otro inmigrante. Ahora bien, a esta nueva realidad de la que estamos hablando podemos adjudicarle el nombre de sincretismo cultural; término discutido por la teoría propuesta por Fernando Aínsa que examina Rosa María Grillo. Al analizar estos términos y observar que la integración “supone un mayor grado de inserción de los valores de una cultura en otra con la aceptación de valores de ambas;” y que el sincretismo cultural resulta en “un producto nuevo y heterogéneo en relación a los componentes previos” (Grillo 18) podemos especular que estos dos conceptos van de la mano y más aun necesitan el uno del otro para poder existir. Es decir, si se produce una integración de valores culturales se origina como consecuencia una especie de sincretismo cultural. Fernando Aínsa, en su libro Identidad cultural de Iberoamérica en su narrativa (1986), también comenta acerca de Fernando Ortiz como punto de partida para el entendimiento de lo que significa la transculturación. Aínsa le da un aire más amplio al concepto puesto que incluye en este “los fenómenos que tienen lugar cuando dos o más sistemas culturales entran en contacto produciendo una serie de cambios cuyos grados de intensidad varían en función de los sistemas de juegos” (60). La opinión de Aínsa supone que siempre han de producirse cambios y que lo importante es observar los grados de transformación que se produzcan puesto que “los cambios que se producen a partir de esa «comunicación» pueden ir de una simple difusión cultural de un 34

sistema en otro, a la asimilación total de uno por el otro o a la combinación entre ambos sistemas hasta el punto de producir un nuevo producto cultural autónomo, amalgama de elementos salidos de una y otra cultura y recíprocamente reinterpretados” (61). En esta investigación, consideramos relevante y válida la resolución de Aínsa. Si bien resultaría meritorio establecer si se ha dado una transculturación, aculturación o desculturación en Venezuela por la llegada de los grupos migratorios en el siglo XX, es conveniente sentar los parámetros de esta tesis, los cuales enriquecen más el campo de estudio si siguen la propuesta de Aínsa. Se declara entonces que en el caso de Venezuela se da un fenómeno de transculturación pero que se puede denominar sincretismo cultural al entrar en conjunción varios factores culturales. Sin embargo en el caso de Venezuela y con respecto al tema en cuestión debemos añadir un adjetivo más, utilizando al final el concepto sincretismo cultural evolutivo puesto que no sería conveniente conceptualizarlo como un fruto que se convierte en una masa y que al final se convierte en un producto fijo. Por el contrario, en el caso estudiado se produce una realidad nueva que varía y evoluciona a medida que -entre otros factores- los grupos migratorios se van estableciendo en el país y las segundas y terceras generaciones van haciendo suya la nación venezolana. Es un sincretismo cultural evolutivo que no descansa porque se alimenta de nuevos elementos a medida que la interacción entre grupos de habitantes persiste. La nueva realidad que se produce y que sigue evolucionando puede identificarse o visualizarse a través de manifestaciones -incluyendo las artísticas- en las que prevalezcan rasgos sincréticos. Una de las herramientas que permite establecer lazos entre dichos rasgos es la literatura. Aínsa comenta al respecto sosteniendo inclusive que la narrativa ha sido uno de los factores primordiales en la definición de la identidad cultural de Iberoamérica. El pensador juega con los conceptos de realidad e imaginación y mantiene que ambos son partes indisolubles en la historia de Latinoamérica y en su identidad. La literatura en este sentido va de la mano de esta historia puesto que ha podido ir «más allá» que cualquier tratado de antropología o estudio sociológico en la percepción de la realidad. Los datos estadísticos y las informaciones objetivas resultan muchas veces secundarios frente al poder evocador de las imágenes y las sugerencias de una metáfora. Gracias al esfuerzo de comprensión imaginativa que ha propiciado la narrativa, se ha podido sintetizar

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la esencia de una cultura y ha sido posible la visión integral de la identidad americana. (23-24) Al tomar la producción literaria como base para entender la identidad de una nación latinoamericana, Rosa María Grillo se convierte en una de las pioneras en el campo de estudio. Esta pensadora se especializa en la presencia del inmigrante en la producción literaria latinoamericana y específicamente analiza el fenómeno migratorio en Uruguay y en la producción literaria uruguaya contemporánea. El presente trabajo pretende entablar un diálogo con la intelectual y así comenzar a establecer paralelos entre los estudios críticos de otros países para introducir a Venezuela en la discusión literaria continental del presente. En su libro Emigrante/Inmigrado. Una doble identidad en el espejo de la literatura uruguaya (2003) y siguiendo también la propuesta de Aínsa, Grillo propone que una vez que el emigrante se ha vuelto inmigrado11, pasa a ser objeto de la mirada ajena, protagonista excéntrico de historias locales, marcado por la ‘otredad’, dando lugar a efectos ahora cómicos ahora trágicos y provocando ahora la aceptación o la piedad, ahora el rechazo o el desprecio. Siguiendo la evolución de géneros y modalidades narrativas, es posible trazar la historia de la inmigración y, a través de ella, la historia misma de Uruguay. (32) La historia de Venezuela específicamente en relación a la inmigración es clave para el entendimiento del problema literario a investigar por lo que se convierte en justificación directa de este estudio. Como sostiene Grillo, el inmigrante ya convertido en parte de la realidad del país receptor, va a ser centro de atención en las expresiones literarias. Ahora bien, Grillo explica que es posible que se construyan arquetipos alrededor de la figura del inmigrante y que estos se destaquen dentro de las obras narrativas. Sin embargo, en el caso de Venezuela se deben tomar en cuenta las razones por las cuales los diversos grupos migratorios llegaron al país. De esto se desprende la presunción de que resultará diferente la percepción que se tenga de los inmigrantes italianos, españoles y portugueses, frente a la que se tenga de los colombianos que se caracterizan por haber entrado al país ilegalmente, en su mayoría. Se podría argumentar que por lo antes expuesto, los colombianos per se no deberían ser incluidos en el proceso de forja de la identidad nacional venezolana puesto que es posible que la

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Este vocablo corresponde a la palabra “inmigrante” usada en esta investigación. 36

percepción que se tenga de estos sea negativa, teniendo como consecuencia un desprecio frente a ellos y un rechazo de su presencia dentro de lo que se considera identitario en lo nacional. No obstante, en este sentido debemos traer a la discusión otras ideas como las de Néstor García Canclini y Benedict Anderson. En su libro Culturas híbridas (1989), García Canclini sostiene que la migración es uno de los factores que participa en el origen de las culturas híbridas, siendo estas productos de la posmodernidad en la que la tecnología y los medios de comunicación juegan un papel crucial. Según este intelectual, las migraciones tienen un efecto en la concepción de lo que significa una frontera, hasta cierto punto borrándola redefiniendo de este modo los conceptos de nación, pueblo e identidad: “la transnacionalización de la cultura efectuada por las tecnologías comunicacionales, su alcance y eficacia, se aprecian mejor como parte de la recomposición de las culturas urbanas, junto a las migraciones y el turismo de masas que ablandan las fronteras nacionales y redefinen los conceptos de nación, pueblo e identidad” (25). El concepto de culturas híbridas que plantea García Canclini puede ubicarse bajo la idea del sincretismo cultural evolutivo que se ha estado manejando en esta investigación. Este trabajo se suscribe dentro de la noción de culturas híbridas propuesta por García Canclini pero mantiene la denominación sincretismo cultural evolutivo; un sincretismo cultural que abarca las dinámicas tecnológicas del mundo moderno que permiten la transmisión e intercambio de rasgos sincréticos. Al tomar en cuenta la tecnología como factor participante en la definición de una identidad nacional y al aceptar la noción de que existe una hibridez cultural en dicha identidad, debemos traer a colación las ideas discutidas por Benedict Anderson en su libro Imagined Communities (1983). Anderson concentra su razonamiento en los conceptos de nación y nacionalismo y elabora un cuerpo analítico en base a los orígenes de dichos conceptos. A pesar de que Anderson estudia el mundo asiático, construye su argumento sobre bases históricas desde el periodo de la colonia incluyendo dentro de la discusión a Europa con el sistema monárquico y las Américas con las divisiones políticas coloniales. De allí Anderson identifica piezas que lo llevan a proponer la siguiente definición de nación: “an imagined political community -and imagined as both inherently limited and sovereign. It is imagined because the members of even the smallest nation will never know most of their fellow-members, meet them, or even hear of them, yet in the minds of each lives the image of their communion” (6).

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Podría resultar chocante percatarnos de que lo que pensamos y suponemos como una nación y una nacionalidad propia está erigido sobre una base totalmente imaginaria. Sin embargo, consideramos que la propuesta de Anderson es de peso puesto que especifica cómo se construyen estas comunidades imaginarias. Específicamente Anderson explica lo siguiente: The nation is imagined as limited because even the largest of them, encompassing perhaps a billion living human beings, has finite, if elastic, boundaries, beyond which lie other nations […] It is imagined as sovereign because the concept was born in an age in which Enlightenment and Revolution were destroying the legitimacy of the divinelyordained, hierarchical dynastic realm […] It is imagined as a community, because, regardless of the actual inequality and exploitation that may prevail in each, the nation is always conceived as a deep, horizontal comradeship. (7) Vivimos, pues, en una comunidad a la que llamamos nación y sobre la que pretendemos saber todo a pesar de que es físicamente imposible conocer a todos nuestros compatriotas. Nos desenvolvemos en un medio en el que se conjugan una amplia variedad de factores dentro de una frontera que aunque muy probablemente nunca veamos -al menos en su totalidad- existimos sabiendo que está ahí. ¿Cómo entonces podemos edificar esta nación? ¿Cómo es posible erigir una imagen de lo que es la nación propia? ¿Cómo podemos imaginar esta comunidad? Una respuesta directa y concreta a estas inquietudes puede fundarse en la literatura. En otras palabras, la expresión literaria puede convertirse en una herramienta que permita visualizar la construcción de la comunidad imaginaria a la que pertenecemos y llamamos nación y que a su vez participe en dicha construcción. Siendo este un medio viable nos disponemos en este trabajo a enlazar los diferentes conceptos teóricos estudiados para así emprender el análisis literario puesto que a lo largo de esta investigación se identificará si se ha establecido una tendencia entre los autores contemporáneos venezolanos frente a la percepción que el criollo venezolano y por ende la sociedad tenga del inmigrante, siendo los textos narrativos en sí un espejo de dicha tendencia. Por ello, se debe concretar los puntos de los presupuestos teóricos considerados relevantes para esta investigación: 38

1) Identidad nacional: el concepto de identidad nacional en el que se basa este estudio lo propuso Maritza Montero y advierte que esta identidad constituye un fenómeno, que aunque tiene un carácter permanente, es cambiante y evolutivo. La identidad nacional se recrea a medida que nuevos factores entran en juego, siempre delineados por las relaciones personales y comunitarias que los miembros de la nación tengan entre sí y con otros individuos como los inmigrantes. Sosteniendo entonces que la identidad nacional no es fija ni estática sino que por el contrario es transformativa y evolutiva, se considera que en el caso de Venezuela los grupos migratorios del siglo XX han participado en la forja de una identidad venezolana amalgamada y que su estudio a través de la literatura contemporánea permitirá identificar la percepción que de los inmigrantes tenga el criollo venezolano y por ende la sociedad. 2) Transculturación y sincretismo cultural: después de entablar un diálogo con Fernando Ortiz, Ángel Rama y Fernando Aínsa, hemos llegado a la conclusión de que en Venezuela se ha dado un proceso de transculturación que si bien se ha caracterizado por la presencia de cambios, no debemos contemplar la idea de una desculturación, sino por el contrario de una realidad nueva a la que llamamos sincretismo cultural evolutivo. 3) Culturas híbridas: Néstor García Canclini presenta este concepto que en esta investigación vamos a suscribir dentro del sincretismo cultural evolutivo. Así el sincretismo originado en Venezuela se percibe amplio, cambiante y evolutivo por lo que admite asimismo la acción de la tecnología y los medios de comunicación como variables que permiten el origen y la mezcla de rasgos sincréticos dentro de una nación. 4) Nacionalismo: teniendo en mente los conceptos de nación y nacionalismo de Benedict Anderson, apuntamos que la nación -en este caso la venezolana- se percibe por la obra imaginaria que las personas llevan a cabo basándose en sus experiencias con compatriotas a pesar de que nunca será posible conocer a todos los que comparten su territorio, el cual está delimitado por fronteras, que a su vez tampoco es posible que se conozcan a ciencia cierta. Ahora bien, para que la construcción imaginaria de esta nación se dé, una serie de variables deben conjugarse, o dicho más claramente, deben llevarse a cabo intercambios comunicacionales y culturales. Con esto la construcción de la comunidad imaginaria encuentra una base. Así nos damos cuenta que la comunidad imaginaria en la que nos suscribimos responde en parte a la producción literaria. Es decir, uno de los aspectos que ayuda a que los habitantes de una nación construyan la imagen de esa nación a la que se 39

sienten conectados es la expresión artística, la cual incluye la literatura. Todo ello justifica el presente estudio y la necesidad de analizar la narrativa contemporánea venezolana con el objeto de observar e identificar cómo se ha forjado la evolutiva identidad nacional de Venezuela tras la llegada de grupos inmigrantes durante la segunda mitad del siglo XX. Una vez que hemos detallado los puntos relevantes de los conceptos teóricos en los que se basa la discusión de la identidad nacional en este primer capítulo, nos disponemos a efectuar una conexión con la narrativa venezolana contemporánea con el fin de apoyar los supuestos postulados.

La identidad nacional venezolana y la inmigración en la literatura contemporánea François Delprat, intelectual francés dedicado a estudiar la cultura venezolana, apunta que “sólo después de proclamarse una nación independiente en Hispanoamérica es cuando surge una expresión identitaria nacional en los principales géneros literarios, siendo la poesía una de las formas que inmediatamente constituye la celebración artística de la nueva conciencia patriótica” (107). Uno de estos poetas sobresalientes es Andrés Bello, quien además se conoce, entre otras cosas, por tratar de reformular la opinión que se tenía frente al lenguaje, siempre en contraposición con la forma española instaurada durante la época colonial. Bello se preocupó mucho por diferenciar el habla de Hispanoamérica tratando de resaltar el patrimonio lingüístico propio de la región, tanto así que publica la Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos. Después de Bello, se podría mencionar a algunos autores de finales del siglo XIX y principios del XX, como por ejemplo Rufino Blanco Fombona. En este autor y otros más hubo un factor común que sobresalía, este era la necesidad de diferenciar a Venezuela -así como a los demás países de Hispanoamérica- de España y Europa. Venezuela, al no poder insertarse en la tradición imperial que caracterizó a México y Perú por la ubicación de las grandes civilizaciones precolombinas, debía buscar otro elemento diferenciador que no fuera opacado por la falta de ruinas y demás artefactos transmisores de un concepto de supremacía imperial y civilizadora como ocurre con Tenotchitlán y Machu Picchu. Por ello se puede observar que la visión de los intelectuales se volca hacia las reservas naturales que posee Venezuela. De allí que escuchemos ecos de la llamada novela naturalista.

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Desde el siglo XIX se intenta establecer el naturalismo como herramienta para la instauración de una identidad nacional. Como lo afirma Delprat, En todos los países hispanoamericanos, la corriente naturalista, con su afán sociológico y sus pretensiones científicas de diagnóstico de las taras físicas y morales de la sociedad o de los individuos, enriquece el determinismo con la conciencia del peso peculiar que puede tener un medio natural grandioso y poco transformado por las acciones humanas como son los Llanos o la selva que cubren la mayor parte de la nación [venezolana]. (117-118) No obstante, en los últimos años del siglo XIX esta tendencia se matiza, se especula, un tanto por la circunstancias del cambio de siglo que, como se ha estudiado extensivamente, dieron lugar a la fase modernista en la literatura latinoamericana. Hay que destacar que la propensión hacia el naturalismo se matiza, mas no se elimina; por el contrario, se combina con la búsqueda de sí mismo que caracterizó al autor y sujeto modernos dentro del caos de cambio de siglo. De acuerdo con esta inferencia opina Delprat que “la expresión de lo propiamente venezolano sigue entonces la pauta clásica del conócete a ti mismo, pero ya bajo la influencia muy de fines del XIX, del realismo naturalista para el cual es en el pueblo rústico y en la naturaleza no transformada donde obra la verdadera esencia del ser humano” (26). Más allá de la esencia del ser humano como tal, vislumbramos en esta investigación, la figura del ser humano venezolano. De allí que se produzca un modelo a seguir caracterizado por el hombre recio que se regocija en el campo, en los Llanos venezolanos, pero que al mismo tiempo impone su presencia y se posiciona en el terreno. Más aún, el concepto del venezolano se extiende incluso hasta el dominio de la naturaleza, aquella que aunque vasta y poderosa tiene que sucumbir ante el tenaz humano. Internacionalmente, dichos rasgos comienzan a hacerse notar tras la publicación de la novela que introduciría a Venezuela dentro de la discusión literaria continental: Doña Bárbara (1929). Rómulo Gallegos se convierte de este modo en el portavoz de la delineación conceptual que particulariza a Venezuela. En este texto -que vale la pena recalcar ha sido la única obra de ficción venezolana realmente aclamada y estudiada internacionalmente- la figura del llanero se sublimiza, se vuelve lo más importante dentro de la idiosincrasia venezolana planteada en la novela, aquella de la primera mitad del siglo XX en la que lo autóctono debía ser venerado y convertirse en el símbolo de la propia identidad nacional. Vale la pena destacar en este sentido 41

que la figura del llano, el llanero, la copla, el joropo y el ganado forman la simbología que identifica a Venezuela como nación y que llenan de orgullo a sus habitantes -aunque eso no quiere decir que se consideren llaneros-. Incluso, el mayor exponente de la música venezolana como suele llamarse al joropo- Simón Díaz, posee en su haber de composiciones una pieza llamada “Mi querencia” que comienza, casualmente o no, con una copla que se encuentra en Doña Bárbara, aquella que los peones entonaban al momento del ordeño: Lucerito e la mañana préstame tu claridad para alumbrarle los pasos a mi amante que se va. (Gallegos 182) Doña Bárbara se ha convertido en un símbolo de lo que significa ser venezolano y por ende de la identidad nacional. Es un texto indudablemente poblado de rasgos explícitos e identificables, como se pudo observar en el párrafo anterior. No obstante, sería erróneo asegurar que sólo de esa manera se puede establecer la definición de la identidad nacional venezolana. Es posible asimismo encontrar otro tipo de textos, pertenecientes a diferentes corrientes y épocas, que atinen o aporten elementos sobre la forja de la identidad venezolana durante el siglo XX. Más aun, podría aseverarse que el hecho de identificar la existencia de dichos textos se convierte en una variable en relación al estudio de la significancia de la evolución de la identidad nacional venezolana. En este sentido la opinión de Delprat en cuanto a la manifestación de la identidad nacional en la literatura es de relevancia. Este pensador enuncia que En una novela, los rasgos identitarios pueden ser explícitos e implícitos. Por una parte se enuncia la temática de la identidad nacional o regional, sea directamente en voz auctorial, sea indirectamente a través de la composición del protagonista, en páginas introspectivas, o en hábiles diálogos que permitan multiplicar los enfoques temáticos y variar las posturas intelectuales o ideológicas. (111) Y además se pregunta “¿Acaso es necesario que la acción de una novela transcurra en una localidad determinada, con colorido y expresión tipificada, para pretender plasmar la identidad nacional? (120). La respuesta que procuramos en este análisis es negativa. Hay una cantidad considerable de variables que actúan y fluctúan para la definición de una identidad nacional. Siendo estas variables a veces explícitas y a veces implícitas, se conjugan e irrumpen en un 42

proceso de asociación, fusión e incorporación que a su vez caracteriza la esencia de la identidad nacional como tal. Por consiguiente también es de esperar que en una obra literaria se pueda identificar dicha identidad no solamente en la descripción del paisaje de una determinada región o de su comida típica, sino también a través de los diálogos de los personajes, la interacción entre ellos y demás datos. Retomando las ideas de Montero, recordamos que la autora considera que los “extranacionales” o inmigrantes forman parte del proceso de construcción de la identidad nacional. Esto responde a la interacción que tiene lugar entre los grupos migratorios y el ciudadano criollo. En este estudio y acerca del caso de Venezuela, consideramos a los inmigrantes como una de las variables que participan en la forja de la identidad nacional, produciéndose una especie de amalgama por las dinámicas siempre activas que predominan al encontrarse dos o más culturas en un territorio. Asimismo se afirma que si bien la literatura se convierte en un espejo de la realidad de una nación y por ende en un muestrario de los rasgos que prevalecen dentro de una identidad nacional, observamos que en la literatura venezolana se puede identificar, explícita e implícitamente, la participación de la figura del inmigrante en la forja de la identidad nacional, discutiendo en este caso de estudio la presencia de los españoles, italianos, portugueses y colombianos en la producción narrativa de Venezuela a partir de los años 60. El inicio de la construcción de un cuerpo analítico sobre la narrativa venezolana contemporánea no puede ocurrir sin antes puntualizar cuáles son los datos o detalles a los que se prestará atención durante su lectura. Per se, el argumento12 de las novelas y cuentos seleccionados no constituye uno de estos detalles. Más aún, se han escogido obras literarias que responden a diferentes tendencias en cuanto a estilo y que pertenecen a diferentes épocas desde los años 60. Esto con la presunción de establecer un puente analítico e identificar la tendencia que se ha venido produciendo dentro de la literatura frente a la figura del inmigrante en Venezuela, sin importar categorizaciones o subgéneros dentro de la narrativa. No obstante, en primer lugar hay que acotar que el rasgo sincrético primordial que resalta en todas las obras es la simple presencia de personajes inmigrantes, destacándose entre ellos aquellos españoles,

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Se pueden encontrar resúmenes de todas las obras como anexos después de las

conclusiones de esta investigación. 43

italianos, portugueses y colombianos. En otras palabras, el hecho de que escritores de diferentes épocas, autores de textos con temas completamente diversos, incluyan dentro del argumento más de un personaje inmigrante, se convierte en sí en un factor denominador del entorno: los inmigrantes son parte de la realidad venezolana. A partir de los años 60, no es difícil encontrar entre las páginas de la narrativa venezolana personajes inmigrantes tanto protagónicos como secundarios y circunstanciales. Por eso podemos presentar la siguiente relación de las obras a analizar y sus personajes inmigrantes: 1) Oficina No 1 (1961), Miguel Otero Silva: a. Personajes protagónicos, secundarios y circunstanciales: en las tres categorías encontramos estadounidenses, italianos, españoles, chinos, turcos, entre otros. 2) Día de ceniza (1963), Salvador Garmendia: a. Personajes secundarios: el Turco Bríñez; Filippo, un comerciante italiano. b. Personajes circunstanciales: Perucho, un español; un haitiano, una puertorriqueña y otros isleños; un judío; una libanesa dueña de una pensión; un grupo de músicos italianos; un alemán; un colombiano que vende retratos. 3) País portátil (1968), Adriano González León: a. Personajes secundarios: Gabriel Jaramillo, un sastre colombiano; un italiano. b. Personajes circunstanciales: el portugués del abasto; otro portugués, de las frutas; una gallega; otro portugués; un gallego, empleado de una cafetería; otra italiana, una vecina; una suiza. 4) Si muero en la carretera no me pongan flores (1981), César Chirinos: a. Personajes circunstanciales: un turco, vendedor de variedades; un grupo de italianos. 5) Dragi Sol (1989), Slavko Zupcic: a. Personajes protagónicos: un yugoslavo, llegó a Venezuela después de la Segunda Guerra Mundial; el narrador, hijo del yugoslavo, nacido y criado en Venezuela. b. Personajes secundarios: Mary Monazin, hija de europeos. c. Personajes circunstanciales: varios inmigrantes europeos de diferentes nacionalidades, todos movidos por la Segunda Guerra Mundial. 6) Naturalezas menores (1991), Antonio López Ortega: a. Personajes protagónicos: un venezolano hijo de canarios; Saavedra, un profesor y sacerdote español. 44

b. Personajes circunstanciales: un colombiano; Mayte, una española; un holandés. 7) Josefina se arrechó y otros cuentos de amor, revolución y esperanza (2006), Mario Silva García: a. Personajes protagónicos: Pepita, una vecina española; una catalana nacionalizada en Venezuela; un venezolano hijo de gallego; Donato Mezzerone, un ejecutivo de un canal de televisión. b. Personajes secundarios: Pepe, esposo de Pepita; Paquita, una vecina española; María, una vecina de origen portugués; un niño español. c. Personajes circunstanciales: un portugués, asaltante a sueldo; un canario. 8) Piedras lunares (2008), Fedosy Santaella: a. Personajes protagónicos: Antonio Tasso, nacido en Venezuela, hijo de italianos, mafioso; Matías Renfield, un europeo, compañero de mafia de Antonio Tasso; William, un sicario colombiano; b. Personajes circunstanciales: un portugués dueño de un restaurante. Como se ha apuntado en este trabajo, la literatura es una herramienta a través de la cual es posible identificar los rasgos sincréticos que resaltan a partir del encuentro de dos o más culturas. Por ello se sostiene que con solo poder identificar la presencia de personajes inmigrantes dentro de la narrativa se está respondiendo a la pregunta de que si dichos inmigrantes forman parte o no de la realidad venezolana y por ende de la identidad nacional. La respuesta a esta pregunta es indudablemente positiva. El hecho de que personajes inmigrantes circunstanciales abunden en la narrativa contemporánea responde a la realidad de que esos inmigrantes están allí, compartiendo la vida y el territorio con los criollos venezolanos. Es decir, a pesar de que los protagonistas de las historias sean criollos, parece ser imposible negar la existencia de los inmigrantes, parece imposible vivir en Venezuela y ser venezolano sin tener contacto con los inmigrantes de una u otra manera. Asimismo, el hecho de que se encuentren personajes protagónicos y secundarios en la narrativa, certifica que estos inmigrantes ocupan del mismo modo puestos protagónicos en la realidad venezolana dentro de diferentes ámbitos socioeconómicos, como por ejemplo, la educación, los negocios y el intercambio comercial, el mercado artesanal, el comercio informal, las telecomunicaciones, la religión y hasta el crimen; así como las relaciones entre vecinos, amigos -niños, adolescentes y adultos-, y parejas. 45

Ahora bien, además de la sola presencia de los personajes en las historias, existen otros aspectos que ayudan a definir la identidad nacional amalgamada que predomina en la nación venezolana. En los próximos capítulos de esta investigación se discuten las peculiaridades predominantes por separado con el fin de analizar a fondo las obras literarias. Específicamente en el capítulo 2 se estudia la ubicación socioeconómica de los inmigrantes, en el capítulo 3 la producción lingüística como consecuencia del intercambio cultural y en el capítulo 4 la identificación personal del criollo venezolano frente al Otro inmigrante. Todo esto se analiza con las obras literarias como base y materia de estudio.

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CAPÍTULO DOS DIME EN QUÉ TRABAJAS Y TE DIRÉ QUIÉN ERES: UBICACIÓN SOCIOECONÓMICA DEL INMIGRANTE Es lógico que una vez que un inmigrante llegue al país de acogida trate de establecerse dentro de algún tipo de sector económico para asegurar su manutención y la de su familia -si es que le acompaña- y de ese modo poder comenzar una vida. Su ubicación dentro de los escalafones sociales puede estar directamente relacionada con las habilidades y/o educación que el inmigrante posea, así como la disponibilidad que ofrezca el país receptor en cuanto al mercado laboral. No obstante, hay diversos factores que participan en la colocación geográfica y el establecimiento socioeconómico de los inmigrantes y otros más que influyen en la capacidad que tengan estas personas de ser exitosos en la tierra de recepción. Por ello se debe prestar atención a las variables que entran en juego para así poder comprender un poco más la realidad tanto de los inmigrantes como de los criollos con quienes dialogan, conviven y trabajan. La colocación social y económica que el inmigrante haya logrado dentro de la sociedad del país receptor va a influir a otros tipos de fenómenos como por ejemplo la percepción que de este tenga el criollo venezolano según su desempeño laboral. Es por ello que este capítulo explorará el tema. Si prescindimos brevemente de datos estadísticos y nos enfocamos en experiencias personales, se puede identificar los tipos de oficios y las áreas económicas en las que los inmigrantes se han ubicado. Si pensamos en los italianos, los asociamos con el campo de los grandes negocios, de los proyectos industriales, empresariales y de alta escala. En cuanto a los españoles los identificamos más que todo con las áreas humanísticas, sobre todo en las artes y la educación, esta última muy ligada a la religión. En el caso de los portugueses, viene en mente en primer lugar el área de los negocios, como también ocurre con los italianos. Sin embargo estaríamos hablando del comercio de víveres e insumos. Finalmente en el caso de los colombianos, podemos relacionarlos con cualquier ámbito económico, sin embargo, predomina su presencia en el comercio informal -es decir la buhonería-, el servicio doméstico y el trabajo agrícola.

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Más allá de presentar una relación del establecimiento socioeconómico del inmigrante, este capítulo precisa cómo los escritores contemporáneos perciben a los grupos de inmigrantes de acuerdo con el sitio que estos ocupen dentro de los estratos socioeconómicos de la nación. A lo largo de esta sección y a través de una lectura cuidadosa de los textos narrativos, el objetivo será discutir y reflexionar sobre la posible amenaza o beneficio que los inmigrantes puedan significar ante el estado social y económico del criollo, el trato que se dé entre inmigrantes y criollos, la diferencia que pueda ocurrir en el trato hacia los inmigrantes por su nivel socioeconómico, entre otros. A pesar de que, como quedó establecido en el primer capítulo de esta investigación, se considera que los inmigrantes participan en la evolutiva definición de la identidad nacional de Venezuela, no es posible asegurar que el cien por ciento de los criollos venezolanos los perciba de manera positiva. Más aun, sería idóneo razonar y suponer que exista un espectro de percepciones con una escala que varíe entre valores positivos y negativos y que se divida según el origen de los inmigrantes y el estrato socioeconómico al que pertenezcan. No obstante, lo que sí se sostiene en este estudio es la idea de que así el criollo venezolano pueda rechazar a cierto grupo de inmigrantes por razones específicas e identificables e incluso pueda identificarse las diferencias que pueda establecer frente al Otro inmigrante, siempre -conscientemente o noexistirá la tendencia a vivir dentro de la amalgama que supone la presencia de los inmigrantes en el país. Es decir, el criollo venezolano puede resistirse frente a aquel sujeto que considere diferente pero a la misma vez acepta la presencia de ese inmigrante -muchas veces sin darse cuenta- en su vida diaria y cotidiana, siendo el inmigrante por ejemplo, su jefe, su empleado doméstico, el maestro de religión de sus hijos, el dueño del abasto donde compra los víveres a diario, la figura por la cual se ha nombrado la calle donde se encuentra localizada su casa, la nueva Miss Venezuela a la cual admira por su belleza, el vecino que lo saluda todas las mañanas o el que lo lleva al club para que pase un día de piscina. Con el objetivo de llevar a cabo un análisis literario profundo que se derive en una discusión trascendente, es necesario primero presentar una relación con datos históricos del siglo XX sobre la ubicación de los inmigrantes en los diferentes estratos socioeconómicos de la nación venezolana. Para esto se tomará en cuenta aspectos geográficos, dinámicas políticas, circunstancias en los países de origen, disponibilidad del mercado laboral, y otros factores que ha

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contribuido al asentamiento de los diferentes grupos migratorios en los diversos escalafones de la sociedad.

Consideraciones sobre la ubicación socioeconómica de los grupos migratorios “La inmigración europea en Venezuela fungió como enclave social y económico” (Hurtado Salazar 234). Así lo apunta Samuel Hurtado Salazar en su estudio sobre el aprendizaje social venezolano a partir de la inmigración. Según el diccionario de la Real Academia Española, la palabra enclave puede significar un “territorio incluido en otro de mayor extensión con características diferentes: políticas, administrativas, geográficas, etc.” o un “grupo humano inserto en otro de características distintas” (RAE). Hurtado Salazar sin embargo habla de un enclave social y económico, lo cual implicaría la puesta en práctica de patrones y modelos socioeconómicos foráneos dentro del sistema ya establecido en Venezuela. Hay que tomar en cuenta que si existe la opción de deliberadamente aplicar un sistema europeo dentro del criollo, también concurre la alternativa de un intercambio socioeconómico que se pueda dar, si se quiere, espontáneamente al llegar los inmigrantes a Venezuela con miras a definir un oficio que los sustente. Dentro de la idea de la amalgama que se ha venido manejando en este trabajo, se considera entonces que más allá de un enclave, en el que se superponga un sistema socioeconómico sobre otro, se da un proceso de convivencia y de cierta fusión al entrar en juego por ejemplo las regulaciones del sistema económico venezolano y del gobierno de turno, la idiosincrasia del país, las costumbres de los ciudadanos, la disponibilidad de los mercados laborales en el momento de la entrada de los inmigrantes, entre otros. Lo que sí es de resaltar es la indudable presencia de los inmigrantes en todos los ámbitos económicos y los estratos sociales. Chi Yi Chen, especialista en el impacto económico de la inmigración en Venezuela presentó en su ponencia durante el congreso de 2004 “Las inmigraciones a Venezuela en el siglo XX: aportes para su estudio” la siguiente hipótesis: “Los inmigrantes han contribuido positivamente al crecimiento del bienestar socio económico del país. Sin ellos este hubiera sido más lento y quizás menos” (271). Chen basa su hipótesis en el hecho de que los inmigrantes prefirieron las áreas de las industrias manufactureras y de construcción, se encargaron de grandes obras en Caracas como sistemas de riegos, autopistas, centros urbanos, etc. y se concentraron en ocupaciones importantes, tanto así que “En el año 1961 el 50,2% de los gerentes, 49

administradores, directivos o afines [habían] nacido en el exterior” y “en 1981 el censo reveló que […] el 66,7% de los gerentes, administradores y afines eran inmigrantes de origen europeo” (272). Resulta ser que la mayoría de los inmigrantes europeos que llegaron a Venezuela se encontraban en el rango de edad dispuesta al trabajo o lo que se llama “inmigración laboral,” es decir, “unos con mucho dinamismo y otros con mucha iniciativa” (Chen 273). Al parecer se conjugaron ciertos factores para que se produjera una situación positiva tanto para los inmigrantes -al menos a lo largo de los años- como para la situación económica del país. Otros estudiosos coinciden con esta idea y con la opinión de Chen. Entre ellos vale la pena destacar a Eddo Polesel, quien es en sí un inmigrante en Venezuela y discute el término de “inmigración consistente.” Polesel tilda de consistente a la inmigración que estamos estudiando porque llegaron al país personas que crearon un fuerte impacto positivo pues, inmediatamente se incorporaron a las actividades más variadas, favorecidos por un ambiente de amplia y hasta afectuosa aceptación por parte de la población venezolana, que entendió las ventajas que le proporcionaba mano de obra calificada o adaptable a las actividades de la construcción en fuerte expansión; disponible también para apoyar el naciente proceso de industrialización y para atender a los servicios de las más variadas necesidades, desde los barberos, sastres, zapateros, cocineros, carpinteros, albañiles, mecánicos y profesionales, en general, que demandaba una economía en expansión; emigración que se canalizó, hacia Venezuela, por la aplicación de una adecuada política inmigratoria que los gobiernos, a partir de 1946, aplicaron inteligentemente aprovechando la favorable coyuntura que se generó, finalizada la segunda guerra mundial, en el país. (265) Nos encontramos de este modo con una confluencia de elementos que permitieron un auge en la industrialización del país, la economía y el espectro de oportunidades que se les presentaba a los inmigrantes en el campo de la industria y el comercio. A esto también se unieron las características de dichos inmigrantes. Estamos hablando de aproximadamente 550 mil inmigrantes que entraron a Venezuela entre 1946 y 1960, la mayoría procedentes de España, Italia y Portugal, y además de Colombia. Estos últimos atendían las necesidades agrícolas de las zonas fronterizas, como por ejemplo el Estado Zulia. En este sentido hay que tomar en cuenta el término “población económicamente activa” el cual se refiere a los habitantes de un país que 50

tienen la edad y disponibilidad para trabajar durante la jornada laboral completa. Es interesante que “para 1956 Venezuela tenía una población de aproximadamente 6.5 millones y cuantificando la población económicamente activa -la cual no superaba los 2.5 millones-, los 550 mil inmigrados constituyeron una fuerza de trabajo determinante que contribuyó a un fuerte crecimiento económico y a modificar la estructura de la sociedad” (Polesel 265). Es decir, los inmigrantes europeos y colombianos llegaron a Venezuela en un momento oportuno: tenían la edad y la capacidad de trabajar y había la necesidad de su labor en el país, en el tiempo en que este se delineaba como una nación en vías de ser moderna e industrializada. Por otro lado no se puede dejar de resaltar el detalle de que durante esta época entre la población apta para el trabajo, una de cada cuatro personas era un inmigrante. Como se mencionó anteriormente se conjugaron una serie de condiciones favorables puesto que Venezuela contaba con una moneda fuerte que posibilitaba el ahorro, aspecto de fundamental importancia tanto para el inmigrado como para la posibilidad de invertirlos, [lo cual] da la explicación del crecimiento económico logrado y las razones de los cambios que se generaron en la estructura de la economía y de la sociedad; fenómeno que se produjo con mayor contenido en las décadas de los 50 y 60 lo cual facilitó el despegue económico y la integración de los inmigrados al país. (Polesel 265) Asimismo, es importante advertir que la ubicación de los inmigrantes europeos, en este caso, también se dio a un alto nivel: “en 1989 el 33.5% de la población económicamente activa española era de categoría ‘patronos’; el 29,78% de la población económica activa portuguesa y, 49,13% de la población italiana pertenecían a la categoría ‘patronos’. Patronos son los empleadores que contratan obreros o empleados; son personas que tienen iniciativas, en otras palabras, que crean empleos productivos” (Chen 273). Al parecer, entonces, la hipótesis de Chi Yi Chen en cuanto al carácter positivo de la inmigración a Venezuela es cierta. Sin duda alguna las oleadas migratorias trajeron consigo un impulso económico que se tradujo en beneficio para el país. No obstante, en este aspecto se hace necesario darle una mirada más a fondo a cada uno de los grupos migratorios, puesto que ciertas particularidades van a repercutir en la manera como el criollo y la sociedad venezolana perciben la figura del inmigrante, dando como resultado la opción esperada, es decir, una percepción 51

positiva, pero también una visión negativa. Esto va a depender del estrato socioeconómico específico al que pertenezcan y el oficio que desempeñen los inmigrantes. Por este motivo nos disponemos a resaltar los rasgos característicos de cada grupo.

Particularidades socioeconómicas de los grupos migratorios Italianos “De todas las inmigraciones a Venezuela fue quizás la italiana la más fluida, la más indolora, la menos traumática, tanto de parte de los que entraron como de quienes los recibieron” (Vannini 77). Así opina Marisa Vannini de Gerulewicz, investigadora de la inmigración italiana a Venezuela y profesora universitaria. Esta autora, ya citada en el capítulo 1 de esta investigación, se atreve a hacer esta afirmación basada quizás en la notable ubicación de la comunidad italiana en el área de negocios, cuestión que no queda velada, sino que por el contrario, se hace distinguir a nivel nacional. Al respecto Vannini sustenta su idea comentando que: Considerando la calurosa acogida, la rápida instalación en todas partes de Venezuela, el buen ambiente que se creó o que ellos mismo[s] crearon a su alrededor, el progreso casi inmediato y en constante aumento de su oficio o de sus negocios, el aporte que dieron al país estimado por la gran mayoría positivo, se podría decir, y se ha dicho, que la italiana es, o fue la inmigración ideal. (77) Esta opinión podría considerarse subjetiva si tomamos en cuenta que la profesora Vannini es de origen italiano, por lo que es de suponer que presente una versión sesgada del asunto. No obstante, en este caso y a su favor la investigadora revela que a raíz de la inmigración italiana de la posguerra a Venezuela se produjo “una especie de estereotipo que se creó, repitió y divulgó a todo lo largo del siglo del cual nos ocupamos: el italiano, inmigrante ideal: confiable, calificado, laborioso. Y por supuesto, el venezolano, anfitrión convencido también ideal” (Vannini 78). Esta indicación denota de este modo que como ha de suponerse en cualquier desplazamiento migratorio, no todos los inmigrantes se desenvuelven en una ambiente libre de adversidades. Al mismo tiempo la comunidad italiana, como ya se apuntó, se destaca dentro del desarrollo económico del país a mitad del siglo XX por su labor en diversas áreas a pequeña, media y gran escala. Entre las diversas industrias en las que los italianos se han destacado resaltan las siguientes: de construcción, metal-mecánica, de plástico, de calzado, del mueble, de 52

cerámica, de sastrería, del cristal, textil, química, culinaria y alimenticia. Asimismo, se destaca de igual manera la fundación de cámaras y asociaciones, la gerencia de restaurantes y la importación de productos italianos como maquinaria, vehículos, mármol, granito, licores y vinos. (Vannini 80). Por último hay que destacar, que aunque no tanto como el grupo venido de España, los inmigrantes italianos también son famosos por su labor en el campo de la educación13, sobre todo a nivel de primaria y secundaria mediante la fundación y creación de colegios, muchos de estos bajo la dirección de congregaciones religiosas. Cabe mencionar que al unir algunos sectores de acción italiana se puede encontrar reflexiones como la de William Niño, experto en el aporte de los inmigrantes en la construcción de ciudades en Venezuela. Según Niño, “La ciudad esperanzada se construye a partir de la inmigración decretada entre los años cuarenta y cincuenta, con la inmigración de europeos y principalmente italianos, quienes contribuyen […] a la calidad constructiva de la Ciudad Universitaria de Caracas, y participan de todas las propuestas heroicas de grandes trozos de ciudad como el paseo de los Próceres, el Hotel Humboldt, el Hipódromo de la Rinconada, las Torres del Centro Simón Bolívar” (198). La presencia italiana por ende se enraíza en los cimientos de grandes edificios que se reconocen como íconos de la identidad de Venezuela. En este punto Niño advierte que la herencia que los italianos dejan en la arquitectura de las ciudades en Venezuela va más allá de la simple construcción. Según el autor “Más allá de la toponimia, que es el nombre del lugar, y lugar con nombre, se encuentra la ectoponimia, el vacío de los lugares sin nombre. La toponimia es la garantía de la inclusión, es la garantía de la no marginalidad, el topo análisis hace estudio del alma de la ciudad, de la psique” (Niño 201). Con esto quiere decir que el italiano constructor y arquitecto plasma su carácter en la misma ciudad al nombrar calles, avenidas, plazas, colegios, etc. Realmente, si se rememora y se pone en evidencia las experiencias personales es posible reconocer vocablos italianos alrededor de las

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Quiero mencionar que yo asistí a un colegio italiano durante mi época en la escuela

secundaria en la ciudad de Maracaibo. Su nombre es Colegio Unidad Educativa Antonio Rosmini y fue fundado, así como también es dirigido, por la congregación religiosa italiana de Antonio Rosmini. Mis estudios en ese colegio y mi experiencia al compartir el día a día con italianos y descendientes de italianos es una de las razones que me impulsaron a llevar a cabo esta investigación. 53

ciudades. En Caracas específicamente se puede identificar los siguientes nombres de edificaciones: Cabrini, Santa Gemma, Minerva, Roma, Gloria, Galeria, Santa Lucía, Dante, Feltre, Valvedere, Ítalo, Trieste, Ponte Corvo, Pasaje Arno, entre otros (Niño 202). En este sentido, Niño se hace conjeturas acerca de la influencia de esta inmigración sobre la identidad del lugar, la cual, en este estudio, se considera ligada a la identidad nacional. Niño apunta que estas edificaciones, sectores, calles y avenidas, nombradas en honor de alguna personalidad o emblema italianos, hace que se destaque “lo reconocible como extranjero y, a la vez, hecho profundamente caraqueño” (202). Es posible de esta manera contener los dos sentidos en un mismo concepto, lo extranjero y lo propio. Es factible de este modo también reconocer como propio y como cuestión emblemática de la nación venezolana lo construido por inmigrantes, bien sea italianos como este caso o de otro origen. Esta construcción no solamente se resume a aquella de tipo arquitectónica sino a la de tipo cultural, en donde se entremezclan los conceptos de nación, inmigrante, criollo, lo propio y lo ajeno. No obstante, Niño hace al lector reflexionar un poco más allá de la mera influencia de la inmigración para indagar qué ha movido al inmigrante, como el italiano, a dejar una huella en la memoria de la ciudad. Para esto, el autor presenta las siguientes interrogantes: “¿Puede un grupo social enraizarse ex-novo, si carece de antecesores que lo anclen al pasado? ¿No son acaso estos paredones monumentales de construcción la expresión más concreta de la empresa gigantesca de cultura que representó la inmigración europea en la Venezuela del siglo XX?” (203). Parece ser entonces que -consciente o inconscientemente- los italianos en el país se preocuparon en dejar una huella tangible, una huella que no solamente se resumiera en la que puede quedar en libros de historia o estudio sociológicos y estadísticos de los que muchos ciudadanos no se enterarán. Parece ser que la huella plasmada en lo que puede verse y tocarse en la ciudad por donde el habitante se desenvuelve día a día, poseía un impacto de mayor relevancia y alcance tanto para los criollos como para los italianos que en el futuro se convertirían en inmigrantes y compartirían el espacio urbano de Venezuela. Esta tendencia a nombrar las edificaciones y demás signos urbanos le brinda al nuevo inmigrante una dosis de relajación a la entrada en el país receptor. Es decir, encontrarse con símbolos conocidos y darse cuenta que son los nombres usados para llamar construcciones en las ciudades venezolanas, puede provocar en los inmigrantes cierta sensación de tranquilidad y la percepción de que serán acogidos calurosamente, o al menos, de que sí tienen un lugar dentro de la sociedad que los recibe. 54

Españoles La imagen que se tiene de los españoles, producto de un contacto cotidiano en las áreas metropolitanas de Venezuela, está ligada a la educación. Rememoramos los maestros españoles y sacerdotes que emprendieron la labor educacional en escuelas, liceos y colegios en Venezuela. Asimismo no olvidamos la presencia de profesores españoles a nivel universitario. Aunque esto pueda parecer una referencia sin base o una que responde solamente a una experiencia aislada o localizada en un área específica del país, es necesario enfatizar que esta imagen no es falsa. Se ha venido estudiando el fenómeno de las inmigraciones en Venezuela y el impacto en los diferentes ámbitos de la sociedad que ha tenido durante el siglo XX. Estos estudios se han dado en varios campos humanísticos como la sociología, antropología, historia, etc. En el caso de los españoles, por ejemplo, nos encontramos con varios intelectuales que han dedicado su investigación a la presencia de estos inmigrantes en Venezuela. Entre ellos destacan Salomó Sureda y Juan José Martín Frechilla quienes precisamente apoyan la premisa del párrafo anterior pues su obra se titula La labor educativa de los exiliados españoles en Venezuela (2002). Los autores hacen un estudio específico de la obra de los españoles que llegaron a Venezuela a raíz de las guerras en Europa y en cuanto a la educación, acerca de cómo estos inmigrantes se situaron en esta área laboral, las doctrinas pedagógicas que siguieron al establecerse en el país, los institutos educativos que fundaron y formaron, las facultades de educación superior que fundaron en la Universidad Central de Venezuela, entre otros. Al comenzar la discusión de este texto y su relevancia debemos puntualizar una de las afirmaciones que hace en relación a que Venezuela “después de México, es el país que acogió al mayor número de profesionales de la educación españoles exiliados14 en tierras americanas” (Marquès Sureda y Martín Frechilla 17). Esta inmigración estuvo formada en su mayoría por españoles provenientes de las Islas Canarias y de Galicia, puesto que como se mencionó en el marco histórico de esta investigación, los vascos eran vistos como una posible amenaza al bienestar social de Venezuela. No obstante, antes de que terminara la Guerra Civil española, se

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Los autores se refieren a este grupo de españoles como “exiliados,” sin embargo en

este estudio, como se comentó en la introducción, se prefiere la palabra “inmigrante” pues se advierte un sentido de pertenencia entre el inmigrante y la tierra venezolana, y se considera el sentido de permanencia que ha regido su vida desde que llegó al país que lo acogió. 55

dio un acuerdo firmado en 1939 por el Gobierno de Euskadi exiliado en Francia y el gobierno venezolano. Aunque el acuerdo no duró mucho tiempo, fue un punto de partida para lo que sería después una larga relación entre los inmigrantes vascos y Venezuela. Ya para 1942 se habría fundado la sede del primer Centro Vasco en Caracas (Marquès Sureda y Martín Frechilla 39). La acción migratoria de los españoles en Venezuela fue bastante rápida. Es decir, los números crecieron en pocos años. “La inmigración [española] económica en Venezuela, que en 1946 representaba 6,7% del total de la emigración española a América Latina, subirá a 15,08% en 1950, hasta un máximo, en 1957, de 52,5%” (Marquès Sureda y Martín Frechilla 33). Esta es una de las razones que hace imperativo incluir a los españoles en este estudio. Ahora, su presencia en el campo educativo también responde a bases de carácter histórico. Resultó que la población española migrante en Venezuela se dividió en relación a su lugar de origen y al estrato socioeconómico en el que se ubicaron. Hubo un contingente de inmigrantes españoles profesionales que se distinguían por ser escritores, periodistas, médicos, empresarios y educadores y por otro lado hubo otro grupo, provenientes de las Canarias y de Galicia, que se ubicaron en rubros como la agricultura, los servicios y la construcción (Marquès Sureda y Martín Frechilla 33). María Ramírez Ribes comenta en este punto que En general los gallegos que llegaron provenían del campo. No tenían mayores conocimientos profesionales y se emplearon en cualquier tipo de trabajo, a veces poco remunerado y sin horarios. Fueron peones en la construcción, jardineros, conserjes, plomeros, electricistas y servicios domésticos pero su honestidad, dedicación al trabajo y amor al ahorro les hizo progresar; hoy gozan de una cómoda situación económica y forman parte de la clase media venezolana. (65) Es por ello que sería un tanto difícil encontrar un alto número de inmigrantes gallegos involucrados en el campo de la academia. Más bien, se da una concentración de catalanes y vascos en el área de la educación en Venezuela. Este es un detalle que vale la pena destacar por la filosofía de enseñanza que se dispusieron a implementar en el país. Estamos hablando de profesores republicanos -en el sentido español del momento de la Guerra Civil- quienes consideraban que “para transformar la sociedad y para formar futuros ciudadanos, personas libres, críticas y con personalidad, las propuestas pedagógicas renovadoras de Montessori, Decroly, Freinet, etc., y la utilización de métodos activos con la participación directa de los propios alumnos eran útiles y necesarias” (Marquès Sureda y Martín Frechilla 68). 56

Es de interés notar que al momento de su llegada, los postulados renovadores que traían eran conocidos en Venezuela al haber sido difundidos por la Sociedad Venezolana de Maestros de Instrucción Pública (SVMIP) y la Revista Pedagógica. De este modo, tanto los educadores venezolanos como los docentes inmigrantes tenían las mismas preocupaciones en cuanto al desarrollo del sistema educativo de la nación venezolana: “revisión de programas de las diferentes asignaturas, nuevas metodologías para conseguir una enseñanza memorística y al sistema de exámenes, el papel del maestro en la nueva educación, etc.” (Marquès Sureda y Martín Frechilla 69). Los españoles en este sector pudieron acoplarse al sistema y a la sociedad venezolana sin mucho problema -obviando, claro, las dificultades que siempre ocurren cuando se trata de abrir un negocio y más si se trata de uno que implica el contacto directo con menores de edad-. En el momento que llegaron a Venezuela, los españoles acababan de pasar por el mismo tipo de situaciones por las que los venezolanos estaban atravesando, es decir, lograron identificarse con la realidad venezolana y por ello no les costó mucho trabajar. Algunos temas que ya los españoles tenían en mente cuando se encontraron con estos en Venezuela eran por ejemplo el descontento existente entre la Iglesia y el Estado por el manejo de la enseñanza -una laica vs. una católica-, la disyuntiva de incluir la religión como materia, la inclusión de confesiones religiosas, entre otros. Hay que destacar en este punto que en toda Latinoamérica, incluyendo Venezuela, resalta la presencia de congregaciones religiosas españolas, tanto femeninas como masculinas, que se han dedicado al campo de la enseñanza y a la dirección de escuelas y colegios. En cuanto a la fundación de colegios, los españoles se destacaron en la capital del país y en algunas otras ciudades grandes como Maracaibo. Asimismo, se ve la presencia de docentes españoles a nivel universitario, cuya acción sería más hacia un nivel de expansión de infraestructura, de investigación y curricular. Un ejemplo de esta labor lo constituye la fundación de la Facultad de Filosofía y Letras, y la reforma de la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Venezuela. Los educadores y profesionales españoles que se dedicaron a la docencia universitaria llegaron en un buen momento a Venezuela; en uno que les permitió desarrollarse, tener un trabajo, ganarse la vida y al mismo tiempo participar y colaborar en el avance socioeconómico de la nación. La acción de los inmigrantes españoles en Venezuela, sin embargo, no se reduce solamente al área docente. Hay otros rubros en los que destacan. Rafael Arráiz Lucca, acerca de 57

este tema, nos presenta un texto llamado España y Venezuela: 20 testimonios. El profesor e investigador llevó a cabo una serie de entrevistas a inmigrantes españoles que se han destacado a nivel nacional por su obra en algún rubro específico. El texto está dividido, no por lugar de procedencia, no por ubicación geográfica en Venezuela, ni por año de su llegada, sino por la profesión u oficio que los ha hecho partícipes del desarrollo del país. En sus propias palabras encontradas en el prólogo, Arráiz Lucca afirma que “El único criterio que guió la selección [de los entrevistados] fue la condición de aporte indudable al tejido sociocultural venezolano por parte del entrevistado” (XV). De este modo se encuentran protagonistas de diferentes áreas que de una manera u otra han construido una obra de importancia para la sociedad venezolana de mitad del siglo XX. Las veinte personas entrevistadas son precisamente la manera cómo Arráiz Lucca ha dividido el libro y a cada capítulo le ha dado un nombre que responde a la profesión u oficio del entrevistado. Así, los nombres de los capítulos son los siguientes: “El humanista,” “El dramaturgo,” “El empresario,” “El hombre TV,” “La escultora,” “El escritor,” “El politólogo,” “El rector,” “El jesuita,” “El músico,” “El periodista,” “La filóloga,” “El arquitecto,” “La investigadora,” “El psiquiatra,” “El comunicólogo,” La cantante,” “La pintora,” “El pintor” y “El hombre de teatro.” Se puede observar que todos los renglones que resalta la obra de Arráiz Lucca corresponden al campo de las humanidades. De este modo las conjeturas que se hicieron al principio de esta sección pueden poseer una base sólida: una gran cantidad de los inmigrantes españoles en Venezuela se han dedicado a las actividades humanísticas. Claro, hay que aclarar que esto responde a aquellos inmigrantes que no se ubicaron en las áreas de agricultura y construcción. Así pues observamos que los grandes aportes que los inmigrantes españoles han dado a Venezuela les ha garantizado una importancia tal como para que uno de los intelectuales más activos del país, como lo es Arráiz Lucca, dedique un libro para difundir sus biografías, todas relacionadas con la profesión u oficio que han desempeñado desde que llegaron al país receptor. Portugueses El caso de Portugal difiere un poco de los anteriores puesto que, si bien es un país europeo que comparte la realidad del continente tras la Segunda Guerra Mundial, posee a su vez un detalle que añade razones al desplazamiento de sus ciudadanos a otros territorios: la crisis económica. Durante la década de los 50, reinaba en Portugal una crisis económica que traía 58

consigo un alza en el desempleo y un poder adquisitivo bajo. El historiador Antonio de Abreu Xavier, en su libro Con Portugal en la maleta (2007), comenta que los portugueses del momento no veían otra salida más que dejar su país y buscar bienestar en otras tierras. De Abreu, basándose en una serie de entrevistas realizadas, acentúa que además de los problemas económicos, las limitaciones sociales que estos traían consigo añadían mayor presión hacia la posibilidad de dejar la tierra de origen. El historiador explica que En la mayoría de los emigrantes perdura un panorama negativo de Portugal referido en la vida de pobreza, mendicidad y hambre al nivel de subsistencia; la sociedad enferma y sin médicos pero con exceso de religión y curas; el progreso social estancado; el analfabetismo y atraso muy grandes; los celos regionales en la atribución e inversión en servicios públicos; la inquietud por el despoblamiento de ciertas regiones y la enorme partida de hombres que había dejado al país con un alto índice de mujeres solas. En este contexto, todo indicaba al portugués que lejos de Portugal había mejores expectativas de vida. (de Abreu 64-65) De allí que sea lógico especular que los portugueses que llegaron a Venezuela, o al menos su mayoría, no poseían carreras profesionales ni grandes capitales personales. Esto lo corrobora de Abreu al explicar que “El motivo del viaje a Venezuela delata el origen rural y la situación marginal de muchos emigrantes [portugueses]” (49). Nos encontramos entonces con un tipo de inmigración que responde a una realidad generalizada. Evidentemente es imposible hablar de la totalidad de los inmigrantes, pero, sí podemos afirmar que la mayoría de los llegados de Portugal se dispusieron a trabajar en oficios manuales y a pequeña escala, al menos al principio. Lo que resalta en este punto es que, basándonos en las propias experiencias y los estudios sociológicos e históricos es posible identificar los rubros a los que los portugueses se han dedicado, los cuales, por ejemplo, se diferencian de los campos de trabajo de los españoles. Esto resulta importante porque en esta investigación se estudia la presencia de los inmigrantes en la literatura y es esto mismo lo que vamos a encontrar entre las páginas de las obras narrativas a estudiar. Nos daremos cuenta, más adelante en el análisis literario, de que los personajes portugueses predominan en escenarios como bodegas y panaderías, y los españoles se ven en otros campos incluyendo la educación.

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En relación a la presencia dentro de la narrativa de los portugueses en el área del comercio de víveres, es necesario traer a colación el texto de Carlos de Sousa, quien ha estudiado el impacto de la inmigración portuguesa en Venezuela con respecto a la economía. Con el objeto de sentar las bases de las conclusiones que se lleguen en el análisis literario en relación a los inmigrantes portugueses, es necesario citar el texto escrito por de Sousa, pues se considera del todo relevante. Los portugueses “a pesar de tener varios oficios, lo hicieron [-llegaron a Venezuela-] en calidad de agricultores ya que de esa manera podían obtener visa con mayor facilidad acogiéndose al plan de Venezuela para traer agricultores que pusieran en marcha cultivos de nuevos productos conocidos en Europa, sirviendo como instructores a los campesinos venezolanos.” (90-91) Particularmente, este grupo de inmigrantes se dedicó a buscar trabajo en Caracas, Valencia y Maracaibo, y a poner en práctica su conocimiento en las áreas de carpintería, albañilería, sastrería y construcción. Otros se concentraron en el comercio, primero como ayudantes en pequeños expendios de víveres y posteriormente se asociaron con sus dueños y a la final terminaron comprándoles los pequeños negocios llamados bodegas, algunas de la cuales equiparon con nuevas instalaciones, ampliaron sus locales y los convirtieron posteriormente en supermercados y después en cadenas de los mismos, hoy en día muy conocidas y siempre en expansión. (de Sousa 91) En otros ramos destacan los portugueses dedicados a los centros de esparcimiento como discotecas y centros nocturnos, la confección de ropa a pequeña y gran escala, las grandes constructoras y las empresas destinadas a la importación e instalación de madera, mármol y granito. “De la misma manera los portugueses han sido dueños de ventas de repuestos para automóviles, carnicerías, zapaterías, ferreterías, mueblerías, distribuidores de cigarrillos, cervecerías, pescaderías, el 80% del total de las panaderías y el 60% de los abastos son o fueron de portugueses” (De Sousa 91). Es decir, lo que podría ser identificado como una conducta estereotípica hacia el grupo de inmigrantes portugueses, frente a su ubicación en el campo laboral en Venezuela, tiene una base sólida. La mayoría de los dueños de bodegas y panaderías -y más adelante supermercados- en Venezuela son de origen portugués por lo que en las obras literarias van a predominar personajes portugueses que se desempeñen, dentro de la historia de ficción, en un ambiente de este tipo. Lo 60

que se hará un poco más adelante en este capítulo es identificar cómo son vistos estos bodegueros y panaderos por los otros personajes de las obras literarias para establecer conexiones con el objetivo de esta investigación y determinar el sentido de pertenencia y aceptación que el criollo tenga hacia estos inmigrantes portugueses. Colombianos La inmigración colombiana en Venezuela tiene unas razones de desplazamiento diferentes a las de las oleadas europeas, como se explicó en el primer capítulo de esta investigación; razones que responden más que todo a la inestabilidad política en Colombia y además la perenne búsqueda de una calidad de vida mejor que reina en el ser humano. Por otro lado, hay que recordar que los períodos de oleajes migratorios también difieren. Los colombianos llegaron en masa antes y después de las grandes oleadas europeas. Durante los años 70, por ejemplo, recordemos que se registró una gran entrada de personas colombianas que generalmente hacían su desplazamiento de manera ilegal. Es por ello que de la misma forma, dentro de la literatura, los personajes colombianos se notan más durante los años 80, lo cual se observará seguidamente en el análisis literario. Habiendo dicho esto, debemos entonces tomar en cuenta ciertos datos estadísticos sobre la acción de la inmigración colombiana en el país, sobre todo en el aspecto socioeconómico. Gabriel Bidegain Greising y Anitza Freitez Landaeta han hecho una investigación pertinente al tema en cuestión. Su libro Los colombianos en Venezuela: Mito y realidad (1989) presenta un informe estadístico acerca de la inserción de los colombianos en el campo social y laboral venezolano, sobre todo durante la década de los 70 y su impacto sobre la década de los 80. Básicamente el objetivo de los autores era “conocer no solamente el volumen de colombianos y sus características socio-demográficas, sino particularmente su inserción laboral en el país, durante el primer quinquenio de la presente década [es decir, la década de los 80]” (Bidegain Greising y Freitez Landaeta 9-10). Con el objeto de comprender el impacto de los inmigrantes colombianos sobre la estructura socioeconómica del país y derivar de allí la posible percepción que se tenga de estos resulta importante considerar el término población económicamente activa. Este término se mencionó anteriormente en relación a la inmigración española y Bidegain Greising y Freitez Landaeta lo traen a la discusión nuevamente puesto que es esta población activa la que define la

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ubicación de toda la comunidad -que incluye los niños y las personas mayores- dentro de un estrato socioeconómico en particular. Por ello, tomemos en cuenta la siguiente información: En 1981 casi el 94% del total de la PEA [población económicamente activa] ocupada colombiana se concentraba en las ramas de servicios, manufactura, agricultura, comercio y construcción. Las diferencias en la estructura por ramas de actividad entre la PEA de cada sexo están dadas fundamentalmente por una mayor participación de los hombres en las actividades agrícolas (25,1%), manufactureras (25,3%), construcción (16,1%) y comercio (13,8%). Mientras que la PEA femenina se concentraba principalmente en las ramas de los servicios comunales y personales (56,6%), el comercio (19,2%) y la industria (15,8%). Entre los tipos de industrias que absorben el mayor volumen de fuerza de trabajo masculina colombiana se encuentran la textil, fabricación de maquinarias y equipos, maderera y de muebles, alimentos y sustancias químicas. Por su parte las mujeres se concentran primordialmente en la industria textil. (Bidegain Greising y Freitez Landaeta 50) Con estos datos nos detenemos a hacer una conexión con el aspecto educacional de los inmigrantes en cuestión. Según el estudio de Bidegain Greising y Freitez Landaeta, Al examinar la distribución de la PEA colombiana por grupos de ocupación según nivel educativo para 1981, se aprecia que el 95,7% de los trabajadores agrícolas son personas analfabetas15, sin nivel o con nivel primario. Poco más de dos tercios de los trabajadores de los servicios han alcanzado la primaria, igualmente se encuentran con dicho nivel el 56,5% de los operarios. Por su parte el 74,1% del personal administrativo tiene nivel medio, y el 45,3% de los profesionales y técnicos tiene nivel superior. (77)

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Se recalca que esta información responde a un estudio durante la década de los 80. En

la actualidad los planes sociales implementados por el gobierno del presidente Hugo Chávez han logrado disminuir en gran medida la tasa de analfabetismo en el país. En esta investigación se especula que de igual modo la tasa de analfabetismo de la comunidad inmigrante colombiana también ha de haber bajado, sin embargo, esto sería un tema para otro estudio. 62

Después de observar la información provista, hay ciertos detalles que llevan al planteamiento de cuestiones, los cuales incluyen una diferenciación entre los grupos migratorios estudiados. En primer lugar, después de la oleadas migratorias europeas que entraron a Venezuela durante los años 40 y 50, hay que recordar que las políticas de atracción migratoria llegaron a su fin. Es decir, los europeos -en su mayoría- tuvieron la posibilidad de entrar legalmente al país y de allí poder escalar dentro de los estratos socioeconómicos. Asimismo, y como se apuntó en el capítulo 1 de esta investigación, el nivel de nacionalización entre los inmigrantes europeos es considerablemente alto. En el caso de los colombianos, la cuestión es distinta. Ya para los años 70 las políticas de inmigración controladas no tenían efecto pero al mismo tiempo las necesidades de los colombianos eran más críticas. Su entrada ilegal al país los despojó de la posibilidad de una nacionalización casi automática y del acceso a la educación media y superior. Con la carencia de un estado legal y de una educación que garantice una participación en niveles económicos medios y altos, los inmigrantes colombianos se han visto localizados en un área de la sociedad y economía venezolana caracterizada por el trabajo manual, el comercio -sobre todo informal- y los empleos domésticos. En el área occidental de Venezuela, por ser un espacio fronterizo, se han concentrado grandes cantidades de inmigrantes colombianos indocumentados que han formado inclusive barrios en donde la camaradería los ayuda a establecerse y seguir adelante en el país receptor. Lo que se quiere enfatizar en esta sección es que debido a circunstancias sociales e históricas, cada grupo migratorio se ha ubicado mayormente en un área de la sociedad venezolana y que esta ubicación ha conllevado a la concepción de la imagen que el criollo venezolano tiene de ellos. La imagen de la que hablamos está plasmada en la narrativa de la segunda mitad del siglo XX y constituye el centro de análisis de las páginas que restan en este segundo capítulo.

Percepción del inmigrante europeo y colombiano dentro de la narrativa venezolana contemporánea según su estrato socioeconómico Ha de suponerse que el criollo venezolano, y por consiguiente la sociedad, perciben a la figura del inmigrante de una manera específica. Esta percepción se establece a partir de las relaciones que entre los diferentes grupos migratorios y los demás habitantes del país se dé. Al mismo tiempo es conveniente apuntar que dentro de la figura del inmigrante se encuentra un 63

espectro de factores que pueden propiciar una diferenciación en la percepción dependiendo de por ejemplo el lugar de origen del inmigrante, el nivel socioeconómico al momento de su llegada, el estrato socioeconómico que pudo alcanzar una vez establecido en el país, etc. Todo esto repercute a su vez en la forja de la identidad nacional del país puesto que esta se alimenta precisamente de la interacción de los habitantes del territorio, bien sean criollos, inmigrantes o descendientes de estos. Asimismo, la percepción de la que estamos hablando puede identificarse y así discutirse, como en el caso de esta investigación, porque llega a manifestarse de alguna forma dentro de la misma sociedad que la propicia. Una de estas formas es la literatura y es la herramienta que se utiliza en este contexto. Como ya se mencionó anteriormente, en la narrativa venezolana contemporánea abundan personajes inmigrantes tanto a nivel protagónico como a nivel secundario y circunstancial. A partir de los años 60 se nota un incremento en la presencia de los personajes europeos, específicamente españoles, italianos y portugueses, y después de los 70 se afirma un poco más la presencia de los colombianos. Con respecto al tema de los estratos socioeconómicos y los inmigrantes dentro de la literatura, hay que puntualizar una serie de elementos que se han identificado a través de las obras y por ellos constituyen un patrón o al menos una tendencia por parte de los autores. En primer lugar y de forma general, a los personajes inmigrantes circunstanciales siempre se les refiere con su lugar de origen; por ejemplo: “el gallego,” “la italiana,” “el portugués,” “el colombiano,” etc. Sus nombres no poseen importancia dentro de la trama de las obras literarias y estos son sustituidos por una denominación acorde a su lugar de procedencia. En segundo lugar, tanto en el caso de los personajes protagónicos como en el de los secundarios y circunstanciales se destaca su profesión u oficio y en general dicha ocupación es el riel sobre el que se mueve el personaje dentro de la trama y a través del cual se establece una relación entre este y los demás personajes. Esta tendencia se convierte así en una de las justificaciones de este capítulo. Tercero, las obras literarias se transforman en una especie de espejo o, diciéndolo de otro modo, practican una mímesis de la realidad venezolana en el caso de los inmigrantes y sus profesiones. Los datos sociológicos presentados en la primera parte de este capítulo se manifiestan casi con un cien por ciento de fidelidad. Es decir, los personajes inmigrantes están ubicados dentro de la sociedad como así fueron estableciéndose los grupos migratorios cuando se 64

trasladaron a Venezuela. Obviamente no sería adecuado hacer una generalización en cuanto a los grupos migratorios y unas ocupaciones específicas, pero, sí podemos identificar los renglones en los que más se ha destacado cada grupo. Es interesante de este modo observar que todos los personajes portugueses, por ejemplo, se encuentran relacionados o son dueños de un abasto, panadería o algún tipo de comercio de víveres; los personajes italianos están ubicados en algún tipo de negocio, incluso muchas veces no especificado, pero sí dibujado como uno que le proporciona al personaje una estabilidad económica. Al mismo tiempo estos negocios muchas veces les traen a los personajes italianos un malestar pues son víctimas del hampa o forman parte de algún tipo de mafia. En cuanto a los españoles, se destacan los dueños de cafeterías, los dueños o conserjes de pensiones y además los docentes, sobre todo de escuelas y liceos. Un detalle importante que se debe destacar es que los españoles también se destacan en las obras narrativas por ser vecinos de los protagonistas o de algún modo compartir su lugar de vivienda, por ejemplo al participar en actividades comunes como en la plaza del barrio, en la reunión de padres del colegio y otras situaciones por el estilo. Finalmente los personajes colombianos poseen la imagen menos positiva por parte de los demás personajes entre las novelas. En muchos casos son parte de alguna revuelta, tienen que ver con algún problema policial y/o de índole criminal o son sospechosos de algún hecho, no necesariamente criminal sino de tipo social, que perjudique a los demás personajes y/o a la sociedad en general. De esta forma, la mayoría de las veces los personajes colombianos se encuentran en un nivel socioeconómico bajo en el que resalta el comercio informal, el trabajo doméstico y además la delincuencia. Con estos detalles en mente podemos sostener que la tendencia de los autores estudiados en este trabajo es hacia la mímesis de la realidad venezolana, independientemente de las razones personales que puedan tener. Ahora bien, en cuanto a los demás personajes de las obras también se ha identificado una preferencia. Los que se relacionan con los personajes inmigrantes tienden a identificarlos por su ocupación, como se dijo; sin embargo, hay que recalcar que se da una relación más estrecha entre los personajes criollos y los italianos, por ejemplo, que entre los criollos y los portugueses. Estos últimos siempre están presentes pero nunca pasan al plano de amistad verdadera con los demás personajes. Son los que los proveen de un buen desayuno pero no son con los que se hace negocio -como los italianos- lo cual hace difícil la posibilidad de una cercanía mayor entre personajes.

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Por su parte, los españoles están a todo nivel; se encuentran, digamos, por todas partes por lo que en múltiples ocasiones se da una relación estrecha entre ellos y los demás personajes de la obra. El español de una obra narrativa puede personificarse en la gallega del quinto piso, que comparte el edificio con el protagonista y que solo intercambia con ella las horas al tiempo que comparte la vida diaria; y a la misma vez puede personificarse en el maestro de castellano de la escuela de los niños, a quien los padres le confían la educación y formación moral de sus herederos, y quien deja una huella en esos niños para el resto de sus vidas. Por otro lado, en el caso específico de los colombianos se da una inclinación hacia la distancia. Es decir, en las obras literarias estudiadas, no es común encontrar relaciones entabladas entre los personajes colombianos y los criollos a menos que el colombiano ocupe un lugar de clase media, lo cual es muy raro dentro de las obras. Los personajes colombianos están presentes pero no pasan al nivel de amistad que se puede dar entre criollos e italianos, por ejemplo. Todo esto, se cree, se deriva de la manera cómo las grandes oleadas colombianas entraron a Venezuela, y las pocas oportunidades que tuvieron, sobre todo durante los años 70, de naturalización, colocación laboral, entre otros. Si se toma en cuenta todo lo discutido hasta ahora, se podría concluir que los inmigrantes en general no han llegado a formar parte de la identidad nacional puesto que ocurre una diferenciación cuando estos establecen relaciones afectivas o laborales con los criollos. Además se podría basar la anterior premisa en la manera cómo los personajes criollos se refieren a los inmigrantes utilizando siempre su lugar de origen para denominarlos. No obstante, en esta investigación la mirada hacia los personajes de las obras literarias va un poco más allá y deduce un trasfondo que se inclina hacia la participación de los inmigrantes en la forja de la identidad nacional de Venezuela durante el siglo XX. Esa participación se manifiesta en las obras literarias en primer lugar, por el simple hecho de que en todas las obras los inmigrantes están presentes, de una forma u otra. A pesar de que se observa en algunas instancias un rechazo hacia los inmigrantes por parte de los personajes criollos, también se ve cómo estos inmigrantes son parte indiscutible de la realidad del criollo y de todos los habitantes del país. Por consiguiente la identidad nacional de Venezuela implica la presencia de los inmigrantes, es decir, sin ellos Venezuela no sería la misma Venezuela. Claro está, no se trata de imponer un juicio y declarar que Venezuela sería mejor o peor con la ausencia

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de los grupos migratorios en cuestión, sino de aceptar el hecho de que estos grupos oriundos de otros lados son parte de la realidad social y económica del país. Igualmente, el establecimiento dentro del sistema socioeconómico de Venezuela de los inmigrantes y la profesión u oficio que desempeñen repercutirá directamente en la contribución que hagan a la sociedad venezolana. De allí se desprende la noción de que si definir lo que es ser venezolano se quiere, hay que tomar en cuenta a los portugueses dueños de panaderías, a los españoles maestros y a los italianos hombres de negocios, por ejemplo. Negar la importancia y la presencia de los inmigrantes dentro de la sociedad venezolana y por ende dentro de la identidad nacional sería una decisión basada en el vacío. Hay sustancia detrás de este argumento, hay unas bases sobres las cuales edificar la respuesta, hay una certeza de que los inmigrantes existen y participan de la realidad del venezolano. Si recordamos a Benedict Anderson, cuya teoría de las comunidades imaginadas fue discutida en el capítulo 1, podemos aún más afianzar la idea antes descrita. Parafraseando de una forma simple, Anderson habla de unas comunidades imaginadas por el hecho de que es imposible conocer a todos y cada uno de los habitantes de una nación. Además es imposible conocer todos los límites territoriales o fronteras que delimitan lo que llamamos nación. Por ello construimos una comunidad imaginada, basada en la realidad que vivimos y con quienes interactuamos y edificada sobre expresiones de los propios individuos como por ejemplo la literatura. Por otra parte debemos traer a colación el concepto de sincretismo cultural evolutivo que fue discutido también en el capítulo 1 después de entrar en diálogo con Fernando Ainsa y Néstor García Canclini, entre otros. El sincretismo cultural evolutivo se alimenta de la conjunción de elementos culturales que cuando entran en contacto diferentes grupos culturales, como por ejemplo el venezolano y los grupos inmigrantes. Es un sincretismo evolutivo porque siguiendo la esencia de la identidad nacional amalgamada, en el caso de Venezuela, es un fenómeno que no se detiene y que persiste en cambios que a su vez denotan un continuo intercambio de aspectos culturales. Entonces, el hecho de que abunden personajes inmigrantes en las obras narrativas del siglo XX nos dice que este proceso sincrético y evolutivo ha tenido lugar en la realidad venezolana y se ha reflejado a través de la mímesis que han desarrollado los escritores de ese contexto que se traduce en la identidad nacional del venezolano, la cual resulta ser amalgamada.

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Con el objeto de visualizar las ideas discutidas nos disponemos a hacer uso de las herramientas que tenemos disponibles: las obras literarias. No obstante, por razones de espacio sería difícil analizar los ocho textos que son objeto de estudio en esta investigación. Por consiguiente, para discutir el aspecto de la ubicación del inmigrante europeo y colombiano en los estratos socioeconómicos del país y su relación con la forja de la identidad nacional de Venezuela, en este capítulo se tomarán como muestra tres obras: Día de ceniza (1963) de Salvador Garmendia, País portátil (1968) de Adriano González León y Piedras lunares (2008) de Fedosy Santaella.

Día de ceniza (1963), Salvador Garmendia Salvador Garmendia16 trae al campo de la literatura una novela en la que se representa la banalidad y mediocridad en la que puede caer el ser humano. El protagonista -Antúnez- ya no encuentra salida, nada lo motiva. La historia se desarrolla durante el carnaval en la ciudad de Caracas. Antúnez y sus amigos se van de fiesta pasando por diversos clubes, bares y prostíbulos. Antúnez y su esposa Leticia tienen algunos problemas matrimoniales que se resumen en una falta de contacto sexual. Como consecuencia -o razón- Antúnez mantiene relaciones extramaritales con Pastorita, una muchacha muy joven y Leticia lo sabe. Por otra parte, a lo largo de toda la historia se discuten temas de política, se manifiesta un malestar y un sentimiento de intolerancia, y se da a entender que Antúnez y algunos amigos tienen un plan. Sin embargo, al final de la historia Antúnez está en el hospital con un tiro en la cabeza y no se sabe si le disparó Leticia o él mismo. El episodio queda inconcluso a juicio del lector. Día de ceniza es una novela muy conocida y leída dentro de los círculos literarios en Venezuela. Es además identificada y estudiada por la técnica del autor, que juega con el lenguaje, con el tiempo presente y con las voces de los personajes, haciendo que el lector no

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Salvador Garmendia nació en Barquisimeto en 1928. Fue fundador del grupo Sardio y

de la revista homónima. Sus cuentos y novelas ofrecen una minuciosa y desapasionada descripción de la vida en la gran urbe (Los pequeños seres, 1959; Día de ceniza, 1963; Los pies de barro, 1973; La casa de campo, 1985; El capitán Kid, 1989; El cuento más viejo del mundo, 1998) (Biografías). 68

pueda permanecer pasivo. Monte Ávila Editores, una de las editoriales venezolanas más importantes, comenta acerca del autor que en esta obra aparece la mirada despiadada del novelista, que sin embargo nunca llega a la caricatura, sino que con una técnica narrativa vertiginosa y bifocal, al mismo tiempo que crea una atmósfera puramente externa y ‘realista’, sabe también registrar otros planos más alucinantes de la conciencia. Es por ello que abundan en esta novela pasajes de una crudeza tal que pueden chocar al lector desprevenido, pero que responden a una necesidad de la novela misma y por ello persuaden con todo su poder de perturbación. (Contraportada) En esa atmósfera realista y al mismo tiempo chocante y perturbadora es donde se desenvuelven los personajes inmigrantes. Estos personajes influyen sobre la exposición de la realidad social de Venezuela que hace Garmendia. En este sentido, resulta interesante y entusiástico notar que las primeras dos palabras de esta novela son “El isleño” (Garmendia 7). De entrada tenemos la presencia de inmigrantes en esta historia. Así, dentro de la trama se encuentran diversos personajes de origen foráneo como el isleño Tomás, el Turco Bríñez, un haitiano atezado, una puertorriqueña, Míster White, una argentina, Herr Günter, etc.; personajes que comparten el día a día con Antúnez, el protagonista y criollo venezolano de la novela. Dentro del espectro de personajes inmigrantes que pululan en Día de ceniza, enfoquémonos en los grupos inmigrantes que incumben a este estudio. Garmendia abre la historia con una escena en la que describe al dueño de un bar -siendo este el isleño mencionado en el párrafo anterior- e inmediatamente pasa a describir a un empleado que se encuentra, digamos, en segundo plano: “También hay otro hombre detrás del mostrador, recostado en la cava en actitud inmóvil: es un español viejo y larguirucho” (Garmendia 7). En las próximas páginas, este empleado se convierte en uno de los personajes secundarios más importantes puesto que tiene conversaciones casi a diario con el protagonista Antúnez y otros personajes cuando se dirigen a tomar un trago. Perucho, como se llama el español, se caracteriza físicamente por “Su contextura desgarbada, aunque dura y fibrosa; su tallado rústico de personaje antiguo y montañés, parecen recortados de un repujado” (Garmendia 12). Garmendia dibuja a Perucho, a pesar de la edad avanzada del personaje, como un hombre fuerte con alma y cuerpo de luchador, con experiencia de guerra y con un espíritu valiente. Esto se conecta directamente con la realidad de España de pocos años antes de la publicación de esta 69

novela: la Guerra Civil. Específicamente Perucho hace varias referencias a los años que pasó en España y el dolor de la guerra en algunos diálogos con otros personajes; por ejemplo: El español emitió una serie de rugidos cortos. -¡Hambre! ¡Hambre! Los ojitos acuosos se llenaron de brillo y asomaron ambos lagrimales semejantes a nudos de carne viva que estuvieran a punto de sangrar. -Yo sé lo que es pasar hambre de veras- gritó-. Comes unos gramos de pan día a día. ¿Qué digo pan? ¡Mierda! -y sus dedos parecieron barrer las migas en el mostrador. -Últimamente lo hacían de arroz, de centeno, ¡qué sé yo! Y de carne, ¡ni hablar! Antúnez rió entre dientes, mientras el español hablaba acaloradamente. (Garmendia 14) Se nota claramente que Perucho vivió la Guerra Civil en carne propia y llegó a Venezuela como inmigrante. Las huellas de la guerra siguen en su memoria, lo acompañan y se ponen al rojo vivo cuando por algún motivo en el bar se ponen a hablar de política, de calamidades, de injusticias. Perucho tiene la autoridad en este caso. Él vivió la guerra y sabe lo que es sufrir una depresión bélica. Los venezolanos no poseen dicha experiencia. Venezuela no participó en enfrentamientos bélicos de la magnitud de la Guerra Civil española durante el siglo XX; por ende los personajes no poseen la autoridad para poder hablar del caso. Perucho sí, y compara sus sentimientos y los dos países en los que ha vivido. “¿Me lo dices a mí? Si a veces provoca cerrar e irse a la mierda. Una tierra tan rica, un país como el vuestro…” (Garmendia 16), comenta Perucho refiriéndose al potencial y riquezas que posee Venezuela y que no sabe aprovechar. Ahora bien, a pesar de que se ha establecido que en cuestión de conocimiento y sufrimiento por vivencias de guerras Perucho posee una autoridad sobre los criollos venezolanos -tal vez por esta misma razón-, dichos personajes criollos por algunos momentos se expresan incrédulos o un tanto burlones en relación a la excitación de Perucho cuando habla sobre su pasada experiencia en España. Específicamente Antúnez, como se observó anteriormente se burla un poco de las conversaciones de Perucho, y no es la única vez que lo hace pues más adelante en la historia observamos lo siguiente: “¡Pero las cosas tienen que marchar! Y si lo que buscan es la anarquía, ¡ahí tienen el ejemplo de España!- Temblaba [Perucho]. La risa chillona de Antúnez parecía estremecerlo como un contacto eléctrico” (Garmendia 15). Se produce de esta manera un doble contexto: por un lado en ciertas ocasiones la experiencia ajena resulta incomprensible a tal punto que causa risa, pero al mismo tiempo se acepta al inmigrante español, se le acoge dentro del círculo de amigos a través de la convivencia en el sitio de trabajo. De este 70

modo, el lugar de trabajo se convierte en un enlace entre el grupo migratorio y el criollo. Se da una inclusión del inmigrante tanto en la propia trama como en la vida de los personajes. Es decir, a través de ubicación del inmigrante se establece la conexión con los demás personajes y se define quiénes son. Lo mismo ocurre con Filippo, un personaje italiano en la novela de Garmendia. Igualmente en este caso la ocupación del inmigrante define su posición en la trama de la obra y el desarrollo de la historia que se da a su alrededor. Filippo es otro personaje secundario de gran importancia en Día de ceniza. La primera instancia en la que se habla acerca de Filippo es la siguiente: “Ese italiano que te digo, está metido en un lío serio con su socio. Se llama Filippo… no sé qué. Claro que es un sinvergüenza melodramático, como dice Anzola, pero de aquí nos pueden quedar unos veinte mil bolívares” (Garmendia 23). Entendemos inmediatamente que Filippo es algún tipo de comerciante y que Antúnez, quien habla en la cita anterior, y sus amigos están intentando hacer algún tipo de negocio con él. Como se explicó en el pequeño resumen de esta obra al principio de esta sección, no se ve claramente qué traman los personajes, lo cual puede indicar que al fin y al cabo no es importante y queda a juicio del lector. Lo que sí es importante, sin embargo, es que se está fraguando algún tipo de negocio que mueve a los personajes a ir de un lugar a otro en el corto período de tiempo durante el cual se desarrolla la novela. Filippo interviene en la trama por su trabajo, por su ubicación dentro de la estructura socioeconómica de la sociedad en la que viven tanto él como los demás personajes. Parece ser que la paranoia de la inseguridad de la urbe y las posibles amenazas que se pueden recibir por ser dueño de un comercio, han tocado la cabeza de Filippo. Durante una de las noches de la historia, Antúnez al respecto asegura: “Me acostaré temprano. Al mediodía voy con Anzola a ver al italiano. Está loco: ahora resulta que se mudó a una habitación y dice que su ex-socio quiere matarlo. Melodrama” (Garmendia 112). Antúnez no toma en serio a Filippo, como en un momento tampoco toma en serio al español Perucho mientras cuenta sus experiencias de la guerra en España. De cierto modo Antúnez se comporta de igual manera frente a ambos inmigrantes. En una primera instancia no les da la importancia que merecen bien sea al reírse de lo que dicen o al tildarlos de locos; pero después se da cuenta que sí es real lo que expresan. Así encontramos la escena en donde se reúnen Antúnez y Filippo cuando por fin lo encuentra en su escondite con el objetivo de entablar un negocio con él. Durante el diálogo entre los dos y 71

después de que Antúnez le cuenta a Filippo que su ex socio abrió un negocio sin él, el italiano le responde: -¡Ah! ¿De modo que tiene un negocio, el canalla? ¡Ha puesto un negocio con mi plata, después de robarme, de burlarse de mí, mientras yo pierdo mi reputación, estoy embargado, arruinado, escondido como un delincuente! ¡Y ese es un paisano mío, doctor! ¡De mi mismo pueblo! ¡Le juro a usted que si no fuera por mi familia, lo mataría, aunque tuviera que morir en la cárcel! Por suerte para él culminó roncamente-, yo tengo religión, yo creo en Dios, ¡soy un hombre honrado! (Garmendia 119) Filippo asegura que es un hombre honrado y trabajador. Esto viene ligado al sentimiento que trajeron los inmigrantes europeos al llegar a Venezuela: una aspiración al trabajo decente que les garantizara una vida digna para ellos y su familia. Si este no es el caso de todos, sí es el caso de la imagen que se ha formado de ellos por parte de los criollos, los inmigrantes europeos vinieron a trabajar. Eso es lo que perfectamente se muestra en Día de ceniza, tanto en la personificación de Filippo como en la de Perucho. La honradez y la tenacidad es la que los caracteriza. No obstante, en el caso de Filippo, parece ser que la bondad también era uno de sus grandes atributos, la cual quizás estaba muy ligada a una debilidad personal. Esto se sostiene porque después de la conversación que tienen, Antúnez le da a entender a Filippo que no hay ningún peligro puesto que lo que quería su ex socio no era asesinarlo sino montar su propio negocio. Mas sin embargo, el final de Filippo es fatal. En el periódico se publica la siguiente noticia: ‘Utilizando sus propias sábanas a manera de cuerdas, el italiano Filippo Paturzo, comerciante con varios años de residencia en el país, puso fin a su vida, anoche, al colgarse del techo de su habitación…’ […] ‘Filippo Paturzo tenía varios años de residencia en el país dedicado a actividades comerciales. Últimamente vivía separado de su esposa y confrontaba, al parecer, graves dificultades económicas, acentuadas por la quiebra reciente de uno de sus negocios. Su trágica determinación…’ (Garmendia 175) La profesión de Filippo Partuzo le dio entrada al país receptor, le otorgó una vida cómoda y decente a él y a su familia y además dio pie a su salida de la trama de la novela y de su propia vida. Filippo llegó, vivió y murió dentro de su ocupación. La percepción que tienen los demás 72

personajes frente a la trágica noticia es de total sorpresa, en ningún momento se esperaban que esto pasara: “Pero no entiendo el motivo. Él era un hombre normal, un poco escandaloso como todos ellos, pero normal. Yo lo hacía ya en su casa con su mujer. / ¿Era casado? / Sí. Qué cosa más rara. ¡Pobre hombre! / Tal vez lo mataron./ No, se ahorcó, dicen” (Garmendia 174-75). Es decir, parece ser que Filippo no era un delincuente sino más bien un hombre de familia y demasiado honrado que no pudo contrarrestar la amenaza del medio comercial en el que se movía. Además de las figuras de Filippo y Perucho, en Día de ceniza, Garmendia introduce personajes circunstanciales de origen foráneo. Por ejemplo se identifican otros personajes secundarios de peso dentro de la trama como el Turco Bríñez, el isleño y el haitiano. Asimismo se pueden reconocer personajes circunstanciales que también son inmigrantes como por ejemplo Franquetti, Giovanni Mastrobono, una libanesa, etc. Entre estos personajes circunstanciales hay uno que es necesario resaltar: un colombiano. Encontramos la única mención de una persona proveniente de Colombia dentro de la novela cuando se da una conversación sobre la higiene personal entre Antúnez y sus amigos dentro de la pensión de doña Clotilde. A continuación los detalles gráficos del episodio: En efecto, al fondo del retrete hay una cagada increíble, dura y aterazada; un robusto banano pelado, intacto, cuya mitad inferior sobrenada enroscada en el agua, mientras la otra reposa en la pared de porcelana. Una breve pincelada ocre indica que ha venido resbalando poco a poco. Cada uno se asoma a mirar -¿No será el colombiano que vende retratos?- Luego, el autor del hallazgo resuelve realizar una demostración a la vista de todos: hala la cadena del Niágara y un torbellino se desprende siseando, gorgoteando, hasta que el remolino de espuma rabiosa amenaza desbordar la taza; pero de pronto se precipita succionando su propio vértice y desaparece por completo con un grito ahogado. (Garmendia 153) Es decir, alguien dejó la taza del baño de la pensión con materia fecal. Este baño está en el área del comedor por lo que es público. Es decir que con sólo dejarlo sucio ya se está ofendiendo a los demás inquilinos. Ahora bien, por su magnitud el incidente se convierte en la comidilla del momento y la algarabía consume el tiempo de esparcimiento de Antúnez y sus amigos. El autor describe detalladamente y con elocuencia esta escena y el único momento en que los personajes hablan para interrumpir la descripción es cuando uno pregunta si sería el 73

colombiano que dejó el baño en ese estado. La figura del colombiano por consiguiente nace aunada a un ambiente sucio y ofensivo. Al mismo tiempo, la única descripción que se hace de este colombiano sin nombre se refiere a su ocupación: “el colombiano que vende retratos.” Observamos entonces que ya para la fecha de publicación de Día de ceniza, ya empieza a establecerse una mirada negativa hacia el inmigrante colombiano, el cual además de ser relacionado con desagradables comportamientos también se identifica con un estrato socioeconómico bajo. Este detalle tal vez se traduce en una relación simbiótica pero a la vez desfavorable entre el lugar de origen del inmigrante, su ocupación y la percepción que se tenga de este. Entonces, colombiano es igual a clase baja, los cual es igual a imagen negativa. Esto se apoya al notar que el colombiano se menciona como una suposición entre las muchas que pueden darse entre los posibles autores del incidente del baño. ¿Por qué no suponen que haya sido un español?, ¿un italiano? o ¿un criollo? Existe, de este modo, una predisposición a pensar negativamente sobre la figura del colombiano y a identificarlo como autor de comportamientos negativos.

País portátil (1968), Adriano González León Adriano González León17 introduce al campo de la literatura a País portátil, obra que ganara el premio Biblioteca breve Seix Barral en 1968, el mismo premio que ganara Mario Vargas Llosa en 1962 con La ciudad y los perros y que lo distinguiera como iniciador del Boom latinoamericano. País portátil, debería ser reconocida internacionalmente como así lo son las

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Adriano González León nació en Valera en 1931. “Estudió en la Universidad Central

de Caracas, donde fue profesor de Literatura. Sus empleos diplomáticos lo llevaron a Buenos Aires, París y Madrid (España). En 1955 contribuyó a la formación del grupo Sardio, integrado por escritores y artistas plásticos, el cual a la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez, en 1958 y hasta 1961, editaría la revista homónima, señalada por su compromiso político revolucionario y la difusión de escritores de todo origen. También colaboró en Letra roja y El techo de la ballena. Se inició en la narrativa como cuentista: Las hogueras más altas (1959), Asfalto-Infierno (1963) y Hombre que daba sed (1967), describiendo ambientes urbanos y campesinos en un clima de sombrío dramatismo. En 1968 obtuvo el premio Biblioteca Breve (Barcelona) por su novela País portátil.” (epdlp) 74

obras de todos los autores del Boom, pues manifiesta, de forma individual, una genialidad limpia en la técnica que sobresale de todas las de su época. Dentro de los estudios literarios venezolanos, esta obra si se ha catalogado en el lugar que le corresponde. En la contraportada de la edición de Monte Ávila Editores (1996) se apunta: “País portátil mereció celebración internacional después de ganar en 1968 el Premio ‘Biblioteca Breve’ de Seix Barral, lo cual le dio a su autor un puesto indiscutible entre los autores del aún vigente boom latinoamericano” (Contraportada). Esta novela forma parte de la presente investigación no solamente por el nivel de calidad e innovación que presenta para su década, sino también por la atención que presta a la figura del inmigrante a lo largo de toda la historia. País portátil es una novela sobre la historia de una familia trujillana, los Barazarte, que por diversos motivos revolucionarios y políticos pierde sus tierras. Jugando con los tiempos presente y pasado, al final se explica que la Iglesia se hizo dueña de las tierras y dispuso de ellas. Epifanio Barazarte es uno de los personajes importantes del pasado remoto; después está Salvador del pasado próximo y por último Andrés del presente. En el presente, Andrés está en Caracas y se dedica a correr por toda la ciudad para tratar de finiquitar una misión que le ha sido encomendada y buscar un maletín con información muy importante. Esto ocurre durante los años 60. Ahora bien, mientras él está corriendo y tomando buses y taxis para llegar a su destino, se entretejen las historias de los diferentes pasados. Se explica la historia de los hermanos Barazarte, hijos de Epifanio, sus luchas en las revoluciones de la primera mitad del siglo XIX, sus relaciones amorosas, sus personalidades, sus enfermedades, muertes, etc. Salvador es el abuelo de Andrés y es quien salva la casa de los Barazarte, al menos. Es también quien narra gran parte de la obra y se justifica ante algunos personajes y el lector por la pérdida de las tierras. Durante el presente, el grupo insurrecto de Eduardo -director de las protestas que sigue Andrés- no tiene éxito y todos los miembros son asesinados, apresados o escapan a otras partes del país para correr con mejor suerte. La obra termina con la posible captura de Andrés cuando entra al lugar donde debía llegar, percibe la entrada de policías y acciona el disparador de su metralleta. A lo largo de toda la novela, mientras Andrés recorre la ciudad para llegar a su cita, este se topa con diferentes personas en la calle, en restaurantes y otros lugares que están a su paso. Muchas de estas personas resultan ser inmigrantes. Por ello País portátil constituye una obra crucial para el presente estudio. El inmigrante está presente sobre todo a manera de personajes 75

circunstanciales, con la excepción de Gabriel Jaramillo, colombiano y el viejo Mirco, croata. En general los personajes inmigrantes que sobresalen son italianos y portugueses y también algunos gallegos, casi todos son dueños o empleados de una tienda y ninguno tiene nombre. Todos, sin excepción, aparecen en las narraciones del presente por lo que se identifica la influencia de las oleadas migratorias a partir de las guerras en Europa que son la base y justificación de este estudio. El narrador y el protagonista, Andrés, no sienten simpatía hacia estos inmigrantes y les molesta la manera como hablan español, cuestión que será discutida en el capítulo 3 de esta investigación. Al igual que en la novela anterior, los personajes inmigrantes están identificados por su ocupación. En este caso se hace un poco más obvio y justificable porque el protagonista, Andrés, casualmente se encuentra con estos personajes cuando se traslada de un sitio a otro en la ciudad de Caracas. Entonces el sitio de trabajo o su ocupación constituye un factor definitorio para Andrés y por ende para el narrador y el lector de País portátil. Para empezar tomaremos en cuenta la presencia de los españoles en la novela de González León. Específicamente los españoles a los que se hace referencia en País Portátil son provenientes de Galicia y por este lugar son denominados dentro de la narrativa. Por ejemplo, tomemos en cuenta las siguientes instancias: “Una gallega venía del abasto con una bolsa de frutas” (49), “Más abajo, al lado del cajón de los teléfonos, estaba la cafetería. Cuando entró, el gallego despachaba un sándwich de queso” (67) y “cuando se estuvo siempre solo, siempre en pensión, a la espera de la gallega para quebrar las visiones con el olor a caldo y los gorgoritos que hacía el vecino del cuarto” (213). Los ejemplos antes mencionados corresponden perfectamente a los datos históricos de la inmigración gallega a Venezuela. Todos los personajes gallegos encontrados en la novela de González León son circunstanciales y varios de estos están relacionados con su lugar de trabajo; encontrando por ejemplo al gallego de la cafetería que prepara un sándwich. Ahora bien, después se nota la presencia de otros personajes gallegos que comparten la vida con Andrés, el protagonista. Es posible hacer esta afirmación ya que aunque los personajes son circunstanciales, están allí, y marcan un alto en la travesía de Andrés a través de la ciudad de Caracas. La gallega que venía de abajo con la bolsa de frutas puede parecer una imagen pintoresca dentro de la imagen que Andrés trata de elaborar de la ciudad y el caos que reina a su alrededor. No obstante, se sostiene que esta imagen va más allá y se manifiesta como una característica de la sociedad y 76

vida venezolanas de la segunda mitad del siglo XX. En otras palabras, en medio de la ciudad, durante las tareas rutinarias que se esperan realizar día a día, se encuentran inmigrantes, entre ellos gallegos, que forman parte de la realidad del venezolano, del criollo, del habitante de cualquier origen. Así como el portugués comparte con el criollo a través de sus panaderías, en donde a diario adquiere sus insumos para el desayuno o la cena, así mismo el gallego comparte el barrio o urbanización, la pensión, la iglesia. Es decir, el gallego está presente en la realidad y vida del criollo venezolano. En cuanto a otros grupos de inmigrantes, González León además plasma la figura del italiano. En este caso, también los personajes entran a la trama circunstancialmente por lo que se puede encontrar frases como “El italiano y el muchacho se corrieron y dejaron con desgana el puesto libre” (González León 100) cuando Andrés se sube a una unidad de transporte público para seguir su travesía por Caracas. Lo interesante de este caso es que en primer lugar, así como en el caso de los gallegos, la figura del italiano comparte con el criollo el día a día, en un autobús por ejemplo. Sin embargo, aunque en esta novela de González León la presencia de italianos también se resume a personajes circunstanciales, se da un poco más de interacción entre dichos personajes y los personajes secundarios de la obra. Tanto es así que podemos encontrar un diálogo entre dos personas con las que se topa Andrés en su recorrido. Aquí un pequeño fragmento: -Mire amigo… Hay que estar alerta, porque este país es de vivos. -Io comprende… Ma… io sono un hombre honrato… No me piacen, como digo, no me gustan las cosas torcidas, ¿capisce? (González León 103). La honradez del italiano comerciante sale a relucir en la conversación. El italiano, del que no sabemos nada excepto que es un hombre de negocios que ha trabajado duro desde su llegada al país, se define por su ocupación y logra a través de esta establecer un nexo comunicativo con otro personaje, con otro habitante del territorio del país receptor. Asimismo, a través de esta conversación acerca del negocio del italiano y la situación económica del país, se da una especie de conexión con el personaje protagónico, Andrés. Si bien Andrés no participa en la conversación y hace caso omiso -o al menos eso hace pensar con su actitud-, por alguna razón reporta que el diálogo está teniendo lugar y lo recuenta para beneficio del lector. No contento con eso además recrea el acento del italiano en la narración, cuestiones que se concluyen como factores que denotan un vínculo entre el personaje criollo Andrés y los inmigrantes. Si Andrés se 77

detiene en su prisa por la ciudad para comentar y dejar sentado que interactuó de alguna manera con algún inmigrante -tanto de forma negativa como positiva- se trasluce una visión hacia el nexo que se ha establecido entre las culturas criolla e inmigrante dentro de la obra narrativa. Pasando ahora a otro conjunto con origen extranjero, hay que destacar en la obra de González León las siguientes instancias en las que aparecen personajes portugueses: “Va el portugués del abasto con la bicicleta de reparto” (González León 23), “[durante la protesta] El portugués de las frutas no pudo retirar sus cajones y la acera se llenó de manzanas y ciruelas machucadas” (González León 37), “Preguntarle al portugués resultaba inútil y además la bicicleta ya iba lejos” (González León 65), “rutina miserable en bares de portugueses” (González León 245). Todos estos portugueses son personajes individuales y diferentes pero al mismo tiempo se nota una unificación por parte del narrador pues los reúne bajo una categoría: el comercio de abastos y frutas y su transporte en bicicleta repartiendo los insumos que vende alrededor de Caracas. Por otra parte no se debe olvidar que González León publicó la novela en el año 68 y hasta esa fecha no era muy común para la comunidad portuguesa alcanzar una carrera universitaria, por razones diversas. Lejos de parecer trivial, basamos la premisa anterior precisamente en las palabras del abogado Carlos de Souza, de origen portugués. De Souza se graduó de abogado en 1964 y en esa fecha se enteró de que era la primera persona de origen portugués graduado de una carrera profesional en cualquier universidad venezolana. Relata de Souza que en un juicio que le tocó asumir como abogado, tuvo como opositor a un reconocido magistrado, que incluso fue Presidente de la Corte Suprema de Justicia de Venezuela. Este magistrado, al leer los apellidos de Souza Correia, “comentó con el colega que lo acompañaba cuando revisaba el expediente: ‘un portugués abogado, éste se escapó del abasto sin que su papá lo viera’” (92). Este comentario resulta un tanto despectivo, por no decir totalmente. Y es exactamente la actitud que tiene Andrés, el protagonista de País portátil cuando se refiere a los portugueses que se consigue por la calle. Esta referencia negativa que se produce en relación a los portugueses se va transformando al transcurrir de los años. En este punto sobresale la opinión correspondiente a la manera cómo se denomina a aquel portugués del abasto y el nivel de aceptación hacia dicha figura. Según el documental “Los venezolanos que vinieron más allá de nuestras fronteras,” cuyo guión fue escrito por Rafael Arráiz Lucca, la percepción que se tiene del portugués se 78

manifiesta a través de la manera que el criollo le dirige la palabra. El documental sostiene que el hecho de llamar “portugués” al dueño del abasto o panadería no significa en sí un acto peyorativo. Más aun, se considera que es un término afectuoso, como de aquel que comparte el día a día con la familia propia. Este diálogo que se establece entre el portugués de la panadería y el cliente criollo va incluso más allá a través del diminutivo “portu” que le infringe una actitud aún más afectuosa a la relación y que muestra una sentimiento positivo hacia la figura del inmigrante. De allí que encontremos al pasar a otras obras narrativas la figura del portugués dentro del espacio comercial ya identificado -abastos, panaderías- pero entablando una relación más cordial y cariñosa con sus clientes hasta el punto en algunos casos de darse una relación amistosa y de confianza. Para ello, entre otros temas, veremos a continuación la obra escrita por Fedosy Santaella.

Piedras lunares (2008), Fedosy Santaella Con el objeto de apoyar las ideas presentadas en la primera parte de este capítulo se presenta una obra literaria publicada alrededor de cuarenta años después de que la de Salvador Garmendia. Piedras lunares, escrita por el joven autor Fedosy Santaella18, es una colección de cuentos cortos; todos relacionados con algún tipo de crimen. Podría decirse que los cuentos pertenecen al género de novela negra puesto que resolver el crimen no es lo más importante del relato sino mostrar el ambiente en que este se desarrolla, las pasiones que mueven al criminal, la injusticia, la violencia, etc. Todas y cada una de las historias dejan entrever un humor negro y una considerable cantidad de imágenes crudas y grotescas. Esta obra es totalmente diferente a las otras dos discutidas en este capítulo, por lo que se considera relevante estudiar la presencia del inmigrante para así establecer conexiones entre autores y delimitar y ejemplificar la tendencia hacia la mímesis de la realidad que ya se explicó en previas páginas.

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Fedosy Santaella nació en Puerto Cabello en 1970. “Se cuenta entre los escritores más

activos de Venezuela. Antes de Piedras lunares publicó otros tres volúmenes de relatos, […] libros infantiles […] y la novela Rocanegras […]. Es editor de la blog-revista Los hermanos Chang y se desempeña como profesor de creatividad publicitaria y del taller del blog literario en la Universidad Católica Andrés Bello (Contraportada). 79

Fedosy Santaella le entrega al lector una serie de cuentos que tienen como temas en común las pasiones del individuo, el caos de la urbe -específicamente Caracas-, la delincuencia y la violencia cotidiana reinante en un país posmoderno y el crimen que ocurre sin una aparente razón de ser. Por su distinguida calidad técnica, Piedras lunares obtuvo la Mención de honor en la Bienal José Antonio Ramos Sucre 2007 y ha sido aplaudida por la prensa venezolana. Ediciones B19 posee una alta opinión del autor y esta obra al comentar que Una galería de extraños personajes, truculentas historias y siniestras circunstancias se dan cita en estos once cuentos de Fedosy Santaella, enlazados todos ellos por un hilo de sangre conductor que no dejará de salpicar al lector. No obstante el tono y el suspenso característicos de la narrativa policial, los relatos de Piedras lunares trascienden el género gracias a la destreza de un escritor capaz de desmitificar la violencia. Su constante humor macabro, acompañado de una feroz y socarrona crudeza, convierten a este libro en fiel representante de la más auténtica estética del cómic y del cine negro de los últimos tiempos. (Contraportada) Al distinguirse Santaella por su técnica innovadora y por entremezclar aspectos del género de la novela negra con el caos de la ciudad en donde reina el crimen siniestro, se decidió incluirlo en esta investigación pues si bien es capaz de desmitificar la violencia, también es capaz de desmitificar los paradigmas en cuanto a la imagen del inmigrante en Venezuela. En algunos cuentos de Piedras lunares existen personajes inmigrantes que si bien son identificados por su profesión u oficio, al mismo tiempo los arquetipos que han podido formar a través de los años y el silencio de los personajes circunstanciales se rompen. Encontramos de este modo una serie de personajes más activos y con cualidades diferentes que en varios casos tienden a relacionarse con situaciones delictivas. En primer lugar está la figura del italiano. El cuento “El vampiro de los bajos fondos” incorpora a su protagonista Antonio Tasso, que al final resulta ser quien personifica al título mismo del cuento. Antonio Tasso es un vampiro. Lo interesante de esto es que no es un vampiro común, sino un vampiro venezolano hijo de italianos que además posee negocios con un alto volumen de ganancias. Así se describe por primera vez el personaje protagónico:

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Editorial que publicó la obra estudiada. 80

Antonio Tasso, nacido en Venezuela, de padres italianos, contó billetes en la caja registradora y comió durante años mucho espagueti, pasticho20 y canelones en el restaurante de sus padres en la avenida Solano. Aburrido quizás de tanta sémola casera, Tasso se buscó otros medios de hacerse de una mejor pasta. Así comenzó manejando carros ajenos en las madrugadas, y luego pasó a traficar cocaína, heroína y crack entre los inquietos jóvenes de las urbanizaciones del este. (Santaella 14) Así, Antonio Tasso personifica a un mafioso italiano que utiliza su cultura para abrirse paso en negocios; primero con la experiencia ganada en el restaurante honesto de sus padres y después con la pericia adquirida con la motivación de una posible recompensa monetaria. El personaje italiano se convierte de este modo en un gran delincuente puesto que “Era un muchacho persistente y temerario, y consiguió meter los dedos en la masa de primera que tanto anhelaba. Su estilo inmisericorde, abusivo y sin respeto por la vida ajena, lo llevaron en poco tiempo a convertirse en uno de los capos más poderosos de la droga, y también en el que más enemigos contaba entre sus colegas” (Santaella 14). El personaje protagónico de “El vampiro de los bajos fondos” además posee casinos ilegales y maneja una red de crimen organizada. En este sentido, el lector de mediana edad puede hacer referencia a las memorias que ocurren a partir de la famosa tradición de mafia que se ha establecido alrededor de la figura del italiano a nivel mundial, especialmente en Estados Unidos. Un italiano sabe de negocios y además puede desenvolverse eficientemente en el crimen organizado; esto, podría ser un pensamiento normal en el ciudadano común. Fedosy Santaella apela a esta costumbre y al estilo de cómic y cine que le estampa a su cuento para relacionar a Antonio Tasso precisamente con la saga de películas de “El Padrino.” Resulta ser que antes de que Antonio Tasso se convirtiera en fanático de las películas de vampiros, era asiduo televidente de “El Padrino” y de las series “Los Soprano” y la “Cosa Nostra.” Santaella juega con el humor negro para desmitificar el negociante

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El diccionario de la Real Academia Española define la palabra “pasticho” en su tercera

opción como “3. m. Ven. lasaña (‖ plato formado por capas de pasta)” (RAE). El pasticho es en efecto una especie de lasaña con ciertas variantes que se han producido por el contacto de las tradiciones culinarias venezolana e italiana. Para Antonio Tasso el pasticho constituye un elemento de su cultura italiana que a la vez lo mantiene atado al país donde creció. 81

italiano honesto que se había venido presentando en las anteriores novelas. Ahora nos encontramos con un hijo de italianos, fanático de la televisión, con negocios ilegales y que además es vampiro. En este punto, sin embargo, conviene trazar algunas conjeturas. Hemos visto que los italianos de primera generación siempre apuntan a su honestidad, la mencionan en sus conversaciones y se sienten orgullosos de ella. Antonio Tasso, por otro lado, corresponde a la segunda generación y se inclina hacia el crimen y los negocios sucios. Al mismo tiempo, la base de los comercios sucios en los que se mete y la destreza con que los maneja responde a la experiencia en el negocio honesto de sus padres. Aquí, podría especularse que una vez que los hijos de italianos se acriollizan, por decirlo de algún modo, pasan por un proceso de corrupción. Esto, se enfatiza, es un comentario a modo de especulación puesto que habría que presentar una serie de novelas que expusieran el mismo caso. En la obra de Santaella, hay varios personajes delincuentes y entre ellos hay varios que poseen orígenes extranjeros. Tal es el caso de Matías Renfield, quien después de un tiempo de conocer a Antonio Tasso se convirtiera en su mano derecha. Matías Renfield es un misterio pues Nadie ha podido establecer su origen. Hay quien lo hace originario de Inglaterra, otros de Europa oriental. Los más suspicaces especulan que era un excelso impostor del terruño. Lo que sí es cierto es que Matías Renfield se paseaba por el mundo vestido de negro impecable, pálido, enjuto y ojeroso, como si padeciera de anemia o de alguna enfermedad romántica. Su acento, según cuentan, era intencionalmente indefinido; una mezcla de inglés, con francés y portugués. (Santaella 16-17) El siniestro Renfield permanecía sin poder ser identificado por su lugar de origen, lo cual le otorgaba más elocuencia y causaba más terror entre los que tenían la oportunidad de toparse con él. Lo cierto es que llegó a ser muy cercano de Antonio Tasso y “resultó además un oportuno Consigliere que vino a traer un poco de calma a la difícil situación que vivía Tasso por aquellos días” (Santaella 16-17). Si Renfield no era italiano -pues su origen es desconocido-, no dudó en personificar uno totalmente al asumir el cargo que en la película “El Padrino” fuera popularizado a nivel internacional. Dentro de la narrativa, Renfield se convirtió en el consejero de confianza del mafioso ítalo-venezolano más poderoso del momento.

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No obstante, es el mismo Renfield quien al final de la historia se une a los enemigos de Antonio Tasso y logra borrarlo del mapa. Esto no se da por razones culturales ni de negocios sino porque Antonio Tasso era un vampiro que había que exterminar. Así el hijo de italianos sucumbe ante sus enemigos quienes le clavan una estaca para poder quitarle la vida. Con todas estas ideas, observamos que Santaella satiriza la figura del inmigrante italiano para darle cuerpo a su narrativa. Es decir, el autor toma las ideas que se han venido discutiendo en este capítulo acerca de la ubicación socioeconómica de los inmigrantes italianos en Venezuela y las acomoda a su favor para así tejer la trama de “El vampiro de los bajos fondos” y explotar, con pulcritud, el humor negro y los rasgos propios de la narrativa policial. En cuanto a otros grupos de inmigrantes, Santaella también presenta la figura del portugués. Este personaje inmigrante comparte con los demás, como aquellos portugueses discutidos en las novelas de Garmendia y González León, un lugar destinado a los comestibles, en este caso un restaurante: “El dueño era un portugués de los que usan relojes Rólex y camisas compradas en Rori. Además tenía un pool y un bar de ficheras. La Cotorra era su dignificación, su carta blanca de admisión a la sociedad” (Santaella 34). En el cuento “Un tal William” el autor presenta a un portugués que no tiene nombre y que no llega a entablar una relación directa con los personajes. Sin embargo siempre está presente y es quien, a través de su restaurante, les presta a los personajes un lugar para llevar a cabo sus negocios sucios y apuntes criminales. Este portugués aparece de forma pasiva, siempre detrás de la caja registradora; mas sin embargo posee otros negocios que no proyectan una imagen positiva y que como dice el narrador del cuento, no le dan carta blanca de entrada a la sociedad. En otras palabras, la profesión y ubicación dentro de los estratos socioeconómicos les da a los individuos una cabida en la sociedad venezolana. Este portugués no es el que monta bicicleta y reparte frutas durante los años 60 en País portátil, es por el contrario uno que ya ha surgido y que posee su propio restaurante además de otros negocios en los inicios del siglo XXI. Ahora bien, observemos ejemplos de la presencia del portugués en el cuento “Un tal William” y su interacción con los demás personajes: “Mientras el portugués hacía la factura en la caja, el hombre le preguntó: / -¿Usted bebe? / Ramirito, suspicaz, se limitó a un parco sí, y aguardó. (Santaella 38-39), “Saludó al portugués en la caja, a un par de mesoneros que se hallaban cerca y se sentó en la mesa de siempre” (Santaella 41), “El portugués se había escondido tras la caja, y Ramirito, agachado, se asomaba discreto por el hueco donde se entraba 83

a la barra, un ángulo perfecto para seguir viéndolo todo” (Santaella 45). Es interesante observar que el portugués siempre se encuentra cerca de la caja cuando aparece en la historia. Siempre está cerca del dinero y del poder dentro de su local. Sin embargo no va más allá la relación que pueda tener con los demás personajes. Por una razón u otra el portugués se mantiene al margen, siempre amable con los personajes criollos, pero al margen. En este caso, posiblemente se deba además a las características de las circunstancias que atañen a los demás personajes puesto que se reúnen en el restaurante a dialogar aspectos de los crímenes que han de suceder. De este modo se repite cuarenta años más tarde la tendencia que se manifestara con novelas de los años 60 como Día de ceniza y País portátil: el personaje portugués se encuentra aunado a su oficio, el cual está delimitado dentro del campo de la venta o cocción de comestibles, bien sea a través de abastos, bodegas o restaurantes en donde los demás personajes se reúnen o se detienen para seguir con la rutina del día a día. El portugués está allí, como el español, como el italiano, como el colombiano pero está allí perennemente, establecido como parte de la realidad venezolana a través de su ocupación. ¿Por qué un personaje escoge comprar un melón o comer un pastel en el abasto o restaurante de un portugués y no de algún otro? Porque en las ciudades venezolanas los abastos son de portugueses, porque así es la realidad, porque despachan productos de calidad y porque así son parte de su vida. Son parte de ese sincretismo cultural evolutivo del que tanto se ha hablado en esta disertación. Por último, en este mismo relato “Un tal William” hay que destacar la figura de un colombiano, quien casualmente es por quien recibe el título este texto. El tal William es un sicario contratado por el jefe Manzano para asesinar al Negro Meléndez. Todo esto es descrito en el primer párrafo del cuento y desde el principio el lector posee una idea de la temática. El humor característico de Santaella entra a jugar porque otros sicarios se disputan el llevar a cabo el asesinato del Negro Meléndez y se crea un ambiente de sarcasmo en la trama. Dentro de la historia el tal William resulta ser inmigrante y el lector lo descubre un par de páginas más adelante cuando el narrador dice lo siguiente: “El tal William tenía un leve acento andino, no sabía si colombiano, aunque era más bien neutro, y sobre todo suave, suave como su mano de maricón, suave como su rostro, suave como la de alguien que no ha matado ni una mosca…” (Santaella 34). Se entiende, claro, que la percepción que se tenga de este personaje sea negativa pues los demás personajes, también delincuentes, no aceptan que esta persona desconocida les arrebate el puesto. Por ello resulta obvio observar que se resalten las 84

características negativas de su persona y que los otros sicarios se rían de la decisión del jefe pues no consideran al tal William apto para el trabajo encomendado. Sin embargo, en este caso se repite lo que se ha venido comentando hasta ahora, es decir, la relación directa entre el inmigrante y su ocupación. El tal William es un asesino a sueldo y además es colombiano. Cualquier otra nacionalidad hubiera podido identificar a este personaje pero la colombiana, parece ser, que cuadra mejor con la figura de un delincuente inmigrante de este tipo. Por su profesión es que el tal William pasa a ser personaje principal de la historia y objeto de atención de los demás personajes. Desafortunadamente el colombiano en general se encuentra envuelto en una fama negativa producto de las circunstancias que han caracterizado su llegada y estadía en Venezuela. Asimismo, y tal vez como una consecuencia de dichas circunstancia, no es secreto que existen bandas delictivas formadas por inmigrantes colombianos y descendientes de estos. No obstante, tampoco es secreto que hay profesionales y gente de bien de origen colombiano que comparte el territorio con los criollos y que llega a entablar tanto negocios y una carrera como una amistad y relaciones familiares con los criollos. Desafortunadamente, lo que le da la fama a este grupo migratorio no son los aspectos positivos sino los rasgos negativos de su inmigración. Dichos rasgos se reflejan en la literatura contemporánea y por ello encontramos personajes como el tal William.

Recapitulación de las ideas sobre los inmigrantes y su situación socioeconómica en Venezuela Después de haber discutido los aspectos históricos y circunstanciales que caracterizaron al desplazamiento de españoles, italianos, portugueses y colombianos a Venezuela y que definieron su ruta hacia una ubicación dentro de los estratos socioeconómicos en el país; y después de haber razonado sobre la manifestación de estos datos a través de los personajes inmigrantes en la narrativa contemporánea venezolana, se puede elaborar la siguiente recapitulación de ideas. En primer lugar, en la introducción de este capítulo se dio a entender que se reflexionaría acerca de la posible amenaza o beneficio que los inmigrantes puedan significar para el criollo y su estado socioeconómico, el trato personal establecido entre inmigrantes y criollos, la diferencia de relaciones que se puedan dar hacia los inmigrantes dependiendo de profesión u oficio. Para esto estudiamos tres textos narrativos tomados de un espectro mucho más amplio de obras 85

contemporáneas que se caracterizan por una tendencia común hacia el tema que incumbe a esta investigación. La tendencia que se ha instaurado entre los escritores venezolanos es la de incluir a los personajes inmigrantes directamente atados a su profesión u oficio. Esto lo hacen no de manera superficial sino que se manifiesta por el continuo desarrollo de los personajes dentro de sus ocupaciones. Es decir, los inmigrantes establecen relaciones con los demás personajes a través de sus puestos de trabajo. Los portugueses, por ejemplo, se encuentran en las panaderías que los criollos frecuentan y estando allí, detrás del mostrador o junto a la caja registradora es que intercambian palabras con otros personajes y que se da un intercambio bien sea comercial, amistoso o ambos. Este fenómeno ocurre con todos los grupos migratorios estudiados. En cuanto a la interrogante sobre el nivel de amenaza que pueda constituir el inmigrante hacia el criollo y su estabilidad socioeconómica, se sostiene que ninguno de los grupos -de acuerdo a los textos narrativos estudiados- se convierte en una amenaza para el criollo, en el sentido de que pueda arrebatarle al criollo la oportunidad de crecer económicamente. Esto, sin embargo, posee una excepción parcial, y es la del grupo colombiano. Decimos parcial puesto que este conjunto de inmigrantes resulta una variable problemática -según la literatura estudiada- más que todo a nivel social, sobre todo por su vinculación con el mundo del crimen, mas no en el sentido laboral ni de desarrollo económico. En general, el inmigrante ha colaborado con el progreso, adelanto y desarrollo socioeconómico de Venezuela tanto en el trabajo manual como en el empresarial y educativo y esto mismo es lo que podemos observar en la literatura. Según esto, se podría suponer que los personajes criollos siempre van a mostrar una actitud positiva frente a los inmigrantes; sin embargo, sería un tanto superficial realizar dicha afirmación. Existe un espectro de percepciones que fluctúa entre valores positivos y negativos y que se divide según el origen de los inmigrantes y el estrato socioeconómico al que pertenecen. Es posible identificar de este modo en los textos narrativos, un rechazo frente al portugués que no sabe hablar muy bien español o frente al italiano que se torna paranoico frente a amenazas de enemigos fantasmas por poseer un negocio con altos rendimientos financieros. No obstante, con todos los datos históricos y estadísticos en la mano y con el análisis de los textos narrativos, se sostiene que el criollo venezolano, a pesar de que puede exteriorizar un rechazo hacia cierto grupo de inmigrantes por razones identificables y muy específicas relacionadas en este caso con su ocupación laboral-, la tendencia que se ha establecido es que el criollo, el escritor, la sociedad venezolana, viva y acepte la amalgama que se trasluce en la 86

presencia de los inmigrantes en el país. El criollo venezolano acepta al inmigrante en el momento en que compra pan recién sacado del horno al portugués de la panadería, saluda con la mano cortésmente a la vecina gallega, confía la educación de sus hijos a la congregación de sacerdotes españoles que dirige el colegio donde los envía, sale a un almuerzo ejecutivo con su jefe italiano, ve toda la elección de la Miss Venezuela del año apoyando de corazón a su candidata preferida que resulta ser hija de italianos e intercambia una amena conversación con la empleada doméstica colombiana. El criollo puede ser capaz de resistirse frente a aquella persona de origen foráneo pero al mismo le da cabida en su vida y deja que la influya de una manera o de otra. Ocurre así un intercambio cultural, a través de las relaciones interpersonales y laborales que se traduce en un sincretismo cultural evolutivo puesto que constituye una acción de cambio constante y que se nutre de la llegada de otros y sus aportes a todo nivel. Es de esta manera que todos estos elementos sincréticos llegan a participar en la forja de la identidad nacional de Venezuela, la cual también se considera evolutiva puesto que no es fija ni se detiene en el tiempo sino que sigue alimentándose de la variedad de elementos que se derivan de la propia evolución del mundo y los diversos intercambios culturales. En cuanto a la presente investigación, uno de esos intercambios se extrae de la comunicación que se da entre los grupos migratorios y el criollo venezolano, la cual se establece en gran medida a través de la lengua. El siguiente capítulo se tratará precisamente de eso, de la acción de la lengua y los diferentes acentos y modismos que juegan un papel importante en la percepción que de los inmigrantes tenga el criollo.

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CAPÍTULO TRES ¿HABLAMOS EL MISMO IDIOMA?: EL COMPONENTE LINGÜÍSTICO COMO UNA FORMA DE CONTACTO CULTURAL Para muchos, uno de los marcadores de la construcción y definición de la identidad nacional de un país es el idioma. Desde un punto de vista internacional, los diferentes dialectos y rasgos fonológicos se convierten en una variable diferenciadora entre países cuya lengua oficial es la misma. Más aun, dentro de una misma nación, los aspectos lingüísticos incluso llegan a permitir una identificación del área geográfica a la que pertenecen los diferentes individuos. Al ocurrir este fenómeno, las relaciones sociales y culturales entran a jugar un papel importante, dándose así una serie de manifestaciones tanto artísticas como filosóficas, políticas y hasta económicas. Al tratar de analizar, en el caso específico de Venezuela, este fenómeno de intercambio lingüístico y cultural y la manifestación que se pueda encontrar en la narrativa contemporánea, hay que detenerse a considerar un aspecto importante: la influencia de otras lenguas sobre el español21 usado en Venezuela. Así, y en cuanto al tema en cuestión de esta investigación, surge la interrogante de qué ocurre cuando oleadas de inmigrantes europeos llegan a un país como Venezuela y mantienen su idioma -como los italianos y portugueses-; y qué pasa cuando llegan inmigrantes que hablan la misma lengua -como los españoles y colombianos- pero que pueden ser identificados por su nacionalidad a partir del acento22 y el léxico que manifiesten al hablar.

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En esta investigación se utilizará los vocablos “español” y “castellano” como

sinónimos. Esta nota se debe dejar clara puesto que en las siguientes páginas, cuando se incluyan citas de textos escritos por profesores y demás intelectuales venezolanos, es muy probable encontrar la palabra “castellano” para referirse a la lengua oficial y hablada en Venezuela. 22

Con la palabra “acento” nos referimos en este caso a la cuarta definición que ofrece el

diccionario de la Real Academia Española: “Conjunto de las particularidades fonéticas, rítmicas y melódicas que caracterizan el habla de un país, región, ciudad, etc.” (RAE). 88

Es lógico presumir que se dé un proceso de préstamo o apropiación entre las lenguas en contacto, produciendo como consecuencia una alimentación simultánea, por ejemplo en el área del vocabulario. Además de un fenómeno de apropiación, también ocurre una adaptación de palabras de un idioma a las reglas fonológicas y/o gramaticales del otro. Si se piensa ligeramente, pudiera resultar inaudito pensar que una palabra tan venezolana como lo es el adjetivo “gafo”, que significa tonto, estúpido, realmente provenga del italiano “gavone” que significa campesino de baja clase. Sin embargo, así es. Y este es sólo un ejemplo de la influencia que se produce por las lenguas en contacto en Venezuela. Por otro lado, más allá de un análisis meramente lingüístico, para esta investigación resulta crucial pasar a un plano más personal, en cuanto al hablante, y a otro más amplio, en cuanto a la significancia que estos fenómenos de lenguas tienen para el concepto de la nación venezolana. Es necesario de este modo que se identifiquen algunas consecuencias con respecto a la formación de la identidad nacional. Los fenómenos de apropiación y/o adaptación de términos entre una lengua y otra, pueden ser variables que guíen el presente estudio hacia la determinación de la influencia que diversas lenguas foráneas pueden tener sobre la forja de la identidad nacional en Venezuela. Luego de sentar bases teóricas, linguísticas y sociológicas, y con el objeto de llevar a cabo dicha determinación, en este capítulo se analizarán las instancias en las que personajes inmigrantes manifiestan un acento al hablar español o hacen uso de diferente vocabulario en sus diálogos con los demás personajes. De ese análisis se desprenderá una serie de conclusiones referidas a la percepción del inmigrante por parte del criollo y a la diferenciación que este haga si existe alguna- entre los personajes inmigrantes que manifiestan un acento al hablar y los que no.

Aspectos a considerar sobre los estudios de lenguas foráneas en Venezuela Antes de entrar en detalle en esta sección es necesario recordar que se ha encontrado una serie de estudios históricos y sociológicos con bases estadísticas de las oleadas migratorias del siglo XX -incluyendo las pertinentes a esta investigación- y su impacto sobre la sociedad y economía de Venezuela. En cuanto a la literatura, sin embargo, no existe un cuerpo teórico que discuta la figura del inmigrante en la producción literaria contemporánea venezolana.

89

Con respecto al tema de este capítulo, la falta de bases teóricas es aún más acentuada. Ya no solamente no es posible encontrar un cuerpo de investigación que toque dentro de su discusión la lengua como aspecto contrastante y definitorio de los personajes de la narrativa venezolana contemporánea, sino que tampoco es fácil dar con trabajos exploratorios de origen lingüístico, histórico o sociológico sobre el contacto entre el español y otras lenguas dentro de Venezuela. En cuanto a contactos lingüísticos, existen estudios sobre las lenguas indígenas en el país y su intercambio con el español de Venezuela. No obstante, estas investigaciones no serán incluidas en el cuerpo teórico de esta investigación al no considerarlas relevantes para el tema en cuestión. El presente trabajo se beneficiaría enormemente de otras investigaciones que partieran del contacto entre el castellano y el italiano y portugués, por ejemplo, así como de las diferentes modalidades del español encontradas en Venezuela al encontrarse dialectos23 como el colombiano y el español (de España). Desafortunadamente son muy pocas las referencias a las que se tiene acceso por lo que gran parte del análisis literario se basará en los diálogos de los personajes inmigrantes per se y gran parte de las conclusiones serán arrojadas a partir de estos. Unos de los estudios que formarán parte de la base teórica de este capítulo son los realizados por Ricardo Tavares Lourenço, especialista en el contacto lingüístico entre el español y el portugués en Venezuela y por Natalia Bondarenko, especialista en las comunidades lingüísticas producto de la inmigración a Venezuela desde un punto de vista sociológico y antropológico. Estos dos investigadores son los que hasta ahora han sobresalido en esta área de estudios, desde dos puntos de vista diferentes. Nos encontramos de este modo frente a un tema de investigación de punta, un contenido emergente en el que participa el presente estudio, prometiendo ser de gran alcance en esta área de estudios. La presente investigación pretende establecer contacto con los investigadores mencionados y unos pocos más que se mencionarán más adelante, y al mismo tiempo busca construir un puente entre disciplinas como la lingüística, sociología, antropología, historia y literatura. Ahora bien, antes de comenzar el análisis profundo de las obras narrativas, dediquémonos a observar las herramientas que tenemos a disposición frente al tema.

23

La palabra “dialecto” en esta investigación se emplea para denominar las diferentes

versiones de una misma lengua en diferentes comunidades hablantes (o países). Así el dialecto colombiano se refiere al español hablando en Colombia, el dialecto español se refiere al hablado en España y así sucesivamente. 90

Contacto lingüístico entre el español y el portugués en Venezuela Los antecedentes teóricos que se pueden encontrar en referencia al contacto lingüístico entre el español y el portugués en el mundo responden a dos vertientes plenamente identificables. Existen en el mundo dos casos reportados y estudiados de contacto lingüístico entre ambos idiomas: el fronterizo, desarrollado en la frontera uruguayo-brasileña, y el barranqueño, desarrollado en la población portuguesa de Barrancos, muy cerca de la frontera con España. Tales casos tienen como contexto situacional la frontera; esto quiere decir que el flujo constante de habitantes transeúntes de un lado y de otro del confín genera un contacto bastante fecundo. (Tavares Lourenço 105). En ambos casos descritos, la frontera juega un papel definitorio. Es decir, el contacto lingüístico y todos los fenómenos que se produzcan de dicho contacto son resultado del intercambio que se da entre comunidades fronterizas. En el caso de Venezuela también se da este fenómeno en el área fronteriza con Brasil y por ende se ha estado escuchando el término “portuñol” para identificar a la forma de comunicación empleada en el área. Sería si se quiere una forma equivalente del llamado “Spanglish” que se suele mencionar en las comunidades latinas en Estados Unidos; en el que se da una apropiación y adaptación de las palabras del inglés al español. No obstante, para el caso que nos interesa en este estudio, la frontera física como tal no constituye un factor definitorio del contacto lingüístico puesto que estamos hablando de los inmigrantes portugueses que llegaron a tierras venezolanas a partir de la segunda mitad del siglo XX y que se radicaron en su mayoría en Caracas y otras grandes ciudades del país. En este sentido por consiguiente “sería inadecuado designar con esta palabra al sociolecto de los inmigrantes portugueses radicados en Venezuela, porque la estructura morfológica de la palabra portuñol sugiere que se trata de un pidgin24 o créole, lo que no ocurre en la realidad” (Tavares Lourenço 106).

24

Según el diccionario de la Real Academia Española, la palabra “pigdin” se refiere a la

“Lengua mixta usada como lengua franca en puertos y otros lugares entre hablantes de diferente origen lingüístico” (RAE). Esto supone un intercambio lingüístico entre individuos y/o comunidades que no comparten una lengua y que pueden comunicarse a través de este código 91

Entramos entonces en una diversidad de resultados que se dan a partir del contacto entre el español y el portugués en Venezuela. El caso específico proveniente de la llegada de inmigrantes portugueses a Venezuela a partir de la segunda mitad del siglo XX, “Pese a ser un fenómeno cotidiano en las principales ciudades del país, no ha sido estudiado ni amplia ni detalladamente, por lo que se torna imperativo emprender diversas investigaciones de campo antes de que el sociolecto25 deje de existir” (Tavares Lourenço 104). El presente estudio constituye una de estas investigaciones de campo que no solamente toca el tema de los portugueses sino de otros grupos migratorios como se ha venido discutiendo en capítulos anteriores. En cuanto al aspecto lingüístico, el profesor venezolano Ricardo Tavares Lourenço es uno de los pioneros en el área de estudio que atañe a los inmigrantes portugueses. En su artículo “Contacto lingüístico entre el español y el portugués: Caso de inmigrantes portugueses radicados en Venezuela” (2006) Tavares Lourenço manifiesta una inquietud al corroborar la falta de investigación en cuanto al tema en cuestión: Como ya se ha señalado, en Venezuela existe una situación de contacto lingüístico cotidiana entre los venezolanos y portugueses, sobre todo en las principales ciudades del país. Ese contacto entre el español y el portugués se genera en la inmigración lusitana que arribó masivamente desde la segunda mitad

que, podría decirse, se forma escuetamente pero cumple su objetivo. Un pidgin generalmente nace por la combinación de aspectos morfológicos, fonéticos y de léxico de dos lenguas diferentes. 25

Ricardo Tavares Lourenço, lingüista y profesor en Venezuela, define el término

“sociolecto” en correspondencia con el estudio lingüístico del contacto entre el español y el portugués en Venezuela a raíz de la llegada de inmigrantes portugueses. La definición que da es la siguiente: “es una variante lingüística característica de un grupo social particular. Es más acertada esta definición, puesto que la comunidad portuguesa radicada en Venezuela, dadas sus características, representa un grupo social específico dentro de la sociedad venezolana que posee una cultura y lengua distintas” (116). En esta investigación y siguiendo la corriente de Tavares Lourenço, se utilizará el término “sociolecto” para identificar también el fenómeno lingüístico entre el italiano y el español en Venezuela. 92

de la década de los cuarenta hasta la segunda mitad de la década de los ochenta del siglo XX. Esto significa que dos generaciones han inmigrado y engendrado hijos en el país, por lo que el contacto lingüístico mencionado es ampliamente conocido e incluso parodiado26 por los venezolanos. Sin embargo, este fenómeno no ha sido estudiado ni prolija ni abundantemente desde el punto de vista científico. (Tavares Lourenço 106) Hasta ahora existen solamente dos investigaciones acerca del tema específico de los inmigrantes portugueses. Una es llevada a cabo por el profesor Tavares Lourenço: consiste en su trabajo de grado, el cual se concentra en un aspecto fonético específico de la producción oral de inmigrantes portugueses radicados en Caracas. Esta data de 2005. La otra investigación, que data de 1981, es la primera realizada y también constituye un trabajo de grado. Sus autoras, Ángela D’Angelantonio Pinciarelli, Fátima de Brito Gómez y Alba Rosa Puertas Ruiz tratan más un aspecto psicosocial del fenómeno. La investigación se especializa en la adhesión al idioma portugués por parte de inmigrantes portugueses y de sus hijos, los cuales corresponden a una segunda generación. Ahora bien, así como el fenómeno lingüístico no se ha estudiado a fondo desde el punto de vista social, mucho menos se ha hecho un análisis desde el punto de vista literario. En este sentido y aunque solamente se enfocaría un capítulo al respecto, el presente estudio constituye una innovación y un punto de partida para otras posibles investigaciones además de que se convierte en el primer puente que se construye entre estudios literarios y estudios socio y psicolingüísticos. En cuanto al tema de la presencia de la lengua portuguesa en la literatura venezolana contemporánea a través de los diálogos entre personajes inmigrantes portugueses y otros personajes, hay que tomar en cuenta los apuntes y conclusiones de Tavares Lourenço en su artículo ya citado anteriormente. Según el investigador, y con respecto a la manera como los inmigrantes de primera y segunda generación se comunican cotidianamente en el país receptor,

26

Tavares Lourenço se refiere en este caso casualmente a una de las novelas estudiadas

en esta investigación: País portátil de Adriano González León. Al respecto menciona que el autor recreó “la mezcla lingüística de portugueses e italianos” (117). 93

El proceso de adquisición del español se alcanzó mediante el contacto diario y espontáneo con la gente en los lugares de trabajo y de residencia. Parte de ese proceso consistía en recibir explicaciones informales de amigos hispanohablantes en cuanto a la pronunciación y a la escritura, además de leer y comprender la prensa venezolana. Al mismo tiempo, sus hijos nacidos en el país adoptaban el español como su L127 en el colegio y lo llevaban a la casa. Esto hizo que el aprendizaje de la lengua española se reforzara al ayudar a sus hijos en las tareas, viéndose en la necesidad de leer y estudiar los temas a través de los textos escolares, los cuales estaban escritos en español. La conservación de la lengua portuguesa, pese a estar radicados en un país de habla hispana, sigue vigente a través de los medios de comunicación, como por ejemplo RTP Internacional, conversaciones telefónicas con familiares, viajes vacacionales a Portugal y la convivencia en los centros sociales. (Tavares Lourenço (109) De esta afirmación se desprende que, en la narrativa venezolana a analizar en las próximas páginas de este capítulo, los personajes portugueses que entran en diálogo con otros personajes y que muestran un acento cuando se comunican en español, pertenecen a una primera generación de inmigrantes. Esto se analizará más profundamente en el posterior estudio de las novelas pero se puede concretar rápidamente que la figura del inmigrante portugués dueño o empleado de pastelerías y bodegas va a ser de primera generación y va a poseer un fuerte acento al comunicarse en castellano con los demás personajes. Esto además viene aunado a las conclusiones del profesor Tavares Lourenço cuando expone al final de su artículo que “los hijos de portugueses nacidos en Venezuela adoptan el español como su L1, mientras que la lengua portuguesa queda como su L228, aunque con una baja proficiencia en la mayoría de los casos. En consecuencia, de no haber más inmigración procedente de Portugal, hecho que ocurre desde mediados de la década de los ochenta, el sociolecto sólo durará mientras sigan viviendo los actuales portugueses inmigrados” (Tavares

27

Primera lengua.

28

Segunda lengua. 94

Lourenço 116). En la segunda parte de este capítulo se analizan a fondo las instancias de las obras literarias determinando la percepción que se tiene de los inmigrantes portugueses.

Contacto lingüístico entre el español y el italiano en Venezuela En el caso del contacto lingüístico entre el español y el italiano en Venezuela, es conveniente traer a la discusión a Natalia Bondarenko. En su artículo “Situación ecolingüística29 venezolana contemporánea,” la investigadora advierte que “El tema de la situación ecolingüística contemporánea tiene mucho que ver con la identidad nacional y con la venezolanidad” (23). Esta afirmación se conecta directamente con el tema de la presente investigación. La identidad nacional de Venezuela abarca la participación de una serie de variables transformativas y cambiantes que incluyen las lenguas en contacto en el país. Bondarenko, en su artículo, comenta acerca del carácter lingüísticamente heterogéneo de Venezuela y las diversas lenguas que cohabitan en su territorio. Así, la autora discute varios aspectos relevantes de las lenguas indígenas, el español como lengua oficial y dominante, las lenguas coterritoriales -o las que se producen en áreas fronterizas- y finalmente de las lenguas de las principales diásporas extranjeras, es decir, de lo que en esta investigación se denomina grupos migratorios. En relación a estos grupos, Bondarenko afirma que “La descripción de la situación lingüística actual de Venezuela sería incompleta, si no se incursiona en el fenómeno de la inmigración y su aporte invalorable a la perfilación, a través de tiempo, de lo que constituye hoy el bagaje lingüísticocultural de la nación” (25). Al unir el aspecto lingüístico con el cultural se está incursionando en un tema más profundo, en un tema social y de gran alcance. Es decir, el hecho de que se dé un intercambio entre inmigrantes y criollos a través de la lengua permite a su vez un intercambio cultural que nutre a ambos grupos, tanto al migratorio como al receptor. De allí que se sostenga que la descripción de la venezolanidad o de la identidad nacional de Venezuela estaría incompleta si no se incluye la participación de las comunidades inmigrantes en su construcción. Bondarenko utiliza la palabra “perfilación;” en esta investigación se emplea el término “forja.”

29

La econlinguística es una de las últimas corrientes investigativas en el campo de la

lingüística. Esta trata acerca de la correlación entre las lenguas y el medio ambiente en donde se desarrollan, es decir, la sociedad en las que son utilizadas. Uno de los pioneros en esta área de estudio es el lingüista inglés Michael Halliday. 95

Ambos son vocablos que advierten una construcción o definición de la identidad nacional del país y ambas investigaciones consideran partícipe la figura del inmigrante. En el caso específico de los inmigrantes italianos, con el objeto de mantener la lengua, las tradiciones y la cultura, la comunidad italiana en Venezuela ha fundado varias asociaciones y organizaciones por toda la nación, por ejemplo los Centros Italiano-Venezolanos que se han establecido en todas las grandes ciudades del país. En este sentido, Bondarenko apunta que “La comunidad italiana ha sido una de las pocas que se ha integrado muy rápidamente a la vida nacional. Actualmente, la segunda y tercera generación de italianos tiene español como lengua materna e italiano como segunda lengua” (26). En otras palabras, los centros italianovenezolanos y demás organizaciones y clubes constituyen una vía para mantener la conexión de las posteriores generaciones con el idioma italiano y por supuesto con la cultura. Parece ser que la integración total de las comunidades migratorias al seno de la vida venezolana es una de las preocupaciones de Bondarenko. Esta investigadora sostiene que las lenguas minoritarias de Venezuela, entre ellas la italiana y la portuguesa, en conjunto con la árabe, la china y la alemana, “forman parte de la riqueza lingüística de la nación y son los principales signos de identidad de sus comunidades respectivas que representan las formas diferenciadas de ver el mundo” (33). Es decir, si llegaran a desaparecer estas lenguas dentro del contexto venezolano, también se estaría reduciendo la riqueza del intercambio lingüístico que se produce en el país hoy en día. El problema es que ya que en un futuro próximo no se prevén olas masivas de inmigración a Venezuela, no es probable que se formen nuevas comunidades lingüísticas en el país, se tratará más bien de la evolución de las ya existentes. En este sentido, la concientización y la educación son las principales vías para evitar la homogenización lingüístico-cultural del país y mantener el diálogo abierto entre las diferentes comunidades linguisticas. (Bondarenko 33) La profesora Bondarenko considera una riqueza la heterogeneidad del fenómeno lingüístico en Venezuela. Por ello, según su opinión es necesario mantenerla. Por su lado el profesor Ricardo Tavares Lourenço también expresa una preocupación, sin embargo esta tiende a referirse más a la necesidad de estudiar el fenómeno antes de que desaparezca. En relación al contacto lingüístico entre el español y el portugués en Venezuela, Tavares Lourenço advierte que “para el año 2050, aproximadamente, [la] existencia [del sociolecto] será escasa o nula. Tales 96

trabajos [-es decir, aquellas investigaciones que se logren desarrollar-] serán testimonio, en el futuro, de un fenómeno lingüístico que formó parte de la cotidianidad de la sociedad venezolana, e ilustrarán a la comunidad científica en la profundización e innovación de sus teorías al respecto” (116). En esta investigación se entiende que hay un área que está abierta a ser explorada y que es necesario aprovechar el momento actual en el que el fenómeno está desarrollándose y expandiéndose, bien sea hacia una conservación de individualidad lingüística o hacia una homogenización. Asimismo, este trabajo establece conexiones entre disciplinas pues trae la literatura a la discusión, área que se considera una manifestación o reflejo de la realidad social de Venezuela, por lo que se convierte en una herramienta viva para el estudio del fenómeno lingüístico. Claro está, la investigación que se lleva a cabo abarca otros temas divididos en los capítulos ya discutidos y en el próximo a presentar, los cuales en conjunto sientan las bases para la participación de varias disciplinas como sociología, antropología e historia, además de las ciencias lingüísticas. Volviendo ahora al tema de la lengua italiana y la castellana en Venezuela, también hay que mencionar el papel de las escuelas ítalo-venezolanas en cuanto a la enseñanza del idioma italiano. Roberto Maestrelli nos presenta un estudio denominado La segunda generación italiana en Venezuela. En su libro, Maestrelli expone los resultados de un estudio científico basado en una serie de encuestas y cuestionarios a estudiantes de escuelas ítalo-venezolanas, llevados a cabo en 1982. Sintiendo la misma preocupación de Tavares Lourenço y de Bondarenko, Maestrelli lleva a cabo unas encuestas para determinar, al menos dentro de la muestra escogida30, variables que participan en la percepción de la muestra hacia temas como la familia, la amistad, la escuela y el estudio, el trabajo, el tiempo libre, la religión y la política. Dentro de estos temas sale a relucir el de la lengua y con respecto a esta las encuestas incluyen preguntas sobre el uso de la lengua italiana por parte de los entrevistados y sus niveles de preferencia. Vale la pena en este caso destacar los resultados: en cuanto a la pregunta “¿hablas italiano?,” alrededor del 50%

30

La muestra la formaron jóvenes con edades entre los 15 y los 20 años que asisten a

escuelas secundarias. Todos los participantes pertenecen a la segunda generación de inmigrantes italianos. Para comparar los resultados, también se encuestaron estudiantes venezolanos (es decir, que no poseían origen italiano) de las mismas edades y cursantes de los mismos estudios. 97

de los entrevistados de las escuelas ítalo-venezolanas respondió positivamente; a la pregunta “¿qué idioma se habla en tu casa?” alrededor del 40% de los entrevistados escogió la opción “italiano;” y finalmente a la pregunta “¿qué idiomas prefieres hablar?” alrededor del 30% de los entrevistados de las escuelas ítalo-venezolanas escogieron la opción “italiano.” Estos resultados se corresponden con las opiniones de los investigadores antes citados, los cuales opinan que el idioma español comienza a arropar a la segunda generación de inmigrantes (Tavares Lourenço habla de los portugueses y Bondarenko de los portugueses e italianos) y poco a poco la lengua de los padres se va convirtiendo en la segunda lengua de los hijos. Con respecto a este tema en específico, en su libro Inmigración y comunidades lingüísticas minoritarias en Venezuela (2011), Bondarenko puntualiza que Cuando nacen sus hijos venezolanos, los padres italianos les hablan en el dialecto y los hijos los entienden, pero cuando empiezan la escuela y sobre todo bajo la influencia de algunos programas televisivos venezolanos de aquella época (e.g. Radio Rochela) que ridiculizan al italiano y su manera de hablar en cuanto a la melodía y la entonación, sienten un profundo rechazo hacia el idioma de sus padres y se adhieren al español.” Los padres italianos “prefieren hablar un mal español que un mal italiano, hecho que acelera su inserción definitiva en la sociedad venezolana. (21) Basándonos en esto se afirma que en las obras literarias a analizar, en cuanto a los italianos, por ejemplo, los personajes que se manifiestan verbalmente y que lo hacen con una modalidad notable proveniente de la lengua italiana, pertenecen a la primera generación de inmigrantes. Por su parte, se pueden encontrar también personajes de origen italiano que en sus diálogos con otros personajes no muestran ningún tipo de acento que denote un carácter extranjero. A estos se les considera miembros de la segunda generación de inmigrantes italianos. Estas y otras ideas se discutirán en la segunda parte de este capítulo.

Contacto lingüístico entre los dialectos de España, Colombia y Venezuela Ahora nos encontramos frente a dos grupos de inmigrantes que se diferencian de los anteriormente discutidos por un detalle: comparten el idioma oficial y dominante de Venezuela. Resultaría posiblemente irrelevante tomar en cuenta el contacto lingüístico que se pueda dar en este caso y con referencia a las obras literarias a analizar puesto que no se va a encontrar 98

fenómenos como cambio de registro31, apropiación o adaptación de vocabulario entre lenguas, etc. No obstante, se considera que la identificación de la nacionalidad del inmigrante por el acento del español que manifiesten al hablar es una variable determinante para incluir estos grupos en la discusión del presente capítulo. En las obras literarias escogidas se encuentran varios personajes españoles que mediante los diálogos que entablan con los demás personajes, dejan ver su lugar de origen. Esta es una de las principales razones por las que la consideración de este grupo y su contacto lingüístico con el español de Venezuela es relevante. En cuanto a los colombianos, no se encuentra una gran diferenciación entre los dialectos colombiano y venezolano pero sí se menciona en varias instancias la diferente manera de expresarse de ciertos personajes colombianos. En cuanto al fenómeno lingüístico que pueda tener lugar entre los dialectos de España, Colombia y Venezuela, hasta el momento no se ha encontrado estudios de tipo antropológico, lingüístico, sociológico, etc., que puedan sentar las bases para este análisis. Si, como se hizo notar hace algunas páginas, no existe un gran cuerpo teórico acerca de las lenguas foráneas en contacto en Venezuela, aún menos existe una corriente de estudios que se aboque al contacto entre diferentes dialectos del idioma español en el país. Por ello, las conclusiones que se desprendan del análisis a presentarse en las páginas restantes de este capítulo, responden a un acercamiento a las obras literarias por el uso del idioma y la definición de los personajes inmigrantes frente a los criollos. A continuación presentamos el análisis de las obras literarias.

Percepción del inmigrante europeo y colombiano dentro de la narrativa venezolana contemporánea según el fenómeno lingüístico entre las lenguas y dialectos en contacto “El lenguaje como creación cultural establece los principios constitutivos de la identidad del individuo y de los grupos sociales, mediante las formas particulares en que se desarrollan los idiolectos, los dialectos y las lenguas, principalmente” (Mina Paz 2). En este sentido, siendo el caso de Venezuela un santuario de culturas y también de diversas lenguas, resulta lógico suponer que la interacción entre dichas lenguas tenga un efecto en la construcción de la identidad del

31

Cambio de un idioma a otro en una misma oración o de una oración a otra. 99

individuo y por consiguiente en la de la identidad nacional venezolana, tomando a Venezuela como grupo social mayor. Siendo el castellano el idioma oficial y predominante en Venezuela, tal vez sea ilógico pensar que las lenguas minoritarias que hablan ciertos grupos migratorios tengan alguna influencia en la forja de la identidad nacional venezolana, o al menos en la de la identidad personal de los ciudadanos venezolanos. Sin embargo, el hecho de que el hablar en otras lenguas y el acento que se pueda percibir no sean rechazados por el grueso de la población es un indicativo del intercambio que se establece entre las culturas y lenguas en contacto. No hay en Venezuela una campaña social y de protesta que condene el uso de otras lenguas; tampoco hay una ley que las prohíba, así como no existe un movimiento que intente erradicarlas del territorio, bien sea a nivel personal e informal como a nivel gubernamental. Si nos trasladamos un momento al caso de los Estados Unidos y el movimiento English Only, observamos que en Venezuela esto no ha ocurrido por lo que se percibe una aceptación por parte de la sociedad hacia las lenguas minoritarias y sus hablantes. Es decir, estas lenguas no constituyen una amenaza para la identidad nacional del país sino que por el contrario, alimentan y participan en la construcción evolutiva de esta. A veces resulta insólito enterarse de que palabras tan “venezolanas” o criollas tengan su origen en otra lengua y hayan entrado al vocabulario popular del dialecto venezolano precisamente a través de las oleadas migratorias. Tal es el caso de la palabra “balurdo” que viene del italiano “balordo” y que en el dialecto venezolano -especialmente en la ciudad de Caracassignifica “1 Persona ordinaria y maleducada./ 2 Cosa de mala calidad./ 3 (coloq hum juv). Se usa como fórmula de tratamiento, generalmente entre jóvenes, con la intención de bromear./ 4 (coloq desp). Se usa para insultar a una persona” (Pérez 26). Estos y muchos otros vocablos tienen su origen en la inmigración de grupos que se han asentado en Venezuela y que se han unido a la vida y la sociedad trayendo sus particularidades y al mismo tiempo han incorporado rasgos venezolanos a su propia realidad. Por ello se sostiene que a través de la lengua se puede identificar y puntualizar los rasgos que sobresalen en el sincretismo cultural evolutivo que según esta investigación se ha producido en el caso de Venezuela a partir de las inmigraciones de la mitad del siglo XX. Al respecto, vale la pena comentar las ideas del documental Los venezolanos que vinieron más allá de nuestras fronteras (2001) cuyo guión fue escrito por el ya mencionado intelectual 100

Rafael Arráiz Lucca. Este documental es parte de una serie producida por Bolívar Films que toca temas de importancia cultural para el país. En este caso la pequeña sinopsis que presenta el DVD señala lo siguiente: “Presenciaremos, en tres emotivos capítulos, la integración de los portugueses, los italianos y los españoles a la vida venezolana durante el siglo XX. La narración está nutrida por testimonios reales de los inmigrantes que hicieron de aquellos hechos una interesante historia” (Cinesa). Este documental se corresponde directamente con el tema de esta investigación y responde a ciertas interrogantes como por ejemplo el nivel de participación de las lenguas en contacto. Por ejemplo en el capítulo de los portugueses, el narrador del documental apunta que “Los venezolanos que vinieron de Portugal ya son parte de nosotros, no solo en el campo económico y social sino en el lenguaje. Las lenguas se enriquecen con el comercio, con el tráfago, con el intercambio” (Arráiz Lucca). Este comentario permite unir las ideas planteadas en el capítulo 2 y en el presente capítulo 3 puesto que según esta opinión, a través del comercio, cuestión que definió la ubicación de los inmigrantes en los diferentes estratos socioeconómicos del país, se integran las lenguas, aquella oficial y dominante y la foránea que viene a participar de la realidad comercial y por ende social del país. Al respecto, el papel de los inmigrantes europeos, sobre todo los italianos y portugueses, frente al uso de un idioma diferente al de ellos, es muy interesante. En el documental “Los venezolanos”32 se entrevista a Sergio Alves Moreira, librero de profesión y procedente de Portugal. Este señor de edad, que manifiesta un acento portugués al hablar castellano, siendo esto un marcador de la primera generación, comenta que cuando llegó a Venezuela a mediados del siglo XX, sentía que el caraqueño hablaba muy rápido, como “una ametralladora disparando” y tenía que prestar mucha atención. Sin embargo, él, como muchos de los inmigrantes europeos, no tuvo una instrucción formal del castellano y lo fue adquiriendo a través del trabajo y el contacto con los habitantes de la ciudad de Caracas. Igual es el caso de Aderito de Sousa y María Florentina de Sousa, procedentes igualmente de Portugal. La señora de Sousa comenta que aprendió castellano escuchando la televisión porque es “una persona de dentro de la casa”. Les enseñó a sus hijos portugués en la casa y aprendieron castellano en el colegio. Y así este tipo de

32

Así nos referiremos al documental “Los venezolanos que vinieron más allá de nuestras

fronteras” de ahora en adelante. 101

comentarios se repiten en el documental y en los datos que ya se han manejado por ejemplo en los estudios de los lingüistas Tavares Lourenço y Bondarenko. En cuanto a los italianos por ejemplo, Bondarenko apunta que La integración de los italianos a la vida nacional venezolana podría llamarse bidireccional por un lado, el italiano se casaba con la mujer venezolana, asimilaba el español que se convertía en su lengua principal, se iba adaptando a la idiosincrasia venezolana en todos los sentidos y por el otro, influía a su vez en el ambiente, obligando al criollo a asumir algunos rasgos de la cultura italiana. De esta manera, resulta que hoy en día, de acuerdo con los datos de la Cámara Venezolano-Italiana de Exportación-Importación, Venezuela es el país que consume más pasta en el mundo (Bondarenko 28). Asimismo también se da el caso de los italianos que traen a sus familias y continúan utilizando la lengua italiana e inculcándosela a sus hijos. En su libro, Bondarenko hace un recuento completo de las escuelas y diversos institutos cuyo propósito es precisamente la instrucción de las lenguas italiana y portuguesa. De este modo se ratifica que el uso de las lenguas minoritarias no significó una amenaza para Venezuela ni para su identidad nacional. Por el contrario, dejando a un lado casos aislados, el intercambio lingüístico ha permitido el intercambio cultural entre el país receptor y los grupos migratorios y ha conllevado a la aceptación del inmigrante por parte del criollo venezolano. Tomando estas ideas como base, si nos concentramos ahora en el caso de la literatura, nos encontramos con que existe una tendencia en la representación del contacto lingüístico entre lenguas y dialectos. En las ocho obras analizadas en esta investigación se manifiesta una propensión hacia la identificación de los personajes inmigrantes italianos, portugueses y españoles a través de su acento cuando entran en diálogo en castellano con otros personajes, generalmente criollos. Al mismo tiempo no se nota un gran rechazo frente a estos particulares personajes que presentan una manera de hablar distintiva, la cual da una pista tanto al interlocutor como al lector acerca de su lugar de origen. Ahora bien, en cuanto al inmigrante colombiano, no se nota una gran diferenciación en cuanto al lenguaje, se presume por la cercanía fronteriza con Venezuela lo que hace que el colombiano se logre camuflar entre los criollos venezolanos. Encontramos escasos pasajes en los que se presta atencion al acento de algún personaje colombiano; tal es el caso de Piedras lunares, de Fedosy Santaella: “El tal William 102

tenía un leve acento andino, no sabía si colombiano, aunque era más bien neutro y sobre todo suave” (34). Lo más notable se da en los casos de italianos, portugueses y españoles y estos son los que se analizarán a continuación. Así como en el capítulo anterior, solamente se discutirá el papel de la lengua y la representación de los personajes inmigrantes que muestran una distinción cuando se expresan verbalmente y la percepción que de estos tiene el criollo, en el caso de tres obras literarias. La muestra para este capítulo está conformada por Oficina No 1 (1961) de Miguel Otero Silva, País portátil (1968) de Adriano González León y Josefina se arrechó y otros cuentos de amor, revolución y esperanza (2006) de Mario Silva García. Oficina No 1 (1961), Miguel Otero Silva Miguel Otero Silva33 es el autor de la obra literaria más antigua a analizar en esta investigación. Oficina No 1 fue publicada en 1961 y es la que abre el análisis literario de este estudio a partir de la década del 60. Particularmente Oficina No 1 podría considerarse la continuación de la novela anterior de Otero Silva, Casas muertas, la cual fue publicada en 1955. En Casas muertas, por diversas enfermedades como el paludismo y también la guerra civil, el pueblo no consigue salir del hoyo en que se encuentra y sus habitantes continúan agonizando y/o muriendo así como las casas continúan cayéndose a pedazos. Por estas razones, la protagonista, Carmen Rosa, al final decide irse (no se sabe exactamente adónde) y para el lector se deja abierta

33

Miguel Otero Silva nació en Barcelona (Venezuela) en 1908. Su fama literaria se debe

a una serie de novelas que describen la historia social y política de Venezuela, en forma de crónica que recorre ambientes y épocas diversos. Casas muertas, en 1954, lo lanza a la notoriedad, inscribiéndolo en el realismo social, que aborda la descripción de ambientes aldeanos, pobres, desamparados y sumidos en el abandono. En 1961 publica Oficina número 1, que continúa la saga anunciada en la anterior. La dictadura de Marcos Pérez Jiménez aparece en La muerte de Honorio (1963) y la guerrilla urbana de la década de 1960, en Cuando quiero llorar no lloro (1970). Sus últimos libros se ocupan de personajes históricos, como Lope de Aguirre que desafió a Felipe II desde la selva amazónica, Lope de Aguirre, príncipe de la libertad (1979); y La piedra que era Cristo (1984), una obra muy documentada sobre la vida de Jesucristo (epdlp). 103

la esperanza de que la personaje no muera como los demás en su pueblo, incluyendo su padre y su amor Sebastián. En Oficina No 1 se da una continuación de Casas muertas puesto que comienza en donde termina esta última, es decir, se inicia cuando Carmen Rosa, doña Carmelita -su madre- y Olegario -un empleado de confianza- están en el camión de Rupert en busca de un lugar para quedarse y rehacer sus vidas. Por casualidad llegan a un campo petrolero al oriente de Venezuela, el cual, realmente no es un campo aún pues al momento de su llegada todavía no se ha conseguido petróleo. Los personajes se hallan en el medio de la nada, de la sabana del estado Anzoátegui. Allí deciden quedarse. A medida que se despliega la obra también se va desarrollando el lugar, el cual luego llega a ser pueblo, casi ciudad, posiblemente ciudad un poco después. Se nota cómo el pueblo se va formando a raíz del hallazgo del petróleo, y de allí en adelante empiezan a arribar más obreros, gente de otros pueblos a buscar trabajo o a fundar negocios, autoridades petroleras y religiosas, policías, prostitutas y maestros. Asimismo se erigen casas, se hacen calles, llega el cine, la bomba de gasolina, una farmacia, una pequeña iglesia, etc. Al comparar esta novela con la anterior de Otero Silva, Casas muertas, el lector se encuentra con un escenario muy diferente, pues en Casas muertas todo se va destruyendo poco a poco. En Oficina No 1, por el contrario, se da una construcción y se erige un pueblo, y es allí donde Carmen Rosa y doña Carmelina siguen hasta el final de la novela y, posiblemente, hasta el final de sus días. La construcción y desarrollo de Oficina No 1, -así llega a llamarse el pueblo- también involucra un flujo de personas que provienen de otras partes, lo cual trae consigo una creciente en el contacto lingüístico pues el castellano entra en contacto con otras lenguas o dialectos. En la novela de Otero Silva se dan de este modo dos tipos de movimientos migratorios: uno interno y uno externo. En cuanto a la migración interna, hay que recalcar que casi todos los personajes que se encuentran en el campo petrolero (a excepción de los extranjeros) vienen de alguna otra parte de Venezuela. Estos hacen su vida allí y al final de la historia, cuando han pasado los años, ya hay niños que han nacido en Oficina No 1. Con respecto a la migración externa, el petróleo es uno de los factores definitorios. La “Compañía” es la entidad que hace posible la entrada de ingenieros y obreros estadounidenses para explotar la tierra venezolana. De allí que la Compañía controle los aspectos aunados a esto 104

movida por los intereses de la corporación y por lo que debe hacerse para sacar ventaja ante las otras compañías petroleras. En el sentido de la presencia estadounidense hay varios temas que resaltan, como por ejemplo, el manejo del poder, la toma de decisiones, la formación de la comunidad estadounidense en un campo petrolero con casas mucho mejores que las de los “nativos” y con un club, lo cual conlleva a una diferenciación social, etc. A pesar de que en la novela Oficina No 1 la presencia estadounidense está altamente representada por personajes como Francis J. Taylor, Charles Reynolds, Tony Roberts y George W. Thompson; en esta investigación, como se mencionó en la introducción, no se tomará en cuenta el grupo de Estados Unidos para integrar el análisis literario. Una de las razones es, y se resalta en esta obra, el hecho de que las personas oriundas de este país del norte, no se convierten en uno de los grupos migratorios con mayor porcentaje poblacional en Venezuela, es decir, la mayoría llega al país a trabajar generalmente cumpliendo un contrato en algo relacionado con el petróleo y luego regresan a su tierra de origen. En el caso específico de Oficina No 1, por la actividad petrolera, los estadounidenses siguen el modelo mencionado, es decir, trabajan, cumplen su contrato y se regresan a Estados Unidos, a excepción de unos pocos como por ejemplo el personaje Tony Roberts, que al final de la historia se casa con una criolla de nombre Gracielita Alcalá. Además de los estadounidenses, hay una gran presencia de inmigrantes dentro de la obra de Otero Silva. Así encontramos españoles, italianos, chinos, libaneses, turcos, entre otros. Ahora bien, hay que recalcar un detalle importante. A pesar de que esta novela fue publicada en 1961, la ambientación se da en los años 30, cuando se está dando en España la Guerra Civil. Este tema incluso se discute entre ciertos personajes que escuchan la radio para enterarse de las noticias de la guerra. De este modo, no observamos entre los personajes de mayor peso un gran contingente de colombianos, italianos, ni tampoco portugueses. Parece ser que estos sobresalen en las novelas con una ambientación que corresponda a un período posterior a las guerras en Europa, lo cual resulta lógico y justifica esta investigación. No obstante, Oficina No 1 es relevante para este estudio porque en primer lugar califica por su fecha de publicación, abundan en esta los personajes inmigrantes (de todo tipo de origen) y porque así esta obra de algún modo comienza a sentar las bases de la representación de los inmigrantes en la narrativa venezolana de la segunda mitad del siglo XX, destacando asimismo el habla de los personajes inmigrantes. Dichas bases se dan con respecto a la relación que los 105

personajes inmigrantes establezcan con los otros personajes, a la percepción que de los inmigrantes se tenga, recordando que Oficina No 1 se convierte en un pueblo, crece y se desarrolla con la participación directa de todas las personas que llegan a sus tierras. Esto último podría considerarse como una alegoría de la situación de Venezuela, o específicamente de las ciudades grandes como Caracas, que se desarrollaron a nivel de infraestructura y de comercio con la llegada de los grupos migratorios como los españoles, italianos y portugueses. En este sentido vale la pena tomar en cuenta una de las conversaciones entre Carmen Rosa, la protagonista, y su madre, doña Carmelita: -Anoche llegaron dos camiones más -dijo doña Carmelita y se movió azarada detrás del mostrador de la bodega. […] -Cada día aparece más gente -respondió Carmen Rosa. -Como si todo el país supiera ya que los americanos encontraron petróleo en esta sabana perdida. -Como si el mundo entero lo supiera ya. Porque de Colombia también llegan, y de Curazao, y de Trinidad, y de la Guayana Inglesa. -Y chinos y culíes34 que nadie sabe quién los trae ni de dónde vienen. (Otero Silva 79). En este fragmento se nota lo que se ha venido comentando, es decir, la atracción que se produjo hacia el campamento petrolero de tanto migrantes internos como externos. En relación a la migración externa observamos que se da de todo tipo de origen. Algunos de estos grupos migrantes incluso producen una sensación de incertidumbre en otros personajes, como Carmen Rosa y doña Carmelita, pues no se sabe mucho de ellos ni de lo que pretenden en esas tierras casi vírgenes y tan lejanas a sus países de procedencia. Todos los personajes de origen foráneo y aquellos criollos que provienen de diferentes ciudades de Venezuela, como la propia protagonista, tienen una característica en común: la esperanza de salir adelante, por medio de algún oficio, en un lugar que promete ofrecer oportunidades y que, según se va corriendo la voz, puede acoger a gente que quiera participar en su desarrollo.

34

Según el diccionario de la Real Academia Española la palabra “culí” significa “En la

India, China y otros países de Oriente, trabajador o criado indígena” (RAE). 106

En cuanto al tema de la lengua, la obra de Otero Silva es una de las que comienza a hacer alusión al acento de los personajes inmigrantes cuando mantienen diálogos en castellano con otros personajes. Es decir, ya desde El hombre de hierro, obra del modernista Rufino Blanco Fombona y publicada en 1905, se empiezan a utilizar palabras en otros idiomas, enfatizando de ese modo la variedad de lenguas presentes en el país por las migraciones ocurridas; sin embargo, en Oficina No 1 se comienza a describir el acento de los personajes cuando hablan castellano. Por estas razones vamos a centrar la discusión particularmente en un personaje: el padre Toledo. Este religioso es el primer sacerdote que llega al pueblo Oficina No 1 cuando el lugar se encuentra en pleno proceso de crecimiento y estructuración. “Entonces surgió de la polvareda que levantaban los camiones e hizo su aparición ante ellas [-ante Carmen Rosa y su madre-] el personaje más inesperado: un cura. Un cura gordo y mofletudo, con la sotana bastante nueva y los cachetes irritados por la afeitada reciente” (Otero Silva 82). Este personaje llega inesperadamente como dice el propio texto pero es realmente esperado por la comunidad que se va formando y asimismo es respetado. Carmen Rosa y doña Carmelita, “A un ministro del Señor no lo recibirían desde el mostrador de la bodega como a un cliente cualquiera. Lo guiaron hasta el pequeño cuarto vecino, hasta el antiguo dormitorio transformado en salón de recibo. Alrededor de una mesita con florero hacían corro los muebles de maderas entrecruzadas y barnizadas de verde, cada silla con su pañuelito blanco sobre el espaldar” (Otero Silva 82). El Padre Toledo por ende, de entrada, tenía un lugar privilegiado entre los habitantes de Oficina No 1. A pesar de que no se sabía acerca de la llegada de sacerdote y tampoco de donde venía, ya desde el comienzo se le percibía de forma positiva por lo cual su lugar de procedencia no iba a ser motivo de burla o de alguna otra emoción negativa. Al momento de su llegada se descubre de donde viene este apreciado religioso; en el preciso instante en que el sacerdote habla por primera vez y manifiesta el acento que lo identifica con su tierra natal: -¡Santas y buenas tardes les dé Dios! -y en el silbido de las eses y en la desusada construcción de la frase comprendieron madre e hija que el visitante era español de nacimiento y recién llegado al país por añadidura. -¡Muy buenas tardes, padre! -respondió con humilde presteza doña Carmelita, como en un jubiloso balido de oveja reencontrada por su pastor! (Otero Silva 82) Es interesante observar cómo el narrador apunta inmediatamente al acento del personaje identificándolo con su país de origen, España. Además se nota cómo el narrador no muestra el 107

acento del sacerdote español en el propio diálogo sino que explica cómo se oyen sus palabras en la narración de la conversación. Esto va a cambiar a través del tiempo puesto que en las obras literarias de años posteriores, como las que se analizarán más adelante en este capítulo, el acento de los personajes inmigrantes, si poseen uno, se verá reflejado en las propias palabras que emiten y el lector puede captar su carácter foráneo y hasta su lugar de procedencia sin que el narrador tenga que explicarlo. En el caso específico del padre Toledo en Oficina No 1, además observamos que su llegada se corresponde con los temas discutidos en el capítulo 2 de esta investigación. Es decir, el español se caracteriza dentro de una de las profesiones que resaltan dentro de su grupo migratorio: el sacerdocio. Asimismo, aunque no lleva a cabo de primera mano la educación de los niños del lugar, pues esto lo realiza la protagonista Carmen Rosa, si está encargado de instaurar una estructura eclesiástica en el nuevo pueblo. Para ello es expresamente enviado. Con respecto a esto, doña Carmelita comenta al momento de la llegada del padre: “-Suponemos que usted no viene de paso sino a quedarse. Está haciendo una falta inmensa un sacerdote y también una iglesia en este lugar. No hay quien bautice a los niños, no hay quien case a los esposos, no hay quien confiese a los agonizantes. Todos vivimos y morimos en pecado mortal” (Otero Silva 82-83). A esta preocupación el sacerdote español responde: “-Pienso quedarme, señora, vengo a quedarme […] La superioridad eclesiástica me ha enviado a este sitio y espero que Dios ilumine mis pasos y me ayude a proteger a esas almas descarriadas de que usted habla y a salvarlas del fuego eterno” (Otero Silva 83). Si pensamos, como se mencionó anteriormente, en esta novela de Otero Silva como una posible alegoría del proceso de urbanismo y desarrollo de Venezuela, nos damos cuenta que la figura del inmigrante juega un papel crucial. El español está encargado de la evangelización del nuevo lugar, y aunque en la vida real se encuentran un sin número de sacerdotes y monjas criollos en el país, es posible que el autor haya decidido darle la nacionalidad española al sacerdote de la novela correspondiéndose con los datos históricos que han caracterizado a las oleadas migratorias durante los siglos XIX y XX. Recordemos que una gran cantidad de españoles llegaron a Venezuela a través de los años enviados por la Iglesia desde España y se quedaron en el país a seguir con la misión encomendada. De este modo, si la presencia del sacerdote español es crucial para la construcción del lugar en cuestión, y por ende para la identidad de este -que a su vez se podría aplicar a la identidad nacional venezolana-, la lengua y los contactos lingüísticos que se den, entran también 108

a jugar un rol importante. Así observamos por ejemplo las anotaciones del narrador mientras continúa la conversación entre el padre Toledo y las dueñas de la bodega: “-He venido a visitarlas a las pocas horas apenas de mi llegada -continuó el cura- porque las hermanas Maita, católicas de corazón (y pronunciaba la zeta de corazón como si con ella estuviera serruchando en dos trozos la palabra) me recomendaron mucho que lo hiciera (y pronunciaba la ce de hiciera como si fuera una zeta)” (Otero Silva 83). Una vez más se observa cómo el narrador especifica en los comentarios de la conversación el acento del personaje español y más aun, en este caso, da detalles particulares de las sílabas en las que se debe notar las particularidades de su hablar, las cuales corresponden a su lugar de procedencia. En este sentido, hay que hacer la siguiente acotación: podemos observar las diferencias que se hacen entre las lenguas habladas, o mejor dicho, en este caso específico entre los dialectos del castellano (venezolano y español) pero al mismo tiempo nos damos cuenta de que estas diferencias se aceptan. En otras palabras, los personajes criollos aceptan el hablar de los personajes inmigrantes y en el caso particular del padre Toledo, además de aceptarlo, los demás personajes le otorgan un sitio privilegiado dentro de su comunidad. Se aceptan las diferencias notorias entre los lenguajes y por ende entre las características culturales respectivas. Hay, de este modo, una suerte de interacción, de relación abierta, o digamos, de apertura hacia el inmigrante. De esto se desprende que se da una influencia por parte del inmigrante sobre la población que se está formando y la construcción tanto del lugar como de la identidad de ese lugar. Claro está, el caso del padre Toledo es un tanto especial, pues es enviado por la Iglesia con un objetivo específico, el de construir un templo católico y más aun, el de edificar la comunidad católica de Oficina No 1 y con ellos establecer las normas religiosas y llevar el pueblo hacia el camino del bien. Ahora bien, hay que tratar de identificar también si se da el proceso de influencia cultural a la inversa; es decir, si el personaje inmigrante deja que la cultura venezolana se permee en la suya. Según el acercamiento que hace esta investigación al texto de Otero Silva, la respuesta a esta interrogante es positiva. El padre Toledo se interna en la cultura venezolana y comparte con los feligreses del pueblo las rutinas y hasta los juegos. El sacerdote se va adaptando a la comunidad venezolana e integrando a su identidad, algunos aspectos de la identidad venezolana. Particularmente podemos observar este proceso directamente en la novela a través del uso de la lengua. Hay una escena en la que varios habitantes de Oficina No 1 se reúnen para jugar 109

bingo35 -el cual es un juego muy popular y tradicional en Venezuela-, charlar un poco y pasar el rato: -Ochenta y ocho! -cantó el padre Toledo. Carmen Rosa y Tony Roberts señalaron el 88 con un grano de maíz en sus respectivos cartones. Ocho personas estaban sentadas a lo largo del mesón de las Maita, seis en taburetes, el cura y doña Carmelita en sillones de cuero. Dos lámparas de carburo derramaban una luz verdosa y maloliente por encima de las ocho cabezas. Doña Carmelita no jugaba sino esperaba pacientemente los recesos entre partida y partida. (Otero Silva 91) El padre Toledo tiene la especial tarea de “cantar” los números del bingo. Es decir, en el juego él se encarga de sacar cada número e indicarles a todos los jugadores cuál número está participando en el sorteo para que al final, el jugador que primero complete su cartón sea el ganador. Además de esto, se nota en el párrafo indicado arriba que el bingo, un juego popular y familiar entre los venezolanos, llega a unir a los personajes de diversos orígenes. Así, además de que el padre Toledo canta los números del bingo, Tony Roberts, uno de los estadounidenses que trabaja en el campo petrolero, juega al bingo y marca los números en su cartón con un grano de maíz, como cualquier criollo venezolano. Por su parte, el caso de la lengua sale a relucir en este proceso de sincretismo cultural evolutivo, cuestión que se discutió a fondo en el capítulo 1 de esta investigación. Así pues encontramos el siguiente ejemplo: “-¡Los dos patitos! -dijo el cura con la voz gangosa que reservaba para la misa de difuntos. Las hermanas Maita cambiaron una mirada y una sonrisa. Ya el padre Toledo había aprendido a decir “los dos paticos” cuando se trataba del 22. Aunque

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Según el diccionario de la Real Academia Española la palabra “bingo” significa “Juego

de azar, variedad de lotería, en el que cada jugador debe completar los números de su cartón según van saliendo en el sorteo” (RAE). En Venezuela el juego del bingo está muy popularizado y es muy probable encontrar un juego de estos en casa o al menos en casa de la abuela para jugar con los familiares los fines de semanas. Asimismo, el juego del bingo se utiliza también para realizar verbenas en beneficio de alguna causa, para recaudar fondos (lo que se llama “Bingo bailable” y por último hay establecimiento del estilo de casinos, por ejemplo en la ciudad de Maracaibo, que solamente se dedican al juego del bingo. 110

todavía pronunciaba patitos en lugar de paticos” (Otero Silva 91). Se nota entonces el intercambio entre particularidades culturales plasmado a través de la lengua. El padre Toledo se incorpora al proceso cultural venezolano al jugar bingo y cantar los números, pero esto vas más allá, pues con la lengua entra aún más a la dinámica de la venezolanidad. “Los dos paticos” es una frase muy popular en Venezuela que se usa mucho en el juego del bingo para indicar que ha salido el número 22, por la semejanza en el grafismo de los números y la forma física de los patos. El padre Toledo incorpora este vocabulario a su léxico y lo utiliza adecuadamente, en el momento oportuno, y hasta con jocosidad, encajando perfectamente en el ambiente venezolano. Sin embargo, al pronunciar la palabra “patico” con la terminación “to” le infringe un carácter foráneo que le adjudica de cierto modo un poco de su propia identidad española, a través de la lengua. Asimismo, la pronunciación de esta frase provoca en los personajes criollos un sentimiento de simpatía al ver que el inmigrante intenta integrarse a su forma de vida a través de la lengua y al compartir del juego. No obstante esto no termina allí, el padre Toledo va más allá puesto que aspira a integrar su realidad religiosa, la cual ya sabemos fue formada en España, a la realidad popular venezolana. De este modo encontramos el siguiente pasaje: -¡Los Santos Apóstoles! -gritó el cura, satisfecho de haber injertado una nueva designación en la jerigonza tradicional del juego. Pero Secundino Silva protestó: -¿Qué cuestión es esa de los apóstoles? Explíquese mejor porque yo no le entiendo. -El doce, hijo, el doce. Los apóstoles eran doce –respondió el cura sonreído. -Incluyendo a Judas -gruñó maliciosamente Secundino Silva que había apuntado su doce desde el primer momento con el maíz más cercano. (Otero Silva 93) Se nota la felicidad, o mejor, dicho la realización que siente el sacerdote al haber podido incorporar algo muy suyo, propio de su identidad como religioso, al juego popular del país que lo ha acogido. Él también puede aportar algo a la construcción del lugar, no solamente la edificación de un templo católico, sino el intercambio de culturas a través de la lengua y de aspectos propios de su realidad. Por su parte el personaje criollo que interactúa con el padre en este pasaje logra además jugarse de palabras con el sacerdote español, propiciando de esta manera un acercamiento entre ellos utilizando todos los elementos que participan en este 111

sincretismo, es decir, la lengua, las reglas del bingo, el compartir con los amigos, y la malicia de las bromas que se pueden hacer a esos amigos. Todo esto es un ejemplo de lo que a gran escala sería el sincretismo cultural evolutivo, por el que se da una conjunción de elementos cuando entran en contacto diferentes grupos culturales, siendo en este caso el venezolano y los grupos inmigrantes.

País portátil (1968), Adriano González León Volvemos a traer a colación a País portátil de Adriano González León36 porque presenta ejemplos valiosos para la discusión del tema de la lengua en esta investigación. En primer lugar, ya se nota una diferencia entre la caracterización del acento de los personajes inmigrantes que hablan castellano en la primera novela analizada, Oficina No 1 (1961) y esta segunda, País portátil (1968). Es decir, en esta última en varias ocasiones se muestra en el diálogo mismo los rasgos distintivos del acento de los personajes inmigrantes cuando hablan castellano. Sin embargo, antes de indicar uno de los pasajes de la novela que identifica claramente dicha diferencia, vale la pena resaltar que la ambientación de la historia también es un poco diferente. Como ya se mencionó anteriormente, en Oficina No 1 los acontecimientos ocurren alrededor de los años 30 del siglo XX, mientras que en País portátil, la narración se da en varios tiempos pero el personaje principal que anda apurado por la ciudad de Caracas se presenta en la época contemporánea a la publicación de la novela. De allí que este personaje principal, Andrés, se tope con diversas personas durante su recorrido incluyendo varios personajes inmigrantes. Por ello, en varias ocasiones, las interacciones que se dan entre Andrés y los personajes inmigrantes es de tipo circunstancial, no hay ningún lazo emocional cercano que los una por lo que es más factible que se manifieste una percepción negativa hacia ellos. Para comenzar veremos el caso de un personaje circunstancial del que ya se habló un poco en el capítulo 2. Es un portugués que divisa Andrés en una de las calles de Caracas. Al respecto el propio Andrés comenta: Tenía media hora de retraso y en estas cosas, ya lo sabes, no se puede fallar. ¡Buena vaina!, dijo. Preguntarle al portugués resultaba inútil y además la bicicleta

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En el capítulo 2 se pueden encontrar datos biográficos del autor y una pequeña sinopsis

de la novela. 112

ya iba lejos. De todos modos, el portugués anterior resultó un analfabeto oral. «Edificciu Unión… Lu más cerca es pur aquí mismu…» Otra vez Andrés tuvo la sensación enorme de estar solo en el pleno sol y el pleno calor de las cuatro. ¡Qué vaina!, dijo. Algunos muchachos se arrastraban en patines por la acera y daban gritos. La camioneta de los helados surgió en la esquina con su musiquita de nunca acabar. Tan tantan… tan… tanta… ta… tan… tantá… (González León 65). Observamos en este pasaje de País portátil que a pesar de que Andrés tiene a la mano una posible solución a su problema de estar perdido en el medio de Caracas buscando la dirección exacta adonde se dirige, prefiere no preguntarle al portugués con el que se topa en su recorrido. Se nota en este específico ejemplo una burla y hasta un poco de desprecio proveniente de Andrés hacia el inmigrante. Esto se manifiesta claramente con el uso de las palabras “analfabeto oral” para describirlo. Andrés considera que hablar español con un acento tan marcado como el que manifiesta el portugués es un signo de debilidad lingüística, en otras palabras, si no se sabe hablar castellano perfectamente entonces se es un analfabeto, al menos oralmente. En relación a este aspecto hay que apuntar que esta es la única instancia en que se manifiesta cierto desprecio hacia un inmigrante por su manera de hablar. Más adelante en la novela se vuelve a manifestar el acento de otros personajes cuando hablan castellano pero no se presenta una burla hacia ellos. Pudiera entonces concluirse que la reacción de rechazo se da solamente frente a los portugueses. Para ello, comparemos ahora este personaje portugués con uno italiano que también es caracterizado a través de lenguaje. -Mire amigo… Hay que estar alerta, porque este país es de vivos. -Io comprende… Ma… io sono un hombre honrato… No me piacen, como digo, no me gustan las cosas torcidas, ¿capisce? -Bueno, capricho o no capricho, yo lo que fumo es Fortuna, musiú. -Ma, cuesto es una sinvergüenzura, usted sabe. Yo puse el dinero. Él dijo que tenía un amico en la Ingeniería Municipale, pero usted sabe, cuando se fueron a echar las fundaciones, niente, no apareció por ningún lado, comprende. Es lo que yo digo. Uno viene a este país a trabajar honradamente, ¿capisce? -¿Y qué le dijo el Fiscal, musiú? -Bueno, que dónde estaba la autorizacione y no teníamos la autorizacione, ¿comprende? (González León 103). 113

En esta conversación no participa Andrés, el personaje protagónico. No obstante, es él quien describe el diálogo entre estos personajes circunstanciales, uno italiano y otro criollo. En este caso Andrés no omite ninguna opinión en cuanto al acento manifestado por el italiano, quizás se deba a que en este preciso momento Andrés no se encuentra en medio de tanto estrés como cuando se topó con el portugués. Sin embargo, se puede observar una mejor disposición frente al italiano que frente al portugués. Quizás esto responda a lo discutido en el capítulo 2 de esta investigación, es decir, a los estratos socioeconómicos de los grupos migratorios. El personaje portugués maneja una bicicleta y reparte verduras mientras que el italiano tiene un negocio. El hecho de que tengan acento puede repercutir en la percepción que se tenga de ellos pues si el portugués no habla bien el castellano es un “analfabeto oral” pero si el italiano no habla bien no es importante, pues de igual modo puede seguir adelante con su negocio y hasta dialogar con las autoridades municipales. En cuanto al personaje italiano en cuestión se observa claramente que pertenece a la primera generación de inmigrantes. En primer lugar, el acento que posee está altamente marcado y como lo advierte Bondarenko, esto se corresponde con el hecho de que en la comunidad italiana y la portuguesa, los integrantes de la primera generación mantienen su lengua y no reciben una instrucción formal en el aprendizaje del castellano, mientras que los de segunda generación cuando van a la escuela adoptan el castellano como su primera lengua (21) por lo cual los personajes inmigrantes no mostrarían un acento cuando entran en diálogo con otros personajes. Con respecto a la percepción de este italiano por parte de su interlocutor, que resulta ser criollo, encontramos que se comunica perfectamente con él y no se burla de este en ningún momento. Ahora bien, con la frase “Bueno, capricho o no capricho, yo lo que fumo es Fortuna, musiú” (González León 103), se nota una cierta malicia al interactuar. Basándose en la fonología de la palabra “capisce” el criollo ubica un vocablo en español que se parece y le da otro significado del que posee. Con esto entra en un juego de palabras que le permite acercarse un poco más al personaje inmigrante, ser jocoso y al mismo tiempo seguir la conversación. Otro detalle importante que hay que acotar en este caso es que así como el personaje criollo se puede comunicar perfectamente con el inmigrante italiano, asimismo el lector puede entender lo que quiere decir. El autor no necesita explicar lo que el italiano intenta comunicar. Este mezcla palabras netamente italianas con palabras castellanas y se da a entender sin 114

problemas. Puede funcionar en el ambiente del país que lo recibió y el criollo lo acepta de esa manera y hasta hace negocios con él. A través de la lengua nos enteramos que es posible una reciprocidad entre italianos y criollos y que esta puede darse de forma agradable. Dejando a un lado los aspectos económicos, los cuales fueron discutidos en el capítulo 2, se sostiene que el italiano se incorpora a la sociedad venezolana y el criollo lo acepta y lo deja entrar a su realidad, con acento o sin acento. Ahora bien, después de haber analizado estos detalles de los personajes inmigrantes de Oficina No 1 y País portátil sería interesante observar qué pasa en un texto publicado casi 40 años después que los anteriores en donde asimismo se presentan personajes inmigrantes que se identifican dentro de la novela por su acento al interactuar con otros personajes.

Josefina se arrechó y otros cuentos de amor, revolución y esperanza (2006), Mario Silva García Mario Silva García37 le ofrece al lector una colección de cuentos que como él mismo apunta “nacen de las vivencias de un derrotado eterno; de una esperanza que se ha llenado de flores; de la sonrisa que me ha regalado este pueblo que baila, canta y lucha por encima de las dificultades” (Introducción 15). De entrada sabemos por consiguiente que Josefina se arrechó y otros cuentos de amor, revolución y esperanza, publicado en 2006, tiene un corte totalmente diferente a los ya analizados en los capítulos 2 y 3 de esta investigación. Se trata de una serie de cuentos productos de la realidad venezolana durante el vigente gobierno del Presidente Hugo Chávez, en el que el oficialismo y la oposición se encuentran en constante pugna. Mario Silva García es simpatizante del Presidente Chávez y apoya la revolución bolivariana implementada por este. Por ello, podría considerarse que este texto debe ser analizado dentro de otro espectro de interrogantes, las cuales se vislumbran en un trabajo futuro, mas sin embargo, la presencia del inmigrante entres sus páginas es tan abundante como en los textos anteriores así como relevante para esta investigación.

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Mario Silva García nació en Ciudad Bolívar en 1959. Es político y además conductor

de televisión. Su programa se llama “La Hojilla” y es uno de los programas emblemáticos del oficialismo en Venezuela, es decir, de la parte simpatizante del Presidente Hugo Chávez. “La Hojilla” se transmite por Venezolana de Televisión, el canal del Estado. 115

Por la naturaleza del texto Josefina se arrechó38, es decir, por ser un libro de cuentos, resulta poco factible presentar una sinopsis de todos las historias que forman parte de la obra. Así pues podemos resaltar las características relevantes que se destacan en ellos. En primer lugar muchos de los cuentos mencionados de alguna manera tocan el tema de la revolución, de ser chavista o de la oposición. Segundo, en la mayoría de los textos el ambiente donde se desenvuelven las historias es urbano, aunque no es Caracas en todas las ocasiones. Además, las historias son de corte realista, en el sentido de que presentan situaciones del día a día e interacciones entre personajes que muy probablemente pueden haber sido tomadas y/o basadas en experiencias propias del autor, es decir, en situaciones cotidianas de la realidad venezolana. Por último hay una serie de cuentos que no presentan una serie de acontecimientos, o mejor dicho, una historia, sino que parecen una expresión o reflexión personal del autor. En estos últimos se percibe un carácter biográfico. En este libro de cuentos, asimismo se encuentran varios personajes inmigrantes, tanto protagónicos como secundarios y circunstanciales. Entre ellos abundan los españoles, italianos y portugueses y específicamente en relación a estos grupos se resalta el hablar de los personajes españoles particularmente. Tomando en cuenta estos datos y por cuestiones de espacio en esta sección se hablará solamente de los personajes inmigrantes españoles, los cuales encajan perfectamente en la delimitación del presente estudio. El primer cuento de esta obra, casualmente titulado “Josefina se arrechó39” incluye personajes españoles a nivel protagónico. Josefina es una criolla que se arrecha, o se pone furiosa con su vecina Pepita, la gallega. La causa de su enojo es el hecho de que Pepita, dueña, junto con su esposo Pepe, de un negocio de víveres, pretende aprovecharse de la inestabilidad política del país, de los posibles paros y golpes de estado, para vender productos a granel y sacarles dinero a sus clientes. Cuando Josefina se enfrenta a Pepita, ya harta de que venga a tocarle la puerta para que vaya a adquirir productos, y le dice lo que piensa de ella, furiosa, y utilizando malas palabras, Pepita “corrió calle abajo hasta llegar al mercadito de su marido… Pepe, que se nos

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De ahora en adelante nos referiremos al texto de Mario Silva García utilizando la

forma reducida de su título, Josefina se arrechó. 39

En el dialecto venezolano, el verbo “arrecharse” significa enojarse, ponerse de mal

humor o realmente furioso. Tiene una connotación vulgar, es decir, es una mala palabra. 116

cayó el negocio ¡joder! Pepe levantó los hombres en señal de no entender un coño… Pepe, Pepe, la Josefina se ha arrechao y no cree en las cosas que tú me has contao… No piensa comprar ni un duro de comida ¡joder! A ver si te lavas los oídos, coño… ¡Hostia, Pepita! -contestó Pepe- Pues la has cagao” (Silva García 19). Observemos el acento de los personajes españoles al hablar. Presentan el dejo que determina su lugar de procedencia. “Josefina se arrechó” termina con el párrafo citado por lo que ni el narrador ni la propia Josefina emiten ninguna opinión acerca del acento de Pepita y Pepe. Al leer detalladamente este fragmento se nota la eliminación de la “d” al final de palabras como “contado”, lo cual también ocurre en el dialecto venezolano pero en este caso además se resalta el uso del presente perfecto, “has contao,” empleado con mayor frecuencia en el dialecto español. Comparemos por ejemplo el título del cuento, “Josefina se arrechó” y la frase que dice Pepita, “la Josefina se ha arrechao.” Se observa cómo los diferentes dialectos cambian la estructura de la frase pero transmiten el mismo mensaje. Asimismo, a través del léxico podemos identificar la procedencia de Pepita y Pepe. Aunque el lector se encuentra frente a una conversación corta, se observan las palabras “joder” y “un duro” las cuales son propias de la expresión española contemporánea. Sin embargo, resulta pertinente también observar otras palabras utilizadas por los personajes gallegos. Así nos encontramos con las frases “la Josefina se ha arrechao” y “Pues la has cagao.” Ambas frases responden a usos populares dentro del dialecto venezolano. El verbo arrecharse significa enfadarse o ponerse furioso y el verbo cagar(la) significa estropear algo. Los españoles del cuento de Silva García toman estos vocablos y los adaptan a la manera de hablar que antes dijimos denota su lugar de procedencia. Así como se hizo notar en el caso del título del cuento y la frase “la Josefina se ha arrechao,” también ocurre lo mismo con la frase siguiente, ya que si el hablante fuera un criollo venezolano, en vez de decir “la has cagao,” probablemente diría “la cagaste.” En este sentido se advierte que, así como ocurre en la obra País portátil de González León, el personaje español de Silva García se incorpora a la realidad venezolana a través de la lengua, adoptando vocablos del léxico venezolano, utilizándolos en el momento apropiado pero con su acento particular. Hay de este modo un intercambio, una influencia cultural, un sincretismo. En otro cuento de la obra de Silva García, el cual se titula “Madrugando con mi hijo,” se presenta un caso peculiar. El narrador es hijo de un gallego que llegó a Venezuela en 1952. El 117

narrador nació en Venezuela pero su hermana mayor en España y él nunca ha visitado España a pesar de que es un adulto medio. Estando parado en una cola con su hijo para sacarle la cédula de identidad por primera vez, el narrador se topa con una mujer cuya niña también está en el mismo proceso que el suyo. Allí se pone a conversar la señora acerca de su hija la cual quiere salir muy linda en la foto de la cédula. Al respecto la señora comenta que su hija es muy coqueta “Hasta los zapatos nuevos se puso” (Silva García 36). Esta frase es importante para el presente estudio. Lejos de parecer trivial es la frase que desata la conversación más importante del cuento y el desarrollo de la historia, el cual comienza precisamente por un aspecto de la lengua. El narrador, quien cuenta los hechos en primera persona, comenta en sus pensamientos “El acento es gocho40, pero la “z” de zapatos salió con un claro matiz español y le pregunto por su lugar de nacimiento. ‘San Cristóbal41, pero también soy de nacionalidad española… Mi esposo, me estoy divorciando -aclara- es catalán’” (Silva García 36-37). Observamos entonces cómo el narrador identifica el lugar de procedencia de la señora solamente por la pronunciación de una consonante, la “z,” pronunciación que para él debe ser muy común escuchar. Cuando la mujer desconocida le dice “Soy licenciada en Educación Preescolar y trabajé duro cuando llegué a España. Ganaba sesenta mil pesetas mensuales limpiando una casa de cuatro pisos. Me casé y me dieron la nacionalidad… Desde que está Chávez en el gobierno, nos ven mal… a los venezolanos… y tengo que estar aclarando a cada rato que soy española…” (Silva García 37) el narrador le responde: ¡Disculpe, señora! Soy hijo de gallego; no he visitado España jamás. Pero a mi hermana que sí es española de nacimiento, pero tiene el acento venezolanito, en un viaje de vacaciones que hizo con su esposo, no la quisieron atender en un restaurante porque era ‘sudaca’… (Silva García 37) El acento, entonces, determina la nacionalidad de una persona para aquel que lo escucha, o al menos eso es lo que algunos individuos pretenden. En el caso de la señora, no es española de nacimiento ni tampoco se crió ahí pero por haber obtenido la ciudadanía a través de su esposo catalán se dispone a apropiarse del acento español con el objetivo de subir de estatus social. En el

40

La palabra “gocho” denota, dentro del dialecto venezolano, una persona cuyo lugar de

procedencia es los Andes venezolanos. Se le dice “gocho/a” a todo aquel individuo que sea de los estados Mérida, Táchira o Trujillo; los estados andinos venezolanos. 41

Ciudad de los Andes de Venezuela. 118

caso de la hermana del narrador, siendo española por nacimiento, el acento delata su lugar de procedencia, siendo este Suramérica -Venezuela- y baja automáticamente de categoría según los ojos de los españoles en la Península. No es el caso de estudio de esta investigación, la realidad de los suramericanos en España; no obstante, se nota a través de la discusión antes citada y descrita, la posición del narrador ante las diferencias en los acentos al hablar castellano. Este personaje no rechaza en ningún momento a otra persona por poseer un acento diferente y definitorio de su lugar de procedencia. Al contrario, el escuchar esta variación lingüística lo invita a indagar sobre la nacionalidad de su interlocutora y de este modo a acercarse más con un propósito amigable. Lo que molesta al narrador es la razón por la cual la mujer desconocida utiliza el acento español. El modo de hablar de cada quien es algo del que cada individuo debe sentirse orgulloso, como así se siente la hermana del narrador, quien no cambia su manera de hablar cuando viaja a España, pues sigue usando su “acento venezolanito.” Para el narrador, un acento no determina la inclusión o expulsión de un individuo dentro de un espacio dominado por una cultura/país diferente, siempre y cuando sea propio. Al contrario, es un detalle que invita al acercamiento entre los individuos que comparten una tierra. Otro personaje que vale la pena destacar en este capítulo es María Jesús del cuento “Un simple Cristo de yeso en San Pascual.” Este cuento de Silva García comienza con las siguientes dos oraciones: “María Jesús vive en San Pascual, Mesuca arriba, casi en la cima rozando el cielo. Cuarenta y seis años en Venezuela no le han arrebatado el acento español” (135). Con esto el lector sabe de entrada que el personaje protagónico de la historia es una inmigrante española, y lo sabe sobre todo por la aseveración del narrador acerca de su todavía notable acento español. María Jesús es una mujer que vive en Caracas, específicamente en los cerros de Caracas, los cuales son famosos por la historia que poseen en cuanto a su nacimiento, construcción, mantenimiento y el estado socioeconómico de sus habitantes. Es un área en la que predomina un estrato socioeconómico bajo. Esto hace ver que los españoles se han asentado en todos los sectores del país. Ahora bien, en cuanto a la lengua, tema que incumbe a este capítulo, sabemos que a pesar de que María Jesús ha estado por más de cuatro décadas en Venezuela, todavía mantiene el acento español. Sin embargo, cuando en la narrativa se presenta el hablar de ella, no se nota algo tan acentuado: “Ese Porras es una mierda… -salta María Jesús de inmediato- ¿Por qué no viene a los cerros a repartir esa vaina?” (Silva García 136). En este caso se nota una fusión de vocabulario y acentos, sin embargo, predomina el acento venezolano sobre el español. 119

La frase “es una mierda” se percibe en esta investigación como un lazo con el dialecto español pues se sostiene que es más factible escuchar a un criollo venezolano decir “qué mierda es Fulano” para estos casos. María Jesús no presenta un fuerte acento ni hace uso del presente perfecto como lo hacen los personajes analizados anteriormente (Pepita y Pepe), por ejemplo. Ella incorpora a su vocabulario la palabra “vaina,” la cual, si bien no es de uso exclusivo de Venezuela, pues también se utiliza en otros países de Suramérica, no es un rasgo popular del vocabulario en España. Volvemos a encontrar, aunque a niveles diferentes, una especie de fusión, de sincretismo cultural evolutivo. Antes de concluir con esta sección y pasar a detallar las conclusiones de este capítulo se debe prestar atención a un vocablo que se repite en varios de los textos analizados y que resulta relevante para el tema de la lengua y las repercusiones de esta en la percepción que tiene el criollo del inmigrante.

El musiú En este capítulo acerca de la lengua, se debe resaltar el uso de un vocablo dentro de la narrativa estudiada: “musiú.” El diccionario de la Real Academia Española no posee, hasta esta fecha, ninguna definición para esta palabra. Sin embargo, el Diccionario venezolano para jóvenes ofrece las siguiente definiciones: “1. Extranjero./ 2. Persona extranjera que no habla español o que lo pronuncia defectuosamente./ 3. hacerse el – (coloq). Disimular o hacerse el desentendido./ 4. ser el mismo – con diferente cachimbo (coloq). Ser una cosa lo mismo que otra aunque parezca diferente. Obs: En ocasiones, se usa otra forma femenina: musiusa” (102). Musiú, por ende, es un término popular en Venezuela, usado para identificar a una persona que viene de otras partes. El diccionario citado emplea la palabra “extranjero” mas sin embargo, el término “musiú” también se emplea para identificar a una persona ya inmigrante, o incluso a sus hijos. Buscando otras referencias en el internet, se encontraron varias páginas web que ofrecen definiciones de vocablos populares dentro del léxico venezolano. En una de estas se encontró la siguiente definición de “musiú”: “Expresión con la que se define al extranjero, a veces de forma cariñosa o despectiva, según la situación” (Elblogdealexs). Estas definiciones, una encontrada en un texto con autoridad, publicado por la editorial del diario venezolano El Nacional, y otra encontrada en un blog personal de un joven venezolano, se consideran apropiadas para describir el vocablo. No obstante, por experiencias 120

propias se sostiene que el término “musiú” abarca solamente cierto grupo de inmigrantes. En otras palabras, no a todas las personas que llegan a Venezuela de otro país se les llama musiú. Por ejemplo, asiáticos y oriundos del Medio Oriente no reciben tal tratamiento. Se trata más que todo de aquel inmigrante europeo que podría ser italiano, portugués, español o de alguna otra nacionalidad, así como los estadounidenses que llegan al país. Esta afirmación se refleja en la narrativa analizada puesto que en ninguna de las novelas se utiliza el término “musiú” para referirse al turco, al chino o al árabe que puede aparecer en la historia. En el caso de País portátil, como vimos anteriormente, un criollo mantiene una conversación con un italiano y lo llama musiú un par de veces, por ejemplo: “-¿Y qué le dijo el Fiscal, musiú?” (González León 103). En ningún momento el italiano se siente ofendido ante el uso de esta palabra, o al menos, no lo manifiesta nunca. Lo mismo pasa en otras novelas. Asimismo, hay que notar, que a pesar de que el personaje criollo usa esa forma popular de aproximarse al italiano, al mismo tiempo, con el uso del pronombre de objeto “le,” establece una línea de respeto entre los dos, es decir, lo trata de usted. Generalmente en Venezuela, el uso de usted es apreciado pues denota una expresión de respeto para con aquellas personas que se encuentran en un nivel superior, bien sea de edad, intelectual, profesional, etc. En el caso en cuestión, el italiano es mayor que el criollo. A este ejemplo de la novela de González León puede estar relacionada la opinión de Julie Restifo, una actriz famosa venezolana de origen italiano que fue una de los entrevistados para elaborar el documental “Los venezolanos que vinieron más allá de nuestras fronteras.” Restifo, al contar acerca de la travesía de su familia hacia Venezuela comenta que llegar a este país fue gratificante primero por el clima maravilloso y después por la gente. Esta gente siempre fue amable con los inmigrantes y les decían musiú “pero con mucho cariño porque el inmigrante es una persona honesta, colaboradora y se adaptó muy bien a lo que es el Caribe” (Los venezolanos). Esto precisamente es lo que se manifiesta en País portátil, y lo que se repite en las demás obras. El uso de la palabra “musiú” no demuestra desprecio para con los personajes inmigrantes sino que por el contrario, le infringe un sentido cariñoso y cercano a los diálogos entre estos personajes y los criollos. Cabe destacar sin embargo, que el uso de este vocablo tiende a identificar a personajes provenientes de Italia, España, Estados Unidos o algún otro país europeo, generalmente nórdico. Los portugueses no entran dentro de la clasificación de musiues. 121

En el caso de Josefina se arrechó, hay que mostrar el caso de un personaje en particular, un niño quien se llama a sí mismo musiú y que le presenta al lector un caso peculiar: “Soy el musiú de la partida y me dicen ‘italiano’ siendo hijo de gallego terco y canaria que cantaba a la Virgen de la Candelaria batiendo la ropa con jabón Las Llaves” (Silva García 128). El concepto de “musiú” entonces abarca como hemos comentado antes, un lugar de procedencia en Europa, el cual puede ser por ejemplo Italia, España, entre otros. En este caso el niño advierte que lo llaman “italiano” lo que resulta interesante pues parece ser entonces que los demás niños estarían generalizando el origen de este personaje como alguien que viene de algún lugar de Europa, sin ser específicamente correcta la denominación que le imponen. Es posible que esta actitud tenga una base histórica. Es decir, podemos recordar que durante la política de inmigración de los años 40 y 50, el gobierno venezolano fue selectivo en cuanto al tipo de inmigración que deseaba entrara al país. Una de las razones que determinó la selección fue que los inmigrantes debían parecerse a los venezolanos y de allí le dieron más entrada a los italianos, españoles y portugueses. Es posible especular que la actitud de los niños del cuento sea una reminiscencia de las políticas migratorias establecidas en aquel entonces. En otras palabras, puede ser que para muchos los inmigrantes europeos se aglomeren en un solo grupo, que sean todos musiú, más que todo, cuando no existe el componente lingüístico que marque la diferencia entre lugares de origen, lo cual ocurre sobre todo en el caso de los integrantes de la segunda y tercera generación, como el niño del cuento de Silva García.

Recapitulación de las ideas sobre el contacto lingüístico entre el castellano venezolano y las lenguas italiana, portuguesa y los dialectos español y colombiano traídos a Venezuela por inmigrantes Al repasar la introducción de esta investigación podemos recordar que para este capítulo se esperaba identificar cuáles son las instancias en las que el contacto lingüístico entre las lenguas extranjeras y el castellano hablado en Venezuela participan en la definición de la identidad personal de los individuos y por consiguiente de la identidad nacional. Además, con respecto a los autores o los personajes criollos, o digamos, la sociedad en general, se esperaba conocer la posición frente al empleo de lenguas diferentes al castellano, como el italiano o el portugués o dialectos diversos como el español y el colombiano. Al tratar de contestar la interrogante de que si estas expresiones son usadas para caricaturizar al inmigrante, la respuesta 122

es negativa, excepto en el caso de los portugueses. Si se plasma en la narrativa el acento del portugués, se nota un sentimiento prejuicioso frente a este, lo cual se cree está relacionado con el nivel socioeconómico de dicho personaje (vendedor de verduras, por ejemplo). No obstante, en general, tomando en cuenta los casos de todos los inmigrantes estudiados, se sostiene que lo que se intenta hacer en la narrativa estudiada es reflejar la realidad venezolana que incluye el escuchar en las ciudades varias lenguas en contacto, un dialecto de España, un castellano con acento italiano, etc. Asimismo no se percibe una fuerte burla hacia el inmigrante que posee acento, con la excepción de un par de casos aislados en los que juegan otros factores de los argumentos que propician dicha burla. De este modo se puede concluir que en la narrativa contemporánea estudiada la tendencia que se manifiesta en cuanto al uso de la lengua por parte de los inmigrantes es hacia la mímesis de la realidad más que hacia una actitud de rechazo, burla o desprecio. Por otro lado y en cuanto a las diferencias generacionales dentro de los grupos migratorios estudiados y basándonos en los datos proveídos por los expertos lingüistas considerados para este capítulo, se nota una representación diferente de los personajes inmigrantes en las obras literarias dependiendo de la generación a la que estos pertenecen. Se debe aclarar que estamos hablando de la representación mas no de la percepción que se tiene de estos personajes inmigrantes. Es decir, en las obras narrativas seleccionadas para esta investigación se produce una tendencia y es la de presentar un acento -bien sea de un castellano hablado con un acento foráneo por ejemplo italiano, o bien de un español con un acento regionalcuando el personaje inmigrante que habla es una persona mayor, o digamos integrante de la primera generación. Si por el contrario nos encontramos con un personaje de segunda o tercera generación, no hay acento alguno que se pueda identificar en los diálogos presentados por lo que el lector se entera de su origen inmigrante por otros datos dentro de la narración, como por ejemplo detalles acerca de sus padres, abuelos, etc. Esta tendencia corresponde directamente con la opinión de los lingüistas quienes sostienen que en Venezuela, específicamente en los casos de italianos y portugueses, las segundas y terceras generaciones tienden a adoptar el castellano como primera lengua y la de sus padres o abuelos como segunda. De cualquier modo, lo importante en este aspecto es el hecho de que en la narrativa se percibe una aceptación por estos inmigrantes, con acento o sin acento; no se hace una diferenciación en cuanto al respeto que les otorgan los personajes criollos y la sociedad en general por el uso de una lengua foránea. Por el 123

contrario, en muchos casos, se nota que a través del contacto lingüístico se produce también un contacto humano, o mejor dicho, un acercamiento entre el inmigrante y el criollo. Con estas conclusiones y todos los aspectos discutidos acerca de la lengua frente a la representación del personaje inmigrante en la literatura venezolana contemporánea, nos queda por examinar la identificación personal que haga el personaje criollo desde su Yo, frente al Otro que vendría a ser el personaje inmigrante para efectos del presente estudio. Por ello en el capítulo 4 que sigue a continuación se analizará si en la definición del Yo del criollo participa la figura del Otro inmigrante y hasta qué punto es un factor definitorio en el proceso de identificación personal.

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CAPÍTULO CUATRO YO SOY VENEZOLANO, ¿Y TÚ?: APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DEL OTRO EN EL CONTEXTO DE LA INMIGRACIÓN A VENEZUELA La identificación personal de un individuo es producto de un proceso evolutivo en el que entran en juego diversos factores. Algunos de estos factores se conjugan dentro de un área que resulta crucial: la tierra en donde dicho individuo nace y/o crece. Esto, a su vez, hay que observarlo no como un aspecto aislado sino como un embalse en el que convergen muchos aspectos más, todos liderados por la interacción que el individuo tenga con su medio ambiente y los demás individuos, la o las lenguas con las que tiene contacto, la comida a su disposición, etc. En cuanto a la interacción que el individuo tenga con los demás que están a su alrededor hay que tomar en cuenta las características de esos que lo rodean. Tal vez ocurre una identificación mutua entre individuos, es decir, entre lo que es una persona frente y/o en comparación con otra. Si nos disponemos a razonar sobre la identificación básica que todo individuo tiene la tendencia a hacer, pensamos en la identificación sexual. Podemos recordar en este caso lo que dicen los libros de texto de ciencias naturales de la primaria: hay dos sexos, el varón, que tiene ciertas características biológicas y la hembra, que tiene otras. Obviando, para este ejemplo, el caso en que la persona tiene una opinión diferente a la que el libro de ciencia y la sociedad expone, la identificación personal se hace viable pues tenemos a un Otro con el que compararnos. Cuando existe un Otro en el que podemos observar cosas que nosotros no tenemos, estableciendo diferencias entre ese Otro y nuestro Uno, finalmente nos identificamos como aquello que es diferente de ese Otro. Sin caer en simplezas, la caracterización de los sexos en las clases de ciencias naturales para niños es un ejemplo de lo que puede ocurrir a mayor escala y con diversos factores en juego. El libro de ciencias naturales que dicta qué es qué y quién es quién vendría a ser la sociedad. El individuo por su parte, tiene toda la vida para leer dicho libro de texto y tratar de identificarse. Ahora bien, en el caso de la sociedad venezolana, en la que entre las personas que rodean a ese ser que quiere identificarse a sí mismo, encontramos inmigrantes españoles, italianos, portugueses y colombianos, entre otros, la cosa se complica. Es decir, con la 125

convergencia de individuos con una identificación personal ya establecida -pensando en todos los inmigrantes que llegaron en edad adulta- y de otros que se están formando -como posiblemente sea el caso de los niños inmigrantes-, tanto los inmigrantes como los criollos se ven frente a un aspecto que no pueden obviar cuando se trata de erigir su propia identidad. Para comprender este fenómeno y el papel de las variables que participan en este, resulta necesario tomar en cuenta algún tipo de marco teórico. Cuando se piensa en los estudios del Otro es muy probable recordar la teoría del Orientalismo. Según dicho campo de estudios, el oriente se convierte en una especie de espejo de imágenes contrarias en el que occidente puede reflejarse, definiéndose de este modo basado en lo que no es oriental. De allí se desprende que la figura del oriental resulta en un ser inferior al occidental. Asimismo, ese oriental se denota generalmente como un ser exótico y hasta un tanto misterioso, con atuendos extraños y un modo de hablar peculiar. Es, digamos, lo desconocido y diferente, y además distante. Por ello, posiblemente estaríamos cayendo en una aplicación errónea si trasladamos la teoría del Orientalismo al caso de Venezuela y los inmigrantes que se han venido estudiando en esta investigación. Si aplicamos la teoría del Orientalismo directamente al contexto del encuentro de culturas que se ha producido en Venezuela por la inmigración italiana, española, portuguesa y colombiana podríamos caer en una mala interpretación de la realidad a estudiar. Esto se sostiene por el hecho de que estamos hablando de sociedades todas occidentales que establecen un contacto y de una inmigración que comparte no solamente la tierra sino el día a día con los criollos. El Otro, entonces, aunque puede tener cierto nivel de exotismo reflejado en su modo de hablar, no es algo desconocido y muchos menos distante. El Otro inmigrante es parte de la realidad del criollo venezolano. Si el Otro es parte de la realidad del Uno, entonces se complica la definición de ese Otro y por ende del Uno mismo. En otras palabras, si el Otro no es del todo desconocido y misterioso, sino que por el contrario, es conocido y hasta comparte la vida con el Uno, entonces habría que tratar con cuidado la definición de lo que es ese Otro, si es que realmente existe. Si se establece que ese Otro sí existe, el cual en este caso estaría conformado por los inmigrantes a estudiar en esta investigación, entonces habría que trazar paralelos con el objeto de captar la posible participación que estos inmigrantes tienen en la forja de la identidad nacional venezolana.

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Con el objeto de entablar una discusión acerca de este tema, se considera pertinente traer a colación a Jean-Loup Amselle y su libro Mestizo Logics, publicado en 1990. Este antropólogo basa su obra en estudios hechos en la parte oeste de África. Amselle se concentra en las colonias francesas en África y cómo estas fueron objeto de estudios etnográficos por parte de Francia para establecer una división territorial y étnica a partir de las diferencias lingüísticas que existían entre los habitantes de las colonias. No obstante, a esto responde Amselle en su libro que es erróneo tratar de categorizar a estos grupos de personas basados en los aspectos linguisticos puesto que en el caso de la población del oeste de África, ya se daba un “sincretismo original.” Amselle presenta el concepto de “sincretismo original” al comentar acerca de la acción dominante de Occidente sobre el resto del mundo y cómo la idea de “mestizo logics” puede contrarrestarla. En la introducción de su obra, el autor expone que By ethnological thinking, I mean the continuity-breaking procedure that extracts, refines, and classifies with the intention of isolating types, whether they be in the realm of politics (state society versus stateless society), economics (self-sufficient versus market economy), religion (paganism versus Islam), ethnicity, or culture. This clearly unified theoretical perspective is one of the foundations of European domination over the rest of the planet […] But to this ethnological thinking can be opposed “mestizo logics,” that is, a continuist approach that would emphasize an originary syncretism or lack of distinctness (1). Se trata en este caso de una propuesta para desarticular el discurso dominante de Occidente. Según Amselle, había ya un “sincretismo original” entre los grupos colonizados mucho antes de que llegaran a los colonizadores. Por lo tanto, haberlos diferenciado y categorizado para luego realizar una división territorial fue totalmente erróneo, o mejor dicho, responde a una visión meramente colonialista. Claro está, a través de dicha categorización y próxima división territorial se lograría un mayor control sobre la población colonizada: By applying the territorial model of the canton, based on the French division into departments and imbued with the ethnological and racial approach that had developed throughout the nine-teenth century, the French authorities drew the boundaries for districts and cantons so as to create administrative entities easy to govern and they delegated power by installing as chiefs only men of incontestable lineage (Amselle 154). 127

En esta investigación no se ha considerado incluir estudios poscoloniales ni de dominio o control del poder por lo que las ideas de Amselle podrían parecer irrelevantes para el caso. Asimismo, Amselle trabaja con un área geográfica y una realidad diferente al caso venezolano y sus inmigrantes. Sin embargo, la idea de un “sincretismo original” se relaciona con el concepto de sincretismo cultural evolutivo presentado y discutido en el capítulo 1. Acerca de este concepto se estableció que la realidad de Venezuela contempla un intercambio cultural entre sus habitantes criollos y aquellos que llegan de otras tierras, cuyo resultado es recíproco, entendiendo que todos los grupos se nutren de todos. Se estableció además que dicho sincretismo es evolutivo puesto que no es algo que se produce en un momento, como en la época colonial, y que se mantiene como una masa corpórea fija sin posibilidad de cambio. Al contrario, se sostiene que se mantiene vivo, en un proceso sincrético permanente, por lo que la llegada de los inmigrantes a Venezuela contribuye al proceso de evolución sincrético. Amselle por su lado habla de un “sincretismo original” en el sentido de que se imposibilita la división y categorización de grupos cuando ya se ha establecido un sincretismo. Las categorizaciones que la entidad en el poder realiza tienen una base ficticia pues realmente no existen los puntos divisorios que se establecen como tales. Entonces, en el caso de Venezuela y los inmigrantes estudiados en este trabajo, tratar de identificar características diferenciales y categorizar, basándose en ellas, a todos aquellos que comparten el territorio venezolano, sería un proceso con una base forzada, puesto que ya hay algo de los inmigrantes que es parte de los criollos y hay algo de los criollos que es parte de los inmigrantes. Hay una conexión indisoluble, o como lo apunta Amselle, “It is no longer a question of asking which came first, the segmentary or the state, paganism or Islam, the oral or the written, but to postulate an originary syncretism, a mixture whose parts remain indissociable” (161). Si, en efecto, las partes permanecen indisolubles, entonces la definición del Otro se convierte en un proceso complicado. Ese Otro por ende no es en lo más mínimo misterioso ni desconocido; es por el contrario, parte de la vida del Uno, como lo puede ser un vecino, un profesor de la secundaria, el médico o el cuñado. Es un Otro que se ha posicionado dentro de la sociedad y la vida económica del país y es un Otro que mantiene relaciones comerciales, filiales, personales y familiares. El Uno, de este modo, va a poseer una identificación personal que al desarrollarse, en gran parte, por las características de su entorno va a estar edificada sobre una 128

estructura en la que el Otro ha participado para construir. Por ello, conviene volver a citar a Amselle cuando habla de los elementos que se consideran para los procesos de categorización individual: “To appropriate biological metaphors, the relationship between these elements must not be conceptualized in terms of oppositions and cleavages, but rather in terms of oscillation, of systole and diastole, of shrinkage and dilation, of multi-belongingness” (Amselle xi). Con el concepto de oscilación que maneja Amselle, asumimos entonces que dentro de la realidad venezolana ambas partes -el Uno y el Otro, el criollo y el inmigrante- se alimentan del permanente intercambio cultural que se da entre ellos. Claro está, no se quiere en ningún momento tratar de eliminar, o mejor dicho, obviar las posibles diferencias que existan entre los múltiples grupos migratorios y demás criollos que viven en Venezuela. Lo que se pretende es establecer que todos estos grupos, a través del proceso oscilatorio del que habla Amselle, se alimentan unos de otros, y existen en parte por el intercambio que se da entre ellos. En relación a este punto se debe traer a colación ciertos comentarios del documental “Los venezolanos”42 puesto que manifiestan lo que significa ser ese Otro dentro del país que lo ha acogido. Por ejemplo, Giuseppe Giannetto, antiguo Rector de la Universidad Central de Venezuela, quien llegara a Venezuela en 1956 con su madre y hermanos pues su padre ya estaba en Venezuela, opina que la mayoría de las colonias europeas que llegaron a Venezuela entre los 50 y 60 querían establecerse en el país, no hacer fortuna y ya sino traer a su familia e hijos para crecer con el país (Los venezolanos). Asimismo, y muy pertinente para la discusión en curso, “En Venezuela es muy difícil sentirse extranjero” pues al mismo tiempo es muy difícil ser racista con por ejemplo un negro o asiático porque todo el mundo está mezclado. (Los venezolanos). El profesor Giannetto habla desde dos puntos de vista, desde su propio terreno como inmigrante, como un Otro, apuntando la sensación de pertenencia al lugar que le dio acogida y que le permitió, por ejemplo, llegar a ser rector de una de las universidades más importantes del país; y al mismo tiempo desde un Uno, observando las posibles diferencias que se puedan encontrar en aquellos que serían a su vez Otros. Yendo todavía más a la parte etimológica, podemos observar también, acerca del documental en donde Giannetto da su opinión, los aspectos del guión y de las narraciones, así

42

Documental “Los venezolanos que vinieron más allá de nuestras fronteras,” ya citado

en el capítulo 3. 129

como del propio título. Este documental lleva por nombre “Los venezolanos que vinieron más allá de nuestras fronteras.” Desde el principio mismo, se le está dando un carácter propio, o sea venezolano, al inmigrante. Este no es un extranjero, ni siquiera un inmigrante, es un venezolano como todos los demás pero que cuyo destino lo mandó a nacer en otras tierras. Se entiende que el documental pueda ser parte de un homenaje a los inmigrantes que lucharon por tener una vida nueva en Venezuela y al mismo tiempo hacer crecer el país, económica y profesionalmente, pero a su vez es interesante observar que dicho homenaje no se queda allí, sino que va más allá, hasta el punto de oficializar -en el sentido de que el video es un documento elaborado por una productora reconocida en el país y es parte de una serie de documentales educativos e informativos- la adopción de los inmigrantes de España, Portugal e Italia como venezolanos. Teniendo en cuenta los puntos discutidos hasta el momento en referencia al Otro y enfatizando la naturaleza oscilatoria que caracteriza al proceso de intercambio e identificación personal entre los grupos migratorios y el criollo venezolano, debemos pasar a observar también cómo se define ese Otro una vez que se ha establecido en Venezuela como inmigrante o que crece en una familia de inmigrantes siendo parte de una segunda generación. Al respecto se cree pertinente tomar en cuenta las ideas de Gloria Anzaldúa. Esta autora se concentra en el tema de la frontera y su obra es una de las bases para los estudios fronterizos aplicados al arte y otras disciplinas. Anzaldúa nos presenta la obra Borderlands / La frontera (1987) la cual puede considerarse una revisión personal de la identidad de la propia autora desde su punto de vista por ser chicana, poeta y lesbiana. El título del texto se refiere a la frontera en sí, es decir, a lo que ha caracterizado la vida de Anzaldúa por haber crecido entre dos culturas: la mexicana y la estadounidense. Anzaldúa nos muestra la angustia, el caos y el trasfondo que se produce tras ser una persona chicana que trata de identificar quién es: “The U.S.-Mexican border es una herida abierta where the Third World grates against the first and bleeds. And before a scab forms it hemorrhages again, the lifehood of two worlds merging to form a third country -a border culture” (25). De una experiencia dolorosa o al menos desagradable, surge lo que la autora llama un “tercer país” o un espacio alternativo en el que se desarrolla su sentido de pertenencia. Es decir, Anzaldúa lucha con su yo interno para tratar de ubicarse de un lado o del otro de la frontera entre Estados Unidos y México, pero se da cuenta que no pertenece a ninguno de los lados, sino que se encuentra en un espacio diferente o alternativo, un tercer país, un lugar fronterizo. Anzaldúa de 130

este modo trata de darle legitimidad a una nueva identidad, la de la “new mestiza,” aquella que se produce precisamente a partir del contacto entre la cultura indígena-azteca y la blancaestadounidense. La frontera en este caso juega un papel crucial al determinar el lugar de procedencia, y más aun llega a expandirse hasta aspectos lingüísticos, culinarios, y otros más, todos relacionados de alguna forma con la cultura, de uno o del otro lado de la frontera. Por ser los estudios fronterizos un campo originado en un área geográfica específica, como es la frontera entre Estados Unidos y México, pudiera considerarse erróneo el establecer una línea de empalme entre estos y la presente investigación. Sin embargo, los estudios de la frontera se han expandido aplicando la teoría con un modo multidisciplinario. Por ello vale la pena adoptar la teoría fronteriza para el caso que nos atañe. En relación a la frontera, Anzaldúa sostiene que “Borders are set up to define the places that are safe and unsafe, to distinguish us from them. A border is a dividing line, narrow strip along a steep edge. A borderland is a vague and undetermined place created by the emotional residue of an unnatural boundary. It is in a constant state of transition” (25). En primer lugar encontramos una relación con la autodefinición del individuo frente a un Otro diferente, el cual está del otro lado de la frontera. En este caso, Anzaldúa antepone un estado de imposición puesto que no es el individuo quien determina las fronteras sino los organismos en el poder. Luego, al seguir analizando las palabras de la teórica, observamos que la frontera es un lugar de transición, el cual se une a la idea de oscilación que se discutió en páginas anteriores. Anzaldúa encuentra la frontera dentro de ella misma, dentro del propio individuo, por lo que ya no es necesario vivir físicamente en una frontera para ser un sujeto fronterizo. Como consecuencia, la teoría fronteriza y la definición del sujeto fronterizo se pueden transferir a esta investigación, a pesar de que, a excepción de los colombianos, los inmigrantes que se están analizando no provienen de países que comparten una frontera física con Venezuela. El campo de los estudios de frontera ya no solamente se discute dentro de un marco geopolítico sino que ahora forma parte de áreas sociológicas, ideológicas, de clase, de género, entre otras. En este sentido, la propia Anzaldúa reitera que The psychological borderlands, the sexual borderlands and the spiritual borderlands are not particular to the Southwest, In fact, the Borderlands are physically present wherever two or more cultures edge each other, where people 131

of different races occupy the same territory, where under, lower, middle and upper classes touch, where the space between two individuals shrinks with intimacy. (19) De este modo, en efecto, el caso de Venezuela y sus inmigrantes tiene cabida dentro de la teoría de frontera pues como ya se ha establecido en los capítulos anteriores, los italianos, españoles, portugueses y colombianos han entrado en un contacto indisoluble con los criollos venezolanos en donde la frontera física se borra dando paso a la psicológica y espiritual. Específicamente en este punto, la profesora de literatura española Ana Pérez-Manrique, en su estudio sobre las fronteras en contacto en la región de Cataluña, España, afirma que lo más interesante de esta aproximación teórica [-la teoría de frontera-] es su intento de reducir las obsoletas oposiciones binarias del colonialismo, de trascender la dualidad centro-periferia, colonizador-subalterno, etc. De este modo, el sujeto fronterizo se sitúa en un espacio intermedio (o zona de contacto, para acuñar la terminología de Mary Louise Pratt) entre ambas culturas y participa de dos códigos referenciales distintos. Su posicionamiento en la intersección de ambas cosmovisiones le permite disfrutar de una doble perspectiva y, como consecuencia, el resultado final --influenciado irremediablemente por los dos mundos a los que pertenece-- es un sujeto nuevo, híbrido, trasculturado, con una identidad propia. (27) Es en el espacio intermedio que menciona Pérez-Manrique en donde podemos ubicar a los inmigrantes en Venezuela, los cuales comparten el acceso a los dos mundos que definen su vida y que generan su propia identidad. De allí se desprende que si esto es un aspecto generalizado de la realidad de los inmigrantes italianos, españoles, portugueses y colombianos en Venezuela, entonces se estaría dando una influencia sobre la forja de la identidad nacional. Es decir, los rasgos sincréticos, ondas oscilatorias o cuestiones fronterizas que se den a nivel individual van a tener un impacto a nivel nacional por lo que se sostiene que se da una amalgama dentro de la formación y evolución de la identidad nacional venezolana. En palabras simples, la identidad nacional de Venezuela descansa sobre una base formada por elementos que si bien son de diferente origen al mismo tiempo son indisolubles: Venezuela es como es, entre muchas otras razones, por la presencia y acción de los inmigrantes. Sin los inmigrantes en cuestión el país sería otro; sin querer advertir si sería mejor o peor, se afirma que sería otro país, diferente al que 132

conocemos hoy en día. El objetivo ahora de este capítulo es dilucidar cómo se discute la condición del Otro, el aspecto oscilatorio o las ideas de la frontera en la producción literaria contemporánea en Venezuela, lo cual se llevará a cabo a continuación.

Percepción del inmigrante europeo y colombiano dentro de la narrativa venezolana contemporánea bajo una aproximación hacia el concepto del Otro Si tomamos en cuenta las ideas de Jean-Loup Amselle acerca de la oscilación y el sincretismo original cuando dos o más grupos culturales entran en contacto, y al mismo tiempo recordamos a Gloria Anzaldúa y su discusión del sujeto fronterizo como producto también del encuentro de dos culturas, quien precisamente por ser fronteriza posee la capacidad de acceder a ambos mundos, entonces podemos ubicar los personajes inmigrantes de la literatura contemporánea venezolana en este plano. En las ocho obras narrativas escogidas para ser analizadas en este trabajo, el Otro inmigrante se nutre del criollo y al mismo tiempo participa en la alimentación de esta persona con la que comparte el territorio, la rutina diaria, la vida social y la maquinaria económica. Por su parte, el criollo le da entrada al Otro en su vida y entabla una relación con este. La relación puede ser, como se daría con cualquier persona, con otro criollo, superficial, más cercana y hasta filial o amorosa. Es el Otro parte de la realidad venezolana en general y partícipe de la forja de la identidad nacional. Esto se trasluce en las obras narrativas en los diálogos entre personajes inmigrantes y criollos, en la descripción que se haga de los inmigrantes y en la percepción que se tenga de estos, por parte del autor, narrador y/o de la propia sociedad venezolana. En todo sentido hay un devenir en el que el inmigrante tiene un puesto posicionado, valga la redundancia, puesto que no hay amenaza para que sea desplazado por algún factor externo. El inmigrante llegó a Venezuela para quedarse y así es como es percibido dentro de la idiosincrasia del país. El Otro es el compañero que está allí presente y que comparte el aula, bien sea en forma de estudiante o de profesor, que vende el pan fresco y oloroso, o que pone la cerámica que embellece las casas con mármol italiano. Todas las obras literarias analizadas exponen al Otro inmigrante, lo definen y ubican dentro de una relación con el criollo a partir del desempeño laboral y profesional que ha desarrollado desde que este inmigrante llegó al país. Este aspecto definitorio y que se ha descubierto a medida que se fue desarrollando la presente investigación se analiza a continuación 133

con la siguiente muestra de obras literarias: Si muero en la carretera no me pongan flores (1981) de César Chirinos, Dragi Sol (1989) de Slavko Zupcic y Naturalezas menores (1991) de Antonio López Ortega.

Si muero en la carretera no me pongan flores (1981), César Chirinos César Chirinos43 es un autor contemporáneo conocido en el campo de la literatura por ser experimental. Su obra Si muero en la carretera no me pongan flores, publicada en 1981, no escapa de esta categorización. Chirinos utiliza un lenguaje que si bien puede considerarse rebuscado, no lo es realmente. Lo que sí es complicado para el lector, si se quiere, es la manera cómo el autor emplea el lenguaje para hilar las ideas, el mensaje que transmite y las voces que entran en juego en la narración. Observemos unos ejemplos de esto: Deszapatalo sin decir ¡uf! por el olor de las medias, porque él te puede hacer ¡bum! y ¡pum! por el olor de las medias. Fríele los huevos, no se los cocines. Pero, antes, ten los cubiertos en la mesa. Echale flit a las moscas. Procura que el guiso no te queme los dedos, pues ellos son para sacar las espinillas y las canas. […] Recógete el pelo en un moño (como si fuera de salón de belleza) para que no le vaya a caer a la sopa y tengas que defenderte diciéndole las mismas palabras de las mujeres perezosas: ‘se me olvidó quitarle los pelos al tocino, mi amor.’ […] No es volver a la vida, es volver a puertas afuera, respirar hasta los bronquios, temprano en el yodo. Bien por Misleydy que al fin se ha curado de nadas y, mejor todavía, porque después de tantos contratiempos, mamadera-de-gallo, rumores, se

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César Chirinos nació en Coro en 1935. “Su obra es reconocida en el campo de la

dramaturgia y la narrativa. Entre sus novelas destacan Mezclaje. (Premio Fundarte de novela en 1985), Sombrasnadamás (1992), Pellizco en la piel de un puerto (1994) y Si muero en la carretera no me pongan flores (Premio de la Dirección de Cultura de la Universidad del Zulia en 1997). Su exitosa obra de teatro Traje de etiqueta, montada por el grupo “Sociedad dramática de Maracaibo”, tuvo un notable éxito tanto en el Festival Internacional de Caracas en 1983 como en el Festival de Guanajuato en México, en 1984” (Monte Ávila Editores). 134

ha quitado los rollos. Bien por Chúa que ha inventado un calentador y hace cola en algún Ministerio para hacer una demostración. (34-35) Ese es el estilo narrativo que predomina a lo largo de toda la obra. Es necesario ser un lector activo para poder llevar el hilo de la narración y entender cuáles son los hechos que van ocurriendo. De este modo, los personajes se convierten en entes irrelevantes siendo lo importante la voz que narra. Sin embargo, dentro del discurso de dicha voz salen a relucir algunas instancias en las que se menciona a inmigrantes y es allí donde esta obra se torna relevante para esta investigación. En primer lugar en Si me muero44se hace referencia a ciertos personajes turcos, los cuales aunque no son objeto de estudio de este trabajo, vale la pena destacar: “Mujeres pintarrajeadas jamás vistas por mí, llenas de zaraza45 de ‘turco’ con pasaporte libanés, sin memoria ni recónditos menesteres, están brotando en racimos luego de un año sedoso de olvido y subterranealidad” (Chirinos 7). Observamos a partir de este ejemplo que el personaje turco es quien provee a las mujeres de telas o zarazas para vestirse, pero el resultado que sale de esto es una imagen de mal gusto, según el narrador, pues utiliza el adjetivo “pintarrajeadas” que le infringe un carácter negativo a la escena. Otro punto importante es la acotación que hace el narrador cuando dice “‘turco’ con pasaporte libanés.” En este sentido hay que aclarar que en Venezuela es común utilizar la palabra “turco,” no precisamente para referirse a una persona proveniente de Turquía, sino para identificar a cualquier persona del Medio Oriente que se dedique al comercio, generalmente al detal. Es decir, un turco usualmente vende cosas por encargo y para pagar a plazos y puede ser de cualquier país del mundo árabe. Por ello observamos que el narrador especifica que ese turco realmente es libanés. Es tan común escuchar esta palabra en las conversaciones cotidianas en Venezuela que el vocablo se ha traspasado a los criollos que tienen el mismo oficio. Entonces, un turco también es cualquier venezolano que se dedica a vender ropa, accesorios, cosméticos al por menor y que posee una clientela generalmente fija. Es aquel que se dedica a “turquear,” como así se ha originado un verbo que describe este oficio.

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Versión corta del título Si me muero en la carretera no me pongan flores.

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Según el diccionario de la Real Academia Española, la palabra “zaraza” significa “Tela

de algodón estampada” (RAE). 135

En el caso del turco de Si me muero, hay que recalcar que además de tener un “pasaporte de libanés,” realmente proviene de otro sitio. Veamos: ‘te busca el turco del alcolado tropical, Misleydy’. -Guan momen plis, guan momen plis -le replica el turco con pasaporte de libanés-, yo soy de Barrancabermeja, caballero. Y entonces el caballero dice: - ¡Misleydy te busca el turco de Barrancabermeja! (Chirinos 44) Barrancabermeja es un municipio de Colombia que está situado en el departamento de Santander, el cual se encuentra al oeste de Bucaramanga. Entonces, el turco es colombiano. Y es esto una característica que lo enorgullece. Asimismo, para su interlocutor, el ser de Barrancabermeja le da más caché al turco pues ya no es el del “alcolado tropical” sino el de este sitio en Colombia; es decir, es mejor ser categorizado por un lugar de origen, el cual sobrepasa la categoría de “turco” pues turco puede ser cualquiera ya, que por un producto que venda. A partir de esta situación observamos que se da una diferenciación hacia el inmigrante, hacia el Otro. La diferenciación se da en este caso por el oficio que el inmigrante desempeña, lo cual se conecta con el tema discutido en el capítulo 2 de esta investigación. El Otro es entonces una persona del Líbano que vende telas y que degrada, de cierto modo, la belleza de la mujer criolla. Esta percepción se ve negativa en la primera cita cuando el narrador habla de las mujeres con demasiado accesorios que empiezan a proliferar a causa de las ventas del turco. Sin embargo, más adelante, cuando el turco tiene voz y logra establecer un diálogo con personajes criollos, como Misleydy, la percepción se torna más agradable, o mejor dicho, jocosa. La figura del turco se torna caricaturizada con el uso de un inglés mal hablado. Los personajes sin embargo, lo aceptan, lo dejan entrar a la casa, para que Misleydy vea los productos que trae. Lo dejan entrar a pesar de que no es un turco turco, ni un turco libanés, sino un turco colombiano. Hay de este modo un proceso de identificación personal a través del oficio desempeñado, como se dijo, y del lugar de procedencia. En vez de decir, “te busca el señor que vende telas,” le dicen a Misleydy, “te busca el turco de Barrancabermeja.” La diferenciación es innegable, hay un Otro allí que no se puede obviar pero al mismo tiempo es un Otro que se acepta y se le da la bienvenida a la casa. En esta misma obra también encontramos otro caso relevante para la discusión: el de unos italianos. Este grupo no posee un papel protagónico dentro de la trama, pero sí se 136

mencionan a través del juego del lenguaje que hace Chirinos. Observemos el fragmento donde estos italianos salen a relucir: Italianos, blancos, con pelos de jojotos poblando sus brazos fibrosos, miden con una cinta métrica aquí abajo, la jardinería, la superficie plana del estacionamiento, la flor de tubos cromados o pintados que van inundando el espacio (propiedad de los árboles) en las manos de un plomero, despiadadamente. Arriba los albañiles negros, minimizados (enanitos) y tragados por el cielo claro, brillando con el sol de las once. En las puertas de los almacenes, los judíos en cuerpo de camisa, acechando compitiendo, capitalizando, y el hormigueo midiéndose zapatos, midiéndose pantalones, midiéndose anillos, zarcillos, pelucas, ante espejos; rechazando modelos, regateando precios, discutiendo las ofertas, llorando las gangas, vociferando el rechazo, violentando su propia violencia. (Chirinos 40). En este caso, el narrador hace una descripción de una escena de trabajo en la ciudad de Maracaibo, en un área comercial, donde convergen vendedores, compradores y trabajadores manuales, como albañiles. En dicha escenificación, el ambiente está poblado por personas de diversos grupos (italianos, negros, judíos) y todos forman parte del proscenio, todos tienen un lugar en el engranaje social que presenta el autor. Particularmente en cuanto a la materia de los italianos, el narrador ofrece además características físicas de estos que los diferencian de los demás, empezando con el vocablo “blancos” y siguiendo con un vocabulario propio del dialecto venezolano. Cuando el narrador usa la frase “con pelos de jojotos poblando sus brazos fibrosos” le infringe al italiano una imagen, en primer lugar, de hombre fornido, con cierto tipo de musculatura que se nota en las fibras de sus brazos. Sin embargo, y muy relevante, hay que observar también que esta descripción incluye la palabra “jojoto,” la cual, en el dialecto venezolano significa maíz; es específicamente el maíz en mazorca. Al decir que el italiano tiene “pelos de jojotos,” el narrador compara el color rubio claro del cabello y los vellos de los brazos de los italianos con las barbas de la mazorca, las cuales son también rubias. Ahora bien, el narrador hace esta comparación acriollando la escena, pues utiliza el vocablo “jojoto” y el color de sus barbas para describir la apariencia de los italianos. Se da de este modo un hecho particular: se identifica al Otro, al italiano; se describe cómo luce, se hace una diferenciación en cuanto al tono de piel y el color de los vellos pero al mismo tiempo se acriolla. Así, las ideas de Amselle discutidas previamente toman cuerpo y se manifiestan en este caso. Hay un proceso 137

oscilatorio en el que los diferentes grupos se interrelacionan y se alimentan entre sí. El Otro, que debe ser alguien diferente y que no comparte nada con el Uno, en este caso se acriolla y comparte la esencia venezolana traslucida a través del vocabulario propio del dialecto del país. Asimismo, un punto importante de discutir es el hecho de que se vuelve a resaltar el oficio u ocupación del Otro cuando sale a relucir en la narración. El italiano, así como los otros grupos que se mencionan en el fragmento, se identifica inmediatamente con su labor, la cual en el caso del texto de Chirinos es de tipo manual. En esta obra el italiano es una especie de plomero que hace trabajos en las aceras de las calles. Su oficio requiere de un cuerpo fornido y es así como se dibuja la figura del italiano en la narración. La contextura física del Otro está ligada directamente a su profesión y por ende la identificación que el narrador hace de este. En cuanto a la percepción que se tenga de ese Otro, encontramos que en comparación con el caso del turco colombiano anteriormente analizado, no hay un intercambio, digamos cercano, entre el Otro y el Uno, como si ocurre con el turco puesto que los italianos en este texto son personajes netamente circunstanciales sin ningún contacto con los personajes protagónicos. Sin embargo, dentro de los diversos grupos mencionados, el italiano tiene un privilegio en la narración. Según el fragmento citado, los italianos están en un nivel más alto que los demás mencionados, puesto que no se nota un aire de desprecio frente a ellos, lo cual sí se nota con el grupo de los negros que aparecen en la misma escena. Más aun, con el uso de la palabra “jojoto” para describir al Otro italiano, se vislumbra un sentimiento de aceptación dentro de la sociedad, puesto que se trata de establecer una conexión entre el Otro italiano, el cual es diferente que el Uno criollo, y la cultura propia de Venezuela.

Dragi Sol (1989), Slavko Zupcic En la misma década de los 80, Slavko Zupcic46 le trae al lector Dragi Sol, una novela de corte biográfico, escrita y publicada cuando el autor era muy joven. Esta obra trata de la historia del padre del autor quien fuera un inmigrante europeo en Venezuela, pues “nació en un rincón de

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Slavko Zupcic nació en Venezuela, Estado Carabobo en 1970. “Con su libro […]

Escúchame Señor Sol, obtuvo en 1987 el Premio de Literatura Infantil que otorga el Ateneo de Valencia. Con Dragi Sol, mereció el Premio de Narrativa (1989) de la Casa de Cultura de Maracay” (Contraportada). 138

tierra húmeda” al cual “en 1931, le llamaron Yugoslavia” (Zupcic 14), y que después desapareció de la vida de su esposa y su hijo, Slavko Zupcic. De este modo, como lo menciona el Fondo Editorial Fundarte al presentar la historia, La figura del padre, ser desconocido pero presentido, reconstruido angustiosamente desde la memoria del autor de estas historias, quien como hijo no quiere ser extraño a la sombra amada del progenitor, la rememoración de aquel que es nuestra raíz, nacido en tierras lejanas, regiones desconocidas por quien compuso estas narraciones, es lo que ha dado a su autor, Slavko Zupcic, para una de las más bellas y hondas evocaciones de la actual ficción venezolana. (Contraportada) El autor y por demás narrador, se encuentra en una ambivalencia, o mejor dicho, en medio de una serie de sentimientos encontrados al rememorar a su padre pero al mismo tiempo recriminar su partida. Observemos como muestra el siguiente fragmento: Vino buscando fortunas y tormentas, de esas que sólo se dan en América. Olvidó entre el calor de sus pasos y las cartas de Mary Monazin, a sus padres muertos, sus hermanas enfermas y su tierra de papas y cochinos que luchaba por ser independiente. Él no me conoció. Sobre sus cabellos nació de nuevo el molino de viento loco y un día regresó a sus tierras amarillas, cubiertas de papas y de heno sin rastrillar, la tierra de los hombres cerulei. De esta foto gris, puedo darles finales de vida y muerte ignorados, nunca igual. ¿Has muerto, padre? Te maldigo. (Zupcic 15) Al final de este fragmento se observa directamente el malestar que siente el autor hacia su padre por haberlo dejado, por haberse devuelto a su tierra de origen sin ni siquiera conocerlo. Es un caso complicado que resultaría idóneo para otro tipo de investigación, una de tipo biográfico y de elementos personales que participan en la formación de la identidad del narrador. Sin embargo, para el tema que nos incumbe, también resulta relevante observar las indicaciones que hace el autor en cuanto al padre, el cual se convierte en el Otro. A pesar de que hay un sentimiento negativo para con la figura del padre, se considera importante prestar atención a la manera como el narrador describe los elementos que caracterizan a esta persona como extranjero, por ejemplo, su tierra natal. En el texto se nota un aire 139

despectivo para con este territorio, que como se mencionó antes es Yugoslavia. La tierra se identifica con el color amarillo, con sembradíos de papas y con heno desparramado por todas partes. De allí que la imagen que se produce es de una región no modernizada, hasta un poco atrasada. Este hombre viene de Europa, sí, pero de un pueblo de nadie. Este pueblo se presenta frente a la Venezuela petrolera, ya independiente y modernizada. Venezuela se delinea superior a Yugoslavia, o al menos al pueblo de donde proviene el padre del autor. Asimismo, entonces, el Otro padre se delinea inferior al Uno hijo. En este sentido, se podría concluir que este texto de Zupcic y la discusión sobre el Otro que se ha establecido hasta ahora, son irrelevantes para esta investigación porque estamos hablando de personajes provenientes de Yugoslavia, país que no entra en la delimitación de este estudio. No obstante, se debe recalcar que esta obra fue escogida por las particularidades que rodean la llegada del personaje inmigrante a Venezuela. Al respecto cuenta el narrador: “En 1955, un certificado del Consolato Generale in Genova de la República de Venezuela, decía que mi padre, mash, célibe, castani, cerulei, podía ir a América en busca de fortunas. Ya no se dibujaron manzanas en el cerulei de sus ojos, ni siquiera huesos de calavera” (Zupcic 15). Es decir, fue a través de Italia que el personaje pudo trasladarse hasta Venezuela y dejar atrás los estragos de la guerra en Europa. Ya habíamos mencionado en el marco histórico que Venezuela estableció convenios para traer refugiados de Europa a través de convenios con Italia. Pues este es un ejemplo, y mejor aún es uno que se encuentra plasmado en la literatura contemporánea y que es la razón por la que el autor Zupcic produjo la obra Dragi Sol. Asimismo, hay que recalcar el uso de un vocablo que el autor ya había utilizado en el primer fragmento acotado en este análisis: “cerulei.” Esta palabra proviene del latín, y en el idioma italiano significa azul, un tipo de azul claro, generalmente relacionado con el color del cielo. Existe en español una versión, “cerúleo,” que según el diccionario de la Real Academia Española significa “Dicho del color azul: Propio del cielo despejado, o de la alta mar o de los grandes lagos” (RAE). La definición que ofrece la RAE corresponde directamente con lo que el autor quiere comunicar, es decir, el color azul de los ojos de su padre. Ahora bien, lo interesante de esto es que el autor no emplea el vocablo en español sino la versión en italiano, otorgándole al hombre inmigrante europeo, sin importar de donde proviene, un rasgo italiano. Es decir, como ocurre con el uso del vocablo “musiú” discutido en el capítulo 3, se generaliza una característica física, como lo es el tener los ojos “cerulei”, y se le aplica a todo aquel inmigrante europeo 140

blanco con ojos azules así no provengan de Italia. Ahora, aquí nos estamos enfocando en el caso de Slavko Zupcic únicamente, pues la palabra “cerulei” no es tan popular como el vocablo “musiú,” mas sin embargo, sí lo es dentro del texto del autor y he allí su relevancia para esta investigación. En resumen, uno de los grupos de inmigrantes mayoritarios en Venezuela, los italianos, tiene influencia y forma parte de la realidad de los venezolanos, extendiéndose hasta otros grupos de inmigrantes, como en el caso que se plasma en la obra de Zupcic. Podemos observar otros fragmentos en el que se menciona la conexión italiana a la llegada del inmigrante yugoslavo a Venezuela; por ejemplo: “1955, año en que mi padre abandonó la búsqueda de la alegría en las ciudades de Europa y se refugió en América, precisamente en Venezuela, a cuyo principal puerto, La Guaira, arribó en un barco destartalado, el Castel Verde, perteneciente a Sitmar, Società Italiana Transporti Marittimi S.P.A.” (Zupcic 46). Una vez más se afirma que fue una mano italiana la que hizo posible que el personaje yugoslavo se trasladara a Venezuela. El caso de este personaje es particular porque como se acotó previamente en esta discusión, él no se quedó en Venezuela como muchos otros sino que se regresó a Europa. Sin embargo, podemos además destacar otro ejemplo del texto, de un personaje que sí echó raíces en Venezuela: “Me senté a esperar su retorno […] en las escaleras del Fontainebleau, el hotel de Zlatko Valec, veterano inmigrante yugoslavo, Coronel partisano, amigo íntimo de Tito, conocido de mi padre y vecino nuestro, que llegó a Venezuela en el Castel Verde, el mismo barco en el que tres años después lo haría mi padre, en 1952” (Zupcic 47). Es decir, la acción italiana, los barcos que transportaban a los inmigrantes, sí producían la estadía permanente de los inmigrantes, cuestión que se ha discutido a lo largo de este estudio. El personaje Zlatko Valec se quedó en Venezuela e hizo un negocio que le dio estabilidad en el país. La voz narrativa, en cuanto a la identificación que hace del personaje, trata de ubicar espacial y fraternalmente al Zlatko Valec puesto que establece las conexiones que tiene con otros personajes, incluyendo su propio padre. Mas sin embargo, se sostiene que la relación que sobresale más en el texto, y que posiblemente se quede más en la mente del lector, es la que existe entre el inmigrante y su profesión. Zlatko Valec es dueño de un hotel, y es en ese recinto en donde el narrador y protagonista de la obra se encuentra con otros personajes de gran importancia para la historia. Una vez más, el tema de la ubicación socioeconómica del inmigrante discutido en el capítulo 2 sale a relucir en el análisis del Otro. La definición que se hace de ese Otro está delineada por la 141

profesión u oficio desempeñado por el personaje. Es decir, el Otro tiene un lugar en la sociedad y es aceptado dentro de esta a través de su desempeño laboral. A pesar de que en la novela de Zupcic, Zlatko Valec comparte con el narrador una historia común en cuanto a su procedencia aunque no hay que olvidar que el narrador pertenece a la segunda generación- y se supone que exista una relación más cercana y por consiguiente una percepción positiva hacia este, se sostiene que la obra de Zupcic se suscribe a una tradición que se viene estableciendo desde los años 60, y que tiende a definir al Otro inmigrante basándose en la ocupación laboral que este posea.

Naturalezas menores (1991), Antonio López Ortega Antonio López Ortega47 publica en 1991 la obra Naturalezas menores que consiste en una recopilación de cuentos. Todas las historias están hiladas por la voz narrativa, a partir de la cual este texto puede catalogarse como una obra bildungsroman. En los primeros cuentos el narrador se muestra como un niño que relata aventuras y desengaños infantiles y que va creciendo, conociendo el sexo, estudiando en la universidad, viajando a otros países hasta que al final (la tercera parte del libro) los cuentos son más filosóficos, más como un viaje interior. Se pudiera afirmar que ocurre una maduración del (los) personaje(s). En la segunda parte de la obra, el narrador se enfoca más en los lugares que en las personas, las ciudades extranjeras se convierten en los personajes principales. En la tercera parte tampoco es fácil identificar personajes definidos porque todo se convierte en una especie de diálogo interno, o un viaje interno de la voz narrativa. En este sentido, se debe mencionar la opinión de Alfadil Ediciones referente a que Naturalezas menores

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Antonio López Ortega nació en Punta Cardón en 1957. El autor “ha obtenido

reconocimientos nacionales e internacionales y colaboraciones suyas han sido recogidas tanto en publicaciones venezolanas como extranjeras. [Fue] [m]iembro fundador en 1977 de La Gaceta Ilustrada, se ha desempeñado en distintas épocas como editor y asesor de [diversas revistas]. […] Su obra narrativa -oscilante entre la vena reflexiva y el empeño formal- cuenta ya con [varios] títulos: Larvarios (1978), Armar los cuerpos (1982), Cartas de relación (1982) y Calendario (1990)” (Contraportada). 142

es un ejercicio caleidoscópico que recoge las imágenes variables de la vida de un campo petrolero. Una mirada sinuosa recorre este universo cerrado y revela los hábitos de una cultura también cerrada: los rituales del club social, la vida en familia, los juegos sexuales, la aventura escolar, la visión de mujeres cansadas y previsibles, el hastío de hombres que se repiten. Un niño -cuya voz puede ser la de muchos o la de un adulto que recuerda- recrea las escenas vividas y sucumbe al peso de imágenes que, más que habitar una memoria hipotética, hurgan el presente y se consubstancian con él. Cultivados con maestría y apegados a la brevedad y precisión, este conjunto de relatos puede leerse como un variado fresco en el que los signos evocados tienen una fuerte connotación poética o como una de las metáforas posibles a que da lugar la aparición del elemento más decisivo de nuestra historia contemporánea: el petróleo. (Contraportada) Entonces, nos encontramos frente a una colección de cuentos que en conjunto forman una historia que tiene al petróleo como columna vertebral. A partir de este elemento se desarrollan los relatos pues estos se dan dentro del campo petrolero al principio y después fuera del país pero protagonizados por aquellos que en algún momento fueron criados y formados dentro del campo petrolero. Para los fines de esta investigación la primera parte de la obra de López Ortega se considera más relevante puesto que presenta historias lineales en donde diversos personajes tienen voz y acción, mientras que en la última parte existe una suerte de ejercicio filosófico. En cuanto a la naturaleza de los relatos, por estar la mayoría ambientados dentro de un campo petrolero, vamos a encontrar varios personajes estadounidenses o referencias de estos dentro de la narrativa. Sin embargo, nos enfocaremos en los personajes de los grupos migratorios que se han venido discutiendo a lo largo de la investigación. Entre los personajes que resultan relevantes para la discusión nos concentraremos en los españoles puesto que predominan más que los demás en el texto de López Ortega. En el cuento titulado “Sueño en Canarias,” el narrador es un niño hijo de españoles que se encuentra de vacaciones en las Islas Canarias. Específicamente y al respecto, el niño dice, “Estoy en Santa Cruz de Tenerife. Mi madre nos ha traído de vacaciones por primera vez en nuestras vidas” (López Ortega 20). Aunque este caso difiere de los discutidos en los capítulos de esta investigación, ya que el narrador se encuentra fuera de Venezuela, se considera importante

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recalcarlo porque nos ofrece una mirada al Otro primero desde la perspectiva de un niño y segundo, hacia la visión en las diferencias generacionales. El narrador se encuentra con una familia numerosa en España, con un grupo de personas que comparte un nexo sanguíneo con este y que se esmera por hacerlo sentir bien, dándole cariño y haciéndolo sentir como lo que es, parte de la familia: “Desde Méndez Núñez 84, mi abuela nos ha consentido con papas fritas y la tía Olga ha preparado churros con chocolate. Mañana -se nos promete- bajaremos a la playa de Tabaiba con todos los tíos y primos” (López Ortega 20). Se nota de este modo que lo que se intenta es que el narrador y su o sus hermanos establezcan un sentimiento de pertenencia para con los familiares, es decir, que estos familiares no se conviertan en un Otro para el narrador sino que por el contrario sean de su propio bando. No obstante, cuando el narrador describe a su abuelo observamos unos detalles interesantes: “De viejo republicano y lector de Cervantes, mi abuelo ha resultado ser agricultor esmerado: ayer, con un súbito movimiento de manos, me ha hecho conocer la fresa; ayer, hincando la uña del pulgar a través de la pulpa carnosa, me ha demostrado cómo un higo puede ser habitado por gusanos” (López Ortega 20). El niño narrador conoce a este ser que resulta ser su abuelo y descubre algo que va más allá de lo que le han contado. Más allá de ser un español republicano, el abuelo es una persona esmerada en el trato de las plantas y frutos. De allí es de donde parte la conexión que se puede establecer entre abuelo y nieto. No obstante, debemos destacar un detalle y es el hecho de que una vez más se resalta el trabajo u oficio de ese Otro que se presenta en la narrativa estudiada. El narrador no hace ningún caso a las características físicas, por ejemplo, que pudieran ser cruciales en este caso por la proximidad sanguínea que lo une con las personas que visita en Tenerife. Mas sin embargo, es la faceta de agricultor del abuelo la que resalta el narrador, así como destaca la faena de pescador del tío Arturo “mientras desprendía con fuerza cada uno de los tentáculos del pulpo súbitamente adherido a su hombro” (López Ortega 21) o la rutina culinaria de la abuela, ama de casa, quien le ofrece “una larga barra de pan rellena de sardinas” (López Ortega 21). Con esto se afirma que el trabajo u oficio es lo que logra definir a ese Otro que se expresa en la narrativa venezolana contemporánea y lo que ayuda al Uno a identificarse como individuo y como eslabón en la cadena que forma la amalgama de la identidad nacional de Venezuela. En Naturalezas menores también se encuentra la figura de un inmigrante que marca una huella indeleble en la vida de los demás personajes del cuento “Primera piel.” Se trata de un 144

sacerdote español que además es profesor de castellano de la escuela del campo petrolero. Este relato de López Ortega comienza con una presentación del personaje e inmediatamente entra en acción la influencia de este sobre los niños del campo, sus alumnos: “Saavedra reservaba los jueves en la tarde para la composición de la semana. «De una a dos -sentenciaba con fuerte acento español-, redacción; de dos a tres, lectura»” (López Ortega 90). El profesor se presenta de entrada en la narrativa por su profesión y por su procedencia; la primera por la descripción del diálogo con sus alumnos y la segunda por la frase “sentenciaba con fuerte acento español.” Es decir, para los alumnos, Saavedra constituye ese Otro inmigrante pero que al mismo tiempo forma parte de sus vidas y los instruye en esta. Se da, como diría Amselle, un proceso oscilatorio en el que ambas partes se alimentan entre sí. Los estudiantes de Saavedra, a pesar de su carácter estricto, disfrutan de la instrucción del profesor y cada uno tiene una predilección con el tema de la redacción: “Miguel Ángel encontraría en el universo de sus tías la fuente inagotable de sus temas; Ramón rebuscaba en el diccionario los adjetivos esdrújulos; Eduardo construía frases largas y pesadas. A Carmen le entusiasmaban los inicios y a Sonia le costaba rematar los desenlaces” (López Ortega 90). Este deleite por la clase de Saavedra, va incluso más allá del simple disfrute de redactar historias infantiles y compartirlas con los amigos. Saavedra llega a establecer una conexión cercana con los estudiantes por su profesión, a través de las clases que les imparte y recibe una buena actitud y una aceptación cariñosa de parte de ellos. Así, encontramos dentro de la narración el siguiente pasaje: Con ojos miopes y barriga como montículo, Saavedra se paseaba al cabo de la primera hora para escoger a la víctima. «García -decía incólume-, pase a la pizarra.» Luego vendrían el título, la estructura, la musicalidad de la frase, la manera de leer, la voracidad para fabular, el sorpresivo remate. Las precisiones de Saavedra eran puntuales y su pasión por las historias bordó lentas cicatrices en nuestra primera piel. (López Ortega 90) El narrador no se intimida al compartir con el lector que el profesor Saavedra dejó una marca en su persona y en la de los demás alumnos de la clase. A través de la instrucción en la clase de castellano y literatura, el profesor logra conectarse con los alumnos y de algún modo, logra la barrera que se supone deba existir entre un Otro y un Uno. Es decir, a pesar de ser una persona inmigrante, proveniente de España, con un acento marcado al hablar, religioso, mayor y profesor, 145

los alumnos, el Uno, lo aceptan y lo dejan entrar en sus vidas, tanto así que este profesor y sus historias bordan “lentas cicatrices” en su “primera piel.” En cuanto a esta última frase se sostiene que se refiere a la piel de niño-adolescente que desarrollan los personajes en el campo petrolero, la cual irá cambiando a medida que continúa la obra y el narrador y demás personajes crecen y entran en un diálogo interno. Sin embargo, así se desarrolle una segunda y tercera piel con el pasar de los años, el recuerdo de Saavedra y sus relatos siempre estará allí puesto que ha dejado cicatrices marcadas en los alumnos. En el momento de su estancia en el campo petrolero y de su presencia en la clase de Saavedra, el narrador afirma que “Todos terminaríamos ansiando los jueves” (López Ortega 90). Sin duda alguna, era para el Uno una experiencia gratificante pasar el tiempo en la clase de composición del profesor Saavedra, ese Otro inmigrante aceptado y apreciado.

Recapitulación de las ideas sobre el fenómeno del Otro en cuanto a la figura del inmigrante europeo y colombiano en la literatura venezolana contemporánea Después de haber analizado las obras narrativas de los autores escogidos para esta investigación y de haber cotejado las ideas discutidas y las conclusiones trazadas en este capítulo con aquellas formuladas en los capítulos anteriores, entendemos que hay una relación directa e intrínseca entre la identificación y definición que el Uno criollo venezolano hace del Otro inmigrante y la ubicación laboral que este inmigrante posea dentro de la sociedad y aparato económico del país. De forma general, el inmigrante entra en la vida del criollo y se mantiene allí por lo que el concepto del Otro misterioso y hasta un tanto desconocido resulta problemático en el caso de Venezuela. Se ha visto como el Otro es parte de la vida diaria del criollo y viceversa, como a través de su desempeño laboral logra entablar una conexión con el venezolano criollo que lo acepta a pesar de que al mismo tiempo reconoce diferencias entre este y su propia persona, las cuales pueden referirse a detalles lingüísticos, como se observó en el capítulo 3, o a por supuesto al lugar de procedencia y herencia extranjera que traiga el inmigrante. Las características físicas y el color de piel no se han vislumbrado como un factor determinante para la identificación del Otro. Es decir, se entiende que en el caso de los italianos y españoles por ejemplo, el criollo venezolano haga hincapié en la tez clara y posible ojos claros, usando la palabra “musiú;” más sin embargo, este aspecto no sobresale frente a la referencia que haga al lugar de procedencia y 146

la ubicación laboral. En el caso de los portugueses y colombianos, el registro de las características físicas es aún menor, se especula, por la mayor semejanza física al criollo. Todo esto se concluye basándonos en las obras narrativas estudiadas en esta investigación. Por estas razones se dejaron a un lado las ideas básicas establecidas por la teoría del Orientalismo, las cuales dibujan al Otro como un ser totalmente exótico, fuera del alcance del Uno, misterioso, hablante de una lengua ininteligible y portador de una vestimenta totalmente extraña. En la realidad venezolana, el Otro inmigrante se ha posicionado dentro de la sociedad y ha logrado establecer un contacto con el criollo, el cual hasta puede llegar a ser filial. Es decir, el inmigrante se encuentra en todas partes, en forma de vecino, de profesor de los niños, de sacerdote que oficia la misa el domingo, de doctor, de empleada doméstica, de albañil, del dueño de panadería que alegra la mañana con el pan recién horneado, etc. Por otro lado, se sostiene que si en algunas ocasiones, dentro de la narrativa contemporánea venezolana, se puede percibir un sentimiento negativo o de rechazo frente el inmigrante, resulta un rasgo reducido si se compara con la tendencia general que se destaca en todas las obras, y esta es la de aceptar al inmigrante, la de invitarlo a la casa, la de compartir con este le día a día. Se sostiene por ende que el patrón seguido por las obras literarias estudiadas se basa en plasmar un reflejo de la realidad venezolana, la cual es una amalgama cuya identidad la han forjado no solamente todos los criollos producto de las mezclas raciales y culturales desde los tiempo de la colonia, sino aquellos “venezolanos que vinieron más allá de nuestras fronteras.”

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CONCLUSIONES A partir del análisis realizado a lo largo de esta investigación y llegados a este punto, podemos retomar las inquietudes que surgieron al comienzo de este trabajo y que llevaron la exploración a desarrollarse. Sosteniendo de antemano que los inmigrantes europeos y colombianos han sido y siguen siendo partícipes de la forja de la identidad nacional venezolana y teniendo como objetivo el trazar un análisis de obras narrativas venezolanas contemporáneas, era la intención del presente trabajo, en primer lugar, reconocer el sitio adjudicado a ese inmigrante dentro de la identidad nacional según la percepción del criollo. En segundo lugar se esperaba ubicar factores y/o variables cruciales para dicha identificación tomando en cuenta el lugar de origen y las circunstancias de la llegada de los diferentes grupos migratorios, así como la ubicación socioeconómica que lograra el inmigrante una vez llegado a Venezuela y aquellos componentes lingüísticos producto del contacto entre el español y las lenguas y dialectos de los inmigrantes, que puedan de una u otra manera influir en la percepción del inmigrante por parte del criollo. Tercero, era un objetivo estudiar también el fenómeno del inmigrante plasmado en la literatura contemporánea bajo el lente de las teorías del Otro y con esto problematizar la participación activa del inmigrante en la forja de la identidad nacional venezolana. Después de realizar todas las investigaciones pertinentes se determinó que la ubicación socioeconómica del inmigrante en el país, define y está relacionada con los demás factores o variables que participan en la percepción que de este tenga el criollo y en el posicionamiento que se le dé en cuanto a la identidad nacional venezolana. Esto último constituye el primer punto a discutir en esta investigación y en este caso, por ejemplo, se ha descubierto que dicho posicionamiento responde a la caracterización del desempeño laboral del inmigrante. Con esto no se intenta decir que el inmigrante posee solamente un lugar reducido dentro del espectro económico del país, es decir, que por ejemplo los españoles son únicamente maestros de escuela. Al contrario, lo que se pretende es afirmar que el lugar que los inmigrantes han logrado poseer dentro del aparato socioeconómico venezolano les ha otorgado la posibilidad de establecer un contacto con la población criolla y por consiguiente ha propiciado su entrada al proceso de forja de la identidad nacional. Es decir, por dar un par de ejemplos, el español que imparte clases en un colegio o que dicta la misa el domingo en la iglesia cercana, el portugués dueño de la panadería del sector, el italiano que viene a la casa a colocar los pisos de mármol o la 148

colombiana que hace la limpieza dos veces por semana, son parte de la realidad venezolana y de la identidad del país. Sin ellos, sin su trabajo, Venezuela no sería la misma. El criollo inscribe a sus niños en el colegio donde el español es maestro, compra el pan todos los días en la panadería del “portu,” contrata la compañía de mármol del italiano y no otra, deja que entre la colombiana a su hogar para que limpie. El criollo acepta al inmigrante europeo y colombiano a través de su trabajo y lo hace parte de su vida a diferentes niveles, tanto y primeramente en un plano profesional y laboral, así como en un plano amistoso y hasta romántico y familiar. El inmigrante llegó para quedarse en Venezuela y el criollo lo sabe y no se siente amenazado por ello sino que comparte el territorio y la vida en el país con dicho inmigrante. De allí resulta una relación recíproca que produce una alimentación mutua o un proceso oscilatorio en el que las divisiones culturales en muchos casos desaparecen o se hacen una, dando como resultado un sincretismo cultural evolutivo, que sigue cambiando y recibiendo elementos para desenvolverse. Uno de esos elementos es resultado del contacto lingüístico entre el español hablado en Venezuela y las lenguas extranjeras como el italiano y el portugués o los dialectos del castellano como los hablados por inmigrantes colombianos y españoles. A través de la lengua, el criollo identifica al inmigrante sobre todo a nivel generacional, es decir, puede reconocer si el inmigrante es uno de primera generación llegado al país directamente por las guerras de Europa, por ejemplo, o es un hijo o nieto de dicho refugiado. Al analizar las obras literarias escogidas para esta investigación se determinó que lejos de rechazar al inmigrante por el acento que pueda tener al hablar -con la excepción de algunos casos de personajes portugueses- se le da entrada a la conversación y se le acepta. Sin embargo, se le acepta porque este inmigrante con acento al hablar castellano es capaz de llevar una empresa, por ejemplo, que produce beneficios para el criollo. La comunicación digamos, dispareja, que puede darse por el acento del inmigrante, no le impide seguir laborando ni participando en la construcción y urbanización del país, así como en la forja de su identidad. Una vez más, todo está relacionado con la capacidad laboral del inmigrante. De allí que la discusión del Otro también esté aunada a este aspecto. El Otro inmigrante no es un ser lejano y misterioso para el Uno venezolano. El Otro es por el contrario alguien conocido, que si bien puede poseer un tipo de dialecto exótico, esto no impide que se acerque al Uno y que establezca algún tipo de relación. El Otro, en su calidad de sujeto fronterizo puede acceder a las dos culturas que rodean su vida y funcionar en ambas perfectamente pues tiene a la mano su desempeño laboral. Este Otro no constituye una amenaza para la definición personal del 149

criollo, es decir, para la construcción de su identidad individual; por lo que tampoco significa un peligro para la forja de la identidad nacional. Al contrario, es un elemento más que participa en dicha fragua, la cual resulta ser amalgamada. Todos estos aspectos concluidos después de llevar a cabo la investigación presentada, se encuentran plasmados en la literatura contemporánea venezolana. Para este trabajo se tomó un espectro de obras narrativas, entre novelas y colecciones de cuentos, a partir de los años 60 hasta la década de 2000, incluyendo textos con diferentes estilos narrativos y temática pero que poseen una característica en común: la presencia de personajes inmigrantes europeos y colombianos dentro de sus historias. Con la selección de obras tan diversas se pretendía descubrir la posible existencia de una tendencia por parte de los autores. Eso mismo fue lo que se encontró en relación a todos los aspectos mencionados en los párrafos anteriores. Se sostiene de esta forma que en cuanto al tema de los inmigrantes, el papel del narrador venezolano durante cinco décadas ha sido el de reflejar la realidad del país en la que la figura del inmigrante no puede pasar desapercibida como no puede obviarse en la realidad misma del país. Este trabajo posee relevancia dentro del campo de estudios literarios venezolanos ya que es el primero en su estilo y porque logra establecer conexiones entre varias disciplinas. Al momento de realizar esta investigación no existía un cuerpo teórico que cubriera la presencia del inmigrante en la literatura venezolana contemporánea. Lo que sí existe es una serie de estudios provenientes de los campos sociales, tales como sociología, historia, antropología, y también del área de economía. Todos estos estudios se enfocan en el análisis de la influencia de la inmigración europea y colombiana sobre el desarrollo económico y cultural de Venezuela, llegando todos a la conclusión de que los grupos migratorios, lejos de constituir una amenaza para el país, han sido un beneficio para su progreso. Asimismo encontramos un incipiente campo de estudio referente al tema, proveniente del área de la lingüística en la que profesores e investigadores están tomando en cuenta los sociolectos producidos por las lenguas en contacto en Venezuela, por ejemplo en los casos del italiano y el portugués en contacto con el español. La presente investigación sirve como un puente para enlazar estas disciplinas y aplicar los datos estadísticos y cuestiones históricas así como las producciones lingüísticas a la representación del inmigrante en la literatura. Pensando en el indisoluble enlace que existe entre las ciencias sociales, una investigación de esta índole permite que se establezca el vínculo que hacía falta

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entre dichas áreas sociales y la literatura, permite entablar un diálogo que ha estado presente desde hace décadas pero que no había sido verbalizado. En cuanto al papel de esta tesis frente a los estudios literarios latinoamericanos, por ser el tema base la presencia de inmigrantes en Venezuela, se abre una puerta hacia una discusión internacional. Colombia, por ejemplo, sería uno de los primeros lugares para establecer enlaces que incumban a los estudios literarios tanto venezolanos como colombianos. Argentina sería otro punto de comparación si nos enfocamos en la historia de la inmigración italiana a este país del cono sur. En el caso de España, resultaría interesante observar si existen semejanzas en la representación del inmigrante suramericano en la literatura contemporánea española, cuestión que ya ha capturado la atención de críticos. Asimismo, se puede entablar vínculos con otros estudios sobre inmigración en Latinoamérica, como es el caso de la investigación de Rosa María Grillo y los inmigrantes italianos en la literatura contemporánea uruguaya. Por otro lado, y tomando en cuenta el uso de teorías de identidad, inmigración y frontera, la presente investigación también puede conectarse con los estudios de la denominada Latino literature en Estados Unidos. Puede observarse, por ejemplo, la entrada y aceptación del inmigrante en la vida del venezolano y por consiguiente su participación en la construcción de la identidad nacional, y compararla con la realidad de los latinos y cómo son representados en la literatura contemporánea de los Estados Unidos. En este sentido, se estaría en primer lugar enfatizando el papel de Venezuela, en los estudios literarios y críticos de Latinoamérica y en segundo lugar se estaría introduciendo la producción nacional al campo de los Estados Unidos, lugar en el que la academia no ha tenido la oportunidad de entablar diálogos con esta. La literatura venezolana, después de Simón Bolívar y Rómulo Gallegos, básicamente, no ha formado parte de la crítica latinoamericanista que tanto auge tiene dentro de los Estados Unidos. Este estudio por ende se considera uno de varios posibles en el futuro, que abrirá las puertas para insertar a la literatura venezolana en la discusión latinoamericanista y de este modo colocarla dentro de una corriente global y modernizada. En cuanto a posibles investigaciones posteriores, esta significa solo el comienzo de una ramificación que se pretende alcanzar en un futuro próximo. En primer lugar, se puede indagar sobre la primera mitad del siglo XX y los otros grupos migratorios encontrados en este tiempo, como por ejemplo los estadounidenses y cómo son representados en la literatura. Otra investigación pertinente consistiría en transpolar las bases del presente trabajo a otros géneros 151

literarios como por ejemplo la poesía e inclusive el ensayo. Por otra parte, el análisis realizado aquí no incluye aspectos relaciones con la política vigente en Venezuela. Es decir, el papel del presidente Hugo Chávez y el tema del enfrentamiento entre la oposición y el oficialismo dentro de la literatura, sería parte de una futura investigación que enlazaría a Venezuela con los estudios de la novela política continental. El punto de partida de este tipo de investigación ya fue incluido en este trabajo, y es la colección de cuentos de Mario Silva García, Josefina se arrechó y otros cuentos de amor, revolución y esperanza. Por último, un tema más que se considera relevante para ser explorado es la producción literaria de escritores venezolanos pertenecientes a la segunda y tercera generación de inmigrantes con el objeto de establecer paralelos entre esta y aquella realizada por autores como los analizados anteriormente. Un punto de partida, que además incluye el aspecto biográfico, lo constituye la obra de Dragi Sol, escrita por Slavko Zupcic, discutida en el capítulo 4. Habiendo dicho esto, hay que recalcar que la culminación de este proyecto investigativo ha constituido un reto y se ha convertido en un logro tanto académico y profesional como personal. Con este se espera abrir puertas de pensamiento crítico no sólo dentro pero también fuera de Venezuela, a nivel internacional y global porque así como lo es el propio país, la literatura venezolana es un compendio de nociones culturales producto de una amalgama que es y seguirá caracterizando la identidad nacional y que refleja la riqueza intelectual que se mueve dentro del país y que promueve la futura investigación y análisis crítico.

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APÉNDICE A RELACIÓN DE LA POBLACIÓN NACIONAL SEGÚN EL LUGAR DE NACIMIENTO CENSOS NACIONALES DE POBLACIÓN Población total según lugar de nacimiento, 1950-1990 AÑO DEL

1950

1961

1971

1981

1990

5.034.838

7.523.999

10.721.522

14.516.735

18.105.265

4.828.071

6.982.436

10.125.067

13.442.106

17.082.006

206.767

541.536

596.455

1.074.629

1.023.259

Total americanos

68.932

125.327

240.039

666.406

656.716

Colombianos

45.053

102.314

180.144

508.166

529.924

Total europeos

134.076

369.298

329.850

349.117

255.899

Españoles

37.775

166.660

149.747

144.505

104.037

Italianos

43.997

121.733

88.249

80.002

61.800

Portugueses

11.130

41.973

60.430

93.029

68.277

Total otros

3.759

16.617

26.566

59.106

80.644

CENSO País de nacimiento Total nacional Nacidos en Venezuela Nacidos en el exterior*

*Incluye venezolanos nacidos en el exterior. Fuente: Censo General de Población y vivienda. 1950-1990. Fuente: Berglund, Susan. “La población extranjera en Venezuela de Castro a Chávez.” (49)

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RESUMEN BIOGRÁFICO Naida Saavedra nació en Maracaibo, Venezuela, en 1979. En 2001 recibió su título de Licenciada en Publicidad y Relaciones Públicas de la Universidad del Zulia (Venezuela). Poco después se trasladó a Estados Unidos para cursar sus estudios de posgrado y en 2004 obtuvo una maestría en Comunicación Interactiva con una concentración en Literatura Latinoamericana de la Florida State University. En 2008 y 2011 recibió el premio al estudiante de posgrado más destacado en literatura hispana de Florida State University. Su cuento “Vos no viste que no lloré por vos,” publicado en 2009, fue uno de los ganadores del primer concurso Historias de Barrio Adentro de la Editorial el perro y la rana (Venezuela). En 2012 obtuvo un PhD en Literatura Latinoamericana de Florida State University.

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