Foe de Coetzee: una respuesta poscolonial y posmoderna a la novela inglesa

May 24, 2017 | Autor: Amanda Falcone | Categoría: English Novel, Postcolonial Literature, Postmodern Literature, J. M. Coetzee, Foe by Coetzee
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Descripción



Traducida al castellano por primera vez en 2012 por Enrique de Hériz y publicado por Edhasa con el título Serias reflexiones de Robinson Crusoe.
La traducción es mía.
Foe de Coetzee: una respuesta poscolonial y posmoderna a la novela inglesa
Leer Foe es leer una reconstrucción de la primera y de la última creación de Daniel Defoe, uno de los padres de la novela inglesa. En 1986, el aún no tan famoso escritor sudafricano, John Maxwell Coetzee, publica Foe, uno de sus primeros experimentos en los que sustrae personajes literarios de diferentes universos y los pone a dialogar. En este caso, entreteje textos de Robinson Crusoe y de Roxana, o la cortesana afortunada y los hace convivir con el mismísimo autor. Comienza en medio del mar con una mujer inglesa que acaba de sobrevivir a un motín. La encuentra un Viernes, aquí de piel negra, pelo crespo, nariz ancha, taparrabos, lanza en mano —caricatura de un caníbal— quien la llevará ante su amo Cruso, aquí más bien flaco, senil y poco hábil para establecer un pequeño imperio en la isla desconocida, aquí árida.
La protagonista, Susan Barton, se clava en un misterio que no atina resolver: la lengua de Viernes ha sido mutilada. Cruso (su nombre también ha sido mutilado) ofrece diferentes versiones. Finalmente, son rescatados y trasladados a Londres. Esta primera parte comprende la robinsonada en sí. Susan, pensando en el éxito comercial de la aventura que vivió, escribe su historia y busca a un reconocido autor para que a través de él se haga famosa. No obstante, autor y personaje tendrán sus diferencias sobre cómo se cuenta una historia. Pareciera una novela más en la que la creación habla con el autor, los límites entre universos se borran y se nos ofrece una explicación del fenómeno que se encuentra en problemas. Para el análisis de Foe desde la literatura inglesa, como yo lo veo, este fenómeno es Defoe como autor en particular y la literatura occidental en general.
Al tomar prestados estos elementos de la obra más popular del padre de la novela inglesa, Coetzee pone en tela de juicio la autoridad del texto original. ¿Se puede hablar en estos tiempos de verosimilitud —de Realismo— en un texto en el que un náufrago es increíblemente afortunado y victorioso en sus aventuras? ¿Qué tan creíble es que la isla caribeña le proporcionara al necio hijo de un marinero protestante todas las bondades necesarias para sobrevivir? ¿En qué medida es el ingenio inglés superior al de los moros o los nativos caníbales? ¿Y qué tal que quien sobreviviera fuera una mujer? ¿Cómo ve un sudafricano blanco erudito de la literatura occidental esta narrativa, cómo la relaciona con su entorno poscolonizado y qué medida del hombre propone en la conversación de la humanidad?
J. M. Coetzee figura entre los autores vivos más importantes de la literatura inglesa, como Thomas Pynchon, Philip Roth, Cormac McCarthy, Don Delillo y Toni Morrison. Obtuvo grandes premios literarios como el Premio Jerusalén, el Man Booker Prize lo ganó dos veces y en 2003, el Nobel de Literatura. Entre sus textos más reconocidos se encuentran Vida y época de Michael K, Esperando a los bárbaros, Desgracia y Elizabeth Costello. Sin embargo, antes de Desgracia, sus novelas no se habían hecho notar. No fue sino hasta después del estudio de Teresa Dovey, The Novels of J. M. Coetzee: Lacanian Allegories (1988), que se reconoció la complejidad de sus novelas. Al final esto resultó favorable para su obra, de lo contrario se habría topado con la fuerte censura sudafricana. Coetzee también escribió ensayo y crítica; Contra la censura. Ensayos sobre la pasión por silenciar y La vida de los animales son de los más leídos.
En un texto de homenaje, Coetzee enlista a los autores que admira y que han influido en su escritura; entre ellos Ford Maddox Ford, Ezra Pound, Robert Musil, Friedrich Nietzsche y Daniel Defoe. Para el sudafricano, justicia y verdad son dos de los valores que más peso tienen tanto en su vida como en su obra. Así lo ha manifestado en sus escritos y también en hechos. Mientras vivía y enseñaba en la Universidad de Búfalo, en Estados Unidos, fue uno de los 45 arrestados por protestar en contra de la guerra de Vietnam, lo que le costó no obtener la tan deseada ciudadanía estadounidense. En su obra escrita trata temas como el colonialismo, el apartheid y el racismo. En Foe, con maestría y elegancia, logra combinar varios de sus intereses; así, a la vez que deconstruye la obra de Defoe, también apunta a situaciones de injusticia.

Colonización y modernismo o el amanecer de la novela inglesa
En The Rise of the Novel (1957), estudio seminal en sociología literaria, Ian Watt encuentra tres autores británicos clave para el nacimiento de la novela inglesa: Daniel Defoe, Samuel Richardson y Henry Fielding. A pesar de que estos autores no constituyeron propiamente una escuela literaria ni se influenciaron entre ellos, vivieron las mismas condiciones del periodo moderno que los llevaron a escribir sus obras de forma similar. Antes, por ejemplo, Shakespeare representaba en su teatro historias de reyes o de personajes históricos famosos; se escribía de las epopeyas, fábulas y mitos del pasado. El principal criterio del Realismo es la verdad en la experiencia individual, la cual siempre es única, entonces nueva. Se empezaron a escribir obras ya no tanto de personajes de la nobleza sino de individuos comunes. La novela es, pues, la forma literaria que mejor refleja la reorientación individualista e innovadora del modernismo. En esta época se le dio un valor imprecedente a la originalidad, a lo novedoso, de ahí el nombre del género. Según este estudio, se considera Robinson Crusoe como una de las primeras novelas pues marcó el principio del Realismo como género literario.
En el prefacio de la novela se niega la ficcionalidad: "The editor believes the thing to be a just history of fact; neither is there any appearance of fiction in it" (1719: iv). Aún más, la secuela Serious Reflections During the Life & Surprising Adventures of Robinson Crusoe, aparece firmada con la autoría del náufrago ficcional. Considero que la importancia de la trilogía de Robinson Crusoe para el análisis poscolonial, no sólo radica en la inauguración de un género literario, sino en los tipos que se desarrollaron en él: el colonizador y el buen salvaje. En una conferencia impartida en Trieste en 1912, el escritor irlandés más importante de la literatura inglesa del siglo xx lo explica de esta manera:
El verdadero símbolo de la conquista británica es Robinson Crusoe, quien habiendo naufragado en una isla desierta, en su bolsillo un cuchillo y una pipa, se convierte en arquitecto, afilador, astrónomo, panadero, constructor de barcas, alfarero, talabartero, granjero, sastre, paragüero y clérigo. Él es el verdadero prototipo del colonizador británico, mientras que Viernes (el buen salvaje que arriba un desafortunado día) es el símbolo de las razas sometidas. Todo el espíritu anglosajón está en Crusoe.
(Joyce, citado en Gallagher, 1991: 170).
Luego, Robinson Crusoe reproduce en esencia la historia del colonialismo europeo, blanco y masculino en un género nuevo que imita la realidad.
Si bien, la colonización europea comenzó en el siglo xvi con el descubrimiento de Las Américas, en Local Histories/Global Designs (2000), Walter Mignolo explica que lo que hizo Cristóbal Colón fue abrir las puertas de un nuevo circuito comercial que conectó el Mediterráneo con el Atlántico y estableció la economía y el dominio Occidental, junto con una rearticulación del imaginario de las razas (Mignolo, 2000: 27). La conquista y colonización llevaban también la misión civilizadora y evangelizadora, y fue el Cristianismo el primer diseño global. Las razas no sólo se dividieron en colores, sino en conversos e inconversos. En el s. xix hubo otra oleada colonizadora cuando países como Inglaterra, Francia, Italia, Alemania y Holanda, entre otros, conquistaron e instalaron gobiernos en el resto de los continentes. Se había consolidado ya la supremacía europea y se juzgó inferiores a aquellos que estaban más apegados a la naturaleza y que no poseían un sistema de escritura alfabética. A aquellos se les anuló su pasado precolonial, como si hubieran vivido en un limbo histórico, y se les enseñó que el progreso comenzó con la llegada de los europeos.

Poscolonización y posmodernismo o el cuestionamiento del pasado
Dos siglos después, como resultado de la segunda guerra mundial, el imperio británico llegó a su fin, lo mismo que la hegemonía europea, y el orden mundial cambió. Después de la caída del muro de Berlín, el mundo se fragmentó política, geográfica, social e individualmente. Éstas fueron las condiciones para que surgiera una nueva corriente de pensamiento post guerra, post modernidad y post colonización que cuestionaría aquellas narrativas que se justifican dentro de sí mismas. Este pensamiento, en su base, rechazaría toda idea de verdad absoluta y daría cabida a las verdades relativas.
La literatura también traería su propio cambio en un nuevo género literario que contesta y reta a la literatura moderna en específico y a toda la literatura en general: la metaficción. El escritor y crítico posmoderno norteamericano John Barth sintéticamente definió una metaficción como "una novela que imita a una novela en vez de al mundo real" (1995:161). Se trata de dialogar con los textos que construyen la historia de la humanidad. Así, se escribieron textos que contestaban una narrativa autolegitimizada del pasado rechazando la autoridad absoluta de ésta y reemplazándola con una versión subjetiva que se acomodaba mejor a los nuevos modos del mundo. En estos textos se juega con la verdad y la invención del registro histórico, pues algunos conocidos eventos se falsifican deliberadamente para poner en primer plano los posibles errores nemotécnicos de la historia y el potencial de las consecuencias de un error deliberado o inadvertido.
Linda Hutcheon, académica canadiense de la Universidad de Toronto, es quien ha desarrollado el estudio de esta corriente de pensamiento en el arte y la literatura. En su libro A Poetics of Postmodernism (1988), estudia la ficción y la historia desde sus raíces, las cuales encuentra en la misma rama del conocimiento y con fundamentales características en común: La fuerza de sus discursos yace más en la verosimilitud que en la verdad objetiva; ambas son constructos lingüísticos; y son naturalmente intertextuales (1988: 105). Según su estudio, los géneros se distanciaron cuando la escuela rankeana instó a los historiadores a descartar textos como las memorias personales, por ejemplo, como fuentes confiables de información y fue así que la historiografía se consolidó como disciplina científica.
Por un lado, consideramos de buena fe que la historia es verdadera y fiel; sin embargo, los menos instruidos solemos olvidar que está condicionada por la escritura, la subjetividad del autor, las conveniencias políticas y etcétera, mismas características que también condicionan a la ficción. Por otro lado, narradores como Daniel Defoe insisten en la veracidad de sus obras. Así, tanto la ficción como la historia son fabricaciones (tejidos, textos) de hechos hasta cierto sentido. El problema, para Hutcheon, es que el significado de las representaciones de los hechos del pasado está supeditado a la intención del historiador (1988: 122). El posmodernismo no es la única teoría que se ocupa de este problema, el posestructuralismo, el feminismo y el poscolonialismo también reconocen esta falla de la historiografía y la incorporan a su propia problemática.
Según Ashcroft, Tiffin y Griffith en su prefacio a The Post-Colonial Studies Reader (2003), el término 'poscolonialismo' se ha abordado desde varias posturas y se ha vuelto algo más bien heterogéneo. Mientras que algunos lo estudian como prácticas discursivas que se desprenden del posmodernismo, para otros se refiere únicamente al periodo que comienza en el momento histórico en que las colonias europeas se independizaron. Para Walter Mignolo, siguiendo el legado de Homi Bhabha, la importancia de estos estudios radica en la construcción de nuevos lugares de enunciación que aportarán conocimientos de aquellos que han vivido el legado [pos]colonial. De otra manera, advierte que podríamos caer en la reproducción inconsciente de modelos europeos preestablecidos, como el colonialismo interno por ejemplo, en vez de promover nuevas formas de crítica cultural y de emancipaciones intelectuales y políticas (2000: 5).

Las mentiras blancas
Ya había dicho que Foe comenzaba en el mar, con el naufragio de Susan Barton. Coetzee trae este tema a la conversación poscolonial y posmoderna como el pretexto de perderse en el camino para replantearse una situación que él encuentra en crisis. En su país hay violencia, hay censura, hay dolor. En el mundo también. El autor intelectual de esta ficción occidental que perpetúa un sistema binario opresor/oprimido se representa en esta metaficción como mentiroso y desde el título como el mismísimo enemigo. La cuestión es: ¿Es este hombre blanco, no el del cuchillo y la pipa, sino el de la pluma y el papel, fiel a los valores de justicia y verdad? ¿Dónde, pues, ha uno de hallar estos valores tan sublimes y lejanos a la realidad?
Coetzee presenta en su metaficción, una alternativa donde no prevalece una historia particular sino la posibilidad de otras historias verdaderas que aún no se pueden conocer. Estas historias están mutiladas: de Crusoe a Cruso, el nombre truncado, presenta un colonizador truncado también de las increíbles habilidades propias del símbolo de la conquista europea. Susan, una mujer que toma las riendas de su vida, se ve obligada depender de un hombre autor para sobrevivir. La isla también; si en Defoe era fértil, en Coetzee es árida. Pero la que más peso tiene es la historia mutilada de Viernes; su voz silenciada no puede denunciar, no parece interesarle, tal vez ni sabe que es su derecho. Esta triste realidad abruma la novela de Coetzee, termina fatal y no nos ofrece una solución, sólo un crudo nudo en la garganta.


Referencias
Ashcroft, B., Griffiths, G., & Tiffin, H. (Eds.). (2003). The Post-Colonial Studies Reader (Taylor & Francis e-Library, 2003 ed.). London and New York: Routledge.
Barth, J. (1995). "The Literature of Exhaustion". In Metafiction. Mark Currie (Ed.). (pp. 161-172). New York: Longman.
Bhabha, H. K. (1994). The Location of Culture. London: Routledge.
Gallagher, S. (1991) A Story of South Africa: J.M. Coetzee's Fiction in Context. London: Harvard University Press.
Hutcheon, L. (1988). "Historiographic Metafiction: The Pastime of Past Time". In A Poetics of Postmodernism (pp. 105–123). London: Routledge.
Kehinde, A. (2007). "Post-Colonial Literatures as Counter-Discourse: J.M. Coetzee's Foe and the Reworking of the Canon". (C. Smith, Ed.) Retrieved on December 13, 2013, from Journal of African Literature and Culture 4: http://www.africaresearch.org/Jlc4_2.htm.
Mignolo, W. (2000). Local Histories/Global Designs. Coloniality, Subaltern Knowledges, and Border Thinking. New Jersey: Princeton University Press.
Watt, I. (1957). The Rise of the Novel: Studies in Defoe, Richardson, and Fielding. Berkeley: University of California Press.



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