Filosofía y religión según la encíclica ...

June 30, 2017 | Autor: Dorothea Ortmann | Categoría: Teología, Ética (Filosofia)
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Descripción

Filosofía y Teología desde la encíclica "Fides et Ratio" ¿una difícil
convivencia?



La encíclica "Fides et Ratio" resalta la necesidad que tiene la fe de
buscar formas racionales para poder expresarse. Con esta finalidad recorre
brevemente a través de la historia de la teología. En esa oportunidad nos
muestra que esta necesidad de expresarse no se exclusiva del cristianismo,
sino también se presenta en otras religiones como en el Hinduismo, el
Budismo, el Confucianismo, etc. Es obvio que vivir la fe no significa
quedarse callado y buscar solamente la edificación personal, sino que la fe
busca articularse con algo externo, con otra gente. En fin, uno desea
comunicarse con otros sobre ese don que a uno le parece tan precioso. Por
ello la teología cristiana es una forma de expresarse mediante la fe. La
teología en el fondo es el hablar de Dios y este hablar necesita de un
medio que le ayude a hacerlo de manera responsable. Esa es la razón porque
la teología desde sus comienzos se apoya en la filosofía. Hay varias
teorías para explicar el origen de esta relación tan estrecha que culmina
finalmente en la idea de que la filosofía es la sirvienta de la teología,
la ancilla theologiae.
¿Cómo se llegó a esta relación íntima entre teología y filosofía? Una de
las explicaciones para dar respuesta al origen de ello es esta: cuando el
cristianismo tomó contacto con el mundo griego-romano, la gente de aquellos
lares consideraba al cristianismo como una religión muy sencilla, para no
decir iletrada, por el puro hecho que no se refiere a las ideas filosóficas
de aquel entonces. Por esta razón los padres de la Iglesia, defensores de
la fe ante sus críticos, colocaron las principales ideas del mensaje
bíblico en la forma de la filosofía neoplatónica, que era la filosofía
dominante en este momento. Observamos un progreso de esta forma de
expresión desde san Justino, san Clemente de Alejandría, Orígenes hasta san
Agustín. Todos ellos ansiosos de ser justo con la fe y al mismo tiempo
tratar que sus contrayentes no la desprecien. Por ello son llamados los
apologistas de la fe. Ellos deseaban que la gente tome la fe cristiana en
serio y que comience a apreciarla ya no como un simple discurso, sino como
un don precioso. Esta relación estrecha entre la teología y la filosofía se
mantuvo hasta la época de la Ilustración, a partir de este momento la
filosofía se separa de la teología, y la relación entre los dos se vuelve
más compleja entre rechazo y mutuo reconocimiento.
Pero esa no era la única forma de hacer teología, paralelamente se presentó
una teología que rechazaba la relación estrecha entre teología y filosofía
entrando en una contradicción que no se pudieron resolver. Por esa razón,
ellos abogaban que cuestiones de fe no se puede expresar mediante un
discurso racional y lógico como se pretendía hacer mediante la filosofía.
Lo más que puede aspirar la teología es convertirse en una especie de
sabiduría que se transmita de generación en generación. De esta manera se
intercambiarían las experiencias religiosas, sin dejarse encerrar en el
corsé de un pensamiento racional.
A partir de estos planteamientos podemos afirmar que en la teología hay dos
grandes corrientes: una es la teología como sabiduría que pone énfasis en
la experiencia personal y afirma que la fe no se deja describir ni expresar
con la ayuda de la filosofía, la otra, en cambio entiende la teología como
un saber acerca de Dios, y ella insiste en que es necesario buscar el apoyo
en formas racionales para poder expresarse adecuadamente sobre la
existencia de Dios.
¿Cuáles son los representantes de la teología como sabiduría? En primer
lugar está allí san Agustín, los grandes místicos del Medio Evo,
conformados por son Juan de la Cruz, Teresa de Ávila, Maestro Eckhart y
luego también el teólogo Guillermo Ockham. Mientras que en el lado de la
teología como saber racional está Santo Tomás de Aquino, San Anselmo, Duns
Scotus, para mencionar solamente algunos. En la historia de la teología
abundan las discusiones acerca del problema de si la fe puede o no
manifestarse en un soporte lógico y racional.
Personalmente considero que la teología debe ser entendida como la teoría
que se requiere para dar en público un fundamento a la fe en el momento de
reflexión sobre ella. En ese momento ya no basta de tener un discurso
espiritualmente edificante, porque la fe quiere saber en que cree.
Recuerden la famosa formula de San Anselmo: Fides quaerens intellectum, que
significa: el discurso sobre Dios y las cosas últimas del destino del ser
humano debe ser coherente y ser entendido por los demás. Se debe ofrecer
una base común que le permita a otra persona entrar en este edificio de
pensamientos y esa función cumple la filosofía. Los sentimientos pueden ser
afirmados o rechazados por uno, pero no se puede debatir sobre ellos porque
no hay ninguna base para hacerlo. En cambio, una teología racional,
meditada, nos permite entrar en un dialogo con otros para ver como se puede
hoy en día hablar sobre Dios.
Ustedes se preguntarán ¿qué tiene que ver todo ello con nosotros? Cuando
uno comienza a estudiar teología, lo hace con todo el fervor de la fe y de
repente se encuentra con libros y manuales que le presentan ideas bastante
ajenas a la propia experiencia religiosa. En el centro de estos libros ya
no están las expresiones personales y los sentimientos religiosos, sino más
bien discursos lógicos que buscan a explicar la existencia de Dios desde
nuestra realidad. Todo ello provoca la pregunta ¿por qué debo meterme en
todo esto? ¿Qué tiene que ver con mi fe que quiero comunicar a otra gente?

Pues bien, la respuesta es muy sencilla. Un sentimiento no se mantiene
igualmente fresco durante toda una vida. Y hacer teología no es solamente
compartir la propia experiencia, sino es hablar y reflexionar de manera
responsable y metódica sobre Dios y como podemos imaginarnos quien es este
Dios. Estudiar teología es participar en el dialogo y en la búsqueda que
han establecido los teólogos de otros tiempos. Entonces la tarea y el
desafío es conocer esta amplia gama de experiencias y propuestas acerca de
la naturaleza de Dios. Si el deseo es aportar algo propio y algo nuevo a
esta búsqueda de cómo hablar sobre Dios, no nos queda otra cosa que
investigar y conocer bien como lo hicieron otras generaciones. Entonces
estudiar teología tiene como fin llegar a conocer que es lo que otras han
pensado sobre Dios para poder añadir nuestras propias ideas a esta
pregunta. Ese propósito tiene como requisito no sólo conocer bien la
tradición teológica sino también las principales preguntas de mi época, de
mi tiempo. Una manera de plantearse lo esencial del presente es entenderlo
desde el debate filosófico vigente porque allí se plantean las grandes
cuestiones acerca del destino del ser humano y sus formas de saber. El
espíritu de la encíclica va más bien en esa dirección: si la filosofía nos
ayuda llegar a entender y describir quien es Dios. Yo creo que la filosofía
contemporánea nos plantea mientras tanto interrogantes acerca del destino
del ser humano en el cual nosotros también participamos como cristianos
comprometidos y responsables. Entonces debemos reflexionar sobre el hecho
de que en la filosofía contemporánea ya no se encuentra en el centro la
preocupación sobre Dios, pero eso no significa que no podamos sacar
provecho de un debate con ella. La filosofía reflexiona sobre el saber, se
plantea la pregunta cuanto y que cosa realmente puede llegar a conocer el
ser humano. A partir de estos limites comencemos hacer hoy en día teología
para podernos preocuparnos del ser humano y conocer desde allí la fuerza y
el carácter de Dios.
Por cierto la encíclica "Fides et Ratio" no nos sirve como un manual que
nos diga cómo se debe o cómo se puede hacer teología, debemos verla más
bien como un guía que pretende orientar. Su preocupación es establecer los
puntos centrales que permitan que la relación entre teología y filosofía
sea mutua y fructífera para asegurase que uno no termina perdiéndose en la
filosofía. Así entendida la teología como teoría de la fe me parece
imprescindible apoyarse en la filosofía y aprovechar de su forma de pensar
y acercarse a la realidad para que nuestro discurso teológico no se aleje
demasiado de la vida cotidiana.
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