Fiesta e identidad. A propósito de un libro de David Díaz Arias

August 10, 2017 | Autor: Iván Molina Jiménez | Categoría: Cultural History, Nationalism, Political History, Costa Rica, Independence Day (September 15)
Share Embed


Descripción

Revista Historia, ISSN: 1012-9790, No. 55-56, enero-diciembre 2007. / pp. 201-204

FIESTA E IDENTIDAD. A PROPÓSITO DE UN LIBRO DE DAVID DÍAZ ARIAS1 Iván Molina Jiménez

Existen tres interpretaciones básicas sobre el origen de la identidad nacional costarricense. La primera plantea que esa identidad tuvo su origen durante la colonia y fue resultado de un proceso prácticamente natural, caracterizado por las relaciones cotidianas entre los pobladores en un espacio determinado. Tal versión, presente en las primeras obras históricas publicadas en el país, y luego repetida en ciertos estudios filosóficos y sociológicos, ha sido recientemente recuperada por algunos historiadores profesionales, en particular por Juan Rafael Quesada.2 Una segunda versión, surgida a inicios de la década de 1990, señala que la identidad nacional fue más bien una invención –en el sentido de construcción cultural– de los círculos de políticos e intelectuales liberales que dominaban el Estado costarricense a mediados de la década de 1880. Dichos círculos habrían inventado esa identidad a partir de una recuperación de la guerra de 1856-1857 contra el mercenario estadounidense William Walker. El proponente de esta interpretación fue el historiador canadiense Steven Palmer.3 Finalmente, una tercera versión fue dada a conocer unos pocos años después de la de Palmer por el historiador Víctor Hugo Acuña. Según él, desde antes de la independencia, las elites locales iniciaron un proceso de invención de particularidades identitarias para diferenciar a Costa Rica del resto de sus vecinos centroamericanos, el cual se intensificó luego de 1821.4 Si bien Acuña y Quesada tienen en común que ambos buscan el origen de la identidad nacional en el período colonial y consideran su desarrollo a largo plazo, existe una diferencia fundamental entre ellos. Para Quesada, esa identidad es un producto natural; en contraste, para Acuña, igual que para Palmer, esa identidad es una invención. Ahora bien, si para Acuña esa invención fue un proceso de larga duración, para Palmer fue un proceso de corto plazo. A este interesantísimo debate, se ha sumado recientemente David Díaz Arias, con un libro muy bien fundamentado en términos documentales, y riguroso metodológica y teóricamente.5 Construido en torno al análisis de la fiesta de la independencia, el libro está organizado en ocho capítulos. Los cinco primeros están dedicados al análisis de períodos específicos, que cubren los años 1809-1921, en los que se examinan los cambios y permanencias en las festividades. Los tres últimos se concentran en algunos temas de particular importancia: la fiesta de la independencia y su relación con la identidad de las elites y la

de los sectores populares; la conmemoración del centenario de la independencia en 1921; y los ejes principales de los discursos asociados con la festividad estudiada. Al considerar imaginativamente la relación de la fiesta de la independencia con la construcción del Estado, con la memoria de la Campaña Nacional (1856-1857), con el sistema educativo, con la esfera pública, con las culturas populares y con la diversificación de los círculos intelectuales, entre otros temas, Díaz ofrece una interpretación fascinante sobre el siglo que se extiende entre 1821 y 1921, la cual sorprenderá incluso a quienes se crean familiarizados con este período de la historia de Costa Rica. En el libro de Díaz, escrito de manera clara y amena, lectores especializados y público en general encontrarán un análisis del pasado hecho con seriedad y responsabilidad, que invita a superar los viejos estereotipos y el patriotismo fácil que prevalecen en las versiones idílicas de la historia costarricense. Por esta razón, es también un libro desafiante, que se inscribe en la tradición de renovación de los estudios históricos iniciada en Costa Rica en la década de 1970. En el marco del debate sobre el origen de la identidad nacional, Díaz, por un lado, ha destacado como un crítico sistemático de la versión de Quesada.6 Por otro, ha procurado elaborar su propia síntesis a partir de los planteamientos originales de Palmer y Acuña. Así, según Díaz, “…hacia el segundo lustro de la década de 1880, los liberales intentarán llevar adelante la construcción cultural de la nación costarricense, basados en imágenes discursivas ya presentes en la mentalidad política cuatro décadas atrás”.7 Pese a sus múltiples aportes, hay dos importantes ausencias en el libro de Díaz Arias. La primera se relaciona con las leyes y prácticas electorales que, dada la estrecha relación entre ciudadanía e identidad nacional, deben ser consideradas seriamente en todo estudio que aborde esta última temática. Un caso que es particularmente útil para considerar este problema es lo ocurrido en la década de 1850. Como bien lo señala Díaz, en esa década el gobierno de Juan Rafael Mora promovió una elitización de la fiesta de la independencia; una vez derrocado Mora, sus sucesores procuraron popularizar las festividades.8 ¿Hasta dónde este cambio se relaciona con el hecho de que, como ha mostrado Hugo Vargas,9 en la época de Mora el derecho a la ciudadanía fue restringido a partir de criterios económicos y culturales? ¿En qué medida la popularización de la fiesta promovida por quienes desplazaron a Mora se relaciona con el establecimiento, en la Constitución de 1859, del sufragio universal masculino? La otra ausencia que debe resaltarse se relaciona con el régimen municipal. Como bien lo señala Díaz, las municipalidades eran las encargadas de llevar a cabo la fiesta de la independencia. Precisamente por su estratégico papel, habría sido importante considerar los cambios experimentados en relación con el número de municipios existentes. En efecto, en la mayor parte del período 1847-1876 las municipalidades fueron restringidas a las cabeceras de las cinco provincias en que se dividía Costa Rica: San José, Alajuela, Cartago, Heredia y Guanacaste, y su número se expandió sólo a partir del último año citado.10 De acuerdo con Díaz, fue en la segunda mitad del decenio de 1870 que la fiesta de la independencia se consolidó.11 ¿Hasta dónde, entonces, esa consolidación fue favorecida por la ampliación del número de gobiernos locales? También parece haber en el libro de Díaz una importante contradicción. De acuerdo con Palmer, fue la recuperación de la guerra de 1856-1857 en la década de 1880 y la 202

Revista Historia, ISSN: 1012-9790, No. 55-56, enero-diciembre 2007. / pp. 201-204

conmemoración de dicho evento el 15 de septiembre lo que permitió consolidar la fiesta de la independencia. Según Díaz, en contraste, el proceso fue al revés: una fiesta de la independencia ya consolidada fue lo que permitió legitimar la celebración de la lucha contra Walker.12 No obstante, y como ya se indicó, esa consolidación, según el mismo Díaz, se remontaba apenas a la segunda mitad del decenio de 1870. En tales circunstancias, ¿no sería mejor plantear que fue esa fusión de la fiesta de la independencia con la conmemoración de la guerra de 1856-1857 lo que facilitó la consolidación de ambos procesos, al reforzarse mutuamente? Por último, el libro de Díaz presenta una organización que habría requerido una explicación mínima. Del capítulo primero al quinto, el autor sigue estrictamente una periodización de la fiesta de la independencia, la cual muestra sus principales cambios. El capítulo sexto, en cambio, es un análisis de la sociabilidad de las élites y de los sectores populares. El capítulo séptimo, que se concentra en el examen del centenario de la independencia, vuelve a seguir la periodización indicada; pero en el capítulo octavo se pasa a un análisis del discurso festivo entre 1848 y 1921. ¿No habría sido mejor integrar lo expuesto en los capítulos sexto y octavo en el análisis de los períodos correspondientes o haber dividido el libro en dos partes, la primera consistente en el análisis por períodos, y la segunda en el estudio, a largo plazo, de esos procesos particulares? Evidentemente, las dudas planteadas no desmerecen, de ninguna manera, el importante libro de Díaz, quien ha realizado un aporte fundamental tanto a la historia política como a la historia cultural de Costa Rica. Y, además, lo ha hecho en un momento particularmente importante, dada las tendencias al “culto a los grandes hombres” que se reactivaron en el país durante la lucha contra el Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica, República Dominicana y Estados Unidos. En una sociedad urgida de conocer mejor su pasado de manera crítica, el libro de Díaz demuestra la pertinencia del trabajo del historiador, cuando ese historiador, quien es también un ciudadano responsable, hace su trabajo con rigor e inteligencia. Notas 1.

David Díaz Arias, La fiesta de la independencia en Costa Rica, 1821-1921 (San José, Editorial de la Universidad de Costa Rica, 2007).

2.

Juan Rafael Quesada, Clarín patriótico: la guerra contra los filibusteros y la nacionalidad costarricense (Alajuela, Museo Histórico Cultural Juan Santamaría, 2006).

3.

Steven Palmer, “Sociedad anónima, cultura oficial: inventando la nación en Costa Rica, 1848-1900”; Iván Molina Jiménez y Steven Palmer (eds.), Héroes al gusto y libros de moda. Sociedad y cambio cultural en Costa Rica (17501900), 2da. edición (San José: Editorial Universidad Estatal a Distancia, 2004), 296-309. La primera edición es de 1992.

4.

Víctor Hugo Acuña Ortega, “La invención de la diferencia costarricense, 1810-1870”, Revista de Historia (Costa Rica) 45 (enero-junio, 2002): 191-228.

5.

Díaz, La fiesta de la independencia.

6.

David Díaz Arias, “Campaña Nacional y memoria conmemorativa. Un análisis historiográfico”, en Iván Molina Jiménez, y David Díaz Arias, La Campaña Nacional (1856-1857): historiografía, literatura y memoria (San José: Editorial de la Universidad de Costa Rica, 2008), 56-65.

Revista Historia, ISSN: 1012-9790, No. 55-56, enero-diciembre 2007. / pp. 201-204

203

7.

Ibid., 274.

8.

Ibid., 44-60.

9.

Hugo Vargas, El sistema electoral en Costa Rica durante el siglo XIX (San José: Editorial de la Universidad de Costa Rica, 2005), 7-8, 18-21 y 27-28.

10. Carlos Araya Pochet y Pricilla Albarracín, Historia del régimen municipal en Costa Rica (San José: Editorial Universidad Estatal a Distancia e IFAM, 1986), 46, 52-53 y 69. 11. Díaz, 65-82. 12. Ibid., 116.

204

Revista Historia, ISSN: 1012-9790, No. 55-56, enero-diciembre 2007. / pp. 201-204

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.