Fetichismo en la era de la financiarización capitalista

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Descripción

Fetichismo en la era de la finaciarización capitalista
Amilcar Paris Mandoki
La crisis financiera de 2007-2008 que detonó la llamada gran recesión tuvo diversas causas que pueden ser analizadas con diversas categorías de Marx: la explotación, el ciclo económico, la sobreproducción, la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, la contradicción capital-trabajo, etc. Pero uno de los fenómenos más interesantes que intervinieron en la crisis, es lo que Marx llama el fetichismo. En "El Capital", Marx analizó cómo se dio este fenómeno desde la producción de mercancías hasta el mercado financiero del siglo XIX, pero este mundo siguió transformándose hasta nuestros días y vale la pena analizar los nuevos niveles a los que llegó el fetichismo que conlleva.
Fetichismo a la primera potencia: fetichismo de la mercancía
Comenzaré por repasar brevemente el concepto de fetichismo. Su fundamento se da en un suceso que Marx describe del siguiente modo: "Al equiparar entre sí en el cambio como valores sus productos heterogéneos, equiparan recíprocamente sus diversos trabajos como trabajo humano. No lo saben, pero lo hacen". El momento del intercambio de mercancías es el momento en que se realiza la mercancía como tal, lo que antes eran valores de uso heterogéneos obtienen su realidad de valores abstractos. En lenguaje hegeliano, el valor que era en sí en el momento de la producción, se vuelve para sí en el momento del intercambio. Las personas no pueden ver que este momento de realización, de actualización de la potencia, había sido preparado en la producción y no se percatan que son ellos los que lo están haciendo, por lo que para ellos el valor parece como una relación entre cosas: "Lo que aquí adopta, para los hombres, la forma fantasmagórica de una relación entre cosas, es sólo la relación social determinada existente entre aquéllos (…) A esto llamo el fetichismo que se adhiere a los productos del trabajo no bien se los produce como mercancías, y que es inseparable de la producción mercantil". El fetichismo consiste en el ocultamiento de una relación social y su sustictución por una relación fantasmagórica entre cosas en la conciencia de los hombres. La mercancía está fetichizada cuando su valor es considerado como una cualidad intrínseca a ella y no como una relación social entre sus productores.
Marx afirma que para los productores "Su propio movimiento social posee para ellos la forma de un movimiento de cosas bajo cuyo control se encuentran, en lugar de controlarlas". Al no entender que el valor de las cosas está dado por ellos mismos, por el trabajo que ellos ponen en la mercancía, no entienden que éste debe estar bajo su control y permiten ser controlados por éste mismo. De esto viene que Marx utilizara el término fetiche, el cual viene del portugués feitiço para hechizo cuya raíz es "hacer" (fazer). Tomando la raíz como la palabra facticius que significa hecho por el hombre se obtiene este doble significado. Por un lado un fetiche aparece como mágico y sobrenatural, por el otro es algo que viene de la mano del hombre. Y es esto lo que sucede con el valor en la mercancía, parece tener poderes sobre el hombre, cuando es el mismo hombre que con sus manos lo ha creado.
Fetichismo a la segunda potencia: Fetichismo dinerario
El fetichismo de la mercancía emerge de la naturaleza de ésta, de sus cualidades objetivas. Pero entre todas las mercancías disponibles en el siglo XIX, había una que tenía la capacidad de fetichizarse aún más, de manifestarse en la conciencia de un modo más ajeno que su realidad y de robar de subjetividad a los individuos a un grado más profundo: el dinero.
Marx explica el proceso simple de circulación de la mercancía M-D-M en el que la mercancía se convierte en dinero para convertirse en otra mercancía que pueda satisfacer las necesidades del productor. Luego explica el giro capitalista en el que se convierte en D-M-D+ΔD en el que el capitalista comienza con dinero, compra mercancías (entre las cuales se encuentra la mágica mercancía llamada fuerza de trabajo que tiene la maravillosa cualidad de producir más valor del que cuesta) las deja producir, y vende las nuevas mercancías por el dinero que tenía al principio más una cantidad extra que se llama plusvalor. Recordemos que el plusvalor es el valor producido durante la jornada de trabajo menos el salario del trabajador, esto es, el plusvalor es el valor que el trabajador produce y no le pagan. Marx termina de explicar todo el proceso de producción capitalista en el primer tomo del capital, explica todo el proceso de circulación capitalista en el segundo tomo y no es hasta que explica el proceso global de producción del capital que vuelve a traer a colación el fetichismo.
El ciclo que primero fue M-D-M, luego se convirtió en D-M-D+ΔD, ahora aparece en una forma muy extraña: D-D+ΔD. Esta es la forma del capital dinerario, el capital en su forma fetichista más pura, el dinero que se vende por más dinero, el interés. El dinero que se cambia por más dinero es el capital que deviene interés. Es la perspectiva del prestamista que en la práctica vende dinero por más dinero. En el capital financiero el proceso de producción aparece invertido, la forma no conceptual del capital se manifiesta de tal modo como si el dinero valorizara su propio valor. Esa D' que significa D+ΔD está totalmente abstraída del proceso de producción que en efecto la hizo nacer.
Mientras que el interés es sólo parte de la ganancia, es decir del plusvalor que le exprime el capitalista actuante al obrero, ahora, a la inversa, el interés aparece como el verdadero fruto del capital, como lo originario, y la ganancia, trasmutada ahora en la forma de la ganancia empresarial, como mero accesorio y aditivo que se agrega en el proceso de reproducción.
El fetichismo originalmente venía de la separación entre el momento productivo y el momento de intercambio de los mismos productores de mercancía. El intercambio que se da entre el prestamista y el capitalista industrial aleja al primero completamente de la producción, no le permite ver que es el trabajo vivo el que generó el valor adicional y para él el dinero aparece como si fuera algo vivo generador de valor, un fetiche con propiedades mágicas.
En estas dos situaciones, el fetichismo dinerario y el de la mercancía, las relaciones sociales producen una falsa conciencia acerca de la naturaleza del valor. Por como se dan las relaciones sociales se da una separación de la verdadera naturaleza del valor, y como es valor aparece en la conciencia de los hombres. La separación entre el momento productivo y el intercambio es el primer nivel, sobre ese está la separación entre la producción y el intercambio del interés. Es segundo nivel porque se da por encima del primero, pero este fenómeno de una escición en la consciencia sobre lo ya escindido en la conciencia se da tres veces más en el capitalismo financiero.
Tercera potencia: capital ficticio o securities
Después de explicar este fetichismo doble, Marx comienza explicando lo que él llama capital ficticio, lo que en el mundo financiero actual se conoce como securities. En el capital ficticio se toma la forma fetichizada del capital dinerario a un flujo de dinero que no es en sí mismo un capital. Lo que antes era un valor que parecía crecer por sí mismo pero que en realidad crecía por participar en la producción, ahora crece sin participar en el proceso de producción, esto es, extrae plusvalor de la producción sin transformarse en medios de producción ni fuerza de trabajo.
Permítanme explicar el truco de magia. El capital que deviene interés en su forma "simple" es una suma de dinero que es invertida en producción, lo cual la convierte en capital, y cuyo dueño reclama una parte del plusvalor en proporción a la tasa de interés acordada. Si se invierten cien mil pesos a una tasa de interés de 5%, el inversionista reclama cinco mil pesos del plusvalor producido. Ahora, no todas las posibles fuentes de dinero son capital, hay réditos dinerarios determinados que no son réditos de capital. Un ejemplo es la deuda pública, que consiste en un compromiso del gobierno a pagar a un acreedor de manera regular. Un gobierno no necesariamente produce, por lo general paga la deuda con los impuestos que recauda. Así, una parte de los impuestos se convierten en réditos dinerarios determinados cuyos derechos se pueden vender. Un gobierno puede prometer a alguien 5000 pesos anuales de entre los impuestos que recolecta. Esos 5000 pesos pueden disfrazarse de interés, y el derecho a esos 5000 pesos anuales se puede manifestar como un capital que deviene 5000 pesos de interés anual, que a una tasa de 5% corresponderían a 100,000 pesos. Un gobierno puede así vender por 100,000 pesos el derecho a una parte de los impuestos que a una tasa de 5% corresponde a 5000 pesos anuales.
En el mercado financiero esto parece capital, se vende y se compra y da flujos de dinero; parece capital, suena como capital y camina como capital, pero no es capital. Su "valor" no depende de la fuerza de trabajo socialmente necesaria par producirlo, sino de la relación entre el flujo de dinero esperado y la tasa de interés. A esto lo llamo yo fetichismo a la tercera potencia porque se trata algo que no es capital dinerario como si fuera capital dinerario, esto es, algo que no es productivo se trata como si fuera algo que de por sí es una concepción fetichizada de la producción.

Cuarta potencia: Derivados financieros
Ya de por sí los securities son unos trucos de magia muy sofisticados, pero si algo podemos decir de los capitalistas financieros es que son muy creativos y agregaron un nuevo nivel de fetichismo cuando crearon los derivados financieros. Mientras que un capital ficticio es un contrato de derechos sobre un flujo del dinero con el dueño del capital, un derivado es un contrato de derechos sobre un flujo de dinero según como el capital de un tercero no contratante se desempeñe.
Como dije, este es un truco de magia más sofisticado que oculta algo más absurdo, así que usaré un ejemplo igualmente absurdo para explicarlo: Yo puedo acordar con una institución financiera que me pagará 10 pesos cada vez que el presidente haga una tontería. Si el presidente hace 500 tonterías al año y la tasa de interés es de 5%, el banco probablemente me venda ese contrato como si fuera un capital de 100,000 pesos. Ese "capital" cambiará de precio si cambia la frecuencia de tonterías que hace el presidente, y si por algún acto de magia en 18 elegimos a un presidente competente yo perderé todo mi dinero pero si por otro acto de magia igualmente sorprendente elegimos a un presidente que duplique la actual frecuencia de tonterías presidenciales yo podré vender en el mercado de derivados ese contrato por 200,000 pesos. Sí, lo podré vender en el mercado como si fuera mercancía, excepto que no es mercancía, no es producto de la fuerza de trabajo, no tiene valor ni valor de uso, pero tiene precio y tiene dueño.
Por lo general los derivados se hacen con relación a otros activos financieros, pero tal derivado financiero puede existir en teoría y puede venderse en el mercado, así de fantástico es el fetichismo elevado a la cuarta potencia. En este nivel se trata a algo absolutamente separado de la producción, como algo productivo. Sobre lo que ya estaba fetichizado tres veces, el capital ficticio, los derivados financieros agregan un nuevo nivel de escisión y una nueva falsa conciencia, una nueva potencia de fetichismo.
Pero quiero seguir con el ejemplo, porque de hecho invertir tu dinero en la frecuencia de tonterías de un solo presidente sería muy arriesgado, mejor sería hacer un fondo de presidentes pues el conjunto tendrá una frecuencia de tonterías más estable. A esto se le llama diversificación del riesgo. Pero bueno, si ya vamos a juntar varias cosas por qué no juntamos cosas diferentes, mucha gente hace tonterías como los presentadores de programas matutinos, los de noticieros, y hasta mi vecino el que siempre se anda quejando de las marchas. Si juntamos todo eso y más podemos hacer un fondo común de tonterías con una frecuencia relativamente estable de tonterías. Un banco podría vender ese fondo igual que me vendió el derivado original. Aunque 100,000 pesos es mucho, lo puede hacer cachitos y vender 100 cachitos de 1000 pesos que paguen rendimientos más pequeños por cada tontería que diga ese grupo de ilustres personas. De esa mercancía que no es mercancía se hacen varias mercancías más pequeñas que no son mercancías. Al proceso se le llama securitización y al instrumento un asset-backed security, el equivalente financiero de un taco campechano.
Pues si ya tenemos cosas que son más que falsas y se intercambian en el mercado y tienen precio, podemos decir que unas son más chéveres que las otras, el banco puede establecer un orden en el que va a pagar. Puede decir que unas son tipo a, otras tipo b, otras tipo c, y que mientras vayan saliendo las tonterías les va a ir pagando a los dueños de los asset backed securities en orden alfabético. Y es que mi vecino es muy raro y hay meses en los que toma píldoras de erudición y hace muy pocas tonterías y hay meses cuando de verdad no da una y nos sorprende con la cantidad de tonterías que hace. El banco lo que haría entonces es pagarle a los tipo c según las tonterías de mi vecino y de otros vecinos parecidos. Cuando la institución hace eso lo que hizo fue un Collateralized Debt Obligation. Y luego otra institución puede comprar varios de estos pedazos de derivado jerarquizado, juntarlos, revolverlos y cortarlos en pedazos jerarquizados lo cual es un Collateralized Debt Obligation al cuadrado.
Con tanto recorte, mezcla jerarquización parecería que nadie sabe ya a quien le corresponde dinero cada vez que mi vecino hace una tontería, pero las computadoras son muy buenas para determinar ese tipo de cosas… no las personas. Y cuando las personas quieren comprar algo tan complicado necesitan saber si es un buen pedazo de pedazo de derivado de capital ficticio o uno malo. Para resolver este problema se crearon las agencias de calificación de riesgos, la institución que vendía estas fantasmagorías le pagaba a la calificadora para calificar lo que quería vender, y obviamente si no era buena la calificación se iban con la otra calificadora porque así funciona el capitalismo. Y este es el último nivel de fetichismo, la quinta potencia, porque el precio depende de la calificación que la agencia le pone, y la calificación depende de intenciones mercadológicas, ya no tiene nada que ver con el lugar que ocupa esta fantasmagoría en el orden de pago de tonterías. Y el día que a mi vecino y a los noticieros les caiga el veinte y dejen de hacer tonterías, esos pedazos del otro lado del abismo se seguirán vendiendo como pan caliente porque tienen buena calificación hasta que un día alguien se dé cuenta de que el dinero ya no está llegando y todas esas fantasmagorías se desvanezcan. Y como todo mundo compró esas fantasmagorías con dinero prestado los bancos colapsan y la economía colapsa. Y a eso se le llama la crisis del 2008.
Sí, es verdad que la crisis fue por derivados sobre préstamos hipotecarios, pero mantuve la metáfora para que se entendiera que son derivados, se entendiera el fetichismo, que los instrumentos financieros no eran derechos sobre esas deudas sino derechos derivados de esas deudas y podían ser derivados de cualquier cosa. Y es que gracias a estos cinco grados de fetichismo podemos tener una economía donde hay un montón de casas sin habitar que se están pudriendo, un montón de gente que no tiene donde vivir y un mundo que colapsó económicamente… y lo volverá a hacer.



Marx, Karl. 1975. El capital: crítica de la economía política. 1, Libro primero : el proceso de producción del capital. Madrid: Siglo XXI de España Editores, p. 90.
Ibid, 89.
Ibid, 91.
Marx, Karl. 1977. El capital: crítica de la economía política. 7, Libro tercero : el proceso global de la producción capitalista. Madrid: Siglo XXI de España Editores, 501-502.
Ibid, 501.
Ibid.
Ibid, 598.



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