Ferrol en el punto de mira (1587-1800): imágenes artísticas de un puerto de guerra de la España atlántica

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Descripción

3.4 Ferrol en el punto de mira (1587-1800): imágenes “artísticas” de un puerto de guerra de la España atlántica

3.4

FERROL EN EL PUNTO DE MIRA (1587-1800):IMÁGENES “ARTÍSTICAS” DE UN PUERTO DE GUERRA DE LA ESPAÑA ATLÁNTICA

LA CIUDAD Y LA MIRADA DEL ARTISTA | Visiones desde el Atlántico

Alfredo Vigo Trasancos Universidad de Santiago de Compostela

1. Ferrol y el espionaje inglés (1587-1591)

“Luego adelante está el puerto de Ferrol que se tiene por uno de los más excelentes y seguros de los del mundo. Tiene grandes aferraderos y muy seguras entradas” Licenciado Molina. 15501

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stas palabras de introducción, que fueron suscritas por el Licenciado Molina a mediados del siglo XVI, no por sobradamente conocidas dejan de manifestar con contundencia la importancia que tuvo la ría de Ferrol desde la Antigüedad romana, tal como pone de manifiesto la existencia del cercano Faro de la ciudad de Brigantia o Torre de Hércules, que debe ser entendido como una estructura de iluminación que controlaba toda la navegación y los accesos a las tres rías que formaban el llamado Puerto de los Ártabros2. Dentro de él, Ferrol era sin duda el principal puerto de refugio y el lugar escogido por las embarcaciones y flotas para pasar las largas invernadas que casi paralizaban la navegación en los tiempos más hostiles de la mar3. Y sin embargo, a pesar de todo ello, fueron muy escasas las representaciones que dieron forma a su puerto con anterioridad al siglo XVI y más aun las que “describen” algún detalle de la villa de Ferrol, que señoreaba la ría, con unas pretensiones más o menos singulares o mínimamente “artísticas”. De hecho, no se conoce de este tipo ninguna imagen anterior a la que dio a conocer, hace unos años, Jesús Ángel Sánchez García y que se conserva en la sección de manuscritos de la British Library de Londres4. Es un mapa inglés, representa no sin grandes errores toda la configuración del Golfo Ártabro, sus principales ciudades y villas, los puntos hasta donde podían llegar las embarcaciones y hasta los lugares en donde se podía realizar un desembarco con pequeños botes. Fue realizado además durante el mandato del gobernador marqués de Cerralbo, lo que si-

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túa su cronología en el marco temporal que va desde 1587 hasta 15915. Coincide, pues, con un período de máxima tensión bélica con Inglaterra, toda vez que, desde 1585, España se había declarado en guerra con la corona inglesa. Quizá por ese motivo, Sánchez García lo ha puesto en relación con los preparativos para el ataque de Norris y Drake a la ciudad de A Coruña que tuvo lugar en la primavera de 15896 y que concluyó con la destrucción del barrio de la Pescadería, el acoso a la Ciudad Vieja y finalmente con la retirada de la armada inglesa que no pudo, finalmente, conseguir sus objetivos. Sin duda es una interpretación a tener en cuenta que no sólo precisa más su cronología –ca. 1589-, sino que pone el plano en relación con el espionaje inglés y sus intereses militares, dada la importancia que toda la zona tuvo entonces para los asuntos estratégicos británicos que habían conocido el gran protagonismo que había tenido el puerto coruñés cuando la Armada Invencible de Felipe II se vio obligada a fondear en su puerto en junio de 15887. Ahora bien, sin desechar esta tesis que debe ser tenida en cuenta, cabe la posibilidad de introducir nuevas lecturas que pueden resultar también interesantes. Una descansa en el hecho de que, dentro del mapa, se de tan poco valor figurativo a la imagen que representa “The Citie of The Groyne”, nombre con el que era entonces conocida en Inglaterra la ciudad de A Coruña, en relación con todas las demás “Towne[s]” que aparecen representadas; es decir Betanzos, Pontedeume y Ferrol y ello a pesar de que se indica claramente en el plano que A Coruña era la sede en donde vivía el gobernador del Reino de “Gallisia”8 que considera, por cierto, tierra de “people rude and barbarous”9. También resulta llamativo comprobar que no represente ninguna fortificación moderna defendiendo la costa10 con la excepción de la Torre de Hércules –por cierto sin ningún realismo figurativo- a la que denomina “The fort” y asimismo “The watch tower” por su papel de atalaya y torre de vigi-

lancia costera. Tampoco incide el mapa en indicar si las ciudades estaban amuralladas, si bien en todas las representaciones –por cierto bastante convencionales, muy cartográficas en sus planteamientos figurativos, acomodadas todas ellas a un mismo sistema iconográfico, aunque perfectamente diferenciadas entre sí11- parece asomar algún edificio que tiene forma de torre coronada por almenas y lo que puede ser, en el caso concreto de A Coruña, un foso o canal de separación con tierra firme12, dada la condición de tómbolo marítimo que tenía la ciudad. Por el contrario, llama la atención prestada a la villa de Pontedeume – “Pont demy” en el mapa inglés- a la que le da el mayor rango iconográfico y urbano y que destaca además por la importancia y monumentalidad de su puente que, como bien ha señalado Jesús Sánchez, está representado no sólo con sus torres de control sino hasta incluso con sus distintos apartaderos, por no dejar de mencionar que también indica en relación a su puerto que a él podían acceder barcos de 50 toneladas13. Es pues, Pontedeume, la gran protagonista urbana de todo el plano inglés en donde, por cierto, también se suceden una gran cantidad de convencionalismos representativos a la hora de representar los cuatro núcleos urbanos: torres con afiladas agujas muchas veces coronadas de cruces en alusión a su doble condición de estructuras civiles o religiosas, caserío diversificado con tejados muy pronunciados, algún curioso edificio que parece estar culminado con un poderoso y cubierto voladizo… y hasta puertas que, en algún caso, podrían identificarse como de acceso a una ciudad o a una construcción importante. Por consiguiente, con excepción de la Torre de Hércules, el puente de Pontedeume o el “foso” que parece aislar la ciudad de A Coruña no parece señalarse nada que merezca destacarse a título individual. Por eso que, en este panorama urbano tan aparentemente impersonal, sea digno de atención que aparezca la primera gran representación histórica de “The Towne of Farroll” (Fig. 1), que no sólo aparece con un tamaño

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desusado –es la segunda población en tamaño e importancia representada en el plano después de Pontedeume-, sino destacada por un elemento notorio, singular y hasta claramente elocuente como es una enorme chimenea humeante que aparece montada sobre un gran edificio de cubierta a dos aguas y casi en plan de igualdad con el resto de torres y agujas sobresalientes que dominan en el conjunto, por lo demás representado con todos los convencionalismos que ya se han señalado. La representación de la gran chimenea no debe considerarse un dato irrelevante, ni tampoco el tamaño que el dibujante inglés otorgó a la villa de Ferrol. Debe tenerse en cuenta que, para entonces, la villa apenas poseía más que 214 vecinos que, traducidos a habitantes, alcanzarían los 1100 o 1200 en el año 1588, tal como nos recuerda Mª del Carmen Saavedra que es quien ha estudiado más en detalle el protagonismo de la villa en los años finales del reinado de Felipe II14; pero no hay que olvidar que, precisamente por el ataque inglés a la vecina A Coruña en 1589 y por su parcial destrucción, Ferrol pasó a tener a partir del verano de ese año un mayor protagonismo como puerto de refugio y lugar de invernada de muchas de las armadas del rey que, en efecto, en diferentes ocasiones fondearon en su puerto incrementando la población invernal en varios miles de personas y que tuvieron que alojarse y mantenerse en la población a lo largo de prolongadas estancias. Conviene recordar que aquí invernó la armada de D. Alonso de Bazán entre octubre de 1589 y marzo de 1590; otra expedición partió en 1591 hacia la isla Tercera y ese mismo año otra armada al mando de Sancho Pardo Osorio salió del puerto para auxiliar a las tropas católicas en la Bretaña francesa; otras dos expediciones se formaron en 1596 y 1597 para apoyar a los insurgentes irlandeses e intentar la invasión de Inglaterra capitaneada por el adelantado de Castilla Martín de Padilla, si bien es verdad que con poca fortuna militar. Quizá por eso en estos mismos años hubo dos tentativas de ataque a Ferrol por parte de la

armada inglesa al mando del conde de Essex que no se atrevió a penetrar en el puerto ya entonces defendido por tres castillos el primero de los cuales, llamado de San Felipe en honor al rey, se había iniciado en septiembre de 1589 por orden precisamente del marqués de Cerralbo15. Por lo tanto, podría decirse que en esta época la villa conoció una vitalidad inusitada y eso justifica que aumentase muy considerablemente su población flotante y militar y que se instalase en Ferrol una escuela temporal de artillería y un hospital de emergencia para formar a los artilleros y atender a los enfermos, junto con otras instalaciones menores que estaban pensadas para almacenar pólvora y víveres, para talleres y herrerías y, en definitiva, con todo aquello que pretendía atender a las tropas y servir como obradores de reparación de los buques16. Con todo, el dato más relevante que puede estar más en relación con la gran chimenea humeante que se ha señalado es conocer que, precisamente por el protagonismo que Ferrol alcanzó en este tiempo, fue por lo que se lo consideró lugar idóneo para instalar, al fondo de la ría, en un lugar de gran seguridad estratégica como era la vecina villa de Neda, que estaba próxima a la desembocadura del Xubia en donde se iban a instalar varios molinos para servicio del rey, 12 hornos para fabricar el bizcocho que abastecía a las tripulaciones enroladas en las armadas. De hecho, en el verano de 1590 consta la llegada a Ferrol de 10 maestros bizcocheros procedentes de Málaga y que los hornos estaban ya en construcción en el mes de octubre y en pleno funcionamiento en abril de 1591, siendo calificados por Bernabé de Pedroso de “buenos y de buena fábrica… según es parecer de los que los han visto”17. Neda estaba en la ría de Ferrol, directamente relacionada con la villa principal y no debemos olvidar que todo esto transcurre durante el mandato del marqués de Cerralbo; es posible, pues, que los hornos allí construidos se identificaran con la ría-villa ferrolana y por eso que los represente en “Farroll” el mapa inglés que

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estamos comentando. Así pues, de ser así le convendría al plano una fecha aproximada entre octubre de 1590 y abril de 1591. No obstante, sea o no ésta la explicación y cronología correctas pues deben mantenerse ciertas dudas –la representación de alguna fortificación moderna costera habría aportado datos cronológicos de mayor precisión; su ausencia, en cambio, podría llevarnos a pensar en una fecha anterior a octubre de 1588, año en que se inicia el castillo coruñés de San Antón que fue el primero que se levantó en la zona18-, es indudable el protagonismo que el plano le concede a la villa ferrolana y cuya ejecución es imposible atribuir a ninguna persona concreta. Seguramente lo haría un cartógrafo de escasa habilidad poco versado, sin embargo, en el pormenor de la costa gallega y en los lugares que menciona, si bien lo suficientemente informado como para aportar algunos datos importantes que tienen cierta actualidad. Es indudable que piensa también como un navegante norteño, toda vez que el mapa se representa a la inversa de lo habitual orientado con el sur hacia la parte alta como pretendiendo indicar la costa que se encontraría un navegante que llegara desde las Islas Británica, tal como nos recuerda Jesús Sánchez19. A su vez muestra conocer muchos de los convencionalismos aplicados por geógrafos para representar las ciudades en la mayoría de los mapas de los siglo XVI y XVII y que casi siempre las recrean como una acumulación indiferente de edificios de mayor o menor amplitud en función de su importancia urbana, pero siempre organizadas alrededor de un edificio central vertical que, en la mayoría de los casos, tiene forma torreada con aguja, cúpula o sencillo chapitel que se corona por lo común con una cruz, como dando por supuesto que toda ciudad occidental por su condición cristiana debía de estar presidida por un edificio de carácter religioso20. El punto de vista arquitectónico septentrional viene dado, por lo demás, por la abundancia de altas torres con chapiteles cónicos muy afilados, por la esbeltez de ciertas arquitecturas, por lo

pronunciado de los tejados a dos aguas y el dominio de hastiales en forma de triangulares piñones. Poco, pues, que aluda a una imagen que identifique la realidad y el pormenor de las ciudades gallegas de entonces, lo que no quiere decir que no convivan los convencionalismos en ocasiones con datos y elementos que, en efecto, tienen una base real indudable21. Y los ejemplos ya mencionados del puente con torres y apartaderos de Pontedeume, el foso de “The Citie of The Groyne”, la Torre de Hércules –los tres, no obstante, con un aspecto muy diferente al real- o la gran chimenea humeante asignada a la villa de Ferrol no cabe duda que hay que verlos en este sentido y con un criterio no tan sólo de interés representativo, sino claramente informativo y seguramente militar.

2. Ferrol a “vista de pájaro” (1622-1750)

“Cosa notoria a sido siempre q este insigne puerto del Ferrol es el mejor q se conoce en toda Europa, por su capacidad, y conmodidad, de poder invernar en el una mui gruesa Armada, y tener en su comarca lo necesario para su provisión…” Bernardo Gómez. 163922

No volvemos a tener una nueva representación que merezca destacarse de la villa de Ferrol hasta el año 1634, esta vez directamente relacionada con la Descripción de España y de las costas y puertos de sus Reynos encargada por el rey Felipe IV al cosmógrafo portugués Pedro Texeira. Hay que destacar que, a pesar de la fecha oficial que hemos indicado, la información básica que refleja la representación debe referirse al año 1622 pues consta, en efecto, que fue entonces, a finales de ese año, cuando el geógrafo lusitano visitó el “Reyno de Galizia” y tomó sus datos23. Su hermosa representación, realizada en vitela y con vivos colores ejecutados al temple, describe la ría con todo su circuito costero inci-

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diendo en las playas, los cabos, golfos y ensenadas del interior, así como en los montes, ríos y caseríos que aparecen diseminados por el paisaje que, en efecto, adquiere unas virtudes extraordinarias, una vez la gran panorámica que representa se sitúa en un punto de vista muy elevado y casi cenital que supera con creces las tradicionales recreaciones “a vista de pájaro”, lo que permite descubrir una enorme perspectiva. Se representan asimismo aldeas y las villas del lugar como Neda, Mugardos y A Graña, un curioso canal en el arenal y puerto de Covas cerca del cabo Prior, el puente del río Xubia y los molinos del rey, del mismo modo que la iglesia de Chanteiro y los tres castillos que defendían la entrada de la ría –dos de ellos, por cierto, confundidos en su ubicación- que aparece dibujada, en efecto, con su llamativa y protectora estrechez. No renuncia a indicar un dato clave para marinos y navegantes: que dentro de la ría el lugar mejor para fondear era la ensenada de A Malata donde aparecen representados varios barcos de alto porte que contrastan con las barcas pesqueras que aparecen varadas en los arenales vecinos. La vista, pues, hace justicia a la descripción literaria que el propio Texeira incorporó a su manuscrito y dice así: “El puerto del Ferrol es tan conoçido por su grandeza y seguridad como por las muchas armadas que en él an ynbernado. Tiene en la entrada este famoso puerto tres castillos… San Felipe… Nuestra Señora de la Palma y… Santa María [sic] de Padilla… y pueden estar ancorados más de quinientos navíos, tan seguros del peligro y de los vientos como si estuvieran varados en tierra… Ny se conose la tormenta en este puerto por grande que sea el mar, estando siempre tan quieto y sosegado que, como dizen los navegantes quando ay calma, que está el mar en leche y así en este puerto lo está siempre, paresiendo un quieto estanque”24. No obstante, lo que realmente llama la atención en la gran representación de la ría es la villa de Ferrol que señorea desde el centro toda

la visión de conjunto (Fig. 2). Aparece montada sobre un promontorio adentrado en el mar, concentrada en su apelmazado caserío, sin muestras visibles de muralla o de alguna fortificación y sin ninguna infraestructura portuaria como es habitual, por lo demás, en la gran mayoría de todos los puertos gallegos, casi en exclusiva protegidos por la sola naturaleza. Sólo se aprecia, pues, una iglesia con su torre en el centro del poblado –presumiblemente la de San Julián, aunque nada realista en su imageny todo el conjunto de casas con formato muy convencional abrigando la curva que formaba el puerto y en donde sabemos que acontecía el tráfico pesquero al disponerse allí un pequeño embarcadero llamado de la Cruz y la plaza vieja en donde se realizaba el mercado. Nada de esto se ve en la representación de Texeira que en esto se muestra esquivo y difuso, generalista, pues no se atreve a describir edificios que entonces sabemos que ya existían, como por ejemplo la Puerta del Castro, la Torre del Reloj o el convento de San Francisco. Resulta en este sentido muy poco realista, sin interés por describir o señalar ningún rasgo característico. Y quizá por ello, su representación se corresponde con el poco interés que muestra en el manuscrito por describir la villa ferrolana, diciendo sencillamente de ella: “Es la villa del Ferrol de muy buena población aunque abierta, sin muralla ny defença, tenéndola en la entrada de su puerto con los tres castillos que arriba queda dicho. Su trato es del pescado que con sus barcos salen a la mar a pescar. Está çituada de la parte del septentrión tan junto a la mar que con la marea llega a las cazas”25. En contrapartida el efecto artístico, gracias al dibujo grácil y a los vivos colores con que representa las aguas, los ribazos del promontorio, la ensenada pesquera, los peñascos cercanos al puerto y los tejados rojos de la casas contrastados con el tono claro y arenoso del suelo en donde se levantan las viviendas, es indudable que le dan a la visión un evidente encanto y atractivo, lo mismo que su manera de trans-

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mitir con crecientes vacíos el tránsito existente entre el abigarrado caserío más cercano a la ensenada que servía de muelle y las casas más dispersas que empiezan a diseminarse por el entorno campestre. Esto se acrecienta cuando de la villa pasamos al conjunto general que vibra con la belleza del paisaje en donde predominan la descripción orográfica, el dibujo de la vegetación y arbolado y hasta la manera sinuosa de representar el movimiento de las aguas de la ría en donde desemboca el Xubia y otros riachuelos de tono menor, todo bien matizado por un colorido en donde predominan junto a los azules y verdes dominantes, los colores tierra y el luminoso pajizo aplicado a las riberas y distintos arenales. Una bella representación, pues, casi cenital y “a vista de pájaro” en donde Texeira quiso dejar constancia no sólo de su condición de cosmógrafo, sino casi de “artista”, entre otras cosas por su deseo de cautivar los ojos del espectador con su aprecio evidente por la descripción minuciosa de la naturaleza y de todo el “paisaje”26. Desde el punto de vista del “realismo” representativo, aunque no en lo que respecta a su calidad artística, tiene más interés para conocer la imagen que podría ofrecer el Ferrol del XVII el plano-mapa de la ría que realizó, en 1639, Bernardo Gómez, autoproclamado “geographus”27. Añade además la circunstancia de coincidir su cronología con un año muy decisivo pues en 1639 tuvo lugar el ataque de la armada francesa del arzobispo de Burdeos Henri d’Escoubleau de Sourdis a la ciudad de A Coruña –junio-, poco antes de que de este mismo puerto partiese la gran armada que al mando de Antonio de Oquendo perecería en el desastre naval de Las Dunas –octubre- frente a la flota holandesa al mando del almirante Tromp. Por lo tanto, tiene sentido que en un momento que hubo en el Golfo Ártabro tanta actividad militar, hubiera cierto interés en conocer cómo se encontraban las defensas en un puerto tan estratégico como era el de Ferrol, lo que justifica que el plano fuese incorporado

como prueba visible a la carta que, el 13 de febrero, el marqués de Mancera, capitán general de Galicia, envió al conde-duque de Olivares para darle cuenta del estado general de la ría28. Está realizado en tinta negra sobre papel, si bien se añaden asimismo toques de carmín para representar los tejados de las edificaciones. Sin embargo, lo más interesante para lo que nos ocupa es ver el interés que el geógrafo ha puesto no sólo en describir el pormenor de la costa y el análisis minucioso de todos sus accidentes, sino también en destacar las diferentes arquitecturas que, además, se representan sobre el terreno con una visión en alzado no exenta de conocimientos perspectivos. Todo lo que tiene interés lo describe el plano, desde los núcleos de población hasta las distintas iglesias, aunque acaso lo más llamativo sea su deseo de valorar ciertos edificios como el convento de Santa Catalina de Montefaro, que se aprecia con su claustro, las llamadas “azeñas de su majestad” y, de manera muy especial, las “casas reales donde se labra el vizcocho” en las proximidades de Neda que sorprende tanto por lo imponente de su fábrica, como por su presumible fidelidad a lo que pudo haber sido –hoy no se conserva rastro alguno de ella-, pues no deja de señalar sus dos torres de esquina en la fachada con sus cuerpos y chapiteles, sus dos plantas en el frente principal, su portada con frontón y gran escudo, el patio cuadrangular y el pozo existente en el centro y hasta sus siete humeantes chimeneas, todo representado en una cuidada “vista de pájaro” muy vertical que no renuncia a manifestar una efectiva perspectiva. En consecuencia, no debe sorprender que también aporte la mejor visión de la villa de Ferrol hasta entonces realizada (Fig. 3), por más que combine ciertos convencionalismos junto a datos arquitectónicos y urbanos que son, en cambio, muy instructivos. La villa, de hecho, aparece asentada en su característico promontorio adentrado en el mar con forma en espolón y en donde se ve, en

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unas rocas cercanas, la representación de una cruz que, obviamente, alude a la que daba nombre al principal desembarcadero que tenía la villa llamado, en efecto, “muelle de la Cruz”. Asimismo se ve, justo en esta zona, una especie de estructura amurallada a manera de baluarte o de fortín que debe corresponder al que describe un documento de 1625 que señala que “... la villa tiene pólvora y municiones la necesaria para cualquier revato y dos piezas de artillería encavalgadas en un reducto, que señorea la mayor parte del puerto, el cual tienen muchos por el mejor del mundo”29. Se aprecia igualmente una especie de plaza o atrio cercano al mar que pudiera ser la llamada plaza vieja, también lo que podría ser una pequeña fuente o manantial, del mismo modo que una calle larga y porticada que parece sugerir, en efecto, la llamada de San Francisco –tenía realmente soportales- que daba forma al principal arrabal urbano, por lo demás bien distinto al resto del caserío que parece mostrarse más apelmazado y compacto y organizado alrededor de un recinto destinado a huertas. Lo más notorio que señala el plano son, con todo, las dos construcciones religiosas que se ven en él. Una es, sin duda, la iglesia parroquial de San Julián que señoreaba la villa junto al mar, con su nave única, su puerta principal de acceso y su gran torre campanario adosada a la fachada por el lado de la epístola y que ofrece el dato curioso de aparecer rematada en una aguja y con una estructura inferior construida en sillería. La otra, por el contrario, representa el convento franciscano, con su pequeña iglesia, su claustro adosado, otra torre campanario, pero esta vez retrasada, adosada casi al testero por la zona del evangelio e igualmente coronada por una aguja o chapitel. Es decir, que muy probablemente ambos dibujos den pistas de cómo eran los dos conjuntos en ese tiempo, máxime al disponerse éste último, como estaba en la realidad, ubicado en los límites de la villa y ya limítrofe con los campos y las tierras de labor que lo circundaban más allá de los cuales se ve, con su discreto tamaño, una pequeña capilla sin espadaña ni torre que se nombra en el

plano de “Santa María de Carança”, un lugar próximo a Ferrol. Dentro de estas representaciones verticales “a vista de pájaro” que recrean con algún sentido artístico la “imago urbis” de la villa de Ferrol debe mencionarse, por último, un nuevo plano que, aunque anónimo y sin datar, debe corresponder a una cronología próxima a 1750175130. Debió de ser ejecutado por un técnico militar muy versado en el dibujo y en las técnicas de representación geográficas pues, como los dos anteriores, reproduce una gran visión de toda la ría con la intención de dar cuenta de su naturaleza y de todo lo hecho por la mano del hombre. Se ven, pues, orografías, paisajes y accidentes naturales a la vez que todo tipo de núcleos de población y edificaciones, entre las que destacan los tres castillos que fortificaban la ría junto a una serie moderna de baterías costeras. Ya estaba levantado para entonces el Arsenal de A Graña que aquí aparece resguardado por una imponente muralla; se ve también toda la ría animada por un gran número de embarcaciones de distinto porte que le confieren al conjunto un inusitado atractivo. El plano está hecho, por lo demás, en tinta sobre papel y con el dibujo tratado a posteriori a la aguada, imperando los tonos ocres, los verdosos y los intensos carmín que suele caracterizar a algún elemento y, sobre todo, a las banderas y gallardetes que dan vida a las embarcaciones que surcan el puerto. Pese a todo representa la villa de Ferrol en un estado previo a la construcción del gran Arsenal borbónico, con lo que la imagen de lo que hoy se conoce como barrio de “Ferrol Vello” está aquí en un estado casi original (Fig.4a). Por el contrario, a cierta distancia, algo alejado, en el monte de Esteiro y mirando a la ensenada de Caranza, se representa el Astillero Real, el llamado Cuadro de Esteiro, un poblamiento incipiente que podría ser el embrión del futuro barrio de Esteiro, el arsenal de maderas de Caranza y, junto a todo esto, diferentes personajes realizando actividades varias que pare-

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cen conferirle a la representación un carácter muy dinámico y narrativo. No sólo eso, como en un recuadro aparte que aparece bien acotado en la parte alta, se representa agrandado, a manera de “zoom” visual de aproximación, todo lo que tenía que ver con las Reales Obras (Fig. 4b). Así pues, lo que en el plano general se apreciaba en una recreación diminuta, ahora se ve más cercano y con todo lujo de detalles: con el Astillero definido por una muralla de cierre, con una puerta de acceso con su campana en la parte superior, con distintos pabellones dando forma a la plaza delantera del Cuadro en donde se disponen la capilla de San Fernando y otros cuarteles que fueron en su día levantados para la tropa y el personal de la maestranza y hasta los árboles que se habían plantado en el interior formando calles para dar sombra al personal en las horas de descanso. En esta representación agrandada no se incluye el poblado de barracas de Esteiro. En cambio, es prolija la descripción del interior del Astillero en donde se ve la gran Sala de Gálibos porticada, las doce gradas de construcción ya realizadas o en fase de realización y con cuatro embarcaciones construyéndose en grada, especificándose además en la leyenda que se trata de dos navíos de línea, de una fragata y de un paquebote de menor envergadura. No falta tampoco la visión de la gran explanada de trabajo animada por todo el personal realizando sus actividades: carpinteros trabajando la madera, una cuerda de presos arrastrado maderos, patrulla de soldados controlando la situación, maestranza muy variopinta y hasta un oficial que parece dar sus órdenes a un subordinado con una vara como si fuera, quizá, el ingeniero naval o el maestro constructor. Por consiguiente, podría decirse que este plano de la ría de Ferrol, es un documento de un valor extraordinario que trata la información no sólo con un gran atractivo artístico, sino con un sentido muy narrativo inusual y no carente de un toque de ingenuidad muy sugestivo. Precisamente son estos datos referidos al Astillero y al Cuadro de Esteiro y la ninguna alusión

al Arsenal de Ferrol los que nos permiten fijar con una gran aproximación su cronología. De hecho sabemos que el 9 de abril de 1749 se aprobó la instalación en Esteiro del Astillero, que en 1750 estaban ya proyectadas y a medio construir varias de sus gradas de construcción, que se inaugura el astillero con la colocación de la quilla del navío Asia el 6 de junio y que fue en ese año -14 de enero- cuando se aprobó el gran proyecto de Arsenal para Ferrol que aquí, sin embargo, no se dibuja. Consta que las obras se iniciaron el 15 de mayo de 1750 con la elevación de la cerca que habría de separar la villa de Ferrol de las nuevas instalaciones militares, si bien las obras más importantes se iniciaron después31; así que el plano debe de hacer alusión a esta fase previa a la construcción del Arsenal, que seguramente estaría ya aprobado pero no iniciado todavía, al menos en una fase que merezca ser representada. Y en este contexto representativo, podemos apreciar por última vez el estado de la villa de Ferrol sin los barrios que luego se construirían, pues no olvidemos que debido a la empresa real Ferrol, que tenía oficialmente 1208 habitantes en 1752 –en este cómputo no se cuenta la población flotante entonces ya existente-, llegará a alcanzar en 1787 la sorprendente cifra de 24.993 habitantes32; algo llamativo en la España de su tiempo. Sea como fuere, la imagen del viejo Ferrol responde a muchas ideas ya señaladas, pues su formato de pequeña villa marinera adquiere aquí plena carta de naturaleza; eso sí, caracterizada por su relación con la ensenada a la que se abre el puerto pesquero, con dos asentamientos de población diferenciados y bien marcados por el desplazamiento hacia el este del arrabal recorrido por la calle San Francisco que llevaba hacia el convento, y con toda la villa aglutinada alrededor de la vieja iglesia parroquial que domina, desde un lugar estratégico, el mar cercano. Por lo demás, las iglesias responden en parte a lo que ya se comentó en la representación anterior, si bien con algunas

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diferencias pues la de San Julián aparece con una torre que se sitúa en el testero del lado del evangelio y el convento franciscano, en cambio, sin torre, con una espadaña en el hastial y con un claustro adosado al sur al que parece accederse por un portalón abierto en el muro. Merece destacarse que las dos iglesias aparecen perfectamente orientadas, así como que el plano en cuestión, frente a todos los anteriores, contempla la ría y todo lo representado visto desde el sur, lo que va a ser casi una constante en la mayoría de los planos del siglo XVIII.

3. Las primeras panorámicas y “vedute” de Ferrol. De Pedro Grolliez a Mariano Sánchez (1782-1794)

“Sea el quinto [testigo de vista] el afamado puerto de Ferrol, en donde los recelos del Arte alentados del favor, con que por dilatados siglos les estaba la naturaleza convidando, se determinaron en fin, a perfeccionar la obra más grande del orbe” Pascasio de Seguín. 175033

A diferencia de lo que hemos estudiado hasta el momento, en donde el grueso de las representaciones referidas a Ferrol podían entenderse como mapas o planos elaborados por técnicos –cartógrafos, geógrafos, ingenieros, etc.- que conocían maneras de representar próximas al mundo de los pintores, en las décadas finales del siglo XVIII vamos a ver la aparición de las primeras imágenes que pueden considerarse auténticas vistas, panorámicas o incluso “vedute” ya en el sentido dieciochista del término; es decir, testimonios pictóricos eminentemente realistas que abordan la imagen de la ciudad desde ángulos y puntos de vistas más concretos y personales, con encuadres más creíbles y verosímiles e incidiendo además en representar la vida social y urbana, lo que le otorga a sus resultados una intención más decididamente analítica además de “artística”. Son los casos de las dos acuarelas que pintó el dibujante francés Pedro Grolliez de Servier -paradógica-

mente ingeniero militar- del puerto de Ferrol y que casi hay que calificar como “paisajes” de la ría con la vista de la ciudad al fondo, y de los tres óleos del Arsenal – o cinco en realidad si incluimos las dos réplicas que hizo con algunas variantes de uno de ellos- que realizó el pintor valenciano y académico Mariano Sánchez con el deseo de introducirnos en el conocimiento del interior del que era considerado uno de los mejores puerto militares de la Europa Atlántica. Las dos acuarelas forman parte de la colección de 33 dibujos que llegó a realizar Pedro Grolliez como resultado de la real orden de Carlos III firmada por el conde de Floridablanca, según la cual, en mayo de 1782, se lo comisionó para realizar las vistas de los puertos de mar de España que ya estaban concluidas en octubre de 178534. El destino de estas vistas era servir como modelo para una serie de estampas, creadas a imitación de las vistas grabadas por Lebas y Cochin, quienes habían reproducido en talla dulce los puertos franceses pintados por Claude Joseph Vernet por encargo de Luís XV o, más aún, las realizadas por el ingeniero Nicolás Ozanne y que grabaría Gouaz. Vistas de estas características se habían difundido por Europa con la finalidad de dar a conocer los puertos europeos de mayor fama y particularmente de aquellos que habían conocido una gran transformación y eran expresivos de los grandes avances que había desarrollado cada país. Forman parte de la pasión que el siglo XVIII vivió por el conocimiento de otros países, de la naturaleza, de los lugares exóticos o pintorescos o de las ruinas de la Antigüedad que dio paso a la realización de grandes series pictóricas o de grabados que dieron cuenta de todo ello. Los puertos fueron, precisamente, uno de esos temas preferidos, lo que justifica el encargo hecho por el rey de Francia al pintor Vernet que tuvo secuelas muy importantes. Sin duda merece destacarse entre ellas la llevada a cabo por Alexandre Jean Noël que recorrió la Península y a su regreso a Francia, con la ayuda del grabador François Allix, publicó la Collection des Ports d’Espagne et de Portugal (1778-1790), que no llegó a concluirse y que,

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al final, quedó limitada a dos entregas con las vistas de Lisboa, Cádiz y Cartagena36. Pues bien, en esta línea cabe considerar las vistas de los puertos españoles encargadas por Floridablanca al teniente de ingenieros Pedro Grolliez que estaba culminada, como ya indicamos, el 12 de octubre de 1785; él mismo nos lo indica en una carta firmada ese día y enviada al ministro: “Enemigo de la ociosidad, espero con ansia nuevas órdenes, sea para seguir el mismo trabajo en el interior del Reyno, sea por cualquier otra comisión”37. De las treinta y tres acuarelas realizadas, sólo se conocen, sin embargo, seis; cinco de ellas en la colección Rodríguez-Moñino de la Real Academia Española y la sexta propiedad de la Fundación Lázaro Galdiano de Madrid38. Todas representan, en efecto, puertos españoles y entre ellos ha querido la fortuna que se conservaran varias vistas de puertos gallegos y dos, en concreto, referidas a Ferrol, que fueron realizadas para dar cuenta de la grandeza que había alcanzado el puerto gallego. Las treinta y tres acuarelas tendrían que haberse dado a la estampa, si bien sólo se llegaron a grabar al final seis y no con la calidad que deseaba el ingeniero pues consta que fue muy crítico con el geógrafo Tomás López, a quien se había encargado la dirección del grabado –según Grolliez la había “descuidado íntegramente”-, y también con los grabadores José Fabregat, Joaquín Pro y Simón Brieva que habían sido poco exactos en las representaciones de las tres láminas referidas al Arsenal de la Carraca que habían salido a la luz en 1785. Quizá por ello en 1786 se autorizó a Grolliez para que por su cuenta grabara, estampara y vendiera el resto de las vistas, aunque al final sólo llegó a publicar tres más: la del puerto de Cádiz por Tomás López Enguídanos, la del puerto de Sevilla por Vicente Mariani y la del puerto de Luarca, también del mismo grabador39. En todo caso, las dos vistas de Ferrol, que tuvieron que realizarse entre 1782 y 1785 y que pudieron ser más de las que hoy conservamos –quizá tres como en el caso de la Carraca-, son

las primeras que conocemos con carácter de panorámicas de la ría y de la ciudad-arsenal dando cuenta del paisaje del entorno y de la nueva realidad ferrolana. Se aprecia de hecho una ría muy animada, un puerto de buenas proporciones, con modernas infraestructuras y con grandes edificaciones que dan forma al arsenal militar y a la nueva población. Asimismo están realizadas en papel, dibujadas a tinta y el color a la aguada y, en ambos casos, con una gama de colores muy desvaída, como si se quisiera evitar el protagonismo del color, quizá para facilitar mejor su posterior traslado a la estampa. Son también de las mismas dimensiones y de una concepción muy semejante, pues las dos panorámicas están dominadas en su mayor parte por la presencia de un cielo muy efectista con nubes, celajes y agradables contraluces a cuyos pies se dispone en un primer plano la tierra firme llena de animados personajes, las aguas de la ría con diferentes embarcaciones y, como telón de fondo, toda la topografía ferrolana desplegada en una vista horizontal muy alargada. Las dos representaciones están tomadas, por lo demás, desde el interior de la ría y desde dos puntos contrarios, casi enfrentados. La primera (Fig. 5) desde un lugar próximo a la ensenada de Santa Lucía inmediata a la punta de Promontoiro, dispuesta a la espalda de la villa de Mugardos, y la segunda tal vez desde la punta del Camposanto, lo que permite convertir la entrada al puerto en un lugar común de las dos acuarelas. Tienen igualmente algún elemento ambiental como las gaviotas que vuelan sobre tierra de manera individual o en grupos de dos, tres, cuatro y hasta cinco en la primera representación y hasta tres en la segunda vista. No ha de verse el tema de las gaviotas tan solo como un mero elemento de animación que ayuda a hacer más creíble y atrayente la vista de una marina; fue un recurso que también utilizó Pedro Grolliez para poder señalar, en relación con la leyenda que llevan las vistas a los pies, lo que debajo de ellas se representa; de tal manera que en la primera “Vista del Ferrol” donde hay una gaviota se aprecia la en-

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trada de la ría, donde dos A Graña, donde tres el Arsenal de Ferrol, donde cuatro las gradas del Astillero de Esteiro y donde cinco la punta de Caranza. Y lo mismo en la “Segunda vista de Ferrol”, si bien en este caso son menos las gaviotas representadas. Aunque no conocemos el sistema utilizado por Grolliez para abordar sus pinturas, no debe haber duda que tuvo que utilizar la cámara oscura con el fin de darle a sus vistas la realidad requerida. Sin embargo no deja de resultar curioso que, en la primera vista ferrolana, junto a grupos de personas que realizan acciones distintas o simplemente parecen disfrutar de una jornada agradable bajo el toldo de una barcaza de remos que permite contemplar desde la orilla la belleza de la ría, Grolliez recurra al topos artístico de retratarse a sí mismo sentado y dibujando del natural el paisaje que tiene ante sí apoyando el papel en que dibuja sobre un amplio tablero que le sirve de mesa improvisada. Aparece acompañado de dos hombres y una mujer que se encuentran detrás y de pie muy elegantemente vestidos a la moda del momento y con las consabidas pelucas y sombreros de rigor y marcando las diferencias con el resto de los personajes que llevan unas vestimentas más sencillas. Por lo demás, deja ver, al fondo y en el centro de la escena, el arsenal ferrolano visto en escorzo, de tal manera que se ve perfectamente el ángulo que forma la gran cortina defensiva, la entrada y el gran espigón que cerraba por el sur la gran dársena militar, tras la cual asoman los diferentes edificios: la sala de armas, las naves de arboladura, la puerta del Dique … y más atrás la silueta de la propia ciudad con la nueva iglesia de San Julián, abrigadas por el monte de Canido en donde se aprecia un molino de viento. Y ya en dirección a la derecha de la representación el cuartel de Batallones en lo alto de una meseta que domina la ría, las gradas de construcción del astillero y el recodo en donde se encontraba el arsenal de maderas de Caranza. Una vista, pues, que podríamos considerar ya “clásica” como tendremos ocasión de comentar en nuestro

penúltimo apartado y en donde no falta la representación de todos los montes periféricos que convertían el enclave de la ría en un lugar enormemente seguro. La segunda de las vistas, tal como hemos dicho, es muy similar aunque abordada desde el lado izquierdo de la entrada de la ría (Fig. 6); por esa razón en este ángulo vemos el arsenal y la villa de A Graña desplegada por la falda del monte de Brion, a continuación la ensenada de A Malata, parte del recorrido costero del recinto fortificado ferrolano con sus baluartes, el muelle civil de Curuxeiras y sus dos puertas de mar, al fondo una vista escorzada de Ferrol con la fachada y el cimborrio de la iglesia de San Francisco tras la cual se aprecia lo que parecen las torres de San Julián y, más a la derecha, el arsenal, con la sala de armas emergiendo y el cuartel de Batallones dominando al fondo. La dársena, resguardada por su cortina defensiva, parece atestada de embarcaciones pues sus mástiles y palos asoman por encima de sus muros. Conforma, por consiguiente, una vista diferente a la anterior y con otro punto de vista, lo que permite esta vez que Grolliez dedique el grueso de la parte derecha de la acuarela a recrearse en el paisaje costero con todos sus accidentes y de la ría surcada por gran diversidad de embarcaciones, lo que hace que podamos apreciar desde el más poderoso navío de línea, a fragatas con sus velas desplegadas, a otros buques fondeados y también falúas que parecen contribuir, como los mismos personajes que se ven en primer plano, a darle mayor verismo y atractivo a la representación donde se ve, por lo demás, una vendedora que ofrece pescado a unos paseantes, otro topos habitual en este tipo de recreaciones. Un carácter muy diferente tienen los tres oleos de Mariano Sánchez – cinco si incluimos las dos réplicas de uno de ellos - referidos al Arsenal de Ferrol que ya hemos señalado. Como las acuarelas de Grolliez forman parte de un encargo de Carlos III que le encomendó en 1781 al pintor valenciano, formado en la Academia de

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Bellas Artes de San Fernando, pintar una serie de puertos, bahías y arsenales de España40 para decorar el gabinete de marinas del príncipe de Asturias en cuadros de mediano formato, en la misma línea de las vistas de puertos realizadas por Joseph Vernet y otros pintores de su tiempo. No debemos olvidar que esta comisión, que se dilató hasta 1803, coincide en el tiempo con la que hemos reseñado de Grolliez y asimismo con la de Alexander Noël, pero en este caso debe señalarse que tenía un sentido estrictamente privado y exclusivamente pictórico, una vez que estaba previsto que solo sirviesen para decorar las estancias del príncipe y poner en conocimiento de un círculo de íntimos del heredero la belleza de nuestros puertos y los cambios que habían experimentado en el reinado de su padre, ya para entonces considerado una especie de “padre de la patria” e imagen ejemplar del “buen gobierno”. Y por este motivo, en lo técnico, en lo artístico y en muchos aspectos de su realización, se parecen más a las pinturas de Vernet o a las que ejecutó, salvando las distancias, el pintor madrileño Luís Paret por encargo del mismo soberano en 1786 y que representan vistosas panorámicas de los puertos vascongados, sin duda de los más bellos en su género de la pintura española de su tiempo41. Ahora bien, si la comisión de nuestro pintor se inició con un periplo por Andalucía que comenzó por Cádiz en 1781 y que proseguiría en los años posteriores por Alicante, Valencia, Barcelona y las “Islas adyacentes” de Mallorca y Menorca cuyos cuadros fue enviando periódicamente a la Corte, no será hasta el 28 de julio de 1792 que el duque de Frías participe al marqués de Santa Cruz haber “resuelto el Rey [ahora ya Carlos IV] que D. Mariano Sánchez pintor pase a las Costas de Galicia y Asturias a pintar sus vistas y Puertos baxo mis órdenes”42. Llegó a A Coruña a finales del mes de agosto de ese año en donde realizó tres vistas de su puerto, ya entonces animado por un activo comercio43. Y desde allí, meses después, se trasladó en barco a la villa de Ferrol en donde

permaneció por espacio de 47 días, entre el 4 de marzo y el 19 de abril de 1793, para ejecutar con la ayuda de un peón – se llamaba Cayetano de Seijas y se lo menciona en el diario del viaje como “peón moledor”44-, de la cámara oscura y de la tienda de campaña que siempre lo acompañaban, todos los dibujos preparativos que le permitirían después ejecutar con más calma, ya en su taller de Madrid, las tres panorámicas que realizó y que por ese motivo están datadas en 179445. Por lo demás, gracias al estudio del pintor que ha realizado José de la Mano, sabemos que para poder dibujar el arsenal contó con el permiso del Comandante General –entonces Antonio González de Arce (1783-1796)- y del Intendente de Marina que habían recibido aviso del ministro Antonio Valdés “para que por la Marina se auxilie al Pintor de Cámara de S.M. con lo que necesite para desempeñar la comisión”46; asimismo que representó el arsenal en unas “vedute” muy representativas que dan cuenta de su magnificencia arquitectónica y de su extraordinaria actividad, lo que explica sus distintos abordajes y el gusto por representarlo en relación con las dimensiones de las embarcaciones que se aprecian en la dársena y con todos los trabajadores moviéndose con gracilidad por la escena. Fueron realizadas las tres al óleo sobre lámina de cobre o tabla –las réplicas están ejecutadas en lienzo- con formatos muy panorámico para así abarcar amplias perspectivas y, en definitiva, con un sentido muy “vedutista” próximo a la sensibilidad de su tiempo47. Sus títulos son los siguientes: “Arcenal del Ferrol”, “Darcena del Ferrol” y “El Dique del Ferrol”. La primera (Fig. 7), sin duda la más bella de las tres y por ello objeto de dos réplicas muy semejantes, aborda el grueso de todo el muelle norte del arsenal militar casi hasta el final y tomado desde el ángulo del edificio de la antigua cordelería que estaba situada en el muelle de la cortina, al oeste del arsenal48. Por esa razón se ve a la izquierda parte del muelle y de la plaza del parque, un sector de la sala de armas, los pórticos de los almacenes de pertrechos de

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artillería, la casa del comandante de arsenales y, enfilados hacia el fondo, otros edificios del arsenal, esta vez identificables con las naves de arboladura, la teneduría y el gran tinglado que era el principal obrador de la zona oriental donde se encontraban los diques. Toda la vista, pues, da buena cuenta de la envergadura de las obras que también dejan ver sus nobles materiales constructivos, visibles sobre todo en los pétreos muelles y escaleras que se ven en primer plano. Pero todo esto lo enriquece Mariano Sánchez con una representación luminosa del claro cielo que baña la escena y con los personajes y barcos que se aprecian en el cuadro. Así se ve una cuerda de presos, operarios de la maestranza arrastrando toneles, otro personaje sentado en una gran ancla y unos marineros recogiendo remos o preparando los botes. Por otra parte, las balas de cañón o los cañones de hierro dan cuenta de que estamos en la parte más militar y defensiva del arsenal, mientras las cabrias que se disponen en el centro –una de ellas de carácter flotante- nos recuerdan que el arsenal también tenía un componente naval e industrial básico; de ahí que incida el pintor en representar pequeñas embarcaciones, fragatas al fondo y un gran navío tomado de proa fondeado en el medio de la dársena, con sus palos y sus cordajes, pero sin el velamen habitual, todo dispuesto ante el muro o espigón que abrigaba y dividía la dársena en dos zonas muy destacadas. Ya hemos dicho que este cuadro conoció, que sepamos, dos réplicas importantes. Una de ellas se conserva en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y no hay duda que es de mano del pintor pues está firmada por él y datada en 179749. Por lo tanto es seguro que se hizo a posteriori, tomando como referencia el cuadro principal, aunque con algunos cambios de tono menor, uno de ellos visible en el propio formato que es, sin duda, menos panorámico. Tiene la misma composición y los mismos edificios; sin embargo cambia la luminosidad más contrastada en los primeros planos, el movimiento y la acción de los

personajes, así como los propios barcos que se ven en él, pues se aprecia una elegante falúa con su toldo rosado y con la bandera nacional50 llevando sin duda a algún personaje al navío que, ahora, se ve de perfil y con las velas parcialmente desplegadas y también con su bandera. Llama la atención sobre todo el colorido que notamos más intenso y salpicado de tonos más vivos, lo mismo que el cielo que aparece enriquecido con unos celajes dorados. Por el contrario, la segunda réplica que pertenece a Patrimonio Nacional51 y se conserva en el palacio de El Pardo52, es de las tres la de peor calidad y, quizá, parcialmente ejecutada por algún ayudante53. Vuelve al formato original apaisado; respeta abordaje, composición y edificios. No obstante, ahora intensifica los contrastes de luz, les quita gracia y viveza a las figuras e introduce en el cuadro lo que podría ser un tema de visita o de partida del arsenal de algún personaje importante, pues se aprecian tres damas vestidas a la moda “imperio” acompañadas de un caballero y un oficial de Marina en el muelle, una falúa engalanada trasladando a un grupo y un navío en el medio de la dársena como a punto ya de emprender la navegación. Podría tener una cronología próxima a 1800. La segunda de las vistas oficiales del Arsenal (Fig. 8), firmada y datada de nuevo por Mariano Sánchez54, lleva por título, tal como hemos dicho “Darcena del Ferrol”55. Está tomada desde el martillo que forma el muelle de la cortina y, por lo tanto, desde un lugar inmediato a la boca de entrada a las aguas del arsenal, lo que permite ver en toda su grandeza un sector muy destacado de la dársena. Delante trabajadores y canteros, con un fuerte contraste de luz; en el medio las aguas de la dársena, a la derecha un sector del espigón que la dividía y al fondo, tras un poderoso navío que en parte nos impide su visión y otras embarcaciones que se mueven por las aguas, la sala de armas a la izquierda y a continuación el resto de los edificios, en donde se aprecian las naves de arboladura y detrás la vista del caserío de la población de Ferrol en donde ya domina el conjunto del

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barrio nuevo de la Magdalena. No resulta fácil identificar edificios, pero al menos se distingue la iglesia conventual de San Francisco, el dominante volumen de la casa del Comandante General con sus pórticos de acceso y, a la derecha, lo que pudiera ser el arranque de una torre y el cimborrio de la capilla de los Dolores56, y la iglesia parroquial de San Julián, convertida ya para entonces en un referente arquitectónico de toda la ciudad nueva y que parece asomar sobre las tímidas copas de los árboles que cabe identificar con la alineada alameda. Por último, la tercera vista57 representa una gran panorámica de todo el sector del arsenal llamado “de los diques” tomada desde el muelle sur (Fig. 9). Era la zona más fabril, por lo que se aprecia toda la actividad que genera la reparación y el carenado de los buques, dos de ellos metidos en el interior de los diques, otro escorado en el medio de la dársena y algunos más simplemente fondeados en las aguas armados y sin armar. Se ve la agitación de todos los operarios y un gran descriptivismo, pues junto al gran tinglado de maestranzas que llama la atención por su enorme longitud y sus larguísimos pórticos, se aprecia la casa de bombas, las humeantes herrerías, la teneduría que se dispone al frente también con arquerías, la casa del constructor y del capitán de maestranzas y, a la izquierda, la fachada posterior de la puerta del Dique que era el principal acceso al arsenal militar con su torre cupulada y su capilla abierta. Asoman más allá del recinto amurallado las copas de los árboles de la alameda, algunas casas del barrio de la Magdalena y, a la derecha, la espadaña de la capilla de las Angustias y la masa verdosa de los árboles que subían formando un paseo en dirección a Esteiro. En definitiva, estamos sin duda ante una serie de tres panorámicas de muy notable calidad que, a la par que una gran belleza artística, actúan también como documentos topográficos y descriptivos muy fiables del estado y de la actividad que reinaba en el arsenal de Ferrol al finalizar el siglo XVIII, hasta el extremo de dejar constancia de que, en

aquellos edificios que no eran de sillería, solía pintarse el enlucido protector de sus muros con un colorido rosado o rojizo que parece, junto al blanco, el que se utilizó con más frecuencia. Tal como hemos dicho, tienen cierta relación con las pinturas de Vernet y Paret; si bien sin su dramatismo lumínico o representativo, ni su capacidad de seducción, ni su gracia expresiva y visiva. Tampoco poseen la grandeza que se aprecia en las “vedute” de Caspar van Wittel, Canaletto, Giovanni Pannini o Hubert Robert que representaron las ciudades, los monumentos y las ruinas con unas escalas agrandadas que incrementaron su atractivo y magnificencia58. En contrapartida, las tres “vedute” de Ramón Sánchez son recreaciones de pura objetividad visual, pinturas que dan fe de la realidad sin retóricas ni fantasías, con encuadres cercanos, creíbles y verosímiles y por ello pueden considerarse piezas claves que transmiten la verdad; justo el elemento que requiere el conocimiento.

4. Ferrol hacia 1800. La gran panorámica de la Ciudad-Arsenal

“Prespectiba del Departamento de Marina del Ferrol visto desde el alto de Promontorio en la costa meridional del puerto” Leyenda de una vista de Ferrol. Ca. 180059

La última de las panorámicas que vamos a analizar ha de situarse en una fecha próxima al cambio de siglo y hacia 1800 aproximadamente. Se trata de una acuarela hecha a tinta sobre pergamino que se conserva en el Museo Naval de Madrid y que representa la totalidad del arsenal y la villa de Ferrol tomada desde la punta del Promontoiro al otro lado de la ría y muy cercana a Mugardos60. Según el catálogo del Museo ha de atribuirse –desconozco las razones- al marino y escritor alicantino Francisco Xavier Rovira (1740-1823)61 experto en cues-

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tiones de artillería, de matemáticas y de ejercicios de cañón, temas los tres sobre los que escribió varios libros que fueron muy conocidos en su tiempo y que se publicaron entre 1773 y 1787. De ser así, por lo tanto, nos encontraríamos ante un diletante en temas de pintura que, sin embargo, estaría llamado a representar la vista más general del puerto militar de Ferrol, como gran panorámica finisecular y con una voluntad de dejar constancia de todas y cada una de sus instalaciones; de ahí el titular que lleva la leyenda y de toda la numeración que explica con breves epígrafes lo que la acuarela representa. Además incluye en el centro de la parte explicativa el escudo de la villa departamental62 y una coletilla al final de la leyenda en donde indica el punto desde donde la vista fue tomada: “Alto de Promontorio y punto de vista situado 200 pies sobre el nivel del mar, en cuio parage se situó la Cámara obscura”63. Tiene algo que ver en su abordaje con la vista primera que ya hemos señalado de Pedro Grolliez, no obstante aquí el autor ha concentrado su visión en la representación plástica de todo el conjunto del puerto en un desviado escorzo que deja ver la entrada a la dársena del arsenal bien definida por sus muelles protectores. Al fondo se ven las instalaciones ya señaladas en las otras representaciones presididas por la sala de armas que domina la perspectiva de todo el conjunto con su cubierta mansarda y su cúpula quebrantada al estilo francés. Tras esto se divisa asimismo toda la ciudad, vivificada por los intensos colores de los tejados, destacando la casa del Comandante General y la iglesia de San Julián. Más hacia el fondo asoma la línea de fortificación de la plaza y el monte de Canido con un molino de viento, todo dominado con la gran panorámica final de los montes vecinos que protegían el puerto. Se ve ligeramente, en el monte de Chamorro, la breve silueta de la ermita de la virgen del Nordés, patrona de la villa de Ferrol. Y a la derecha, siguiendo el curso del litoral, las murallas y las puertas de mar, el barrio de Esteiro, el cuartel de Batallones y el

Astillero con todas sus gradas alguna, por cierto, con un barco en construcción. A diferencia de las vistas comentadas, ésta del Museo Naval no se entretiene en describir personajes que puedan darle al conjunto un efecto más narrativo; sólo las embarcaciones navegan por la ría, destacando los grandes navíos que llevan a popa la bandera roja y gualda española y algún buque francés de la época republicana pues lleva también a popa el pabellón tricolor que se había impuesto como bandera de Francia en 1794. La acuarela es, por tanto, menos vivaz, pero más multicolor y pictórica sin duda que las de Grolliez, pues carga las tintas en el cromatismo en donde dominan los blanquiazules del cielo y el mar, los rojos de los tejados y los tonos verdes y ocre-pajizos que dan forma al resto del paisaje. Sin duda es también más descriptiva que las del francés pues se detiene en destacar en la leyenda casi 50 ítems referidos a la ciudad y el arsenal interesado sin duda el autor en proporcionar datos y conocimientos topográficos y arquitectónicos muy precisos. Por último, debe decirse que desconocemos el destino para el que fue pintada, y aunque no es imposible que fuese realizada para grabar y así dejar constancia precisa de todas las características de la ciudad-arsenal que era de hecho Capital del Departamento Marítimo del Norte de España, tampoco hay que descartar que fuese elaborada por motivos más privados, o como simple recuerdo informativo de un puerto que, justo en ese momento, alcanzaba su plenitud urbana y militar en los epígonos del período ilustrado.

5. Conclusiones

A la luz de todo lo que se ha comentado podría afirmarse que el grueso de los dibujos, acuarelas y óleos que se realizaron de la villa de Ferrol a lo largo de la Edad Moderna se hicieron fundamentalmente con un fin informativo ya geográfico, militar o descriptivo, aunque no

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por ello despojado de una clara intención artística que, en algunos casos, es sin duda muy acusada.

tría como la que aparece en el Atlas Marítimo de España de Vicente Tofiño de San Miguel publicado en 1789- y de una manera perspectiva.

Ahora bien, es también indudable que, en su gran mayoría, estas imágenes nunca quisieron sobrepasar los límites de una difusión de carácter privado que muy pocas veces superó los círculos más próximos de quienes las habían realizado o promovido. De hecho, el dibujo inglés que se ha analizado en primer lugar, la representación de Texeira, la del geógrafo Bernardo Gómez o el mapa con imágenes perspectivas que hemos datado hacia 1750 tuvieron un destino muy concreto y puntual, al igual que las bellas pinturas al óleo de Mariano Sánchez cuyo principal cometido fue el de decorar las nobles paredes de un gabinete palaciego o el de instruir con deleite al círculo de íntimos del heredero del rey, el Príncipe de Asturias, posteriormente Carlos IV. Sólo en el caso de las dos acuarelas que conocemos de Pedro Grolliez sabemos que fueron realizadas específicamente para grabar y por tanto para difundir como estampas la imagen del puerto militar español entre el gran público. Pero el proyecto fracasó y, por ese motivo, Ferrol siguió siendo una gran incógnita visiva. Era, sin duda, un puerto de refugio clave en el Atlántico y muy seguro desde el punto de vista militar, también un lugar en donde la monarquía borbónica había llevado a cabo un ingente plan de construcciones navales e hidráulicas; igualmente un complejo militar que causó un enorme impacto entre los viajeros de su tiempo y “el monumento más notable del orbe” según la consideración de quien redactó la inscripción que fue colocada en la puerta principal del arsenal y que lleva la fecha de 178364. Pero a pesar de todo ello, más allá de descripciones literarias, de planos autógrafos de tipo geográfico o urbano o de algún croquis que pudiese haber elaborado algún viajero, con anterioridad a 1800 no conocemos ninguna imagen que fuese dada a la luz pública con su representación urbana recreada en alzado –sí, en cambio, hay alguna planime-

Conviene asimismo destacar que es ahora, al final del siglo XVIII, cuando surgen también las primeras vistas panorámicas y “vedute” referidas a Ferrol con todo lo que esto significa; es decir, unas representaciones urbanas y paisajísticas que, además de pretender describir topografías, barcos, hombres, arquitecturas, entornos y actividad, buscan también trasmitir apreciaciones estéticas que quieren complacer el ojo del espectador más allá del necesario conocimiento. Y en esta línea estarían, claro está, las acuarelas de Grolliez y la atribuida a Rovira y los bellos cuadros realizados al óleo por el pintor Mariano Sánchez que son, sin duda, los más atractivos. No debemos olvidar tampoco que seis de las ocho vistas que conocemos fueron hechas por artistas españoles y éste es dato que merece señalarse, pues lo habitual hasta entonces es que fuesen realizadas por extranjeros como lo era, de hecho, Pedro Grolliez. Merece destacarse igualmente que en su gran mayoría fueron hechas por encargo oficial, tras mediar sendas órdenes reales de Carlos III, lo que indica un gusto o un aprecio por esta temática pictórica, pero un interés a la vez por difundir los logros habidos en su reinado y el puerto de Ferrol era, sin duda, uno de ellos y de los más importantes de los llevados a cabo. Es pertinente destacar, por otra parte, que todas las “vedute” son fieles representaciones de la realidad, al menos en lo que se refiere al grueso de los edificios y del paisaje urbano, lo mismo que en la apreciación de la naturaleza; por más que el autor, a la hora de dotarlas de mayor vida o animación, pueda introducir elementos o personajes que pudo haber recreado con una finalidad más pictórica y narrativa y que explican que, cuando existen réplicas,

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sea en estos puntos en donde introduce los mayores cambios, del mismo modo que en la luz que puede ser también más intensa o contrastada según convenga. Sin duda alguna no llegan a alcanzar las calidades artísticas de las vista portuarias pintadas por Vernet o Luís Paret que tienen mayor complejidad, mayor brillantez creativa y pictórica y, en algún caso, algún aspecto rayano en la fantasía; en cambio, ofrecen interesantes abordajes y son fieles testimonios de la realidad, toda vez que no se aprecia en ninguna de ellas distorsión alguna de su escala ni deseo por manifestar una desmedida grandeza; de ahí que, hasta donde conocemos, hagan justicia a la realidad que hoy todavía conocemos y que en su día fue considerada por Julián Sánchez Bort, uno de los ingenieros responsables del proyecto del arsenal, como grandiosa en su totalidad; tanto que no era, según él, necesario que cada parte del arsenal fuese magnífica, “pues siéndolo el todo vasta para hacer famoso el nombre” de quien lo mandó levantar65, todo un elogio sin duda a Carlos III que fue el monarca que le dio fin.

nios de una práctica pictórica que luego, en el siglo XIX, daría ya numerosos frutos y, esta vez, con la clara intención de difundir su imagen pública a través del grabado. Todo ello antes de que fuesen tomadas en 1858, al parecer durante el viaje de la reina Isabel II a la Ciudad Departamental en el verano de ese año, las primeras fotografías66 que habría de inaugurar una nueva vía de representaciones artísticas.

Por lo demás, lo habitual es que las vistas o representaciones aludan a la villa ferrolana o a la instalación militar como un conjunto general o como una gran panorámica portuaria, lo que contrasta claramente con las vistas de Mariano Sánchez que adoptan, en cambio, una visión más concreta, pues nos introducen en las instalaciones militares y las describe desde ángulos distintos, con encuadres muy personales y, por consiguiente, con una manera más subjetiva de “mirar”. Todo esto merece, pues, ser destacado, del mismo modo que debe subrayarse que las primeras representaciones que existen sobre Ferrol, pese a ser de ejecución muy sencilla, ingenuas casi y con un claro interés militar, no por ello dejan de resultar enormemente interesantes y documentos históricos también con ciertos valores artísticos. Decir finalmente que no fueron muchas las imágenes “artísticas” referidas a Ferrol hasta el siglo XVIII, sólo se conocen las que se han comentado; pero constituyen, a no dudar, los primeros testimo-

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3.4 FERROL EN EL PUNTO DE MIRA (1587-1800): IMÁGENES “ARTÍSTICAS” DE UN PUERTO DE GUERRA DE LA ESPAÑA ATLÁNTICA

Molina, B. S.: Descripción del Reyno de Galizia y de las cosas notables del. Con las armas y blasones de los linajes de Galizia de donde proceden señaladas casas en Castilla, Casa de Agustín de Paz, Mondoñedo, 1550, fol. XXX. 1

Como aportaciones recientes sobre la Torre de Hércules vid. Bello Diéguez, J. Mª. : “Brigantium y su faro. Contextos arqueológicos en la ciudad de A Coruña” y Vigo Trasancos, A.: “La Ilustración y la reparación del muy antiguo faro de La Coruña comenzada en el reinado y de orden de Carlos III (1788-1790”, ambos en Torre de Hércules: Finis Terrae Lux. Simposio sobre os faros romanos e a navegación occidental na Antigüidade (F. Arias Vilas, C. Fernández Ochoa y A. Morillo, eds.), Brigantium, vol. 20, 2009, pp. 41-66 y 21-39. 2

Sobre el protagonismo del puerto de Ferrol a lo largo de su historia vid. Montero Aróstegui, J.: Historia y descripción de la ciudad y departamento naval del Ferrol, Imprenta de Beltrán y Viñas, Madrid, 1859 y Ramil, E. et al. : Historia de Ferrol, Vía Láctea, Perillo-Oleiros, 1998. 3

Sánchez García, J. A.: “Vista de Ferrol en el mapa de A Coruña y sus alrededores”, en Planos y dibujos de arquitectura y urbanismo. Galicia en los siglos XVI y XVII (A. Vigo Trasancos, dir.), Consello Galego de Colexios de Aparelladores e Arquitectos Técnicos, Santiago, 2003, pp. 131-133. 4

Se trata, en efecto, de Juan Pacheco, II marqués de Cerralbo, que ocupó el cargo del 19 de mayo de 1587 hasta más o menos junio de 1596. Fue durante su gobierno cuando se consolidó la ciudad de A Coruña como Sede de la Real Audiencia, de la Capitanía y del Gobierno del Reino de Galicia. Vid. Fernández Vega, L.: La Real Audiencia de Galicia. Órgano de Gobierno en el Antiguo Régimen (1480-1808), vol. III, Diputación Provincial, A Coruña, p. 408. 5

6

Sánchez García, J. A.: Op. cit., p. 131.

Sobre la Armada Invencible y el ataque inglés a la ciudad de A Coruña es muy numerosa la bibliografía existente. No obstante, como obra de referencia puede consultarse Saavedra Vázquez, Mª C.: La Coruña durante el reinado de Felipe II, Diputación Provincial, A Coruña, 1989. 7

Aunque la decisión de convertir la ciudad de A Coruña en sede de la Audiencia, de la Gobernación y de la Capitanía del Reino de Galicia fue tomada en 1563 por Felipe II, sólo de manera temporal y transitoria estuvo en la ciudad en las décadas siguientes; hasta el punto que no será hasta 15781582 que se instale de manera definitiva. Se consolidará más aún en esta condición capitalina durante el mandato del II marqués de Cerralbo a partir de 1586. Consta también que, en el período que va de 1564 hasta 1586, Galicia careció de gobernador, estando la Audiencia y el resto de los poderes públicos al frente del Regente de la Audiencia. Vid. Fernández Vega, L.: Op. cit., vol. I, pp. 129-130 y vol. II, p. 408, nota 2. También Verdera Franco, L. et al.: La capitanía general en la Historia de Galicia, Diputación Provincial, A Coruña, 2003, pp. 37 y ss.

La leyenda que incorpora el plano británico puede consultarse íntegra en la obra y páginas señaladas en la nota 4. 9

Entre octubre de 1588 y 1597 se construyeron los castillos más conocidos que defendieron el puerto; el de San Antón en A Coruña -1588- y los tres que defendieron la entrada de la ría de Ferrol: San Felipe -1589-, San Martín y Nuestra Señora de la Palma, estos últimos erigidos entre 1596 y 1597. 10

Una buena clasificación de los diferentes tipos de representaciones urbanas puede encontrarse en Kagan, R. L.: Imágenes urbanas del mundo hispánico 1493-1780, Iberdrola, Madrid, pp.18-28; Marías, F.: “Imágenes de ciudades españolas: de las convenciones cartográficas a la corografía urbana”, en El Atlas del rey planeta. La “Descripción de España y de las costas y puertos de sus reinos” de Pedro Texeira (1634) (F. Pereda y F. Marías, eds.), Editorial Nerea, Hondarribia, 2002, pp. 102 y ss. También en Seta, C. de: Ritratti di cittá. Dal Rinascimento al secolo XVIII, Einaudi, Torino, 2011, pp. 30-31 y Cámara Muñoz, A.: “La ciudad y la mirada científica”, en Cámara Muñoz, A. y Gómez López, C.: La imagen de la ciudad en la Edad Moderna, Madrid, Editorial Universitaria Ramón Areces, 2011, pp. 118-123. 11

Consta que, desde 1496, el barrio coruñés de la Pescadería contó con una muralla defensiva que iba siguiendo, más o menos, el curso de la calle actual Juana de Vega, pero no consta que tuviese un foso. Vid. Barral Rivadulla, D.: La Coruña en los siglos XIII al XV. Historia y configuración urbana de una villa de realengo en la Galicia medieval, Fundación Barrié, A Coruña, 1998, p. 103. 12

13

Sánchez García, J. A. Op. cit., p. 133.

Saavedra Vázquez, Mª C.: “Ferrol a finales del siglo XVI: actividad militar y desarrollo económico”, Estudios Mindonienes, nº 3, 1987, pp. 265-281. 14

Vid. Sobre esta cuestión Vigo Trasancos, A. y Mera Álvarez, I.: Ferrol y las defensas del puerto de guerra del rey. La Edad Moderna: 1500-1800, Autoridad Portuaria, Ferrol, 2008, pp. 23 y ss. También Granados Loureda, J. A.: “Un arsenal para el rey: Ferrol en el Antiguo Régimen (ss. XVI-XVIII), Nalgures, t. VII, 2011, pp. 77 y ss. 15

8

Saavedra Vázquez, Mª C : ”Ferrol a finales…”, op. cit., p. 277. 16

17

Ibídem, pp. 278-279.

Soraluce Blond, J. R.: Castillos y fortificaciones de Galicia: la arquitectura militar de los siglos XVI-XVIII, Fundación Barrié, A Coruña, 1985, p. 104. 18

19

Sánchez García, J. A.: Op. cit., p. 131.

En parte estos convencionalismos representativos ya habían tomado forma en los siglos finales de la Edad Media. Vid. Harvey, P. D. A.: “L´iconografia urbana nella cartografia 20

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LA CIUDAD Y LA MIRADA DEL ARTISTA | Visiones desde el Atlántico

medioevale”, en Seta, C. de y Marin, B. (ed.): La cittá dei cartografi, Electa, Napoli, 2008, pp. 10-17. Estaríamos, por tanto, en un tipo de imagen urbana convencional denominada por R. Kagan “typus” y que junto a muchos convencionalismo no deja de intercalar algún edificio o construcción (no necesariamente muy realista en su representación) de carácter más preciso. Vid Kagan, R.: Op. cit., p. 26. 21

Vid. Gómez Iparraguirre, J.: “Plano de la ría de Ferrol y sus fortificaciones”, en Planos y dibujos de arquitectura y urbanismo…, op. cit., p. 139. 22

Pereda, F.: “Un atlas de costas y ciudades iluminado para Felipe IV: La “Descripción de España y de las costas y puertos de sus Reynos”, de Pedro Texeira”, en El Atlas del rey planeta…, op. cit., p. 45. 23

Pereda, F. y Marías, F. (eds.): El Atlas del rey planeta…, op, cit., p. 327. 24

Vid. Alliot-Duchêne, V. et al.: Joseph Vernet (1714-1789): Les vues des ports de France, Musée Nationale de la Marine, París, 2012, especialmente pp. 8 y ss. El encargo se le hizo en 1753. Por lo demás, sobre la obra de Vernet y el “vedutismo” en general en la Francia de las Luces véase la reciente contribución de Boutier, J.: “Pittura topográfica e vedutismo nelle città della Francia dei Lumi”, en L´immagine delle città europea dal Rinascimento al Secolo dei Lumi, a cura di Cesare de Seta, Milano, Skira, 2014, pp. 23 y ss. 35

Blas, J.; Ciruelos, A. y Matilla, J. M.: Op. cit., pp. 196 y ss. La primera entrega se anunció en la Gazette de France el 21 de noviembre de 1788 “composée de Vues de Lisbonne et de Cadix. gravées par M. Allix. d’aprés les tableaux de M. Noël et faisant suite aux Ports de France”. La segunda con la vista de Cartagena se ofrecerá en el Journal de París el 25 de junio de 1790. Vid. Roux, M.: Inventaire du.fonds français. Graveurs du dix-huitième siècle. París. t. I. pp. 158-159. Más información sobre Noël puede encontrarse en Alexandre Jean Noël: http://www.getty.edu/art/gettyguide. 36

37 25

AHN, Consejos, leg. 11277, n. 32., cit. en ibídem.

Ibídem. Una aceptable reproducción puede encontrarse en Vigo Trasancos, A. (dir.): Galicia y el siglo XVIII…, op. cit., T. II, p. 315. 38

Esta recreación paisajística sorprende particularmente al ser escasísimas las representaciones de este tipo que se refieren a Galicia, por lo demás casi siempre realizadas por autores foráneos. Vid. Al respecto López Silvestre, F.: Os límites da paisaxe na Galicia dos Austrias (1517-1700), Biblioteca Nueva, Madrid, 2008, especialmente pp. 51 y ss. 26

Gómez Iparraguirre, J.: “Plano de la ría…”, op. cit., pp. 139-141. La leyenda lo titula: “DESCRIPCIÓN DEL PUERTO DEL FEROL”. 27

28

Soraluce Blond, J. R.: Op. cit., p. 124.

Ibíd. También en Vigo Trasancos, A. y Mera Álvarez, I.: Op. cit., pp. 53-54.

39

Blas, J.; Ciruelos, A. y Matilla, J. M.: Op. cit., pp. 196 y ss.

Espinós Díaz, A.: “Mariano Sánchez (1740-1822). Paisajista al servicio de la corte”, en IV Jornadas de Arte. El arte en el tiempo de Carlos III, C.S.I.C., Madrid, 1989, p. 325. Vid. También Portús, J.: “la ingeniería en la pintura española de los siglos XVII y XVIII”, en Cámara, A. (coor.): Los ingenieros militares de la monarquía hispánica en los siglos XVII y XVIII, Ministerio de Defensa, Madrid, 2005, especialmente pp. 66-69. 40

29

Su leyenda puede verse en Vigo Trasancos, A. (dir.): Galicia y el siglo XVIII. Planos y dibujos de arquitectura y urbanismo, t. I, Fundación Barrié, A Coruña, 2011, p. 202. 30

Sobre las obras dieciochescas de Ferrol vid. Vigo Trasancos, A.: Arquitectura y urbanismo en el Ferrol del siglo XVIII, Colegio Oficial de Arquitectos de Galicia, Santiago, 1984. También Rodríguez-Villasante Prieto, J.A.: La obsesión por el orden académico. El arsenal de Ferrol, Ministerio de Defensa, Madrid, 2011. 31

32

Granados Loureda, J. A.: “Un arsenal…”, op. cit., p. 151.

Taín Guzmán, M.: “Barroco”, en Fontes escritas para a historia da arquitectura e do urbanismo en Galicia (séculos XI-XX), (A. Vigo Trasancos, dir.), t. II, Xunta de Galicia, Santiago, 2000, p. 752. 33

Blas, J.; Ciruelos, A. y Matilla, J. M.: Dibujos. Colección Rodríguez-Moñino/Brey, Fundación Mapfre, Madrid, 2002, pp. 196 y ss. 34

Sobre el pintor madrileño vid. Luís Paret y Alcázar, 17461799. Cat. Exposición, Gobierno Vasco, Vitoria, 1991. También Ansón Navarro, A.: Luis Paret y Alcázar, el más genuino pintor rococó, http://www.artehistoria.jcyl.es/v2/contextos/7990.htm; Luís Paret y Alcázar y los puertos del País Vasco, Museo de Bellas Artes, Bilbao, 1997 y Sazatornil Ruiz, L.: “Entre la vela y el vapor. La imagen artística de las ciudades portuarias cantábricas”, en La ciudad portuaria atlántica en la historia: siglos XVI-XIX (Fortea Pérez, J. I. y Gelabert González, J. E. eds.), Puerto de Santander-Universidad de Cantabria, Santander, 2006, p. 101. En la comisión Carlos III le indicaba a Paret que “pasando a los puertos del océano pintase vistas de ellos” ofreciéndole 15.000 reales a cambio de dos obras anuales. 41

Mano, J.M. de la: Mariano Sánchez y las colecciones de “Vistas de Puertos” en la España de finales del siglo XVIII, en http://www.josedelamano.com/vistaspuertos2.htm (Publicado en: Congreso Internacional de Pintura Española del Siglo XVIII. Homenaje al ilmo. Sr. don José Luis Morales y Marín, Marbella (Málaga), 15-18 de abril de 1998, Madrid, Fundación Museo del Grabado Español Contemporáneo, 1998, pp. 351-368). Sobre Mariano Sánchez y su estancia 42

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en Pontevedra vid. Fernández Martínez, C.: Iconografía de una ciudad atlántica. Memoria e identidad visual de Pontevedra, Santiago, 2013 (tesis doctoral), pp. 194 y ss. Sobre la ciudad de A Coruña en este tiempo vid. Vigo Trasancos, A.: A Coruña y el siglo de las luces. La construcción de una ciudad de comercio (1700-1808), Universidad de Santiago de Compostela, Santiago, 2007. 43

Mano, J. M. de la: op. cit.: “Id. a Cayetano de Seijas que me sirvió de Peón moledor por lo perteneciente a las pinturas y acompañarme para ir a levantar las vistas sobre el terreno 1560 rs. por 260 días al respecto de 6 rs diarios, que le ocupé hasta el 13 del corriente [julio de 1793], según consta de su recibo nº 5. 1560”. También González Santos, J.: “La vista de San Lorenzo y del Campo Valdés de Gijón: un cuadro del paisajista Mariano Ramón Sánchez pintado para Jovellanos”, Archivo Español de Arte, LXXVII, 2004, pp. 387.

explica la forma vertical que asoma en la pintura y que no aparezca, en cambio, rastro alguno de la segunda. Sobre la capilla y su construcción vid. González Rodríguez, P.: “La Capilla de los Dolores de Ferrol: Historia de su construcción”, Estudios mindonienses, nº 5, 1989, pp. 663-691. Anca Alamillo, A.: Op. cit., p. 101. Está pintada al óleo sobre lámina de cobre y se conserva en el palacio de la Moncloa. 57

44

Mano, J.M. de la: Op. cit.:”Id. en 4 de Marzo, y de 19 de Abril [1793] pagué por el Barco que me condujo en ida y buelta de la Coruña al Ferrol al respecto de 60 r’. viaje. 120”. “Id. por 47 días q’. estuve en el Ferrol pagué de ospedaje. asistencia, y cama para mí, y el Peón á respecto de 8 r’. diarios. 376”. 45

46

Ibídem.

Sobre estas vistas del Arsenal vid. Anca Alamillo, A.: “El arsenal de Ferrol en la pintura de Mariano Sánchez (17401822)”, Revista de Historia Naval, 103, 2008, pp. 91-101. 47

Pintado al óleo sobre tabla, se encuentra en el palacio de la Moncloa. Vid. Anca Alamillo, A.: Op. cit., p. 95. 48

Lleva la siguiente leyenda: “Parque y Dique del Ferrol asta el gran tinglado tomado desde la vanda de poniente junto las cordelerías” “Mariano Sánchez año 1797”. 49

La bandera nacional actual roja y gualda se impuso como insignia de la Marina de Guerra española en el reinado de Carlos III por R. O. de 28 de mayo de 1785.

Una visión poliédrica sobre las arquitecturas y la imagen de la ciudad, en la Edad Moderna, puede encontrarse en Rodríguez, D. y Borovia, M. (comisarios): Arquitecturas pintadas; del Renacimiento al siglo XVIII, Fundación Colección Thyssen-Bornemisza y Fundación Caja Madrid, Madrid, 2011. 58

Vid. Vigo Trasancos, A. (dir.): Galicia y el siglo XVIII…, op. cit., t. I, p. 220 y t. II, p. 351. 59

60

La leyenda puede consultarse en Ibídem, t. I, p. 220.

González-Aller Hierro, J. I.: Catálogo-guía del Museo Naval de Madrid, t. I, Ministerio de Defensa, Secretaría General Técnica, Madrid, 1996, p. 309. Ref. 1390: Vista de El Ferrol (c. 1800): Aguada sobre pergamino (35 x 49cm) atribuida a Francisco Xavier Rovira (1740-1823). Perteneció al contralmirante honorario Pedro Sánchez de Toca Calvo, fue donado por su hija María e ingresó en el Museo el 12 de junio de 1978. 61

El timbre heráldico de la villa de Ferrol fue aprobado en sesión municipal celebrada el 22 de junio de 1778, determinándose entonces que consistiese en una torre son su farol, cañones, baterías y anclas. Más información en Aracil, C. de y Burgoa, J. J.: “El escudo de armas de Ferrol de la Ilustración”, Ferrol Análisis, 21, 2006, pp. 7-23. 62

Vid. Vigo Trasancos, A. (dir.): Galicia y el siglo XVIII…, op. cit., t. I, p. 220. 63

50

51

64

Maximum supreme artis quid videre volenti Praecipuum hic orbis illi sistitur opus; in quo firmiter perlustrantes maria cuncta naves, procinctus clases, atque omnia videt. ¿O felix Hispania. Admodumque felix: Te fauste gubernat, regit, tibique sapienter imperat Carolus III, rex inclitus, piissimus, augustus: quem totus non capit orbis. Anno MDCCLXXXIII.

Anca Alamillo, A.: Op. cit., p. 97.

Esta vista no está firmada, ni fechada, ni tiene ninguna leyenda. 52

Consta al menos que en 1794 tuvo como ayudante a Francisco Aguirre y más adelante a Antonio García quienes le ayudaron en todo lo concerniente a tareas pictóricas. Vid. Mano, J.M. de la: Op. cit. 54 Firma y fecha el cuadro de la siguiente manera:” Mº SHZ. Año 1794”. El cuadro está pintado al óleo sobre cobre y se conserva en el palacio de la Moncloa. 53

55

Anca Alamillo, A.: Op. cit., p. 99.

Debe recordarse que, aunque la capilla se proyectó con dos torres en la fachada, no se levantaron hasta 1854. Es probable que una de ellas estuviese en su arranque, lo que 56

Escrita en latín dice así:

La traducción castellana es la siguiente: “Para el que quiera contemplar una maravilla de arte supremo, aquí se presenta el monumento más notable del orbe, en donde puede admirar las poderosas escuadras dispuestas a surcar todos los mares, ¡Oh España feliz y dichosa en grado sumo! Te gobierna y rige con esplendor y ejerce su imperio con sabiduría Carlos III, El Rey ínclito, piadosísimo, augusto, para el cual el mundo es pequeño, Año de 1783”.

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Gayoso, J.: “Ferrol, Departamento marítimo del Norte”, Almanaque de Ferrol para el año 1907, 1906, p. 56. Rodríguez-Villasante, J. A.: Tecnología y arte de la Ilustración. La arquitectura e ingeniería de Sánchez Bort en la obra pública, la industria y los arsenales de Marina, Pontedeume, 1988, pp. 58-59. 65

Escrigas, G.: Ferrol. A fotografía antigua (1858-1904), Embora, Ferrol, 2009. 66

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Fig. 1.- Plano del Golfo Ártabro con la representación de sus puertos y principales núcleos de población (Detalle), ca. 1589 - 1591. British Library, Manuscripts, Cotton MS. Augustus I.ii.112.

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Fig. 2.- Vista de la ría de Ferrol (Detalle). Pedro Texeira, 1634. Biblioteca Nacional de Viena, Codex Miniatus 46.

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Fig. 3.- Descripción del puerto de Ferrol (Detalle), Bernardo Gómez, 1639. Archivo General de Simancas, M.P. y D, 62-4.

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FERROL EN EL PUNTO DE MIRA (1587-1800): IMÁGENES “ARTÍSTICAS” DE UN PUERTO DE GUERRA DE LA ESPAÑA ATLÁNTICA

Fig. 4a.- Plano del puerto y ría de Ferrol con los lugares inmediatos (Detalle), ca. 1750-1751. Archivo Cartográfico y de Estudios Geográficos del Centro Geográfico del Ejército, Armario E, Tabla 4ª, Carpeta 4ª, nº 99.

Fig. 4b.- Plano del puerto y ría de Ferrol con los lugares inmediatos (Detalle del Astillero de Esteiro), ca. 1750-1751. Archivo Cartográfico y de Estudios Geográficos del Centro Geográfico del Ejército, Armario E, Tabla 4ª, Carpeta 4ª, nº 99.

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Fig. 5.- Vista de Ferrol (Detalle), Pedro Grolliez de Servier, c. 1782-1785. Fundación Lázaro Galdiano, nº inventario 8019.

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Fig. 6.- Segunda vista de Ferrol, Pedro Grolliez de Servier, c. 1782-1785. Real Academia Española, Legado Rodríguez-Moñino, caja E8-11 / DRM 264.

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Fig. 7.- Vista del Arsenal de Ferrol, Mariano Sánchez, 1794. Patrimonio Nacional, Palacio de la Moncloa, nº de inventario 10024111. © Patrimonio Nacional, Madrid.

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Fig. 8.- Dársena del Arsenal de Ferrol, Mariano Sánchez, 1794. Patrimonio Nacional, Palacio de la Moncloa, nº de inventario 10078803. © Patrimonio Nacional, Madrid.

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Fig. 9.- Vista de los diques del Arsenal de Ferrol, Mariano Sánchez, 1794. Patrimonio Nacional, Palacio de El Pardo, nº de inventario 10073736. © Patrimonio Nacional, Madrid.

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Fig. 10.- Vista del Arsenal de Ferrol, atribuida a Francisco Xavier Rovira, ca. 1800. Museo Naval de Madrid, nº de inventario 1390.

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