Fenicios y cartagineses en el Extremo Occidente: algunas cuestiones terminológicas y de periodización\", Homenaje a Elena Pezzi, Granada, Universidad de Granada, 1992, pp. 343-348.

June 29, 2017 | Autor: J. López Castro | Categoría: Phoenicians
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Descripción

Fenicios y cartagineses en el Extremo Occidente: algunas cuestiones tenninológicas y de periodización José Luis LóPEZ CASTRO

-,

Un problema bastante común a historiadores y arqueólogos de la Antigüedad es la ausencia de unos criterios definidos para referimos a las poblaciones orientales procedentes de Fenicia que colonizaron el Occidente mediterráneo y a la posterior evolución que sufrieron hasta la conquista romana. Este problema resulta especialmente acusado entre aquellos que nos dedicamos especificamente al estudio de las sociedades fenicias y cartaginesas en el Mediterráneo Central y Occidental, cuando utilizamos terminologías no siempre cuincidentes para delimitar nuestro objeto de estudio. Como consecuencia de ello, y dado también el prolongado desarrollo histórico de estas poblaciones durante más de ocho siglos, no disponemos tampoco de una periodización explícita en este sentido, sino que solemos tomar prestadas otras periodizaciones vigentes para la Historia de Grecia o la de Roma, establecidas desde otros ámbitos disciplinares del estudio de la Antigüedad. Nos encontramos así con una periodización no autónoma que hace depender, en cierto sentido, la Historia de los fenicios y cartagineses de los criterios ap:icados al estudio de otras formaciones sociales de la Antigüedad, tal vez como exponente del papel subsidiario, cuando no ciertamente hostil, que la propia historiografía clásica occidental ha otorgado a estos pueblos. Muchos autores han propuesto diversas terminologías para referirse a ellos de una forma no unívoca que recogiera de alguna forma las diferencias cronológicas y geográfi­ cas existentes. pero ninguna de ellas ha sido abiertamente seguida como la más satisfactoria. Los términos más comúnmente empleados. tales como "fenicio", "púnico", "paIeopúnico", "cartaginés", "fenicio-púnico", "feno-púnico" y "semita" pueden prestarse, de hecho, a múltiples confusiones sobre su utilización más idónea. Tal vez ninguna de ellas, se elija la que se elija, sea la más acertada pues no sabemos con seguridad como se autodenominaron estas poblaciones a lo largo de la Historia, al no haberse conservado textos literarios fenicios o cartagineses originales, a excepción de las inscripciones. Los términos "fenicio" Homenaje a Elena Pmi. Pág, 343-348; 1992.

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y "púnico" provienen de las denominaciones, griega Y latina respectivamente, phoiníkoi y 1 poeni, transmitidas por los textos clásicos. En general, sabemos que los fenicios de Oriente se denominaban a sí mismos can'alli o cananeos, para luego ser citados más comúnmente por sus ciudades de origen, con apelativos tales como tirios o sidonios. Sin embargo, el nombre de. cananeos ha sido utilizado con un sentido más genérico por la historiografía occidental para referirse a otros pueblos del Próximo Oriente, manteniendo desde el siglo XIX no sólo los términos acuñados por la historiografía clásica, sino también su visión histórica negativa hacia los semitas. 2 La denominación de "semitas" es una de~las que no conducen a error, pues contiene implícito un sentido étnico común tanto a fenicios como a cartagineses, pero tiene el grave inconveniente de ser demasiado genérica para permitir precisiones cronológicas y geo­ gráficas. La vieja dicotomía que designaba "fenicios" a los fenicios orientales y "púnicos" a los fenicios de Occidente fue criticada por Moscati, quien propuso la distinción del término "fenicio" para designar a los fenicios de Oriente y estableció las fases prepúnica y púnica para designar la cultura fenicia de Occidente situando como eje la hegemonía de Cártago.3 Sin embargo, Moscati ha defendido posteriormente la utilización del término 4 "púnico" para referirse al espacio dominado por Cartago como imperio mediterráneo. Para Acquaro, el uso de los términos "fenicio" y "púnico", "deja bien poco espacio a las múltiples realidades de integración y de reacción que la cultura próximo oriental determina en su difusión occidental". Este autor reconoce como adecuado el término "fenicio" para referirse a la primera colonización desde Oriente, mientras que el uso del término "púnico" no debe limitarse a expresar una variante fenicia occidental ni identificarse con el resultado de la hegemonía de Cartago, sino designar la diversidad formada por el conjunto de poblaciones de origen fenicio que entraron en contacto con las poblaciones autóctonas de las áreas mediterráneas donde se pradujo la colonización. Tras la destrucción de Cartago en el 146 a. C., la cultura cartaginesa sobreviviría bajo el término "neopúnico" en los reinos de Numidia, Mauritania y en las ciudades independientes de las antiguas 5 provincias púnicas de Africa, Cerdeña y España. Más recientemente, MI E. Aubet ha utilizado la terminología usada con más frecuencia por la crítica, que denomina a los fenicios del 11 milenio a. C., "cananeos"; "fenicios" a los

1. Cfr. G. BUNNENs. "La distincton enlTe Phéniciens el Puniques chez les auteW'S c1assiques". Auí del 1 CongressoInlernazionale dí Studí Fenid e Punid. vol. 1, Roma 1983. pp. 233-232. 2. Sobre la etimología de estos términos vid. M.E. AUBET. Tiro y las colollias felliciDs de Occidellte.

Barcelona 1988. pp. 5 ss. Un estudio crítico sobre la historiografía occidental referente a Oriente y los fenicios en M. BERNAL. Blacle Athena. The Afroasitic Roots of Classícal Civilizalioll. 1: The Fabricadon of Ancient Greece 1785-1985. London 1987. ' 3. S. MoscAn. Problemalka della civillafellida. Roma 1974, pp. 59-60. 4. S. MOSCAn. "Fenicio o p(inico o cartaginese" RSF. XVI, 1988, pp. 3-13. 5. Cfr. E. ACQlIARO. "Fenici e punici nel Mediterráneo", en F, MOUNA FAJARDO. A. RUIZ, C. HUfllTAS. Almuñécar ellla Amígütdad. La lIecrópolisfellicio-plÚlíca de Puente de Noy. Granada 1982, pp. 219-222. con una amplia bibliografía sobre la utilización de estos términos.

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fenicios del I milenio en Oriente y de los siglos VIII-VI en Occidente, y "púnicos" a los fenicios occidentales a partir del siglo VI a. C., es decir, desde la hegemonía de Cartago en el Mediterráneo.6 En cierto sentido, sería lo más correcto citar a estas poblaciones por sus nombres toponímicos: gaditanos, carteyanos, sexitanos, malacitanos, abderitanos o barienses, en el caso de la Península Ibérica. Pero la enumeración sería muy larga, no resolvería el problema a la hora de las generalizaciones, y dejaría excluídos a los habitantes de otras poblaciones cuyos nombres no se han conserVado, y que sin embargo dejaron testimonios arqueológicos de su existencia. Por mi parte, pienso que para las fundaciones coloniales fenicias deÍ Sur de la Península Ibérica el término "fenicio" o "fenicio occidental" es adecuado, mientras que el término "púnico" no lo es tanto. En primer lugar porque no distingue lo suficiente cua,ndo nos referimos a eUas, y siempre se hace necesario añadirle un segundo adjetivo de carácter geográfico, resultando así las variantes "púnico español", "hispano-púnico", "púnico­ hispano", etc., muchas veces usadas en la historiografía española. En segundo lugar, porque el término "púnico" aplicado a los habitantes de estas ciudades peninsulares conUeva inmediatamente una connotación étnica y de hegemonía e incluso de imperialismo de Cartago, que debe ser muy matizado a la hora de proyectarlo sobre la Península Ibérica entre los siglos VI y a. C. Parto de la hipótesis para este período de que no existió un auténtico imperialismo cartaginés en la península hasta la llegada de los bárcidas en el 237 a. C.7 En tercer lugar, porque aunque existieron importantes relaciones políticas, comercia­ les y culturales con Cartago durante su etapa de hegemonía mediterránea, las ya ciudades de fundación fenicia del Sur peninsular fueron siempre entidades políticas autónomas, celosas además de su independencia, que mantuvieron sus costumbres, cultos religiosos, y demás elementos culturales dentro de sus más ancestrales raíces tirias, al menos en lo esencial. Señalare ahora sólo dos de los rasgos que en este sentido me parecen más significativos, como son la ausencia de tophets y sacrificios molk, típicamente púnicos, y comunes en Cartago, Africa y Cerdeña, pero ausentes de la Península Ibérica. Frente a ello, el culto al dios Melqart, el dios de la colonización fenicia por excelencia, fue siempre predominante en estas ciudades, que yo seguiría llamando fenicias occidentales. Pero no sólo son rasgos políticos y culturales los diferenciadores, sino también la producción material y el edificio social que soporta, en una conjugación que en principio no se manifiesta en el ámbito púnico del Mediterráneo Central, y que hunde sus raíces en la colonización fenicia. Todo ello me hace desestimar el término "púnico" para designar a

rn

6.

MI E. AUBET. Op. cil.. p. 11.

Cfr. J.L. LóPEz CAsnto. "Canago y la Península Ibérica: ¿Imperialismo o hegemonía?". AClas de las V JorNJdas de Arqueologfa fellicío-plÚÚca de Ibiza. Ibiza 1990. [en prensa}. Cfr. asf mismo C.R. WHlTIAKER. "Ca:rthaginian imperialísm in tite Fiftb and Founh centuries", C,R. WHlTTAKER. P. G_y (Eds.) Imperialism ill ,he Andent World. Cambridge 1978. pp. 59-90. 7.

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los hombres y sus manifestaciones de todo tipo entre los siglos VI y 1 a. c., y mantener el término "fenicio occidental" como denominador común de estas poblaciones, a fin de evitar confusiones. Obviamente, esta actitud no supone un rechazo al reconocimiento de las importantes innovaciones de toda índole que sufrieron las ciudades fenicias peninsulares durante le hegemonía de Cartago, pero me parece más coherente eliminar el término "púnico" para los habitantes de estas ciudades en la Península Ibérica, si mantengo que ésta no fue explotada y dominada política y militarmente por Cartago durante un cierto período. Así pues, el término "púnico" debemos reservarlo para referirnos en su conjunto, a los hombres y sus manifestaciones provenientes del espacio hegemonizado por Cartago en el Mediterráneo Central.8 En cuanto al término "neopúnico" propuesto por Acquaro para designar las pervivencias de la cultura púnica después de la destrucción de Cartago, puede ser adecuado para los reinos númidas y mauritanos donde, efectivamente, se hizo una reinterpretación de la cultura púnica que justificaría el uso de la partícula "neo", con el mismo sentido "revival" de "neogótico", "neoclásico" o "neo-positivista", en tanto reinterpretación, nueva versión o recuperación de alguna manifestación del pasado. En el resto del Mediterráneo resultaría, en consecuencia, más idóneo utilizar el térmi­ no "tatdl;¡pÚ:glco.:'. erltetldid.o. como. conceptualización de la fase final de un proceso global, y con sentido idéntico a "tardorromano" o "tardogótico", puesto que estas pobla­ ciones no reinterpretaron algo que les era ajeno, sino que continuaron con su dinámica histórica aunque en circunstancias distintas. Es decir, existe una continuidad que no justificaría el empleo del prefijo "neo". No obstante, y debido a su universal aceptación en los estudios epigráficos y lingüísticos, hay que mantener el término "neopúnico" exclusi­ vamente en estos campos para referimos a un alfabeto y a una lengua derivadas del alfabeto púnico, que se extienden a partir del siglo JI a. c., más o menos. Tras esta propuesta terminológica voy a explicitar una propuesta de periodización del origen e historia de la formación social fenicia occidental, que es, en definitiva, la Historia de la presencia fenicia en la Península Ibérica, en su relación con la presencia fenicia en el Mediterráneo. Toda periodización está determinada por una posición metateórica concreta y, en consecuencia, cada sistema periódico sólo resultará comprensible desde el conocimiento de sus fundamentos metateóricos. Desde una posición realista, cada periodización tiende a corresponder con la realidad histórica que periodiza, y no posee, por tanto, ningún carácter instrumentalista. 9 En consecuencia, la periodización que propongo está en directa

8. Sobre las relaciones políticas entre CaJ1ago y Ins ciudades fenicias peninsulares vid. J.L. LóI'Ez CAS­ "El imperialismo cartaginés y las ciudades fenicias de la Penfnsula Ibérica entre los siglos VI-IIJ a. C," Sludi di Egittología e antíchitd puniehe. 1991 (en prensa). 9. Cfr. M' I. MARl1NEZ N AVARRE'l'E, J .A. VICENT GARCIA. "La periodización: un análisis critico", Homenaje al profesor Mart(n Almagro Baseh. Madrid 1983. vol. IV, p. 345.

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correspondencia con determinadas hipótesis sobre la formación social fenicia occidental. Así pues, resultará tan válida como resulten serlo las hipótesis una vez contrastadas,lO Esta periodización para la presencia fenicia en el Extremo Occidente no está funda­ mentada en hechos políticos, aunque se tomen en consideración. Tampoco se trata de una periodización arqueológica, efectuada sobre un análisis tipológico de los cambios artefactuales observados en el registro arqueológico, como las que acostumbran a hacer la Prehistoria y la Arqueología tradicionales, sino que está construida sobre factores pro­ ductivos, sociales y culturales desde el punto de vista global de la formación económica _ d e)asociedad fenicia occidental. La -cultura material, como resultado de las formas productivas, queda entonces necesariamente incluida en la periodización, sin que sus aspectos formales y tipológicos sean los que la determinen. El primer período podría denominarse Periodo Colonial Fenicio. Abarca desde mediados del siglo VIII, hasta mediados del VI a. c., y se caracteriza por ser la etapa en la que se produce la colonización fenicia en el Mediterráneo Central y Occidental como un extenso sistema de explotación de los recursos occidentales, dependiente económica y políticamente de Tiro hasta su caída y la desaparición de la monarquía tiria, inspiradora de la empresa colonial. En este período la formación social fenicia occidental no existiría aún por sí misma, aunque su génesis haya que buscarla en estos siglos, a partir de una serie de peculiaridades diferenciale.s-na",ida$ eQ h'¡ScÚ)¡liWili pm:d",'h'st i J J ¡stas fMP . los colonizadores, que se manifestarían posteriormente en toda su extensión, y que se irían agudizando desde el siglo VII a. C. Un segundo período sería el denominado Período Púnico, como resultado del proceso por el que Cartago se convirtió en una potencia hegemónica en el Mediterráneo Central y Occidental. Aclararé que aquí el término "púnico" se utiliza sólo a efectos de periodización y ubicación cronológica, y designa un período genérico que podría ser común a todo el área mediterránea en la que Cartago ejerció su hegemonía política y económica. Por otra parte, también resulta dificil prescindir de un término muy extendido y mayoritariamente aceptado en la historiografía. Sin embargo, los habitantes de las ciudades peninsulares de fundación fenicia, de origen tirio sobre todo. seguirían siendo fundamentalmente fenicios, descendientes de los

primeros colonizadores, aunque mantuvieran contactos y recibieran influencias púnicas, y

estuviera presente de una u otra forma la tutela cartaginesa.

Es en este segundo período cuando se puede hablar de una formación social fenicia en la Península Ibérica, a la que denomino occidental por situarse geográficamente en el Mediterráneo Occidental y su prolongación atlántica en tomo al Estrecho de Gibraltar, una zona geográfica que algunos autores denominan el Extremo Occidente.

TRO.

10. Sobre el concepto de fonnación social fenicia occidental víd. J.L. LóPEZ CASTRO. La integración de las ciudades fenicias del Sur de la Península Ibérico en el estado romano. La disolución de lo formación social fenicia occidental. Tesis doctoral microfichada. Universidad de Granada 1990.

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En oposición, a las poblaciones de origen fenicio situadas en el Norte de Africa, Sicilia, eerdeña y Malta, esto es, en el Mediterráneo Central, podemos denominarlas "púnicas" por entender que en estos territorios subyace una más profunda penetración política y económica de eartago en comparación con la Península Ibérica. Es en estos siglos, desde mediados del siglo VI a. e., hasta la llegada de los bárcidas, cuando se implanta la forma de producción antigua en las ciudades fenicias peninsulares, con una serie de peculiaridades distintivas. El tercer período es el denominado Período Bárcida, aunque también podría conside­ rarse como un subperíodo, epígono del Período Púnico. 'Durante esta etapa, Cartago ejerció por primera vez una acción imperialista y de ocupación efectiva en la Península Ibérica. La ocupación cartaginesa del Sur peninsular durante tres decenios, incluyendo los largos años de la Segunda Guerra Púnica, introdujeron el germen de los profundos cambios productivos y sociales que iniciarían la crisis de la forma de producción antigua y que conducirían en el cuarto y último período, a la disolución de la formación social fenicia occidental. Este cuarto y último período de la presencia fenicia en el Occidental Mediterráneo, se manifiesta políticamente en las ciudades fenicias peninsulares por medio de su alianza con Roma y en una creciente dependencia política de ésta. La forma de producción e54t1n ."Q sáht iOlijijl_. ;t.Q"~erlodo Bárcida, se iría hacJendo predominante en este cuarto período, que cubre cronológicamente desde el fin de la Segunda Guerra Pifnfca en Híspania, hasta un momento que podemos situar hacia el cambio de Era. Este cuarto período es el Período Tardopúnico, denominado así también a efectos de periodización, pues es el que mejor podría servir al propósito de representar un período de disolución de unas formas sociales y productivas fenicias occidentales que se habían desarrollado en el Período Púnico precedente. Así mismo, este término parece el más adecuado para designar la realidad subyacente en los distintos procesos de disolución o pervivencias que se producen en la antigua área de hegemonía cartaginesa. El cuarto período es el Período Tardopúnico, denominado así también a efectos de periodización, pues es el que mejor podría servir al propósito de representar un período de disolución de unas formas sociales y productivas fenicias occidentales que se habían desarrollado en el Período Púnico precedente. Así mismo, este término parece el más adecuado para designar la realidad subyacente en los distintos procesos de disolución o pervivencias que se producen en la antigua área de hegemonía cartaginesa.

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